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Cuatro décadas de municipalismo en Castilla y León
marzo de 2019 EL NORTE DE CASTILLA
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La Granja Escuela, antigua sede de la Diputación de Valladolid en Villa del Prado. A la derecha, el Palacio de Pimentel, actual sede de la institución, en una imagen de 1979.
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uando Federico Sáez Vera tomó posesión de su cargo como presidente de la Diputación de Valladolid el 26 de abril de 1979 ofreció ya unos datos demográficos «reveladores» de la progresiva despoblación de las zonas rurales de Valladolid y afirmó, según recoge el acta, que el medio campesino, «con 211 municipios netamente agrarios», sufría la «constante sangría de la emigración ante la evidente diferencia de calidad de vida que separa los núcleos urbanos de los rurales». Adquirió ese día el compromiso de procurar la equiparación entre los habitantes de los pueblos y la ciudad y lo rubricó con «el simbolismo» de hacerlo en la antigua Granja Escuela, entonces sede de la Diputación, que a punto estaba, según auguró, «de ser devorada por el crecimiento urbano». Poco podía imaginar en 1979 el primer presidente de la Diputación tras las elecciones democráticas que este pago de la ciudad de Valladolid, Villa del Prado, y su privilegiada situación urbanística contribuiría años después (desde 1998) a ese empeño que tanto Federico Sáez Vera como los otros seis presidentes de la institución han mantenido en estos cuarenta años; dotar de servicios al medio rural para erradicar la desigualdad entre la calidad de vida de los vecinos de los pueblos y de los núcleos urbanos. Con la venta de terrenos que la Diputación atesoraba en este plan parcial se obtuvieron 191 millones de euros que han representado uno de los hitos más destacados en estos cuarenta años de la provincia. Porque el dinero llegó en forma de planes especiales de inversión para que los 224 ayuntamientos de la provincia y sus nueve pedanías transformaran y modernizaran los pueblos con todo tipo de polideportivos, parques públicos, urbanizaciones, centros de cul-
Diputación de Valladolid
Impulso al medio rural para equiparar la calidad de vida Las diferentes corporaciones provinciales han apostado por planes de inversión con los que dotar a los pueblos de servicios y prestaciones que ayuden a asentar población en la provincia HABITANTES
220.985 PRESUPUESTO
107,7
Millones de euros en 2019
PRESUPUESTO
5,5
millones de euros en 1979 (920 millones de pesetas)
CORPORACIÓN ACTUAL Jesús Julio Carnero García (presidente, del PP). Partido Popular: Víctor Alonso Monge, Guzmán Gómez Alonso, Conrado Íscar Ordóñez, Alberto Collantes Velasco, Agapito Hernández Negro, Inmaculada Toledano Flores, Luis M. Minguela Muñoz, Lucía Heras González, Mª Natividad Casares Puerta, Henar González Salamanca, Alberto Magdaleno de la Viuda y Noelia García González. PSOE: Mª Teresa López Martín (portavoz), Pedro Pablo Santamaría Sáez, Virginia Almanza Badás, Carmen Aceves Gómez, Javier González Trapote, Mariano Suárez Colomo, Carlos Mangas Nieto, Dolores Mayo Magaz, Julio del Valle de Íscar y Félix Velasco Gómez.
Toma la Palabra: Salvador Arpa de la Fuente (portavoz) y Esther Mínguez González. Sí Se Puede: Héctor Gallego Blanco. Ciudadanos: Pilar Vicente Tomás. Presidentes desde 1979. Federico Sáez Vera (UCD: 19791983), Francisco Delgado Marqués (PSOE: 1983-1987),Ovidio Fernández Carnero (CDS:19871990), Félix Calvo Casasola (1990-1991), Juan Antonio García Calvo (PSOE: 1991-1993), Ramiro Ruiz Medrano (PP: 1993-2011), Jesús Julio Carnero (PP: 2011-2019).
tura, centro de convivencia y multiusos, entre otros. Fue una inyección de dinero para toda la provincia, promovida bajo el mandato de Ramiro Ruiz Medrano, que vino a complementar los tradicionales planes provinciales de cooperación, que por entonces, en 1979, contaban con 389 millones de pesetas (2,3 millones de euros) frente a los 11,2 millones de euros de este ejercicio 2019. La modernización de los pueblos vallisoletanos llegó así grapada con la etapa demócrata y se ha mantenido a lo largo de los mandatos de Francisco Delgado, Ovidio Fernández, Félix Calvo, Juan Antonio García Calvo, Ramiro Ruiz Medrano y Jesús Julio Carnero, todos los presidentes durante estos cuarenta años. Poco queda de aquella Diputación de apenas 400 trabajadores en su residencia Cardenal Marcelo, Hogar Guardería, Hospital Psiquiátrico, Colegio Juan de Austria y Centro de Boecillo, con funciones propias de una Comunidad Autónoma que aún no se había establecido. Si Federico Sáez se marcó como prioridad equiparar la calidad de vida de los vecinos, Francisco Delgado, su sucesor en 1983, sentó las bases de la actual Diputación con muchos de los servicios y programas que actualmente se siguen prestando, como el área de asistencia a municipios, el organismo de recaudación Reval, el área de acción social y las UBAS que derivarían posteriormente en los CEAS, el impulso al deporte provincial y a las aulas de cultura y una amplia colaboración institucional con la cesión del castillo de Fuensaldaña para albergar las Cortes de Castilla y León. La urbanización y pavimentación de calles, las redes de agua y el alumbrado público se antojaban entonces las principales preocupaciones de cualquier alcalde que se precie, hasta que el corto mandato de Juan Antonio García Calvo de-
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sarrollara planes de acción n respecial como el que marn có la construcción de gran uparte de las piscinas municipales. o Fue después Ramiro oRuiz Medrano, en el Gon bierno de la institución 8 provincial durante 18 uaños, quien impulsó la cusbrición de este tipo de insetalaciones, el plan espeecial de pabellones polides, portivos, los auditorios, alos polígonos industrial Ol les y viveros en Peñafiel, Olmedo, Mayorga y Carpio, y un sinfín de escuelas taller y talleres de empleo como parte de recuperación del patrimonio. Fue durante su mandato, entre 1993 y 2011, cuando la provincia de Valladolid se adaptó a las nuevas tecnologías, cuando se preocupó por la restauración de los órganos, retablos y archivos municipales, y, principalmente, cuando apostó por los servicios mancomunados. Era también en esa época, en los años 90 y comienzos de los 2000, cuando la provincia de Valladolid se asomaba al turismo como fórmula para atraer visitantes y generar empleo entre una población que había emigrado a
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Acta de la constitución de la Diputación en 1979.
Los pueblos han tenido 1.240 alcaldes durante estas cuatro décadas El medio rural ha ganado 70.000 vecinos en el alfoz y en cabeceras de comarca
la ciudad en busca de o oportunidades para futu turos universitarios y p para mayor comodidad p el grueso de empleapara do de factorías como Redos n nault España. El barco Antonio de U Ulloa comenzó a surcar la aguas del Canal de las C Castilla en Medina de R Rioseco, los más pequeñ pudieron descubrir ños lo restos de una villa rolos m mana en Almenara Pudi ras y disfrutar de campamentos en Matallana. Sin olvidar la inauguración de la primera Villa del Libro en Urueña, el Museo del Pan en Mayorga, el del Vino en Peñafiel y el Valle de los Seis Sentidos en Renedo de Esgueva. El turismo apostaba con fuerza en el medio rural de Valladolid con un numeroso grupo de centros turísticos que hoy en día insuflan de visitantes a las distintas comarcas de Valladolid. Fue además en esas casi dos décadas de gobierno de Ruiz Medrano cuando se recuperó el Teatro Zorrilla para disfrute de los vecinos de los pueblos, pero también de la ciudad, o cuando se instauraron importantes servicios sociales, como
el de la distribución de la comida a domicilio a las personas mayores. El legado social fue de forma paulatina ganando territorio entre los presupuestos provinciales que año tras año se iban confeccionando en el Palacio de Pimentel. Máxime tras la crisis económica que azotó a todo el país y que desde el año 2008 se dejó notar también en la provincia, con especial incidencia ya en el mandato de Jesús Julio Carnero, especialmente entre los años 2012 y 2014. La apuesta por «las personas, el empleo y los ayuntamientos» ha venido así caracterizando las políticas de Carnero, con nuevos programas para para garantizar que las necesidades básicas de cualquier ciudadanos de la provincia estuvieran cubiertas. Ha habido así espacio para una mayor inyección de fondos destinados a gasto corriente en los ayuntamientos, pero también para impulsar el empleo en la provincia mediante la creación de un Plan Impulso que ha respaldado a los emprendedores y autónomos de los pueblos, especialmente de los más pequeños. Sin
Ruiz Medrano recibe la Medalla de Oro de la provincia de manos de Jesús Julio Carnero y en presencia de Francisco Delgado, Federico Sáez de Vera, Félix Calvo Casaola y Juan Antonio García Calvo. Debajo, Ovidio Fernández, quien falleció en 2010.
Cambio en los terrenos que vendió la Diputación en Villa del Prado con una imagen de 2002 y otra de 2019.
olvidar el refuerzo turístico a los recursos ya creados, con la inauguración este año del castillo de Fuensaldaña como centro de interpretación de las fortalezas y la apuesta por la marca de alimentos propia para elogiar la gastronomía local. Queda así pendiente la ejecución del complejo de ocio Meseta Sport, cuya tramitación analiza la Fiscalía tras una denuncia de la oposición a raíz de una mesa de investigación. Cuarenta años después, la provincia de Valladolid se encomienda así al turismo como uno de los pilares básicos para generar riqueza económica en un territorio desigual en cuanto a población se refiere. Hay 70.000 habitantes más en los pueblos que hace cuatro décadas, pero se concentran principalmente en el entorno de la ciudad, con una emigración inversa a la de hace 40 años de la capital al medio rural más próximo. Mientras, se vacían comarcas en el norte y sur de la provincia en una batalla que pasa por el transporte y las comunicaciones, las nuevas tecnologías y los servicios básicos para que los pueblos más pequeños avisten el futuro.
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Jesús Julio Carnero García. Presidente de la Diputación de Valladolid por el PP desde 2011
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l 6 de diciembre de 1978 los españoles ratificábamos la Constitución que abría en España el camino de la democracia y de la modernidad. Entre sus novedades, incluía la garantía de la autonomía municipal y la elección de los concejales por los vecinos del municipio mediante sufragio universal, igual, libre, directo y secreto. Mandato constitucional que se hacía realidad apenas cuatro meses después, el 3 de abril de 1979, fecha en la que volvíamos a las urnas para elegir a los primeros alcaldes democráticos. Los jóvenes de hoy tal vez desconozcan que aquella era una España en la que la ilusión por construir la recién estrenada democracia y el afán de concordia entre españoles eran más fuertes que las tensiones que generaban los años de plomo de ETA y los movimientos de los involucionistas que añoraban el viejo régimen. En ese ambiente, la convocatoria de las elecciones y la elaboración de las listas municipales tuvo sus complicaciones, sus reticencias, sus dudas, sus miedos. Pero al final, las ganas de democracia pudieron con todas las trabas y tanto los primeros ayuntamientos democráticos como las diputaciones que surgieron de ellos comenzaron a trabajar. Volviendo la vista atrás podemos asegurar que las corporaciones locales fueron esenciales en la labor imprescindible de llevar la cultura de la democracia y la
ESCUELA DE DEMOCRACIA participación ciudadana a la vida cotidiana en todos los municipios, especialmente los más pequeños y alejados de los grandes núcleos urbanos. Sin ningún género de duda, la política municipal se convirtió en una escuela de democracia por su cercanía innegable a las personas, una cercanía mayor cuanto más pequeño es el municipio. Alcaldes y concejales constituyen la primera línea de la acción política. Al mismo tiempo, ayuntamientos y diputaciones se convirtieron en un elemento modernizador de nuestros municipios. Solo hay que echar la vista atrás y ver como ha cambiado la fisonomía de nuestros pueblos y ciudades. Como han mejorado sus infraestructuras, sus servicios, su oferta cultural, su calidad de vida. Y, al mismo tiempo, como han evolucionado sus necesidades y reclamaciones. Una transformación que ha sido posible gracias al trabajo y al esfuerzo de las diferentes corporaciones que se han ido sucediendo a lo largo de estos diez manda-
tos constitucionales. No en vano, desde el 3 de abril de 1979, los ayuntamientos y las diputaciones provinciales, como instituciones encargadas de la asistencia a los pequeños municipios, nos convertimos en los principales actores de la construcción cotidiana de la nueva España democrática. Y lo hicimos sin esperar a saber si se cumplía o no el mandato constitucional de que las Haciendas Locales dispusiéramos de los medios económicos suficientes para el desempeño de las funciones que la ley nos atribuye. Pero la conmemoración del 40º aniversario de los ayuntamientos democráticos no debe ser solo una efeméride para recordar el pasado. Debe servir también para reflexionar sobre los nuevos retos a los que nos enfrentamos las administraciones locales, ayuntamientos y diputaciones, en la recta final de la segunda década del siglo XXI. Es evidente que la estructura social se ha ido fragmentando, haciéndose cada vez más compleja, con de-
Palacio Pimentel, sede de la Diputación de Valladolid en la Plaza de San Pablo. :: R. GÓMEZ
mandas sociales cada vez más heterogéneas y específicas. Y ello nos exige respuestas también más individualizadas y concretas, y, en consecuencia, difíciles de realizar si no es desde las políticas de proximidad. La vida cotidiana, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, la conciliación entre trabajo y familia, la mayor esperanza de vida y el envejecimiento de la población, la creación de nuevos espacios de oportunidad en el ámbito local frente a un contexto cada vez más globalizado… son solo algunas de las cuestiones que necesitan una respuesta que debe tener en cuenta el ámbito de la política local. Evidentemente, en estas nuevas dinámicas juega un papel importante el tamaño de los municipios. Las preocupaciones de los más pequeños se centran en la despoblación o en la carencia de servicios públicos esenciales como sanidad, educación, servicios sociales, transporte o redes de alta capacidad para acceder a las nuevas tecnologías. Para los
más grandes, los problemas se centran en otros ámbitos como la degradación urbana o la exclusión social. En cualquier caso, las respuestas pasan por más capacidad de gobierno de las entidades locales. Pero en una comunidad como Castilla y León, en la que el 25% de nuestros 2.248 municipios tiene menos de 100 habitantes, debemos implementar desde las diputaciones provinciales nuevas fórmulas de trabajo en los ámbitos del asesoramiento y de la cooperación con los ayuntamientos más pequeños. Fórmulas que, por ejemplo, deben profundizar en herramientas como la encomienda de gestión. Nuevos retos y nuevas respuestas que desde los gobiernos locales queremos y debemos afrontar, avanzando siempre hacia fórmulas más participativas, como por ejemplo la elección directa por parte de los ciudadanos de los diputados provinciales. Pero, al tiempo, es imprescindible que, de una vez por todas, contemos con una Ley de Financiación de las Haciendas Locales justa, suficiente y estable. Es, sin duda, una de las grandes asignaturas pendientes de la política nacional y una de las claves esenciales para afrontar un futuro en el que ayuntamientos y diputaciones seguiremos siendo, desde la cercanía a las personas, administraciones fundamentales en la tarea de construir una sociedad más humana, más cohesionada y más justa.