40 años de municipalismo - Valladolid - Capital

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Cuatro décadas de municipalismo en Castilla y León

marzo de 2019 EL NORTE DE CASTILLA

VALLADOLID Valladolid

Apuesta por los vecinos y la calidad de vida en los barrios

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l 20 de abril de 1979, el mismo día en el que Tomás Rodríguez Bolaños empuñaba el bastón de mando como alcalde democráticamente elegido por los vallisoletanos, El Norte de Castilla publicaba, en su histórica sección ‘De ayer a hoy’, un artículo en el que alertaba de que «los problemas municipales que hereda la Corporación son graves. Valladolid está abandonada. Sus calles, intransitables. La escolarización es todavía deficiente». El reto que tenía por delante el nuevo Ayuntamiento era mayúsculo. Afrontaba Valladolid la nueva etapa democrática con una herencia complicada, inédita casi en Castilla y León. La ciudad había crecido de forma desaforada en los años anteriores: de los 154.153 habitantes censados en 1961 a los 323.579 de 1979. La industrialización, con el motor de Renault a la cabeza, y el éxodo rural (y de provincias limítrofes) habían duplicado la población de la capital en apenas veinte años. El ladrillo conquistó nuevos barrios sin que tanta casa viniera acompañada de servicios. Había zonas que eran «colmenas, enjambres humanos»,

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Las corporaciones democráticas han transformado a fondo Valladolid, con una amplia dotación de servicios, zonas verdes y opciones de cultura y ocio para la mayor ciudad de Castilla y León HABITANTES

298.866 PERSONAS A 1/1/2019

SUPERFICIE

197,91 kilómetros cuadrados

PRESUPUESTO

11,1

millones de euros (al cambio, 1.856 millones de pesetas) en 1979.

341,5

millones de euros es el presupuesto local para 2019.

CORPORACIÓN MUNICIPAL ACTUAL Óscar Puente Santiago (alcalde, del PSOE). Partido Popular: José Antonio Martínez Bermejo, Jesús Julio Carnero García, Carlos Basilio Fernández Rodríguez, María Mercedes Cantalapiedra Álvarez, Rosa Isabel Hernández del Campo, Jesús Enríquez Tauler, Fernando Rubio Ballestero, María Teresa Martínez Jiménez, María Victoria Díez Arce, Francisco de Borja García Carvajal, Araceli Valdés Tremiño, José San José Merinero. PSOE: Ana María Carmen Redondo García, Luis Ángel Vélez Santiago, María Victoria Soto Olmedo, Juan Antonio Gato Casado, Rafaela Romero Viosca, Pedro Herrero García, María Rosario Fernández de Pedro. Toma la Palabra: Manuel Sara-

via Madrigal, María Sánchez Esteban, Alberto Bustos García, Rosalba Fonteriz García. Sí Se Puede: María del Rosario Chávez Muñoz, Héctor Gallego Blanco, Gloria Reguero Mélida. Ciudadanos: Pilar Vicente Tomás. Concejal no adscrito: Jesús Javier Presencio Peña.  Alcaldes desde 1979. Tomás Rodríguez Bolaños (19791995), Francisco Javier León de la Riva (1995-2015). Óscar Puente Santiago, desde 2015.

como los llamó Tomás Rodríguez Bolaños en su primer discurso de investidura. Y junto a los pisos, levantados a toda prisa (en La Rondilla, Pajarillos, Delicias, las primeras fases de Huerta del Rey), la piqueta hizo de las suyas y sin miramientos en el centro, con edificios históricos derribados y decenas de solares en su lugar. Este escenario se completaba con una crisis económica iniciada en 1973 y agravada en 1979, que afectó a las arcas municipales. En 1976 y 1977 hubo incluso que limitar las horas de alumbrado público para ahorrar. «Durante el franquismo, los ayuntamientos tuvieron las manos atadas por sus pocos ingresos económicos y el fuerte control central, que dejaba casi exclusivamente las competencias en Urbanismo y Educación», explica David Encinas Rodríguez en el libro ‘El Ayuntamiento de Valladolid en la Transición’. Así, cuando en 1979 se constituyó una Corporación elegida por las urnas, los nuevos concejales se encontraron con «una hacienda escasa, falta de autonomía y una descentralización pendiente». El propio Rodríguez Bolaños lo subrayó en su toma de posesión: había que acelerar la descentralización económica y administrativa. Los ayuntamientos necesitaban manos libres y financiación para mejorar la vida en los municipios. Esta profunda veta municipalista, esta apuesta por la autonomía local, ha sido una constante en los tres alcaldes que ha tenido Valladolid en

Los tres alcaldes de la democracia han defendido a ultranza la autonomía local y su financiación


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4 1. Protesta estudiantil en 1979 en Zorrilla, junto a una imagen actual de la plaza. :: ARCHIVO MUNICIPAL

2 y 4. Fachada de la Casa Consistorial en 1979 y en la actualidad. :: ARCHIVO MUNICIPAL Y R. ALONSO

5 los últimos cuarenta años. Los tres, Tomás Rodríguez Bolaños (PSOE, 1979-1995), Javier León de la Riva (PP, 19952015) y Óscar Puente (PSOE, desde 2015) han abogado por un poder local fuerte, han reclamado al Estado y a la Junta financiación para acometer unos servicios que prestan, incluso, por encima de sus competencias, con la idea de que la cercanía de la administración local es fundamental para resolver los problemas ciudadanos. Esa convicción ha estado clara en el Ayuntamiento de Valladolid desde 1979, con independen-

cia de la persona que manejara el bastón de mando. Durante los primeros meses de los ayuntamientos democráticos, Rodríguez Bolaños sentó las bases de la estructura local. Municipalizó el servicio de autobuses, creó la Fundación Municipal de Cultura,

3. Los tres alcaldes de Valladolid desde 1979, Tomás Rodríguez Bolaños, Javier León de la Riva y Óscar Puente. :: RAMÓN GÓMEZ

5. Carteles para las elecciones municipales de 1979. :: ARCHIVO

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Valladolid afronta el reto demográfico con su consolidación como destino turístico y foco industrial

MUNICIPAL

6. Flota de autobuses hace cuarenta años. :: ARCHIVO MUNICIPAL

estableció comisiones de trabajo en función de las diferentes competencias. El Ayuntamiento tenía entonces 1.292 trabajadores públicos, con una sola gran base en la Casa Consistorial. Pronto se recuperaría San Benito como espacio para servicios y oficinas. En la actualidad, la plantilla municipal está compuesta por 3.150 personas. Las corporaciones democráticas ya se fijaron desde sus primeros mandatos el objetivo de dotar a los barrios de servicios. Se abrieron así las primeras bibliotecas estables, los teatros, los comedores escolares. Esta línea se ha mantenido en estos cuatro decenios con la apertura de centros cívicos, escuelas infantiles, polideportivos... Y la creación de nuevos barrios. En 1979, había 34.303 vallisoletanos que vivían al oeste de la ciudad, al ‘otro lado’ del Pisuerga. Hoy (con la expansión de Huerta del Rey y la creación de Parquesol o Villa de Prado) allí residen 68.903 personas. Valladolid, el principal municipio de Castilla y León, una de las grandes urbes del noroeste peninsular, encara su futuro con varios retos, uno de los principales es la despoblación (ha bajado de los 300.000 vecinos). Pero también su consolidación como destino turístico (con la gastronomía y enología como bandera), su confianza en la industria agroalimentaria (más allá de la automoción) y el trabajo común para consolidarse como una ciudad segura, acogedora, con amplias zonas verdes y atractiva oferta cultural.

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Óscar Puente Santiago. Alcalde de Valladolid por el PSOE desde 2015

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l destino, cruel como solo él sabe serlo cuando se lo propone, nos arrebató a Tomás Rodríguez Bolaños, querido alcalde de Valladolid durante dieciséis años, pocos meses antes de que se conmemoren los cuarenta años de la constitución de los Ayuntamientos democráticos. Tomás, que además de gran alcalde fue presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias entre 1985 y 1991 –institución que le ha concedido a título póstumo la Llave de Oro del Municipalismo–, representa como nadie a aquellos alcaldes y concejales que, de la noche a la mañana, tuvieron que poner en marcha, a raíz de las elecciones del 3 de abril de 1979, los primeros ayuntamientos democráticos tras la dictadura franquista. Aquellos munícipes pioneros se encontraron todo por hacer: ayuntamientos faltos de personal y de estructura organizativa, ciudades carentes de las dotaciones básicas, huérfanos de normativas para desempeñar su trabajo, libros de ruta por escribir… Y hay que reconocer que con voluntad, trabajo y diálogo, teniendo claras las prioridades, solventaron con buena nota aquellos formidables desafíos y contribuyeron a que el municipalismo se convirtiera en un soporte esencial de la naciente democracia. Valladolid a finales de los años setenta del pasado siglo, tal y como reconocía el propio Rodríguez Bolaños, era una ciudad «gris y provinciana», con notables carencias y pocos recursos para solventarlas, con decenas de calles sin asfaltar y sin alumbrado público, con precarios servicios públicos y falta de dotaciones sociales y deportivas. Como el mismo decía, «los barrios habían salido de la dictadura como almacenes de viviendas. No había nada más que casas. Ni parques, ni dotaciones, ni escuelas, ni polideportivos». Los sucesivos equipos de gobierno municipal presididos por Tomás no se arredraron ante las dificultades y consiguieron dar la vuelta a la ciudad con decisiones tales, por citar solo algunas, como construir dotaciones sociales y deportivas en los barrios de la ciudad, proporcionar los terrenos para que la Junta de Castilla y León se estableciera en Valladolid, promover un PGOU con el que se frenó el deterioro del pa-

DEJAR HUELLA EN LAS PERSONAS

El Libro de Oro de Valladolid en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento. :: A. MINGUEZA

trimonio arquitectónico y se impulsó la rehabilitación del casco histórico, edificar un nuevo estadio de fútbol, abordar las primeras peatonalizaciones… Quienes hemos accedido posteriormente al gobierno municipal hemos aprovechado muchos de los logros de la época de Tomás Rodríguez Bolaños: la empresa de autobuses urbanos AUVASA, la Sociedad Municipal de Suelo y Vivienda VIVA, la Fundación Municipal de Deportes, la Fundación Municipal de Cultura… y tantos y tantos otros que son testimonio de la ingente labor de quienes, como Tomás, impulsaron de forma admirable el municipalismo en nuestro país. A lo largo de estos cuarenta años los ayuntamien-

tos han ido incrementando los servicios que prestan a sus vecinos y vecinas, en ocasiones porque han recibido más competencias, en otras porque, siendo la administración más próxima a los ciudadanos, no pueden volver la espalda a las necesidades de éstos, más allá de si las mismas responden o no a competencias municipales. Es ese uno de los retos con los que nos encontramos quienes ahora gobernamos los ayuntamientos, por cuanto, aunque bien es cierto que hay que seguir creando dotaciones en las ciudades, no lo es menos que hemos de tener como prioridad ocuparnos de los problemas básicos de la gente. Y esa es una de las líneas que rigen la labor de mi equipo de gobierno: queremos dejar

huella en las personas y no tanto en los bordillos. Pero en ese anhelo chocamos, en no pocas ocasiones, con dificultades y obstáculos, como las que conlleva la rígida aplicación de Ley de Sostenibilidad y Racionalidad de las Administraciones Locales. Esas restricciones, impuestas a las entidades locales por el que fuera ministro del PP, Cristóbal Montoro, suponen el recorte de las capacidades de gasto de los ayuntamientos en materia de contratación de personal y de una más y mejor atención a las necesidades sociales de la población. Resulta paradójico que, siendo las entidades locales las únicas administraciones públicas que han cumplido con los objetivos de estabilidad presupuestaria y que han con-

tribuido a reducir notablemente el déficit público, se vean atadas de pies y manos a la hora de destinar su superávit a mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Junto a la superación de esas dificultades que atenazan su actuación, los ayuntamientos deben aumentar sus competencias y, también, lograr una mayor financiación que les permita gestionar mejor los servicios que debe prestar, por cuanto la participación de las administraciones locales en el gasto público es claramente insuficiente. Sumado a lo cual parece razonable plantear, tal como reclama Abel Caballero, presidente de la FEMP, la reforma de la Constitución para incluir en ella un apartado dedicado a los municipios, abriendo la posibilidad de que los gobiernos locales participen en cuestiones que resultan cercanas a los ciudadanos, como sanidad, educación o políticas medioambientales. Y con la mochila municipal cargada con las aportaciones de estos cuatro decenios de ayuntamientos democráticos, las corporaciones locales deben mirar al futuro, y deben hacerlo teniendo como referencia la Agenda 2030 de Naciones Unidas, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. En ese ámbito habrán de abordarse los retos a los que se enfrentan los municipios, y la sociedad en general, como son el incremento de las desigualdades y la pobreza, las consecuencias de la economía globalizada, del cambio climático y del envejecimiento poblacional, la concentración de la población en los entornos urbanos, las relaciones con los municipios metropolitanos o la contaminación atmosférica. Y tendrán que dar respuesta, asimismo, a la cada vez más creciente demanda de transparencia y participación en los asuntos municipales por parte de los ciudadanos, y de la gestión directa de los servicios públicos como modelo más eficiente, sostenible y ético, y como la mejor garantía de la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos a recibir esos servicios. Afrontar con éxito esos retos no es tarea fácil. Pero tampoco les resultó sencillo el camino a quienes en aquel mes de abril de hace cuarenta años ponían en marcha el municipalismo democrático en nuestros país.



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