El Norte de Castilla celebra con sus lectores y anunciantes su ciento sesenta y cinco aniversario
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Valladolid ciudad de la cultura y el turismo
V Visitas guiadas, guiadas monumentos, monumentos m museos, arte en la calle, cine, tteatro, música, gastronomía, enoturismo, espacios verdes, e ffestivales, eventos deportivos. ¡¡Bienvenidos!
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Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
ÍNDICE P4
Alejandro Royo-Villanova, presidente de El Norte de Castilla
P5
Artículos de Ángel de las Heras, director general de El Norte de Castilla, y de Ángel Ortiz, director de El Norte de Castilla
P6
Artículo de Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León
P8
Artículo de Luis Fuentes, presidente de las Cortes de Castilla y León
P10 P12
P14
P16
Artículo de Francisco Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León Artículos de Óscar Puente, alcalde de Valladolid, y de Mario Simón, alcalde de Palencia Artículos de Clara Luquero, alcaldesa de Segovia, y de Carlos García Carbayo, alcalde de Salamanca Artículos de José Antonio Diez, alcalde de León, y de Daniel de la Rosa Villahoz, alcalde de Burgos
P68
1917 Huelga general
P150 1968 La Primavera de Praga
P70
1918 El fin de la Gran Guerra
P152 1968 Incendio en San Pablo
P72
1918 La pandemia de gripe
P154 1969 La llegada del hombre a la Luna
P74
1921 La derrota de Annual
P156 1969 Línea aérea Barcelona-Valladolid
P76
1923 Dictadura de Primo de Rivera
P158 1969 Franco designa sucesor
P78
1924 El desbordamiento del río Esgueva
P160 1973 Atentado contra Carrero Blanco
P80
1925 El desembarco de Alhucemas
P161
P82
1928 La creación del Real Valladolid
P162 1974 El caso Watergate
P84
1929 La crisis bursátil del 29
P164 1974 Paro e incendio en Renault
P86
1931 La II República
P166 1975 El cierre de la Universidad
P88
1933 Comicios generales
P90
1933 Nuevos jardines del Poniente
P168 1975 Fallece Francisco Franco
P91
1934 Fusión de Falange y las JONS
P169 1976 Suárez, presidente del Gobierno
P92
1934 La revolución de Asturias
P170 1976 Referéndum para la Reforma
P93
1935 I Vuelta Ciclista a España
P94
1936 Comienza la Guerra Civil
P230 2000 Explosión de gas en La Victoria P231 2001 Nuevo presidente de la Junta P232 2001 Los atentados del 11-S P233 2002 Salamanca, Capital Europea
de la Cultura
P234 2002 Jiménez Lozano, Premio
Cervantes
P102 1945 Visita de Francisco Franco
P178 1981 El 23-F
1856 El motín del Pan
P98
1940 Inauguración del viejo José Zorrilla
P22
1858 Valladolid recibe a Isabel II
P24
1861 Teatro Lope de Vega
a Valladolid
P104 1947 La primera dama argentina,
y León
P180 1981 La crisis de la colza
de España
el aeropuerto de Madrid
P239 2007 La explosión de gas en Gaspar
Arroyo
P182 1982 La Guerra de las Malvinas
P240 2007 Llegada del AVE a la comunidad
P106 1948 El asesinato de Gandhi
P184 1982 Elecciones generales
P242 2008 Catástrofe aérea en Madrid
P108 1948 El ascenso del Real Valladolid
P186 1983 La expropiación de Rumasa
P243 2008 El primer afroamericano
P188 1983 El Estatuto de Autonomía
en Castilla y León
P31
1872 Visita de Amadeo I a Valladolid
P109 1949 La República Popular China
P32
1873 La I República
P110 1950 La Guerra de Corea
P190 1983 Elecciones autonómicas
P34
1875 Restauración de la Monarquía
P112
P192 1985 La incorporación a la CEE
1879 Derribo de la antigua Casa Consistorial
Calderón
P229 2000 Mayoría absoluta del PP
P238 2006 Bomba terrorista en
P20
P35
P228 1999 Reinauguración del Teatro
P176 1979 Elecciones municipales
1939 La II Guerra Mundial
1870 Atentado contra el presidente del Gobierno Juan Prim
P226 1998 Caso GAL
P100 1945 Las bombas nucleares sobre Japón
P97
P30
en Valladolid
P237 2004 El PSOE recupera el Gobierno
1856 La llegada del ferrocarril
1868 La Gloriosa Revolución
P225 1998 Explosiones de gas butano
P236 2004 El atentado del 11-M
P19
P28
en Valladolid
P175 1978 El Consejo General de Castilla
1939 Finaliza la Guerra Civil
1865 El Puente Colgante
P172 1977 La legalización del PCE
P224 1997 Concierto del Rey del Pop
P235 2003 La Guerra de Irak
P96
1864 Teatro Calderón
Política
P223 1997 Fallece la Princesa de Gales
P174 1978 La aprobación de la Constitución
1854 Nace una cabecera histórica
P26
de Valladolid
de un joven edil
P173 1977 Elecciones generales libres
P18
P25
1974 La Revolución de los Claveles
P222 1997 Chantaje terrorista a cambio
1950 Abren Nicas y Endasa
en la Casa Blanca
P244 2010 Muere Miguel Delibes P246 2010 La Selección, campeona
del mundo
P114 1951 La creación de Fasa
P194 1986 El referéndum de la OTAN
P116
1953 El Concordato con la Santa Sede
P198 1987 Bomba terrorista en Hipercor
P117
1953 El acuerdo con Estados Unidos
P200 1987 Aznar gobierna Castilla y León
P248 2011 El Movimiento 15-M
P247 2011 Las revueltas populares
en los países árabes
P36
1880 Muere el exalcalde que embelleció la ciudad
P38
1884 Inauguración del Teatro Zorrilla
P118
1955 El Barrio Girón
P202 1988 Las Edades del Hombre
P249 2011 Acaban 43 años de terrorismo
P40
1885 Fallece Alfonso XII
P120 1956 El origen de la Seminci
P204 1988 El paro general del 14-D
P250 2011 Rajoy, presidente del Gobierno
P42
1885 La regencia de María Cristina
P121
P206 1989 Cae el Muro de Berlín
P251 2013 Tragedia ferroviaria en Galicia
P44
1886 Inauguración del Pasaje Gutiérrez
P122 1957 La creación de Sava
P208 1990 Atentado del Grapo en Valladolid
P252 2014 El caso Bárcenas
P45
1889 El nuevo Hospital Provincial
P124 1959 La revolución cubana
P210 1991 La Guerra del Golfo
P46
1890 Primer Día del Trabajo
P126 1959 Inauguración del Cuatro de Marzo
P211
P48
1897 Asesinato del presidente Cánovas
P128 1961 Gagarin, en el espacio
P212 1992 Cierre al tráfico del Acueducto
P50
1898 La Guerra de Cuba
P130 1961 La construcción del Muro de Berlín
P213 1992 Juegos Olímpicos y Exposición
P52
1900 La estatua de Zorrilla
P132 1962 La crisis de los misiles
P54
1905 El monumento de Colón
P134 1962 El Concilio Vaticano II
P56
1905 Estallido revolucionario en Rusia
P136 1963 El asesinato de Kennedy
P57
1906 La bomba contra Alfonso XIII
P138 1964 Valladolid, Polo de Desarrollo
P58
1908 El estreno de la Casa Consistorial
P140 1965 La Guerra de Vietnam
P60
1909 La Semana Trágica
P142 1965 La Feria de Muestras
P62
1912 El asesinato de Canalejas
P144 1966 Bomba nuclear en Almería
P63
1914 La I Guerra Mundial
P146 1967 La Guerra de los Seis Días
P64
1915 Fuego en la Academia de Caballería
P147 1967 Teatro Pradera
P220 1996 Vuelco político en La Moncloa
P264 2019 La exhumación de Franco
P66
1917 La Revolución Rusa
P148 1968 El Mayo del 68
P221 1997 El secuestro más largo de ETA
P266 Epílogo. Por José F. Peláez
1957 El lanzamiento del Sputnik
1991 Cambio de ciclo político en la Junta
Universal
P253 2014 Matan a la presidenta
de la Diputación de León
P254 2014 La abdicación real y la sucesión P256 2015 El PP pierde la hegemonía
en la comunidad
P257 2016 Gran Bretaña vota ‘brexit’
P214 1993 Fallece el Conde de Barcelona
P258 2016 Donald Trump, en la Casa Blanca
P215 1993 Delibes, Premio Cervantes
P259 2017 Mañueco, nuevo presidente del PP
P216 1994 La huida de Luis Roldán
P260 2017 La consulta ilegal del 1-O
en Cataluña
P217 1994 V Centenario del Tratado
de Tordesillas
P262 2018 El caso Nóos
P218 1994 Cárcel para Mario Conde P219 1995 Cambio de ciclo político
en Valladolid
P263 2018 La primera moción de censura
que triunfa
P264 2019 Arde Notre Dame de París
Director General:
Ángel de las Heras Gonzalo. Director:
DIARIO INDEPENDIENTE FUNDADO EN 1854 Nacido como El Norte de Castilla en 1856 de la unión de El Correo de Castilla y El Avisador
Ángel Ortiz. Subdirectores:
José Ignacio Foces (Proyectos Editoriales) y Carmen Diez (Edición).
TEXTOS
ENRIQUE BERZAL Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid y colaborador de El Norte de Castilla
DISEÑO Y MAQUETACIÓN
PEDRO RESINA Y JOSÉ CUENCA
Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
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Unicaja Banco, S.A. Avda. Andalucía 10-12, 29007 Málaga. Inscrito R.M. de Málaga, Tomo 4.952, Libro 3.859, Sección 8, Hoja MA-111580, Folio 1, Inscripción 1. C.I.F. A93139053.
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Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
La Universidad de Valladolid con El Norte de Castilla en su 165 Aniversario
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1854 | NACE UNA CABECERA HISTÓRICA
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Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
Primeras páginas de tres ejemplares de El Avisador, El Correo C de d Castilla C till y El Norte N t de d Castilla, C till la l primera i del d l año ñ 1855 18 y las l otras t d dos d de 1856 1856.
El Norte y la ciudad heroica La acertada fórmula de El Avisador, periódico creado en 1854, confluiría tras la fusión con El Correo de Castilla en la cabecera del actual decano de la prensa diaria española, El Norte de Castilla
A
spiraba a ser un periódico ajeno a cualquier partido o tendencia política y pretendía, sobre todo, ofrecer información general o avisos puntuales de interés mercantil local, nacional y extranjero. Se llamaba El Avisador, la cabecera impulsada por el farmacéutico Mariano Pérez Mínguez y el médico Pascual Pastor y veía la luz en los tiempos heroicos y esperanzados del Bienio Progresista. Era 1854 y la nueva publicación periódica constaba de cuatro páginas y secciones fijas; se imprimiría en la Casa Manjarrés y Cía, sita en la plazuela de las Angustias. El precio de la suscripción era de tres reales al mes y ocho al trimestre. La fórmula de Pérez Mínguez y Pastor dio sus frutos y el periódico se hizo un hueco de honor entre los vallisoletanos gracias a la calidad de su información mercantil, tan cara a los intereses de los empresarios del cereal. Dos años después veía la luz un serio competidor: El Correo de Castilla, impulsado por Sabino Herrero Olea junto a José Francés de Alaiza, como administrador, José Rojas como
EL PRIMER DIRECTOR Sabino Herrero Olea fue el primer director de El Norte de Castilla. Además era copropietario del periódico junto al farmacéutico Mariano Pérez Mínguez y el médico Pascual Pastor.
BIENIO PROGRESISTA El contexto político en el que hunde sus raíces el decano de la prensa española es el Bienio Progresista, 24 meses de gobierno que se inician con un movimiento para reivindicar y defender la Constitución de 1837.
El diario se editaba en la imprenta de Francisco Miguel Perillán
redactor principal y José Melgar como editor responsable e impresor. Ambas cabeceras se fusionarán en el mes de octubre, dando lugar a El Norte de Castilla, con Herrero como primer director y copropietario junto a Pérez Mínguez y Pascual Pastor. El diario, decano de la prensa española, se editaba en la imprenta de Francisco Miguel Perillán, cuñado de Pérez Mínguez, que en 1857 adquiriría el periódico. El contexto político en el que hunde sus raíces el decano de la prensa española es el Bienio Progresista, 24 meses de gobierno que se inician con un movimiento liderado en Valladolid por el comandante de infantería Pedro de la Cuesta para reivindicar y defender la Constitución de 1837. A raíz de él, se forma una Junta Provincial como organismo político y se nombran las primeras autoridades: en la Alcaldía se sucederán Calixto Fernández de la Torre y José María Cano, mientras Nicolás María Rivero era nombrado gobernador. A raíz del rápido triunfo del movimiento en Valladolid, el Go-
Francisco Miguel Perillán
bierno presidido por Espartero concede a la ciudad el título de heroica y al Consistorio el tratamiento de excelencia. En los 24 meses de Gobierno progresista, la ciudad asiste a acontecimientos como la llegada del alumbrado público a sus principales calles y, sobre todo, a la inauguración de las obras del ferrocarril, que traerán a la ciudad al mismísimo Espartero. Además, a principios de 1855 se desarticuló una conspiración en la que estaban implicados varios vecinos, un subteniente y dos sargentos del Regimiento de España, así como dos oficiales del Escuadrón de Castilla, y que mantenían contacto con conspiradores de Palencia y Burgos. Claro que tampoco faltaron acontecimientos críticos como las terribles inundaciones de febrero de 1855, después de un mes entero lloviendo y de desbordarse las aguas del Pisuerga y el Esgueva, lo que provocó la suspensión de la famosa fiesta de máscaras y de la función de teatro. Meses después, una epidemia de cólera morbo asiático volvió a sembrar el pánico en la ciudad y en toda la
Sabino Herrero Olea
región, lo que impulsó a los vallisoletanos a hacer rogativas a la Virgen de San Lorenzo para que les librara del mal. La religión siguió ritmando la vida cotidiana, como lo demuestra la celebración, con toda solemnidad, del dogma de la Purísima Concepción en la Catedral. El principio del fin del Bienio en Valladolid lo marcarán, ya en 1856, los tremendos disturbios conocidos como ‘motines del pan’, generados por la carencia de las subsistencias y respondidos con una durísima represión militar. En el verano de ese mismo año, un nuevo golpe de estado liderado por el general O’Donnell despojará a Espartero del poder y retomará la Constitución de 1845. De este modo, el 20 julio de 1856 Joaquín Armero y Peñaranda, mariscal de campo de los ejércitos nacionales y capitán general de Castilla la Vieja, publicaba un bando que disolvía el segundo batallón de la Milicia Nacional de Valladolid y ordenaba la entrega de todas las armas y uniformes que no fueran de su propiedad en el cuartel de San Benito.
LLEGADA DEL FERROCARRIL | 1856
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El ‘hércules de la civilización’ revoluciona la capital En agosto de 1856 el anuncio de la llegada del ferrocarril, concesión otorgada a una sociedad francesa, fue vivido con inusitada alegría en Valladolid
La estación del Norte a principios del siglo XX. :: AMVA El tren, a punto de pasar por debajo del Arco de Ladrillo.
E
ra el ‘hércules de la civilización’, el ‘caballo de hierro’ que concitaba las esperanzas de las grandes fortunas de la ciudad, el símbolo del progreso y el artífice de la gran revolución de las comunicaciones decimonónicas. Por eso el diario El Norte de Castilla lo saludó con efusión desde un primer momento. El ferrocarril dejaba de ser un deseo largamente anhelado para convertirse en una realidad cada vez más cercana. El 23 de agosto de 1856, el decano aseguraba que «la Sociedad del Crédito Moviliario», al ofrecer «todo su apoyo al Gobierno de su Majestad», daría gran impulso a todas las obras contratadas, con lo que «muy pronto debe verificarse la subasta para la sección del Ferrocarril desde Madrid a Valladolid». En efecto, una vez malogrado el proyecto ferroviario Alar-Santander, todos los ojos estaban puestos en la línea Madrid-Irún, pues implicaba directamente a la ciudad. En ella cifraban las ‘fuer-
zas vivas’ el anhelado proyecto de convertir Valladolid en el centro neurálgico de los negocios, paso obligado de mercancías y centro redistribuidor de las mismas. Porque la línea ferroviaria desde la capital hasta Irún se proyectó como el tronco del que partirían los diversos ramales llamados a drenar el tráfico comercial del oeste, noroeste y de la región cantábrica. Anunciada en 1852 la concesión relativa al paso por Valladolid, tres años después, a instancias de la Ley General de Ferrocarriles del 3 de junio, ya se contemplaba la sección segunda (Valladolid-Burgos) de la línea Madrid-Irún y su subasta. Esta tuvo lugar al año siguiente, el 20
Para celebrar la llegada de la línea Madrid-Irún se corrieron tres novillos, se dispararon cohetes y una banda tocó varias piezas
de febrero de 1856, recayendo la concesión en la citada sociedad de origen francés, Crédit Mobilier. El hecho de convertir la ciu-dad del Pisuerga en el centro neurálgico de la Madrid-Irún obedecía a circunstancias eminentemente ventajosas, como eran la excelente localización geográfica, las relaciones comerciales con los puertos de Galicia, Asturias, Santander y Bilbao, y la consolidación de laa iciudad como centro redistribuidor del carbón procedente de Barruelo. Para una más eficaz gestión y explotación de sus intereses ferroviarios, la sociedad francesa pondría en marcha, en 1858, la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, familiarmente conocida como Norte. También centralizaría en esta capital todos los servicios de la red, los Almacenes Generales y los Talleres Centrales de Reparación de Material rodante, erigidos en 1861 y convertidos en pieza clave tanto
APOYO AL TREN El diario puso de relieve los «inmensos beneficios» de la línea férrea del Norte durante todo el proceso de construcción de esta infraestructura, como acredita la portada del 24 de agosto de 1858.
para la compañía como para la fisonomía social de la ciudad. El anuncio de la llegada del ferrocarril a Valladolid fue enseguida motivo de festejo y afirmación patriótica. Las celebraciones partieron de la iniciativa edilicia y comenzaron nada más tener noticia, en febrero de 1856, de la adjudicación de la línea Madrid-Irún a la francesa Sociedad Crédit Mobilier: el día 24 se corrieron tres novillos embolados y enmaromados, se d dispararon cohetes, se iluminó la ciudad a las ocho de la noch che, la Banda Nacional de Infa fantería tocó unas piezas de m música y a los comisionados se le les ofreció una serenata a su regr greso de Madrid. El 14 de marzo, la Corporaci ción acordaba dar el nombre de «c «calle de 20 de Febrero» a la vía qu que, formada por los terrenos ce cedidos gratuitamente por José L León y Compañía, se extendía «p «por Oriente a la de Doña Marí ría de Molina y por Occidente a la Ronda de San Lorenzo». May yor impacto tuvo el acto sole lemne de inauguración de las ob obras, verificado el 26 de abril en el lugar denominado «Puente encarnado», con la asistenci cia del mismo Espartero. En el acto, el duque de la V Victoria removió las primeras ti tierras para llevar a cabo la construcción de la «Alcantarilla, número primero, del trazado de la vía» y, a decir de las actas del Ayuntamiento y del testimonio de los contemporáneos, todo se hizo «en medio de las demostraciones más extraordinarias de público contento y entusiasmo en que rebosaba la inmensa concurrencia que llenaba el espacio», entregándose la población «a verdaderos trasportes (sic) de alegría».
1856 | MOTÍN DEL PAN
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Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
Las fábricas de harina situadas en las márgenes del Canal de Castilla, como la que se observa en la imagen, fueron las más castigadas. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID
Los hambrientos se rebelan E Motín del Pan, en junio de 1856, arrasó El ffábricas, campos y domicilios particulares como protesta contra las medidas fiscales c del Gobierno de Espartero d
F
ábricas incendiadas, campos devastados, viviendas arrasadas. Mujeres y niños en pie de guerra. Y hambre, mucha hambre. Era la estampa aciaga de aquel 22 de junio de 1856, cuando las tierras de Castilla la Vieja se erigieron en vanguardia de la revuelta social contra la carestía del pan. Como informaba El Norte de Castilla, los desórdenes callejeros fueron «gravísimos», afectaron a la capital del Pisuerga pero también a Medina de Rioseco y Palencia, abundaron las fábricas incendiadas y no faltaron domicilios particulares víctimas del furor del pueblo amotinado. ¿Cuál fue el motivo de tamaña revuelta? Sin duda, las decisiones fiscales del Gobierno progresista liderado desde 1854 por Baldomero Jiménez Espartero. El incremento de los tributos directos, la recaudación del odiado Impuesto de Consumos y de Derechos de Puertas y la carestía de los alimentos a causa de su exportación a los países que
UNIDOS CONTRA LA SUBIDA DE IMPUESTOS El incremento de los tributos directos, la recaudación del odiado Impuesto de Consumos y de Derechos de Puertas y la carestía de los alimentos debido a su exportación a los países que combatían en la Guerra de Crimea desencadenaron la rebelión popular que se conoce como el ‘motín del pan’, el 22 de junio de 1856.
co combatían en la Guerra de Crim mea fueron, en esencia, los facto tores de fondo que desencaden naron la rebelión. No era para menos: a princip pios de junio, el precio del pan al alcanzaba en la vieja Castilla el m máximo conocido desde 1852. L Llovía sobre mojado entre los m menesterosos castellanos, ased diados por los abusos fiscales de un gobierno que, dos años antes, con la revolución progresista en ciernes, les había prometido menos impuestos y más alimentos. Las autoridades ya se temían lo peor cuando, a finales de mayo, aparecieron pasquines en las calles animando a la revuelta. Era un aviso de lo que ocurriría aquella tarde de domingo, 22 de junio de 1856: de súbito, un pequeño grupo amotinado hizo tocar a rebato las campanas de la Casa Consistorial. Al oír la señal, un centenar de personas la emprendió contra las Puertas del Puente Mayor antes de ajustar cuentas con los harineros, a quienes no pocos consideraban culpables de la escasez de pan.
Tres fábricas situadas tovenia, Herrera de Dueen la dársena del Canal ro, Nava del Rey, Arrabal de Castilla resultaron de Portillo, Tordesillas y Baldomero destrozadas; otro tanto Jiménez Espartero San Cebrián de Mazote, les ocurrió a varios dofueron pasto de algaramicilios particulares de conocidos das y revueltas callejeras hasta, al comerciantes. Joaquín Armero y menos, el 29 de junio de 1856. Peñaranda, capitán general de Cuando Espartero ordenó al miCastilla la Vieja, no dudó un insnistro de la Gobernación, Patricio tante y presionó sobre el gobernade la Escosura, que averiguase en dor civil para que decretase el Esprimera persona la causa real del tado de Guerra. Las guarniciones levantamiento, el resultado del inse lanzaron contra la multitud forme, fechado el 11 de julio de amotinada la cual, lejos de arre1856, fue concluyente: el hambre, drarse, durante la madrugada y nada más que el hambre. Ni prendió fuego a otras dos fábricas conspiraciones socialistas ni camen Medina de Rioseco. pañas carlistas: el pueblo tenía La ira se extendió por Palencia y hambre. varios pueblos de la provincia vaAun así, no habría piedad con llisoletana; hubo conatos de inbuena parte de los apresados: el 1 cendio en fábricas de Cabezón de de agosto de 1856 era ejecutado Pisuerga y Arroyo de la Encomien- en Medina de Rioseco el último da, mientras las llamas devoraban de los 21 condenados a la pena cala que en Mojados se dedicaba a la pital, 19 hombres y dos mujeres transformación de la ‘rubia’ o en total entre dicha localidad, Vagranza. En varias provincias espalladolid y Palencia. Muy pocos soñolas surgieron imitadores de los brepasaban los 25 años. A la posindignados castellanos; no en tre, los sucesos de Valladolid tervano, las calles de Valladolid, pero minarían provocando la dimisión también de Rioseco, Villalón, San- de Espartero.
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1858 | VALLADOLID RECIBE A ISABEL II
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La Reina visita la ciudad Valladolid acogió con inusitado fervor la llegada, el 23 de julio de 1858, de Isabel II y demás miembros de la familia real, cuya estancia se prolongó hasta el día 26
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a portada de El Norte de cio harinero a través del Canal de Castilla, poco convencio- Castilla se reforzaba con la llegada nal, venía a expresar el del ferrocarril, para alegría de inshenchido orgullo monár- tituciones financieras e industriaquico no ya del rotativo vallisoleles capitaneadas por la Sociedad tano, sino también de la mayoría de Crédito Mobiliario, encargada de ciudadanos que aquel 23 de jude explotar el negocio ferroviario. lio de 1858 veían llegar a la Reina Una vez recibida en Olmedo, a la ciudad. Una visita que simboel 23 de julio de 1858, por el golizaba diversas circunstanbernador Clemente de Linacias. res, la comitiva real se dePor supuesto, el deseo tuvo un tiempo a desde la Corona de lanzarcansar en la casa de se a un baño de multicampo de Mariano Lino tudes que legitimara Reinoso, uno de los popularmente su exishombres de negocios tencia y función; seguimás influyentes del modamente, la afirmación mento. Ya en la estación de Valladolid como cendel Norte, los Reyes, la inIsabel II tro neurálgico de Castifanta Isabel y el príncipe lla, emporio industrial y comerde Asturias fueron agasajados por cial por antonomasia. Y también, la Sociedad de Crédito Mobiliacómo no, la propia voluntad de la rio, que había levantado una reina Isabel II de entregarse a los tienda decorada a modo de bienllamados ‘baños de olas’ en Gijón venida. y ganar el jubileo de aquel año en Santiago de Compostela, etapas últimas de un viaje que tocó de Las calles se engalanaron lleno a la ciudad del Pisuerga y alcon colgaduras en teró para bien la vida cotidiana de sus gentes. balcones y ventanas, los Llegaba la Reina a una ciudad edificios se iluminaron y cuyo desarrollo económico inunse organizaron pasacalles daba de optimismo la atmósfera ciudadana: la pujanza del comer-
Esta misma compañía se había encargado de promover el imponente Arco de Triunfo levantado por el Cuerpo de Ingenieros frentee a la Academia de Caballería; lo atravesaron hasta llegar a la calle de Santiago para desembocar, pre-vio paso por otro arco, erigido estaa n vez por ebanistas y carpinteros, en la Plaza Mayor. Tras continuar porr algunas calles céntricas llegaron a la Santa Iglesia Metropolitana,, o donde el arzobispo y el Cabildo les agradecieron la visita con un ‘Te Deum’. Las aclamaciones del pueblo acompañaron a los Reyes a su paso por las canlles del Ochavo, Platerías, Cantarranas y Angustias, hasta lle-gar al Palacio Real. Allí les esperaban las autori-dades municipales, que con ía una cena cerraron el primer día de la visita regia. En la calle, a: entretanto, no cesaba la fiesta: colgaduras en balcones y ventanas, iluminación de edificioss y pasacalles de dulzainas y tamboriles animaban el evento. Al día siguiente, tras la per-tinente recepción a figuras no-tables de la ciudad, los Reyes entonaron la Salve en el santuario de la patrona, la Virgen de San Lorenzo, y acudieron a
Arco en honor a Isabel II levantado por la Sociedad de Crédito Mobiliario. :: MINISTERIO DE CULTURA
PORTADA ESPECIAL El sábado 24 de julio de 1858 El Norte de Castilla dedicó a la reina Isabel II una primera página muy especial, en forma de poema, con motivo de la visita a Valladolid que había iniciado el día antes.
DOBLE MOTIVACIÓN La Corona deseaba un baño de multitudes que legitimara su existencia y función. Por su parte, con la estancia real la ciudad se afirmaba como centro neurálgico de Castilla, emporio industrial y comercial por antonomasia. El Arco de Ladrillo durante la visita de Isabel II, captado por Charles Clifford. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID
la plaza de toros para recibir la o ovación de 8.000 vallisoletanos re reunidos para la ocasión. Asistieron a una impactante d demostración gimnástica en el co y luego, desde el balcón coso d Ayuntamiento, a un no medel n fastuoso juego de fuegos arnos ti tificiales. Este día y el siguiente se lidiaron novillos en la Plaza M Mayor, para regocijo de los afici cionados. La simbiosis entre los podere civil y eclesiástico se repitió res e día 25, con recibimiento de el re representantes municipales y co concurrida misa en la Catedral. L nota destacada la puso la SoLa ci ciedad de Crédito Mobiliario m mediante una ceremonia no m menos significativa: la colocaci de la última piedra «que ción h había de cerrar uno de los nueve arcos del centro del grandioso Puente construido sobre el Pisuerga, en la proximidad del pueblo de Cabezón». No podía faltar el apunte benéfico: el día 26, la Reina, acompañada de las principales autoridades, visitó algunos de los centros de beneficencia más destacados y se acercó a instituciones religiosas dedicadas a tal menester; ella misma destinó cuantiosas sumas destinadas a los menesterosos, con lo que agrandaba su ya consolidada imagen de Reina benefactora, madre de los pobres y protectora de los desvalidos. Además de la Sociedad del Crédito Mobiliario, instituciones como el Banco de Valladolid o la Dirección del Canal de Castilla también se hicieron notar con importantes aportaciones. La euforia monárquica duró hasta las siete de la tarde del 26 de julio, hora de partida de la comitiva real.
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1861 | TEATRO LOPE DE VEGA
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La calle María de Molina y el Teatro Lope de Vega a finales del siglo XIX. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID
Saciar el hambre de cultura La inauguración del Lope de Vega, en diciembre de 1861, vino a suplir una necesidad sentida desde el cierre, por ruinoso, del Teatro de La Comedia
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ra el segundo teatro de la ciudad y venía a paliar una carencia cultural alarmante. El Norte de Castilla lo anunció con regocijo ese mismo día, 6 de diciembre de 1861, asegurando que «la función inaugural del Teatro de Lope es digna del alto objeto a que se destina». No conviene olvidar que conforme fue avanzando el siglo XIX, se consolidó la idea de que el teatro habría de contribuir a incrementar y difundir la cultura de Valladolid. Su papel era fundamental en las diversiones de los vallisoletanos de aquella centuria, sobre todo de las últimas décadas y entre la clase burguesa. Además de zarzuelas, en los teatros se representaban comedias y dramas, pero también ópera. A mediados del siglo XIX existía en Valladolid un único teatro, el famoso de La Comedia, en el que, aparte de representaciones teatrales, se sucedían las temporadas de ópera y zarzuela, así como conciertos de música vocal e instrumental. Sin embargo, ese mismo año de 1861 las autoridades decidieron cerrarlo al público a causa de su mala conservación. La iniciativa para crear el Lope de Vega no partió del Ayuntamiento ni de ningún otro organis-
mo oficial, sino que obedeció a los deseos de José León y Saturnino Guerra. Las obras empezaron en el mes de abril. El decano de la prensa no pudo por menos que elogiar una iniciativa que, a su juicio, remediaba una carencia preocupante: «Privado Valladolid hace algún tiempo de los espectáculos teatrales y sin esperanzas, al menos por el pronto de ver reedificar el antiguo teatro declarado ruinoso, ninguna duda queda de la importancia que tiene este día para la histo-
Se representaban dramas, zarzuelas, comedias y óperas para diversión de los vecinos, en especial los de clase burguesa
ria local, cuando puede contar con un nuevo edificio, que aparte de su belleza artística, reúne el tan loable objeto á quee está destinado». El periódico se hacía eco de esa importancia conferida al teatro por la burguesía capitali-na, pues lo consideraba «una necesidad absoluta para ciudades que, como la nuestra le corresponde, no solo por categoría, sino que también por su es-tado de cultura». Obra del araquitecto Jerónimo de la Gándara, las primeras descripciones n del edificio hacían hincapié en el buen acabado y la belleza dell mismo. o «La sala, decorada con blanco y oro y cubiertas las paredes dee papel carmesí, ofrece un aspec-to tan sencillo como elegante. La planta baja, además de las butacas y doce palcos de platea, tiene seis filas de gradería; veinte y tres palcos, el piso principal; doce el segundo, y en el centro cinco filas de asientos numerados; en el tercero cuatro palcos laterales y el resto de gradería componen las localidades, pudiendo contener según nuestros cálculos de 1700 a 1800 personas bien acomodadas», aseguraba El Norte en su edición del 6 de diciembre de 1861.
ANTES DE NAVIDAD El 6 de diciembre de 1861 El Norte informó con alborozo del estreno del Lope de Vega, «una necesidad absoluta para ciudades que como la nuestra», tanto «por categoría» como por su estado de cultura».
La inauguración resultó fastu tuosa; acudió, no era para men nos, «lo más escogido de nuestr tra sociedad, en categoría, riqu queza y hermosura», hasta ab abarrotar el coliseo. Una vez d descorrido el telón y tras la ‘M ‘Marcha real’, interpretada por la banda militar del Regimiento de Almansa, se descubrió el re retrato de la reina Isabel II. Ante tes de dar comienzo la comedia ‘E ‘El premio del bien hablar’, de L Lope de Vega, Ventura de la V Vega recitó una composición en honor al «Fénix de los ingen nios». No fue la única: una vez te terminada la representación, «l «los señores Hartzembusch, R Rossell, Núñez de Arce, Palaci cio, Correa, Mobellán, Losada, Sa Santos, Tournelle, Campuzano y Alba» dedicaron poemas a L Lope. El arquitecto Jerónimo de la Gándara recibió el cumplido homenaje mediante una sonada ovación y una corona de recuerdo, lo mismo que el propietario José León. El baile ‘Los ventorrillos de la puerta de tierra de Cádiz’ puso fin a la función inaugural. Hasta 1864, año en que se puso en marcha el Teatro Calderón, el Lope de Vega disfrutó del monopolio de la representación teatral en la ciudad.
TEATRO CALDERÓN | 1864
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La joya del teatro vallisoletano El Calderón de la Barca, que se estrenó el 29 de septiembre del año 1864, vino a satisfacer una demanda creciente en la sociedad vallisoletana
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or la grandiosidad de su sala, por la profusión de sus riquísimos adornos, por la numerosa y escogida concurrencia que anteanoche asistió a la primera representación, y por los reputados artistas que forman sus compañías, puede competir con los primeros teatros del reino, y acaso con ventaja con todos los de Madrid». Así celebraba El Norte de Castilla la inauguración, el 29 de septiembre de 1864, del Teatro Calderón de la Barca. Valladolid necesitaba un segundo teatro desde la puesta en funcionamiento, en 1861, del Lope de Vega, al que muchos consideraban demasiado frío por estar ubicado en un margen del Pisuerga, además de alejado del centro de la ciudad. También se quejaban de lo insuficiente de su cabida y demandaban del Ayuntamiento la construcción de un local más digno. De hecho, desde 1856 se venía planteando la adquisición, a tales efectos, del Palacio del Almirante, posibilidad que, sin embargo, topaba con una traba insalvable: la reiterada negativa de su propietario, el Duque de Osuna, «removido por consideraciones particulares». De ahí que se llegara a barajar la ubicación del teatro en otros lugares, incluidos los terrenos del antiguo matadero, alternativa descartada en febrero de 1861. Dos circunstancias favorecieron definitivamente la empresa: la creación de una sociedad anónima y el cambio de dueño del palacio en la persona de Diego Morales que, al contrario que sus antecesores, no se oponía a la operación. Con él acordó la sociedad la compra del inmueble por 55.000 duros y, una vez efectuada, encargó el proyecto al arquitecto Jerónimo de la Gándara, artífice igualmente del Teatro Lope de Vega. La ejecución corrió a cargo de Jerónimo Ortiz de Urbina y fue preciso, además, sortear la oposición del arzobispo.
Objeciones del Arzobispado En efecto, la máxima jerarquía de la Iglesia vallisoletana se quejaba por la cercanía del teatro respecto de la iglesia de las Angustias y del Rosarillo, pero también por el hecho de que la parte accesoria se encontrase frente al Palacio Arzobispal, con la consiguiente posibilidad de que la actividad teatral pudiera generar desórdenes que incomodasen a la Iglesia, contradiciendo así lo dispuesto en el Concordato con la Santa Sede.
Instantánea del Teatro Calderón de la Barca de Valladolid, obra del fotógrafo Jean Laurent. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID
El Ayuntamiento, como era de esperar, hizo caso omiso de tales objeciones, puesto que el teatro respetaba la separación exigida entre los templos y los edificios. Además, a los capitulares les parecía inconcebible aventurar desór-
Según El Norte, «al rico adorno de todas las localidades, se unía el encanto de nuestras líndísimas paisanas»
denes «en una reunión compuesta de lo más escogido de laa población y presidida por una autoridad que puede disponer de la fuerza pública». De esta forma, la Corporación Municipal decidió seguir adelante con el proyecto y en la sesión del 15 de junio de 1863 informó favorablementee l. del mismo al Gobierno central. Las razones esgrimidas eran que la sociedad formada conta-ba ya con más de 80 vecinos, por lo que existía un importante respaldo económico, y que el Lope de Vega, por sí solo y habida cuenta de las inconveniencias que presentaba, no cubría las necesidades de la población en este terreno. La Real Orden de aprobación está fechada el 7 de julio de ese mismo año; la construcción se llevó a cabo con brío, pues el 29 de septiembre de 1864 se verificó la inauguración oficial. Esta consistió en la representación de ‘El alcalde de Zalamea’, «un bailable por todo el cuerpo coreográfico, y
LA PRIMERA FUNCIÓN El coliseo se inauguró a las 19:30 horas con ‘El alcalde de Zalamea’ y la entrada costó tres reales. Antes se había escuchado una sinfonía, compuesta por el director de orquesta del teatro. El programa culminó con un baile cómico y con el proverbio en un acto ‘Huyendo del perejil’.
e proverbio ‘Huyendo del peel re rejil’. Según el decano de la p prensa, «el aspecto que presenta la sala del teatro, era vertaba d daderamente fascinador; al ri adorno de todas las localirico d dades, se unía el encanto de n nuestras lindísimas paisanas q lucían elegantes y costoque so trajes y caprichosos prendisos d dos». «A donde quiera que se dirig la vista había algo que adgía m mirar, del edificio, o de la concurrencia, que era extraordinaria, ocupando no solo todas las localidades, sino las puertas, pasillos y cuantos sitios permitían ver algo de lo que sucedía en la escena». La siguiente reforma de importancia tendrá lugar entre 1876 y 1878, cuando el turinés Egidio Piccoli, célebre maquinista y constructor de teatros, lleve a cabo el diseño de una nueva tramoya, la cual, según ha escrito José Miguel Ortega, constituye «la maquinaria escénica más moderna de Europa».
1865 | PUENTE COLGANTE
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Vista general de Valladolid, con el Puente Colgante en el centro en primer término, tomada por el fotógrafo Jean Laurent. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID
Una infraestructura de vanguardia para sortear la barrera del Pisuerga E
ra una necesidad muy sentida en la ciudad, sobre todo cuando las crecidas del Pisuerga terminaban por inutilizar el Puente Mayor, único paso existente en ese momento. Precisamente para que el río no siguiera erigiéndose en barrera infranqueable, Valladolid necesitaba un nuevo puente. De ahí que en 1851 el alcalde elevara una exposición al Ayuntamiento sobre la necesidad de poner en comunicación la ciudad «en todo el término de la misma, con las cercanías del barrio de San Ildefonso». Los trámites se vieron facilitados por el hecho de hallarse al frente del Ministerio de Fomento el rico propietario vallisoletano Mariano Miguel Reinoso. El primer proyecto, un puente colgante a cargo del ingeniero Andrés de Mendizábal, terminó cayendo en desgracia debido a los múltiples problemas que venían generando este tipo de estructuras. Tras rechazar la llamada ‘solución Vergniais’, de origen belga, la Comisión de Estudios creada al
efecto se decantó por un puente de hierro forjado. Era ya el año 1860. Se trataba de un arco superior o ‘bow-string’, pionero en España, proyectado por Lucio del Valle, inspector del Cuerpo de Ingenieros de Caminos. Con una longitud total de 71,80 metros, la estructura metálica se fabricó en Birmingham, en los talleres de John Henderson Porter. El proceso de montaje se llevó a cabo sobre un puente provisional de madera de cuatro tramos apoyados en los estribos y en tres palizadas intermedias. Dirigieron las obras los ingenieros españoles Carlos Campuzano y Antonio Borregón. El coste corrió a cargo del Estado y la prueba de carga se realizó los días 11 y 12 de abril de 1865: «Consiste la prueba en cargar el piso del puente á razón de 400 kilogramos (34,70 arrobas) por metro superficial de tablero, resultando una carga total de 14,832 arrobas», informaba El Norte de Castilla. El resultado fue satisfactorio: «La flexión observada durante la carga ha sido insignificante, y ha correspondido á lo
rque prácticamente viene observándose en esta clase de puen-tes», informaba el decano de laa prensa española. Lo cierto es que el puente vallisoletano no era una construcción cualquiera: se trataba del primer arco ‘bow-string’ que se hizo en España (hasta d 1868 no se utilizará en Madrid el hierro forjado para este tipo de construcciones), y en él se emplearon las técnicas más modernas de la época. Llamado oficialmente Puente de Prado, curiosamente se sigue conociendo como Puente Colgante a causa del primer proyecto que no se llevó a cabo. El decano de la prensa no reparó en elogios hacia la nueva construcción: «El puente colocado sobre el Pisuerga, frente al presidio de esta capital (…), es de hierro forjado, á excepción de los pedestales de entrada, que son fundidos, y consta de dos cuchillos o cerchones longitudinales, circulares en la parte superior, los cuales terminan inferiormente por una larga viga horizontal, sobre la que se apoya una
El mal llamado Puente Colgante fue inaugurado el 19 de abril de 1865 y era pionero en España por su técnica constructiva
EL PRIMERO DEL PAÍS CON UN ‘BOW-STRING’ El nuevo puente sobre el Pisuerga que se inauguró en Valladolid el 19 de abril de 1865, conocido como Puente de Prado, fue el primero de España en incluir un arco superior o ‘bow-string’. Para su construcción se emplearon las técnicas más modernas de la época. De hecho, hasta 1868 no se utilizará en Madrid el hierro forjado para estas infraestructuras.
se serie de viguetas trasversales, co colocadas de metro en metro, q que sostienen el tablero del p piso». A la inauguración, celebrada a la las cinco y media de la tarde del m miércoles 19 de abril de 1865, ac acudieron las máximas autorid dades civiles, religiosas y militare res de la ciudad, así como representantes de todas las corporaciones del Estado. La bendición del arzobispo se llevó a cabo en un altar ubicado en uno de los extremos. A continuación, el gobernador civil se colocó en el centro y, «con voz sonora y en muy buenas formas, pronunció un breve discurso, encareciendo la importancia que tienen en nuestro país estas obras que, sobre ser un testimonio elocuente de los adelantos que él mismo hacen, reportan grandes ventajas a los pueblos». En una de las riberas se ofrecieron refrescos, dulces y helados; los ingenieros Borregón y Campuzano, por su parte, «atendieron con exquisita urbanidad a todos los convidados».
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1868 | GLORIOSA REVOLUCIÓN
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Estallido revolucionario contra los Borbones Sin sobresaltos, el 30 de septiembre de 1868 Valladolid se sumó al movimiento revolucionario que instauró la democracia y expulsó a la reina Isabel II
Caricaturas publicadas en el periódico satírico ‘Gil Blas’. A la izquierda, sobre los defensores de la Monarquía. A la derecha, relativa a la Gloriosa. :: EL NORTE
C
astellanos! La hora de la regeneración española ha sonado ya. Castellanos abrazaros todos. La felicidad no es egoísta. Dejad que vuestro júbilo se esparza por todos los lados. Resucitemos las cenizas de Villalar, aventadas en hora por la nueva sangrienta de los opresores de la patria». La proclama, publicada en El Norte de Castilla el 2 de octubre de 1868, daba buena cuenta de la nueva situación alumbrada en España merced a la revolución. Ya lo decía el título: «No más Borbones». La sublevación iniciada en Cádiz el 18 de septiembre, triunfante 11 días después en la batalla de Puente de Alcolea, marcaba el nuevo rumbo revolucionario. Demócratas y progresistas lograban destronar a Isabel II e instaurar un régimen de libertades. En Valladolid, El Norte dio cumplida cuenta de lo sucedido y se erigió en tribuna de los nuevos aires democráticos. «Libertad, libertad: tu nombre santo logró que/ el monstruo del terror sucumba/ el eco de tus glorias hoy retumba/ del fiero despotismo con espanto./ La vil usurpación, el luto, el llanto,/ la horrible tiranía se derrumba/ alzándose feliz sobre la tumba (de la verdad el árbol sacrosanto», podía leerse en la edición del 18 de diciembre. Y es que la ciudad había experimentado con tranquilidad el im-
parable cambio político que se avecinaba: tras conocer la victoria de Topete en Alcolea, demócratas y progresistas se aprestaron a materializar el proceso revolucionario. El día 30 se reunieron con las autoridades y acordaron sumarse de manera ordenada a los revolucionarios. La única división se produjo en el seno del estamento militar, puesto que una parte decidió unirse a los generales Eusebio Calonge (capitán general) y Parreño, partidarios de la reina Isabel. La proclamación de la Gloriosa Revolución tuvo lugar a primeras horas de la mañana del 30 de septiembre. La Junta Revolucionaria provisional, presidida por Genaro Santander, decretó de inmediato «la extinción de la dinastía de los Borbones». «Sus aspiraciones, sus deseos tienen a establecer bajo las
La sublevación iniciada en Cádiz el 18 de septiembre de 1868, conocida como la Gloriosa Revolución, triunfó en solo 11 días
más sólidas bases la libertad smás omnímoda en todas las esferas y manifestaciones y a de-rrocar hasta los últimos cimientos el ominoso despotismo con que una reina desleal ha cohibido sistemáticamentee las libertades del pueblo español», podía leerse en El Norte el 1 de octubre de 1868. Eugenio Alau, catedrático de Medicina y miembro de la Junta, al concluir desde el balcón del Ayuntamiento el primer discurso en nombre de dicho organismo, destrozó un cuadro de Isabel II y lo lanzó a la muchedumbre, profiriendo toda clase de exabruptos contra la dinastía destronada. oEntre las primeras resoluciones adoptadas figuraban la puesta en libertad de los presoss políticos, el llamamiento a los ialcaldes de las cabezas de partido para que promoviesen levantamientos populares, el establecimiento de la Milicia Nacional, la abolición de la contribución de consumos y la destitución del capitán general, a quien se declaraba «reo de lesa nación». Con vivas a la soberanía nacional y mueras a los Borbones se celebró la pertinente manifestación ciudadana a favor de la nueva situación revolucionaria; se paseó el retrato de Espartero al tiempo que la banda del regimiento de la Constitución entonaba el ‘Himno
UNA REINA «DESLEAL» El Norte hizo suyos los argumentos de la Gloriosa Revolución y en su edición del 1 de octubre de 1868, un día después de que se proclamara, hacía referencia al «ominoso despotismo con que una reina desleal ha cohibido sistemáticamente las libertades del pueblo español».
d Riego’. Los balcones se ende ga galanaron para la ocasión y los es estudiantes portaron pancartas co los lemas «¡Viva Espartecon ro «¡Abajo los Borbones!» y ro!», «¡ «¡Viva la soberanía nacional!». L nueva milicia ciudadana, La co conocida como Voluntarios de la Libertad y creada para ayud a la Junta en el mantenidar m miento del orden e impedir cu cualquier intento contrarrevolu lucionario, logró alistar en los p primeros 15 días a 800 homb bres. Medidas de corte anticlerical fu fueron la extinción de la Comp pañía de Jesús, con la consigu guiente incautación de sus bien y la orden expresa de retines, ra todas las campanas de los rar te templos y emplear su metal p para acuñar moneda. No faltó, d desde luego, el expreso reconoci cimiento de los derechos fundamentales del ciudadano (imprenta, reunión, asociación, garantías jurídicas, inviolabilidad del domicilio…). Poco tardó en producirse la renovación de los cargos municipales, sobresaliendo la constitución de un nuevo Ayuntamiento presidido por Cándido González. A partir del 10 de octubre de 1868, la Junta vallisoletana se pondrá a las órdenes del Gobierno Provisional, con lo que a partir de ese momento Valladolid se inserta en las directrices del engranaje político nacional.
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1870 | ATENTADO CONTRA EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
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Imagen que recrea el asesinato de Prim. :: BIBLIOTECA NACIONAL
Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
Amadeo I de Saboya en la capilla ardiente del presidente del Gobierno. :: A. GISBERT
El misterioso asesinato de Juan Prim
Juan Prim y Prats
El presidente del Gobierno sufrió un atentado el 27 de diciembre de 1870, pero los disparos no afectaron a sus órganos vitales; su muerte, ocurrida tres días después, sorprendió a todos
E
ra una noticia de última hora, anunciaba El Norte de Castilla aquel 29 de diciembre de 1870. Según el telegrama que el ministro de la Gobernación había enviado al gobernador civil de Valladolid, fechado dos días antes, «el Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros, al salir de la sesión del Congreso de hoy, ha sido ligeramente herido por disparos dirigidos al coche en la calle del Turco. La tranquilidad no se ha alterado». Y era cierto. Juan Prim y Prats, presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, acababa de sufrir un atentado pero, a decir de las noticias que llegaban a los periódicos, nada hacía presagiar que fuera mortal. Todo ocurrió en un contexto político más que convulso. Triunfante la Gloriosa Revolución y expulsados los Borbones, en la figura de Isabel II, del trono español, pocos días antes se había anunciado la elección de un nuevo Rey para España: Amadeo de Saboya, que llegaría al puerto de Cartagena el día 30. Las amenazas hacia Prim arreciaban desde hacía tiempo. De hecho, pocas horas antes del atentado había sido advertido por amigos y conocidos sobre el peligro que se cernía sobre él. Todo se de-
sató en la tarde del 27 de diciembre. La crónica del decano de la prensa comienza con Prim saliendo del Congreso en compañía de sus ayudantes, «los señores Nandín y Moya: Fue asaltado en la calle del Turco el carruaje que les conducía por una cuadrilla de asesinos que estaban ocultos en dos carruajes de alquiler situados en la misma calle, de modo que interceptaban el paso del primero. Al detenerse éste se bajaron de los coches de plaza los bandidos armados de trabucos y carabinas, y rompiendo con el cañón de estos los cristales de las portezuelas del coche en que iba el presidente del Consejo de Ministros, hicieron sobre éste varios disparos a quemarropa, hiriéndole dos balas en el antebrazo y otra en la mano izquierda». Los asaltantes lograron escapar, «cosa que no pudo serles difícil ante la falta de vigilancia que la actual situación ha ejercido», apuntaba este periódico. Lo cierto es que, pese a los cinco disparos, ningún órgano vital de Prim había sido afectado. Rápidamente lo subieron a sus aposentos, donde fue atendido por el doctor Losada y otro ayudante. Prim no quiere que cunda la alarma, pues considera que su salud no corre peligro. Ya
lo apuntaba este periódico: «Las heridas recibidas por el dignísimo general Prim no ofrecen por fortuna gravedad alguna, ni han interesado ningún hueso, y dentro de muy pocos días estará perfectamen-te curado». De hecho, los dos días siguientes, 28 y 29 de diciembre de 1870, los pasa relativamente tranquilo y reponiéndose. Pero no así el 30, cuando una fiebre alta y repentina convulsiona su salud. Coincidiendo con la fecha de la entrada de Amadeo I en España, una infección letal acababa con la vida del presidente. El doctor Melchor Sánchez Toca, al que habían llamado de urgencia, no pudo hacer nada por salvarle. Prim falleció entre las 20 y las 20:15 horas del 30 de diciembre de 1870. Una muerte que marcó sin duda la historia de España y que muchos califican de misteriosa. De hecho, con el paso del tiempo se han ido sucediendo las versiones sobre lo ocurrido en realidad aquel día. Hay quien habla, por ejemplo, del estrangulamiento a lazo de Prim, desvelado en 2012 y ocultado anteriormente por sus enemigos, mientras otros insisten en que el sumario fue manipulado por estos para ocul-
EMBOSCADA EN LA CALLE TURCO El Norte de Castilla explicaba, en su edición del 30 de diciembre de 1870, que el carruaje en el que viajaba Prim «fue asaltado» en la madrileña calle Turco «por una cuadrilla de asesinos que estaban ocultos» en dos vehículos de alquiler. Iban armados «de trabucos y carabinas».
Una infección letal acabó con la vida del general, aunque hay quien afirma que fue estrangulado a lazo
ta en efecto, la causa real de la tar, m muerte. Sin embargo, en 2014, la Sociedad Bicentenario Genera Prim encargó a un equipo de ral ex expertos de la Universidad C Complutense de Madrid y de la U Universidad de Alcalá de Henare una autopsia del cadáver, res cu cuyas conclusiones desmentí lo aventurado por ciertas tían v versiones periodísticas, descartando por tanto cualquier rastro de violencia en el cuerpo del finado. La conclusión, por tanto, es que Prim murió a causa de una septicemia provocada por el material que acarrearon los proyectiles, lo que, unido a la ausencia de medios facultativos, precipitó el fatal desenlace. Su cuerpo fue velado con honores en la Real Basílica de Atocha, a donde se dirigió Amadeo I nada más llegar a Madrid. El nuevo Rey no pudo tener peor recibimiento. También hoy sigue siendo motivo de debate la autoría del atentado, pues si bien hay pocas dudas sobre el artífice directo –el republicano federal José Paúl y Angulo, junto con otros hombres–, hay quienes apuntan como instigadores al duque de Montpensier, que ambicionaba la Corona española, y el general Francisco Serrano.
Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
VISITA DE AMADEO I A VALLADOLID | 1872
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Frío recibimiento al Rey La visita de Amadeo I, el 20 de julio de 1872, no suscitó excesivo entusiasmo entre los vallisoletanos, hasta el extremo de que numerosos vecinos de la ciudad se negaron a descubrirse a su paso
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a Providencia Divina acamos hacer protestas, ni expresar ba de salvaros del más nuestra indignación: todo el que inicuo atentado. Esa nos conoce sabe que por aleProvidencia os ha jados que estemos de las conducido feliz a esta situaciones y de las perantigua corte de Castisonas, jamás la conspilla. Al veros por vez priración, jamás el crimen,, mera en este pueblo, lijamás los medios viobre de las asechanzas lentos pueden hallar disque por doquier os depaculpa a nuestros ojos, ni ran vuestros enemigos, merecernos otro juicio recordad, que siempre los que la reprobación más Amadeo I reyes al visitar las ciudaexplícita y terminante». des, dejaban en pos de sí rasgos de Acto seguido, el Rey emprendió magnanimidad y grandeza». El 21 un viaje de prestigio por nueve de julio de 1872, El Norte de Castilla celebraba en portada laa a, visita del nuevo Rey de España, elegido para el trono en diciembre de 1870 gracias a las gestiones del malogrado general Juan Prim, fallecido a raíz de un atentado el mismo día en que Amadeo llegaba a nuestro país. Lo cierto es que el nuevo Rey, que reemplazaba en el trono a los Borbones después de que la Gloriosa Revolución de 1868 expulsara a Isabel II, no lo tenía fácil. Al poco tiempo de llegar se encontró con la ioposición de carlistas y republircanos, de la aristocracia monárquica y hasta de la Iglesia y de amplias capas de la población española. Ciertamente, Amadeo trató de aunar voluntades políticas en torno a su personaa y expresó su acatamiento al or-denamiento constitucional español. Sin embargo, se topó de lleCONTRA LA VIOLENCIA no con los carlistas, que provocaLa edición de El Norte del ron la tercera guerra contra la Co21 de julio de 1872 criticarona, y con el recrudecimiento de ba con vehemencia el inlas movilizaciones independentistento de asesinato cometas en Cuba. Por si fuera poco, la tido tres días antes contra coalición de gobierno que lo susel nuevo Rey de España, tentaba también comenzó a agrieAmadeo I, que por fortuna tarse, lo que terminaría por doblesalió ileso. «Jamás la gar su voluntad y obligarle a reconspiración, jamás el crinunciar al trono español el 11 de men, jamás los medios febrero de 1873. violentos pueden hallar Antes de eso, en la noche del 18 disculpa a nuestros ojos, de julio de 1872, un atentado en la ni merecernos otro juicio calle Arenal había intentado quique la reprobación más tarle la vida junto a su esposa. explícita y terminante». Amadeo salió ileso, como festejaba El Norte de Castilla, pero el susto fue tremendo: «No necesita-
Amadeo I presidiendo las Cortes, en el famoso cuadro de Casado del Alisal. :: BIBLIOTECA NACIONAL
provincias españolas, que comenzó en Valladolid. Amadeo entró en la ciudad del Pisuerga a las 12 de la mañana del 20 de julio de 1872, acompañado del presidente del Consejo de Min nistros, Manuel Ruiz Zorrilla. «D «Desde las primeras horas de la mañana recorría las calles de la ciudad un tamborilero que co su correspondiente flauta con at atormentaba los oídos de n nuestros convecinos. Quien re recuerde el entusiasmo que en o otras épocas promovía en el án ánimo de los habitantes de la C Ciudad al ser visitados por los re reyes, habrá podido formar id de los sentimientos que idea h dominan en la multitud», hoy se señalaba este periódico. Sin e embargo, noticias indirectas in indican que el recibimiento de lo vallisoletanos fue más bien los fr pues el monarca no suscifrío,
taba precisamente el entusiasmo de la población por ser extranjero. De hecho, aunque muchos comercios cerraron, fueron varias y muy destacadas las personas que no se descubrieron al pasar el Rey, y las comisiones tuvieron que echar mano de coches de alquiler por negarse los particulares a ceder los suyos. Además de visitar la Catedral, donde se celebró un ‘Te Deum’ en su honor, y de contemplar la Plaza Mayor, el Rey llegó al Palacio Real, donde se hospedó; des-
El monarca visitó la Catedral, recorrió la Plaza Mayor y pasó revista a las tropas desde el Palacio Real, donde se hospedó
El Rey y duque de Aosta, junto a su esposa. :: BIBLIOTECA NACIONAL
de el balcón pasó revista a las tropas, que desfilaron en columnas dándole vivas. Entre los «actos de magnanimidad» más ensalzados por este periódico destacó la visita realizada a los presos carlistas de la ciudad, a los que concedió comprenderles en el convenio de Amorebieta, por lo que quedaban en libertad. De hecho, el decano de la prensa no había tenido reparo alguno en solicitarle en portada que fuese generoso y que, «para corresponder al beneficio que Dios os ha concedido, salvando vuestra vida y la de vuestra augusta esposa de las balas de fieros asesinos; y perpetuar en la memoria de todos, vuestra estancia en esta capital, indultad a esos infelices que gimen en las cárceles de esta ciudad, a consecuencia de la última insurrección». Como solía ser habitual, el Rey protagonizó otras acciones caritativas tan propias de las visitas reales de aquella época, como los donativos realizados a las clases populares. Estuvo el monarca en el Hospital de Esgueva que, tras su salida, mandó colocar sobre la puerta de entrada al patio una placa de mármol con la leyenda: «S.M. el Rey Don Amadeo I se dignó visitar este establecimiento el día 20 de julio de 1872. La ciudad de Valladolid conmemora este suceso como prueba de gratitud a la caridad del monarca». Fueron además objeto de sus visitas los centros oficiales de enseñanza, el ex colegio de San Gregorio y la iglesia de San Pablo. Por la noche asistió al teatro y al Círculo de Calderón de la Barca. Salió de la ciudad a las 12 de la mañana del día siguiente para proseguir su viaje por Burgos, Palencia, Santander, Bilbao, San Sebastián, Gijón, Oviedo, El Ferrol y La Coruña.
1873 | I REPÚBLICA
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Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
Efímera Primera República El Norte de Castilla achacó a la incapacidad de Amadeo I la proclamación de la primera experiencia republicana, lastrada muy pronto por insurrecciones sociales y cantonales
Litografía sobre el primer Gobierno de la República. :: BIBLIOTECA NACIONAL
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a inestabilidad introducilos españoles es demasiado indoda en el sistema político mable y altivo para ofrecer homepor la muerte de Prim, najes a un aventurero que sin más ocurrida el 30 de diciemsimpatías que las de 191, osó imbre de 1870, pero también por prudentemente regir los desel fraccionamiento de la tinos del pueblo más hecoalición gubernamental roico del mundo; y arrasentre seguidores de Satrando al fin este átomo gasta y partidarios de de Rey por el impetuoRuiz Zorrilla, conduciría so huracán de la revolua la abdicación de Amación, sucumbe y cae, deo I y a la proclamación, pero llevando tras de sí el 11 de febrero de 1873, todos los elementos que de la Primera República. han venido abriendo un Estanislao Este hecho suscitará el espantoso abismo para las Figueras entusiasmo de los partileyes, las costumbres y los darios del nuevo régimen, pero no momentos más sagrados de la soasí de la mayoría de la población, ciedad». que se mantendrá indiferente, En la tarde del 11 de febrero de cuando no contraria, a la nueva 1873, el Congreso y el Senado, realidad política. constituido en Asamblea NacioEl Norte de Castilla se mostró nal, proclamaron la República por comprensivo ante la deriva de los 258 votos contra 32. Tres horas acontecimientos, achacando la después, elegían como primer proclamación de la República a la presidente al republicano federal incapacidad de un rey extranjero, Estanislao Figueras, que se mancomo era Amadeo I, para poder ce- tendría durante breve tiempo al ñirse la corona y reinar sobre un frente de un gobierno pactado enpueblo de por sí rebelde e impetre radicales y republicanos fedetuoso: «La Corona de San Fernanrales. El Norte de Castilla, teniendo y de Felipe II es muy grande y do en cuenta que «la historia de magnífica para poder sostenerse España en lo que va de siglo es la sobre la cabeza de príncipes exhistoria de una larga serie de contranjeros», sostenía el mismo 12 tiendas intestinas», se apresuró a de febrero de 1873; «el carácter de saludar al nuevo régimen con una
sola palabra: «Paz». En efecto, el 14 de febrero de 1873, este periódico consideraba indispensable «formar una verdadera opinión que sea el punto de partida para entrar en un periodo de paz y castigue con su reprobación a todo aquel que en armas se levante contra la legalidad. Es forzoso ya que cuantos tienen un corazón que late por la prosperidad de la patria se unan en un lazo común y apartando miras mezquinas, abandonando rencores que a nada bueno conducen y hagan política de la paz». Con alborozo recibió el partido republicano federal de Valladolid la proclamación de la República; presidido por Manuel Pérez Terán, contaba entonces con figuras tan destacadas como José Muro, Francisco Cea, Manuel María Blanco, Marcelino Soler, Eugenio Gasncón, Eusebio León, Eladio Quintero, Emiliano Tarazona, José Estrañí, Ramón Liberto, Pedro Solas o Ángel Álvarez Taladriz. En esa fecha presidía el Consis-torio vallisoletano Mariano Ba-errasa Díez, un «liberal de primera hora», según definición de Juan Antonio Cano, que milita-eba en la facción progresista liderada por Manuel Ruiz Zorrilla. Entre las primeras noticias de los días sucesivos destacó laa decisión de disolver el cuerpo de Guardias del Rey y la votación por mayoría de las Cortes,, el 17 de junio de 1873, de la Re-pública democrática federal, l. siendo presidente Pi y Margall. iDías más tarde, una vez constituido el nuevo gobierno presidido por Nicolás Salmerón, El Norte de Castilla se lamentabaa del «desgarrador cuadro que ofrece España», en referencia al movimiento insurreccional de Cartagena. Barrasa tampoco tardó en comprobar la tensión social reinante en aquel momento. Los problemas de orden público fueron azuzados entre quienes aspiraban a implantar en la ciudad las tendencias cantonalistas que enrarecían el ambiente político español. Dos personajes bien conocidos se encargaron de alterar las sesiones municipales en este sentido: eran José Zabalbeitia y José González, más conocido éste como El Trapero. Sus salidas de tono eran célebres, lo mismo que la inquina que hacia ellos venían mostrando
las autoridades y la estrecha vigimoral como bajo el punto de vista lancia a que estaban siendo someeconómico». Lejos de mitigar la tidos. Fueron encarcelados en el amenaza, Zabalbeitia y El Trapemes de abril, después de protagoro, una vez liberados, retomaron nizar un intento de asalto al Conlas actividades conspiratorias. A sistorio reclamando uno nuevo, mediados de julio regresaron a Vaverdaderamente republicano y fe- lladolid, en compañía de Antolín deral, y no el de tendencia Sánchez, capitán de Infantemonárquica que, a su juiría encargado de la batería cio, seguía rigiendo los de Artillería de la ciudad, destinos de la ciudad. El con objeto de recabar del orden público se eriapoyos entre el estagía, de hecho, en el mento militar e incluso asunto candente del moayudar a extender la remento. belión cantonalista a MaLas palabras de El Nordrid capital. Pero enseguite de Castilla, aquel 14 de da fueron detenidos por Francisco febrero de 1873, parecían los Voluntarios de la LiPi y Margall premonitorias al recobertad, una suerte de milimendar «hacer la propaganda de cia ciudadana creada para preserla paz con fe, con decisión, con var el orden social y proteger el réenergía y pregonar los beneficios gimen constitucional. De súbito, que origina, tanto bajo el aspecto cuando los llevaban a prisión, en la cercanías del Campo Granlas d trataron de fugarse. Zabalde, b beitia y el capitán perdieron la v en el tiroteo; El Trapero covida rr rrería igual suerte días después. Reproduciendo los ánimos d aquel editorial de El Norte de d Castilla, Barrasa no pudo por de m menos que referirse a los triste hechos haciendo un llamates m miento a la paz, con mensaje in incluido a los conspiradores: «S «Semejante acontecimiento, a la vez que servirá de severa lecci a los que mal aconsejados ción co conspiran sin descanso para intr troducir la perturbación y la an anarquía, demostrará a la Naci que en la capital de la Vieción ja Castilla, tierra clásica de la h honradez y la hidalguía, jamás te tendrán cabida los que con la te del incendiario y el puñal tea d asesino traten de poner en del p práctica tan desalmados planes que tratan de destruir la sociedad y sembrar el luto y la desolaEL PRIMER PRESIDENTE ción en el seno de las familias». Estanislao Figueras fue El Ayuntamiento republicano elegido presidente de la presentó su dimisión al conocerse Primera República el 11 de el pronunciamiento del general febrero de 1873, tres hoPavía, en enero de 1874, por lo ras después de que Conque el Capitán General de Vallagreso y Senado la procladolid procedió a su sustitución. maran. El Norte de Castilla Como es bien sabido, la primera del día siguiente se mosexperiencia republicana de Espatró muy crítico con el rey ña terminaría lastrada por el deAmadeo I, «un aventuresorden social, el negativo impacto ro» que «osó imprudentede la guerra carlista, las consemente regir los destinos cuencias del deterioro de la ecodel pueblo más heroico nomía, el impacto de los conflicdel mundo», el español. tos en las colonias, especialmente en Cuba, y la falta de autoridad de los sucesivos gobiernos.
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1875 | RESTAURACIÓN DE LA MONARQUÍA
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Apoteósico regreso de los Borbones V
Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
La restauración de la dinastía en la persona de Alfonso XII, a partir del pronunciamiento militar de Martínez Campos, fue acogida con agrado en la ciudad
allisoletanos! Vuestro Ayuntamiento, creyen-do interpretar los senti-mientos que os animan, se ha adherido a un movimiento que puede llamarse nacio-nal –porque la Nación le ha acogido con entusiasmo–, se ha apresu-o rado a reconocer como su legítimo o rey a D. Alfonso XII, y ha ofrecido a su Gobierno su leal y decidido apoyo». Lo destacaba El Norte de Castilla en la edición del 3 de enero de 1875: la restauración de la Monar-quía de los Borbones ya era una realidad en España. Y lo más positivo, según el decano de la prensa,, es que había sido repuesta de forma incruenta, sin altercados de o importancia y sin derramamiento o de sangre. Lo cierto es que cuando a finales de diciembre de 1874 el general Arsenio Martínez Camposs se levantó en Sagunto contra el Grabado que representa el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874. Gobierno del general Francisco Serrano, la primera experiencia republicana llevaba mucho tiempo herida de muerte. La profunda rados y alfonsinos que irían agruvacío político y jurídico que, dee o crisis económica, la Guerra Carlis- pando a los partidarios de la reshecho, se había ido agrandando eta, los levantamientos cantotauración de la dinastía Bordurante el llamado Sexenio Rennalistas, las divisiones inbón. En el fondo latía una volucionario (1868-1874); conternas y el mismo viraje intención bien clara: arti- ciliar, pacificar, buscar vías de n conservador impuesto cular, sobre los restos del transacción y no exclusión con por la fuerza de las arviejo partido moderado, objeto de dar estabilidad al rémas por Serrano habían un nuevo partido congimen y apartarlo de los vaive-acabado con ella. servador en torno a Alnes de los pronunciamientos Pero faltaba la puntilla: fonso XII. Los ideales del militares; traducir este ideal y esta se la dio el pronunproyecto canovista apareconciliador en una soberanía ciamiento alfonsino de cieron diáfanos en el fanacional compartida entre el Alfonso XII finales de 1874. Era la moso Manifiesto de Rey y las Cortes, y, por último,, culminación de toda una trayecSandhurst, redactado por el proaunar la fe católica («como al toria de conspiraciones monárpio Cánovas pero remitido por el buen español») con la fe liberal quicas iniciadas en 1870, nada futuro monarca el 1 de diciembre («como hombre del siglo»). más abdicar Isabel II en su hijo Al- de 1874, desde la academia militar Al tener noticia del pronun-fonso. El encargo directo de la próxima a Londres. Pretendía lleciamiento de Martínez Camacausa dinástica a Antonio Cánonar con legitimidad dinástica un pos, el Ayuntamiento de Vallavas del Castillo, artífice del régidolid, presidido desde el mes men político de la Restauración, de julio de 1874 por José del en el verano de 1873, en un conPalomera, acogió con al-La República fracasó por la Olmo texto de progresivo deterioro de borozo la Restauración monár-la coalición revolucionaria, marcó crisis económica, la Guerra quica anunciada. El mismo alel verdadero proceso restaurador; Carlista, las insurrecciones, calde emitió un bando en el este se aceleraría considerableque reclamaba a los vallisoletaSIN DERRAMAR SANGRE la división interna y mente a lo largo de 1874, durante nos que acatasen al nuevo Rey, en el viraje conservador El 3 de enero de 1875 El la república presidencialista del quien veía representadas las dos Norte de Castilla dejó general Serrano. grandes aspiraciones de los valliconstancia de que la resCánovas, aparte de no descuisoletanos: la libertad y el orden. tauración de la monarquía dar los contactos y apoyos militaTampoco El Norte de Castilla quiya era una realidad en Esres, basaba su proyecto en la creaso ocultar su beneplácito al nuevo paña, y además sin alterción de un amplio movimiento de orden creado, pues aquel 3 de enecados de importancia ni opinión favorable a la causa alfonro de 1875, además de respetar y derramamiento de sangre. sina. De ahí su empeño en cuidar acatar «la nueva legalidad », decía especialmente la prensa y crear esperar «en la regeneración que el una amplia red de círculos moderégimen triunfante ha prometido.
E En el oscuro porvenir nadie puede p penetrar. Y nos abstenemos de eelogiar o censurar los actos del inccipiente poder que tan favorablem mente ha sido saludado por la opin nión de la España Monárquica». La primera gran manifestación cciudadana de entusiasmo monárq quico tendría lugar el 11 de febrero d de ese mismo año, a cuenta de la eestancia en nuestra ciudad del jov ven monarca. Su trayecto desde la eestación de ferrocarril hasta la Cattedral, donde se celebró un ‘Te D Deum’ en su honor, estuvo plagad do de vallisoletanos dando vivas aal Rey. Las casas, engalanadas para la ocasión, atrajeron su atención m mientras se desplazaba hasta el P Palacio Real, donde residió aquel d día. Desde los balcones se arrojab ban flores y palomas y la Plaza M Mayor lucía llamativos adornos, in incluidos dos arcos «en la entrada y salidas principales», esto es, en la las calles de Santiago y Lencería. E Ayuntamiento dispuso la saEl li de gigantones «vestidos lida co propiedad y lujo, y las dulcon za zainas con otras músicas y div versiones de cucañas y otras fi fiestas». Hubo fuegos artificiales y «la ig iglesia de Santa Cruz se ha ilum minado con vasos de color», info formaba la prensa. Alfonso XII v visitó la Academia de Caballerí y, ya por la noche, acudió al ría T Teatro Calderón, donde fue reci cibido por la ‘Marcha Real’ y se le dedicaron poesías; partió a la 12 de la mañana del día silas gu guiente, 12 de febrero de 1875, d después de haber visitado la C Casa de Cervantes, en cuyo álb bum de visitas estampó su firm Como solía ser habitual en ma. e tipo de eventos, se repareste ti tieron miles de raciones de com –3.000 en total durante mida tr días– a los pobres de la ciutres d en el Hospital de Santa Madad rí de Esgueva. ría El Norte de Castilla también expresó su alegría por la llegada del joven monarca, «hijo de cien reyes», puesto que «los sentimientos profundamente monárquicos» del decano de la prensa «son conocidos de nuestros lectores: por lo que no tiene necesidad de poner a los pies del trono, felizmente restaurado, la expresión sincera y leal de los respetos y del amor que le inspira».
Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
DERRIBO DE LA ANTIGUA CASA CONSISTORIAL | 1879
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Valladolid necesita un nuevo Ayuntamiento En agosto de 1879 se procedió al derribo del viejo edificio consistorial, construido a finales del siglo XVI y lastrado por múltiples carencias
R
egía el Ayuntamiento Miguel Íscar Juárez, uno de los alcaldes más célebres de la ciudad, cuando se tomó una determinación improrrogable: era preciso acabar con la penuria material del edificio consistorial. De febrero de 1879 databa el proyecto de construir un nuevo Ayuntamiento, pues el existente en aquella fecha se encontraba lastrado por carencias de todo tipo. Aquel viejo edificio había sido proyectado en 1561 –año en que tuvo lugar el famoso incendio que asoló el centro capitalino– por Juan Sanz de Escalante; en dicho proyecto intervinieron, como han puesto en evidencia los profesores Jesús María Parrado y Salvador Andrés Ordax, hombres como Francisco de Salamanca, su hijo Juan, Francisco de Montalbán, e incluso, en 1585, el mismísimo Juan de Herrera, célebre arquitecto de la Catedral y del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Tras el citado incendio de 1561, que afectó a la Plaza Mayor y zonas limítrofes, se decidió ubicar el lugar de emplazamiento del Consistorio en la zona actual. Las obras no fueron a un ritmo excesivamente rápido; más bien, todo lo contrario. Documentación de la época acredita que hacia 1582 apenas se habían edificado cerca de siete metros. Montalbán y Herrera aportaron poco más que diseños generales para su finalización, empresa de la que se encargaron, hasta 1605, Diego de Praves y Pedro de Mazuecos. Una vez terminado el cuerpo principal, los torreones hubieron de esperar hasta el siglo XVII y el reloj, hasta 1833. Las mejoras efectuadas en el edificio durante el siglo XIX no fueron suficientes para salvar las carencias, sobre todo de espacio, que acechaban al viejo caserón. A ellas se sumaban otras de tipo material, especialmente alarmantes a partir de 1877, año en que el arquitecto municipal, Joaquín Ruiz Sierra, informa al Consistorio sobre el estado ruinoso de la torre. Es muy probable que en la cabeza de Miguel Íscar planeara des-
de un principio la demolición del edificio, más aún al tener en sus manos el impactante informe emitido en 1879 y firmado por los arquitectos Segundo Rezola, Joaquín Ruiz Sierra y Teodosio Torres, el cual parecía dirigido desde la Alcaldía para tener manos libres sobre futuras decisiones. En él se indicaba el estado general de ruina del edificio, aduciendo como
causas principales la variación de materiales, grosores, técnicas constructivas y sistemas dee armaduras. El 10 de febrero de 1879, el Ayuntamiento, presidido por Miguel Íscar, decidía «la edificación de un nuevo Consistorio en un proceso marcado porr las prisas y los vacíos», señala Julio Arrechea. A la altura del
RUINA DEL ANTERIOR El 3 de julio de 1879 El Norte de Castilla informaba de la intención del Ayuntamiento de construir una nueva Casa Consistorial «tan pronto como la Corporación satisfaga los descubiertos que tiene pendientes». Un informe municipal había avisado del estado general de ruina del edificio existente. Obras de construcción de la actual Casa Consistorial vallisoletana.
El antiguo Ayuntamiento en 1865, en una célebre instantánea de Jean Laurent. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID
v verano, todo apuntaba a su dem molición. «Parece que tan p pronto como la Corporación sa satisfaga los descubiertos que ti tiene pendientes, que será d dentro de la primera quincena d del mes actual, atenderá con p predilección a la terminación d definitiva de las obras del C Campo Grande y a la construcci ción de la Casa Consistorial», p podía leerse en El Norte de C Castilla del 3 de julio de 1879. Celebrada la pertinente subasta para el derribo de la Casa Consistorial el 9 de agosto de 1879, esta se adjudicó al contratista Ramón Mata por algo más de 4.000 pesetas y, según parece, sin que se hubiese estudiado aún un nuevo proyecto, circunstancia que condicionará su futura construcción. Las obras comenzaron tres días después y obligaron a trasladar las dependencias municipales, de manera temporal, primero a la Casa de Ortiz de Vega (actual edificio del BBVA de la calle Duque de la Victoria) y luego al antiguo Seminario Conciliar, que tenía su entrada principal en la calle López Gómez, junto a lo que hoy es el Colegio García Quintana. Los restos de la vieja Casa Consistorial quedaron amontonados en el paseo de las Moreras, en los mercados y en el Campo Grande, donde terminaron siendo empleados para construir la cascada. Aunque, como vemos, Valladolid precisaba con urgencia un nuevo Ayuntamiento, los esfuerzos se demorarían hasta 1908. El primer parón se produjo a finales de 1880, con la muerte de Miguel Íscar. Dos años después se abría un nuevo concurso público, cuyo ganador, Antonio Iturralde y Montiel, habría de esperar aún 10 años para ver el inicio de las obras. Pero en 1894, motivos presupuestarios, unidos al desacuerdo de determinados concejales y de la misma Comisión de Obras, dieron al traste con su propuesta. El proyecto definitivo, obra del célebre arquitecto Enrique Repullés y Vargas, comenzó a construirse en 1901. Aún tendrían que pasar siete años más para que viera definitivamente la luz.
1880 | MUERE EL EXALCALDE QUE EMBELLECIÓ LA CIUDAD
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Viernes 29.11.19 EL NORTE DE CASTILLA
Adiós multitudinario a Miguel Íscar Aunque el exalcalde de Valladolid dejó escrito en su testamento que no quería ceremonias fastuosas, miles de vecinos se agolparon en las calles para despedirle el día de su funeral, el 8 de noviembre de 1880
Y
a entonces, a principios blecer un paseo cubierto en la de noviembre de 1880, Acera de Recoletos o la apertura era considerado uno de de una gran avenida que uniese la los mejores alcaldes que Plaza Mayor con la de San Pablo, había tenido la ciudad del Pisueridea recurrente que se retomaría ga. Por eso cuando el 9 de noviem- por alguno de sus sucesores con bre El Norte de Castilla se hizo idénticos resultados. eco de la muerte de Miguel El féretro de Miguel ÍsÍscar, ocurrida a las siete car llegó a Valladolid a de la mañana del día anlas siete de la tarde del 8 terior en Madrid a caude noviembre de 1880; sa de un «derrame selo esperaban las autoriroso», la consternación dades y representantes se apoderó del municide diferentes corporaciopio. No era para menos: nes y centros oficiales de la como ha escrito Juan Anciudad, incluidos los Miguel Íscar tonio Cano, durante su guardias municipales y mandato se llevaron a cabo granlos serenos, que vestían traje de des obras de engrandecimiento y uniforme. Aunque el exalcalde mejora de la ciudad, sin que sus había dispuesto en su testamensucesores pudieran presentar un to, fechado en 1867, su deseo de balance similar. tener un funeral «sin pompa ni Vallisoletano de Matapozuelos, aparato», su muerte constituyó donde nació el 8 de mayo de 1828, uno de los episodios de luto codurante su alcaldía, que se extenlectivo más notables en la ciudió desde el 1 de marzo de 1877 dad. De hecho, fue seguida de hasta el 11 de agosto de 1880, se unas honras fúnebres verdaderaacometieron numerosas iniciatimente impactantes, como revas, algunas de enorme relevancia cuerda Casimiro González Garpara el futuro inmediato de la ciu- cía-Valladolid: «No recordándose dad. Entre las obras realizadas des- que se hayan tributado semejantacan la canalización del ramal del tes en ocasión alguna, con lo Esgueva que discurría por las cacual la ciudad de Valladolid honlles de Doctrinos y del Rastro –reró la buena memoria de su intenombrada como de Miguel Íscar–, gérrimo Alcalde y se honró a sí la construcción de tres mercados misma tal como correspondía a fijos en las plazas del Val, Campilos merecimientos de aquél y a la llo y Portugalete y la reforma del cultura de la noble capital de Campo Grande para convertirlo en un espacio de recreo conforme a los criterios urbanísticos de la Durante su mandato época. Otros proyectos los concicanalizó el río Esgueva bió a medio y largo plazo: algunos de ellos se culminaron tras su en el centro, construyó muerte, como la construcción de tres mercados fijos y una nueva casa consistorial, o reformó el Campo Grande bien nunca llegaron a convertirse en realidad, como la idea de esta-
La calle del Rastro, renombrada como Miguel Íscar, a principios del siglo XX. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID Castilla la Vieja, pues el espectáculo ofrecido por la población en esos días fue de lo más noble, grandioso y conmovedor que puede darse, pa-reciendo la Ciudad toda un solo individuo en la uniformee y espontánea expresión de erespeto, de cariño y de agradecimiento». Este mismo autor cifra en cerca de 25.000 las personas que siguieron al cortejo fúnebre por las calles de la ciudad, o lo que supondría que casi uno o de cada dos habitantes estuvo presente. También El Norte dee
«DERRAME SEROSO» Miguel Íscar nació en Matapozuelos el 8 de mayo de 1828. Tomó posesión como alcalde de Valladolid el 1 de marzo de 1877, como reflejó El Norte del día siguiente. Falleció en Madrid el 8 de noviembre de 1880 por un «derrame seroso», según informó este diario. Foto esteoroscópica de la Fuente de la Fama del Campo Grande, construida en honor de Miguel Íscar.
C Castilla aseguraba que en el co cortejo fúnebre estaban confu fundidas todas las clases sociale «y para significar lo numeles, ro que era podemos asegurar roso q los primeros que formaque b llegaban a las Angustias, ban m mientras que los que constitu tuían la presidencia estaban e el punto donde se reunieen ro los invitados a tan triste ron ce ceremonia». Los establecimientos situad en las calles del tránsito dos p permanecieron cerrados desde la dos y media de la tarde. «El las ca cadáver estaba guardado en u elegante caja de fondo neuna g con adornos y remates dogro ra rados, y las cintas las llevaban re representantes del Municipio, d la Universidad, del Comerde ci del Ateneo Mercantil, cio, etc.». Delante del todo iba el clero parroquial con una cruz alzada. El Consistorio acordó que la calle nueva del Campillo del Rastro adoptase el nombre del finado, y adoptó otras medidas de homenaje como, por ejemplo, la colocación de placas en los mercados, la construcción de una fuente en el Campo Grande –la Fuente de la Fama– y la erección de un busto. Además, decidió mantener vacía la silla presidencial del Ayuntamiento hasta que se produjese su renovación.
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1884 | INAUGURACIÓN DEL TEATRO ZORRILLA
o hubo entradas suficientes para satisfacer todos los pedidos. El 31 de octubre de 1884 el estreno del Teatro Zorrilla, con el gran poeta presente en la sala, fue todo un acontecimiento en la ciudad. Ubicado en la Acera de San Francisco, precisamente en el mismo lugar que había ocupado el histórico convento donde falleció Colón, había sido construido en apenas cinco meses por el arquitecto Joaquín Ruiz Sierra. Aunque no es improbable que las gestiones comenzaran un año antes, fue en 1884 cuando se tuvo conocimiento de que un grupo de empresarios planteaban su construcción. De hecho, en el mes de mayo ya se había creado la pertinente sociedad anónima, como paso previo a la compra de los terrenos situados entre el número 23 de la Acera de San Francisco y el 5 de la calle Constitución. Los planos, como decimos, se encargaron a Joaquín Ruiz Sierra, y las obras comenzaron el 26 de mayo. A finales de junio ya se había derribado la finca existente en la zona, de modo que tres meses más tarde las obras se encontraban muy avanzadas. Finalizado en octubre de 1884, la culminación de las obras se celebró con una salva de cohetes y la colocación de un pendón morado de Castilla en la fachada principal. El nuevo teatro, bautizado en honor al vate vallisoletano, venía a complementar la oferta del Lope de Vega y del Calderón. Constaba de una discreta sala de espectáculos, con patio de butacas, palcos laterales, dos pisos de galerías apoyadas sobre columnas metálicas fundidas, con decoración modernista, y un limitado escenario. El Norte de Castilla destacaba la decoración del salón de espera, con «tres lienzos debidos a los inteligentes pinceles de los aplicados Sres. Provedo y Alfaro, en uno de los cuales se ven los retratos de los señores Zorrilla, Núñez de Arce, Cano y Ferrari». Cuando Zorrilla apareció en el palco, acompañado de Emilio Ferrari, «fue saludado con un nutrido, general y prolongado aplauso». Aquel 31 de octubre de 1884, día de la inauguración, se puso en escena su obra ‘Traidor, inconfeso y mártir’, «en la cual todos, especialmente la Sra. José Argüelles y los Sres. Bueno y Zorrilla Montenegro, interpretaron con grande inteligencia sus respectivos papeles, y terminado el tercer acto los vítores y los aplausos aclamaron al Sr. Zorrilla, que tuvo que presentarse en el palco escénico a recibir una preciosa corona. No por eso el público cesó en sus aclamaciones y exigió al poeta que leyera alguna composición, como lo hizo, de una alusiva al acto y titulada ‘Nadie es profeta en su patria’, que fue escuchada con esperado gusto». Con todo, este periódico tampoco ocultó ciertas deficiencias que, a su juicio, empañaron un tanto la puesta de largo del teatro; en concreto, «una omisión y un Cartel creado para conmemorar la inauguración del Teatro Zorrilla. exceso: omisión la de no llamar al palco escénico a los inteligentes
Multitudinario estreno del Teatro Zorrilla La apertura oficial del coliseo, celebrada el 31 de octubre de 1884, contó con la presencia del poeta vallisoletano, que tuvo que leer una composición a petición del público
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El edificio se construyó en solo cinco meses en la Acera de San Francisco, el lugar que ocupaba el convento donde falleció Colón
pintores que han trazado las decoraciones y adornado la Sala y vestíbulo. El exceso es la costumbre de nuestro público de interrumpir las representaciones con voces, bullas, ruidos y agitaciones impropias de un teatro y de un pueblo culto, hay muchos que están en un teatro como en una plaza de toros». En 1887, el Teatro Zorrilla instaló luz eléctrica y siete años después se suprimió un buen número de butacas para construir la grada de platea; asimismo, en 1897 se encargó a Alfonso Barral la decoración del vestíbulo. El ‘Zorrilla’ sería la primera sala de Valladolid en estrenar el cine sonoro: fue en octubre de 1930, con la proyección de ‘Los castigadores de Broadway’ y ‘La mujer torera’. En enero de 1999, la amenaza de ruina obligó a cerrarlo. Pasaron varios años de incertidumbre acerca de su futuro hasta que, por fin, la Diputación Provincial, presidida por Ramiro Ruiz Medrano, decidió adquirir el inmueble en el año 2001 y acometer su restauración con ayuda económica de la Junta de Castilla y León. Tras los trabajos, dirigidos desde 2005 por Roberto Valle, el Zorrilla reabrió sus puertas a finales de 2009.
SE ABRIÓ SIN REMATAR El Norte de Castilla del 4 de noviembre de 1884 informó con detalle de la apertura del Zorrilla, si bien hizo notar que «el vestíbulo y salón de espera» no estaban acabados.
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1885 | FALLECE ALFONSO XII
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La inesperada muerte de Alfonso XII
Lienzo del pintor Antonio Benlliure que recrea la muerte de Alfonso XII.
La tuberculosis, que el monarca padecía en secreto desde hacía tiempo, acabó con su vida el 25 de noviembre de 1885; su segunda esposa, la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, habría de ocupar el trono, pues estaba embarazada del futuro Alfonso XIII
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ue una noticia triste e inesperada: el 25 de noviembre de 1885, tres días antes de cumplir los 28 años, el rey Alfonso XII moría víctima de la tuberculosis. Dos días después, El Norte de Castilla describía con todo detalle la evolución de las últimas horas del monarca, cómo había pasado relativamente bien la noche anterior y los afanes de quienes le acompañaban: la reina, María Cristina de Habsburgo-Lorena, que era su segunda esposa, el cardenal Benavides, el duque de Sexto y los ministros de Fomento y de Gracia y Justicia. El momento fatal comenzó a las cuatro y media de la tarde, momento en que el monarca «sintió gran dificultad para respirar, pasando este ataque de disnea al poco rato, y repitiéndole con bastante intensidad a las siete y media. (…) Desde esta hora se fue agravándose por momentos; a las ocho y media, S. M. se confesó con el Sr. Cardenal, recibiendo después los Santos Sacramentos en presencia de su atribulada familia y de los Ministros y de algu-na otra persona de su servidumbre (…). Lentamente la postración fue en aumento y la respiración penosísima; a las nueve y o cuarto exhalaba su último aliento en brazos de su amantísima espo-sa». La inesperada muerte del Rey d no solo conmocionó a la sociedad española, sino que también complicó la vida política del país, pues en ese momento María Cris-tina estaba embaraza del futuro monarca, Alfonso XIII, por lo quee habría de convertirse en reina re-gente hasta la mayoría de edad dee aquel para regir el trono.
La escena que se vivió en el Palacio del Pardo, a decir de El Norte de Castilla, fue conmovedora: «Los sollozos comprimidos, mientras el egregio enfermo alentaba, no se contuvieron ya y no fue posible separar a la reina de la cama mortuoria. El Rey descansa en su lecho con un lienzo y rodeado de
El soberano falleció tres días antes de cumplir los 28 años, después de recibir los sacramentos y tras una agonía de casi cinco horas
flores, que la Reina ha esparcido con sus propias manos. Allí restá cerca del lecho, sin quererse separar un momento desde que se fue su amante esposo». Lo cierto es que el motivo odel fallecimiento, la tuberculosis que padecía desde hacía años, se había mantenido siempre en secreto. Los facultativos poco pudieron hacer para evitarlo, puesto que la tu-berculosis era algo así como el gran mal de aquella centuria. Se ha especulado mucho sobree las causas de la enfermedad. Para algunos se habría debido a la intensa vida galante que lle-vaba desde que enviudó de su primera esposa, María de las o Mercedes de Orleans, e incluso hay quien señala que fue esta, que también murió de tuberculosis, quien le había transmitido la enfermedad. Sea como fuere, en sus últimos meses de vida Alfonso XII se en-
ATAQUE DE DISNEA El 27 de noviembre de 1885 El Norte de Castilla describió con todo detalle cómo habían sido las últimas horas del joven rey, que comenzó a sentir «gran dificultad para respirar» hacia las cuatro y media de la tarde, «agravándose por momentos» desde las siete y media.
JUNTO A SU MUJER
Ceremonia religiosa ante el féretro del monarca Alfonso XII. :: LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
«A las nueve y cuarto exhalaba su último aliento en brazos de su amantísima esposa». Le acompañaban además el cardenal Benavides, el duque de Sexto y los ministros de Fomento y de Gracia y Justicia.
co contraba ya en la fase final de u largo proceso tuberculoso, un n en vano era frecuente verle no ac acercarse a la boca un pañuelo d seda rojo para disimular los de am amagos de hemoptisis. En octu tubre los médicos de Cámara, E Esteban Sánchez Ocaña y Laure reano García Camisón, le prescr cribieron que se retirase en el P Palacio del Pardo para descansa A pesar de los síntomas de sar. m mejoría, la tarde del 24 de nov viembre de 1885 un súbito e empeoramiento de su salud d disparó todas las alarmas. Curi riosamente, ese mismo día hab recibido en audiencia al bía co conde de Solms-Sonnerwalde, e embajador de Alemania, para d despachar sobre el conflicto de la islas Carolinas, por lo que las n nadie se esperaba el fatal desenlace que se avecinaba. Cuentan que Alfonso XII, después de darle unos consejos de índole política, murmuró a la reina María Cristina: «Majestad, todo ha acabado». El cadáver fue embalsamado y trasladado al Palacio Real Madrid para ser expuesto en el Salón de Columnas hasta su traslado a El Escorial, el día 29. El 2 de diciembre de 1898 fue conducido al Panteón de Reyes desde el pudridero. Cuando se abrió la caja, se comprobó que los restos se hallaban en bastante buen estado, al igual que el uniforme y las condecoraciones. El cadáver fue colocado en la urna que le correspondía en dicho Panteón. Alfonso XII tuvo tres hijos fruto de su segundo matrimonio: las infantas María de las Mercedes y María Teresa y el futuro rey Alfonso XIII; asimismo, dejó dos hijos ilegítimos, fruto de su relación con Elena Sanz: Alfonso y Fernando.
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1885 | REGENCIA DE MARÍA CRISTINA
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Cuadro que representa la jura de la Constitución de 1876 por parte de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.
María Cristina jura la Constitución La crítica situación creada por la inesperada muerte de Alfonso XII obligó a conservadores y liberales a arropar la Regencia de la Reina
L
a situación era especialEl acto clave de la Regencia de mente delicada aquel 25 María Cristina de Habsburgo se de noviembre de 1885: la produjo el 30 de noviembre de inesperada muerte del 1885, a las dos de la tarde, en el rey Alfonso XII, víctima de la tuCongreso de los Diputados, con la berculosis, dejaba un vacío de pojura de la Constitución de 1876 der que, para muchos de quienes por parte de la Reina regente. habían protagonizado la restauraAunque ya lo había efectuado ción monárquica, ponía en peligro ante el Gobierno el 27 de noviemla estabilidad del sistema. En bre del mismo año, la Reina efecto, en aquellos modebía reiterar ante las Cormentos no había un sutes el juramento de ser cesor varón al trono y la fiel al heredero de la Coreina María Cristina de rona, guardar la ConstiHabsburgo aún estaba tución y las leyes. embarazada del futuro «Los alrededores del Alfonso XIII. Existían teCongreso se hallan inmores de que republicatransitables, como sucede nos y carlistas aprovecha- María Cristina siempre en las solemnidaran la crisis generada por de Habsburgo des de esta naturaleza. el fallecimiento del moAbundan como siempre narca para acabar con el sistema. las mujeres, quienes colocadas en En previsión de estas dificultaprimera fila, sufren con valor hedes, y con objeto de arropar polítiroico los envites de la gente que se camente a la Regencia de María halla detrás», informaba este peCristina, el 24 de noviembre de riódico. 1885, a instancias del general En el Palacio del Congreso se reMartínez Campos, los dos líderes unieron senadores, diputados y el de los partidos del turno, el conConsejo de Ministros. En un acto servador Antonio Cánovas del solemne, el entonces presidente Castillo y el liberal Práxedes Madel Congreso, Antonio Cánovas teo Sagasta, firmaron el famoso del Castillo, sosteniendo los Evan‘Pacto del Pardo’ según el cual, el gelios y acompañado de los dos sesegundo sustituiría al primero en cretarios de las Cortes más antila jefatura del Gobierno. guos, tomó juramento a la Reina,
que, apoyando una de sus manos sobre las Sagradas Escrituras, pronunció la siguiente fór-mula: «Juro por Dios y por los Santos Evangelios ser fiel al Heredero de la Corona en la menor edad, y guardar la Cons-titución y las Leyes. Así Dios me ayude y sea en mi defensa, y si no, me lo demande». La Reina, que según El Nortee de Castilla aparecía serena, ibaa vestida de riguroso luto, con «un traje cachemir con adornos de crespón y el liso manto de cachemir». El decano de la prensa se fijó también en el vestido de la duquesa de Medina de las Torres, con «vestido y manto todo con crespón y adornos de azabache mate», y en el de la duquesa de Almodóvar, con su «vestido de cachemir con volante de crespón picado al hierro y adorno a la cabeza de crespón con azabache mate». Tras la Reina estaban los jefes de palacio y dos maceros que la acompañaron en su entrada y salida del Palacio de las Cortes. Tal como mandaba el ceremonial, todos los asistentes al acto permanecieron de pie durante el juramento. El Norte de Castilla resaltó el aspecto del salón, «pequeño, muy pequeño para tantos pa-
JURA CONSTITUCIONAL El acto clave de la regencia de María Cristina de Habsburgo se produjo el 30 de noviembre de 1885, a las dos de la tarde, en el Congreso de los Diputados, cuando juró la Constitución de 1876.
REINA HASTA 1902 La soberana ejerció como regente hasta mayo del 1902 cuando su hijo y heredero, Alfonso XIII, cumplió los 16 años y comenzó su reinado con la jura de la Carta Magna.
d dres y abuelos de la patria. El co color rojo de los escaños no se v ve más que en el acto solemne d de jurar S.M. la Reina, en que to todos se levanta. Ocupados tod dos los asientos, forman vistoso y agradable contraste los brill llantes uniformes, las bandas d de los cruces y condecoracion nes de las pecheras encerrados een el negro marco del frac de lo los otros». La Regencia de María Cristina se extendió hasta mayo de 1902, cuando su hijo, Alfonso XIII, cumplió los 16 años y juró la Constitución, comenzando así su reinado. Fue un periodo muy importante en la historia de España, pues se consolidó el sistema político de la Restauración, basado en el turno entre conservadores y liberales, y el país avanzó considerablemente en el terreno económico y social; pero también arreciaron los primeros problemas de envergadura, como la crisis en las colonias, sobre todo en Cuba, la derrota en 1898 ante los Estados Unidos, la irrupción de los nacionalismos periféricos y el mantenimiento de las oposiciones carlista y republicana, a las que luego se sumaría la del movimiento obrero organizado.
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Innovar es volver al origen
Un origen que, en El Norte de Castilla, se remonta a hace 165 años. Felicidades al periódico decano de la prensa española.
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1886 | INAUGURACIÓN DEL PASAJE GUTIÉRREZ
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Un pasadizo para mostrar el esplendor burgués Diseñado al estilo de los más florecientes de Europa, el Pasaje Gutiérrez se estrenó en septiembre de 1886, gracias al afán de un rico comerciante de la ciudad
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ara El Norte de Castilla, Valladolid tenía un motivo más para la celebración y para enorgullecerse de sus prohombres más destacados. Era el 25 de septiembre de 1886 cuando el decano de la prensa informaba de que, días atrás, «el conocido comerciante Sr. Gutiérrez, con una esplendidez de que hay muy pocos ejemplos, y sin reparar en la cuantiosa suma que representa la obra, inauguró su magnífico Pasaje, con el que ha dotado al pueblo en que escribimos de un edificio como no lo hay igualo en otra capital de España». En efecto, fijándose en los pasajes comerciales existentes entonces en ciudades europeas como Francia, Italia y Alemania, Eusebio Gutiérrez encargó al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina la construcción de un pasadizo que comunicase dos zonas pujantes en el momento, la de la Catedral y la de la Plaza Mayor. El contexto no era otro que el de un espectacular desarrollo económico que hizo avanzar a una clase burguesa pujante, empeñada en mostrar su grandeza a través, también, del urbanismo capitalino. La inauguración oficial tuvo lugar el 24 de septiembre de 1886: «Ayer a las once de la mañana se verificó la inauguración de este importante edificio con el que el rico comerciante de esta ciudad Sr. Gutiérrez ha dotado a esta capital», señala el periodista del de-
cano de la prensa española. Asistieron al acto las principales autoridades, periodistas y directores de diversos periódicos, que, guiados por don Eusebio, «visitaron todos los diferentes departamentos do que se compone el edificio, incluso los sótanos y las bodegas, el Sr. Gutiérrez les invitó a un espléndido lunch, que como servido por el acreditado Café Imperial tuvo tanto de selecto como de elegante». A continuación, el promotor del pasaje «con voz conmovida dio en expresivas frases las gracias a todos los asistentes y nuestro compañero Sr. Díez Serrano le contestó como representante del periódico más antiguo dándole la
Los dueños cedieron en 1986 la propiedad de uso al Ayuntamiento a cambio de su restauración, que se efectuó entre 1990 y 1993
El Pasaje Gutiérrez, obra de Jerónimo Ortiz de Urbina, en 1886. :: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID enhorabuena por haber dado feliz término a una obra tan importante y que tanto puede estimular para la prosperidad de esta querida población». ó El Norte de Castilla le dedicó un suplemento especial el 17 de octubre, no en vano la obra nrecién construida reunía los ingredientes prototípicos de esa demostración de modernidad: las cubiertas de hierro, las tejass de vidrio, la iluminación a gas y una serie de detalles ornamen-n tales y escultóricos que hacían las delicias de los viandantes, todo ello en dos tramos articu-lados por una rotonda central, cubierta a su vez por una cúpu-la acristalada sostenida por ménsulas de hierro. Insistía este periódico en que el pasaje de don Eusebio Gutiérrez era más espacioso que el existente en Zaragoza y, aún más, que ni Madrid, ni Barcelona ni Sevilla contaban con nada parecido. «En su entrada principal hay dos magníficas estatuas que representan a la Industria y al Comercio y en su centro se contemplan las cuatro estaciones del año, siendo todo obras artísticas que merecen la aprobación de
SUPLEMENTO ESPECIAL El 17 de octubre de 1886 El Norte de Castilla dedicó un suplemento especial al pasaje que Eusebio Gutiérrez encargó al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina.
cu cuantas personas inteligentes la las han visto. El alumbrado qu que por la noche ha de adorn narle le constituyen grandes ap aparatos de bombas de cristal en que se lee el nombre del pasa saje. Este tiene 23 tiendas o d departamentos, algunos de los cu cuales están ya definitivam mente arrendados y ayer se ab abrieron al público». Por su parte, las pinturas, ob obra del palentino de Fuentes d de Nava Salvador Seijas, muestr tran alegorías de la Industria, el Comercio, la Agricultura, la P Primavera y Apolo y las Bellas A Artes. Con el paso del tiempo, si sin embargo, el Pasaje Gutiérr rrez se fue deteriorando sin qu que los propietarios hicieran n nada por evitarlo. A la altura d de 1980, este periódico alzaba lla voz de alarma por el progresivo deterioro del histórico pasadizo, abandonado y descuidado por todos. Fue en 1986 cuando los dueños cedieron la propiedad de uso al Ayuntamiento a cambio de su restauración. Ésta se prolongó entre 1990 y 1993. Cinco años después, la Junta de Castilla y León lo declaraba Bien de Interés Cultural.
NUEVO HOSPITAL PROVINCIAL | 1889
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Un nuevo hospital para Valladolid El estado ruinoso del Hospital de la Resurrección motivó la construcción de un nuevo centro sanitario en la ciudad, que fue levantado en 1889 en Prado de la Magdalena
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ra finales del siglo XIX y la ciudad no podía esperar más: el estado ruinoso del Hospital de la Resurrección, en pie desde el siglo XVI y declarado «Provincial» por Real Orden de 25 de noviembre de 1866, demandaba la construcción urgente de un nuevo edificio. Por eso a finales de la década posterior, Ayuntamiento y Diputación Provincial llegaron a un acuerdo para, mediando la contribución del Gobierno nacional, remediar esta penosa situación. Ambas instituciones acordaron, además, el compromiso edilicio en la construcción del nuevo edificio, la cesión del vetusto Hospital de la Resurrección a la Diputación Provincial para su venta y derribo, el remate de dos pagos de 100.000 pesetas cada uno en concepto de atrasos y, finalmente, la cesión de terrenos en el Prado de la Magdalena. La Diputación encargó el proyecto a Teodosio Torres, a la sazón arquitecto provincial, quien en 1878 diseñó cómo habría de ser la transformación de los edificios destinados a Facultad de Medicina y Hospital Provincial. Este primer proyecto no sería aprobado por la institución provincial hasta 1883, año en que, cumpliendo el compromiso ya señalado, había recibido del Ayuntamiento la propiedad del solar del Hospital de la Resurrección con objeto de hacer frente, mediante su venta, al coste que conllevaba la construcción de los nuevos edificios; también recibió terrenos en el Prado de la Magdalena donde levantarlos, concretamente frente a la iglesia de la Magdalena y al convento de las Huelgas. Así, en un total de tres hectáreas de superficie se encontraban la Facultad de Medicina y el Hospital Provincial. Curiosamente, El Norte de Castilla no estaba muy de acuerdo con la ubicación escogida, pues en su edición del 28 de febrero de 1883 alertaba de lo negativo que, a su entender, suponía la excesiva proximidad del ramal del Esgueva y del matadero, sin olvidar la influencia, en modo alguno positiva, de los vientos del Noreste. La Real Orden de 11 de mayo de 1883 estableció que el Estado correría con los costes de la facultad, mientras que la Diputación haría lo propio con los del Hospi-
tal Provincial. Determinantes fueron, en este sentido, las influencias de Germán Gamazo, entonces ministro de Fomento; del diputado en Cortes Miguel Alonso Pesquera; del diputado provincial Félix López San Martín, y del alcalde de la ciudad, Miguel Íscar Juárez. De ambos edificios se encargaría Teodosio Torres, que introdujo ciertas modificaciones en el proyecto original. Las obras comenzaron en 1885; en el mes de noviembre, según notificaba El Norte de Castilla, Torres fue comisionado por la Diputación «con objeto de estudiar los últimos adelantos en la disposición y detalles de los mejores hospitales de Europa y que sean aplicables al magnífico edificio que se está construyendo en el Prado de la Magdalena de esta ciudad». Cuatro años después, en 1889, las obras ya estaban finalizadas; la inauguración solemne, celebrada el 27 de septiembre de ese mismo año, contó con la presencia de las máximas autoridades locales, pero también con la de los senadores Cuesta y Torres, los diputados nacionales Muro, Gamazo y Pimentel Nieto, varios concejales y diputados provinciales. (La Facultad de Medicina, por su parte,
celebrará su propio acto de sinauguración unos días después, concretamente el 6 de octubre de 1889). El salón en el que tuvo lugar el acto «tenía sus paredes cubiertas con telas dee los colores nacionales y adornadas con trofeos, escudos y lemas alusivos. La concurrencia fue tan numerosa que el espacioso salón era insuficiente para contenerla, dominando con gran exceso las señoras», señalaba el diario decano. Tras asistir a un solemne ‘Te Deum’ en una de las salas del hospital, los presentes degustaron un «espléndido lunch» ofrecido por la Diputación Provincial. Cuando en 1932 se suprima, por Orden Ministerial, el Hospital de Santa María de Esgueva, el Provincial será el único existente en la ciudad. Documentación coetánea pondera el estilo moderno del edificio y sus dependencias: constaba de una parte central para cocina, botica, administración, ropero, Hermanas de la Caridad y capellán, y cuatro pabellones con ocho salas para enfermos, cada una de ellas con capacidad para 30 pacientes; de este modo, el Hospital Provincial podía acoger de ma-
MALA UBICACIÓN El Norte de Castilla del 28 de febrero de 1883 criticó el lugar escogido para edificar el nuevo Hospital Provincial, por su excesiva proximidad al ramal del Esgueva y el matadero, y la influencia negativa de los vientos del noreste. Aun así, las obras se llevaron a efecto y se inauguró el 27 de septiembre de 1889.
La Diputación encargó el proyecto del edificio al arquitecto de la institución provincial, Teodosio Torres
n nera holgada a 250 enfermos. P Para la asistencia facultativa co contaba con un médico, un ci cirujano y varios practicantes a sueldo de la Diputación P Provincial. Eso no quiere decir que la n nueva edificación no presenta insuficiencias o incluso tara d defectos relevantes; un info forme de la Junta Provincial d Sanidad, fechado en 1894, de destacaba tres de carácter grave: «La falta de sifones y cloacas de desinfección (…); el contacto con el ramal del Esgueva donde vierten sus productos de desecho al aire libre y a la vista de quien vaya a admirar un edificio que por sus condiciones de arquitectura exterior llama la atención de propios y extraños (…), y la existencia de la sala de Disección y depósito de cadáveres debajo de las salas de enfermos». Finalmente, en noviembre de 1899 se llevará a cabo el remate final de la parte trasera del edificio, donde se encontraba la capilla. Será a finales de los años setenta del siglo XX cuando el viejo Hospital Provincial de Valladolid sea relevado en sus funciones por el actual Hospital Clínico Universitario, cuya construcción comenzó en 1971.
El Hospital Provincial en el año 1905. Había sido inaugurado en 1889 en el Prado de la Magdalena para sustituir al de la Resurrección.
1890 | PRIMER DÍA DEL TRABAJO
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Obreros ferroviarios de Valladolid a principios del siglo XX.
El Primero de Mayo se estrenó el día 4 1.500 obreros vallisoletanos inauguraron en el año 1890 la manifestación convocada con motivo del Día del Trabajo, que se celebró en domingo para asegurar la máxima asistencia
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alieron a las calles a millares, de manera pacífica pero resueltos a reclamar una jornada laboral de ocho horas y demandar, urgentemente, «el socorro necesario para los infelices que se hallan agobiados de necesidades». Era el primer 1 de mayo de la historia contemporánea, acordado en 1889 por las organizaciones obreras reunidas en París, en la Segunda Internacional, como medio de lograr los anhelados «tres ochos»: ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de recreación. Lo curioso es que aquel Primero de Mayo de 1890 tuvo que celebrarse el día 4, domingo, para que tuviera concurrencia; en caso contrario, al corresponder el 1 de mayo a una jornada laboral, muchos proletarios no hubieran podido acudir.
Cartel de la Segunda Internacional.
La primera Fiesta Intern nacional del Trabajo fue un grito unánime de los más desfavorecidos. Y es que a esas alturas, en plena Segunda Revolución Industrial, las condiciones de vida de la mayor parte de laa clase obrera rozaban lo dra-mático. A las jornadas exte-nuantes, de 12 a 16 horas, see sumaban las insalubres condiciones de vida y de trabajo, los salarios raquíticos y el empleo de mano de obra infantil en condiciones no menos deplorables. Aunque todavía en Valladolid no se había constituido la Agrupación Socialista local, ya entonces los obreros más concienciados y reivindicativos contaban con organizaciones para hacer oír su voz. De hecho, desde 1868 habían comenzado a movilizarse en sociedades de socorros mutuos, en
MARCHA PACÍFICA El 5 de mayo de 1890 El Norte de Castilla informó de la primera manifestación del 1 de mayo, celebrada el día anterior. A diferencia de Barcelona, donde se terminó declarando el estado de guerra, en Valladolid se desarrolló de manera pacífica.
i i movimientos cooperativos y también, a partir de 1870, en las primeras organizaciones de resistencia al calor de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). En esos momentos, los obreros de tendencia anarquista monopolizaban la actividad reivindicativa en nuestra ciudad. En ese contexto llegó el ‘mandato’ del Congreso de la Segunda Internacional, celebrado en París a mediados de julio de 1889, de declarar el 1 de mayo como Día del Trabajo y celebrarlo con manifestaciones, huelgas y otros actos d carácter reivindicativo. Los de re reunidos en la Internacional re retomaban así la campaña prom movida en 1884 por la Federac ción de Sindicatos Americana, c consistente en reclamar la jorn nada de ocho horas a partir del p primero de mayo de 1886. Elig gieron esa fecha porque, como se señaló en su día el catedrático d Historia Contemporánea de M Manuel Pérez Ledesma, el 1 de m mayo era el día elegido por div versos estados de la Unión p fijar o renovar los contrapara to laborales de numerosos ofitos c cios. La jornada del Primero de M Mayo de 1886 en Estados Unid fue un éxito… Y también dos u drama. Hubo más de 5.000 un h huelgas y los obreros parados su superaron los 350.000; pero h hubo también mucha represi sión. Sobre todo en Chicago, d donde las fuerzas de orden público extremaron la reacción contra los manifestantes, liderados por obreros de tendencia anarquista. En efecto, los 40.000 trabajadores que salieron a las calles el día 1 decidieron prolongar pacíficamente sus protestas hasta el extremo de citarse otros 15.000, tres días después, en la plaza de Haymarket. Fue entonces cuando, para sorpresa de los concurrentes, llegaron 180 policías para dispersarlos. Mientras los orado-
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res anarquistas arengaban a los reunidos, ocurrió lo inesperado: una bomba lanzada desde la multitud se cobró la vida de ocho policías y dejó heridos a 50 obreros. La represión posterior fue de tal envergadura, que más de 300 trabajadores acabaron detenidos; entre ellos, los líderes anarquistas Parsons, Neebe, Spies, Fielden, Engel, Fischer, Lingg y Schwab, que serían condenados a muerte tras un juicio amañado en el que no se presentaron pruebas de su culpabilidad. Solamente se libraron de la máxima pena Neebe, condenado finalmente a 15 años de reclusión, y Fielden y Schwab, a quienes por su avanzada edad se les conmutó por la de cadena perpetua; Lingg, por su parte, prefirió quitarse la vida antes de ser entregado al verdugo. La pena se ejecutó el 11 de noviembre de 1887. Desde ese momento, los ‘mártires de Chicago’ serían recordados en cada 1 de mayo. En Valladolid, fueron obreros vinculados a la AIT los encargados de organizar la movilización; y al igual que en la capital madrileña, decidieron trasladarla al día 4, domingo, para facilitar la concurrencia. El resultado fue un éxito en todos los sentidos. Al día siguiente, El Norte de Castilla publicó un número extraordinario «en beneficio de nuestros suscriptores, con objeto de que satisfagan cuanto antes su natural curiosidad», pues «las manifestaciones y huelgas de obreros tienen tan extraordinaria importancia y han excitado de tal
Los llamados ‘mártires de Chicago’, víctimas de un juicio amañado.
Recreación de la masacre en la plaza de Haymarket de Chicago.
modo el interés del público» que justificaban la publicación. Al contrario que en Barcelona, donde la manifestación comenzó el mismo día 1 y fue incrementando su radicalidad hasta el extremo de que el Gobierno declaró el estado de guerra, las 1.500 personas que salieron a las calles de Valladolid lo hicieron de forma pacífica. La jornada reivindicativa comenzó a las tres y media de la tarde en la calle María de Molina, amenizada por la venta de insignias consistentes «en un triángulo de latón amarillo, que tienen en el centro un 8 de gran tamaño y otros tres menores en el vértice de cada ángulo», en referencia al lema «ocho horas de trabajo, ocho de recreación y ocho de descanso», informaba este periódico. Abría la marcha una bandera con fondo encarnado y una leyenda en negro, que decía: «Asociación de Trabajadores. Reducción de la jornada de trabajo diario a ocho horas». Según la prensa nacional, manifestantes y «curiosos» sumaron, finalmente, 4.000 personas que, con el mayor orden y silencio, recorrieron la calle de la Pasión, plaza del Ochavo y calles de Platerías, Cantarranas y Angustias. Al llegar al edificio del Gobierno Civil, establecido entonces junto al Colegio de San Gregorio, una comisión de 12 obreros, encabezada por Laureano Guerra, subió a entrevistarse con el gobernador, Juan B. Ávila. La reunión no pudo ser más educada. Los trabajadores le hicieron en-
En el año 1870 la actividad reivindicativa en la ciudad estaba monopolizada por los asalariados de tendencia anarquista
trega de un escrito, firmado por el propio Guerra, Eugenio Gascón y Nemesio Palacios, reclamando las ocho horas de jornada laboral, a lo que el gobernador respondió prometiendo elevarlo al presidente del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta. En ese momento, un conocido jornalero, Agustín Moyano, vestido «con la honrada blusa de trabajador», decidió romper el protocolo y protestar porque el Parlamento «se ocupa de las cosas jurídicas y no del malestar obrero». Luego terció un sombrerero para denunciar que las fábricas en las que trabajaban los de su gremio eran antihigiénicas, por lo que «se inutilizan más de veinte operarios al año». Ante la deriva de los acontecimientos, el gobernador decidió dirigirse a la multitud, felicitó a los convocados por sus muestras de sensatez y cordura y prometió toda su ayuda e influencia ante las autoridades superiores. Al grito de «¡Viva Castilla!», la muchedumbre contestó con aplausos. Eran las cuatro y media de la tarde cuando los manifestantes se disolvían de manera pacífica y sin incidentes.
1897 | ASESINATO DEL PRESIDENTE CÁNOVAS
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Un anarquista mata a Cánovas del Castillo Haciéndose pasar por periodista, el 8 de agosto de 1897 el italiano Michele Angiolillo descerrajó tres tiros sobre el presidente del Gobierno, que leía la prensa en un banco del balneario guipuzcoano de Santa Águeda
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uando ayer nos sorprendía el telégrafo con la infausta nueva del asesinato del señor Cánovas, no nos quedaba ni el tiempo suficiente para reponernos de la dolorosa impresión que ha producido el hecho en toda España; porque estos grandes acontecimientos llevan consigo el triste privilegio de aplanar todas las energías y suspender todos los vigores de la imaginación. Son una losa de plomo que cae a un tiempo sobre la conciencia pública, quitando acción y movimiento á cuanto vive y piensa». Aquel 9 de agosto de 1897, El Norte de Castilla convertía su portada en el homenaje debido al artífice de la Restauración monárquica y, al mismo tiempo, en un grito de denuncia contra la violencia que había acabado con su vida. Ocurrió el día anterior, en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda, donde el líder del Partido Conservador pasaba unos días de descanso. «Según la versión oficial que acaba de comunicarse a la
prensa, en el balneario de Santa Águeda ha sido asesinado el señor Cánovas del Castillo. El presidente hallábase leyendo los periódicos cuando un anarquista napolitano disparó sobre él tres tiros de revólver, dejándole muerto instantáneamente. No hay más deta-
Angiolillo, autor del atentado, ante el Consejo de Guerra.
lles. Continuaré telegrafiando en el momento en que los conozca», publicaba apresuradamente este periódico el mismo día 8. Una vez confirmado el asesinato, el decano de la prensa no ahorró palabras para denunciarlo: «D. Antonio Cánovas del Castillo ha sido asesinado por esa horda de desequilibrados que trama en la sombra la venganza terrible de una idea asoladora. El jefe del partido conservador ha sido víctima del odioso anarquismo italiano, el más exacerbado acaso de todos los anarquismos que se registran en Europa. Un loco, no de otra manera puede calificársele, ha disparado en Santa Águeda los proyectiles todos de su revólver sobre el infortunado presidente. Como Carnot, la figura más simpática de la república francesa, Cánovas muere inmolado ante ese espíritu de las tinieblas que ni concreta lo que pide ni sabe lo que quiere. g¡Conducta horrenda que repugna y hace asomar al rostro los acolores de la más santa indigna-
Antonio Cánovas del Castillo
ción! Es por tanto una inmensa desgracia la que pesa hoy sobre todos los españoles». El asesino, Michele Angiolillo, fue rápidamente detenido, juzgado y condenado a muerte, sentencia que se ejecutó a garrote vil el 19 de agosto. El anarquista justificó su acto como una venganza por la dura represión desatada contra los 400 sospechosos detenidos tras el atentado de junio de 1896 en Barcelona, durante la procesión
El autor de la muerte de la primera autoridad política fue detenido, juzgado, condenado a muerte y ejecutado a garrote vil
LUTO Y HOMENAJE El 9 de agosto de 1897 El Norte de Castilla convirtió su portada tanto en un homenaje a Antonio Cánovas del Castillo, el presidente del Gobierno asesinado, como en un rotundo alegato contra la violencia. Recreación del asesinato del presidente Cánovas del Castillo en un libro de 1902.
Michele Angiolillo
del Corpus, en el que una bomba provocó 12 muertos y decenas de heridos. Confinados en el Castillo de Montjuic, fueron salvajemente torturados, cinco ejecutados, 59 condenados a muerte y 63 deportados a Río de Oro. Angiolillo, que se encontraba en Barcelona cuando ocurrieron los sucesos del Corpus, huyó a Francia y a Londres donde, tras escuchar las torturas contra los arrestados, compró una pistola para matar a Cánovas. De regreso a España, obtuvo ayuda económica de José Nakens, a quien confió sus planes. Angiolillo, que se había hecho pasar por corresponsal de un periódico italiano, asesinó a Cánovas mientras este leía la prensa en un banco del balneario. Fueron tres disparos: uno en la cabeza, otro en la yugular y el tercero en el costado. Aunque el C Consejo de Guerra que le cond denó a muerte no quiso ir más al de la autoría material, allá p pronto surgieron rumores acerca de otros incentivos para el as asesinato, procedentes tanto de p partidarios de la independencia d Cuba como de similares inde te tereses estadounidenses. Para El Norte de Castilla la n noticia del asesinato del presid dente del Gobierno solo era co comparable a la del fallecim miento inesperado de Alfonso X por lo que aconsejaba ceder XII, la gobernación del país a los lib berales liderados por Sagasta: «H «Hoy, ante el cuerpo inerte de C Cánovas del Castillo, que era en vida una garantía para el ord den, siquiera los procedimiento de su política adoleciesen tos d defectos propios de toda de ob humana, queda solo una obra fi figura capaz de suplirle, la del señor Sagasta, y allá en la manigua arde la insurrección pavorosa, y el yankée acecha el momento de arrancarnos la perla antillana, y el tradicionalismo trata de erguir una vez más la bandera de rebelión, y el crédito se agota y algo parecido al caos llena por completo los horizontes: Véase, pues, si no presenta el hecho de Santa Águeda caracteres más tremendos que la muerte de don Alfonso».
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1898 | GUERRA DE CUBA
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Políticos inútiles y «rapiña yanqui», culpables del Desastre del 98 El Norte de Castilla responsabilizó de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, ocurrida en 1898, a la clase política española y a la voracidad norteamericana
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l pueblo americano no quiere oír acentos de concordia (…). ¡Vayamos a la guerra puesto que se nos cierra otro camino! ¡Vayamos a la guerra y vayamos a ella dispuestos a vencer!» A la altura de abril de 1898, El Norte de Castilla lo tenía meridianamente claro: la intromisión de los Estados de Unidos de América en la política colonial española en Cuba bien merecía un escarmiento; un escarmiento en forma de guerra y con victoria segura para España. El patriotismo exaltado nublaba la vista no ya del rotativo vallisoletano, sino de la gran mayoría de la prensa española. «Es hora de defender la honra nacional (…); es hora de demostrar que el corazón español sigue en su sitio, allí donde latía cuando cien legiones invadieron la Península para intentar en vano doblegar las energías de nuestra raza». El decano de la prensa española, que había acogido con frustración la concesión de la autonomía a Cuba tras la guerra de 1895, estaba convencido de que los «yankees» no tenían nada que hacer frente a la Armada Española. «A la guerra. Hable la fuerza», se titulaba un artículo publicado el 19 de abril de 1898; la miopía del redactor era tal, que no dudaba en aventurar una victoria española con relativa facilidad. «Tenemos la razón, y la razón es ya una fuerza poderosa; pero además tenemos una escuadra que bien puede batirse con la yankee, y un ejército muy superior al suyo. Tenemos sobre todo más corazón, somos el pueblo del general ‘No Importa’». Todo se precipitó al estallar el Maine, aquel acorazado de guerra que Estados Unidos había enviado a Cuba con la excusa de salvaguardar los intereses de sus ciudadanos en la isla. Ocurrió el 15 de marzo de 1898 y, según parece, obedeció a un fallo en las calderas del barco. Pero enseguida la prensa sensacionalista norteamericana, propiedad del magnate William Randolph Hearst, alentó la teoría de la agresión española. Era una declaración de guerra encubierta. El ultimátum estadounidense no se hizo esperar, exigía al Gobierno español la retirada de la
Voladura del Maine publicada por ‘La Ilustración Ibérica’. isla. No había escapatoria. Aunque los españoles combatían razonablemente bien por tierra, nada podían hacer ante la superioridad manifiesta de la Armada norteamericana. A finales de abril, pese al empecinamiento patriótico de la prensa de nuestro país, la guerra ya se decantaba del lado enemigo. El 1 de mayo, los españoles sufrían una severa derrota en la lla-
El Norte de Castilla tildó de «raza enteca, desmedrada, enfermiza» que «solo sirve para la burda labor del caciqueo» a los gobernantes
mada batalla de Cavite, en Fili-pinas, que El Norte bautizó como «glorioso desastre». ó La siguiente derrota ocurrió uen Santiago de Cuba, el 3 de juulio de 1898. La realidad era mucho más cruda que la utópica voluntad del periodista: «Pare-ce que es la hora insoportable de la gran debacle», reconocía el decano de la prensa española; «obra de una serie de enormidades de todo género, es enorme también el resultado. Excede a cuanto pensarse pudo. Los imbéciles, los inútiles, los vejestorios, los politicastros, que en tal estado de defensa nos colocaron, deben estar horrorizados de sí mismos», podía leerse el 6 de mayo. Santiago de Cuba se rindió el día 16; poco después comenzaría la lucha en suelo de Puerto Rico. Pese a las victorias parciales de las tropas españolas, la superioridad norteamericana terminará conduciendo al Tratado de París, de 10 de diciembre de 1898, por el que
EXPLOSIÓN DEL MAINE El 18 de febrero de 1898 el periódico informó del estallido del acorazado de guerra estadounidense Maine, hecho que desencadenó la Guerra de Cuba.
España concedía la independencia a Cuba y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. El Norte de Castilla no tardaría en culpar de la derrota a los políticos del momento, principales sostenedores de un sistema viciado por las componendas, el caciquismo y el fraude electoral. «Gobernantes imprevisores, políticos más duchos en las dudosas artes del caciquismo interior que en las grandes empresas de patriotismo, nos han traído a este trance», puede leerse en el rotativo el 4 de mayo de 1898. «Raza enteca, desmedrada, enfermiza, la de nuestros políticos, solo sirve para la burda labor del caciqueo, para la lucha ruin de encrucijadas en que se ganan o se pierden pingües prebendas», opinaba 24 días después. El presidente del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, se convierte en la diana preferida del rotativo y la paz acordada, que todavía en julio se rechaza, es desesperadamente rogada a finales de septi tiembre: «Cédase, véndase lo q la rapiña yanqui nos deje, que p pero no tentemos a la desgracia p poniéndola en ocasión de asesta tarnos un último mandoble». Las nefastas consecuenci del llamado Desastre del cias 9 no se harían esperar en Va98 ll lladolid; no en vano esta ciudad e capital del comercio harineera ro hundido estrepitosamente ro, tr la pérdida de las colonias. tras D ahí que el Ayuntamiento De n escatimara esfuerzos en pro no d Ejército español. Además del d impulsar una contribución de ci ciudadana a favor de las tropas q luchaban en las colonias, que e los meses de febrero y abril en p protestó expresamente contra q quienes culpaban a España del h hundimiento del Maine, al ti tiempo que hacía público su ap apoyo al Gobierno. Al contrario que los vallisol letanos de a pie, un tanto indiferentes ante la llegada de repatriados en situación lamentable, el Consistorio se volcó en campañas solidarias y gestos de clara impronta material, entre ellos la concesión de una subvención a la Cruz Roja y la donación de una peseta diaria para cada soldado vallisoletano inutilizado por enfermedad o herida.