El cuento, un género que sigue en auge

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Sábado, 17.10.15 Número CCXV

SOMBRA CIPRES LA

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El cuento, un género que sigue en auge Gonzalo Calcedo vuelve al relato con ‘Las inglesas’, que se suma a la buena cosecha de Nuria Barrios, Clara Obligado o Pedro Sorela [P3]

Con motivo de la celebración de la 60 Semana Internacional de Cine de Valladolid, La Sombra del Ciprés se despide de sus lectores hasta el 14 de noviembre

:: ILUSTRACIÓN MIKEL CASAL


2 LA SOMBRA

Sábado 17.10.15 EL NORTE DE CASTILLA

DEL CIPRÉS

«El aforismo es esa voz que se inclina ante el otro y le cuenta en voz baja motivos personales»

José Luis Morante.

Mario Pérez Antolín.

Quintaesencia poética, cirugía de lo superfluo Mario Pérez Antolín y José Luis Morante se afincan en el aforismo con ‘Oscura lucidez’ y ‘Motivos personales’

CARLOS AGANZO

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a impudicia es el rasgo característico de nuestra época. La transparencia nos acostumbra a la observancia, razón por la cual cuanto más enseñemos más acataremos». Con qué economía de palabras y con qué oscura lucidez nos desmenuza Mario Pérez Antolín (Backnang, Alemania, 1964) la dinámica del poder en una era como la nuestra, definitivamente marcada por el exhibicionismo de Narciso. Éste, sin embargo, es uno sólo de los centenares de aforismos que se recogen en el volumen ‘Oscura lucidez’, en realidad la suma de seis libros dedicados a este género que, seguramente amparado en esa misma impudicia que promueven las redes sociales bajo el pretexto de la comunicación global, vive en nuestro país y

en nuestra hora un innegable momento de esplendor y de complicidad con el público. El humor, la poesía disfrazada de filosofía y la filosofía travestida en crítica política y social son las sustancias esenciales con las que el escritor vallisoletano, afincado desde hace largo tiempo en Ávila, compone su particular fórmula del aforismo, en la tercera entrega de una serie que comenzó con ‘Profanación del poder’ para continuar más tarde con ‘La más cruel de las certezas’, dos libros que le han permitido instalarse definitivamente en un territorio que cuenta cada día con más lectores. Eso, y la tentación permanente de alargar la eficacia y la certeza del aforismo, seguramente engolosinado en la oferta sensorial de la palabra, para convertirlo en pe-

queñas entregas de prosa poética, que conviven perfectamente en el conjunto del libro. «Se necesita una mezcla de poeta de la quintaesencia y de cirujano de lo superfluo para realizar esta labor de síntesis y, al mismo tiempo, de reflexión crítica», escribe en el pró-

logo de ‘Oscura lucidez’ Joan Subirats, quien alaba, sobre todos los méritos del libro, su indudable vocación política. Baste, como muestra, la siguiente consideración: «¿Qué les sucede a algunos sistemas para que en un determinado momento sus dispositivos de defensa ataquen el organismo

OSCURA LUCIDEZ

MOTIVOS PERSONALES

Mario Pérez Antolín. Baile del Sol Ediciones. Colección Textos del Desorden. Tenerife, 2015.

José Luis Morante. La Isla del Siltolá. Colección Aforismos. Sevilla, 2015.

que deberían proteger? Los mercados financieros están consiguiendo lo que el socialismo revolucionario no logró: descapitalizar el capitalismo mediante una sobreexcitación descontrolada de las respuestas. La enfermedad autoinmune es más letal en las sociedades, a la postre, que los traumatismos». Sin abandonar el reino de la distancia corta, otro poeta transferido al mundo de los relámpagos literarios, José Luis Morante, ha presentado también recientemente su segundo libro dedicado al género, ‘Motivos personales’, que sucede al volumen publicado en Mérida, en 2009, ‘Mejores días’. Efectivamente, en el caso de Morante sobre la vocación filosófica o política lo que prevalece en la selección de los aforismos son los ‘motivos per-

sonales’ del autor: sus vivencias, sus lecturas, sus visiones, desprendidos en esta ocasión del formato del poema y acomodados con enorme naturalidad al tempo y a la temperatura del aforismo: «Hablar poco es lo natural –le presta la cita Lao Zi–. Por eso el torbellino no dura toda la mañana ni dura todo el día la tormenta». Junto a la reflexión y a la lucidez, hay pues mucho de búsqueda de la belleza y la contundencia de la propia palabra en este nuevo libro de Morante, abulense de El Bohodón seriamente comprometido con la vida cultural de Rivas, la localidad madrileña donde vive. «Acaso, esto y aquello –como nos dice–. Marejadas, borrascas, nubes y claros. Meteorología de poeta». Pero también hay una gran cantidad de ingenio dedicado a ofrecerle al lector fragmentos, destellos, de las innumerables lecturas y autores frecuentados por el escritor, desde Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo hasta Nicanor Parra y Luis García Montero, pasando por paradigmas del género meteórico como Ramón Gómez de la Serna, José Bergamín o los «aerolitos con sonrisa» de Carlos Edmundo de Ory. O Julio Cortázar, que le «exigía al cuento esfericidad y autosuficiencia. Cualidades que deben reproducirse en el poema». Y en el aforismo. «Tras más de dos décadas de escritura entre poesía, crítica y autobiografía –nos dice José Luis Morante– he adquirido algunas certezas que iluminan el camino de vuelta. Mis certezas colindan con interrogaciones y no rehúyen dédalos e incertibumbres». Oscura lucidez, luz concomitante del relámpago que marcan el vicio contagioso del deslumbramiento íntimo. «Al cabo el aforismo –afirma Morante– es esa voz que se inclina hacia el otro y le cuenta en voz baja motivos personales».


CUANDO BRILLA LA BREVEDAD

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Calcedo y la pericia del narrador en corto El autor palentino publica ‘Las inglesas’ en un momento floreciente del cuento, con obras de Pedro Sorela, Clara Obligado o Nuria Barrios ANGÉLICA TANARRO

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El libro de Calcedo llega en un momento excelente de la narrativa breve en español, con nombres que confirman las buenas expectativas creadas o que mantienen sus constantes literarias. Entre estos últimos, el de Clara Obligado que, recientemente aún, dio a la imprenta ‘La muerte juega a los dados’ (Páginas de Espuma’). Una cortazariana advertencia nos plantea dos maneras de leer el libro: saltando entre sus ‘capítulos’, tomados como relatos independientes, o siguiendo la delgada línea que los une hasta derivar en una apenas vislumbrada novela. Un juego con el que Obligado parece querer hacer ver al lector su pericia en el manejo de la trama y su habilidad para disponer las piezas de un puzzle en el que lo mejor es el discurso, el río narrativo, las palabras que manan como el fluido de las venas del cadáver en ‘La sangre’.

Adicciones

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a buena noticia no es que Gonzalo Calcedo (Palencia, 1952) haya vuelto al panorama editorial. (Es de esos autores silenciosos, poco dado a apariciones públicas y saraos literarios). La buena noticia es que ha vuelto por donde solía. Y donde solía es el cuento bien contado. El pulso, la sabiduría y la fuerza que eleva a primera categoría un género que poco a poco se va despegando del adjetivo menor. Calcedo –y no solo él, claro– hace grande al cuento. ‘Las inglesas’ (Editorial Menoscuarto) llega estos días a las librerías españolas confirmando su don de narrador al tiempo fluido y denso (fluido en la forma, denso en la intención), perspicaz e inteligente. Los cuentos que lo forman tienen un tema común, el peliagudo, espinoso, atractivo y conflictivo tema de la adolescencia. Nada más literario que esa etapa de la vida cuyo única meta es escaparse de ella, dejarla atrás. Ese tiempo en el que se tiene un pie en la infancia y otro en la edad adulta en el mejor de los casos, cuando no en un territorio fronterizo rodeado de alambradas que es difícil de superar. Calcedo, no sabemos si fijándose en los adolescentes que lo rodean, o en su propia experiencia lo retrata de forma magistral. Son los suyos adolescentes en permanente huida hacia adelante. Desaparecen sin dejar rastro, mueren o caen de golpe en una edad que habían imaginado de otra forma. En definitiva, la invisibilidad que es la seña de identidad de este periodo del desarrollo humano (invisibilidad sentida internamente, no real) es lo que Calcedo consigue hacer visible. Ese sentimiento mezcla de ansiedad y rebeldía, de abu-

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El escritor palentino afincado en Santander Gonzalo Calcedo. :: EL NORTE rrimiento y curiosidad se paladea en historias como ‘Tesoros’, ‘Lo que tuvimos’ o ‘Saab 900’. Y en ‘Las inglesas’ que titula y cierra el volumen y donde el regusto amargo recuerda el temblor de otras narraciones como ‘Las chicas de campo’ de Edna O’Brien. En

su desaliento, los protagonistas podrían haberse escapado de algunas historias de Alice Munro. Situados en un lugar indefinido y en un tiempo más o menos reciente (a ratos ‘suenan’ próximos, a ratos más lejanos), contienen en su del-

gadez estilística, en la sobriedad de sus planteamientos, en el afán por mostrar solo la médula, la espina dorsal de la historia, su universalidad. Estos adolescentes pueden ser cualquier adolescente, el pasado de la mayoría de nosotros aun en su diversidad.

El libro mantiene en alto el tono general, quizá se echen de menos los picos de brillantez que encontramos en otros libros del autor como ‘El prisionero de la Avenida Lexington’, pero estos dejan ganas de más. Inducen a buscar en su bibliografía pasada.

Entre los primeros, en el grupo de los que confirman las buenas sensaciones, el de Nuria Barrios con sus ‘Ocho centímetros’ de excelente narrativa. También en este caso el libro, publicado hace meses por Páginas de Espuma, es un conjunto unitario. De su mano accedemos a los barrios de chabolas donde se vende la droga, al mundo de los yonquis sin esperanza, a la angustiosa búsqueda de las familias que han perdido un vástago en la niebla de las adicciones arriesgadas, a los hospitales donde la frontera entre la vida y la muerte no es una entelequia sino algo que se respira en pasillos y salas de espera. Y todo contado sin dramatismos superfluos sin adjetivaciones excesivas, como una reportera precisa pero también empática, que no olvidara que ese mundo que describe no es un universo lejano sino algo hirientemente próximo. Se lee ávidamente, con la respiración contenida. Los vagos que pululan por el libro del periodista y escritor Pedro Sorela, ‘Lo que miran los vagos’ en realidad son gente contemplativa aunque errante, acostumbrada a captar el detalle a base de ensayar la inmovilidad en un perpetuo movimiento. Podría ser un libro de viajes, o un diario, o las memorias de un periodista de los que acostumbran a medir el mundo con los pasos contados en el pasillo de un avión. Y es todas esas cosas y ninguna. La descripción de un paisaje en la que se cuela una reflexión sobre la condición humana, o inhumana, el esbozo de una historia suspensa en el aire, que se queda temblando como las líneas de los dibujos que se intercalan en sus páginas. Lo ha publicado Menoscuarto y es una lectura absolutamente recomendable.


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Antologías recientes del cuento español

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l cuento español disfruta de buena salud, y quiero recordar unas cuantas antologías que muestran el indudable interés de los estudiosos y el vigor del género en las postrimerías del siglo XX y en los arranques del siglo XXI. En 1993 aparecen tres muy significativas: ‘Antología del relato breve español 19751993’, de Fernando Valls (Espasa–Calpe, col. Austral). Acompañado de un prólogo ilustrativo, el libro recoge la obra de 25 autores que, según el antólogo, muestran «el renacimiento del cuento en Es-

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paña». Con ella, ‘Cuento español contemporáneo (Editorial Cátedra) de Angeles Encinar y Anthony Percival, en la que se presentan cuentos de 21 autores. Otra antología interesante de 1993 es la editada por Joséluis González y Pedro de Miguel bajo el título ‘Últimos narradores. Antología de la reciente narrativa española’ (Hierbaola Ediciones). En 1994, el significativo representante de la Generación de los 50 Medardo Fraile publica una antología llamada ‘Cuento español de posguerra’ (Editorial Cátedra) en la

JOSÉ MARÍA MERINO

que incluye a algunos entonces venerables autores junto a otros ya más propios de la estricta posguerra, como los de la Generación de los 50 y alguno de más recientes generaciones. En 1995, Ángeles Encinar publica ‘Cuentos de este siglo, 30 narradoras españolas contemporáneas’ (Ed. Lumen) donde aparte de las más vete-

ranas, y de muchas ya incluidas en las antologías citadas, entran nuevas escritoras. En 1997, Ediciones Lengua de Trapo publica ‘Páginas amarillas’, una antología de cuentos escritos en castellano por 38 escritores españoles nacidos entre los años 1960 y 1971. Responsable de la antología y del estudio que la precede, con el título ‘La agonía del siglo o la desaparición de las certezas’, es Sabas Martin. En 1998, Juan Antonio Masoliver Ródenas y Fernando Valls publican la antología ‘Los cuentos que cuentan’ (Editorial Anagrama) en la que

se recoge la obra de 21 autores. Aparecen nuevos nombres y la muestra es también diversa y en ella conviven el realismo y el expresionismo, aunque apenas aparece lo fantástico. En el año 2002, Andrés Neuman publica ‘Pequeñas Resistencias’, Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma) libro en el que reúne a 30 autores, con varios cuentos cada uno, hasta componer un conjunto de 70. Hay que señalar la presencia de numerosos autores de lo que pudiéramos llamar nuevas generaciones y la aparición de au-

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1. Pedro Sorela. :: JOSÉ RAMÓN LADRA 2. Samanta Schweblin. :: RAMÓN GÓMEZ 3. Clara Obligado. :: EL NORTE 4. Nuria Barrios. :: FERNANDO ALVARADO 5. Eloy Tizón. :: ELNORTE 6. Cristina Fernández Cubas. :: MARTA PÉREZ

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tores hispanoamericanos afincados en España, lo que supuso una comunicación afortunada de las ‘dos orillas’. Que lo fantástico se iba normalizando lo demuestra la antología ‘La realidad oculta. Cuentos fantásticos españoles del siglo XX’, de David Roas y Ana Casas (Menoscuarto Ediciones, 2008). Los autores de la antología designan como tiempo de normalización de lo fantástico las dos décadas que median entre 1980 y 2000, e incluyen a muchos nuevos escritores españoles, indicando en el prólogo la singularidad de cada cuento que inte-


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gran en la antología. Incide en esta «normalización» de lo fantástico el libro ‘Perturbaciones, Antología del relato fantástico español actual’, de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Editorial Salto de Página, 2009). Esta presencia de lo fantástico convive pacíficamente con el cuento escrito desde otras perspectivas. En el año 2010, Gemma Pellicer y Fernando Valls publican la antología ‘Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual’. (Menoscuarto ediciones). En total se agrupan en ella 35 cuentos, de los cuales cinco pueden considerarse fantásticos. La antología, que además de los cuentos incluye breves biografías de cada autor con su particular poética, viene precedida de un prólogo, ‘Relatos para un nuevo siglo’.

Por último citaré la antología más reciente, ‘Cuento español actual’, publicada por Ángeles Encinar en el año 2014 en la editorial Cátedra, que abarca el período entre el año 1992 y 2012 y que supone una continuación de la que la antóloga publicó en 1994 en colaboración con Anthony Percival y en la misma editorial. La antología, que reúne 38 autores –23 hombres y 15 mujeres– está precedida por un estudio de la situación del cuento en España en estos momentos. Mas no quiero dejar de hacer alusión a un fenómeno que se ha producido dentro de la narrativa breve en los últimos años en España, y es la consolidación del microrrelato, minicuento, minificción o ficción brevísima, que con estas

y otras denominaciones se lo conoce, recogido también en varias antologías. Pionera en la materia entre nosotros fue ‘La mano de la hormiga’, subtitulada’Los cuentos más breves del mundo y de las literaturas hispánicas’, que publicó Antonio Fernández Ferrer en 1990 (Fugaz, ediciones universitarias) en el que se reúnen más de 250 cuentos de los autores más insospechados, pero donde se incluyen, con escritores de otros orígenes, hispanoamericanos y españoles estrictamente contemporáneos. Otra antología precursora en el tema fue ‘Por favor, sea breve’ –consta de dos volúmenes: el primero apareció en 2001 y el segundo en 2009– de Clara Obligado (Páginas de Espuma), que incluye más de

150 autores y autoras, desde una perspectiva integradora de las microficciones en lengua española. La ‘Antología del microrrelato hispánico’, de David Lagmanovich (Menoscuarto ediciones, 2005) incide en ese sentido de incluir textos en español «sin falsos nacionalismos», como apunta en el prólogo, y el libro es ejemplar en la comunicación entre la creación literaria en español por encima de fronteras y continentes, pues estudia un riguroso panorama del género, abundante en ejemplos. Otro libro interesante en el mundo del minicuento es ‘Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español’, que publicó Fernando Valls en 2008 (Editorial Páginas de Espuma) donde analiza con mu-

La antología de Lagmanovich incluye microrrelatos en español «sin falsos nacionalismos»

chos ejemplos, narradores españoles que han cultivado el género entre 1942 y 2005. En el año 2010, en Sial Ediciones, Ángeles Encinar y Carmen Valcárcel publicaron ‘Más por menos. Antología de microrrelatos hispánicos actuales’. En esa línea de apertura de un espacio común para la narrativa ultracorta en español, las autoras reúnen textos de 48 escritores y escritoras ‘en ejercicio’ de ambos lados de Atlántico. El último libro que debo recordar a propósito de la materia es ‘Antología del microrrelato español (1906-2011) El cuarto género narrativo’, publicado por Irene Andres-Suárez en 2012 (–Editorial Cátedra) desde lo que la antóloga llama ‘Primeros pasos’ hasta el siglo XXI.

Un recorrido por autores y libros

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on best-seller libros de géneros minoritarios, el cuento, el teatro o la poesía? No es la norma, pero hay casos: los cuentos de ‘Los girasoles ciegos’ (2004), de Alberto Méndez. Desde finales del siglo XX y en el XXI el cuento está en una buena situación. Coinciden una serie de circunstancias: autores decididos a practicarlo, editoriales especializadas, suplementos culturales, monográficos de revistas, antologías y lectores aficionados. La cosecha de los últimos tres años es una prueba rotunda. La variedad de temas y técnicas, de aproximaciones al género es el denominador común. Hay cuentos fantásticos, de ciencia ficción, realistas, surrealistas, del absurdo, metaliterarios y experimentales; y con las publicaciones se comprueba un hecho enriquecedor: la convivencia de autores de distintas generaciones. ‘La trama oculta’ (2014), de José María Merino, es un libro que ejemplifica la diversidad. En él se agrupan cuentos realistas, fantásticos y microrrelatos, y desde la ficción se desvelan aspectos de la realidad ignorados, ocultos o inconscientes. Lo inquietante e irracional invade nuestro mundo en los relatos de ‘La habitación de Nona’ (2015), de Cristina Fernández Cubas, otra asidua de lo fantástico, para hablarnos de la vejez engañosa, de relaciones entre arte –pintura y literatura- y realidad, de la necesidad de refugio en espacios imaginarios o del deseo de regresar al pasado feliz. Desde una perspectiva absurda y surrealista, con tramas fabulosas y reales, Julia Otxoa profundiza en una

ÁNGELES ENCINAR

Profesora de de Literatura Española en la Saint Louis University. Campus de Madrid

Hay cuentos metaficcionales, audaces, que provocan la introspección, otros son fragmentos de vida Autores, editoriales y lectores aficionados contribuyen a la buena salud del cuento

temática universal centrada en el ser humano y el mundo actual en ‘Escena de familia con fantasma’ (2013). Ángel Olgoso se basa en lo insólito y lo inexplicable para crear historias sobrenaturales, oníricas o metafísicas y, con una prosa precisa, construye atmósferas misteriosas, obsesivas o incomprensibles en ‘Cuentos de otro mundo’ (2013) y ‘Breviario negro’ (2015). Eloy Tizón es autor de libros celebrados por la crítica especializada y por los lectores. Con el último, ‘Técnicas de iluminación’ (2013), vuelve a demostrar su maestría. Se trata de un libro vanguardista: historias con afán experimental, sin anécdota, donde la prosa lírica e impresionista adquiere el protagonismo; otras con un contenido narrativo claro pero inquietante, como el magnífico ‘Ciudad dormitorio’ cuyo misterio sin resolución apunta sobre todo a la descripción de la soledad y la vida frustrante del personaje; y relatos de parejas, de sus aspiraciones y fracasos, de nuestra sociedad, a la postre, que reconocemos gracias al sugerente enfoque del escritor. ‘Bulevar’ (2013), de Javier Sáez de Ibarra, es también un libro innovador –el desplegable de ‘Una historia reciente’ es un buen ejemplo. Hay cuentos metaficcionales, audaces, que provocan la introspección, pero otros son fragmentos de vida transmutados en ficción: relaciones familiares, soledad y angustia en la ciudad, abandonos, miedos y recelos. De dolor, de adicción, enfermedad y muerte tratan los relatos de Nuria Barrios en ‘Ocho centímetros’ (2015), y lo hace con intensidad y ten-

sión, pero con un tono capaz de superar la inmediatez de las experiencias y llevarnos a la abstracción del sufrimiento humano en situaciones límites. Extremas son todas las anécdotas narradas en ‘Siete casas vacías’ (2015), de Samanta Schweblin, donde cordura y locura se yuxtaponen en la vida cotidiana. Fue volumen ganador del Premio Ribera del Duero, como también dos años antes el de la mexicana Guadalupe Nettel, ‘El matrimonio de los peces rojos’ (2013), relatos con anécdotas insólitas y atmósferas desconcertantes que relacionan conductas humanas y animales. Ya nos había impresionado la autora con ‘Pétalos y otras historias incómodas’. Hibridez lingüística y genérica se manifiesta en los cuentos de ‘La muerte juega a los dados’ (2015), de Clara Obligado, donde se invita al lector a participar en el juego del artificio literario. Y el barcelonés David Roas nos lleva a Perú en ‘Bienvenidos a Incaland’ (2014). Los que hayan visitado aquellas tierras disfrutarán con los destellos especulares de estos relatos contados con un humor rayano al disparate en ocasiones, o con unos personajes que asumen lo inexplicable de una realidad deformada sin cuestionársela. Los libros de cuentos de Juan Bonilla confirman su talento. ‘Una manada de ñus’ (2013) nos lo reafirma. El tema de la adolescencia, plagada de ilusiones, expectativas y fracasos, unifica estas historias, situadas en tiempos y espacios diferentes, que presentan estructuras y tramas bien organizadas sin abandonar nunca la ironía y el humor característicos de su estilo, así

el acertado símil entre ñus y adolescentes. Algunas anécdotas parten de vivencias personales. Pedro Zarraluki cultiva el cuento desde hace años, aunque no se prodiga. ‘Te espero dentro’ (2014) ofrece una gavilla de historias con una prosa depurada y una mirada de ternura hacia sus personajes, con experiencias que dejan huella. ‘Solitario empeño’ (2015) es el último libro de Cristian Crusat, donde sigue mostrando una voz original y unos intereses literarios de gran alcance. En escenarios tan distintos como Sarajevo, Estepona, París o Londres sitúa a sus personajes, hombres y mujeres de nuestro mundo, inmersos en experiencias de soledad, amor, enajenación, o búsquedas de identidad que, casi siempre, les desconciertan o terminan en fracasos. Un tono filosófico y reflexivo se impone, y lo metaliterario ocupa el primer plano en algunas historias. También lo metaficcional abunda en’ Caminos anfibios’ (2014), de Ernesto Calabuig. Consideraciones culturales y psicológicas se imbrican en estos relatos con personajes y paisajes extranjeros, predominantemente germánicos; el paso del tiempo, el ser que fuimos y el que somos, es tema recurrente. Destaca el estilo de Vicente Valero, su lenguaje exquisito y evocador, al recrear un momento crítico de la vida de tres poetas célebres en ‘El arte de la fuga’ (2015). Concluimos con una primicia: la reedición de ‘Flores de plomo’, de Juan Eduardo Zúñiga, brillante homenaje a la figura de Larra realizado por uno de los mejores cuentistas actuales. No se lo pierda.


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Si me preguntan qué es la acción... E

n mayo de 2014, la Universidad alemana de Potsdam organizó, en el palacete que guarda los archivos de Theodor Fontane, el autor de ‘Effi Briest’, un congreso sobre poesía en español, con amplia presencia de ponentes latinoamericanos jóvenes junto a autores de más larga trayectoria; si las intervenciones tuvieron algo en común fue la frecuente mención del trabajo crítico de Eduardo Milán, que allí estaba también, con su impulso conversador, su humor y su melancolía. Nacido en Rivera, Uruguay, en 1952, residente en México desde 1979, tras varias décadas explorando el mapa poético de Latinoamérica, Milán aparece como la referencia decisiva para conocerlo, quizá la única capaz de ofrecer una perspectiva de conjunto, por encima de las fronteras nacionales, e igualmente atenta al lado de acá del Atlántico. Desde Darío y las primeras vanguardias a la lectura temprana de un poeta excepcional como el argentino Viel

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Temperley o la percepción del ‘neobarroco’ como la última corriente de alcance continental, pasando por la poesía concreta brasileña o las figuras polémicas y poderosas de Paz o Parra, Eduardo Milán ha venido interrogando este espacio con rigor. Si tuviera que quedarme con tres rasgos que definan esta labor crítica, diría, primero, que su acercamiento a los

El poeta y crítico Eduardo Milán. :: CARMELO LATTASSA

poemas sabe ir siempre en paralelo con la pregunta sobre la poesía, el ‘género sin nombre’, el que no deja de reinventarse desde que se impregnó de la actitud de las vanguardias. Que, segundo, no asume de por sí las aparentes continuidades, los valores establecidos o las categorías en circulación, no se refugia en postulados ni conclusiones, sino que pone de relieve lo problemático, detecta el punto preciso en que la lengua se busca cada vez a sí misma de una forma nueva. Y, tercero, que muestra un desusado deseo de abarcar, de considerar la realidad social y política, la historia y la cultura, de cuestionarse lo que es y lo que ha sido Latinoamérica, a la vez que su poesía; si para la crítica se pudiera emplear esta expresión, calificaría de ‘epopeya’ el esfuerzo de esta mirada por seguir siendo una y total mientras su objeto se fragmenta en la diversidad de los días, de los problemas y contradicciones. Y esa mirada global, como heroica, no ha sido nunca autoritaria ni precep-

tiva, preserva siempre lo concreto de la lectura, pone de relieve las zonas de quiebra, la posibilidad de ser-de-otromodo en cada momento. Los libros que recogen esta ‘épica de la crítica’ se llaman, por ejemplo, ‘Resistir’, ‘Justificación material’, ‘Crítica de un extranjero en defensa de un sueño’, ‘Ensayos Unidos’, ‘Sobre la capacidad de dar sombra de ciertos signos como un sauce’, ‘No hay, de veras, veredas’. El poder analítico de Eduardo Milán tiene, sin duda, una clave: la de que es un gran poeta, sus poemas van por delante, marcan el camino. Singulares, característicos y siempre imprevisibles. «La palabra interior, no vista / ni victoriosa, sin distancia / ni comienzo, suspendida en su pérdida / ante los ojos». Palabras que tienen vida y son la propia vida: los poemas son lugares de existencia, lugares potentes de reflexión, cuenco de lo que va pasando, surco de las noticias, y el reto de situarse entre todo ello: «El problema era pensar, el poe-

ma era pensar, / encontrar, entre dos vacíos, algo / que se parezca realmente a un pensamiento». En la escritura de Milán, un flujo verbal es movido por una energía fonética, por cómo suenan y resuenan entre sí las voces; las repeticiones y las digresiones componen una continuidad que arrastra, aunque en su curso vayan rasgándose los nexos, las junturas; el significado dura solo un instante antes de mutar a otra acepción, activos todos los sentidos en el espesor de la palabra ‘normal’. Un hilo que nunca se corta, aunque se mueva deshilándose, deshilachando: «lo que no se ve es el ovillo»; es el hilo sin ovillo de una libertad desarraigada. Milán tiene muy presentes a los trovadores provenzales, en quienes ve el origen de la autonomía del poema, de su concepción como ‘mundo’, y cabría describir sus textos con un término que ellos usaban: entrebescament, trama de hilos, entrelazado sin fin. Escribía Alberto Girri, el gran poeta argentino: «No se conoce / de poemas instalándose / en el triunfo de estar hechos», y esta sería también la poética de Milán, la de una forma que resulta puro movimiento, que va dejando sobre la mesa surcos verbales recorridos y por recorrer, reales y virtuales, múltiples y únicos. Uno de sus libros se titula ‘Habla’ y, más que un requerimiento dirigido al interlocutor, veo en él la individualidad de la palabra, el ‘acto de habla’ que el poema traza cada vez fuera de códigos. Tan vallejiano Milán, en esa produc-

Milán es un gran poeta, sus poemas van por delante, marcan el camino, imprevisibles Su poesía va dejando sobre la mesa surcos verbales recorridos y por recorrer

ción de un ‘habla’ que César Vallejo mostró como escritura. Lo imprevisible: «No repetir quería decir búsqueda permanente, no tranquilidad, sospecha del poeta en cuanto ‘poeta’, imprevisibilidad. Quería decir, en una palabra: poesía». Recuerdo ahora cómo Paolo Virno, en ‘Virtuosismo y revolución’, parafraseaba el conocido razonamiento que Agustín de Hipona refería al tiempo: «En nuestros días, nada parece tan enigmático como la acción. Podríamos decir, a modo de chiste: si nadie me pregunta qué es la acción política, creo saberlo; si tengo que explicarle lo que es al que me hace la pregunta, ese supuesto saber se disuelve en una cantinela inarticulada». Y después propone como la única acción posible el ‘éxodo’ fuera de los límites del Estado: «Nada es menos pasivo que la fuga. El ‘éxodo’ modifica las condiciones en que tiene lugar el conflicto, más que presuponerlas como un orden fijo; modifica el conflicto en que se inscribe un problema, en lugar de afrontar este último eligiendo tal o cual alternativa preestablecida. Consiste en una invención sin prejuicios que altera las reglas del juego». Pensé en Milán al leerlo, porque venía a coincidir con su práctica, y también lo evoqué ante la enumeración que hace Virno de palabras núcleo: «Desobediencia, Intemperancia, Multitud, Ejemplo, Derecho de Resistencia, Milagro». Pensé en toda la reflexión de Milán sobre el exilio, como nudo poético y político, que antes fue y es existencial; en su pulso mantenido al margen de la institución académica y la estabilidad laboral; en su continuo poder de ver ‘fuera’. Y, a la vez, de implicarlo todo: «Salirse / del área propuesta, airearse con viento salobre, / no es palabra de este tiempo. Este es un tiempo seco. / Hay otras palabras de este tiempo: bronca, / bruno, blanca, generalizada hambruna, / odio en lugar de oído, en lugar de virtud, / virtual –sustituir: ritual que no acepta la esperanza». La esperanza que es su acción.


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LOS DIRECTORES QUE HICIERON HISTORIA

Goran Paskaljevic: desde los Balcanes, con pasión FERNANDO LARA

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adie mejor que Goran Paskaljevic para cerrar esta serie de artículos sobre cineastas especialmente ligados a la Semana de Cine de Valladolid. Porque es el director más laureado del Festival, el único que ha obtenido tres veces la Espiga de Oro, con ‘La otra América’ en 1995, ‘Optimistas’ en 2006 y ‘Lunas de miel’ en 2009. Por encima incluso de Ingmar Bergman, que ganó también tres veces, pero Lábaros de Oro en la etapa en que era Semana de Cine Religioso y de Valores Humanos. También Valladolid vivió en 1996 la primera retrospectiva completa de su obra hasta ese momento, lo que después fue repetido por numerosos certámenes e incluso por el MoMA de Nueva York. Repasando su trayectoria y entre los dieciséis largometrajes que ha realizado Paskaljevic, desde ‘Un vigilante de playa en invierno’ en 1976 hasta ‘Al nacer el día’ en 2012, creo que hay que diferenciar dos etapas. La primera muy influenciada por la ‘Nova Vina’, la Nueva Ola checoslovaca (él estudió en la prestigiosa FAMU de Praga), e incluso el neorrealismo, movimiento del que era gran admirador, sobre todo de ‘Ladrón de bicicletas’. Paso a paso, a través de filmes como ‘El perro que amaba los trenes’, ‘…Y los días pasan sobre la Tierra’, ‘Tratamiento especial’, ‘El engañoso verano del 68’, ‘El ángel de la guarda’, ‘Tiempo de milagros’, ‘Tango argentino’ –todos los cuales se vieron en la retrospectiva vallisoletana–, o la premiada ‘La otra América’,

Goran Paskaljevic, en la Seminci de 2012, ante el cartel de su película. :: HENAR SASTRE el cineasta serbio fue configurando una filmografía con estilo propio y que se ha caracterizado como «la tragicomedia humana», precisamente el título del libro de Ron Holloway que le dedicó la Semana. Es decir, con una fusión de elementos trágicos y cómicos sobre personajes que nos resultaban creíbles y cercanos, personajes muchas veces marginales, «parias de la fortuna», perdedores que sufrían unos embates que les superaban y les impedían integrarse realmente en la sociedad en la que vivían. Pero

tratado todo ello de manera emotiva, con un fuerte sentido del humor y un hálito de esperanza que les permitía a esos personajes algún tipo de salida. Son rasgos típicos de la obra de Paskaljevic, pero también cabe percibirlos como profundamente arraigados en las diversas modalidades de la cultura de su país. El punto de giro llega en 1998, cuando realiza ‘El polvorín’, también llamada ‘Cabaret Balkan’, inicio de su ‘Trilogía serbia’, proseguida con ‘El sueño de una noche de invierno’ y ‘Optimistas’.

En medio ha sucedido nada menos que la Guerra de los Balcanes y la violenta explosión de un ultranacionalismo que había estado contenido durante el largo periodo de gobierno del Mariscal Tito. Son películas que hablan de la devastación física y moral de un país, la exYugoslavia, y del irracional deseo de expansión y dominio por parte de Serbia, iniciado durante el periodo del presidente Milosevic. Paskaljevic vive exiliado de su país entre 1992 y 1998, cuando regresa para hacer ‘El polvorín’, y está todavía conside-

rado oficialmente como un «traidor a la patria» o, cuando menos, «altamente sospechoso». Para entonces, y como no podía ser de otra forma, Paskaljevic ha cambiado muy profundamente. Ya no es el esperanzado humanista de la etapa anterior, ni su humor es el mismo, ahora teñido de acidez e incluso crueldad. Se diría que ha hecho suya la frase de Voltaire en ‘Cándido’ (libro en el que se basan las cinco historias de ‘Optimistas’): «Optimismo es la locura de insistir en que somos todos buenos,

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cuando todos somos miserables»… Ya no se trata de componer más o menos amables panorámicas sobre pobres seres humanos, sino de denunciar hasta qué punto pueden ser llevados a la barbarie y a la irracionalidad como individuos y como colectivo. Él mismo ha dicho que sus películas se han vuelto «más políticas», pero no por voluntad propia sino porque es la política, la guerra, la confrontación, lo que ha irrumpido en las vidas de millones de personas. Ese Paskaljevic ‘distinto’ también se había podido observar en ‘Cómo Harry se convirtió en árbol’, rodada en Irlanda en medio de la ‘Trilogía serbia’. Y se percibiría claramente en ‘Lunas de miel’: si se hace una comparación entre esta y ‘La otra América’, se comprobará hasta qué punto ha variado su punto de vista sobre un tema básico en nuestro mundo como es la emigración. Mientras en ‘La otra América’ los emigrantes en Nueva York llegaban a un cierto grado de felicidad cotidiana basada en la solidaridad entre ellos, en ‘Lunas de miel’ no existen posibilidades de solución para dos parejas que buscan emigrar a la «tierra prometida» de Europa Occidental. Hasta llegar a la espléndida ‘Al nacer el día’, programada en la Semana de 2012, en la que Paskaljevic –aunque siempre pasional– muestra una cierta serenidad, un cierto equilibrio donde la memoria personal e histórica juegan un papel esencial y donde también su autor se adentra en un nítido clasicismo estilístico. Habrá que comprobar si sigue en esa línea con ‘Dev Bhoomi’ (‘Tierra de Dioses’), que este año ha rodado en una zona cercana al Himalaya y en la que narra la historia de un hombre ya mayor que, después de cuarenta años en Inglaterra y sintiendo aproximarse la ceguera, regresa a su tierra india de origen. Hablaremos de ella dentro de unos días en Valladolid, donde Paskaljevic se encuentra «como en su propia casa», en «su Festival preferido», al que esta vez acude como presidente de un Jurado Internacional en el que me siento feliz por participar junto a él.


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s Pierre Restnay quien en octubre de 1965 y en su Galería J (creada con su esposa Jeannine de Goldschmidt en París) organiza el ‘Homenaje a Nicéphore Niepce’, exposición en honor al inventor de la fotografía que se convierte en el manifiesto del Mec Art (abreviación de Mechanical Art), manifiesto que firma un importante y variado grupo de artistas entre los que se encuentra Gianni Bertini. Bertini nace en Italia en al año 1922. Tras la Segunda Guerra Mundial, con 25 años y una licenciatura en Matemáticas, se dedica a su gran pasión cultivada de forma autodidacta desde los 12 años, la pintura, y comienza a acumular importantes premios. Incluso es invitado a la XXV Bienal de Venecia, el año en que Henri Matisse recibe el gran premio. Se convierte en un artista conocido en la onda del futurismo que aún triunfa en Italia. A pesar de ello su espíritu inquieto se incorpora a diferentes corrientes. En 1947 su obra es expresionista, sin embargo este provocador y generador de ideas cambia de rumbo y entre 1948 y 1949 pinta la serie de los ‘Gridi’ (‘Gritos’), inspirada por las palabras, cifras y señales de tráfico, una idea que adoptará Jasper Johns a partir de 1959. Después Bertini se unirá a los pintores milaneses del Arte Informal y de la abstracción geométrica del M.A.C (Movimento Arte Concreta), presentando las obras de este periodo en octubre de 1951 en la ‘Galleria Numero’ de Florencia en la que se puede considerar como primera manifestación de arte informal en Italia bajo el nombre de Arte Nuclear. Instalado en la capital gala a partir de 1951, se integra en la corriente informal de la escuela de París y un año después realiza en la galería Artaud su primera exposición individual. De 1954 a 1963 expondrá cada año en el Salón de Mayo. A partir de 1954 se inspira en la mitología y realiza obras como ‘El talento de Ulises’ o ‘El asunto Jason’. En 1957, forma parte del grupo ‘Espacios Imaginarios’ encabezado por Pierre Restany. Viaja mucho por toda Europa con exposiciones individuales y también a los Estados Unidos, donde trabaja con la Gres Gallery de Chicago. A comienzos de los sesenta, los collages de páginas de periódicos y de imágenes publicitarias, sobrecargados de elementos tipográficos han sustituido a la teatralidad y al color. Este será su periodo más importante en términos de producción y en el que Bertini termina por influir en toda la oferta artística general hasta el punto de que años más tarde dirá: «si usted hubiera venido en los años sesenta a preguntarme qué sucede en París, yo le habría respondido: París

De izquierda a derecha, ‘Sporotricose’ (1965), ‘Heraclides Hemostatique’ (1983), y debajo, ‘Hermes Voyageur’ (2005). soy yo». Y en realidad no exageraba y, por el contrario, mostraba una enorme generosidad y un afán de abrir nuevos caminos a otros artistas. Generoso y rebelde. Su reflexión sobre la sociedad a través de pinturas y collages integrando caracteres tipográficos y fotos de prensa no está exenta de provocación. En Venecia, en el año 1962 en la Galería Gritti, en una exposición sobre ‘El País real’, pinta sobre imágenes de banderas y pasaportes, lo que lleva al cierre de la exposición por parte de las autoridades. En 1963 su obra ‘Perros de guarda en venta’, sobre la que pega una foto de él mismo desnudo, es arrinconada en el fondo de una de las salas del Salón de Mayo y desencadena una disputa que se cierra con el fin de su relación con

los organizadores de la cita. Cercano al Nuevo Realismo por sus procedimientos de reproducción mecánica, continúa con su crítica social. Confronta imágenes de guerra, de aviones, motos y sobre todo de automóviles, con fotografías de pin-up o de deporte. Es Pierre Restnay quien en octubre de 1965 y en su Galería J (creada de la mano de su esposa, Jeannine de Goldschmidt) organiza el ‘Hommage a Nicéphore Niepce’, exposición que se convierte en el manifiesto del Mec Art. El grupo de artistas reunido es muy variado, con Beguier, Pol Bury, Jacquet, Nikos, Rotella y el propio Bertini. En Alemania habrá quienes adopten plenamente este nuevo marco como Wolf Vostell, o en Italia con Luca Patella. Utilizan el procedi-

Pionero de la provocación Hace medio siglo nacía el Mec Art, corriente artística de la que Gianni Bertini será su máximo representante, mezclando fotografía y pintura para reflejar un automóvil convertido en mitología

ARTE EN MOVIMIENTO SANTIAGO DE GARNICA


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miento de reproducción mecánica de fotografía sobre todo tipo de soportes: emulsión o serigrafía sobre lienzo, tejido o metal. Bertini, el más activo de este movimiento, fotografía durante una decena de años montajes que luego acompaña de partes pintadas. La idea del automóvil de carreras rugiente «más bello que la Victoria de Samotracia» parece transportada por Bertini al Pop Art como si de un verdadero renacimiento futurista se tratara abriendo nuevos caminos creativos. A este periodo corresponden obras como ‘Venere e idrógeno’ (1964), ‘Scampagnata’ (1966) o ‘Seguite quella ruota’ (1969). Con el Mec Art sugiere a Robert Rauschenberg la técnica de la transferencia fotográfica, tan querida por el pop art neoyorquino. Con sus desgarros de carteles y de periódicos, pegados en sus composiciones, entrega a artistas como Mimmo Rotella (el Andy Warhol italiano) o Raimond Hains las claves de sus ‘décollages’, una idea que cultivará diez años más tarde Bernard Rancillac. Son momentos de cambios culturales, sociales y políticos, y el arte busca nuevas fronteras. Bertini participa con Gerard Gassiot-Talabot y Pierre Gaudibert en la exposición ‘Le Monde en question’, para la que crea el cartel. En este periodo desarrolla su creatividad en campos muy diferentes, como el cine, el teatro o la literatura. Vuelve a Milán y en los años 70 funda dos revistas de poesía visual: en 1971, ‘ Mec’ y un año despues, ‘Lotta poética’. En el invierno de 1972 se aísla de la sociedad y casi como un ermitaño se pone e trabajar de nuevo en la pintura. Experimenta la necesidad de reencontrarse con los clásicos italianos de los siglos XVI y XVII. La serie de pinturas ‘Abbaco’, basada en la mezcla de géneros (Vírgenes con niños desgarrados por las balas) iniciada en 1976 busca reencontrar la presencia de la gran pintura a través de la utilización de la imagen fotográfica. ‘Ti aspetto a cena’, o ‘Il ritrovamento di Vulcano’ son trabajos de este periodo en que el automóvil está presente.

Hasta el final de su vida fue un espíritu libre, generoso y un enamorado del automóvil Esta producción sobrevive en un contexto artístico profundamente transformado en el que el estilo de Bertini, que lleva el sello de un pasado revolucionario, no interesa. La moda, la crítica y las galerías reclaman con una sola voz una vuelta a la técnica tradicional de la pintura. Y al tiempo Gianni Bertini encuentra dificultades para adquirir su material de base para trabajar: la última fábrica en Europa que producía la tela emulsionada cierra sus puertas. En los años 80, tras una estancia en Bratislava y ya de vuelta a París, reescribe antiguas creaciones e integra nuevos collages, que por recubrimiento, borran las huellas del soporte primario hasta que una nueva visión emerge: «La mujer, el automóvil y la velocidad son temas actuales, a pesar de que los he tomado de Marinetti y de los futuristas italianos» señala el mismo Bertini. De esta época son obras como ‘Heráclides hémostatique’ (1983) o ‘Eracles ed Serpente’ (1986) con un Ferrari de Fórmula 1 como coprotagonista. En 1991 realiza una serie de obras sobre la Guerra del Golfo que titula ‘Para no olvidar’ y un año más tarde otro consagrado al teórico del teatro, diseñador y poeta Antonin Artaud. Y en 1997 lanza el manifiesto de la ‘Rétrogarde’, que recupera los principios del MecArt y realiza trabajos como ‘Il percorso di Erodoto’ (1998) o ‘Pharos’ y ‘Badmiton’ (2005). Muere el 8 de julio de 2010 en Caen y será enterrado en su ciudad natal de Pisa. Hasta el final de su vida Bertini fue un espíritu libre, generoso, provocador y un enamorado del automóvil como aquellos futuristas de principios del siglo XX. Con mi agradecimiento a la Associazione Gianni Bertini y en especial a Thierry Bertini por su inestimable colaboración.

Sobre estas líneas, Gianni Bertini. A la izquierda, ‘El camino de Heródoto’ (1998). :: EL NORTE


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LECTURAS

FERNANDO HERRERO

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os best-sellers requieren acción, sexo, línea narrativa clara, comprensión del texto, fijación de parámetro de asimilación con los futuros lectores. Algunos son de escasa calidad, como los de Dan Brown, otros eficaces, Follet, y los menos, que los hay, son los que unen el atractivo comercial a una literatura solvente y creativa. La novela negra está en alza. Se acumulan los títulos nuevos en las librerías. A los clásicos, desde la eterna Doña Agatha (‘Diez negritos’ se sigue representando) y los grandes de USA (Hammet, Chandler…), se unen hoy obras de los más variados países, incluso España, con grandes éxitos como la ‘Trilogía del Baztán’ de Dolores Redondo. El crimen existe en todo el mundo y la novela negra lo refleja. Un fenómeno universal apasionante. Tres obras centran este comentario, auténticos best-sellers con miles de ejemplares vendidos: ‘Observada’ de Renée Knight, ‘La chica del tren’ de Paula Hawkins y ‘Lo que no te mata te hace más fuerte’ de David Lagercrantz, está última continuación de la saga ‘Millenium’ del prematuramente fallecido Stieg Larsson. Tres novelas con características especiales. Sus protagonistas son mujeres, Catherine, Rachel, Lisbeth, y en ellas no existe el detective omnisciente que resuelve el caso. Son, por otra parte, diferentes en la temática y su desarrollo, siempre desde la presencia femenina, víctima y también personaje activo e inteligente para poder superar las adversas condiciones en que se encuentra. Las razones del magnífico resultado comercial en tiempos de crisis nos son claras en principio, salvo en el caso de la continuación de la Trilogía de Larsson que tuvo una extraordinaria preparación mediática. Las otras dos novelas no están firmadas por autores conocidos, no existen en ellas asesinos múltiples ni demasiadas muertes o escenas de sexo Los varones son puestos a los pies de los caballos, desde una visión feminista radical. La razón puede estribar en la sucesión de giros que se van produciendo en las tramas y en la habilidad para mantener el interés y la tensión en el lector. Son obras que se puede definir como domésticas pero con truco. Apenas denuncian males sociales o corrupciones políticas y económicas, pero sí inciden

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Tres best-sellers en ‘negro’

OBSERVADA Renée Knight. Salamandra Black. 320 páginas, 19 euros.

Mujeres que protagonizan historias que unen el atractivo comercial a una literatura solvente y creativa

LA CHICA DEL TREN Paula Hawkins. Planeta, 486 páginas. 19.50 euros

LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE David Lagercrantz. Destino. 656 páginas. 22.50 euros

Naomi Rapace, en el papel de Lisbeth Salander, de ‘La chica que jugaba con fuego’. :: KNUT KOIVISTO en situaciones familiares y en los conflictos de pareja. La interacción con los hechos criminales es precisa, aunque no absorbente ni plural, y la intrusión del pasado resulta esencial para finalizar las tramas. Estos presupuestos están bien utilizados y enriquecen las historias desde la confrontación de dos tiempos distintos. En ‘Observada’ unos traumáticos hechos de hace quince años, ocultados por Catherine, salen a la luz por medio de unas revelaciones que rompen su matrimonio y constituyen una amenaza para su vida. Un delito y una muer-

te que son una pesada losa para ella. Obra amarga que deja tras de sí el vacío, aunque la verdad se revele. La mujer es, por triplicado, la gran protagonista de ‘La chica del tren’. La novela está contada por Rachel, Megan y Anna en una estructura original hasta la confluencia final. Un tejido bien urdido desde un crescendo del interés. El hombre es de nuevo el depredador. Desolada conclusión en la que la venganza ocupa un papel mezquino. La progresión temática desde ese viaje cotidiano y absurdo en ferrocarril y la contemplación de una pareja es la causa fun-

damental de la extraordinaria recepción de la que se ha llamado «la novela del año». Diferente es la cuestión de ‘Lo que no te mata te hace más fuerte’. La operación de continuar un éxito y utilizar sus personajes después de la muerte de un escritor no es nueva. Sherlock Holmes y sus innumerables pastiches. Scarlett O’Hara, James Bond, Poirot y tantos otros han resucitado en libros, algunos de ellos ingeniosos e interesantes. ‘Millenium’, como lo definió Vargas Llosa, es adictiva. La noticia de que existía parte de una cuarta entrega de la saga, hacía esperar que Lisbeth Sa-

lander surgiera de nuevo. Las pésimas relaciones de la compañera de Stieg con su familia, heredera de los derechos han impedido que este material salga a la luz. Por su parte, el padre y el hermano de Larsson encargaron a Lagercrantz una nueva novela. El negocio parecía estar asegurado, pues los lectores de ‘Millenium’ eran legión y susceptibles de comprar el nuevo volumen. El último tomo de ‘Millenium’ se cierra con un encuentro físico de Mikael Blomkvist con Lisbeth Salander. En la nueva novela no se hace ninguna referencia a él.

También desaparecen algunos personajes importantes y los que se recuperan no lo hacen siempre de forma convincente. Se crean varias subtramas y el autor nos da lecciones sobre la técnica de los hackers y la Inteligencia Artificial largas y profusas. Es interesante la visión del niño ‘Savarit’, una excepcionalidad del autismo y sobre todo la aparición de la hermana de Lisbeth, Camile, una especie de genio del mal. No faltan las duras críticas a las instituciones corruptas y la avidez de grandes empresas comerciales que pueden llegar al crimen. En este aspecto no se aparta el libro del tono de denuncia de las obras de Larsson y de la defensa de la mujer. El estilo literario es más abrupto y desigual, y el texto es casi salvado por el tratamiento conferido a Lisbeth Salander, una hacker que representa esta época como un particular icono y que el cine ha consagrado con dos excelentes actrices. Novelas negras que retratan nuestra época. La proliferación existente es prueba de una globalidad, política, social y cultural. La presencia del fracaso, de la codicia sin barreras, de la abyección, pero también de la posibilidad de la honestidad, son los parámetros de una literatura imaginaria pero que se acerca a la vida real.


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Retratos ejemplares El poder, político o cultural, coagula las doce piezas de ‘Reportero’ de David Remnick

EDUARDO ROLDÁN

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l tema que coagula las doce piezas de ‘Reportero’ es el poder en sus variantes política y cultural, con una nota peculiar que las aleja del habitual enfoque que se le da al perfil periodístico: la mayoría de los retratados –once hombres y una mujer– no se encuentra en el momento de mayor eco mediático, bien porque se le aborde después de ese momento, bien por su propio carácter, o bien porque la actividad desarrollada por el retratado se lleve mejor a cabo en la distancia, aun cuando sea una actividad comunicativa –la escritura de ficción, la dirección de un periódico de influencia internacional–. Todos los elegidos tienen pues un algo de crepuscular, de héroe que sabe que aunque le queda mucho camino por recorrer es probable que no vuelva a alcanzar jamás las cimas de excitación laboral que ya ha transitado. A este tono crepuscular contribuye el que en las pie-

zas se incluya una retrospectiva de la trayectoria del elegido, generalmente tras una introducción anclada en el momento en el que el encuentro se llevó a cabo. Es la estructura expositiva que ya utilizara Capote en 1957 para su perfil de Marlon Brando, y que aún hoy se demuestra tan efectiva como entonces. Así, al conjugar la exposición cronológica de la trayectoria con la observación presente, se dota a los hechos narrados de un peso que los trasciende, que los separa de la caduca actualidad sin que por ello el relato pierda la vitalidad de la noticia, el pulso de la inmediatez que es requisito imprescindible de todo buen periodismo. No es ni mucho menos el

REPORTERO David Remnick. Editorial Debate. 367 páginas. 24,90 euros.

único requisito que observa el director de ‘The New Yorker’. David Remnick es un reportero ejemplar, tanto desde una perspectiva deontológica como desde una perspectiva estilística –aunque una y otra sean en gran medida inseparables–. Para él una media verdad es siempre una mentira, pero la escrupulosa fidelidad al hecho no le supone un corsé para la crítica, que desliza en lugar de subrayar, manera mucho más efectiva; y cuando el retratado es alguien por el que siente una admiración profunda –valgan los ejemplos de Bruce Springsteen o el de su mentora en ‘The Washington Post’ Katharine Graham–, tampoco deja que la admiración falsee lo que su agudísimo ojo –y oído– percibe. Escribir es en gran medida describir, y si hay un escritor que haya de respetar este principio, es sin duda el reportero, que necesita del detalle como el conductor de unos frenos seguros. La selección del detalle oportuno acaso sea la mayor fuerza de la prosa de Remnick: sabe bien que un detalle revelador dice muchas veces más que una ristra de enumeraciones. Sobre la vivienda de Al Gore: «Hay menos libros y más televisores

El director de ‘The New Yorker’, David Remnick, durante una conferencia en Roma. :: EVANDRO INETTI-EFE de lo que cabría esperar». Sobre la manera de fumar de Netanyahu: «[daba al puro] pomposas bocanadas». Ya está, no hace falta más: en el primer caso nos derrumba la fachada del político como intelectual y en el segundo radiografía la personalidad del mandatario con la luminosa elección del adjetivo. Este gusto por la palabra, por el giro a la vez sorprendente y exacto, que es uno de los sellos que diferencian al escri-

tor del mecanógrafo, por usar la expresión del citado Capote, es medular en la prosa de Remnick, como queda patente en la conversación que mantiene con Don DeLillo sobre las cualidades de la escritura de Hemingway, antes la frase tersa que los toros y la caza: «el quid de la cuestión es el lenguaje, y el lenguaje que acaba desarrollando un escritor». Uno habría preferido que en algunas de las piezas Rem-

nick se hubiera mantenido más al margen, que hubiera dado el cuadro sin aparecer él dentro, de modo que el texto se acercase más al perfil o retrato puro que a la entrevista, pero esto es una elección de género totalmente potestativa del autor, y no puede considerarse una deficiencia. Sin embargo sí pueden considerarse deficiencias de la edición en español descuidos de traducción como, entre otros, la elección de «propincuidad» en lugar de «proximidad», de «caído un chollo» por «tocado el chollo» o de calificar a ‘Newsweek’ de libro y no de revista. Con todo, el mayor defecto del libro radica en la propia selección realizada por el editor de las veintitrés piezas que componen el original. No se entiende que se haya suprimido la pieza previa dedicada a Solzhenitsyn, y tampoco que haya metido de rondó la de Bruce Springsteen, que en sí misma es quizá la mejor del volumen, pero que rompe por completo la cohesión temática del mismo. Y sobre todo no se entiende que se haya suprimido toda la quinta parte del original, dedicada al boxeo –en la propia contratapa se alude a estos perfiles, para no incluirlos después–: pocas figuras más fecundas para el retrato periodístico que la del boxeador, y además con su inclusión se habría conseguido dar otra variante al tema del poder mencionado al principio, la del poder en el deporte. Acaso estas omisiones se deban a problemas de adquisición de derechos, acaso el editor español esté preparando un próximo volumen con los descartes. Como sea, inútil es lamentarse de lo que pudo haber sido: mejor disfrutar de lo que sí es, porque es magnífico.


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DEL CIPRÉS

LECTURAS

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Diarios íntimos y menos Caballé recoge en este ensayo un estudio sobre la ‘escritura del yo’ en la literatura española del XX

LUIS ANTONIO DE VILLENA

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nna Caballé lleva años apostando (quizá con desigual fortuna) desde la Universidad de Barcelona por el estudio y la edición en España de eso que se llama ‘escrituras del yo’ y que van desde la biografía o la autobiografía, hasta la memoria, la confesión o el diario íntimo, palabra esta última que no deja de ser muy plural. «Pasé la mañana escribiendo» (frase del sencillo diario íntimo de Zenobia Camprubí, mujer y sostenedora de Juan Ramón Jiménez) pretende ser –no puede llegar a la exhaustividad– un estudio sobre los modos de escribir diarios o dietarios , no son exactamente lo mismo, y después de esa inicial parte teórica (es notable el estudio preliminar) un repaso en forma de diccionario a los diarios conocidos –algunos inéditos–

de la literatura española, con preferencia y también necesidad imagino, escritos en español y en catalán, que la autora mima. Caballé se hace eco y estudia el hecho de que la ‘literatura del yo’ sea pobre en España y da muchas y buenas razones aunque deja de lado, no sé si por considerarlo evidente, el catolicismo tanto tiempo duro y oficial en nuestro país. ¿Quiénes se confiesan en el confesonario no tendrán menos necesidad que otros de cualquier forma de literatura íntima? Piensa como yo mismo que en los últimos veinte años ha crecido la ‘literatura del yo’ entre nosotros y en especial el cultivo del diario personal (adjetivo que a veces sería mejor que íntimo) ejercido por poetas desde el inicio de la pasada década del 90. Paradigmático le parece en ese caso el leonés Andrés Trapiello que publica sus diarios y cada vez en general más voluminosos, desde 1987 con El gato encerrado. Verdad es sin embargo que los diarios de Trapiello (Caballé lo llama ‘el novelista del diario’)

Refugiados «... no aceptaré ni en esta tierra ni en el Cielo ni en el Infierno, que nací, que nacieron mis seres amados, que nacieron esos desgraciados para ser asesinados y enterrados con el fin de que podamos encontrar la felicidad en la otra vida. Tampoco aceptaré que deberíamos haber estado satisfechos de aceptar la caridad. Ellos, todos los innombrables ellos, nos arrebataron la decencia y la esperanza y nos impusieron el castigo de la caridad. En mi vida he aprendido que un hombre o una mujer que recibe seme-

jante trato recurrirá, y de manera salvaje, a la venganza». En cierta manera, esta cita con la que comienzo, este extracto, párrafo, de uno de los últimos capítulos, resume ‘El nacimiento de la República Popular de la Antártida’, jugosa novela de John Batchelor. Novela que en su día, cuando fue publicada, hace unos treinta años, se vendió como ciencia ficción distópica, pero que al leerla hoy, cualquiera se sentiría tentado de llamar profética. Y es que es, sin duda, una novela profética. No en el

La profesora Anna Caballé. :: MARÍA GIL LASTRA hablan mucho de paisajes, curiosidades, tipos, lecturas o cotilleo literario más o menos jugoso, pero muy poco o nada de la íntima intimidad del autor. Es por tanto un diario íntimo que (como otros muchos en nuestras letras) oculta la intimidad sexual o emocional. Junto a multitud de casos curiosos y en general ocasionales (diarios de Gonzalo Torrente Ballester, de Unamuno, de Delibes ‘Un año de mi vida’, 1972, entre otros) des-

sentido de anticipativa –que lo es, oscuramente, exageradamente, y así puede sentirlo cualquiera que la lea hoy, viviendo hoy, pues trata de ese desastre de los desplazados o refugiados–, sino en otros más complejos. En la novela de Batchelor no se puede dejar de sentir el eco, una resonancia, de los profetas bíblicos, más allá de las no pocas citas que salpican la novela. Solemos pensar que el profeta bíblico es aquel a quien Dios le ha concedido ver el futuro y augura toda clase de bendiciones o calamidades. Esto es no haber comprendido la figura del profeta. Es rebajar la figura del profeta a la de un mero lector de auspicios, a una decidora de la buenaventura

PASÉ LA MAÑANA ESCRIBIENDO. POÉTICAS DEL DIARISMO ESPAÑOL Anna Caballé. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2015. 309 páginas.

EL TALISMÁN DE LA COSTURERA CIRO GARCÍA

cualquiera, a astrólogo cutre de programación de madrugada. El profeta, en realidad, lo que hace es denunciar. Denuncia un comportamiento que Dios considera injusto –porque, no lo olvidemos, el profeta habla con Dios y habla por Dios–, y advierte de las consecuencias que esto puede tener para el infractor. No es que vea el futuro, más

tacan autores que parecen cumplirse en una forma más libre del diario como Josep Pla –con casi su única, rehecha y gran obra fundamental al respecto, ‘El cuaderno gris’– o Francisco Umbral, siempre amor no correspondido y clara admiración de la señora Caballé, de quien elogia sobre todo ‘Diario de un escritor burgués’ de 1979. Estamos ante un libro muy útil ameno y sin embargo corto, pues deja con ganas de más, desde la entrada ‘Adolescen-

cia’ (la edad más propicia a esos queridos diarios que luego, a menudo, se rompen) hasta los copiosos diarios, en gran parte aún inéditos, que dejó el poeta Luis Felipe Vivanco. No todo el que escribe diarios los conserva o los quiere públicos y así ahora mismo personas o escritores que hace años llevamos diarios íntimos de toda intimidad, aún no hemos publicado nada. Buen libro. Y mucha tela por cortar.

bien Dios le ha dicho, dile a tal persona, a cual imperio que no me gusta lo que hace, y que si no rectifica se lo voy a hacer pagar. El profeta denuncia, el profeta amenaza. Batchelor, o más bien el protagonista de la novela, Grim Filde, no habla en nombre de ningún dios, sino como hombre, por el hombre. No amenaza –o si lo hace, es a agua pasada, a través de su propio ejemplo– pero si denuncia. Y denuncia con palabras potentes, con voz resonante, como la de los profetas. Con voz que conmueve, que arrastra, a pesar de la ficción, a una indignación triste y colérica al tiempo. No se trata de la afamada suspensión de la incredulidad –en la que, como ya he dicho en al-

guna ocasión, no creo–, si no de que sus palabras nos enfrentan a cierto estado de cosas. Puede que el mundo que describe Batchelor y el nuestro no sean el mismo, –aunque, en ciertos extremos, en ciertas regiones, podrían serlo– pero lo que la novela denuncia con ese eco profético, se da, y cada vez más, en nuestro mundo. Y lo que la novela, de un modo épico, denuncia es ni más ni menos que la supuesta virtud de la caridad. La caridad como freno, para debilitar débil, para tenerlo quieto. La suelta de migajas para justificar y mantener desigualdades, este estatus quo del que se nos ha convencido que es el único posible, el mejor.


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Sábado 17.10.15 EL NORTE DE CASTILLA

El enigma de Alejandro Magno Paseo por los confines de los sueños humanos JOSÉ GIMÉNEZ CORBATÓN

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n dios, Dioniso; un semidios, Hércules; un héroe, Aquiles; y un soberano, Ciro el Grande de Persia, son los modelos que nos ayudan a conocer la enigmática figura de Alejandro Magno. De Aquiles aprende el ambicioso guerrero la ferocidad de la ira y la vocación amistosa. De Hércules, la capacidad resignada de soportar los pesares de la guerra, «el hambre, la sed, el cansancio y la desesperación». De Ciro, el afán de extender su imperio hasta los últimos límites conocidos de la tierra. De Dioniso, «el deseo y la avidez de superar cualquier límite, y aquella cólera desgarradora que, de vez en cuando, irrumpía furiosamente en su vida». Fue Alejandro concebido bajo el signo del fuego, que le llevó a quemar el mundo y a hacerlo al tiempo renacer de sus cenizas, permitiéndose incluso mostrarse a menudo compasivo con sus enemigos. Su pasión dionisiaca le hizo abrazar el frenesí, la destrucción, sin caer nunca del todo en el abismo. Algunos de quienes le acompañaron y sirvieron en su larga deriva de conquistas, «tenían siempre la sensación de que los límites, las condiciones y las necesidades con los que convive, feliz o infelizmente, la especie humana contrariaban a su señor». El escritor italiano Pietro Citati (Florencia, 1930), biógrafo y crítico literario de reconocido prestigio (ha estudiado a Goethe, a Tolstoi, a Kakfa, a Leopardi o a Joyce, entre otros autores), confiesa al final de su libro sobre Alejandro que no se considera historiador. Ni siquiera está seguro de que el personaje real fuera como él lo analiza. ¿Ha acertado, se pregunta, al glosar sus mitos, sus arrebatos, sus pasiones, miedos, delirios, y hasta su inquietud ante los vaticinios? Ni él, ni nadie, concluye Citati, estará nunca en condi-

LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

Escribir para entretenerse :: V. M. NIÑO Desde que la educación general básica descansa en hueco a rellenar, en fichas que cumplimentar, en parcelas limitadas en las que pintar o calcular, la propuesta de escritura libre se le hace cuesta arriba a una buena parte de nuestros escolares. No son frecuentes entre las tareas de los alumnos de primaria los retos de escribir las redacciones de antaño. Algunos autores de literatura juvenil usan esa prescripción como recurso narrativo que convierte en su protagonista en accidental escritor, sin que su forma sea un diario al uso. Ignacio Sanz propone a su personaje, por boca de la psicóloga, que escriba lo que le pasa por la cabeza en ‘Luces de tormenta’. Ahora Daniel Nesquens, en ‘Los loros no saben nadar’, hace lo propio con David, quien, a sus once años, acepta la sugerencia de su padre, escribir. En este caso no hay fin terapéutico alguno, sino mero entretenimiento. Lo que David traslada al papel, lo que recoge el libro

del zaragozano, es su universo cotidiano con subrayado de todo lo excepcional. Por si es poco extraordinario tener un loro, el del amigo de David come macarrones, otro de sus compañeros es un loco de las maquetas de trenes con recreación de una en medio del campo soriano. Su compañera Chandani, niña nepalí adoptada por una familia española, es campeona de esgrima. El excepcional narrador parece, sin embargo, anodino. Es el centro de todos ellos, pero ni realiza proezas, ni destaca en nada, ni cum-

LOS LOROS NO SABEN NADAR Texto de Daniel Nesquens. Ilustraciones de Pau Valls. Anaya. Colección Sopa de Libros. 95 páginas. 8,50 euros. A partir de 10 años.

ple cada tarde con la infinidad de tareas extraescolares que acumulan sus amigos. David tiene un padre que prefiere leer a ver el fútbol, que le recomienda garabatear sin límite lo que quiera contar. Y claro que tiene cosas que decir. Nesquens viste de azarosa una narración perfectamente estructurada en capítulos, donde transcurren las aventuras de su héroe presentando en cada una de ellas a algún nuevo personaje de la vida de David. El realismo a los once años pasa por admitir fantasmas, mascotas, sorpresas, viajes, miradas a las vidas ajenas desde el contrapicado que otorga una altura más reducida. Niños declamadores de clásicos, niños deportistas, niños distraídos, niños aficionados a la pintura o niños observadores, todos menos inocentes y perplejos de lo que les pinta cierta literatura. Son notarios inconscientes de lo que hacen sus mayores. Por eso a veces les miramos con temeroso desconcierto. ¿Qué imitarán, qué rechazarán?

Busto de Alejadro Magno. ciones de saberlo (ni de conocerlos con certeza). Y es que este Alejandro nos seduce porque algo en la complejidad de su persona más íntima lo acerca a la de cualquier ser humano: «¿Quién podrá distinguir entre Alejandro, hijo de Filipo y de Olimpia, los sueños que persiguió conscientemente o sin saberlo, los sueños que los hombres de la Antigüedad y de la Edad Media trenzaron en torno a los sueños de Alejandro, y los sueños que nosotros mismos, tan semejantes a él y a la vez tan alejados, continuamos tejiendo en torno a dichos sueños?». Destaca ante todo la voluntad ecuánime del ensayista, además de la calidad de su prosa, bien traducida por Teresa Clavel para pre-

ALEJANDRO MAGNO Pietro Citati. Trad. de Teresa Clavel, Barcelona, Gatopardo Ediciones, 77 páginas, 12,95 euros.

sentar a los lectores exigentes esta primera entrega de una nueva editorial barcelonesa, Gatopardo ediciones, que nos hace augurar un afán alentador por divulgar buenos libros. Presentimiento que por el momento confirma la segunda publicación de esta empresa, la novela ‘En peligro’ (1938), del escritor británico Richard Hugues (1900-1976), conocido por su narración ‘Huracán en Jamaica’, publicada nueve años antes, y popularizada en 1965 en el cine con el mismo título por Alexander Mackendrick, aunque en España se estrenó como ‘Viento en las velas’. ‘En peligro’ narra la terrible experiencia que sufren unos hombres normales al enfrentarse, a bordo de un barco de vapor, en 1929, a un violento huracán. Hugues, amigo de Robert Graves o de Dylan Thomas, describe con minuciosidad los avatares vividos por seres dispuestos a dar hasta la última gota de sudor y de sangre por mantener, no sólo el navío, sino también su dignidad, a flote. Son hombres para los que la virtud les es intrínseca, y «no pueden ser felices si no encuentran una manera de darle salida».

La dádiva infinita :: V. M. N. Shel Silverstein fue músico, guionista y escritor. Logró un Grammy y fue candidato por sus canciones a los Oscar y a los Globos de Oro. Kalandraka ha editado en español uno de sus cuentos, ‘El árbol generoso’, un clásico estadounidense de 1964. Obsesionado con la tinta y el papel, Silverstein dibujó esta parábola ecologista en blanco y negro. Un niño y un árbol son los protagonistas, la metáfora de una especie demandante, la huma-

na, y una madre naturaleza en eterna disposición. El niño comienza adorando al árbol, le abraza, se columpia, juega con sus hojas, se come su fruto. Según va creciendo el joven, la relación se enfría. El árbol le sugiere que trepe, que juegue con él. El ya adulto le hace notar su edad, impropia de esos juegos, en cambio necesita manzanas para calmar su hambre, después ramas para construir su casa, luego un tronco para una barca... Las infinitas peticiones del anciano van sien-

EL ÁRBOL GENEROSO Shel Silverstein. Kalandraka. 64 páginas. 15 euros. A partir de 8 años.

do atendidas por el árbol hasta que se convierte en un tocón, también al servicio de su amigo egoísta. Fábula de la amistad, el álbum de Silverstein invita a pequeños y grandes a pensar.


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Sábado 17.10.15 EL NORTE DE CASTILLA

DEL CIPRÉS

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sta semana me ocuparé del artículo determinado, concretamente de algunos casos en los que su ausencia no está justificada. El problema del artículo es un clásico en la gramática del español. Lo saben muy bien quienes se enfrentan a la tarea de enseñar nuestra lengua a hablantes no nativos porque, aunque en la mayoría de las lenguas existen elementos similares que determinan a los sustantivos, los tipos y contextos en que son obligatorios difieren bastante de una lengua a otra. La disparidad de formas y contextos de uso entre el español y la lengua materna de quien aprende esta lengua explica muchos de los errores. Por ejemplo, son errores típicos de aprendientes de español ‘Ha venido a verme a despacho’, ‘Usted sabe mucho de la gramática’, ‘Me duele cabeza’, ‘Tengo un dolor muy fuerte de la cabeza’, ‘El fin de semana fui a playa’, ‘Me gusta mucho chorizo’, ‘Pásame mermelada, por favor’, ‘Lo leí en periódico de domingo’ o ‘lentejas con el jamón’. No son estos, claro está, los tipos de errores de los que voy a ocuparme hoy (fundamentalmente porque no son propios de hablantes nativos) sino de la omisión no adecuada del artículo determinado (o definido) ante sustantivos. Un caso de omisión de este tipo lo constituyen las construcciones partitivas del tipo ‘la mitad de’, ‘la mayoría de’, ‘la mayor parte de’, etcétera, donde es obligatoria la presencia del artículo precediendo al sustantivo que forma parte del complemento del nombre. Hay que decir ‘El acuerdo fue impugnado por la mayoría de los estudiantes’ y no ‘por la mayoría de estudiantes’. Se omite injustificadamente el artículo ante los nombres de las residencias oficiales de reyes, presidentes, embajadores, etcétera. Cada vez es más frecuente leer u oír ejemplos como

USO Y NORMAS DEL CASTELLANO MARÍA ÁNGELES SASTRE PROFESORA DE LENGUA ESPAÑOLA EN LA UVA

AUSENCIAS INJUSTIFICADAS DEL ARTÍCULO

Más normas y recomendaciones para el uso correcto del castellano. Envíe sus consultas a: elcastellano. elnortedecastilla.es

‘Los reyes se dirigieron a Zarzuela’ o ‘El presidente francés fue recibido en Moncloa por el presidente del Gobierno’, cuando debería decirse ‘Los reyes se dirigieron a la Zarzuela’ o ‘El presidente francés fue recibido en la Moncloa por el presidente del Gobierno’. El uso metonímico también favorece la omisión: ‘Zarzuela no ha desmentido la noticia’ o ‘Moncloa no se ha pronunciado al respecto’. No deja de resultar curioso que cuando se nombra la residencia oficial de los presidentes de otros países europeos no se omita el artículo: se dice el Quirinal, la Casa Blanca o el Elíseo y no Quirinal, Casa Blanca o Elíseo. Este uso está cada vez más extendido cuando se nombran servicios o departamentos de algunas instituciones. Por ejemplo, se aprue-

ba algo en consejo de departamento o en consejo de gobierno (en vez de en el consejo de departamento o en el consejo de gobierno), se cita a alguien en rectorado (en vez de en el rectorado), las reuniones son en presidencia (en vez de en la Consejería de Presidencia). Incluso se omite el artículo ante nombres de lugar, como ‘El enfermo ya ha subido a planta’, ‘Dentro de media hora lo bajan a quirófano’ (o a rayos), o ‘De este licor no nos quedan existencias en tienda’. Otro caso de omisión, frecuente en la prensa deportiva, tiene que ver con los El problema del nombres de los equipos deportivos: el reartículo es un clásico presentante de un juen la gramática gador negocia su traspaso con Boca Juniors del español en vez de con ‘el Boca Juniors’. Al referirse a los equipos deportivos es necesaria la presencia del artículo: el Chelsea, el Real Valladolid, el Betis, etcétera, y no Chelsea, Real Valladolis o Betis. Las siglas de las formaciones políticas que empiezan por ‘liga’, ‘partido’, ‘movimiento’, ‘frente’ o ‘agrupación’ también llevan artículo. Hay que decir el PP (Partido Popular), el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), el FLN (Frente de Liberación Nacional), el MAS (Movimiento al Socialismo), por un lado, y ‘Ciudadanos’, ‘Podemos’, ‘Valladolid toma la palabra’ o ‘Izquierda Unida’, por otro. Y, por último, los topónimos: los nombres de ríos, mares, cordilleras, montañas, etcétera (orónimos e hidrónimos), van acompañados de artículo: el Amazonas, el Ebro, el Cantábrico, el Everest, los Pirineos, el Teide, los Andes, el Moncayo, los Torozos.

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Manel y el maravilloso mundo.... J. M. Ruiz (Tandaia)

Una pasión rusa. Reyes Calderón (RBA)

El mal camino. Mikel Santiago (Ediciones B)

Último verano de juvntud. J. J. Vázquez (Planeta)

Mientras llueva Teresa Viejo (Espasa Calpe)

El cartel. Don Winslow (RBA)

El bar de las grandes... J.R. Moehringer (Duomo)

Lo que no te mata te hace... D. Lagercrantz (Destino)

El regreso de Catón. Matilde Asensi (Planeta)

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Algo raro. Orhan Pamuk (Random house)

La chica del tren. P. Hawkins (Planeta)

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La chica del tren. Paula Hawkins (Planeta)

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La luz que no puedes ver. Anthony Doerr (Planeta)

Tiempos de hielo Fred Vargas (Siruela)

La buena reputación. Martínez de Pisón (Seix Barral)

Ve y pon un centinela. Harper Lee (Harper Collins)

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Las cuentas y los cuentos... Josep Borrell (Catarata)

Remando como un solo hombre. D. J. Brown (Nórdica)

La otra cara del caudillo. Ángel Viñas (Crítica)

Las cuentas y los cuentos... Borrell y Llorach (Catarata)

La historia de España que... J. M. Carrascal (Espasa)

Emocionario. Romero/Núñez (Palabras aladas)

Carlos V. Manuel Fernández Álvarez (Espasa)

Capitalismo canalla. César Renduelles (Seix Barral)

Gente Tóxica. Bernardo Stamateas (Ediciones B)

Alarmas y digresiones J. K. Chesterton (El Acantilado)

La digestión es la cuestión. Giulia Enders (Urano)

El universo en una taz.... Jordi Pereyra (Paidos)

La magia del orden. M. Kondo (Aguilar)

Arenas movedizas. Henning Mankell (Tusquets)

Economía sin corbata. Varoufakis (Planeta)

Paracaídas y vueltas... Andrés Calamaro (Timun mas)

La mano en el espejo. J. H. Durham (Luciérnaga)

Cuando éramos invencibles J. A. Rojo (El Gran Capitán)

La economía, ... S. Niño Becerra (Los Libros del Lince)

El club de las perfectas. Ana Rodríguez (Temas de hoy)

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El regreso de Catón. Matilde Asensi (Planeta)

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La chica del tren. Paula Hawkins (Planeta)

Cuentos completos. E. L. Doctorow (Malpaso)

Todos mis futuros son contigo. Marwan (Planeta)

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El Reino. E. Carrere (Anagrama)

Olor a piedras rotas. Galguera (Fuente de la Fama)

Amores equivocados. C. Peri Rossi (Menoscuarte)

Lo que no te mata te hace... D. Lagercrantz (Destino)

La luz que no puedes ver. A. Doerr (Suma de Letras)

El cártel. Don Winslow (RRBA)

En un mundo de grises S. Carrión (Frida)

Arenas movedizas. Henning Mankell (Tusquets)

El bar de las grandes esperanzas. J. R. Moehinger (Duomo)

La Zona de Interés. Martin Amis.( Anagrama)

No está solo. S. Dazieri (Alfaguara)

El castillo de diamante. Juan Manuel de Prada (Espasa)

Lo que no te mata te hace... D. Lagercrantz (Destino)

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Sobre Manuel Sacristán. M. Fernández Buey (Viejo Topo)

Combate en la montaña. Wifredo Román (Aruz)

La nueva educación. César Bona (Plaza & Janés)

La otra cara del Caudillo. Ángel Viñas (Crítica)

La otra cara del caudillo. Á. Viñas (Crítica)

El monje que vendió su Ferrari. R. Sharma (Debolsillo)

Las cuentas y los cuentos... Borrell y Llorach (Catarata)

Cuentas y cuentos de la independencia. J. Borrell. (La Catarata)

Capitalismo canalla. César Renduelles (Seix Barral)

Los mejores viajes. National Geographic

Lo que callan los militares. J. C. Domingo (Navalmil)

Black Mass. D. Lehr (Stella Maris)

Diarios 1934-1944. A. Rosenberg (Crítica)

Emocionario. Romero/Núñez (Palabras aladas)

Historia mínima de Cataluña. Jordi Canal (Turner)

La nueva educación César Bona (Plaza y Janés)

Explicar el Mundo. Steven Weinberg. (Taurus)

El límite. J. Miguel Gaona (La Esfera)

La música en el castillo del cielo. Gardiner (Acantilado)

La España oculta. M. Besas (Martínez Roca)


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Sábado 17.10.15 EL NORTE DE CASTILLA

‘Cosmic Thing’, instalación de Damián Ortega. :: EL NORTE

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ideró aquella respuesta, sin duda, su infinita humildad, pero a José Emilio Pacheco debió de acompañarle también la certeza de que el mundo está repleto de gente esencial que vive oculta tan solo a nuestro conocimiento, cuando señaló, al recibir la noticia de que le había sido otorgado el Premio Cervantes, que él no era, ni siquiera, el mejor poeta de su barrio. La frase invitaba, de hecho, no solo a confirmar la grandeza de espíritu y la sabiduría del poeta mexicano, o a imaginar, puerilmente, el vasto tesoro literario que acaso oculte la intimidad en los cajones y los estantes de millones de personas, sino a reconocer, de últimas, que el fruto de su obra se compone de todo lo escuchado y convivido, de todo lo adquirido en la cotidiana trastienda de la vida junto al latir, sentir, hablar y respirar del vecindario. Así reconoce también Damián Ortega que se vio contagiado felizmente por la costumbre de desmontar cualquier objeto gracias a la cultura mexicana, urgente y económica, de la autosuficiencia. Vivir rodeado, no solo de estímulos artísticos

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y culturales, como arrumbó su suerte gracias a la condición familiar, sino de gentes capaces de construir sus muebles o sus casas, de desmontar sus electrodomésticos para identificar las piezas averiadas y volver sobre sus pasos hacia la composición mágica del ingenio, ha forjado el carácter y la impronta de este escultor, célebre por sus cuidadosas y complicadas intervenciones en objetos cotidianos. Para Damián Ortega el proceso de la deconstrucción material es tan elocuente como el concebido por Jackes Derrida para el mundo de las ideas compuestas, a su vez, por estructuras, palabras, sílabas y letras. Es decir: alcanzar la arquitectura elemen-

tal que permita la visión inconexa de un conjunto, permitir que la mente analítica del hombre, programada para buscar patrones y asociaciones, sea capaz de concebir, aunque solo frágilmente, entidades superiores de significado complejo. El artista ha convertido su métódica y cuidadosa desmembración en un aparente caos cósmico, aun asumiendo la etimológica contradicción que sugiere el matrimonio de ambos términos. Como si el ‘Big Bang’ se apoderara de cada uno de los objetos en los que interviene. Sin embargo, la aparente explosión, lejos de condenar al objeto a una expansión irreversible hasta perder su identidad, congela el

caos y permite disfrutar del prodigio interior hasta sugerir el orden primigenio y desafiar a la magnitud entrópica de las cosas, esa que acabará convirtiéndolo todo en un mulso amasijo de significantes neutralizados, sin significado alguno. Pero el arte de Ortega permite el retroceso, no solo en

El caos aparente que dispone Damián Ortega en sus esculturas es la exposición lineal de una reconstrucción posible

la fabuladora mente del espectador, sino en el mundo real. Un laborioso y complejo montaje que permitiría volver al orden primigenio, a recuperar el estado anterior al que su caos artificial ha llevado; lo que no hace si no cimentar su manifiesto cuidadoso y comprometido con el hombre e iluminar la esperanzadora idea de que nuestra actual y depredadora deriva, como especie, bien pudiera reconducirse gracias a un cambio colectivo de actitud. El desorden aparente que dispone Damián Ortega en sus esculturas no es sino la exposición lineal de una reconstrucción posible, como la imaginada por la cosmología contemporánea para retroceder en el tiempo y llevar al universo hasta el preciso instante de la singularidad que debió de ser; ese momento, aún inconcebible, en que las leyes de la termodinámica no se habían desplegado. Acaso allí se encuentre también el origen primitivo de las palabras que componen el ideario del mundo, los elementos que Derrida pretendió aislar para comprender la estructura interna de nuestro pensamiento y que Pacheco acarició con la intuición de su poética.


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LA SOMBRA DEL CIPRÉS

Sábado 17.10.15 EL NORTE DE CASTILLA

Director: Carlos Aganzo Coordinadora: Angélica Tanarro

Isadora Duncan C

uando un personaje histórico se convierte en un mito (y por definición todo mito es una simplificación además de una estructura simbólica destinada a ser fácilmente compartida y expandida) la vida real se funde y confunde de tal modo con la leyenda que no resulta fácil distinguir dónde empieza la mentira y dónde la verdad. Ocurrió con Mata Hari, que era una bailarina más bien de pacotilla que utilizaba sus danzas para seducir y prostituirse, pero también ocurrió con una bailarina fundamental, admirada por artistas como Michel Fokine, coreógrafo de los ballets rusos, y Nijinsky, que se inspiró claramente en ella en ‘La fiesta de Fauno’, si bien casi todos los bailarines clásicos fingían despreciarla por considerarla demasiado heterodoxa y demasiado libre. No se equivocaban, Isadora Duncan ha sido una de las mujeres más libres que han existido jamás, y justamente por eso su arte alcanzó una libertad que hasta entonces ni soñaban otros bailarines, si bien su idea fundamental era recuperar la danza griega de la antigüedad. En ella se conjugan lo más antiguo y lo más moderno, lo que la convierte en una bailarina única y sumamente original. Como todos los artistas de vida demasiado libre, llevó su propio destino al límite de lo posible, y se encontró a menudo con la fatalidad en forma de muerte y de desgracia. Tanto Isadora como su hermano Raymon, estaban totalmente enamorados de la cultura clásica griega. Pasaron muchas horas juntos en los museos de Londres y París, estudiando las pinturas de la cerámica griega, y muy espe-

cialmente las que hacían referencia a la danza. Raymon estaba tan fascinado con Grecia que hasta se atrevía a ir vestido de griego clásico por París. Su hermana no le iba a la zaga y las túnicas que utilizaba en sus danzas siempre querían ser una evocación de las túnicas griegas. Ambos fueron a Grecia muy jóvenes y bastantes años después Isadora llegó a actuar ante las ruinas griegas con sus discípulas. Una de ellas y al parecer la más guapa, Anna, le usurpó en ese viaje el novio a su propia maestra y madre adoptiva: un pianista mucho más joven que Isadora, y al que ella amaba apasionadamente porque, tras la muerte de sus dos hijos, el joven músico la había «devuelto a la vida». Lo llamaba «su arcángel». Es sabido que los dos hijos de Isadora murieron ahogados, tras caer al Sena dentro de un automóvil, y los había tenido con diferentes hombres. Sus fallecimientos estuvieron a punto de conducirla al suicidio. No se quitó la vida, pero a partir de entonces su danza adquirió aires más trágicos y fatalistas, a la vez que ganó en expresividad y en belleza. Aún tuvo otro hijo más que murió poco después de nacer. Estuvo en la Rusia revolucionaria, invitada por el gobierno ruso, donde se enamoró del poeta Serguéi Yesenin, mucho más joven que ella y con aspecto aniñado (Isadora decía que le recordaba a su hijo muerto). Serguéi era un poeta bastante enloquecido además de alcohólico, que la maltrataba y con el que se casó para sacarlo de Rusia. Al igual que Safo e Hipatia, Isadora tuvo su escuela de danza, nutrida por niñas huérfanas o muy pobres. A las sie-

:: ILUSTRACIÓN IRENE GRACIA

MITOLOGÍAS JESÚS FERRERO

te más fieles y más dotadas las adoptó y las crió en un mundo ideal de arte y algodones. Llegaron a actuar solas con el nombre de las Isadorables, y viajaron con Isadora a América, huyendo de la guerra. Todas llevaban su apellido y en todas dejó su huella. Si hiciésemos una lista de mujeres que se sintieron atraídas profundamente por Grecia y que intentaron de algún modo resucitar su espíritu y su arte supremo, la primera, por encima incluso de algunas poetisas del romanticismo alemán, sería Isadora Duncan: los que la vieron bailar decían que era como viajar a la Grecia de las danzas dionisíacas y trágicas. Desgracia-

damente, solo queda de ella una filmación borrosa que ni siquiera dura un minuto, llevada a cabo en un jardín y en la que apenas se la ve bailar. La filmación la hizo un hombre que pasaba por allí, algo parecido a lo que ocurrió con la brevísima filmación de una boda en la que de pronto vemos a Ana Frank mirando por una ventana de la vecindad. Murió trágicamente en un accidente de automóvil, ahorcada por su propio fular, como bien sabrán los que han visto la película sobre su vida, protagonizada por Vanessa Redgrave. Dicen que antes de subir al coche del accidente dijo a sus amigos: «Adiós, queridos, me voy hacia la gloria».

Isadora Duncan ha sido una de las mujeres más libres que han existido jamás


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