‘Cipión (Cervantes)’, 2011. Obra de Sofía Gandarias.
LA
DEL
SOMBRA CIPRES
Sábado, 23.04.16 Número CCXXXI
Nuevas formas de aproximarse al mito La obra de Cervantes sigue siendo inagotable. Pero ¿cómo leerla desde una mirada actual?
2 LA SOMBRA
Sábado 23.04.16 EL NORTE DE CASTILLA
DEL CIPRÉS A LA SOMBRA DE CERVANTES
La vida inglesa de Cardenio CARLOS AGANZO
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ervantes y Shakespeare. Shakespeare y Cervantes. Cuántos ríos de tinta han hecho correr investigadores y fabuladores sobre la posibilidad de que los dos nombres más universales de la literatura occidental se hubieran llegado a conocer, o siquiera a cruzarse en algún lugar de Europa sin saber el uno quién era el otro... Lo cierto, sin embargo, es que en la vida de Cervantes no existe una sola referencia a Shakespeare, mientras que creemos que Shakespeare sí conoció y valoró a Cervantes a través del Quijote. Tanto como para tomar uno de sus personajes, el melancólico Cardenio, como protagonista de una de sus obras. Digo que lo creemos, y no que lo podemos afirmar taxativamente, porque el misterio sigue envolviendo la autoría y la autenticidad de aquel ‘Cardenio’ que, inspirado en la figura del pastor enamorado que se encontraron Sancho y Don Quijote en sus andanzas por Sierra Morena, firmaron en 1613 William Shakespeare y John Fletcher, y cuyo manuscrito original desapareció en el incendio del teatro Globe ese mismo año. La primera parte del Quijote había sido traducida un año antes al inglés por Thomas Shelton, y Fletcher y Shakespeare, necesitados de argumentos para la insaciable maquinaria teatral de su compañía, se embarcaron juntos en la traducción al teatro de esta historia, la primera que rompe el discurso lineal del Quijote para inaugurar el ciclo de sus famosas digresiones. Atractivo no le faltaba a la peripecia de Cardenio, que mezcla maravillosamente la lucha entre el amor y las diferencias de clase en la España de su tiempo; ni siquiera unas
cuantas reflexiones profundas sobre la vida y el ser de los hombres, tan propios del autor de ‘Romeo y Julieta’. Por ejemplo cuando dice Cervantes: «Sucedió, pues, que como el amor en los mozos por la mayor parte no lo es, sino apetito, el cual, como tiene por último fin el deleite, en llegando a alcanzarle se acaba, y ha de volver atrás aquello que parecía amor, porque no puede pasar adelante del término que le puso naturaleza», que bien podría tener su réplica en las palabras de fray Lorenzo a Romeo cuando le dice: «El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos». Lo que en la obra de Cervantes representa un ejemplo de pastor ilustrado, o de salvaje tocado por la gracia del verbo en los desmontes de Sierra Morena, en Shakespeare sirve para construir una nueva obra donde el engaño, la diferencia social y el drama íntimo de los personajes son los protagonistas. Los espacios abiertos del escritor español, que se retiró del teatro prácticamente expulsado por el éxito de su rival Lope de Vega, frente a los cuadros cerrados del dramaturgo inglés. Y en ambos casos su devoción por la escritura, de la que el propio Cardenio es un símbolo universal cuando a través de sus cartas, como le ocurre
Cervantes no le perdonaría a Shakespeare que pasara a la historia como ‘El Vate’
a Cyrano de Bergerac, alcanza una altura de sentimientos muy superior a la de la experiencia física: «Y fue esta negación añadir llama a llama y deseo a deseo, porque, aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner a las plumas, las cuales con más libertad que las lenguas suelen dar a entender a quien quieren lo que en el alma está encerrado». El ‘Cardenio’ de Shakespeare/Fletcher desapareció, efectivamente, en el incendio del Globe, pero debió de quedar una copia o una adaptación del manuscrito que, bajo el título de ‘Historia de Cardenio’, fue utilizada después por Lewis Theobald, junto a otros materiales, para escribir su ‘Double Falshood’ en 1727. Un sinfín de investigaciones que, todavía en nuestro tiempo, siguen especulando no sólo sobre la autenticidad de este segundo manuscrito, sino sobre la verdadera participación de Shakespeare en la escritura de este texto, sobre todo por el estilo de Fletcher, autor de una numerosa obra en colaboración con otros escritores, una de las características del teatro británico de la época. Shakespeare y Cervantes. Cervantes y Shakespeare. Aunque el genio tocó a los dos, cada uno a su manera, lo cierto es que la fortuna no se portó igual con el español que con el inglés. Aunque cada quien tuvo lo suyo. Si lo hubiera sabido, seguramente a Cervantes le habría gustado que su Cardenio hubiera servido de inspiración para Shakespeare. Pero estoy seguro de que una cosa nunca le habrá perdonado: que el británico pasara a la historia de la literatura con el sobrenombre de el Vate, o el Poeta, una dignidad para él mucho mayor que la de Príncipe de los Ingenios que ostenta el español. La poesía: la única pasión que explica el éxito universal de dos soñadores que se marcharon a la vez, dejándonos una huella que dura cuatrocientos años.
Retrato de Miguel de Cervantes Saavedra.
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¿Qué nos dice la obra de Cervantes a los lectores de hoy? El cuarto centenario de la muerte del autor de la más famosa novela de nuestra literatura es una buena ocasión para analizarlo
‘El Quijote’, también como terapia CARME RIERA
Escirtora y miembro de la Real Academia Española
E
n la primavera del 2002, el club noruego de bibliófilos dio a conocer el resultado de una encuesta en la que se preguntaba a cien escritores internacionales cuál era la obra literaria más relevante de todos los tiempos. ‘El Quijote’ fue, con mucho, la más votada. Superó a ‘La Odisea’, ‘Hamlet’, ‘Guerra y Paz’ o ‘Ulises’ quizá, porque más que de ningún otro libro los escritores han aprendido de ‘El Quijote’. El texto cervantino, entre sus muchos méritos, tiene también el de ser una novela que nos muestra cómo se escriben novelas. Nos ofrece un taller abierto en el que no se nos esconde ningun truco. No importa que el mundo cervantino quede a cuatro siglos de distancia ni que, al menos aparentemente, tenga poco que ver con el nuestro. El éxito de ‘El Quijote’ consiste en salvar esa distancia y seguir ofreciéndonos pautas. Si el enfrentamiento entre deseo y realidad, clave en el texto, sirvió de precedente a quienes dieron continuidad al género novelesco, no lo es menos que otros rasgos capitales del libro: la ironía distanciadora, la ambigüedad, la metaliteratura, la parodia, o el discurso autorreflexivo aparezcan en otras tantas novelas de la postmodernidad. No en vano han tratado de Cervantes autores de la talla de Juan
Goytisolo, Carlos Fuentes o Fernando del Paso en luminosos ensayos y no en vano el cervantismo de los tres es perfectamente detectablee en algunos de suss mejores textos de fic-ción. Es cierto quee para ser escritor,, como creo que apun-taba Delibes, no see o necesita haber leído o ‘El Quijote’, como prueban numerososs nejemplos, no obstano te y pese a ello, creo oque en los grandes nonvelistas pueden encontrarse muestras de ila herencia cervantina, quizás recibida de a. manera interpuesta. El Por otro lado, ‘El naQuijote’ ha abandonado las páginas del libro, objeto de los lectores, y se ha inmiscuido en la vida de aquellos que jamás leyeron ni leerán la obra de Cervantes, pero que, a su modo, no han dejado alguna vez de dialogar con ella. Ya advirtió Borges en 1947, en una breve y sugestiva ‘Nota sobre el Quijote’: «Si un nuevo Shih Huang Ti dispusiera el incendio de todas las bibliotecas y no quedara un solo ejemplar del Quijote, el escudero y el hidalgo, impertérritos continuarían su camino(...) acompañados por Sherlock Holmes, por Chaplin, por Mickey Mouse y tal vez por Tarzán». Borges da en el clavo. Los protagonistas de ‘El Quijote’, que ya en 1605 se independizaron del libro para aparecer en plena calle en mascaradas y procesiones, en sitios tan alejados como Heidelberg y Lima, forman parte de una iconografía mítica, junto con otros muchos personajes no literarios y sí de carne y hueso, que van de Marilyn Mon-
Los protagonistas de la obra cervantina forman parte de una iconografía mítica junto a personajes de carne y hueso
Más que de ningún otro libro, los escritores han aprendido de ‘El Quijote’ La novela se ha inmiscuido en la vida de aquellos que jamás leyeron ni leerán la obra de Cervantes
ro roe al Che Guevara. N Ni la vejez de don Q Quijote y Sancho, m más que provecta, cu cuentan cuatro sigglos, ni su procedenccia literaria –hoy prim ma lo audiovisual–, h han mermado su recconocimiento. Aunq que ver a don Quijotte codearse con el rattón Mickey Mouse o compartir selva ccon Tarzán de los m monos pueda resulttar abracadabrante para la mayoría de cervantistas ‘comme il faut’, me parece que no habría de molestar a Cervantes. Al contrario, le ofrecería pruebas de que su hijo, también fuera d dell lib libro, se había convertido en inmortal. Si no han leído ‘El Quijote’, les recomiendo que lo lean no sólo por motivos obvios garantizados: genialidad literaria y diversión asegurada, sino por otra razón distinta y menos conocida, derivada de las virtudes terapéuticas del libro. Hace unos años, mientras trabajaba sobre la recepción de Cervantes en Cataluña, encontré en el periódico ‘La Vanguardia’ (12 de junio de 1904) un suelto sin firma, incluido en la sección ‘Busca buscando’ en el que un anónimo redactor advierte que las buenas lecturas influyen en la curación de las dolencias nerviosas. Su fuente son las declaraciones del Doctor Doch Bridman del Círculo Científico de Londres. El médico en cuestión ofrece, como ejemplo, el caso de una señora cubana que venció la neurastenia que padecía después de leer cuatro veces ‘El Quijote’. En fin, ya saben.
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Nada quedará sin escritura Q ue el Quijote sea la primera novela moderna no está, desde luego, reñido con que constituya al mismo tiempo una incontrolable producción de mito. Los personajes de novela (incluso los antiguos) son siempre carne de modernidad, pero los mitos no pertenecen a ninguna época que puedan hacer suya quienes los evocan. Decir que Supermán o King Kong son mitos de nuestro tiempo implica malentender a la vez la mitología y el momento en que se vive, pues el mito es anacrónico por esencia. El lector u oyente de mitos no puede nunca, en efecto, tomarse a sí mismo como contemporáneo de lo que se le cuenta. Resulta muy fácil desenmascarar un mito de manera ilustrada y racionalista, señalando que los hechos relatados no han ocurrido nunca o que son una tergiversación interesada, pero la verdadera razón de esa crítica es un pavor inconfesable: que los mitos sean mentiras en relación con el pasado no impide que su verdad esté por llegar todavía, en un tiempo que se desmandará de cualquier cuento. Lo de menos en el Quijote son las novelas de caballerías y su lectura, la emulación demencial de ese mundo, la melancolía que tal cosa produce, la incredulidad y burla de los testigos, el logro postrero de la lucidez y los movimientos irónicos que llevan desde cada uno de esos lugares a todos los demás. Lo que importa es que, a partir de cierto momento, aquéllos de quienes el mito habla actúan a sabiendas de que tienen que proseguir una historia ya contada, que va de boca en boca. La diferencia entre estar loco y estar cuerdo, o la que hay entre el tiempo en que transcurren las novelas de caballerías y el de Cervantes, o la que separa la Dulcinea imaginada de la real tienen muy poca importancia al lado de lo que les ocurre a dos pobres tipos erráticos que han abandonado su locura y cordura respectivas para pasar a ser el medio por el que algo empezado a contar por otros ha de proseguirse hasta llegar a un final verosímil. Los tiempos modernos son
ANTONIO VALDECANTOS
Escritor y catedrático de Filosofía en la Universidad Carlos III de Madrid
menos escépticos que cualquiera de sus predecesores, pero no porque Descartes o algún otro alumno de los jesuitas lograse establecer un criterio seguro de la verdad, sino porque el mito quijotesco sí lo consiguió: verdad es lo que hay en el libro de Cervantes y falta en el de Avellaneda. Se sabe bastante más de lo que les pasó a don Quijote y a Sancho después de enterarse de que sus aventuras ya habían sido empezadas a contar que de lo que le ocurrió a Cervantes cuando vio que lo que hacía era intentar dar fe de cómo aquellos tristes hombres se las arreglaban para terminar su historia. Cuando la vida de alguien ha sido ya empezada a referir (y, más aún, cuando ha sido contrahecha en una versión espuria y de mala fe), quien esté llamado a terminarla debe saber que ningún final será bueno, sino sólo un expediente para deshacerse de algo cuyo control se perdió hace muchísimo tiempo. El autor del Quijote debería estar preparado para escribir siempre algo más y para contar cómo afectó el
Cuando la vida de alguien ha sido ya empezada a referir... quien esté llamado a terminarla debe saber que ningún final será bueno
conocimiento de lo escrito a lo que los personajes siguieron diciendo y haciendo. El derrotado por el bachiller Sansón Carrasco en la playa de Barcelona no fue don Quijote, sino Cervantes, aunque siempre cabrá la duda de si la derrota estuvo buscada a propósito o no. Es cierto que Cervantes podría haber dejado la segunda parte del Quijote abierta para una continuación posterior, pero eso habría sido demasiado temerario, aun suponiendo a Avellaneda manco de los dos brazos y enmudecido. Lo que el genuino mito quijotesco cuenta de todos los mortales –y quizá también de sus dioses– es que las humildes o hinchadas vidas en que se empeñan no son más que las narraciones que algún escribiente ha tomado a su cargo para procurar la gloria, para vencer adicciones torpes, para olvidarse de algún amor inconveniente o conquistarlo a destiempo, para ejemplificar el uso del participio absoluto o para ejercitarse en un programa de tratamiento de textos recién adquirido de manera pirata. Si uno está vivo, tal cosa será la prueba de que su historia está siendo escrita en ese mismísimo momento: esto es lo que pérfidamente dice el mito. En la inmensa mayoría de los casos se tratará de un escribiente lerdo, infatuado y filisteo, o con vicios peores. Cabe ciertamente la posibilidad de que otro tome el escrito en cuestión y lo enmiende para bien, pero eso es demasiado inverosímil, y lo más afortunado sería que el imbécil que escribe lo que ahora mismo estamos haciendo tuviera un rato de lúcido despiste. El mito quijotesco, vertiginoso e implacable, cuenta, como todos los mitos, algo demasiado portentoso para ser cierto, pero demasiado amenazante para poder tomarlo como un cuento (o como una novela). Nadie está escribiendo –tranquilicémonos– lo que uno hace, pero, si tal cosa llegase, no habría serenidad posible. Y los verdaderos mitos cuentan hechos cuya mera amenaza los vuelve siniestramente inevitables.
El pasaje de los molinos de viento de ‘El Quijote’, en un tapiz napolitano del siglo XVIII. :: EFE
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La escritura desatada C CÉSAR A AUGUSTO A AYUSO
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a lengua y el ser, la idiosincrasia española, no serían iguales sin Miguel de Cervantes, el más grande autor de nuestra literatura que han visto los siglos, y así, no cesaremos nunca de celebrar su genialidad de haber creado ‘El Quijote’ de la nada. Mejor dicho, de la nada no, porque ya hace tiempo que la teoría literaria sentenció que toda obra de arte es un ejercicio de transformación, una germinación nacida del humus de todas las creaciones anteriores. Y en la magna obra cervantina aparece a las claras: no solo porque sea una enmienda total a las novelas de caballerías, sino porque los más diversos subgéneros narrativos que triunfaban en su tiempo tienen en ella acogida, y aun ciertos cuentecillos populares que se deslizan en boca de Sancho. Pero no solo eso, pues la literatura se hace más pura y más creíble si arraiga en la vida, en las luces y oscuridades de su tiempo, y ‘El Quijote’ es evidente que lo está, pues trasluce inmejorablemente la convulsa sociedad hispana de una época de cambio y degradación, en que el glorioso imperio español encaraba su naufragio. ‘El Quijote’ es algo más que una obra cómica, como nos parecía al leerla en la adolescencia, quizás debidamente adaptada, y como les pareció a los españoles de su siglo y después. Entenderla en su verdadero calado ha llevado un tiempo, y fueron los ingleses quienes en el siglo XVIII se percataron de su verdadera riqueza, de ese inmenso y novedoso arsenal narrativo que dejaba vislumbrar en sus páginas. Más que un libro de entretenimiento al uso, es una reflexión inmejorable sobre las posibilidades y retos de la novela, y no solo como imitación o remedo fantasioso de la realidad, sino como captación inteligente y crítica de la vida real, que queda reflejada en ella. La literatura, nada menos, al servicio del hombre; y no simplemente como evasión, sino como sátira mo-
ral que le hace conocerse, para transformarse y mejorarse, para situarse en el momento y el lugar que le corresponde y no ser, de otro modo, infiel a su yo, a su verdadera identidad. No otra es la trayectoria ejemplar de los dos protagonistas, del desprendido don Quijote y del interesado Sancho, que, si bien parten de ángulos enfrentados, acabarán convergiendo en el centro que los hace humanos y dignos. De este modo, su dilatada cabalgada –de ida y vuelta– por las tierras de España, del corazón de la meseta al mar de los mitos, el mar de Ulises, no ha sido sino una aventura de reconocimiento, de purificación, de búsqueda de sentido. La vida es, sobre todo, un largo aprendizaje que se hace, paradójicamente, en lucha contra uno mismo, como si el propio yo –y no otro–, con sus arduas apetencias y locos sueños, fuera el propio enemigo. Lo expresa magníficamente Sancho al entrar en laa aldea: «Abre los ojos, de-seada patria, y mira quee vuelve a ti Sancho Pan-y za tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado.. Abre los brazos y recibee itambién tu hijo don Quiijote, que si viene vencis, do de los brazos ajenos, sviene vencedor de sí mismo; que, según él me ha ndicho, es el mayor vense cimiento que desearse puede». Cervantes es hijo de su ra tiempo, y ofrece una obra típicamente barroca. Barroca en su concepción en técnica narrativa y de mentalidad, que no tanto en el estilo, pues el buen corte y elegancia de su prosa le alejan de las contracturas y ringorrangos de Quevedo y novelistas menores de la época y se aviene con el buen decir renacentista. La sabiduría narrativa que despliega, esa reflexión permanente sobre la ficción desde la propia trama novelesca –ese arriesgado y deslumbrante ejercicio de metaficción que medio siglo después Velázquez trasladará a la pintura, sobre todo en ‘Las Meninas’– es propio solo de un avezado lector proclive a plantearse los límites y posibilidades de su oficio, y a realizar ensayos más allá de lo usual
para, con su genialidad, ensanchar el campo y traspasar fronteras. Por eso se le reconoce como el inventor de la novela moderna, de la obra total, tan ambiciosa y plural en sus habilidades narrativas como profunda y rigurosa en su planteamiento humano e intelectual. Este modo nuevo y sorprendente de narrar, él mismo lo bautiza como «escritura desatada», la que echa mano de todos los motivos, subgéneros y tonos sin perder nunca el propósito primordial de «enseñar y deleitar juntamente», y que conjuga a la par una «ingeniosa invención» con la «apacibilidad del estilo». El tramposo juego de espejos, el engaño a los ojos per-
Entender ‘El Quijote’ en su verdadero calado ha llevado un tiempo y fueron los ingleses quienes en el siglo XVIII se percataron de su verdadera riqueza
manente, la continuada contraposición de realidad y ficción, de representación y verdad, impregnan de un modo u otro las dos partes de la novela y le mantienen al lector en una ardua dialéctica, irrenunciable. Algo muy propio del barroco, sin duda, pero que en Cervantes no conduce a la desolación y al pesimismo, sino, más bien, a una confianza en las posibilidades infinitas del hombre y su destino. En este sentido, la muerte de don Quijote resulta ejemplar, reconciliado con su verdadero yo y con la vida. La muerte en su casa, en su cama, haciendo testamento, tal como le sucedió a ‘Tirant lo Blanc’, el héroe «del mejor libro del mundo», según juicio expresa sado por el cura en el céle lebre escrutinio de la bibl blioteca, es todo un símbo bolo en aquella sociedad en que la muerte estaba ta tan ritualizada e importa taba la eternidad. Cerv vantes adapta muy bien a la mentalidad barroca, ttodavía no llevada a la eexacerbación, sus conv vicciones del humanism mo cristiano, con sus ccreencias aquilatadas, ccomo defendió Batailllon, en el rigor erasmistta, alerta más a lo esencial que a la superchería y al espíritu que a la letra. Por eso la defensa del libre albedrío y el hermoso y acendrado elogio que de la libertad hace don Quijote, y p por eso el concepto de verdad como un eje semántico que a lo largo de toda la obra vertebra su pensamiento y le da sentido. Entre bromas y veras, con su proverbial y exquisito sentido de la ironía, el juego verdad/ficción le sirve para el despliegue de su reflexión metanarrativa, dilucidando sobre su verdadero alcance ya en la historia, ya en la invención o en la poesía. Y en su constelación giran conceptos como la virtud y el valor de las obras, auténticos pilares ontológico-morales de un yo que se precie en su genuina identidad, tal como a la postre se nos descubre en los dos héroes que tanto nos solazan con sus aventuras como nos hacen pensar con sus reflexiones.
6 LA SOMBRA
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Apunte musical para el año Cervantes S e conmemora este año el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Este tipo de efemérides se celebra siempre con un gran despliegue de actos culturales cuyo objetivo debe ser la puesta al día, la reflexión desde el presente y la propuesta de proyectos de futuro. Al menos en teoría. Desde el ámbito de la música, la efeméride cervantina (que coincide en el tiempo con la de Shakespeare en el mundo anglosajón) ofrece posibilidades infinitas. Cervantes y Shakespeare. Sin duda los dos autores que mayor cantidad de obras musicales han inspirado a lo largo de la historia a compositores de las más variadas procedencias. Don Quijote ha cabalgado sobre los pentagramas desde una fecha tan temprana como 1614, cuando se escribe el ‘ballet de cour’ (espectáculo heterogéneo y suntuoso en el que participaban los cortesanos e incluso miembros de la familia real francesa) titulado ‘Ballet de Dom Quichotte’. De todo el corpus cervantino es el personaje de don Quijote el que ha acaparado el mayor interés, si bien alguna otra de sus obras, así como la propia figura de Cervantes, también han
sido objeto de acercamiento musical. El tema es en verdad amplísimo y se hace imperativo un ‘donoso escrutinio’ musical. Las aventuras del hidalgo manchego aparecen en la música sinfónica y orquestal, en la ópera, el ballet, la zarzuela, la música vocal, la de cámara y hasta en el musical. Los compositores españoles le han dedicado excelentes obras a través de los más variados géneros: Manuel García, Guridi, Esplá, Gombau, Conrado del Campo, Falla, Joaquín Rodrigo, Salvador Bacarisse, Roberto Gerhard, los Halffter, García Abril, José Luis Turina, Tomás Marco, Lorenzo Palomo, José Peris, Román Alís, Ruiz Pipó… Y en fechas más recientes Josep María Belanyá Rosell, Lothar Siemens Hernández, Alfonso Ortega o Miguel Aparicio. Un género tan popular y característicamente español como es la zarzuela no podía dejar pasar por alto un personaje colmado en matices que, evidentemente, podía ser una mera excusa para asegurarse un éxito fácil de público y crítica (Arrieta, Chapí, Vives o Barbieri entre otros muchos dejaron interesantes ejemplos) pero que también sirvió de vehículo para la crítica social y política como en los casos de
JULIO GARCÍA MERINO
Archivero musical de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Luis Foglietti Alberola con ‘La patria de Cervantes’ o de Manuel Penella con la esperpéntica ‘La última españolada’. Especial interés tendría para Castilla y León la recuperación de la ópera ‘El mozo de mulas’ del burgalés Antonio José Martínez Palacios, asesinado en 1936 tras iniciarse la Guerra Civil Española. Basada en un episodio del capítulo XLIII, la obra quedó inacabada y olvidada hasta que el compositor Alejandro Yagüe orquestó en 1987 lo que quedaba pendiente de la obra a partir de la reducción de canto y piano. Además de su carácter inédito y de gran espectáculo, ofrece el aliciente añadido de que al inspirarse en un episodio secundario del Quijote, Antonio José escribió una música profundamente romántica, con unas cualidades líricas sorprendentes, muy poco habituales en su época. Recuperar y poner
S
obras de Shakespeare pueblan todos los escenarios del mundo. Las de Cervantes son poco representadas, incluso en España. Situación diferente que enmarca las conmemoraciones de este año. He visto la dramaturgia shakespiriana en representaciones en inglés, español, italiano, francés, alemán, ruso, polaco, estonio, sueco, japonés. Grandes directores de escena las han afrontado. También la ópera, la música y el cine se han apropiado estas obras. Todas las estéticas se
han dado cita en montajes que rompen a veces los parámetros normales. En el universo el teatro de Shakespeare reina. Hoy mismo en España coinciden tres puestas en escena de ‘Hamlet’ y nunca el autor inglés ha dejado de estar presente en nuestros escenarios. Se produce una especie de inmersión cultural universal que no cesa y mucho menos en estas fechas conmemorativas. De las obras de teatro de Cervantes solo conocemos los Entremeses en el monta-
:: J. J. GUILLÉN-EFE
en escena la ópera completa debería ser una de las prioridades de este año cervantino. Fuera de nuestras fronteras la relación es interminable: Telemann, Purcell, Mendelssohn, Minkus, Anton Rubinstein, Massenet, Richard Strauss, Jean Rivier, Ravel, Ibert, Kara Karayev, Ionel Perlea, Petrassi, Aulis Sallinen, Henze, Giacomo Manzoni, Rayner Brown… Lamentablemente inédito permanece el tríptico ‘Trilogie: Faust, Don Quichotte, Saint François d’Assise op. 52’ del interesantísimo compositor francés Charles Tournemire (1870-1939). Muy difusa es la línea que separa lo sublime de lo ridículo en el género operístico. La obra de Massenet resiste a duras penas el paso del tiempo. Hoy resulta algo acartonada aunque su atrevida propuesta sigue siendo válida: Dulcinea no existe en los sueños de Don Quijote, sino que cobra vida, con lo que se aporta un capítulo inédito, sin pretensiones apócrifas, a la genial novela cervantina. Pero la obra maestra indiscutible es la ópera ‘Don Quixote’, compuesta en 1897 por el austríaco Wilhelm Kienzl, y recuperada fonográficamente en 1998. La visión que se tenía de nuestro caballero andante en la mayor
Universalidad de dos genios hakespeare. Cervantes. Escritores. Poetas. Vidas diferentes con algunos vacíos. El español, autor de la mayor novela de la historia y de más de once obras de teatro. El inglés con la gran opus dramática, la más brillante de todos los tiempos, y unos admirables sonetos. Cervantes vio oscurecidas por el Quijote sus demás obras novelísticas e, incluso, ‘Los trabajos de Persiles y Segismunda’ han sido, como el ‘Finnegans wake’ de Joyce muy poco leídos. Las
Representación de la ópera ‘Don Quijote’ de Cristóbal Halffter, en el Teatro Real de Madrid.
je reciente de José Luis Gómez, ‘Los baños de Argel’, en unas representaciones lejanas en el María Guerrero, y ‘Viaje al Parnaso’, versión de la Compañía de Teatro Clasico. Pérez de la Fuente prepara ‘El cerco de Numancia’ ¿Será suficiente? Hace falta ese gran espectáculo que traspase fronteras ¿Por qué no una versión escénica del Quijote que vaya más allá de las de Scaparro con Flotats y Echanove? Exposiciones, ballets, conciertos, conferencias y mesas
redondas no faltarán pero es evidente que la magnitud del teatro shakespiriano tiene asegurada la universalidad activa. Hemos visto un ‘Rey Lear’ en sueco dirigido por Ingmar Bergman y en italiano por Giorgio Strehler, diferentes y magníficos, como el genial montaje de ‘El Sueño de una noche de verano’ de Peter Brook que se paseó por el mundo. Son ejemplos de ese poder del bardo de Strafford través de la escena. Curiosamente en la propia España, Shakespeare ha estado más presente que Cervantes. Han pasado por los teatros patrios montajes de Declan, Donnellan, Sam Mendes, Deborah Warner, Nekrosious, Peter Stein entre otros.
FERNANDO HERRERO
Los amantes del arte dramático no hemos dejado de sumergirnos en su obra. El Quijote creó dos personajes únicos. Una obra larga, compleja a pesar de su aparente sencillez, con historias ajenas incluidas, muy divertida, pero no fácil de leer desde su propio y extraordinario lenguaje. La versión actualizada de Andrés Trapiello, polémica como casi siempre ocurre, puede facilitar el acceso a la obra a un determinado tipo de lector. Imponerla no
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Cartel de Georges Rochegrosse para la ópera ‘Don Quichotte’, de Jules Massenet. (1910).
parte del teatro lírico germano hacía hincapié solamente en sus rasgos cómicos. Pero a lo largo del siglo del Romanticismo se empezó a producir una transformación, tanto en la música como en la literatura y la filosofía. Se descubrió el carácter poliédrico del personaje, y se subrayaron ahora sus valores poéticos y sus rasgos trágicos. Kienzl quería dignificarlo y aportar algo nuevo a una larga tradición musical. Y para ello redactó también el libreto con la intención de dotar de coherencia dramática a todo el periplo vital y aventurero del hidalgo. La novedosa aportación de Kienzl radica en su visión trágica del héroe pues no le concede recobrar la cordura ni morir en paz reconciliado con la vida. En cierto modo daba solución al enigma que Cervantes dejaba planteado al final de la novela: ¿realmente muere cuerdo don Quijote? En el libreto de Kienzl el gran desafío que el hidalgo lanza contra la realidad, es que es él mismo, derrotado, quien al final de la ópera decide quemar la biblioteca ante la inutilidad de su empresa. ¿Ha sido su existencia un error o somos nosotros los que vivimos en un engaño constante? Esta contienda épica y ética contra la vulgaridad de la vida y los falsos profetas lanzada por el Quijote de Kienzl es recogida en cierto modo por Cristóbal Halffter en su ‘Don Quijote’, del año 2000, compleja pieza de difícil clasificación que se articula en torno a una pretendida reflexión sobre la necesidad de la utopía en el inicio del nuevo siglo plasmada a través de un hipo-
es conveniente. Ninguna duda cabe de su universalidad, traducida a todos los idiomas. Los caracteres del Hidalgo y su Escudero se han convertido en una definición ambivalente del ser español. Desde lo positivo porque los matices negativos están lejos de esta obra magna. La esencia del amor espiritual, esa maravillosa Dulcinea inexistente, es otra de las grandes ideas que lega al mundo este libro magistral. En el estupendo libro ‘Cuatrocientos años de Don Quijote por el mundo’ nº 45 de la Revista Poesía (600 imágenes y cuatrocientas páginas) se constata esa universalidad artística que sigue multiplicándose. Pintores, músicos,
cineastas, escritores, rinden el mejor homenaje con sus obras. Asombra la variedad de cuadros, ilustraciones y textos. ‘El Quijote’ y su multiplicación artista. Las traducciones hacen viable la universalidad de los escritos de Cervantes y Shakespeare. Nos preguntamos por el motivo de la capacidad del teatro de este último para ser representado en todos los idiomas (lo que no es el caso de Racine, Calderón, Lope, entre muchos) En principio por el carácter de sus temas. Las obras están basadas en cuentos, tradiciones de todos los países, situándose las acciones no solo en Inglaterra sino en los más diversos lugares. Son textos asequibles a todos y sus
reflexiones sobre el poder, la pasión, la traición, el amor, la venganza, la locura, el dolor y la muerte se plasman en personajes inolvidables, tanto en la tragedia como en la comedia. Su visión sobre el ser humano en sus contradicciones es riquísima y el len-
En el teatro patrio, curiosamente, Shakespeare está más presente que Cervantes
guaje utilizado magistral. Roger Planchón, magnifico director de escena francés me decía en Avignon hace muchos años que las obras de Shakespeare llegaban a todos los públicos que las recibían con mayor o menor profundidad según los casos. Así lo he comprobado en mi relación de tantos años con el escritor, con sus obras, leídas una y otra vez, con las múltiples representaciones a las que tuve la suerte de asistir. Son estos personajes que se hacen propios, nunca de una pieza, incluso en la perversidad. Hamlet, Otelo, Yago, Coriolano, Cimbelino, Falstaff, Lear, los Reyes como dinastía, Ariel, Puck, Calibán, Prospero y cientos de ellos,
cuyas voces escuchamos en inglés, en italiano, en polaco, en nuestro propio idioma. Shakespeare nos acompaña siempre en su tremenda multiplicidad. También desde la pantalla ‘El guionista invisible’ le denominaron Jordi Ballé y Xavier Pérez en su interesante libro o en la ópera. Rossini, Verdi, Berlioz, Thomas, Wagner, Britten, Barber, Boesman, Thomas Ades… Voces que resuenen en ‘Macbeth’, ‘Otello’, ‘Hamlet’, ‘El sueño de una noche de verano’, ‘Falstaff’, ‘Beatriz y Benedicto’, ‘Antonio y Cleopatra’, ‘Hamlet’, ‘Cuento de Invierno’, ‘La Tempestad’… Nuevas vidas que adquiere el arte como el violoncello straussiano de
tético encuentro de Cervantes con Don Quijote. En el libreto de Andrés Amorós se vierten las inquietudes, dudas y desatinos de los personajes, que hacen suyas las voces de varios poetas españoles, desde Juan de la Encina, Jorge Manrique y San Juan de la Cruz, hasta Salinas o Machado. El ballet es el género que de forma más temprana se fijó en la figura de don Quijote y el que más obras ha producido en torno al mundo cervantino. Ya hemos citado el ‘ballet de cour’ de 1614. El ballet por excelencia del siglo XIX es ‘Don Kichote’ de Minkus. Cada época ha hecho su lectura de los valores del Quijote, y esa evolución queda muy bien reflejada en el ballet. Si en el siglo XVII don Quijote representaba a una España fanfarrona y grandilocuente, en el de las Luces el tema se trató frecuentemente en tono cómico y burlesco. Después sirvió como pretexto para presentar un país colorista y pintoresco a base de fandangos, folias, boleros y cachuchas. En cambio en el siglo XX la novela cervantina ha dado lugar a nuevas reflexiones escénicas sobre la locura, la justicia, la fantasía y la pureza espiritual. Es indudable que el caballero de la triste figura continuará espoleando la imaginación de los compositores y que este IV Centenario será motivo de creación de nuevas obras que sigan haciendo realidad las palabras que Cervantes pone en boca de su héroe: «Donde música hubiere, cosa mala no existiere».
Don Quijote, o ese ‘Retablo de Maese Pedro’ genial de Falla entre tantas visiones musicales. Basten estas líneas como modesto homenaje personal a esos dos grandes artistas que supieron encarnar y profundizar en La esencial del ser humano y nos la comunican a través de los tiempos. Es estas conmemoraciones encontramos una luz en un mundo lleno de oscuridad. La cultura, el arte, pueden transformar al hombre desde la mirada atenta y creadora a su ser dividido. Shakespeare y Cervantes nos pertenecen y les debemos agradecimiento, como también a todos aquellos que han creado desde sus geniales obras.
8 LA SOMBRA
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DEL CIPRÉS A LA SOMBRA DE CERVANTES
‘El coloquio de los perros’, según Sofía Gandarias ANGÉLICA TANARRO
blogs.elnortedecastilla.es/calle58/ @angelicatanarro/twitter.com
H
ay un cuadro de Sofía Gandarias (Gernika, 1951-Madrid, 2016) que representa el rostro del escritor mexicano Juan Rulfo en un paisaje entre tenebroso y fantasmagórico en el que es fácil rastrear la huella real o visionaria de su personaje más famoso, Pedro Páramo. El retrato pertenece a su serie ‘Presencias’ y está fechado a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado. La obra ejemplifica bien la trayectoria de una pintora cuya pasión por la literatura corrió en paralelo a su vocación artística. Nunca escribió una línea que no fueran las presentaciones de sus cuadros pero pertenece a esa raza de pintores (amaba al Bosco como a Bacon, a Velázquez como a Goya ) capaces de contar historias con su pintura. Y hacerlo, en un porcentaje muy elevado de su producción, a través del retrato. Roa Bastos, Borges, Julio Cortázar, Gabriela Mistral (en un simbólico retrato de las ataduras interiores de la poeta errante) Bergamín, César Vallejo o Doris Lessing pasaron por sus lienzos en esta serie que inauguraba también una manera de entender la pintura, como una historia por capítulos. Eso eran sus series en las que trabajó hasta el final. Ahora una exposición en la sede madrileña del Instituto de México en España muestra una de las últimas en las que trabajó: la que dedicó al relato con el que Cervantes cierra sus ‘Novelas Ejemplares’, ‘El coloquio de los perros’. Esta historia también tiene un comienzo y se sitúa en
el año 2007 cuando el escritor Carlos Fuentes, gran amigo de la pintora, lee el discurso de aceptación del doctorado honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha. En él se refiere a la bruja Camacha, uno de los personajes del ‘Coloquio’, y las referencias impresionaron tanto a la pintora que motivó una nueva lectura de la obra. Una lectura exhaustiva que se transformó en 28 lienzos que recorren el diálogo entre los canes Cipión y Berganza, guardianes del Hospital de la Resurrección de Valladolid, escenario en el que Cervantes sitúa la novela. Tal y como se suceden en el relato de Berganza aparecen en los cuadros los personajes de la novela: los amos y los ladrones, la criada y su negro, la Colindres y la bruja Ca-
28 lienzos recorren los personajes y las situaciones de una de las más famosas Novelas Ejemplares de Cervantes La exposición permanecerá abierta hasta el 20 de junio en el Instituto de México en España
macha, la teóloga Cañizares y Montiela, el asno sabio, el demonio y la Inquisición. Las obras mantienen las señas de identidad de la pintura de Gandarias, esa mezcla de simbolismo y surrealismo presente en todas sus series, el rastro del expresionismo y, en particular en esta ‘historia’, la traza barroca, en la manera de contar que impregna los relatos de una sociedad en crisis. El negro de los cuadros es algo más que el fondo tantas veces presente en las obras de Sofía Gandarias, es la negrura de una sociedad en descomposición, es el marco para la ironía, para la voluptuosidad de los rojos o el misterio de los violetas.
Tradición No hay concesiones en estos lienzos, como no la hay en el relato cervantino de ambiciones, robos, cohechos y brujerías, pero como ocurre en la prosa del autor del Quijote, también aquí el subrayado de lo turbio es contenido por la ironía o directamente por el humor, quizá siguiendo la tradición española enraizada en las enseñanzas que su admirado Goya dejó tanto en sus series gráficas como en las pinturas negras y que no abandonaron artistas contemporáneos como Antonio Saura. La serie tiene además el interés de ser uno de los pocos ejemplos plásticos del ‘Coloquio’. Como recuerda el académico Francisco Rico en el texto que acompaña a la exposición, «tan inquietante retablo de episodios y personajes no había penetrado sino en una medida muy mínima en el dominio del arte», y cita como ejemplos de «algún valor», los grabados de Jakob Folkema aparecidos en una traducción francesa de las ‘Novelas Ejemplares’ en 1713. Para el gran especialista cervantino, «triunfa en estos cuadros la interpretación del ‘Coloquio’ como visión de visio-
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A la izquierda, ‘Teóloga Cañizares’; arriba, ‘Los amos’ y debajo ‘Montiela se encierra con una legión de demonios’, tres obras de Sofía Gandarias pertenecientes a la serie ‘El coloquio de los perros’, pintadas entre 2010 y 2012.
nes (...) Los fondos oscuros, los perfiles borrosos, las tonalidades que se entremezclan, los rasgos en fuga..., las formas, en definitiva y sustancialmente las formas, constituyen la auténtica lectura que Sofía Gandarias nos ofrece del ‘Coloquio de los perros’». La exposición permanecerá en el Instituto de México en España hasta el 20 de junio y viajará después a Guanajuato, donde se mostrará en el festival que homenajeará al autor del Quijote, junto a los retratos que hizo de dos autores que también influyeron en su pintura, Carlos Fuentes y Octavio Paz. La Feria del Libro de Guadalajara podría ser una nueva etapa de una itinerancia que comenzó en Sevilla y siguió en Alcalá de Henares y que debido a la prematura muerte de la artista se ha convertido también en un homenaje a la memoria de quien supo unir en su pintura sus grandes pasiones, la literatura y la música.
Compromiso La vida de Sofía Gandarias se caracterizó también por su compromiso con las causas humanitarias, aspecto que solía reflejarse en sus pinturas. De hecho la figura de Primo Levi, superviviente de Auschwitz y autor de la famosa obra ‘Si esto es un hombre’, le inspiró una de sus series más impresionantes, convertida en un alegato contra el Holocausto. También el atentado terrorista del 11M en Madrid la llevó a pintar ‘El llanto de las flores’, serie presidida por el poema ‘Recuerdo’ de otro de los poetas significativos en su universo creativo, Pablo Neruda, a quien retrató en uno de sus lienzos más difundidos y que ahora se exhibe en la casa del poeta en Isla Negra. ‘El Coloquio de los Perros’ hace el número 25 en la lista de las series pintadas por Gandarias. Si se hace un recorrido por todas ellas (‘Kafka, el visionario’, ‘Pessoa, Saramago...’, ‘Arte contra la violencia’) asistimos a una coherencia que va más allá de las señas de estilo pictóricas: la que profundiza en las conexiones de aquellos autores que la apasionaban. Así lo recuerda su viudo, el expresidente del Parlamento Europeo, exministro socialista y presidente de la Fundación Yehudi Menuhim Enrique Barón, custodio de su legado, quien asegura que Gandarias «diseccionaba los textos sobre los que trabajaba».
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El sentir poético de Cervantes JOSÉ MARÍA MUÑOZ QUIRÓS
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Cuando Cervantes se abre camino entre las palabras para iniciar su obra literaria, detrás de toda su capacidad creadora subyace la manera de ver y de percibir la realidad de un poeta. Lo fue con la escritura en verso en contadas ocasiones, aunque no pocas, y en esa labor que se refleja en su visión de creador, de novelista y de dramaturgo la poesía tiñe y modula el secreto hacer de un hombre dotado inmensamente para la escritura. Cervantes tuvo que vivir, aunque no conviviera, con grandísimos poetas y dramaturgos, quedándose en disposición literaria de ser novelista. Y lo fue: su entusiasmo creador se va a desbordar por esos senderos, pero en ese transcurrir va a sembrar brotes poéticos, más aún, va a concebir sus novelas, sobre todo su don Quijote, como una elaboración poética, que no poemática, y sus hondos deseos de crear un mundo donde los personajes vivan y sueñen, van a dar frutos poéticos de gran intensidad y belleza.
sin caer en ningún momento en los afanes incrédulos de un hacer sin sentido. Para Cervantes ser escritor es hacer suyo el mundo que estaba en las manos de otros, falsos imitadores de la vida, y desde la instrumentalización de todos los recursos dela literatura, alzarse frente a esa realidad tan mezquina.
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Pero la capacidad poética de Cervantes le conduce, irremediablemente, al corazón de lo humano, a la fragilidad del hombre, a sus miserias y mezquindades, creando un espacio de libertad y de ternura melancólica, de prisión con alas. Y desde esa visión, Cervantes desnuda el alma desde la insatisfacción de los que dudan, desde el dolor de los que sufren, desde la serenidad de los que añoran otro vivir. Y lo hace con la sabiduría de un gran escritor, manejando a su antojo el humor, la ironía, la mirada inteligente sobre la insulsa mentira de las cosas. Todo ello, con la intensidad de un sentir poético, nos conduce a unos personajes, a unas situaciones, a unas aventuras que viven y sienten con
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Lo primero que distingue a un poeta es su necesidad de expresarse frente a una realidad que se queda limitada, inmensamente estrecha, y por ello precisa disolverse, como una sustancia renovadora, en los terrenos de una nueva manera de reflejar esa realidad, la suya, la que adquiere dimensión de universo personal. Todo poeta verdadero se siente solo y perdido en esa recreación de lo creado, en el caos que afronta para reordenarlo y hacerlo suyo. Cervantes es un claro ejemplo de conducta personal frente a un tiempo difícil que precisa organizar en su escritura, que critica con generosa severidad, y que a la vez es un producto de gran literatura,
Cervantes desnuda el alma desde la insatisfacción de los que dudan Lo primero que distingue a un poeta es su necesidad de expresarse frente a una realidad que se queda inmensamente estrecha
parecida plenitud que el lector, con un dominio de la complicidad que hace de ellos símbolos y prototipos de cualidades y virtudes, también de defectos y de vicios intolerables, formando en sus relaciones más íntimas una manera de entender el mundo y de dejar al ser humano en su exacto lugar y en su espacio ganado con la revisión de su sentir más hondo.
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El poeta advierte siempre la diferencia existente entre lo deseado y lo real (esa dualidad que Cernuda contempló entre la realidad y el deseo) y en ese balance de imposiciones y de anhelos Cervantes crea personajes para vestirlos de ambos contenidos y ambas maneras de entender la vida. Un don Quijote frente a un Sancho Panza, que acentúan desde sus ojos diversos la multiplicidad de la realidad. Y sentimos ante esa dualidad que tal vez es preferible no ser molino sino gigante.
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La creación poética de Cervantes en verso, desde el gran soneto que podemos situar como uno de las mejores composiciones poéticas de nuestra literatura, hasta los romances y los poemas intercalados en las novelas, complementan el hacer simbólico del escritor, son un elemento más de sus significativa intuición y su quehacer literario. Crear personajes-universo de la complejidad y llaneza a la vez, como lo hace Cervantes, es un modo sabio y preciso de construir literatura desde la belleza, desde el conocimiento de toda una tradición, desde la firmeza que precisa un buen escritor, y a la vez es un ejercicio de renovación, de apuesta, de modernidad, de coraje vital A todo ello, le añadimos el grado de intensidad emocional que interpone un poeta y la puesta en escena que sabe situar un hombre de teatro. Todo ello, como en Cervantes, produce un resultado tan misterioso, único y genial que hace de su obra el espejo insustituible de un vivir y de un sentir universales.
‘Don Quijote’, por Jackson Pollock (1944). A la derecha, ‘Don Quijote y Sancho’, dibujo de Pablo Picasso (1955).
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‘Don Quijote’, de Antonio Saura (1987).
El buen caballero D e alerta ante la vida que le parece que disculpó sin descanso, el buen caballero. Profundo, pendiente de situaciones e infortunios El tiempo de don Quijote continúa sosteniendo siglos de realidades recónditas, conmoviendo o dificultando su pensar y sus horas. Dificultades para hacer comprender sus formas débiles o envalentonadas. Caballero de la claridad hasta en las sombras. La lanza fisura en el viento como aviso el desequilibrio de unas gentes vivientes que busca y busca un intento como evasión arrastrando su ayuda en cuanto que lo abra un dolor o un miedo; una ayuda en sedición, tumulto fuese cierto o imaginado. Qué mundo en su cabeza llena y extensa, o confusa y buscando misericordia juntamente. Oh señor, ¿hablaba del señor burlado aun en lo menesteroso un destino don-
ELENA SANTIAGO
de vivir sólo vivir pero hasta recordar su universo procurando mitigar malas intenciones? Sus pensamientos topando siluetas con movimientos extraños agotando a seres ofrecidos a defenderse. Soñaba mundo con justicia, soñaba gentes donde la mujer decía el nombre de don Quijote procurando que venciera mares de noche y mares soplando vientos de sal enardecido. Oh extraños momentos. Cómo borrar malquerencias o desbaratados enemigos. Ya que dispuesto a dar consejos existía la necesidad de ser y ser más, se orientaba en aquellas palabras y situaciones desbaratadas. Contando sin fin los días haciendo historia y provocando ensueños donde no es-
taba, o no de manera adecuada. Aquel mundo propio, preferible donde arreglaba lo inconveniente. Iba a respirar mejor y, hasta, en fila, a la no muerte. Caminante, caminante, dispuesto a conseguir que escucharan sus auxilios. Adelantarse era muy sano. Las necesidades habrían indicado previsiones. A él también. Recurría a llegar a su casa buscando dineros y camisas. Y también entraba su escudero, muy pobre y sin herederos, que creyó adecuado que le acompañase, como servidor concediendo igualmente una compañía o salvándolo de cuanto le cubría, ya que él dominaba y exponía campo ancho y pensamientos imparables arreglando vivir. Con ansias tomaba el camino, tan alborotada unión del horizonte y la naturaleza, que se componía en fascinado lugar que el campo se salpicara de trinos de pájaros. Además de colores limpios o llorones al salpicar.
Cosas cervantinas N i todos los ingleses han leído a Shakespeare ni todos los españoles han leído a Cervantes, contemporáneos. Ello no obsta para que ambos no sean dos enormes genios, ni para que sean personajes semivelados. De Shakespeare –es ya sabido– no se sabe con certeza casi nada, sino el nombre de su pueblo natal, Stradford, y que él fue un hombre de teatro en Londres. Muchos suponen otros nombres como autores de esas grandes obras y al nombre de Shakespeare le dan poco más valor que el de un pseudónimo o una suerte de máscara. De nuestro Miguel de Cervantes (1547-1616) por fortuna sabemos bastante más, pero muchos rasgos de su vivir parecen quedar muy lejos de la idea de ‘genio’. Es harto dudoso que Cervantes se considerase nunca otra cosa que un perdedor (y ‘El Quijote’ tiene mucho que ver con
ello) como atestiguan la mala suerte del soldado preso en Argel –intentó fugarse tres veces pero conservó la vida, dicen que por sus relaciones homoeróticas, todo lo ocasionales que se quiera, con el bey turco de Argel–, su mala suerte inicial tanto como novelista –‘La Galatea’– cuanto como autor dramático, arrasado por la popularidad de Lope, o el hecho de que se ganara la vida y de nuevo la cárcel –esta vez por supuestos fraudes al fisco– lejos de la literatura y viviendo fundamentalmente entre gente marginal, en Sevilla o Valladolid por ejemplo, de donde evidentemente sacó no sólo tipos sino una actitud moral claramente abierta. Parece que al menos una de sus hermanas no fue una persona de «buen vivir», y así añadiríamos trazos de sombra, hasta concluir que el Cervantes que conoce el éxito es ya viejo para la época, en 1605, con la primera parte de ‘El
Quijote’ o en 1615 –al filo de su muerte– con la segunda. Novela, por cierto, que narra esencialmente un gran, un tremendo desengaño y en tal senda (lo he dicho otras veces) pocos libros, salvo en adaptaciones muy ligeras, menos infantiles o juveniles que el gran ‘Don Quijote de la Mancha’. No creo que se haya tratado mucho el hecho de que Cervantes y ‘El Quijote’, esencialmente, hayan sido muy en particular desde principios del siglo XIX símbolos de hispanidad y de la misma nación española. Ello ha tomado modos diversos de expresión pero está ahí. En muchas casas españolas de clase media (incluso baja) hasta no hace mucho había motivos cervantinos y quijotescos. Un grabado sobre el Quijote enredado en las aspas de los molinos o el episodio de los odres de vino… Escenas varias de ‘El Quijote’ o imágenes en madera o
Su cabeza suplicaba fantasías, tan amigas de su mente y de un movimiento enderezando memoria fácilmente con torceduras. Su cabeza, con pájaros y sin ellos. Fantaseaba situaciones laberínticas. Concertaba compromisos si encontraba penurias del doliente, ya que penurias eran
cerámica de un Quijote alargado y soñador y un Sancho grueso y muy terráqueo. Esas figuras o imágenes adornaban salones o estanterías. Podía (puede) darse el caso de que los habitantes de esas casas no hayan leído jamás una obra de don Miguel, pero saben –está en su inconsciente colectivo– que Cervantes y don Quijote forman parte de la grandeza y acaso también de la derrota de su país, son parte de su mundo nacional heredado. No es menos frecuente que en pequeñas bibliotecas familiares –acudimos de nuevo a una estampa de clase media– entre los pocos libros variopintos haya un ejemplar de ‘Don Quijote’ y a veces heredado. Estamos en las mismas: Probablemente la mayoría de los miembros de esa familia, de cultura más bien baja, no ha leído la novela cervantina, pero la tienen, poseen un ejemplar, porque el libro contiene algo –a grandes rasgos saben la historia– que pertenece al sentir colectivo de su patria, y el mito quijotesco es algo suyo, insisto aún sin haberlo leído. Si la casa es más moderna el grabado no
vivir en contra de vida cálida. Así estaba siendo sentencia al muchacho que quien mandase un labrador blandiendo gestos de arrobo molesto, ante el muchacho enredado en su desgracia una ayuda. Supo nuestro caballero, aquel desatino del hombre golpeando al dolorido mucha-
LUIS ANTONIO DE VILLENA
En muchas casas españolas hasta no hace mucho había motivos cervantinos y quijotescos
cho con cara de reo. Apartaron los limpios de corazón, su horror ante la violencia, la terrible libertad inventada por el confundido, ante el muchacho arrepentido de vivir con cada golpe que sufría duramente. La belleza del paisaje se encogía sin duda, llorando un alivio para el sufriente protagonista de aquella hora con vinagre bebiéndolo. Al muchacho le tembló la salvación ya que difícil era la ayuda de un humano a otro, ¿O exageraba? El muchacho cerró el llanto suyo y el paisaje. La repulsa del agresor al caballero por entrar en su manera de protestar su acción de castigo sin arrepentimiento. Acertó don Quijote, famoso hidalgo, en presurosa protesta, y le voceó: «¡Mientes!», señaló digno ante la adversidad errada. El hombre vio más fácil confesar un cambio y un buen trato como humano que era. Se dispuso a irse satisfecho por aquel arreglo que sin duda cumpliría promesa y no tocaría al chico. Calló buscando su camino más cierto y vio lo mejor: ofrecerle a su amada Dulcinea del Toboso, su valor y su nombramiento de caballero.
será una estampa más o menos decimonónica, sino las líneas estupendas y expresivas que trazó Picasso, quien también debió sentir ‘El Quijote’ como algo íntimo y muy propio. Creo que este hecho de que Cervantes y su Quijote sean rasgos españoles esenciales perdura, aunque hoy probablemente estén cambiando algo las formas que acabo de trazar. En cualquier caso parece esencial que al conmemorar el IV centenario de la muerte de Cervantes no solo ahondemos en la obra y en el autor que tantas veces debió sentirse marginado y desdichado, sino en ese papel de emblema nacional, que la Generación del 98 –por poner un caso ilustre– tuvo tan hondamente en cuenta. Muchos no saben que de Cervantes no se conserva ni un solo manuscrito y sólo hay una firma suya (una) al pie de un documento notarial que se guarda en el Archivo de Simancas. En esa firma se lee nítidamente: «Miguel de Cerbantes». Sí, exactamente con be alta. Cosas de una ortografía no fijada aún, pero una notable curiosidad.
12 LA SOMBRA
DEL CIPRÉS
LECTURAS
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
Aventuras y desventuras de un ‘infradotado’ (y su amigo ‘superdotado’) :: SUSANA GÓMEZ «Es extraño cómo las personas huyen de alguien demasiado tonto prácticamente igual que huyen de alguien demasiado listo»… con la misma clarividencia con que resume su particular tragedia y la del superdotado Óscar, Rico irá poniendo sobre las páginas algunas de las grandes cuestiones sobre las relaciones humanas, sus complejidades y sus milagros, así
como la diversidad y las dificultades de ser diferente. Narrada en primera persona y con la extraña lucidez de un ‘infradotado’, como se encargará de explicar continuamente sobre sí mismo, sus páginas despliegan el retrato de un peculiar (y al tiempo muy real) vecindario, en un tapiz sin edulcorantes cuyo telón de fondo es un relato de intriga y tintes policiacos. Primer volumen de la
trilogía escrita por Andreas Steinhöfel, la novela cuenta la amistad entre Rico y Óscar (este último de escasa talla y siempre con un casco para protegerse), quienes con sus sombras y sus luces se encargarán de desvelar el misterio de los secuestros infantiles que tiene en vilo a todo Berlín. Premio Nacional de Literatura Juvenil de Alemania en 2009, el relato está contado en primera persona,
y su principal acierto radica en el punto de vista de un narrador y protagonista muy especial: Óscar, alumno de un centro de Educación Especial cuyo cerebro es «como si condujera un coche sin volante», y al que su profesor le ha recomendado que explore sus dotes de narrador y escriba un diario durante el verano. Será así cómo su mirada registrará sin prejuicios el mundo que le rodea,
El sueño de Múnich: la primavera agostada Jordi Amat reconstruye el proceso que condujo al Congreso del Movimiento Europeo celebrado en la ciudad alemana en 1962
MANUEL RICO
L
a creación de la Junta Democrática y de otras plataformas surgidas en la primera mitad de los años 70 relegó episodios y experiencias políticas e intelectuales de contestación al franquismo de una importancia capital, que fueron también fermento de la Transición. ¿Hubo otra oposición? ¿Cómo se desenvolvió el trabajo de la resistencia no comunista a Franco dentro y fuera de nuestras fronteras? ¿Cuál fue el camino recorrido por algunos protagonistas de la lucha revolucionaria durante la Guerra Civil hasta recalar en un convencido europeísmo? En ‘La primavera de Múnich’, Jordi Amat responde a estas preguntas reconstruyendo, con rigor, la intrahistoria del proceso que condujo al Congreso del Movimiento Europeo de junio de 1962 celebrado en esa ciudad alemana y en el que se encontraron, con afán reconciliador, representantes de dentro y fuera de España. Su trabajo se inicia con el relato de la experiencia de Pablo Martí Zaro, un profesio-
Dionisio Ridruejo en 1954. :: EL NORTE nal del antifranquismo, demócrata de profundas convicciones, quien, en 1990, constatando lo insostenible de su situación cuando la democracia estaba asentada, decide desactivar la editorial, fundada en los años sesenta, Seminarios y Ediciones, una parte del entramado de la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura, con sede en París, por insolven-
cia económica y pérdida de razón política. Con su muerte una década después, se cerraría un episodio de nuestra historia no por poco conocido hoy menos trascendente. Ese episodio es el que Jordi Amat reconstruye utilizando materiales inéditos, destacando polémicas olvidadas como la que sostuvieron Luca de Tena y Dionisio Ridruejo a propósito del retorno de
Bergamín a España, y huyendo del dibujo plano: un relato vivo, dialéctico, que habla de certezas y dudas, de debilidades y fortalezas, de afirmaciones y renuncias, que se extiende desde el final de la Guerra Civil hasta el comienzo de la Transición. El lector descubre, así, el papel dirigente que, en toda su complejidad, cumplió Dionisio Ridruejo confrontándose con
el franquismo del que procedía: no eran tiempos fáciles, el Régimen se mostraba especialmente cruel con quienes eran considerados «traidores» y el poeta y político fue víctima de una represión que lo llevaría, en 1961, al exilio en París. La red en la que Amat investiga, que se teje con iniciativas que van de la creación por Victoria Kent de una oficina en Nueva York para recopilar datos sobre la dictadura a la fundación de la revista ‘Ibérica’, pasando por el impacto del Congreso Universitario de Escritores Jóvenes como impulsor de una poesía comprometida, por el homenaje a Antonio Machado celebrado en febrero de 1959 en Collioure, o por las movilizaciones estudiantiles de 1956, entre otros, es el fermento del que surgiría, pese a la resistencia de Franco y sus gobiernos, el Congreso al que el aparato de la dictadura denominaría como Contubernio. Aranguren, Pradera, Laín Entralgo, Enrique Tierno Galván, Salvador de Madariaga, Marià Manent, Gil Robles, Satrústegui, Vidal Beneyto, Llopis, junto a escritores del medio siglo, muy jóvenes en aquellos años, conforman la nómina esencial (también parcial) de ese esfuerzo desarrollado a un lado y a otro de nuestras fronteras. En el fondo, Amat apunta el itinerario de una confluencia representada por dos intelectuales marcados por el compromiso político: Julian Gorkin, como exponente del sector más radical del comunismo (el POUM) durante la Guerra, y el ya citado Dionisio Ridruejo, falangista de la primera hora y constructor del ‘nuevo estado’. Ambos protagonizan el viaje hacia la reconciliación y hacia la asunción de una Europa, la de las décadas de los cincuenta y sesenta, levantándose contra los fantasmas del na-
LA PRIMAVERA DE MÚNICH Jordi Amat. XVIII Premio Comillas. Tusquets Editores. Barcelona, 2016. 479 págs.
Jordi Amat. :: ISABEL SOLER zismo y del estalinismo en medio de la guerra fría. ‘La primavera de Múnich’ es una aportación esencial al conocimiento de nuestra historia. Amat no sólo nos cuenta. También reflexiona sobre el fracaso de aquella iniciativa democrática, se adentra en la crisis de identidad que generó entre sus protagonistas un artículo del ‘New York Times’ sobre una hipotética financiación por la CIA del Congreso y certifica el anquilosamiento que vivieron los supervivientes de República, dentro y fuera de España, y su sustitución por la generación de los nacidos y educados después. Es la crónica de un fracaso provocado también por la represión y el miedo. La crónica de una realidad silenciada, oculta, que quizá tenga en la tardía reacción de los ‘demócratas del régimen’, ausentes cuando Ridruejo decidió romper amarras con él, una causa del máximo relieve. Un libro valiente, necesario, esclarecedor. Imprescindible.
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RICO Y ÓSCAR Y EL SECUESTRADOR DEL SÚPER Andreas Steinhöfel. Editorial Bruño. 294 págs. 12,95 euros. Edad recomendada: a partir de 11 años.
gracias a una ingenuidad capaz de describir sus aristas más demoledoras desde una profunda ternura y sinceridad. Y Rico, que «aunque piense mucho» lo hace «más lento que los demás», nos conducirá por una sutil danza narrativa, en la que una voz a veces extremadamente fiable (siempre dice la verdad) y otras no tanto (va más despacio), narra con sencilla maestría una historia en la que, en ocasiones, el lector sabrá más que él, procurándole el placer de adelantarse a sus pesquisas.
Homenajes EL TALISMÁN DE LA COSTURERA CIRO GARCÍA
H
e acabado hace poco la lectura de un volumen enorme, el primero de cuatro volúmenes enormes, que tenía pendiente desde hace unos tres años: ‘Shadowmarch’, de Tad Williams. Siempre pensé que su ‘Añoranzas y pesares’, otra saga con un número ingente de páginas, era, con mucho, lo mejor que había editado Timún Mas, editorial dedicada a la fantasía más comercial, generalmente de calidad entre pasable, mediocre, o fran-
camente mala, cuyo título bandera es esa legión de novelas que nacieron bajo la franquicia ‘Dragonlance’. ‘Añoranzas y pesares’, a pesar de que su fórmula tan manida, casi un canon en esto de la fantasía épica comercial, a saber: resurgir de un mal muy antiguo que forzará a distintas facciones y razas a unirse, tenía un profundidad y una cierta originalidad de las que las demás estaban lejos de alcanzar. Aunque ahí estaban las tres razas canónicas, los elfos, los hombres y los enanos, no eran del todo las que solíamos ver. Sobre todo los elfos, aquí llamados Sitha, que estaban lejos de ser esa pandilla de rubios delgados, impolutos, chulescos con esa superioridad moral y que no fallan una flecha, que, desde Tolkien, tenemos que soportar novela de fan-
Por la antesala del sueño :: S. G. Sobre fondos densos y compactos, Max se desliza en busca de la luna. Es hora de irse a dormir, y él solo necesita encontrarla para darle las buenas noches. Pero ¿dónde está hoy la luna? Tras cumplir con los rituales de rigor (beberse la leche, cepillarse los dientes, lavarse detrás de las orejas), el pequeño gato negro saldrá en su busca por la noche estrella-
tasía tras novela de fantasía. En vez de eso son unas criaturas de aspecto muy variado, difíciles de ver y comprender, que desconfían de los humanos. En resumidas cuentas, son más similares a los elfos del folclore, o los que nos muestra Shakespeare en su ‘Sueño de una noche de verano’, o en ‘Romeo y Julieta’. Otra cosa que me llamó la atención, era la capacidad de Williams para crear este mundo élfico, sólo a medias terrenal, a medio camino entre la existencia y el sueño, que en ocasiones podía ser verdaderamente aterrador. Más adelante, cuando leí ‘Juego de tronos’, me di cuenta de lo mucho que debía Martin a Williams: La amenaza helada del norte, el resurgir de los poderes, los conflictos de religión, y los mismos elfos, que en Martin se llaman los niños. Si bien el autor de ‘Juego de tronos’ es mucho más comedido en los efectos sobrenaturales. No creo que fuera copia. Más bien homenaje. Un homena-
da. Así dará el comienzo de un periplo en el que, entre páginas de gran formato, tejerá con naturalidad su cotidiana retahíla nocturna: un viaje en continuo ascenso por la noche oscura y callada, que lo llevará de puntillas sobre el perro dormido, las ramas del árbol alto muy alto, el tejado y la azotea del edificio más alto, la colina más alta de todas las colinas donde el viento sopla fuer-
MAX DICE BUENAS NOCHES Ed Vere. Editorial Juventud. 32 páginas. 13,50 euros. Edad recomendada: a partir de 3 años.
George R. R. Martin, autor de autor de la saga ‘Canción de hielo y fuego’, en Avilés. :: J. L. CEREIJIDO je, que leída la ultima saga de Williams, ‘Shadowmarch’, me recuerda no sé por qué, al juego que se trajeron Robert Bloch y Lovecraft. Bloch escribió primero ‘El vampiro
estelar’. Lovecraft replicó con ‘El morador de las tinieblas’. Bloch, contrareplicó con ‘La sombra que escapó del Chapitel’. Y digo que me lo recuerda porque si ‘Juego de
te y frío… Y mientras, cada vez más cansado, les desea a todos y cada uno las buenas noches, ellos solo le devolverán silencio. Con sus enormes y expresivos ojos, Max construye un cuento divertido y tierno sobre la hora de irse a la cama, en el que la sencillez de ilustraciones y texto cosen con atractivos trazos un relato para antes de dormir: una reiteración de ida y vuelta muy apropiada para los lectores más pequeños, en la que la repetición es el hilván para andar y desandar el camino por la antesala de los sueños.
tronos’ es en parte un homenaje a ‘Añoranzas y pesares’, ‘Shadowmarch’ es, en cierta manera, un homenaje a ‘Juegos de tronos’. Las pistas son sutiles, pero están ahí. Más que en la trama argumental, que, con algunas diferencias más o menos importantes, se parece mucho a ‘Añoranzas y pesares’, se ve en pequeños detalles. Hay un pequeño diálogo sobre la luna que es casi clavado a otro sobre el mismo tema que aparece en ‘Juego de tronos’, la clave está en las palabras «todo el mundo lo sabe». Por otro lado está la desdichada Casa Real de norteños que pierde su poder, ¿no les suena?, y ¿lo del tullido que aprende magia y que probablemente sea la salvación del mundo? De modo, que se puede decir que, en cierta manera, ‘Shadowmarch’ es una réplica u homenaje a ‘Juego de tronos’. Tal y como ‘Juego de tronos’ fue un homenaje a ‘Añoranzas y pesares’. Eso sí, los elfos, esta vez llamados Qar, esta vez son más terribles.
14 LA SOMBRA
Sábado 23.04.16 EL NORTE DE CASTILLA
DEL CIPRÉS
U
n ejemplo de la interacción entre la lengua y la realidad es que cualquier lengua es un reflejo fiel de los cambios y novedades que se producen. Los cambios e innovaciones del mundo real favorecen la aparición de nuevas palabras para designarlos y, a su vez, conllevan la pérdida de otras. De las nuevas palabras que se crean, unas pasan de puntillas (diremos entonces que tienen una presencia pasajera) y otras se instalan más o menos definitivamente, es decir, entran a formar parte del léxico y, consecuentemente, son registrados en los diccionarios. Estas nuevas unidades se denominan neologismos. El filólogo Fernando Lázaro Carreter, en el prólogo del libro ‘El nuevo dardo en la palabra’, publicado en 2003, decía que «la intrusión de voces nuevas en cualquier idioma, en el nuestro, por tanto, suele motivar reacciones poco complacientes, incluso entre quienes cada día viven inmersos en un ambiente anglosajón, y se ponen un ‘slip’ y no unos calzoncillos, o se meten en unos ‘pantys’ y no en unas medias». Con ejemplos de este tipo podríamos seguir hasta la saciedad. En el caso concreto del español, esta actitud hacia las palabras foráneas no es de hoy: su origen hay que buscarlo en la primera mitad del siglo XVI, cuando se tiene constancia de que la lengua está ya consolidada y surge una conciencia crítica sobre lo propio y lo ajeno en el idioma. Lázaro Carreter ilustró esta idea con un testimonio de Juan de Valdés tomado del ‘Diálogo de la lengua’ (1535): «El uso nos ha hecho tener por mejores los [vocablos] arábigos que los latinos; y de aquí es que decimos antes ‘alhombra’ que ‘tapete’, tenemos por mejor vocablo ‘alcreviste’ que ‘piedra sufre’, y ‘azeite’ que ‘olio’». Como pueden comprobar, el uso de 1535 referente a estos vocablos no coincide exactamente con el actual: en la actualidad conviven los términos ‘alfombra’ y ‘tapete’ (el primero para cubrir el piso y el segundo para cubrir mesas u otros muebles); el ‘alcreviste’
USO Y NORMAS DEL CASTELLANO MARÍA ÁNGELES SASTRE PROFESORA DE LENGUA ESPAÑOLA EN LA UVA
VOCABLOS QUE EMBELLECEN
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que citaba Valdés es el ‘alcrebite’, también conocido como ‘acrebite’ o ‘alcribite’, que consta en el diccionario académico como término desusado equivalente de ‘azufre’; también en la actualidad conviven ‘azeite’ (con la grafía ‘aceite’) y ‘olio’ (con la grafía ‘óleo’), este último aplicado solamente al usado en los sacramentos y ceremonias religiosas, y en la expresión ‘al óleo’. Sobre las causas de los neologismos decía Valdés que la fundamental era tener el término por mejor sin causa aparente; en sus palabras, «basta que lo nuevo tenga o más propiedad, o más hermosura, o más energía». Hoy muchos neologismos, que podrían llamarse ‘embellecedores’, han arrinconado a otros tantos vocablos sentidos ya como rudos, toscos, zafios, bastos, primitivos o faltos de refinamiento, que etiquetan a quienes los usan como personas rústicas e ignorantes, sin cultura y sin refinamiento. Sirvan como ejemplos el uso de ‘pañuelo’ (para limpiarse los mocos), que ha arrinconado a ‘mo-
quero’; el de ‘sujetador’ como sustituto de ‘sostén’; el de ‘braguitas’ por ‘bragas’ (aunque no sean precisamente pequeñas); el de ‘tupperware’ (o ‘táper’), nombre de la marca registrada que designa un tipo de recipiente hermético que ha venido a sustituir a la fiambrera o a la tartera de toda la vida. La ondulación artificial del cabello que se mantiene durante largo tiempo antes se denominaba ‘permanente’, pero ahora la gente que antes se hacía la permanente se hace un ‘moldeado’; hoy casi nadie dice que toma un ‘tazón’ de cereales con leche para desayunar, sino que toma un ‘bol’ de cereales con leche. En las viviendas, la planta situada justo debajo de la cubierta (o sea, del tejado) antes era el ‘sobrado’ o el ‘desván’ en las casas rurales y la ‘buhardilla’ en las urbanas. Hoy han sido sustituidas en el uso por ‘buhardilla’ o ‘ático’ en las ‘casas unifamiliares’ y por ‘ático’ en los bloques de pisos. ‘Terraza’ ha arrinconado a ‘azotea’ (la parte más alta de un edificio, llana y sin tejado, por la que se puede andar) y a ‘balcón’. En el ámbito gastronómico, las ‘salsas’ han oscurecido a ‘mojes’ y ‘pringues’. En los ‘bares’ (ya no en las ‘tabernas’, a no ser que el bar en cuestión se llame ‘Taberna del herrero, por ejemplo) nos ponen de tapa ‘cortezas’ en vez de ‘torreznos’. En la carnicería compramos ‘beicon’ (la RAE propone esta grafía, junto a ‘bacón’, como adaptación de la voz inglesa ‘bacon’) en vez de ‘panceta’. Hoy en la farmacia compramos ‘medicinas’ o ‘medicamentos’ y no la ‘botica’ que nos ha recetado el médico. Ya nadie va a las ‘droguerías’ a comprar productos de limpieza y pinturas. En las perfumerías nadie pide ‘colonia’ sino ‘perfume’, aunque técnicamente se distingue entre ‘agua de colonia’, ‘agua de perfume’ o ‘perfume’; la gente nos pregunta qué perfume llevamos y no qué colonia nos hemos echado. Casi nadie va al ‘váter’ ni al ‘retrete’ sino al ‘baño’, al ‘cuarto de baño’ –aunque sea en un bar–, al ‘lavabo’, al ‘servicio’, al ‘aseo’ o –en un grado de finura mayor– a la ‘toilette’.
LOS LIBROS MÁS VENDIDOS EL CORTE INGLÉS VALLADOLID
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MARGEN VALLADOLID
FICCIÓN
FICCIÓN
FICCIÓN
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Sarna con gusto. César Pérez Gellida (Suma de Letras)
Sarna con gusto. César Pérez Gellida (Suma de Letras)
Un largo viaje. Massimo L. Bacci (Pasado y Presente)
Sarna con gusto. César Pérez Gellida (Suma de Letras)
Forever Cristina Boscá (Suma)
Historia de un canalla. Julia Navarro (Plaza&Janés)
Sobre Grace. Anthony Doerr (Suma de Letras)
Cinco esquinas. Mario Vargas Llosa (Alfaguara)
Cinco esquinas. Mario Vargas Llosa (Alfaguara)
Canción de cuna de Auschvitz. Mario Escobar(H. Collins)
Desde la sombra. Juan José Millás (Seix Barral)
33 razones para... Alice Kellen (Titania)
Historia de un canalla. Julia Navarro (Plaza&Janés)
El monstruo de colores. Anna Llenas (Flanboyant)
El cazador de historias. Eduardo Galeano (Siglo XXI)
El secreto de Gray Mountain J. Grisham (Plaza&Janés)
El desorden que dejas. Carlos Montero (Espasa)
Canción de cuna de Auschvitz. Mario Escobar(H. Collins)
El último rebaño Piers Torday (Salamandra)
Celia en la revolución. Elena Fortún (Renacimiento)
NO FICCIÓN
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El libro de las pequeñas... Elsa Punset (Destino)
La magia del orden. Marie Kondo (Aguilar)
La conjura de los ignorantes. R. Moreno (Pasos Perdidos)
Impresiones provinciales. J. J. Lozano (Confluencias)
Ser feliz en Alaska. Rafael Santandreu (Grijalbo)
Vamos a comprar mentiras J. López Nicolás (Cálamo)
La política en tiempos... D. Innerarity (Galaxia)
Maravillosamente imperfecto. W. Riso (Planeta))
Maravillosamente imperfecto. W. Riso (Zenith)
Educar en el asombro. C. L’Ecuyer (Plataforma)
Atlas del espacio. J. Dusek y J. Pisala (Beascoa)
¿Y si realmente pudieras? Pilar Jericó (Alienta)
La magia del orden. Marie Kondo (Aguilar)
La conjura de los ignorantes. R. Moreno (Pasos Perdidos)
Nuestro mal viene de más lejos A. Baduu (Clave I.)
La carrera hacia ningún lugar. G. Sartori (Taurus)
El camino al 18 de julio. Stanley Paine (Espasa)
El fin del homo sovieticus. S. Alexievich (Acantilado)
La catastrófica aventura... S. Connolly (Montena)
La madre del cordero. Juan Eslava Galán (Planeta)
SANDOVAL VALLADOLID
ALFAR PALENCIA
SEMURET ZAMORA
PUNTO Y LÍNEA SEGOVIA
FICCIÓN
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FICCIÓN
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Esa puta tan distinguida. Juan Marsé (Lumen)
El tango de la guardia vieja. A. Pérez-Reverte (Alfaguara)
Esa puta tan distinguida. Juan Marsé (Lumen)
Historia de un canalla. Julia Navarro (Plaza&Janés)
Pasos en la piedra. José M. de la Huerga (Menoscuarto)
Ayer no más Andrés Trapiello (Destino)
La legión perdida. S. Posteguillo (Planeta)
El ruiseñor. Kristin Hannah (Suma de Letras)
El cazador de historias. E.Galeano (Siglo XXI)
La marca del meridiano. Lorenzo Silva (Planeta)
Cinco esquinas. M. Vargas Llosa (Alfaguara)
Cincuenta sombras de Grey. E.L.James (Grijalbo)
La tabla de Himmler. I. Martín Verona (Multiversa)
Las leyes de la frontera Javier Cercas (Mondadori)
NO FICCIÓN
NO FICCIÓN
Las manos de los maestros. Coetzee (Random House)
Luz y misterio de las Catedrales. Peridis (Espasa)
El niño en la cima... J. Boyne (Salamandra) Sarna con gusto. César Pérez Gellida (Suma de Letras)
Avenida de los misterios. J. Irving (Tusquets) Esa puta tan distinguida. J. Marsé (Lumen) El elefante desaparece. H. Murakami (Tusquets)
Los besos en el pan. Almudena Grandes (Tusquets)
NO FICCIÓN Dioses útiles. Álvarez Junco (Galaxia Gutenberg)
NO FICCIÓN Ser feliz en Alaska. R. Santendreu (Grijalbo)
¿Y los pobre sufren...? Y. Varoufakis (U. P. Burgos)
La magia. Rhonda Byrne (Urano)
Enemigos de lo real. V. Molina Foix (Galaxia Gutenberg)
La infancia de Jesús. J. Ratzinger (Planeta)
Sermón de dejar de ser. García Calvo (Lucina)
Siete breves lecciones... C. Revelli (Anagrama)
La Gran Guerra. M. Isabel Bringas (U. P. Burgos)
La herencia del pasado. García Cárcel (Galaxia)
Diario de un nómada. M. Silvestre (Plaza&Janés)
El libro de las pequeñas... Elsa Punset (Destino)
Dioses útiles . J. Álvarez Junco (Galaxia Gutenberg)
Marina está en la luna. Rubén Varillas (Thule)
La medicina todo lo cura. E. Iborra (Martínez Roca)
La madre del cordero. Juan Eslava Galán (Planeta)
La desfachatez intelectual I. Sánchez (La Catarata)
Sรกbado 23.04.16 EL NORTE DE CASTILLA
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LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 23.04.16 EL NORTE DE CASTILLA
Director: Carlos Aganzo Coordinadora: Angélica Tanarro
A LA SOMBRA DE CERVANTES
He dicho en más de una ocasión que Holmes y Watson parecen don Quijote y Sancho en otro país y en otra época En las historias del oeste americano es rastreable el poso de los personajes cervantinos
:: ILUSTRACIÓN IRENE GRACIA
Los amigos complementarios E
l tema que hoy vamos a abordar se halla muy vinculado al ingenioso hidalgo cervantino: el de los amigos complementarios y errantes que entablan conversaciones jugosas y divertidas mientras viajan. Una de las manifestaciones más logradas de esta estructura binaria muy utilizada en literatura la encontramos en Roma, en las figuras de los dos amigos (Encolpio y Ascilto) que transitan por las páginas de ‘El satiricón’, de Petronio: una novela que ha influido poderosamente en nuestra tradición novelesca, y que replantea las narraciones de viajes de la antigüedad, que tuvieron como modelo fundamental la ‘Odisea’ de Homero. Bastantes siglos después, cuando transcurría nuestra Edad Media, los amigos com-
MITOLOGÍAS JESÚS FERRERO
plementarios y viajeros vuelven a aparecer en los relatos de caballerías, tanto en verso como en prosa, y surgen de nuevo en el Renacimiento con la novela picaresca (en ‘El Lazarillo de Tormes’ vemos a menudo la complementariedad de la que hablamos, si bien de forma más conflictiva y sarcástica que en la narrativa anterior) para reaparecer en el barroco con la publicación de ‘El Quijote’ (1605), donde la amistad complementaria alcanza la más jocosa y alta expresión hasta el punto de que aún no ha sido superada. El modelo de amistad complementaria cervantino, que está también presente en otras novelas del autor como ‘Rinconete y Cortadillo’ y hasta en su vallisoletano ‘Coloquio de los perros’, va a ejercer una influencia casi mons-
truosa en la literatura europea posterior, y es perfectamente detectable en novelas tan espléndidas como ‘Tristram Shandy’ (y su serie de personajes contrapuestos entre los que cabe destacar el iracundo Walter y el amable Toby), en ‘Robinson Crusoe’ (Robinson y Viernes) y en ‘Barry Lyndon’, y fue retomado por Flaubert en ‘Bouvard y Pécuchet’, y por Dostoyevski en ‘El idiota’. Algún tiempo después, volvería a aparecer en los géneros considerados populares, donde la influencia de los dos amigos cervantinos ha sido constante. Ya he dicho en más de una ocasión que Holmes y Watson parecen don Quijote y Sancho, en otro país y en otra época. Es frecuente representar a Sherlock Holmes como un hombre alto y delgado, de indumentaria no menos extrava-
gante que la de don Quijote, si bien en la Inglaterra decimonónica, y a Watson como un individuo regordete y bajo: las similitudes con las creaciones cervantinas son tan evidentes que claman al cielo, pero no acaban ahí las coincidencias. Holmes es un personaje más bien delirante, a pesar de sus virtudes lógicas y deductivas, y Watson es más bien realista, al igual que Sancho. Otra coincidencia que no es la primera vez que señalo: tanto don Quijote como Sherlock Holmes son drogadictos. Don Quijote se droga con libros de caballerías y Sherlock Holmes con opio y tabaco. Pero no solo detectamos la herencia cervantina en Arthur Conan Doyle y sus muy célebres personajes (en realidad tan célebres como sus modelos don Quijote y Sancho), también la encontramos en Poirot y su amigo el capitán Hastings, en unas cuantas novelas de Simenon, y en casi todos los autores de serie negra que recurren a los amigos complementarios. A menudos estos autores ignoran las fuentes de sus creaciones, y seguramente piensan en Holmes y Watson cuando a decir verdad tendrían que pensar en don Quijote y Sancho. Una de las últimas evocaciones de la pareja cervantina la hallamos en el detective Carvalho y su ayudante Biscuter, a pesar de que Carvalho encien-
da su chimenea quemando páginas de ‘El Quijote’. (Siempre somos ingratos con los grandes maestros). De igual manera, en las historias del oeste americano es rastreable el poso de los personajes cervantinos. Ahora pienso en más de una película de John Ford, especialmente en ‘Dos cabalgan juntos’. La influencia de la novela suprema de Cervantes no se agota en los ámbitos ya mencionados, pues recorre de parte a parte toda la cultura occidental, tanto en su versión europea como americana, y volvemos a encontrarla en el cine cómico y en los amigos de la excelente película ‘La quimera del oro’, de Charles Chaplin, así como en la pareja humorística conformada por Laurel y Hardy, más popularmente conocidos como el Gordo y el Flaco. Todo lo anterior para decir que ‘El Quijote’ ha tenido muchos autores, tal vez demasiados. La lista empezó ya con Avellaneda, prosiguió con Pierre Menard, el personaje de Borges que pretende escribir un ‘Quijote’ exactamente igual que el de Cervantes, y se prolonga en todos los autores que acabo de mencionar y que únicamente representan la punta del iceberg de la inmensa influencia que ha tenido la obra maestra de Cervantes en toda la cultura universal.