Sábado, 17.09.16 Número CCXLI
SOMBRA CIPRES LA
HAY FESTIVAL DEL
Un año más imaginando el mundo
Julie Christie y Juan Diego Flórez se suman a la fiesta. Sheila Cremaschi hace balance
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SEGOVIA
2 LA SOMBRA
Sábado 17.09.16 EL NORTE DE CASTILLA
DEL CIPRÉS
«Desarrollamos proyectos que duran más que el Hay» Sheila Cremaschi
Directora del Hay Festival ANGÉLICA TANARRO
blogs.elnortedecastilla.es/calle58/ @angelicatanarro/twitter.com
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ice que sus padres eran nómadas y que como Marguerite Yourcenar (una de sus escritoras favoritas) de niña no fue al colegio «aunque tampoco teníamos institutriz (ja, ja)» lo que no no le impidió licenciarse en Historia y especializarse en gestión cultural. Ha vivido en numerosos países, pero eso no ha podido con su acento bonaerense que es una de sus señas de identidad . Tanto como su voz potente y su más potente risa, que suele subrayar su charla aún en esos días en los que el estrés es la nota dominante. No cuesta imaginar que enfadada debe de imponer mucho al interlocutor. Dirige el Hay Festival de Segovia prácticamente desde sus inicios y este año cumple su undécima edición. –¿Cuál es el argumento del Hay Festival 2016? –Alguien dijo una vez que había tantos Hay Festival como espectadores. Porque cada espectador, de entre todos los actos que se programan, va buscando aquello que más le interesa y acaba conformando su propio festival, que probablemente no tenga nada que ver con el que hace otro espectador. Estoy plenamente de acuerdo con eso. Creo que es la esencia del festival. Dicho esto, cuando me planteo la programación siempre pienso en varias líneas de fuga, teniendo en cuenta que lo que más nos interesa es que se planteen
debate sobre los temas que le preocupan a la gente. Este año las líneas del festival son cuatro: por una parte, la India y todo lo que conlleva el aniversario del establecimiento de relaciones. Por otro lado, Europa, tema candente donde los haya con el Brexit; en tercer lugar, la innovación aplicada al diseño y a las artes visuales, con el Taller de los Sueños como punto central y, por último, los centenarios de Shakespeare, Cervantes y Garcilaso. –Uno de los puntos del programa que más están llamando la atención este año es la presencia de la actriz Julie Christie, ¿por qué tenía interés en que viniera? –Para explicarlo tengo que empezar diciendo que uno de los asuntos que más me interesan en el festival es la poesía, porque siempre he pensado que los poetas son los artistas más artistas de todos. Y sin embargo son los menos leídos. Y una forma de poner luz sobre la poesía, de poner un enorme foco sobre el género es haber tenido la fortuna de que una actriz como ella haya aceptado venir a leer a Neruda, a Guillén... a tantos poetas maravillosos. Lo hará en inglés en un acto en el que Rosa Bosch, la productora de cine catalana, leerá los mismos poemas en español. Christie es una actriz con una luz especial. Además, se han dado unas coincidencias curiosas en relación con su presencia este año: supone para ella una vuelta a los lugares castellanos donde rodó ‘Doctor Zhivago’ y por otra parte, ella nació en India, país que tiene una presencia muy importante en esa edición. –El Hay Festival en Segovia ha evolucionado desde aque-
HAY FESTIVAL SEGOVIA
Hoy se inaugura oficialmente la undécima edición del Hay Festival de Segovia. Un festival que tendrá su punto culminante el fin de semana del 23 y 25 próximos con una explosión de actos en los que la literatura, pero también el cine, la arquitectura, las artes visuales o la gastronomía servirán para reflexionar sobre el momento que vivimos
lla primera edición eminentemente literaria (con la presencia de pesos pesados como Doris Lessing, Ian McEwan, Martin Amis, por nombrar solo a los escritores en inglés) hacia un encuentro más multidisciplinar. ¿Por qué? –El lugar condiciona el carácter del festival. Segovia tiene lugares bellísimos que son un lujo y también un problema. Aquí no es como en otras sedes que se monta una carpa enorme y se llena. Eso no da demasiados problemas, pero aquí queríamos aprovechar el patrimonio, aunque eso lleve una serie de dificultades. El patrimonio nos llevó directamente a las artes visuales, queríamos que tuvieran un papel relevante. Por otro lado, he comprobado que a la gente le
gusta debatir, que está interesada en que se hable de lo que ocurre. Conozco muchos festivales de literatura y los hay estupendos, pero los hay también que están muertos, porque al final se conviertene en las presentaciones de los libros de turno. Nosotros aquí no queremos eso. Queremos algo que esté vivo y lo buscamos en el reflejo de los temas que le preocupan a la gente y en cómo los afrontan escritores y especialistas. –¿Qué otros aspectos destacaría de la evolución del festival en estos once años? –Hemos puesto en marcha proyectos que duran más de lo que dura cada edición del Hay Festival. Por ejemplo, el Taller de los Sueños (un proyecto en el que arquitectos, escritores, diseñadores y cocineros se organizan en equipos para crear una serie de esculturas en madera que se darán a conocer durante la celebración del festival, pero en el que se viene trabajando desde principios de año), o los clubes de lectura a los que mandamos los libros en julio para que luego participen en el comienzo del festival. También vamos a establecer puntos como el ‘book market’ que funciona en algunos festivales de la India, en el que, de forma paralela al festival, este ofrece un punto de encuentro en el que los distintos implicados en la edición de libros, autores, editores, traductores... pueden contactar y hacer sus propios proyectos. –¿No se han planteado hacer una publicación con los debates y conversaciones de las personalidades que han pasado por aquí? –Todos los actos están grabados y a disposición de quien
Sheila Cremaschi, fotografiada en Segovia. :: ANTONIO DE TORRE
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quiera escucharlos. Ahora mismo en la página web del certamen está colgada la charla que tuvo lugar entre Shigru Ban (arquitecto japonés galardonado en 2014 con el premio Pritzker) y Marta Thorne en la edición de 2010. –La escasez de presupuesto suele ser un tema recurrente en este tipo de certámenes. ¿Cómo está el del Festival? –Seguimos contando con la subvención del Ayuntamiento de Segovia, que son 60.000 euros; la de la Junta de Castilla y León, 30.000 y la Diputación de Segovia que aporta 20.000. Pero luego hay una parte del presupuesto que no recibo directamente porque los patrocinadores pagan por su cuenta las facturas de los proyectos finales que a mí me entregan y esto a veces no se entiende bien.
En general, el presupuesto estará en torno al medio millón de euros. –¿Cómo ve el futuro? –Creo que el Festival ha alcanzado un punto muy alto gracias al esfuerzo y la dedicación de mucha gente. Hemos crecido mucho, pero este es un hecho que no creo que esté reconocido por las instituciones políticas. Yo no me imagino este Festival sin un apoyo económico más claro, pero lo cierto es que no estamos en la agenda de los políticos. No somos una prioridad. Y yo creo que no han hecho bien la cuenta. No se ve el hecho de que esto es un motor para la ciudad. Que mueve mucha gente y mucha gente viene aquí durante el Hay Festival. Más allá del prestigio y la calidad de la propuesta, el Festival no puede salir adelante sin dinero.
El Café Mozart, Lessing, Pereira y la inflación
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odría presumir de curriculum o de condecoraciones, porque Sheila Cremaschi tiene en su haber la Cruz de la Orden de Isabel la Católica por su contribución al fomento de la Cultura, y la medalla de la Orden del Imperio Británico, que se concede a aquellas personalidades que se distinguen en el fomento de las Artes, la Ciencia o las organizaciones humanitarias. También podría hablar de la revista Intramuros que dirige junto Beltrán Gamblier y en la que la nómina de colaboradores tiene un primer nivel internacional. Sin embargo cuando se le pregunta quién era Sheila Cremaschi antes de ser la directora de orquesta del Hay en Segovia, se retrotrae a los tiempos en que era la dueña de un Café Teatro en Buenos Aires. El Teatro Café Mozart seguía la estela y la tradición del café teatro centroeuropeo y por cómo se le ilumina la mirada cuando habla de él no hay duda de que lo recuerda como una de las etapas más gratificantes de su vida. Los recuerdos la llevan casi sin intermedios a la última noche de la existencia de ese café. «Astor Piazzolla había compuesto una obra en honor de Rachmaninov en la que había sustituido el bandoneón por el chelo y la estrenó en el café en presencia del pro-
pio Rachmaninov. Fue una noche inolvidable, emocionantísima, en la que el café estaba lleno y todo el mundo disfrutó muchísimo. Pero al día siguiente, cuando estaba echando las cuentas vi que todo el dinero de la recaudación ni siquiera me llegaba para pagar el champán que se había bebido esa noche. Era uno de esos periodos de inflación que aquí se conocen como el corralito. Así que ese mismo día supe que tenía que cerrar el café». Y así ahora cuando se le pregunta qué ha sido lo mejor de estos últimos años, piensa en las personas que ha conocido y en algunos momentos que no olvidará. Como el frío que hacía el día que vino la que luego fuera premio Nobel, Doris Lessing. «Estábamos en el Romeral de San Marcos (a las afueras de Segovia) y llovía a cántaros y habíamos pedido varios taxis para volver y cuando por fin llegó el primero le ofrecí a Doris Lessing que subiera en él con la mujer del embajador del Reino Unido en España. Ella estaba de charla con Antonio Pereira, y me dijo: ‘¿me haces subir la primera porque me ves mayor?’ y añadió: ‘yo me quedo aquí contigo y seremos las últimas que abandonemos el barco’. Por supuesto Antonio Pereira, que era un caballero, también se quedó con nosotras».
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Julie Christie
Me gusta cuando callas...
La actriz británica leerá poemas de Pablo Neruda y Nicolás Guillén junto a la productora Rosa Bosch
CARLOS AGANZO
blogs.elnortedecastilla.es/elavisador/
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os ojos de Lara, escrutando el silencio del caserón de Varykino, mientras cae la nieve y su amante, el doctor Zhivago, escribe los más bellos versos de amor que nadie soñó jamás componer, forman parte de uno de los más formidables poemas visuales del cine de todos los tiempos. Julie Christie tenía entonces 24 años, y el personaje de Larisa Antípova, Lara, la convirtió de inmediato en un emblema del celuloide. También de la poesía. Ninguno de los seis libros de poemas que Boris Pasternak publicó en vida logró acercarse siquiera, en la mitomanía de los románticos, a ese libro no escrito que cada uno construye a su manera en la película, con el sonido de fondo de la música de Maurice Jarre. Ni siquiera los veinticinco magníficos poemas que el Nobel de Literatura de 1958 incluyó, atribuidos a la autoría de su personaje, en el último capítulo del libro. Los años han pasado maravillosamente por la mirada de Julie Christie. Por su mirada, por su figura, por su silencio. Un silencio dramáticamente enfatizado en uno de sus trabajos más recientes, ‘Lejos de ella’ (2006), en la que interpreta a Fiona Anderson, una mujer perdida en el laberinto del Alzheimer. Una película, por cierto, dirigida por Sarah Polley, la enigmática Hannah de ‘La vida secreta de las palabras’, de nuestra Isabel Coixet: otra extraordinaria metáfora sobre el silencio como expresión artística. Ahora, con toda su mitología a cuestas, Julie Christie volverá a tierras de Castilla cargada de poesía. No a esa Soria ni a esa Salamanca que el Metrocolor de la Metro-Goldwyn-Mayer dejó inmortalizadas para siempre en ‘Doctor Zhivago’, sino a Segovia. La Segovia del Hay Festival, donde leerá en inglés, como
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estrella de honor, poemas de Pablo Neruda y de Nicolás Guillén. Y lo hará en el aula magna de la IE University, con la réplica, en español, de Rosa Bosh, cofundadora de Tequila Gang, una productora que ha trabajado con realizadores como Guillermo del Toro, Terry Gillian, Gus van Sant o Fernando Trueba. Mano a mano sobre los versos de dos de los grandes autores de la poesía en lengua castellana. Después de su carrera hollywoodiense, y de su sonada relación con Warren Beatty –con el que trabajó en ‘Los vividores’, ‘Shampoo’ y ‘El cielo puede esperar’–, Julie Christie regresó a Europa, y desde hace unos años compagina su residencia en Londres, y sobre todo en Montgomery, en el País de Gales, con largas estancias en España, en la comarca alicantina de la Marina Alta, junto al Mediterráneo. Una oportunidad que ha aprovechado para acercarse un poco más a la poesía escrita en nuestro idioma. Queda, hasta dentro de una semana, la incógnita de saber cómo sonarán en inglés, en los labios de Julie Christie, los deslumbrantes sonidos del cubano Guillén, o los intensísimos poemas de Pablo Neruda. Y quizás imaginar que es Omar Sharif, es decir el doctor Yuri Zhivago, quien escribió para Lara aquello de «Me gustas cuando callas / porque estás como ausente...». O al fin, más adelante, en esa hora detenida de la «palabra melancolía», que perfectamente podría ser la hora helada en la estepa de Varykino, aquello de «Déjame que te hable también con tu silencio / claro como una lámpara, simple como un anillo. / Eres como la noche, callada y constelada. / Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo».
Los ojos de Lara forman parte de uno de los más formidables poemas visuales del cine La actriz regresará a tierras de Castilla; no a Soria ni Salamanca, sino a la Segovia del Hay Festival Julie Christie leerá a Neruda y Nicolás Guillén en inglés, el sábado 24. :: STEFANO PALTERA-AP
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Juan Diego Flórez
La oportuna voz inca El tenor peruano hablará de Sinfonía Digital, su proyecto de inclusión social para jóvenes sin recursos en torno a la música y la tecnología con Telefónica VICTORIA M. NIÑO
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na bonita y educada voz no garantiza reinar sobre los escenarios más importantes del mundo. Juan Diego Flórez, tenor peruano, la tiene, además del don de la oportunidad. La última ocasión que probó ambas virtudes fue hace pocos días en los Proms de Londres. El disfraz que eligió para interpretar ‘Rule Britannia’ (la canción que cierra el festival interpretada por un solista cada año) eclipsó su virtuosismo rossiniano. El cantante se transmutó en Manco Cápac, personaje legendario que pasa por ser el primer gobernador y fundador de la cultura inca. El atavío acercó Cuzco a la capital británica en un guiño patrio y poco después tuvo otro gesto de complicidad con el público británico abrazando al oso Paddington en el escenario. En el año del ‘brexit’ el orgullo nacional anda, ora por exceso ora defecto, muy presente en el patio de butacas londinense y Flórez supo contentar a todos. Ha sido su oportuno don el que le llevó a debutar hace 23 años en Pésaro no en el papel menor que le correspondía según el programa (en ‘Ricciardo e Zoraida’), sino en uno protagonista, cuando el solista enfermó (en ‘Mathildi di Shabran’). La oportunidad llegó y fue su tesón y audacia los que le permitieron aprender el papel en cuestión de días. Juan Diego Flórez lleva desde 1996 demostrando su obsesión por la perfección, su condición de ‘krausista’ en cuanto al respeto a su instrumento y su atención al maestro que le encauzó en su carrera, Ernesto Palacio. El joven Flórez fue cantante pop y coralista antes que tenor. Hijo de cantautor y guitarrista, sobrino de músico experimental, Juan Diego aún coge la guitarra con gracejo alguna vez sobre el escenario. Aunque sintió pronto la inclinación musical, no fue has-
ta 1990 cuando, con 17 años, ingresa en el Conservatorio de Lima. Después siguió formándose en el Instituto Curtis de Filadelfia. Pésaro y Rossini marcan el inicio de su viaje profesional y una parada de referencia en cada temporada. A Rossini le condujo su compatriota Ernesto Palacio, tenor peruano especializado en el compositor, y que auguró en la flexible voz de Flórez madera para hacerse un hueco en el repertorio belcantístico. Y claro que se lo hizo. Su facilidad para los agudos y su condición de tenor ligero le acomodaron en este repertorio de gran exigencia vocal. También se formó con otra especialista en el de Pésaro, la soprano americana Marilyn Horne. Pronto le compararon con Pavarotti, uno de sus referentes aunque aclarando el propio Juan Diego las diferencias entre sus voces que abocan a repertorios distintos. Pronto conquista los escenarios de la primera división operística. Con el tenor mexicano Rolando Villazón o el barítono uruguayo Erwin Schott han demostrado que la ópera en Lationamérica es más que el Teatro Colón de Buenos Aires, aunque a diferencia de estos dos, Flórez ha tejido una firme red que separa su condición de cantante de su vida privada. Su andanza profesional discurre por la ópera, el recital (acompañado habitualmente por Vincenzo Escalera al piano) y las grabaciones. Precisamente un disco, en 2006,
Sinfonía Digital es un proyecto educativo que suma música y nuevas tecnologías ‘Sentimiento latino’ fue el disco frustrado del tenor con la Sinfónica de Castilla y León
cuando estaba en la mitad de su ascensión, le retuvo en Valladolid tras un concierto con la Sinfónica de Castilla y León, en 2006. ‘Sentimiento latino’ iba a ser el nombre de la recopilación de boleros y tangos. Pero apenas empezó la sesión de trabajo en el Lope de Vega, un desprendimiento de las molduras de escayola obligó a cancelar la actividad en el teatro. El don de la oportunidad le libró a Flórez de un fatal golpe en la cabeza y a la OSCyL le privó de un hito en su discografía que se hubiera revalorizado exponencialmente con el paso del tiempo. Era su segunda vi-
El tenor Juan Diego Flórez, en un ensayo en el Teatro Real. :: JAVIER DEL REAL-EFE
sita a Valladolid y habría una tercera en 2009, un año después de su enlace con la alemana Julia Trappe. Afincado en Viena, este aficionado al tenis, a la gastronomía y a la composición, ha mantenido un fuerte vínculo con su patria. En 2011 el también embajador musical de Ermenegildo Zegna crea Sinfonía por el Perú, un proyecto inspirado en el de la vecina Venezuela comandado por Abreu. La música como palanca para impulsar a los niños en riesgo de exclusión comenzó a funcionar a través de orquestas infantiles y juveniles en varios centros del
país andino. El metódico tenor intenta así devolver lo recibido. Tras 20 años como embajador de Telefónica, el pasado 16 de marzo Flórez firmó con César Alierta un acuerdo para impulsar un nuevo proyecto educativo, Sinfonía Digital. Sus objetivos parten de la música para «introducir a estudiantes y profesores en el aprendizaje digital y las denominadas disciplinas STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas)» de forma lúdica, fomentar «los valores, la creatividad y la autoestima» a través de la música y ofrecer «oportunidades de formación musical a niños y jóvenes con talento que no cuenten con medios económicos». De todo esto está llamado a hablar Juan Diego Flórez antes sus ‘florezidos’, sus fans españoles.
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HAY FESTIVAL
Conversaciones para saciar al lector
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Banville, Hannah Rothschild, Andrés Neuman, Millás y Roncagliolo, entre otros escritores, desvelarán entornos literarios propios y ajenos JESÚS BOMBÍN
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ay lectores que quieren saberlo todo. El contexto en el que se escribió una novela, qué vida lleva el autor y cómo interpreta la actualidad... Por eso muchas sesiones literarias del Hay Festival se llenan, convertidas en cónclaves literarios que dan pie al destape de vivencias de novelistas esquinadas en el olvido de las presentaciones literarias, de trastiendas personales cuyo espíritu empapa novelas, poemas o ensayos. Sobre esos pilares se levanta el encanto de los encuentros literarios de este certamen. Eso, que no cambia, ayuda a tejer complicidades literarias que garantizan fieles cada año. Lo que muda son los protagonistas. En el catálogo de invitados que desfilarán por esos encuentros figura el novelista John Banville, referente de la novela negra reconocido con distinciones literarias de peso como el Booker y el Franz Kafka, y coronado con el Príncipe de Asturias de las Letras en 2014, «el mejor que he tenido nunca», suele contestar cuando le preguntan por el galardón. El sábado 24 de septiembre, en conversación con la periodista y escritora Marta del Riego, desvelará las interioridades creativas que ha desarrollado este maestro de la intriga en su última novela, ‘La guitarra azul’, protagonizada por un pintor bloqueado creativamente que abandona a su mujer para emprender otra relación sentimental. Este autor que escribe con pluma en cuadernos hechos a mano asegura odiar los libros cuando termina de escribirlos. La personalidad de este irlandés está marcada por su relación esquiva con los nacionalismos y su desconfianza hacia la Iglesia, cuya omnipresencia men-
Santiago Roncagliolo. :: JOAQUÍN BILBAO
Hannah Rothschild. :: JAVIER OCAÑA
Joan Tarrida. :: E. NARANJO
Juan José Millás. :: P. CAMPOS
John Banville. :: IGNACIO GIL
Andrés Neuman. :: S. HURST
guante en la cultura contemporánea de su país celebra. Su pluma ha resucitado en ‘La rubia de ojos negros’ al personaje Philip Marlowe, creado por Ray mond Chandler en 1934, y lo ha hecho bajo el nombre de Benjamin Black, alter ego de John Banville para la novela negra. Banville pasa parte de la semana en casa de su esposa, con la que lleva casado desde los años sesenta y es madre de sus dos hijos, y parte en el domicilio de su otra pareja, con la que tiene dos hijas. Una situación que suele ser pregunta obligada en muchas entrevistas y que no rehúye este autor de contestaciones y reflexiones jugosas. Otro envite literario del Hay lo protagonizará Hannah Rothschild en diálogo con Lara Siscar el domingo 25 de septiembre. Presidenta del patronato de la National Gallery londinense y cineasta, se ha estrenado en el mundo literario con un premio, el Wodehouse 2016 de ficción cómica, por su novela ‘La improbabilidad del amor’, un sarcástico retrato del ambiente del mercado del arte y las subastas londinenses que tan bien conoce. Descendiente de una saga de banqueros y coleccionistas, la otra vertiente creadora de Hannah Rothschild tiene que ver con el cine documental: sus trabajos se han emitido en festivales internacionales y ha escrito guiones para Ridley Scott además de artículos en publicaciones internacionales como ‘Harper’s’, ‘Bazaar’ y ‘Vanity Fair’. También en clave internacional pretende ofrecer el certamen una panorámica sobre la India, país invitado del que llegarán protagonistas y testimonios que ilustrarán su actualidad cultural. Sobre este aspecto dialogarán el viernes 23 de septiembre el novelista Sethumadhavan, autor de 35 obras traducidas a varios idiomas; Kiran Nagarkar, dramaturgo y crítico de cine y teatro reconocido por su novela ‘Cornudo’, y la escritora Arundhati Roy, una de las voces más conocidas de la literatura asiática. Logró proyección internacional a partir de la publicación de su primera novela, ‘Atlas de una añoranza imposible’, una visión de su país a través de tres generaciones de una familia bengalí. Su trayectoria literaria se ha visto refrendada este año con el premio DSC Sur de Asia por ‘Dormir en Júpiter’. Y en el año del aniversario de las muertes de Miguel de
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La Europa cultural La novela negra, la India, el mundo del relato corto y la supervivencia editorial coparán los debates Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega, el Hay rinde su particular tributo convocando a los escritores Santiago Roncagliolo y Vicente Molina Foix para dialogar sobre estos dos autores fallecidos hace cuatro siglos con un día de diferencia. Abordarán su condición de escritores inadaptados a su tiempo y circunstancias y de cómo convirtieron sus fracasos y desengaños en materiales de fición. Roncagliolo repetirá presencia en el Hay, en esta ocasión el domingo, para charlar sobre la actualidad del periodismo y su veta literaria con el escritor argentino Andrés Neuman, ambos moderados por Luis Alemany. De peripecias editoriales conversarán también el 25 de septiembre Daniel Hahn, traductor y editor ‘freelance’, y Joan Tarrida, de Galaxia Gutenberg. Los retos que afronta el sector editorial, los hábitos de consumo literario y las transformaciones en que está sumido el mundo de la traducción en Gran Bretaña y en España estarán presentes en este diálogo que ayudará a apreciar el planeta literario desde otra perspectiva. También se celebrará una sesión dedicada al mundo del cuento para la que se ha convocado a conversar a Deborah Levy, Marcos Giralt y Kamila Samshie. Contarán su experiencia con el relato corto, modalidad en la que comenzó Giralt su andadura literaria, refrendada en 2011 por su obra ‘Entiéndame’ con el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. Sobre cómo ha influido en su carrera literaria ‘Black vodka’, uno de sus cuentos más celebrados, disertará la escritora sudafricana Deborah Levy, recién nominada al Booker Price de este año. Otro ángulo literario sobre las posibilidades del relato corto lo ofrecerá la británica de origen pakistaní Kamila Shamsie, autora de obras como ‘Burnt shadows’. Juan José Millás y sus historias de personajes y episodios de surrealismo cotidiano echarán el cierre a la XI edición del Hay Festival.
FERNANDO HERRERO
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limpiada en Rio de Janeiro. Deporte y mercado. Juventud exultante. Algunos nombres propios: Phelps, Bolt, Biles, Belmonte, que trascienden lo mediático. Otros se incorporan, Craviotto, por ejemplo, a esa marca de excelsitud, al menos en el ámbito nacional. Se ignora o se palian sucesos meritorios. Luego, hasta dentro de cuatro años, el olvido para pasar a los ídolos futboleros. El deporte desde el comercio, el sacrificio de tantos no siempre tiene recompensa. Gran seguimiento mediático, sobre todo de los medallistas españoles, aunque también de las grandes figuras mundiales. Países múltiples hermanados durante dos semanas, al menos aparentemente. Detrás de todo, como siempre, la economía que tiene para algunos el haz positivo y para otros (el país organizador a lo mejor) el envés negativo. Me sirven las Olimpiadas como referencia para hablar de cultura, para señalar un fracaso lamentable. La Unión Europea, hoy en plena crisis, ha desperdiciado la posibilidad de ser algo más que un mercado, y la burocracia apabullante ha frenado la unión financiera y política indispensable. Y la cultural, después de unos tímidos principios, ya es hoy un mero recuerdo. Lo que podía unir a los Estados, la diversidad desde cierta homogeneidad cultural, ha desaparecido del mapa, al menos de momento. También en el ámbito español. Dos elecciones, meses de cabildeos y ninguna palabra sobre un término que parece maldito. Ni derechas ni izquierdas, ninguno de los partidos en liza ha planteado la mínima cuestión al respecto y los medios de comunicación en general siguen siendo la misma pauta. Escasísimas noticias sobre la vida cultural europea y española. En estas fechas festivales de música y teatro (Bayreuth, Salzburgo, Aviñón, Edimburgo, Pesaro, etc.) son casi ignorados, mientras se dedican largos artículos a conciertos de rock o pop en todos los puntos de España. Son los tiempos pasados, el presente es el Pokemon-Go, por ello los que escribimos de cultura en un sentido exigente parecemos representantes de una especia en vías de extinción.
Exposición de El Bosco en el Noordbrabants Museum. :: AFP ¿Es importante la cultura? La formación humana la necesita para huir de la superficialidad, la ligereza, la irracionalidad. Si un deportista de elite requiere, no solo condiciones físicas adecuadas, sino también un arduo trabajo, durísimos entrenamientos, el individuo que quiere ser más completo física y espiritualmente necesita cultura. No es fácil acceder a sus capas más duras, pero como todo en la vida, el esfuerzo es recompensado en lo lúdico y en lo cotidiano. Las gentes se multiplican en los museos. Hoy por ejemplo, el Bosco y Caravaggio son presencias actuales. Los museos de Europa están llenos de personas de todas las nacionalidades. El turismo, con todos sus inconvenientes, ha contribuido esencialmente a ello. El arte y sus manifestaciones. La música, por ejemplo, capaz de unir a los contrarios como el Diván de Daniel Baremboin, de comunicar en la clásica y en la popular a las etnias más diversas. En otros tiempos, por ejemplo, la canción francesa de Brel, Brasens, Ferrat, Ferré y tantos otros fue un estímulo a la producción propia. Interrelación cultural que una vez adecuada haría más fuerte esa sensación de unidad en la diversidad, tan necesaria. Podían multiplicar-
se los ejemplos, como esa Novena Sinfonía de Beethoven icono de unión y de esperanza en momentos históricos. La música, el teatro, la poesía, forman lazos de unión junto a la economía y la política. Desconocerlo resulta lamentable. Desde nuestra propia experiencia hay que tener en cuenta la evolución cultural y las respuestas institucionales y artísticas a ella. Como norma general la regresión no puede ocultarse, no solo por la ignominia del IVA cultural, sino también por la supresión de las enseñanzas artísticas en la educación. Todo ello tiende a configurar un ciudadano acrítico y manipulable. Un populismo de raíces cutres impregna la oferta general, aunque existan excepciones, claro está. El adolescente y el joven dominan las nuevas tecnologías y hacen del aparatito un elemento esencial de juego. La importancia de Internet, la de las redes so-
La música, el teatro, la poesía, forman lazos de unión junto a la economía y la política. Desconocerlo resulta lamentable
ciales, resulta disminuida por una utilización superficial y ligera. Contemplar una serie televisiva en las pantallas de móvil no permite una visión acertada ni hace honor al producto, pero así están las cosas. En Valladolid hubo una Muestra Internacional de Artes Escénicas que permitió contemplar espectáculos memorables de teatro y danza de diversas etnias. Suprimida abruptamente se sustituyó por el Teatro de Calle, con una menor densidad, volcado al circo y a montajes en los que la dialéctica estaba ausente de forma casi general. Más penosa ha sido la evolución del FACYL de Salamanca que tras aceptables inicios se ha convertido en un discretísimo festival musical. La UE tuvo unos intentos de incluir los aspectos culturales de la Institución. Unas subvenciones permitieron a gentes de teatro de Castilla y León viajar a diversos lugares para conocer su organización escénica y ver algunos espectáculos en Londres, Berlín, Milán, Polonia, el Festival de Aviñón. Importantes jornadas de estudio e intercambio. Desgraciadamente se interrumpieron, aunque algunos cursillos de Vassiliev, Liubimov, Krystain Lupa y otros grandes maestros del teatro continuaron esa esencial toma de contacto. El camino estaba trazado. El arte escénico es fundamental para crear una especial conexión entre gente de diversas naciones e idiomas. Un país en el que el teatro tenga fuerza y vida es un país abierto y es la interrelación de autores, técnicos y artistas fundamental como proyección de una visión por encima de nacionalismos reductores. Puede parecer una utopía, pero los ejemplos prácticos la avalan en parte. No será suficiente para cambiar el tono de la UE pero sí un paso importante en estos momentos peligrosísimos de crisis, xenofobias y vuelta al fascismo. La economía es esencial y por cierto no se está llevando nada bien, causando daños tremendos a las clases más desfavorecidas, pero la cultura y la educación tienen la palabra para transformar este neocapitalismo salvaje que nos gobierna. Los políticos ignoran la cultura y es lógico desde el punto de vista del poder. Valle Inclán inventó el esperpento que hoy es la imagen general de un mundo desquiciado. Europa tiene la posibilidad de cambiar el orden de las cosas, aunque deba transformarse en su comportamiento económico, político y social.
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Rosa Montero
JESÚS MARCHAMALO
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odo empieza esta vez con una mudanza hace seis, siete años… Uno de esos traslados con algo de los traumas memorables –cajas, muebles, macetas y cinta de embalar– que trastocó aquella biblioteca extensa y no sólo ordenada, bastante, sino felizmente asentada tras años de sosiego, consolidada como una vieja empresa familiar. Llegaba de una casa más grande, con más estanterías, y que exigió un dramático recorte: una veintena de cajas y cajones, tal vez dos o tres mil libros, que acabaron en una ONG. De modo que, me advierte, esta biblioteca que crece algo caótica, ordenada un poco a ojo y acuciada por la falta de espacio, parte de aquel expurgo originario y de dos decisiones que imperan desde entonces como inscritas en tablas de la ley: no tener libros en el salón, y aligerar regularmente aquellos que, sobre las mesas, las baldas, los estantes, se amontonan con arrogancia avasallante. Así, Rosa Montero (Madrid, 1951) vive la sensación de estar regalando libros todo el tiempo. Libros que sigue comprando o que le llegan de las
editoriales y que baja, casi una vez al mes, y después de leerlos, a una librería de viejo al lado de su casa. Se da la paradoja, en consecuencia, de que esta biblioteca, salvo libros de consulta, clásicos de la literatura y novelas de amigos, se ha ido, cada vez más, convirtiendo en una biblioteca de libros sin leer: «Es curioso, sí, porque cada vez guardo más libros sin haberlos leído, mientras que los leídos los regalo», dice. «Y llevo ya tiempo, también, tres o cuatro años, en que compro y leo en ebook. Ahora estoy leyendo ‘Incógnito’, de David Eagleman, y lo compré en formato electrónico. Prefiero el papel, es verdad, pero estoy todo el tiempo viajando, y es cómodo para viajar, por no hablar de la falta de espacio». En su estudio, de pared a pared, del suelo al techo, una estantería donde se alternan, verticales y horizontales, forzados por la altura de las baldas, diarios de escritores, artistas, correspondencia, biografías de personajes singulares; Durruti, Camus, los Mann, Frida Kahlo, Virginia Woolf, alguna muy antigua, como ésa de Lytton Strachey –de la época, hace seguramente treinta y cinco años, en que le fascinó el grupo de Bloomsbury–, y en la que asoman por el lomo, todavía, papelitos que amarillean y que señalan largos subrayados y notas en los márgenes, entre las que se lee, por ejemplo, tinta azul
‘Lolita’
Nabokov «Es la novela que me gustaría haber escrito, creo que no se puede decir nada mejor de un libro, una lectura deslumbrante».
‘La carne’
Rosa Montero Seix Barral
«La carne, mi última novela, creo que es el libro más libre que he escrito, y quizás el más arriesgado».
‘Los santos inocentes’ Miguel Delibes Destino
«Seguramente sea un tópico elegir este libro, uno de sus títulos más conocidos, pero creo que Delibes baja en este libro a los infiernos del ser humano».
EL ESCRITOR EN SU BIBLIOTECA
y letra algo escolar, de apuntes y cuadernos: «El patetismo de la búsqueda de lo perfecto, y de lo que está fuera de su tiempo».
Libros sobre mujeres También hay una gran sección de libros sobre mujeres: ‘Las grandes aventureras de la historia’, ‘Mujeres renacentistas’ o ‘El camino de las damas’, escritoras viajeras, en cuya última página en blanco, de cortesía anotó en su momento –otra de sus costumbres– esa frase de Wharton, «cada mañana nazco feliz». Al lado, literatura y periodismo, y libros de entrevistas, todo salpicado de una escenografía, singular, de fotos y minerales, dibujos y recuerdos de viajes; una vieja máquina de escribir, plantas, velas y salamandras de la suerte –algo más de doscientas, así que tiene asegurada la ventura– que se asoman, curiosas, desde mesas y baldas, como en el paraíso de los naturalistas. En el centro, una mesa por la que parecería haber pasado un tornado mediano –libros, notas, papeles y botes de bolígrafos– y en una esquina, una pila con vocación de rascacielos que espera el escrutinio amenazante de las cajas. «No soy nada mitómana, no tengo ediciones caras, ni ejemplares valiosos, aunque sí guardo unos pocos libros antiguos, todos ellos re-
galos: una edición de ‘Ana Bolena’, impresa en Barcelona en 1844, en dos tomitos, o ‘La historia del cielo’, editada en 1779, y de la que Carlota, de cachorra, se comió parte del lomo». Carlota, blanca y negra, pelo largo, sedoso, ojos húmedos, mirada melancólica. No hay crítica literaria más indulgente, generosa, voraz, que la de los cachorros. –¿De qué raza es?, pregunto mientras le acaricio detrás de las orejas. –Un chucho. Allí cerca, en la entrada, dos cuerpos de estanterías con un
batiburrillo, donde se mezcla antropología, historia y ciencia. «Leo muchísimos libros de divulgación científica, me interesa mucho», afirma. «Y todo esto» –señala una estantería completa –, novela, algo de ensayo, y poesía; Márai, ‘Los rebeldes’; Sacks, ‘El tío Tungsteno’; ‘Dibujos’, de Silvia Plath; ‘Jezabel’, de Irène Némirovsky… «Son libros que tengo que leer, que me mandan, y que no me atrevo a dar sin haberlos leído antes». Enfrente, novela ordenada por alfabético de autor, Bonilla y Nuria Barrios, Beauvoir, Bowles y Brontë, al lado
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Libros y salamandras
del viejo Borges, sus ‘Obras completas’ en Emecé, uno de sus dioses mayores de esa trilogía laica que completan Conrad y Kafka. Por la C, mucho Carver, Capote y Carpentier. Mucho Coetzee, Cohen, Colette…
El deslumbramiento de Nabokov La novela continúa en otra habitación: Cheever y Agatha Christie, London y Elvira Lindo, McCullers y Matute, y Nabokov: una balda casi completa; ‘Pálido fuego’, ‘El hechicero’, ‘La dádiva’ y cuatro o cinco ejemplares de ‘Loli-
ta’, aquel libro que leyó en Inglaterra, mientras escribía su segunda novela, y que compró en un mercadillo por 18 peniques. Todavía figura el precio en la portadilla, y una dedicatoria antigua, misteriosa, que dice: «To Maurice with love» Al lado, dibujada, una estrella dentro de un corazón; una firma –tal vez Dan–, y una fecha: Christmas 1959. Los libros, es sabido, conservan a veces en su interior el rastro de amores y de tragedias antiguas. «Cuando leí ‘Lolita’ casi me desmayo, presa del amor», re-
La escritora y periodista Rosa Montero posa ante su biblioteca. A los lados, distintos detalles de la misma. :: M. MARCHAMALO
cuerda. «Es un libro de esos que lees como un deslumbramiento. Me pasó, años antes, también con Vargas Llosa y su ‘Conversación en La Catedral’». Y busca, por la uve, una vieja edición de Seix Barral, en dos tomos con un par de manchas de humedad en el lomo, marrones y de bordes
caprichosos, como el mapa de una costa imaginaria. Me habla, también, de esos autores que uno descubre, como revelaciones, y de los que, de repente, compra todo: Highsmith; Barnes, Flaubert, Ursula K. Le Guin… También libros de viajes, guías, libros que no caben en otra parte, y ese universo de lecturas pendientes al que mira con un deseo casi obsesivo: Carol Oates, Benedetta Craveri, Ovejero… Me fijo, en el pasillo, en un pequeño dibujito, enmarcado, de Picasso. Una cabeza de toro, dedicada a su padre, to-
rero. Hace tiempo, escribió sobre él, y sobre aquellas tardes de calor infinito, en casa de su abuela materna, anciana y enlutada, y sus dos tías. Allí iba su padre a vestirse antes de las corridas; un frágil chisporroteo de caireles y borlas y alamares, en el cuarto de baño. Cuando salía, aquella niña de cuatro o cinco años, hoy animalista militante, le decía desde la puerta, «Suerte, papá», y se quedaba allí a oscuras, las persianas bajadas, el bisbiseo del rezo a sus espaldas. Le esperaba sentada en el alféizar de la ventana, con las piernas colgando entre los barrotes (era un primer piso) hasta que le veía llegar, en uno de aquellos coches negros, inmensos, de las cuadri-
llas, del que bajaba su padre, vestido de esos colores de los trajes de luces, grana, azul rey, malva chenel, con el capote debajo del brazo, la montera en la mano y la pechera de la camisa manchada de la sangre reseca, plomiza, oscura, de los toros. Una tarde, en Fréjus, en la Costa Azul, donde toreaba, vio a Picasso sentado en una terraza. Fue a comprar una postal, se la llevó, y le pidió que se la dedicara. «Soy torero», le dijo. Y Picasso, fumando, sonriente, le dibujó una cabeza de toro. «Para Pascual Montero», se lee, letra clara, y algo temblorosa, sobre la firma, firme y de convicción: Picasso. Y ahí lo dejamos. Hay tanto que leer…
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DEL CIPRÉS
Todo tan lejos de nuestro presente acorazado por aquellas palabras perfumadas: ‘seguridad’, ‘bienestar’, ‘progreso’
Velas, flores y mensajes componen el mausoleo dedicado a las víctimas del atentado de Niza del pasado 14 de julio. :: VALERY HACHE-AFP
En el desamparo E
stamos sin duda, desde hace un tiempo, ante una nueva reformulación del mundo. Y antes de que cada cual se oriente hacia donde crea que puede esperarle algo parecido a la salvación (sea esta la pura supervivencia, el regreso al viejo orden o simplemente una suficiente capacidad de atragantada resistencia ante los nuevos modos), antes de que eso ocurra todos nos hemos puesto de cara a un mismo muro común: de cara al desamparo. Quienes no han conocido en ninguna versión la cifra helada de la desafección han de tener más dificultades para sobrenadar sobre esa pátina de cuchillos. En esa circunstancia estamos, sobre todo, las generaciones de quienes fuimos educados en torno a conceptos como ‘seguridad’, ‘bienestar’, ‘provisión’ o ‘perduración’, con los que se nos iba empanelando el corazón para levantar la vida sobre «todo lo que era sólido», como dejó dicho Muñoz Molina. En
la dictadura franquista conocimos símbolos de nefasta corpulencia social que cumplían la tarea de anular el espacio del individuo, nuestro propio espacio: estatuas ecuestres de desmesura marcial, edificios de aplastante monumentalidad, paradas militares de ademanes automáticos, monopolios arrasadores... Se nos quería convencer de estar inmersos en un conjunto acéfalo, una masa modorra pero cobijada en lo que Stefan Zweig llamaba, aplicado a otra época, «la edad de oro de la seguridad». Luego seguimos creciendo así, suponiendo que todo lo regía una ciega ley rectilínea de superación de lo anterior. Hasta que de pronto, como en un desconcertante juego de mesa, en el siglo XXI la vida nos ha echado para atrás, devolviéndonos a la casilla de salida sin explicaciones. Lleno de consternación, un buen amigo hace algún tiempo se preguntaba por qué sus hijos tenían trabajos y sueldos de nivel más bajo que el suyo, a
pesar de estar ellos mejor preparados para la madeja laboral. Y creo que este sentir es el de la sociedad en general, que había crecido en la convicción de que la falta de límites era el rasgo definitorio de la contemporaneidad. Bien pensado, ese espejismo de que el desamparo no podría entrar nunca en nosotros se produjo por la ilusoria razón de que podemos combatirlo con recursos tecnológicos (todas esas prótesis para el entretenimiento), clínicos (medicamentos contra la ansiedad o la depresión) o económicos (subvenciones sociales, seguros de todo tipo, nóminas intocables, contratos fijos…). Suponíamos que en esos pactos tácitos estaban incluidas todas las formas de la estabilidad. De la felicidad. No había razón para pensar de otro modo. Sumemos a ello la suerte de no haber padecido en España cataclismos o enfermedades que hayan puesto a nuestra sociedad en cuarentena colectiva. Creíamos que estábamos blindados y eso nos
ha hecho perder la verdadera medida de las cosas. Cuando una enfermera se infectó del ébola en Madrid, la sociedad se indignó por haber sacrificado con prudencia prematura a su perro. No parecía quererse asumir el posible alcance de un contagio que todavía no estaba controlado por los médicos. Se había perdido el sentido de la realidad por
CEREZAS EN EL ESCONDITE TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO
falta de experiencia; tal vez defender a ciegas la vida de un animal nos hace creernos más civilizados, superiores a nuestros abuelos. Y esa era la supuesta supremacía que había que defender. Volvamos al desamparo, a esa sensación colectiva que, como un estremecimiento silencioso, hoy va recorriendo las vértebras del mundo. A esas convulsiones económicas y políticas que han descubierto el verdadero tamaño de la fragilidad se ha añadido ahora la certeza de que en el mundo occidental, civilizado y hermético, interesadamente ajeno a la desesperación de los refugiados, a las pandemias africanas y a las erupciones volcánicas y los terremotos, no hay lugar seguro. El primer mundo es, todo él, el escenario de una guerra entrecortada e imprevisible cuyas víctimas potenciales somos todos nosotros. París, Túnez, Niza, Londres, Nueva York, Bruselas o Madrid han conocido el horror y la crueldad indiscriminada. Son demasiados avisos. Y asistimos a comunicados de los políticos y a gestos encomiables de cohesión ciudadana (himnos enardecidos entonados a coro, alardes para persistir en los hábitos de la vida cotidiana) con el borroso orgullo de que haremos frente común para que nadie cambie el devenir de las cosas; sin embargo, hay
también esa otra impresión de que no nos esperábamos esto, nadie nos había dicho que podría sucedernos, no estaba en los programas educativos ni en las grandes noticias de la prensa ni en las suposiciones de los augures de la historia. Eso pertenecía a otro mundo: al mismo de las riadas monzónicas y las salvajadas tribales. No, no iba con nosotros; no nos concernía. O en todo caso pertenecía a un pasado ya tan nublado: a los martirios cristianos y a los pogromos del siglo XX. Todo tan lejos de nuestro presente acorazado por aquellas palabras perfumadas: ‘seguridad’, ‘bienestar’, ‘progreso’. Pero un cura es degollado mientras dice la misa diaria. Y surgen asesinos fanáticos con armas imprevistas (hachas, machetes…) en cualquier ciudad para matar indiscriminadamente. Y no, no estábamos preparados para eso. ¿Cómo puede ser?, nos decimos unos a otros. Se trataba de vivir entretenidos, sin cuestionarnos nada, cumpliendo a rajatabla los dictámenes de quienes controlan los engranajes del mundo. El vértigo laboral, la insulsez de los medios de comunicación, la vida como un espectáculo… Eso sí. Pero esto otro, ¿de dónde viene? ¿de dónde sale? Contaba Natalia Ginzburg que desde que su generación vivió la guerra, el sentimiento de la fragilidad ya no los abandonó nunca más porque supieron que las cosas no eran permanentes y jamás se estaría ya seguro, pues lo que había pasado en tu vida una vez podía ocurrir muchas más. Por eso mismo, la suya fue una generación preparada para el desamparo: todos habían visto demasiado cerca el horror, la injusticia, la saña, la venganza. Podía esperarse también eso de la especie humana. Claro que sí. Y ahora, con la barbarie terrorista que nos aflige y nos asusta, lo estamos volviendo a padecer aunque nada estuviese en esquemas ni previsiones. Acaso porque hasta ahora las víctimas de la injusticia se edulcoraban bajo explicaciones conceptuosas que encubrían crímenes de estado, negligencias y decisiones tomadas en la impunidad del poder. Aquello no trascendía: era cuestión de formas. Pero ahora llegan los bárbaros. Y el desamparo.
LECTURAS
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Voces jóvenes de poesía gozosa Javier Rodríguez Marcos y Bernardo Valdés dan muestra en sus libros de un brillante talento literario
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o leo como debiera y quisiera la poesía reciente. Sigo con gusto las nuevas entregas de clásicos como Caballero Bonald o como los autores de mi generación y la inmediata, Sánchez Rosillo, Jacobo Cortines o Andrés Trapiello, que me mantienen al día. Pero rara vez vengo más acá de un José María Micó (1961) o un González Iglesias (1964). El verano me ha dado la ocasión de hacerlo con dos libros que han sido otros tantos gozosos descubrimientos: ‘Vida secreta’ (Tusquets) de Javier Rodríguez Marcos (1970), y ‘Sedienta calma’ (Renacimiento), de Bernardo Valdés (1969). La vida secreta de Rodríguez Marcos es en buena medida recuperación de ‘señales [que] ha borrado el tiempo’. En los momentos y en los sucesos rememorados, desde el austero paraíso de la niñez en un pueblo de la Sierra de Gata hasta la demasía de un Waldorf Astoria, el sentimiento se acompaña regularmente de correlatos materiales: del escueto televisor en blanco y negro a la multitud de canales del gran hotel. En la evocación, las cosas
FRANCISCO RICO
Académico de la RAE
concretas, vivas o muertas («Motos / sin ruedas, calaveras de coche...»), imponen su presencia, dan un «centro / para el mundo», que no acaba de ser el del poeta. A medida que se hace mayor, «vale decir, más triste», llega incluso a ignorar de qué lado está él en el «caos sin cura, / orden falso» de la vida:
La agrupación temática en cinco capítulos no disimula la sustancial identidad de la voz de Valdés
«a veces / me pregunto si acaso / soy uno de los nuestros». Y tampoco se le escapa hasta qué punto la memoria está llena de «pistas falsas» y «fotos trucadas» (y aquí la estupenda metáfora) «con el fotoshop tonto / de la melancolía». Formalmente, esa visión de la realidad, se refleja, entiendo, en la frecuencia de versos encabalgados: rupturas, pues, del sentido antes que del sonido. En lo semántico, es notablemente eficaz el fácil tránsito entre lo tangible y lo impalpable: «revolviendo el presente / con el café», «cierro los grifos, cierro / la conciencia». Parcas en extremo las referencias literarias: un «Locus amoenus» garcilasiano, un «Voy contra mi interés al confesarlo» más de Jaime Gil que de Bécquer o una espléndida pugna con JRJ: frente a «la misma rosa, la única rosa» del moguereño, «la verdadera eterna», «única / entre mil copias más», «con código de barras», «belleza made in China». Podríamos tomarla como emblema de la honda modernidad de Javier Rodríguez Marcos. Más clásico, sin mengua de la contemporaneidad, Bernardo Valdés. La agrupación
Javier Rodríguez Marcos. :: LUCÍA RIVAS temática en cinco capítulos no disimula la sustancial identidad de la voz. La sed en calma lo es en primer término de la amada, próxima y al tiempo lejana, «al otro lado», siempre fugitiva, siempre inasible. Pero el poeta tampoco llega a franquear la distancia «entre el cielo y la nada», cuando todo incumbe y nada atañe: está en un reiterado crepúsculo entre la memoria y el mañana, en «un futuro vivido antes de tiempo», en el que cada tarde (en «perfecta comedia de sí misma») reverdecen el cansancio y el estupor. «Sedienta la palabra», a la par, «aguarda al caminante». Valdés arranca de un rumor, después del cual la vida irrumpe para cobijarse «tras las tenues paredes del poema»; y las palabras, sobre todo aquellas «que más se avengan a decir / lo que dicen los ojos o las manos», acuden cuando faltan respuestas y el azar las guía «por
VIDA SECRETA Javier Rodríguez Marcos. Tusquets. 2015. 12 euros.
SEDIENTA CALMA Bernardo Valdés. Renacimiento. 2016. 100 páginas. 10 euros
los azules márgenes del sueño». Es la suya una poesía radicalmente lírica, de tonalidades y matices, donde las anécdotas y las cosas tienden a reducirse al halo que muestran en la interioridad de la primera persona y donde, en efecto, prevalece la sed: «yo soy lo que me falta / y no lo que poseo». Una dicción limpia y sencilla, en calma ahora armoniosa, gobierna todo el libro. Valdés se da buena mano en los sonetos y en las décimas, las formas más vivas de la versificación tradicional, y prodiga con acierto la introducción de asonantes o consonantes en un verso libre que a menudo resulta ser más bien blanco, silva de endecasílabos y heptasílabos. Agradezco al verano que me haya traído, ya con un año a cuestas, la lectura de dos poetas de tan seguro y subido valor como Bernardo Valdés y Javier Rodríguez Marcos.
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DEL CIPRÉS
LECTURAS
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
La vida breve (e intensa) :: SUSANA GÓMEZ Dicen que, en ocasiones, basta con dejar a un lado la complejidad que nos confunde, para tocar con las manos lo que de verdad importa. Puede que sea la ausencia de adornos, la falta de distracciones, esa suerte de mirada desnuda que nos devuelve a lo esencial. Cuentan que, muchas veces, esas pupilas tienen una edad corta, pues solo los niños son capaces de descender hasta ella y mirar y
EFÍMERA Stéphane Sénégas. Editorial: Takatuka. 40 págs. 15 euros. Edad recomendada: de 7 a 10 años.
ver. Ellos... o quienes conservan la habilidad para situarse aún en el ángulo adecuado. Eso es lo que hace Stéphane Sénegas en textos e ilustraciones de una sencillez límpida, que nos vienen a recordar (nunca será suficiente) no solo la belleza de lo efímero, sino lo imprescindible de vivir plenamente. Y es que, para ese insecto pequeño y frágil con el que se topan los dos hermanos protagonistas, la vida es cosa
de un día (ni siquiera de dos ni cuatro); por eso ambos deciden hacer todo lo posible para que sus 24 horas resulten inolvidables. Y Efímera será pirata, circense, india, vaquera... y al final de la jornada, después de acabar su
día breve e intenso, hará comprender a los pequeños que la vida de un ser humano es también efímera, y que por eso hay que exprimirla con fruición: porque es corta y hermosa, y «es como si vivié-
Periodismo gonzo desde la izquierda SANTIAGO RODRÍGUEZ GUERREROSTRACHAN
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ste libro es un reportaje sobre cuestiones muy importantes de la sociedad americana: la democracia y la relación que los partidos políticos tienen con los magnates, el control social después del 11 de septiembre, la economía liberal y la xenofobia, la posibilidad de un cambio en los usos políticos de los Estados Unidos, entre otros. El autor es un periodista avezado que se embarca en un viaje por el país con pa-
radas significativas en Las Vegas, en la frontera con México, o en Vermont para contarnos sus opiniones. Entre las historias interesantes que nos relata está el ansia de Sheldon Adelson por influir en las elecciones. Según nos dice en 2012 pagó casi cien millones de dólares a los republicanos Newt Gingrich y Mitt Romney para que alcanzaran la presidencia de los Estados Unidos. En 2016 también invirtió mucho dinero en Ted Cruz y Marco Rubio. Es curioso que a pesar del dinero que Adelson ha donado, los americanos no se hayan dejado convencer por su propaganda. En 2012 ganó Barack Obama y en 2016 el can-
didato republicano no será ni Cruz ni Rubio. Robinson se centra mucho en Las Vegas, dando a entender que esa es la representación simbólica más adecuada de lo que es hoy en día Estados Unidos y el capitalismo. Tengo mis dudas acerca de las razones por las que afirma algo así. Lo achaco a la ignorancia de algunas teorías culturales, a la definitiva banalización de las mismas. Tampoco es algo importante. El libro es un reportaje, escrito a la manera del periodismo gonzo de Hunter Thompson, según confesión del autor, aunque a mí me recuerda más al milenarismo propio de las jeremiadas, un tipo de sermón religioso que tuvo una gran po-
Cosas bien hechas
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uelo, en los últimos dos o tres años, dar comienzo al nuevo curso con una retrospectiva de mis lecturas veraniegas. Es posible que más adelante lo haga. Hoy me voy a centrar en uno solo de estos libros. Uno que encontré, más o menos de casualidad, durante un viaje, y que ha sido una de las más lecturas más refrescantes de este verano del que se dice que ha sido el más caliente en mucho tiempo. El libro, pequeña novela, se ti-
tula ‘Haciendo las cosas mal’. A despecho del título, es un libro muy bien hecho. Es posible que ninguno de ustedes haya oído hablar de él o de su autor, Ernesto Pérez Castillo, un escritor cubano –entre otras muchas cosas– poco prolífico pero muy interesante. ‘Haciendo las cosas mal’, es ante todo un libro muy divertido, muy ameno de leer, aunque no poca esta diversión procede de hechos que van de lo manifiestamente horrible a un cierto patetis-
mo triste. Un humor que va del negro, pasando por los varios matices del ridículo y el equívoco. Es una historia compuesta de varias historias, que a su vez contienen otras historias. Cuatro historias principales, o al menos eso es lo que parece al principio, aunque quizás los dedos nos engañen y sólo sean tres, que al final convergen, del modo más sorprendente para el lector atónito y encantado, en una. Uno no está seguro, o no empieza a sospechar
ramos un solo día pero más largo». Transparente y directo, este diálogo corto en el que los hermanos conversan con naturalidad sobre la vida y la muerte, deviene en profunda r reflexión de corte cuasi-filosófico sobre el paso del tiempo, la plenitud vital y el sentido de ser. Todo ello desde la desdramatización que (esta vez también ellos) los más pequeños saben otorgar.
OFF THE ROAD. MIEDO, ASCO Y ESPERANZA EN AMÉRICA Andy Robinson. Barcelona: Ariel, 2016. 284 págs.
cia en gran medida. Algunos sociólogos arguyen que es la liberalización económica, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo debido a la deslocalización de las empresas, lo que está llevando a la xenofobia. Lo mismo ocurre en Europa donde los populismos experimentan un auge,
que ya casi habíamos olvidado, por esa misma cuestión. Hay una afirmación que vuelve a ligarlo con esa corriente política. En la introducción dice: «Nos hemos convertido en una nación de compradores de nuestra propia realidad». Esto, si se fija bien el lector, es más o menos lo que los políticos populistas, supuestamente de izquierdas, dicen también en España (y en Europa). Según tales políticos, la realidad es solo retórica, con lo que la batalla ha de plantearse a nivel de significados. Olvida, sin embargo, la izquierda que, por ejemplo, en las fá-
bro. Estructura que influye también en el recuento de los personajes, que, casi al modo de las grandes novelas rusas, pero de manera distinta, es complicado. En cierta manera parecen desdoblarse o fusionarse a lo largo de la historia, y no es hasta el final que comprendemos qué. Podría hablar largo y tendido, pero sería revelar demasiado. Sin embargo, durante la lectura de esta novela breve, pero en cierta manera monumental, que salta alegremente entre la URSS, y la moderna Federación Rusa, de la segunda guerra mundial y la Guerra Civil española, a La Habana de hoy en día, y la de días pa-
sados, apenas sentimos extrañeza. Sólo curiosidad por saber a dónde nos llevarán los pasos de Ustimenko, un enorme e ingenuo ruso perdido en La Habana en busca de su padre. O las aventuras de tres compadres bastante desdichados. O en qué acabará el experimento de tres jóvenes aburguesados que quieren hacer las cosas mal –en concreto, concebir la peor canción posible–. Mientras tanto, leemos, un poco desconcertados, los emails amorosos, de gramática confusa y divertidísima, que la rusa Svetlana envía a sus diversos pretendientes conocidos en Internet, mientras intenta com-
El presidente y director ejecutivo de Las Vegas Sands Corporation, Sheldon Adelson. :: TYRONE SIU-REUTERS pularidad en los siglos XVII y XVIII y que, por lo visto, aún sigue presente en la sociedad americana. Robinson también fija su mirada en la xenofobia que late en algunos sectores del país. Es interesante que achaque las causas a la industria armamentística y de vigilan-
EL TALISMÁN DE LA COSTURERA CIRO GARCÍA
hasta bien entrado en el libro, qué tipo de paralelismo o convergencia puede haber en estas historias. Si discurren –salvo cuando se está hablando de algún antepasado– al tiempo, o en momentos diferentes. Este manejo de lo temporal, original donde los haya, esta estructura, es quizás uno de los mayores logros del li-
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A donde mis pasos me lleven… :: S. G. Rula busca su lugar. Pero ella lo busca en el mundo, y los demás parecen querer reducírselo a la cocina, el cuarto, el almuerzo, el cuidado de sus hermanos, el mercado, la fregona, el matrimonio concertado… Y ella sigue preguntándose y buscándolo, hasta que un buen día, después de hacer caso a su madre, a su abuela, su padre, su madrina, su
bricas lo que hay no es retórica sino producción de bienes, que la retórica es solo la excusa de una izquierda que ha abandonado todos sus postulados teóricos y solo encuentra palabrería para confundir a la gente. Hay algunas afirmaciones sorprendentes. El autor está a favor de la legalización del consumo de derivados del cannabis aunque le molesta que los millonarios puedan consumirlo. Por lo visto, la marihuana u otros derivados son solo para gente que pertenece al mundo contracultural, como es el caso de Robinson. También equivoca, por lo bajo, las cifras de personas que murieron en el gulag comunista. Hay, sin embargo, un dato que en España se intenta ignorar. Robinson reconoce que hay una sanidad pública y un servicio de asistencia social para aquellos que no pueden pagarse los seguros privados. Por último, a pesar de que el título en inglés pueda traer al recuerdo la novela de Jack Kerouac, sería deseable que en este y en el resto de los casos, los títulos se traduzcan íntegramente al español.
prender por qué, haciéndolo todo bien, las cosas no le van como ella quisiera. La novela de Ernesto Pérez también nos ofrece, además de diversión y un talento literario considerable, una perspectiva del mundo nueva, inusitada por estos lares, que es una de las mejores cosas que una lectura puede ofrecer. De antemano les recomendaría la lectura de este libro, pero hay cierta dificultad en encontrarlo. No está en la hiperpoblada Amazon, tampoco en ninguna plataforma de libros de las que he consultado. De modo que, por el momento, sólo podrán encontrarlo en la propia Cuba.
abuelo… una Rula agotada y complaciente toma un libro del estante… y se sienta a hojearlo. Es entonces cuando Rula empieza a entender, y ya no obedece a nadie (ni siquiera al primo Farid, que promete tratarla como a una reina) y a escucharse por dentro, y a decirse, entre la rebelión, la dignidad y el amor a sí: –mi lugar está
donde mis pasos me lleven. Y es así como decide, así como afronta el día, así como llena
su cabeza de pájaros sin jaula, así como camina… Una vez más, el tándem formado por
Un doble aliento Golo Mann y Juan Luis Conde: la amistad y sus frutos JOSÉ GIMÉNEZ CORBATÓN
N
o es ‘El abrigo dee Thomas Mann.. Golo Mann y suss s’ amigos españoles’ n un libro de fácil clasificación genérica. Añado de inmedia-to: ni falta que le hace, puess contiene de por sí todos loss méritos suficientes para ser,, en primer lugar, una originall novela de evolución perso-nal y, al tiempo, un retrato o sutil y entrañable del histo-riador Golo Mann, tejido en n la amistad fraguada por loss repetidos encuentros o porr la práctica epistolar. Es la au-tobiografía fragmentada dee alguien que representa a laa generación que vivió la Transición española como unaa época en la que sus jóvenes protagonistas creyeron, o hicieron por creer, que «la doctrina oficial era que los españoles teníamos derecho a ser felices»; y por eso mismo es un canto perenne a la resistencia, que inr cluye una diatriba contra cierto medio de prensa que durante años representó una libre alternativa, enjundiosa, más o menos radical, para acabar embarcándose en un «capitalismo de casino». Este libro es, sobre todo, un recorrido sagaz, afectuoso, no exento de crítica y de autocrítica, por dos personajes que el lector tendrá la suerte y el privilegio de no
El historiador Golo Mann, junto al autor, J. L. Conde. :: E. N. olvidar: Golo, el hijo, sobrino, hermano, de otros grandes intelectuales como él, y el propio autor, Juan Luis Conde, hombre joven dispuesto a aprender del primero, a aprovechar sus consejos, en general políticamente dispares de los suyos pero siempre nobles, sinceros; un Mann hospitalario en extre-
mo, amante de la lengua española, de la poesía de Lorca, de Cernuda… Conde, nacido en Ciudad Rodrigo en 1959, latinista formado en Salamanca, profesor de Filología Clásica en la Universidad Complutense de Madrid, autor de una novela sobre Tácito (‘El largo aliento’), nos tranquiliza desde las prime-
Mar Pavón y María Girón pone de relieve una tierna y profunda humanidad, en un texto sensible apuntalado por delicadas ilustraciones, que se ponen al servicio de la denuncia social: esa que hace falta para contar la marginación a la que en muchas geografías se sigue sometiendo a la mujer, mientras millones de ellas insisten sin descanso en encontrar su lugar en el mundo.
ras páginas: el libro que vamos a leer no es una tesis doctoral; «para mi descanso», añade. Antes bien muestra la vocación de hacer justicia con un hombre –Golo Mann–, por oposición a quienes sólo han resaltado los aspectos ‘amarillos’ de su personalidad: la homosexualidad, por ejemplo. Bien avanzado el texto, Conde nos aclara –o aclara para sí mismo– el reclamo de su escrito: «Es su nombre, el nombre de su familia y su importancia lo que uso como señuelo, como llave para entrar en tu casa, lector desconocido». No oculta en ningún m momento todo lo que le s separa de Golo. El autor p pertenece a una generac ción que militó en el izq quierdismo, y que intuy la decepción que desyó t tilaban las sucesivas vict torias socialistas, a medid que avanzaba la década d de los ochenta, para da q quienes ansiábamos verd daderos cambios. Golo, p su parte, es el testigo por p perenne de uno de los p peores siglos de la histor de la humanidad, conria s servador, monárquico, lib beral, pero también balu luarte del buen humor, de la bonhomía, «gozador en la corta distancia», «pud diente y generoso». Much más moderado en el cho te terreno político que Cond Golo Mann no deja de de, p poseer una lucidez estremec mecedora que se hace en particular patente cuando, a la caída del Muro de Berlín, vaticina que «Alemania tendrá otro Hitler en un año o dos». Aunque incumplida, tan controvertida premonición encierra para Conde algo de razón, pues hoy «la economía europea está dominada totalmente por las decisiones que se toman en Alemania, una Alemania que conquis-
RULA BUSCA SU LUGAR Mar Pavón y María Girón. Editorial: Tramuntana. 40 págs. 12,50 euros. Edad recomendada: de 5 a 10 años.
EL ABRIGO DE THOMAS MANN. GOLO MANN Y SUS AMIGOS ESPAÑOLES Juan Luis Conde. Madrid, Reino de Cordelia, 2016, 286 páginas, 18,95 euros.
ta los países del sur con el arma de la deuda». Y es que las palabras de Golo Mann se avienen a la realidad del momento. El mismo Golo, sobrecogido por los atentados neonazis perpetrados contra dominicanos en Madrid, o contra turcos en Möllh, lugar cercano al entorno natal de la familia Mann –ambos antes de 1994, año de su muerte-, hará profesión pública de cosmopolitismo, de xenofilia, de amor por todo lo extranjero. Resulta muy emotiva la última carta que Conde escribe a Golo, de la que ignora si llegó a ser leída por su destinatario: «Me gustaría decirte que, pase lo que pase, esa generosidad tuya y esa dignidad no caerán en saco roto». El autor elogia la importancia de las cartas enviadas por correo ordinario, una rémora, ya entonces, por causa de los avances tecnológicos, y que tan bien permiten conocer la personalidad, lo mismo de quienes las escribieron que de quienes fueron sus destinatarios. Conde admite de ese modo el rico aprendizaje que para él –y para otros jóvenes españoles– supuso la disponibilidad de Golo Mann, ejemplo «de lo que un ser humano debe ser y cómo debe comportarse».
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DEL CIPRÉS
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n la tercera corrida de abono de la feria vallisoletana los diestros José Tomás y José María Manzanares salieron por la puerta grande. Lo que oí fue que «ambos dos cortaron tres orejas cada uno», estructura gramaticalmente inaceptable. La forma ‘ambos’ es un cuantificador que significa ‘el uno y el otro’ y ‘los dos’ y se aplica al conjunto de dos personas o cosas que han sido mencionadas previamente, como en ‘Los dos estudiaron juntos y ambos son abogados reputados’, ‘Los dos equipos parten con un empate que satisface a ambos’, ‘Las personas utilizan ambos lados del cerebro para el habla’ o ‘A pesar de su juventud y de la escasa profesionalización en política de sus dirigentes, ambas formaciones han obtenido grandes resultados’. Desde el punto de vista formal, dado que su significado no es compatible con la variante en singular, presenta variación de género (ambos, ambas), pero no de número. Puede funcionar como adjetivo determinativo (Tradujo ambas novelas) o como pronombre (Tradujo ambas) y solo acompaña a nombres contables en plural. En relación con esta última característica (que solo acompaña a nombres contables en plural), hay que tener especial cuidado con los llamados ‘pluralia tantum’, que son nombres que solo se usan en plural y que se refieren a un único concepto, como ‘andas’, ‘entendederas’, ‘afueras’, ‘aguaderas’, ‘águedas’, ‘agujetas’, ‘alturas’ (para referirse al cielo), ‘andanzas’, ‘anginas’, ‘arras’, ‘barreduras’, ‘bases’ (normas), ‘cabrillas’ o ‘cabras’ (pequeñas manchas o ampollas que se forman a veces en las piernas por tenerlas muy cerca del fuego), ‘candilejas’, ‘catacumbas’, ‘víveres’, ‘gachas’, ‘hemorroides’, ‘entrañas’, etcétera. Con este tipo de nombres la forma ‘ambos’ no es del todo compatible: si decimos de alguien que ha traducido al español las novelas de Tolstói, entendemos que ha traducido varias novelas, pero si decimos que una niña llevaba las arras en
USO Y NORMAS DEL CASTELLANO MARÍA ÁNGELES SASTRE PROFESORA DE LENGUA ESPAÑOLA EN LA UVA
AMBOS TOREROS SALIERON POR LA PUERTA GRANDE
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una bandeja, no podemos entender que llevaba varias arras, sino varias monedas, concretamente trece, que constituyen las arras que en la ceremonia de la boda, en la celebración católica del matrimonio, el novio entrega a la novia como símbolo de los bienes que van compartir. Aunque el significado es el mismo, ¿es ‘ambos / ambas’ siempre intercambiable por ‘los dos / las dos’, respectivamente? La respuesta es que no siempre. No alternan, por ejemplo, en las construcciones partitivas del tipo ‘uno de los dos’, ‘ninguno de los dos’, ‘cualquiera de los dos’: no podemos decir ‘uno de ambos’, ‘ninguno de ambos’, ‘cualquiera de ambos’ porque ‘ambos’ no forma parte del complemento partitivo. Tampoco alternan en estructuras en las que el numeral cardinal ‘dos’ está modificado, como en ‘las dos únicas novelas traducidas’, ‘los dos primeros libros publicados’, ‘los dos mejo-
res poemas’, ‘los dos últimos trenes’, ‘las dos malas experiencias’, ‘los dos buenos consejos’, ‘los dos valientes toreros’, etcétera. Si se conmuta ‘los dos / las dos’ por ‘ambos /ambas’, resultan estructuras agramaticales (ambas únicas novelas traducidas, ambos primeros libros publicados, ambos mejores poemas, ambos últimos trenes, ambas malas experiencias, ambos buenos consejos, ambos valientes toreros). En español actual ‘ambos / ambas’ no precede a ‘dos’. Por lo tanto, son inaceptables enunciados del tipo ‘Ambos dos se cruzaron en el pasillo y fueron incapaces de saludarse’, ‘Ambas dos se fundieron en un largo abrazo’ o ‘Ambos dos cortaron tres orejas’, como he mencionado al principio. Tampoco es aceptable desde el punto de vista normativo ‘ambos / ambas a dos’ (Y se sientan ambos a dos junto al fuego). Ambas construcciones, valga la redundancia, eran normales en español medieval y clásico. Entre ‘ambos’ y el sustantivo al que precede no puede aparecer ningún otro elemento, como el artículo, los demostrativos o los posesivos, cosa que sí ocurrió al menos hasta el siglo XVI. Hoy no puede decirse ‘ambos los abogados’, ‘ambas sus hijas’ ni ‘ambas estas casas’. Y para terminar, una llamada de atención sobre la confusión entre ‘ambos’ y ‘sendos’. ‘Ambos’ significa ‘los dos’; ‘sendos’, ‘uno a cada uno’. Se trata de un error relativamente frecuente, del que se ocupan los diccionarios de dudas, los manuales de estilo y las gramáticas normativas. En el ejemplo ‘Ambas películas están basadas en sendos relatos de Benedetti’ hay que entender que una película está basada en un relato y la otra en otro. Si queremos decir que un jugador marcó los dos goles del partido no podemos decir que marcó sendos goles sino ambos goles. Y lo mismo para decir que alguien se tomó las dos jarras de cerveza que tenía pagadas: no puede decirse que se tomó sendas jarras de cerveza, sino ambas jarras.
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Un año en los bosques. Sue Hubbell (Errata Naturae)
Cirlot, ser y no ser... A. Rivero (F. José Manuel Lara)
Lectura impía de la Biblia. F. de Orbaneja (Pigmalion)
Ser feliz en Alaska. Rafael Santandreu (Grijabo)
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Descenso a los infiernos. Ian Kershaw (Crítica)
La mentira del gluten. Alan Levinovitz (Temas de hoy)
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Andrés Iniesta. La jugada... A. Iniesta/Besa (Malpaso)
El fin y los miedos. Aldous Huxley (Página Indómita)
Aperitivos gourmet. Sabrina Fauda-Role (Lunwer)
Lo mejor de nuestras vidas. Lucía Galán (Planeta)
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La maldición de la reina Leonor. Peridis (Espasa)
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El cazador de historias. Eduardo Galeano (Siglo XXI)
Historia mínima de la guerra... E. Moradiellos (Turner)
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Ser feliz en Alaska. R. Santandreu (Grijalbo)
Historia mínima de la guerra... E. Moradiellos (Turner)
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El sermón de dejar de ser. García Calvo (Lucina)
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Autobiografía. Angela Davis (Capitán Swing)
Vamos a comprar mentiras. J. M. L. Nicolás (Cálamo)
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Sábado 17.09.16 EL NORTE DE CASTILLA
QUINCE MINUTOS DE FAMA
Agustín Berzosa Sánchez 64 años Nacido en estas tierras, de familia y sociedad extensas; con ascendencia de los dos antiguos reinos de Castilla y de León. Como gusta decir a un buen amigo mío: «un chico de pueblo que sólo aspira a ser feliz», y consciente de que sé muy poco de casi todo, aprendo cada día de mis amigos. Mis diez palabras preferidas son: Humanidad, inteligencia, libertad, respeto, cariño, amistad, justicia, piedad, paz y generosidad.
ÁNGEL MARCOS
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LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 17.09.16 EL NORTE DE CASTILLA
Director: Carlos Aganzo Coordinadora: Angélica Tanarro
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n su novela ‘Limbo’, Agustín Fernández Mallo habla de un hombre que busca por los confines de América el sonido del fin, sin darse cuenta de que el fin habita en su propio ser y en la evanescente mujer que le acompaña desde la presencia y desde la ausencia. Bajo la apariencia de una novela de viajes típicamente americana va aflorando la tragedia y la precipitación a las entrañas del vacío. En algún momento de la historia el lector puede identificar ese sonido del fin con la mudez de la muerte y las ondas misteriosas del silencio. A mí me transportó, por esos vericuetos que suele elegir la imaginación cuando toca realidad, y la toca muchas veces, al silencio que empieza a emitir la naturaleza en algunos lugares, y que no sería otra cosa que el sonido del fin. En la sierra de Madrid, como en otras muchas partes, están desapareciendo los gorriones a la vez que las abejas. También están desapareciendo los ruiseñores. Los responsables de estas muertes masivas son las multinacionales que se dedican a fabricar pesticidas cada vez más letales, y por supuesto a los que los usan con aberrante insistencia y con la arrogancia típica de los que encarnan sin problemas la banalidad del mal porque cumplen órdenes superiores. En un alarde metafísico que nos conduce a la filosofía de Heidegger y a la poesía de Vallejo, estas corporaciones son los heraldos de la muerte, además de ser las emisarias del silencio y del olvido del ser. Antes iba con frecuencia a un jardín secreto donde los gorriones tenían por costumbre interpretar una sinfonía clamorosa que te elevaba el ánimo aunque no quisieras. Ahora me duele ir porque el jardín ha enmudecido y solo me trasmite el sonido del fin. Podría probarlo con una grabación que dejaría estupefacto al lector más escéptico. Antes era el jardín de la vida en su plenitud más deliciosa. Ahora es el jardín del silencio. Volviendo a la novela de Fernández Mallo, en ella también se habla de un secuestro y una desaparición, un tema muy actual y a la vez no. Nadie ha tratado el tema de los desaparecidos como el escritor Andrew O’Hagan en su demoledor ensayo justamente titulado ‘Los desaparecidos’. O’Hagan dice que en América desaparecen más de un millón de personas al año, y advierte que la mayoría de los que desaparecen no lo hacen voluntariamente. A los que se resisten a fiarse del dato les recuerdo que en 1999 el Departamento de Justicia norteamericano dio una cifra no menos alarmante: sete-
«Todo desaparecido deja tras él un sonido: el sonido de su silencio (...). Nada resulta tan clamoroso como ese sonido mudo y devastador»
:: ILUSTRACIÓN IRENE GRACIA
MITOLOGÍAS JESÚS FERRERO
El sonido del fin
cientos noventa y siete mil niños desaparecidos. ¿No les parece todo un récord del que apenas habla la prensa, seguramente porque la cifra espanta? Claro, en la era del espanto no queremos noticias que lo certifiquen. Se dice que en España desaparecen unas cien personas al año. Pienso que la cifra está falsificada, como la de los suicidios. Creo que son bastantes más, porque para empezar no todos los desaparecidos son denunciados, ni a la policía ni a los medios de comunicación. Los desaparecidos están siempre vinculados al sonido del fin, y no solo en la novela de Fernández Mallo. Todo desaparecido deja tras él un sonido: el sonido de su silencio, y en determinadas circunstancias, es evidente que nada resulta tan clamoroso como ese sonido mudo y devastador. En los desaparecidos hay que ver uno de los boquetes permanentemente abiertos en las democracias. En el ensayo citado, O’Hagan se pregunta cómo es posible que las democracias permitan que desaparezca tanta gente, y con aplastante pesimismo dice que la época de la seguridad ha quedado atrás. Antes los niños jugaban en la calle, tanto en América como en Europa. Ahora en las calles de los dos continentes los niños brillan por su ausencia, a no ser que vayan con sus padres. Esa ausencia de niños en las aceras representa también el sonido del fin, o del fin de una cierta manera de disfrutar de la vida en sociedad. Siguiendo con la metáfora más bien escalofriante del sonido del fin, es interesante recordar el ‘Apocalipsis’ de San Juan, que como nadie ignora está lleno de sonidos de trompeta. Se trata de un fin de los tiempos de lo más atronador. En cambio el apocalipsis coránico es tremendamente silencioso, y quizá por eso resulta aún más aterrador: parece un apocalipsis de una densidad tan atómica como silenciosa. Son dos formas opuestas de definir el sonido del fin. Desde el ruido ensordecedor que te rompe los tímpanos, al sonido que se oculta en las entrañas del silencio y en el corazón de las tinieblas.