Los cimientos de la memoria lectora

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SOMBRA CIPRES LA

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NÚMERO 276 Sábado, 16.09.17

Los cimientos de la memoria lectora Las editoriales cuidan a su público más joven, gran baza del presente y cantera para asegurar el futuro [2A6]

‘Autorretrato’, de Javier Sáez Castán, Premio Nacional de Ilustración 2016.


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Sábado 16.09.17 EL NORTE DE CASTILLA

LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL PLUMAS QUE SIEMBRAN CURIOSIDAD Y CREAN CANTERA Enid Blyton.

Roal Dahl.

Michael Ende.

Ficciones de lectores embrionarios Leen en el móvil, se enganchan por series o películas a sagas interminables y tienen el poder multiplicador comercial de un libro. Los adolescentes del XXI siguen necesitando historias y las editoriales miman la literatura juvenil, una de sus grandes bazas VICTORIA M. NIÑO

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os escenas recientes para corregir prejuicios: 1. En la última feria del libro de Valladolid, Blue Jeans tenía una cola de varios centenares de adolescentes para firmar ejemplares de ‘Algo tan sencillo’. Dos laureados poetas, cuyas colas fueron aventadas más rápidamente, lamentaban que los jóvenes no leyeran literatura «de verdad». 2. Recientemente en una librería de viejo, dos niñas de diez años: una recomienda a la otra un libro que encuentra en un montón y le empieza a desvelar la historia. La receptora le ruega que no le «haga ‘spoiler’» (destripar la historia). En ambos casos los protagonistas son lectores embrionarios que leen fuera de la ortodoxia y cuelan anglicismos cinematográficos en la conversación literaria. Sin embargo, demuestran que las generaciones digitales nativas leen, que participan de la fiesta del libro y que frecuentan las renacidas leoneras de papel.

Ni la televisión acabó con la estrella de la radio, ni tablets y videojuegos, con la necesidad de habitar otros mundos a través de la palabra. Cambian las formas de llegar al libro –una serie, un videojuego o una película es un camino–, los prescriptores –hay ‘booktubers’ con más predicamento que los bibliotecarios–, la manera de engancharles como clientes –las apps son una línea más de promoción–, la preferencia temática –la fantasía pierde fuelle frente al realismo aunque las sagas siguen tirando fuerte– y la relación entre formatos –plataformas como wattpad lanzan libros digitales en abierto que luego se comercializan en papel–. A pesar de esos cambios, permanece la sentencia de Chesterton: «La ficción es una necesidad; la literatura, un lujo». Es una cita que trae al caso con deleite Luis Daniel González, un experto en literatura infantil y juvenil (LIJ) que lleva desde los ochenta investigando y enganchando a jóvenes a la lectura. Oteador de novedades, atento siempre a la reediciones y traducciones (hay álbumes de los años cincuenta que llegan ahora al mercado español), González reconoce que

Jostein Gaarder.


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Cornelia Funke.

J. K. Rowling.

John Boyne.

Laura Gallego.

Jordi Sierra i Fabra.

CARLOS AGANZO

blogs.elnortedecastilla.es/elavisador/

El valor literario del arte secuencial

C

reo no equivocarme si digo que en la raíz del amor por los libros de una buena parte de los grandes lectores de nuestro tiempo se encuentra la fascinación que ejercieron en su día, y en cualquiera de sus variedades, las historietas. El menosprecio que mostraron durante decenios los enemigos de la narrativa gráfica no logró otra cosa, sin embargo, que terminar colocando al cómic en el noveno lugar en la lista de las artes, detrás de la fotografía y del cine, a pesar de ser más antiguo que ellos. Pero nada más. La impronta cultural de personajes como Astérix y Obélix, como Tintín, Corto Maltés, el teniente Blueberry o Lucky Luke, verdaderos fenómenos editoriales mundiales, terminó derribando todos los tópicos, y demostrando que el arte secuencial ha sido decisivo en la formación de los jóvenes lectores, al facilitar el salto natural a formas literarias más complejas o en las que se requieren mayor abstracción y esfuerzo intelectual. Sin duda René Gos-

«cada vez que me quedo más con los clásicos. No renuncio a recomendar lo mejor, aunque siempre intento abrir puertas y caminos a la literatura según la audiencia, según el niño».

Ilustración de ‘Emigrantes’ (editorial Barbara Fiore), de Shaun Tan. El australiano dibujó una historia sentimental de la emigración en esta novela gráfica sin una sola palabra.

Rosa Huertas.

cinny, traducido a más de treinta idiomas y autor de historietas que suman más de 500 millones de libros vendidos, puede considerarse como uno de los autores franceses más importantes de todos los tiempos. Morris dibujó para él a Lucky Luke, y Uderzo a Astérix el Galo, pero no se pueden olvidar otros personajes tan populares como el Pequeño Ni-

colás o el gran visir Iznogud: aparentes historietas llenas de humor, de acción, de sorpresa... pero también de desarrollo de grandes valores y principios. Empezando por el gusto por la propia lengua, con todas sus connotaciones y retruécanos, y terminando por la defensa a ultranza de la cultura y del mundo clásico. ¿Cuántos historiadores, cuántos

profesores de latín, cuántos lectores y escritores se habrán dejado seducir para siempre por el mundo antiguo a partir de la historia de los campamentos romanos de Babaórum, Acuárium, Láudanum y Petibónum, alrededor de aquella «aldea poblada por irreductibles galos» que resistía «todavía y siempre» al invasor...? ¿Un género infantil y juvenil? No en exclusiva, desde luego. Si las dos grandes tradiciones occidentales de la historieta –los cómics estadounidenses y las «bandes dessinées» (BD, tiras dibujadas) franco belgas– combinaron enseguida las historias para niños con las destinadas a los adultos, sin duda son los japoneses, que han desarrollado este arte hasta límites

Astérix y Obélix.

Bola de dragón.

El autor de ‘Bienvenidos a la fiesta’, diccionario de LIJ que también da nombre a su blog, analiza los libros que provocan pasión en su joven público y los que pasan más desapercibidos. Es un mercado caprichoso que muchas veces escapa a la lógica del resto del mundo editorial. «Por ejemplo, ahora se reedita ‘Aprendiz de guardabosques’, de John Flanagan, que son doce libros, a raíz del éxito de la película». Pero si hay un fenómeno en las últimas décadas que ha cambiado la per-

cepción industrial y mediática de la LIJ ha sido el ‘Harry Potter’, de Rowling, que después de veinte años, sigue liderando las listas de ventas. «‘The New York Times’ no tenía lista de los libros juveniles más vendidos. Fue a raíz de Potter, que encabezaba la lista general, cuando los lectores ‘cultos’ protestaron y decidieron abrir una lista específica, que no ha dejado de publicar desde 1997», cuenta González. El triunfo de Rowling, «fue un punto de inflexión en el mundo edito-

«El éxito de Potter fue un punto de inflexión en el mundo editorial»

impensables, los que más géneros dentro del género han llegado a definir: para niños (kodomo), para jovencitos (shonen), para jovencitas (shojo), para mujeres (josei) y para hombres (seinen)... De hecho, la primacía absoluta del manga («dibujo informal», historieta en japonés) en todo el mundo, incluidas sus versiones animadas y digitales, no es sino la evidencia de la inmensa capacidad de influencia cultural del noveno arte. Ninguna otra manifestación cultural de Japón ha tenido la relevancia y la aceptación mundial que tiene el manga; incluidos esos excesos que pueden resultar incomprensibles, por no decir ofensivos, para una cultura como la nuestra. Tal vez ésa ha sido la carencia mayor de la historieta occidental. Haber servido para forjar lectores entusiastas en edades tempranas, pero no haber seguido acompañando suficientemente al adulto en su crecimiento y su profundidad de campo. Algo que quizás está aún por desarrollar, si bien existen maravillosos ejemplos de cómics altamente artísticos, poéticos, exquisitos, pensados para lectores altamente exigentes. Imágenes y diálogos; palabras en bocadillos, en globos o en nubecillas («fumetti», como las llaman los italianos), ofrecen una fórmula que sigue fascinando a millones y millones de personas en todo el mundo.

rial». determina otra constante desde entonces, la publicación de trilogías y sagas. «El éxito de ‘Crepúsculo’ (Stephenie Meyer) fue una auténtica sorpresa. Está muy bien estructurado y planteaba cuestiones como el sexo entre adolescentes, hasta entonces silenciado. Produjo cierta división entre el público, las chicas le apoyaron ciegamente», apunta Luis Daniel, subrayando el hecho de buena parte de las autoras de estas exitosas sagas americanas son mor-

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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL PERSONAJES QUE SALTAN DE LA ESTANTERÍA El Principito.

Manolito Gafotas.

Harry Potter.

Los Futbolísimos.

LOS MÁS VENDIDOS EN 2016

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monas. «El siguiente éxito arrollador fueron ‘Los juegos del hambre’ (Suzanne Collins), «muy fácil de entender, es una saga muy morbosa, bien contada que atrae mucho y provoca el mismo efecto que las película de miedo, horror que no puedes dejar de mirar. Es una distopía de jóvenes en un régimen dictatorial». Las manidas distopías del XXI tienen antecedentes clásicos sobre los que Luis Daniel publicó una monografía, «‘Fahenheit 451’ (1953), de Ray Bradbury, y ‘El dador’ (1993), de Lois Lowry, son precedentes excelentes». Explotar y estirar un éxito editorial ha encontrado en los guionistas de cine y televisión sus nuevos aliados. «Tienen gran capacidad de producción, escriben diálogos muy vivos y proponen situaciones en las que los adolescentes se implican fácilmente». Pero no siempre es sencillo enganchar, empatizar.

Libros en las redes La gran dama de las novelas de pandilla (‘Los cinco’) Enid Blyton conectó con su público pero no con la sociedad. Lo políticamente incorrecto también tiene su rédito. «Por ejemplo, la saga de Greg (Jeff Kinney), ha sido muy criticada pero ha sumado a muchos chicos a la lectura. Adopta la perspectiva de un niño que se siente en manos de mujeres. Su madre es maestra de preescolar y él cree que le trata como si fuera siempre de esa edad. Propone situaciones en las que él va a la contra. Lo que empezó como un blog pasó a ser libro y en dos años su autor fue considerado por la revista ‘Time’ como uno de los 100 personajes más influyentes de ese año. Son libros que dan voz a personajes realistas y enganchan a quien habitualmente no lee». También para esos que no leen, González propone autores como Brian Selznick (‘Maravillas’, ‘La invención de Hugo Cabret’) o Jacob Wegelius (‘La leyenda de Sally Jones’), «son narraciones en

1. ‘Harry Potter y el legado maldito’, J. K. Rowling (Salamandra) 2. ‘El principito’, de SaintExupery (Salamandra) 3. ‘Emocionario’, de Rafael Romero y Cristina Núñez (Palabras Aladas). 4. ‘El monstruo de los colores’, de Anna Llenas (Ed. Flamboyant) 5. ‘Un monstruo viene a verme’, de Patrick Ness (Nube de Tinta). 6. ‘Diario de Greg 11. ¡A por todas!’, de Jeff Kinney (Ed. Molino). 7. ‘Diario de Greg 10. Vieja escuela’, de Jeff Kinney (Ed. Molino). 8. ‘El misterio de los árbitros dormidos’. Roberto Santiago (SM). 9. ‘Diario de Greg 1’. 10. ‘El monstruo de los colores. Un libro pop-up’. A. Llenas (Ed. Flamboyant).

las que las descripciones son gráficas, dibujadas, y la acción necesita de las palabras. Estos libros ayudan a que lean los que no leen, despiertan el interés por el formato impreso porque el hecho de pasar una página tiene sentido narrativo». Gaarder acercó la filosofía con una novela (‘El mundo de Sofía’), Enzensberger hizo lo propio con las matemáticas (‘El diablo de los números’), Tolkien (‘El señor de los anillos’) y Ende (‘La historia interminable’) crearon mundos fantásticos popularizados por las películas, los estudiantes estadounidenses siguen padeciendo la adolescencia con ‘El guardián entre el centeno’, de Salinger, y los británicos con ‘El señor de las moscas’, de William Golding. Con más o menos voluntad de dirigirse a sus menores, estos títulos son ya clásicos. Luis Daniel se sorprende de que nadie haya sacado brillo a las ‘Leyendas’, de Bécquer, o a los primeros ‘Episodios nacionales’, de Galdós. «Si hubiera una BBC aquí serían series de éxito». El realismo del prolífico Jordi Sierra i Fabra, de Ana Alcolea o Rosa Huertas compiten con la fantasía de Laura Gallego o

Ledicia Costas, siendo todos autores españoles de éxito. Forman parte de los 25.000 registros de ‘Los Fundamentales’, que atesora el Canal Lector, último laboratorio de LIJ de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Su proyecto Territorio eBook indaga en la comprensión lectora en distintos formatos. Lorenzo Soto comanda el espionaje del lector del mañana. «Las redes sociales son nuevos componentes de la cadena lectora, ahí están los ‘bookstagrammers’ o los ‘booktubers’ de los que los chavales extraen buena parte de sus orientaciones». Si hay dos campos aparentemente antagónicos –‘Los futbolísimos’ mediante– son la lectura y el deporte. «Gracias a un acuerdo con Moviestar Riders estamos investigando el binomio lectura-eSports a través del género fantástico». Editoriales, público y primeros lectores coinciden en su objeto de deseo: las buenas historias. Así pues Chesterton sigue teniendo razón.

La obsesión del sustantivo (y el adjetivo) E sta historia tiene un comienzo poco original: vine a la literatura infantil casi en el mismo instante en el que mi hijo lo hizo al mundo, y juntos fuimos abriéndole los ojos a aquella vida nueva de letra menuda e ilustración a todo color. Hasta entonces nunca me había pensado como escritora para niños. En principio, o eso creía yo, lo mío era otra cosa… Pero lo que empezó como un divertimento amable en el que investigar lenguajes y mira-

das, terminó formando una cartografía tan fascinante como el territorio: la infancia, la literatura y sus cosas. En aquel nuevo mapa comunicativo, la mirada extrañada del escritor había de enfrentarse a una complejidad diferente. Al fin y al cabo, el hecho literario infantil es un hermoso laberinto cuyo éxito depende de múltiples encuentros. La desautomatización del lenguaje, esa característica en la que los formalistas trataran de encontrar la piedra de lo que llamaron

SUSANA GÓMEZ REDONDO

literaturiedad (lo específico literario), ha de ser por fuerza diferente, pues el extrañamiento es doble. A poco que nos paremos a pensar sobre la urdimbre del laberinto, a nadie se le escapa la pa-

radoja. Por decirlo brevemente: hablamos de un fenómeno muy particular, en el que un autor (adulto) trata de obtener una mirada ‘diferente’ (a veces pseudoinfantil), para llegar a un receptor (el niño) que, generalmente, no es en primera instancia quien elige. Hasta sus manos llega un texto (infantil y algunas veces ‘parainfantil’) que ha de decodificar e interpretar con o sin ayuda. La cuestión es: ¿para el niño pero sin el niño? En el loable (y no siempre


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Gerónimo Stilton.

Los diarios de Greg.

Escarlatina. El club de los incomprendidos.

Ilustración del álbum ‘El cuento del carpintero’, de Ibán Barrenetxea.

El tercer subsector de mayor facturación de la industria editorial :: V. M. N. La literatura infantil y juvenil sigue siendo un buen negocio. En los números del mundo editorial es el tercer subsector solo superado por el texto no universitario y la literatura, según el último informe del Ministerio de Cultura, publicado este mes con datos de los dos últimos años. Según las cifras de 2015, se registraron 7.919 títulos, una media de 22 diarios (140.700 unidades cada día). De ellos 2.973 (el 37,5% del total) son traducciones. En cuanto a número de ejemplares, los 51,4 millones se acercan a la cuarta parte del total del sector y se publicaron con una tirada media de 4.044 por título. El papel triunfa sobre los formatos digitales, registrándose una caída del 34% en so-

sencillo) esfuerzo de incluir los ojos infantiles, el autor responsable ha de tratar de indagar en una geografía intuida, recordada o imaginada: la infancia (la propia y/o la ajena), que le reserve pistas para conformar un tapiz apropiado. Si además, y como es más que deseable, trata de sortear los peligros en los que la literatura infantil ha caído desde su nacimiento (léase lo pseudo-pedagógico, ‘instructivo’, adoctrinante, didáctico-moralizante, etc.), la tarea se complejiza (y embellece) aún más. El escritor para niños no se puede olvidar de la imprescindible calidad estética y/o lúdica que, como toda obra literaria, ha de tener lo que se trae entre manos. Esto exige un profundo respeto por su destinatario. El malabar no es ni más ni menos difícil (aunque sí diferente) que el que el escritor para adultos

ha de ejecutar. Al fin y al cabo, siempre se tratan de lo mismo: literatura. Pero el relato se enreda todavía más, pues su estructura se sostiene en un entramado que, aunque libresco, es también económico. Hace tiempo que el mercado atiende al libro no como objeto cultural sino de consumo. Es evidente que las leyes de producción, distribución y recepción del mismo le afectan como ‘producto’, cuya permanencia en tiempo y lugar en las estanterías de las librerías es, por ejemplo, definitiva. Parece obvio que, de un tiempo a esta parte, la industria editorial ha visto florecer con más o menos fortuna las editoriales para niños. Si algo ha germinado con fuerza en el papel contra los vientos y mareas digitales, han sido ellas. Esto, claro, forma parte de otra historia,

cuando menos un poco más enrevesada, y en la que también intervienen personajes y tramas televisivas, escenarios de merchandising, guerreros de lo artístico y las ventas, buenos y malos de lo literario y lo comercial… Pero lo cierto es que. en la intrincada selva de librerías y bibliotecas, resulta habitual ver a padres y madres más o menos desorientados en busca del preciado tesoro para sus vástagos. Foros, blogs, páginas de Internet, librerías especializadas, publicaciones, asociaciones, premios…. todo parece tratar de ponérselo fácil al aplicado progenitor, y a bibliotecarios, maestros y otros mediadores que, cada vez más y afortunadamente, se ocupan, forman e interesan al respecto. El objetivo: que encuentren y elijan los libros que han de escuchar y leer nuestros niños. Si en el

porte electrónico respecto a 2014. El libro digital supone el 9,5% del total, 753 títulos, y tan solo el 22,7% de las editoriales especializadas en este público publican en este formato. Diez empresas editoriales concentran el 33% de las publicaciones para niños y jóvenes, aunque cada vez hay más editoriales pequeñas e independientes que se plantean un catálogo corto y exquisito, pocos títulos cuidadosamente elegidos tanto de nueva creación como traducciones de clásicos inéditos en español. En total, hay 592 editoriales en activo, 46 más en 2015 que en 2014. Siete son las comunidades autónomas editoras en este ámbito, entre las que está Castilla y León, en el último lu-

«Escribir para niños exige un profundo respeto hacia el destinatario» «El utilitarismo curricular en la comunidad docente es uno de los grandes riesgos para una buena educación literaria»

LAS CIFRAS

7.919

Títulos destinados al público infantil y juvenil publicados en España durante 2015.

0,8%

Castilla y León figura entre las siete comunidades editorial de literatura para chavales, aunque su producción ha caído del 5,2% del total en 2008 al 0,8% en 2015.

fragor del asunto lo consiguen o no es, también, otro cuento. Pero volvamos al principio de esta historia: de aquel nacimiento han pasado una docena de años. En ellos, de lectora pasé a autora, crítica, profesora en una facultad de Educación e investigadora. Adivinen de qué: la literatura infantil llegó para quedarse (y mucho). Y es aquí donde entramos en la otra parte esencial del relato. Como profesora de literatura infantil para futuros docentes, hay algo que me mantiene alerta, pues forma parte de mis obsesiones didácticas y literarias: como buenos maestros, los estudiantes se preocupan enormemente del ‘para qué’ sirve un cuento. Es evidente que tal actitud es intrínseca a su vocación docente; en este sentido, su mente pedagógica les juega buenas y malas

gar. Entre el 5,2% de la producción total registrada en 2008 y el 0,8% que mantenía esta comunidad en 2015 media la desaparición de Everest. La facturación de la ficción para lectores juveniles e infantiles fue de 258,8 millones de euros, el 5,9% menos que en el ejercicio anterior. Se vendieron 26.562.000 ejemplares en 2015, 73.000 diarios en el mercado interior. Por otra parte, ha crecido la exportación el 6,8%, llegando a los 26,36 millones que es el 14% del total del sector. El precio medio del libro es de 10,37 euros (4,77 euros en formato digital), por debajo del precio medio del sector editorial que está en 14,52 euros. Y la librería es el lugar mayoritariamente elegido para adquirirlos.

pasadas, pues el currículo, lo que ha de aprender el niño, los contenidos, los valores… sobrevuelan como no podía ser menos sus elecciones y preocupaciones. La escuela, como importante agente de transmisión socio-cultural, es, amén de la gran garante de la transmisión oral en la actualidad, promotora esencial de la lectura presente y futura. Es innegable que su papel es esencial; pero la instrumentalización y utilitarismo curricular que se observa en gran parte de la comunidad docente (y social) es uno de los grandes riesgos para una buena educación literaria. Y es que, y permítanme cerrar la historia con mi obsesión, infantil sí, pero ante todo literatura. No olvidemos que es el adjetivo el que acompaña al sustantivo, y no al contrario.


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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

Gloria Fuertes sigue estando de guardia E

n este año 2017 recordamos a la poeta Gloria Fuertes, al cumplirse cien años de su nacimiento. Desde todos los rincones nos llegan iniciativas que intentan, después de algunos años desde su desaparición, devolvernos el significado y la presencia literaria de la escritora madrileña. ¿Qué ha sucedido en la sociedad española para qué se haya impuesto un silencio tan rotundo sobre esta poeta? La respuesta es muy compleja porque no solo afecta al cambio de gustos literarios, o a las modas que se suceden en las generaciones artísticas; es habitual que tras la muerte de una personalidad de estas características se produzca un silencio, a veces de más de una década, hasta que la conmemoración de algún acontecimiento personal o social la devuelva al lugar que nunca debió perder en la historia de la literatura. Este es el caso de Gloria Fuertes, tal vez la poeta (a ella no le gustaba que la llamasen poetisa…) más popular de la segunda mitad del siglo XX, tal

GALERÍAS JOSE MARÍA MUÑOZ QUIRÓS

vez la que más libros vendió y la que en más estudios de universidades e investigaciones científicas ha aparecido, (si bien curiosamente en otros países y en otras culturas), y la que más seguidores tenía en lecturas y actos públicos. Como ella misma decía, tuvo que dedicarse más a la literatura infantil para poder subsistir, para vivir de lo que escribía. Y así fue: sus libros enseñaron a leer literatura poética a varias generaciones de niños y adolescentes que nun-

ca han olvidado la palabra que esta mujer les regalaba con entusiasmo y originalidad. Pero junto a la poesía infantil (la dedicada a los niños de una manera directa) la poeta va construyendo una poética muy personal y diferenciadora: desde los inicios del movimiento postista, junto al poeta gaditano Carlos Edmundo de Ory, Sarnesi y Chicharro (hijo), junto a Francisco Nieva, hasta la poética más social y comprometida de algunos de sus libros, la poeta ha desarrollado un quehacer que la sitúa entre los escritores más originales de la segunda mitad del siglo XX. Acercarse hasta el singular cosmos poético de Gloria Fuertes equivale a profundizar en lenguajes plenos de aciertos y de logros estéticos: una intensa verdad emocional y plástica se sumerge en su intuitiva capacidad de conmover, de intensificar todo sentimiento que en sus versos va más allá de la comunicación emotiva, haciéndonos partícipes de un modo de mirar, de decir, de constatar el mundo que nos rodea.

Gloria Fuertes, en 1971 en Madrid. :: EFE Gloria Fuertes es una escritora versátil que no por ello cae en el intranscendente mundo de lo sencillo sin más: todo lo contrario, su poeticidad se acerca hasta los límites de una búsqueda decidida del decir poético, del establecer en el poema situaciones estéticas de enorme eficacia expresiva. Su participación en el inicio de la tertulia madrileña de poesía con faldas, junto a otras mujeres poetas de esos años, la situó en la avanzadilla testimonial de una labor que la mantenía siempre en guardia frente a la vida y la sociedad tan difícil de aquellos años. Es incomprensible, para mí al menos, que se haya dicho públicamente que la poesía de Gloria Fuertes no merece todo lo que se está haciendo en este año de celebraciones, y se afirma que esto sucede

porque es una mujer… En total desacuerdo con estas opiniones, la única respuesta que tengo es la invitación seria y profunda a leer, entrar dentro de la obra de esta escritora, desde todas las aristas que un quehacer literario como el suyo nos permite. Solo así podremos entender, conocer, saber y opinar con conocimiento de lo que ella nos propone en sus libros. El alma de niña que tenía era tan extraordinariamente cercana que su palabra volaba siempre en todos los ámbitos y en todas las edades, era capaz de acercarse a los más desprotegidos, a los más humildes, a los que esperaban una palabra suya y se llenaban de luz con su poesía y con su ejemplo. La conmemoración de este centenario tiene que suponer

la recuperación de una personalidad y una obra singulares, el acercamiento a todos los que no saben quién es esta mujer de verso en el alma, de voz absoluta, de soledad acompañada por cada uno de sus libros, por todos los poemas que nos fue regalando y escribiendo en la memoria que con su palabra se ha ido enriqueciendo hasta hacernos mejores.: «Me hice libre. Vivo libre en esta inmensa celda de castigo que es la tierra…» Supo vivir y enseñarnos a todos a vivir en un espacio de luz y de verdad, con sus historias de amor, humor y desamor, poniendo a los tigres bigotes atados con palabras y presagios de esperanza. Siempre será su poesía el modo más directo de encontrar la escondida belleza de la vida. Las nuevas generaciones poéticas tienen mucho que aprender de su compromiso, de su civismo estético, de su voluntad de trascender por encima de todo, y ser a la vez una poeta de proximidades y de lenguajes cercanos. Todos los actos a los que estamos asistiendo en su centenario. Todos los libros y revistas monográficas no son un exceso feminista ni una rara equivocación generalizada: le corresponde a los lectores (a los nuevos) expresar su conformidad con tanta belleza y tanta originalidad, asumir el compromiso estético de esta mujer admirada por tantas generaciones que, desde su capacidad expresiva esencial, consiguió llenar de esa extraña belleza de lo poético y de lo imaginativo con mayúsculas. Después del silencio de muchos años, llega la luz que Gloria Fuertes derrocha en su obra poética.


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Teatro Real: una temporada equilibrada

Patricia Petibon, en el montaje de ‘Lucio Silla’ de Mozart. :: EL NORTE

L

a gestión de Mortier en el Teatro Real fue muy polémica. Sombras y luces desde su personal visión. Matabosch sigue en parte su línea con variaciones importantes en el intento retomar la confianza de los abonados. Así ocurrió la temporada pasada y así se presenta la actual. Obras de repertorio y estrenos. Una combinación que funciona. Se recupera una de las obras maestras del siglo XX, ‘Los soldados’, lo que salda un olvido inexcusable. Se estrena ‘Gloriana’, un Britten que nos faltaba. Kurt Weill y su ‘Street Scene’, una obra de denuncia social. ‘Dead man wal-

FERNANDO HERRERO

king’ de Heggie procede del realismo melodramático USA. Es conocida la película que interpretaron Susan Sarandon y Sean Penn. ‘El Pintor’ de Colomer representa a España, ópera de cámara que certifica la poca ambición previa de nuestros autores. Una sugerencia ¿por qué no estrenar alguna de las magníficas operas de Luis de los Cobos, el estupendo compositor vallisoletano?

Para que la opera siga viviendo son necesarias nuevas obras que pasen a integrar el repertorio, cada año en el mundo se estrenan unas cuantas pero poquísimas permanecen. La selección de estrenos del Real es positiva. Nuevos retos que es necesario afrontar desde la ambición y la creatividad. Los temas se entrecruzan y ponerlos en música y voces nos pone en contacto directo con el mundo de hoy. En estos años desde la reapertura de Real se han estrenado obras importantes y recuperado otras. Matabosch sigue el camino adecuado. ‘El público’ fue un éxito aunque ‘La Ciudad de las

Mentiras’ decepcionara. No siempre se acierta pero hay que correr el riesgo. Del gran repertorio operístico quedan muchas obras Sin haber sido representadas en Madrid. ‘La Kovantchina’, ‘Los troyanos’, ‘Kiteg’, por citar algunos ejemplos. La gran ópera de Berlioz tuvo un montaje espectacular de Carles Padrissa en Valencia que podía repetirse en el Real. El mundo de este género desde el barroco es inmenso y abierto a toda clase de propuestas escénicas como nunca lo ha sido en el pasado. Los montajes se han enriquecido, a veces incluso desde el absurdo, buscando nuevas

respuestas a las partituras y a los libretos. En el Teatro Real se han programado espectáculos de gran categoría con nombres señeros de las artes del teatro. La historia, que algún día se publicará, dará constancia de ellos. El repertorio, con un mayor número de representaciones, es el imán para atraer nuevos espetadores, que se amplían con las retransmisiones en las plazas públicas o en los locales cinematográficos. Un solo Mozart, ‘Lucio Silla’, obra de juventud que también se estrena y ausencia de Wagner lo que no es recomendable. Cuatro hits forman el grueso da la temporada. ‘La Boheme’, ‘Carmen’, ‘Aida’ y ‘Lucia de Lammermoor’ que los melómanos conocen perfectamente, las cuatro han sido estrenadas en el Real, y de ‘Aida’ se repite el montaje de Hugo de Ana. Son obras maestras sin duda que requieren repartos de altura y una buena batuta a su frente. ‘Aida’ tiene dos vertientes. Una parte espectacular y otra íntima con una historia de amor imposible y la presión del fanatismo religioso sobre la razón. ‘Carmen’ proyecta una mujer libre, frente al machismo asesino y excluyente. ‘La Boheme’ muestra cómo la pobreza y la enfermedad impiden la felicidad de la pareja. ‘Lucia de Lammemoor’, perla del bel canto, ataca la servidumbre de la mujer para conseguir intereses bastardos que la llevan a la locura. Como se ve una mayor complejidad que la impresión que puede dar una lectura superficial. Por ello estos vectores exigen visiones nuevas que los pongan de manifiesto. El montaje de Hugo de Ana sabía fundir lo espectacular de ‘Aida’ con lo íntimo. Habrá que comprobar si sigue teniendo la solvencia de antaño. Calixto Bieto por partida doble. Después de su

Con el buen nivel de coros y orquesta, la temporada se presenta esperanzadora

discutido montaje de ‘Woyeck’ llega con el ya conocido de ‘Carmen’ y el de ‘Los soldados’, quizás el título más apasionante de la temporada. Con Claus Guth, es el nombre más subversivo de las puestas en escena operísticas. Los Warlikouski, Cherniakov y Marthalea han desaparecido. Sus montajes fueron muy discutidos pero lo cierto es que fueron creativos y arriesgados. Algunos nombres importantes Olivier Py, por ejemplo, esperan su debut en el coliseo madrileño. Ivor Bolton, después de sus buenas prestaciones en la temporada pasada tiene una adecuada presencia. En el universo barroco y en el contemporáneo ha mostrado su clase. Pablo Heras-Casado se enfrenta a ‘Los soldados’, una prueba que superara con éxito. El resto de los maestros es correcto aunque faltan nombres de primera fila. En el Real han estado Antonio Pappano, Daniel Baremboin, Valeri Gergieu, Claudio Abbado y Riccardo Muti. De los intérpretes Joyce Di Donato y Javier Camarena son los nombres más esperados. Repartos en principio bien confeccionados con algunas voces jóvenes que irrumpen con fuerza y algún ilustre veterano. Las grandes figuras se hacen esperar, como Jonas Kauffman, que tras sus tres anulaciones se anuncia en un recital con orquesta. Con el buen nivel de coros y orquesta la temporada se presenta esperanzadora. Si añadimos alguna ópera en versión concierto, la conmemoración de los 200 años, los recitales y unas limitadas sesiones de danza, con un ‘Lago de los Cisnes’ londinense como atractivo principal y una adecuada atención didáctica, el teatro madrileño es un foco cultural importante. Sumergirse en teatro, música y canto desde diversas perspectivas creadoras es positivo, como también la ampliación de espectadores directos e indirectos. A pesar de su achacado elitismo la existencia de este Coliseo influye en el tejido social. Quedan problemas por resolver pero el pulso europeo se mantiene aunque queden algunas cotas que alcanzar.


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Sábado 16.09.17 EL NORTE DE CASTILLA

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ué está pasando realmente en Corea del Norte, ahora bajo la bota de Kim Jong-un? Las noticias, confusas –no hay internet, por caso–, son siempre alarmantes y van desde el ridículo –la obligatoriedad de la sonrisa o de ciertos cortes de pelo– a la repetida amenaza nuclear, desde lo disparatado a lo extremadamente peligroso. ¿Cómo sobrevive en esas condiciones la gente normal? En uno de los relatos de ‘La acusación’ (Libros del Asteroide) un niño se aterroriza y coge fobia a los colosales y omnipresentes retratos de Marx; en otro, titulado ‘El escenario’, aflora el teatro del absurdo concretado en una realidad paranoica y militarizada. El manuscrito del libro fue sacado clandestinamente del país como en su día sucedió con Solzhenitsin, Reinaldo Arenas o en cierta manera Pasternak. Su autor, Bandi –pseudónimo que significa luciérnaga, una pequeña luz en las tinieblas del brutal régimen norcoreano–, que sigue viviendo, con grave riesgo, allí, «como un autómata sometido al yugo», retrata la vida corriente en el país a través de siete historias duras, áridas, fruto de la indignación, escritas con sangre y lágrimas, radiografía o caleidoscopio del tiránico totalitarismo de Kim Il-sung, de los años que preceden a su muerte hasta los días que siguen a su defunción, con la entronización de su heredero Kim Jong-il. Este es el panorama propio de un régimen policial, de control absoluto, tal delirante panóptico, sobre la población, que se deduce de los cuentos, en modo alguno en forma de alegato o testimonio, sólo a veces como alegoría o parábola, en general de un realismo plano, en apariencia anodino, descorazonador, con atisbos de humor subversivo, ironía o sátira mordaz: represión, corruptelas, chivateos, delaciones, falsedades, mentiras, humillaciones, vejaciones, patrullas ciudadanas, manifestaciones de multitudes enfervorizadas, ostracismo social, expedientes familiares de uso represivo para castigar, como «un rastro de hierro candente», generación tras generación, confesiones ridículas, campos de concentración y de trabajo forzosos, ejecuciones… Bajo coacción continua, desde el servicio de reparto de alimentos a la despiadada policía secreta, cuyos tentáculos se extienden hasta el último rincón de este comunismo trufado de sistema de castas, pasando por los comisarios políticos en todas las comunidades de vecinos, centros de enseñanza o cualquier organización social, económica o institucional, se impone la violencia y nadie puede esca-

TERROR DE ESTADO Tras la muerte de las utopías


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LA ACUSACIÓN Bandi, Libros del Asteroide, 248 pp., 19,95 €.

El líder norcoreano, Kim Jong-un, rodeado de mujeres soldado durante unas maniobras militares en Kangwon. :: RODONG SINMUN-HANDOUT

par al horror; el presunto paraíso es en realidad una dictadura demencial, «desierto yermo y sin esperanza», una de las más crueles de la historia, quien no es combatiente revolucionario dispuesto a seguir ciegamente las consignas patéticas del Gran Líder del Partido, está perdido ante un poder omnímodo de este calibre. En definitiva, un estado de vigilancia permanente de la ideología única en el que toda persona es informante o perseguida como enemigo público, no cabe alternativa, lo que conduce a abusos de poder generalizados y a un miedo omnipresente: terror organizado. Aunque en uno de los relatos se reflejan las batallas campales para conseguir comida mediante cupones de racionamiento, no parece que la población muera de hambre, lo que sucedió en China, país vecino y amigo, cómplice aunque últimamente parece que menos, sobre todo durante el período del Gran Salto Adelante, como estudia Frank Dikötter con detenimiento y profundidad en ‘La gran hambruna en la China de Mao’ (Acantilado), un ensayo portentoso, admirable, tan exhaustivo como preciso, igual de bien trazado que ejecutado, que se lee con el corazón encogido. En ‘Mao, la historia desconocida’, Jung Chang y Jon Halliday estimaban el coste humano de este período menos conocido que la espeluznante y terrorífica Revolución Cultural en 38 millones. Dikötter eleva la cifra, tras fatigar decenas de archivos municipales, de distrito y provinciales, que figuran en el apéndice, en el mejor de los casos, hasta los 45, que se dice pronto. A través de un minucioso estudio económico (la destrucción absoluta afectó al terreno industrial, del comercio, agrícola, de la vivienda o a la naturaleza) y, por extensión, sociológico, dilucida cómo la colectivización forzosa y la planificación estatal hacia el paraíso utópico condujo al infierno, a una de las mayores catástrofes humanitarias que se recuerdan, sin ahorrar detalles: intrigas y purgas políticas de partida, epidemias, suicidios, laogai o campos de reforma, canibalismo… La crónica del «hundimiento de un sistema», que

LA GRAN HAMBRUNA EN LA CHINA DE MAO

EL EJÉRCITO DE LOS SONÁMBULOS

Frank Dikötter, Acantilado, 616 pp., 30 €.

Wu Ming, Anagrama, 584 pp., 25,90 €.

incluye un censo de las zonas más castigadas, es de un detallismo angustioso, no olvida que más allá de los proyectos faraónicos, «la coacción, el terror y la violencia se hallaban en los mismos cimientos del Gran Salto Adelante». Pero la madre del cordero en la implantación del terror contemporáneo hay que buscarla en el tiempo que sucedió inmediatamente al éxito de la Revolución Francesa, cuando se puso «el mundo del revés», cuando «catorce días bastaban para cambiar dos veces de época», período del que se ocupa el colectivo de autores italianos Wu Ming en ‘El ejército de los sonámbulos’ (Anagrama), gruesa narración que explica muy bien el acontecimiento histórico, aparte de situar el papel de los grandes actores que han quedado en la Historia: los justicieros y ajusticiados Marat, Danton, Robespierre el Incorruptible…, desde el punto de vista del pueblo llano y la gente del común, siempre a la greña, ya desde la obertura, con la plebe parisina desconcertada y expectante, en ebullición, la turba sedienta de sangre sacrificial, convencidos del lema de Saint-Just: «no se puede reinar impunemente», poseídos por el afán de que rueden cabezas, extasiados ante el espectáculo de la guillotina sobre el cuello de Luis XVI. Y, a seguido, el Terror contra el Terror bajo la divisa «Pongamos el Terror a la orden del día». El argumento, en pleno furor del patíbulo, en el momento en el que el Antiguo Régimen daba sus bocanadas postreras frente al presunto reino de «la igualdad y la libertad», que a su vez se desangraba en luchas intestinas entre montañeses y girondinos, se desarrolla en paralelo siguiendo a diversos personajes, lo que posibilita una mezcla de niveles lingüísticos, cuyos destinos acaban por cruzarse: desde un médico magnetista que practica la terapia sunambulista –de ahí, al cabo, la milicia de autómatas que dan título a la obra– y al que le piden que ayude a sofocar la resistencia monárquica; una costurera víctima de los habituales abusos, arrastrada pero de armas tomar; otro Scaramouche, actor de poca monta, vengador y boxeador callejero; un policía ecuánime

sobrepasado por la situación; además de mesmeristas dudosos, sacerdotes, lascivos, bellas mozuelas asesinas, licántropos con hemorroides, locos de toda condición que quizá no lo sean… Concebida a la manera dramática en cinco actos, con sus correspondientes escenas, a la sombra de Goldoni, el Molière trasalpino, entreverada con documentos de la época muy pertinentes, es una novela histórica, trufada del subgénero de aventuras, con ciertas dosis de costumbrismo, muy bien trabada y resuelta –aunque se ofrece una especie de bonus-track en el último capítulo: ‘Así acabaron’-, tal vez graduada y calculada en exceso a fin de enganchar, opción naturalmente lícita, si no deseable, pero que hay que medir con mucho tiento so pena de caer en lugares comunes y caminos trillados. Ya nos hemos acercado con anterioridad al pensamiento provocador del politólogo de Oxford John Gray, autor de cabecera de Muñoz Molina,

UN ÁNGULO ME BASTA FERMÍN HERRERO

La revolución bolchevique culminó la tradición que aceptaba el terror sistemático como medio para transformar la sociedad

MISA NEGRA John Gray, Sexto Piso, 346 pp., 24, 90 €.

con el que se puede o no estar de acuerdo, pero que nunca deja indiferente. En ‘Misa negra’ (Sexto Piso), por caso, es discutible, sin duda, su tesis principal de que los episodios de agitación revolucionaria de los dos últimos siglos son en realidad manifestaciones de fe religiosa procedentes del cristianismo, siempre en relación con mitos apocalípticos y milenarismos, disfrazadas en el comunismo so capa de materialismo histórico y en el nazismo bajo el racismo científico. Y lo mismo cabría aplicar al thatcherismo, el neoliberalismo o las teorías neoconservadoras anglosajonas en boga, a los que desmenuza a la perfección. Lo que llamábamos la madre del cordero, Gray lo denomina prototipo y juzga que «el papel de la Ilustración en el terror del siglo XX sigue siendo un punto ciego para la percepción occidental» mientras se atribuya «la represión masiva en la Rusia estalinista y en la China maoísta a sus respectivas tradiciones despóticas autóctonas». Su consideración de la economía como religión contemporánea y su visión de la guerra de Irak y el imperialismo liberal, tampoco parecen cuestionables. A efectos de lo que nos ocupa hoy, lo esencial se sustancia en el segundo capítulo del libro: ‘La Ilustración y el terror en el siglo XX’, centrado en el nazismo y el bolchevismo. Gray sostiene, con toda la razón de su parte, a mi juicio, que «el uso de métodos inhumanos para la consecución de fines imposibles es la esencia del utopismo revolucionario» y que «la revolución bolchevique fue la culminación de una tradición europea iniciada con los jacobinos (y a la que pertenecía el propio Marx) que aceptaba el terror sistemático como medio legítimo de transformación de la sociedad». Señala como discípulos de los jacobinos a los anarquistas del XIX, Lenin, Troski, Mao, Pol-Pot, la Baader-Meinhoff o las Brigadas Rojas. Poco cabe añadir, acaso que el terrorismo se ha extendido al resto de continentes hasta convertirse en fenómeno universal, tal y como él mismo analiza, como de costumbre de forma certera y en extremo lúcida, más adelante.


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Un hombre rodando por un parque

:: OGNEN TEOFILOVSKI-REUTERS

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tra vez el guantazo blando de septiembre! Es que no falla. La luz ya se encarga de caer de otro modo sobre las cabezas de los colegiales más lentos, los que regresan a esos edificios adormilados que los han estado esperando así, calientes, con la gelatinosa paciencia de un cetáceo. Y habrá que salir a ver tras la pausa ardiente del verano ese juego de retornos en el barrio: la farmacia de nuevo abierta con sus letreros rutilantes («Cremas antiedad con nanosferas. Efecto garantizado» «Aceite de onagro para el rejuvenecimiento»…) que hacen pensar en Fausto y en Dorian Gray, como si la edad fuese una enfermedad que pudiera atajarse en las farmacias. Y vuelve a estar vivo el taller, han subido la trapa con su metralleta sorda (ya había hombres impávidos, fumando al lado de sus coches y esperando ese momento); y en el bar El Olvido vuelven a salir bigotes de vapor de la máquina del café, una locomotora de bufido viejo… En fin, asoma su hocico fresco septiembre y todo el mundo lo ha entendi-

do y va a sus puestos como si alguien hubiese tocado un silbato general. Se acabó el desorden del verano. Dentro de nada, esto otro: el olor seminal de los castaños en los parques llovidos y la pequeña majestad de las manzanas sangrientas en las fruterías. Todo parece haber cambiado o estar ya preparado para hacerlo. En el barrio no comparecen signos de persistencia, de inmovilidad. Hasta los arces empiezan a soltar primeras hojas pálidas, como si nos recordaran que el marasmo del verano fue un timo a pesar del sol quieto en lo alto y la pereza en las hamacas. Nosotros adormecidos y aun así el tiempo transcurriendo con su misterio antiguo dentro de nosotros. Y no, no existe el detenimiento; no existe la anti-edad… Lo siento por Fausto y Dorian Grey. Qué le vamos a hacer. Pero yo sé a quién acudir para creer que el tiempo no va tan deprisa. Entro al parque y busco a ese hombre que se pasa la vida rodando y rodando por él, saltando de banco en banco, y siempre solo. Y ahí está. Desde hace bastantes años se le ve así. Es algo

achaparrado y tiene un vago rastro oriental en una cara otomana. Viste con ese descuido modesto de los que no negocian mucho con los espejos. Jerseys de punto, camisetas amplias, una cazadora en la que empaqueta el alma y un gorro de invierno en el que embute la cabeza de noviembre a abril… Es su indumentaria fija. Él no lo sabe, no lo sabrá nunca, pero es un emblema de la resistencia a tanta sumisión como dictaminan las estaciones. Para los demás se imponen las obligaciones laborales en septiembre o los rituales sosos y llenos de palabras consabidas en las fiestas invernales o las novedades textiles de la primavera, cuando pretendemos convo-

Precisamos que alguien no siga ese carrusel sino que persista como en esa lección de permanencia

car al sol estrenando ropajes livianos o de colores llamativos… Solo él sigue así, enroscado al parque, dando vueltas lentamente, cabizbajo y tasándose mucho los pasos, rodando y rodando por pasillos escoltados por el arbolado, sin parar nunca, como aquel señor Sommer del relato de Süskind. Solo que en la novela aquel hombre iba deprisa a todas partes, era incapaz de sosegarse por nada y se negaba a detenerse si se lo pedían. Detenerse debía de ser para él esperar a la muerte, ponérselo fácil; así que se dedicaba a andar y andar continuamente. Esa era su profesión. Escapar a la muerte. Como aquel exminero –un hombre real, nada de novelerías– que conocí hace tiempo en este mismo barrio del que hablo, uno que no descansaba, que corría y corría y hasta cuando se paraba a tomar el vino en el bar Rocar seguía trotando sobre el mismo sitio del suelo, quizás por el miedo a quedarse clavado en él si se detenía del todo y luego ya no podía escapar. Este hombre del parque no es de esa estirpe. No parece que desee escapar de nada

CEREZAS EN EL ESCONDITE TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO

porque su andar es perezoso y bamboleante (ya dije que es más bien achaparrado y con una barriguita que le hace parecerse a una tortuga inversa). Quizás su recado es otro. Es decirnos a todos que aunque corramos en pos de los afanes, aunque mudemos hábitos y cambiemos de ropas (Juan Ramón habló una vez de quienes vivían desunidos de su ropa en cuerpo y alma, ropa distinta siempre y que por eso mismo no llegan a hacerla suya) y vayamos una y cien veces a la peluquería a intentar resolver nuestro descontento con nosotros mismos cambiándonos el aspecto del pelo a ver si así… y aunque variemos bruscamente los hábitos según esté nuestro ánimo un día u otro, aunque pugnemos por salir de nosotros mismos mediante esos modos de enajenación que nos exige la vida y que luego nos traen otras preocupaciones (¿quién soy yo de todos los que soy a través del año?), aunque invoquemos a Heráclito sin saber quién es Heráclito y nos dejemos arrastrar por todas las mudanzas de la vida… aunque necesitemos ese desconcierto ontológico para refrescarnos por dentro –eso creemos–, lo cierto es que precisamos que alguien no siga ese carrusel sino que persista como Parménides (aunque nunca haya oído hablar de Parménides) en esa lección de permanencia, de persistencia, como un faro encendido que nos garantizase que alguien nos está esperando siempre, alguien que hace su vigilia perpetua por todos nosotros y apenas sale de su pequeña república de parterres de vida esponjosa y de bancos de madera abrasada por el ácido de las palomas. No os preocupéis, nos diría si supiera, vosotros continuad a lo vuestro que yo seguiré siempre dejándome ver por aquí, rodando por este parque que a veces tiene nieve y a veces abejas; solo yo me mantengo igual ante vosotros para recordaros que vuestra danza de las horas es accidental. De modo que en estos días de septiembre, cuando se oye esa llamada a rebato para volver a calzarnos todos en los puestos que abandonamos con prisa nada más rozarnos la piel el verano, él se deja ver, pasea sin garbo y bajo una horrible soledad metálica que le pesa en los huesos pero con la convicción de estar ejecutando una misión que nosotros no alcanzamos a valorar del todo. La misión de quien sabe que alguien debe quedarse siempre en los trasteros de la vida mientras los demás abandonamos la casa para salir en pos de luces nuevas, de voces que nos llaman, de simulacros brillantes y de toda esa crestería que es, en fin, la vanidad.


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El verano no es tan bueno L

e encontré casualmente y observé que estaba como siempre. Su imagen era una cabeza escapando del afilado cuello. Su aptitud alta y su gesto caído. Cada mañana, solía decirlo, opinaba bien sobre la necesidad de ser y decirse y cuando la edad era ya muy cargada de fechas (y a cualquier edad), contarse que había que sonreír. Saber claramente que vivir era lo bueno. En este encuentro nuestro explicó que sus sentimientos vencidos, se arreglaban. La amistad ennoblece si hay afecto sincero. Pero ocurría que, actualmente, se había hundido en aquel presente de todos, se ahogaba y ahogaba el futuro. Difícil plasmar buena cara ante cuanto ocurría en nuestro país y en el resto del mundo. ¡¡ Era tan excesivo!! que hasta el aire lloraba (a pesar de aquella exagerada sequedad larga y dañina). Opinaba que difícil era, casi

DONDE HABITO ELENA SANTIAGO

imposible, disfrutar el verano bien recibido con urgencia de respirar mejor y sentirse más libre. Incluso como su amigo y ella que se habían acomodado en Asturias donde se encontraban aquel día

tan fortuitamente y brindando con sidra que suavizaba el momento, dado que pisaban aquel hermoso lugar. Aunque problemático mientras el mundo se rompía y avasallaba cientos y cientos de muertos. Tantos horrores extendidos. Incapaces de ordenar sus cabezas porque amaban al prójimo, viendo y sintiendo, leídas las noticias, oyendo atropellos y dolores destrozando el vivir y vivir templadamente, sin tales desafueros. Debería alejarse el odio y no rodearse de la falta de justicia y humanidad. Muerte de tantas mujeres por su hombre. Niños maltratados. Viajes por carretera con seres durmientes, y prisas o confusos movimientos. Teníamos y tenemos, día a día, desasosiego de enfrentarnos con horas asustadas y el pánico de encontrar amaneceres zanjados, destrozados, aparecida la sin piedad

Incendio en la leonesa Sierra de la Cabrera. :: G. VILLAMIL destrucciones de ruidos explosivos acumulando víctimas. La vida estremecida entre miedo creciéndose. Horror contra niños y mayores, pasando al nombre de la muerte. Desaforadamente gritan el respeto y el amor. Abriremos, de par en par, arte y palabras como dulzura, belleza, amistad…, para de alguna manera limpiar tanta miseria. Que el universo entero

temblaba y se dolía. El fuego, montañas, pueblos enteros, naturaleza prodigiosa, campos, hogares. Bosques desapareciendo pasando a ser total oscuridad. Fuegos, agua desbordada deshaciendo lo hecho; alcanzando y demoliendo. Huracanes y guerras, tantas pérdidas en larga lista donde el terror se ajusta. Rota la paz, cuánto mantiene esa paz. Perder tan angostamente lo que es vida. Y las llega-

Los libros mutados

T

odo escritor se topa en sus lecturas con brillantes reflexiones que son motivo de inspiración para textos que, en un futuro, serán rematados con su propia firma. A mí me ocurrió hace poco. ¿Aunque fue así exactamente? El autor con el que yo disfrutaba, en uno de los pequeños ensayos que formaban parte de su libro, afirmaba que lo que acontece en la mayoría de las grandes obras de ficción es, en apariencia, intrascendente, prescindible. Eso es, sólo en apariencia. Porque los abundantes pasajes anodinos desembocan en una explosión emotiva que los justifica. Las muchas páginas que nos fueron indiferentes –continuaba–, hasta las que provocaron nuestro hastío, valieron la pena por el instante mágico, excepcional, posterior. El autor no escondía la mano tras lanzar la piedra. Citaba a Floubert y a Zola. También a Tolstói. Su generalidad, un sí no es sí tramposa –todos ellos con-

vivían en un periodo temporal preciso–, guardaba, además, una verdad casi irrebatible: la sublimidad sin interrupción, tal como pedía Baudelaire, es algo insólito. Y quizá debía ser de esta guisa –concluía–, ya que excesivas flores de extraordinaria belleza componen un paisaje en el que la majestad de cada una de ellas

LOS TRIGALES AZULES ROBERTO RODRÍGUEZ

no se exhibe adecuadamente al perderse en una monótona uniformidad. Sin embargo, la rosa azul o la orquídea púrpura que brota en un aburrido páramo ostentará nítidamente su cualidad conmovedora. Al finalizar la lectura del artículo, determiné que su discurso sería asunto para una de mis colaboraciones que hallan acomodo al abrigo de la sombra de este alto y frondoso ciprés. En la recámara me esperaban algunos otros temas, así que lo retomaría una vez desarrollados éstos. Llegado el momento, lo releería. Pensé que no sería necesario poner un marcapáginas o un inofensivo pósit donde se imprimía el epígrafe inicial: memorice éste y murmuré que si por hache o por be se me olvidaba –¡a mí se me iba a olvidar!– tampoco tardaría en dar con la opinión que juzgué tan atinada. Ni que decir tiene que cuando pregunté a mi memoria por el epígrafe de marras no tenía ni repajolera idea. No era un problema

:: ILUSTRACIÓN JOSÉ IBARROLA

mayor: bastaría con hojear el libro; a la de tres lo encontraría. Ni a la de tres ni a la de cuatro. Busqué, entonces, alguno de los escritores citados. La letra inclinada –la tipografía de los nombres propios era

en cursiva– sería reclamo en mis pesquisas. Descubrí a Zola y a Tolstói, uno al ladito del otro, junto a otros de quienes no eran coetáneos. Pero lo que se exponía allí no tenía relación con lo dicho anteriormente. Y no, de Flaubert no

das de personas por el mar a la costa en busca de salvación. Profundos e inmensos comentarios a tantas heridas. Tristeza sin pausa y sin descanso. El mal inacabado. La esperanza rebelada oteando entrar. Mientras, volvamos con quien traba conversación y sidra. Nos detenemos. Y resolvemos, sin embargo, con el último brindis por buena vida para todos. Lo mejor. ¡Porque sí que existe!

había ni rastro. Con fruición me dediqué a perseguir a los aludidos. Hice una relectura del ejemplar a toda velocidad. No se me escaparían así como así el terceto de escritores. Fue inútil. Únicamente persistían Zola y Tolstói. Únicamente se decía otra cosa de la que yo andaba a la caza. Sé que alguno de ustedes sospechará que me confundía de título. No lo creo. Acotando en el tiempo el que pudiera ser, ninguno respondía a un texto que contuviese la teoría de que en cuántas ocasiones, en una novela, la brillantez viene precedida de un camino argumental gris, insulso. Quizá mi imaginación había querido leer lo que para mí era una certeza indiscutible y, por una razón u otra, lo quería reflejar avalado por las líneas de otro escritor. Siendo como fuere, coloqué ese ejemplar en el espacio que reservo en mi biblioteca a los libros mutados; esos libros a los que volveré dentro de unos años para comprobar si recobraron las palabras con las que nacieron y que, por arte de birlibirloque, fueron trocadas por otras. En el caso que nos ocupa, ¿el protagonista del cambiazo fue un ofendido Flaubert?


12 LA SOMBRA DEL CIPRÉS

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LECTURAS

LA BATALLA DIARIA DE LA VIDA Ficción y realidad en torno al intento de asesinato de Margaret Thatcher en 1984 JOSÉ GIMÉNEZ CORBATÓN

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l 12 de octubre de 1984 se produjo un atentado mediante explosivos instalados una veintena de días antes en el Hotel Grand de Brighton, ciudad situada al sur de Londres en una zona playera y de turismo, en gran parte de elite, a orillas del Canal de la Mancha. El objetivo de dicho acto era el asesinato de Margaret Thatcher y de algunos de sus ministros y otros miembros de las altas esferas del Partido Conservador. El resultado fue de cinco víctimas inocentes, además de una treintena de personas heridas. El IRA irlandés se atribuyó la organización del torpe ejercicio terrorista cuyo resultado ni sus mismos responsables habían osado prever. Casi dos años después, Patrick Magee fue condenado, en tanto que culpable directo, a ocho cadenas perpetuas. Salió de la cárcel en 1999, «en cumplimiento del Acuerdo de Viernes Santo», como explica Jonathan Lee en la ‘Nota del autor’ con que cierra su novela ‘El gran salto’. En el juicio se puso en evidencia que otro in-

dividuo participó en la preparación del atentado, pero nunca fue descubierto. Lo cierto es que Magee, o ese otro cómplice, o sin duda ambos, se alojaron unos días en el Grand para dejar instaladas las bombas con detonador retardado. La Thatcher salvó su vida por decidir en el último momento alojarse en otro hotel aledaño. Algunos miembros del IRA afrontaron también condenas como instigadores del intento. Magee, por su parte, anda hoy integrado en una organización conocida como Building Bridges for Peace, que lucha por promover la resolución pacífica de conflictos mundiales. Jonathan Lee (1981) reconoce en su ‘Nota’ que la historia perpetrada aquel día de octubre sigue llena de lagunas. Esta novela que ahora traduce Libros del Asteroide es la tercera de su carrera (la editó en inglés en 2015). Británico de nacimiento, y afincado en Brooklyn, trabaja como editor en varias revistas de reconocido prestigio. La historia de novelar lo que pudieron vivir algunos de los personajes empleados en el Grand en los días que discurren entre la instalación de los artefactos y su explosión, ignorantes de lo que va a acontecer, es todo un desafío literario que resuelve con habilidad y notable interés psicológico, aunque quizá en algunos momentos, a juicio de este lector, puede pecar de cierta dilación en pormenores demasiado introspectivos y detallistas, llevado quizá por querer acentuar la originalidad de su plantea-

Margaret Thatcher, con uniforme militar durante una visita a South Armagh (Irlanda del Norte) en 1979. :: AFP miento. Pero el conjunto es de una notable calidad, y al lector no le defraudarán las derivas finales que provoca la terrible explosión que en buena parte destruye el Grand, y el efecto en los protagonistas

a los que ha ido conociendo en profundidad durante el desarrollo anterior. Sabremos de la personalidad del subdirector del hotel, Moose, de su vida afectiva pasada y presente, sus ambicio-

EL TALISMÁN DE LA COSTURERA

DE VUELTA

L

os que me sigan, sabrán que el primer artículo del curso suelo dedicarlo a resumir mis lecturas veraniegas. Este año no va a ser distinto. No he leído muchas cosas nuevas este verano. Quiero decir de cuño reciente. Por reciente entiéndase algo publicado este año. Incluso el pasado. Por alguna razón, el verano parece buena época para ir erosionando las bases de esas montañas de libros pendientes que se juntan en mesillas, mesas, y, a veces, si nos dejan,

suelos. Aunque parezca sorprendente, incluso contradictorio, ha sido también una forma de ponerme al día, de encontrarme con unas voces relativamente nuevas –entiéndase por nuevas como aparecidas en la última década, o en el último siglo, en algunos casos– a las que había echado el ojo, pero que quedaron, uno no sabe bien por qué, postergadas a las bases de las antedichas montañas. También ha habido algún redescubrimiento. Creo que no releía a Borges desde hace más de diez años. Una de las cosas que he des-

CIRO GARCÍA

cubierto, con gran placer, es que hay en literatura fantástica unas cuantas voces nuevas, femeninas, que están haciendo cosas verdaderamente osadas con el género. Y además, en general, escriben muy bien. Ya les hablé de la rusa Starobinets, y no les hablaré más, porque lo cierto es que suyo no he leído nada este verano. Pero si de la sueca Karin Tidbeck, que solo tiene publicadas en nuestro idioma una novela, ‘Amatka’, y una colección de cuentos, ‘Jagannath’, obras a cada cual más original y fascinante. La premisa de la

novela no puede ser más atractiva: un mundo colonizado hace relativamente poco –no sabemos si otra dimensión, otro planeta– donde es necesario recordar de continuo a los objetos lo que son para que no se disuelvan, o, peor, se conviertan en otra cosa. En este mundo, la literalidad, la precisión del lenguaje, son una cuestión de supervivencia. La imaginación es un peligro. La ambigüedad y cualquier figura retórica, especialmente la metáfora, están del todo prohibidas. Y sin embargo, llegados a su magnífico fi-

nes profesionales, sus problemas de salud. O de su hija Freya, que apenas acaba de salir de la adolescencia, y vive sumida en el caos de afrontar el futuro siguiendo la voluntad paterna, añorando a la madre alejada, descubriendo el amor y la amistad… Que la Thatcher y su séquito vayan a alojarse en el hotel que regentan es un acontecimiento que puede llenar de prestigio sus vidas profesionales. Pero Lee tiene también el gran acierto de intercalar la vida de Dan, experto en explosivos irlandés que ha preparado el atentado. Seguiremos su entrada y su devenir en el IRA, la realidad que se vive en Belfast, la cruel violencia de todo orden que los llamados ‘lealistas’ a la Corona Británica perpetran contra los considerados simpatizantes de la unión con la república irlandesa. Un incendio de algunas casas de estos últimos coincide con la explosión en el Grand; y son los efectos de esta violencia paralela lo que llevará a afirmar a la madre del joven radical mientras ve en la televisión lo sucedido en Brighton: «Allí, aquí. Es lo mismo, Dan. Los están sacando de ahí medio muertos». El espíritu de la novela lo resume a la perfección un inquieto Moose: todos somos supervivientes. Por mucho que cada uno intente dedicar su vida a «moldear la arbitrariedad» que imponen las circunstancias, incluso aquellas que pueden aparentar ser favorables a nuestro destino, a nuestras ambiciones más cotidianas y en el fondo bana-

les, para convertirlas en algo en apariencia «firme y respetable». El novelista no se alinea con quienes dictan esa arbitrariedad en ninguno de los campos que la novela refleja. Pero muestra su admiración, por ejemplo, por las mujeres de Belfast que afrontan el fuego que destruye sus hogares, enarbolando «esa valentía especial, esa chispa desafiante, esa extraordinaria negativa a rendirse de la gente castigada durante demasiado tiempo: los negros, los judíos, los niños que dormían en la calle». Moose acaba entendiendo que la vida es la historia que otros organizan, en la que tratan de integrarnos cohabitando las horas que nos dictan. Pero, en nuestro existir más íntimo, lo que de verdad nos enriquece es hacer nuestro cada minuto, envolvernos con intensidad en «los encuentros particulares que la historia rara vez refleja».

nal, no podemos dejar de advertir que la novela es bastante ambigua. La italiana Lorenza Ghinelli, con su novela ‘El devorador’, es otra de las chicas nuevas en el barrio. No de las mejores, pero habrá que darle tiempo, porque promete. ‘El devorador’, parte de un inicio potente, para llegar a un final que bebe demasiado de los tics de ciertas películas de terror, y a la que quizá desvirtúan también la falta de profundidad con la que incide en ciertos tópicos. El monstruo comienza siendo lo mejor de la novela, una creación formidable, de raíces cósmicas y honduras metafísicas despiadadas, ignotas, al final queda reducido a poco más que un fantasma. Ghenelli maneja una prosa bastante admirable, a pesar de los altibajos.

La americana N. K. Jemisin, escribe, en apariencia, una fantasía más clásica. Pero no se dejen engañar, a pesar del mundo exótico y más o menos medieval, a pesar de sus dioses y su magia a raudales, el enfoque de ‘Los cien mil reinos’ y ‘Los reinos rotos’ –¿se publicará alguna vez la tercera parte?–, es bastante atrevido. Aquí lo de los buenos y los malos ha pasado a la historia. Cada cual tiene lo suyo y nadie, ni siquiera las protagonistas narradoras, se libra de cometer algún acto cuestionable. El poder, no importa quién lo ostente, es siempre opresivo –no existe el buen rey justo que tanto abunda en el género–. Incluso las historias de amor no son del todo lo que parecen, y desde un acercamiento clásico, van socavando tópicos.

EL GRAN SALTO Jonathan Lee. Traducción de Zulema Couso, Barcelona, Libros del Asteroide, 2017, 423 páginas, 22,95 euros.

El conjunto es de una notable calidad, y al lector no le defraudarán las derivas finales


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LA DULCE ACIDEZ DE YASMINA REZA La autora se zambulle en ‘Babilonia’ en el relato de un crimen, con la herida del paso del tiempo como fondo LUIS EDUARDO SILES

Y

asmina Reza (París, 1959) describe la vida como regada por un delicioso zumo de vinagre. Yasmina Reza significa una forma dulcemente cruel de mirar la existencia. Uno de los temas recurrentes en su obra –narrativa y teatral– es la soledad inherente al ser humano. Pero en ‘Babilonia’, el asunto principal, además de la trama policíaca que cruza la novela, es el paso del tiempo, la inevitable irrupción del ser humano en la vejez. Élisabeth Jauze, la protagonista, ingeniera de patentes, una mujer con un matrimonio estable pero gris, con una vida tranquila, demasiado tranquila tal vez junto a su mari-

do, que añora a su hijo que se independizó recientemente, va a cumplir sesenta años y siente que llega el momento «de la retirada». «Recordé cuando mi padre cumplió los sesenta años. Nos habíamos comido un chucrut en la République. Era la edad que tenían los padres. Una edad inmensa y abstracta». Élisabeth prepara a conciencia la fiesta de su cumpleaños. Está atrapada en el tiempo pero se ve en la necesidad de sentirse bien. «La mujer debe estar alegre. Contrariamente al hombre, que puede sentir esplín y melancolía. A partir de cierta edad una mujer está condenada al buen humor. Cuando estás de morro a los veinte años resulta sexy, cuando lo haces a los sesenta resulta un coñazo». ‘Babilonia’ es uno de los libros más nostálgicos de esta autora, en un grado muy superior a su anterior entrega, la colección de relatos conec-

BABILONIA Yasmina Reza. Anagrama, 2017. 206 págs. 16.90 euross

tados entre sí titulado ‘Felices los felices’ (Anagrama, 2015). Aunque naturalmente el libro tiene muchos momentos de Yasmina Reza en plan Yasmina Reza. «Pienso regularmente en Joseph Dennner. A veces me pregunto en qué se habría convertido. Pero ¿en qué podría haberse convertido un tipo que muere de cirrosis hepática a los treinta y seis años?» Yasmina Reza ha sido una de las grandes innovadoras de la comedia teatral de la actualidad. ‘Arte’, quizás su obra cumbre, lleva veinte años representándose en todo el mundo. Como todas las suyas, es una pieza cosida a mano que conduce a una tra-

La escritora francesa Yasmina Reza. :: PASCAL VICTOR gedia final entre risas y lágrimas, entre el zumo y el vinagre, en este caso una reflexión sobre la fragilidad de la amistad. La música de ‘Arte’ es reconocible en muchas comedias posteriores a la de Yasmina Reza, sobre todo escritas por dramaturgos franceses. ‘Babilonia’ es un libro de frases cortas, contundentes, muy descriptivas, una narra-

ción sólida cuyo subsuelo se sostiene por una estructura eminentemente teatral. La fuerza de los diálogos resulta devastadora. Como los que se dan durante la fiesta de cumpleaños de Élisabeth y, sobre todo, entre la protagonista y su abogado en las dependencias policiales. Porque Élisabeth termina detenida a las pocas horas de con-

DEL COLOR DE LA CANELA JORGE DE ARCO

Leí por vez primera a Derek Walcott en la antología que José Carlos LLop tradujese al castellano en 1993, ‘Islas’. Aquella compilación recogía más de dos décadas de producción lírica, desde ‘En la noche verde’ (1962) hasta ‘El testamento de Arkansas’ (1987). En 1992, el poeta antillano (Castries, Santa Lucía, 1930) había recibido el premio Nobel; un reconocimiento común, al cabo, a la trascendencia y solidez de las letras caribeñas. Desde aquel entonces, he seguido muy de cerca la voz personal y solidaria de este espléndido escritor que nos dejó, el pasado mes de marzo, a los 87 años de edad. La aportación de Walcott resulta imprescindible a la

hora de entender el poder de la especifidad de las letras del Caribe. Hoy día, este crisol de culturas representa una encrucijada lingüística a la que todo escritor de las Indias Occidentales tiene el privilegio de acceder y donde habita la herencia de los idiomas y de los pueblos que proceden de varios continentes. En una entrevista concedida poco después de la obtención del Nobel, Walcott afirmaba: “Es muy normal en el Caribe que los africanos, los indios, los sirios, los chinos, los blancos vivan en la misma calle. No hay hostilidad entre las diferentes razas”. Ahora, ve la luz `Otra vida´, publicado originalmente en 1973 y que Luis Ingelmo ha vertido al castellano con ejemplar empeño y sobriedad. En su abundoso estudio, el propio Ingelmo disecciona las claves biográficas y literarias de Walcott y se sumerge en esta otra existencia que el poeta quiso

componer a modo de lírica autobiografía. A su entender, el objetivo fundamental de la obra sería “el de transformar la experiencia (personal, artística, insular) y la memoria (de sí mismo y de los otros) en arte (…) `Otra vida´ se presenta al ojo del lector como un estudio filosófico gnoseológico, principalmente, pero también estético, político y ético- envuelto en un manto épico”. Y se presenta, además,

OTRA VIDA Derek Walcott. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2017. 24€. 350 páginas.

como un volumen de compleja lectura -y necesaria relectura- si se quiere llegar a entender en profundidad su mensaje e intención vitales. El amor y la muerte sostienen en buena medida la temática de estas páginas, mas la amplia tolerancia y la generosa identidad de Walcott amplían su luminaria visión hasta trasuntos tales como el del retorno a la tierra natal, la presencia constante de elementos de la naturaleza, la exaltación del concepto insular, la reivindicación de lo autóctono y el tono celebratorio de su alma encendida. El libro se reparte en cuatro secciones: “El niño dividido”; “Homenaje a Gregorias”, “Una simple llama” y “El ancho mar”, si bien está compuesto por 23 capítulos concatenados que obedecen a un intencionado hilo conductor. La primera parte remite a la infancia del poeta y es una

Derek Walcott. :: EL NORTE sobria descripción de cómo fue perfilándose el sentir del poeta. Los textos vienen marcados por un tono de mayor emotividad y las remembranzas se tornan vívidas: “Mamá/ sólo en domingo enmudecía la Singer,/ entonces/ el olor del tabaco se hacía más intenso, más viril./ Los domingos/ el salón olía a mis tíos,/ las farolas resonaban,/ la llovizna sacudía sus maracas (…) Domingo, un niño/ respira con pulmones de pan,/ do-

cluir la fiesta, cuando JeanLino, el vecino del piso de arriba, figura crucial del relato, baja a confesar con un ridículo tic en la boca que acaba de matar a su mujer. A partir de ahí el libro deja de ser una sosegada y ácida descripción del paso del tiempo para convertirse en un thriller policíaco, a veces con una reconocible atmósfera en la que la autora homenajea a Georges Simenon, otro profundo conocedor de las estrecheces del alma humana, de las miserias cotidianas de los hijos de un dios salvaje. Hay una obsesión en la protagonista hacia sus vecinos, los Manoscrivi, que recuerda la novela ‘Los vecinos de enfrente’, de Simenon, aunque en términos bien distintos. La narración da saltos en el tiempo a fin de que el lector conozca a personajes importantes en la vida de Élisabeth pero secundarios en la acción. Como su madre y un amigo de juventud. La noche del crimen llueve sobre Deuil-l’Alouette pero no llega a nevar. De haberlo hecho, la nieve hubiera estado sucia. Casi al final, Élisabeth subirá las escaleras de su edificio hasta su piso. Sola. Su hermana, días antes, le confesó: «Soy vulnerable. Estoy sola. Estoy descontrolada. Para deslizarse al infierno hace falta una rampa, yo me deslizo y me quedo abajo». Hijos de un dios salvaje, ya está dicho. Sensacional Yasmina Reza.

mingo, el silencio sagrado de las máquinas./ Mamá,/ el fantasma de tu hijo ronda tu casa olvidada”. El resto del conjunto viene determinado por una acentuada hondura filosófica, donde “la ironía, la penetración psicológica y la conciencia crítica se dan la mano para dramatizar las diversas etapas del aprendizaje del joven Walcott”. ‘Otra vida’, se alza, en suma, como una mirada mestiza, en la que se entrelazan el lenguaje y la vida, la experiencia cotidiana y la historia ajena, en donde conviven con igual sintonía Vallejo y Homero: “Sin embargo, cuando aún veo/ las muertes tempranas de otros,/ incluso de ancianos enjutos, siempre jóvenes,/ cuando el alfabeto que aprendí de niño/ se niega a mantenerse ordenado,/ y veo a la joven esposa suicida/ que yace en la tierra como oloroso clavo,/ con la piel del color de la canela,/ hay algo entonces que cuadra (…) Yo, que me engalané demasiado pronto para el funeral de la vida,/ los vi a todos como a peregrinos en la noche.”


14 LA SOMBRA DEL CIPRÉS

Sábado 16.09.17 EL NORTE DE CASTILLA

M

ismo’ es un adjetivo con variación de género y número (misma, mismos, mismas) que aparece con varios significados en construcciones diversas. Simplificando bastante, existe un uso, que podemos llamar identificativo, según el cual se le atribuyen rasgos comunes con otra persona, cosa, circunstancia o acción. En función de determinante aparece en ejemplos como ‘Vivimos en el mismo barrio’; ‘Practican el mismo deporte’; ‘Tienen exactamente las mismas intenciones’; ‘Toman la misma medicina’; ‘Ha leído dos obras del mismo autor’; ‘Llevan el pelo teñido del mismo color’; ‘Estudio la misma carrera que su hija’; o ‘Los dos hermanos tienen la misma cara y los mismos gestos’. También como identificativo, acompañado solo del artículo, puede usarse sustantivado, como en los ejemplos ‘Sigues siendo la misma de siempre’; ‘Este diccionario es el mismo que usaba tu madre’; ‘Este señor es el mismo que estaba ayer en la conferencia’; ‘Siempre organizan este tipo de actos los mismos’. En el uso enfático o intensivo, ‘mismo’ tiene un significado muy cercano a ‘precisamente’, ‘justo’ o ‘justamente’. Si aparece precediendo a un sustantivo (Tuve que prepararlo en ese mismo momento; Fue la misma presidenta quien nos abrió la puerta; Fue el mismo director del banco quien nos atendió), se logra mayor grado de intensificación con el superlativo (en ese mismísimo momento, la mismísima presidenta, el mismísimo director del banco). Puede aparecer también pospuesto a un pronombre personal tónico, a un adverbio o a un sustantivo. Se usa en estos casos para enfatizar algo o un lugar o para reforzar la identificación de una persona. Sirvan como ejemplos ilustrativos los siguientes: ‘Se sentó aquí mismo’ (justamen-

USO Y NORMAS DEL CASTELLANO MARÍA ÁNGELES SASTRE PROFESORA DE LENGUA ESPAÑOLA EN LA UVA

EL DISPARATADO APOGEO DE ‘EL MISMO’ Y SUS VARIANTES te aquí y no en otro sitio); ‘Vive ahí mismo, al ladito de la panadería’ (justo ahí); ‘Nos recibió la reina misma’ (y no otra persona); ‘Mañana mismo te traigo los documentos’ (y no otro día); ‘Te esperaré aquí mismo’ (y no en otro lugar); ‘Yo misma llevé los documentos’ (y no otra persona); ‘Tú mismo te estás poniendo en evidencia’ (y no otra persona). ‘Mismo’ también se usa para expresar la falta de preferencia en relación con lo que se propone o sugiere. Con este valor podría parafrasearse por ‘sin ir más lejos’ o ‘por ejemplo’. Como respuesta a la pregunta ¿Cuándo te viene bien que quedemos a comer?, mañana mismo sería equivalente a ‘mañana, por ejemplo’ o a ‘mañana, sin ir más lejos’. El último contexto de aparición de ‘mis-

mo’ lo constituye su uso como modificador de pronombres con significado reflexivo. Los ejemplos siguientes son muestras de este uso: ‘Conócete a ti mismo’; ‘Está muy a gusto consigo mismo’; ‘Juan se escribe cartas a sí mismo’; ‘Se pasan el día hablando de sí mismos’. Pero hay un uso de ‘mismo’, siempre precedido de artículo, que parece actuar como anafórico, es decir, que se refiere a un elemento mencionado con anterioridad en el discurso, muy frecuente en el ámbito periodístico, en la prosa técnica y comercial y en textos jurídicos y administrativos. Ejemplos como ‘Entre las competencias de esta Consejería están la organización del territorio y la gestión y conservación del mismo’; ‘La

prueba de contenido de carácter práctico para las especialidades que se desarrollan en el anexo cuatro se ajustará a lo dispuesto en el mismo’; ‘La furgoneta quedó destrozada y las personas que viajaban en la misma fueron trasladadas a hospitales de la provincia’; ‘Se han presentado los presupuestos generales pero la aprobación de los mismos será lenta’; ‘En una primera lectura del texto se pretende que el alumno comprenda el significado del mismo’; ‘Pase el perno por el agujero y luego enrosque la tuerca en el mismo’ son ilustrativos de este nuevo uso pronominal. Ya en 1973, en el ‘Esbozo para una nueva gramática de la lengua española’ (§ 2.5.8b), la RAE condenaba este uso: «Conviene llamar la atención sobre el empleo que la prosa administrativa, periodística, publicitaria, forense y algunas veces la prosa técnica hacen hoy del anafórico ‘el mismo, la misma’, por considerarlo acaso una forma explícita y elegante. Pero no pasa de vulgar y mediocre, y cualquiera otra solución: pronombre personal, posesivo, etc., es preferible: Fue registrado en el coche y sus ocupantes (no: los ocupantes del mismo); La fecha es ilegible, pero se lee claramente su firma debajo de ella (no: debajo de la misma); Trazado y apertura de hoyos (no: trazado de hoyos y apertura de los mismos». En la ‘Nueva gramática de la lengua española’ de la RAE (Manual, 2010, § 17.2.4c) se hace referencia a esta construcción y «se recomienda, sin embargo, no abusar de ella». A la vista de los ejemplos mencionados anteriormente, da la sensación de que la advertencia de la RAE (hace ya más de cuarenta años) cayó en saco roto y que el abuso de ‘el mismo’ y sus variantes en sustitución de un posesivo o de un pronombre campa por sus respetos en el discurso escrito sin que nadie se atreva a poner freno a este desaguisado.

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Una columna de fuego. Ken Follet (Plaza&Janés)

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Confesiones de un hombre en pijama. Paco Roca (Astiberri)

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El cuento de la criada. Margaret Atwood (Salamandra)

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Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes. Favilli/Cavallo (Planeta)

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El ingenio de los pájaros. Jennifer Ackerman (Crítica)

Lágrimas y santos. Emil Cioran (Hermida)

Cree en ti. Rut Neves (Planeta)

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Oriente Medio, Oriente Roto. Mikel Ayesteran (Península)

Diana. Réquiem por una mentira. C. Calleja (Arcopress)

Todos deberíamos ser feministas. Ch. N. Adichie (Mondadori)

Los diarios de Emilo Renzi. Un día en la vida. Ricardo Piglia (Anagrama)

Frente al espejo. Terelu Campos (Plan B)

Walden. Thoreau (Errata Naturae)

La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres. Siri Hustvedt (Seix Barral)

(Sampiens) De animales a dioses. Yuval Harari (Debate)

Hijos del Nilo. Xavier Aldekoa (Península Ediciones)

Senderos del mar. María Belmonte (Acantilado)

Papilas y moléculas. François Chartier (Planeta)

El poder del ahora. Eckhart Tolle (Gaia Ediciones)

Instrumental. James Rhodes (Blackie Books)

Lágrimas y Santos. Emil Cioran (Hermida Editores)

Escucha, Cataluña. Escucha, España. J.Piqué (Península)

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Francamente, Frank. Richard Ford (Anagrama)

Una columna de fuego. Ken Follet (Plaza&Janés)

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Rendición. Ray Loriga (Alfaguara)

La maldición de la reina Leonor. J. M. Peridis (Espasa)

Berta Isla. Javier Marías (Alfaguara)

Berta Isla. Javier Marías (Alfaguara) 4321. Paul Auster (Seix Barral)

Tiene que Ser Aquí. Maggie O´Farrell (Asteroide)

Tú no eres como otras madres. Angelika Schrobsdorff (Periférica & Errata Naturae)

4321. Paul Auster (Seix Barral) Dejé de pronunciar tu nombre. Luis Herrero (Esfera)

Patria. Fernando Aramburu (Tusquets)

Los Refugios de la Memoria. J. L. Cancho (Papeles Mínimos)

Donde los escorpiones. Lorenzo Silva (Destino)

La banda de los niños. Roberto Saviano (Anagrama)

Todo esto te daré. Dolores Redondo (Planeta)

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Ascensiones en la montaña palentina. David Villegas/Vidal Rioja (Autoedición)

Cree en ti. Rut Neves (Planeta)

El ADN Dictador. Miguel Pita (Aguilar)

Escucha, Cataluña. Escucha, España. J.Piqué (Península)

Imperofobia y leyenda negra. MªElvira Roca (Siruela)

El cacique de Grijota abraza el fascismo. Hernández/Moreno/Sánchez (Región)

Frente al espejo. Terelu Campos (Plan B)

Escucha, Cataluña. Escucha, España. J.Piqué (Península)

Reyes del Grial. J. M.Ortega del Río (Reino de Cordelia)

Aventuras Ibéricas. Ian Gibson (Ediciones B)

La España vacía. Sergio del Molino (Turner)

Guía para interpretar etiquetas... Juan Samper (Arco)

Una historia de Dios. Karen Armstrong (Paidos)

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El Fin de la Historia. Luis Sepúlveda (Tusquets)

Aventuras Ibéricas. Ian Gibson (Ediciones B) Los Niños de Rusia. Moreno Izquierdo (Crítica) Imágenes y palabras. Lledó (Taurus) Naturaleza y Medio Ambiente en Castilla y León. Fdez Delgado (Ciudad Sostenible)

Mamá va al cole. Veillé/Martin (Blackie Books)

El séptimo círculo del infierno. S. Posteguillo (Planeta)


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Sábado 16.09.17 EL NORTE DE CASTILLA

QUINCE MINUTOS DE FAMA

Aurelio García Macías Nací en el vallisoletano pueblo de Pollos, donde aprendí los primeros pasos de la vida. Mis padres eran labradores y de ellos aprendimos, mis dos hermanos y yo, el valor del trabajo y del sacrificio en estas tierras. Tras los estudios elementales en mi pueblo, ingresé en el Seminario Diocesano de Valladolid, donde se abrió una ventana al mundo cercano y lejano. Completados los estudios de filosofía y teología, me enviaron a completar mi formación en Roma. Fue un verdadero encuentro con la Iglesia universal. Estrené el ministerio presbiteral en plenos Monte Torozos. Nunca olvidaré mis primeras y gozosas experiencias sacerdotales en las parroquias de Villalba de los Alcores y La Mudarra; continuadas en las parroquias del Santísimo Salvador y Santiago Apóstol en Valladolid; y maduradas por el servicio al Seminario Diocesano como director espiritual y rector. Ahora, ayudando en Roma al servicio del ministerio petrino del Papa Francisco en favor de toda la Iglesia. ¡Gracias a Dios por todo!

ÁNGEL MARCOS


16 LA SOMBRA DEL CIPRÉS

Sábado 16.09.17 EL NORTE DE CASTILLA

Director: Carlos Aganzo Coordinador: Chema Cillero

:: ILUSTRACIÓN IRENE GRACIA

Chuck Berry A

ubrey de Grey, el científico del que ya hemos hablado más de una vez en esta sección, el señor de barba larga que proclama que estamos a un paso de conquistar la vida eterna, el iluminado que asegura, con la vehemencia de un profeta, que con una sola inyección podremos detener la vejez y olvidarnos para siempre de la muerte y sus muy crueles secuelas, lamentó hace algún tiempo no poder disponer aún de su inyección milagrosa para evitar la muerte de Chuck Berry. Ah, Chuck Berry, el genio de la guitarra eléctrica y la voz melosa que nunca fue capaz de dejar atrás la adolescencia... Recuerdo que cuando me tocó hablar de los mitos del rock pasé por encima de su memoria con la celeridad de un

gamo y la discreción de un lobo, y ni siquiera lo menté. No lo hice por olvido, por negligencia y porque desdeñase sus canciones vibrantes y libidinosas, que evocan la edad de oro que vivió América tras la Segunda Guerra Mundial. Lo hice por piedad y porque no me apetecía recordar su vidriosa personalidad y su mezquindad legendaria. Chuck Berry no fue el inventor del rock and roll, pero sí que consiguió deslizar en sus canciones todas las frustraciones y todas las esperanzas de una generación, acompañándolas con su guitarra, que Chuck cimbreaba con el frenesí mágico de la escuela de Chicago y el aliento arrebatado de los negros americanos, cuyo talento para convertir el ritmo en pura melodía está más allá de toda duda.

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Sus dos canciones más logradas (‘You Never Can Tell’ y sobre todo ‘Sweet Little Sixteen’: Dulce nena de dieciséis años), van a ser el alimento físico y espiritual de esa hornada de adolescentes de posguerra que se vio por primera vez en la historia instalada en la sociedad de consumo, con mucho tiempo para hacer fiestas y para enamorarse en los bares de relucientes y atronadoras sinfonolas. Como otros ídolos del rock, Chuck Berry tuvo su leyenda negra, de la que nunca se pudo librar por la sencilla razón de que él mismo, con sus deslices y su locura, se encargó de amplificar hasta límites sorprendentes. Todos los músicos que trabajaron con él contaban que Chuck era de una tacañería que rozaba lo grotesco, por eso muchas veces se veía obligado a contratar instrumentistas de tercera categoría, circunstancia que no favorecía sus actuaciones en directo, a veces gloriosas y otras veces sencillamente bochornosas, según me han contado. Sus primeros problemas serios con la justicia tienen lugar a finales de los años cincuenta del siglo pasado, cuan-

do tuvo la ocurrencia de llevarse con él a una apache de 14 años a la que había conocido en Texas y con la que vivió un amor parecido a los que describía en sus canciones. En aquella época, la moral europea era muy laxa con esa clase de desmanes, pero la americana no. Los medios de comunicación lo borraron del mapa y Chuck Berry dio con sus huesos en la cárcel, de la que salió en 1963, prematuramente envejecido pero con muchas ganas de seguir luciendo su brioso cuerpo por los escenarios. Como en América le seguían marginando por inmoral, anduvo haciendo giras por Inglaterra y sembrando las semillas de lo que más tarde sería el rock británico. Los Rolling Stones le deben la vida: fue su gran maestro y de él aprendieron el arte de la desfachatez, además de aprender a tocar la guitarra. En los años sesenta, Chuck Berry, que empezaba a resultar algo anticuado si bien tenía a su favor la ventaja de ser considerado un clásico más o menos indiscutible, volvió a grabar buenos discos; en los setenta estuvo a punto de vol-

Berry no fue el único ídolo del pop-rock acusado de tener relaciones con menores. Nunca fue capaz de superar la adolescencia ver a la cárcel por problemas con el fisco, y en los ochenta se libró de la rejas gracias a un acuerdo extra-judicial. Se le culpaba de practicar el voyerismo en uno de los bares de los que era propietario y de haber espiado a chicas menores de edad. Berry no fue el único ídolo del pop-rock acusado de tener relaciones con menores, pero sí uno de los más persistentes, y por una razón bien simple: nunca fue capaz de superar la adolescencia. Una enfermedad muy de nuestra época, en la que muchos pretenden prolongar la pubertad hasta los cincuenta años, aun a riego de convertirse en figuras patéticas. Berry la prolongó hasta los noventa, por más que nos asombre. El mismo camino llevan los Rolling Stones.


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