NÚMERO 318 Sábado, 17.11.18
Pervivencia de Byron La biografía del poeta inglés contiene todos los elementos necesarios para hacer de él un gran icono del romanticismo
[P2]
SOMBRA CIPRES LA
DEL
2 LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
Byron fue consciente de haber adquirido el estatus de leyenda y se ha visto eclipsado por el mito que él mismo alimentó
Una celebridad romántica SARA MEDINA CALZADA
Profesora de la Universidad de Valladolid. Licenciada en Filología Inglesa (Premio extraordinario); Máster en Estudios Ingleses avanzados.
E
n marzo de 1812, George Gordon Byron, un joven poeta que acababa de pronunciar su primer discurso en la Cámara de los Lores, publicaba ‘Las peregrinaciones de Childe Harold’, un poema inspirado en sus viajes por Europa. En apenas tres días se agotaba la primera edición y, prácticamente de la noche a la mañana, Lord Byron se convertía en una celebridad. Su fama se vio incrementada con la publicación de nuevos poemas –‘El Giaour’ (1813), ‘Lara’ (1814) o ‘El corsario’ (1814), del que se dice que se vendieron 10.000 copias en un solo día– y también con sus escándalos y excentricidades. Había nacido una estrella. Byron nunca fue de los que pasan desapercibidos y, antes de convertirse en el poeta más famoso de su tiempo, ya había hecho gala de un comportamiento poco convencional. Por ejemplo, en su época de estudiante en Cambridge, como no se permitían perros dentro de la universidad, decidió llevarse un oso como mascota. Posiblemente disfrutaba siendo el centro de atención y acabó creando un personaje de sí mismo. Adoptó una pose excesivamente romántica presentándose ante el público como un dandi arrogante y cínico, pero al mismo tiempo melancólico y atormentado. Combinaba realidad y ficción y a veces cues-
ta diferenciar a este Byron de los héroes byrónicos de sus poemas, en los que también proyectaba rasgos de su personalidad y experiencias vitales. Siempre preocupado por su imagen –se sometía a dietas rigurosas y mandaba destruir aquellos retratos que, en su opinión, no le hacían justicia– incluso tenía ensayada una mirada, entre triste y penetrante, que causaba sensación entre sus admiradoras. Porque, para bien o para mal, Byron levantaba pasiones. Aunque hubo quienes criticaron sus excesos con dureza, era tal el furor que despertaba que su futura esposa, Annabella Milbanke, acuñó el término ‘byromanía’ para referirse a la fascinación que ejercía sobre sus lectores. Entre sus más fervientes admiradoras estaba Lady Caroline Lamb, con quien mantuvo un breve pero sonado romance. Lamb escribió una novela inspirada en su relación (‘Glenarvon’, 1816) y llegó a tachar a Byron de «loco, malo y peligroso», una descripción con la que seguramente su esposa habría estado de acuerdo. Para desgracia de ambos, Byron y la ya mencionada Annabella contrajeron matrimonio en 1815 y se separaron un año más tarde. Fue entonces cuando se dispararon los rumores sobre la conducta depravada del poeta y fue acusado de sodomía y de haber mantenido una relación incestuosa con su hermanastra Augusta. Rechazado por la misma alta sociedad londinense que lo había encumbrado cuatro años antes, decidió abandonar el país y marcharse al Continente para no regresar jamás. Pasó la mayor parte de su exilio voluntario en Italia, donde escribió las que quizás
son sus mejores obras, incluyendo el inacabado ‘Don Juan’ (1819-1824). Pese a la distancia, el interés por su vida y su poesía no disminuyó en Gran Bretaña y su popularidad se fue extendiendo también al resto de Europa, donde fueron apareciendo las primeras traducciones de sus obras. Byron era plenamente consciente de su fama internacional y de que estaba adquiriendo el estatus de leyenda. En 1821 reflexionaba en su diario sobre lo que se había es-
Como no se permitían perros en Cambridge, decidió llevarse un oso como mascota
crito acerca de él y le llamaba la atención que lo hubieran comparado con figuras tan dispares como Satán, Shakespeare, Miguel Ángel, Rousseau, Enrique VIII o Napoleón, por el que, por cierto, Byron sentía una profunda admiración. Le sorprendían las comparaciones, pero no parece que le molestara verse relacionado con tan ilustres personajes. Byron había alcanzado el mayor de los éxitos, pero aún faltaba un último golpe de
efecto que lo convertiría irremediablemente en uno de los mayores mitos románticos: su prematura muerte. El 19 de abril de 1824, con apenas 36 años, Byron murió luchando por la independencia de Grecia. En realidad no llegó a participar en ninguna batalla y falleció a causa de unas fiebres agravadas por las sangrías que le practicaron sus médicos, pero nada de eso importaba: Byron iba a ser llorado como un héroe nacional en Grecia y venerado como un mártir
3
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
Hermoso como un sueño FERMÍN HERRERO
D
de la libertad en el resto del mundo. Su cuerpo fue trasladado a Inglaterra, donde el poeta aún se daría un último baño de masas. En Londres miles de personas se echaron a las calles para ver pasar el cortejo fúnebre en su camino hacia el condado de Nottinghamshire, donde finalmente lo enterraron ya que las autoridades eclesiásticas, críticas con su «cuestionable moralidad», no permitieron que sus restos reposaran en la Abadía de Westminster.
Murió luchando por la independencia de Grecia, pero no llegó a participar en ninguna batalla
Byron vivió deprisa y murió joven. Su biografía contiene todos los elementos necesarios para hacer de él un gran icono del romanticismo capaz de trascender a su propia obra. Su fama ha llegado hasta nuestros días y continúa siendo una figura romántica de primer orden, si bien es cierto que su poesía no ha resistido igual de bien el paso del tiempo. Después de todo, Byron, el poeta, se ha visto eclipsado por el mito que él mismo alimentó.
‘Byron en su lecho de muerte’, óleo pintado por Joseph-Denis Odevaere en 1826. (Groeninge Museum, Brujas).
esde que, hace ya tanto tiempo, vi la soberbia película de Gonzalo Suárez ‘Remando al viento’, uno de los hitos fundamentales, a mi juicio, del cine español y una reconstrucción de la estética del Romanticismo difícil de superar, cuando recuerdo a Lord Byron siempre me viene a la cabeza Hugh Grant, altivo desde su cojera, en la playa asturiana de Borizu, junto a su compadre, el visionario Percy B. Shelley, mientras se crema un cadáver, a los incomparables acordes de ‘Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis’ de Ralph Vaughan Williams; o bien en el palacio veneciano donde residió, ambos desnudos, detrás de la entonces Bibi Andersen en el papel de la Fornarina, que lo esquiva alrededor de la jirafa que tenía en el vestíbulo. Su chocante, como poco, personalidad, que Suárez plasmó en imágenes, se desprende, más que de sus obras conocidas, de los diarios, a los que consideraba sus cuadernos de bitácora, que Galaxia Gutenberg ha publicado en una edición ejemplar al cuidado de Jordi Doce, con nueva traducción, enjundiosa introducción y pertinentes y exhaustivas notas de Lorenzo Luengo. El volumen presenta, por orden cronológico, con un intermezzo titulado ‘Pensamientos aislados’ –breve suma de memorias sueltas, libro de noticias y recuerdos, sobre todo de ladies, sires, dandis, lores y actores, junto a su iniciación en la poesía y en el sexo– los apuntes londinenses en los que con veinticinco años –«cuando lo mejor de la vida ha quedado atrás»– se presenta como de vuelta de todo, azuzado por un frenesí inconformista y rebelde marca de la casa; el recuento de una imponente y peligrosa ruta alpina, acompañado por Hobhouse, entre parajes románticos –glaciares, torrentes, avalanchas y nublados a su paso– de una grandiosidad sublime, por «senderos endiablados»; sus días italianos en Rávena, cinco años después, siempre en defensa de la libertad y el individualismo e intrigando
con los sublevados del mundo; y, por último, unas notas sobre su campaña, con visita a Ítaca incluida, por la liberación de Grecia, en la que se involucró material y espiritualmente hasta su muerte. En su prólogo, advierte Luengo, de entrada, que el Byron diarista se encuentra muy alejado del poeta y del ‘poseur’ y que habría que avecindarlo más bien al prolífico y a veces descuidado escritor de cartas. Aun siendo un deslinde previo oportuno, tal vez exagere. Es cierto que muchos apuntamientos, de modo prolijo, no pasan de ser reflejo de asuntos mundanos puntuales que sólo pueden interesar a los fans irredentos de Byron, que abunda el chismorreo casi siempre malicioso, el afán de airear los trapos sucios para desnudar los secretos y mentiras a fin de poner patas arriba la hipocresía dominante, sus affaires bisexuales en medio de la vidilla y el ajetreo social. Sin embargo, evita el cinismo y la autoconmiseración y su vanidad desbordante, hasta cuando se zahiere a sí mismo, impresiona, así como su dominio del lenguaje coloquial, que adereza con citas extremadamente cultas: acude con frecuencia a Virgilio, Horacio y muchos otros clásicos y, sobre todo, a Shakespeare, cuyas tragedias parece que se sabía de memoria. Un prodigio de erudición, sin duda, que redime su altanería, los pasajes donde presume, bien es verdad que con razón, de su ingenio y talento. En realidad, se lo perdonaríamos todo por su clarividencia en las divagaciones, hasta que califique a Petrarca como «chocheras metafísico y llorón». Maniático, ególatra, insufrible, jactancioso, misógino brutal, narcisista, irritable, temerario, muy suyo, en definitiva. Todos los adjetivos que justamente se le endosan se coligen de sus diarios, siempre con la verdad por delante y sin la sensiblería un punto refitolera o rimbombante de parte de su obra poética. Por sus páginas menos frívolas o triviales, en las que se faja con lo trascendente como en un ejercicio pugilístico al que era tan aficionado, siempre me imagino al Byron inmortal, más allá de los hombres, hermoso como un sueño, cabalgando hasta el crepúsculo por la playa de Borizu.
4 LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Charlotte Brontë.
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
Dorothy Wordsworth.
S. T. Coleridge.
Henry David Thoreau en 1856.
Ralph Waldo Emerson.
‘Lord Byron en traje albanés’, por Thomas Phillips (National Portrait Gallery, 1835).
Diarios: un género ambiguo E
l diario se sitúa en una zona ambigua entre lo íntimo y lo público. Es el lugar en el que el escritor consigna sus ideas, sensaciones, proyectos o desencantos; algunos de ellos verán la luz, otros quedarán al resguardo del escrutinio público para siempre. Cierto es que en esta época donde las paredes de la intimidad son, en el mejor de los casos, de cristal, y en el que todo rastro de los escritores ve la luz, estos no pueden ya escribir con la inocencia que lo hacían sus colegas de siglos anteriores. Hoy un diario es la crónica consciente de una vida, escrita de manera descuidada y fingida; fingimiento que, en la gran mayoría de los casos, suele acabar en pretensión de intimidad. A ello se une que lo íntimo puede ser de naturaleza personal o puede referirse a las impresiones e ideas que un día concreto ha causado y también, por supuesto, a la
vida social en que uno, con mayor o menor agrado, se ve inmerso. Todos estos condicionantes, o variantes, hacen del diario un género ambiguo, no sé si inestable, al menos sí polimorfo. Entre los diarios que cumplen una función literaria están los de Emily, Charlotte y Anne Brontë. En ellos desarrollan la ficción de sus mundos imaginarios aunque también dejan anotaciones de su vida diaria en los páramos de York: los inmensos días oscuros de viento desabrido y lluvias inacabables. El diario como relato de un día, que al final viene a ser el de una vida, es frecuente. Tiene su origen en la costumbre de hacer recuento, cuando el día acaba, de lo que ha sido esa jornada, dejando por escrito aquello que merece la pena destacarse, aquello que, cree el autor, con el tiempo será memorable. Cumple pues un papel fundamental el tiempo: el escritor escribe del pasado
SANTIAGO RODRÍGUEZ GUERREROSTRACHAN
Hoy un diario es la crónica consciente de una vida, escrita de manera descuidada y fingida
más inmediato pensando en el futuro. Aquí podemos incluir a la mayoría de los diaristas, para quienes su vida queda al resguardo del olvido, quién sabe si para, en un futuro, recobrarla y transformarla imaginativamente o simplemente para escribir la crónica social de otra época. Otros hay –los más fértiles, quizás– que consignan lo que ven a su alrededor, y lo que leen y piensan. Esta es la estirpe de S. T. Coleridge y, sobre todo, de Ralph W. Emerson y de Henry D. Thoreau. Desde su juventud, coincidiendo con su paso por la universidad estos escritores guardaron comentarios de lo que veían y leían. Son incansables escritores de diarios, que convierten también en cuadernos de notas. Leen y apuntan las ideas más interesantes, ya sea porque les deslumbra lo dicho o el modo en que está dicho, ya porque advierten que en un futuro puede serles útil.
El caso de Coleridge es reseñable. Leía y apuntaba a tal velocidad –casi deglutiendo lo leído– que cuando luego utilizaba esos extractos no lograba distinguir si eran suyos o de algún otro autor, y los incorporaba, en su literalidad, a sus conferencias o ensayos. Emerson, por su parte, alternó varios diarios. En unos apuntaba sus lecturas, copiosas en verdad y variadas. En estos dejaba por escrito las ideas o frases que más tarde utilizaría en sus conferencias; en otros, consignaba los meandros de su pensamiento, sus dudas, sus alegrías, la muerte de sus hijos, en suma toda la fértil provincia de su vida interior. Thoreau adquirió la costumbre de Emerson, y en sus diarios, además de lecturas e ideas, apuntó la maravillosa vida natural que se extendía ante él: el canto de los pájaros, el vuelo de las mariposas, el deshielo de las montañas y las crecidas de los ríos. De esos diarios,
en que mezclaba la nota exacta y objetiva del mundo exterior junto con el color y la textura de su mundo interior, surgió ‘Walden’, probablemente su obra más conocida, junto con algún ensayo superior como ‘Caminando’. Dejo para el final un caso aparte, el de Dorothy Wordsworth, hermana de William. Dorothy también llevó un diario, íntimo las más de las veces, atento también al mundo en que vivía y a las amistades de su hermano. Recoge en él, con una minuciosidad que causa asombro, las gentes que le rodeaban, a veces desconocidas. Detalla con sumo puntillismo la escena de una madre ante la tumba de su hijo, el comportamiento de los mendigos que encontraba por los campos o los cambios en la naturaleza. Todo ello sin dar mayores explicaciones pues el diario tiene como lector a su hermano. De las miles y miles de entradas que Dorothy consignó en él, William hizo uso liberal en sus poesías –que así sorprenden menos por el detallismo de algunas. Reconoció la deuda el propio William cuando dijo: «me prestó sus ojos, me prestó sus oídos».
5
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
CARLOS AGANZO
blogs.elnortedecastilla.es/elavisador/
Don Juan Contratenorio C
uando cayó en sus manos, Goethe no tuvo empacho en elogiar abiertamente la innovadora versión del ‘Don Juan’ de Lord Byron. Alabó su frescura, su humor e incluso la filosofía de fondo que se reflejaban en la obra, la última del poeta. Un «poema satírico» con el que pretendía escandalizar a los puritanos británicos de la corte de Jorge IV. Un rey, por cierto, del que se decía que cada vez que conquistaba a una mujer cortaba un mechón de su cabello y lo guardaba en un sobre. Y que tenía siete mil sobres en su colección. Frente al canon del donjuanismo, marcado a fuego por la prevalencia del Tenorio, el burlador de Byron es, en realidad, un burlado. Una víctima de las mujeres, que se aprovecharon de su debilidad de modo inmisericorde. Ya desde su inicio, cuando el poeta publicó los dos primeros cantos de manera anónima, la obra consiguió ser marcada con la etiqueta de la inmoralidad. La auténtica moral de Byron, sin embargo, consistía en tratar de desenmascarar la mojigatería de una sociedad donde se predicaban unos principios y se aplicaban otros. Un retrato satírico de la época, bajo el disfraz de las aventuras de un joven permanentemente zarandeado por el destino… Siempre bajo la misma épica de la batalla de las sábanas, de la derrota en el ejercicio carnal. Así se presenta el propio protagonista: «Mo-
derado lo soy –jamás fui temperamental–; soy modesto –sin ser inseguro–; flexible –aunque en cierto modo idem semper–; paciente –si bien no aficionado a resistir a cualquier precio–; alegre –aunque, a veces, un tanto dado al lloriqueo– ; pacífico –pero en ocasiones también una especie de Hercules Jurens». Poco que ver con el arrasador Tenorio. No sabemos cómo había previsto Byron el final de las aventuras de su don Juan, ya que la muerte le encontró antes de terminar el canto diecisiete. En todo caso, el desarrollo del poema es suficiente para intuir que sería muy distinto del de Zorrilla. Después de cometer todo tipo de tropelías, llamado a los infiernos por el Comendador y su corte de fantasmas, el don Juan zorrillesco encuentra la redención católica al descubrir la fe verdadera detrás del descreimiento y eldesafío que marcaron su vida: «Que pues me abre el purgatorio / un punto de penitencia, / es el Dios de la clemencia / el Dios de Don Juan Tenorio». Pero encuentra sobre todo la reden-
Frente al canon del donjuanismo, de Zorrilla, el burlador de Byron es, en realidad, un burlado Pep Munné como Don Juan Tenorio en el montaje ideado por Salvador Dalí. :: F. ORDÓÑEZ
El Abate Marchena, sabio y rebelde
C
on justicia, se quiere celebrar a este hombre, uno de nuestros más clásicos heterodoxos, que jamás fue ‘abate’ –nada tuvo que ver con el clero– pero que se dejó nombrar así, ocasionalmente. José Marchena y Ruíz de Cueto (1768-1821) fue un ilustrado, un afrancesado (porque de allí, de Francia, venía la libertad) y un hombre tan aventurero como cultivado. Había nacido en Utrera, estudiado en Salamanca, vivió muchos años exiliado en París –donde
estuvo en la cárcel y con riesgo de guillotina– y murió en Madrid, adonde había vuelto en el trienio liberal, en la casa de su amigo Juan McCrohon, sin bienes «que poder testar». Una suerte de sublime desdichado, cuya vida es en verdad –ya lo vio Menéndez Pelayo, que lo detestó y lo quiso– una muy singular novela. Esa veta quiere ser aprovechada –y es una feliz idea– por el tomo que acaba de sacar la Fundación Lara, ‘Vida y ficciones del Abate Marchena’, con Eva Díaz Pérez, como editora y prolo-
guista y ocho autores más que escriben otros tantos relatos de muy diversa estirpe. Me gusta el de Alberto González Troyano, pero acaso la editora debió poner un listón, en general, más alto, pues su prólogo que resume bien la vida y vaivenes de Marchena, resulta acaso lo más atractivo del libro. Según muchos Marchena era bajito y feo y según otros retratos pasa por un caballero no exento de atildamiento. Sin duda los odios que concitó su imagen de revolucionario y fe-
SATURNALES LUIS ANTONIO DE VILLENA
roz anticlerical (aunque en lo primero se moderó al fin) pudieran tener que ver con su etopeya. Escribió panfletos, ensayos filosóficos, tragedias neoclásicas –como ‘Polixena’– algún verso y muy notables
traducciones, de Rousseau, de Voltaire, de Montesquieu y –como era un gran latinista– una gran traducción en verso blanco de ‘De la naturaleza de las cosas’ de Lucrecio, el poeta romano afecto a Epicuro. García Calvo la ponderaba mucho. Como muchos de nuestros afrancesados –que se sentían muy españoles– sirvió al rey Bonaparte, José I, y tuvo que volver al exilio (el segundo) con él, en 1814. Pero recordemos otros ‘afrancesados’: Goya, Meléndez Valdés o Leandro Fernández de Mora-
ción más íntima al trocar, gracias a doña Inés, el fútil amor carnal por ese otro gran amor que define lo mejor del ser humano: «Que el amor salvó a Don Juan / al pie de la sepultura». El ‘final’ del don Juan de Byron, curiosamente, encuentra también a su protagonista acosado por un fantasma. Pero en este caso no se trata del comendador, sino de un extraño «monje negro» que se cuela en su habitación. Frente a frente con el miedo, don Juan descubre con estupor que en realidad el fantasma del monje tiene ojos «brillantes y vivos», que despide «un olor encantador», y que exhibe «dos blancas y lindas filas de perlas que asomaban a unos bermejos labios». Más aún, como describe Byron: «Movió sus manos. Y, ¡oh, maravilla!, tocó, sin duda alguna, un duro seno, una turgente gracia terminada en la gloria, que palpitaba alegremente (...) Digamos de una vez que apareció el voluptuoso cuerpo, nada fantasmal, de Su locuela Gracia la duquesa de FitzFulke». Permitiendo desayunar, a la mañana siguiente, a don Juan con la fantasma, Byron nos deja la duda de cuál habría sido la lección última de su antihéroe. Puestos a considerar su condición de víctima, antes que de verdugo, no cabe imaginarlo abjurando de sí mismo para evitar las penas del infierno, sino acaso más bien, como aquel otro don Juan que se llamó Giacomo Casanova, profundizando en el puritanismo, reflexionando sobre los desmedimientos de la vida, con la tristeza de ver cómo la cordura y el pensamiento sustituyen, al alcanzar la edad provecta, a tanto abuso y tanto sufrimiento como imprime a la juventud la férrea dictadura de la carne.
tín, todos notables, todos muertos en Francia. Durante mucho tiempo a Marchena se lo dejó de lado, pero antes de sus rescates modernos, que ya existen, lo rescató Menéndez Pelayo al prologar largo sus ‘Obras literarias’ en 1896. Galante, divertido, airado, girondino y siempre lector, Marchena engañó a toda la erudición europea en 1800 con su ‘Fragmentum Petronii’, el supuesto hallazgo de un fragmento de ‘El Satiricón’. Galdós, Blasco Ibáñez y Juan Goytisolo lo sacaron en algunas novelas. Pero el Abate Marchena –además del rescate académico– vale la gran novela de su tremendo y riesgoso vivir lleno de letras. El ilustrado, el afrancesado, el vividor.
6 LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
Guitarra y voz, la historia de un amor L
ARMADURA DE BEMOLES VICTORIA M. NIÑO
nos traen la imagen en sepia de nuestros abuelos escuchándolas en la radio». Natural es la palabra que más repite Pablo junto con corazón. El proceso de decantación de temas, el tono, el entendimiento con el tenor, todo resultó natural. Las canciones hablan de sentimientos universales: amor, desamor, traición, nostalgia, «co-
«El disco es un homenaje a tantas culturas y países diferentes unidos por un mismo idioma»
ARCHIVO 1975
lenó el Santiago Bernabéu. La gala se llamaba ‘Plácido en el alma’. Una treintena de solistas españoles de todos los géneros sobre el escenario y 85.000 personas en las gradas demostraron un fervor más propio del rock que de la clásica. El tenor madrileño, que gozó de una velada inolvidable, se levantó al día siguiente y, lejos de deleitarse en el recuerdo, volvió a trabajar. Llamó al guitarrista Pablo Sáinz-Villegas, uno de los treinta, y le propuso hacer un disco juntos. Comenzaba el verano de 2016. Dos años después ve la luz ‘Volver’ (Sony), «la banda sonora de 500 millones de hispanohablantes», sostiene el músico riojano. Esas grandes cifras se disuelven cuando Plácido y Pablo juegan en el piano a la escala en la que la música emana. «Le venían canciones de México, de cuando vivió allí con sus padres que cantaban zarzuela en el Teatro de Guadalajara, y también de España. Así se fue gestando un viaje musical que homenajea a tantos países y culturas diferentes unidas por un idioma común», cuenta Sáinz-Villegas desde Nueva York, donde reside hace 18 años. «Son canciones que han sobrevivido generaciones, que se han convertido en clásicas y que
nocidos por todos y reconocidos en el otro». Pero esa naturalidad es también la de una voz torrencial, que está acostumbrada a medirse con sinfónicas y grandes coros, y aquí tiene que negociar con las seis cuerdas de Sáinz-Villegas. El titán la modula a su gusto y los arreglos de Rafa Sardina equilibran las fuerzas, siendo el resultado la suma de dos solistas. «La guitarra es un instrumento vinculado a la voz desde su origen, desde los trovadores hasta hoy. Es muy versátil y se adapta a cualquier género. En este caso, intentamos crear un sonido, una atmósfera íntima», sostiene Pablo. En esa intimidad nace una vigorosa ‘Sabor a mí’, del mexicano Álvaro Carrillo, en la que Domingo recita las palabras del bolero sobre la huella indeleble de cada querer. La guitarra marca la tónica del disco, entradas sugerentes, evocadoras de los populares temas que escapan de la cita textual de la melodía. De la misma nacionalidad es Guty Cárdenas, el compositor que firmó ‘Nunca’. Hay tres temas instrumentales en los que la guitarra de Sáinz-Villegas respira sola. ‘Valeria’s Bossa’, del paulista Sergio Assad, es el primero. Apenas dos acordes y ya traslada al oyente a Brasil. «La gui-
tarra es el instrumento que identifica una cultura y un país, España. Y, a la vez, es universal, adaptándose en cualquier banda de toda América. La llevan los mariachis, está en la bossa nova, en el blue-grass o en el tango, de punta a punta». Si la guitarra española es el eje, el referente, su morfología ha crecido y decrecido en forma de tres, de cuatro, de charango o de guitarrón, en un sinfín de variedades.
Raul Ferrao puso música a los versos de ‘Coimbra’, de José Galharado, la aproximación al fado del dúo protagonista. Y vuelta a la madre patria con ‘Adiós Granada’, de Barrera Saavedra, romanza de la zarzuela ‘Emigrantes’, que permite el lucimiento vocal de Plácido y mostrar la versión más flamenca de la guitarra de Pablo. Le sigue otro tema instrumental en el que Sáinz-Villegas pide ‘Una limosna por el
amor de Dios’, de Agustín Barrios Mangoré, antes de enfilar otra canción andaluza, en el monte del olvido sevillano, ‘Dos cruces’, del bilbaíno Carmelo Larrea. ‘La morena de mi copla’, de Carlos Castellano, que popularizó Estrellita Castro y ahora canta Plácido, es la última aportación española. El ‘Guantanamera’, del cubano José Fernández Díaz, suena elegante y jazzístico en esta versión, que como todas, arras-
Folk británico y mística sufí
L
‘Pour Down Like Silver’ Richard and Linda Thompson Island Records
Producido por Richard Thompson y John Wood
a portada de ‘Pour Down Like Silver’ retrata a Richard Thompson como un perfecto musulmán, con barba y turbante. Esa sorprendente imagen, unida a la de Linda con velo en la contraportada, suponía toda una declaración de intenciones. El guitarrista londinense había encontrado las respuestas espirituales que buscaba en el sufismo, a través de un círculo de Belsize Park que practi-
caba esta versión ascética del Islam. Linda y él se convirtieron unos meses antes de la grabación del disco y la huella que dejó su nueva fe en las canciones fue profunda. Tras su salida de Fairport Covention, banda matriz del sonido folk rock de las Islas Británicas, Richard Thompson publicó ‘Henry the Human Fly’ en 1972. En las sesiones había participado la cantante Linda Peters, que pronto se convirtiría en su esposa. Ya
KOTE ISTÚRIZ
como dúo, Richard y Linda lanzaron ‘I Want to See the Bright Lights Tonight’, que obtuvo un merecido reconocimiento de los críticos, aunque no excesivas ventas. En 1974 graban ‘Hokey Pokey’, que no saldrá al mercado hasta abril de
1975, y en noviembre de ese mismo año aparece ‘Pour Down Like Silver’, con el matrimonio ya integrado en una comuna sufí. En lo musical, el cambio no parecía notable, el canónico folk rock del dúo mantenía sus señas de identidad, no obstante una escucha atenta permitía entrever la serena espiritualidad que recorre el álbum de principio a fin. En el plano lírico la transformación era más evidente, con títulos
7
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
El guitarrista Pablo Sáinz-Villegas y el tenor Plácido Domingo, en el primer disco del primero para el sello Sony.
El Quijote del rock GLORIA IN EXCELSIS ROCK VICENTE E Z ÁLVAREZ
A
tra al público a cantarla. Los tres últimos temas del disco son los que tienen una huella más personal del tenor. La trágica ‘Historia de un amor’, compuesta por el panameño Carlos Eleta cuando su hermano quedó viudo, suena doblemente dramática en la voz de Domingo. El ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra no es tan dúctil como voluntariosos todos los intérpretes que la han abordado. Quizá sea la canción menos favorecida por
tan explícitos como ‘Streets of Paradise’ y letras que podían leerse ahora en clave religiosa. En ‘Night Comes In’, quizá la pieza clave del disco, Richard explica su conversión («Oh, this night is like no other / And this room is ringing in my ears /And these friends will never leave me / And these tears are like no other tears») e incluso hace referencia a los derviches giróvagos, la imagen más reconocible del sufismo para los profanos ojos occidentales («Dancing till my feet don’t touch the ground / I lose my mind and dance forever /
la potencia de Plácido. Y finalmente, el tango que da nombre a este viaje, ‘Volver’, de Gardel. A la delicia de la interpretación de Pablo SáinzVillegas, este disco añade la oportunidad de cantar con el titán, cualquier mortal puede emparejar su voz con la del divino Domingo. De momento, el guitarrista riojano tocará con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León los días 22 y 23 el concierto de Elmer Bernstein.
Turn my world around»). Hacia el final del tema (más de 8 minutos) la mágica guitarra de Thompson alcanza cotas insuperables de misterio y delicadeza. Tras clásicos como ‘Jet Plane in a Rocking Chair’ o ‘Beat the Retreat’, el disco, marcado también por el delicioso acordeón de John Kirkpatrick, finaliza con ‘Dimming of the Day’, una declaración de amor cantada por Linda dirigida al Creador o a un amante terrenal, según queramos verlo. Le sigue el instrumental ‘Dargai’, del compositor escocés James Scott Skinner, donde Thompson vuelve a mostrar
su maestría a la guitarra, lejos de efectismos y trucos baratos. El triunfo de la sutileza. Richard y Linda abandonaron el negocio de la música, pero en 1978 se cansaron de la comuna, volvieron a su casa en Hampstead y regresaron con ‘First Light’, otro disco en el que aún podía rastrearse el influjo de la poesía mística. Desde entonces, Thompson ya no ha permitido que sus creencias interfieran en su obra. Por eso ‘Pour Down Like Silver’ es tan especial, una obra maestra del folk británico iluminada por la espiritualidad musulmana.
Ian Anderson, flautista-juglar de Jethro Tull, le zumbaban las pelotas cada vez que le insinuaban que ‘Aqualung’ era un disco conceptual. Estamos a principios de los años 70 y el rock progresivo y los discos conceptuales arrasaban. ¿Queréis un álbum conceptual?, preguntó el flautista de Hamelin. Pues vais a tener la madre de todos los álbumes conceptuales. Así surgió ‘Thick as a Brick’. Lo hizo desde la parodia, desde el humor, recorriendo el mismo camino que Cervantes casi cuatro siglos antes. Para ello, Ian Anderson se inventó la figura de Gerald Bostock, un niño de ocho años que, supuestamente, había escrito un épico poema en el que criticaba la hipocresía de una sociedad empeñada en marginar y devorar a los individuos que se negaban a ser manipulados. Muchos se creyeron la historia de que Anderson había decidido poner música a aquel poema. Para darle más veracidad, Jethro Tull se sacó de la manga una carpeta espectacular que no era otra cosa que un periódico doblado con sus correspondientes secciones de actualidad, sucesos, anuncios, pasatiempos, deportes y con un titular en el que aparecía el niño Bostock recogiendo su premio a la vez que se anunciaba su descalificación por haber dejado embarazada a una niña de 14 años (en su lugar había sido premiado un poema con el escalofriante título de ‘Él murió para salvar a los niños pequeños’). El juego y la osadía no se paraban ahí. Andero son decidió que el disco iba a tener una sola can-3 ción. Una canción de 43 minutos vomitada desdee el mismo infierno mien-tras «las aceras están va-n cías, los desagües llevan nlíquido rojo y el loco brin». da por su dios en el cielo». ¡Una canción de 43 minutos! Aquello era demasiado y, sin embargo, la cosa funcionó. Tal vez porque nadie mejor que Ian Anderson para mezclar explosivamente melodías imposiblemente hermosas que llegaban desde las orillas del rock, de la música medieval, del folk, de la música clásica o del blues. ‘Thick as a Brick’
Ian Anderson, durante una actuación de Jethro Tull en Madrid en 2012. :: KOTE RODRIGO-EFE es un prodigio musical y un prodigio literario, un poema lleno de leyendas que yacen acunadas en la llamada de las gaviotas, un cóctel memorable de lirismo y surrealismo anudados bajo oraciones blasfemas, un compendio herético de malos sueños («soy un mal sueño que justo tuve hoy»), comunicación imposible («mis palabras no son
¡Una canción de 43 minutos! Aquello era demasiado y, sin embargo, la cosa funcionó
más que un susurro, tu sordera un grito») y manipulación programada («le enseñaremos a ser un hombre sabio, a saber engañar a los demás») además de la certeza de que «la hora del juicio se acerca». Un derroche de creatividad que nos regala momentos épicos a cada instante. Una mezcla de los ‘Conciertos de Brandemburgo’ y ‘Poeta en Nueva Y York’. El bueno de Aqualu profanando la Abalung d de Westminster. Los día M Monty Python pasados p por la túrmix de un conccerto barroco. Regresam mos a la parodia. Al hum mor. A Cervantes. El mismo que decidió escribir el Quijote como una parodia de los libros de caballerías y el resultado fue la mejor novela de caballerías de la historia. Consiguió, además, poner el punto final a todo el género y alumbrar la mejor novela de todos los tiempos. Con ‘Thick as a Brick’ Ian Anderson compuso el Quijote de los discos conceptuales. No certificó la defunción del género progresivo pero sí que escribió el mejor álbum progresivo de la historia y, para algunos, también el mejor disco de toda la historia del rock.
8 LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
LECTURAS
LA ALEGRÍA DE VIVIR, A PESAR DE TODO Confluencias publica ‘Cavilaciones y melancolías’, los diarios de 2016 y 2017 de José Jiménez Lozano :: VICTORIA M. NIÑO
C
uenta Jiménez Lozano que un día entró en una librería de una ciudad castellana y pidió ‘El mudejarillo’, una de sus novelas. «Aquí no tenemos esa clase de libros en menoscabo de San Juan de la Cruz», le respondieron. «Así que pedimos perdón por preguntar, no íbamos a andar dando explicaciones», confiesa. Escritor fugado de cualquier confraternidad coetánea, Jiménez Lozano prefie-
re sonreír ante estos desajustes. Sigue fiel a sus amigos de siempre, entre ellos, Flannery O’Connor, con quien coincide en que «el oficio de novelista es una tarea profundamente misteriosa que molesta al mundo moderno» y añade «lo que se ha de narrar se decidirá por quienes tienen en su mano el poder cultural». Pero ni ‘El muderajillo’, ni ‘Historia de un otoño’ –«la historia del final de Port-Royal. Un no al poder del Estado sobre las conciencias»–, ni ‘Sara de Ur’, ni el resto de sus novelas obedecen a decisiones ajenas. Don José es soberano escribidor en su aparente retiro. ‘Cavilaciones y melancolías’ son la materia prima de sus últimos diarios publicados, los que guardan sus «pretensiones y esperanzas» de 2016 y 2017. Lozano se deja
ver más en esta entrega que recoge poemas, impresiones sobre la actualidad, reflexiones sobre sus lecturas y jugosas perlas sobre su mirada a la intelectualidad española. Menciona, por ejemplo, una sección de su archivo que dio en llamar ‘matadero nacional’, donde guarda la correspondencia con «liquidados» como Guironella o Laín Entralgo. Basta el silencio sobre los libros de un escritor para que se diluya. Lamenta que Occidente «haya renunciado a lo mejor de su historia y ya no sabe cómo defenderse», que vayamos hacia «la escritura mesopotámica de clavitos pasando por las breves sentencias a medias palabras que parecen ser los tweets, si no fueran tan pretenciosos y vulgares» y que la imposición de un lenguaje, «el to-
CAVILACIONES Y MELANCOLÍAS Diarios 2016-2017. José Jiménez Lozano. Confluencias editorial. 300 páginas. 18 euros.
José Jiménez Lozano. :: HENAR SASTRE talitarismo de lo políticamente correcto y su necio desprecio de la razón y la alegría de vivir» anule cualquier posible divertimento en la esfera pública. En privado, en sus diarios (públicos), Pepe se ríe de aquellos que taparon desnudos ante la visita de un man-
datario iraní: «El Vaticano ha querido ser obsequioso con su huésped y se ha travestido»; se asombra de su antigua intención de hacer carrera en las leyes «lo de juzgar se me da mal, y no sé quién me metió en la cabeza la pretensión de ser juez»; rememora la pluralidad de
versiones para decir lo que querían decir negociando con la censura (años sesenta, revista ‘Destino’); goza con Stendhal, Chateubriand, Azorín, Julien Green o Bob Dylan. A pesar del «desarme moral» de esta sociedad del que es tan consciente, Jiménez Lozano mantiene la esperanza: «Nos sonreímos, en un mundo de una seriedad espantosa y una ausencia total de ironía, y en el que todos parecen indignados y dispuestos a salvarnos con sus trenos y amenazas, mientras sea posible sonreír, siquiera en privado, no estará todo perdido».
LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
ROBINSONADA EN CLAVE DE ROEDOR :: SUSANA GÓMEZ Maurice Sendak dijo de él que es «brillante, único y salvajemente original». Puede que las palabras del autor de ‘Donde viven los monstruos’ resulten hoy un tanto excesivas. Sobre todo si tenemos en cuenta que Steig también escribió e ilustró ‘Shrek!’, cuya fuerza subversiva y calidad literaria es mayor que esta suerte de robinsonada en clave roedora y poética. No obstante, y como atestigua un galardón tan prestigioso como el Newbery Honor, ‘La isla de Abel’ bien puede ser considerada un clásico contemporáneo de la literatura infantil y juvenil universal, en el que se dan cita algunos de los ingredientes más propios del relato para niños y pre-adolescentes. A saber: personificación de animales, aventura, amor, supervivencia y autoconocimiento. Todo ello aderezado con cierto inconformismo (no demasiado, no olvidemos que fue publicada por primera vez en 1976), el cual puede sintetizarse en lo siguiente: algunas veces, menos es más. O lo que es lo mismo: cuando alguien que lo tiene todo lo pierde y necesita vivir
sin nada, se gana a sí mismo. Eso es lo que le ocurre a nuestro protagonista, un ratón con suerte, acomodado y de vocaciones inciertas, que vive feliz y despreocupado con su querida Amanda. Pero un día de tormenta, un viento huracanado lo llevará hasta una isla perdida y lejana. Será allí, en plena naturaleza y sin posibilidad de regreso, cuando Abel descubrirá la maravilla de estar vivo y, de paso, emprenderá un viaje de aprendizaje y autoconocimiento. Ese será el tesoro del héroe, quien, tras vencer obstáculos de toda índole, regresará a su hogar más cerca de sí.
LA ISLA DE ABEL William Steig. Editorial Blackie Books. 160 págs. 16 euros. Edad recomendada: de 8 a 12 años.
SUTILEZA EN ESTADO MUDO :: S. G. Primero fue ‘Flora y el flamenco’, un encuentro en blancos y rosas (esta vez el derroche rosado encontraba su explicación entre el plumaje del ave) en el que el entendimiento pleno no necesitaba de palabras, sino de puro baile y gestualidad. Ahora la sutileza (muda de nuevo) vuelve a derramarse en cada página y cada mirada, en esta ocasión entreverada en los verdes y turquesas de dos vistosos pavos reales. Elegantes, orgullosas y, a ratos, propensas a la envidia, ambas aves desplegarán sus magníficas colas, en una danza silenciosa, delicada y cargada de expresividad. El ál-
bum, que como el anterior llega a nuestro país de la mano de Barbara Fiore Editora, incluye solapas para levantar y mirar, al tiempo
FLORA Y LOS PAVOS REALES Molly Idle. Editorial Barbara Fiore. 40 págs. 20 euros. Edad recomendada: a partir de 4 años.
que van dibujándose las simetrías y los guiños entre los movimientos de los tres amigos, las colas de las aves y el abanico de Flora. En un baile profundamente visual y poético, las páginas relatan una historia en la que el niño tiene la palabra, y donde el conflicto hará su aparición (toda historia que se precie ha de incluir uno) a partir del sentimiento de exclusión. Finalmente, los protagonistas hallarán la solución volando, bailando y mirando juntos, todo ello en un despliegue de plumas y papel (el álbum desdobla en su interior alguna que otra sorpresa) donde la amistad y lírica visual es la que cuenta.
9
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
LO QUE QUEDA DE OLIVERIO GIRONDO Borges y Girondo se disputaron el liderazgo de la nueva poesía argentina, a la estela de las vanguardias europeas JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN
C
uando se publicaron los libros de Sabato en Italia, llevaban una faja que decía: «El rival de Borges». Al enterarse Borges, respondió malicioso: «Qué curioso. Los míos no indican el rival de Sabato». El rival de Borges no fue nunca Sabato, sino Oliverio Girondo, de quien ahora se publica en España su poesía completa con el título –que se presta a equívoco, como el prefacio de Luis de Bergara– de ‘Oliverio al alcance de todos’. Luis de Bergara nos cuenta la vida de Oliverio Girondo, desde el final hasta el principio, como si fuera el propio Girondo quien la contara; al no ir adecuadamente firmada esa ‘Girovivencia’ más de un lector se llamará a equívoco. Durante los años veinte y primeros treinta, Borges y Girondo se disputaron el liderazgo de la nueva poesía argentina, la que seguía la estela del ultraísmo y las vanguardias europeas. El triunfo fue
para Girondo, que contaba con todas las bazas a su favor: típico representante de la oligarquía argentina con gran sentido de la autopromoción, se educó en Inglaterra y Francia, pasaba la mayor parte de su tiempo viajando por Europa, y le gustaba ejercer de mecenas –a su cargo estuvo la revista Martín Fierro– y de elegante y generoso anfitrión. La personalidad arrolladora de Girondo –un poco parecida a la de Victoria Ocampo– pareció opacar a la de Borges y contribuyó sin duda a su temprano desdén por las vanguardias y al apartamiento de lo que no tardó en llamar «la equivocación ultraísta». Hubo quizá algo más, una derrota más humillante. Oliverio Girondo se casó con Norah Lange, una amiga de Borges de la que al parecer este estaba enamorado. Edwin Williamson, en su minuciosamente delirante biografía del autor de ‘El Aleph’, dedica bastantes páginas al enfrentamiento entre Borges y Girondo e incluso llega a sostener –con peregrina argumentación– que casi la totalidad de los versos, relatos y ensayos que Borges escribió a lo largo de su vida no son más que un largo lamento por la pérdida de Norah Lange. Las opiniones de Borges sobre quien fue su principal rival en los años más vulnerables no pueden resultar menos favorables. En el libro que le dedicó Bioy Casares, encontramos abundantes muestras. En 1956, habla de que Gómez
de la Serna, «en un rato puede escribir toda la obra de Girondo». Al año siguiente (por estas fechas Girondo trata de recuperar protagonismo con la publicación de ‘En la masmédula’), comenta que cierto escritor tenía fama de ocurrente y que Girondo aspiraba a esa fama «solo que a él no se le ocurre nada, salvo plagiar a los demás diez años después». En 1963, cuando Girondo publica sus últimos poemas, dictamina que en toda su vida «ha escrito una sola línea memorable». Queda claro que, en el enfrentamiento entre Borges y Girondo por el liderazgo de la vanguardia argentina, el primer combate lo ganó Girondo, pero la victoria final fue de Borges, quien nunca dejaría de burlarse y de menospreciar a su rival. Oliverio Girondo fue, ante todo, un personaje. También fue un poeta, un poeta menor si se quiere, pero un poeta. Leída ahora en conjunto su breve obra podemos com-
OLIVERIO AL ALCANCE DE TODOS Oliverio Girondo. Trampa Ediciones. Barcelona, 2018.
El poeta argentino Oliverio Girondo. probar que los libros que le dieron fama tienen la pátina de su tiempo, un encanto un tanto arqueológico. Se salvan por los rasgos de humor y disparate –muy en la línea de la literatura «deshumanizada», por aplicar la terminología de Ortega–, aunque pueda resultar fatigoso el continuo recurso a la greguería. ‘Veinte poemas para ser leídos en el tranvía’ se publicó en París en 1922, con ilustraciones del autor que ahora se reproducen. Es un libro de anotaciones viajeras, de postales turísticas en las que se trata de dar la vuelta al tópico, un poco a la manera de Paul Morand. ‘Calcomanías’, de 1925, se publicó en España y a ella se circunscribe el poeta viajero. En un ejercicio de relaciones públicas, cada poema está dedicado a una figura ilustre del momento: Enrique Díez-Canedo, Eugenio d’Ors, Ortega y Gasset, Ra-
món Gómez de la Serna, precedidos siempre de un respetuoso «don» que disuena del pretendido aire anticonvencional del conjunto. Uno de los poemas reescribe en clave vanguardista ‘El tren expreso’ de Campoamor y el más extenso trata de ser una personal crónica en prosa de la semana santa sevillana. Fatiga un tanto el esfuerzo por ser original en las imágenes, pero todavía nos hace sonreír algún acierto, como cuando concluye ‘Calle de las Sierpes’ con estos versos: «Cada doscientos cuarenta y siete hombres, / trescientos doce curas / y doscientos noventa y tres soldados, / pasa una mujer». ‘Calcomanías’ fue reseñado sin mucho entusiasmo por Benjamín Jarnés en Revista de Occidente. El libro de más éxito de Girondo, ‘Espantapájaros al alcance de todos’ (de ahí procede el título de esta recopila-
ción), se publicó en Buenos Aires el año 1932. Para su lanzamiento se organizó un peculiar despliegue publicitario, como un gran fin de fiesta de la vanguardia. Se trata de un conjunto de pequeños relatos de humor disparatado que aún conservan buena parte de su gracia. Entre ellos, hay un poema enumerativo («Se miran, se presienten, se desean») que hizo famoso la cantante Nacha Guevara. El siguiente libro, ‘Persuasión de los días’, no apareció hasta 1942, cuando ya los tiempos eran otros. Es el más intimista y el más verdadero de su autor. Ya no pretende ‘epatar’ ni ser más moderno que nadie. El personaje trabajosamente construido deja paso a la desolación, a la gratitud y a la piedad. Renunciando a estar en primera línea, anticipa Girondo la poesía que vendría después, la de las ‘Odas elementales’ de Pablo Neruda, por ejemplo. Menos afortunado se muestra en ‘Campo nuestro’, de 1946, un canto a la pampa argentina. Arrepentido de este retorno al orden, quiere volver a encabezar la rebelión vanguardista y en 1953 publica ‘En la masmédula’, para muchos –entre los que no me cuento– su obra maestra, una mezcla del Vallejo de ‘Trilce’ y los jugueteos del postismo español –que quizá no conocía– sin mayor interés: «Sombracanes / pregárgolas sangías / canes pluslagrimales / entre bastardos roces contelúricos de muy ausentes márgenes». Lo que queda de Oliverio Girondo es su rechazo de lo sublime y lo pomposo, unas notas de humor y un puñado de poemas, casi todos ellos incluidos en ‘Persuasión de los días’, como los dispares ‘Aparición urbana’, ‘Rebelión de vocablos’ o ‘Gratitud’.
10 LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
E
LOS LIBROS MÁS VENDIDOS FICCIÓN Tú no matarás. Julia Navarro. Plaza y Janés El rey recibe. Eduardo Mendoza. Seix Barral Los señores del tiempo. E. G. Sáenz de Urturi. Planeta Finales que merecen una historia. A. Espinosa. Grijalbo Sabotaje. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara La muerte del comendador. L 1. H. Murakami. Tusquets
USO Y NORMAS DEL CASTELLANO MARÍA ÁNGELES SASTRE PROFESORA DE LENGUA ESPAÑOLA EN LA UVA
¿CON ARTES SANOS? pero en la edición anterior (la de 2001) la etiqueta es ‘amb.’ (ambiguo en cuanto al género). Recientemente he hablado en esta sección de la importancia de las etiquetas en los diccionarios. Dado que ‘arte’ es un nombre ambiguo en cuanto al género, ¿cómo está distribuida la elección de uno u otro género? Normalmente se usa como masculino en singular y como femenino en plural, de ahí que me haya llamado la atención el uso como masculino en plural. En la misma línea va la explicación del ‘Diccionario panhispánico de dudas’, de la RAE: «Este sustantivo, que era femenino en latín, puede usarse en ambos géneros, teniendo en cuenta que, en el español actual, cuando va en singular, lo normal es
Los nombres ambiguos en cuanto al género contienen los dos sin que el uso de uno y otro dé lugar a realidades diferentes o implique cambio de significado
usarlo en masculino [...]; y, cuando va en plural, lo normal es usarlo en femenino». Esta palabra tiene varios significados, pero el que nos interesa aquí es el de ‘actividad humana que exige ciertos conocimientos técnicos y aptitudes personales, encaminadas a un resultado práctico’. Y también este otro: ‘utensilio de pesca’. En este caso estoy tomando como referencia el ‘Diccionario del español actual’ (2.ª ed., 2011), de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, pero ambas acepciones (con otras palabras, claro está) están recogidas en el diccionario académico. Pescar con artes ‘sanas’ es hacerlo con aparejos que no dañen el medio marino (como calas, redes de abareque, nasas, trueles, cedazos, fisgas, poteras...) o de una manera determinada (a la cacea, la volanta, el pincho, al candil...). El modo de pescar exige conocimientos técnicos para que el resultado sea exitoso. ¿Podríamos decir que el eslogan ‘Pescado de rula con artes sanos’ está redactado de manera incorrecta? No exactamente. Ya hemos visto que ‘arte’ es nombre ambiguo en cuanto al género y les he mostrado lo que es normal en el uso. Pero estoy segura de que, si los publicistas hubieran consultado el diccionario, el resultado no hubiera sido este sino ‘Pescado de rula con artes sanas’. Solo han ido en contra de un uso considerado normal y a todo el mundo le ha parecido bien. A no ser que hayan querido jugar a ser ambiguos y que este eslogan también pueda descodificarse así: ‘Pescado de rula con artesanos’ (con artesanos de la pesca, pescadores que usan aparejos tradicionales y pescan de manera sostenible). No lo sabremos, pero ahí queda. Los publicistas no dan puntada sin hilo.
LO VAS A LEER
n las rulas (o lonjas) de algunos puertos pesqueros asturianos puede verse este eslogan: ‘Pescado de rula con artes sanos’. Se trata de un distintivo, promovido desde la Federación de Cofradías de Pescadores del Principado de Asturias, para diferenciar el pescado y marisco procedente de pesca artesanal de la costa asturiana. La marca garantiza pescado del día capturado por embarcaciones artesanales de bajura con artes de pesca sostenibles y comercializado en primera venta en alguna de las rulas adscritas a la marca. En la página web de esta marca colectiva puede leerse: «en la etiqueta que acompañará al pescado certificado con la marca ‘Pescado de Rula con Artes Sanos’ aparecerá el arte de pesca entre otra información de gran interés para conocer con detalle la procedencia y forma de captura». Del eslogan me ha sorprendido el grupo «con artes sanos», más exactamente su uso como masculino. ¿Por qué si ‘arte’ es un nombre ambiguo en cuanto al género? Porque en singular se utiliza como masculino y en plural como femenino. De hecho, no me ha sorprendido su uso como masculino en ‘aparecerá el arte de pesca entre otra información de más interés’. Como ustedes saben, los nombres ambiguos en cuanto al género contienen los dos géneros sin que el uso de uno u otro dé lugar a realidades diferentes o implique cambios de significado. La elección de uno u otro género se asocia a diferencias de registro o de nivel de lengua, o tiene que ver con preferencias dialectales, sectoriales o personales. En la última edición del diccionario académico (23.ª, 2014) se identifican porque delante de cada acepción aparece la etiqueta ‘m. o f.’ (masculino o femenino),
La desaparición de S. Mailer. J. Dicker. Alfaguara
NO FICCIÓN El naufragio. Lola García. Península 21 lecciones para el s. XXI. Yuval Noah Harari. Debate Breves respuestas... Stephen Hawking. Crítica
#LOS TIEMPOS DEL ODIO
Salud a ciencia cierta. M. Á. Martínez-González. Planeta
Rosa Montero. Seix Barral. 400 páginas. 20 euros.
Informe sobre Cataluña. José E. Ruiz-Domènec. Taurus Hola Guerrera. Alegatos... Towanda Rebels. Aguilar Nudo España. Enric Juliana y Pablo Iglesias. Arpa
INFANTIL Y JUVENIL El monstruo de colores... A. Llenas (Flamboyant) El principito. A. de Saint Exupéry (Salamandra) Futbolísimos. Roberto Santiago (SM) Cuentos de buenas noches. E. Favili y F.Cavallo. (Destino) La diversión de Martina 3. M. D’Antiochia. (Montena)
Rosa Montero recupera a Bruna Husky, la detective replicante de principios del siglo XXII, para la tercera entrega de unas novelas que bajo el ropaje de la ciencia ficción hablan del aquí y el ahora. La androide debe hacer frente al secuestro de su pareja, a una conspiración terrorista, al auge de los popupismos, a los ataques a
una sociedad que depende en exceso de la tecnología. Hay aquí una llamada de atención sobre los totalitarismos construidos sobre el odio al otro. Pero, por encima de la trama, domina el personaje de Bruna Husky y su miedo a la muerte, su desconsuelo por el paso del tiempo. Rosa Montero insiste con acierto en sus obsesiones: el cuerpo como vehículo de pasiones e instrumento gozoso, pero también cárcel que nos atrapa, nos consume... y nos mata.
#EL CIELO SEGÚN GOOGLE Marta Carnicero. Acantilado. 144 páginas. 14 euros.
También el amor es débil. Necesita del cemento cotidiano, de las vigas conjuntas, del armazón de la rutina para no venirse abajo. Hay termitas que lo devoran, grietas que lo socavan. Como las mentiras, como las manías, el reproche, el resentimiento, las cosas que hoy nos callamos y mañana nos echamos en cara. ‘El cie-
lo según Google’ habla del uso de los hijos para salvar o justificar una relación, de cómo se cultiva la apariencia de que todo va bien para amoldarse a la idea del amor romántico. Se habla del egoísmo a la hora de compartir, de los detalles odiosos que erosionan la convivencia (página 71), del asco hacia la pareja (68) cuando lo que antes gustaba ahora repele y de cómo aferrarse a la mentira (sabiendo que es mentira) para intentar salvar lo que ya murió.
A todos los chicos... Jenny Han (Destino) La catedral. César Mallorquí. (SM)
Más reseñas en el Instagram @lovasaleer
VÍCTOR M. VELA
11
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
PANTEÓN DE PLATA
‘OCTUBRE’ (SERGUÉI EISENSTEIN, GRIGORI ALEKSANDROV, 1928)
Reescribir la historia
EDUARDO ROLDÁN
C
orre el año 1926 y se aproxima el décimo aniversario del triunfo del alzamiento bolchevique. El año anterior el cineasta Serguéi Eisenstein había dejado para la historia un filme revolucionario –sobre todo en el plano formal– que recreaba el motín acontecido en 1905 en al acorazado Potemkin, así que no extraña que la lógica previsible del Poder, cuyo fin primero es siempre perpetuarse, trate de repetir el éxito y les encargue a Eisenstein y a su compadre Grigori Aleksandrov la película que celebre el aniversario. Sin embargo el Poder, al verla, no puede evitar lamentarse por su elección; por suerte la historia la (re)escriben quienes detentan el Poder –hasta que llega otro más poderoso que la vuelve a reescribir–, y un filme no es otra cosa, a la postre, que una sucesión de fotogramas que se pueden cortar y pegar al gusto. Hoy contamos con varias versiones de ‘Octubre’; la más accesible, de en torno a 100 minutos, con la banda sonora de Shostakóvich y efectos de sonido añadidos, puede, pese a carecer de más de un cuarto del metraje original y de que tengamos la certeza de que no todo lo sobrevivido presenta el aspecto que hubieran querido sus creadores, considerarse un film de autor por pleno derecho, y uno de primer orden. Y a pesar también de que naciera con vocación doctrinaria. Propaganda y arte no tienen por qué excluirse, pero en cualquier caso solo relativamente cabe calificar a ‘Octubre’ de filme propagandístico. El reproche más frecuente que recibió fue que «exigía demasiado del público», reproche tanto más virulento entre el aparato bolchevique, lo que demuestra que el aspecto utilitarista que ellos habrían querido para el filme estaba adulterado. Si por algo se caracteriza una película de propaganda –o un panfleto político– es por la claridad sin sombra de su mensaje; pero no solo de su mensaje sino en la forma de expresarlo. Basta comparar ‘Octubre’ con ‘El triunfo de la voluntad’ para percibir la diferencia: aunque muchas de las decisiones de realización en el filme de Riefenstahl son de un formalismo audaz, todas ellas no ha-
Vasili Nikandrov interpreta a Lenin en un fotograma de ‘Octubre’. Debajo, cartel de la película. cen sino subrayar el mensaje que se pretende transmitir, incluso hasta la obviedad. Las imágenes de ‘Octubre’, por contra, son turbias, desbordantes, contaminadas: la mayoría posee una carga simbólica que va mucho más allá de lo que la imagen literal muestra; se establecen metáforas entre imágenes, paralelismos… Hasta se incluyen insertos de carácter onírico. Ejemplos de este enfoque polisemántico son: el perturbador plano del caballo blanco muerto colgando del puente levantado (símbolo de la nobleza de la revolución, en ese momento fracasada); la equiparación bufonesca de Kerensky con Napoleón; el recurso de marcha atrás por el que se vuelve a erigir la estatua del zar Alejandro III, derribada nada más arrancar el film, cuando el primer intento de sublevación es abortado, etc. Con el añadido de que cada imagen está en relación vital con la imagen a que sucede y con la imagen a que precede, que pueden contar a su vez con sus particulares significados no literales. Así, algún célebre crítico ha calificado a ‘Octubre’ de película «anárquica», en el sentido de que exhibe un anarquismo formal que se hace eco de la anarquía histórica, real, de la insurrección
bolchevique. Discrepo. Si hay algo que no sea ‘Octubre’ –si hay algo que no sea ningún filme de Eisenstein– es anárquico; cada plano, cada inserto, cada intertítulo tiene una función específica y ha sido largamente destilado, y esto puede apreciarse incluso en un film censurado y volteado como este. Eisenstein pertenece a esa rara estirpe de teóricos que entienden la teoría como catapulta para la práctica, que no se quedan en la formulación de sus conviccio-nes sino que,, arriesgando, lass u llevan en su o obra al extremo (David Mamett mes acaso el ejemplo contemporáneo más riguroso de esta estirpe). La piedra angular de su teoría es lo que denominó «montaje de atracciones», cuyo fin es crear una impresión (síntesis) en la mente del espectador a partir de la yuxtaposición de dos imágenes (tesis y antítesis); Eisenstein por tanto aplica la teoría histórico-económica marxista/hegeliana a la estética cinematográfica; es el montaje lo que insufla vida a la narración, pero esta solo
surgirá de un montaje dinámico, en donde las imágenes no solo se sucedan sino que se complementen y con frecuencia colisionen. El conflicto es esencial en el desarrollo, y si falta conflicto no habrá desarrollo sino mera exposición. De modo similar al de una sinfonía, donde la interacción de los instrumen-
El reproche más frecuente que recibió fue que «exigía demasiado del público»
tos forja cada movimiento, las imágenes han de forjar el arco narrativo de cada acto; y también, igual que cada movimiento es la semilla del siguiente y su ordenación –dinámica– conduce a alumbrar la sinfonía final, la sucesión de actos ha de proceder así si se pretende que el filme –síntesis total– ressulte una pieza autónoma, c completa. Y es aquí d donde la censurra estaliniana m más deja notar su tijera. Como quizá con más lucidez que nadie el depurado Trotski apuntó, los dos últimos actos del filme –la toma del Palacio de Invierno–, que deberían suponer el clímax bélico, el paroxismo de fuego y muerte entre las fuerzas atacantes bolcheviques y el gobierno provisional atrincherado en el palacio, adolecen del apropiado intercambio de fuerzas; fallan los contrapesos, la balanza se inclina solo del lado revolucionario y así la tensión se diluye en gran medida, pasándose del desarrollo orgánico (la película cuenta con más de 3.000 cortes, pero sin
pérdida ninguna de fluidez ni sensación de aturdimiento) a una suerte de plasmación impresionista, a fogonazos, más un epílogo que un final, un tanto descafeinado por comparación con lo visto hasta entonces. Con todo, estos dos actos no dejan de contar con imágenes poderosísimas, y si no rematan la composición a la manera que hubiera deseado Eisenstein, tampoco erosionan la cinta gravemente, ni mucho menos; ‘Octubre’ solo se puede considerar un filme fallido si le aplicamos esa categoría de «espléndido fracaso» con que Faulkner se refirió a su novela ‘El ruido y la furia’. Fracasos espléndidos que no pocas veces suelen denotar una voluntad de riesgo y una inventiva admirables, y resultar, con todos sus flecos desiguales, mucho más interesantes que otras obras más redondas, repulidas, monocromas. Y tampoco el saber que los hechos no acontecieron según se muestran –ni en un plano cronológico ni en un plano fáctico– debería, incluso en una época cegada por la obsesión informativa como la nuestra, condicionar el juicio de una obra que es una de las paradas obligatorias para todo el que quiera entender cómo se ha fraguado el lenguaje del cine.
12 LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Sábado 17.11.18 EL NORTE DE CASTILLA
Director: Ángel Ortiz Coordinador: Chema Cillero
QUINCE MINUTOS DE FAMA
ÁNGEL MARCOS
Ingrid Rodríguez Gómez Hola, me llamo Ingrid y vivo en Valladolid. Me gustaría alertar al mundo de la necesidad del reciclaje, sobre todo en plásticos. Ahora todo viene envasado y creo que cuanto menos cosas compremos con plástico, mucho mejor para el medio ambiente. También me parece horrible que se maltrate a los animales. Ojalá dentro de cien años no haya tanto malgasto de plástico ni maltrato de animales ni personas.