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La cata de los expertos

Almudena Alberca, durante la cata en el Museo del Vino de Peñafiel. GABRIEL VILLAMIL

Hay vinos que se merecen un altar. Son vinos elaborados por manos expertas con mucha pasión, inspiradores y extraordinarios. Vinos que emocionan. Doce grandes vinos españoles con mayúsculas fueron los que cataron y valoraron la enóloga zamorana Almudena Grandes, primera mujer española con el título internacional Master of Wine, y el presidente de los sumilleres de España y de Castilla y León, el segoviano Pablo Martín, en la cata propiciada por El Norte de Castilla en el Museo del Vino de Peñafiel, y que contó con la presencia de los bodegueros.

La cata arrancó con dos vinos de Familia Martínez Bujanda: Montepedroso Enoteca 2017, una añada complicada y seca. Las uvas de las laderas de Finca Pedroso tenían mucha concentración y, por primera vez en la historia de la bodega de Rueda de Familia Martínez Bujanda, decidieron mantener el vino en depósitos ovales de cemento durante año y medio, en lugar de cuatro o cinco meses sobre sus lías en acero inoxidable. Todo ello ha permitido crear un blanco con mucha complejidad, gran capacidad de guarda y larga vida en botella.

En este sentido, Almudena Alberca recuerda que «la uva verdejo ofrece muchas posibilidades y una gran capacidad de guarda

Grandes vinos que inspiran y emocionan

Los expertos. La enóloga Almudena Alberca y el sumiller Pablo Martín, mano a mano en la cata

NIEVES CABALLERO

y de envejecimiento». La directora técnica de Bodegas Viña Mayor, acostumbrada a trabajar con esta casta, subraya su «gran perfil aromático» y que «los componentes fenológicos que tiene la uva verdejo en los hollejos, como los taninos de la uva tinta, ofrecen mucha estructura cuando se trabaja con sus lías y se envejece en barrica». En su opinión, «Enoteca es un vino con mucha densidad y mucho cuerpo, equilibrado; que todavía es joven y ofrecerá muchísimas cosas en el futuro; un vino muy gastronómico».

Hinojos y toques minerales Para el presidente de la Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres (UAES), Pablo Martín, se trata de un verdejo auténtico. «Bien elaborado, se nota la variedad, con esos toques de hinojo, ese carácter anisado y la fruta verde, pero llaman sobre todo la atención los aromas minerales que aportan la complejidad». El sumiller explica que la glicerina en la copa es la prueba del cuerpo, el volumen y la sedosidad del vino. Y aprovecha para recomendar su armonización también con carnes, sobre todo blancas, además del habitual maridaje con pastas, arroces y pescados, gracias a esa complejidad y volumen. La cata pasó a Petra de Valpiedra 2017, el primer monovarietal de garnacha de la bodega y que Familia Martínez Bujanda dedica a su abuela Petra. El nombre también alude a los cantos rodados del viñedo de Finca Valpiedra, situado junto al Ebro. Se elabora con las uvas de una parcela de 3,1 hectáreas que fue plantada en 1980 de cabernet sauvignon y se reinjertó años después con garnacha del Alto Najerilla. La añada de 2017 fue muy peligrosa en Rioja por la helada, aunque Valpiedra no la sufrió. La bodega considera que es una de sus grandes cosechas. También en este caso fue una vendimia muy temprana, después de un verano caluroso. Las uvas fermentaron en depósitos de cemento y el vino envejeció 18 meses en barricas de roble francés.

Monovarietal de garnacha Pablo Martín se muestra sorprendido y satisfecho con los vinos que se elaboran en la actualidad con la variedad garnacha. El sumiller y maestro de sumilleres aplaude esa apuesta «por un monovarietal de una uva complicada de elaborar». En relación con Petra de Valpiedra 2017, apunta que «la madera esta bien integrada, con esos toques de tofe y afrutados de casis (grosella negra), las vainillas, y sobre todo con esa acidez que va a permitir que se mantenga en botella mucho tiempo». También lo describe como «un vino de cuerpo medio alto, largo y equilibrado en boca».

Almudena Alberca destaca que es un vino «muy interesante» porque permite comprobar la diversidad de una zona que es muy especial como el Alto Najerilla. «Tiene mucha potencia de color, un perfil más carnoso, más de fruta negra en nariz. A la vista podría confundirse con otra variedad, pero la garnacha de esa zona es tan especial y con tanta personalidad como la que se puede apreciar en la copa de Petra», dibuja la enóloga.

Los vinos siguientes fueron los de Álvaro Palacios. Quiñón de Valmira 2018, también de la variedad garnacha de la DOCa Rioja, y Villa de Corullón 2018, de mencía de la DO Bierzo. El primer vino procede de Alfaro, el último pueblo de la zona este de Rioja, la más cálida y árida. Almudena Alberca lo califica de «delicioso, tiene esa fluidez y esa calidad de los grandes vinos» y aprovecha para resaltar que «hay dos estilos distintos en los dos grandes monovarietales de garnacha de la cata». «Fantásticos los dos», suspira.

El color y Borgoña En opinión de Pablo Martín, «el color no determina la calidad de un vino» y aplaude la apuesta que se está haciendo en España por «los vinos tipo Borgoña», aunque «era complicado y lo sigue siendo». Argumenta que «ha sido una equivocación, sobre todo de los bodegueros que elaboraban vinos con mucho color por el gusto americano». Una tendencia marcada por el catador americano Robert Parker (‘The Wine Advocate’). «Estas garnachas que hemos probado, con esos toques mentolados y regalices, y esos cítricos, están perfectos», aduce.

Villa de Corullón 2018 es de la variedad mencía y otras cuatro o cinco tintas y de tres blancas (10%), mezcladas en las parcelas. Las uvas fermentan en tinas de madera y el vino se cría durante 18 meses en ovales y en barricas nuevas con capacidades diferentes, dependiendo del año. Los expertos coinciden en que es «un vino delicado, envolvente y elegante».

San Vicente 2016, de la bodega Señorío de San Vicente de la DOCa Rioja, y Victorino 2016, de Tesos La Monja de la DO Toro, fueron los siguientes protagonistas. Almudena Alberca percibe el sello de la casa en el primero: «Siempre encuentro en los vinos de los hermanos Eguren la espina dorsal de las distintas zonas, es un vino muy puro y fantástico; con muchísima profundidad, y pureza en la estructura y la fruta». Respecto a Victorino 2016, la Master of Wine señala que es una muestra del potencial de envejecimiento de los vinos de Toro,

El sumiller Pablo Martín. ANTONIO TANARRO

aunque a veces tengan menos acidez. «Es un vino con muchísima estructura y elegancia, con aromas minerales y frutas rojas», añade. «No se puede poner ningún pero», remata Pablo Martín. Roda I de la DOCa Rioja y Corimbo I de la Ribera del Duero, la añada de ambas, 2015, fue muy cálida por lo que el objetivo era lograr frescura. Roda I es un tempranillo con un 3% de graciano, que envejece 17 o 18 meses en un tercio de barrica nueva de roble francés, el resto es usada, para que exprese el paisaje y la añada. Corimbo I se elabora con uvas

Almudena Alberca: «Son vinos que recuerdan el trabajo que hay que hacer para perdurar en el tiempo y proyectarse al futuro» El sumiller Pablo Martín subrayó «la grandeza de los doce vinos catados»

de viñedos de más de 70 años de escasa producción. La mora que en Rioja prácticamente no aparece, en Ribera es el hilo conductor. Los dos expertos valoran las cualidades de dos referencias muy diferentes elaboradas con la misma casta. «Corimbo tiene muchos más carácter, más volumen y más estructura», pero al mismo tiempo «da un perfil de tanino fino y amable, con mucha frescura».

Dos grandes viñedos Cerraron la cata otros dos grandes vinos, también celebrados por la enóloga y el sumiller. Dos referencias muy personales de Carlos Moro. Viña Garugele 2015, de la DO Ca Rioja, responde a una elaboración dirigida a conservar y remarcar las características diferenciadoras del viñedo, que ha sido calificado como Viñedo Singular, aunque no lo era en esta cosecha. En el caso de Pago de Las Solanas 2010, la viña está en el término municipal de Olivares del Duero (Valladolid), en una ladera de alta pendiente y ondulaciones que se sitúa a una altitud que oscila entre los 750 y 850 metros. Se trata de una zona caliza en la que las uvas tienen una gran concentración.

Para concluir, Pablo Martín subraya «la grandeza de los 12 vinos». Almudena Alberca corrobora que «son grandes vinos que nos inspiran, pero sobre todo nos recuerdan el trabajo que hay que hacer para perdurar en el tiempo y proyectarse al futuro».

Rozar la perfección

N. C.

Pablo Álvarez defiende que la grandeza de Vega Sicilia está en la viña y en la complejidad de sus suelos. Aunque algo tendrá que ver también la persona que maneja el timón de una de las bodegas más exclusivas del mundo para mantener en pie la leyenda. El consejero delegado de Tempos Vega Sicilia seleccionó para la cata los vinos Valbuena de Vega Sicilia 2016 y Macán 2016, ambos de la variedad tempranillo y que responden a una gran añada tanto en Ribera del Duero como en Rioja. Dos referencias que todavía permanecen en los botelleros de la bodegas de Valbuena de Duero (Valladolid) y Samaniego (Álava), respectivamente, antes de llegar a manos de sus destinatarios el año que viene.

Para Pablo Martín, «hablar de este tipo de vinos es muy complicado», pero la Master of Wine no Almudena Alberca se lanza a la piscina y destaca que «los grandes vinos nunca surgen de la casualidad, son producto de mucho esfuerzo, de aprender día a día, de seguir mejorando y de mucho tiempo».

«Es lo que se puede ver en los vinos de grandes casas como los que estamos catando, en concreto ahora con Macán y Vega Sicilia, donde hay una perfección, un ensamblaje maravilloso y un saber hacer que se traslada a la copa y que te hace viajar en el tiempo», apunta la enóloga zamorana, antes de describir «esa sensación que te evocan los grandes vinos». Desde su punto de vista, detrás de estas referencias hay «un saber hacer integral desde el principio hasta el final». Una perfección que descarta siempre el propio Pablo Álvarez porque considera que «el mejor vino está por llegar».

«Obviamente les queda mucho recorrido a estos grandes vinos, siguen siendo jóvenes, pero se puede ver todo el potencial y que se esfuerzan cada día por llevarlos hacia el futuro», apuntilla la experta.

Los vinos de Vega Sicilia llegan a las mesas de los mejores restaurantes del mundo, de financieros, políticos, estrellas del cine o famosos deportistas. Vinos cuyas añadas están vendidas antes de salir al mercado. De hecho, se dice que siempre hay lista de espera durante mucho tiempo para intentar ocupar el puesto de uno de los 4.500 afortunados repartidos por el mundo que reciben cada año su cupo de botellas.

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