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Láser y ‘big data’ monumental

PATRIMONIO Láser y ‘big data’ monumental

Nuevos enfoques. Los avances de la tecnología han favorecido una metodología eficaz para abordar la protección de los bienes culturales: la restauración ha dejado paso a la conservación preventiva

VÍCTOR M. VELA L a iglesia románica de San Martín de Tours saluda al visitante que se acerca a la plaza del Corrillo de Salamanca, a un pasito de la monumental Plaza Mayor. No todos los turistas reparan en ella. Su construcción data del año 1103, ha sufrido varias intervenciones en sus 919 años de vida y en la actualidad se halla embutida entre edificaciones modernas. La mirada muchas veces pasa de largo y es raro echar un vistazo en su interior. Pero allí dentro se trabaja en una iniciativa apasionante, dice Daniel Basulto, gestor de proyectos de la Fundación Santa María la Real, con sede central en Aguilar de Campoo. Esta entidad ha extendido por el templo salmantino una red de sensores, un sistema de láseres, que controlan en tiempo real la estabilidad del edificio para comprobar así que no corre riesgos de ningún tipo. Ante cualquier mínima variación en los valores recomendables (por ejemplo, por obras en los inmuebles cercanos que pueden afectar a los cimientos de la iglesia o a su estructura), saltan las alarmas. Y se pueden tomar medidas correctoras, preventivas.

Lo que hasta hace no muchos años se resolvía con inspecciones oculares y registros invasivos (que muchas veces llegaban tarde) ahora se gestiona a través de sensores, de la recogida de miles de datos, de algoritmos que los recopilan, desmenuzan y tramitan para ofrecer las mejores soluciones de conservación. Es el gran salto y el cambio fundamental que las nuevas tecnologías han imprimido en el patrimonio cultural. La innovación se ha convertido en una aliada clave para las dos palabras que definen los criterios actuales en la intervención patrimonial: conservación preventiva.

El manejo de nuevas técnicas permite que el foco ya no esté en la restauración (casi siempre a posteriori, cuando el bien ya se ha dañado), sino en la conserva> ción previa y adecuada (que evita el deterioro y ataja los problemas antes de que sean

Un punto láser del control en la iglesia de San Martín de Tours. EL NORTE

«HEMOS LLEGADO MÁS TARDE QUE OTROS SECTORES, PERO ES IMPRESCINDIBLE»

>graves de verdad). La revolución digital también ha llegado aquí, a las iglesias y a las ermitas, a las murallas y los cuadros, a las esculturas y las obras de arte. Aunque no siempre lo ha hecho a la velocidad y con la intensidad deseada. «Hay sectores que han sido capaces de sacarle mucho más partido que nosotros a la innovación y a las nuevas tecnologías», reconoce Juan Carlos Prieto, director general de Patrimonio Cultural, convencido de que estas herramientas son inevitables, imprescindibles, para el futuro, para la gestión del presente y para la conservación del pasado. «El patrimonio es esa herencia que ha llegado a nosotros y que tenemos la obligación de transmitir a las próximas generaciones en mejores condiciones de como nos la encontramos», defiende Prieto.

Y para ello es vital contar con los últimos avances de la técnica, porque gracias a ellos se podrán proteger mejor las grandes riquezas de la comunidad. Castilla y León cuenta con 2.500 Bienes de Interés Cultural (BIC). En la región hay más de 500 castillos, doce catedrales, 23.232 yacimientos arqueológicos catalogados y un inventario con más de 200.000 bienes muebles de la Iglesia Católica. Una «obligación» «La innovación no es una opción, es una obligación. Especialmente en un sector de la máxima delicadeza. Es un cambio que se debe introducir sí o sí en el sector del patrimonio», defendió Prieto ante los cientos de expertos que participaron, el pasado mes de noviembre, en AR&PA, la bienal sobre arte y patrimonio celebrada en el Centro Cultural Miguel Delibes.

De ahí que ya se estén tomando cartas en el asunto. La Junta de Castilla y León trabaja desde noviembre de 2021 en Carcyl, un proyecto que, mediante el estudio, análisis y caracterización de los bienes patrimoniales, busca soluciones y respuestas a sus necesidades de conservación.

«No se puede conservar nada si no se conoce bien aquello que tienes que conservar», asegura Ana Carmen Pascual, directora del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, con sede en Simancas. El proyecto Carcyl propone la mejor reco> lección de datos objetivos (mediante imágenes multiespectrales, iluminación, po-

Instalación de sensores en San Isidoro, en León. FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL

VISITAS EN 360º Y CATÁLOGO DE LOS BIENES DE LA COMUNIDAD

Realidad virtual Una de las grandes aportaciones de la tecnología en la difusión del patrimonio es la recreación en 360º de edificios y monumentos, lo que permite su pormenorizada visita (a través de móviles y ordenadores) desde cualquier parte del mundo. Este mismo verano, la Fundación Santa María Real y la empresa Mad Píxel han diseñado una ruta por el monasterio que da nombre a la fundación.

2.500

monumentos tienen en Castilla y León el reconocimiento de Bien de Interés Cultural. Entre ellos hay varios inscritos en la lista de la Unesco: la catedral de Burgos, las ciudades de Segovia, Ávila y Salamanca, Atapuerca, Las Médulas, el Camino de Santiago o Siega Verde.

Digitalización de fotogramas en la Filmoteca de Castilla y León. LORRYS

Audiovisual. Una mejor memoria en la Filmoteca

V. M. V. La Filmoteca de Castilla y León comenzó en el año 2005 el proceso de digitalización de todos sus fondos, lo que ha permitido trasladar a otros soportes productos y tesoros audiovisuales con varias décadas de antigüedad. «El interés por la conservación de las películas tiene casi cien años. Ya en la década de los 30 era una procupación, sobre todo en Francia y Alemania», explica Maite Conesa, directora de la Filmoteca. Ese proceso de digitalización no solo garantiza su conservación, sino que mejora la calidad de reproducción, con tecnología 2k y 4k. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con el trabajo llevado a cabo por la Filmoteca Regional en ‘El filandón’, película de Chema Sarmiento proyectada en la pasada edición de la Seminci, donde el director recibió además la Espiga de Honor. «Es una película oscura, rodada en invierno, a la luz de la lumbre. La digitalización ha permitido descubrir detalles que apenas se veían en el original», desvela Conesa. Esa labor de conservación –recogida en multitud de discos duros– viene además acompañada por una mejor difusión de los contenidos de la filmoteca, con multitud de fotografías y películas accesibles al público desde un simple teléfono móvil.

>sicionamiento espacial, medición y monitorización de condiciones ambientales...) para crear con ellos una plataforma sistematizada que pueda ser accesible y utilizada por todas aquellas personas vinculadas con ese bien patrimonial (gestores, conservadores, estudiosos). Esto permitirá conocer mejor el estado real de cada bien patrimonial (sin necesidad de someterlos a mil estudios y manipulaciones sucesivas) y a partir de ahí, tomar las decisiones más adecuadas.

«Conocer para conservar», insiste Mario Tena Marín, coordinador de Patrimonio e I+D+i en la Fundación Santa María la Real. «Por la naturaleza de nuestra actividad, suele haber recelo hacia las innovaciones. A veces trabajamos con medios o recursos que otros sectores llevan años utilizando y a los que nosotros hemos llegado a rastras», dice Tena. La entidad para la que trabaja diseñó en 2009 el programa MHS (Monitoring Heritage System), un sistema flexible que comenzó con la instalación de sensores para el control remoto en ermitas ya restauradas (para comprobar que se mantenían los criterios de conservación) y que en los últimos años ha ampliado su campo de acción hacia otros monumentos o sectores (como los estudios turísticos).

La herramienta parte de una premisa básica: la recogida masiva de datos y su posterior tratamiento mediante un algoritmo para, «de una forma rápida, sencilla y visual», saber cómo intervenir para la mejor conservación de ese bien o monumento. Lo han utilizado, por ejemplo, en el Templo de Debod, en Madrid. Allí han llevado a cabo un inventario digital del edificio: han colocado sensores y también medido y analizado todos los espacios y elementos del templo (incluso con un estudio desglosado de cada una de las caras de todos los sillares). Los resultados de esos estudios se han volcado en una base de datos georreferenciada (accesible desde tabletas o móviles) que permite conocer el estado de cada elemento y si es necesario actuar en alguno en concreto. A lo largo de los últimos años, la fundación con sede en Palencia ha llevado a cabo más de 600 intervenciones en bienes patrimoniales y ha monitorizado y conectado en red más de un centenar de espacios. Entre ellos, la muralla de Ávila, la fachada rica de la Universidad de Salamanca, la catedral de Palencia, el museo de San Isidoro de León o la villa romana de La Olmeda.

«Lo importante no es digitalizar porque sí, sino aplicar esa tecnología a las necesidades concretas», defiende Tena, quien recuerda que este profundo conocimiento que otorga el manejo masivo de datos mejora «la capacidad de planificación que nos permite pasar de la restauración a la conservación preventiva».

Esa apuesta por la inteligencia artificial es también la base del proyecto Art Risk, puesto en marcha por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Una de sus impulsoras, la profesora Pilar Ortiz Calderón, participó por videocon> ferencia en la reciente bienal AR&PA, celebrada del 10 al 13 de noviembre en Va-

LA RECOGIDA MASIVA DE DATOS PERMITE CONOCER MEJOR EL MONUMENTO

Dos trabajadores digitalizan documentos en el Archivo General de Simancas. CARLOS ESPESO

Archivos. Una renovada mirada a la Historia con mayor difusión y mejoras en la resolución

V. M. VELA En este 2022 se cumplen treinta años de la primera gran apuesta española por la digitalización de sus archivos estatales. El Archivo General de Indias (Sevilla) se fijó el reto de «informatizar» (así se decía entonces) 86 millones de páginas antes de 1992, fecha en la que se cumplía el quinto centenario de la llegada de Colón a América. Este imparable proceso por volcar el pasado en plataformas de futuro llegó al Archivo General de Simancas apenas un par de años después. «Se empezó por las colecciones más emblemáticas, en blanco y negro, con un nivel de resolución que hoy ha sido muy superado gracias a las nuevas tecnologías», asegura Julia Teresa Rodríguez de Diego, directora del centro simanquino, quien recuerda que la digitalización es «un instrumento fundamental» en su trabajo. Por un lado, colabora en la conservación de los documentos. Una vez que se ha digitalizado, ya no es necesaria, salvo casos muy excepcionales, su consulta física (así que hay menos dedos que los manipulan). Además, este proceso permite eliminar las manchas del papel, ampliar textos e imágenes, acceder con mayor calidad a los detalles. En Simancas cuentan con cuatro máquinas, manejadas por personal técnico capacitado, para escanear y tratar las hojas, legajos y documentos. Pero esta es tan solo una pequeña parte de todo el proceso que requiere la digitalización. Antes hay que hacer una descripción pormenorizada, porque ningún documento está aislado, sino que forma parte de series documentales. «Hay que ponerlo en su contexto» para favorecer después su recuperación, estudio, consulta y difusión. Por eso se trata de un proceso lento que ha llegado a cerca del 20% del total de los fondos con los que cuenta el Archivo General del Simancas. Pero, además, la digitalización favorece la labor de los investigadores que, desde cualquier parte del mundo, pueden acceder al patrimonio que se custodia en Simancas. «Durante la pandemia ofreció un servicio inmenso. Muchos investigadores no pudieron venir por las restricciones. Su presencia, hasta que no se abrieron las fronteras, se redujo mucho. Y las consultas a través de Internet y las plataformas digitales se volvieron imprescindibles», cuenta Rodríguez de Diego.

Verónica Rodríguez Hervada, que en octubre ofreció una ponencia en las Jornadas de Archivos y Legados Literarios celebradas en Valladolid, participó en la digitalización del legado de Miguel Delibes. La fundación del escritor vallisoletano conserva más de 15.000 documentos entre manuscritos, recortes de prensa, fotografías, audios y vídeos. «Y todo está perfectamente organizado, descrito, digitalizado y de libre acceso». Esto permite que investigadores de EE UU (después de España, el país que tramita más consultas) y otros lugares puedan acceder desde allí a una documentación que ya de origen estaba «bastante bien conservada» pero que adquiere nueva calidad gracias a su digitalización.

EL 20% DE LOS FONDOS DE SIMANCAS YA SE HAN DIGITALIZADO

NUEVAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN PARA MEJORAR LA PROTECCIÓN 600.000

euros ha destinado este año 2022 la Consejería de Cultura en ayudas para la modernización, innovación y digitalización en el sector del patrimonio cultural. «La digitalización de estos recursos patrimoniales permitirá garantizar un mantenimiento de los conocimientos y su difusión ‘on line’ orientada a todas las personas», aseguran desde la consejería. Líneas de investigación Diversas entidades trabajan en varios ámbitos vinculados con esta digitalización, como el desarrollo de bases de datos interoperables y repositorios de bienes, nuevas técnicas no destructivas de caracterización de materiales, sistemas de visión artificial para vigilancia, desarrollo de aplicaciones de mononitorización remota para el mantenimiento o sistemas de modelización de la evaluación de posibles riesgos.

>lladolid, enfocada este año a esa gestión digital del patrimonio. Su trabajo también emplea modelos matemáticos (algoritmos) orientados hacia la conservación preventiva de edificios monumentales. El gran objetivo es detectar los riesgos antes de que se produzcan. «Y ese riesgo depende de su vulnerabilidad y de los peligros que les acechan», apunta Ortiz Calderon. Dice la profesora que la pandemia de la covid ha hecho que esto sea hoy mucho más sencillo de explicar. Hay una serie de riesgos exteriores (el virus) que, en el caso del patrimonio pueden ser las condiciones atmosféricas, los desastres naturales, la acción del hombre. Y esos riesgos inciden en mayor o menor medida en función del grado de vulnerabilidad. El virus no afectaba igual a todas las personas (influyen su edad, las patologías previas). Detectar esas «patologías» en el bien patrimonial es fundamental para minimizar los riesgos. Eso permite prevenir antes que curar. Y además, esa recogida de datos para el diagnóstico se hace ahora con técnicas no invasivas, en las que apenas se necesita tomar muestras de los materiales, como explica Llucia Bosch Rubio, conservadora de Restaura, empresa con veinte años de experiencia en Italia que hace unos meses se extendió también a España.

Pero las nuevas tecnologías tienen una misión más en el mundo del patrimonio cultural y monumental. Son una aliada perfecta para difundir su valor y subrayar su importancia económica y social. «Tenemos grandes investigadores, arquitectos, arqueólogos... pero necesitamos más profesionales para la difusión del patrimonio», asegura Prieto. Para ello, Internet y las redes sociales son un vehículo fantástico. «No tanto para difundir solo mensajes informativos, el mero dato del monumento, sino sobre todo para compartir experiencias, contar historias que animen al público a visitar ese lugar y aprecien su valor», explica Libe Fernández Torróntegui, arquitecta y bloguera especializada en la difusión de patrimonio. «El entorno digital multiplica los espacios visuales y la posibilidad de acceder a contenidos patrimoniales, con visitas virtuales a monumentos. Eso está muy bien para darlo a conocer. Pero el patrimonio se completa cuando se experimenta, cuando se visita en primera persona», dice Olaia Fontal Merillas, directora del Observatorio de Educación Patrimonial de España, quien apuesta por una «alfabetización» en patrimonio que incluya mejor formación en Primaria y Secundaria y una atractiva difusión por las nuevas plataformas.

Las nuevas tecnologías han servido para multiplicar la visibilidad del patrimonio hasta límites insospechados. Lo que hace unos años se resolvía con postales y referencias en libros de arte, ahora se multiplica con páginas web, recorridos virtuales a espacios monumentales, reproducciones de cuadros que permiten hacer zoom hasta el más mínimo detalle, la digitalización de manuscritos que posibilitan su consulta al instante y desde miles de kilómetros. La tecnología no solo coopera en la conservación del patrimonio, sino que además es un socio privilegiado para su difusión.

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS SON CLAVE PARA AUMENTAR LA DIFUSIÓN

Mediciones en La Olmeda. EL NORTE

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