marzo de 2019 EL NORTE DE CASTILLA
Cuatro décadas de municipalismo en Castilla y León 467
Viaje periodístico meditado, ilusionado, transparente y artesanal hacia lo desconocido
VALLADOLID, MAÑANA LUIS MIGUEL DE DIOS Periodista en la redacción de El Norte en la noche electoral del 3 de abril de 1979
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e cómo El Norte de Castilla afrontó el reto de tomar el pulso a la ciudad y a la provincia ante las municipales del 79 El 23 de marzo de 1979, viernes, los lectores de El Norte de Castilla se vieron sorprendidos por algo inusual en el periódico: en una página de Local aparecía un cintillo ancho con fondo negro y, en letras blancas, la frase ‘Valladolid, mañana’. Toda una declaración de intenciones, ya en campaña electoral para los primeros comicios municipales el franquismo. Intenciones corroboradas por el artículo que, titulado ‘Las elecciones municipales, clave del futuro’, escribía Fernando Altés Bustelo, director del diario. Tras indicar que los políticos estaban dando una imagen «mediocre y anodina», afirmaba que las elecciones municipales eran más importantes que las legislativas porque de ellas iban a salir «los políticos del mañana» que tendrían que aprender a conducir los asuntos públicos, algo «distinto a mandar». Altés fue rotundo al calificar la situación de esta tierra: «Difícil encontrar una ciudad y una región más maltratadas». Sobre Valladolid escribía: «Ciudad antigua destrozada, sustituida por un quiero y no puedo de caserío madrileñizante y caótico producto de desaforada especulación, del mal gusto y de la avaricia». Y sobre la región: «Abandonada por sus habitantes empobrecidos, con la agricultura descapitalizada, casi a las puertas de convertirse en desierto». Bajo estas premisas, el director de El Norte de Castilla pedía a los nuevos gobernantes que tuvieran imaginación e inteligencia, “porque el hombre depende de ella, no de la fuerza ni del dinero”, les recordaba que la sociedad estaría vigilante y mostraba cierto optimismo sobre la posibilidad de recuperar la región, «primera que perdió su autonomía en una guerra». La introducción de Fernando Altés abrió una sec-
El autor del reportaje, de pie, la noche electoral del 3 de abril de 1979 en los estudios de la Cadena Ser, en Valladolid, con Juan Colino Salamanca, Fernando Barrasa, Germán Losada y Tomás Rodríguez Bolaños, que salió alcalde de aquellos comicios. :: FOTO ARCHIVO LUIS MIGUEL DE DIOS
ción en la que el periódico trató de tomar el pulso a la realidad de Valladolid y provincia. ¿Cómo? Hubo sus debates en la redacción. Parecía sencillo en el caso de la ciudad, si bien los problemas eran tantos que no resultaba fácil hacer una selección acertada. Respecto a la provincia, la cosa se complicaba más. Nada menos que 225 municipios iban a elegir alcalde y concejales. Y cada cual con una situación concreta. No se podía abordar la información con el baremo aplicado a la capital.
«Normales y raros» José Antonio Antón, entonces redactor-jefe, me encargó que llevara el asunto provincial. Le propuse elegir cuatro pueblos-tipo, uno en cada zona de la provincia, y dos «raros», ir a cada uno de ellos, hablar con la gente y con los candidatos y tratar de contar su actualidad, sus miedos, sus aspiraciones. ¿«Raros», qué era eso de «raros»? Pues, pueblos donde en las generales del 77 y del 79 se habían producido resultados «raros», es decir que no habían ganado ni UCD ni el PSOE. Había dos muy llamativos: Castronuño, con victorias claras del PCE, y Wamba, en el que se imponía el Partido Ruralista. El primero me sorprendió tanto por su peculiarida-
des (aun vivía gente de la pesca en el Duero y tres fincas acaparaban gran parte del término) como por el ambiente. Titulé: ‘Castronuño: un pueblo comunista sin rencor ni enemistades’. «Gane quien gane, aquí no pasará nada: somos todos amigos». Ganó el PCE. En Wamba venció una candidatura independiente, pese a que los ruralistas, que presentaban como candidato a un contratista de obras, daban por sentado su triunfo. Todos pedían más viviendas «pese a la fuerte emigración». La emigración fue el denominador común de las quejas de los cuatro pueblos-tipo elegidos: Becilla de Valderaduey, Esguevillas de Esgueva, Pedrajas de San Esteban y Alaejos. Con matices, claro. En Becilla, reinaba el escepticismo. En Esguevillas, confiaban en que si construían el centro escolar y un policlínico «seremos la cabecera de la comarca». En Pedrajas, parecían más interesados en continuar su industrialización que en el desenlace de los comicios, donde concurrían UCD y una lista independiente acusada de ser de izquierdas. Y en Alaejos, había críticas por los bajos precios agrarios y, esos días, por los cortes de luz «que hacen que el pueblo parezca una verbena». Ganó el PSOE.
Enfrentarse informativamente a los graves problemas que tenía la capital requería, en primer lugar, una selección rigurosa. ¿Cuál sí y cuál no? Creo que la primera criba la hizo Germán Losada, responsable de Local, y los temas se fueron repartiendo entre todos, casi siempre acompañados por un artículo de uno de los cabezas de lista. Veamos los sectores analizados por el orden en que aparecieron: ancianidad, zonas verdes y espacios libres, la Casa Consistorial por dentro, las finanzas municipales, solares y escuelas, las asociaciones de vecinos vistas por los no asociados, autobuses, Parva de la Ría, un barrio de la ‘Operación Suburbio’, abastecimiento de agua y cultura. Datos, opiniones de la gente y de los candidatos y posibles soluciones ilustraban unos reportajes cuyos titulares eran significativos. Ahí van algunos: ‘Ancianidad, problema social urgente’; ‘4.000 árboles para Valladolid’; ‘517 funcionarios en un solo edificio. Se impone la descentralización de servicios en los barrios’; ‘Poco más de 1.100 pesetas por habitante, participación del Ayuntamiento en los Presupuestos del Estado’; ‘La enseñanza estatal cubre el 41% de las necesidades’; ‘La empresa de los autobuses (Carrión) dice que pierde dinero, los trabajadores no lo creen y los usuarios protestan’. Y una frase de un vecino de Parva de la Ría: «Vivir aquí es suficiente para pensar que moriremos santos». Estos reportajes se alternaban con entrevistas en profundidad a los candidatos de las principales formaciones (concurrían once). Bajo el epígrafe ‘Objetivo: la Alcaldía’ desfilaron Manuel Vidal, de la Candidatura Independiente y alcalde entonces; José María del RíoHortega(UCD), Martín Parra (PTE), José Viera (Izquierda Republicana), Fernando Velasco (CD), Pascual Fernández (PCE) y Tomás Rodríguez Bolaños(PSOE), Curiosamente, estas entrevistas coincidían algún día con las incluidas en otra sección, ‘Los últimos de la Democracia Orgánica’, por donde pasaron concejales y diputados de la época franquista que aun permanecían en sus puestos. Y todo ello presidido por las noticias que llegaban de Madrid sobre la investidura de Adolfo Suárez, que el 3 de marzo juró su cargo ante el Rey. Ese día, precisamente, se celebraban los comicios municipales para los que el Gobierno destinó 2.900 millones de pesetas. Se emitieron 525,5 millo-
nes de papeletas. Y ese día El Norte de Castilla tituló: “Hoy se eligen los primeros alcaldes de la democracia”.
…Y la fiesta electoral A los periodistas actuales les costará entender cómo se cubrió aquella noche electoral. En el Gobierno Civil se recibían por teléfono los datos, que se iban apuntando a mano en un panel. Yo los copiaba y, cuando tenía los de varios pueblos, salía disparado a la redacción para mandarlos a talleres. En otras ocasiones, llamaba al Gobierno Civil y me los facilitaban. Y así varias horas. También telefoneaban al periódico corresponsales o colaboradores que nos daban los resultados de sus localidades. Una vez enviadas las cuartillas a los linotipistas, subía a Radio Valladolid, situado encima del periódico, y contaba lo que sabía. En la emisora había una fiesta por todo lo alto. Su director, Fernando Machado, organizó un ágape al que invitó a candidatos y autoridades. Entre tapa y copa se iba fue dando información acompañada de entrevistas y opiniones. Caso único en España. Iñaki Gabilondo, que conducía la noche electoral en la SER, preguntaba en cada conexión. «Valladolid, ¿sigue la fiesta?». Allí se supo pronto que la ciudad tendría alcalde socialista. No solo porque el PSOE contaba con 13 concejales y UCD, con 9, sino porque el cabeza de lista del PCE, Pascual Fernández, declaró que sus 4 ediles apoyarían a Bolaños. La Candidatura Independiente obtuvo 2 y CD, 1. En torno a las 3 de la madrugada Tomás Rodríguez Bolaños pronunciaba, en directo, sus primeras palabras como futuro alcalde. El Norte de Castilla tituló el día 4. ‘Alcalde socialista para el Ayuntamiento de Valladolid’. También destacó que la abstención fue «la gran protagonista de una jornada electoral tranquila». Y el 5 de abril recogía los datos de la Diputación: victoria apabullante de UCD (19 diputados) frente a 3 del PSOE, 1 de CD y otro del Partido Ruralista. El presidente sería Federico Sáez Vera. Y ese día se publicaban declaraciones de los jefes de fila. Bolaños: «No queremos una corporación presidencialista». José María del Río-Hortega: «La abstención nos ha perjudicado al centro y a la derecha». Manuel Vidal, que usó en su campaña el eslogan ‘Ser alcalde no se aprende; se es’: “¡Ojalá no tenga que oponerme nunca a nada!». Y colorín, colorado... El resto ya es casi actualidad.