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ADN
EL PECADO DE LA CARNE JAIME ROJAS
V
ersículos tiene la Biblia que describen el pecado de la carne como algo terrenal, natural y diabólico; de este mundo, para entendernos, y no del más allá. Ustedes y yo sabemos a qué carne se refiere, no a la chicha, a la magra o al filete, sino a la lujuria. De esto último, desconozco dónde se halla Castilla y León, en qué nivel, pero de lo otro puedo asegurarles que aquí hay tomate, mejor dicho, carne, para exportar. Son pecados que superan los siete capitales con muchos en común en las nueve provincias. Y pecadores, de carne y hueso, los que quieran, porque en cualquier rincón de esta comunidad es una religión ser carnívoro y donde hay religión existe el pecado que la transgrede. Ríanse de otros pueblos reputados por su adoración a la carne: aquí más, aunque solo sea por aquello de que no hay playa y el pescado siempre fue cosa de ricos y de enfermos. Más de siete pecados carnívoros, pues, nos tientan en esta tierra sin mar. Chuletón –de todas partes, con el de Ávila como pionero–; lechazo –el de Aranda puso la pica mediática ya hace años–; buey –ahora lo más pecaminoso–; cabrito –lo más tierno, pero fuera de moda–; cochinillo –en Segovia solo falta que los dibujen en las piedras del Acueducto–; pollo de corral –el hermano que nada tiene que envidiar a otros con más talento– y la caza –al borde del
:: EL NORTE
fusilamiento, pero extendida por toda esta tierra–. Me detengo en siete, aunque ya les digo que son más. Y lo hago guiado por el miedo a pecar en exceso y que no encuentre perdón; no quiero que mi alma deambule toda una eternidad. Ya ven en Castilla y León, pecadores de la carne y con todas las papeletas para condenarnos. Mas no se preocupen que, como los soldados de Napoleón que precisamente eran carne pero de cañón, habremos contribuido a que esta tierra sea el paraíso en el que en lugar de morder una cursi manzana, hincaremos toda la dentadura en un buen chuletón. Así nos expulsarán del edén con razón y pasaremos las de Caín pero con un buen sabor de boca.
«Habremos contribuido a que esta tierra sea el paraíso en el que en lugar de morder una cursi manzana, hincaremos toda la dentadura en un buen chuletón»