Municipalismo patrimonio inmaterial - Enrique Berzal

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ENRIQUE BERZAL

Memoria de lo esencial Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid

N

o es tarea fácil reivindicar los valores de la cultura tradicional en la sociedad de nuestros días. Para muchos, sobre todo para los más jóvenes, el mundo rural con sus costumbres, ritos, tradiciones y valores es, simplemente, un mundo que agoniza. Tampoco es tarea fácil contraponer el modo de conducirnos y relacionarnos hoy, presidido por el dominio de las nuevas tecnologías y la velocidad informativa, que no sabemos procesar ni discernir, a los valores de aquella cultura tradicional. No es tarea fácil, pero sí necesaria. A pesar del fantasma rampante de la despoblación, Castilla y León atesora buenas dosis de memoria de ese patrimonio cultural inmaterial, de esa manera de vivir y de relacionarse heredada de generación en generación, con su fecunda tradición oral y ese sentido de la religiosidad y de la dignidad que tanto han contribuido a conformar comunidades con identidades inclusivas, que festejan lo comunitario y cooperan para mejor aprovechar los recursos naturales. La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO define este último como «los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes– que las comunidades, los grupos y los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se trasmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad». Como ha escrito en más de una ocasión Joaquín Díaz, la sabiduría tradicional es un modo de conocimiento que proporciona mayor seguridad al individuo. Bucear por el patrimonio cultural inmaterial con-

tribuye a recrear usos y costumbres que han sedimentado la trayectoria histórica de comunidades humanas como la castellana y leonesa.

«Celebraciones y fiestas son esenciales en la tradición de nuestros pueblos, pues desde antiguo cohesionaban al vecindario en momentos vitales» Es, por ejemplo, reparar en la riqueza de creencias y cultos paganos que siguen conservándose en representaciones religiosas o festivas como, por

ejemplo, las hogueras que conmemoran el nacimiento de San Juan, las mascaradas o las celebraciones que, ligadas al trabajo agrícola, agradecen los frutos recibidos de la tierra. Es también preservar la música tradicional, con sus lutiers y sus instrumentos artesanales y esas danzas y composiciones cercanas al público y representativas de un determinado grupo étnico y cultural. Castilla y León es, sin duda, objeto de estudio privilegiado de investigadores y aficionados a los cancioneros, muy relevantes para conocer la singularidad de cada una de sus nueve provincias. Hablar de patrimonio inmaterial es hacerlo también de esos relatos mitológicos que, basados o no en hechos reales y narrados desde tiempo inmemorial, se actualizan y sirven para cohesionar a la comunidad, incluso como escuela de costumbres. Así explican los especialistas el origen de los cuentos y de los romances, que muchas veces tienen como protagonistas a personajes legendarios de la talla del Cid, Viriato o los Comuneros, sin olvidar las coplas de ciego, los pliegos de cordel o las aleluyas. Celebraciones y fiestas son esenciales en la tradición de nuestros pueblos, pues desde antiguo coincidían con los cambios de estaciones y cohesionaban al vecindario en la celebración de momentos vitales. Así se vienen explicando desde la Cuaresma y la Semana Santa hasta los encierros, estos últimos con animales reales o figurados, sin olvidar el uso ritual del fuego o las fiestas patronales. Pero el ocio y el entretenimiento no pueden entenderse sin los juegos tradicionales, transmitidos como actividad lúdica pero también como una forma singular de aprender, desarrollar habilidades, afianzar relaciones sociales y ejercitar la inventiva. Juegos como la peonza, el pañuelo, las tabas, la rayuela, la teja, la tanga, la rana o la calva, y deportes como los bolos con sus variantes provinciales o la lucha leonesa son parte indispensable de una cultura tradicional inmaterial que, para lograr su pervivencia, requiere por supuesto de la protección de las administraciones y de los organismos internacionales, pero, sobre todo, de algo mucho más importante: la participación de la propia población rural.

PALENCIA | El Patrimonio Inmaterial de Castilla y León | 2021 EL NORTE DE CASTILLA | 189


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