JESÚS PASTOR
Investigador de las tradiciones de Tierra de Campos
Sembrando a mano «De niños la siesta era obligatoria, algún día con final feliz como cuando nos decían ¡vamos, levantaos! que van a mantear al ‘pelele’. Entonces las calles se llenaban de risas, carreras y protagonismo compartido»
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e aburro abuelo no tengo batería en mi móvil. ¿Ves aquel palo? Con él y una piedra vamos a pasar un buen rato, jugando. Es sencillo nos separamos unos cuantos pasos y tiramos la piedra, quien más se acerque al palo gana puntos, como en tus videojuegos». Afortunadamente hay recopiladas y publicados la mayoría de nuestros juegos tradicionales. Desde las instituciones públicas y privadas se han consensuado reglas para poder organizar competiciones, locales, comarcales… El principio siempre fue el mismo, diversión jugando con lo que teníamos más a mano, me contaba un pastor y amigo, que con la gorra y la cacha se podía empezar una divertida partida, para pasar horas y ho-
ras amenas en el campo. Imposible desconectar el móvil de nuestros pequeños, pero la sabiduría de los mayores nos puede ayudar a disminuir su abuso, a través de aquellas tradiciones que llenaron nuestros días de infancia, corriendo por las calles de tierra entre paredes de adobes, cierro los ojos y siento las risas de la chiquillada jugando al escondite, la soga, el castro, las canicas,… ¿y esta pared? aquí se formaban unas partidas de pelota a mano, con tanta emoción como hoy la champions. «Es un hecho que ahora en los pueblos de Castilla se juega poco o nada al frontón». Pedro G. de Alba. Cerca de Villacreces oí a Santiago: «En esta tierra no hemos notado la crisis, porque llevamos muchos años en crisis»,
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por eso en este despoblado ya no hay gente que toque y viva al son de las campanas. En el pinar de Villalán un ateo, por la gracia de Dios, comentaba: «Este año no he visto por las calles al marrano antón, desde que enterramos al último cofrade se acabaron los refranes y las celebraciones, menos mal que en Bolaños mantienen y con buena aceptación la rifa de San Antón.». Un día después del 26 de junio de 1980 fiesta de San Pelayo y patrono de Villamuriel; Eugenio Oterino escribía en su Diario de un ciclista: «La peña La Castellana me invita a limonada, charlamos, van a empezar las vaquillas, unos cohetes lo anuncian». Las almendras garrapiñadas de Villafrechós, los helados de
«Imposible desconectar el móvil de nuestros pequeños, pero la sabiduría de nuestros mayores nos puede ayudar a disminuir su abuso»
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1 Villanueva, los confites de Castroverde y los fuegos artificiales de Valderas, nos recordaban días de fiesta animados con la banda de Gelasio, la orquesta de Arsenio, dulzaina y tamboril en verbenas y procesiones. Aún famosos hoy los paloteos de Berrueces y Villafrades, tan bien estudiados por Rafael y Elías. A principios de los ochenta en un intercambio epistolar con David Pérez entonces rector en Villagarcía me escribía «con nuestro museo, contribuimos a que amanezca en Tierra de Campos, una contribución a elevar el nivel cultural de nuestras gentes y una ayuda para el encuentro con las raices de su glorioso pasado». En los tiempos de siega y botijo, Ana Rosa informaba de que «en La Unión de Campos la cofradía de San Antonio tenía a principios del siglo XX, 150 cofrades, en 1980 veinte». Admiramos y aplaudimos a las cofradías que han mantenido la Semana Santa en nuestros pueblos, elogiable el Descendimiento en Villavicencio con la Tercera Orden Franciscana y reconocida universalmente por su arte, espiritualidad y participación generalizada del vecindario la de Medina de Rioseco, fiesta de interés turístico in-
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ternacional. Urones de Castroponce ha consolidad su festival de teatro alternativo proyectado y respaldado por la comarca en la que las comedias llevaban literatura y participación en las representaciones teatrales.
1. Representación del conjuro, en Cuenca de Campos. 2. Museo Ponce de León, en Santervás de Campos. 3. Cofrades, en Villavicencio. 4. IV Centenario Mercedario en Valdunquillo.
La hoguera de Santa Cecilia en Villalán, las lechugas de Valdunquillo variedad oreja de mulo, queso pata de mulo en Villalón, el domingo de resurrección en Villardefrades se disparan dos tiros en la cabeza de la figura de Judas, son tradiciones para festejar como las carreras de quintos en Tordehumos y Villagarcía. Como el guadiana aparece y desaparede, según el entusiasmo de los organizadores, la ruta de Fray Gerundio de Campazas, desde Santa Eufemia donde lo típico es comer huevos duros en honor de San Gregorio. La música castellana en todos los pueblos y las canciones llegadas más allá de los mares se interpretan con las voces más selectas cada verano en su festival de habaneras, único por estas tierras como la Procesión Cívica del Vítor. Joaquín Díaz es el gran referente de nuestra etnografía, con colecciones e investigaciones al más alto nivel reunidos en su Fundación, ubicada en Urueña uno de los balcones más bellos de la terracampina vallisoletana. Las Asociaciones Culturales vienen haciendo una labor admirable, para recuperar y mantener nuestro patrimonio inmaterial y en algunos casos aumentarlo con murales artísticos y repoblación medioambiental. Sé lo mucho y muy valioso que se nos queda en el tintero, aceptemos este aperitivo, para ir abirendo boca y enseñemos a nuestros nietos, a revivir las peticiones de lluvia y el conjuro de Cuenca para proteger las cosecha, los domingos tortilleros, carnavales que no salen en la tele y recreaciones que llenan Tierra de Campos de historia, historias, famosos personajes y un valiosísimo patrimonio inmaterial, pendiente de que lo pongamos en valor, un valor que cuando alcance su máximo objetivo, podremos confiar en el fin de nuestra despoblación y el comienzo, como en Roales hace ocho siglos, de la tan deseada repoblación terracampina.
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