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El tercer policía

Méndez Vides

El escritor irlandés Flann O´Brien (19111966), cuyo nombre es uno de los muchos pseudónimo utilizados por Brian O´Nolan, forma parte junto a Joyce y Beckett, de la trinidad irlandesa. Estudió literatura celta en Dublín, y quizá por esa afición se aproximó a Jorge Luis Borges, quien elogió su primera novela, En Nadar-dos-pájaros, como una de las grandes obras del siglo XX. Murió joven, a los 54 años, y póstumamente se publicó en 1967 El tercer policía, que se tradujo al español aparentemente hasta 1987, y ha ido gradualmente escalando como novela de culto en clave posmoderna, de fácil lectura, que contiene la sombra de Kafka, Pessoa y Joyce, como huellas de su tiempo.

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El primer capítulo es magistral. Donde se aclara que la novela tratará sobre el crimen de Philip Mathers, en el que participó el narrador ayudando a su amigo John Divney. Narrado en primera persona, expone en breves páginas su vida; describe la tragedia del padre dueño de bar, silencioso, que sólo conversaba con el perro, y la madre que “en su vida no tuvo más distracciones que preparar el té y entonar retazos de viejas canciones”.

Después de cierta Navidad los padres mueren, lo han abandonado a su suerte, queda solo con el perro pastor y un gato extraño que no desciende de los tejados. Al gato se lo miraba deambular, como si no fuera ese su hogar. El niño va a dar a un internado, donde a los diez y seis años descubre la obra del supuesto De Selby, físico y pensador francés cuyas observaciones indican que se trataba de un genio o un loco rematado.

A partir del descubrimiento, su vida gira en torno a la obra de De Selby, a la que se dedica con fruición, la estudia, adquiere todos los análisis que se han escrito al respecto, y emprende la tarea de escribir una obra gigantesca que explique el pensamiento del físico, corrigiendo los errores de otros investigadores. Más adelante, retorna al bar de su padre, ya en edad para dedicarse al negocio y a la granja. Allí lo espera Divney, quien ha sido encargado del bar durante su ausencia y sintiéndose propietario por las circunstancias lo admite a regañadientes.

Juntos planifican asesinar al viejo avaro, Mathers. Ceden a la tentación y Divney lo engaña. El protagonista muere y entra en una especie de infierno, donde se plantea la angustia de la culpa y los remordimientos, como castigo eterno.

En una incursión al estilo de Alicia en el país de las maravillas, el protagonista resulta en un mundo de policías dedicados a buscar bicicletas robadas, donde máquinas fantásticas practican o demuestran las teorías de De Selby. Hay bicicletas encarceladas, otras que casi se convierten en gente. La prisión es voluntaria e inevitable. Sabe que está pagando su culpa, y mientras desata ambiciones e imposibilidades, presencia la construcción del cadalso donde será ejecutado por el crimen.

La novela plantea lineamientos argumentales que despliegan una desbordante imaginación. Lo impresionante radica en el manejo del típico humorismo irlandés. El libro hace reír y asombra. Nos mueve por los límites del absurdo.

Una gran ironía es que la novela publicada póstumamente, fue escrita en 1940, antes de cumplir su autor los 30 años, en los tiempos iniciales de la Segunda Guerra Mundial. A él le gustaba refugiarse detrás de seudónimos, y desapareció antes de que la obra fuera una realidad en imprenta, ni supo de sus traducciones, ni que más de medio siglo después de su fallecimiento, se lo esté recomendando en Guatemala.

Ara Malikian ofrecerá una presentación en la que dará a conocer el disco Ara que grabó en 2022.

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