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La devastación como política de Estado
EL PATRIMONIO NATURAL Y CULTURAL CORRE PELIGRO EN MANOS DE LADRONES QUE NO SE TIENTAN EL ALMA PARA OBTENER GANANCIAS.
Los altos niveles de consumo, la posesión de armas y el poder de la impunidad no le garantizan a nadie la seguridad ni la vida en este país. Aunque se encierren en su colonia de lujo y sólo salgan en helicóptero, la pudrición se va derramando y llega un día que afecta a alguien cercano o directamente. La corrupción, recordemos, no puede sostenerse sin la violencia.
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No es exagerar decir que si el Estado ya no funciona ni para las élites, entonces más que estorbar, obstaculiza. Tratar de hacer un trámite sencillo, resolver problemas comunes o simplemente vivir aquí pueden volverse pesadillas cuando los funcionarios no cumplen con sus tareas y, bien al contrario, andan viendo si sacan alguna tajada de sus oficios. Si la cabeza del ejecutivo miente y roba, por qué no lo van a imitar sus achichincles. Su lógica es “ahora que hay lodo, enlodémonos”, y de cabeza se tiran al barrizal a hartarse de dinero, vendiendo escrúpulos y ética ante jugosas mordidas.
Día a día vemos cómo las leyes que se proponen en el Congreso fortalecen el andamiaje que están construyendo para destruir la democracia, el medio ambiente, la cultura. Todo mecanismo que promoviera la transparencia, la igualdad, el bien común, está siendo desmontado o convertido en engranaje de la corrupción. La iniciativa 6054 por ejemplo, que pretende centralizar bajo la coordinación del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales a todas las instituciones de competencia ambiental, es adversada por varios sectores, temerosos de que los “diputransas” estén buscando debilitarlas y así eliminarlas para explotar a sus anchas lo que para ellos son mercancías comerciables. El patrimonio natural y cultural corre peligro en manos de ladrones que no se tientan el alma para obtener ganancias.
El problema no es nada más este gobierno, sino una clase dirigente que ha permitido socavar las instituciones, evadiendo sus responsabilidades históricas y poner sus intereses por encima de la propia democracia. Nada han dicho las patronales de la situación vergonzosa de la Corte Suprema de Justicia, no digamos de las evidentes faltas del Tribunal Supremo Electoral que favorece a unos y condena a otros, violando sus propios principios y funciones. “El que calla otorga”, se dice, y su actitud equivale a aceptar la corrupción.
La población, que resulta siendo pagana de los desfalcos de las mafias incrustadas en el Estado, busca soluciones en vano, sin organizaciones que la representen y le ofrezcan una opción. Por ello en su horizonte la salida más viable es irse lejos a como dé lugar para tratar de vivir dignamente. La ciudadanía, agobiada por el malestar, se deja llevar, refunfuña, aguanta. Inclusive va a votar.
La indiferencia, la inercia, la inacción son actitudes pasivas que tienen consecuencias políticas y personales, como todo. Dejar que nos lleve la correntada sin evitarlo, sin oponer resistencia, es una tontería que nos pone en riesgo. En segundas, es una rendición y como tal, una lamentable pérdida.
Eduardo Antonio Vel Squez Carrera
Apuntes para la historia del Colegio Don Bosco de la Nueva Guatemala de la Asunción, 1931-1937
(V parte)
CUANDO MI PROMOCIÓN XXIV HIZO SU INGRESO AL COLEGIO YA EXISTÍAN LOS LLAMADOS EDIFICIOS DE PRIMARIA Y SECUNDARIA.
El 16 de octubre de 1954, en las páginas de El Imparcia se anunciaba el acto de clausura de labores y proclamación de la quinta promoción de bachilleres en el Colegio Santa Cecilia. Se decía que sería el 17 de octubre, en el Teatro Capitol, a partir de las nueve de la mañana. El programa incluía, además del himno nacional, un discurso de apertura y los cuentos de Hoffman por una orquesta y cantado a dos voces. Se repartirán los premios por excelencia, la recitación por su propio autor de una poesía, por el alumno de tercer año, Mario Monterroso. Finalmente, la entrega de los diplomas, las menciones honorificas y el saludo del reverendo presbítero director. La quinta promoción de bachilleres del Santa Cecilia,
1950-1954, estuvo integrada por: Miguel Ángel Argueta Mazariegos, Mario Álvarez Barraza, José Vicente Avendaño Pineda, Otto Mario René Benfeldt Asturias, Cesar Augusto Calderón Miranda, Mario Rolando Chávez Woods, Félix Francisco Espinosa, Mario Augusto Estrada, Carlos Alfredo González Hernández, Manuel Francisco Figueroa, Ernesto Flores, Víctor Manuel Gamboa, César Augusto Garzaro, Jorge Alberto Gonzales Alvarado, Héctor Antonio Hernández Cáceres, Alberto Lam Barrios, Luis Roberto Lara, Jorge Lionel Linares, Miguel Ángel Marcucci, Mario Marroquín Nájera, Manuel Alberto Molina, Federico Guillermo Morales López, Oscar Morales Alfaro, Mario Tereso Vargas y Juan Enrique Zepeda Urruela. Recuerdo también, que la promoción de Santa Cecilia, de la que fuera egresado el arquitecto y urbanista Hermes Marroquín, su graduación se realizó en el Teatro y Cine Real, que quedaba en la zona 3. Tres años después, a inicios de 1957 el colegio Santa Cecilia pasa a llamarse Colegio Salesiano Don Bosco. El 7 de febrero de ese año, El Imparcial publica una nota en la que relata que ser realizó los festejos en su fiesta titular por el día de San Juan Bosco. Menciona que se realizaron ejercicios deportivos y de distracción de los alumnos. Además, informa que en la actualidad se está construyendo un nuevo edificio que será de gran amplitud y acomodado a las técnicas educaciones modernas, bajo la dirección del ingeniero Carlos Asencio Wundelich.