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Los secretos de una crianza comprensiva y sensible
Por Marie Carrasquillo Especial para
Saludable
Muchos hemos escuchado historias sobre los métodos de crianza de nuestros padres (baby boomers) y abuelos. Por lo general, estos eran sumamente estrictos y no había mucha oportunidad para el diálogo. Con el tiempo, todo ha cambiado y los procesos de crianza no son la excepción.
“En la última década es que comienza a surgir este tipo de crianza basado en la filosofía de que muchos padres y madres tienen que atemperarse a lo que es esta nueva era de educar a nuestros hijos. En el pasado, los padres criaban, basándose en la crianza que ellos tuvieron. Ahora, en la crianza consciente, yo voy a criar basándome en las experiencias que mi hijo o hija están teniendo”, indicó Jennifer Torres, quien posee una maestría en salud mental y psiquiatría y, además, es directora de operaciones del Hospital Panamericano.
“Es ahí cuando se ejerce la crianza consciente, que no va dirigida a no establecer límites, sino a ponernos en los zapatos de nuestros hijos para, de ahí, partir a establecer un plan de crianza que sea estructurado, pero, a la vez, que el niño y la niña no interpreten que la forma de corregir sea razón para que nos tengan miedo como padres”, agregó.
Torres definió la crianza consciente como un proceso de introspección que realizan los padres para reconocer cómo pueden llevar a cabo una crianza positiva con sus hijos e hijas.
“Los adultos tenemos que tomar tiempo para autoanalizarnos e identificar cómo podemos hacer algún tipo de cambio ajustado y atemperado a lo que está viviendo nuestra niñez en estos momentos”, mencionó la profesional en salud mental.
¿Cómo se lleva a cabo la crianza consciente?
Para indicar cómo se puede llevar a cabo la crianza consciente, Torres mencionó que es importante que los niños expresen por qué quieren llevar a cabo una conducta.
“Por ejemplo, un niño le puede decir a sus padres que quiere que le regalen un celular. En la crianza tradicional le decían que no y, cuando el niño preguntaba por qué, le respondían: ‘porque no; yo soy tu papá o mamá y digo que no’. Esa es una crianza tradicional. En la crianza consciente le debes decir a tu hijo: ‘tú me puedes decir por qué quieres un celular’. El niño puede responder que porque sus compañeros tienen [uno] y quiere estar igual que ellos. Entonces, basados en esa respuesta, los padres deben entablar un diálogo con sus hijos donde se les explique por qué no se les puede comprar un celular y decirles las responsabilidades que eso conlleva como el pago de una mensualidad. Ahí tú les provees a tus hijos razones que sustentan la decisión que estás tomando”, añadió.
A juicio de Torres, una de las razones por las que nace la crianza consciente es el acceso a la tecnología, pues, hoy día, las respuestas que los niños no reciben de sus padres las pueden encontrar en internet. Esas respuestas puede que no sean las correctas y, en este ejemplo particular, como parte de su proceso de crianza, es importante que los niños entiendan por qué no pueden tener todo lo que desean.
¿Cuáles son los beneficios de la crianza consciente?
Torres destacó que uno de los mayores beneficios de la crianza consciente es que los canales de comunicación entre padres e hijos se abren. A la vez, los padres les enseñan a sus hijos el modelo de primero escuchar y luego conocer por qué algo está sucediendo.
“También les enseñas que, a pesar de las diferencias, puede haber respeto y objetividad, y ambas partes pueden cumplir con las reglas. Ya ese niño tiene una base de por qué las cosas ocurren de cierta manera y eso lo puede aplicar a su vida cotidiana, y comenzar a aceptar las diferencias de ideas”, agregó.
Por otro lado, hay quienes no conocen el término de “crianza consciente” y pueden ser demasiado flexibles o estrictos con sus hijos. Ambas crianzas pueden traer consecuencias negativas.
“Si no establecemos ese balance entre ser estructurados y, al mismo tiempo, amorosos, podemos rayar en la hiperflexibilidad y el hijo no nos va a ver como papá o mamá, nos puede ver como amigos, y la línea de autoridad se puede perder”, señaló.
En el caso de una autoridad extrema, esta puede llevar a los jóvenes a la rebeldía hacia la autoridad general. Este joven podría convertirse en un ser autoritario, que no va a saber relacionarse con personas que tengan diferencias de ideas. De acuerdo con Torres, en este tipo de crianza, no hay confianza hacia los padres y el joven podría empezar a compartir con grupos que realizan conductas no aceptables. Cuando entra a la adolescencia puede tomar decisiones erróneas porque no tiene a una persona que lo aconseje.
“No es algo fácil de llevar a cabo; como padres, siempre queremos representar una figura de autoridad, pero tenemos que cambiar la percepción y reconocer que debe existir una comunicación abierta y de respeto que nos permita admitir que ambos vamos a tener un beneficio”, puntualizó la directora de operaciones del Hospital Panamericano.
Por Karina Pérez Especial para Puerto Rico Saludable
La acción de comprometerse con las medidas preventivas ayuda a disminuir los riesgos de defectos congénitos o de nacimiento. Según la gerente de Salud Materno Infantil de March of Dimes Puerto Rico, Yadira Tabales Defontaine, los trastornos congénitos se asocian a factores genéticos o ambientales, o a una combinación de ambos, por lo que, a través de medidas de prevención y del refuerzo de protección, se pueden prevenir algunas anomalías congénitas.
No obstante, no se tiene una garantía y no todos los defectos de nacimiento pueden prevenirse, ya que es difícil identificar una causa exacta. Según las estadísticas de March of Dimes, se desconocen las causas en el 70 % de los casos. Los defectos de nacimiento son anomalías que ocurren antes o en el momento del parto y pueden causar problemas físicos, mentales o médicos de leves a severos. Existen tres tipos principales de defectos congénitos genéticos: defectos por mutación de un solo gen, defectos congénitos cromosómicos y defectos congénitos multifactoriales.
Tabales Defontaine, quien es también educadora en salud comunal, informó que los trastornos congénitos son la primera causa de muerte en menores de un año y que uno de cada 33 bebés nace con un defecto de este tipo. Entre los defectos congénitos que se presentan en los nacimientos vivos o embarazos que no llegan a término están los defectos del corazón, defectos musculoesqueléticos, defectos del tubo neural (anencefalia, espina bífida), defectos orofaciales (labio y paladar fisurado), defectos gastrointestinales y las anomalías del cerebro, entre otros. Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y March of Dimes reportan como los de mayor frecuencia a los defectos cardíacos, los defectos del tubo neural y el síndrome de Down. Según la educadora, los más prevenibles, basados en la disminución de riesgo al aumentar el incremento de ácido fólico, hierro, yodo, calcio o vitamina D, son los defectos de tubo neural y labio leporino.
Además, destacó que los padres tienen opciones para disminuir los factores de riesgo y los instó a informarse desde la planificación del embarazo o si están activos sexualmente en edades reproductivas.
¿Cómo disminuir los riesgos y aumentar la prevención?
Entre las herramientas, Tabales mencionó como prioridad el consultar con el médico desde antes de la concepción del embarazo o tan pronto te enteres. “De esta manera, puedes comenzar el trabajo en equipo con tu médico para identificar los factores de riesgo de la mamá o el bebé y modificar lo que se puede mejorar. El médico puede revisar el historial de ambos padres para saber cuán mínimo o alto puede ser el riesgo de un defecto congénito”, aseveró. Además, recomendó asegurarse de tener las vacunas al día, especialmente la de rubéola, y tomar 400 microgramos de ácido fólico diario desde antes del embarazo para prevenir los defectos del tubo neural.