INTRODUCCIÓN
¿Nunca te has preguntado por el significado de la frase «las cosas no son lo que parecen»? Pues bien, cuando hablamos del cuerpo humano, las cosas tampoco son lo que parecen. ¿Estás convencido de que tu cuerpo termina sobre la superficie de la piel? Si queremos tomar en consideración únicamente el cuerpo físico, debemos distanciarnos de la superficie. Por ejemplo, para medir los efectos de la transpiración: los poros transpiran continuamente emitiendo y exudando numerosas sustancias, más allá del límite de la piel. Al distanciarnos de la superficie de nuestro cuerpo podemos medir sus emisiones de calor, incluso a decenas de centímetros de distancia. Además, el cuerpo humano irradia ondas electromagnéticas, en la banda de los infrarrojos, mesurables con aparatos especiales que pueden situarse también a gran distancia. Nuestro cuerpo emana también ondas sonoras. El funcionamiento de los órganos genera ruidos, audibles en la distancia con un fonómetro o con otros aparatos específicos. Eso por no hablar de las emanaciones olorosas de algunas personas, también perceptibles a varios metros de distancia, en forma, según el caso, de perfume o mal olor (perceptibles ambos sin la ayuda de instrumental específico, simplemente con el olfato).