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La armocromía
Antes de entender cómo determinar de manera científica qué colores te sientan bien y cuáles no, debemos detenernos en la siguiente pregunta: ¿por qué es tan importante saber qué colores nos quedan bien? Una de las respuestas la encontramos en el libro Buyology. Verdades y mentiras de por qué compramos, escrito por uno de los más eminentes expertos en neuromarketing del mundo, Martin Lindstrom: «Cuando juzgamos inconscientemente a alguien alrededor de 90 segundos, entre el 62 % y el 90 % de esa valoración se basa únicamente en los colores».
El color no solo nos conecta como seres humanos, sino que es un instrumento que puede definirnos y hacernos más atractivos. Investigaciones internacionales han demostrado que, gracias a los colores, podemos crear impacto, pero si los colores que llevamos no nos mejoran, dicho impacto pierde potencia y la primera impresión que dejamos puede ser débil e incluso negativa.
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Con impacto del color me refiero a su impacto físico, por lo tanto estético, porque a nivel psicológico y fisiológico esta cuestión es mucho más compleja y este libro no es el lugar para profundizar en ello.
Los colores que «aplicamos» al cuerpo con el vestuario, el maquillaje y los accesorios interactúan con nuestros colores naturales. Saber gestionar bien esta interacción es beneficioso tanto para nuestra imagen como para nuestra psique: quien observa advertirá una mejora notable (que raramente es atribuida al cambio de colores que llevamos) y esto influirá en nuestra seguridad y autoestima.
Podemos «estimular» los colores del cuerpo, aquellos que nos ha dado la naturaleza, con los colores de la ropa, los accesorios y el maquillaje. Lo he experimentado con resultados positivos en centenares de personas y todavía hoy me asombra y fascina la magia que el conocimiento de nuestros colores «amigos» nos ofrece, igual que la primera vez que lo experimenté conmigo misma.
Ahora que has entendido el porqué, podemos adentrarnos en el cómo. ¿Alguna vez has escuchado que «a las personas de color les van bien los colores cálidos» o «a la gente rubia le favorecen los colores vivos»? Estas afirmaciones son únicamente verdades a medias. En realidad, la pregunta que hay que hacerse es: ¿según qué criterio un color aporta más o menos a una persona determinada y por qué? Ahora, haz un reset momentáneo de todo aquello que crees saber y consideras verdadero con respecto a este tema y prueba conmigo un nuevo punto de vista: el de la medición científica del efecto del color sobre el rostro.
Me explico. Puesto que nuestro cuerpo tiene colores menos brillantes y encendidos que aquellos que encontramos en la naturaleza, reforzarlos y resaltarlos con un sabio uso del color en vestuario, joyas, accesorios y maquillaje nos proporciona más atractivo. Piensa en cuando te dicen que «ese jersey turquesa resalta el color de los ojos». Empezaremos a razonar a partir de ese punto para comprender cuáles son los colores que crean en ti este efecto ¡guau!
Cada persona cuenta con una familia de colores que emula sus características cromáticas naturales. Estos colores son como un eco de dichas características y tienen el poder de hacer que nuestra imagen resulte más armoniosa y bella.
Para descubrir qué colores armonizan con las características cromáticas naturales de tu imagen, deberás fijarte en la interacción física (visual) entre tu rostro y los colores que llevas. La piel, el cabello y los ojos reaccionan de manera diferente en función del color que tienen cerca: pueden reaccionar bien (la piel tiene un aspecto homogéneo, los ojos y el cabello parecen luminosos), o reaccionar no tan bien, con la piel marcada y fatigada, y cabellos y ojos apagados. Los colores que se usan en contraste con el subtono de piel (este es el elemento del que se parte) pueden llegar a endurecer las facciones y avejentar; mientras que aquellos en armonía con el subtono de piel generan el efecto contrario, suavizando y rejuveneciendo el rostro.
¡Este es el gran poder de color! La explicación del subtono de piel, sobre el que se basa la elección correcta de los colores, la encontrarás a continuación. Pero antes deseo hablarte de cómo nació la idea del método para armonizar los colores con las características cromáticas naturales de la persona.
En el asesoramiento de imagen, la interacción entre el cuerpo y los colores se mide a través del método del análisis del color personal o análisis del color: al poner bajo el rostro una serie de telas de diferentes colores en una secuencia determinada, se registra la reacción en la piel, los ojos y el pelo, y de esa manera se puede determinar qué colores mejoran el aspecto frente aquellos que lo perjudican. Este es el único método realmente seguro y preciso (siempre que sea realizado por un profesional experto) para que la persona conozca su subtono de piel y su paleta de colores «amigos» con capacidad para mejorar el aspecto de su rostro.
Si te estás preguntando de dónde viene este método, quién lo ha ideado y desarrollado, la respuesta es tan compleja como fascinante. La armocromía aplicada a la persona, tal como la conocemos hoy,
tiene unos cien años de estudio e historia, y su origen se remonta a las primeras teorías del color en el ámbito artístico. A principios del siglo xx, el artista Johannes Itten, pintor, diseñador y escritor suizo, plantó la primera semilla de la armocromía e introdujo el concepto de color subjetivo.
Para dicho propósito, creó el sistema de las cuatro estaciones, una especie de tratado mediante el cual los colores forman parte de cuatro grandes familias, que coinciden exactamente con las cuatro estaciones climáticas: primavera, verano, otoño e invierno. Cada una de estas estaciones tiene sus colores, con características muy precisas, las cuales pueden estar en perfecta armonía con las características cromáticas de la persona.
Pie de foto: El bosque en otoño tiene una paleta de colores cálidos, semioscuros y opacos