Informe Especial

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Hidroeléctricas o termoeléctricas:

¿Un dilema brasileño?

Brasil reconoce que la expansión de su parque generador es imperativa debido al crecimiento de la demanda de energía eléctrica y que debe insistir en las hidroeléctricas por su gran potencial y porque la opción térmica representaría mayores impactos en el medio ambiente. En relación a las renovables, asegura que estas se encuentran limitadas por su menor densidad energética, por su carácter estacional y por la inmadurez tecnológica de la mayoría de estas fuentes alternativas.

n documento denominado Análisis comparativo entre Belo Monte y emprendimientos alternativos: Impactos ambientales y competitividad económica, de Nivalde J. de Castro, André Luis da Silva Leite y Guilherme de A. Dantas, del Grupo de Estudios del Sector Eléctrico del Instituto de Economía (IE) de la Universidad Federal de Rio de Janeiro(GESEL/UFRJ), avala la hipótesis de que Belo Monte representará menor impacto ambiental que otras fuentes alternativas. Remarcando que es clara la relación directa entre energía y desarrollo socioeconómico y que el acceso a formas modernas y eficientes de energía es un importante indicador de las condiciones de vida de una población, los autores aseguran, sin embargo, que no hay

producción y consumo de energía sin impactos ambientales. En consideración al crecimiento previsto para la economía brasileña y el aumento del ingreso promedio real de la población, indican que existe la necesidad de ampliación de la capacidad instalada de 6.000 MW, lo que haría de Belo Monte, una opción “extremadamente significativa”, cuidando lo dispuesto por la Constitución Federal de 1988 que impone mayor preocupación por los asuntos ambientales. IMPACTO LOCALIZADO Aseguran que en contraste con las centrales térmicas, la Planta de Belo Monte tiene “impacto localizado” y que estaría sujeta a 40 condicionantes a ser cumplidas por el consorcio emprendedor; vinculadas a la calidad del agua, impactos sobre fauna y flora, saneamiento, impactos sobre la población local, compensación financiera, recuperación de áreas degradadas y, monitoreo de planes y programas socio ambientales.

Indican que una importante característica del proyecto es la realización “en seco” de la mayor parte de las obras y que solamente se inundará las áreas cuando se lleve a cabo el cierre del embalse principal. “De esta forma se entiende que la construcción de la Planta de Belo Monte mitigará al máximo posible y previsible, los impactos ambientales, económicos y sociales, de acuerdo con la legislación vigente”, dicen. ALTERNATIVAS A BELO MONTE Los autores se refieren a la posibilidad de equilibrar la oferta y demanda de electricidad en base a una doble estrategia que implique una mayor incidencia en fuentes alternativas a la hidroelectricidad y sostienen que esto no tiene “consistencia”, debido al crecimiento anual de energía eléctrica en Brasil. Afirman que si bien la política energética brasileña debería priorizar no la hidroelectricidad, sino fuentes alternativas y aumentar la participación de estas en la expansión de la matriz eléctrica brasileña, indican que utilizar estas fuentes implicaría, principalmente, una pérdida de la competitividad de la

economía brasileña, en función del diferencial de costes de estas fuentes en relación a la hidroelectricidad. Precisan que, en este sentido, hay limitantes a la expansión de estas fuentes alternativas fundamentalmente en atención a la menor densidad energética que representan cuando se comparan con la opción hidroeléctrica, a su carácter intermitente o estacional y a la propia inmadurez tecnológica de la mayoría de estas fuentes, lo que redundaría en mayores costos. “De esta forma, en un escenario en que no fuese construida la planta de Belo Monte, la construcción de plantas termoeléctricas sería obligatoria para mantener el equilibrio y seguridad entre la carga y la oferta de energía”, subrayan. Concluyen afirmando que los costos de mitigación de los impactos socio ambientales de la planta de Belo Monte son del orden de R$ 3.3 mil millones de reales y que este valor es significativamente inferior al costo ambiental que una térmica a gas natural de ciclo combinado ocasionaría, calculado en R$ 24.125.04.000, aproximadamente y aseguran que la opción térmica posee un impacto ambiental casi 8 veces mayor que el costo de mitigación

ambiental de Belo Monte. CONCLUSIONES • El ciclo virtuoso de desarrollo socioeconómico brasileño impone al sector eléctrico la necesidad de una expresiva ampliación de la capacidad instalada en los próximos años para atender y soportar el crecimiento de la demanda. • La elección de las fuentes a ser priorizadas debe basarse estrictamente en criterios técnicos y económicos, donde el objetivo mayor es garantizar el suministro de forma concomitante con la búsqueda de la modicidad tarifaria y promoción de la sostenibilidad ambiental. • Fue posible constatar que políticas de eficiencia energética e inversiones en fuentes alternativas de energía son incapaces de atender por sí solas el crecimiento de la demanda por energía eléctrica. • A partir del análisis ambiental queda claro que la Planta de Belo Monte posee un menor costo socio ambiental. Presenta también el menor costo por MWh. • Brasil, en base al ejemplo de Belo Monte, construye las unidades generadoras de energía eléctrica más competitivas del mundo.


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