Las decisiones de Marketing de Camisetas, S.A. Durante aquellos primeros meses locos, habían aprendido bastante sobre el “proceso de producción”, pero muy poco de los gustos y preferencias de los clientes. En realidad, todo había sido a través de su “red de personas conocidas” por lo que no habían tenido que “vender”. Tras su visita al Centro de Emprego del Concello de A Coruña y a la Asociación de Ilustradores, empezaron a plantearse seriamente su futuro… aunque por caminos bien diferentes. Mientras que Luis se había entusiasmado viendo su firma en ilustraciones de éxito, Ana se imaginaba en medio de operaciones comerciales expandiendo su negocio. Fueron necesarios algunos paseos más por la playa de Caión y mucha sinceridad por ambas partes para que llegaran a conciliar sus sueños en una visión compartida pero, al fin, se pusieran manos a la obra. Empezaron por planificar un pequeño muestrario a su gusto para ponerlo a la venta en la mercería de la abuela de Ana, reservando una parte para visitar y ofrecer su producto en diferentes tipos de tiendas en la comarca: de ropa, de regalos, de “curiosidades”… Necesitaban experimentar para poder decidir. Lo más difícil fue decidir los precios. Echaron cuenta de lo que les costaban los materiales, pero no sabían como valorar su trabajo así que decidieron mirar los precios de productos similares para no “espantar” a los clientes. Eso les llevó a fijarse y compararse por primera vez en “la competencia. Sus camisetas les parecían mejores, pero si subían los precios nadie las compraría. ¡Ya no parecía tan buen negocio!. Estaban tan preocupados que empezaron a comentar sus problemas en casa: Los materiales eran caros, y la estampación de sus diseños, con tanto colorido y tan diferentes entre si, les salía por un ojo de la cara. Al verlos tomarse las cosas tan en serio, las familias empezaron a implicarse en su proyecto y, entre todos, fueron aportando ideas y soluciones. La abuela de Ana ya les ayudaba dejándoles espacio en la
tienda y la experiencia en el sector textil del padre les sirvió para, poco a poco, aprender a encontrar y negociar con nuevos proveedores. La familia de Luis también se fue ilusionando. La madre les enseñó como colocar y presentar sus productos y su hermana, abogada recién licenciada, les ayudó a registrar su propia marca: saldoiras (el mar de Caión seguía inspirando sus proyectos). En unos meses habían montado ya su “pequeña red de distribución”. Incluso habían diseñado sus propios folletos que repartían con más imaginación que medios (tiendas, pubs, discotecas, colegios, centro de salud…) y les empezaban a llegar algunas consultas y encargos por teléfono. Eran buenas noticias, pero también un problema porque la gente quería ver las camisetas. Tenían que desplazarse y no era rentable. Para solucionar este problema, y aprovechando la afición de la de la gente joven a Internet, decidieron hacer fotografías de todas las camisetas y abrir un fotolog. A partir de entonces ya no daban abasto y tuvieron que empezar a pedir ayuda para atender las solicitudes que les llegaban a través del correo electrónico. En aquel momento no fueron conscientes pero años después se dieron cuenta de que aquellas rudimentarias fotos les hicieron pasar un punto sin retorno: el camino al éxito. Fue entonces cuando el equipo empezó a crecer y decidieron convertirse en sociedad limitada, la sociedad anónima vendría tres años más tarde, aceptando un nuevo socio, el hermano de Ana que estaba acabando sus estudios de ingeniería informática, y que haría su aportación “en especies” con la elaboración de la tienda electrónica y el blog: www.saldoiras.com Con todo, lo que más les gustaba recordar de sus primeros tiempos, fue cuando conocieron a una chica que buscaba desesperadamente financiación tras haber pasado con poca fortuna por Operación triunfo. Ella creía en si misma, no aceptaba el fracaso, por eso decidieron invertir una parte de sus incipientes ingresos en patrocinar y apostar por su nuevo proyecto. Ahora NENA DACONTE había aplazado un concierto para ser la estrella de la inauguración de sus nuevas instalaciones en el Polígono de Pocomaco. Recordar les estaba sirviendo de terapia. En el fondo, estaban siguiendo el mismo esquema de sus primeros pasos y su empresa podía seguir creciendo al tiempo que apoyaban los sueños de otras personas. De hecho, su modelo de franquicia, estaba a
punto de recibir el premio a la innovación en mercados que convocaba desde hacía tres años el ministerio. La idea había surgido al ver el impacto en sus ventas tras el éxito de Nena Daconte. En todos y cada uno de los lugares que actuaban, la demanda de sus camisetas aumentaba de forma espectacular. Sin embargo, una red de tiendas propias no era la solución porque para venderlas, hacía falta una pasión que sólo habían encontrado en las personas con sueños propios. Por eso tampoco les valía la fórmula habitual de franquicia y la idea estuvo aparcada durante algún tiempo. Aquella extravagante propuesta de Enric desde Tarrasa, que buscaba algo especial para la pequeña tienda que quería abrir con sus artículos de cuero, les llevó a diseñar este nuevo modelo de expansión en el que sus camisetas se convertían en patrocinadoras del talento local. Menos mal que su equipo asesor ya estaba acostumbrado a sus rarezas y, en el fondo, habían disfrutado con el diseño de este nuevo modelo de acuerdo, mucho más humano que los habituales contratos que proponían los franquiciadores que a ellos tanto les había asustado años atrás. Incluso lo perfeccionaron cuando apoyaron a Lucía, fotógrafa free lance, que quería abrir su estudio en Zaragoza. Ahora Enric y Lucía podían desarrollar su talento desde un espacio exclusivo creado por Camisetas, S.A. e incluso se promocionaban entre ellos a través de un escaparate virtual en el que unos exponían los productos y locales de los otros. Mañana también estarían allí Lorena y Juan, que pronto inaugurarían un restaurante-librería en Madrid. Otros dos locos como ellos que habían conseguido unir dos pasiones tan diferentes en el mundo de los negocios, libros y comida, con un concepto que iba a dar mucho que hablar. Le habían dado muchas vueltas a su nuevo modelo de negocio porque el éxito, para que se mantenga, tiene que beneficiar a todos. Ahora, incluso con el crecimiento actual, se planteaban seguir manteniendo una línea de elaboración artesanal y colecciones de no más de 200 camisetas para no perder originalidad. Crear y compartir, eran los dos pilares de su empresa.