Notas del visionado de “La educación prohibida” Isabel Iglesias
Notas tomadas durante el visionado de “La educación prohibida” “Esta película es el resumen de un aprendizaje que continúa permanentemente y bajo ningún concepto debe enten180derse como concluyente en absoluto.” Tras el mensaje inicial, la película se inicia con el mito de la caverna para recordarnos que quien puede escapar a las sombreas y descubre nuevas realidades, siente la necesidad de regresar y compartir lo que ha visto: •
Hay tantas escuelas como realidades sociales
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Es parte de un proceso que quizá no tenga fin, un proceso para seguir buscando, para seguir aprendiendo.
Nos movemos en un paradigma fragmentario de materias estáticas, que no tienen evolución porque, entre otras cosas, somos esclavos de los objetivos porque necesitamos que algo sea medible, cuantificable y observable. Necesitamos compararnos con una escala estándar y por eso, cualquier esquema que se promociona desde el discurso establecido es incoherente con lo que la estructura soporta. Porque los maestros también son hijos prisioneros del sistema (demasiado reduccionista la afirmación, creo yo) ¿Cómo educar las emociones si no nos lo enseñaron? Las separaciones pueden estar hechas con árboles, pero los árboles también pueden ser muros. Para cuestionar algo hay que remontarse a los orígenes y el de nuestro sistema de escolarización se remonta a la Prusia del Despotismo Ilustrado en su descubrimiento de las bondades de una escolarización pública, gratuita y obligatoria, para conseguir personas dóciles y obedientes para la guerra. Y luego continuó, para conseguir obreros inteligentes que puedan repetir y perpetuar la conducta adecuada. Y, fundamentalmente, ahí seguimos. Pero, ¿todos tenemos que saber y querer hacer lo mismo? Este sistema que domestica en criterios únicos para seleccionar a “los mejores” es un sistema de exclusión social. Por eso, toda educación que busque otra cosa, tiene que ser prohibida para que sigamos confundiendo las verdades del mapa con las verdades del territorio.
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Notas del visionado de “La educación prohibida” Isabel Iglesias No hay más que observar a los niños para darnos cuentas de que nacemos con un maestro interior que nos impulsa al aprendizaje, a la observación sistemática. Como decía Paulo Freire, estudiar no es un modo de consumir ideas sino de crearlas y recrearlas. “Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho” La comprensión es una herramienta en constante crecimiento. El acceso al conocimiento, vital para el aprendizaje, ya no es una limitación. Es necesario cuestionar y repensar las estructuras porque no se trata de aprender las verdades sino de descubrirlas, de la riqueza y el potencial del proceso. Los niños aprenden a aprender jugando, porque el juego es un reto a lo que puede suceder. Educar es mostrar las respuestas sino los misterios, sorprender para estimular la búsqueda de explicaciones. Los errores no son sino los pasos del aprendizaje que nace de una pregunta en el caos, no de una respuesta en el orden. En todo caso, no de un orden estático y oxidado. La escuela no puede seguir orientada a la respuesta porque el aprendizaje nace de la pregunta: Cuando aprendemos a caminar no tenemos un lugar a dónde ir, caminamos por el simple placer de hacerlo. Sin objetivos. Nos hemos vuelto excesivamente intervencionistas. Decimos que hay que cuidar los bosques cuando lo necesario es que los dejemos en paz, no nos necesitan, al contrario. Con la infancia ocurre lo mismo, hay que cuidar las condiciones para la mente pueda desarrollar la información que trae de serie. El crecimiento es innato, no hay que estirarlo. Limitados por un mundo de creencias rígidas, incluso autoimpuestas, sentimos miedo al acercarnos a los límites. Sin embargo somos “sistemas autopoliédricos, organismos autoconscientes conectados con cierta autonomía de desarrollo en un aparente caos”. El porcentaje de niños con problemas, y medicados, aumenta de forma incomprensible. O tal vez simplemente no los soportamos y los etiquetamos como “demasiado esto”, “poco de lo otro”… Queremos niños estándar que hagan la mitad de todo. Sin embargo, la diversidad
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Notas del visionado de “La educación prohibida” Isabel Iglesias nos está diciendo que todos somos originales, que los adultos necesitamos desandar algunos caminos para comprender que: La diversidad no es una palabra sino un proceso que se esconde en la rigidez de lo “normal” La escuela debe ser un banco de experimentación. Y debemos recuperar el arte en su más amplio sentido porque es lo que nos garantiza una educación integral. No se trata de avaluar sino de acompañar. No debe haber edades ni barreras que nos separan sino experiencias que nos integran y para ello debemos reconstruir lo que hemos dejado en el camino: la vivencia intergeneracional. Fluir, tan de moda ahora, implica eliminar obstáculos ficticios. Se trata de no pararnos en límites inventados (materias compartimentadas) sino de continuar por donde nos lleva el instinto y la curiosidad. Y de asimilar que todos nos convertimos al mismo tiempo en estímulos para otros porque las capacidades humanas sólo se desarrollan desde el proceso. Toda la vida humana sucede en conversaciones, nos construimos mutuamente desde nuestra capacidad de autopensarnos, lo que implica aprender a conducirnos sin necesidad de límites externos, con la autodisciplina que implica la consciencia de manejar nuestra propia conducta, y la sustitución de la rigidez de las estructuras de poder por la asimilación de la autoridad funcional y la dirección de procesos. El problema no es el caos sino la falta, o la debilidad, de los vínculos. Asimilar la educación con el sistema actual es como aceptar un límite al proceso educativo, pero, ¿hay una educación que finalice o que sea exitosa? La libertad no se puede obligar, pero sí se pueden abrir espacios. Lo que necesitamos es trabajar con humildad y observar, porque el secreto es la mirada del ser humano sobre los otros: no podemos ver si no nos enfrentamos al aprendizaje interno, al cambio personal. Para poder ser maestros debemos aceptarnos como un continuo proceso en desarrollo. Los ideales no tienen lugar en la educación porque impiden la comprensión del presente.
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