5 minute read

Eduardo Andrés: Su diagnostico de autismo no paralizó sus ganas de superarse

Por: Jaynnie A. Morales Rosado Redacción enSalud

En ocasiones las historias de éxito vienen acompañadas de procesos duros que, incluso, se extienden por mucho tiempo. Muchas veces, ese camino difícil llega con un diagnóstico inesperado que cambia vidas. Ahora bien, todo está en cómo las personas asumen estos retos de vida y se enfocan en vencer todos los obstáculos. Esta es la historia de Eduardo Andrés Lebrón García, joven que con 19 años ha logrado superar los tropiezos que han traído su diagnóstico de autismo.

Advertisement

“Él tuvo un desarrollo normal hasta que tuvo el primer año de edad. Él empezó a decir sus palabras mamá, papá, jugaba peek a boo y cuando cumplió como un año y dos meses yo empecé a notar que Eduardo no continuó desarrollándose igual que su hermana… teníamos ese punto de comparación que era su hermana, y notamos que, como que su desarrollo se detuvo”, comenzó relatando María Teresa García, mamá de Eduardo, sobre las primera señales de alerta.

Julio Lebrón, padre del joven, señaló que al detenerse su desarrollo era como si Eduardo hubiera olvidado todo lo aprendido durante su primer año. Incluso, hubo una Navidad que le pusieron un regalo y el niño ni siquiera sabía cómo abrirlo.

Según la familia Lebrón García, en ese momento decidieron buscar ayuda profesional visitando a su pediatra, quien les dijo que tuvieran paciencia que los varones normalmente son un poco más rezagados al momento de hablar. No obstante, continuaron con la inquietud, por lo que al año y ocho meses de vida, le realizaron una evaluación del habla y resultó que tenía un retraso significativo en el lenguaje. Por lo tanto, la recomendación médica en ese momento fue brindarle terapias del habla y ocupacionales. Y así comenzó el trayecto de descubrir el diagnóstico.

“Su diagnóstico lo obtuvimos cuando tenía tres años, en ese momento habían unas clasificaciones diferentes de autismo… en ese momento nos dieron un diagnóstico de desorden pervasivo del desarrollo; que era o autismo atípico que tenía algunas características de autismo, pero no las tenía todas”, explicó María Teresa.

Asimismo, la familia compartió que al enterarse del diagnóstico fue un poco chocante, pero que luego estuvieron unidos y buscando las alternativas necesarias para ayudarlo en lo que fuese necesario. Al pasar unos meses, el niño comenzó en un cuido y paulatinamente entró a un Head Start para menores con autismo. Ese tiempo fue fundamental para Eduardo ya que ahí volvió a aprender a expresarse por medio de algunas palabras, acción que había dejado de realizar. Cuando el niño salió de su Head Start le proveyeron una recomendación que los padres no tomaron en consideración.

“Una vez sale de Head Start pues nos recomiendan ponerlo en un salón, lo que le llaman salón contenido, a lo que pues nosotros; mamá y papá entendíamos que esa no era la mejor ubicación para Eduardo, porque en aquel momento ya Eduardo había empezado a escribir, él leía, sabía los colores, sabía números, sabía muchas cosas que nosotros entedíamos que él podía dar más de lo que nos estaban ofreciendo”, expresó la madre.

Eduardo Andrés trabajando en su receta.

Luego de ese suceso comenzaron a buscar opciones de escuelas para Eduardo, pero ahí se les cerró una puerta que los dejó desesperados. Y es que, al intentar solicitar la admisión del niño a una escuela especializada esta fue declinada. Las lágrimas de frustración se hicieron parte del día a día. Sin embargo, a pesar de ese incidente, se abrieron dos puertas logrando encontrar dos escuelas que lo aceptaron. Así, entendieron que cuando una puerta se cierra es por un propósito y que de ahí se abren otras mucho mejores.

Desde ahí Eduardo comenzó en la escuela en corriente regular con asistencia por parte de su terapista Giselle, hasta lograr graduarse el año pasado de cuarto año con excelentes notas, comentaron los orgullosos padres. Así también, su madre destacó que Giselle ha sido pieza clave en la vida del joven ya que ha estado con él desde que tiene cuatro años hasta el momento que comenzó una nueva faceta como universitario.

El joven Eduardo Andrés no es del todo verbal dentro de su condición, pero sí comentó que actualmente está estudiando repostería en un centro universitario y ciertamente sus padres desde que notaron ese deseo por los postres no dudaron en apoyarlo. Demostrando así que no hay barreras que no se puedan sobrepasar.

“Desde que tenía como 14, 15 años siempre le ha gustado ver videos de Youtube, eso es una de las cosas que él más hace y dentro de las cosas que él veía, son videos de repostería. Aparte de eso desde chiquito a él le encantan las fiestas, él organizaba y ponía una mesa, con un mantel y preparaba entremeses, y nos sentaba a nosotros para que nosotros comiéramos de eso que él había preparado. Siempre le ha gustado esa parte de manualidades, de decoración y pues como vimos esa inclinación lo pusimos a coger clases privadas de repostería y vimos que tenía habilidad”, indicó la orgullosa madre sobre cómo descubrieron que este campo era del interés del joven.

Familia Lebrón García

De Izquierda a derecha: padre, hermana, madre, Eduardo Andrés

De la misma manera, mencionaron que el proceso con la universidad donde estudia Eduardo ha sido más que satisfactorio. Desde el primer momento no dudaron en proveerle todas las ayudas necesarias, desde los acomodos razonables hasta permitirle a Giselle que esté en el transcurso de sus clases como su maestra. El joven de 19 años cursa su segundo cuatrimestre y realiza bizchochos, galletas, entre otras cosas.

La familia expuso que muchas personas dudaban de Eduardo, incluso pensaban que ni siquiera podría terminar su cuarto año. Por lo que él les ha demostrado que no solo logró graduarse sino que trabaja incansablemente con su familia y personas cercanas para llegar muy lejos en la repostería que tanto le apasiona. Del mismo modo, evidenciando que un diagnóstico no define tu destino.

“Ha sido clave la red de apoyo que Eduardo ha tenido, porque mi esposo y yo trabajamos y tenemos familia, gracias a Dios su abuelita vive con nosotros y pues mientras nosotros trabajamos hay otras personas que también se han encargado de ayudarlo a él”, manifestó la madre sobre una de las piezas claves en el éxito que ha tenido el joven.

Eduardo Andrés junto a sus padres.

De acuerdo con su mamá, Eduardo disfruta de escuchar música, coleccionar trenes y ver videos en Youtube. Así también, a diferencia de otros jóvenes con este diagnóstico, él es un chico muy cariñoso y amoroso con las personas de su círculo, pero en especial con ella.

Eduardo Andrés Lebrón García es un vivo ejemplo de que no hay limitaciones en la vida y que cuando se tiene a las personas correctas, el camino puede ser maravilloso. Así como en su trayecto de vida hubo tropiezos y momentos difíciles, esto no lo detuvo ni lo detendrá de continuar con su propósito en la tierra que es inspirar a las demás personas a no rendirse sin importar los obstáculos.

This article is from: