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Torre de MORMOJÓN E. ROMO VELASCO
Para quien no conozca estas tierras, tendremos que empezar diciendo que la Torre de Mormojón está o estuvo situada junto al pueblo palentino del mismo nombre, alzada sobre el cerro del “monte mojón”, allí donde las estribaciones de los Montes de Torozos se abren a las inmensas llanuras de la Tierra de Campos. Los comarcanos le llamaban “La Estrella de Campos” y aún hoy, pese a su destrucción, sigue alumbrando desde lo alto, aunque su luz sea ya mortecina y su silueta haya dejado de impresionar a los viajeros. A tenor de cómo fue descrita por quienes la visitaron en la segunda mitad del siglo XIX, la histórica fortaleza de la Torre de Mormojón era una enorme mole pétrea de planta cuadrangular, constituida por tres líneas concéntricas de fortificación: La torre central y sus dos recintos murados, interior y exterior. Intentaremos aquí hacer una descripción detallada de lo que fue la desdichada fortaleza, así como de su deplorable estado actual. Partiremos para ello del centro a la periferia, y de lo más antiguo a lo más moderno.
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La Fortaleza de la
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10 LA TORRE CENTRAL Levantada en los tiempos de la Repoblación, o sustituta de aquella torre primigenia que, desde la segunda mitad del siglo X, dio nombre al castillo, al pueblo y a su alfoz: Era de planta cuadrada y estaba dividida en varios pisos que la elevaban a considerable altura, haciéndola visible desde la lejanía. “En el centro, y descollando culminante y aérea, arranca la torre del castillo, que hacía el tercer atrincheramiento de su conjunto militar. De forma cuadrangular con 24 pies de anchura y 40 de longitud interiores, se eleva en 4 pisos, que dan 40 hiladas de altura sobre la plataforma de las galerías; ciñéndola en sus tiempos marcial corona de robustos canes y caladas ladroneras en los supremos bordes de su altísima y deslumbradora cúspide, perdida en el viento y en la inmensidad” [V. García Escobar, 18532]. No pudo el escritor riosecano hacer una descripción más precisa pues, a mediados del siglo XIX, no quedaban de la afamada torre más que dos lienzos en el ángulo sureste. El resto se había derrumbado totalmente, como consecuencia de su gran elevación, el paso de los siglos, la negligencia de sus propietarios y, tal vez, los efectos del terrible Terremoto de Lisboa, del 1 de noviembre de 1755, que se hicieron notar con fuerza en toda esta comarca.
1 En el último tercio del siglo XV nació en Torremormojón un caballero hidalgo llamado Jorge Guillén, hijo de María de Pedraza y de Alonso Guillén, alcaide de la fortaleza. Tras su matrimonio con Teresa Ortiz, hija del alcaide de la vecina Montealegre, se trasladó a vivir a esa localidad donde, durante cuatro centurias, se perpetuó la familia hasta su mudanza a la capital del Pisuerga. En los años finales del siglo XIX nació en Valladolid un lejano y directo descendiente, el homónimo Jorge Guillén (1893-1984), renombrado poeta universal de la llamada Generación del 27, que pasó la mayor parte de su vida autoexiliado en los Estados Unidos de América. Cuenta Don José María Martín, párroco de Montealegre, que en un día memorable de su niñez al pequeño Jorge le llevó su abuelo a conocer los lugares que habían sido cuna y honor de sus antepasados. Muchos años después, desde la lejanía, escribió este pequeño y hermoso poema al que puso por título “Un Montealegre”. Todo indica, sin embargo, que lo que el poeta evoca en él es la emoción que le produjo la desmantelada Torre de Mormojón: “Una oquedad entre pocas piedras”. * GUILLÉN, Jorge: Cántico. Seix Barral, Barcelona, 1984. * MARTÍN MARTÍN, J. Mª: Montealegre: Datos, vivencias, recuerdos para su historia. Valladolid, 1992 2 VENTURA GARCÍA ESCOBAR: Abogado, político y escritor natural de Medina de Rioseco (1817-1859). En las páginas del Semanario Pintoresco Español publicó numerosos artículos sobre los monumentos de la comarca, que han sido reunidos en un volumen de reciente publicación por R. Pérez de Castro y F. Regueras Grande. García Escobar fue el primero en escribir sobre la Estrella de Campos. Fue también el primero en atribuir su construcción a “los cruzados, al regreso de las heroicas expediciones”. De él lo copió literalmente Carlos Sarthou Carreres para difundirlo en las muchas ediciones de sus Castillos de España. En otro artículo anterior ya había hecho García Escobar una interpretación similar al atribuir el vecino castillo de Villalba de los Alcores a “la caballería de San Juan, cuando al regreso de la primera cruzada erigió este poderoso alcázar”. Prescindiendo de sus tonos románticos y de sus particulares interpretaciones artísticas, tal vez no le faltase algo de razón: Los San-
El Aljibe Justo debajo de la torre, se hallaba situada una sala abovedada, con arcos fajones y forma de tonel. Es la llamada “Cuba de piedra”, utilizada en su día como aljibe para el almacenamiento de agua, pero que en su origen pudo ser una pequeña iglesia puesta bajo la advocación de Los Ángeles. Tiene todas las trazas de haberlo sido, salvo por el hecho de tener el ábside orientado hacia el oeste, en contra de lo que era preceptivo en la Edad Media. “Debajo de la línea del torreón del homenaje, y frente a la puerta gótica de acceso a la galería, se penetra por un estrecho paso en una cavidad especial, trazada a modo de gran tonel, cuya parte superior forman varios arcos semicirculares y cuyo fondo, de reluciente y duro cemento revestido, guarda también la figura cóncava. Varios orificios entre los arcos superiores indican que por ellos se llenaba este depósito, que según la tradición es el aljibe del castillo” [R. Becerro de Bengoa, 18783].
La Cuba de piedra: ¿un aljibe, una mazmorra, o una iglesia?
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Fachada del Recinto Interior. Dibujo de Ricardo Becerro de Bengoa. Publicado en: La Tierra de Campos. Álbum de excursiones. Palencia: Región, 2007.
Afortunadamente, este curioso habitáculo se ha conservado casi intacto; se puede hoy en día penetrar en su interior y observar en sus piedras los genuinos signos lapidarios, firma de los alarifes que lo construyeron. Por qué se salvó del derribo de 1884 es un misterio; quizás porque los operarios que lo efectuaron prefirieron conservarlo como una cueva donde poder guarecerse de las inclemencias del tiempo. EL RECINTO INTERIOR De planta cuadrada o rectangular, con muros de sillarejo y unos 35 metros de longitud en su fachada del Este, donde se abría una puerta de arco ojival. Protegía la entrada un cuerpo saliente o matacán sostenido sobre cuatro ménsulas. Sobre la puerta, tres escudos iguales que podrían ser las armas de Don Juan Alfonso de Alburquerque (†1354): las cinco flores de lis de los Alburquerque y los cinco escudetes de Portugal. De ser así, ya tendríamos la fecha de su construcción, a mediados del siglo S. XIV: “Una estrecha puerta gótica en su centro, de sencillez suma y sobre cuyo arco campean tres escudos de iguales timbres, consistentes en cuatro cuarteles iguales que ostentan cinco flores de lis y cinco escudos pequeños en cruz, respectivamente alternados. Son estos timbres la fe de bautismo de la fortaleza y ellos dirán qué casa y quién de la casa y en qué año se levantara” [R. Becerro de Bengoa, 1891]. Apenas franqueada la puerta, se abrían tres accesos: al frente, un portillo que daba paso a la sala subterránea, ya descrita como aljibe; a la derecha, una rampa de subida a la torre central; y a la izquierda, una galería ojival que daba la vuelta a todo el perímetro de la torre. La Galería Gótica Su destrucción total en 1884 nos ha privado de poder contemplar siquiera un trozo de lo que era, sin duda, uno de los edificios más singulares del proto-gótico hispano (S. XIII). Solo nos queda el escueto dibujo de Becerro de Bengoa y la descripción que hace de la galería:
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juanistas u Hospitalarios (la poderosa Orden Militar de los Caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalén) no sólo tuvieron posesiones en Villalba de los Alcores, sino además una casa-convento, documentada desde 1209, en el despoblado de Villaverde de Campos. Estaba situado este Convento de las Torres o Las Torres de Villaverde justo en el punto donde confluyen actualmente los términos municipales de Villerías y Ampudia con la Manga de la Torre. Hoy ya no queda absolutamente nada de él, pero en el siglo XIX pervivían aún algunos restos que en el Diccionario de Madoz (1845-1850) fueron atribuidos injustificadamente a los Templarios. Últimamente, los expertos se inclinan por atribuir la construcción del castillo de Villalba a los Téllez de Meneses. En justa correspondencia, este de Torremormojón, su parte gótica, habría que atribuírselo a los Girón, tenentes de la Torre en los siglos XII y XIII. * GARCÍA ESCOBAR, Ventura: -“El castillo de Villalba del Alcor”, en Semanario Pintoresco Español. Madrid, 1852. -“La Estrella de Campos”, en Semanario Pintoresco Español. Madrid, 1853. * PÉREZ DE CASTRO, R. y REGUERAS GRANDE, F.: Ventura García Escobar, Medina de Rioseco, Campos y Torozos en el Semanario Pintoresco Español. Asociación Cultural Domus Pucelae, Valladolid, 2009. * SARTHOU CARRERES, Carlos: Castillos de España (Su pasado y su presente). Espasa Calpe, Madrid, 1952 (3ª edic.). 3 DON RICARDO BECERRO DE BENGOA: Político y escritor de origen vasco (Vitoria, 1845 – Madrid, 1902) que pasó varios años afincado en Palencia, trabajando como catedrático de Física y Química en el Instituto de la ciudad. Miembro de la Real Academia de la Historia desde 1871. Alertado por las noticias que anunciaban el proyectado derribo de la Torre de Mormojón, subió hasta el cerro para verla de cerca y se quedó prendado de ella. Tomó diversos apuntes personales, esbozó algunos dibujos y publicó varios artículos en la prensa, todos con el mismo título: “El castillo de la Torre de Mormojón”. Tenemos al menos constancia de cuatro de ellos, aparecidos en los años 1878, 1882 y 1891. Sus descripciones de la fortaleza son claras y precisas, de rigurosidad científica, pero erró en sus interpretaciones históricas. La Torre de Mormojón nunca fue señorío de los Ayala, salvo tal vez un periodo en que pudo estar ocupada por las armas en los conflictivos años finales del reinado de Enrique IV el Impotente (†1474), cuando fueron ocupadas Castromocho y Villalba. Tampoco parece probable que el derrumbe de la torre central fuera debido a las secuelas de la Guerra de las Comunidades. Su propietario, Don Alfonso Pimentel, V Conde de Benavente, no reclamó daño alguno que se hubiese producido sobre este castillo, a diferencia de lo ocurrido con la fortaleza de Cigales. Así se pone de manifiesto en la obra de Luis Fernández Martín, bien documentada. Don Rafael Navarro García, en su Catalogo Monumental, tomó prestadas estas fallidas interpretaciones históricas de Becerro de Bengoa y, sin someterlas a crítica, las dio por buenas:
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Galería Gótica. Dibujo de Ricardo Becerro de Bengoa. Publicado en: La Tierra de Campos. Álbum de excursiones. Palencia: Región, 2007.
“Esta porción amplificadora y envolvente del primitivo castillo gótico fue edificada por D. Pedro López de Ayala, prócer vasco, de Nanclares de Oca, cuando estaba desterrado en Ampudia por Enrique IV en 1457, a causa de las disensiones tan graves entre los gamboinos y oñacinos que ensangrentaban las tierras vascongadas. Los blasones de este señor, bárbaramente picados como represalia humillante de las gentes imperiales que vencieron su actuación de comunero, estaban en los muros del ángulo Norte”. Ningún Pedro López de Ayala, que sepamos, tuvo nada que ver con La Torre. Ni el Canciller (†1407), ni su nieto el Merino de Guipúzcoa (†1458), ni su tataranieto el comunero Conde de Salvatierra (†1524). Confundir a estos dos últimos como si fueran uno solo parece un error serio. Durante muchos años, de los datos de ese Catálogo se han nutrido decenas de escritores y esta supuesta autoría aparece en los libros sobradamente repetida. * BECERRO DE BENGOA, Ricardo: - “El castillo de la Torre de Mormojón”, en La Semana Palentina, Nº 22. Palencia, 29 de Septiembre de 1878. - “El castillo de la Torre de Mormojón”, en El Ateneo Palentino. Revista Quincenal, Nº 41-42. Palencia, 22 y 29 de Septiembre de 1878. -“Arqueología castellana: El castillo de Torre Mormojón”, en Semanario de las familias. Nº 7. Madrid, 14 de Agosto de 1882 - “Excursiones castellanas. El castillo de la Torre de Mormojón”, en Revista de España, T. CXXXIII. Madrid, Marzo y Abril, 1891. - La Tierra de Campos. Álbum de excursiones. Región Editorial, Palencia, 2007. * FERNÁNDEZ MARTÍN, Luis: El movimiento comunero en los pueblos de Tierra de Campos. Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, León, 1979. * NAVARRO GARCÍA, Rafael: Catálogo Monumental de la provincia de Palencia. (T. IV) Partido judicial de Palencia. Palencia, 1946.
“Penetramos en el cuerpo central, y con gran sorpresa nos hallamos en una sencilla y preciosa galería gótica, que a juzgar por la ruina que hoy queda, daba vuelta a todo él. Arrancan los rudos nervios de sus bóvedas de unos pobres capiteles puestos a poco más de metro y medio del suelo, y están sostenidas aquellas por dos arcos cruzados solamente […]. La altura de las claves es aproximadamente de unos tres metros, y en una de ellas, íntegra aún sobre la ruina de las bóvedas inmediatas, en el lado meridional de la torre, se ven dos rostros esculpidos, de mujer el que mira al interior de la galería, y de hombre, con partida perilla, el de la faz exterior. No puede darse tampoco nada más rudo, ni más primitivo en el arte gótico que estos curiosos restos” [Becerro de Bengoa, 1878]. Es preciso advertir que es en relación a la altura de este recinto interior donde se advierten las mayores discrepancias entre el relato de García Escobar de 1853 y el que hizo Becerro de Bengoa en 1878. Para éste, la altura de sus muros era solamente de 9 metros, mientras que para aquél eran prácticamente el doble, pues sobre el corredor de la galería gótica “se debía alzar otro de trazas análogas, para dar salida a la azotea”. Esta diferencia de altura se hace aún más evidente en los dibujos de la fortaleza con los que ilustraron sendas descripciones: En el de García Escobar el cuerpo central se alza poderoso por encima de los torreones, mientras que se hace apenas perceptible en el de Becerro de Bengoa. Sin duda, la ruina había avanzado sobremanera en los 35 años transcurridos entre ambas descripciones. Al derrumbarse la torre central, sus escombros cayeron sobre las edificaciones circundantes y acabaron por hundir la galería gótica, en la que en 1878 ya no se podía penetrar. Una calle interior, de 7’5 metros de anchura, separaba todo este maltratado cuerpo central del otro recinto exterior, de mejor factura y alzado en las postrimerías del siglo XV.
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De planta rectangular (48 m. x 54), ligeramente trapezoidal, con barrera hecha toda de buena piedra de sillería, cornisa coronada de almenas, ocho cubos cilíndricos y una torre pentagonal. Los cubos: Redondos y de 11 metros de altura, dos más que la de los muros. Su diámetro aumentaba de grosor de arriba abajo en tres bandas paralelas y escalonadas hasta apoyarse en un plano inclinado en su base. Estaban estos ocho cubos situados en los cuatro ángulos, dos en la portada y otros dos en los intermedios de los laterales norte y sur: “En la mitad de las líneas laterales se alzan dos cubos, de la misma forma que los angulares. Son todos ellos artísticamente escalonados, anchos y en talud en sus bases, y sucesivamente de menor diámetro en los otros dos superiores que coronan la cornisa y las almenas. Mide el muro 9 metros de altura, y sobre él alza el coronamiento de los cubos otros dos más. Tienen éstos: 6’50 de diámetro en su parte alta y descubierta los de la puerta, 8 los angulares y laterales y 9’50 los dos posteriores” [Becerro de Bengoa, 1891]. La fachada principal Estaba situada en el lado Oeste (en el frente opuesto a la fachada actual), con cuatro cubos, dos en las esquinas y otros dos flanqueando la puerta. Era ésta de unos dos metros de anchura y arco de medio punto rebajado; estaba protegida por
Dibujo de Ventura García Escobar (1853).
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EL RECINTO EXTERIOR
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Dibujo de Ricardo Becerro de Bengoa (1878).
un fuerte matacán y situada a bastante altura del suelo, sobre una escarpa que la hacía inaccesible: “A la derecha e izquierda se extiende la línea de la fachada, con cuatro torreones cilíndricos, dos que defienden la puerta y dos angulares. Tiene la fachada unos 48 metros de línea, distribuidos de este modo, a cada lado del eje de la construcción: 8 el torreón angular, 6´30 el lateral de la puerta, 8 el muro intermedio, y 2´10 el del dintel” [Becerro de Bengoa, 1878]. La barbacana Una fuerte construcción defensiva exterior, conocida como barbacana, constituía el vestíbulo del castillo y era el paso obligado para poder acceder a la puerta principal. Su forma era semicircular-cuadrangular, de 15 metros de diámetro, y coronada de almenas como las del resto del recinto. El enorme puente levadizo, necesario para salvar el foso entre la barbacana y la puerta, se apoyaba sobre una pilastra intermedia que evitaba su encorvamiento: “Para entrar a la fortaleza había que subir a la luneta exterior, y de ella se transitaba a la portería por medio de un inmenso puente volante que desde ella caía sobre el glacis del luneto sobre un espacio de muchos pies, en cuyo intermedio se levanta todavía el pilastrón destinado a sostener el levadizo, que sin este sustentáculo se apandaría por su largo trayecto bajo el peso de la guarnición” [García Escobar, 1853]. La fachada posterior Aunque desmochada, es la única parte del castillo que ha conseguido llegar hasta nuestros días en aceptable estado de conservación. Los escritores del siglo
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XIX apenas le prestaron atención, tal vez porque lo que hoy sobrevive y algunos toman por fachada principal era inferior en hermosura al resto del recinto. Está situada esta fachada en el lado Este y cuenta con muros huecos de más de cuatro metros de grosor, dos cubos cilíndricos en las esquinas y otro pentagonal en el centro. Junto a esta torre pentagonal en proa, se abre una estrecha puerta, situada, al igual que la principal, a considerable altura del suelo, por lo que solo podría accederse a ella mediante un nuevo puente levadizo o pasarela para salvar el foso que rodeaba todo el recinto. El torreón del ángulo norte, hoy con trazas de arruinado palomar, era el lugar elegido tradicionalmente por los torrejanos para celebrar la torna-boda (el día siguiente a la boda), creyendo asegurarse con ello numerosa y fecunda descendencia. La galería subterránea Lo realmente interesante de cuanto se conserva en la actualidad se encuentra en el interior de estos muros. En ellos se abre una oscura galería subterránea (1’40 de ancha x 2´50 de alta), hecha toda de piedra sillar, con diversos pasadizos y cámaras de tiro que semejan “un submarino de piedra”. Se accede a ella desde la calle interior, mediante dos escaleras de 16 y 9 peldaños respectivamente: “Dentro de la torre pentagonal, una escalera baja a una galería intramural, practicada de un extremo del lienzo a otro, una distancia de cuarenta metros, al nivel del suelo del foso. Por ella se accede a angostas cámaras rectangulares dentro de las torres, que cubren el foso con sus troneras. El espesor de las paredes sobrepasa los cuatro metros. El grosor de la construcción, y los apretados ángulos de los pasadizos de conexión, dan la sensación de estar en un submarino de piedra” [Edward Cooper, 19914]. No cabe duda de que toda esta poderosa y compleja disposición defensiva tenía por objeto el proteger a la torre central frente a posibles ataques desde la explanada que precede al castillo, su flanco de máxima exposición. Su construcción debe ser atribuida al Condestable Don Bernardino Fernández de Velasco (†1512):
Plano de la Fortaleza (Modificación del publicado por Cobos Guerra).
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4 EDWARD COOPER: Da pruebas de su buen hacer de investigador en los tres volúmenes de sus Castillos Señoriales. A Torremormojón le dedica apenas una página, pero es el primero en ver “la nave subterránea de una iglesia, con el ábside hacia el oeste”, en lo que todos antes habían visto solo un aljibe. Cita además un memorial del contador Hernando Portocarrero en el que “de descargos del anima del conde don Rodrigo Alfonso Pimentel” se hacen ciertos pagos a “Pedro Marcos que hizo la Torre de Mormojon e Cigales e Valladolid e Cebico de la Torre”. Fue este IV Conde de Benavente, Don Rodrigo Alfonso Pimentel (†1499), un gran constructor de castillos y cercas: Benavente, Portillo, Villalba, Castromocho… Esta noticia escueta abre un interrogante sobre si pudo ser también él quien, habiéndola tomado por las armas, iniciase la construcción del recinto exterior de la Torre de Mormojón; la fecha de 1485 que aparecía grabada junto a la puerta principal podría ser significativa al respecto. Los escudos de los Ayala que, según el testimonio de Becerro de Bengoa, figuraban sobre los muros del ángulo norte, podrían ser los de su asociado Don García López de Ayala (†1485), señor de Ampudia, que participó con el conde en la toma de Villalba de los Alcores en abril de 1469. * COOPER, Edward: Castillos señoriales en la Corona de Castilla (3 Vols). Salamanca, 1991.
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Estado actual de la fachada del Este.
“De ser ciertas las cantidades de dinero que los Velasco aseguran haberse gastado en la obra, ésta debería haberse acabado por completo” [Cobos Guerra, 19985].
5 FERNANDO COBOS GUERRA Y JAVIER CASTRO FERNÁNDEZ: Son autores de la que es, hasta la fecha, la guía más completa de las fortalezas castellano-leonesas. En lo que respecta a la Torre de Mormojón, ofrecen un plano de la fortaleza bien trazado, aunque se echan en falta el recinto interior, la barbacana y un cubo del lienzo norte. Aciertan de pleno al olvidarse definitivamente de Don Pedro López de Ayala y atribuyen las obras del recinto exterior a Don Bernardino Fernández de Velasco (†1512), con la correspondiente confirmación documental: “En el pleito entre las dos hijas de Bernardino se manifestaba ‘quel dicho Condestable edificó e hizo edificar la mayor parte de la fortaleza de la Torre de Mormojón, e que la fortaleza antigua della era sola una torre, e que todas las otras barreras e cubos e baluartes e bóvedas hizo hazer e edificar el dicho Condestable, que gastaría e gastó en los edificios de la dicha fortaleza 7 ó 8 cuentos de maravedís, e más”. Tal vez no fuera Don Bernardino quien iniciase la construcción del recinto, pero sí queda claro que fue él quien costeó la mayor parte de las obras, probablemente entre los años 1502 y 1512. * COBOS GUERRA, F. y CASTRO FERNÁNDEZ J. J.: Castilla y León: Castillos y Fortalezas. Edilesa, León, 1998.
La historia de esta fortaleza es ciertamente intensa y dilatada en el tiempo. Citaremos simplemente a algunos de sus “señores” en rápida enumeración: Los condes Don Pedro Ansúrez y Don Pedro González de Lara, los Girón, los Haro, los Laso de la Vega, Don Juan Alfonso de Alburquerque, los Herrera, los Velasco, los Condes de Benavente y los Duques de Osuna. El último de estos señores fue el XII Duque de Osuna, D. Mariano TéllezGirón, que dilapidó toda su fortuna tratando de emular con sus fastos a los propios Zares de Rusia. Entró en bancarrota y todos sus bienes en Torremormojón, Castromocho y Baquerín salieron a pública subasta el 8 de julio de 1863. El castillo pasó entonces a las manos de un médico o subastero llamado D. Federico Rodríguez Tabares, en cuya mente estuvo ya desde el principio la idea de hacer negocio fácil usándolo como cantera tras proceder a su demolición. No consiguió evitarlo la declaración de Monumento Nacional del 6 de septiembre de 1878. Era el primero de los monumentos palentinos que recibía tal distinción, pues San Martín de Frómista no la consiguió hasta 1894 y San Juan de Baños hasta 1897. Pero la declaración se hizo de forma apresurada y llevaba en sí misma un penoso error que le restaba validez. Estaba basada en un informe equivocado de la Real Academia de la Historia (30 de agosto de 1878) en el que se daba por supuesto que el castillo pertenecía a la Hacienda Pública y que era el propio Estado quien pretendía venderlo. Se solicitaba del Ministerio de Hacienda la suspensión de la venta y la conservación del castillo como monumento históriconacional. Y eso fue precisamente lo que concedió la declaración ministerial. La realidad, sin embargo, era muy diferente; el castillo era y había sido siempre de propiedad privada y, aunque se entablaron negociaciones entre el propietario y el Ministerio de Fomento para su adquisición por el Estado, éstas no llegaron a fructificar. En realidad, lo que les interesaba a ambas partes era la demolición: al
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La fachada del Este desde el interior. propietario para vender la piedra al mejor postor, y al Ministerio de Fomento para comprarla y terminar con ella la proyectada carretera entre Villamartín de Campos y Medina de Rioseco. Así las cosas, el castillo quedó sentenciado. Cuesta trabajo creer que todo aquel conjunto monumental, cuyo recinto exterior aparecía todavía en 1880 “conservado como si acabara ahora de construirse”, pudiera ser bárbaramente demolido, a golpe de piqueta, cuatro años después. Y solo para cimentar con sus piedras la carretera comarcal C-612. Pero así fue. Aparece en los libros confusa la fecha del derribo, quizás porque Don Francisco Simón Nieto la situó en el año 1874: “Sobre esta cónica eminencia, a la que nos aproximamos rápidamente, se divisa otra fortaleza casi del todo arruinada: son los restos del castillo de Torremormojón, destruido en 1874, a pesar del carácter de monumento nacional que ostentaba, y a pesar de su arrogante aspecto y de su interesante historia” [Francisco Simón Nieto, 18956]. Es evidente que esta fecha está equivocada y habrá que retrasarla diez años más. Bastan como pruebas la propia declaración de Monumento Nacional de 1878 y la carta del alcalde de Torremormojón de 26 de octubre de ese mismo año. Y por si no fuera suficiente, tenemos esta breve nota publicada en la Revista de la Sociedad Central de Arquitectos el 10 de junio de 1882: “A consecuencia de las obras de la nueva carretera de Villamartín a Rioseco, parece que se demolerá, en parte, el histórico castillo de la Torre de Mormojón, declarado monumento nacional. La comisión de monumentos de Palencia tiene ya informado acerca de su estado y mérito histórico”. Y en efecto, la demolición se llevó a cabo, no en parte, sino casi total. Algunos años más tarde tuvo lugar la chapucera reconstrucción de Don Clemente Herrero, con grandes paredones de tapial, llenos de nidales u horacas, para reconvertir al fenecido castillo en un gigantesco palomar. Pero esa es ya otra historia diferente.
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6 DON FRANCISCO SIMÓN Y NIETO: Eminente personalidad palentina (1855 - 1920), con una sensibilidad por el arte y la historia muy parecida a la de Becerro de Bengoa, aunque más joven y más adinerado que él. No llegó a tiempo para salvar la Torre de Mormojón, pero consiguió librar del derribo al castillo de Montealegre de Campos que en 1908 ya había sido vendido a quienes pensaban utilizar sus piedras como balastro ferroviario. * SIMÓN Y NIETO, Francisco: Los Antiguos Campos Góticos. 1895 / Reimpresión: La Editora del Carrión, Palencia, 1971.
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Muros de tapial y palomar sobre los basamentos del castillo.
De momento, nos quedamos con las últimas y lacónicas palabras con las que Becerro de Bengoa relataba la pérdida de su querida fortaleza: “Estos apuntes descriptivos tomé y escribí un día, hace nueve años, al pie de la famosa fortaleza castellana, después de haber dibujado su aspecto exterior, su planta, su probable configuración total y muchos de sus detalles. Cuando algún tiempo después, al volver a la tierra castellana vieja, tan querida para mí, lancé desde lejos una mirada al cerro de Mormojón, no vi ya alzado el imponente conjunto de la ruina de la Estrella de Campos. En aquella cumbre solo queda el solar, con sus fosos o hendiduras, donde se asentaron los muros. Estos con todos sus recuerdos, almenas, puertas, signos lapidarios, bóvedas, escaleras y pisos, habían rodado, al golpe de la piqueta, por las laderas de aquellas peladas cuestas, para servir de relleno a una carretera que pasa al pie del castillo” [Becerro de Bengoa, 1891]. No se puede describir el bochornoso espectáculo del derribo con palabras más comedidas, ni más serena resignación. De poco le hubiera servido ponerse a llorar sobre la leche ya derramada. Escalera de bajada a la galería subterránea.
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LOS PRIMEROS TENENTES: - D. Pedro Ansúrez (en 1114), fundador de la ciudad de Valladolid. - D. Tello Fernández (en 1116), origen del linaje de los Girón. - D. Pedro Martínez (en 1122), hijo del conde Martín Fláinez. - D. Pedro González de Lara (en 1124), amante de la reina Doña Urraca. LOS GIRÓN: - D. Rodrigo Gutiérrez Girón (†1194), casado con Dª María de Guzmán. - D. Gonzalo Ruiz Girón (†1234), casado con Dª Sancha Ruiz. - D. Rodrigo González Girón (†1256), casado con Dª María Froilaz. - D. Gonzalo González Girón, hermano de D. Rodrigo, casado con Dª Teresa Arias. LOS HARO: - Dª Juana Alfonso, casada con D. Lope Díaz de Haro (†1288). Señora de Torremormojón desde 1285 por donación de Sancho IV. - Dª María Díaz de Haro, casada con el Infante D. Juan, “El Traidor” (†1319). - D. Juan de Haro, “El Tuerto” (†1326), casado con Dª Isabel de Portugal. LOS LASO DE LA VEGA: - D. Garci Laso de la Vega (I) “El Mayor” (†1329), casado con Dª Teresa de Sotomayor. Señor de Torremormojón desde 1324 por expropiación a D. Juan de Haro, “El Tuerto”. - Dª Urraca Rodríguez de Rojas, (†1338), casada con D. Garci Laso de la Vega (II). - D. Gutierre González de Quesada (†1352), casado con Dª María Laso de la Vega. LOS ALBURQUERQUE: - D. Juan Alfonso de Alburquerque (†1354), casado con Dª Isabel de Meneses. Señor de Torremormojón desde fecha indeterminada (hacia 1338). - D. Martín Gil de Meneses (†1365), sin sucesión. - D. Sancho de Alburquerque (†1374), casado con Dª Beatriz de Portugal. Recibe en 1366 todos los bienes de las casas de Meneses y Alburquerque por donación de Enrique II. LOS HERRERA: - D. García González de Herrera (†1404), casado con Dª María de Guzmán. Señor de Torremormojón desde 1370 por donación de D. Sancho de Alburquerque. - D. Pedro Núñez de Herrera (†1430), casado con Dª Blanca Enríquez Mendoza. - D. García de Herrera (†1483), casado con Dª María Niño Portugal. - Dª Blanca de Herrera Niño (†1499), casada con D. Bernardino Fernández de Velasco. LOS VELASCO, CONDESTABLES DE CASTILLA: - D. Bernardino Fernández de Velasco (†1512), viudo de Dª Blanca de Herrera Niño. - Dª Ana de Velasco y Herrera (†1519), casada con D. Alfonso Pimentel Pacheco. LOS PIMENTEL, CONDES DE BENAVENTE: - D. Alfonso Pimentel Pacheco (†1530), viudo de Dª Ana de Velasco y Herrera. - D. Antonio Alfonso Pimentel (†1575), casado con Dª María Luisa Enríquez. ……………………….. LOS ÚLTIMOS SEÑORES - LA CASA DE OSUNA: - Dª María Josefa Alfonso Pimentel (†1834), XV Condesa de Benavente. Casada con D. Pedro Alcántara Téllez Girón Pacheco (†1807), IX Duque de Osuna. - D. Pedro Alcántara Téllez-Girón (†1844), XI Duque de Osuna y XVI Conde de Benavente. Utimo “señor de la Torre de Mormojón” por la abolición de los señoríos (Ley de 26 -VIII- 1837). - D. Mariano Téllez-Girón (†1882), XII Duque de Osuna y XVII Conde de Benavente. Todos sus bienes en Torremormojón salen a subasta pública el 8 de julio de 1863.
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HISTORIA E INVESTIGACIÓN
LOS SEÑORES DE LA TORRE DE MORMOJÓN
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
20 APÉNDICE DOCUMENTAL
CARTA DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA A LA DIRECCIÓN GENERAL DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA, AGRICULTURA E INDUSTRIA: Ilustrísimo Sr. Confiada a la Real Academia de la Historia, por las leyes y disposiciones vigentes, la inspección y conservación de los monumentos históricos… y teniendo entendido este cuerpo literario que se trata de vender por el Estado el castillo de Torre de Mormojón, en el partido judicial de Palencia, que ostenta robustos en apariencia sus numerosos torreones, sobresaliendo entre ellos grandioso e imponente el del homenaje y que ocupado por sorpresa por los imperiales en 1521, fue después de breve sitio tomado por el capitán navarro D. Francés de Beaumont que militaba a las órdenes de Juan de Padilla, ruego a V. I. a nombre de la Academia, en vacaciones de la misma, que se sirva proponer al Señor Ministro de Hacienda la suspensión de la venta y que se conserve dicho castillo como monumento histórico nacional. Madrid 30 de Agosto de 1878.
RESPUESTA DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA, AGRICULTURA E INDUSTRIA A LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA: Ilustrísimo Sr. El Excmo. Sr Ministro de Fomento dice con esta fecha al de Hacienda lo siguiente: Excmo. Sr: vista la comunicación del Director de la Real Academia de la Historia solicitando la suspensión de la venta del Castillo de Torre de Mormojón en el partido judicial de Palencia y atendiendo a que dicho castillo ocupado por sorpresa por los imperiales en el año 1521 fue después de breve sitio tomado por el capitán navarro Don Francés de Beaumont, que militaba a las órdenes de Juan de Padilla, S. M. el Rey (q.D.g.) de conformidad con lo manifestado por la citada Real Academia de la Historia y con lo propuesto por la Dirección General de Instrucción Pública, Agricultura e Industria, ha tenido a bien disponer se solicite del Ministerio del digno cargo de V. E. la suspensión de la venta del Castillo de Torre de Mormojón en el partido judicial de Palencia y que sea declarado monumento histórico nacional, conservándose bajo la inmediata inspección y custodia de la Comisión provincial de monumentos históricos y artísticos de Palencia. Lo que traslado a V.I. para su conocimiento y en contestación a la comunicación de fecha 30 de Agosto último. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid, 6 de Septiembre de 1878.
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21 HISTORIA E INVESTIGACIÓN
CARTA DEL ALCALDE DE TORREMORMOJÓN DIRIGIDA A LA ADMINISTRACIÓN ECONÓMICA DE LA PROVINCIA DE PALENCIA […] Imposible es que yo pueda detallar la extensión superficial de todo el Castillo, pues ocupa un recinto grandísimo y se necesitaría que una persona competente lo midiera. Como en la gran altura que está situado no se presta para la construcción de viviendas ni para otro objeto que rinda producto inmediato, hoy no está el edificio dedicado a nada, pero tengo entendido que su propietario piensa derribarle para utilizar la inmensa cantidad de piedra que encierra y que en este país tiene un gran valor, por la escasez que hay de ella; lo cual sentiría este pueblo y el país en general que sucediese por los recuerdos históricos que este Castillo encierra y porque en su elevada posición es el punto de mira de infinidad de pueblos, habiendo recibido sin duda por eso la denominación de Estrella de Campos. Creo haber contestado a cuanto me pregunta en su citado oficio. Dios guarde a V. S. muchos años. Torremormojón veintiséis de Octubre de mil ochocientos setenta y ocho. Salvador Hoces de la Guardia.
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