La Corredera Nยบ 0 - VERANO DE 2010
revista cultural de Ampudia
Sumario TÍTULO
AUTOR
PÁG.
Sumario. Presentación. Pregón de las Fiestas de Alconada 2009.
Miguel Ángel Castrillo Marcos.
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HISTORIA E INVESTIGACIÓN: Los Lignum Crucis. Don Bueso en Ampudia. Origen ampudiano de “la Dolores” de Calatayud.
Luis José Peña Castrillo. Epifanio Romo Velasco. José Mª Velasco Peinador.
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Eva Zarzuelo Vélez. José Antonio Castrillo Luengo.
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CREACIÓN LITERARIA: Los cuentos del Hojalatero. Sueños de Ampudia. Contemplando la naturaleza desde el silencio. Quién soy yo. Chopos del Canal de Castilla. A mi madre.
Margarita García Gallardo. Epifanio Romo Velasco. José Mª Izquierdo Belmonte. Carmen Romo. Javier Campo. Maira Puertas.
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RECUERDOS Y VIVENCIAS: Carta desde el recuerdo entrañable. Carta a mis padres. El último pregonero. Alma de mujer terracampina. Los sonidos de ayer y de hoy. Recuerdos, música y palabras. La magia. En recuerdo de la Virgen de Alconada. Memorias domésticas de Don Vicente Sánchez.
Mary Carmen Gallegos Bello. José Mª Izquierdo Belmonte. Mari Carmen García Pérez. José Pedro Bravo Castrillo. Carmen Romo (y otros). Carmen Romo Velasco. María Puertas. Vicente Sánchez Gómez. Vicente Sánchez Gómez.
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ETNOGRAFÍA Y TRADICIONES: Los exvotos. Noche de San Juan. Los lazos del paloteo.
Ascen del Valle Torres. Margarita Ortega González. Jamie Herrero Castrillo.
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AMPUDIA EN LOS LIBROS: Marciano Zurita, el poeta olvidado.
Daniel Franco Romo.
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Fany Hernández.
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CIENCIA Y TECNOLOGÍA: De brujas y ensalmos. Pintura científica. Un inventor ampudiano.
BOLETÍN DE NOTICIAS: Desde la Asociación de Mayores “San Miguel Arcángel”. IV Certamen literario “Villa de Ampudia”.
La Corredera
revista cultural de Ampudia
Director-editor: Epifanio Romo Velasco. Coordinadores: Oscar Peña Delgado. Ascen del Valle Torres. Colaboran en este número: José Pedro Bravo. Javier Campo. José Antonio Castrillo. Miguel Ángel Castrillo. Daniel Franco. Carmen Gallegos. Carmen García. Margarita García. Fany Hernández. Jaime Herrero. José María Izquierdo. Luis José Peña. Maira Puertas. Margarita Ortega. Epifanio Romo. Carmen Romo. Vicente Sánchez. Ascen del Valle. José María Velasco. Eva Zarzuelo. Aviso: LA CORREDERA no se hace responsable, ni se identifica con las opiniones vertidas libremente por sus colaboradores. Los contenidos aquí publicados podrán ser reproducidos, en todo o en parte, por cualquier procedimiento, siempre que se haga constar el autor y la fuente de la que proceden. Recepción de colaboraciones: Correo Postal: “LA CORREDERA- Revista Cultural de Ampudia”, Calle Pósito, nº 5 – 34191 AMPUDIA (Palencia). Correo electrónico: chusoscar@hotmail.com Entrega en mano: Museo de Arte Sacro (Ascen del Valle Torres). Diseño y maquetación: Ana Expósito Miján Juan Luis Vélez www.ecocg.es Imprime: Gráficas Quinzaños Depósito Legal: SA-445-2010
nº 0 VERANO DE 2010
Presentación Era el 26 de diciembre de 2009 cuando nos reunimos, en asamblea abierta, un grupo de personas de diversa edad y condición, con el propósito de lanzar un “proyecto colectivo” de Revista. Le dimos nombre, LA CORREDERA, y establecimos las líneas básicas de la publicación: Escritos que versen sombre Ampudia y otros, de cualquier tema, que sean de autores ampudianos, entendidos éstos en el más amplio sentido de la palabra: “los que viven o trabajan en el pueblo, los nacidos en el pueblo, los oriundos y todos aquellos que sienten este pueblo como suyo”. La respuesta a nuestra convocatoria ha sido realmente excelente, superando con creces nuestras mejores expectativas. Tanto, que se han quedado fuera de este número cero aquellas colaboraciones de mayor extensión y que, tal vez, sean las de mayor calidad. Nuestros lectores podrán saborearlas en el Nº 1, que confirmamos vean la luz para las próximas Navidades. Los colaboradores del Nº 2 tendrán así sobrado tiempo para elaborar con esmero sus nuevos escritos y enviarlos a nuestra Redacción antes de la fecha tope del 30 de abril de 2011. Sabemos del interés especial de los jóvenes por Internet. Desde aquí, les invitamos a tomar de estas páginas todo cuanto precisen para colgarlo en la Red y, de acuerdo con sus propios criterios y creatividad, elaborar una versión digital de LA CORREDERA. Porque nuestra Revista no nace con afán de exclusividad ni de protagonismo excesivo. Al contrario, nos gustaría servir como elemento integrador de todas las “fuerzas vivas”, asociaciones y particulares, que se interesan por este pueblo y transitan por los caminos de la Educación y la Cultura, escritas así, con mayúsculas. Esperamos en el futuro conseguir el patrocinio de las instituciones públicas y privadas para poder dar a LA CORREDERA un mayor empaque y una presentación más esmerada. Confiamos, entre tanto, en poder contar con la comprensión benévola y la contribución de nuestros lectores. Porque el hermoso pueblo de Ampudia, estamos seguros, se merece esto y mucho más. Epifanio Romo Velasco (Director-editor).
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Pregónde las Fiestas de
Alconada 2009
MIGUEL ÁNGEL CASTRILLO MARCOS Me propuso nuestro alcalde en el mes más pequeñito, hacer un pregón de balde y a ser posible bonito; anunciando la llegada de las Fiestas de Alconada. Yo no opuse resistencia ni me hice de rogar; a este rincón de Palencia deseo tanto cantar que hasta daría dinero por hacer de pregonero. Buenas tardes, dignas autoridades, pueblo de Ampudia, amable auditorio: Como pobremente he cantado en estas liras de entrada, fue allá por el mes de febrero cuando Domingo, nuestro alcalde, me ofreció el singular honor de pregonar las alconadas. No tuvo mucho que insistir, pues he de confesaros que en más de una ocasión había ya soñado con ser yo quien ocupase este estrado; no por vanidad ni mucho menos por merecimientos, sino porque yo también, ampudiano como vosotros, tengo cosas que sacar de mis adentros; inocencias y experiencias, sabores y sinsabores, requiebros, cantos y flores, y no me quiero morir sin poderlo compartir con vosotros, mis paisanos, mi noble pueblo ampudiano. Aceptada pues la invitación, sabedor de mis limitaciones literarias y de que no podría excusar un pobre resultado acogiéndome a un precipitado encargo, me puse con premura a emborronar papeles, anotando recuerdos, sensaciones, sueños; me zambullí en tiempos ya lejanos rememorando mi infancia; paseé, libreta en mano, por todos los recodos de Ampudia, desempolvando y dando vida a acartonadas impresiones; me senté ante nuestra torre, los dos solos, frente a frente, yo inmóvil y arrobado ante su
belleza y ella, con su carita blanca, riéndose socarronamente de mí al llegar las diez y diez; rodee nuestro castillo reviviendo luchas con espadas de madera, topándome con viejos escondites que ya pensaba perdidos, saludando a esas bodegas con las que compartí confidencias en largas tardes de estío; caminé hasta Alconada, buscando en la soledad, a la sombra de mi olmo favorito, la inspiración necesaria para salir airoso de este envite. Me puse, en fin, a evocar, todas las cosas bonitas: castillo, torre sin par, y a nuestra Virgen bendita; en esta tierra de alcores, la más bella de las flores. Y terminé soñando, con la Ampudia que vendrá, la que hoy vamos sembrando, anhelando que la mar no reclame su tributo y se lleve nuestro fruto. Rememoro mi niñez, cuando el mundo entero era Ampudia ¿habría algo más allá de La Puentecilla, Alconada o el Cuartel de la Guardia Civil? Algo debía de haber, porque ni al hombre del saco ni al tío sacamantecas de los que me hablaban los abuelos, vi jamás por aquí; tampoco a los hermanos Malasombra, que eran malos de verdad. En todo caso, si lo había, ¿para qué lo queríamos, si aquí de nada faltaba? ¿Quién dijo que no había farmacia, si de lunes a sábado se abría a las dos en punto en un vetusto coche de línea?; ¿os acordáis del fresquero?, el tío Jarancón le llamábamos, que todas las semanas entraba en nuestro pueblo con su destartalada furgoneta azul, atronando la mañana con sus bocinazos para vender chicharros de puerta en puerta, saliendo
5 nuestras madres en su búsqueda, con su plato de porcelana blanco, salpicado de remaches, y con el olfato entrenado para calibrar el momento en que se habría producido el óbito de la mercancía. Recuerdo el Cine Isabel, para los niños los bancos, y al principio del cartel, a D. Francisco de Franco, que un pantano inauguraba, cada suspiro que daba. Había tres peluqueros, de zapatero Maraña, de electricista Lucero, que, si no te dabas maña, el balón te le picaba si en su corral se encolaba. Todas las mañanas, Colín, un hombre pequeño de gran corazón, que siempre llevaba prisa, con suerte bendecía tu portal con la misiva blanca de tu amigo el de Bilbao o con una postal de colores de la marca “Recuerdo de Santander” que con certera puntería salían de un morral que, en sus orígenes debió ser de buena piel, pero que ya en mi niñez estaba cubierto de una pátina negruzca y brillante que apenas dejaba entrever su primigenia textura. Haya un hueco cariñoso en mi pregón para mis vecinos carniceros. Quizás, amigo, te acuerdes, cuando de niños acompañábamos a Chano, Jaime, Arturo y a su perro Atila, conduciendo, Corredera abajo, a una oronda vaca hacia su destino final. A todos nos gustaba ver el certero golpe en la cerviz que provocaba el desplome de ese enorme animal que alimentaría los estómagos ampudianos en las semanas venideras. Quizás por entonces no había tanta asepsia, tanto guante y tanto albal, mas hoy no ves al animal, y antaño bien te sabías que comías del ternero, que bajo pal matadero. Tamizadas mis vivencias por mis 9 lustros y el inexorable paso del tiempo, recuerdo que superado el parvulario pase a una escuela que antaño fuera hospital y que día y noche era custodiada por dos guardias civiles que, firmes e inertes, daban el alto a quien osase arribar al portón del rellano de la escalera. Allí, el servicio era el corral, donde no había cadena de la que tirar y en el que los niños jugábamos a ver quien, sin entrar en detalles, llegaba más lejos. ¡Cuánto regaliz de palo sacábamos de aquella tierra! Y al salir de la escuela, a merendar para casa, en la radio una novela y yo a correr sin tasa ¿Cuántos años duraría, el “Simplemente María”?
Los sábados de mañana a la catequesis, que D. Herminio pasaba lista y no se cansaba de recordarnos que no puede haber reloj sin relojero ni mundo sin Creador. Y por la tarde de ese sábado tocaban a confesar y acudíamos todos los niños porque, debéis saber, que por entonces había muchos más pecados que ahora, si es que ahora queda alguno. Con D. Herminio me acerqué por primera vez al Sagrario, a consolar con todos los niños de Ampudia a un Jesús que llorando estaba. Pasados unos años y ya con la adolescencia tocándome el corazón y las narices, recuerdo esas mañanas veraniegas echando una mano a mis padres en la ferretería, que en casa, más acertadamente, llamábamos “la tienda”. Y no nos faltaba razón, pues, salvo de comer, en casa de Carlos podías encontrar de todo: cristales, remaches, recambios de bolis Bic, calzones, jalbegues y paelleras, colonia a granel y hasta buen paño de la Viuda de Tolrá. Pronto me di cuenta que si alguna cualidad me adornaba, no era precisamente la de persuasivo vendedor, especialmente cuando por turno me tocaba atender a alguna señora ya entrada en años que venía en busca de lo que en un pregón podríamos llamar prendas propias del género femenino y que dirigiéndome una mirada entre compasiva y desdeñosa, me espetada aquello de ¡llama a tu madre, chiguito!. Para mí como para mis más selectos amigos, siempre serán de evocar aquellas generosas tardes de luz en la peña Manantial. Bonito nombre, sin duda, para un grupo de chavales llenos de vida e ilusiones, que despertaban a los sentidos y que en su pensamiento, requebraban con el alma a alguna moza ampudiana. Tantas cosas contaría de aquella mi adolescencia que a todos aburriría; por no tentar vuestra ausencia mejor hagamos un pacto: y vamos al segundo acto. Si tres cosas tiene mi Ampudia que no tiene el mundo entero, una de ellas es, con todo merecimiento, nuestro castillo. Suspiro de poetas, lecho de reyes, inspiración de cineastas, orgullo de ilustre familia. Aún antes de que D. Felipe III y Dña Margarita de Austria eligiesen el castillo de Ampudia para su recreo y posada, su abuelo, el gran Carlos I, con tan solo 17 años y recién nombrado rey de España, ya había hecho noche en tan insigne morada, camino de Tordesillas, donde debía reunirse con su madre, Dña. Juana, con el fin de aclarar su posición al frente de la Corona. Cuenta el cronista que la placidez de la noche ampudiana y la buena luna invitaron a reptiles y animales a cantar la vigilia, llegando hasta el castillo sus silbidos y alaridos, de manera que no dejaron pegar ojo al futuro emperador. Eso, como digo, es lo que escribió el cumplidor cronista, mas yo tengo para mí que D. Carlos, llegado a Ampudia en un hermoso atardecer otoñal, debió quedar tan prendado de lo que sus ojos vieron que se pasó toda la noche dilucidando cómo explicar a su madre que lo que él en verdad quería era quedarse con nosotros y renunciar a lujos y oropeles donde no
6 iba a encontrar, como así fue, la felicidad que este hermoso lugar le auguraba. Y es que nunca olvidéis, Que hay en Ampudia un castillo que a todo el mundo enamora cual encaje de bolillo cual mujer embaucadora; que cuida desde su altar a noble pueblo sin par. Un rayo acabó en ti el viaje dejando su cicatriz en tu torre de homenaje. No habrá chispa más feliz que haya caído en ladera de toda la tierra entera. ¡Ay, si yo supiera cantar a nuestra torre ampudiana!. Bien apaña a este pregón recordaros que fue en 1509, hace justo pues 500 años, cuando, por expreso deseo de Fray Pascual de Ampudia, diose licencia para levantar nuestra magnífica torre. Ampudia goza hoy, pues, de este privilegio, de este regalo para la vista, gracias al empeño del que quizás haya sido su ampudiano más ilustre, que además de Obispo de Burgos tuvo por fuerza que ser un soñador. Luego, el sudor y las manos ampudianas amasaron los versos que con escuadra y cartabón trazaron sobre papel Gaspar de Solórzano y Juan de Escalante. Hoy quieren hacerte sombra una tropa fanfarrona de desaforados gigantes blancos que, cuando el viajero asoma allá por el medianero, agitan con desenfreno sus tres largos brazos mendigando su atención. ¡Mira aquí, grita el gigante Porfirión, yo soy más alto! ¡Ea, amigo, escucha como silbo, reclama Pandafilando de la Fosca Vista! Inútil esfuerzo el vuestro, ¿Cómo vais a competir con la que acaricia al cielo? que podría hacer latir vuestro corazón de hielo; la que reina en estos mares de sembradores de panes. Que de estos campos es dueña y todos años alquila su cornisa a la cigüeña para que viva tranquila, y que resuene hasta el Tajo cada vez que casca el ajo. Cuando se acerca la sombra y te ilumina el poniente extiendes tu larga alfombra y alivias así la frente de aquellos blancos gigantes que tanto gritaban antes. Mal pregonero sería, si no abriese de par en par el sagrario del corazón para siquiera susurrar un piropo a la Estrella que da sentido a nuestra fiesta e ilumina esta tierra que hoy pisamos. Unos al aire, otros recogi-
dos, ¡cuántos vítores y requiebros has escuchado de este tu pueblo! A mí hay uno, Virgencita de Alconada, que me gusta en particular. Le oí por primera vez en una Ofrenda Floral y desde entonces le llevo anotado en mi cartera: Virgen ampudiana. Sí, porque esa fue tu elección, quedarte aquí con nosotros para ser confidente de nuestros desvelos e ilusiones, como un día lo fuiste de los de tantos y tantos ampudianos y peregrinos que regaron con primor el jardín de tu devoción. No por casualidad amigo, nuestros antepasados colocaron su Imagen en el centro de tu pueblo; no por casualidad, cuando pasas por allí, diriges por un segundo tu mirada cómplice a su altar; no por casualidad, su estampa acoge tu lágrima cuando la sombra de un ciprés presenta en la eternidad a aquel ser que tanto amabas; no por casualidad, en fin, estos días una pradera sembrada de cofres a rebosar de perlas gigantes con piel de sapo, se acribillará de desnudas huellas peregrinas. Y es que: Hay una tierra en Castilla que es la más afortunada, caprichito de la Virgen de la Virgen de Alconada. Estrella de peregrinos de mil pueblos campesinos. Cuando llegues a su casa entra a hacerla compañía empuja la puerta, pasa y reza un avemaría a nuestra reina bendita de todas, la más bonita. Desde hace ya cuatro años tengo el privilegio de compartir mi descanso con un grupo de entusiastas que, desde la Asociación de Amigos de la Virgen de Alconada, pretende sencillamente dar un testimonio de fe a nuestra Patrona. Aunque sé que no es ésta la ocasión de hablaros de las emociones experimentadas desde el otero de su Junta Directiva, déjenme sólo que haga una mención especial a todos y cada uno de los miembros de dicha Junta, que en todo momento han prestado su tiempo, su trabajo y su incondicional apoyo, sin el cual, no me cabe ninguna duda, este proyecto no hubiese seguido adelante. Y antes de que este paciente auditorio comience a arrellanarse en su butaca buscando mejor acomodo, paso sin más demora a rematar mi discurso, que empezó con mis recuerdos, siguió con mi canto y termina con mis sueños. Cuando allá por los años 70 nacía la democracia, a la par que misteriosamente se secaban las fuentes ampudianas, llegaron la prosperidad y el dinero. El buen hacer de los que en estos años han dirigido y de los que hoy dirigen nuestro pueblo ha apuntalado, reconstruido y restaurado esta casa; ahora queda un último paso, el más difícil, amueblarla de gente, y uno sueña con que todos estos proyectos que le van contando algún día se hagan realidad, para que por aquí fluya de nuevo la vida como el agua que a borbotones salía del Cañico, el Tinter o el Moradillo.
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Hay un proverbio que dice: “Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces, el otro, alas.” Todos nos desvivimos anhelando que los seres a los que dimos la vida vuelen alto, muy alto, sueño de libertad, para que cuando el cazador dispare, no les alcance la metralla. Pero no olvides amigo que tan importante como las alas, lo son también las raíces, ya que aquéllas fallarán un día y ese día, que siempre llega, todos miramos atrás y buscamos refugio en la tierra que nos vio nacer, en las gentes que nos vieron crecer, en los padres que ya se fueron de aquí. Esas raíces, por fortuna, tú y yo las tenemos aquí, en Ampudia, y aunque la vida nos haya empujado a otros lugares, cuando sobrepasado el Medianero, sale a recibirnos el Salón, parece que uno respira mejor. Ampudia no puede morir, y en esta singular batalla todos tenemos una espada que blandir o un apero del que tirar, para que los limos que produce esta tierra no sientan la tentación de llegar hasta la mar. Esa responsabilidad quiero entenderla, en este pueblo bonito, como un privilegio en el que, más que ganar o perder, lo importante, como en la vida, es luchar con toda nuestra fuerza e ilusión. Y aquí hago míos esos hermosos versos que dicen:
¡
Quítame, Señor, si quieres todo lo que te plazca; quítame el volver aquí mas no me quites las ganas. Mi pregón termina y siento que no todo lo conté; si quiere mi Ayuntamiento que me reclame otra vez, que bien barato salí mas nunca me arrepentí del compromiso adquirido con este pueblo querido. ¿Qué más se puede pedir? si he tenido la fortuna de poderte a ti decir que en Ampudia está mi cuna y que aquí quiero dormir cuando me hiera la luna. Reiterando mi agradecimiento a aquellos que injustamente pensaron en mí para este pregón y a todos ustedes por su santa paciencia, os deseo de corazón:
FELICES ALCONADAS Y QUE VIVA AMPUDIA
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HISTORIA E INVESTIGACIÓN
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L
Los
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ignum rucis
LUIS JOSÉ PEÑA CASTRILLO
De todos es conocido que hay, diseminadas por varios países, entre ellos España, numerosas astillas de la cruz de Cristo así como espinas de su corona, muchas de las cuales tienen su origen en las supuestas reliquias que recorrieron Europa desde el inicio de las cruzadas. Y esto hasta tal punto que, ya desde antiguo, se decía que si se juntaran todos los fragmentos del santo leño, se podían obtener varias cruces. Sin embargo, a la vez, hay opiniones razonadas que afirman que, reuniendo únicamente los verdaderos, éstos sólo representan una parte de la verdadera cruz. Pues bien, la historia, no exenta de leyenda y fantasía, nos narra cómo Santa Elena, madre del emperador romano Constantino, el que vio en sueños aquella cruz con el lema "con este signo vencerás" y que legalizó el cristianismo tras vencer en la batalla del Puente Milvio, marchó a Jerusalén, allá por el año 326 de nuestra era, donde averiguó el lugar exacto en que Jesús había sido clavado, hallando en él la cruz verdadera o Vera Cruz. Ya en aquel tiempo, Santa Elena mandó cortar una parte del palo más largo, que trasladó a Roma donde hoy se conserva en la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, dividiéndose desde entonces, tanto éste como la parte que quedó en Jerusalén, que tenía forma de cruz griega, en múltiples partes, dando origen a los numerosos Lignum Crucis, que solían guardarse en cajas con forma de cruz, denominadas estaurotecas, siendo las más célebres las que se custodian en Limbourg (Bélgica) y en las Catedrales de Génova y Nápoles (Italia). En España existen, asimismo, varios lugares en los que se adoran algunos pedazos del santo madero como en Caravaca de la Cruz (Murcia), aunque la parte mayor se encuentra en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria). Del mismo modo algunas cofradías presumen de poseer su particular astilla sagrada entre las que destacan la Santa Veracruz de Valladolid, la de León, que la adquirió en 1959 como regalo proveniente de Santo Toribio de Liébana, o la de Palencia, que vino desde Roma en 2002 aunque algunos hermanos afirman que en la iglesia de S. Pablo ya se veneraba otro trozo desde mucho antes.
EL LIGNUM CRUCIS DE AMPUDIA De esta suerte, en nuestro pueblo también poseemos un Lignum Crucis de gran tamaño, el cual se halla custodiado en una hermosa cruz de plata sobredorada, adornada con 22 esmaltes y dos vidrieras, una a cada lado, a través de las cuales se le puede contemplar1. Fue el abad D. Diego del Castillo quien, en el cabildo de 15 de marzo de 1612, ordenó realizar este valioso y soberbio relicario, que hoy admiramos en nuestro Museo de Arte Sacro local como una de sus joyas más representativas, el cual se encargó en los talleres de Valladolid, donde fue elaborado por el orfebre Juan de Nápoles a quien el canónigo Sancho pagó 60 R. (2.040 maravedís) según las cuentas de 1615-16 dadas por el mayordomo de fábrica Domingo Rodríguez de Rayaces2. En un inventario de 1726 se dice que pesará como unas 4 libras (1,840 Kg.) y en otro de 1893, 5 libras y 4 onzas, midiendo 0,50 m. de altura (2,415 Kg.)3. Ahora bien, a pesar de que Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico nos dice, al hablar de Ampudia, que este trozo del santo madero fue un regalo que, a cambio de una canilla o espinilla del mártir S. Lorenzo, hizo a nuestra villa Felipe III, el cual nos visitaba con cierta asiduidad en compañía de su corte, hemos de tener en cuenta que en nuestra ermita de la Virgen de Alconada se guardaban por aquel entonces ciertas reliquias4 y, en la vieja abadía de Husillos, trasladada hasta Ampudia en 1606 por el Papa Paulo V, se reverenciaban otras de santos, entre ellas varias de la pasión de Cristo, que los mismos prebendados del cabildo trajeron hasta nuestra villa con motivo del citado traspaso, tras haber sido requeridas al Duque de Lerma por D. Cristóbal de Lobera, primer abad ampudiano, que mandó a dos prebendados a Lerma para tal fin, aunque otras quedaron allí hasta finales de 17195. Parece ser que estas reliquias de Husillos las trajo, alrededor del año 985, el cardenal romano D. Remón o Raimundo a quien se las había entregado el papa Agapito II, según se nos puntualiza en un informe de la fundación de la abadía ampudiana, aprobado en el cabildo ampudiano de 19 de junio de 1733 y enviado el 22 de mismo mes y año a Valencia a D. Manuel Prudencio de Harma y Durán, que pretendía escribir una Historia de las Iglesias6.
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-“Primeramente Vn pedaço largo quanto seis dedos y ancho Vna Pulgada de Lignum Cruçis…” - Una cruz de plata de hechura muy antigua. Se dice que tiene Lignum Crucis. - Un pedazo de una quijada de S. Blas. “Estas tres Reliquias estan metidas en vna Bolsa amarilla que tiene ençima vnas letras labradas”. - Unos corporales que dicen son con los que S. Pedro dijo misa. - Una talega de seda parda con listas blancas con reliquias de Tierra Santa. - Una caja blanca de marfil con un pedazo de una costilla de S. Pablo. - Un colmillo y otro hueso del mismo apóstol, envueltos en un tafetán amarillo. - Reliquias de Santa Petronila envueltas en un tafetán colorado. - Una cajita de marfil con un hueso de S. Sebastián. - Tres “redomicas” de bálsamo santo, metidas en una cajita de seda y todo, en un “cofrecico” de metal. - Otro cofrecito, labrado encima de plomo, dentro del cual había un hueso de S. Ambrosio envuelto en un lienzo blanco y un papel lleno de ralladuras de “Ligno domini”. - Una arquilla de zarza con una bolsita de tela de oro con hueso de la mano de “Santisteuan” mártir, 2 huesos de la cabeza y de la canilla de S. Pantaleón, envueltos en tafetán azul… - Cabellos de Santa Quiteria en una bolsa amarilla. - Muchos huesos de la cabeza y una muela de S. Nereo envueltos en un lienzo. - Huesos de S. Pedro metidos en una cajita redonda pintada. - Piedra de la sepultura de S. Gregorio en una calabacita blanca de marfil. - Reliquias de S. Millán en una cajita de palo. - Otra cajita de palo con reliquias de Santa Inés. - Otro hueso de S. Pablo en una cajita redonda pintada. - Reliquias de Santa María metidas en una calabacita de ébano negro. - Dos colmillos de Santa Bárbara en una cajita llana, redonda. - Una espina de la corona de Cristo metida en un relicario de plata. - Un hueso del papa S. Gregorio en un lienzo blanco. - Huesos menudos de S. Tirso, mártir. - Hueso de S. Juan Crisóstomo en una bolsa azul con unas flores de lis amarillas. - Dos huesos de S. Llorente envueltos en dos papeles cada uno, en una caja redonda blanca y alta. - Cabellos de S. Antolín.
- El pie de San Lorenzo (“Sant Llorente”). Etc, etc7. De este pie sí que existen datos fidedignos de haber sido regalado en 1593 a Felipe II por el abad de Husillos D. Francisco de Reinoso para el monasterio de El Escorial, ya que así se asegura en el informe citado anteriormente y, además, en 1774 el abad de Ampudia D. Pedro Ruiz Agustín consiguió una carta, que ordenó colocar en el archivo, en la que el citado rey agradecía al abad de Husillos el regalo de dicho pie de San Lorenzo a la vez que le pedía que se le llevara en persona8. Su entrega oficial, tras haber realizado los prebendados de la vieja abadía la donación el 5 de octubre de 1592, la llevó formalmente a efecto el 17 de junio del año siguiente el Prior D. Baltasar de Chaves, que entregó la reliquia del mártir que fue quemado en la parrilla, con sus cinco dedos sacadas las uñas por la fuerza del fuego, confinada en una caja de plata en forma de pie, a su abad D. Francisco de Reinoso, que la recibió en nombre del rey para transportarla hasta el Escorial, depositándola en el mencionado convento el 25 de junio de 1593 por testimonio de Gregorio de Segovia9. LA SANTA ESPINA AMPUDIANA Otra de las reliquias importantes que custodiaba la iglesia de nuestra villa, traída igualmente de la antiquísima abadía de Husillos, fue la Santa Espina, que
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
Así, tenemos constancia de que, en un memorial e inventario de Husillos, mandado realizar tras una Visita (inspección) de su abad D. Francisco de Reinoso, que tuvo lugar el 27 de marzo de 1577, se enumeran, entre otras muchas, las siguientes reliquias que se encontraban en un arca dorada dentro de una verja de hierro, al lado derecho del altar mayor:
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
10 debía estar formada por 3 pinchos o “cambrones” y se guardaba dentro de un valioso vaso que había sido enviado por el único abad de la colegiata que había nacido en nuestro municipio, D. Manuel de la Torre, cuando acababa de ser distinguido con el arzobispado de la catedral de Bríndisi, en el extremo más oriental de la península italiana, donde falleció pocos años después. Como regalo suyo y para que sus compatriotas no se olvidaran de él, se había recibido en la colegiata, algunos años antes, dicha copa de cristal, en la cual se decidió guardar, en abril de 1677, la Espina de la corona de Cristo que con tanta devoción se veneraba en nuestra villa. La expresada alhaja tenía forma de ciprés o pirámide, quedando rematada por una cruz y era de plata sobredorada con cuatro cristales10. Esta reliquia, que se protegía con una cubierta de tela de raso liso pajizo, con flores de hilo también de plata y su puntilla alrededor, fue robada de la iglesia el 24 de febrero de 1887 junto con otros objetos del mismo metal11. Sus orígenes más remotos hay que buscarlos en el afán que hubo por localizar los vestigios de la pasión de Cristo, entre los cuales se halla su corona, la cual se guardó en un primer momento en Jerusalén, según nos asegura la tradición cristiana, para ser llevada a mediados del s. XI a la ciudad de Bizancio desde la cual viajó, 200 años después, hasta Francia donde quedó resguardada en el templo gótico de la Santa Capilla, que se construyó para esta finalidad, regalándose algunas de las espinas, a partir de entonces, a diversos personajes principales y de la nobleza. De este modo, tan sólo en Roma hay más de una docena, existiendo en nuestro país muchas más como las del Escorial (Madrid), las de Ágreda y Burgo de Osma en Soria o las de Barcial de la Loma, Villagarcía de Campos y Monasterio de la Santa Espina de Valladolid, que es una de las más conocidas. Ahora bien, en Ampudia, tanto el Lignum Crucis como la Santa Espina, que, en un principio, con el traslado de la colegiata, se albergaron en la ermita de Santiago, solían estar recogidos junto a las demás reliquias en la capilla del Santo Cristo de la iglesia de S. Miguel aunque, en ciertas épocas, se guardaron en el sagrario del altar mayor, por lo que los capitulares, el 1 de junio de 1691, se quejaron ante el abad D. Juan Castaño de Salcedo, ya que aquellas no se hallaban donde debían y donde siempre habían estado, que era en la capilla adyacente del Cristo, por lo que le exigieron que se volvieran a dicho lugar y que las tres llaves que las custodiaban se repartieran según las normas dadas por los estatutos de la colegiata, porque en ese instante las tenía el Sr. abad en exclusiva. Ambas reliquias se tuvieron en gran estima desde el mismo momento en que llegaron a la localidad, venerándose con gran devoción y fe, mayormente cuando sobrevenían tiempos de heladas y malos temporales, para evitarlos, o de grandes sequías, para pedir las lluvias y lograr cosechas generosas12. Por esta razón, a finales de mayo de 1609, tras el aprieto en que se vio el lugar con la sucesión de 2 nu-
blados en unas fechas tan avanzadas para la cosecha, pues es cuando está granando, algunos beneficiados de la colegiata, apremiados por los vecinos y el regimiento de la villa, sin el consentimiento del Sr. abad que se hallaba ausente de la villa, fueron a por ellas sin acordarse de que caían en excomunión por ello, por lo que decidieron escribirle para pedirle licencia para trasladar el Lignum Crucis desde la desacomodada y apartada ermita de Santiago, en la cual se hallaba, hasta la colegial de S. Miguel donde se podía disponer de las luces y el ornato necesario, para conjurar las tormentas con él13. De igual manera, en junio de 1641, debido a la extrema necesidad de agua para los sembrados, se decidió celebrar una procesión que discurriese hasta la ermita de Nª Señora de Castrillo con el trozo del madero de Cristo y las otras santas reliquias14. Lo mismo ocurrió en febrero de 1683 en que se fue con la Santa Espina hasta Nª Señora de Santiago o cuando se sacaron, con idéntico propósito, ambas reliquias de la pasión en mayo de 168515 al igual que en 1692, en 1696 o en 169816. En cambio, en mayo de 1677, fue el hecho de estar los campos maltratados por la gran cantidad de agua caída lo que motivó que los dirigentes de la villa pidieran al cabildo que se hiciese una rogativa “pro serenidad”, acordándose oficiar al domingo siguiente, en presencia del Lignum Crucis, una misa solemne y, por la tarde, subir a rezar hasta Nª Señora de Santiago que se honraba en esta ermita17. Independientemente de lo expuesto más arriba, la astilla del santo madero solía exponerse a la adoración de los fieles el Viernes Santo y por la Cruz de mayo, el día 3, al igual que se reverenciaban otras reliquias en ciertos días señalados como las de S. Pedro y S. Pablo, S. Blas...18 En 1851, a la vez que se reedificaba la ermita de Santiago, se hicieron unos importantes arreglos en la colegiata, blanqueándola, abriendo 2 ventanas en su cara sur y levantando el suelo de toda la iglesia hasta el nivel de la primera grada del coro, patrocinado todo ello desde Madrid por nuestro paisano D. Manuel Ambrosio Tariego González, auditor de la Rota, chantre de Sevilla y caballero de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, el cual había contratado para ello los servicios del arquitecto benedictino padre Miguel Echano, que se hallaba en Palencia. Por esta razón, el domingo 23 de febrero, después de avisar a la gente y a los señores del ayuntamiento para que se limpiaran las calles y se pusieran colgaduras en las ventanas, mediante una procesión que recorrió los mismos lugares que en la actualidad (Dña. Josefa, Ontiveros y Corredera), tuvieron que llevarse ambas reliquias de la pasión, junto a la de los corporales de S. Pedro y el propio Santísimo, desde la iglesia de S. Miguel hasta el cercano convento de S. Francisco, en el cual se iban a celebrar las horas canónicas y demás funciones colegiales mientras duraran los trabajos indicados, siendo devueltas del mismo modo el también domingo 6 de julio19.
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Además de lo ya expresado, hemos de decir que en Ampudia tenemos datos de otro Lignum Crucis que, en su testamento de 20 de mayo de 1748, abierto el día 17 de junio siguiente, fecha en que dejó de existir, afirmaba tener en su poder el canónigo y provisor de la abadía, D. Marcelo Antonio de Tobar Pérez, custodiado en una caja de plata con tapa en la que había una inscripción que ponía “el racionero León”, ya que perteneció a éste, el cual, al tiempo de fallecer, ordenó que fuera entregado a la parroquia de Santiago de Medina de Rioseco (Valladolid) o a la ermita de Nª Señora de Castilviejo (“Castril Viejo”), situada a 4 Km. de dicha ciudad. Añade D. Marcelo que convenía estudiar las últimas voluntades que aquel dejó para sus familiares, puesto que tenía dudas de a cuál de las dos entidades se le tenía que remitir; y que no lo había decidido antes por haber existido motivos más que justificados para no hacerlo. El mencionado racionero, D. Francisco de León Cantarín, tras haber sido enterrado el 1 de noviembre de 171520, el día 5 siguiente, por medio de su albacea, el también racionero D. Blas de la Vega y Guerra, ante el notario Antonio Camazón de la Torre, había indicado que lo disfrutase el mayor de sus herederos que estuviese vivo y que, en caso de que no quedase ninguno, fuera entregado a la cofradía de Nª Señora de Castilviejo de Medina de Rioseco, dando a sus cofrades una certificación de esta cláusula. Dicho relicario con la santa reliquia estaba elaborado con plata, según se ha dicho, con su tapa de cordoncillo alrededor y una sortija. Por fuera, en uno de sus lados estaba grabado el “Dulce Nombre de Jesús” con una cruz encima y debajo, las palabras “Rº León”; en el otro lado ponía el nombre de “María” con una corona encima21. Anteriormente, parece ser que había pertenecido al canónigo doctoral ampudiano D. Antonio de León Argüello ya que, tras fallecer el 12 de enero de 1695 hacia las 6 de la noche (el testamento le tenía hecho desde el 15 de diciembre de 1678), en el inventario de sus bienes, que tuvo lugar al día siguiente a las cuatro de la tarde, ya que el entierro había sido por la mañana, figura “un Lignum Crucis de plata dorada” que, unos días después, se valoró en 182 maravedís. Dichas pertenencias consistentes en casas, tierras, viñas y posesiones en general, siguiendo la costumbre del momento, se vendieron a los diez días de haber recibido sepultura su cuerpo, el día 23 a las tres de la tarde, en almoneda o pública subasta en la que, por cierto, se sucedieron unos agrios altercados por la discrepancia existente entre la autoridad civil y la eclesiástica que disputaban por ver cuál de ellas tenía la competencia en las expresadas propiedades. Además, ya en julio de 1698, el provisor de la abadía, D. Sebastián Cerecinos de la Torre, aún se encontraba con dificultades para liquidar definitivamente la herencia del Doctor León debido a que el albacea de éste, el licenciado D. Andrés Pérez de León, había muerto y sus herederos, alguno de los cuales también había pasado a
mejor vida, ni aceptaban la herencia ni la rechazaban. Estas cuentas no se finiquitaron hasta marzo de 1699, en que el abad D. Juan Castaños las reconoció y aprobó, tras haber sido tomadas por su provisor, al canónigo D. Andrés de Sevilla y a Nicolás de Tobar, poderhabientes de los herederos del licenciado D. Andrés Pérez22. Así pues, en definitiva, siguiendo las instrucciones dadas por el racionero D. Francisco de León Cantarín y para cumplir lo que mandó en su legado, el 25 de abril de 1749, ante el escribano Manuel Asensio, estando reunida la cofradía de Nª Señora de Castilviejo de la cercana ciudad vallisoletana de Medina de Rioseco en la “Pos Sachristía” de la parroquia de Santa María, su mayordomo, alcalde, oficiales y demás hermanos dijeron que dicho racionero ampudiano les había mandado para su “souerana Ymajen” un relicario con su Lignum Crucis, que había quedado en poder del canónigo D. Marcelo Antonio de Tobar y, al fallecer éste, por mandato del provisor de la colegiata, el canónigo D. Blas Antonio Domínguez, había quedado depositado en D. Andrés de Aulestía hasta que fueran a por él a Ampudia. Por tal motivo, aquellos cofrades dieron su poder al preste de Rioseco y mayordomo en aquel momento de la cofradía, D. José de Aguilar Martín, para que viniera a nuestra localidad y, en su nombre, requiriera la entrega de la citada reliquia “para el maior culto de nuestra Señora”, presentando los requerimientos necesarios y otorgando el recibo, o carta de pago correspondiente, para los herederos tanto de D. Francisco de León como de D. Marcelo Antonio de Tobar. El recibo que dejó lleva la fecha del día 27 del mismo mes y año del poder23. EPÍLOGO No podemos concluir esta exposición sin referirnos a un reportaje que apareció el 9 de abril de 1995 en el periódico El Mundo, con el título “Trozos de la pasión de Cristo”. En él se relataba que, en Ampudia, D. Valeriano Antolino Cuadrado, que había llegado como párroco a nuestra localidad en septiembre de 1979 y que dejó de ejercer dicho cometido en diciembre del mismo año en que se publicó dicho artículo, adoptaba un aire misterioso por miedo a que fueran robados, cuando se refería a unos “tesoros” escondidos en la casa rectoral en la que vivía. Dichas joyas eran, en realidad, tres espinas de la corona de Jesucristo que tenía guardadas en una cajita de aluminio, la cual se hallaba envuelta en un lienzo de color canela. D. Valeriano, al que se describe como un cura a la vieja usanza, con la sotana raída y el bonete reluciente por el uso, afirmaba que las descubrieron unos niños jugando mientras se restauraba una pared de la iglesia cuando, al mover una de las piedras, aparecieron diversos cantos y tierra de distintos lugares, unas sandalias antiguas y las tres santas reliquias de la pasión.
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OTRO LIGNUM CRUCIS AMPUDIANO
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12 Quien esto escribe tuvo la oportunidad de entrevistar, el día 7 de abril de 2009, a nuestro querido cura en el piso en que vive, ya jubilado, en la capital de la provincia, el cual recordaba con todo detalle aquel momento en que, limpiando, en compañía de sus monaguillos, la carbonera de la colegiata (capilla de Don Miguel, por la que se accede al órgano y a la Huesera, en la base de la torre), apareció un expositor de aproximadamente un metro de alto que disponía de diversos compartimientos, arcos y cajones abajo, en los que había muchos huesos, a modo de reliquias, con su descripción. Entre ellos, protegidas por un papel de lino con manchas como de sangre, encontró tres grandes espinas que, más tarde, guardó en una caja de nogal, a modo de arca, cuyas medidas eran de 40 cm. x 20cm. x 20 cm y que depositó en un armario del piso superior de su propia su vivienda.
En la actualidad, a pesar de las insistentes indagaciones hechas ante el actual párroco, D. Isaac Laso Ruiz, que amablemente ha buscado una y otra vez en su propia morada, hemos de reconocer que, desgraciadamente no se han podido localizar esos ocultos “tesoros” que probablemente sigan olvidados en algún apartado rincón. APÉNDICE DOCUMENTAL 1.- 1592, 18 de octubre, Monasterio de Nª Sª de la Estrella. Carta de Felipe II al abad de Husillos. APA, nº 152 de Diversos (Cartas Especiales: Nº 1.Carta de Felipe II). El rey Venerable Abbad dela iglesia collegial de Husillos, Muy particular contentamiento he recibido de entender por vra carta la buena voluntad con que vos y los desse cabildo haueis acudido a darme la reliquia del pie del bienaventurado S. Lorenço, lo qual extimo lo que es razon y os lo agradezco mucho y me queda dello la memoria que es Justa para fauorecer las cosas desa Abbadia en todo lo que se offreciere y huuiere lugar, y pues vos haueis sido el instrumento deste don, holgare también que vos le lleueis al monasterio de S. Lor(enz)º remitiendo, os si será agora, o, para quando plaziendo os yo este alla, pero antes de ponerlo en execucion me lo auisareis para que yo ordene lo que se haura de hazer en el recibirle y entregarle. Del monasterio de Nra. Srª de la Estrella. … (18) de Oct(ubr)e, 1592 años. Yo el rey 2.- 1593, 17 de junio, Husillos. Testimonio de la entrega del pie a D. Francisco de Reinoso para llevarle al rey Felipe II al Escorial. APA, nº 152 de Diversos (Cartas Especiales: Nº 1.Carta de Felipe II). Notario que estais presente, dad por testimonio signado y autoriçado de manera e forma que de credito ife donde quiera que se presentare ipareçiere amy don balthasar de chaues, prior y canónigo desta iglesia collegial de husillos, como aprocurador general dela dicha iglesia y cauildo della asu nombre y mío, como oy jueves diez y siete dejunio demilly quinientos y nouenta ytres años, como para en cumplimiento de un serviçio, graçia y donaçión que en cinco de otubre delaño pasado demilly quinientos ynouenta ydos el abbad, prior y cauildo juntam(en)te desta iglesia hiçimos a la magestad del Rei don Phelipe nro. Sr segundo de ese nombre de nra. pura y espontanea voluntad, sin… interes inducimiento ny soborno… dela Reliquia y Sto pie del bien auenturado martir çan (sic) lorençio que enesta nra. iglesia tenemos. Doy y entrego la dicha Sta. reliquia y pie a don D. Franco de Reinosso nro. abbad como a persona diputada para Recibirle por el Rey nro. Señor para que le de y entregue asu magd. oala persona o personas por su Real persona para Recibirle diputadas y le lleve ala cassa y templo de san lorençio el Real deescurial o a otra qualquier parte para ello nombrada y situada, la qual dicha Reliquia y pie Sto entrego al dicho don franco de Reynosso dentro de una caja
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Nos don franco de Reynoso abbad de la nra. iglesia collegial dela nra. villa de husillos deste obispado de pa(len)za deçimos y confessamos que Recibimos delos nros. hermanos prior y cauildo dela dicha nra. iglesia la Sta reliquia ipie del bien auenturado mártir San lorençio en vna caja de plata dela misma forma y manera itan entero con sus çinco dedos inierbos con las demás señales de fuego que siempre anpareçido yemos adorado, la qual dicha Sta Reliquia ipie recibimos para llevar y entregar ala magd del Rey don Felipe nro. Sr para en cumplimi(ent)o y effeto que por via de donación gracia y servicio se le hiço a sumagd de nra. parte ydela de los dichos nros. hermanos juntamte en cinco días de otubre delaño pasado de nouenta y dos (1592) dela dicha Sta reliquia i pie yen fe yen raçon dela entrega que se nos haçe dela dicha Sta reliquia lo firmamos de nro nombre ante el infraescrito notario y siendo neçesario nos obligamos de traher testimonio dela entrega que a su magd se haçiere dela dicha Sta reliquia para que los di-
chos nros. hermanos le guarden en sus archiuos para todo aquello que les pareçiere y bien visto les fuere fecho en la nra. villa de husillos. Don Franco de Reinoso. … ante Villadiego notario ap(ostó)lico Por autoridad aplica aprobada e canonygo dela iglesia collegial de nra. señora de deessa brava doy fe y verdadero testimonio que oy __ (no pone el día) del mes de Junio de mil y quinientos ynouenta y tres años estando enla capilla denra. Señora dentro dela dicha iglesia don franco de Reynosso abbad e el prior y la mayor parte de los capitulares de la dicha iglesia Juntos Para el effeto que aqui se dira/ don balthasar de chaues Prior dela dicha iglesia como procurador general del dicho cauildo yensu nombre dio yentrego al dicho don franco de Reynosso abbad el santo pie del bien auenturado martir San Lorençio que estaba enla dicha iglesia dentro de vna caja de plata con las señales del fuego que siempre an parecido y tan entero y dela misma forma que en nra. iglesia siempre seaadorado y se le dio y entrego como apersona diputada por la magd del Rei Phelipe nro señor para que se le lleve al templo ycasa desan lorençio el Real dela villa del escurial y protestando como protesto el dicho don balthasar de chaues el tiempo dela entrega y pidió lo demás contenido en la dicha protesta y el dicho donfranco de Reinosso dio una firmada de su nombre del Reçibo yentrega que dela dicha Sta reliquia se le hiço lo qual dicha entrega se hiço al dicho don franco de Reynosso para en cumplimiento y effeto dela donaçion que los dichos abbad prior y cauildo hicieron ala magd del rei don fhelipe nro señor Ante my elinfrascrito notario en çinco de otubre del año pasado demill yquinientos y nouenta idos años dela dicha Sta reliquia ipie desan lorencio como esta dicho/ siendo testigos a todo lo que dicho es.
1 Archivo Parroquial de Ampudia (Palencia); en adelante, APA. Nº 111 de Inventario de bienes, fol. 5-2ª num. Inventario de 27 de noviembre de 1635. 2 APA, nº 228 de Acuerdos Capitulares, fols. 228 y 288 v.(cabildos de 15 y 23 de marzo de 1612) y nº 57 de Cuentas de Fábrica, fol. 123 v. (cuentas de 1616). 3 APA, nº 111 de Inventario de bienes, fol. 67-3ª numeración y nº 112-B de Inventarios Parroquiales, fol. 57. 4 APA, nº 228 de Acuerdos Capitulares, fol. 61 v. (Cabildo de 8 de febrero de 1608). 5 APA, nº 235 de Acuerdos Capitulares, fol. 18 v. (Cabildo de 15 de diciembre de 1719). 6 APA, nº 152 de Diversos (Copias de Escrituras antiguas: Noticias de la Fundación de esta Iglesia). 7 APA, nº 48 de Cuentas de Fábrica-Husillos. 8 APA, nº 243 de Acuerdos Capitulares, fol. 26 (Cabildo de 10 de junio de 1774) y nº 112 de Inventario de Libros, fol. 59. 9 APA, nº 152 de Diversos (Cartas Especiales: Nº 1.- Carta de Felipe II). 10 APA, nº 232 de Acuerdos Capitulares, fol. 99 v. (Cabildo de 12 de abril de 1677); nº 111 de Inventario de Bienes, fol. 67-3ª numeración. 11 APA, nº 112-B de Inventarios Parroquiales, fols. 9 y 67-3ª numeración. Inventario del párroco D. Máximo Sanz Arranz, fol. 2 sin numerar (Cuadernillo sin fecha, cosido). 12 APA, nº 111 de Inventario de bienes, fol. 5-2ª numeración (Inventario de 27 de noviembre de 1635) y fol. 5 v.-3ª numeración (Inventario de 10 de septiembre de 1665); nº 233 de Acuerdos Capitulares, fol. 52 (Cabildo de 1 de junio de 1691). 13 APA, nº 228 de Acuerdos Capitulares, fol. 112 (Cabildo de 22 de mayo de 1609). 14 APA, nº 231 de Acuerdos Capitulares, fol. 104 v. (Cabildo de 3 de junio de 1641). 15 APA, nº 232 de Acuerdos Capitulares, fols. 151 y 182 v. (Cabildos de 15 de febrero de 1683 y de 13 de mayo de 1685). 16 APA, nº 233 de Acuerdos Capitulares, fols. 61, 99 y 114 v. (Cabildos de 10 de mayo de 1692, 4 de junio de 1696 y 20 de abril de 1698). 17 APA, nº 232 de Acuerdos Capitulares, fol. 100 v. (Cabildo de 8 de mayo de 1677). 18 APA, nº 231 de Acuerdos Capitulares, fol. 160 (Cabildo de 29 de abril de 1644) y nº 63 de Cuentas de los fabriqueros, fols. 106 y 121 (Cuentas de 1677 y 1683). 19 APA, nº 248 de Acuerdos Capitulares, fols. 180 v., 189, 201, 202 v., 204 v. y ss. 20 APA, nº 39 de Entierros, fol. 196 v.
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de plata dela forma y medida del Sto pie tan entero como siempre aestado en esta iglesia consus çinco dedos saltadas las uñas con la fuerça del fuego con sus nierbos (sic) y ligamentos y señales del fuego edela misma forma y manera que en esta nra. iglesia siempre seatenido yadorado. Y para que quede memoria perpetua del Recibo yentrega que al dicho don franco de Reinosso ago dela dicha Sta reliquia pido lo firme de su nombre y siendo neçessario como lo es para cosas que importan y pueden importar con la suçession del tiempo aeste cabildo (e) iglesia se ara testimonio de la entrega que hiciere a su magd dela dicha Sta reliquia y protesto todo lo que puedo y pido … su testimonio y alos presentes Ruego sean testigos joan apariçio… y joan herrero vs dehusillos. El prior chaues.
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Don Bueso en Ampudia Los primeros Señores de la Villa E. ROMO VELASCO (I) Es distintivo del urbanismo ampudiano el haber conservado no sólo sus rasgos arquitectónicos más emblemáticos, sino también los nombres antiguos de la mayor parte de sus calles. Pocos son ciertamente los pueblos que pueden preciarse de tener una “Calle Nueva” que ya lo era en 1485 (Testamento de Don García López de Ayala) y una “Plaza del Garriplau” [Barrio Prado] que ejemplifica por sí sola todos los vicios de dicción propios del habla popular. Toponimia callejera llena de reminiscencias históricas, geográficas y culturales a menudo difíciles de descifrar. Nombres de personajes desconocidos que se resisten incluso a aquellos que bucean con denuedo en los archivos locales. Ninguno de ellos tan sugerente y enigmático como ese “Dom Hueso” que figura en la placa de una de las más antiguas de sus calles y cuya identidad hasta ahora nadie ha conseguido desvelar. La identificación de este personaje con el Don Bueso histórico, merino de Saldaña, tal y como aquí la proponemos, debe entenderse como una hipótesis de trabajo, aunque la evidencia en este caso salte por encima de los documentos, o se esconda tras ellos, y apele a nuestra imaginación (1). (II) Situémonos justo en la mitad del siglo XII. Ampudia no era en ese momento más que una de las once aldeas que conformaban el alfoz de la Torre de Mormojón, al que el emperador Alfonso VII había concedido nuevos fueros en el año 1144: “Estas son las villas del alfoz: Revenga, Pozos, Pedraza, Villa Aniel, Rayaces, Olmillos, Arconada, Fonpudia, Castriello, Valloria, Villa Aries” [Martínez Llorente, F. J., 1995] (2). Estaba la aldea situada a la vera de un antiguo e importante camino por el que, viniendo desde Medina de Rioseco, penetraban con facilidad los ejércitos del rey leonés, aprovechándose de la debilidad de la monarquía castellana (3). Era por esas fechas señor de la comarca un caballero llamado Don Bueso, merino mayor y representante del rey castellano en las tierras de Carrión y Saldaña. Todo apunta a que fuera precisamente este noble saldañés quien, hacia el año 1160 y con el fin de controlar mejor los caminos, tuviera la feliz idea de convertir la pequeña aldea de Ampudia en una “villa real” fuertemente murada. Su nombre habría
quedado para siempre incorporado a la nomenclatura del pueblo. Pese a que ignore por completo a nuestro personaje, del profesor Reglero de la Fuente podemos tomar una referencia que parece avalar nuestras suposiciones: “Ampudia es una aldea documentada desde el siglo X, y que en 1144 formaba parte del alfoz de Torremormojón. Sin embargo, en 1188 se encuentra entre las ciudades y villas cuyos “mayores” juran el tratado entre Alfonso VIII y Federico I de Alemania, junto a Valladolid, Palencia, Tordesillas, Simancas, Torrelobatón y Montealegre, por citar sólo a las de la comarca [...]. Este cambio de situación producido en fecha incierta, debe asociarse a la proximidad de la frontera [...]. Su posición intermedia entre Torremormojón y Montealegre, cerrando el acceso a Palencia por el valle del Salón, le otorgaban un alto valor estratégico” [Reglero de la Fuente, C. M., 1994: p. 102]. De donde se pueden extraer tres conclusiones principales: Primera, que efectivamente se produjo en Ampudia un cambio sustancial pues, en breve tiempo, de simple aldea vino a convertirse en villa de importancia. Segunda, que este cambio estuvo motivado por la posición estratégica de Ampudia para controlar los caminos de acceso hacia Palencia. Y tercera, que la “refundación” tuvo que producirse entre los años 1144 y 1188, periodo en el que está documentada la presencia de Don Bueso en varias localidades de la comarca (4). Más adelante, del mismo autor y de la misma obra, tomamos otra referencia interesante: “En Ampudia nos encontramos también con estos tres recintos: uno elíptico junto a la iglesia de Santa María, documentada ya en el siglo X, cuyo eje más largo está ocupado por una calle; en otro de forma ovalada, se encuentra la iglesia de Santiago; se trata de dos recintos tangentes, englobados en un tercero mucho más amplio. Parece que nos encontramos ante el nacimiento de un barrio cercado junto al primitivo núcleo, que ha terminado por ser integrado en la villa” [Reglero de la Fuente, C. M., 1994: p. 396]. Como los recintos segundo y tercero resultan manifiestos, será preciso insistir en el primero. Frente a lo que comúnmente se cree, el núcleo primitivo de Ampudia no se encontraba en los aledaños del castillo sino en el barrio de Don Bueso, en torno a la tem-
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Territorio aproximado de los vacceos Oppida vacceos Civitates vacceas Otros núcleos de población celtibéricos
Expediciones romanas contra los vacceos L. Licinio Lúculo (151 a. C.) M. Emilio Lépido y D. Junio Bruto (137 a. C.) P. Cornelio Escipión (134-133 a. C.)
Los “oppida” de Palentia e Intercatia (Montealegre) en las rutas de L. Linicio Lúculo y P. Cornelio Escipión Emiliano. El control de este antiguo camino, que pasaba por Ampudia, fue sin duda el motivo del fuerte amurallamiento de la Villa. Ilustración tomada de: “La Historia en su lugar” F. García de Cortázar (Ed.).
prana iglesia de Santa María [Santa María de Fonte Pudia]; o lo que es lo mismo, junto al camino, que penetraba en el pueblo por la Puerta de Prado y la Calle de los Yeseros, y muy próximo a la pequeña corriente fluvial que atraviesa el casco urbano, “el Arroyo del Agua”. No hay en esto ninguna novedad; en el origen de casi todos los asentamientos humanos de la comarca aparecen siempre unidos estos tres elementos: un camino, un arroyo y una iglesia (5). (III) No cabe duda de que nos estamos moviendo en un periodo oscuro de nuestra historia, con escasez
de testimonios documentales y, al hablar de Don Bueso, en un terreno pantanoso donde se mezclan la Historia y la Leyenda. “Bueso” parece nombre de origen francés, “Boiso”, castellanizado como “Boso”, “Bueso”, “Hueso” o “Güeso”, según las costumbres y la cultura de las gentes. Y francés era, en efecto, aquel primer Don Bueso que muriera en singular combate contra Bernardo del Carpio. No fue el único de tal nombre, pues las venturas y desventuras de otros personajes homónimos, e igualmente legendarios, han llegado hasta nosotros a través del rico bagaje del romancero castellano.
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16 Pero nuestro Don Bueso no es un personaje literario, sino histórico y real, de dudosa relación con aquellos otros que forjaron la Leyenda. Su ficha biográfica es la siguiente:
• Hijo de Diego Muñoz, merino de Saldaña, y de Urraca Téllez, hija de Tello Fernández, señor de la Torre de Mormojón en 1116. • Casado con Urraca Pérez, hermana de Don Tello Pérez, el fundador del linaje de los Téllez de Meneses y del Monasterio cisterciense de Matallana. • De entre sus seis hijos destacan: Diego Bueso, el primogénito y sucesor, y María Bueso, esposa de Don Pedro Gutiérrez, señor de Villarramiel y de Palacios del Alcor, entre otros muchos lugares.
La presencia de Don Bueso se documenta en varios privilegios reales del breve reinado de Sancho III “El Deseado” y la minoría de Alfonso VIII: El 4 de mayo de 1158 Don Bueso aparece en la escritura de demarcación de la Abadía de Husillos efectuada por Sancho III, confirmando como “Domnus Boso, maiorinus in Saldania”. El 11 de marzo de 1162 vuelve a figurar en la donación que hace Alfonso VIII de la villa de Pedraza de Campos al Hospital de San Antolín de Palencia. Seis años después, en 1168, es su primogénito Diego Bueso quien confirma un documento del monasterio de Santa María de Retuerta (Valladolid) como “Didago Bueso, príncipe in Saldania et in medio Carrione”. Pero ello no significa necesariamente que para esa fecha nuestro personaje hubiera muerto. Pudo ocurrir que, como hicieran algunos de sus coetáneos, también Don Bueso hubiera optado por retirarse a pasar sus últimos años viviendo como ermitaño en un monasterio emplazado en las proximidades de Urueña. Ambrosio de Morales en su Viaje Santo de 1570, tras visitar el Monasterio del Bueso, relata lo siguiente:
“En una pared de la iglesia está un arco llano, con un sepulcro de yeso liso, sin letra ni otra cosa: aquel muestran por el sepulcro de Don Bueso, el muy afamado en nuestros Cantares. Él, dicen, fue el fundador del Monasterio, y que con otros Caballeros se retiró a ser ermitaño: esto ha venido de unos en otros” [Morales, A., 1792: p. 244]. En cualquier caso, Don Bueso parece ya difunto seguro en 1178, cuando su esposa, Urraca Pérez, acompañada de sus seis hijos, hace donación de ciertas heredades a su prima Aldonza López, abadesa del monasterio de Gradefes (León): “Yo Urraca Pérez y mis hijos Diego Bueso, Martín Bueso, Pedro Bueso, Don Bueso, Maria Bueso y Mayor Bueso hacemos carta de donación para tí Aldonza López, mi prima, en el nombre del Señor Dios eterno amén” [Archivo Histórico Diocesano de León: “Fondo de Gradefes”, doc. 132] (IV) Volviendo de nuevo a los asuntos de Ampudia, y con todas las reservas que exigen estos casos, nos arriesgamos a considerar a Don Bueso como “el primer señor de la villa”, entendido no como señorío solariego, sino como simple “tenencia” y posesión de la villa en nombre del Rey. El segundo, Don Rodrigo Gutiérrez Girón, mayordomo del rey Alfonso VIII, que recibía las tenencias de Montealegre y de Ampudia hacia 1173. Bajo su mandato acudirán los representantes de ambos concejos [“Mons Letus”, “Fons Purus”] a las importantes Cortes celebradas en Carrión de los Condes en el año 1188 (6). Ya en 1162 Don Rodrigo Gutiérrez confirmaba junto a Don Bueso la donación de Pedraza al hospital palentino. Treinta años después, en 1192, aparece como señor de Ampudia y de La Torre al efectuarse la división de términos con las behetrías del Valle de Trigueros: “Esta es la carta de división que hacen los concejos de Ampudia y de La Torre con don Rodrigo nuestro señor y heredero en el Valle de Trigueros y con don Tello que es heredero en el Valle de Trigueros…” [Izquierdo Misiego, J. I., 2004: p. 226.] Tres años antes, en 1189, Don Rodrigo Gutiérrez había recibido de Alfonso VIII la vecina Valoria del Alcor a cambio de Villafontín (7). Y tras de Don Rodrigo (†1194), otro ilustre personaje, Don Alfonso Téllez de Meneses (†1230), a quien el rey Alfonso VIII concede la villa de Ampudia por privilegio dado en Aguilar en 1195 (8). Si observamos con detenimiento el árbol genealógico, comprobamos cómo estos tres primeros señores o “tenentes”, aunque pertenecen a tres linajes distintos, están unidos por estrechos lazos de parentesco. Así, Don Rodrigo y Don Alfonso resultan ser, respectivamente, primo y sobrino de Don Bueso.
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BUESO
GIRÓN Tello Fernández Gutierre Téllez
Diego Muñoz ∞ Urraca Téllez / Tello Pérez / Urraca Pérez ∞ DON BUESO Diego Bueso / María Bueso ∞ Pedro Gutiérrez / Rodrigo Gutiérrez Girón Alfonso Téllez de Meneses ∞ Elvira Ruiz Girón / Gonzalo Ruiz Girón
(V) Tras un largo periodo en manos de Girones y Meneses termina para Ampudia la etapa de las “tenencias” y empieza la del “dominium”; diversas reinas e infantes que reciben la posesión de la villa, de por vida y como parte de su dote matrimonial: Doña Beatriz de Suabia, Doña Violante de Aragón, el Infante Don Pedro y Doña María de Portugal, que donará la villa, ya como solariega, a Don Juan Alfonso de Alburquerque. A ellos hay que añadir los nombres de la excelsa Doña María de Molina, poseedora durante algún tiempo de todas las villas de las que fue desposeída Doña Violante, y del intrigante Don Juan Núñez de Lara (II) que tuvo Ampudia ocupada por las armas en el periodo 1297-1299. Entre la muerte del Infante Don Pedro (†1319) (9) y el matrimonio de Alfonso XI con Doña María de Portugal (1328) habrá que consignar también la “tenencia” o encargo de Don Garci Laso de la Vega (I) (10), que recibió además el señorío de la Torre de Mormojón. Así tendremos terminada la relación, acaso incompleta, de todos aquellos ilustres caballeros y “dóminas” que enseñorearon la villa de Ampudia hasta la fecha ya tópica de 1352 en que se elabora el famoso “Libro Becerro de las Behetrías”. De todos ellos existe en los archivos suficiente y acreditada documentación. Sólo Dom Hueso seguirá siendo, tal vez para siempre, ese enigmático personaje que da nombre a una calle antigua y en el que, quizás con un exceso de imaginación, hemos creído encontrar al “primer señor de la villa” y así hemos tratado de demostrarlo. NOTAS (1) Los archivos locales recogen el nombre “la cal de Dom Bueso” desde el siglo XV y en el habla coloquial se la conoce popularmente como “la calle Ungüeso”. No han faltado quienes han supuesto que el personaje del rótulo callejero habría de ser algún miembro destacado de la populosa judería de la villa. A su
favor, la existencia de una sinagoga en una calle aledaña, y ese “Dom” que nos trae inevitablemente a la memoria al ilustre carrionés Dom Sem Tob. Pero para dotar a la hipótesis de una mínima garantía sería preciso, al menos, encontrar a alguien con tal nombre entre los judíos de los lugares comarcanos (Palencia, Dueñas, Paredes de Nava…). Al contrario, todos los judíos de esos lugares llevan nombres hebreos (Salomón, Simuel, Jacob, Yucef, Mosé, Abrahán…) y “Bueso” ciertamente no lo es. Los romances lo presentan siempre como un caballero cristiano, de linaje regio o señorial. Es difícil, sin embargo, encontrar la relación que pueda existir entre el Don Bueso histórico y el Don Bueso literario. La figura de este último nos viene dada por toda una serie de romances populares: “Don Bueso y Bernardo del Carpio”, “Don Bueso y su hermana”, “Don Bueso y Moriana”, “Don Bueso y el puerco”, “Don Bueso en Sevilla”, “Mujer de Don Bueso”... Las señas de identidad del Don Bueso histórico, merino de Saldaña, fueron puestas de manifiesto por los trabajos de Don Julio González [González, J., 1960: T. I, p. 352 y T. II, Doc. 42 y 43, pp. 77 y 79] (2) En los siglos X-XI los alfoces territoriales estaban organizados en función de los castillos roqueros, que en nuestra comarca eran tres: Monzón, Dueñas y Torremormojón. Así aparecen en el “Cantar de los Siete Infantes de Lara (o de Salas)”, reconstruido por Don Ramón Menéndez Pidal, que narra hechos supuestamente acaecidos a finales del siglo X. [Díaz-Plaja, G., 1958] En otro día el traidor de Saldaña partió, agua de Carrión ayuso fuese para Monçón. Don Mudarra sopo las nuevas, para allá adereçó: topó con su rostro al par del río Carrión; cuitose de andar por lo fallar en Monçòn, e quando don Mudarra a Monçón llegó el traidor ya era ido a la Torre de Mormojón, e don Mudarra tras él por el rastro lo siguió e quando don Mudarra a la Torre llegó el traidor Ruy Velázquez a Dueñas se tornó.
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MENESES
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18 Al alfoz de Dueñas pertenecían Villamuriel, Monte de Palencia, Autilla del Pino, Paradilla, Paredes de Monte, Santa Cecilia y Villarramiro. El alfoz de Monzón, por su parte, incluía la ciudad de Palencia y llegaba hasta el despoblado de Santovenia (Revilla de Campos), donde comenzaba el alfoz de La Torre: “Santovenia, in territorio et alfoz de Monteson et illa Torre de Monte Molion” (1091). El alfoz de Torremormojón comprendía los términos actuales de Pedraza (con los despoblados de Pozos y Villa Aniel), Torremormojón, Ampudia (con los despoblados de Rayaces, Olmillos, Alconada y Castrillo), Valoria del Alcor, Villerías y el despoblado de Revenga (Castromocho), hasta la línea del Valdeginate. En el año 1144 Alfonso VII el Emperador le concedió nuevos fueros por los que sus moradores quedaban exentos del pago de portazgo en los alfoces vecinos de Monzón, Dueñas y Cabezón. El texto completo de la versión romanceada del fuero ha sido publicado por Martínez Llorente (1995). (3) Dejar bien establecida la antigüedad e importancia de esta vía de comunicación resulta pieza clave para comprender la historia de Ampudia en sus fases iniciales. El 30 de mayo del año 938, Ebohamor y sus familiares hacían donación de sus bienes a Santa María de Husillos. La ubicación de los mismos permite ver bien a las claras el trazado del camino [kareira]: “Una serna que est sub kareira que vadi de Kastrelo a Fonte Pudeda […] kareira que vadi a Petraza et Avarin…” [Izquierdo Misiego, J. I., 2004: p.225]. Si, como afirman Solana Sainz (1995) y otros diversos autores, la importante ciudad [oppidum] vaccea de Intercatia estaba ubicada en Montealegre, pocas dudas pueden caber de que nuestro camino coincide con la vía 313, 3-4 del itinerario conocido como “Ravennate” o “Anónimo de Rávena”. Hacia ello parecen apuntar igualmente las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo recientemente en la villa romana del Picón de Castrillo: “La importancia del núcleo de Montealegre viene también avalada por la proliferación de villas en sus cercanías [...]. La posición de estos tres núcleos [Matallana, Valdebusto, Castrillo] dibuja un camino que bordea el páramo de Torozos, con los asentamientos en las zonas productivas de las zonas bajas, y que si lo prolongamos hacia el este llegaría hasta Palencia, importante núcleo también en época altoimperial” [Balado Pachón, A. y Martínez García, A.B., 2004]. Cuando todo esto se confirme, se abrirán nuevos horizontes y veremos transitando por este camino a las tropas del cónsul Lúculo (en el año 151 a. C.) en su desplazamiento desde Intercatia hasta Palencia; y pocos años después (134 a. C.), en dirección inversa, al poderoso ejército de Escipión Emiliano en
su largo periplo hacia el asedio y destrucción de Numancia. Al pasar por estas tierras, cuenta el historiador Apiano, los soldados se morían de sed y se vieron forzados a abrir pozos que resultaban en su mayoría salobres. No parece descabellada la idea de que en alguno de estos pozos [puteus] pudiera estar el verdadero origen del nombre de Fonte Pudia. Cabe citar, a propósito del origen del nombre, la opinión de Merino Agudo: “Es más lógico fundar poblado en paraje de agua de pozo [Ad Fontem Puteam] que en lugar de agua podrida maloliente [Ad Fontem Putidam].” [Merino Agudo, J. M., 2002]. (4) A lo largo del siglo XII, por su condición de zona fronteriza entre León y Castilla, a ambos lados del río Sequillo se produjo una profunda reorganización territorial. Se crearon numerosas “villas reales” con sus correspondientes alfoces concejiles y en algunos casos con cambio de nombre y ubicación: Montealegre, Medina de Rioseco, Villabrágima, Villagarcía, Urueña, Aguilar de Campos, Tordehumos, Peñaflor, Torrelobatón... Así, la “refundación” de Ampudia, hacia 1160, no debe entenderse como un hecho extraordinario, sino encuadrado en la más amplia reestructuración comarcal. A partir de ahí, la villa experimentará un lento pero continuo crecimiento que no se detendrá hasta finales del siglo XVI en que alcanza los 3.000 habitantes. El primer personaje histórico que lleva el nombre de la villa es García Pérez de Ampudia [“García Petri de Font Pudia, alcaide in castello de Gordaliza”], que figura en un documento del 23 de octubre de 1204 confirmando la venta de unas tierras, junto a Gutierre Diez, merino, y a Gonzalo Rodríguez (Girón), mayordomo de la curia del rey. Por el apellido y la fecha, podría tratarse de uno de los hijos de Pedro Gutiérrez y María Bueso, pues Luis Fernández Martín, en su “Historia de Villarramiel” nos habla de otro hijo llamado Fernando Pérez o Pétriz [Fernández Martín, L., 1984, pp. 7273]. Si así fuera, significaría que los descendientes de Don Bueso habrían seguido de algún modo ligados a la Villa. (5) Todo es misterio y olvido en torno a esta primitiva iglesia de Santa María a la que muchos han confundido con Santa María de Castrillo, por pertenecer ambas a la antigua Abadía de Husillos. Sin embargo, en el documento de Sancho III de Castilla de 1158, por el que se le confirman a Husillos sus propiedades, ambas iglesias, Sanctam Mariam de Castrelu y Sanctam Mariam de Fonte Pudia, aparecen claramente diferenciadas. La primera era fruto de una donación particular y la segunda había sido entregada a Husillos por los Condes de Monzón. Aunque sólo sea por la coincidencia del nombre, apuntamos la posibilidad de que esta ignorada igle-
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(6) En las Cortes celebradas en el monasterio de San Zoilo de Carrión en el verano de 1188, fue armado caballero el príncipe Conrado, hijo del emperador Federico I de Alemania, y se celebraron sus esponsales con Doña Berenguela, hija primogénita de Alfonso VIII, que tenía entonces ocho años. El compromiso matrimonial había sido ya acordado previamente en Alemania el 23 de abril de ese mismo año y entre los representantes de los dieciocho concejos castellanos que juraron el tratado se encontraban los “maiores” de Montealegre y Ampudia: “Haec sunt nomina civitatum quorum maiores juraverunt: Turris de Lobaton, Mons Letus, Fons Purus, Sanctus Facundus, Ceia…” [González, J., 1960: T. III, Doc. 499] Aunque Ampudia figuraba en la dote matrimonial de Doña Berenguela, ésta nunca llegó a ser “dómina” de la villa, pues su matrimonio con Conrado no llegó finalmente a celebrarse. Cuando se casó con Alfonso IX de León, recibió en arras (8 de diciembre de 1199) todas aquellas plazas que en las guerras precedentes los castellanos habían arrebatado a los leoneses. Sin embargo, Doña Berenguela (†1246) no anduvo muy alejada de estas tierras, ya que, junto a su nuera Doña Beatriz de Suabia (†1235), esta sí, “dómina” de Ampudia, fueron ambas las que actuaron como protectoras de las obras de construcción de la imponente y desdichada iglesia de Santa María de Matallana. (7) Don Rodrigo Gutiérrez Girón (†1194) Hijo de Don Gutierre Téllez y nieto de Don Tello Fernández, señor de Torremormojón en 1116. Fue el primero de la familia en llevar el apelativo “Girón”. Desempeñó el cargo de Mayordomo del rey Alfonso VIII de forma ininterrumpida durante veinte años (1173-1193). Ostentaba la tenencia de Monzón en 1166 y la de Montealegre en 1173. Aunque las tenencias de Ampudia y Torremormojón solo estén confirmadas en 1192, es de suponer que las recibiera por las mismas fechas. Casado primero con Doña María de Guzmán y después con Doña Jimena Osorio. De entre sus ocho hijos destacan Don Gonzalo Ruiz Girón, tenente de Torremormojón y tal vez también de Ampudia, que le sucederá como cabeza del linaje, y Doña Elvira Ruiz Girón, casada con Don Alfonso Téllez de Meneses. El documento por el que Don Rodrigo Gutiérrez Girón recibe Valoria del Alcor ha sido publicado por Luis Fernández Martín [Fernández Martín, L., 1972: Doc. 11, p. 402].
(8) Don Alfonso Téllez de Meneses (I) “El Viejo” (†1230) Hijo primogénito de Don Tello Pérez de Meneses y su sucesor al frente del linaje. Casado en primeras nupcias con Doña Elvira Ruiz Girón y en segundas con Doña Teresa Sánchez, hija bastarda del rey Sancho I de Portugal. De su numerosa prole saldrán todas las ramas principales de los Téllez de Meneses, emparentadas repetidas veces con las monarquías portuguesa y castellana. Sucedió a Don Rodrigo Gutiérrez Girón en las tenencias de Ampudia (1195) y Montealegre (1205) y tuvo además la de Cabezón (1195-1228), en cuyas proximidades fundó el Monasterio de Palazuelos (1213). El privilegio de 1195 por el que Alfonso VIII le concede a Don Alfonso Téllez la villa de Ampudia, es citado por diversos autores que toman la información de la Enciclopedia Heráldica de García Carraffa [García Carraffa, A., 1919-1963: T. 56, p. 155]. (9) El Infante Don Pedro (†1319) Nació en Valladolid en 1290, siendo el quinto de los siete hijos que tuvo Sancho IV y el más parecido a él en semblante y carácter. Estuvo siempre en el bando de su madre, Doña María de Molina, y llegó a ser nombrado Mayordomo Mayor del rey Fernando IV, su hermano, y Tutor de Alfonso XI, su sobrino. Fue Señor de los Cameros, de Almazán y de Berlanga y de muchas otras villas, entre ellas Aguilar y Ampudia, que le fueron entregadas como parte de la dote para su matrimonio con Doña María de Aragón, hija del rey Jaime II. La boda se celebró en Calatayud en la Navidad de 1311, pero parece que Don Pedro actuó ya como señor de la villa desde que se firmaron las capitulaciones matrimoniales en 1302. A ruego del Infante Don Pedro, consiguió Ampudia en 1311 la exención del pago de portazgo y alcabala en todos los lugares del Reino, excepto Toledo, Sevilla y Murcia, y la confirmación de este privilegio en 1315: “(Fernando IV, 11 de abril de 1311) Por ruego del Infante Don Pedro mi hermano e mio mayordomo mayor, e por façer bien et merçed al conceio de Fonpudia sus vasallos, tengo por bien que non den portazgo, nin pasaje, nin peaje, nin alcabala, en negun logar de los míos Regnos, de las cosas que troxieren o levaren, salvo en Toledo o en Sevilla o en Murcia” [Vicente, G., 1900] Ese mismo año de 1311 tuvo lugar en Ampudia una reunión importante. Con Don Pedro se juntaron en la villa los cabecillas de los nobles descontentos: el Infante Don Juan, su tío, y Don Juan Núñez de Lara (II) “El Mozo”. El asunto a tratar, la deposición del rey Fernando IV y su sustitución por el Infante Don Pedro. Actuó de mediador el agente aragonés Domingo García, arcediano de Tarazona, y sólo la intervención de Doña María de Molina evitó que el plan se llevara a efecto. Fernando IV
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sia de Santa María estuviese ubicada en la confluencia de la calle de Don Bueso con la de Los Yeseros, justo en el lugar donde, hacia 1455, se construyó el Hospital de Santa María de la Clemencia, en cuya capilla se conservaría la imagen titular, de finales del siglo XIII.
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20 murió repentinamente al año siguiente y el Infante Don Pedro fue el primero en proclamar rey en Jaén al tierno heredero, Alfonso XI. Pese a su intensa participación en los asuntos del Reino, tuvo aún tiempo Don Pedro de ocuparse de los negocios de nuestra comarca como miembro que era del linaje de los Téllez de Meneses. Compró diversas heredades en Autilla del Pino a su primo Tello Alfonso e intervino decisivamente, en 1316 y 1318, en los conflictos de montes y pastos que enfrentaban al Monasterio de Matallana con los vecinos de Villalba de los Alcores. Murió el Infante Don Pedro en 1319, a los veintinueve años de edad, luchando contra los moros en la Vega de Granada. De su matrimonio con Doña María de Aragón nació una hija póstuma llamada Doña Blanca. Trataron de casarla, primero con Don Juan de Haro “El Tuerto” (†1326), hijo del Infante Don Juan, y luego con el heredero del trono de Portugal, pero fue rechazada porque “padecía paralisía”. Así, madre e hija decidieron pasar el resto de sus vidas recluidas en el convento de Sigena (Huesca). Desconocemos si Doña Blanca llegó a ser por algún tiempo señora de Ampudia como heredera de Don Pedro, o si, a la muerte de éste, la villa retornó a la Corona. En los años siguientes, al cargo de los asuntos de Ampudia encontramos a un íntimo colaborador de Don Pedro llamado Garci Laso de la Vega. (10) Don Garci Laso de la Vega (I) “El Mayor” (†1329) Canciller Mayor y gran privado del rey Alfonso XI “El Justiciero”. Señor de las Asturias de Santillana y fundador de la ciudad de Torrelavega. Casado en primeras nupcias con Doña Juana de Castañeda y, en segundas, con Doña Teresa de Sotomayor. Amigo inseparable del Infante Don Pedro, se vio, tras la muerte de éste, favorecido en la comarca, donde recibió la villa de Torremormojón que le había sido confiscada a don Juan de Haro “El Tuerto” el 2 de noviembre de 1324. A petición de Don Garci Laso de la Vega, el rey Alfonso XI confirmó a la villa de Ampudia la donación de las tierras de Castrillo que en 1305 le hiciera Don Alfonso, el hijo del Infante de Molina: “(Alfonso XI, 12 de enero de 1326) Yo, el dicho rey D. Alfonso, porque Garcilasso de la Vega, mio merino mayor en Castiella et mio chançeller mayor del mio sello de la poridat me lo pidió por merçed, et por hacer bien et merçed a los del dicho conçeio de Fuente Pudia, confirmo les la dicha carta que el dicho don Alfonso les dio.” [Vicente, G., 1900] Murió Don Garci Laso (I) asesinado en el interior de la iglesia de San Francisco de Soria en 1329. Su hijo, Garcilaso de la Vega (II), acabó también sus días asesinado en Burgos en 1351 por orden de Don Pedro I “El Cruel”. Su nieto, Garcilaso de la Vega (III), murió en 1367 en la Batalla de Nájera luchando en el bando del bastardo Enrique II de Trastámara.
Saga ilustre esta de los Garcilasos, de aficiones literarias y guerreras y de trágico final, cuyo máximo exponente conocemos bien por los manuales de Literatura, ya en los tiempos del Emperador Carlos V. BIBLIOGRAFÍA CITADA EN EL TEXTO BALADO PACHÓN, Arturo y MARTÍNEZ GARCÍA, Ana Belén: “Resultado de las intervenciones arqueológicas de 2001 y 2002 en la villa romana de Picón de Castrillo (Ampudia, Palencia)”, Sautuola, Nº 10, 2004. DÍAZ-PLAJA, Guillermo: Antología Mayor de la Literatura Española, Barcelona, 1958. FERNÁNDEZ MARTÍN, Luis: “Colección diplomática del monasterio de Santa María de Matallana”, Hispania Sacra, XXV, 1972. FERNÁNDEZ MARTÍN, Luis y FERNÁNDEZ MARTÍN, Pedro: Historia de Villarramiel, Palencia, 1984. GARCÍA CARRAFFA, Alberto y GARCÍA CARRAFFA, Arturo: Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispanoamericana, 88 vols., Madrid, 1919-1963. GONZÁLEZ, Julio: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, 3 vols., C.S.I.C., Madrid, 1960. IZQUIERDO MISIEGO, José Ignacio: Historia de Ampudia, Salamanca, 2004. MARTÍNEZ LLORENTE, F. J.: “Fueros inéditos de Torremormojón y su alfoz (1144). Análisis normativo e institucional”, Actas del III Congreso de Historia de Palencia, Tomo II, Palencia, 1995. MERINO AGUDO, Jesús María: Palencia en sus Topónimos, Palencia, 2002. MORALES, Ambrosio de: “Relación del Viaje Santo de 1570”, en Las antigüedades de las ciudades de España, Madrid, 1792. REGLERO DE LA FUENTE, Carlos Manuel: Espacio y poder en la Castilla Medieval. Los montes de Torozos (Siglos X –XIV), Valladolid, 1994. SOLANA SAINZ, José María: “Fuentes antiguas de Palencia. Estudio y comentario crítico”, en Actas del III Congreso de Historia de Palencia, Tomo I, Palencia, 1995. VICENTE, Gregorio: “Privilegios de Ampudia”, Boletín de la Real Academia de la Historia, XXXVII, 1900.
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- Reinado de Sancho III (1157-1158) y minoría de Alfonso VIII (1158-1169) * Don Bueso, merino de Saldaña. Refundación de la villa (hacia1160). Probable, aunque no documentada. - Reinado de Alfonso VIII “El de las Navas” (1169-1214) * Don Rodrigo Gutiérrez Girón (†1194). Tenencia de la villa; probable desde 1173, documentada en 1192. * Don Alfonso Téllez de Meneses “El Viejo” (†1230). Tenencia de la villa; documentada en 1195. - Reinado de Enrique I (1214-1217) (Regencia de Doña Berenguela) * Don Gonzalo Ruiz Girón (†1236). Tenencia probable, aunque no documentada. - Reinado de Fernando III “El Santo” (1217- 1252) * Doña Beatriz de Suabia (†1235). Dominio de la villa por dote matrimonial (desde 1219). - Reinado de Alfonso X “El Sabio” (1252-1284) * Doña Violante de Aragón (†1300). Dominio de la villa por dote matrimonial (desde 1248). Desposeída de todos sus dominios por Sancho IV, por su posicionamiento a favor de los Infantes de la Cerda. Recupera la villa en 1296. - Reinado de Sancho IV “El Bravo” (1284-1295) * Doña María de Molina (†1321). Dominio de la villa por donación de su esposo, Sancho IV (desde 1284). - Reinado de Fernando IV “El Emplazado” (1295-1312) * Don Juan Núñez de Lara (II) “El Mozo” († 1315). Ocupación de la villa por las armas (1297- 1299) * Infante Don Pedro (†1319), hermano de Fernando IV. Dominio de la villa por dote matrimonial (desde 1302). - Reinado de Alfonso XI “El Justiciero” (1312-1350) * Don Garci Laso de la Vega (I) “El Mayor” (†1329), Tenencia de la villa; documentada en 1326. * Doña María de Portugal (†1357). Dominio de la villa por dote matrimonial (desde 1328). * Don Juan Alfonso de Alburquerque (†1354). Señorío solariego, por donación de la reina Doña María (posterior a 1338). TENENCIAS, DOMINIOS Y SEÑORÍOS: Aunque todos ellos reciben por igual el título de “señor/a”, la diferencia sustancial entre estas tres categorías radica en que la tenencia es un encargo temporal, el dominio es una posesión de por vida y el señorío solariego supone una propiedad hereditaria.
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LOS PRIMEROS SEÑORES DE AMPUDIA (1160-1354)
Origen ampudiano de
“
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D olores “ Calatayud La de
JOSÉ MARÍA VELASCO PEINADOR DOLORES PEINADOR NARVIÓN Según un exhaustivo estudio realizado por el periodista nacido en Calatayud: Antonio Sánchez Portero, con el fin de lavar la imagen de la mujer bilbilitana, (gentilicio de los naturales de Calatayud, antigua Bílbilis romana) que tan denostada quedaba por la ignominiosa copla y el mito de la famosa DOLORES, en un libro titulado “LA DOLORES, ALGO MÁS QUE UNA LEYENDA”, viene a demostrar, que la persona en sí, existió, que no fue un mito, que no fue la frívola meretriz que tan mala fama dio de ella la leyenda, y que tuvo padres y apellidos como cualquier hijo de vecino y que según su partida de nacimiento, y el árbol genealógico, su abuelo paterno era, Dº PEDRO PEINADOR CASTRILLO, natural de la Villa de Ampudia de Campos en Castilla Vieja, cuyo facsímil , adjunto, y paso a trascribir: 1819 - Petra María de los Dolores, Juana, Benita, lñiga Peinador En trece de mayo de mil ochocientos diecinueve, en la Iglesia Parroquial de San Juan el Real de la ciudad de Calatayud, Mosén Iñigo Guillén, presidente de esta iglesia, Con Licencia de Mí el Regente, Bautizó Solemnemente a una niña que nació en dicho día, a quien puse por nombre Petra, María de los Dolores, Juana, Benita, Iñiga, hija legítima, y natural de Don Blas Peinador, y Dñ° Delfina Manuela Narvión, cónyuges, Parroquianos por elección de esta iglesia, Abuelos paternos D" Pedro Peinador, natural de la Villa de Ampudia, en Castilla la vieja, y Dñ° Juana Pino, natural de la villa de Rivadavia, en el Reino de Galicia: Maternos D" Antonio Narvión, y Dñª" Manuela Quintilla, cónyuges; fueron padrinos Dn Joaquín Catalina, v Dñ° Juana López, cónyuges, tíos de la bautizada, a quienes advirtió el Parentesco Espiritual, y la obligación de enseñarle la Doctrina Cristiana; y para que Conste Firmo Mss: Roque Martínez [Rubrica] Según Sánchez Portero, en su intento de descubrir la verdad sobre la famosa Dolores, después de mucho
investigar llegó a la conclusión y plasmó en el mencionado libro más o menos la historia que intentaré resumir: Era hija de Dº Blas Peinador Pino, capitán del ejército español y de Dª Delfina Manuela Narvión Quintanilla, rica heredera de Calatayud, donde reside la familia cuando nace Dolores. Tras el nacimiento de otros dos hermanos, la madre fallece y el padre contrae nuevas nupcias. En el nuevo matrimonio, el padre tiene más hijos, y le hace olvidarse de los de su anterior esposa, de quienes es tutor y administrador de una fabulosa herencia. El padre, tras abandonar el ejército, pasa a ejercer como Abogado del Estado, y es nombrado alcalde de Daroca, a donde se traslada desde Calatayud, abandonando a sus hijos y ricos herederos, en un hospicio, en la más absoluta miseria. Cuando Dolores nació, hacía 107 años, que los hermanos Grimm, habían escrito el cuento de Cenicienta. Dolores lo sufrió en sus carnes, con toda su crudeza. Su padre la desposee de su herencia a favor de sus hermanastros y madrastra. Su príncipe azul, fue quien la condujo, primero a la historia y después al mito deformado, que la vejó y arrastró por el barro. Después de alcalde de Daroca, el padre, fue nombrado, es de notar que no elegido, alcalde de Gerona. Como Abogado del Estado en ejercicio, el poder de este hombre en la primera mitad del siglo XIX, era inmenso. Tras salir del hospicio, Dolores empieza su pobre vida, trabajando. Posiblemente en el famoso mesón de Calatayud, cosa que el autor de su biografía, no ha podido documentar con certeza. Lo cierto es que ella le cuenta su desgracia a todo el que se confía. Y en estas, conoce a quien se casaría con ella, con la oposición de su padre. Este hecho supone una nueva justificación, por parte de aquel, para no entregarles a Dolores y sus hermanos, la herencia de su madre, a lo que por su mayoría de edad tienen todo el derecho.
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Si vas a Calatayud pregunta por la Dolores, que es una chica muy guapa y amiga de hacer favores.
El soniquete de la copla, se le quedó grabado durante todo el viaje y se planteó el propósito de pasarse por Calatayud para conocer de la historia, como argumento para una nueva obra. Cumplió su propósito, conoció la historia, la cual deformò y acomodó a su antojo literario. Se procuró cambiar nombres y apellidos, para no enfrentarse a problemas legales con protagonistas vivos de tan chusca historia. A pesar de que al padre, los tribunales, no le dieron la razón, seguía siendo un hombre poderoso. Aquí radica el origen del mito. El autor Sánchez Portero, dice que llegó a creer que el personaje era inventado, pero tras mucho informarse y documentarse, comprobó que no, que existió y que fue la copla y la novela quien la denigró, ya que no está probado, que a ella, no se le ha podido probar, que llevase una vida licenciosa ni mucho menos ejerciera la prostitución, aparte de los excesos del cazador de herencias y vividor que fue su marido. Huyen a Madrid con sus hijos, cuando su reputación andaba por el barro, como digo. En Madrid, viven en la calle de La Ballesta, lugar hoy de prostitución pero no entonces. Tras enviudar vivió, recogida y amparada por los marqueses de Altamira, en su domicilio, hasta su muerte, llevando una vida humilde y recogida. De sus seis hijos, nada se supo. Debió existir una marcada intención de pasar desapercibidos.
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
Esteban Tovar Pérez, militar granadino, quien tras seducir a Dolores, quizás al olor de su herencia y habida cuenta de que según las crónicas del momento, gozaba de una soberbial belleza, abandona el ejército y emplea su tiempo en pleitear con su suegro, para rescatar la herencia que a su esposa le corresponde. Mientras tanto se va gastando en abogados, juergas y juego, lo que supuestamente, heredará Dolores. El Abogado del Estado, es decir el suegro, se emplea a fondo en defender con uñas y dientes, y toda la batería de argucias jurídicas, además del ejercicio de poder de todo un cacique de la época, la retención de la herencia de Dolores y sus hermanos. Los pleitos se prolongaron durante 25 años. Cuando al final los tribunales fallan a favor de Dolores, la herencia que ascendía a lo que a día de hoy podrían ser 100 millones de pesetas, estaba ya gastada entre juergas y pleitos. Lo anteriormente relatado, supuso que la historia fuese contada en coplas de ciegos, con los ingredientes chuscos y grotescos añadidos, a que el caso se prestaba. El autor de teatro y novela, Feliu y Codina, viajando en tren hacia Madrid en otoño de 1876, oyó cantar a un ciego en la estación de Binefar, la famosa copla:
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24 Existe documentación, sobre un capitán de infantería, nacido en Calatayud, Enrique Tovar Peinador, que en 1874, es nombrado director del penal de Puerto Rico. Dolores, tuvo un hijo llamado Enrique, se podría asegurar que es este, quie debió preferir poner tierra de por medio. Tras la primera novela vinieron otras, cine, dos óperas, una zarzuela y un montón de canciones y obras, que dieron fama mundial a una mujer que sufrió la injusticia de un padre poderoso y déspota y el deshonor de casarse con un vividor y caza fortunas que la arrastró a la miseria. SOBRE EL APELLIDO PEINADOR Y AMPUDIA En la partida de bautismo y árbol genealógico de la famosa Dolores de Calatayud, se demuestra no solo que existió, sino que era descendiente de Ampudia y de apellido Peinador. Como nacido en Ampudia que soy, y apellidándome Peinador, me siento muy satisfecho, ya que habiendo conocido hace más de 20 años, que tuve ocasión de ver una entrevista al autor en Euskal Televista, que la famosa Dolores, se apellidaba Peinador, y considerando que el apellido es muy raro y escaso, y habiendo conocido a mi abuelo Nazario Peinador y quienes le conocieron estarán conmigo, en que dado su carácter, recio y obstinado, que logró hacer fértil el pedregal de los Salamanquinos, llegué a pensar, que el origen de él, pudiera ser aragonés.
Aparte, que mediatizado por la fama de la susodicha, me producía prejuicios que pudiera ser antepasada de mi familia. De aragonés nada, él y su padre, nacieron en Valoria del Alcor, y quizás desciendan de Ampudia, como podrían entroncar con los antepasados de Dolores. Nacho Izquierdo, en su primer libro sobre Ampudia, cuando hace el detalle nominativo, de quienes accedieron a la propiedad de los bienes desamortizados a la iglesia por el Decreto de Mendizábal, documenta a un Bernardino Peinador. Luis José Peña, en su obra sobre los ermitaños de Alconada, cita a varios con el apellido Peinador. En las actas del Catastro de la Ensenada, figura entre la junta municipal de la Villa de Ampudia, Don Joseph Peinador Carro. Este mismo señor, es mencionado varias veces, como vecino de Ampudia, en un artículo sobre la industria y comercio en el siglo XVIII, de Villarramiel, escrito por Luis Fernández. En diversos actos jurídicos documentados, en la Real Cancillería de Valladolid, figuran a lo largo del tiempo, varios vecinos de Ampudia, con el apellido Peinador. El famoso filósofo agustino, nacido en Ampudia el 26-04-1958, fray Marcelino Gutiérrez, era hijo de Faustina Peinador Paredes, siendo esta y su padre y abuelo, nacidos en nuestra querida villa, la cual le dio el nombre a una calle. En el Archivo Histórico Nacional, figura el expediente de ingreso en la Real Orden de Carlos III, de D. Francisco García de Luna y Peinador Aguado de Tovar y Borjas, natural de Badajoz, donde
25 ya que me aseguró, que en toda la provincia de Zaragoza, solo existía una persona que lo tenía de segundo apellido, pude comprobar que se trataba de una prima hermana de mi madre nacida en Dueñas, hoy ya fallecida. Al señor de Valencia, también le comenté lo del nombre del aeropuerto de Vigo, que se llama Aeropuerto de Peinador. Su razonamiento, fue, y he comprobado como cierto, que los terrenos sobre los que se construyó, fueron donados a la Diputación de Pontevedra, por Don Enrique Peinador, fundador del balneario y manantial de aguas de Mondariz. Lo que también me aseguró y no he podido documentar, es que el mencionado Don Enrique Peinador, era natural de Ampudia. De las supuestas 180 personas, residentes en España, que llevaban como primer apellido el de Peinador, la única que vivía en la Villa de Ampudia, sin incluir Valoria, era mi madre, MERCEDES PEINADOR BLANCO, la cual hace poquito que se nos fue. Permitidme que la recuerde aquí, como la heroica mujer ampudiana que fue, quien tras quedarse viuda con cuarenta y cuatro años y siete hijos menores, sin derecho a pensión de viudedad ni orfandad, en la ruina económica que la larga enfermedad de nuestro padre nos dejó, nos sacó adelante con la única ayuda de nuestra hermana mayor, dándonos una educación que nos han valido para defendernos en la vida. Mejor o peor, pero aquí estamos. Creo que el apellidarse Peinador, imprime carácter, amén de heredarlo.
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
se hace un detallado árbol genealógico, para probar la pureza de sangre, y tenemos que todos sus antepasados, tanto Peinador, como Tovar y Aguado, son nacidos en Ampudia. En varios libros de heráldica, dan como origen del apellido Peinador en la villa de Ampudia. Según información sacada de Internet, sobre el apellido Peinador en España, presuntamente, son 528 las personas que lo llevan. El mayor índice de concentración de él se da en Valladolid y Palencia. En Palencia hay constancia del apellido en los municipios de Valoria del Alcor mayoritariamente, Dueñas, Santa Cecilia y Mazariegos entre otros. Hace como cuatro años, apareció por Ampudia un señor de Valencia, llamado José Peinador, buscando sus orígenes, pues traía como referencia, una foto de su padre con quien fue mi abuelo y mencioné anteriormente, hecha en las Fallas en 1960. Este señor decía tener en su poder un libro sobre el apellido, en el que se afirmaba como origen del mismo, nuestra querida villa y que en la actualidad, solo 340 personas en todo el mundo, lo tenían como primer apellido de los cuales solo 180 eran residentes en España. Al comentarle lo de que “La Dolores” se apellidaba Peinador, fue él, quien me aseguró el origen ampudiano, lo cual de regreso a Madrid y puesto en contacto con el autor de la mencionada biografía, pude comprobar como cierto. Ante el asombro que le producía comprobar, que yo hubiese nacido en Ampudia y me apellidase Peinador,
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De
brujas
y ensalmos
EVA ZARZUELO VÉLEZ
“Inclinada sobre la marmita, la bruja prepara su poción. Concentrada en la tarea, recita una salmodia con monótona cadencia. Un fallo en las palabras mágicas, darían al traste con el poder del hechizo” Pero, ¿son realmente mágicas las palabras del ensalmo? Cualquiera afirmaría sin temor a equivocarse, que no lo son. Que es pura parafernalia. Que Merlín o Harry Potter utilizan los conjuros, exclusivamente, como parte de la puesta en escena de sus trucos. Y es cierto que nada de mágico hay en ellas, puesto que no tienen poder para transgredir las leyes de la naturaleza. Sin embargo, la mayoría de las veces resultan de vital importancia, si se espera que el elixir posea unas “virtudes” determinadas. Observemos lo que sucede en la marmita: Allí, distintas sustancias se mezclan, se degradan y destruyen,
para dar origen a otras nuevas. Esto es lo que llamamos una reacción química. Utilizando el aporte energético del fuego, los átomos que constituyen las moléculas (ya sea rabo de gato o nariz de ratón), rompen sus enlaces y se separan, para inmediatamente recombinarse entre sí de modo diferente. Las diversas formas de ensamblarse unos en otros, determina las propiedades del producto final. Estos procesos pasan por etapas intermedias y desde luego cada una lleva su tiempo. Supongamos una reacción en que las sustancias A y B van a dar origen al producto C con un mecanismo que podemos esquematizar de la siguiente forma:
27 CIENCIA Y TECNOLOGÍA
La reacción tiene dos etapas bien definidas, apareciendo un subproducto intermedio D, cuyas propiedades no tienen por que coincidir con las de C. La detención del proceso en un tiempo t1, implicaría un claro dominio del compuesto D que no es precisamente lo que buscamos. El control del tiempo es tan crucial para la mayoría de los procesos químicos como lo fue para los alquímicos. Veamos dos ejemplos conocidos, a caballo entre la Química y la Alquimia: 1. Cuando nuestras abuelas pretendían cocinar un huevo pasado por agua, rezaban un credo a partir del momento en que dicho líquido alcanzaba su punto de ebullición. 2. Preparando una queimada, se desgranan lentamente, sin prisas ni pausas, las innumerables frases del ritual gallego. ¿Cómo saldría el huevo si cambiamos por otra, la oración? Probablemente crudo o cocido. De igual forma, acortar o alargar el conjuro primitivo en la elaboración de la queimada, cambiaria las proporciones de etanol dando origen a tediosas veladas o a borracheras colosales Pues bien, si las propiedades de un determinado producto, dependen entre otras cosas del tiempo
empleado en su elaboración, las propiedades “mágicas” de la pócima, también dependen de la extensión de las palabras pronunciadas en el conjuro, aunque no de su naturaleza. Cuando hablamos de conjuros, ensalmos y otras retahílas, estamos refiriéndonos a un “Sistema de Medida del Tiempo”. Un imaginativo reloj de nuestros antepasados. El famoso “abracadabra” era el “reloj” de la bruja. Las frases de un buen conjuro, el “rolex” de Harry Potter.
El conocimiento profundo de las leyes que rigen el Universo, pone de manifiesto que las palabras secretas de encantamientos y hechizos, tienen tanto de mágicas y especiales... tanto como un cronómetro suizo.”
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Pintura
científica
JOSÉ ANTONIO CASTRILLO LUENGO
C
omo se desprende del título que he dado a este escrito, ambas facetas, pintura y ciencia, se interrelacionan y complementan muy estrechamente en bastantes ocasiones; concretamente en las ramas de la matemática y especialmente de la geometría, sin descartar otras. Por supuesto que la mayor parte de los pintores no tienen en cuenta estas disciplinas a la hora de realizar sus cuadros, que no por eso van a dejar de ser sobresalientes dentro del mundo pictórico; sin embargo, hay otros que sí hacen uso de ellas, porque de esta manera confieren un valor añadido a los mismos. A modo de premisa y antes de entrar de lleno en este artículo, quiero aclarar que hay unas cuantas expresiones y frases hechas que cito a través del mismo que no son mías, sino de los autores a quienes se las atribuyo (para identificarlas más fácilmente, las pongo entre comillas). Algunas de ellas son complicadas de entender, incluso para mí, pero si las examinamos detenidamente, podremos llegar a interpretar el significado de su contenido o sacar alguna conclusión. Asimismo trato de explicar las cuestiones técnicas y artísticas que puedan tener cierta dificultad o complejidad de comprensión. Hay algunos títulos, sobre todo de cuadros, que los doy en inglés (pero traducidos al castellano). Lo he considerado útil por si algún lector los visita en alguno de los museos extranjeros donde se encuentran. Personalmente yo estoy mas relacionado con el arte que con la ciencia, sin embargo creo tener modesta-
mente hablando, ciertos conocimientos básicos para intentar demostrar, con varias ideas asociadas a dichas disciplinas, que lo anteriormente expuesto es cierto, para lo cual voy a poner algunos ejemplos de obras en las que se da esa circunstancia, que son referentes artísticos y que han sido realizadas por artistas españoles y extranjeros de reconocido prestigio internacional. Innumerables son las composiciones pictóricas desarrolladas en esa simbiosis científico-artística que podríamos ejemplarizar, sin embargo, como es obvio y exige la brevedad de un artículo de revista, solamente voy a analizar las más relevantes realizadas sobre todo por dos grandes artistas representativos de distintas épocas y estilos: los pintores Diego Velázquez (15991660) y Salvador Dalí (1904-1989). De paso comento también, muy sucintamente, algunas vanguardias científicas que han surgido en pintura desde comienzos del siglo pasado. Antes de comenzar con ellos, voy a exponer algunas consideraciones generales que nos pueden servir para comprender mejor este tema que estamos tratando. El comentarista y teorizante en arte, el francés Apollinaire escribe en 1922: “La Matemática y la Geometría son a determinadas artes plásticas, lo que la Gramática es al escritor.” Es el primero que define el Cubismo del que dice: “Sólo se quiere ver el reflejo de los volúmenes fundamentales de la geometría de los objetos y el espacio, descomponiendo también abstractamente el
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cuerpo humano en sus partes esenciales.” Dicho de otra manera más comprensible, consiste en la representación de personas y objetos bajo formas geométricas descomponiendo la realidad. En el siglo III antes de Cristo, el matemático griego Euclides ya preconizó y concibió la tercera dimensión que según dice y nos recuerda en sus tratados “Nos permite ver con realismo la magnitud del espacio infinito”. Estos conocimientos y otros aportados por científicos posteriores, sirvieron de base no sólo a pintores como Picasso, Braque, Dalí (y su seguidora Maruja Mallo), con su cubismo y surrealismo respectivamente, sino también a varias de las tendencias vanguardistas mas actuales a las que Picasso da origen con el cuadro cubista que pinta en 1907 – Las señoritas de Avignon- (Museo Moma- Nueva York) (Fig-1), sin olvidar que Goya se anticipó a varias de las innovaciones en algunas facetas de la pintura. Las vanguardias pictóricas son muchas, no obstante yo me limito a exponer solamente las que más han sobresalido o han dado que hablar, tales como el Expresionismo semifigurativo del ruso Wasily Kandinsky y el del madrileño Juan Gris, el Expresionismo abstracto del aleman Emil Nolde, el Dadaismo que trata de ridiculizar a los anteriores estilos clásicos como lo hace Duchamps en el cuadro que pinta a la Gioconda esquematizada con unos bigotes geométricos, la Postmodernidad en pintores como los norteamericanos Lionel Feininger y Jackson Pollock, en cuyos cuadros predomina en el primero la geometría, representando a figuras de personas geometrizadas entre enormes estructuras industriales , rascacielos etc, y en el segundo, la anarquía más absoluta en la aplicación de pincela-
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Figura 1
das, que mas bien son brochazos o chorreones amorfos de pintura en un furioso pintarrajeo, cuyo análisis sólo se puede basar en la observación de las diferencias cromáticas o, lo que es lo mismo, la aplicación y composición química del color, el Futurismo del también norteamericano Keneth Roland inventor del sistema Color Field Painting, en su obra Discos geométricos cada uno de distinto color, los cuales interaccionan y que según él “Afianzan las formas con respecto al infinito”, habiéndolo conseguido, añade: “Con intelecto matemático”. Pertenece al grupo denominado Artistas Contemporáneos de renombre (Renowned Contemporary Artists), y por último el Vorticismo del británico Wyndaham Lewis, la única vanguardia original de Gran Bretaña, que consiste en pintar con líneas que escapan de dentro hacia fuera, lo que da una sensación de movimiento centrífugo (Vórtice quiere decir remolino o torbellino). La Fundación Juan March posee alguna muestra. Aún dentro de la vorágine vanguardista, hay en esta época pintores hiperrealistas. Un ejemplo es Antonio López que, igualmente, se sirve de la ciencia para delimitar sus motivos arquitectónicos en formas geometrizadas, como es el caso de las vistas panorámicas que hace sobre Madrid, a las que transmite una bien calculada perspectiva lineal que consiste, dicho de una forma concisa, en la inclinación de las líneas reales que un observador tiene a la vista para que, si hay la suficiente distancia delante del mismo, converjan en la línea del horizonte, en el llamado Punto de fuga por donde escapa la vista, lo que da, a su vez, una sensación de lejanía y profundidad. Esto es lo que sucede en la vida real cuando miramos, por ejemplo, a una carretera larga y recta, o también en otros casos. Ahora, a modo de contraste, creo que es el momento oportuno para enumerar y analizar, lo más brevemente posible, algunas de las principales técnicas pictóricas y parámetros científicos que nuestro gran Velázquez puso en práctica al pintar el cuadro -Las Meninas- ( o la Familia de Felipe IV) (fig-2) (1656Óleo sobre Lienzo - El Prado- Madrid), en el que los personajes representados están agrupados bien en un polígono, en un triángulo etc, delimitados por unas diagonales que, hipotéticamente, podríamos trazar de la manera que se puede apreciar en al Fig-2 bis, convergiendo casi todos en la Infanta Margarita situada en el centro. El pintor articula una composición en la que, tanto los personajes como el entorno ambiental rodean a la infanta, la cual está siendo atendida por las meninas Agustina de Sarmiento que la ofrece un refresco en un jarrito rojo (búcaro), y por Isabel de Velasco que la cumplimenta con una reverencia.
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30 Hay dos focos de iluminación: uno de ellos es la puerta abierta del fondo por donde penetra la luz que proviene de una estancia más clara que la que nos ocupa en este tema, y el otro es el ventanal lateral derecho por el que, aunque no se ve, se aprecia la entrada de los rayos luminosos desde el exterior, a través del mismo, iluminando ambos con más intensidad a la niña como personaje principal de la escena. Velázquez hace uso en este cuadro de dos clases de perspectiva: una es la lineal, ya descrita en un párrafo anterior, pues proporciona la debida inclinación a los muros laterales, a la superficie del techo y al suelo. Cuando la longitud de esas líneas inclinadas es corta, como en este caso, el punto de fuga no está en la convergencia de las mismas; aquí se ve claro que hay que situarlo en la puerta abierta del fondo, que se encuentra antes de dicha convergencia, pero en su misma dirección; la otra es la llamada perspectiva aérea, que ya puso en práctica Leonardo da Vinci en varios cuadros, (por ejemplo en -La Virgen de las Rocas-, cuya composición concibe en forma triangular), y que consiste, explicado sucintamente, en la introducción de luz espacial modulada y combinada por medio de veladuras, con la plasmación de aire y fluido atmosférico entre los personajes y objetos, lo que confiere al ambiente un efecto vaporoso o neblina muy tenue, que aplica de menos a más, o sea que apenas se percibe en el plano frontal, y que hace más denso y oscuro a medida que se avanza hacia el fondo de la estancia; de esta manera dichos objetos y personajes les posiciona según el papel que desempeñan; así podemos apreciar tres planos diferentes: en el primero, mas cercano al observador, sitúa a la infanta, a las meninas, a los enanos y al perro; en el segundo, un poco más alejado, el propio autorretrato del pintor (que se supone que está pintando en el lienzo del caballete a los reyes), a la dueña o ama de llaves y al guardadamas; y en el tercero, al fondo de la estancia, el aposentador y los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, reflejados en el espejo en forma brumoso-difusa, con el fin de dar profundidad a la escena. ¿Cómo lo consigue Velázquez?. Principalmente con dos técnicas que domina magistralmente: 1ª) Representando a los personajes y objetos del primer plano más iluminados y con mayor corporeidad, reduciendo gradualmente la luz y su volumen en el segundo y tercero respectivamente. 2ª) Desdibujando los contornos y perfiles de menos a más, es decir, que cuanto más alejados quiere situarles, más difuminados nos los presenta, para lo cual emplea el sistema Sfumatto (esfumado) que Leonardo da Vinci como ya he dicho, fue el primero que lo utilizó en bastantes cuadros, y que consiste en extender capas
de pintura muy finas superpuestas casi transparentes, valiéndose del esfumino que es un rollito de papel o piel suave adosado al pincel o lápiz, dependiendo de la composición, si es sobre lienzo, tabla etc. Con ello se consigue el paso suave y gradual, sin contrastes acusados, de unas situaciones a otras, y lo mismo sucede con el claroscuro (juego y paso de luz a sombra) que finge, a su vez, la forma y el espacio. Por tanto, los dos tipos de perspectiva descritos nos dan sensación de distancia, profundidad, ambiente etc., y no sólo eso, sino que Velázquez prolonga la escena hacia el espacio que ocupa el espectador, invitándole a que entre en el cuadro y participe con los personajes allí representados, los cuales nos animan con su mirada a que lo hagamos. En la misma posición que cualquier observador actual, estuvieron también los reyes participando y dialogando en el momento en que el pintor realizó el cuadro; ese es el motivo por el que quedaron reflejados difusamente en el espejo, ya que se encontraban situados a una distancia relativa, con lo que deja constancia de la presencia de los mismos, y transmite a su composición pictórica una intemporalidad, pues la interacción entre ambos es viva y permanente (lo mismo sucede ahora que sucedería dentro de cien años, siempre que exista el cuadro y un observador); no en vano, cuando el cronista y crítico de arte francés Théophile Gautier visitó España y el Prado en 1857, viendo Las Meninas a primera vista exclamó: ¿dónde está el cuadro?. Para él no había tal pintura, pues le pareció una prolongación de la sala. ¿Cuál es el tema de la composición y qué momento ha plasmado el artista para la posteridad?. Hay varias versiones sobre ello. Cada crítico o experto en pintura tiene la suya propia, siendo la mayor parte lógicas y respetables. Ahí está el gran ingenio del autor, que deja el campo abierto a la elucubración. Yo expongo aquí la mía, que según he comprobado coincido bastante con otros críticos e historiadores del arte. Nuestro sevillano ilustre ha captado la instantánea que representa la irrupción de la infanta Margarita entrando con su séquito por una puerta lateral en el estudio de Velásquez, el cual parece ser, como digo anteriormente, está pintando a los reyes que se encuentran fuera de la escena, pero quedando reflejados en el espejo, al final de la misma. La niña sentía curiosidad por saber qué hacían y dónde estaban sus padres. Una vez que los ha encontrado, se queda escrutándoles; situación que aprovechan las meninas (doncellas) para estar solícitas con ella, e incluso el mastín para descansar. El aposentador José Nieto ya ha despachado con la pareja real y se marcha a otras dependencias por la salida de fondo.
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Figura 2
se denominan; por tanto hay que hacer uso del diccionario con alguno de ellos. Sería muy extenso explicar todos los significados. A continuación paso a analizar, lo más brevemente posible, sólo las obras más emblemáticas de Salvador Dalí, pintor contemporáneo al que se le puede calificar como vanguardista, genial, excéntrico, provocador, polifacético, surrealista y sobre todo el más científico de todos. La mayor parte de su obra presenta una ambigüedad, incertidumbre y complejidad manifiestas, pero de una forma muy singular, lo que hace difícil interpretar con exactitud el mensaje que nos quiere transmitir con sus cuadros y el contenido de los mismos, aunque en algunas ocasiones se nos muestra como un hiperrealista; así podemos afirmar que su obra es de diversa factura y condición. Dalí se preocupó siempre del estudio de varias disciplinas, entre ellas la matemática, geometría, física y metafísica abstracta, astronomía, el psicoanálisis, teoría de la relatividad etc., con el fin de aplicar los conocimientos científicos a muchas de sus obras. En su biblioteca no faltaban tratados de Einstein, Freud, García Lorca, Newton, Galileo, de grandes matemáticos, geómetras y de otros autores relacionados con las ciencias del saber en general. Una de las obras que más le impactó fue -La Summa Matematica et Proportione (la divina proporción) escrita por Lucca Pacioli a finales del siglo XV, al que Leonardo da Vinci conoció en la sede milanesa de Ludovico el Moro (Sforza). Este mecenas invitó a ambos a su palacio, al primero como enseñante de matemáticas y al segundo como pintor y experto científico. Los dos colaboraron entre sí y con
Figura 2 bis
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Con los bocetos y apuntes que Velázquez disponía de todos los personajes, ya que era el pintor oficial de palacio, y con su gran talento, realizó una composición difícilmente superable , por lo que ha tenido muchos imitadores, sobre todo en la técnica; un ejemplo de ello es el cuadro titulado -Las hijas de Edward Darley Boit-, por el retratista norteamericano de Boston John Singer Sargent que pintó en 1882, y que ha estado recientemente en exposición en la galería central del Museo del Prado; así como las metamorfosis que hicieron de la misma, Picasso y el padre del Pop Art británico Richard Hamilton respectivamente. No quiero extenderme más con este gran cuadro que es un paradigma y un referente en la pintura mundial, que tanto ha contribuído a incrementar y realzar el acervo cultural y patrimonial español, del que he analizado solamente las facetas en las que hay una interrelación entre ciencia y arte. Habría que escribir bastantes más folios para explicar todos los parámetros artísticos, técnicas y características que configuran el mismo, por lo que me limito a enumerar algunas de ellas sin explicarlas: tratamiento y degradación progresiva del color (cromatismo), clase de pincelada y tendencia en la dirección de la misma, veladuras, proporcionalidad, actitud y expresividad de los personajes, movimiento figurativo simulado, vistosidad en la indumentaria con los correspondientes pliegues, virtuosismo, estudio de la modulación de la luz, volúmenes tridimensionales, claroscuro, escorzos etc. Como se ve por el párrafo anterior, los vocablos artísticos son numerosos y otros más que aparecerán a lo largo de este artículo, pero no hay medio de sustituirlos por otros similares más comprensibles porque así
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Figura 3
Figura 4
otros pintores, escultores, literatos que contrató Sforza. El resultado de la labor docente de todos ellos, fue que Milán se convirtió en una de las sedes más eruditas de Europa en los siglos XV y XVI. Allí nacieron obras tan significativas como -El hombre de Vitruvio-, considerada como -El Canon de las proporciones- (Fig.3), que Leonardo crea con lo que él llama “El número áureo” (o regla áurea), y lo define como “La proporción entre la longitud de las piernas y del cuerpo, respecto al tamaño de la cabeza”, basandose probablemente, tanto Lucca Pacioli como él, en la obra -De architectura de vitruvio- (I a.C.), en la que después de complicadas medidas, cálculos matemáticos y geométricos, llega a la conclusión: “Si un cuerpo humano es anatómicamente armónico y perfecto, la longitud de los dos brazos estirados ha de ser igual a la de su altura”. Dalí pone en práctica también dicho Canon de las proporciones en algunas obras de tipo figurativo, como la -Leda Atómica- (óleo sobre lienzo -1949Museo de Figueras) (Fig-4). Es un tema mitológico en el que Gala, su esposa, le sirve de modelo para representar a la divina Leda. El rijoso y todopoderoso Zeus queda convertido en un cisne. Estos dos integrantes y el resto de los componentes del cuadro parecen flotar, sin apoyarse unos en otros, pues según él, ”En un
amor platónico espiritual no se necesita el contacto físico para satisfacer las apetencias del cuerpo”. Con características similares pinta en 1950 -La Madona de Port Lligat- (óleo sobre lienzo- Colección Minami Group- Tokio) (Fig-5), un tanto ingrávida, así como el Niño Jesús que parece escapar de sus brazos; ambos representados con un gran misticismo, quedando desmaterializado y fragmentado el entorno que les rodea, simbolizando según nos dice, ”la fisión nuclear y la energía atómica”. Otro de los cuadros mas emblemáticos, técnicos y originales, probablemente el mejor de Dalí es -El Cristo de San Juan de la Cruz- (óleo sobre lienzo -1951- Art Gallery de Glasgow) (Fig-6). Lo concibe de arriba a abajo, en perspectiva casi vertical descendente. Ningún pintor había hecho anteriormente una visión de la crucifixión tan sui generis, diferente y peculiar. Como consecuencia de ello, la cabeza y los brazos, agrandados con respecto al cuerpo, aparecen en un Scorzo impresionante (del italiano Scorcio = acortamiento frontal según las leyes de la perspectiva). El mismo efecto se obtendría haciendo una foto desde lo alto. Imagina la figura de Cristo en lo que él denomina “Un triángulo áureo”, delimitado por los extremos de los brazos y los pies unidos, en el que inserta un círculo, en cuyo centro estaría la cabeza.
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Figura 5
Figura 6
Toda la figura del crucificado está impregnada de “Una belleza anatómico-metafísica”, es decir, algo más austera, esquemática y abstracta que la representada por Velázquez en el suyo, que resulta bastante mas apolínea. Cristo en la cruz parece que estuviera suspendido en el aire mirando al mundo desde las alturas, constituyendo la parte espiritual de la composición, mientras que la terrenal está simbolizada por la bahía y el puerto de Cadaqués. Lo pintó convencido de su creencia religiosa, afianzada por la visita que, unos meses antes, Gala y él habían hecho al Papa Pío XII. Mas tarde , en 1959, el matrimonio fue recibido también por el Papa Juan XXIII. El museo Metropolitano de Nueva York posee otra versión, en la que muestra a Cristo crucificado casi despegado y flotando sobre una cruz tridimensional, muy geométrica, formada por una serie de cubos superpuestos; es la que él denomina “Crucifixión o Corpus Hipercúbicus”- (1954). Cuadro muy importante también de Dalí es -La Santa Cena-, (óleo sobre lienzo- National GalleryWashington- 1955) (Fig.7), por el que se le considera más realista, tanto en la figuración de los personajes y objetos como en el tema. Concibe e introduce la escena en un gran dodecaedro formado por doce pentágonos regulares y transparentes (haciendo referencia
a los doce apóstoles), de los que sólo representa parte de cuatro de ellos, a través de los cuales penetra la luz, y a su vez, nos muestra un paisaje de fondo con lago y montañas, dejando entrever una barca aludiendo posiblemente a la del pescador Pedro; todo ello difuso y de pequeño tamaño para dar sensación de lejanía, o dicho de otra manera con perspectiva aérea, pues cuanto mas alejados quiere situar a dichos elementos, más apagados, grisáceos y amarillentos aparecen en el horizonte, tal y como sucede en la realidad, ya que la vista no distingue bien los detalles cuando un objeto se encuentra a una distancia considerable. En la porción representada del pentágono superior, pinta solamente parte del cuerpo de un Dios muy humanizado, que con sus brazos abiertos parece protegerles y santificar el momento. Tratamiento magnífico de la modulación de la luz y del color, con la única objeción de que las sombras que aparecen en la parte baja frontal y a los dos lados del techo, están realizadas con bastante opacidad, lo que confiere a la composición, en dichas partes, un matiz algo tenebrista, inspirado probablemente en Caravaggio, cuya obra admiraba. En mi opinión hay dos diferencias notables e importantes entre los dos relevantes cuadros de la Santa Cena de Dalí y de Leonardo da Vinci (ver Fig.7 y 8). En el primero la luminosidad es más acusada, ha-
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34 biendo mucho recogimiento, sumisión y respeto por parte de todos los apóstoles hacia Dios y Jesucristo, mientras que en el segundo, el ambiente es más lúgubre y los apóstoles están posicionados en grupos con mucho movimiento simulado. Terminando con esta serie de cuadros en los que Dalí despliega un realismo científico manifiesto, analizo otro de contenido onírico, precioso y de mucha fantasía, -Sueño causado por el revoloteo de una abeja en torno a una granada- (Dream caused by the flight of a bee around a pomegranate). (Óleo sobre lienzo- Museo Thyssen Bornemisza-Madrid-1944), (Fig-9), en el que hay también mucho movimiento con violencia; dos tigres (uno de ellos es tigre-pez) se desploman desde lo alto sobre el cuerpo desnudo de Gala cuyo sueño lo ha causado el revoloteo de una abeja que sale de una pequeña granada pintada en la parte baja. Magnífica marina sobre la que apoyan las patas larguísimas de un elefante. De una enorme granada, que hay a la izquierda del cuadro, salen dichos tigres y un fusil con bayoneta, contribuyendo todo ello a hacer
Figura 7
Figura 8
más patético “el sueño paranoico de Gala”. (Freud trató de descifrar los sueños). A continuación entro de lleno en el Surrealismo, con el que Dalí nos demuestra que domina a la perfección este nuevo movimiento pictórico. En primer lugar, expongo la definición más aceptada por todos los artistas plásticos, literatos etc, “El Surrealismo consiste en sobrepasar lo real por medio de lo imaginario e irracional , o sea, subvertir o trastornar la realidad , valiéndose de la ambigüedad , grandes deformaciones alejándose de los módulos figurativos, desmaterialización de los objetos, descomposición de volúmenes, dramatización de situaciones etc.” Comenzando por ejemplo con -El Juego lúgubre, (óleo y collaje sobre cartón –Col. Privada –1929) (Fig10). Dentro de ese mundo de los sueños y del inconsciente, procede en esta composición al desmembramiento de volúmenes esenciales en un cuerpo humano desgarrado, colocando una cabeza en el centro que es su propio autorretrato, en situación de sueño. En la parte superior estalla un artilugio amorfo , del que escapan una serie de cosas: una cara con barba, una mano, un pájaro etc. A la izquierda hay un grupo escultórico en el que el personaje principal extiende una gran mano protectora. Otro cuadro surrealista es -La Persistencia de la memoria- (o la destrucción del tiempo) (óleo sobre lienzo Museo de Arte Moderno- N.Y.-1931), en el que nos muestra cuatro relojes deformes de “consistencia blanda”. Cada uno marca una hora distinta simbolizando, según su descripción, “La relatividad del espacio y tiempo”. Influenciándose un poco en el pintor milanés del siglo XVI José C. Arcimboldo, e inmerso en la teoría atómica de mediados del siglo pasado, Dalí pone en práctica la pintura corpuscular, a la que se puede considerar como ilusionista, con la que desmaterializa los componentes de los objetos, del cuerpo humano etc, o sea lo que denomina la composición antimateria, que consiste en la creación de retratos, paisajes y otros temas, agrupando convenientemente bolitas, frutas, corpúsculos de toda índole, combinándolos con rayos luminosos y otros más oscuros, puntitos negros y de color; así nace la -Cabeza rafaelesca estallada(1951) (Fig-11), en la que se aprecia una cabeza en forma de bóveda, desmaterializada y formada con lo que él llama “partículas paranoicas, que no son mas que fragmentos de cuernos de rinoceronte”, con una gran precisión geométrica y matemática que siempre alardea de saber utilizar. Otras obras de características similares son la -Galatea de las Esferas- (Fundación Gala-Dalí- Barce-
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Figura 9
Figura 10
lona- 1952), en la que se vislumbra la cabeza de Gala, y la Cabeza de Granos de Trigo- (Louvre). Para terminar esta faceta ilusionista del pintor, cito el cuadro -Cisnes que reflejan Elefantes- (Swans reflecting elephants) (Modern Master Collectión –Inglaterra-1937); como su título indica, los cuellos de los cisnes reflejados en el agua parecen trompas de elefantes. Dalí pintaba también aparatos geométricos extraños, posicionándolos de tal manera que, a primera vista, parecen tener miembros corporales. Paso a otra actividad del artista, incluso más técnica y científica que las anteriores. Influido por la fotografía estroboscópica, con la que se consiguen dos imágenes superpuestas y casi juntas, que al procesarlas el cerebro se obtiene un efecto 3D, pintó dos cuadros: -El atleta cósmico- que recuerda un poco al discóbolo de Mirón, y el -Fumador dormido-. Haciendo alusión y rindiendo homenaje a la ciencia, debido al descubrimiento del ADN en 1962 por tres premios Nobel norteamericanos, y habiendo tenido alguna relación personal con Mr. Weelkins, uno de ellos, pintó unos cuadros a base de barras entrecruzadas y cadenas de bolitas, similares a las formaciones con que se representa el ADN. Dichos investigadores proclamaron entonces: “Hemos descubierto el secreto de la vida”, cuyo axioma le sirvió de base a Dalí para exclamar, “Es para mí una de las pruebas de la existencia de Dios; expresión parecida que utilizaron en el siglo XVII los astrónomos Galileo, Newton y Kepler que aseguraron tener fe en el Creador Supremo, como grandes conocedores de la magnificencia e inmensidad del universo.
Figura 11
Tan grande era la atracción que el pintor sentía por la ciencia, que estudió la teoría que dice: “La tierra sumerge al espacio-tiempo”. Imaginaba un gran cuerpo pesado como ella, sobre una amplísima tela elástica que simbolizaría dicho espacio-tiempo. Ocurriría que cedería hacia abajo. Entonces llega a la conclusión, “Lo mismo sucedería si imaginamos una persona, en vez de la tierra, también sobre una tela elástica” (teoría bastante complicada y difícil de comprender, reservada para personas de grandes conocimientos filosófico-astronómicos). Convencido de ello, pinta una de sus últimas obras -La Caverna de Platón-, por la que trata de buscar una nueva dimensión. La conclusión que podemos sacar, es que el arte de Dalí es de una gran versatilidad, que provoca en el observador sensaciones de admiración, estupefacción, intriga, optimismo, tristeza, nuevos conocimientos, despertando, a la vez, su imaginación e impresionando sus sentidos. No quisiera terminar sin tener un recuerdo y reconocimiento para la pintora gallega Maruja Mallo, seguidora y conocedora como nadie de la obra de Dalí, que practicó también un surrealismo científico con personalidad propia y mucha imaginación, atrevimiento, provocación, sensualidad, libertad insólita, sutileza y con un carácter indómito. Fue contemporánea del maestro y como él estuvo muy vinculada a los escritores de la Generación del 27. Recientemente se ha celebrado una exposición en su honor en la academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, con alguna de sus obras más importantes.
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Un inventor ampudiano Inventos de José Mª Izquierdo Belmonte del año
1965 E
ran los años 60 cuando “Los Melitones” (los hijos de D. Melitón Izquierdo) participaron en diversas demostraciones comarcales de maquinaria agrícola, una de las cuales tuvo lugar en la finca del Esquileo de Abajo (Valoria del Alcor). Sus inventos, unos artefactos para la recolección mecánica de legumbres, habían sido patentados con la marca JOMEJE, acrónimo formado con las iniciales de los nombres de tres de los hermanos: José Mari, Meli y Jesús. Gracias a la amabilidad de José María Izquierdo Belmonte (Chemari), La Corredera ha tenido acceso a algunas de las fotos-recuerdo de aquellos felices momentos. Publicamos aquí tres de ellas, sin perjuicio de que, en posteriores números, nos ocupemos con más detalle de un tema que bien se lo merece.
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SEGADORA-CARGADORA “JOMEJE”
Se trata de una máquina de fabricación particular por el labrador señor de Ampudia (Palencia), acoplable a cualquier tractor de 20 CV en adelante, o bien autopropulsada; ya ambos modelos fueron presentados a demostración. Ancho de corte, de dos a tres metros, y tiene un rendimiento de cinco hectáreas en ocho horas. El
precio aproximado, para la autopropulsada, es de 200.000 pesetas, y la arrastrada por tractor, 90.000. Se trata, en suma, de dos prototipos que, a la vista del trabajo realizado apenas precisan de modificación, y esperan el interés de una firma constructora para lanzarlos al mercado. (En la foto, el modelo autopropulsado). Publicado en la prensa
local
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LOS CUENTOS DEL HOJALATERO
de
La muerte
Casilda Lee MARGARITA GARCÍA GALLARDO Margarita García Gallardo nació en Madrid, en 1967, ciudad ésta donde ha residido siempre, pero considera a Ampudia, la tierra de su madre y de sus abuelos, como su pueblo. Es licenciada en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid, desarrollando toda su carrera profesional dentro del mundo de la Salud Pública. Escritora de vocación es autora de El camino del agua (Calambur 2004) con el que fue finalista de VI Premio Río Manzanares de Novela, La suelta de los antílopes (Meteora 2007), Una de indios y vaqueros (Edebé 2009) y 56 razones para amarte (Viceversa 2010).
Se había pasado el día anterior recorriendo las calles del pueblo, desde el Moradillo hasta los Hornos, y desde el Paseo hasta la calle de la Torre. Flaco, renegrido, con su inseparable gorra y los pantalones atados con el cinto —bastante más arriba de la cintura—, para pillar una sucia camisa a cuadros. -¡El hojalateeero! ¡Hojalateeero!, ¡el hojalaterooo! Su voz áspera resonaba contra las fachadas de adobe y ascendían por la torre para dar pregón al pueblo. Las mujeres salían a las puertas de sus casas y le entregaban las cazuelas de porcelana abolladas y agujereadas por el uso. Él las colgaba de una soga y se las echaba al hombro en tanto seguía su camino, mezclando sus gritos con el ruido de la cacharrería que arrastraba. Esta mañana está sentado en un banco bajo, a la puerta de la posada en el Caño La Plaza, y a golpe de martillo va remachando las cazuelas. Desde lejos le llega el bullicio que forman las mujeres lavando en la Presa. —¡Hojalatero!, que dice mi madre que si esta noche habrá cuento. El crío no tiene más de ocho años y lleva un botijo en la mano, el pantalón remendado y un único tirante cruzándole el pecho. ―Dile que, si la posadera no pone pegas, habrá cuento...
―¡Pero hombre de Dios!, ¿es que he puesto yo problemas alguna vez? ―La señora Emiliana sale por la puerta de la posada vestida con su hábito del Carmen, cubierto por un mandil. Habla mientras se recompone el moño, desarreglado por la faena―. Anda chiguito, dile a tu madre que habrá cuento. El hojalatero sonríe sin levantar la cabeza de la tarea y la posadera se mete para dentro mientras se limpia las manos en el delantal. El chiguito sale corriendo, tropieza y cae. El botijo se hace añicos a los pies de don Ángel, el boticario, que inútilmente intenta consolarle. ―¿Qué hay, hojalatero?― pregunta don Ángel mientras se acerca con su bastón y su puro ― ¿tendremos cuento esta noche? ―Pues parece que sí ―contesta mientras remacha una cazuela. ―¿Y de que será: de ayer, de hoy o de mañana? ―Creo que hoy, va a ser de mañana... El día avanza lentamente al ritmo del quehacer del pueblo, hasta que la noche llega. El silencio y las estrellas pueblan las calles. En la gran cocina de la posada los huéspedes hace rato que terminaron la cena. Hoy el afilador, el fajero, el paragüero y el de la contribución han compartido las patatas con bacalao con el hojalatero. Más tarde, ha llegado la demás gente del pueblo que quiere escuchar el cuento. Se han acomodando en torno a la lumbre. Los chiguitos se han sen-
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sobre la cuadrícula. Las aes rodaban por el papel como si fueran empujadas por el soplo de su aliento. Ernestina comenzó a sentir un miedo atroz y descontrolado. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo loca? No, no podía ser. Tenía que haber una explicación lógica para aquel fenómeno. La muy ilusa pensó que se trataba de un efecto óptico de la luz de bajo consumo sobre el papel. No se daba cuenta de que la maldición ya estaba en marcha. Y el caso es que al principio todo parecía ir bien. Ernestina era capaz de compaginar su vida, llamémosla normal, con la que le brindaba su álter ego. Su otra identidad le permitía imaginar que escribía relatos fantásticos, novelas románticas, de aventuras, de viajes... Su secreto le hacía sentirse interesante, distinta a las demás madres que charlaban a la salida del colegio. ¿Madre? ¿Secretaria? No, ella tenía otra vida más allá de todo eso. Ella era una escritora extraviada en una vida que le resultaba ajena. Lo malo era que, hasta entonces, no había escrito ni una sola letra... El problema surgió poco a poco, cuando Casilda Lee fue creciendo y creciendo en su interior hasta adquirir su propia personalidad. Propia y antagónica a la de su creadora. Propia y tan rebelde como Ernestina la había inventado. Tanto, que terminó emancipándose a la voluntad de su creadora. Y entonces Casilda decidió que ya era hora de dejar las fantasías y ponerse manos a la obra. ¡Era hora de ponerse a trabajar! De esta manera Casilda le obligaba a escribir cuando y donde ella quería. Su voluntad se adelantaba a cualquier otro deseo de Ernestina, que terminó sufriendo una tensión constante que acabó con sus nervios. La obligaba a escribir cuando asistía a un curso de su trabajo, mientras el ponente exponía el tema. Cuando iba en el metro, aunque fuese lleno de gente. En baño. En el ascensor. En la sala de espera del dentista. En la cama... Cualquier lugar era bueno para que un universo benevolente y perfecto surgiera al otro lado de la realidad. Y mira tú que, de ese modo, la Ernestina empezó a descuidar a los hijos. Se le olvidaba irlos a buscar al colegio, o no se presentaba a las reuniones con el maestro. Se olvidaba de hacer las comidas, de preparar las meriendas, de las cenas. El marido la encontraba extraña, como ida, pero lo achacaba a cosas de mujeres. Incluso perdió el contacto con sus amigas de siempre. Cada vez parecía más encerrada en sí misma, Tanto que la familia, preocupada, le recomendó acudir a un psicólogo. Sin embargo ella sólo escuchaba la voz profunda de Casilda. Una novela negra. Eso decía que estaba escribiendo. Una novela donde había misterio, sangre, asesinatos...
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tado en la trébede. Sólo falta el hojalatero, que ha ido a las cuadras a echar de comer a su burro tordo. Cuando regresa, todos se rebullen en sus asientos o en el suelo. La única luz que hay en esa oscura cocina es la de la lumbre y la de sus palabras. ―Hoy el cuento es de muerte ―dice mientras lía un cigarro―. Los chiguitos, si tienen miedo, que se metan entre las faldas de sus madres.... Esto ha de ser que ocurra allá por el futuro. Y será de una mujer, madre, ama de su casa y secretaria en una empresa, cuyo sueño es el de convertirse en escritora. ―¿Y eso para qué sirve, hojalatero? ―pregunta uno de los críos. ―Pues para entretener a la gente y poco más... ―Calla, chiguito, no interrumpas ―interviene la posadera. ―El caso es que esta buena mujer pensó que para ser escritora lo primero era ponerse eso que llaman un pseudónimo. Creyó, no sin razón, que escudarse tras un nombre falso le facilitaría la tarea de escribir con más libertad. Pero no sólo eso. Era la ocasión de reinventar su existencia. De crear ella misma la oportunidad que la vida siempre le había negado. Ella, que siempre había sido una esposa abnegada, madre y trabajadora ejemplar, se encontraba vacía. Necesitaba algo que le llenase más por dentro. No sé si se comprende… ―algunas mujeres asienten con la resignación pintada en el gesto―. Deseaba ser otra mujer. Mas libre. Más misteriosa… Sentirse como alguna de aquellas escritoras de las que ella había leído su biografía. Por eso, la idea del pseudónimo parecía perfecta. Y así, tras muchas semanas de combinar, inventar y descartar nombres, se decidió por el de Casilda, Casilda Lee. Corto, sonoro y algo exótico. Parecía tan sencillo. Tan fácil. Un nombre donde volcar sus sueños más íntimos, los más preciosos. Casilda sería esa escritora de éxito, aventurera temeraria, bohemia y rebelde, que, sin importarle el peligro, recorrería el mundo dejándose empujar por el aliento brutal e incesante de la inspiración... Sin embargo la cosa no iba a ser tan sencilla. De este modo, como un juego infantil, e ilusionada con estrenar su nueva identidad, escribió en su libreta roja: mi nombre es María Ernestina González Menasalva y soy Casilda Lee. No había terminado de escribir la frase, cuando la mujer comenzó ya a sentirse mal. Era como si una fiebre maligna hubiera invadido súbitamente su cuerpo. Una fiebre que ascendía desde el cuaderno que tenía delante y, horadando su frente, penetraba hasta el oscuro pozo de su alma. Las letras se movían. Los largos y desiguales brazos de las emes se balanceaban
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La situación llegó a tal punto que, una mañana de lunes, Casilda le obligó a llamar al trabajo para decir que estaba enferma. Ernestina obedeció. Diarrea, dijo que tenía... ―¿Qué es diarrea, hojalatero? ―Una cagalera, hijo. Una cagalera... El caso es que aquel día debía escribir la escena culminante de la novela: el asesinato de una mujer. Pero de repente, cuando Ernestina se disponía a escribir el capítulo, se quedó paralizada al escuchar unas hirientes carcajadas de Casilda. «¡Ja, ja, ja!... ¡Cómo vas a escribir sobre un asesinato, si nunca has matado a nadie!». Ernes intentó argumentar que lo haría imaginándoselo. Pero Casilda, en un tono que se tornaba por momentos más desagradable, dijo que no era lo mismo. Para escribir sobre un crimen, había que haberlo vivido. Sentir cómo la sangre se derramaba inútilmente sobre la alfombra; notar cómo la vida huía del cuerpo; creerse un ser superior, señor de la vida y de la muerte... En aquel momento sonó el timbre de la casa. A través de la mirilla de la puerta, Ernestina pudo ver que al otro lado estaba su vecina Conchita. Una mujer consumida, de dientes y nariz prominentes, y ojos caídos. Al parecer el marido de Ernes le había dicho que no había ido a trabajar porque estaba enferma, y sólo venía a ofrecerse por si necesitaba algo. Ernestina la mandó pasar y, al hacerlo, sintió un estremecimiento. Era la voz de Casilda susurrándola «aquí tienes a tu víctima». Fue más fácil de lo que esperaba. La pobre Conchita apenas opuso resistencia. Cuando Ernestina cogió el cuchillo y la miró con ojos febriles, la mujer pensó que le iba a pedir que le partiera un poco de queso fresco. Sin embargo, y sin piedad, le asestó quince puñaladas que terminaron con la vecina echa, poco menos, que un colador. A la escritora ni siquiera le tembló el pulsó. Se sentía eufórica. Casilda la vitoreaba. Ahora sí sabía lo que sentía un asesino, o mejor una asesina. Ahora podía escribir su capítulo con seguridad, claro, previo limpiar la cocina de sangre y arrastrar a la pobre Conchita hasta su casa. No fue muy difícil, ya que la mujer llevaba sus llaves en el bolsillo de la bata y pesaba cual pajarillo. Ernestina la metió en el armario de su habitación y fregó el rastro de sangre que había dejado. Luego, tranquilamente, se puso a escribir delante de su ordenador. El marido regresó pronto del trabajo para hacerse cargo de la casa y de los críos, y no notó nada raro en su mujer, que seguía metida en la cama. Tan sólo un ligero cambio en el ritmo de su respiración y las pupilas dilatadas al golpear con furia las teclas de su portátil. Se quedó más tranquilo cuando le dijo que
se encontraba mejor, así que se llevó a los niños al parque. Durante este tiempo, una Ernestina frenética terminó el capítulo donde tenía lugar el asesinato de su novela. Estaba ansiosa por leérselo a Casilda. Y así lo hizo. Cuando terminó, la miró ansiosa por conocer su opinión. Casilda había escuchado con calma, pero con una expresión tensa que no auguraba nada bueno. «Esto es poco menos que basura ―le espetó con su voz ronca Casilda―, no has captado la esencia de una asesina. Tendrás que volver a matar. No has trabajado lo suficiente. Si continúas así, nunca llegarás a nada. Serás una fracasada; una frustrada; una amargada. Nada ni nadie. Una furia apagada». La reacción de Ernestina fue repentina e incontrolada. Se lanzó encima de Casilda y le agarró por el cuello. Y apretó, apretó hasta que sus manos parecieron un manojo de cuerdas. Casilda trató de defenderse. Pataleaba, gritaba. Se revolvía. El edredón, vertiginoso, subía y bajaba. Ernestina apretaba y apretaba. Clavaba las uñas con rabia en el cuello de su contrincante. Más. Más. Más y más. Hasta que Casilda dejó de moverse. Pepe, el marido, cuando regresó del parque con los niños, encontró a Ernestina plácidamente dormida. Tenía una expresión relajada y dulce a la vez. El marido sintió un estremecimiento de ternura hacia su mujercita. Recogió un bolígrafo que había en el suelo y apagó la luz. Pero bajo la cama, con el cuello torcido y el pelo reseco y alborotado sobre la cara, en la pose de una muñeca descuajeringada, con la mirada perdida y vacua, yacía un cadáver. Sobre el pecho tenía un cuaderno abierto donde, en grandes letras rojas, se podía leer: Me llamaba Casilda Lee, y yo no era María Ernestina González Menasalva. La cocina de la posada queda envuelta en un silencio expectante. El hojalatero saca otro cigarrillo y comienza a liarlo. ―¿Ya se ha acabado? ―pregunta el afilador. ―Acabado está el cuento. Sí señor. ―Pues vaya, yo no me enterado de na...—exclama el paragüero— ¿Pero quién coño era la Casilda esa? ―A mí me ha gustado ―afirma la posadera. ―Yo lo que no he entendido ha sido lo de la luz de bajo consumo ―dice el de la Contribución mientras se levanta. ―¿Y mañana, hojalatero? ―pregunta don Ángel― ¿de qué será el cuento mañana? ―Mañana... Mañana sólo Dios sabe si llegaremos a mañana... Poco a poco la cocina se va quedando vacía. El hojalatero se queda junto a los rescoldos de la lumbre, apurando su cigarrillo de liar.
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Í A
Sueños de Ampudia Ampudia descansando en la ladera en la hora sagrada de la siesta, sueña campos en flor y sueña fiesta que llena de color la Corredera. Cómo asciende la torre, compañera de danzas y de bailes, siempre enhiesta. Cómo sube el castillo por la cuesta tratando de alcanzar la paramera. Se entrelazan las casas y corrales, las tierras de labor con las bodegas. fuentes, caminos, calles, soportales, tapias de adobe y piedras solariegas. Del Cañico a la Escaba, Solapeña ... Todo en Ampudia, calla, duerme y sueña. EPIFANIO ROMO VELASCO (Del libro de poemas inédito “Sueños de Ampudia”)
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Era una noche de mayo, casi ya de madrugada, y decidí salir a dar un paseo, a contemplar la naturaleza desde el silencio, mientras en mi querido pueblo estaban todos dormidos. La noche estaba serena, despejada, y la luna como reina de la noche alumbraba más que el sol. Y mirando a las estrellas pensé por un momento qué distancia podría haber entre ellas, y llegué al convencimiento de que esas distancias los seres humanos no somos capaces de medirlas ni siquiera con el pensamiento. Y me puse a caminar; y en un hueco del castillo tan bonito que tenemos dos búhos desde el nido miraban en silencio, y en el tejado dos gatos coquetones se miraban al espejo mientras se daban un beso. Los murciélagos iban y venían de un lado para otro cazando insectos, y entre las hierbas dos turrones muy bonitos se besaban en silencio; más adelante dos mochuelos desde el nido acechaban a una presa para sus polluelos, y entre los juncos, los zorros acechaban los conejos, mientras éstos saltaban por la pradera, buscando el amor de nuevo. Y pensé por un momento que sólo yo iba caminando en la soledad y en silencio porque mi compañera me la había robado el viento. Llegué al final del camino y me senté en una piedra; quería contemplar de día lo que mis ojos estaban viendo en aquel momento; era todo tan bonito y me parecía todo tan bello que pensé por un momento que era el jardín de mis sueños. Era una pradera inmensa que estaba llena de rosas y eran todas tan bonitas que no supe distinguir cuál era la más preciosa. Por el centro la cruzaba un riachuelo
donde crecían los lirios vestidos de terciopelo y miles de mariposas volaban de flor en flor recogiendo su alimento; y empezaron a cantar las ranas, las cigüeñas y los cuervos, y les acompañaban todos los animales de la tierra y las aves que volaban por el cielo. Aquello se convirtió en mucho más que un concierto. Por un momento pensé que estaba casi en el cielo, y mirando a las alturas me pareció que hasta el mismo Creador contemplaba aquel momento. Una alondra en las alturas canturreaba marcando su territorio, porque debajo de mí tenía sus seis polluelos; y en los pinos las tórtolas se arrullaban haciendo el nido para sus nuevos polluelos, y en el fondo, en un árbol florecido, los preciosos ruiseñores cantaban nanas para dormir a sus polluelos. Y de repente se oyó un gran ruido; todo se quedó en silencio. Me levanté de la piedra y caminando en silencio en busca de mi aposento, sentí pena, mucha pena, porque fue cuando me di cuenta de que mis semejantes no sabían amar como yo lo había estado contemplando hacía un momento desde el silencio. Me fui para casa y abrí la puerta en silencio; No quería despertar a los que estaban durmiendo, porque estarían soñando con cosas maravillosas en su dulce y profundo sueño, como yo lo había estado haciendo hace un momento; pero yo lo había estado haciendo despierto. Me fui a la cama y me dormí en el momento; y cuando me desperté, salí a la calle, y mirando de nuevo al firmamento se me vino al pensamiento todo lo que había estado pensando. ¿Sería verdad, o sería un sueño? Un beso a todos desde el silencio.
JOSÉ MARÍA IZQUIERDO BELMONTE
CREACIÓN LITERARIA
CONTEMPLANDO LA NATURALEZA DESDE EL SILENCIO
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QUIÉN SOY YO
CHOPOS DEL CANAL DE CASTILLA
Quién soy yo ¿Quién?
¡Ay...! Los chopos de mi Canal se han llenado de hojas verdes qué sanos están, qué fuertes...
Esta mujer que habita mi cuerpo, que se enternece ante el vuelo de una pluma, que busca el amor sin desaliento. Quién soy yo ¿Quién? La mujer alegre, la ausente, la enamorada de la vida y de los muertos. La que camina sonámbula por las cálidas riberas del ensueño. Quién soy yo ¿Quién?
¡Ay...! Los chopos de mi Canal se han llenado de gorriones alegres y juguetones... que no paran de cantar... ¡Ay...! Los chopos de mi Canal se han puesto de un amarillo... ¡se han llenado de membrillos y dicen que no es frutal! ¡Ay...! Los chopos de mi Canal se han quedado deshojados, de todo están despoblados... pero yo los quiero igual. JAVIER CAMPO
La mujer fuerte que tú imaginas, la egoísta que me duele tan adentro. Quién soy yo, dime ¿Quién? Me responde tu silencio. CARMEN ROMO
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ESCLAVA CIMARRONA
Porque nunca escribí a tu presencia hoy canto a tu estar junto a mí Porque he cabalgado sobre tu paciencia y profunda ternura aprendí de ti.
Esclava de fieros colores ya libre tu alma que no se doblega escapas ahora a cielos mejores cimarronas verdades en la selva.
Hoy añoro tus abrazos y tu fortaleza, me guiarán en el camino que habré de seguir Resonarán mis pasos sobre tus huellas luchadora mujer de la que nací.
Por entre arbustos vislumbras la tierra tu identidad el oro sometedor la injusticia
Serena canto a la brisa que te trae en mi despertar Mis poemas dormidos reciben tus olores de flor y azahar Cuando el rocío congela mi llanto invoco al cielo en el que tú estás Grito entonces tu nombre y danzo conjuro en tu cuerpo mi soledad
El tambor lejano anuncia otros ríos, montañas de semejantes los sentimientos sin porqués la libertad que espera MAIRA PUERTAS
MAIRA PUERTAS
PALABRAS Como estrellas fugaces se desvanecen las palabras, cargadas de sueños, ideas y deseos, de mundos imaginados y universos por imaginar. Transformadas, malheridas contemplan el nuevo eco con el que otra mente las hace re-sonar. Cargadas en su despertar de un sentido íntimo, carecen en sus ocasos de significado universal. No son, sólo tienen apariencia. El brujo verá en ellas la magia, el triste, su pesar. Su creadora, la nostalgia de lo que un día creyó expresar. MAIRA PUERTAS
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A MI MADRE
RECUERDOS Y VIVENCIAS
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CARTA DESDE EL RECUERDO ENTRAÑABLE MARY CARMEN GALLEGOS BELLO
Querida hija: Desde hace tiempo, mi memoria repasa los años que viví en un pueblo llamado Ampudia, situado en la provincia de Palencia, en la comarca de Tierra de Campos. Esta enfermedad que padezco me tiene atrapada en la cama y sé que estoy con un pie al otro lado de la vida. Rezo para que Dios me dé fuerzas y poder relatarte, sin orden cronológico, lo feliz que fui en Ampudia. Mi padre era sargento de la Guardia Civil y estuvo destinado allí. Yo era una niña de ciudad y ser de pueblo creí que no me iba a agradar, pero antes de entrar en él, divisé la alta torre de San Miguel y reconozco que me impresionó. A medida que nos acercábamos, mis ojos se iban agrandando porque veía un castillo. Me parecía algo irreal. Las calles principales tenían soportales. En Ampudia supe lo que era un “enroje”, una “poyata”, una “telera”, una “horca”, un “herradón”, un “cunacho”, un “majuelo”, un “lagarejo”, un “tabón”, un “chinarro”... Comí “orejuelas”, “berbajas”, “berros”, “regaliz de palo”, “pan de mosto”... Jugué al “limbo”, al “pañuelo”, a la “soga”, a la “goma”, al “escondite”... En el matadero se sacrificaban vacas, ovejas, lechazos, corderos, cerdos... Oí cantar a los grillos, las chicharras, los trinos de los pájaros, las cencerras de las ovejas, el chiflar de los pastores, el ladrar de los perros, el sonido del afilador, del fresquero.... Aprendí a danzar, a palotear, a bailar suelto y agarrado. Y con la “Sección Femenina”, a cocinar y a hacerme el ajuar. Iba andando al “Paseo”, a la ermita del castillo, al tejar abandonado, a la cueva de Ricardo, al “Cañico”, al “Tinte”, los silos y la puentecilla donde metía los pies y trataba de pescar algún renacuajo. Recuerdo los “chupiteles” de los tejados, la “cambrija” de los árboles, los “sabañones” de los dedos, los “nublados”, los “charcales”, las “caticuscas”, los arroyos, los “manojos”... Ví “esquilar”, “jalbegar”, hacer colchones, queso, morcillas, longanizas, chorizos, jabón, dulce de membrillo... Mis fotos en blanco y negro que aún conservo, las hizo el fotógrafo del pueblo. Pedía para el “Domund” con la hucha, de puerta en puerta. Y también fui catequista. De la Semana Santa recuerdo el “carracón”, la procesión del Viernes Santo... Pero lo que mas añoro, es el repicar de las campanas el Domingo de Resurrección. En el mar de Castilla, vi los campos verdes, amarillos... Y las amapolas, margaritas... Las eras llenas de trigo, cebada, avena, titarros... Vi “trillar”, “beldar”, barrer las eras... Recuerdo el olor a “abono”, a tierra mojada, a “picones”, a polvo y calor... A mi padre le destinaron años mas tarde a otro lugar. Y por causas de la vida nunca he podido volver al pueblo. Hija mía, ¡Quiero que me lleves allí! Deseo estar en Ampudia para siempre. Quiero descansar en este bonito lugar. Date prisa hija, date prisa. Vamos, corre que las fiestas de Alconada ya empiezan y no puedo faltar. Los mozos me están esperando al son de la dulzaina.
Mamá.
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CARTA A MIS PADRES JOSÉ Mª IZQUIERDO BELMONTE
Mis queridos padres, hoy intento recordar las palabras que con tanto cariño y amor un día escuché de vuestros labios; pero han tenido que pasar muchos años y muchas cosas para darme cuenta del gran amor que nos teníais a todos los que estábamos siempre a vuestro lado. Hoy recuerdo con lágrimas en los ojos palabras que en estos momentos no quisiera recordar, palabras que acompañan mi tristeza. Hoy vuestros recuerdos me visitan de nuevo trayendo a mi memoria vuestra manera de vivir la vida, la que siempre estuvo llena de alegría, de cariño, de paz y de amor para todos los que convivían con vosotros y que yo tuve la suerte de vivirla a vuestro lado. Vuestro matrimonio siempre fue el reflejo donde se miraban todos los que os conocían. Tengo tantas cosas que deciros, pero vuestra ausencia enmudece mi voz y cautiva mi pensamiento. Padre, madre, esto os quiero decir, porque yo sé que me estáis escuchando, porque siempre habéis estado a mi lado y nunca os iréis porque habéis sido para mí como los árboles del bosque que con sus hojas protegen del frío a los pajarillos del campo en las noches frías de invierno. Porque estáis en cada latido de mi corazón, en cada lágrima de mis ojos, en cada suspiro que doy cuando estoy pensando en el silencio, en las cosas que van pasando a lo largo de la vida. Ahora mismo estoy escuchando vuestros pasos a mi lado; quiero deciros también que vuestro ejemplo ha sido para mí el maestro más perfecto que yo he conocido a lo largo de mi vida, ha quedado en mi memoria para siempre, y grabado con letras de oro en mi pensamiento para toda mi vida. Vuestras dulces palabras y consejos siempre vivieron en mí, las recuerdo cada mañana, en cada momento de mi vida y os doy las gracias con todo el amor que tiene mi corazón, por haberme regalado esa vida tan bonita que me disteis con vuestro precioso amor, para que pudiera contemplar las maravillas de la creación tan bonitas que nos dejó en herencia nuestro Creador a todos aquellos que tuvimos la suerte de haber nacido del amor. Y que para mí ha sido como un sueño del que no me hubiera gustado despertar nunca. Pero el reloj de la responsabilidad me despierta cada mañana para seguir cumpliendo con mi deber como padre, como hermano, como vecino y como amigo de todos los seres humanos que me rodean, porque Dios así me lo ha encomendado mientras pueda; pero ahora la tristeza en mi soledad me quita la calma, porque echo de menos vuestras caricias, vuestros abrazos y vuestros besos. Pero vosotros no habéis muerto para mí porque no se muere cuando deja de latir el corazón, se muere cuando en el recuerdo se deja de existir; pero vosotros seguís a mi lado y yo sé que cuando llegue el momento, me enseñaréis a volar de nuevo para ir más deprisa con todos vosotros para siempre a ese precioso cielo.
Vuestro hijo
Chemari
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Elúltimo
pregonero
MARI CARMEN GARCÍA PÉREZ Está cómodamente sentado al calor de la mesa camilla y con un libro abierto en su regazo. “Sayo”, como le conoce todo el mundo, recuerda aquél lejano año 1975… Trabajaba como labrador en la finca de “La Encomienda”. Un día, el secretario del ayuntamiento, don Avelino, le ofreció la posibilidad de ocupar una de las plazas vacantes que había para el funcionariado municipal: la de alguacil y pregonero. No se lo pensó dos veces. “Le dije que quería ser pregonero”, afirma Sayo todo ufano. Y no tardó en ponerse a estudiar en los tiempos libres pues tenía que realizar un examen de cultura general. Un examen que aprobó. Por sus nuevas obligaciones cobraría (y se parte de risa al recordarlo), la cantidad de 12.000 pesetas. Además de ir por calles y plazas a proclamar los bandos, se dedicaba por las mañanas a realizar aquellas labores en el municipio que la autoridad le encomendaba. Una de ellas, y no poco importante era dar cuerda al reloj del ayuntamiento cuyas campanadas empezaron por aquellos años a oírse en cada rincón del pueblo. Pero la fundamental, por la que ha pasado a la historia local, es esa que todo el mundo relaciona con su tono cantarín inconfundible: “De orden del señor alcalde se hace saber...” Todavía recita con buena voz, uno de los bandos casi diarios de aquellos años: “De orden del señor alcalde, se hace saber/ que hoy, se procederá al corte de agua/ a partir de las cuatro de la tarde/ por no haber suficiente abastecimiento/. Y se da a conocer al público en general/ para que llegue la noticia a todos/ y tomen las medidas oportunas.” Asegura que no llevaba la trompetilla característica, mucho más antigua, que muchos dicen recordar, sino un tamborcillo con el que se anunciaba en las principales esquinas del pueblo. Afirma que después de dar el pregón, “las mujeres que le habían oído de lejos le preguntaban: Sayo, ¿qué has dicho?”.
De sus tareas municipales tiene gratos recuerdos. Era muy apreciado. Cuando hacía un breve alto en el camino, en las tiendas siempre le ofrecían un vaso de vino. Por unas cosas u otras pregonaba casi a diario, bien por la mañana o por la tarde. Y había días que entre pregones ofreciendo mercancía o información de noticias oficiales, sumaban hasta tres. Cuando llegaba al pueblo algún vendedor ambulante, le pedía que anunciara su presencia y lo cantaba así: “Se hace saber que a la plaza, / bajo los soportales, / ha llegado el melonero, o el cacharrero, el hojalatero, el hortelano...”. Le daba la entonación tradicional, concreta y austera. Sayo posee varias características que hacen de él una persona singular. Puede estar orgulloso de haber sido el último PREGONERO y alguacil del pueblo, un oficio que dejó de existir en Ampudia cuando tuvo que jubilarse por enfermedad. Dos alcaldes presidieron el ayuntamiento mientras él ejerció su labor. Es evidente que eran otros tiempos y que había “que hacer por la vida”, rememora ahora con cierta añoranza. Sus recuerdos se multiplican y revive con alegría las verbenas de las fiestas patronales y el encargo de disparar los cohetes y fuegos artificiales. Durante dos décadas y media, “Sayo” fue uno de los personajes más conocidos del núcleo rural. Por las tardes si no había tareas municipales que hacer, le gustaba recorrer los alrededores del pueblo. De carácter agradable y sonrisa abierta, era un bonachón. Por eso le quería tanto la gente. Ahora, sería un jubilado entrañable, con cinco hijos casados y siete nietos, que haría feliz a todo el mundo, entreteniéndose en tallar la madera (sobre todo tejoletas) con herramienta rudimentaria, o escribiendo dichos y recuerdos; quizás dibujando lugares y personajes a los que conoció o de los que tuvo noticia a través de los libros que siempre le acompañaron. Conservaría una lucidez entrañable
49 parte “del pan nuestro de cada día” de un alguacil. Entre sus muchas obligaciones locales, estaba también el dar avisos, notificación de multas, citaciones del Juzgado Paz, convocatorias de la hermandad de labradores y ganaderos, el cobro de los arbitrios municipales y el pago de subsidios y pensiones, entre otros. “Me acuerdo, yo era niña/ el pregonero iba recorriendo las calles del pueblo/. Tocaba el tambor y todos hacíamos silencio/ para escuchar la voz sonora de nuestro mensajero/. Así, cantando decía...”Se hace saber.... esto o aquello”. Hubo un tiempo en que la noticia de los grandes acontecimientos/ se proclamaba desde el campanario de los pueblos. Los anuncios y mensajes en el mío, los hacía el pregonero/. Siempre me pregunté pues no lo entiendo/ eso del refrán que algunos dicen: “Dar tres cuartos al pregonero/. Ni me quejo ni me ofendo/. Doy muchas gracias a Dios/, pues me consintió tener un padre pregonero/. En cuartilla aparte, tengo los que a su homenaje asistieron/ Fecha guardada en la retina/. En el corazón...agradecimiento eterno. Su pregón fue solemne, cantarín, dicharachero. / “¡De orden del señor alcalde... o del gobierno! Así, de forma tan cálida y serena he querido recordar, al último pregonero de Ampudia: ¡Mi padre!
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contando anécdotas de “la mili” que le tocó hacer en Melilla, allá por el año 1.946. O de por qué a su abuelo le pusieron el mote de “el cato”, o de por qué los rosales del pueblo estaban tan bonitos con sus cuidados (tenía un secreto, cuidarlos con cariño). Fue sin duda, un hombre sincero y sencillo, de pocas palabras y muchos sentimientos. Por la condición de su trabajo, sabía de las gentes como nadie. Su personalidad discreta le hizo llevarse bien con todo el mundo, sin hacer distinciones. Por eso, fue apreciado por los vecinos. “Sayo”, el alguacil. ¿Quién no se acuerda de este personaje? Hubo un tiempo en que las noticias, además de por las gacetas, se conocían de viva voz. Era por lo general, un emisario municipal el que acercaba los acontecimientos a los ciudadanos. Los pregoneros eran figuras con arraigo en el lugar, contando con la simpatía de las gentes que se le acercaban para saciar sus curiosidades. Era quien sabía lo que casi nadie conocía; Dentro de la sencillez de su profesión, un hombre importante, a fin de cuentas, muy cercano a las instancias municipales. Disponía de información “secreta” y cuya aparición hacía presagiar nuevos aires. Su presencia conseguía atraer la atención del pueblo, incluso de los niños (siempre les obsequiaba con un caramelo) que saliendo a la calle, se arremolinaba formando un corro para escuchar con atención las disposiciones que recitaba. “El pregonero era un periódico vivo. La voz del ayuntamiento en carne y hueso. El interprete del mandatario, el cantar callejero y el político mas popular”. Hoy, ha desaparecido. Su voz se apagó para dejar paso a otros medios. No obstante, todavía en Ampudia (afortunadamente) se recuerda a “Sayo” en los años que ejerció. Hace ya algún tiempo que no se oyen en nuestro pueblo aquellas inconfundibles voces y sonidos de cornetas y tambores que pregonaban por las calles y plazuelas, noticias que afectaban a la vida cotidiana. Sin duda, habrá alguien que las eche de menos. Me consta que los hay. Era aquél sentido de proximidad de la noticia entre el que la comunicaba y el que escuchaba, templando la posible frialdad de algunos mensajes. Pese al formalismo con el que se ejecutaban sobre todo los bandos, repitiendo los mismos encabezamientos, la solemne voz del mensajero, “el alguacil”, hacía el comunicado más natural y humano. He querido dar a conocer más, la figura de este hombre, ampudiano, Despertar la memoria de todos acercando a sus vivencias estos menesteres municipales a la vez que dejó testimonio escrito a las nuevas generaciones, esas que nunca conocieron el amable oficio de pregonero. Pregones y bandos constituían
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Alma de mujer
terracampina JOSÉ PEDRO BRAVO CASTRILLO Guardo en mi memoria el recuerdo de una gran mujer, ampudiana y palentina de nacimiento y convicción, que con embrujo hechicero utilizó sus armas de mujer en notable contribución a la vida familiar y social del mundo rural, sus culturas y tradiciones. No era mi tía por ley natural, aunque así la nombraba, pero era en realidad una abuela bendecida por imperativo legal. Tía o abuela, qué mas da, pero mujer al fin y al cabo, que fue refugio familiar de niños y adultos; siempre comprensiva, cariñosa y defensora de quienes buscaban su complicidad. Excelente contadora de historias y tradiciones, me arropaba en su regazo con cálidos relatos de los hombres y mujeres de su pueblo “terracampino”. Cuentos en definitiva, ciertos o no, que calaron hondo en mi corazón y me hicieron amar el paisaje sediento de Castilla, los amaneceres y atardeceres llenos de luz, la gastronomía rica y contundente, los festejos y los dichos populares o la arquitectura tradicional de piedra y adobe de la Tierra de Campos. Mujer de apariencia frágil, pero fuerte en sus planteamientos y convicciones, pilar fundamental de una casa solariega y de sus gentes. Menuda en estatura y complexión, pero grande en generosidad y alegría, a pesar de que sus lagrimosos ojos denotaban el recuerdo de tiempos mejores. Mujer alegre y festiva, elegante en el vestir, viajera, de espíritu juvenil, mujer de cálidos sentimientos. Me contaba aquellos felices días de vendimia, cuando hombres y mujeres salían al majuelo en carros de varas tirados por un par de yeguas con crines doradas, cestas con viandas, cánticos festivos, alegre griterío, caminos polvorientos, majestuosos atardeceres… Fui testigo de sus tareas solidarias, cuando en compañía de otras mujeres acudía a la ermita de “Ntra. Sra. De Alconada” para limpiar y engalanar tan devoto monasterio. Calderas de cobre y agua hirviendo, eran los instrumentos para, rodilla en tierra, desgastar la tarima de madera y dar nuevamente vida al viejo pavimento, siempre con alegría, con poderío, como cuando acudía a la era y participaba en las tareas de la “trilla” y el “acarreo”. Me fascinaba su maestría para hacer enormes coronas el día de “Todos los Santos”, coronas con crisantemos de suaves colores, pero sobre todo el sentimiento que ponía cuando depositaba su recuerdo sobre la tumba de los seres queridos. Tenía gusto para montar todos los años un bonito belén, con paciencia, utilizando elementos de la zona,
colocando con esmero pequeñas figuras de cerámica que representaban el nacimiento de Jesús, la anunciación, la huída, el portal, el castillo de Herodes, los rebaños de ovejas, las casitas perfectamente ubicadas…, todo en un orden perfecto, que transmitía a los menudos espectadores movimiento y vida. Me gustaba verla vestida con mantilla y peineta en las procesiones de la Semana Santa o en la fiesta mayor, porque ella atesoró el honor de ser “Camarera de la Virgen de Alconada”, tarea a la que se dedicó en cuerpo y alma durante toda la vida. Cuidaba la imagen de la Virgen como un tesoro, la adornaba con flores, la vestía y desvestía, la llevaba y traía a la ermita, siempre con suma devoción y espíritu de servicio. Sentí un orgullo especial el día en que rescató la imagen de un chamarilero, a quien el párroco de turno se la había entregado para hacer una restauración, encargándose de que los trabajos de reparación y reforma fueran llevados a cabo por un taller de profesionales expertos en obras del Museo del Prado. Mujer que se mantenía en un segundo plano, a la sombra de su marido, médico de profesión, pero que se hacía imprescindible para todos. De ella estaban pendientes los miembros de su casa, pero también los hombres que volvían del campo, porque les procuraba el sustento energético y alimenticio necesario para abordar las largas y penosas jornadas agrícolas. Cultura gastronómica que fue transmitida de generación en generación, a fuer de sentarse diariamente estos hombres en rústicas mesas de madera, junto a cálidos fogones de lumbre, para dar cuenta de un buen cocido o de unas humeantes sopas de ajo, sin olvidar un buen plato de lechazo o una exquisita tajada de palomino, viandas de la matanza del cerdo o un trozo de queso elaborado con leche de oveja. Pan blanco hecho con trigo tremés o candeal y vino de cosecha de las bodegas terracampinas, completaban unas comidas alimenticias, baratas y sabrosas. Una tía o una abuela, qué mas da. Era una mujer protagonista de su tiempo, que contribuyó al bienestar de su familia y de la sociedad. Como ella otras muchas fueron objeto de olvido y falta de consideración, pero de su trabajo dan fe los ojos vigilantes de los altos campanarios que bendicen la Tierra de Campos. Teresa Lucas se llamaba y era tía o abuela, qué mas da, madre, hija, esposa, amiga y compañera. Mujer, al fin y al cabo, que nos produjo la sensación de que “Dios parece que anda suelto por la Tierra de Campos”.
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de
ayer
y
de
hoy
En el pueblecito dominado por el castillo vive nuestra protagonista, Carmina, tiene siete años, es rubita con tirabuzones. Cada día se despierta al compás de los sonidos de la panadería que dirige su padre. ¡Carmina, arriba, qué hay que ayudar a sacar el pan del horno!. ¡Ahora! ..., pero se da media vuelta y sigue durmiendo. Al fondo el sonido de la amasadora le arrulla. ¡Carmina!, ¡levántate!, o te saco a rastras de la cama. La niña que lo ve difícil, toma la decisión de levantarse. Hace tiempo que ha cantado el gallo. Se precipita pasillo adelante hasta el corral para ir a mear. Inmediatamente se lava las manos y la cara en el palanganero que hay en el rincón, al fondo del pasillo. Mientras la leche del desayuno se calienta en la lumbre, su madre le peina los tirabuzones cantando las coplillas de la época. La niña va a la escuela saltando y balanceando su cabás. El ruido de sus pasos se mezcla con el sonido de los carros y de las esquilas del rebaño. En la escuela le espera Doña Teodora, la maestra. ¡Niñas en fila! y cantando entra y se sienta disfrutando con los ruidos del tablero y del asiento de su pupitre. En el recreo juega al corro, a la comba, a la tanga, a la pelota…, entonado canciones que acompañan a todos los juegos: ¡Al pasar la barca…!, ¡En Sevilla a un sevillano siete hijos le dio Dios…!, ¡Qué llueva, qué llueva…!. Ha pasado mucho tiempo, Carmina es Carmen y va a la escuela, mejor dicho al colegio. Por el camino no se oye ningún canto de gallo, ni esquilas de rebaño, quiere identificar el piar de los pájaros en los almendros del parque, pero todo lo que puede ser identificado como “sonido”, se ahoga en un confuso estrépito de coches y motos. Carmen ya no vive en el pueblo del castillo, lleva años en la ciudad. Ahora es ella la maestra que espera a sus alumnos y alumnas, la fila ya está formada, niños y niñas entran adormilados, casi en silencio. En la clase, hay mesas y sillas que también producen ruidos, cuando se las arrastra, pero sus sonidos, nada tienen que ver con el chirriar de los viejos pupitres. Sigue saliendo al recreo, pero no es el mismo. Ya no se canta ni se juega como cuando ella era una niña; ahora observa ensimismada los gritos y juegos de sus alumnos y añora aquellos tiempos en que juegos y canciones eran inseparables, pero... son otros tiempos, todo cambia, todo ha cambiado.
CARMEN ROMO MANUELA SERRANO CRISTINA PÉREZ JAVIER CORDOVILLA ANA I. ASENJO
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Los sonidos
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Rmúsicay ecuerdos,
palabras
CARMEN ROMO Marcaré mi propia música, otrora otra marcara, pues en mi ánimo influye y no sólo al escucharla. Retrocederé en el tiempo hasta mi edad más temprana, para sentir los sonidos que mis oídos grabaran.
Mientras pelábamos pollos, vareábamos la lana, hacíamos las rosquillas o estirábamos las camas. Si se mataba el cochino, o se iba de romería, en las bodegas con vino o en día de lotería.
La dulce voz de mi madre cantando bonitas nanas, las coplas del panadero mientras el pan amasaba. En las eras, los veranos, cuando el trigo se trillaba, en vendimias, en la escuela, en San Juan con la enramada.
¡Todo se hacía cantando!
Son múltiples los encuentros de la canción con mi infancia, en mis juegos infantiles desde la comba a las tabas. No había televisión, y la canción hermanaba desde que salía el sol hasta que me iba a la cama. Recuerdo aquel lavadero donde las mozas lavaban y cómo gustaba oír los romances que cantaban. Por San Antón..., chismorreos de la gente del lugar o las coplillas de ciego con aires de capital.
En las rondas a las mozas, rogativas, San Isidro, las visitas al Sagrario o recitando los ríos... Al sacar agua del pozo, con el cántaro en la fuente, al multiplicar las tablas y al santiguarse en la frente. Pocas tareas o fiestas que yo intente recordar, escapan a las caricias de canciones del lugar. En la casa y en la calle, en el pueblo o en el campo puedo recordar ahora a alguien entonando un canto. Si la vida yo recuerdo con su música y palabras, mi infancia son muchos sones grabados dentro del alma: Ruido del torno al bregar, de la noria y la guadaña, del restregar bien la ropa y hasta del tronchar patatas.
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Del frutero con el carro, de esquilas y de pregones, juegos de corro y de comba, de campanas y sermones. De la fragua yo recuerdo el martillo contra el yunque, el acompasado fuelle, chisporroteo en la lumbre... Guarnicionero, herrador, hojalatero, pastor..., cada uno con su ritmo, cada uno con su son. Me emborrachaba su arte, me embobaba el bien hacer, a su lado yo recuerdo sólo sentía placer. Me gustaban los oficios de la gente del lugar y se enlazan los sonidos al pretender recordar. En la escuela de la vida aprendí, y sigo sintiendo, su ritmo, en cada suspiro de mi corazón latiendo. Quiero con este repaso de sonidos de mi infancia rendir sincero homenaje, muy cargado de nostalgia. a aquellos que sin saberlo paso a paso y día a día, compusieron con su vida la más bella melodía.
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La MAGIA MAIRA PUERTAS La vida en las ciudades de Colombia es más parecida a la de aquí de lo que nos imaginamos. Sin embargo en el campo pasan cosas muy especiales, casi mágicas... ¿Quién imagina la emoción de ver un jaguar así de cerquitica, su belleza tranquila? Alguien en la lancha gritó: ¡un tigre! (así le llaman aquí). Primero mi incredulidad, no podía ser, ellos no se dejan ver, permanecen ocultos en el interior de la espesura verde. Sin embargo todo es posible en la majestuidad del Atrato, río de vida, con demasiada frecuencia río de muerte también. En sus anchas aguas se escucha el murmullo de la naturaleza, la omnipotencia del sol resuena en sus orillas. La visión merecía retroceder, el panguero nos permitió aproximarnos más a la tierra. Allí estaba, impasible, mirándonos, viéndonos, observándonos, nosotros sin poder contener las expresiones de júbilo, él ignorándolas, o quizá enorgulleciéndose de ellas, sabedor de su poderío, de su embrujo. Fueron unos minutos que cual estática fotografía permanecerán en la memoria de algunos de los que navegábamos ese día. La magia. Pregunto a Henry si no tiene apodo. Sí tiene, aunque nadie le llama así: macho monte. Primero mis risas, víctima de un equívoco achacado al machismo. No lo es. Sin yo pedirlo me explica que ese es un animal de la selva. A algunos bebés, cuando nacen, les frotan el ombligo con un animal o una planta, de la cual la niña o el niño adquirirán sus características. Mi sorpresa es tal, y mi arrepentimiento por considerar sexista incluso lo que no lo es, que no le pregunto qué cualidades posee el animal. Lo mágico. Apago mi linterna, no se ve ninguna luz más. Cada noche me siento protegida por mi toldillo. A salvo de todo tipo de insectos me siento también fuera del alcance de murciélagos, ratas y otro tipo de animales. Por lo general está sensación de tranquilidad también me ayuda a combatir a la imaginación, algunas veces traicionera, que me devuelve lo escuchado en forma de ideas de peligros de otra naturaleza más humana. Hoy descubro algo extraordinario, único. Encima de mi cabeza se ilumina una pequeña lucecita. ¿Reflejo de una
luz lejana? Se apaga durante unos segundos y vuelve a brillar unos centímetros más lejos. Sigo pensando en lo más lógico, mientras la idea de algo más especial comienza a surgir en mi mente. La tercera vez que veo el milagro con sorpresa me doy cuenta de que sobre mi cuerpo vuela un cocuyo (luciérnaga voladora) que como hada luminosa que viene a ofrecerme su buena suerte. Permanezco unos minutos despierta, contemplando ese animal fantástico que la noche hoy me ofrece, y después duermo plácidamente, pensando en lo afortunada que soy de poder contemplar tamaño espectáculo. La magia. En San José las niñas me dicen que ya salió Lola (nombre que le dan a la luna). Hoy ya está llena, en un cielo donde la última estrella en aparecer puja por encontrar su sitio entre otras miles que ya ocuparon su lugar. Pero, mirándola en el infinito, vemos que hoy tiene un cerco divino, anillo de luz que nunca antes vi. Observo lo increíble, recordando que lo imposible también ocurre en esta tierra: en Cacarica, con un poco de paciencia, puedes contemplar que la luna se vuelve invisible a los ojos de los humanos a las tres de la mañana. . Lo mágico. En las tierras afrocolombianas de Cacarica, la Semana Santa tiene un significado especial. No se permite tener sexo, no se puede jugar fútbol, está prohibido bailar o trabajar. Cosas asombrosas pueden pasar. Cuentan que una pareja no hizo caso de la advertencia, y para separarlos tuvieron que llevarlos al hospital. Dicen que quien trabaja o juega suele sangrar. También son días especiales para la agricultura. El palo (árbol) que se siembra en esos días crece fuerte y nadie lo puede arrancar. La magia. Chuli es mi vecina, la que hace el mejor pan. También fue mi alumna de primaria durante un día. Esta matriarca de expresión dulce me cuenta lo que se debe hacer en la noche, cuando vamos a coger una planta para utilizarla como remedio natural. También cuando vamos a usar agua que está quieta en la oscuridad. Entonces debemos hablarlas, para que despierten. La abuela de Chuli le enseñó a decirle al agua: Juana, Juana, despertá que te voy a tomá.
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deA
Virgen de
la
lconada
VICENTE SÁNCHEZ GÓMEZ Por los años noventa, como fruto de la Encíclica Redemptoris Mater del siervo de Dios Juan Pablo II, me animé a escribir un comentario al citado documento, el más extenso dedicado a la Virgen por un Papa. No dudé en titular aquél libro –como muchos de vosotros lo haríais, con el cariño que profesáis a la mejor de las madres: “La mujer más querida”. Al contemplar, ahora, la estampa enmarcada de Nuestra Madre de Alconada, sentado en la mesa de mi habitación, me viene a la cabeza que bastantes de vosotros os llevasteis a casa aquellas letras impresas para reforzar vuestro afecto filial y agradecido. Mi pensamiento y mi oración en este momento es el deseo firme de que todos mantengamos e impulsemos ese gran cariño –heredado de nuestros mayores- a la Virgen María, Madre de Jesús –Madre de Dios- y Madre de todos. Ella nos quiere con locura, nos busca, nos protege y nos ayuda, para que siempre estemos alegres, confiados, serenos –también cuando en el camino aparecen espinas y contratiempos- y llenos de esperanza. Sin perder de vista que Ella, como verdadera Madre, vela por todos en nuestras necesidades materiales y espirituales, del cuerpo y del alma. ¡Cuántas veces, rezando la Salve, hemos acudido a su protección diciendo: “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”! Nuestra fuerza procede de eso que rezamos a continuación y que es el núcleo y, en el fondo, la única petición de esa antigua oración mariana: “muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”, que es como decirle: llévanos siempre de la mano hasta llegar al Cielo. Y es que María es inseparable de Jesús. En el momento más solemne de la historia, en la Cruz e instantes antes de morir por amor a nosotros, nuestro hermano mayor nos la dio como Madre, al dirigirse a San Juan, el más joven de los Apóstoles –en él estábamos todos- , con aquellas palabras inolvidables: “he ahí a tu Madre” (Io. XIX, 27). “Y desde aquella hora –continúa el mismo evangelista- el discípulo la recibió en su casa” (Ibid.). Pensando en nuestro vivir cotidiano es bueno que nos preguntemos: ¿con qué cariño la recordamos?, ¿con qué amor paladeamos su dulce nombre?, ¿con qué diligencia la invocamos en las necesidades o en las tentaciones?, ¿con qué esmero y entusiasmo la honramos en las fiestas en honor suyo? Y sobre todo, ¿con qué empeño y tesón transmitimos el amor a esta Madre, manteniendo la devoción sentida y sencilla a través del rezo de esas oraciones que aprendimos de pequeños: Ave María, Acordaos, Bendita sea tu pureza…? Urge que nuestros niños aprendan de los que les quieren el camino del Amor que ha de vencer. Así les ayudaremos a empuñar las armas de la victoria, y lograremos que sus corazones pequeños se hagan grandes por el amor de la Madre que más nos ama. Dios quiera que la devoción mariana siga siendo uno de los distintivos inequívocos de los buenos hijos de Ampudia.
RECUERDOS Y VIVENCIAS
En recuerdo
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Imagen antes de restaurada
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VICENTE SÁNCHEZ GÓMEZ Don Vicente Sánchez fue un párroco de Ampudia de inolvidable recuerdo, aunque sólo fuera por el hecho de que se atrevió a quitarle los ropajes a la Virgen de Alconada, con la consiguiente polémica y revuelo en el pueblo. Ni Ampudia olvidó a Don Vicente, ni Don Vicente olvidó a nuestra Virgen y a su pueblo. Así, cuando en las pasadas Navidades nos dirigimos a él solicitándole un artículo para LA CORREDERA, escribió el breve “recuerdo” publicado en la página anterior, que llegó a nuestra redacción pocos días antes de su muerte (abril de 2010). Añadimos aquí un extracto de otro artículo suyo escrito el pasado año y que juzgamos de interés para nuestros lectores. Rendimos así un póstumo homenaje al que fuera nuestro párroco. Descanse en Paz Don Vicente.
[…] Así llegó el verano de 1961. Entonces quedaba vacante la parroquia de Ampudia y el doctor Souto decidió nombrarme párroco de allí. Tomé posesión el 29 de septiembre. Estaban aún calientes los rescoldos de las fiestas en honor de la Virgen Nuestra Señora de Alconada, patrona de Ampudia y de su comarca. Mi primer año allí hube de concentrarme en mi nueva situación y cuando caducaba mi primer año en Ampudia, la camarera de la Virgen de Alconada - que entonces era Doña Tere Castrillo, esposa del entonces médico titular del pueblo, Don Pedro Castrillo – me comunicó que era costumbre preparar la imagen de la Virgen para las fiestas y que en esa operación deben estar párroco y camarera con testigos, imprescindibles para el cambio de atuendos que adornan la imagen ( túnica, manto, corona y demás adornos que engalanan a la imagen para que el pueblo la vea). Confieso que todavía no me había acercado al camarín de la imagen para admirar la impactante belleza del conjunto. Tenía verdaderos deseos de verla sin los atuendos añadidos y esta era una ocasión única; por ello acudí con lógica curiosidad. Para mí era un acontecimiento excepcional. Prescindí de todo prejuicio surgido en el entorno sobre las consecuencias que la fantasía popular vinculaba a la visión directa de la imagen. Me llamó la atención que uno de los brazos del niño estuviera sujeto por un vulgar esparadrapo. Parece ser que en alguna ocasión precedente la imagen había caído y sufrido un deterioro que se pretendía disimular valiéndose del manto o vestido de la Virgen. Aquel desperfecto de la imagen fue para mí una alarma notable, me planteé la cuestión: ¿Era razonable ocultar los daños sufridos por tan preciosa figura? ¿Era lícito exponer al deterioro de la imagen por posibles atacantes – caídas, carcoma, insectos, polilla, etc.- ? Decidí consultarlo con el obispo. En el transcurso de la conversación, al advertir el obispo una evidente actitud dudosa por parte mía, me interpeló: ¿No se atreve?, le contesté: estoy convencido de que es necesario hacerlo, pero prefiero que no sea una ocurren-
cia mía sino que sea un mandato expreso del obispo diocesano, y me respondió: pues hágalo. Salí de la audiencia decidido a conseguirlo como un claro objetivo de obediencia. Cuando regresé a Ampudia, así se so expuse a la camarera y a su esposo que se unieron a mi criterio. Llegados a este punto es necesario introducir a un personaje de capital importancia, se trata del entonces Director General de Bellas Artes, D. Gratiniano Nieto, que lógicamente residía en Madrid. Viajé allá para entrevistarme con él y exponerle con claridad mi idea de restauración. Le expuse con claridad el deseo de mantener exenta a la imagen de todo adorno o vestidura. Le expuse un proyecto de trabajo que me parecía ideal para el objetivo que pretendíamos: conseguir la eliminación de elementos decorativos – túnicas, mantos- y rescatar los encantos esculturales propios de la imagen. Fruto de esta gestión fue que el responsable señalado por D. Gratiniano para la restauración hablara conmigo para comentar el proyecto. Yo insistí en que la camarera y su sobrina Teresa Castrillo pudieran seguir las incidencias de la restauración en sus distintas fases. Pedimos presupuesto y fijamos las garantía para que efectivamente la camarera pudiera inspeccionar, periódicamente las veces necesarias, el desarrollo de la restauración. Se realizó el trabajo con toda fidelidad, bajo el control ocular de la camarera y su hija doña Teresa Bravo, residente entonces en Madrid, que pudieron seguir paso a paso la marcha del trabajo. Cuando estuvo concluido se nos avisó y fuimos a recogerla: la camarera con su esposo y yo como párroco. Con el fin de preparar adecuadamente el recibimiento de la imagen restaurada, hablé entonces con el Abad de La Trapa de Venta de Baños, con el que me unía una antigua y cordial amistad, y decidimos con su consentimiento y el de la Comunidad, exponer durante un mes la imagen recientemente restaurada en una de las naves del templo del monasterio, avisando previamente a los fieles que podían ir a visitarla con entera libertad.
RECUERDOS Y VIVENCIAS
Memorias domésticas de Don Vicente Sánchez
ETNOGRAFÍA Y TRADICIONES
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Los EXVOTOS ASCEN DEL VALLE TORRES Al igual que otros muchos santuarios, el de la Virgen de Alconada, es portador de una serie de elementos que abarcan lo religioso, lo cultural, lo histórico y lo social. Es la religiosidad popular expresada en la oración, el arte, la música, la danza... Cada detalle, cada signo posee un valor entrañable que hay que rescatar, pues nos acerca a la sociedad de antaño. A lo largo de los siglos, ampudianos y peregrinos han sido convocados por una pequeña Imagen cuyo dulce nombre suscitó infinidad de sentimientos, esperanzas y anhelos. Los llamados “Exvotos” así lo manifiestan. Pocos quedan ya en santuarios y ermitas y los que perviven lo hacen en reducida muestra. Todos los de Ampudia recordamos la sala donde se exponían estas ofrendas, a la que se accedía a través de una escalera de piedra, justo, detrás del camarín de la Virgen. Un halo de misterio la impregnaba. Allí reposaban figuras de cera, simulando manos, brazos y piernas según la dolencia del oferente. Los cereros y los pintores acudían a las romerías en busca de encargos. Se multiplicaban los lazos, adornos, florecillas hechas con papelillos de colores, cadenas y grilletes de prisioneros de guerra, muletas, trajecillos infantiles, hábitos ofrecidos por haberles llevado puesto durante un año o màs como promesa hecha al Nazareno, a la Soledad, a la Virgen del Carmen o la Inmaculada. Sin olvidar los vestidos y ramos de novia, retratos, bastones y pinturas narrativas con su carga de ingenuidad y fe profunda. Hasta el cabello presentado en vistosa trenza, se regalaba como ofrenda a Nuestra Señora. Cualquier objeto personal por el que uno sintiera afecto, pasaba a pertenecer a la Virgen. Dada la importancia y el apre-
Noche de
San Juan
cio que las mozas tenían a su melena, el cortársela, debió de ser un gran sacrificio y prueba de agradecimiento a la Patrona. Otros “exvotos” significativos de gentes de la Comarca, mostraban su singular grandeza, al comprobar la sencillez con que eran ofrecidos. Minúsculos lienzos y pinturas ingenuas que reflejaban la curación de ciegos y tullidos, la liberación de condenados a muerte, de gentes poseídas por el demonio, de niños a punto de morir ahogados, de mujeres felizmente salvadas de un parto difícil y de otros favores obtenidos ante las plagas de langosta y parpaja que asolaban los campos. También devotos célebres depositaban su ofrenda, dejando retratos, camafeos y rosarios. Se completaban los “exvotos” con pequeñas ilustraciones, representando a aquellos que afligidos por la tentación, dirigieron su mirada suplicante a Nuestra Señora, recobrando la paz del alma. Compañera de camino en el dolor, protectora de sus fieles en la afanosa existencia. Tanto en unas como en otras, expresaban en plenitud la vida y costumbres de nuestros antepasados. Como promesa y ofrenda a las divinidades, encontramos “exvotos” en los orígenes de la humanidad, estando fuertemente insertados en las distintas civilizaciones. El cristianismo fue acogiendo, poco a poco estas expresiones de agradecimiento a la vez que relataba a través de ellos, los milagros obtenidos por intercesión de la bienaventurada Virgen María. “Exvotos ” como ofrenda, promesa, súplica... Testigos mudos de una época singular. Precioso referente de la devoción del pueblo y la comarca a su Patrona.
MARGARITA ORTEGA GONZÁLEZ A lo largo de la estación de la Primavera se han ido sucediendo múltiples fiestas y celebraciones populares tradicionales. Ahora nos encontramos frente a la fiesta más celebrada y la que más elementos y variaciones de forma ofrece: San Juan. Coincide con el solsticio de verano, dato a tener muy en cuenta. Es una razón por la que ha incorporado ritos y costumbres milenarias. Es difícil dar respuesta a cuantas preguntas podríamos hacernos de esta fiesta. ¿Por qué se celebra San Juan el 24 de junio? El sol ha llegado al cenit anual. En cambio la fiesta del naci-
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prano/ a entregar el corazón/ al galán que puso el ramo”. En la literatura de nuestros clásicos hay abundantes referencias a la enramada, pero es en el cancionero tradicional donde encontramos infinitos y bellos ejemplos sobre esta costumbre. Uno de los “lazos” del paloteo de Ampudia tiene un texto interesante al respecto. Dice así una de sus estrofas: “ Si quieres salir de mañana/ a vuestra ventana/ verás cómo arranco/ un álamo blanco/ lo pongo en el quicio/ de vuestro servicio/ que lleguen las hojas a vuestro balcón”. En Saldaña también recuerdan esta costumbre y eran danzantes quienes practicaban esta tradición. Danzaban a las puertas de las mozas y ellas les obsequiaban con algún recuerdo, una medallita a veces, que ellos se colocaban en la corona que llevaban en la cabeza. Eran rondas de galanteo. Uno de los “lazos” de su célebre paloteo, comienza así: “Prenda querida del alma mía/ si tú vas andando y yo caminando/ con el paso regular/ que jamás olvidaré,/ el amor que yo puse en ti/ se fue, se fue”. Armonizada esta melodía por el Mr. Andrés Moro, ha sido interpretada con gran éxito por algunas corales palentinas. Hay una canción bellísima del folklore asturiano del Cancionero de Torner, titulada “Fiesta en la aldea”, que comienza así: Levántate, niña,/ del dulce dormir/ la luz de la mañana/ ya quiere salir./ Mañanita de San Juan/ mañanita la mejor./ Ay, mañana de San Juan/ mañanita del amor”. Otro símbolo de esta noche es recoger ciertas hierbas antes del amanecer, como el trébol. “A coger el trébol/ la noche de San Juan/ a coger el trébol/ los mis amores van”. El trébol de cuatro hojas es el que trae suerte. Otras hierbas son la Verbena y la hierbabuena. La verbena fue planta que en sus sacrificios llevaban ritualmente los sacerdotes paganos. “Al que coge la verbena/ la mañana de San Juan no le picará la culebra/ ni bicho que le haga mal”. Muchas más tradiciones podríamos añadir aquí, ya que en toda España se celebran costumbres y tradiciones: El refranero popular es abundante así como el cancionero tradicional español. También en Palencia festejamos San Juan, con Misa, procesión y bendición con reparto de tomillo. Mucho arraigo tiene el levantar “altarcillos” al Santo, con primor, ingenuidad, simetría. Los niños especialmente ponen toda su ilusión e ingenuo arte adornando estos pequeños altares en calles y plazas y pidiendo “una limosna pa San Juanillo”. Y desde ya hace muchos años, tambien se encienden hogueras y formando un círculo alrededor, cogidos de la mano, se entona la célebre canción “A coger el trébole la Noche de San Juan”.
ETNOGRAFÍA Y TRADICIONES
miento del Señor señala la época en que los días empiezan a ser más largos porque el sol asciende y amplía su órbita. Hay una frase de San Juan que dice: “A mí me toca disminuir; a Él toca crecer”. “De Navidad a San Juan, medio año cabal”, aclara nuestro refranero. Noche de luz, de fuego, de hogueras. San Juan es luminaria que arde y brilla. La fiesta tiene muchos elementos. Sobresalen dos: el agua y el fuego, opuesto el uno al otro. A San Juan se le asocia, lógicamente, con el agua. Él era “bautista”, el que bautiza con agua. Este día, aseguran que el sol sale bailando. En Galicia se canta: “Madrugada de San Xuan,/ madrugada mais garrida,/ que baila o sol cando nace/e ri cando more o día”. La mañana de San Juan ha sido muy cantada. Versos, canciones, refranes, romances… Lope de Vega en “El poder de lo discreto”, describe la mañana de San Juan diciendo: “Aquella hermosa mañana/ que todo el mundo celebra,/ porque parece que todo/ se alegra y se goza en ella”. El agua es un símbolo muy presente en este día. Lope, en “El valor de las mujeres”, dice: “Ibase la niña,/ noche de San Juan,/ a coger los aires/ al fresco mar”. El romancero tradicional español, recoge también otro símbolo. El bello romance del Conde Olinos, comienza: “Madrugaba el Conde Olinos/ mañanita de San Juan/ a dar agua a su caballo/ a las orillas del mar”. En otro conocido romance leemos: “Quién hubiera tal ventura/ sobre las aguas del mar/ como hubo el Conde Arnaldos/ mañanita de San Juan.”. El agua en esta noche purifica al que se baña en el río y al que se moja los pies, las manos y la cara. Y el rostro se embellece enjuagándose con las gotas del rocío. El agua en la madrugada de San Juan, da la fecundidad, el amor y la fortuna. Hay creencias y remedios para todo en esta noche mágica. También hay una. Desde el año 661, época de Recesvinto. En Velilla hubo una que se llamó “San Juan de Fuentes Divinas”. En el norte de Palencia en este día se adornaban las fuentes. Otra creencia relacionada con el agua propia de San Juan, era que el mar retumba. En “El último godo”, Lope de Vega recoge esta creencia: “Vamos a la playa/ noche de San Juan/ que alegra la tierra/ y retumba el mar”. Aunque los símbolos más populares en esta noche son el agua y el fuego, existen otros muchos. Por San Juan se hacen “enramadas”. Es costumbre muy generalizada, pero es en Asturias donde se mantienen vivas muchas tradiciones como esta. “Mañanitas de San Juan/ madruga, niña, tem-
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Los LAZOS del PALOTEO JAIME HERRERO CASTRILLO El Paloteo se compone de una serie de bailes con palos llamados “Lazos”. Estos Lazos son de muy distinta época y con variedad de movimientos: unos lentos y vistosos y otros muy rápidos. Los Lazos más antiguos son de la época de la Revolución Francesa, a últimos del siglo XVIII: 1º - Llamado “ANTÓN DE MARÍA MORENA”, define cuando se iba a las Guarniciones a cumplir el servicio militar, teniendo novia, la cual bordaba y trabajaba para dichas Guarniciones. 2º - Llamado “TRISTE Y DESCONSOLADA”, define cuando dichos soldados regresaban a sus casas y, al llegar, se encontraban con que algunas de las chicas se hallaban enfermas y con muchos dolores. 3º - Está basado en el pueblo francés y los lacayos del rey Luis XIV que mataron a éste, cuyo título es “LOS FRANCESES”. 4º - Otro lazo es de finales del siglo XIX titulado “AVE MARÍA” y en el mandato del rey Alfonso XII pasó a llamarse “MARCHA REAL” para, después de la Guerra Civil, coger el nombre actual de “HIMNO NACIONAL”. Existen además otros Lazos de tema religioso de
principios del siglo XX: 5º - Llamado “EL PORTAL DE BELÉN”, que es un villancico del Nacimiento del Señor. 6º - Lleva el nombre de “BIENVENIDO A NUESTRO VALLE” y es de cuando venían de visita por la comarca el señor Obispo o el Abad, bien para la Confirmación o bien para otro acto litúrgico. 7º - Por nombre “EL CARACOL”, aunque no se sabe bien de qué época es, define cuando en las cofradías de varios Santos, entre ellos San Antón, se iba de una a otra en picadillo para bailar y ver quién era el que mejor lo hacía entre los Mayordomos; aunque los Danzantes, en realidad, sólo iban por el “refresco”. De tiempos más cercanos a nuestra época son otros varios lazos: 8º - El llamado “LA ESTRELLA” es de los tiempos de la República, llamando chulos y fanfarrones a los oficiales del Ejército que iban a las Fiestas de la Patrona del Pueblo a presumir de quién bailaba mejor a la Virgen. 9º - 10º - Una vez terminada la Guerra Civil Española, se hicieron otros dos lazos que hace bastantes años que ya no se ejecutan por tratarse de temas de Requetés y Falangistas, llamados el “CARA AL SOL”
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ANTÓN Picar..........................................Antón de María Morena Guías hacia atrás.....................de María Morena Antón. Picar..........................................Si la niña no se casa Volver a su sitio ......................no es por falta de faldón. Picar..........................................Que sabe bordar en plata Guías hacia atrás.....................y en oro en la guarnición. Picar..........................................Esta es la muy linda dama, Volver a su sitio ......................esta es la que adoro yo.
blo, aunque también se ejecutaban en otras procesiones de gran solemnidad. La vestimenta de los danzantes es del siglo XVIII: camisa, medias, enaguas, pantalón; todo ello en color blanco y con amplia combinación de cintas de colores variados, muy llamativas, que servían para llamar la atención de las mozas del Pueblo y la Comarca que acudían a los festejos. Conviene recordar que aunque ahora las danzas son mixtas, entonces sólo podían realizarlas los chicos. [Presentamos a continuación tres de estos “Lazos” para que sirvan como ejemplo]: EL TRISTE
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Calle de tres .............................A la una de la noche, Empezando por dos ..............al principio mi dolor. ...................................................Esta es la mayor pena ...................................................de mi triste corazón. Calle de tres .............................A la una de la noche, al principio mi dolor. Esta es la mayor pena de mi triste corazón. Romper ....................................De mi triste co.ra.zón. Con parada .............................. (Se repite cuatro veces)
Abrazarse: 1º Guía, 2º Panza...........Tris.te y desconsola.a.a.a.da. Media cabañuela ............................en esta cama estoy, Abrazarse: 1º Guía, 2º Panza.......Pasando los tor.men...tos, Media cabañuela ............................mayores ayer que hoy. Calle de tres ....................................A la una de la noche, Empezando por dos .....................al principio mi dolor. Esta es la mayor pena De mi triste corazónCalle de tres ....................................A la una de la noche, al principio mi dolor. Esta es la mayor pena de mi triste corazón. Romper ...........................................De mi triste co.ra.zón. Terminar dando por alto parados. (Se repite cuatro veces)
ENRAME
8 de septiembre de 1971.
ETNOGRAFÍA Y TRADICIONES
y “EL AMANECE”. Es difícil encontrar a alguien que actualmente sepa hacerlos. 11º - Finalmente existe otro lazo basado en el mes de Mayo, por ser el mes de las flores en el que se iba de Romería; al final del día se ponían “enramadas” a las mozas del pueblo. Al tiempo de hacer este lazo llamado “ENRAME”, se tejía el “Mayo”, acto que consiste en tejer y destejer un árbol con cintas, por eso se le llama también “TEJER EL ÁRBOL” o “TEJER EL MAYO”. Las danzas estaban pensadas fundamentalmente para bailar delante de la Virgen en la romería del pue-
Picar........................................Si quieres que te enrame la puerta, 1º al centro, 2º salir..............prenda mía de mi corazón, 3º afuera.................................si quieres que te enrame la puerta, 4º volver a su sitio................tus amores míos son. Repetir lo mismo.................Si quieres que te enrame la puerta, prenda mía de mi corazón, si quieres que te enrame la puerta, tus amores míos son. Calle de dos...........................Si quieres salir de mañana, a nuestra ventana, verás como arranco un álamo blanco, lo pongo en el quicio de nuestro servicio, que lleguen las hojas a nuestro balcón. Dar y al centro .....................Si quieres que te enrame la puerta, Repetir lo primero...............prenda mía de mi corazón, Si quieres que te enrame la puerta, Tus amores míos son. Romper..................................Tus amores míos son. (Se repite cuatro veces)
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Marciano Zurita, el poeta olvidado
DANIEL FRANCO ROMO Nacido en Palencia el 2 de noviembre de 1884, Marciano Zurita es en la actualidad un poeta muy poco conocido por el gran público y al que los especialistas apenas han prestado atención. Sus libros no han vuelto a ser publicados y las ediciones originales de sus escritos no resultan fáciles de encontrar. Sin embargo, Zurita recibió el reconocimiento de la crítica de su tiempo y está considerado una de las figuras importantes del Modernismo español. Por la presencia constante de lo castellano en sus versos, hay quien lo ha definido como el poeta de Castilla. Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid y en Filosofía y Letras por la de Zaragoza, en 1911 ganó unas oposiciones a funcionario del Ministerio de Gobernación en Madrid. En esta ciudad vivirá desde entonces y hasta su muerte, el 26 de enero de 1929, cuando con 44 años una tuberculosis pulmonar acabó prematuramente con su vida. Su trabajo como empleado público le dará la estabilidad y la tranquilidad económica necesarias para evitar las penurias que, seguramente, hubiera padecido de entregarse en cuerpo y alma a la profesión de escritor, su verdadera vocación. Hijo de Abundio Zurita Menéndez, conocido impresor de la época y fundador del periódico de orientación conservadora El Día de Palencia, estuvo siempre en contacto con el mundo de las letras. Escritor prolífico, tocó todos los géneros y publicó cientos de textos, en unas ocasiones de corte periodístico y en otras más literarios, a veces firmando con su nombre y a veces bajo seudónimo. Gran aficionado al teatro, llegó a estrenar dos obras, el breve monólogo en verso Media hora antes (1906) y Eclipse parcial (1911), diálogo en prosa escrito con Natalio López Bravo. Es autor, además, de una Historia del género chico (1920) y de tres novelas cortas: Alucinación (1924), Por qué no he sido yo cura (1924) y La vida del Señor (1925).
Pero Zurita fue, sobre todo, poeta. Desde muy joven, escribió ininterrumpidamente versos que empezó publicando en el periódico paterno, de cuya dirección se hizo cargo entre 1907 y 1911, y que no tardaron en encontrar cabida en varias publicaciones de Madrid, especialmente en el diario ABC y en el semanario Blanco y Negro. A lo largo de su vida, dio forma a más de seiscientos poemas. Muchos de ellos formaron parte de sus cuatro libros de poesía: El triunfo del silencio (1912), La musa campesina (1913), Pícaros y donosos (1916) y Castilla (1924). Sus versos más conocidos son los que componen la letra del “Himno a Burgos”, publicado en 1918 y estrenado en 1926 con música de Rafael Calleja. El Ayuntamiento le distinguió por ello con el título de “burgalés ilustre”. Fue Burgos una ciudad con la que mantuvo una relación muy especial, sobre todo, porque allí conoció a su mujer, Dolores Souza, con quien se casó en 1912 y con la que tuvo nueve hijos. En su poesía se funden la estética modernista y la actitud crítica de la Generación del 98, pero lo cierto es que Zurita, profundo conocedor de los clásicos y de los principales escritores de su época, bebe de fuentes muy diversas y resulta difícil de clasificar. Se trata, en efecto, de un poeta que maneja diferentes registros y tonos, que combina distintos estilos y que aborda diversos temas en sus creaciones. Hay, sin embargo, una cuestión que vertebra toda su obra: Castilla. La tradición y el espíritu castellanos, los paisajes y los hombres y mujeres de Castilla son una constante en sus versos. De sus poesías se desprende la preocupación por el atraso y la situación de postración de la región, pero también el orgullo por ser y sentirse castellano. Como muestra de ello, el poema que acompaña estas líneas, dedicado al castillo de Ampudia y publicado en 1919 en Blanco y Negro dentro de la serie “Las mansiones de la raza”.
FUENTES: GALÁN, Joaquín (1988): Marciano Zurita. Introducción a su vida y obra. Palencia: Ayuntamiento de Palencia. SANTOS, Dámaso (1983): “Marciano Zurita”, en VV.AA.: Apuntes Palentinos, Tomo I, Biografías, Fascículo nº 10. Palencia: Obra Cultural Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Palencia. ZURITA, Marciano (2009): Estampas castellanas (Antología poética). Madrid: Ediciones 98. Selección, edición y prólogo de Pedro Ignacio López García.
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En la tierra palentina, tendido sobre aquel campo tan monótono, tan triste, tan estéril y tan pardo; pero tan recio, tan noble, tan ilustre y tan honrado: campo de honor, de batalla, de torneo y de trabajo; inmenso escudo de fuego que Castilla ha blasonado con oro de sus leyendas y sangre de sus soldados; sayal del viejo eremita seco, enjuto, humilde y santo, como un apóstol de piedra esculpido en un retablo; ardiente tapiz que a un trono sirve de alfombra y de palio y que es llama de su cetro y su púrpura de su manto; sobre ese campo bendito –urna, joyero y osario– duerme este castillo, y duerme como todo castellano: con la esperanza en los ojos y la oración en los labios, harto de luchar el pecho y de trabajar los brazos. Yo no sé de sus leyendas, ni de su significado, ni sé qué rezan sus armas, ni qué cantan sus heraldos, ni qué luchas en sus fuertes almenas se ventilaron, ni qué nobles adalides hicieron vela en sus patios...
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Sólo sé que hay en sus piedras un sentimiento tan alto de honra y de fe, de heroísmo, de alientos y de entusiasmos, que cuantas veces en ellas he detenido mis pasos se han doblado mis rodillas, al igual que se han doblado ante esos sepulcros rotos que entre las sombras de un claustro nos evocan el recuerdo de nuestros antepasados, y en cuyo solemne mármol duerme un luchador, y duerme como todo castellano: con la oración en los labios, harto de luchar el pecho y de trabajar los brazos... ¡Castillos de mi Castilla, que, medio desmoronados, sembrais de dulces memorias la soledad de los campos, y de piedras sus rastrojos, y de reliquias sus páramos! ¡Dios me dé, cuando El me llame, un sepulcro a vuestro lado, una luz a vuestra sombra y una cruz a vuestro amparo! ¡Que en esos parajes grises, tan estériles y pardos, pero también tan ilustres, tan nobles y tan honrados, me duerma en paz, y me duerma como todo castellano: con la esperanza en los ojos y la oración en los labios, harto de luchar el pecho y de trabajar los brazos!
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Desde
la Asociación
de Mayores
“San Miguel Arcángel de Ampudia”
FANY HERNÁNDEZ Siempre resulta grata la oportunidad que se nos brinda en los medios de comunicación de poder transmitir las costumbres y vivencias de nuestros pueblos así como el funcionamiento y las actividades de nuestras asociaciones, sobre todo si este medio ha surgido en nuestra misma localidad de Ampudia. Quien mejor que los mayores para recoger y transmitir las experiencias y sucesos acontecidos de toda una vida en el pueblo. Por este motivo, en la Asociación San Miguel Arcángel de Ampudia en el pasado 2005 con motivo de la celebración del aniversario de los 25 años de nuestra fundación, nos pareció, en asamblea general, que lo más oportuno era recopilar los recuerdos y memorias que los mayores conservamos sobre el pueblo para transmitirlo a otras generaciones. Así, lográbamos su conservación y permanencia y no se perderían tantas realidades, como si no hubiesen existido. Nos pereció que esa era la aportación que nos correspondía, como mayores, hacia la población y que debíamos emprenderla. Nos pusimos a la tarea organizándonos en comisiones para que cada una se responsabilizase de un aspecto. En marzo de 2005 empezamos a prepararlo todo porque había que celebrar las bodas de plata. Lo que teníamos entre manos era un esfuerzo grande, pero lo fuimos llevando a efecto, aunque queda mucho por hacer. Todos colaboraron en lo que podían, en mayor o menor medida. Los objetivos de nuestra investigación han sido variados, desde los relatos que se van transmitiendo de unos a otros, poesías, canciones, juegos, pregones sobre Ampudia, pasando por refranes propios del pueblo y en su mayoría los más usados en el lenguaje común de nuestro
entorno, tan llenos de sabiduría, así como sentencias, giros, frases... Seguimos por las fotografías, desde las más antiguas que hemos logrado, hasta las de hoy, que recogen acontecimientos especiales, procesiones, danzantes, grupos escolares, amigos departiendo en la solana, merendando en la bodega, escenas de la era, gentes que caminan hacia la plaza de toros, etc. Otro aspecto es la documentación gráfica sobre el pueblo, que nos permite recordar y comparar como era antes con el aspecto actual. ¿Quién se acordaba del lavadero municipal? Hasta logramos, después de más de 25 años de búsqueda y preguntas a unos y a otros, una foto sobre el lavadero que llamábamos popularmente “la presa”, un verdadero monumento rural, con su estructura cubierta a cuatro vertientes, de la misma forma que los soportales, donde tantas generaciones de mujeres que lavaban allí, han dejado su impronta en el brillo de las piedras. No se ha conseguido reproducirlo y es una lástima, aunque se han buscado las piedras insistentemente. Un capítulo importante ha sido el de las historias de gentes del pueblo que han ejercido algún cargo público o un oficio al servicio del pueblo, o que han tenido una especial relevancia y popularidad, incluso personajes ilustres de la villa. Muchas están escritas por sus hijos o hermanos, algunas por otros parientes o amigos. Existe una autobiografía extensísima de un maestro. Están escritas en prosa salvo una que está en verso. Las llaman biografías, semblanzas, reseñas, o simplemente notas, sobre el personaje del que se trata. Es bueno seguir recogiendo estas historias por sus personajes y porque constituyen retazos de la vida
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del pueblo y sus gentes con todas las curiosidades, anécdotas y los valores que entrañan. Entre todas estas breves historias existen mas de cuarenta, faltando muchas más de personajes que aún se recuerdan y que es conveniente seguirlas para que no se queden en el olvido. También se recogieron programas de actividades y festejos. El primero de estos programas lo hicieron los jóvenes en 1965 con artículos confeccionados por varios grupos y con anuncios muy curiosos, dignos de ser conservados. Por otro lado se han recopilado canciones tradicionales y un repertorio de juegos de aquellos tiempos del cuplé, descritos, para que no se olviden sus normas. Algunos los han aprendido los chavales, enseñados por los mayores. Reunimos todos los libros que se han escrito sobre el pueblo, muy valiosos porque sus autores son expertos en investigación, así como tesis y artículos sobre la historia de Ampudia. Fue bastante laborioso conseguir lo que ha aparecido sobre el pueblo en la prensa y la colección de hojas, programas parroquiales, recordatorios, medallas. Con los nuevos medios hemos conseguido películas que reproducen teatros de jóvenes así como otros actos concretos y festejos a partir de 1990. En fin, pretendíamos buscar e inventariar en parte lo que constituye la realidad de la vida cotidiana del pueblo, que llaman “la intrahistoria”, experiencias y conocimientos para que no se pierdan. Lo que no se escribe, ni se recoge, termina por no existir. Y nosotros entendíamos que es lo que nos correspondía hacer a una asociación de mayores, sin meternos en las complicaciones de lo que ha sido Ampudia dentro de la Historia de España que pertenece ya a escritores especialistas. De todo este material se hizo una exposición con motivo de los 25 años, en las fiestas del pueblo y finalmente clausuramos el aniversario con un acto público informando
sobre la fundación de la Asociación en 1980, el primer Acta, la primera Junta Directiva, número de socios, a través de unas entrevistas a miembros de la Junta Directiva Otros socios informaron sobre la conveniencia de pertenecer a estas asociaciones cuando somos mayores. A partir de los 60 años se incluyen a las personas en ese concepto de mayores. También, antes de esta edad, se puede pertenecer en calidad de colaborador. Importantes son las actividades y las aficiones de sus miembros que pueden ejercitarse para su distracción. Se hizo un teatro breve, una socia recitó una poesía hecha por ella sobre Ampudia. Finalizó el acto con un concierto de canciones “de siempre”, a cargo del coro de la Asociación que lo componían entonces 23 socios. En años posteriores hemos ido recibiendo algunas biografías, medallas, recordatorios de las primeras comuniones de entonces y de ahora. Y seguimos con el tema porque es inagotable. Últimamente hemos recibido de la Diputación Provincial un ordenador y una impresora que nos pueden facilitar estos trabajos. Hay socios que han hecho cursos y se interesan por la informática. Gracias al Ayuntamiento, tenemos acceso al servicio de Internet para los que se puedan interesar. Así vamos actualizándonos para que podamos llegar a ofrecer una realidad interesante a los que en un futuro quieran entrar en nuestra Asociación. Otros recursos que nos facilita la Gerencia Territorial de Servicios Sociales a través de la Federación Provincial de Asociaciones de Mayores, son las manualidades, la gimnasia de mantenimiento, risoterapia, balnearios y otros viajes, servicios de información, de peluquería y de un podólogo, etc. Animamos a todos los que vayan entrando en esta edad a que colaboren con nosotros y así aportarán nuevas ideas que refresquen la dinámica de esta agrupación. En este año, se celebrará una concentración de la zona de Campos en Ampudia. Os esperamos.
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IV Certamen Literario Villa de Ampudia Tema: Libre. Condiciones generales: - Se presentará en dos folios escritos a máquina, por una sola cara y a dos espacios. - Se presentará un solo trabajo por persona. - Se presentará por duplicado. - Lo firmará el autor con un seudónimo. - En el mismo sobre de presentación se incluirá una nota aparte con el título del trabajo y el nombre del autor. - Se concederá un Primer premio, dotado con 200 Euros y un Segundo premio, de 100 Euros, sufragados por el Ayuntamiento de Ampudia. - Será nombrado un JURADO DE CINCO PERSONAS para deliberar los resultados. Lugar y plazo de presentación: Todas aquellas personas interesadas en participar, deberán presentar sus trabajos en el Ayuntamiento de Ampudia, hasta el 20 de agosto de 2010.
Organiza: Asociación Santa María de Alconada. Colabora: Ayuntamiento de Ampudia.
Santa María de la Clemencia (Finales del S. XIII) ¿Santa María de Fonte Pudia?