La Corredera Nยบ 1 - PRIMAVERA - VERANO DE 2011
revista cultural de Ampudia
NORBERT MARTÍN GALLARDO
Sumario TÍTULO
AUTOR
Sumario Presentación
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HISTORIA E INVESTIGACIÓN Un comunero atípico
Epifanio Romo Velasco
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CREACIÓN LITERARIA Eterna espera El tuerto Vamos a echarle cuento El guardián de los olmos En la bodega
Mari Carmen García Pérez Alberto Martínez Urueña Emilio Nieto Izquierdo Alfredo Cimiano y Carlos del Olmo Epifanio Romo Velasco
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HISTORIA LOCAL El Duque de Lerma y la villa de Ampudia
José Ignacio Izquierdo Misiego
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Teo Pastor Mª del Carmen Hernández
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AMPUDIA EN LOS LIBROS Ventura García Escobar
Daniel Franco Romo
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BOLETÍN DE NOTICIAS Noticias de Hemeroteca
José María Velasco Peinador
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RECUERDOS Y VIVENCIAS Las “Alconadas” de los años 50 Vivir en Ampudia, nuestra elección Un torero del pueblo Cuando a los de Mazariegos...
La Corredera
revista cultural de Ampudia
Editor Epifanio Romo Velasco Director Daniel Franco Romo Colaboran en este número: Alfredo Cimiano Daniel Franco Romo Mari Carmen García Pérez Mª del Carmen Hernández Villacorta José Ignacio Izquierdo Misiego Alberto Martínez Urueña Emilio Nieto Izquierdo Carlos del Olmo Teo Pastor Epifanio Romo Velasco José María Velasco Peinador Grabados Gerardo Puertas Carlos del Olmo Fotografías Norbert Martín Gallardo Iván Franco Fotografía Portada Juan Luis Vélez AVISO: LA CORREDERA no se hace responsable, ni se identifica con las opiniones vertidas libremente por sus colaboradores. Los contenidos aquí publicados podrán ser reproducidos, en todo o en parte, por cualquier procedimiento, siempre que se haga constar la fuente de la que proceden. PUNTO DE VENTA: Estanco de Ampudia (Cándida Velasco) RECEPCIÓN DE COLABORACIONES: Correo Electrónico: revistalacorredera@gmail.com Correo Postal: “LA CORREDERA- Revista Cultural de Ampudia” Calle Pósito, nº 5 –34191 AMPUDIA (Palencia) Diseño y maquetación: Juan Luis Vélez - www.ecocg.es Edición Fotográfica: Elena Cubillas Imprime: Gráficas Quinzaños Depósito Legal: SA-445-2010 ISSN: 2172-5950
nº 1
PRIMAVERA-VERANO DE 2011
Presentación La importancia que el Duque de Lerma tuvo para la villa de Ampudia ha sido, en ocasiones, exagerada. Incluso ha habido autores que han atribuido a la munificencia del Duque la construcción de la torre de la Colegiata y del Convento de San Francisco. La verdad es que la torre, bajo la dirección del vallisoletano Juan de Escalante, estaba ya terminada en 1561 y que el Convento no se inauguró hasta1637, doce años después de la muerte del Duque. Sin embargo, no cabe duda de que fue mucho lo que la Villa consiguió gracias a su influencia: El traslado de la célebre Abadía de Husillos, la concesión de Feria y Mercado francos y la llegada al pueblo de una pequeña comunidad de franciscanos. Además la Villa se convirtió en lugar de descanso de los Reyes y sede temporal de la Corte. En el castillo de Ampudia se solventaron importantes asuntos para la gobernabilidad de los reinos y, en particular, el traslado definitivo de la capitalidad a Madrid. José Ignacio Izquierdo Misiego ha escrito, largo y tendido, sobre todos estos asuntos en su “Historia de Ampudia” y en “Ampudia 16062006”, en colaboración con Cristina Fontaneda. En el ensayo que aquí publicamos suministra nuevos datos y aporta pruebas concluyentes. Creemos que con ello queda cerrado el tema, pues poco más será lo que pueda añadirse. Con la publicación de este y otros artículos, LA CORREDERA cumple su promesa de sacar un Número 1 con aquellos trabajos que, por su larga extensión, no tuvieron cabida en el Número O. Y ya estamos pensando en preparar un espléndido Número 2 con los nuevos escritos que, poco a poco, van llegando a nuestra Redacción. ¡Larga vida a LA CORREDERA! Epifanio Romo Velasco (editor)
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
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Un Comunero Atípico Don Pedro de Ayala, Conde de Salvatierra
E. ROMO VELASCO
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l 2 de Noviembre de 1517, procedente de Becerril y camino de Tordesillas, el príncipe Carlos, futuro emperador Carlos V, pernoctaba en el castillo de Ampudia, por invitación de Don Pedro de Ayala, Conde de Salvatierra y señor de la Villa. En esos momentos nada hacía presagiar que, pocos años después, ambos personajes se iban a ver directamente enfrentados y sentirían el uno por el otro tan profundo rencor que el Emperador ordenaría la ejecución y entierro del Conde de forma ignominiosa. Fue Don Pedro de Ayala un comunero atípico, con vitola de oportunista y resentido. Orgulloso y violento, sus abusos y arbitrariedades, y su desprecio hacia el Concejo de Ampudia y las instituciones locales, dejaban ver bien a las claras cuáles eran sus verdaderos ideales, tan alejados de aquellos que motivaron el levantamiento de las Comunidades. Su alistamiento en el bando comunero fue en realidad fruto de una conjunción de intereses: a Padilla y al obispo Acuña les interesaba la colaboración del Conde en la planeada toma de Burgos, feudo del Condestable Don Íñigo Fernández de Velasco. A Don Pedro de Ayala, por su parte, le alentaba especialmente su resentimiento contra Don Íñigo y contra Diego Martínez, diputado general de Álava, por el amparo que ambos habían prestado a Doña Margarita de Saluces, la ex-esposa del Conde. Aun así, parece que la inclinación de Don Pedro por el bando de las Comunidades era en principio dubitativa. Para ganar decisivamente su voluntad, Padilla y Acuña acudieron prestos a recuperar para el Conde su villa de Ampudia cuando ésta fue ocupada por el navarro Don Francés de Beaumont y por Don Pedro Zapata con su ejército de asturianos. Pese a haber sido nombrado por la Santa Junta capitán general “desde Burgos a la mar”, la participación
de Don Pedro de Ayala en el conflicto comunero no fue, sin embargo, especialmente destacada. Abortada antes de iniciarse la esperada toma de Burgos, el Conde de Salvatierra se limitó a actuar como “revolvedor de las Merindades” y a interceptar un convoy que venía de Fuenterrabía con siete piezas de artillería de grueso calibre. Tras apoderarse de ellas en Arratia, las hizo en parte pedazos y arrojó el resto en valles profundos donde no pudieran entrar las caballerías para rescatarlas. Pero el 12 de abril de 1521, pocos días antes del desastre de Villalar, su ejército fue completamente derrotado en el puente de Durana. Don Pedro consiguió a duras penas salvarse en compañía de un solo paje, dejando 600 prisioneros en poder del enemigo y, entre ellos, a su capitán Gonzalo de Barahona, que fue decapitado al día siguiente. Una vez sofocada por completo la sublevación comunera, volvió de Alemania el Emperador y se dirigió inmediatamente a Palencia, donde permaneció cerca de dos meses. Bajo su dirección personal, fueron dictadas casi cien sentencias de muerte; la de Don Pedro de Ayala llevaba fecha de 23 de agosto de 1522. Posteriormente, el Emperador se trasladó a Valladolid para, el primero de noviembre, promulgar su “Perdón General”, del que quedaban exceptuados nominalmente los doscientos noventa y tres comuneros más destacados. El Conde de Salvatierra, entre tanto, tras la definitiva derrota comunera de Villalar, había encontrado refugio en la fortaleza de Fermoselle, en tierras zamoranas. Allí permaneció durante más de un año a la espera de ver el desarrollo de los acontecimientos. Una vez pronunciada su sentencia condenatoria, huyó a Portugal, al igual que lo hicieron otros muchos de los comuneros “exceptuados”. Pero la vida en Portugal resultaba especialmente dura para aquellos personajes nobles, acostumbrados a
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“Baraja Comunera”: Ilustraciones de Ana Lorenzo. Infoprint, 2010
FUENTES: FERNÁNDEZ MARTÍN, Luis: El movimiento comunero en los pueblos de Tierra de Campos. León, 1979. FERRER DEL RÍO, Antonio: Historia del levantamiento de las Comunidades de Castilla (1520-1521). Madrid, 1857 / Valencia, 1998. IZQUIERDO MISIEGO, José Ignacio: Historia de Ampudia. Ayuntamiento de Ampudia, 2004. MALDONADO, Juan: Historia de la revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla. Madrid, 1840 / Editorial Maxtor, 2002. PÉREZ, Joseph: La revolución de las Comunidades de Castilla- Madrid, 1977.
los placeres propios de su destacada posición social. Malvivían sin apenas recursos económicos y con la continua presión que el Emperador ejercía sobre el monarca portugués para que le fuesen entregados los que allí gozaban de refugio hospitalario. Así, muchos de los exiliados optaron por retornar voluntariamente a Castilla con la esperanza de conseguir en última instancia el perdón real. Algunos lo consiguieron, GENEALOGÍAS: pero no Don Pedro de Ayala, que, apenas retornado, fue detenido y conducido a la cárcel HERRERA: García González Herrera ∞ Inés de Rojas de Burgos. Pedro García de Herrera ∞ María de Ayala García López de Ayala ∞ María Sarmiento Su vida en prisión fue realmente penosa, sobreviviendo en tal miseria que hubiera Antonio Fonseca ∞ Mencía de Herrera / PEDRO DE AYALA ∞ Margarita de Soluces muerto de hambre de no haberle auxiliado su joven hijo, Don Atanasio de Ayala, quien, para SARMIENTO: García Fernández Sarmiento procurarle alimentos, tuvo que vender el caGarcía Sarmiento ∞ María Manuel y Acuña María Sarmiento ∞ García López de Ayala ballo con el que estaba al servicio del EmperaPEDRO DE AYALA ∞ Margarita de Soluces dor en calidad de paje. Le quiso castigar por ello el Mayordomo Mayor de Palacio, pero le perdonó Carlos V, “mas no sin dejarle primero AYALA: Canciller Pedro López de Ayala huérfano de padre”. En efecto, estando el EmFernán Pérez de Ayala ∞ Pedro García de Herrera perador en Burgos, hizo descargar sobre el Pedro López de Ayala/María de Ayala García López de Ayala ∞ María Sarmiento Conde toda la saña de su sed vengativa. OrPEDRO DE AYALA ∞ Margarita de Soluces denó que se le hiciera una sangría en una vena, Atanasio de Ayala ∞ Leonor de la Vega de la que expiró a la media noche; era el 16 de
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
mayo de 1524. Al día siguiente, lo llevaron a enterrar con los pies descubiertos fuera del ataúd y con los grilletes puestos para que los viese todo el mundo. El 3 de noviembre de 1522 Carlos V había firmado en Valladolid una Carta de Privilegio a favor de la Villa de Ampudia, por la que ésta quedaba liberada de todos sus vínculos señoriales y pasaba de forma definitiva a la Corona Real. Por desgracia, la palabra del rey vale muy poco, sobre todo cuando es preciso llenar las arcas vacías del Estado. Así, en 1525, sólo un año después de que Don Pedro fuera ajusticiado, su hijo, Don Atanasio, recuperaba el señorío de la Villa mediante el pago de 20.000 ducados. El abusivo uso del poder ejercido por el hijo y sus atropellos y malas artes fueron tales que, en muy poco tiempo, hicieron que los ampudianos se olvidasen de los desmanes del padre.
CREACIÓN LITERARIA
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Eterna espera MARI CARMEN GARCÍA PÉREZ
e vi pasar por la plaza sus ojos azules y su talle altivo. Fue una sensación extraña que me elevó, me transformó. Una sensación de enamoramiento absoluto, de mariposas en la tripa. No le conocía pero pensé que era el hombre de mi vida. En aquella tarde de verano, sólo fueron unos segundos en los que nuestras miradas se cruzaron. En ese instante, supe que me entregaría a él. ¿Por qué no le vi antes? Todos los días llevaba el almuerzo y agua a mi padre que estaba segando o trillando en las eras ¿por qué no le había visto antes? Siempre estuvo. Era del pueblo. Al crecer y despertar mi adolescencia, despertó en mí algo más, la necesidad de amar y ser amada. Por eso lo vi. Me fije en él. Tuvieron que pasar tres semanas para que mis esfuerzos de llevar agua y comida a mi padre se vieran recompensados. Al regresar a casa me dijo que me llevaría el cántaro. Yo sentí cosquillas en el estómago. Dejé que lo llevara. No hablamos en todo el camino. Y sólo salió de mis labios un leve: ¡gracias! Era el hombre el que tenía que dar el primer paso, tomar la iniciativa y cortejar a la chica. Yo me resistía. No quería que pensara que era una chica fácil. La verdad es que siempre intuí lo que pasaría. Cuando terminó la cosecha, el trabajo y el dinero escaseó. España estaba sumida en una gran crisis. Sin una perra chica en el bolsillo y muchos proyectos en la cabeza marchó a Cuba donde una gran mayoría de españoles iban en busca de un futuro mejor. Al despedirse me dijo: volveré a por ti. No llegaban noticias suyas. Pasó el tiempo… Era una tarde lluviosa y fresca, ya pasaban las cuatro. Yo estaba cosiendo unas cortinas para la sala. Entre puntada y puntada me distraía contemplando a través
7 bios, rojo natural, temblaban al hablar. Su profundo dolor, brotaba a granel. Bueno…, sí…, acerté a decir tartamudeando. Tengo un hijo que demuestra lo maravilloso de la vida…Al menos lo maravilloso que puede llegar a ser. El llanto que había estado ahí, latente a punto de brotar, reventó. No lo sabía, -exclamó llorando -. Estando lejos presentí algo. Te escribí, pero nunca obtuve respuesta a mis cartas. Pensé que dejaste de quererme. Cuando regresé me pareció llegar a un mundo totalmente distinto al que dejé. No estabas. Nadie de mi familia parecía saber donde te encontrabas. Algunos rumores de vecinos decían que te ha: ro ed P a para Carta de Eloís bías ido. Me encontré con aquel vacío y Ampudia 8 de Septiembre de 1931 aquella incertidumbre de no saber dónde te hallabas. En las primeras noches, antes de Amado Pedro: confirmarme que no estabas en el pueblo, soTe escribo esta carta en el umbral de mi partida. ñaba contigo. Imaginaba que llamabas a mi Es media noche y hace frío. Estoy en el comedor, en medio de un sipuerta, pero cuando la abría, me enconlencio de sepulcro; me auxilia una pequeña lámpara y amenizan mis pensatraba... con la nada. Así viví algunos meses. mientos el triste cantar de los grillos. Mientras mi temblorosa mano intenta esbozar esta despedida para ti. Tu fotografía fue el único asidero en esa sinCuando tú regreses y leas estas letras, yo sólo seré un recuerdo. razón. Todos, en mi familia fueron apartánNo vayas a culpar a nadie por no haberte avisado, nadie sabía de mi dose poco a poco de mi vida. Mi madre, huída. Así fue mi deseo. Lo hago por varias razones: cuando le preguntaba por ti, únicamente lloLa primera, porque echaría a perder tu vida llena de proyectos. De todos esos proyectos de los cuales me hablabas emocionado y con tanta ilusión. raba y salía corriendo... no me decía nada. La segunda es que prefiero que recuerdes los momentos felices… Hace dos semanas murió, pero en su lecho de La tercera porque quiero llevar en la retina el recuerdo de tu risa fresca muerte me confesó que cuando te marchaste, como el arroyo que baja por la calle del agua. De tu cariño franco y sincero. hubo rumores de que te ibas embarazada. ¡No vayas a llorar por mí! La vida me enseñó muchas cosas pero lo más imSiempre tuvo dudas de que el hijo fuera mío portante, lo aprendí de ti. ¿Recuerdas la “escapada” que nos dimos? Aquella en la que me encontré pero al final, su conciencia no pudo con ello. hundida en tus brazos, mientras me pedías emocionado que fuera tuya. En Después de hablar conmigo y contarme ese momento aprendí que estamos conectados con toda la humanidad, pero cómo eras la comidilla de cotillas y bocas más estrechamente con los seres con quienes nos une el amor. Aprendí que maliciosas, juntó sus manos hacía mí en señal aunque la distancia nos separe, nuestro amor seguirá viviendo. Pedro, eres el ser que más amo en este mundo y porque te amo me voy. de pedirme perdón, pero hasta ese momento No quiero truncar tu futuro. Nunca amaré a nadie y le doy gracias a Dios yo no sabía que es lo que habría de perdonar. por haberte conocido. Para cuando lo supe ya había muerto. Se fué Aquel día en el campo cuando te vi… fue amor a primera vista. Me enacon la culpa incrustada en el alma. Al recoger moré de ti, desde esa vez y para siempre. Sé que fui ampliamente correspondida. sus cosas, encontré una carta dirigida a mí. Me voy porque te quiero. Sé que tu corazón no entiende por qué, pero Las letras eran difíciles de entender, parecían la razón a veces es más fuerte que el corazón. Me duele esta decisión pero no haber sido escritas con gran dificultad. Sus puedo seguir aquí. Ni tu madre sabrá donde estoy, sólo le he pedido que te trazos temblorosos y el tamaño un poco irreentregue esta carta a tu regreso. No quiero que nadie ponga en duda nuestro amor. gular, me obligó a esforzarme en descifrar Al morir mis padres me he quedado sola, tengo que salir de aquí, de aquella especie de pergamino. este pueblo que te señala con el dedo. No puede ser que algo tan bonito como el ser madre, lo conviertan en algo sucio. Estoy embarazada. El niño nacerá dentro de cinco meses. Será feliz, me va la vida en ello. Esta despedida me está llenando de dolor, desgarra mis entrañas llevándose todos los sueños, toda mi ilusión. Sin ti, mi vida estará vacía pero se que tú serás feliz. Y yo por ti, también lo seré…Gracias amor mío por enseñarme que se puede ser feliz, aún cuando el dolor sea parte de la vida misma…Te quiero, te quiero y siempre te voy a querer sobre todo ahora que llevo una parte de ti, dentro de mi… ¡Nuestro hijo! Eloisa
CREACIÓN LITERARIA
del vidrio de la puerta, cómo la gente corría para todos los lados, buscando protegerse del agua. Recuerdo que estaba abstraída. Ya no terminé de coser porque en ese momento la puerta se abrió. Un mozo bien abrigado entró abruptamente y cerró de inmediato. Quedó parado ante mí, que intrigada, le contemplé. ¿Es verdad que tienes un hijo?, me preguntó. Era un mozo de extraordinaria belleza. Tendría unos veintiocho años de edad. Su cabello castaño mostraba el brillo de la humedad. Sus grandes ojos claros me miraban con un llanto a punto de estallar. Los la-
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Después de unos minutos en silencio y sin mediar palabra, después de escuchar todo lo que él me decía, quise contener mis lágrimas pero no pude más y mis ojos y mi corazón lloraron. Te esperé -dije con toda mi angustia y encogida de dolor-. Nunca me llegaron esas cartas que enviabas. Ni siquiera llegaban noticias tuyas. Cuando me marché, lo pensé mucho. Y tomé la decisión, no podía seguir en el pueblo, el embarazo se empezaba a notar. No hubiera soportado la comidilla de la gente. En España se había conseguido el sufragio universal, las mujeres podíamos votar pero todavía se señalaba a una madre soltera. El, extendió sus brazos y diciendo: te sigo amando, se acercó a mí con intención de abrazarme. Yo, avancé hacía él y cuando nuestros cuerpos se aproximaban, escuche una voz fuerte y agresiva: ¡Eloísa, despierta!, te has quedado dormida, cosiendo, así no acabarás nunca
esas cortinas. No te ganas el sueldo que te doy ni la comida de tu hijo. Desperté sobresaltada, el niño dormía en su cunita. Me dí cuenta de dónde estaba. Todo había sido un sueño. Dejé la costura en el suelo y decidida, salí corriendo calle abajo, en dirección al cementerio. Me situé enfrente de una tumba con una lápida sencilla. Seguía lloviendo y el agua empapaba mi pelo. Así de pie, jadeante y en silencio, leí y releí lo que en aquella lápida estaba escrito.
EN TU RECUERDO, PEDRO DE TU AMADA Y TU HIJO TE ESPERARAN ETERNAMENTE Luna
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ALBERTO MARTÍNEZ URUEÑA
abía perdido el ojo cuando tenía cuatro años. Era bastante feo, desde luego, con una rara enfermedad en la piel que le otorgaba un color rojizo, como un alemán en las playas españolas durante el mes de Julio. Por otro lado, sus padres habían tenido la deferencia de no preocuparse de su dentadura, ni cuando empezaron a salirle los dientes unos por detrás de otros, así que una muestra de alegría en su rostro le convertía el gesto en algo más parecido a una estatua de Chillida. No había tenido suerte, desde luego, pero tampoco le había afectado demasiado a su estado de ánimo: era una persona bastante alegre y procuraba sacar el lado positivo de las cosas. No en vano, sabía que lo que consiguiese, se lo debería a él mismo, y se arrojaba sin problemas a la realización de sus proyectos con toda la ilusión del mundo. Sin embargo, debido por un lado a su aspecto, y por otro, a una falta total de picaresca y torcida intención, siempre acababa perdiendo la carrera contra cualquier competidor a que se enfrentase. Vivía en una región en donde a cierta edad la gente siempre buscaba la seguridad grupal de sus semejantes. Según nacieses, así podías saber cuál era el país que te correspondía, y por lo tanto, los que tenían un aspecto saludable, con una buena forma física y una mentalidad exitosa se distribuían en uno, y las personas con determinadas deficiencias físicas o psíquicas, se marchaban al que les correspondiese. Nuestro protagonista tenía el problema de que no sabía muy bien si su sitio se encontraba con los tullidos, con los inocentes, con los deficientes… Desde luego, con los deficientes mentales no, porque tenía la suficiente frente como para darse cuenta de que guapo no era; pero tampoco con los intolerantes, pues dejaba que cada uno tuviese su propia opinión y forma de hacer las cosas, por mucho que le parecieran equivocadas. Claro, ante tal situación, la sensación de angustia de nuestro chico iba creciendo de manera exponencial, ya que la primera y más absoluta regla de aquella región (podemos llamarla región cultural, zona, o como queráis) consistía en la adscripción a uno de sus subconjuntos para que, tanto el interesado como el resto de los componentes, supiese a qué atenerse. Le dio un poco al cerebro, tratando de encontrar una salida suficientemente satisfactoria para todos, ya que otro de los principios fundamentales era la complacencia con los rigores impuestos por la gran mayoría, y una
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conditio sine qua non para empezar a considerar a nadie como miembro de pleno derecho de tales lugares. Al final optó, siguiendo un refrán que alguien le dijese en algún momento, que el mejor de los lugares en el que podría encontrarse era en la región de los ciegos. No en vano, él era tuerto, y sus principales defectos físicos que podrían obligarle a entrar en otra agrupación no serían percatados por el resto de sus conciudadanos. Sin darle más vueltas, convencido de la irrefutable secuencia lógica que encaminaba sus pasos, cruzó las puertas del que se convertiría en su nuevo hogar. Nada qué decir al principio: sus previsiones se cumplieron al completo, la gente le trató con total familiaridad y sin recelos aparentes: no en vano, era uno de los suyos. Nuestro protagonista no había conocido nunca tamaña sensación de pertenencia y seguridad, de apego y cariño por personas que le trataban con absoluta dedicación. Y claro, él tenía que aportar algo a cambio del tesoro que recibía. Para ello, un día de reunión les describió con todo detalle la belleza del lugar en que se encontraban, ya que a pesar de ser ciegos, les había correspondido un lugar con una naturaleza de vistosos colores, de cielos limpios y un océano que refulgía bajo la luz del sol con unas tonalidades verdeazuladas que competían con la mejor obra de arte. Pero el resultado de su regalo no pudo ser más nefasto. Tened en cuenta la situación: un tuerto en el país de los ciegos, siempre se ha dicho que sería el rey. Nada más lejos de la realidad. A los ciegos ni se les pasó por la cabeza que entre ellos pudiera haber uno que pudiera ver lo que aquel sujeto les estaba contando: no en vano, aquel era el país de los ciegos, y por definición, era imposible por tanto que pudiera hacerles tal descripción. Rápidamente llegaron a la conclusión más lógica de todas: estaba totalmente loco y trastornado, y para esto, esa cultura tenía una solución, que era aceptada por todos los países. Habían reservado un lugar para ellos, para los locos, y en ese lugar no se entraba de manera voluntaria, era el único (en el resto, por supuesto que sí, porque ¿quién no va a querer la seguridad y placidez del abrazo grupal, esa sensación de pertenencia que era lo que hacia las delicias todos ellos). De esta manera, por supuesto, nuestro protagonista acabó en la región de los locos. Nadie sabe muy bien qué fue de él, ya que a nadie se le ocurre dejar su agrupación una vez que entra, y de la región de los locos no sale nadie, por supuesto. Imaginaos qué caos se podría producir con casos como éste que os cuento.
CREACIÓN LITERARIA
El tuerto
CREACIÓN LITERARIA
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Vamos a echarle
cuento
EMILIO NIETO IZQUIERDO Ampudiano, enamorado de su pueblo ste es un juego especial para adultos. Para empezar: no consientas que te llamen "viejo" y menos "viejecito"; al que le regalan un "Bic", una "pegatina" y tres caramelos. Eso sí, los caramelos de menta para que respires bien. Un día cualquiera viendo un anuncio en la "tele"... El anuncio es, para los entendidos del Marketing, un buen anuncio. Está bien estructurado y psicológicamente crea necesidad, casi angustia, quizás expectativas... Público objetivo del mismo: Gente joven. Quédate con el mensaje. "Llantas de aleación, 16 válvulas, asiento anatómicos deportivos. Y el color... No lo mires, si lo miras estás perdido. Quiero decirte que este juego está contrastado, que "funciona". Este juego te va a prevenir de algunas enfermedades típicas (y tópicas) de nuestra edad: Demencias, estrés... Te servirá además para mantener una sana y privilegiada memoria. Y tú te vas a sentir especialmente feliz contigo mismo. Es un juego especialmente aconsejable para esas largas noches de insomnio en las que te resulta tan complicado conciliar el sueño... Pero yo te recomiendo que lo practiques cuando estés despierto. Cuando tú seas capaz de dominar la situación y puedas "crear" la historia que realmente quieras crear. Dos premisas para poder jugar. Una: Tienes la edad que tienes, y esto es importante que lo asumas. Cuantos más años tengas, tendrás también más derechos. Dos: debes asumir también que tu vida se compone de etapas, de ciclos y que es muy importante cerrar ciclos. Básicamente porque existe el futuro y por que es importante abrir otros nuevos.
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Pues, venga ya, pasemos al juego. El juego de adultos es el siguiente: ... Esa será la frase mágica. Cada vez que digas o ..; i Ya estás perdido!. Tenpienses drás la obligación de esforzarte y crear, imaginar, quizás soñar... una historia. No te importe crear, imaginar cualquier historia. Pero, eso sí, créala.
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érase una
érase una vez
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Alegria Erase una vez
... Un hombre recorría este Planeta azul llamado Tierra, a lomos de un caballo colorado. Sí, sí, colorado; en esta historia el caballo era colorado y además tenía dos alas blancas. Iba en busca de la ALEGRIA. Harto de buscar y no encontrarla, un día salió a lomos de su caballo colorado y picó espuelas. El caballo comenzó a trotar y siguió picando espuelas y el caballo comenzó a correr y siguió picando espuelas y ese caballo colorado se desbocó y comenzó a mover sus alas blancas y se fue elevando... Siguiendo una estrella llegó hasta el cielo y allí encontró la Alegría. La abrazó fuertemente y a lomos de su caballo regresó de nuevo al Planeta azul llamado Tierra. ¿Sabes cual fue realmente su auténtica alegría? Cuando tuvo que compartirla con el otro, con el ser humano. Quizás contigo.
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Libertad Erase una vez
... No lo pienses, no lo digas. ¡Ya estás perdido! Ahora estás obligado a imaginar, crear, pensar, quizás a soñar. Tendrás que esforzarte y crear una historia... En esta ocasión nuestro protagonista quería construir una ciudad verdadera; donde nadie engañara a nadie con mentirosos carteles. Una ciudad humana donde nadie exprimirá a nadie. Donde el trabajo no sea opresión sino expresión del hombre. Donde al hombre se le valorará por su condición de hombre y no por su "estatus" social. Y sobre todo quería hacer una ciudad en la que, sobre todo, imperara la Libertad. Y salió nuestro amigo en busca de la Libertad... Caminó por montes y bosques y allí solo encontró: vegetación, rocas, montañas... Y se fue a caminar por el desierto y en el desierto no había mas que arena. Caminó muchos días y muchas noches. Aprendió a mirar lejos, muy lejos. Sus ojos eran profundos como la Libertad que siempre estaba al fondo del desierto, tras el último montículo de arena. Después de cada caminata plantaba la tienda del futuro sobre la fugitiva arena del presente. Caminó muchos días con sus noches. En el desierto solo encontró arena. Decidió buscar la Libertad por otros caminos y nuestro amigo se hizo a la mar. Con su pequeño velero recorrió los siete mares y los mil ríos con la única compañía de las gaviotas. Navegó muchos días con sus noches y en el mar solo encontró agua. Se hizo su mirada larga como el horizonte y esa mirada estaba siempre colgada del infinito, Nuestro hombre pensaba que la LIBERTAD estaba justo detrás de la última raya, al fondo oo. Allí donde cielo y mar se juntan y confunden. ¿Todo cielo? ¿Todo mar? Allí todo era azul, todo era paz. Pero en el mar solo encontró agua. Caminó ,y navegó nuestro amigo hasta su muerte en busca de la Libertad sin realmente saber donde iba. Y no se dio cuenta que llevaba consigo a cuestas la Libertad, que el mismo era la Libertad.
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Arco Iris Erase una vez
... Recuerda que si lo dices o lo piensas estarás obligado a continuar . Estarás obligado a crear una historia. La que tú quieras, es cuestión de imaginación. Esta vez tendremos una protagonista; mi personal homenaje a todas ellas que en multitud de ocasiones se lo merecen. y en esta ocasión vamos a poner nombre a nuestra protagonista. Podríamos ser cualquiera de los menos jóvenes, es decir de los adultos. ¿Qué te parece Emérita? Me gusta el nombre ya que define bien la situación que nos ocupa: un juego de adultos. Emérita vive en un pueblecito de Castilla y León, quizás en Tierra de Campos... Tu decides el lugar donde ubicar la. Yo me la imagino en un pueblo que tiene un castillo, quizás en ocasiones habitado por
CREACIÓN LITERARIA
12 hadas. En este pueblo hay una esbelta y alta, muy alta, torre que adorna el cielo azul de Castilla. Emérita ha enviudado recientemente y en ocasiones tiene que resolver algunos papeleos de burocracia. . Es un día cualquiera del mes de Mayo de un año cualquiera y Emérita tiene que ir a la Capital de su provincia a resolver asuntos de la herencia de su difunto marido. Una vez solucionados estos papeleos, Emérita ha convertido en un hábito el ir a pasear por el parque de la Capital. Hace un día espléndido. Es media mañana y el sol brilla con toda su fuerza. Una tibia brisa de aire fresco acaricia su cara. Ella pasea sus recuerdos y piensa, con verdadera dificultad en ocasiones, en su futuro. Está disfrutando de esas flores: rosas azules y amarillas. Tulipanes rojos y campanillas blancas. Cabezas de dragón violeta... Todo impregnado de multitud de tonalidades verdes. "Verde que te quiero verde Verde viento. Verdes ramas... " Verde con olor y sabor a ¿esperanza? Y el azul... El mundo es azul. "Kilómetros de azul. Leguas de espacio. Azul, azul, azul con avaricia... Azul que desorienta, azul que envicia A ver deprisa y caminar despacio." Azul con olor y sabor a ¿¡Iusión? Emérita está "enfrascada" en estos pensamientos y oye una voz infantil: ¡Hola!. En principio duda si se lo dicen a ella. En caso de duda... Se vuelve y allí en el parque hay una hermosa niña: cabellos de oro, todo el cielo en sus ojos y sobre todo una amplia sonrisa. ¿Me dices a mí? Sí a ti te digo. ¿Pero tú quien eres? Yo soy tu infancia. Imposible yo maté a mi infancia hace mucho tiempo. Me acuerdo del día: Ese día que una niña mayor que yo me dijo que los Reyes Magos, y yo, tonta de mí me lo creí, eran los padres. Ya pero tú has sido una mujer generosa y altruista; En definitiva una buena mujer, y se te va a permitir, solo si tú quieres, que yo tu infancia convivo contigo hasta el final de tus días. Condición "sine qua non", el día que intentes asesinarme desapareceré para siempre. Quiero decirte algo: No te arrepentirás.
A Emérita que le gustaban los retos cogió a su infancia de la mano y se la llevó a su casa en ese pueblo que tiene un Castillo de hadas y la torre más bonita de la comarca. Cada mañana Emérita salía de paseo y disfrutaba con su infancia. Un día la infancia le dice: ¿Qué te gustaría tener? Pues así de repente... . Un capricho que hayas tenido y no se haya realizado. De niña siempre quise tener un pollito de gallina. Eso es muy fácil dijo la infancia. Iremos a la casa de Juana, la mujer del carpintero que tiene una gallina que la va a poner a sacar. Pondremos un huevo más que marcaremos para saber que es el tuyo. Pasados unos días Emérita fue a ver si había nacido su pollito. Al final aquel huevo marcado rompió y de allí salió un pollito con multitud de colores: amarillo, verde, rojo, violeta... La infancia dijo: parece el Arco Iris. Y ese fue su nombre hasta el final de sus días. Cuánto mimaron a Arco Iris. El primer invierno, Emérita le tenía en una pequeña caja con una luz encendida para que pudiera soportar los crudos fríos. Arco Iris pasó a formar parte de la pequeña familia. Cuando Emérita salía de casa por el pueblo Arco Iris siempre le acompañaba a ella y a la infancia. Todos los chavales del pueblo se pegaban por jugar y dar de comer a Arco Iris. Pasó a formar parte del pueblo. Arco Iris creció y se hizo una bonita y generosa gallina. Cada día ella ponía su huevo. Cuántas veces ese huevo de Arco Iris sirvió para "sobrevivir" Emérita y su infancia... y arco Iris también se hizo mayor, bueno aquí quizás puedas decir vieja. y un día... le llegó su hora y murió. Infancia también desapareció. Emérita, los últimos días de su vida reconocía que había sido dichosa con Arco Iris y con su infancia de la que aprendió a reír sin motivo. Reír por reír. Y sobre todo a luchar por lo que se quiere, llegando incluso a coger una auténtica rabieta para conseguirlo.
Erase una vez... Mañana cuando te despiertes que tu primer pensamiento sea ese: Erase una vez ... Y no estarás
perdido. Es más díselo a los que te rodean. Y cuéntales la historia mas bonita jamás contada; tu propia historia. Y en esa historia no seas tonto, se feliz.
13
delos
olmos
ALFREDO CIMIANO (TEXTO) Y CARLOS DEL OLMO (ILUSTRACIONES) —Son amigos y residentes en Ampudia—
QUELLA mañana de domingo los escasos
habitantes de Valdenelo no hablaban de otra cosa. Al parecer, la tarde anterior, se había presentado en la taberna —que también hacía las veces de tienda de ultramarinos— el señor Tarsicio Olmos, el único pastor en activo que aún quedaba en la localidad. Con respiración entrecortada había farfullado que, mientras apacentaba su rebaño en el monte comunal, se le había aparecido una joven que le había proporcionado determinadas instrucciones para impedir la extinción de los olmos del pueblo. El señor Toribio y su mujer —la señora Maruja—, que regentaban el negocio, relataban a los vecinos que iban a tomar el vermú, después de oír misa en la iglesia parroquial, dedicada a Santa Eulalia, lo siguiente: —Sí, sí... —dijo sonriente el señor Toribio con cara de gozarla—. Os lo juro. De pronto apareció por aquí el Tarsi con todo el cuerpo bañado en sudor, pidió un botellín de cerveza, que se bebió de un tirón, y empezó a resoplar y a tener un tembleque de aúpa, el muy jodido. Los ojos le echaban chiribitas. La verdad es que nos metió el resuello en el cuerpo... Cuando le preguntamos qué era lo que le pasaba empezó a contarnos cosas muy raras. Nos dijo que se había quedado dormido en el monte mientras pastaban las ovejas. En esto, je, je..., le despertaron los ladridos de los perros y... ¿a que no sabéis a quién se encontró? —Sigue, hombre, sigue... —le contestaron al unísono varios parroquianos que le escuchaban mientras sorbían el vermú y engullían algún pincho que la señora Maruja había preparado al efecto.
—Pues a una señorita muy guapetona toda vestida de blanco —comenzó a decir la señora Maruja—. Esta chica, o lo que fuera, le explicó que todos los olmos del pueblo se iban a morir y que había que evitarlo... Nos dijo, ¡válgame Dios!, que, antes de desaparecer, le había nombrado nada menos, ja, ja..., que ¡el guardián de los olmos de Valdenelo! También nos contó, con lágrimas en los ojos, que le había dado recuerdos de su difunta... ¡Ay, Dios mío! ¡El pobre Tarsi! ¿Os acordáis cuando enterramos a la Clara? Ya dije yo entonces que me daba muy mala espina, que tenía el presentimiento de que algo... —Bueno, Maruja, bueno... No empecemos otra vez con tus dichosos presentimientos, que me pongo malo de las cosas que te he tenido que oír... —la interrumpió el señor Toribio mientras, hurgándose en las nari-
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El guardián
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14 ces, servía un vermú a uno de los presentes y escupía al suelo el hueso de una aceituna. —Dirás tú que me equivoco mucho, hombre — prosiguió diciendo la señora Maruja, que, a su vez, ya iba por el segundo vermú—. A ver si me vas a dejar aquí, delante de todos, por mentirosa. Y eso... ¡Eso sí que no te lo aguanto! A ver, dime... ¿Me equivoqué con aquello de tu madre? Di, di... ¿Me equivoqué? ¿Y con lo del Lucas? ¿Y con lo de la Chelo? También me equivoqué... ¿Eh? ¿Estaba o no estaba preñada la muy...? Así que no te pases de listo conmigo, Tori, que sé muy bien lo que digo. Bueno, a lo que iba... Os digo yo que el Tarsi se ha vuelto majara. Claro... El golpe ha tenido que ser muy duro... Nos contó también, ja, ja..., que esa mujer le había dicho que fue su tatarabuelo quien había plantado la olma de la plaza. ¡Ay, Dios...! ¡El pobre Tarsi! Ya me olía yo que no iba a poder con ello; se le ha ido la olla...
omo el rumor de este acontecimiento llegase a oídos de don Julián —el párroco—, éste se acercó, cuando caía la noche, hasta el establo donde el señor Tarsicio se encontraba ordeñando a sus ovejas, picado por la curiosidad y con el ánimo decidido de cerciorarse por sí mismo de la veracidad o la falsedad de los hechos, ya que sabía lo muy enredadores que eran los taberneros. —Buenas, Tarsi, vengo a ver cómo estás. Desde que enterramos a tu mujer no te he vuelto a ver pisar por la iglesia. Y de eso hace ya tres meses... —Ya sabe usted, don Julián, que esto de dedicarse a las ovejas es muy esclavo. A mí me gustaría, ¡de verdad!, porque creo que hay un Dios... Pero hasta el año que viene, cuando me jubile, no podré ir ni los domingos ni las fiestas de guardar. A la hora de la misa tengo que atender a las ovejas. Y ya no tengo la ayuda de la Clara, cagüen tal... Pero estoy seguro de que Él lo sabe y me lo perdonará. —Por cierto, ya que hablas de Dios, Tarsi... He oído que ayer fuiste diciendo por ahí que se te había aparecido, en el monte, nada menos que la santísima Virgen María —dijo el párroco santiguándose. —¡Anda la órdiga! Pero... ¿quién le ha contado eso, don Julián? —le contestó el señor Tarsicio con cara de sorpresa—. ¿A que han sido los de la taberna? ¡Cagüen tal! ¡Qué mala es esa gente! Pero si yo en ningún momento he dicho que fuera la Virgen... Se lo juro. Lo único que dije es que apareció por allí de pronto una muchacha muy maja que tenía el pelo y los ojos negros. Sí, unos ojos muy negros y grandes; de llamar la atención, oiga. Iba toda de blanco... Me dijo que se lla-
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maba Guiomar. Me contó que había sido en vida el amor secreto de un poeta de cuyo nombre ahora no me acuerdo, cagüen tal... —¿Cómo que en vida? —preguntó, extrañado, el párroco. —Sí, sí, en vida... Lo que usted oye, don Julián. Me explicó que era un espíritu que se había metido en el cuerpo de cuando era jovencita, para hablar conmigo, para que yo la pudiese ver. También ella hacía poesías... Me dijo que no lograría encontrar la paz en el Más Allá si antes no hacía algo bueno en este mundo de acá. Como yo estaba bastante asustado, ¡usted comprenderá!, no se me ocurrió preguntarle el porqué, cagüen tal... Y que por eso me había escogido a mí, porque sabía, por la Clara, que en gloria esté y que el Señor la guarde en su seno, que yo he sido siempre un tío muy amante de la naturaleza... Es verdad, sí señor, siempre lo he sido... Y, también, por mi apellido. Ya sabe usted, don Julián, que me apellido Olmos. —Bueno, Tarsi, eso no quiere decir nada —replicó el párroco. —¿Cómo que no...? Vaya que si quiere decir. Está más claro que el agua... Me aseguró que en el escudo de mis antepasados había un olmo que tenía colgado en una de sus ramas un yelmo azul. También me dijo que este yelmo tenía que ser yo, porque está al caer una guerra... —Azul... Una guerra... ¿Otra guerra civil? —preguntó el párroco con los ojos abiertos como platos. —¡Qué guerra civil ni qué carajo, don Julián! La guerra que se va a preparar es contra una plaga muy dañina que va a atacar a los olmos. ¡Como no los de-
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fendamos no va a quedar ni uno! No recuerdo cómo la llamó, cagüen tal... Pero de lo que sí que me acuerdo perfectamente, porque me lo hizo repetir cuatro veces, es lo que tenía que decirles a los olmos de la olmeda y a la olma de la Plaza todas las noches que sean de luna llena. Todas, ¿eh?; aunque esté cubierto y la luna no se vea... Es un encantamiento del Más Allá para que no mueran... Dice así: «Olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida». Lo escribió ese poeta que estaba enamorado como un tontaina de ella. Pues resulta que ella también le quería, pero como estaba casada... Oiga, ¿por qué pone usted esa cara?¿Tampoco me cree usted, don Julián? —Ni te creo ni te dejo de creer —contestó el párroco secamente, mientras fruncía el entrecejo y movía con solemnidad el dedo índice de su mano derecha— . Lo que sí quiero dejarte bien claro, Tarsi, es que con las cosas del Más Allá no se debe jugar... Por cierto, he oído algunos comentarios de que, desde que enviudaste, bebes más de la cuenta. Te comprendo, para qué decirte lo contrario... Pero en cuanto te jubiles deberías irte a vivir a la capital con tu hijo. Créeme, Tarsi, la soledad no es buena consejera. No señor. Entre ella y el alcohol te están haciendo ver y oír cosas que no existen en la realidad... Y todo esto, por favor, no lo hables con nadie más, excepto con el señor médico. Ya sabes que viene al pueblo dos veces a la semana... ¿Por qué no te acercas un día de estos al consultorio y le cuentas lo de esa visión que has tenido? —Y, mientras tanto, cagüen tal, ¿quién va a cuidar de mis ovejas? —le replicó el señor Tarsicio malhumorado—. ¿Las cuidará usted, don Julián? —Hombre... —respondió el párroco encogiéndose de hombros. —Ya... ¿Y por qué me dice usted que vaya al médico? —dijo el señor Tarsicio con cara de mosqueo—. Ya comprendo, ya... Si lo que usted está dejando caer es que estoy mal de la cabeza, con toda sinceridad le digo, don Julián, que se vaya a tomar vientos, cagüen tal. Estaría bueno, hombre... —No te pongas así, Tarsi... —¡Me pongo como me sale de los mismísimos! — añadió el señor Tarsicio con acento exaltado y haciendo aspavientos—. Estoy hasta la coronilla de monsergas. Ya sabré yo, ahora que soy el guardián de los olmos, lo que tengo que hacer... Voy a luchar, como dijo Guiomar, a brazo partido contra esa jodida plaga. ¡Sepa que yo estoy más cuerdo que usted y todos los del pueblo juntos! No te jode, cagüen tal... Y digo yo que, por hoy, ya me he cansado de escuchar su sermón. Así es que voy a seguir, que aún me quedan unas cuantas por ordeñar... Por aquí no venga más. Váyase a freír monas. Adiós, don Julián. Y ahora vaya a cascárselo a los de la taberna. Esos cabronazos...
ras esta agria conversación con el párroco, el señor Tarsicio Olmos, que hasta ese momento había sido una persona muy sociable y dicharachera, se volvió en extremo huraño, dejó de acudir a la taberna y rehuyó todo contacto con sus paisanos. Sólo se le veía salir de casa con su rebaño por la mañana muy temprano y regresar a ella ya anochecido; si por casualidad se encontraba con alguien en el camino, se ponía a silbar y a mirar para otro lado. Algunos convecinos observaron que en las noches de luna llena abandonaba su domicilio a altas horas de la madrugada y se dedicaba a soltar varias veces la frase consabida tanto a los olmos de la olmeda del paseo, que discurría paralelo al arroyuelo del Berral, como al majestuoso olmo centenario —de más veinte metros de altura— que enseñoreaba el centro de la Plaza Mayor, frente al Ayuntamiento y al lado de la fuente. Al año siguiente, el señor Tarsicio Olmos se jubiló, vendió su rebaño de ovejas, junto con la mula y los perros, y se negó de manera rotunda a ir a vivir con su hijo a la capital —a pesar de los ruegos de éste—, aduciendo que allí, en el pueblo, tenía una misión muy importante que cumplir. Fue precisamente por entonces cuando comenzó a difundirse en los medios de comunicación que una enfermedad, llamada «grafiosis», estaba afectando a los olmos del país. Un año después algunos de los olmos de la zona comenzaron a perder las hojas y terminaron secándose. Cuatro años más tarde todos los olmos de la comarca y de la región o ya habían muerto o estaban afectados de gravedad por un hongo que los científicos bautizaron con el nombre de Ophiostoma ulmi. Los
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16 especialistas afirmaron que dicho hongo —que atacaba los vasos que transportaban la savia de los árboles produciendo su colapso— era transmitido de los ejemplares enfermos a los sanos por un pequeño coleóptero, de tan sólo unos cinco milímetros de longitud, conocido como «barrenillo del olmo». Aunque recibieron intensos tratamientos con insecticidas y fungicidas, por desgracia no se pudo hacer nada por ellos. Pero he aquí que los olmos de Valdenelo se mostraron invulnerables y todas las primaveras primero florecían y después echaban sus hojas de textura áspera, asimétricas, dentadas y puntiagudas, de color verde oscuro el haz y de un verde algo más claro el envés. Como la noticia de este hecho se corrió como la pólvora, comenzaron a visitar el lugar muchos curiosos, provistos de cámaras fotográficas y de vídeo, así como periodistas, botánicos y estudiantes de ingeniería forestal. También acudían pintores que se dedicaban a plasmar en los lienzos el longevo olmo de la plaza y la única olmeda íntegra que, según se decía, aún quedaba en España. Fueron aquellos unos años de gloria para el pueblo de Valdenelo —que apareció varias veces en la televisión y en los periódicos— y de pingües beneficios para sus pocos habitantes, sobre todo para el señor Toribio
y la señora Maruja, que habilitaron una especie de restaurante y varias habitaciones para pernoctar. Hasta las señoras Tomasa y Emerenciana alquilaban camas en sus domicilios y daban desayunos y comidas a aquellos visitantes que montaban sus tiendas de campaña en la ancha explanada de las eras. Las pocas fondas existentes en los pueblos aledaños también tenían colocado el cartel de «completo». El señor Anacleto —a la sazón alcalde de Valdenelo— animado por su mujer, la señora Prócula, por su suegra y por varios de sus vecinos, mantuvo prolongadas entrevistas con los demás alcaldes de la comarca, con el Delegado Territorial de la Junta y con el presidente de la Diputación Provincial para exponer el ambicioso proyecto que habían concebido de restaurar —con la financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional— el monasterio en ruinas que se encontraba ubicado en lo alto del cerro y convertirlo, de este modo, en un hotel de lujo. Su idea fue muy bien acogida porque las autoridades políticas se encontraban preocupadas por el lento pero inexorable despoblamiento de la zona, pues sus jóvenes se veían obligados a emigrar al no encontrar allí suficientes puestos de trabajo. Así, aprovechando el tirón de la fama que estaba
17 adquiriendo Valdenelo, se podrían crear unos cuantos. Asimismo, se proyectó construir un camping, una piscina y hasta una discoteca, para atraer a aquellos veraneantes que, huyendo del ajetreo de las urbes, quisieran pasear durante los calurosos días del estío por la umbrosa avenida de olmos. Y, por supuesto, un Centro de Interpretación de la Naturaleza con el olmo como principal tema monográfico. Mientras tanto, el señor Tarsicio Olmos seguía enclaustrado en su vivienda. Sólo consentía en abrir la puerta los domingos por la tarde, cuando llegaban de visita su hijo, su nuera y sus dos nietos, que también le traían los víveres para el resto de la semana. No pasaba día que no fuera el centro de las tertulias que se organizaban en la taberna: que cada vez estaba más dejado, que tenía los ojos muy hundidos, que parecía un espárrago de lo flaco y pálido que se había quedado, que debía tener la cabeza como una jaula de grillos porque se le oía desde la calle dar gritos y dirigir arengas, sabe Dios a quién, alentando a la batalla. Únicamente era posible avistarle durante las noches de luna llena, cuando iba a vocear a los olmos aquel famoso conjuro que le había enseñado la tal Guiomar.
n aciago día de verano, cuando Valdenelo se encontraba a rebosar de gente venida de todos los lugares del país, y hasta del extranjero, el señor Tarsicio Olmos y su hijo Alfonso mantuvieron una áspera discusión: —Padre, de hoy no pasa... Si no te lo digo exploto... Tengo que decirte que hace ya tiempo que te has convertido en el hazmerreír del pueblo y de los veraneantes... A ver... ¿A qué tienes que salir tú a las tantas a decir chorradas a los olmos, hombre? ¿Pero no sabes que te espían y después se descojonan de ti? ¿No te das cuenta de que te has convertido en la comidilla? Mecagüen la leche... ¡Tienes que dejar de vivir solo, padre! Podrías venirte a vivir conmigo a la capital o, si te parece mejor, ingresar en alguna residencia para personas mayores, para que te cuiden. Mira qué pinta tienes... Quién te ha visto y quién te ve... Además, quiero que sepas que mis hijos y mi mujer se niegan a venir conmigo porque todo el mundo les habla de tus tonterías. La verdad es que a mí también me da vergüenza encontrarme con la gente... Siempre las mismas preguntas y las mismas sonrisitas... ¡Parece mentira, con lo cabal que siempre has sido! Pero desde que murió madre para mí que perdiste un tornillo... —Ya me había dado cuenta de que no querían verme porque venían de higos a brevas. Dicen que
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estoy turulato pero de tonto no tengo ni un pelo. Pero Alfonsito, hijo... ¿Tú también crees que me he vuelto tarumba? Ya te he explicado otras veces que si lo hago no sólo es por los olmos del pueblo sino también por mi tatarabuelo, por nuestro apellido, del que debemos estar orgullosos, y por Guiomar, la pobre, para que encuentre su descanso eterno... ¿A ti te gustaría, cagüen tal, después de morirte andar por ahí como un alma en pena? ¿Eh? —Mecagüen... ¡El único que anda como un alma en pena eres tú, padre! Y nos lo estás haciendo pasar pero que muy mal a los de tu familia. ¡Eres la persona más egoísta que he conocido...! —¿Egoísta, dices? ¿Eh? Cagüen tal... Pues mira toda la cantidad de gente que viene a visitar a los olmos. Nunca, ni cuando yo era chaval, se ha visto tanta... Y lo importante que es ahora este pueblo. Los que sí que se están forrando son esos dos de la taberna. Los muy cabronazos... Pero yo no he sacado ningún beneficio. Ninguno. Bueno, sí, uno... Tengo la conciencia tranquila, ¡que no siempre la tuve! Esta labor que me encargó Guiomar es lo único que, a mis años, me da ilusión, Alfonsito. Créeme... Ahí tienes a los olmos de Valdenelo, lustrosos como nunca. No me negarás que están hechos un primor... —Déjate ya de decir barbaridades, padre. Estoy hasta las narices de tus extravagancias. ¡Pero qué Guiomar ni qué leches! Si los olmos de Valdenelo siguen vivos no es por ti. ¡Métetelo de una vez en esa cabezota tan llena de pájaros que tienes! Todo el mundo lo sabe... Lo han repetido mil veces los científicos. Los olmos son resistentes a esa enfermedad porque tienen una mutación. Lo ha dicho hasta la televisión. No me dirás que no lo has visto... —¿Cuál dices? ¿Pero qué dices que tienen, hombre?
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—¡Una mutación, joder! Que resulta que no eran como los demás de por la zona. Que por fuera lo parecían, pero por dentro... —Pero si eran igualitos a los de Valdemucos...; y a los de Torquemazos...; y a los de Rimoso... ¿O no? Pero, a ver, ¿quién fue el que dijo que iba a venir esa plaga y los iba a machacar? ¿Quién...? ¿Eh? A ver, hombre... Si es mentira lo de Guiomar, cagüen tal, ¿por qué ha pasado todo lo que dije que iba a pasar? —Que no atiendes a lo que te digo, padre... Que contigo me es imposible hablar... —Vale, habla. A ver... ¡di! —¡Y tú escúchame de una puñetera vez!... A los olmos de este pueblo los han hecho estudios en los laboratorios más importantes de España y de Europa. Y resulta que tienen una mutación genética... Sí señor. La tienen. Vaya si la tienen... Lo dicen los que saben. —Una mutación... Una mutación genérica... —Genética, padre, ge-né-ti-ca. —¡Ah! Yo de eso que dices no tengo ni pajolera idea. Ni falta que me hace, cagüen tal... Perdona que te diga, Alfonsito, pero lo que ven estos ojitos no lo ven en esos laboratorios que tú dices. Y lo que ven es que nuestros olmos, a los que conozco desde crío, son los únicos que se han salvado de la quema. Vaya, vaya... ¿Por qué será? ¿Eh?
—Pero padre, ¿no te acuerdas de la peste que mató a los conejos? ¿No recuerdas que algunos, sólo unos pocos, no se murieron? Pues eso mismo es lo que les ha pasado a los olmos de este pueblo. ¡Que tienen una resistencia genética a la enfermedad, padre! Y no eres ni tú, ni ese fantasma a quien dices que viste, ni tus estúpidos conjuros quienes los libran de morir. ¡Que son sus genes, padre! Pero tú, dale que te dale con esa loca obsesión... —Que no es una obsesión, Alfonsito... O puede que lo sea. Bueno... Y si lo es, ¿qué pasa? ¿Eh? Qué pasa, hombre... ¿Pero es que no tengo yo derecho a tener lo que me salga de los mismísimos? Por favor, hijo, no nos enfademos, cagüen tal. Me gustaría que comprendieras mi situación... Las risitas... Las burlas... ¡Me repatean el hígado! A veces he pensado en dejarlo... Pero, después, me he arrepentido. Sí. Porque es una promesa que le hice a una persona que está muerta y que merece un respeto. Si eso no se entiende... —Ya veo que a ti no te baja de la burra ni Dios. Estás como un cencerro. Al final habrá que meterte en un manicomio... ¿Pues sabes qué te digo, padre? Que estoy harto de toda esta comedia. ¡Que ya no puedo más! ¡Hoy es el último día que pongo los pies en este puto pueblo! Ya sabes dónde vivo. Si quieres venirte a vivir con nosotros serás bienvenido; si no... ¡hasta siem-
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pre! Por cierto, esta noche hay luna llena. Te toca hacer el gilipollas... Y dicho esto, Alfonso Olmos se largó de la casa de su padre dando un sonoro portazo. Mascullando maldiciones y juramentos, se montó en su automóvil y salió del pueblo como una exhalación, a tanta velocidad que casi atropella a los hijos de unos campistas que por allí correteaban.
quella noche la luz plenilunar inundó Valdenelo, mientras el sudoeste ululaba entre los olmos y se oía el graznido y el batir de alas de las lechuzas y las risotadas de los cárabos en busca de sus presas. Quienes se dedicaban a espiar al anciano en sus puntuales salidas nocturnas se quedaron muy sorprendidos de que no se dejase ver. Este hecho, por su carácter inusual, fue el meollo de un intenso cotilleo tabernario durante los días que siguieron. Las conjeturas fueron innúmeras. Hasta que un día se comenzó a percibir un pestilente olor que provenía del domicilio del señor Tarsicio. Los vecinos, alarmados, avisaron por teléfono al cuartelillo de la Guardia Civil. Los dos guardias que acudieron, tras aporrear con energía la puerta y no obtener ninguna respuesta, decidieron penetrar
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en la casa saltando la tapia del patio y rompiendo el cristal de una ventana. Dentro, se encontraron, tendido medio desnudo sobre su cama, en posición fetal, el cadáver del anciano. Sobre su mesita de noche había dejado un papel donde estaba escrito con letras temblorosas: «Todo lo que dije es verdad. Aquí ya no pinto nada. Me voy con la Clara y con Guiomar». El forense que efectuó la preceptiva autopsia dictaminó que aunque la causa inmediata de su defunción había sido un fallo cardíaco, por determinados hallazgos realizados durante el examen necrópsico, calculaba que en el momento del óbito el sujeto debía llevar más de una semana sin probar bocado y —lo que era substancial, dada su provecta edad y el bochornoso tiempo reinante— sin haber ingerido ni una sola gota de líquido. En resumen, que el señor Tarsicio Olmos había fallecido víctima de una deshidratación. A la salida del cementerio, tras haber dado a los restos mortales del anciano cristiana sepultura, se formaron varios corrillos donde, debido a la consternación, se hablaba en voz baja. Tan sólo pudo escucharse la voz de pito de la señora Maruja, a la que siempre le gustaba hacerse notar: —Ya lo había dicho yo... Todo el mundo sabe que barrunté en el entierro de la Clara que este hombre iba a terminar pero que muy mal. Y mis presentimientos
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20 nunca fallan. ¡Nunca!... ¡Ay, el pobre Tarsi! ¡Qué desgracia! Qué pena... ¡Que Jesús y la Virgen nos libren de que perdamos la chaveta! Porque lo mismo que le ha pasado a él le puede pasar a cualquiera; nadie estamos libres...
l día siguiente, cuando los habitantes de Valdenelo aún se estaban lamentando del infausto destino del señor Tarsicio Olmos, se produjo un fenómeno muy extraño: las hojas de todos los olmos del pueblo comenzaron poco a poco a perder el verdor, a amarillear y a plegarse. Un mes más tarde sólo quedaban sus trágicas ramas desnudas y puntiagudas señalando al cielo. En la taberna, el señor Toribio, con cara de circunstancias, comentaba mientras servía un clarete: —Hemos estado riéndonos de un santo. Sí, de un santo... Esa es la pura verdad. ¡Ay! Qué cruel es esta vida... Pero qué razón tenía el Tarsi. Cuánto le debía el pueblo... Y nosotros, ¡pobres zotes!, que le teníamos por loco... —Si me estás oyendo desde allá arriba, ¡perdónanos! —terció la señora Maruja mientras dejaba caer unos espectaculares lagrimones de los ojos que tenía en ese momento en blanco al mirar de modo forzado hacia el techo — Sí...; ¡perdónanos, Tarsi, por favor! Te lo suplicamos... —¡Déjame seguir, coño! —la interrumpió su marido—. Con lamentarnos y con llorar no arreglamos nada... Así es que voy a proponer que le desagraviemos por todas las burlas que ha recibido de manera inmerecida. Porque nos hemos mofado todos los del pueblo, ¿eh? Eso que quede muy claro... Mi mujer y yo como los demás; ni más ni menos... Como teniente de alcalde de este Ayuntamiento y,
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por supuesto, con el beneplácito del Anacleto, tengo la intención de plantear en el próximo pleno que le demos su nombre a la calle que da a las eras, que ahora no tiene ninguno. Bueno, calle Afueras... Una ordinariez. Se le cambia el nombre y sanseacabó. —Pues yo —añadió la señora Maruja, toda sofocada, sonándose ruidosamente los mocos y enjugándose los lagrimones con tres clínex a la vez— tengo pensado hacer una colecta entre los vecinos para que don Julián diga una misa por él todos los meses. Aunque estoy segura de que no las necesita, porque, como dice el Tori, ese hombre era un santo... Seguro que habrá ido directamente al cielo... ¡Seguro que el Tarsi es de los que no necesitan pasar por el purgatorio! —Lo malo de todo este asunto es que Valdenelo... —comentó un parroquiano. —¡Es que Valdenelo se va a ir a la mierda! —le interrumpió la señora Maruja, dejándole con la palabra en la boca—. Sí señor... Lo que habéis oído todos: ¡ala-mi-er-da! Para mí está muy claro... Ya lo barrunté cuando enterramos al Tarsi. Cuando le estaban echando la tierra encima, primero me dio un escalofrío tremendo por todo el cuerpo, de la cabeza a los pies... Luego, se me calentaron las orejas hasta arderme y escuché una especie de susurro que decía: «A la mierda Valdenelo... A la mierda Valdenelo».
n efecto, tenía mucha razón la señora Maruja porque aquí no terminaron las desgracias en el pequeño pueblo de Valdenelo. El día del pleno municipal en el que iba a aprobarse, por unanimidad, la concesión del nombre de una calle al señor Tarsicio Olmos, toda la zona fue abatida por un intenso vendabal. La hercúlea fuerza del viento desgajó una de las gruesas ramas secas de la olma de la plaza, con tan mala suerte que fue a caer sobre la cabeza del alcalde, el señor Anacleto, quien en ese preciso momento se disponía a abrir el portón del Ayuntamiento, causándole una muerte instantánea. El pleno, por supuesto, fue suspendido en señal de luto. Para que no se volviese a repetir algo semejante, las autoridades ordenaron la tala in-
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mediata tanto de la gran olma como de toda aquella triste olmeda muerta. Tras estos luctuosos sucesos, se corrió el rumor de que el pueblo de Valdenelo se encontraba embrujado y ya nadie se atrevió a asomar por allí. Incluso los viajeros que debían pasar por la carretera que lo atravesaba procuraban tomar rutas alternativas. Un profundo sentimiento de temor y de culpabilidad se apoderó de los vecinos. El señor Toribio y la señora Maruja, afectados ambos de una severa depresión, cerraron el negocio y, siguiendo el consejo del psiquiatra que los atendió, se fueron a vivir a Badalona, donde residía una hija. Una caliginosa mañana, el exiguo vecindario que aún permanecía en el pueblo, porque no tenía otro lugar donde ir, se percató, con gran asombro, de que
sobre la parte superior del tocón del viejo olmo de la plaza se encontraba grabado, a fuego, el letrero siguiente: Olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. «A un olmo seco» (Antonio Machado, 1912) Y un poco más abajo podía leerse: En eterno agradecimiento al señor Tarsicio Olmos, que fue el fiel guardián de los olmos de Valdenelo. Pilar de Valderrama Alday («Guiomar»)
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P O E S Í A
En la Bodega Una tarde en Ampudia en la bodega compartiendo nostalgias y alegría; sabe dulce la tarde en compañía aunque amargo sea el vino que la riega. Alguien habla de amor, de cómo ciega de embriaguez la pasión de cada día; otro prefiere hablar con ironía de la ocasión que espera y que no llega. Y así, pausadamente, vaso a vaso, el calor va subiendo a la cabeza y la noche se asoma en la lucera. Hay que bajar a casa. Tiembla el paso, vuelve a aflorar de nuevo la tristeza y se traba la lengua traicionera. EPIFANIO ROMO VELASCO (Del libro de poemas inédito “Sueños de Ampudia”)
23 HISTORIA LOCAL
El duque de
Lerma y la Villa de AMPUDIA
JOSÉ IGNACIO IZQUIERDO MISIEGO
Este artículo es el texto ampliado y anotado de la ponencia que, con el título Ampudia, Villa y Corte a principios del siglo XVII, se presentó el 6 de octubre de 2006 en Ampudia, dentro del Curso El Duque de Lerma y su tiempo, cultura y sociedad en la España del siglo XVII, organizado por la Universidad Casado del Alisal con el patrocinio de la Diputación Provincial de Palencia. Algunos de los datos que se aportan son sobradamente conocidos (v. Bibliografía citada), pero hay abundante información inédita que se publica ahora por vez primera.
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HISTORIA LOCAL
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Armas de Sandoval, Rojas, Quiñones y de la Cerda (escudo compuesto del Duque de Lerma y su mujer Catalina de la Cerda). Obra de Francisco Molledo, 1607. Colegiata de Ampudia
esde enero de 1601 hasta febrero de 1606 la Corte de España y todos los Consejos de gobierno del Reino estuvieron en Valladolid. La ciudad del Pisuerga fue así, durante esos cinco años, capital del Imperio más grande que había conocido la Historia. Las razones de la mudanza que se hiciera desde Madrid han sido harto debatidas y no es este el lugar para analizarlas en profundidad; los historiadores especializados han aportado argumentos múltiples para intentar justificar motivos que van desde extrañas intrigas palaciegas a oscuros intereses personales, pasando por graves razones de estado u opciones políticas de diverso signo. Lo único que parece indiscutible es que detrás de esta decisión estuvo la mano poderosa de Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, quien por estos años dirigía de hecho los destinos del Reino de las Españas, con una habilidad y poder que nunca nadie antes había ostentado y muy pocos fueron capaces de emular después. Y de esta circunstancia derivaron toda una serie de acontecimientos fundamentales en la historia de Ampudia. La relación del duque con Ampudia se había iniciado pocos años antes, cuando en 1599 se ratificó una sentencia previa de 1597 (confirmada definitivamente por ejecutoria en 16072) que le suponía entrar en posesión del señorío de Ampudia y Villacidaler3, lugares vinculados al condado de Salvatierra como herencia de mayorazgo en los descendientes de Don Pedro García de Herrera, Mariscal de Castilla, por merced que le hiciera en 1419 el Rey Juan II. Estas y otras posesiones estaban en pleito de sucesión desde 1553, ante la presunta ilegitimidad de los hijos del último señor, Don Atanasio de Ayala y Rojas, quien había recuperado en 1525, por gracia de Carlos V, el título y feudos que le fueron confiscados a su padre, Pedro de Ayala, tras su apoyo a la rebelión de las Comunidades de Castilla. Lerma supo aligerar este largo pleito (que había iniciado su abuelo Don Luis de Sandoval Rojas y Enríquez) a base de presionar a los jueces y quitándose de en medio, mediante compensaciones económicas, a sus más directos competidores (singularmente los condes de la Gomera4) . La beligerancia que el duque mostró en estos pleitos de tenuta y jactancia, como hizo en otros similares a lo largo de los primeros años de su valimiento, probablemente respondía a las mismas personales motivaciones que guiaron muchas de sus otras acciones: sus biógrafos parecen estar de acuerdo en que Don Francisco Gómez persiguió a lo largo de su vida una prioritaria meta, recuperar el prestigio, riqueza y patrimonio de su linaje, que se remontaban a los condes de Castro y que se perdieron cuando un ancestro suyo, Diego Gómez de Sandoval, cometió el error de apoyar al bando perdedor en la conjura nobiliaria contra el Rey Enrique IV, por lo que fue desposeído de todos sus feudos, bienes y títulos (1468).
D 2. El 11 de febrero de 1607 el duque de Medina Sidonia felicitaba al duque de Lerma en carta personal por esta sentencia definitiva, y éste le contestaba días después dándole las gracias efusivamente y poniendo a su servicio sus propiedades: ...pues esto y lo que más hubiere en mi casa ha de ser para servir mejor a V.E. y á la suya, como lo piden las obligaciones que hay para ello, y beso à V.E. las manos por la norabuena que me da y merced que en esta ocasión me hace, que es muy conforme à la que en todas recibo de V.E. y à mi reconocimiento y deseo de servirle... (en FERNÁNDEZ NAVARRETE et al.: CODOIN, Colección de documentos inéditos para la historia de España, Tomo 81, p. 321, Madrid 1842-1896). 3. Villacidaler se trocó con el Almirante de Castilla por Valoria (del Alcor) y un dinero que se invirtió en la compra de unas aceñas cerca de Aguilarejo. 4. Mientras duró este largo pleito el señorío de Ampudia fue cambiando de titular al compás de las sucesivas sentencias que se fueron dictando: entre 1587 y 1590 el señor de la villa era Juan Fernández (o Rodríguez) de Espinosa, miembro del Consejo de Hacienda del Rey (quizá de forma provisional mientras se decidía el legítimo heredero del señorío) tal como figura en las escrituras públicas de estos años; pero alterna algunos años con Pedro de Ayala y Rojas, heredero de Don Atanasio de Ayala, que consta como tal señor en escrituras de los años 1589 a 1594; a partir de 1595 (y en algunas escrituras de 1593 y 1594) consta como tal un hermano del anterior (probablemente el mayor de edad), el doctor Miguel de Ayala, que era doctor en Teología, y llegó a ser Maestro y Catedrático en Artes en la Universidad de Alcalá, Capellán Mayor de los Reyes Católicos y propuesto para obispo, si bien fue finalmente rechazado precisamente por las dudas existentes sobre la legitimidad del matrimonio de sus padres; a partir de mediados de 1598 consta ya en los documentos notariales como señor de Ampudia Don Francisco de Rojas y Sandoval, marqués de Denia y conde (todavía, no duque) de Lerma (AHPP, Protocolos de Pedro Alexandre, Caja 6.031, 1585-1598 y caja 6.032, 1591-1601, varias escrituras de dichos años, id. Protocolos de Bartolomé de la Vega, Cajas 10.730 y 10.731, años 1592 a 1625 de forma discontinua). Abreviaturas usadas en las citas documentales: v. al final relación de fuentes consultadas.
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Figura 1.- Las posesiones del duque de Lerma en Castilla y León
En 1601 los dominios de Lerma en Castilla y León (ver Fig. 1) abarcaban la amplia jurisdicción del recién estrenado ducado de Lerma (condado hasta 1600) en la actual provincia de Burgos, el Marquesado de Cea (creado como tal en 1599 para su hijo mayor Cristóbal, transformado más adelante en ducado) en León y Oeste de Palencia, varios lugares en la ribera del Esgueva en torno a Gumiel de Mercado y parte de la villa de Villamizar más los lugares de Ardites y los Quiñones en Vallecillo (herencia de su hermano Juan de Sandoval, marqués de Villamizar), siendo éste su mayorazgo antiguo5 junto con el marquesado de Denia en Valencia; a ello se añadió como incremento de Mayorazgo, como hemos dicho, Ampudia y su tierra (Valoria, Rayaces), para las que obtuvo el título de Condado en 1599 confirmado en 1602 (para su nieto Francisco6), y que quedaban separadas de esos dos núcleos territoriales fundamentales de sus estados. Este patrimonio se incrementaría en los años inmediatos con otras adquisiciones (1601 –1602: compra Ventosilla, Villasán, Villacerán, y en Madrid Valdemoro; 1606: Melgar de Yuso, Itero del Castillo y parte de Villasandino; 1607: adquiere Tudela de Duero por regalo de la ciudad de Valladolid con sus alcabalas y tercias que le cede el Rey; 1608: las 11 villas de behetría en Tierra de Campos conseguidas a cambio de lo que el Reino le adeudaba por antiguas rentas de lugares de sus antepasados que eran irrecuperables y cuyos derechos, sin embargo, le fueron reconocidos en el llamado pleito “de la recompensa”7; 1609: compra Melgar de Fernamental, Arganda, Puerto de Santoña, resto de Villasandino, Calatañazor y Dueñas) y, además, disfrutaba de rentas diversas en otra multitud de lugares a las que vinieron a añadirse Regimientos, Alcaidías, Escribanías y otras mercedes en otros muchos. Creemos que, una vez decidido el traslado de la Corte a Valladolid, Lerma planificó cuidadosamente sus inversiones, adquisiciones de lugares y otras operaciones, para tener siempre bajo el más estricto control a Felipe III, obteniendo al mismo tiempo creciente poder y beneficio para sí mismo, sus parientes y acólitos más allegados; en estos años y en su trayectoria política general, el duque a veces da la impresión de que improvisa, pero cuando se contemplan todos sus actos desde una perspectiva global nada parece ser fruto del azar, sino más bien parte de un metódico y calculado plan, que, desde luego, nunca manifiesta explícitamente.
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5. En la relación de los feudos de Lerma seguimos la exposición que el propio duque hizo de sus territorios propiedades y rentas en el documento redactado a petición de Felipe IV titulado Descripción e Inventario de las rentas, bienes y hazienda del Cardenal Duque de Lerma, Valladolid á 27 de marzo de 1622. Hemos consultado un ejemplar que guarda la Biblioteca Nacional, signatura 2/13551. 6. El matrimonio de este Francisco de Sandoval y Rojas con doña Feliche Enríquez de Cabrera, de la familia de los Almirantes de Medina de Rioseco, que tuvo lugar entre 1607 y 1610, fue celebrado con grandes fiestas en Madrid y se publicó una crónica sobre el suceso que se dio a la imprenta en Sevilla (Las reales fiestas que en la villa de Madrid se hizieron delante sus magestades el rey don Felipe... y reyna doña Margarita de Austria... año 1610: hizieronse... por los casamientos del... conde de Ampudia... con doña Felix Colona..., Impresso en Sevilla: en la cal por Gabriel Ramos, 1610 – existen ejemplares en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid, sign. M/142 y Biblioteca Regional de Madrid, sign. A-Caj. 1-6). Este documento ha sido publicado en “La fiesta en decadencia”, Voces de la Historia, Revista de Paleografía, nº 8, Fundación Archivo Casa de Medina Sidonia, Cádiz 1995, pp. 3-19. Ostenta el título de conde de Ampudia en la actualidad Don Borja Casans Castillejo por cesión de su abuela Elisa Arteaga y Falguera (v. BOE. de Martes 25 de octubre de 2005, p. 9728 –solicitud de sucesión fechada en Madrid a 17 de octubre de 2005-, y BOE de Lunes 16 de enero de 2006, p. 1814, - concesión de Real Carta de Sucesión en Madrid a 19 de diciembre de 2005-); Don Borja conoció la villa de Ampudia el 1 de octubre de 2006 al atender la invitación que le hizo el Centro de Iniciativas Turísticas de la localidad con ocasión de la celebración del Mercado Barroco conmemorativo de la vuelta de la Corte a Madrid. 7. Véase sobre estas villas, MARCOS MARTÍN, Alberto: “Desde la hoja del monte hasta la piedra del río...La venta al Duque de Lerma de las once villas de Behetría de Castilla la Vieja”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 74, Palencia, 2003, pp. 49-113.
26 Si se analizan con detalle las crónicas de la época se tiene la sospecha de que Lerma estaba empeñado en traer de acá para allá a la familia real, especialmente al monarca, con las más diversas excusas, y casi siempre haciendo de solícito y generoso anfitrión, es decir, alojándolos en sus casas y palacios, para alejarlos del bullicio de la capital, y también, probablemente, de la influencia de los políticos profesionales; ¿con qué objetivo?: el asunto parece claro, “tener bajo control la persona del Rey cuando ya tenía asegurado el dominio pleno de su voluntad”8, dicho de forma brusca, tener bajo permanente secuestro a la familia real, y muy especialmente al Rey. Con este propósito había que procurar frecuente distracción a los cortesanos, satisfacer la pasión por la caza del Rey, y compaginar todo esto con las inevitables obligaciones de gobierno. Pues bien, creemos que en los planes ocultos de Lerma, Ampudia vendría a ser una especie de sucursal de la capital para tareas de gobierno, mientras que los otros lugares que el duque acondicionó convenientemente para las visitas reales, estaban especializados, en su intención, en entretener el ocio de la familia real y la Corte, o en funciones digamos más domésticas (celebraciones familiares, convalecencias tras alguna de las frecuentes enfermedades que contraían los miembros de la realeza en estos años –tercianas, fiebres...-, asistencia y recuperación a la Reina en sus partos, etc.). Repasemos brevemente los viajes del Rey y/o de la Corte en pleno en estos años:
Valladolid, 27 marzo 1622, Extracto
8. En frase de CERVERA VERA, L.: El conjunto palacial de la villa de Lerma, Ed. Castalia, Valencia 1967, p. 221.
Año 1601 Recién llegada de Madrid la familia Real tiene que esperar 15 días en Tordesillas (desde el 24 de enero) porque no había dado tiempo de acondicionar su residencia en la nueva capital. Tras la instalación en la nueva sede, 9 de febrero, en las casas del conde de Benavente de forma provisional, mientras avanzaban las obras del gran palacio que Lerma estaba construyendo para el Rey, y sin apenas tiempo para deshacer el equipaje, Felipe III se va de caza al bosque de San Miguel (de Groix, propiedad del conde de Villalonso) y a tierras del conde de Aliste (Carbajales) por donde pasa 15 días, regresando por AMPUDIA, el 1 de marzo a Valladolid. Del 26 de abril al 19 de mayo: viaje hasta Lerma pasando por Ventosilla (que Lerma compra al duque de Siruela al apreciar que al Rey le gusta), primera visita a la capital del ducado en que se aprecia necesidad de obras para acondicionar la residencia; desde Lerma se van a Buitrago (Madrid) de caza y vuelven a Valladolid el 19 de mayo. Junio: salida de caza del Rey a La Quemada (bosque de Don Bernardino Velasco). Julio: nueva excursión cinegética cerca de Tordesillas. Octubre 9: otra salida de caza de nuevo a tierras del conde de Aliste (Carbajales, Castrocalbón). Noviembre: viaje del Rey en dirección a Madrid pero al llegar a Valsaín le avisan de que la Reina está muy enferma y retorna a Valladolid en día y medio. Año 1602 Enero 18: inicio del viaje “oficial” de toda la familia Real y acompañantes por tierras de León, pero deteniéndose en AMPUDIA cinco días; regreso por Zamora (11 de febrero), Toro (18 de febrero) (aprovecha el Rey para darse otra vuelta de caza por Carbajales) y Tordesillas (21 de febrero). Abril 13: partida de toda la familia Real para tierras de Madrid (San Lorenzo, El Pardo, Aranjuez,...) donde se quedan hasta el mes de julio; de regreso a Valladolid contraen varias enfermedades el Rey y la Reina (viruelas, tercianas...) que les retienen todo el verano en la capital. Octubre, finales: el Rey va de caza a Lerma, vuelve el 4 de noviembre. Noviembre 29: la familia Real va a Tordesillas de fiesta y el Rey aprovecha para cazar en una nueva finca, el Rebollar (propiedad del duque de Maqueda, al norte de Nava del Rey); regresan a los ocho días.
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Año 1603 Enero: pasada la Navidad el Rey se va de caza a la Ventosilla, vuelve el 25 de Enero ante la proximidad de parto de la Reina (nació una niña el 1 de febrero, María, que apenas viviría un mes). Abril-mayo-junio: 4 de abril salida de toda la familia Real y acompañantes hacia Madrid (día 9 San Lorenzo, luego el Pardo, y Aranjuez, donde se quedan hasta el 13 de mayo; el 26 de febrero había muerto la Emperatriz Margarita en las Descalzas Reales pero no pudieron acudir); 13 de mayo regreso desde Aranjuez por Madrid y Alcalá de Henares a Buitrago (25 de mayo) donde se pone enferma la duquesa de Lerma, el duque se demora unos días pero luego sigue al Rey hasta Ventosilla; muere la duquesa y se la entierra en Valladolid (San Pablo, 9 de junio), pero siguen viaje hasta Burgos donde llegan el 11 de junio, visitas a los monasterios próximos; 25 de junio Castrojeriz; 26 de junio Palencia (llegan a las 4 de la mañana y se encuentran cerrado San Pablo donde pensaban pernoctar); 29 de junio AMPUDIA; 30 junio Valladolid. Agosto 11: el Rey y Lerma van a Ventosilla, Roa y Gumiel, vuelven el 17. Octubre: visita de fiesta a Ventosilla, sin ministros, para entretener a la Reina que tuvo un aborto el 17 de septiembre; el Rey se acerca a la Serreta (lugar del duque de Alburquerque a orillas del río Cega entre Zarzuela del Pinar y La Lastra de Cuéllar) para cazar; desde aquí se van el 22, por Segovia (donde llegan el 25) y Buitrago, a San Lorenzo de El Escorial. Durante la estancia en Ventosilla debió de acudir el pintor Pedro Pablo Rubens para terminar el famoso retrato ecuestre de Lerma9. Noviembre 17: viaje a El Pardo y Madrid donde llegan el 29. Diciembre 10: salida del Rey y acompañantes, tras dejar a la Reina en las Descalzas, hacia Valencia, por Vaciamadrid (al cruzar el río Jarama la barca se hundió con las acémilas y parte del equipaje del Marqués de Velada) y Arganda; llegan a Valencia el 24 de diciembre. Año 1604 Enero: el Rey recorre Valencia y tierras de Denia, y sale hacia Madrid de vuelta el 21 de febrero por Cuenca, Guadalajara, Alcalá y Barajas; llega el 10 de Marzo; reunido con la Reina visitan El Pardo, San Lorenzo, la huerta del duque y otros lugares próximos. Marzo 15 o 16: vuelta a Valladolid por la ruta usual de Guadarrama; llegan el 21. Mayo: el Rey sale de caza a La Quemada, Ventosilla y Lerma, vuelve a Valladolid el 27. Junio 27: Lerma, sus hijos y el Obispo de Valladolid van a AMPUDIA para ver espectáculos preparados en su honor por los vecinos; acude también por su cuenta el Rey y vuelve en el mismo día; el duque 3 días después. Agosto 19: van el Rey y el duque a Lerma (la Reina, otra vez embarazada, se queda en Valladolid); inauguración de convento de monjas franciscas; se acercan a Burgos a ver las obras del castillo; regresan el 4 de septiembre. Septiembre-octubre: día 20 de septiembre el Rey y sus sobrinos los príncipes de Saboya van a San Lorenzo, El Pardo y Madrid; vuelta por el mismo camino y Segovia donde se les une Lerma que se quedó en su villa; van a Ventosilla y Lerma; vuelven a Valladolid el 3 de Noviembre. Año 1605 Febrero 3: viaje a Ventosilla con los príncipes de Saboya; se extiende una epidemia de tercianas, fiebres y viruelas a consecuencia de la cual muere el mayor de los príncipes el día 9; vuelve el Rey a Valladolid el día 12 y encuentra más enfermos en palacio. El 28 de febrero se va a Tordesillas la familia Real huyendo de las pestes, por Puente Duero y monasterio de Ntra. Sra. de Aniago; pasan 15 días en Tordesillas, pero hace frío y regresan el 8 de marzo a Valladolid. Abril 8: nace el heredero. El 21 el Rey, Lerma y los príncipes de Saboya van a Ventosilla y Burgos a dar gracias al Santo Crucifijo por el nacimiento y la cura-
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9. v. CRUZADA VILLAAMIL, Gregorio: Los viajes de Rubens a España, oficios diplomáticos de un pintor, Edición, prólogo y notas de José Luis Sánchez, Madrid, Miraguano Ediciones, 2004. Estaba el pintor Rubens en Valladolid desde el 13 de mayo de 1603, como embajador del duque de Mantua Vincenzo I de Gonzaga, que enviaba a la Corte española toda una colección de regalos: una magnífica carroza y caballos más once arcabuces y un vaso de cristal de roca con perfumes para el Rey; una espléndida colección de pinturas que eran reproducciones de cuadros famosos existentes en Mantua y que Rubens tuvo que retocar y recomponer en Valladolid pues se estropearon algunas en el viaje, para el duque de Lerma; una cruz y dos candelabros de cristal de roca para la condesa de Lemos y dos vasos de cristal de roca y un juego de colgaduras de damasco y oro para el secretario Pedro Franqueza. La carroza pudo haberse estrenado en el viaje de vuelta de Burgos por Palencia y Ampudia, pero la entrega oficial de los presentes se hizo en Valladolid el 16 o 17 de julio; después recibiría Rubens el encargo de hacer el retrato del duque y volvería a Mantua a principios de 1604. Sobre las peripecias posteriores por las que pasó este cuadro, véase PESCADOR DEL HOYO, María del Carmen: “De cómo llegó al Prado el retrato del duque de Lerma de Rubens”, GOYA Revista de Arte, número 201, nov-dic 1987, Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, pp. 148-151.
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28 ción de viruelas de los que no murieron; al regreso se quedan en Lerma de fiesta; vuelven el 30 de abril. Mayo-Junio: Grandes fiestas por el bautizo del heredero en Valladolid, con presencia de embajadores de Inglaterra que habían venido a ratificar los tratados de paz recientemente firmados. Julio-Agosto: el 21 de junio sale la familia Real (menos el príncipe y la infanta a quienes dejan en Tordesillas) y gran parte de la Corte para seguir las fiestas, pasando por Ventosilla, hacia Lerma (27 junio), y Burgos (30 julio); se quedan por Lerma todo el mes de julio y agosto, vuelven por Roa y Gumiel el 7 septiembre a Valladolid. Septiembre 16: sale la familia Real hacia San Lorenzo por Valdestillas, pero al llegar a Olmedo la Reina empeora de una calentura (se le llegó a administrar el viático), la dejan en esta villa y el Rey se va de caza a Ventosilla el 10 de octubre. Noviembre: se decide trasladar el día 4 a la Reina a Tordesillas para su convalecencia; el Rey acude desde Ventosilla y vuelven a Valladolid cuando se considera que ha pasado la epidemia de fiebres.
FELIPE III y MARGARITA DE AUSTRIA. Pedro Perret, ca. 1611. Biblioteca Nacional IH/2947/70
10. V. CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614. Ed. Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura. Salamanca, 1997. De esta crónica hemos extraído la información detallada de los viajes reales y otros sucesos que se citan. 11. V. al respecto HERRERA; Pedro de: Translación del Santissimo Sacramento a la iglesia colegial de San Pedro de la villa de Lerma... Madrid : por Iuan de la Cuesta, 1618 y RIBERIO AVENIONENSI, Michaele: De ludis lermensibus epistola ad illustrissimum et reverendissimum S.R:E: Cardinalem Vbaldinum. Madriti Excudebat Ludouicus Sanctius Typographus Regius. Anno MDCXVII. 12. Era esta monja la madre Luisa de la Ascensión (Luisa Colmenares y Cabezón, nieta del músico Antonio Cabezón, maestro de la Real Capilla), ingresó en el convento de Santa Clara, en Carrión, a los 18 años, profesó en 1619, tuvo fama de milagrera y promovió un movimiento a favor del dogma de la Inmaculada Concepción; fue acusada ante la Inquisición, recluida en el convento de las Agustinas Recoletas de Valladolid y sometida a un duro proceso que duró 14 años, al cabo de los cuales fue absuelta. Sus restos fueron trasladados al Monasterio de Carrión, que ella había reconstruido, en 5 de febrero de 1649. Fue una fértil poetisa y recibió de Felipe III como regalo una imagen del Niño Jesús.
Año 1606 Enero 16: va la Corte en pleno a AMPUDIA con intención de descansar hasta Carnavales, se programan toros, cañas, máscaras y saraos; llegada de la Comisión de Madrid para negociar la vuelta de la Corte; vuelven a Valladolid por Cigales el 31 de enero. Febrero: a finales del mes viaje de vuelta de la Corte a Madrid por Guadarrama, pasando por San Lorenzo y El Pardo; entrada en Madrid el 4 de marzo. Los lugares propiedad del duque que más frecuenta el rey en estos años, son, en resumen10: La villa de LERMA, a la que se documentan 7 visitas, con una estancia del Rey y a veces la Corte en pleno de entre 90 y 100 días. El lugar de VENTOSILLA, con 11 visitas reales (la mayoría en jornadas de paso hacia Lerma o Burgos, pero también en época de caza de forma exclusiva), y permanencia de unos 60 días. Finalmente, visitas a AMPUDIA en 5 ocasiones con apenas 25 días de estancia en total. No se documenta ninguna visita real a las tierras del marquesado de Cea. Una vez que la Corte volvió a Madrid, regresó el Rey, a veces con nutrido cortejo, en alguna esporádica ocasión a Castilla y León: - A Lerma en 1607, 1608, 1610 y 1617, por ejemplo, siempre para cuestiones festivas, especialmente en 1617 donde se hicieron grandísimas fiestas en la inauguración del gran palacio ducal, la Colegiata de San Pedro y varios conventos fundados por el propio duque; fue esta visita la de la gran apoteosis de Lerma en vísperas de su inminente caída en desgracia11. - A Valladolid y Ampudia en 1607 de vuelta de la citada visita a Lerma. - A la Ventosilla y Valladolid en septiembre-octubre de 1612. - En noviembre de 1612 a Palencia, Carrión de los Condes (a visitar a la monja santa de la que eran muy devotos los reyes y que en esta visita experimentó, al parecer, varios éxtasis en presencia del Rey12), y Melgar de Fernamental (para la toma de posesión de señorío del duque que la había comprado en 1609, como queda dicho). A primera vista, en esta apretada agenda de viajes reales y cortesanos, da la impresión de que AMPUDIA fue sólo lugar de paso ocasional, accidental, parada y fonda como mucho. Pero si lo analizamos con más detalle, rebuscando en la documentación de la época el panorama resultante es muy diferente: Las visitas reales y cortesanas a Lerma tuvieron siempre carácter festivo urbano, por decirlo de alguna forma rápida; el duque llevaba allí a la familia real simplemente para divertirse, descansar, solazarse y disfrutar con las corridas de toros, torneos de cañas, saraos, encamisadas, máscaras, etc. En una de las más largas, la
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reseñada de julio de 1605, se prohibió expresamente que acudiese persona alguna a tratar asuntos oficiales, en palabras del cronista: ...en lunes adelante, 27 del mismo (junio 1605) pasaron a Lerma y despidieron el carruage, con el fin de detenerse allí este mes y parte del que viene, mandando que no dejasen llegar a negociantes sino que del camino los despidiesen, sino fuesen llamados con espresa orden, porque se quieren holgar allí con libertad... y añade más adelante ...hanse entretenido sus Magestades en Lerma, desde los 27 de Junio que fueron de la Ventosilla, sin dar lugar a que nadie pudiese entrar a tratar de negocios ni otra cosa, aunque fuese ministro ni criado de la Casa Real, sin tener para ello espresa órden; lo cual se ha ejecutado con todos tan precisamente, que en llegando quien quiera que fuese, el alcaide de los bosques los sacaba de la villa, poniéndolos pena que no volviesen a ella; con esto se han podido divertir y holgar sus Magestades con libertad hasta que han enviado órden para que fuese don Juan de Idiáquez, y después el conde de Villalonga y Esteban de Ibarra, como secretario de Guerra, y el licenciado Alonso Ramírez de Prado, como consejero de Hacienda, el cual llevó consigo 150.000 ducados en dinero, que es señal que sus Magestades no volverán tan presto de aquí, pues les llevó que gastar13. A la Ventosilla igualmente, en un marco más rural, acudían estos personajes para descanso y diversión; el propio duque afirmaba que este lugar le despoblamos para edificar una casa para la recreación de su Magestad y con el mismo fin compró 87 caueças de ganado, 40 vacas de Flandes, 43 novillos y quatro bueyes de arar, que está tassado todo en 667 ducados y no se saca ningun aprouechamiento porque este ganado se traxo de Flandes para el regalo de su Magestad14; cabe pensar que este lugar era la alternativa de Lerma a otros bosques y cotos que él no controlaba para cubrir sobre todo las aficiones cinegéticas del Rey, y cuando es toda la Corte la que acude a descansar a este lugar se solían, como en Lerma, cursar órdenes expresas de que no acudiera ningún ministro15. Las estancias en Ampudia son pocas, en efecto, pero parecen tener algo especial: al inicio o final de los viajes de carácter más oficial, o al regreso del Rey de largas ausencias a lugares más lejanos; sólo una, la última, la de enero de 1606, se programó como una imitación de las muchas anteriores a Lerma y Ventosilla, con toros, juego de cañas, torneos y máscaras. La pregunta es ¿por qué Lerma lleva al Rey a dormir a Ampudia a la salida o retorno de viajes oficiales o prolongados, cuando podría cubrir etapa más larga de viaje desde Valladolid a la ida, y en pocas horas más estar en palacio en la capital a la vuelta?; no es verosímil pensar que en estos viajes les sorprendía la noche al llegar precisamente a Ampudia, porque muy bien podrían haber seguido otros caminos más directos hasta Valladolid, desde o hacia Carbajales, Toro o Palencia (visitas de 1601, 1602 y 1603). Como ya hemos apuntado, creemos que en el esquema mental de Lerma para dirigir los pasos del Rey, Ampudia representaba el papel de sucursal de oficina, es decir, que el Rey (y el duque) tenía, diríamos, despacho en Ampudia, mientras los otros lugares se destinaban al ocio y la distracción, y ello por las ventajas comparativas de ubicación y dotación frente a otros lugares de sus feudos respecto a Valladolid. Cuando la Corte llega a Valladolid, Ampudia era, de todos los lugares del señorío de Lerma, no sólo el más próximo a la capital (de Valladolid a Ampudia 6 leguas nada más, a Ventosilla 15 y a Lerma o Cea más de 20), sino también el más importante por su población, economía e infraestructuras. Contaba la villa entonces más de 3.000 habitantes, frente a los apenas 1.100 de Lerma con sus barrios y arrabales, los poco más de 1.200 de Gumiel de Mer-
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RETRATO DEL DUQUE DE LERMA. Rufino Casado, 1858 Litografía. Biblioteca Nacional IH/3874/4
13. Cf. CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Ob. Cit. Relaciones de Valladolid a 9 de Julio y 6 de Agosto de 1605, pp.253 y 255-56. 14. Lerma, duque de: Descripción e Inventario..., fol. 3, apdo. 5 de la numeración marginal. 15. V. CABRERA DE CÓRDOBA: Ob. cit. p. 190, donde en relación de 4 octubre 1603, comentando el viaje a Ventosilla tras el mal parto de la Reina en septiembre, dice ...sus Magestades se fueron el jueves a la Ventosilla con poco acompañamiento... ni hay orden de que les hayan de seguir los ministros que otras veces suelen llevar consigo como son el Confesor, don Juan de Idiáquez, el conde de Villalonga; y así se tiene por cierto que su vuelta será aquí en breve. Don Juan de Idiáquez era miembro del Consejo de Estado, presidente del Consejo de Órdenes y Comendador mayor de León; el 15 de diciembre de 1603 hizo donación a la iglesia de San Fructuoso de Valoria del Alcor de una casa que tenía en dicho lugar para ayuda del azeite que se ha de gastar en la lámpara del Santissimo Sacramento (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.764, año 1603, fols. 7173). En la idea de que las visitas a Lerma y Ventosilla eran exclusivamente festivas insiste también Bernardo J. GARCÍA GARCÍA en su trabajo “Las fiestas de corte en los espacios del valido: la privanza del Duque de Lerma”, en LOBATO, María Luisa y GARCÍA GARCÍA, Bernardo J. (coords.): La fiesta cortesana en la época de los Austrias. Ed. Junta de Castilla y León, Valladolid, 2003, pp.35 y ss..
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16. Según datos del Censo de población de la Corona de Castilla realizado en 1594, que publicó Don Tomás González. Ampudia contaba con 719 vecinos pecheros, Lerma y su tierra con 250, Gumiel de Mercado y Sotillo 304, Ventosilla 50 y no es posible estimar los de la villa de Cea porque aparecen agregados los 32 lugares de su tierra con un total de 1.173 vecinos (hacia 1587 sólo contaba Cea con 300 vecinos según relación de lugares del Obispado de León remitida a petición de Felipe II). 17. Los datos de Bautizados en concreto fueron, en los años de presencia de la corte en Valladolid, los siguientes: 160182, 1602-89, 1603-99, 1604-107, 1605-110 y 1606-102. (Archivo Parroquial de Ampudia, Libro de Bautizados nº 4, 1597-1626, fol. 47-52; en el mismo libro figura el dato de confirmados el día 19 de octubre de 1603). 18. En abril de 1600 estaban en Ampudia Gonzalo de Argüelles vecino y regidor de la ciudad de Oviedo y Diego de Argüelles, su primo, vecino del Concejo de Siero, realizando gran cantidad de compras de vino de la cosecha de 1599 (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.762, año 1600, fols. 309317 vto., donde figuran varias escrituras de venta de cosecheros ampudianos como Diego de Argüelles, Juan Mozo, Cristóbal Panadero y Mateos Nieto). 19. Cf. Duque de Lerma: Descripción e inventario..., total 1.583.760 maravedís (mrs.) montante de las distintas rentas de Ampudia y lugares vinculados. Según estimaciones hechas en 1624 por el fiscal Juan Chumacero Sotomayor previas a los pleitos contra Lerma (cf. Pérez Bustamante, C., Ob. Cit.), la villa de Ampudia exclusivamente rentaba un millón de maravedís, 808.333 de alcabalas y 191.667 de tercias; según otros documentos presentados al pleito por los estados de Lerma posterior a la muerte del duque se estimaba el montante de estas rentas en 2.437.500 mrs. en 1659 (incluídos Valoria, Rayaces y las aceñas de Aguilarejo), (Cf. Archivo Parroquial de Ampudia, Memorial..., fol. 137). 20. AHHP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.763, año 1601, fols 363-364 donde se copia el poder a Juan de Acevedo. En los Protocolos notariales de estos años hay abundante información sobre estos arriendos tanto de propiedades rústicas como de rentas y derechos del duque, que normalmente se arrendaban en subasta pública por cuatro años; por ej.: arriendo de dos novenos que tenía el duque sobre los diezmos de Rayaces (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.762, año 1600, fol. 322, carta de obligación a favor del duque que suscribe Martín Rueda en quien se remató el arriendo); arriendo de las leñas del monte Dehesa (cuyo vuelo pertenecía al duque, la actual Dehesilla) en subasta pública con condiciones muy severas para proteger el bosque en septiembre de 1602 (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.763, año 1602, fols. 347-360, 365-370, donde aparece la convocatoria, la publicación de distintas posturas y la adjudicación final a Esteban Morán y Juan García de Palacios, apoderados de varios vecinos de Cigales en 2.500 ducados); de las aceñas que tenía en Aguilarejo en el río Pisuerga en marzo de 1603 (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.764, año 1603, fols. 408-427, se adjudicaron en agosto a Juan Cano de Ampudia en 145 cargas de trigo mocho a pagar en tres plazos cada año, más dos cerdos cebados o su valor de 20 ducados); de una huerta en Valoria que se arrendó en agosto de 1603 a Juan de Casasola y Catalina Calderón su mujer, operación que se demostraría más adelante inviable al reclamar en noviembre de 1604 la propiedad de dicha
cado (con su anejo de Sotillo), los aproximadamente 1.300 de Cea, o los escasos 200 de la Ventosilla, despoblado inmediatamente como hemos dicho16. La vitalidad demográfica de Ampudia se constata igualmente en otros datos: casi 100 bautizados por año en esas fechas, 299 confirmados por el obispo de Palencia Martín de Aspe en 160317, y un patrimonio histórico artístico heredado que era claro exponente de una economía próspera basada en la agricultura, pero también en actividades artesanales muy productivas, especialmente la fabricación de lienzos de lana y yesos; o las relaciones comerciales con Asturias en la venta de vino18; la villa (incluido Valoria, Rayaces y las aceñas de Aguilarejo) rentaba por estos años más de millón y medio de maravedís, (toda la tierra de Lerma, la villa y otros 12 lugares 1.876.872 mrs., Cea y su tierra que abarcaba más de 30 lugares 1.678.816 mrs. y la jurisdicción de Gumiel en el valle de Esgueva, con otros ocho lugares 1.347.861 mrs.)19. Apenas tomada posesión del señorío el duque nombró un administrador de sus bienes para gestionar los derechos y rentas que adquirió en Ampudia, Valoria, Rayaces y Aguilarejo: el 5 de diciembre de 1600 otorgaba el duque en la casa real de El Pardo, ante el escribano Gabriel Rozas, siendo testigos don Rodrigo Calderón, García Mateo Villavega y Felipe Calderón, un poder a favor de Juan (Juan Bautista) de Acevedo, al que nombraría alcalde mayor de Ampudia, para que se ocupara de todos sus negocios en la villa y su jurisdicción; este hombre, que fue preceptor de la familia de Lerma (de su hijo el duque de Uceda) llegó a ser Obispo de Valladolid en 1601, Inquisidor general en 1603 y presidente del Consejo de Castilla en abril de 1608 (en julio de este mismo año murió), administraría las propiedades y negocios del duque en Ampudia durante casi 10 años, y se encargó inmediatamente de convocar a subasta pública la mayor parte de los derechos sobre rentas y bienes rústicos del duque20. El propio duque fue consciente de esta riqueza e intentó protegerla y promocionarla de distintas formas, algunas de sus actuaciones en esta línea son bien conocidas, otras no tanto, recordemos: - De Segovia mandó venir en 1602 expertos en la fabricación de telas21 para mejorar la industria textil local, que tenía ya una bien ganada fama en el Reino; por estos años el oficio de tejedor de estameñas y cordellates estaba muy bien considerado y perfectamente regulado, hasta el punto de que para ejercerlo con plenitud de derechos, los aspirantes debían someterse a un examen de expertos22. - En 1603 obtuvo del Rey la merced de una feria anual y mercado franco para la villa, ...para que fuese más provehida y poblada de bastimentos y mercaderías y otras cosas, a mejores precios y con más comodidad, sin necesidad que los vecinos y comarcanos acudiesen a proveerse de ellas en otras partes... libres y francas de pagar alcabala y otros derechos Reales...23. - También encargó y financió la construcción de un pósito, en prevención de años de malas cosechas. - Engrandeció e incrementó la riqueza del patrimonio religioso heredado con la traslación a Ampudia de la Abadía de Husillos como Colegiata nullius diocesis. Desde principios de 1604 (quizá incluso antes según se deduce de algunos documentos) inició el duque contactos con las Instituciones que podían verse afectadas con este traslado para procurar en lo posible que se llevara a cabo sin problemas: el 17 de enero de ese año escribe una carta desde Denia al Cabildo de Husillos en que manifiesta: Ha muchos días que tengo devoción a esa yglesia por saver que fue suelo de mis pasados y fundacion suya, y deseando agora hacer una Collegial en la mi villa de Empudia e puesto los ojos en esa; querría que Vms. lo quisiesen ansí y pasarse a Empudia con las ventajas que an de creer y fiar de mi que hare, así en la yglesia como en cada uno de Vms., para esto envio al Pe. fray Prudencio de Sandoval como cosa mia que tratará el orden que se a de tener siendo Vms. servidos dello, désele entero credito que yo tendré por bueno lo que hiciere. El Cabildo de Husillos conoce esta carta en sesión del capítulo de viernes 30 de enero y, tras una reunión con fray Prudencio al día siguiente y otras deliberaciones, firma el 24 de febrero una Escritura en que
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acepta la traslación, con la condición de que no se perdiera ninguno de los derechos históricos adquiridos por la fundación y que los miembros del Cabildo existente pudieran disponer libremente de sus prebendas para resignarlas, permutarlas o darlas en coadjutoría sin necesidad de aprobación por parte del duque 24. La aprobación papal se obtuvo por Bula de Paulo V de 25 de septiembre de 160625, y el duque (por sí y en sus herederos) pasó a ser patrono de la institución (y Felipe III renunció en su favor al derecho de presentación de candidatos a ocupar los cargos del Cabildo), dotó parte de las 33 prebendas que se constituyeron (15 procedentes de los Beneficios eclesiásticos que ya existían en la Iglesia de Ampudia, las 18 restantes procedentes de Husillos, todas ellas contaban ya con tierras y participaciones en las rentas eclesiásticas), estableció una asignación de 1.000 ducados anuales para su mantenimiento y regaló multitud de objetos de orfebrería, ornamentos y vestiduras26. - También en esta línea de promoción del legado religioso fundó un monasterio de franciscanos descalzos, inaugurado el 18 de octubre de 1600, les dió unas casas para su asentamiento original provisional y les concedió una renta anual de 320 ducados para su mantenimiento27. Aunque algunas de estas mercedes también las prodigó en otras de sus villas (mercados de Cea, Valdemoro y Torquemada, pósitos de Lerma, Cea, Villamizar, Gumiel de Mercado, Denia y Jávea, colegiata y conventos de Lerma, etc.28), el propio duque ponderaba las condiciones de Ampudia en su solicitud para la creación de la Colegiata a Roma, cuando hablaba de su población de más de 700 familias, su fuerte castillo, su economía próspera y su magnífica iglesia, herencias de una historia previa de prosperidad que no disfrutaban otros lugares de sus feudos29. El castillo de Ampudia reunía, por otra parte, las mejores condiciones de habitabilidad tras las mejoras realizadas en él por los condes de Salvatierra que lo habían transformado en un auténtico palacio (el último conde de Salvatierra, el mencionado Atanasio de Ayala, vivió en él desde 1525 hasta su muerte, y en él nacieron todos sus hijos), el duque se limitó a sencillas obras de decoración y “toma de posesión simbólica” (instalación de su escudo de armas bien visible en la entrada principal, por ejemplo) y, por razones que todavía se nos escapan, a crear una nutrida armería en su interior, constituida probablemente por el grueso de la armería real que se trasladó desde Madrid en octubre de 160230. Además compró varias casas en la villa, al menos en las siguientes fechas: 27 de marzo de 1601 casa a la cerca vieja frente a la casa fortaleza e palacio de su exca. que linda con el corro e plaza e calle publica que le vende Gaspar Castrillo31; 6 de enero de 1602 una casa y corral en la calle Don Buesso lindera con las de Alonso de Cea, Luis García, el convento de San Francisco y la calle pública, que le vende María Real Caballo viuda32; 2 de julio de 1604 casas que adquirió por cesión y traspaso que habían pertenecido a un tal Bautista de la Serna33; y ya cuando la Corte volvió a Madrid el duque siguió comprando casas en Ampudia, el 21 de mayo de 1606 casas y corrales en la calle Corredera que vende Antonio Ribera y Serna como apoderado de varios propietarios de Ampudia y Palencia, el 9 de julio de 1607 un corral en la calle Don Buesso que vende Juan García de Acevedo y el 8 de noviembre del mismo año otros dos corrales más34. El propósito de estas adquisiciones pudo ser, como hiciera en Valladolid, Lerma, Madrid y otros lugares, simplemente efectuar inversiones productivas (más o menos especulativas), pero también, creemos, asegurarse la posibilidad de alojar convenientemente a los miembros de la Corte; los ampudianos habían ganado un pleito en abril de 1547 contra don Atanasio de Ayala por obligarles a alojar gratis en sus casas a sus amigos, cosa que el duque debía de saber y querría evitar problemas similares (de la Carta Ejecutoria de la resolución de este pleito y de otras sentencias favorables a los vecinos en la relación pasada con sus señores pediría copia legitimada el duque de Lerma al Concejo de la Villa en 20 de septiembre de 160635). En Lerma, en cambio, el viejo castillo estaba en condiciones muy precarias y, aunque el duque se dio prisa por iniciar las grandes reformas urbanísticas que harían de esta villa un modelo de complejo urbano palaciego y conventual del Ba-
huerta María Ortiz de Machicao viuda de Juan López de Basurto, vecina de Castromocho, que fue debidamente compensada por el duque por las pérdidas (con 66.000 mrs. a cobrar de dineros que adeudaban al duque vecinos de Valoria y 8.050 mrs. en metálico que le entregó Juan de Acevedo) (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.764, año 1603, fols. 397-400 el arriendo y Caja 10.765, año 1605, fols. 361-366 la reclamación y reparación); también se arrendaba la llamada huerta del Duque extramuros de Ampudia lindera con el camino de Valoria y los muros de la villa (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.762, año 1600, fol. 327 3 de mayo y Caja 10.765, año 1605, fol. 491, precio del arriendo 32 ducados anuales a pagar en dos plazos cada año), y los tínteres y cassas de ellos que son de su exca. el duque de Lerma... a la calle que llaman calle nueva lindero casas de Domingo Narba y casas que llaman de la Galera (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.765, año 1605, fol. 493, los tomaron Domingo de la Torre y Llorente de Ampudia vecinos de Ampudia, por cuatro años, en 24 ducados anuales, el 4 de julio); un soto en Valoria (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.765, año 1605, fol. 508, fecha 3 de enero de 1605 carta de obligación de Antonio Camazón); en 1607 se registran más arriendos por subasta que gestiona Juan de Acevedo: derecho a dos novenos que tenía el duque en los diezmos de Rayaces (Santiago Carpintero y Pedro Felipe de Ampudia en 17.000 mrs., 20 de junio de 1607), alcabalas y rentas de Valoria (9 de mayo de 1607), aceñas de Aguilarejo de nuevo una vez cumplido el arriendo de cuatro años de 1602, que vencía el día de San Pedro de 1607 (AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.766, año 1607, fols. 180, 187-189, 194-205, 253, 296, 299). En 1608 se instalaron luminarias en la torre de la Colegiata para celebrar el nombramiento de don Juan de Acevedo como presidente del Consejo de Castilla (APA, Libro 56 de Cuentas de Fábrica, cuentas del año 1608 que da del mayordomo Andrés Blanco de Hontiveros). 21. Cf. CABRERA DE CÓRDOBA, L., donde en relación fechada en Valladolid a 5 de octubre de 1602 dice: Paresciendo al duque de Lerma que acrescentarán mucho sus lugares de Lerma y Ampudia con el trato de paños, hace traer de Segovia gran cantidad de pelaires y oficiales de ellos, para que en entrambas partes se labren y hagan, por la comodidad que hay de aguas y greda y otras cosas necesarias para este ejercicio y con que los vecinos y sus rentas vernán a crecimiento. (V. Ob. Cit., p. 157). 22. Ver, por ejemplo, la carta de examen expedida a favor de Francisco de Cartagena en 1605 en la que una comisión de expertos le declara hábil y suficiente para dedicarse al oficio de fabricante de estameñas y cordellates, en AHPP, Protocolos de Cristóbal Panadero, caja 7.556, cuaderno del año 1605, fol. 125. 23. Cf. Documento de la Concesión de Feria y Mercado (contenido en una confirmación de Carlos IV de 1799). Colección Eugenio Fontaneda, castillo de Ampudia. Hemos publicado este documento completo en nuestro trabajo: FONTANEDA, C. e IZQUIERDO, J.I.: Ampudia 1606-2006, IV centenario del otorgamiento en la Villa del traslado de la Corte de Valladolid a Madrid, Ed. Institución Tello Téllez de Meneses, Diputación Provincial de Palencia, Palencia, 2006; pp. 57-60. 24. APA, Legajos Diversos, Caja 152, Acta del Cabildo de Husillos de 24 de febrero de 1604, firmada por Gaspar de Villadiego, notario apostólico. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº
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227 (1593-1606), sin foliar, sesiones de 30 de enero, 1 de febrero y 24 de febrero de 1604. 25. A título de curiosidad, la traslación de esta Abadía, fundada por los condes de Monzón en 922, había sido pretendida por la villa de Tordesillas en 1547 (v. Al respecto AUSÍN ÍÑIGO, Margarita: “Intento y Memoriales para trasladar la iglesia de Husillos a Tordesillas. Año 1547”, en Actas del II Congreso de Historia de Palencia, Tomo III, Vol. I “Edad Moderna”, pp. 359-362, Ed. Excma. Diputación Provincial, Palencia, 1990). 26. Según un Inventario de bienes puestos bajo custodia del sacristán Pedro Moreno cuando entró al servicio de la Iglesia de San Miguel en 1626, el Duque había regalado todo esto a la Colegiata: un cáliz de plata sobredorada con sus armas (2 libras y tres cuarterones de peso), una cruz de plata con sus armas (13 libras), dos candeleros de plata grandes con sus armas (27,5 libras y 2 onzas), otros 6 candeleros de plata de distintos tamaños (18 libras, 14 libras menos 1 onza y 27 libras), 2 palos de plata con almas de madera para dos candeleros que servían de ciriales, un incensario (4 libras), dos vinajeras de plata sobredorada con sus armas y una salvilla para ellas (4,5 libras y 2 onzas), una lámpara de plata para la capilla mayor con sus armas (95 marcos de peso),otros 6 candeleros dorados con sus armas, otra cruz de bronce con sus armas que va acompañada de los candeleros anteriores; ornamentos: un terno de tela de oro (casulla, capa, dalmáticas), 2 capas blancas, 8 ternos de seda de damasco roja con manípulos y estolas y paños a juego para el púlpito y los facistoles, otro paño de púlpito de tela de oro con sus armas, otro similar para el facistol del coro. APA, Libro 111 de Inventario de bienes 1626-1674, fols. 1 y ss. Parte de estos objetos, especialmente los de orfebrería, se perdieron en el curso de los años como resultado, especialmente, de varios robos que sufrió la Colegiata. 27. La fecha de fundación en Juan de SAN ANTONIO: Chronica de la provincia de San Pablo..., Tomo II, Libro primero pp. 1-2. Sobre la asignación anual v. Lerma, duque de: Descripción e inventario..., p. 20, donde dice: El patronazgo del monesterio de frayles Descalços de la Orden de San Francisco de la villa de Empudia les dimos una casa, en que entrassen de prestado para su vivienda, y les damos lo necesario para su comida, vestuario, y medicinas, que cada un año poco mas, o menos importa 320 ducados, que es demás de la limosna que en la villa se les dà por devocion de cada uno. 28. Citados por CERVERA VERA, L.: El conjunto palacial de Lerma, p. 238 y ss. Por otra parte, las fundaciones y grandes obras del duque en otros lugares se inician bastante más tarde que en Ampudia, en la mayoría de los casos después de la vuelta de la corte a Madrid; así por ejemplo en Lerma, monasterio de la Madre de Dios (iniciado en 1608, terminado en 1610), monasterio de San Blas (1613-1617), colegiata de San Pedro (concedida en 1606, pero se inicia su construcción de nueva planta en 1613 para inaugurarse en 1617), convento de Santo Domingo (1613-1617), monasterio de Ntra. Sra. de San Vicente (16171627), o la famosa imprenta ducal iniciada en 1618 tras la compra de unas casas en la Calle Mayor, el gran palacio ducal igualmente no se empieza en serio hasta 1613. 29. Cf. Archivo Parroquial de Ampudia: Bula de traslación, donde dice ... oppidum autem de Hempudia... septingentas domus, seu familias contineat, validisque muris circundatum, et egregio propignaculo munitum, ac Comitatus nomine, titulo et honore decoratum noscatur; amplumque, et fecundum territorium, seu districtum, nec non Parrochialem Ecclesiam sub invo-
rroco, las obras no se inician hasta 1602 con intervenciones en dicho castillo “para hacerlo casa” (proyecto del arquitecto Francisco de Mora que sería el artífice de la mayor parte de encargos del duque), en 1603 se construía un ingenio para subir el agua desde el Arlanza, en 1604 se pudieron estrenar ya algunas dependencias, pero en 1605 aún se trabajaba en el diseño de los jardines de su entorno (construcción de fuentes, ermitas, paseos, etc.); el gran palacio ducal no se iniciaría hasta 1613, cuando ya la Corte había vuelto a Madrid, y aunque se terminó en un tiempo record (en 1616 se unían castillo y palacio que se terminaría en 1617), los tiempos y planes del duque habían ya cambiado mucho entonces en lo que respecta a la utilización de sus dominios para controlar al Rey. En Ventosilla, en fin, como hemos dicho, no había en origen nada más que un bosque de apetitosa caza, las casas destinadas a las visitas cortesanas no estuvieron en condiciones hasta 1604. Existen indicios que apuntan en la dirección que hemos señalado. Repasemos las visitas de Lerma, el Rey y la Corte a Ampudia y su relación con un contexto más amplio de eventos y decisiones de gobierno. La visita de 1601, a la vuelta de la jornada de caza por tierras del conde de Alba y Aliste se inscribe en esta secuencia de acontecimientos: la Corte llega a Valladolid a finales de Enero, pero como no están acondicionadas las dependencias a ocupar (al principio los Reyes se alojaron en casas del conde de Benavente, como hemos dicho, mientras Lerma terminaba el palacio que ese mismo año vendió al Rey por más de tres veces lo que invirtió), esperan en Tordesillas desde el día 24 hasta el 9 de febrero. Casi sin tiempo para deshacer el equipaje, el Rey se va de caza (15 de febrero) y no vuelve hasta 15 días después (1 de marzo) pasando por Ampudia. Queremos creer (aunque no sea muy riguroso hacer especulaciones con la historia) que el duque quiso procurar en este caso descanso al Rey lejos del barullo de la instalación de Consejos y cortesanos, una vez satisfecho su frenesí cinegético, pero probablemente también, buscaría ratos de reposada conversación para planificar el inmediato futuro de la Corte en la nueva sede, así como para intercambiar opiniones sobre cuestiones importantes, especialmente la gestión y administración del servicio extraordinario de 18 millones de ducados (pagaderos en seis años) que las Cortes castellanas, reunidas en Madrid desde diciembre de 1598, habían aprobado definitivamente justo antes de la partida de Madrid (1 de Enero de 1601 firma de Escrituras y presentación de cédulas a firmar por el Rey, la fundamental de las cuales la firma a 9 de febrero en Valladolid, justo el día de su entrada en la ciudad, que sería impresa, distribuida y pregonada por el Reino en los primeros días de marzo36). Estas Cortes se disolvieron el 28 de febrero de 1601. La visita de 1602, entre el 18 y 23 de enero, se desarrolla en este otro contexto: a lo largo de 1601 ya se ha podido comprobar que el servicio de 18 millones mencionado era imposible de satisfacer recurriendo, como se pensaba, a los impuestos (sisas) sobre el vino y el aceite (apenas se llegaba a un millón de ducados anuales cuando se necesitaban tres, pronto se ampliaría al vinagre y la carne37); el Rey convocó nuevas Cortes en Valladolid desde Castrocalbón (15 de octubre 1601), en la escapada cinegética que hizo en octubre anterior; los procuradores representantes de las 18 ciudades con voto en Cortes se reúnen en primera sesión ordinaria el 12 de enero en Valladolid (se habían iniciado de hecho con la acreditación de procuradores y otros trámites el 7 de enero y durarían hasta el 30 de junio de 1604) y, a instancias y presiones del duque de Lerma sobre su presidente (Juan de Zúñiga, conde de Miranda) se dan prisa en aprobar el llamado servicio ordinario (es decir, la prestación fija del Reino a la Corona para gastos corrientes, diríamos) para otros tres años en la misma cuantía que se aprobó en las anteriores para 1600, 1601 y 1602; el día 17 van a comunicarle al Rey el acuerdo sobre este punto y justo al día siguiente inician los Reyes y su séquito viaje oficial a León con esa primera etapa en Ampudia. ¿Qué había que tratar en este caso?. Pensamos igualmente que Lerma programó esta parada (un tanto absurda si se mira bien, en este caso no era cuestión de simplemente dormir o descansar a la vuelta de un largo viaje) para dejar resueltos asuntos de “oficina” importantes en relación con lo anterior: en las primeras sesiones de estas nuevas Cortes de Valladolid se plantearon por parte del Rey las
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Figura 2.- Carta de pago del armero Alexandre de Armaolea, 4 de abril de 1603
mismas necesidades de dinero que en las Cortes precedentes de Madrid (Felipe III achacaba la ruina del Reino a la nefasta gestión de su padre y predecesor Felipe II), pero los procuradores hicieron ver de forma sutil que la Corona no había respetado, al menos en parte, el compromiso adquirido con las anteriores Cortes que se concretaba en una serie de hasta 30 condiciones que el Rey en su día aceptó a cambio del mencionado servicio extraordinario de 18 millones de ducados. Tales condiciones eran de naturaleza muy variada, pero todas se referían a asuntos en los que de una u otra forma se habían enajenado derechos reales o de las ciudades en personas particulares, aunque también las había referidas a conflictos de los agricultores con la asociación ganadera de la Mesta y problemas relacionados con el sostenimiento de los ejércitos desplazados a distintos lugares de Europa; el compromiso real debía haberse concretado en una serie de leyes de validez general para corregir dichos excesos y no todas se habían promulgado en el plazo acordado (cuatro meses después de la firma del acuerdo sobre el citado servicio). En Ampudia se promulgan con fecha 21 de enero de 1602 seis Pragmáticas referidas a estas condiciones acordadas con las anteriores Cortes (serían todas impresas en Valladolid y pregonadas en la misma ciudad, delante del palacio real, el día 7 de febrero, v. Fig. 3)38. No existen paralelismos con operaciones similares en ningún otro lugar de los estados de Lerma donde el Rey y la Corte acudieran en estos años: de todas las disposiciones legales (Pragmáticas -leyes de validez general para todo el Reino-, Cédulas Reales y similares –equivalentes a decretos sobre asuntos de gobierno de segundo orden de importancia- ) promulgadas entre 1600 y 1610 (al menos las que
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catione Sancti Michaelis edificiorum, et structurarum elegantia , ac amplitudine... 30. En su Declaración e inventario..., ya citados, se refiere a esto en los siguientes términos: y en el dicho castillo tenemos algunos coseletes, mosquetes, arcabuzes, picas y otras armas, que la suerte principal costó en Milan 1.554.117 maravedis, y por los derechos de los puertos pagamos 203.698, y por el porte dellas 198.951, que todo monta 1.956.766, y algunas pieças dellas avremos dado a diferentes personas, y puesto otras en su lugar. No detalla el duque los instrumentos de artillería, quizá porque no los consideraba de su estricta propiedad, pero sabemos que tenía contratados a unos armeros para la limpieza y revisión anual del arsenal (los hermanos Alejandro y Pedro de Armaolea, cf. Archivo de Protocolos de Madrid, Protocolos de Esteban de Liaño, nº 1.847 fol. 396 y 1.854, fol. 2.123 que son dos cartas de pago otorgadas en Madrid por los citados armeros, la primera en 4 de abril de 1603, siendo secretario del duque Tomás de Angulo, y la segunda en 24 de septiembre de 1607, con Andrés de Laredo y Vergara, nuevo secretario del duque; en ellas manifiestan haber recibido de uno y otro secretarios diversas cantidades del salario que tenían señalado para que acudiesen a limpiar y adereçar las armas que su exca. tiene en su armeria de la villa de Ampudia, v. Fig. 2), y que en 1641 se sacaron varios cañones quizá con motivo de la guerra con Portugal, más de un siglo después, en 1762, se sacan más piezas para otro conflicto con Portugal (aliada de Gran Bretaña en la llamada Guerra fantástica), y todavía en 1798 causaba admiración de un comisionado enviado por el Duque de Berwick lo que restaba de la original dotación. Respecto al probable origen en el arsenal de la Corona de esta artillería, la referencia de Cabrera de Córdoba (Relaciones... Relación de Valladolid a 5 de octubre de 1602, Ob. cit. p. 157) donde dice: Los aficionados a la vivienda de Madrid han estado con la esperanza de que S.M. volviera la Córte allí... pero agora que han visto que se ha traído el hospital General de la Corte..., allende que se mandan traer las armas de la armería de S.M.; de modo que es evidente señal para entenderse cuán de asiento estará aquí la Córte por algunos años. 31. AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.763, año 1601, fol. 33. Pagó el Duque 4.000 maravedís. 32. AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.763, año 1602, fol. 345. En este caso el precio pagado fue de 21.000 maravedís. 33. Archivo Histórico Nacional (AHN), Sección Nobleza. Osuna, Caja 2014, docs. 1-15. 34. AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.766, año 1606, fols. 405-410 y año 1607, fols. 110 y 124. 35. Archivo Municipal de Ampudia (AMA), Secc. Histórico, Caja 2, 1(2). El texto completo de esta petición fue publicado en el trabajo: FONTANEDA, C. e IZQUIERDO, J.I.: Ampudia 16062006, IV centenario del otorgamiento en la Villa del traslado de la Corte de Valladolid a Madrid, Ed. Institución Tello Téllez de Meneses, Diputación Provincial de Palencia, Palencia, 2006, pp. 65-68. 36. En Ampudia fue notificada a la justicia y regimiento presididos por el alcalde ordinario Diego de Puelles el 12 de marzo por voz del escribano Pedro de Alejandre, el 17 de ese mes se dieron instrucciones para pregonarla y se nombraron diputados responsables de ejecutar los mandatos en ella contenidos – el mismo Diego de Puelles y el Regidor Juan de Villalba- y se pregonó por primera vez en la plaza e corredera publica en altas boces por boz de blas de la torre pregonero publico el domingo
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18 de marzo, días después –25 de marzo- se nombraron administradores para las sisas del vino y aceite –Alonso Díez, Bernabé de la Torre, Bernabé de Vertabillo y Agustín de Argilles, que dieron precisa orden a los comerciantes locales de aceite de declarar la mercancía traída desde Rioseco en la puerta de Prado y los procedentes de Palencia en la puerta de Moradillo, y si venían mercaderes de fuera sean obligados de lo meter por las puertas de Isidro y de Prado, disposiciones que se volvieron a pregonar ese mismo día y siguientes en los cantones y calles acostumbrados porque benga a noticia de todos, porque dichas sisas empezaban a correr (a tener vigencia, a cobrarse) el 1 de abril. Todas estas noticias sobre el desarrollo de las operaciones vinculadas al servicio de los 18 millones en Ampudia en AHPP: Protocolos de Pedro Alexandre (incluidos entre otros de Bartolomé de la Vega), Caja 10.730, varios pliegos y legajos sin foliar. 37. Cédula Real dada en Valladolid a 28 de agosto de 1603, consecuencia de acuerdo de las Cortes de Valladolid. Hemos leído copia contenida en AHPP Protocolos de Bartolomé de la Vega, Caja 10.730. 38. Trataban en concreto: sobre la forma correcta de cobrar los impuestos de montazgo en los puertos Reales al ganado de paso (condición 12), sobre la necesidad de ir suprimiendo oficios de administración como las veinticuatrías regimientos y juradurías que se habían incrementado de forma escandalosa desde 1540 (condición 17), sobre la necesidad de suprimir oficios que se habían hecho perpetuos en lugares con menos de 500 vecinos para dejarlos anuales (condición 18), sobre las escribanías del número que habían aumentado de forma considerable desde 1540 para que se fuesen consumiendo al quedar vacantes (condición 20), sobre el oficio de marcador mayor de la Corte y del Reino – funcionario especializado en hacer padrones y catastros, más o menos- para que retornara a sus antiguas funciones sin los abusos a que había dado lugar desde que lo dejó un tal Juan de Ayala (condición 22) y, finalmente, sobre el oficio de alcalde de sacas –especializados en vigilar el comercio entre distintos lugares- y problemas que habían tenido con jueces de residencia –inspectores de su trabajo- (condición 26). V. Actas de las Cortes de Castilla, tomo XIX, Ed. Congreso de los Diputados, Madrid, 1899, pp.673-714 y Premáticas del Año de mill y seiscientos y dos, Valladolid, Por Luys Sanchez, Año 1602 (hemos consultado un ejemplar de la Biblioteca antigua de la Universidad de Salamanca, encuadernado con otra Pragmática dada en Madrid, Imp Pedro Madrigal de 1600, signatura BUSAL: BG/44.350). Las citadas “condiciones” se dieron a la imprenta en febrero de 1601 y se distribuyeron por todo el Reino, en Ampudia fueron notificadas a las autoridades y pregonadas en las fechas en que se hizo lo mismo con la Real Cédula mencionada en nota anterior, de ambas existe copia impresa en los Protocolos de Pedro Alexandre citados (incluidos en otros de Bartolomé de la Vega, AHPP Caja 10.730). 39. V. GIL AYUSO, Faustino: Noticia Bibliográfica de textos y disposiciones legales de los Reinos de Castilla impresos en los siglos XVI y XVII, Ed. Patronato de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1935. 40. En 1602 corrió un rumor de ciertas maniobras en la Cámara de la Reina contrarias a Lerma; se buscó como chivo expiatorio a la Marquesa del Valle, que llevaba muchos años como dama de la Reina y aya de la princesa Ana Mauricia. Lerma colocó poco a poco parientes directas suyas en dicha Cámara para prevenir cosas semejantes: tres de sus hijas, Catalina de la
Figura 3.- Pragmática Real dada en Ampudia a 21 de enero de 1606
llegaron a imprimirse) sólo conocemos dos Pragmáticas dadas en Ventosilla, una de 15 de octubre de 1603 sobre los exámenes a que debían someterse los Cirujanos Romancistas y otra de 27 de octubre de 1604 que prohibía que los hombres anduviesen en silla de mano; y en Lerma sólo una Pragmática de 2 de septiembre de 1605 en la que se subía el precio de los cereales y una Cédula Real de 23 de junio de 1610 que prohibía meter, vender, comprar, tener o imprimir en estos Reinos el tomo undécimo de los Anales del Cardenal César Baronio (?); el grueso de disposiciones legales emanadas de la Corona, las Cortes o los órganos de gobierno oficiales (al menos las que llegaron a publicarse impresas) se promulgan desde Valladolid en estos años, o desde los lugares reales de Madrid (Aranjuez, San Lorenzo, la propia villa de Madrid), con escasas excepciones de firmas reales en instrumentos dados en Tordesillas, Aranda o Burgos39. Creemos que por su importancia en relación con el citado servicio extraordinario, estas seis Pragmáticas dadas en Ampudia son testimonio claro de que la villa tenía para el duque de Lerma ese carácter de oficina o despacho o sucursal de la propia Corte en cuestiones de gobierno que venimos comentando. Aparte de esto, Lerma también se ocupó en estos días de cuestiones más domésticas: hasta Ampudia llegó el día 20 de enero, Francisco Reinaltes, platero de su magestad, para entregar al duque una sortija de diamantes que su excelencia le conpró para dar en ferias a la señora condesa de Lemos (Doña Catalina Sandoval, hermana del duque, dama “muy activa, prudente y muy amada –y temida- del duque”, que pasó a ser camarera mayor de la Reina Margarita de Austria sucediendo a Doña Catalina de la Cerda, esposa del duque, cuando ésta murió en 1603; maniobra de Lerma, como tantas otras, para tener también controlada a la Reina que pudo haber alentado una corriente de opinión en su contra40), y por la cual cobró 26.180 maravedís41. Las visitas de 1603 y 1604 posiblemente sean las que más propiamente se programaron para solaz y descanso del Rey. La primera, el 29 de junio, día de San Pedro, a la vuelta del viaje más o menos oficial por Burgos, Castrojeriz y Palencia, pudo ser sólo de pernocta, aunque insistimos en lo dicho antes, si el Rey, la Reina y la infanta (Ana Mauricia) que era muy pequeña (había nacido el 22 de septiembre de 1601 y fue bautizada el 7 de octubre en Valladolid) estaban muy cansados
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porque el viaje fue duro (en Burgos recorrieron los monasterios de los alrededores durante varios días desde el 11 de junio, a Palencia llegaron el 26 de junio a las 4 de la mañana, encontrándose cerrado el convento de San Pablo donde pensaban dormir), no se entiende bien por qué no toman el camino directo hasta Valladolid para terminar el viaje (llegaron el 30 a las 10 de la noche). La del 27 de junio de 1604 por su parte demuestra que la distancia entre Ampudia y Valladolid se recorría con relativa facilidad y pocas penurias, porque el Rey acudió con poco séquito sólo a ver unos festejos organizados por los ampudianos para el duque de Lerma y su familia, como hemos dicho, (toros y cañas a los que invitaron al Obispo de la capital) y volvió por la tarde a la ciudad, ya de noche, pero a hora prudencial. Por otra parte, a lo largo de 1603 tuvo la familia real que ocuparse de asuntos domésticos y otros oficiales que les mantuvieron muchos días lejos de Valladolid y de Castilla (como ya reseñamos: parto difícil de la Reina el 1 de febrero, muerte de la Emperatriz María en Madrid el 26 de febrero, muerte y funerales en Valladolid de Doña Catalina de la Cerda, nuevo viaje a Madrid en noviembre para dirigirse a Valencia en visita oficial de más de dos meses de ausencia, etc...). Al margen de todo esto, entre diciembre de 1602 y mayo de 1603 se documenta la estancia en Ampudia de la condesa de Santa Gadea, Doña Luisa de Padilla, viuda de Martín de Padilla, Adelantado Mayor de Castilla, Capitán de galeras del Reino y Primer General de la Armada del Océano, que se significó en la batalla de Lepanto (1571) y en la defensa de las costas de Galicia y Portugal entre 1595 y 1601, murió en Puerto de Santa María en 1602. Doña Luisa, consuegra del duque de Lerma (su hija Doña María Manrique de Padilla casó con el primogénito de Lerma, Cristóbal de Sandoval y Rojas, marqués de Cea y a partir de 1607 duque de Uceda) firmó varios poderes a favor de distintas personas, en su nombre y en el de sus hijos (Juan de Padilla conde de Buendía y heredero, Marco Antonio, Eugenio, Martín y Luisa), ante distintos escribanos de Ampudia, entre, al menos, el 17 de diciembre de 1602 y el 3 de mayo de 1603, a favor de distintos individuos para que se ocuparan de los asuntos de su hacienda (al parecer hizo almoneda o subasta pública de muchos bienes que dejó su marido) en los más diversos lugares del Reino (Zalamea, Calatañazor, Sevilla, Barcelona, etc...)42. No nos cabe duda que esta condesa y al menos su hijo mayor, estaban en Ampudia acogidos por el duque de Lerma, residiendo probablemente en el castillo (quizá en alguna de las otras casas del duque), habida cuenta de las relaciones familiares y de amistad que les unían; poco tiempo después (febrero de 1606) Doña Luisa, una vez resueltos los asuntos de la herencia de sus hijos, tomaría el hábito de las descalzas carmelitas e ingresaría en el convento de Talavera de la Reina de forma discreta; y de allí la sacó en 1608 el duque para hacerla priora de un nuevo convento que fundó para ella en la villa de Lerma (monasterio de la Madre de Dios)43. En 1605 no se documenta visita alguna de la familia real y la Corte a Ampudia; el invierno estuvo caracterizado por la aparición de varias epidemias de fiebres, tercianas y viruelas en Valladolid que afectaron seriamente a varios miembros de la familia real y cortesanos; pareció en esta ocasión que los aires de Tordesillas eran mejores para defenderse de estos males y allí fueron a finales de febrero, como ya mencionamos. Hay sólo un episodio relacionado con Ampudia que también puede contribuir a precisar la idea que el duque de Lerma pudo tener sobre la utilidad de la villa en sus planes: narra el cronista Cabrera de Córdoba cómo a finales de abril o primeros de mayo de este año el duque envió a su hijo menor, Diego Gómez, conde de Saldaña, preso bajo custodia de un alcaide para que quedara detenido en el castillo de Ampudia, a raíz de un altercado que provocó en una noche de juerga con amigos en Valladolid (24 de abril) y del que salió herido de espada; aquí permaneció castigado y lejos de las fiestas cortesanas más de dos meses (se perdió la mayor parte de las celebraciones del bautizo de Felipe IV)44. Es decir, casa fuerte, segura, discreta y próxima, que podía servir para controlar al Rey y también los excesos de su propia familia. Por último, en la visita de Enero de 1606 volvemos a encontrar elementos que apoyan nuestra hipótesis, porque a pesar de haberse programado, como ya
Cerda, Juana de Sandoval y Francisca de Sandoval, dos nueras, Luisa de Mendoza condesa de Saldaña heredera de los duques del Infantado y Mariana de Padilla hija de Martín de Padilla Adelantado mayor de Castilla, varias sobrinas, Catalina de Sandoval, Juana de la Cerda, Isabel de Moscoso, etc. (v. Antonio FEROS: Ob. cit., p.185). 41. V. APM, Protocolos de Esteban de Liaño, Prot. 1846, fol. 118, donde figura la carta de pago que dicho platero extiende a favor de García Mazo, intermediario, en 28 de enero de 1602. 42. Conocemos los siguientes instrumentos legales promovidos por la condesa en el período mencionado: poder a favor de Alonso Íñiguez para tratar asuntos de la encomienda de la villa de Zalamea (17 de diciembre de 1602, AHPP, Protocolos de Bartolomé de la Vega, Caja 10.711, años 1601-1602, fol. 339 – 307 tachado-); poder a favor de Pascual de Cuenca clérigo para representar a la condesa ante los tribunales, 18 de Enero de 1603; poder de Juan de Padilla, hijo de la condesa, a favor de Jaime Cotel, vecino de Barcelona, para comprar todo tipo de mercaderías, 5 de Enero de 1603; poder a favor de Juan de Salazar, residente en Sevilla, para comprar quales quier cantidades de juros al quitar de a catorce o de a veinte o a de otros precios y con los corridos dellos situados en la Casa de la Contratación de las Indias de dha. ciudad... y para los pagos se le autoriza a hacerlo en dineros y en plata y oro o tapicerías o colgaduras de seda de tela deoro y plata bordados y otros cualesquier bienes de los que el dho. Juan de Salazar tiene a su cargo de la almoneda que de mi ordenare ... que quedaron del adelantado mi señor..., 5 de Enero de 1603; poder a favor de Alonso de la Mora, vecino de Calatañazor para aber y cobrar lleuar y recaudar en juicio o fuera del de todas y cualesquier persona o personas las rentas de trigo, cebada o dineros, oro, plata e otras qualesquier cosas de las rentas que en la villa de Calatañaçor y su jurisdiccion que a mi me pertenecen..., 29 de Enero de 1603 (estos últimos instrumentos en AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.764, año 1603, fols. 545-552); otro poder de Don Juan de Padilla, conde de Santa Gadea estante en la villa de Ampudia, en 3 de mayo de 1603 (AHPP. Protocolos de Bartolomé de la Vega –mezclados con otros de Pedro de la Vega-, Caja 10.712, año 1603, fol. 419). 43. V. noticias al respecto del conde y condesa de Santa Gadea en CABRERA DE CÓRDOBA: Ob. cit. pp. 9, 26, 32, 36, 53, 57, 69, 97, 133, 143 (esta última, fechada en Valladolid a 18 de mayo de 1602, narrando la muerte repentina del Adelantado), 273 (ingreso de Doña Luisa en las Carmelitas, fecha de la relación Valladolid 18 de febrero 1606) y 337 (sobre la fundación del monasterio en Lerma, fecha en Madrid 10 de mayo de 1608). 44. Cf. CABRERA DE CÓRDOBA: Ob. cit., Relación de Valladolid a 14 de mayo de 1605; el portugués Tomé Pinheiro da Veiga, presente en Valladolid en estas fechas narra con detalle el altercado en su obra Fastiginia (publicada con el subtítulo de Vida cotidiana en la corte de Valladolid. Traducción y notas de Narciso ALONSO CORTÉS, Ed. Ámbito y Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1989, p. 64-65).
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Figura 5.- Carta de Pedro Franqueza a Lerma y respuesta de éste, 20 enero 1606.
45. Archivo General de Simancas (AGS), Estado, legajo 205. Carta de Pedro Franqueza al duque de Lerma de 20 de enero de 1606, respuesta de Lerma con la misma fecha. Es muy probable que el mismo mensajero hiciera el viaje de ida y vuelta en el mismo día. En el mismo legajo otras cartas de Franqueza al duque de 25 y 29 de enero de 1606 dan cuenta de la persistencia en las maniobras ocultas de ambos para culminar los trámites legales necesarios después de firmado el acuerdo del traslado de la Corte. Cita una de estas cartas, insistiendo en el deseo de Lerma de celebrar reunión secreta con los comisionados de Madrid, WILLIAMS, Patrick: The great favourite, The Duke of Lerma and the court and government of Philip III of Spain, 1598-1621. Manchester University Press, Manchester & New York, 2006, p. 97. 46. AVM, Acuerdos del Concejo, Libro 25, fol. 356 vto. y Tomo 26, fol. 279 vto. 47. AVM, Acuerdos del Concejo, Libro 25, fol. 356 vto.-357 y Libro 26, fol. 250 vto.-251; donde dice (con ligeras variantes en la relación entre los dos libros citados): En Madrid jueves veinte y seis de henero de mill y seiscientos y seis años... En este ayuntamiento aviendose visto una carta que el sr allde. escrivió a esta villa desde Valladolid de veinte y tres de henero en que se da cuenta de lo que se ha hecho con su mgd. sobre la mudança de la corte a esta villa y lo que sobre ella ha pasado y la merced que nro. sr. ha hecho a esta villa se acordo que esta tarde se haga una solemnisima procesión que salga desde Sta. Ma. y vaya a la Vitoria en hazimiento de gracias y vuelba por el convento de las descalzas y que esta noche haya luminarias generales y se pregone y se pongan faroles y para ello sean comissionados los srs. Miguel Martínez y Juan de Pinedo y al correo que truxo la carta de la nueba se le den quarenta ducados de más de su viaje y a don Bernabé hijo del Sr. Alcalde que truxo la carta a este ayuntamiento se le den cien ducados...
hemos dicho, para descanso y divertimento de la familia Real y gran parte de la Corte, con abundantes festejos, el movimiento de despacho fue intenso y de primera importancia para el devenir inmediato de los acontecimientos: llega la familia Real a la villa el día 16 de dicho mes con intenciones de permanecer aquí hasta Carnavales (Carnestollendas), y al mismo tiempo, o en días sucesivos, acuden también Juan de Borja, tío del duque y recién nombrado mayordomo de la Reina y miembro de los Consejos de Estado y de Portugal, los miembros de la Junta de Hacienda (El Confesor Aliaga, Ramírez de Prado, y el conde de Villalonga, Pedro Franqueza, que era secretario del Consejo de Estado) para tratar asuntos referidos a la guerra de Flandes y destino de la plata que se esperaba llegara de Indias en pocos días; el Rey firmó varias Cédulas Reales dirigidas a la Casa de Contratación de Sevilla entre los días 18 y 29, y, hasta aquí hubieron de desplazarse los Comisionados de la villa de Madrid que venían a negociar el regreso de la Corte. Algunos indicios en la narración del Cronista Cabrera de Córdoba hacen sospechar que ya se conocía la venida de esta Delegación antes de decidir el viaje a Ampudia, es decir, que cabe suponer, una vez más, que el duque de Lerma prefiriera tratar este asunto en un marco más privado y con pleno control de la situación como el que le reportaba el castillo de Ampudia. Así se deduce igualmente de la correspondencia urgente que en los días previos mantuvo Lerma con el secretario del Consejo Pedro Franqueza: en carta remitida por Franqueza desde Valladolid el 20 de enero comunica su preocupación porque los comisionados de Madrid probablemente no han recibido a tiempo un mensaje del duque sobre las circunstancias del encuentro negociador, ya que habían partido de Madrid antes de lo previsto, y sugiere que se celebre la negociación en algún lugar a medio camino entre Valladolid y Ampudia; el duque le contesta con urgencia (escribiendo en el margen de la propia carta de Franqueza) que salga a su encuentro y se dirijan directamente a Ampudia, sin tocar Valladolid en modo alguno; otros detalles de esta carta (ver Fig.5 y Apéndice) apuntan en la misma dirección45. Lo cierto es que el Concejo de Madrid adopta el acuerdo de enviar al Corregidor y Alcalde Silva de Torres, acompañado de los Regidores Gregorio de Usátegui, Lorenzo del Prado, Juan Fernández y Jerónimo de Barrionuevo en sesión celebrada el lunes 16 de enero, para que vayan a la ciudad de Valladolid y a otra qualquier parte donde su Magd estuviere a tratar deste negocio...46. El invierno fue duro y el paso del puerto de Guadarrama difícil, pero debieron de llegar a las proximidades de Valladolid el día 21 o 22 e inmediatamente, sin entrar en la capital, se desviaron hacia Ampudia, donde, tras una previa entrevista con el duque y con la mediación del mencionado Franqueza, expusieron a Felipe III su oferta consistente en 250.000 ducados para las arcas reales y el importe de la sexta parte de los alquileres de todas las casas de Madrid durante 10 años, además de sufragar los gastos del traslado (v. Apéndice). El día 23 Silva de Torres despachaba un correo urgente a Madrid con la notificación del acuerdo; el Concejo lo recibía el 26 y organizaba para ese mismo día una procesión de acción de gracias ordenando que se hicieran luminarias y se encendieran faroles por toda la villa a la vez que recompensaba al mensajero con 40 ducados y al hijo de Silva de Torres (Bernabé Silva), que llevó el mensaje al ayuntamiento, con otros 100 ducados47. El duque de Lerma, por su parte, despachó también órdenes inmediatas para que se notificara la resolución a todos los Consejos del Reino en Valladolid, como así se hizo el día 24, y ese mismo día remitió desde Ampudia una carta dirigida al Concejo de Madrid, que se leyó en sesión del ayuntamiento el día 30, en la que de forma sutil y, diríase, un tanto cínica, se erigía en protagonista de la decisión adoptada (v. Fig. 4)48. La Comisión de Madrid regresó el domingo 29 de enero y fue objeto de una magnífica recepción en la villa, a la vez que se recompensaba a sus miembros con suculentas dádivas por el mucho trabajo que los dichos señores an pasado en esta jornada y el peligro del puerto y el remedio que de su jornada a resultado a esta villa y vecinos della y su comarca...49. Hubo fiestas en esta visita, como hemos dicho, aunque no todas las previstas en origen: se celebró un torneo en la pradera de Alconada y los ganadores fueron
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37 premiados con magníficos trofeos que trajo desde Madrid el platero García de Sahagún, en concreto 18 piezas de plata por las que recibió del tesorero del duque 2.285 reales50; también se representó una máscara en el castillo. Una vez que la Corte volvió a Madrid se acabaron las fiestas y visitas cortesanas a Ampudia (salvo el fugaz viaje de 1607 que hemos reseñado). El duque, no obstante, no se olvidó de los compromisos adquiridos con la villa, al menos mientras conservó su poder e influencia. A título de ejemplos vamos a repasar brevemente algunos episodios de la inmediata evolución de las fundaciones y legado del duque. LA COLEGIATA Aspectos jurídicos e institucionales: No se constituyó oficialmente hasta el 22 de abril de 1607, dominica in albis, (domingo siguiente al de Pascua de Resurrección51), después de haber culminado toda una larga serie de trámites y negociaciones, por ejemplo: en 22 de septiembre de 1606 todavía el Cabildo de Husillos, pese a haber manifestado en 1604 su consentimiento, como dijimos más arriba, acordaba escribir al duque o a su secretario don Rodrigo Calderón para darle cuenta de ciertos pleitos que tenía pendientes la Abadía y que interferían en el traslado; el 25 de febrero de 1607 se leía en Husillos una carta de respuesta del citado Rodrigo Calderón en la que de parte del duque se instaba al Cabildo para que no retrasara más la traslación, aunque el Cabildo decidió enviar dos comisionados a Madrid para tratar aún algunos extremos al respecto, en los que se ocuparon a lo largo de todo el mes de marzo, y todavía el 1 de abril andaban por la capital sin dinero para el viaje de vuelta mientras el duque enviaba carta a Husillos intentando rematar el negocio del traslado52; el 6 de abril de 1607 se notificaba al obispo de Palencia Martín de Aspe y Sierra, conde de Pernía, y al Canónigo provisor de la Catedral de Palencia, Gaspar de Peralta, por parte de Juan de Acevedo, alguacil mayor de la Figura 4.- Acta del Concejo de Madrid, 30 de enero de 1606 Santa y General Inquisición y alcalde del castillo de Ampudia, representante del con carta del duque de Lerma firmada en Ampudia a 23 de duque, como dijimos, la Bula Pontificia de la traslación y se pedía diesen su con- enero de 1606 sentimiento escrito, como así lo hicieron, aunque poco tiempo después, en enero de 1608, se planteó un conflicto por derechos que el Obispado tenía en los diezmos de Ampudia y que, al parecer, se habían visto afectados por la creación de la nueva Colegiata; el propio Pontífice Paulo V tuvo que emitir algunas disposiciones al respecto y la solución final no satisfizo al Cabildo Palentino que presentó una protesta formal en abril del mismo año53; el 18 de abril de 1607 era el Cabildo de Husillos el que en reunión plenaria recibía la notificación de dicha Bula papal que presentó Antonio Hernández, notario apostólico, para su aceptación (otras notifi48. El texto completo de esta carta fue publicado en el tracaciones con solicitud de aceptación hubo que hacer más adelante, por ejemplo en bajo: FONTANEDA, C. e IZQUIERDO, J.I.: Ampudia 1606-2006, IV centenario del otorgamiento en la Villa del traslado de la Corte 29 de febrero de 1612 al Obispado de Valladolid)54. de Valladolid a Madrid, Ed. Institución Tello Téllez de Meneses, Después de todos estos trámites la Colegiata inició su andadura con no pocas Diputación Provincial de Palencia, Palencia, 2006, página 12. dificultades en los primeros momentos: la primera sesión ordinaria del Cabildo no Reproducimos aquí la copia que se incluyó en Acta del Concejo de 30 de enero de 1606. se celebró hasta el 4 de mayo y la siguiente se demoró hasta el 2 de julio (cuando de Madrid 49. AVM, Acuerdos del Concejo, Libro 25, fol.358 y Libro más adelante lo usual era una reunión semanal, o más frecuentes si era necesario); 26, fol.252. 50. APM, Protocolos de Esteban de Liaño, nº 1852, fol. la mayoría de los prebendados que había en Husillos debieron de renunciar a sus 185, carta de pago de García de Sahagún a favor del duque de posibles derechos a trasladarse a Ampudia manteniendo sus prebendas (salvo quizá Lerma, firmada en Madrid a 9 de marzo de 1606, en la que el un Racionero llamado Gil que aparece en las Actas del Cabildo de los dos lugares dicho platero reconoce haber recibido de Andrés de Laredo y en 1607), ya que en los primeros meses de funcionamiento del Cabildo ampu- Vergara, tesorero del duque, dos mill ducientos e ochenta y cinco por tantos que hubo de aver por las diez y ocho pieças de diano se contaban muy pocos prebendados (sólo 6 figuran en las sesiones de mayo reales plata que llevó concertadas en el dicho precio a la villa de Amde 1607, en julio de ese año estaban cubiertas las prebendas de Tesorero y Chan- pudia para los premios del torneo que allí se hizo a sus magestre -Dignidades-, tres canonjías y no más de seis Raciones), que se veían obligados tades que se dieron a los que los ganaron... 51. APA, Libro de Acuerdos Capitulares, nº228, fol. 35 vto. a constantes reuniones (casi diarias a partir de agosto) y viajes para revalidar los 52. APA, Libro de Acuerdos Capitulares, nº 228, fols. 23 y derechos heredados de la Abadía de Husillos desde tiempos remotos y que no pa- 33. 53. V. SAN MARTÍN PAYO, Jesús: “Catálogo del Archivo recían estar muy claros en la documentación aportada desde la antigua Abadía; el de la Catedral de Palencia”, Publicaciones de la Institución Tello duque estaba muy ocupado con la instalación en Madrid y sus operaciones parti- Téllez de Meneses, nº 50, Palencia 1983, docs. 586 y 587. culares allí, no vino siquiera a Ampudia para la inauguración solemne de la Cole54. APA, Legajos Diversos, Caja 152, copias incluidas en giata (a diferencia de lo que haría en Lerma en 1617 con la de San Pedro, con una requisitoria de 1716 para cobrar la dotación fundacional de 1.000 ducados, que nadie aportaba desde 1713, debido a los grandísimas fiestas durante más de una semana, y muchas otras inauguraciones de los pleitos sobre el señorío de Lerma.
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55. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 228, Cabildos ordinarios de 17 de agosto, 31 de agosto, 7 de septiembre, 10 y 12 de octubre de 1607, fols. 39 vto., 43 vto., 44 vto., 47 vto. y 48. Los asuntos adicionales que se le encargan tenían que ver con la petición de una provisión del Consejo Real para que los vecinos con propiedades en los términos de Grijota y Fuentes de Nava abrieran los arroyos para permitir que corriera el agua de la Nava y evitar que inundara tierras y molinos que el Cabildo poseía en estos lugares. 56. APA, Libro de Acuerdos Capitulares, nº 228, fol.51. La toma de posesión es certificada por el escribano Pedro de Alexandre, en nota al margen se menciona que este Abad lo fue luego de Lerma. A título de curiosidad cabe mencionar otras vinculaciones legales que tuvo la Colegiata de Ampudia con la de Lerma desde sus orígenes: en las respectivas Bulas de fundación se asignaba a las Abadías de ambas una participación en los diezmos de un Beneficio curado de la iglesia de Alcaudete (de la Jara) en la provincia de Toledo, por valor de 15.000 reales; la poca precisión en la formulación de este privilegio condujo a una serie de pleitos encadenados desde al menos 1630, que se alargan hasta bien entrado el siglo XVIII; en origen se discutía si ese privilegio era exclusivo de los Abades o de las Instituciones en sí (las Abadías); en este segundo caso los demás prebendados reclamaban participación en los ingresos derivados; entre octubre de 1633 y junio de 1634 el pleito se planteaba en términos de enfrentamientos entre los Abades y sus respectivos Cabildos, hubo intercambios de emisarios y cartas entre Ampudia y Lerma, y sesiones subidas de tono que acarrearon sanciones internas y castigos (como el del Racionero Licenciado Miñaca que el 2 de diciembre de 1633 fue castigado con 2 ducados de multa y negación del derecho a voto hasta Pascua florida del año siguiente). (V. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 230, Cabildos de 7 octubre, 8 octubre, 10 noviembre, 17 noviembre, 2 diciembre de 1633 y 2 mayo, 9 mayo y 30 junio de 1634; fols. 126, 128, 131, 230 y ss.). Otro frente tuvo la defensa de este privilegio sobre los bienes de la iglesia de Alcaudete: los Abades de Ampudia y Lerma tuvieron que afrontar pleitos planteados por los Curas de dicho lugar que se oponían a tal servicio, destacó en particular la beligerancia de uno de estos curas llamado Fernando Mejía de Lara entre 1633 y 1656, cuyas alegaciones contra el dicho privilegio fueron abundantes y se publicaron en distintas fechas (v. por ejemplo MEJÍA DE LARA, Fernando: Por...Fernando Mexia de Lara... y por las Villas y Lugares de Alcaudete, Espinoso del Rey, Beluis de la Xara, Torrecilla y Nabaluzillos: con los Abades, e Iglesias Colegiales de las Villas de Lerma y Ampudia...sobre el artículo de manutención que pretenden los Abades e Iglesias Colegiales, año 1633; id.: Pleito con los Abades y Iglesias de las villas de Lerma y Ampudia... satisfación a las dificultades que se opusieron a la vista del pleito... –Texto firmado por “El Licenciado Sigura de Villa-Real”, año 1634; id.: Señor Auditor. I La pensión es seruidumbre, y odiosa, y como tal se deue restringir, como se dixo en la informacion que se dió a V.S.Ilust., etc... año 1634; Id.: Propónense ocho fundamentos especiales q assisten al Doctor Fernando Mexia de Lara Cura de Alcaudete, y sus anexos, para que se deniegue la manutencion que piden los Abades de las Iglesias Colegiales de Lerma y Ampudia, de la pensión de 15 mil reales perpetua que pretenden tener sobre la Parrochial de Alcaudete, año 1653; id.: Señor Don Juan Carlos de Camilli, Auditor. Por no cansar a V.S.
Cáliz y bandeja de plata. Regalo del Duque de Lerma a la Colegiata de Ampudia. Ampudia, Museo de arte Sacro
conventos y palacios) y en agosto de 1607 el Cabildo ampudiano tuvo que comisionar al Racionero Antonio Hernández para que vaya a Madrid a bessar las manos a su exca de parte de este cabo. i darle cuenta del estado desta iglesia y solicitar la expedición de los privilegios de Hussillos i Villa abdilla y acer lo mismo con el sr. abbad y solicite la soltura de el sobrino del canónigo Simón que esta presso en la de corte y para esto le hacen veinte días dándole por cada uno doce Rs. y si fuese necesario mas tiempo avissando a este Cabildo le darán más viendo que conviene... A finales de agosto se enviaba una carta a este emisario del Cabildo para que negociara más cosas aprovechando su estancia en Madrid; los veinte días de gestiones previstos se alargaron más de lo esperado, pero el 12 de octubre se recibe una carta suya en que comunica el éxito de sus trámites en la mayoría de los asuntos encomendados55. Hasta el 20 de noviembre de 1607 no tuvo la Colegiata Abad; ese día tomó posesión como primer Abad Cristóbal de Lobera, que luego sería también Abad de la Colegiata de Lerma56, y a lo largo del resto de este año y primeros meses del siguiente se fueron cubriendo la mayoría de prebendas vacantes y organizándose el funcionamiento del Cabildo de acuerdo con los Estatutos que diera el propio duque (confirmados en Madrid a 25 de mayo de 1609). Aspectos materiales y artísticos: A pesar de la ausencia, el duque no descuidó sus compromisos más materiales con la Institución Colegial; a través de su diligente administrador, el mencionado Juan de Acevedo, se ocupó de toda una serie de obras de reforma en la iglesia de Ampudia para acondicionarla convenientemente a sus nuevas funciones y dotarle de mayor esplendor y funcionalidad. A partir del mes de junio de 1607 se contrataron diversos artistas y artesanos a tal efecto, y aunque a veces eran pagados por el Mayordomo del Cabildo, las escrituras de contrato, hechas con el citado administrador, hacen pensar en una directa implicación del duque. El ensamblador vallisoletano Diego de Basoco y el pintor palentino Francisco de Molledo, a veces asistidos por otros artesanos y auxiliares, trabajaron en la iglesia de forma ininterrumpida desde 1606 a 1609 en las siguientes faenas: construcción de una custodia delante del retablo mayor, construcción de un nuevo coro después de desmantelar el antiguo que estaba sobre la puerta del retortero con bancos de nogal, construcción y pintura de dos rejas, una cerrando la capilla mayor y otra similar para cerrar el nuevo coro con las armas del duque en lo alto, un facistol grande para el coro y otros pequeños para la lectura de las Escrituras y un cirio pascual57. A finales de 1607 el pintor vallisoletano Tomás de Vallejo fue llamado para valorar las rejas con las armas del duque y dio su aprobación a la obra realizada. En 1621 el citado Diego de Basoco sería llamado de nuevo para la construcción de un nuevo retablo para la capilla mayor, aunque no lo terminaría (en
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EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO61 En numerosas ocasiones se declaró el duque muy devoto de la Orden de franciscanos descalzos y fundó varios conventos de esta religión. En Ampudia, como está dicho, fundó uno que, de momento se instaló en unas casas que dio el duque a los frailes como sede provisional. Al parecer tenía la intención de hacerles una sede más digna más adelante, pero la marcha a Madrid pudo retrasar este proyecto. Lo cierto es que los frailes trabajaron por su cuenta para conseguir fondos y lugar para el nuevo convento, aunque no sin dificultades. El 15 de abril de 1606 Alonso de Castro, vecino de Ampudia y sobrino del obispo de Segovia Pedro de Castro, también ampudiano, hacía donación de unas
Iglesia y restos materiales del Monasterio de San Francisco, fundación del Duque de Lerma, hoy Museo de Arte Sacro.
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1648 lo continuaría Pablo de Freiría). Igualmente se recurría al administrador del duque para cosas menores, como la instalación de un esquilón para el reloj (el que daba las medias horas) porque uno traído de Husillos sonaba mal58. Aspectos espirituales: Tuvo tiempo también el duque, pese a la magnitud de los negocios que le ocuparon desde 1606 hasta su caída en desgracia en 1618 con la imperativa necesidad de centrar su atención en sus propios problemas, de preocuparse por los aspectos menos tangibles de la vida Colegial. No acudió, como hemos dicho, a la inauguración solemne de la Colegiata, pero debió de contar con información puntual y detallada del proceso de ocupación de los cargos y prebendas y de la calidad de las personas que fueron incorporándose al Cabildo. El viernes 14 de febrero de 1614 el Abad daba cuenta en la reunión del Cabildo de una comunicación de Don Juan López de Olaeta, contador del duque, acerca de la existencia entre los prebendados de personas que con poco temor de Dios Ntro. Sr. y en desprecio de sus ministerios no rezaban las horas canónicas y que vivían deshonestamente y que en sus cassas recibían mugeres para deshonestidades y que le habían dado memorial formado de esto y otras cossas graves y dignas de remedio59. Por su parte, el Cabildo se hizo conveniente eco mediante celebraciones especiales de algunos de los eventos que afectaron al duque en los últimos años de su vida, así, el 27 de abril de 1618 se acordaba hacer una celebración especial por el nombramiento de Cardenal, con luminarias y fiestas y se comisionaba a dos prebendados para ir a dar el parabién a su excelencia (aprovechando el viaje para cobrar algunas rentas sobre lugares como Huerta de Olmos); el 16 de mayo de 1625 se acordaba encomendar al duque en la misa mayor por su enfermedad, y cuando falleció se le hicieron solemnes funerales y se envió carta de pésame al Adelantado60.
con tantos papeles, se le suplica se sirua de pasar los ojos por este antes de determinar este pleito: que es resumen y compendio de todos los que a V.S. se le han dado por parte del Cura de Alcaudete..., año 1656; ESCOBAR, Fernando: Por el licenciado don Fernando Escobar, cura proprio de la Iglesia Parroquial de Alcaudete, y sus anexos. En el pleyto con los Abades de las Iglesias Colegiales de Lerma y Ampudia. Sobre decursas de pensión, 1657 (los originales de estos documentos que se refieren, al parecer, a un único pleito muy dilatado en el tiempo, en el Archivo de la Real Academia de la Historia, signaturas 14/11570 (2), 14/11570(3), 9/3722(26), 9/3722(27), 9/3722(28)). Hasta 1663 no se resolvería el pleito con los curas de Alcaudete, el 1 de octubre de ese año se firmó en la Nunciatura de Madrid una concordia entre los Abades de Ampudia, Juan de Escalada, y Lerma, Francisco de Arellano, con el Dr. Fernando de Escobar, cura de Alcaudete, ante Juan Baptista Álvarez de Ledesma, notario público apostólico del Tribunal de dicha Nunciatura (APA, Libro de Inventarios nº 112, relación de libros e Instrumentos que ai en la contaduría de esta Sancta Yglesia Collegial, hecho en 1712, fol. 18 vto.). En 1718 se volvería a plantear pleito sobre esta pensión al negarse de nuevo el cura de Alcaudete a satisfacerla, por lo que el Cabildo de Ampudia embargó todos sus bienes; no se resolvería hasta 1723 mediando de nuevo el Nuncio papal (APA, Escritura de transacción y concordia aprobada por el Ilmo. Sr. Nuncio destos Reynos de España sobre la pensión de Alcaudete, año 1723). 57 Las escrituras de contrato con los artesanos en AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.766, año 1607, fols. 210 a 226 y 249 (nuevo contrato a petición de Diego de Basoco, cuyos trabajos se habían visto retrasados por unas obras realizadas en la torre), los contratos para las rejas citadas, que debían llevar las armas del Duque, son extremadamente prolijos y minuciosos en los detalles de la obra a realizar. Los pagos a estos artistas en APA, Libro de Fábrica nº 56, 1592-1609, sin foliar, en que aparecen pagos a Diego de Basoco en las cuentas de 1606 (Mayordomo Juan de Villalba), al mismo y a Francisco de Molledo en 1607 (Cuentas del Mayordomo Andrés Blanco), compras de madera de nogal en 1607 (id.), más pagos a los que desmontaron el coro viejo e hicieron una escalera, pared y alacenas para los libros del coro en 1608 (cuentas del mismo Mayordomo Andrés Blanco), otros pagos a Diego de Basoco en el mismo año, liquidación final con Diego de Basoco en 1609 de todo lo que se le debía (cuentas del Mayordomo Gaspar de Arredondo). En total recibió Diego de Basoco del Cabildo 66.915 mrs. más varios pagos en especie (trigo y cebada) entre 1606 y 1609; las cuentas con Francisco de Molledo sólo son parciales (28.000 mrs. a cuenta de la custodia), es posible que recibiera otros pagos directamente de Juan de Acevedo que no hemos constatado en las fuentes. 58. APA, Libro de Acuerdos Capitulares, nº 228, 16061613, fol. 39 vto. Cabildo de 17 de agosto de 1607. 59. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 230, fol. 53 (103 numeración anterior), Cabildo Espiritual de viernes 14 de febrero de 1614. 60. APA, Libro de Acuerdos Capitulares, nº 229, fol. 227. 61. El convento de Ampudia llegó a tener un máximo de 24 frailes en las épocas de mayor desarrollo; en 1728 el Cronista de la Provincia de San Pablo, Fray Juan de San Antonio (Chronica de la Sancta Provincia de San Pablo de los Padres Descalços de San Francisco, Tomo I, Salamanca 1728, en la Imprenta de Santa Cruz, p. 86 y ss.) lo clasificaba en el 16º lugar en impor-
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Duque de Lerma. Obra de Pompeo Leoni, 1601. Museo Nacional de Escultura, Valladolid
tancia de los 26 con que contaba entonces dicha Provincia (el primero el de San Diego de Valladolid, fundación igualmente del duque de Lerma, le seguía el de San José de Salamanca y los de las principales ciudades de Castilla y León). 62. AHPP, Protocolos de Pedro de la Vega, Caja 10.766, año 1606, fols. 472-475. 63. Era esta duquesa doña Feliche Enríquez de Cabrera, mujer de Francisco de Sandoval y Rojas, nieto del Duque de Lerma; éste murió en 1636 sin dejar heredero varón, y su viuda, al parecer, pasó a ostentar títulos y señorío, pese a que por estas fechas ya se había iniciado un pleito por la sucesión a los Estados de Lerma; así doña Feliche o Feliz aparece como patrona de la Colegiata y heredera provisional de los títulos y obligaciones contraídas por el Duque en sus diversas fundaciones en distintos documentos de la década de 1630; más tarde el título de Duquesa de Lerma y Cea y condesa de Ampudia recaería en la hija mayor de los citados, doña Mariana de Sandoval Rojas y Enríquez de Cabrera, mientras su hermana Felice heredaría el de Duquesa de Uceda. 64. Todas las noticias sobre este asunto en APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 230, fol. 87 vto. Cabildo de sábado 4 de mayo de 1630; fol. 102 Cabildos de viernes 16 de mayo y viernes 6 de junio de 1631; fol. 102 vto. Cabildo de 14 de junio 1631 y Libro de Acuerdos Capitulares nº 231, fol. 33 Cabildo de viernes 18 septiembre 1637. A poco de terminarse el nuevo convento solicitaban los frailes permiso al Cabildo para hacer unas tapias en el palomar que tenían junto a la Casa de la Cruz, proyecto que supervisaron el Canónigo Dr. Villalba y el Chantre fabriquero de la Colegial (APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 230, fol. 51 vto., Cabildo de 5 de junio de 1638).
casas al convento de San Francisco, en la calle de Don Buesso, linderas con las casas de la Cofradía de la Cruz y las que ya ocupaba el convento y la calle pública, con todo su contenido, excepto las cubas de la bodega y algo de madera y paja; Fray Jerónimo de Sedano guardián del convento, fray Juan de San Isidro y fray Alejandro de la Anunciación, discretos, aceptaban la donación en nombre de la provincia de San Pablo y en el mismo acto ante el escribano Pedro de la Vega y el Corregidor de la Villa Jerónimo Salazar de Mendoza, tomaban posesión de ellas62. Con estos terrenos y quizá algunos más procedentes de donaciones, los frailes deciden en 1630 iniciar la construcción de su nueva casa e iglesia, y solicitan al Cabildo de la Colegiata el 4 de mayo que nombre dos personas para que acompañen a unos legos a pedir limosna por la villa para ayuda de la obra. Tal iniciativa y petición suscitó recelos en el Cabildo que era contrario al proyecto de los frailes y argumentaba que la propia fábrica de la Colegial estaba también necesitada de dinero y que no procedía construir otra iglesia de gran capacidad tan cerca de la Colegiata, como pretendían los frailes; se acordó enviar una carta de protesta a la duquesa de Lerma63, también se decidió enviar a unos prebendados a consultar letrados a Valladolid sobre el derecho de los frailes a esta obra y se remitió carta al provincial de la Orden sobre lo mismo; las tensiones entre convento y Cabildo fueron en aumento por esta cuestión y en junio de 1631 el Cabildo acuerda retirar a los frailes la invitación de predicar en la Colegiata (que hacían todos los años en fechas señaladas) y separarlos de los otros clérigos en las procesiones; el Abad tuvo que firmar el acuerdo y dar notificación al convento. No sabemos cómo se arreglaron estas divergencias, lo cierto es que en septiembre de 1637 ya estaba concluido el nuevo convento y su iglesia, y el padre guardián solicitaba y obtenía del Cabildo la consagración de la misma mediante el traslado del Santísimo en procesión por el pueblo y misa solemne64. No fue este el único motivo de fricciones entre las dos Instituciones religiosas que fundó el duque; en la documentación de la época parece detectarse una permanente tensión entre clérigos seculares y regulares en la Villa al menos en los primeros años de convivencia, pese a que en los Estatutos que dio a la Colegiata el duque había dejado claramente expresado (en el Título Segundo: del Patronazgo desta Igla. y de las preminencias y prerrogativas que a de tener el Patrón): Por lo que importa que entre los eclesiásticos aya toda conformidad y por la deuoción que yo tengo al glorioso San Francisco y su sancta orden, encargo al Abbad y cauildo desta Iglesia tengan buena correspondencia y mucha conformidad con el guardián y religiosos del monasterio de la dha. orden que ay en aquella Villa y que en lo que se les ofreciere les ayuden y fauorezcan, como lo confío, sin que en ningún casso aya differencia ni discordia, sino mucha paz, hermandad y conformidad, como lo espero de todos. Mientras el convento careció de iglesia capaz para sus celebraciones especiales, los frailes solicitaban humildemente se les permitiera hacer los cultos en la iglesia de San Miguel; pues bien, sin que se produjeran negativas claras por parte del Cabildo, a veces se trasluce una actitud de cierta soberbia en las formas. Por ejemplo: en octubre de 1622 hacen petición de este favor para celebrar la beatificación de Fray Pedro de Alcántara, padre y reformador de la provincia franciscana de San Pablo, el día 19 de ese mes, como se hacía en todos los conventos de su orden; el Cabildo no niega el favor, pero en el acuerdo que se toma al respecto sólo se dice textualmente: se acordó que se guarde el orden que en Valladolid y otras partes se ha guardado sin perjuicio ni contraviniendo a las bulas ni estatutos ni jurisdicción della –la Colegiata- ni que por ello sea visto adquirir derecho alguno ni costumbre que perjudiquen (¿)65. En mayo de 1628 nueva solicitud de la misma naturaleza, esta vez para celebrar el martirio en Japón de varios frailes de la orden; se pide hacer la celebración el día de la Magdalena y se ofrecen a organizar una comedia dos días para el pueblo; el Cabildo esta vez respondió más favorablemente acordando poner luminarias en la torre y costear algunos cohetes66. Tampoco hubo mayores problemas cuando, años después, a pesar de tener ya su propia iglesia, solicitaron solemne ce-
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lebración en la Colegiata de la canonización de San Pedro de Alcántara en agosto de 1669, cuya fiesta se empezó el 1 de octubre, hubo vísperas, procesión solemne por las calles Caballeros, Moradillo, Ontiveros, plaza de la villa y Corredera hasta el convento67. Otros conflictos menores hubo que entran dentro de lo puramente anecdótico y tienen relación con la personalidad y fama que algunos frailes de este convento, que siempre estuvieron al servicio de los más humildes68, llegaron a alcanzar desde sus orígenes. Entre ellos destacan hasta mediados del siglo XVIII, según se recoge en las Crónicas de la Orden (tal vez un tanto exageradas en la ponderación de las virtudes de algunos de sus miembros), los siguientes: Fray Antonio de San Francisco69, confesor, natural de Ávila, se significó por su santidad, murió en el convento de Ampudia el 11 de Enero de 1608 y el Cabildo de la Colegiata, con el Abad al frente, pidió a los frailes que su cuerpo fuese llevado a la Iglesia; hicieron procesión solemne con toda la comunidad, el Cabildo en pleno y Cuatro Cofradías, lo enterraron en la Capilla Mayor en el lugar reservado a los Abades. (El Cronista considera injusto este proceder, debido quizá a la intervención de mano poderosa, y asevera que podían haberse conformado los clérigos con una reliquia como el hábito o el cordón, pero cederles el cadáver fue exceso de prodigalidad por parte del Guardián del convento). Fray Bartolomé de Andújar, confesor, natural de esta ciudad de Andalucía, sumamente caritativo y muy devoto del Santísimo; fue Guardián del convento de Ampudia, pero algunos le levantaron ciertas calumnias y marchó al convento de Villacastín donde murió el 18 de abril de 1608; en su enfermedad terminal cuentan que se le apareció la Virgen. Fray Francisco de San José, corista, natural de Montánchez, Extremadura; gran penitente, se alimentaba sólo de pan y agua; en su enfermedad terminal es asistido por unos ángeles en la enfermería del convento; era tanta su humildad que pedía a un hermano le pisara la boca con los pies llenos de barro. Murió en el convento de Ampudia el 19 de noviembre de 1624 en olor de santidad, hasta el punto de que la lavandera que llevó a lavar las ropas que tuvo puestas en su agonía, observó un olor especial que impregnó toda el agua de la laguna donde las lavó y luego la gente iba allí a llenar cántaros. Fray Manuel de San Bernardino, murió en Ampudia el 6 de noviembre de 1705 también en olor de santidad, se observaron prodigios el día de su muerte, experimentaba frecuentes éxtasis. Fray Domingo de la Trinidad, predicador, natural de Quisicedo (Burgos), pasó por el convento de San Diego en Valladolid, humilde hasta el extremo, hacía tareas propias de los legos, murió el 18 de abril de 1734. Fray José de Jesús María, llamado el Evangelista, natural de Villafáfila (Zamora), curó al capellán de la Colegiata, Santiago Cuende, de una ciática; asistía a enfermos ulcerados en la enfermería del convento aliviándolos con lavados que les inducían a cantar; tuvo una muerte preciosa y solemne entierro el 3 de mayo de 1740, a los 70 años de los que 53 pasó como fraile; el Cabildo solicitó hacer sus funerales en los que se produjeron escenas de fanatismo entre los fieles (que se subían a los altares). Fue venerado muchos años; su cordón, que fue escondido por el enfermero que le asistió hasta que el Guardián se lo reclamó para depositarlo en el archivo del convento, se utilizó para aliviar enfermos que a solo su contacto recibían gran alivio, así como para las mujeres con partos difíciles. Hermano Antonio de la Encarnación, donado, muy devoto de la Virgen, se pasaba las noches en el claustro alto del convento rezando a una imagen suya, murió en Ampudia el 5 de mayo de 1748 con 80 años. Otros citados en las Crónicas franciscanas, sin más datos que sus nombres, fueron Fray Lucas de la Anunciación, predicador, y Fray Pedro de la Resurrección. La villa de Ampudia sin la presencia de la casa real, en ausencia del duque de Lerma, sin fiestas cortesanas ni negocios de Estado, entró en un proceso de rápida decadencia; el clero tomó el protagonismo de la vida social desde la Colegiata y el convento de San Francisco, la nobleza local sustituyó, con menos oropeles, a la cortesana, y los habitantes de la villa sufrieron resignadamente los inconvenientes de todo esto que se sumaban a la brutal incidencia de malas cosechas, años de ham-
CARDENAL - DUQUE DE LERMA. Franz van den Wyngaerde (1634 - 1679) Calcografía. Biblioteca Nacional IH/3874/2
65. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 230, fol. 55, Cabildo de 7 de octubre de 1622. 66. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 230, fol. 59 vto., Cabildo de 19 de mayo de 1628. 67. APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 232, fols. 34-37, Cabildos de 2 de agosto, 3 de agosto y 29 septiembre de 1669. 68. En enero de 1617 propusieron al Cabildo la colocación de unas cruces de piedra en el camino de Alconada, a modo de Via Crucis, se inaugurarían en febrero de 1619 (APA, Libro de Acuerdos Capitulares nº 229, fols. 66 y 99, Cabildos de 27 de enero de 1617 y 23 de febrero de 1619). 69. Las noticias sobre estos frailes en la obra citada de Fray Juan de San Antonio y otros cronistas de la Orden, especialmente: Fr. Juan de San Antonio: Chronica... Libro VIII, cap. VI, nº 95-96, pp. 387-388; id. parte 4ª, 1744, p.130; id., Libro V, cap. II, pp. 274-276; id., Libro VI, cap. I, pp. 339-341; Fray Juan de Santa Cruz, fraile salmantino: Crónica de la provincia de San Pablo..., parte 5ª, Libro II, cap. XVIII, pp 131-132, edición de Hipólito Barriguín.
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ESCUDO Y RETRATO DE DUQUE DE LERMA, en la obra Consejo i consejero de príncipes de Lorenzo Ramirez de Prado publicada en Madrid en 1617 (Biblioteca Universidad de Salamanca, BG/15534)
70 Sobre las intenciones de Lerma al solicitar acogerse al estado clerical (se llegó a sospechar que aspiraba al arzobispado de Toledo sucediendo a su tío Bernardo de Sandoval), la opinión del clero español y vaticano al respecto, la influencia del Duque cerca de la familia Borghese a la que pertenecía el Papa Paulo V (Camillo Borghese) y el Cardenal Escipión Borghese, su sobrino, que era el intermediario entre el Papa y el Nuncio en España, y otras intrigas y malas artes del Duque (que seguía siendo un tahúr empedernido pese a ser clérigo, o que, como se ha dicho, quiso contar con los favores de la condesa de Valencia) véanse las opiniones y riquísima documentación procedente del Archivo secreto Vaticano que publicó el profesor C. PÉREZ BUSTAMANTE: “Los cardenalatos del Duque de Lerma y del infante don Fernando de Austria”, en Revista Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, año XVI, Santander enero-diciembre 1934, pp. 246-272 y 503-532. 71 Salazar de Mendoza, Pedro: Monarquía de España, Tomo I y II, Historia de la vida y hechos del ínclito monarca, amado y santo Don Felipe Tercero, obra póstuma del maestro Gil González Dávila, cronista de los señores reyes D. Felipe III y IV..., publícala don Bartholome Ulloa mercader de libros, Madrid, por D. Joachim Ibarra, impresor de Cámara de S. M., 17701771, p. 42.
bre y epidemias. A finales del siglo XVII Ampudia había perdido más de la mitad de su población (unos 1.300 habitantes se contaban en 1681, apenas 1.600 arroja un recuento de 1693, crisis de mortalidad recurrentes se empiezan a producir desde 1615 y muy especialmente por su incidencia letal en la población fueron graves las de 1626-1628, 1631-1638 y 1684-1685), la industria textil se resintió seriamente perdiendo la mayor parte de su anterior dinamismo y la villa quedó reducida a núcleo rural de escasa importancia en el contexto provincial y nacional; nunca recuperaría en su historia posterior las cifras de población que tuvo a principios del siglo XVII. Podríamos establecer, salvadas las distancias, un cierto paralelismo entre la evolución de Ampudia y la de la carrera personal del duque de Lerma: como es sabido, a partir de 1618 las prerrogativas del duque empiezan a tambalearse seriamente, decide acogerse a la Iglesia y es nombrado cardenal por el Papa Paulo V a pesar de la oposición de la práctica totalidad del clero español y aun de la Curia Vaticana, y aunque todavía se le achacaron veleidades con la condesa de Valencia (con la que estuvo antaño a punto de casarse en 1610), solicitó y obtuvo las órdenes religiosas (celebró su primera misa en Valladolid en 1619) y se libró así de la horca a la que fueron condenados muchos de sus principales colaboradores; en 1623 se inició un contencioso oficial contra él y fue acusado de cometer toda serie de tropelías y de apropiarse de una enorme fortuna de los bienes públicos, se embargaron sus propiedades y se le condenó a reclusión en Tordesillas; en 1625 murió70. El cronista real y racionero de la catedral de Salamanca, Gil González Dávila (nacido en Ávila hacia 1570 y muerto en la misma ciudad en 1658, cronista real desde 1617), en su obra póstuma titulada Historia de la vida y hechos del ínclito monarca amado y santo Don Felipe Tercero, escrita después de 1625 y que permaneció inédita hasta que en 1771 la publicara Pedro Salazar de Mendoza, dice acerca de la caída del duque de Lerma (después de una semblanza de su persona francamente positiva y marcadamente laudatoria), y que se nos antoja podría decirse igualmente de la villa de Ampudia, lo siguiente: ... y si preguntamos el fin que tuvo tan prodigiosa privanza, fue acabar; que en llegando el Sol á lo alto del Mediodía, y la Luna á la hora de su llena, como no hay adonde subir, todo baja y cae (como despeñándose) de la eminencia de tal alto estado á otro muy diferente del primero, donde los acompañamientos se convierten en soledades, las riquezas en enemigos, los deleytes en suspiros, y dá más pena la caída, que no dió gusto la subida. El subir fue paso á paso, y el despeñarse y caer, en un momento: que en el humano vivir, lo más fácil es bajar, y lo difícil subir.71
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Archivo General de Simancas (AGS) Estado, 205. Consejo y Junta de Hacienda, 487-27-1-2. (De estos documentos nos remitió copia amablemente D. José María Burrieza Mateos, Jefe del Departamento de Referencias de este Archivo, en diciembre de 2007). Archivo de Protocolos de Madrid (APM) Protocolos notariales del Escribano Esteban de Liaño (años 1600-1606), números 1846 (año 1602), 1847 (año 1603), 1848 (año 1603-1604), 1849 (año 1604), 1850 (año 1605), 1851 (año 1605), 1852 (año 1606), 1853 (año 1606). Archivo de Villa de Madrid (AVM) Actas del Concejo, Libros 25 y 26. Archivo Parroquial de Ampudia (APA) Libros 228 (1603-1613), 229 (1614-1627) y 230 (1585-1635) de Acuerdos Capitulares. Libro 4 de Bautizados (1597-1626). Libro 112 de Inventarios (1712). Libro 56 de Fábrica (1592-1609). Legajos del Provisorato, Caja 2 (1600-1669). Legajos de Documentos diversos, Caja 152 (siglos XVI al XIX). Memorial de la Fundación del mayorazgo de Ampudia y los pleitos por su señorío (no tiene título general este compendio, dividido en varias partes, que recoge copia de los pleitos habidos por el señorío de Ampudia desde mediados del siglo XVI hasta finales del XVII). Archivo Histórico Provincial de Palencia (AHPP) Protocolos de Pedro de la Vega (el viejo), 1571-1614, Cajas 10.763, 10.764, 10.765, 10.766 y 10.773. Protocolos de Pedro Alexandre (el viejo), 1590-1611, Cajas 6.031, 6.032, 6.042, 6.043, 6.044, 6.045, 6.046, 6.047, 6.048, 6.049, 6.050, 6.051, 6.052 y 6.053. Protocolos de Bartolomé de la Vega, 1592-1625, Cajas 10.710, 10.711, 10.712, 10.713, 10.714, 10.730, 10.731 y 10.732. Protocolos de Cristóbal Panadero, 1605-1618, Caja 7.566. FUENTES IMPRESAS CONSULTADAS Actas de las Cortes de Castilla. Publicadas por acuerdo del Congreso de los Diputados. Tomo XIX (Cortes de Madrid 1598-1601) y Tomo XX (Cortes de Valladolid.1602-1604) Madrid: Establecimiento tipográfico “Sucesores de Rivadeneyra”, 1899, 1901. CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614. Ed. Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura. Salamanca, 1997. FERNÁNDEZ DE CASO, Francisco: Oración gratulatoria de Francisco Fernandez de Caso al capelo del ilustrissimo y excelentissimo Señor Cardenal Duque. Madrid, 1618?. FERNÁNDEZ NAVARRETE, M.(et al.): CODOIN (Colección de documentos inéditos para la historia de España), 112 v. Madrid, 1842-1896. FRANCISCO DE MADRID: Bullarium Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris obseruantiae discalceatorum, simulque Sacrarum Congregationum Decisiones spectantes ad Discalceatos. Ab Alexandro VI... Pontifice Maximo, usque ad S.D.N.D. Benedictum XIV... Et ad calcem decreta capitulorum, et congregationum ... / a P. Fr. Francisco Matritensi... Matriti : ex typographia Emmanuelis Fernandez..., 1744-1745. GIL AYUSO; Faustino.: Noticia bibliográfica de textos y disposiciones legales de los Reinos de Castilla impresos en los siglos XVI y XVII / por Faustino Gil Ayuso. Madrid : Patronato de la Biblioteca Nacional, 1935.
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FUENTES MANUSCRITAS CONSULTADAS
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44 HERRERA; Pedro de: Translacion del Santissimo Sacramento a la iglesia colegial de San Pedro de la villa de Lerma, con la solenidad y fiestas que tuuo para celebrarla el Excellentissimo Señor don Francisco Gomez de Sandoual y Roxas ... / escrito por el licenciado Pedro de Herrera. En Madrid : por Iuan de la Cuesta, 1618. LEÓN SOTO, Antonio de y MANJARRÉS, Juan de: Noticias de Madrid. Manuscrito nº 2.395 de La Biblioteca Nacional, transcrito y publicado en http://www.gremios.ih.csic.es/leonsoto/. LERMA, FRANCISCO GÓMEZ DE SANDOVAL Y ROJAS, Duque de (1553-1625): Descripción e Inventario de las rentas, bienes y hazienda del Cardenal Duque de Lerma Valladolid á 27 de marzo de 1622. Signatura Biblioteca Nacional (BN): 2/13.551. MARTÍN DE SAN JOSÉ (O.F.M.), ?-1649: Historia de las vidas y milagros de nuestro Beato Padre Frai Pedro de Alcantara, de el Venerable Frai Francisco de Cogolludo, y de los religiosos insignes en virtudes que ha hauido en la reforma de Descalços que el mismo Bienaventurado Padre instituyo en la Orden de nuestro Seraphico Padre San Francisco con la fundacion de las prouincias que de ella han proçedido ... / frai Martin de San Ioseph indigno Fraile Menor Descalço, diffinidor de la Prouincia de San Pablo de Castilla la Vieja. En Areualo : en la imprenta de Geronimo Murillo, 1644. Memorias para la historia de Don Felipe III, Rey de España /recogidas por Don Juan Yañez ... En Madrid : en la Oficina Real : por Nicolàs Rodriguez Franco impressor de libros, 1723. Ordenaciones, de esta Santa Provincia de San Pablo Apostol, de los Descalzos de nuestro Seraphico P.S. Francisco, en Castilla la Vieja : Hechas desde svs principios, segvn el zelo y fervoroso espiritu de San Pedro de Alcantara...Puestas, coordinadas, y ultimamente añadidas por Orden del Capítulo Provincial celebrado en el Convento de San Diego de Valladolid, en 14 de Mayo de 1707. En Salamanca : En la Imprenta de María Estévez, 1707. Signatura BN: 2/36.099. PABLO V, Papa: Traslado de Bula y Letras Apostolicas en que concede privilegios a la Abadía y Abades de Ampudia : Roma, 14 marzo 1607] Madrid], 1608. Signatura BN: VE/209/88. Pragmáticas del año mill seisscientos dos. Publicadas en Valladolid a 7 de hebrero de 1602, por Luis Sánchez, vendense en casa de Francisco de Robles. Signatura Biblioteca Universidad de Salamanca (BUSAL:BG/44.350, contiene 6 Pragmáticas de dicha fecha, dadas en Ampudia a 21 días de Enero de 1602 y al final otra dada en Madrid, año de 1600, impresa por Pedro Madrigal, encuadernadas en pergamino y con el título manuscrito). RIBERIO AVENIONENSI, Michaele: De ludis lermensibus epistola ad illustrissimum et reverendissimum S.R:E: Cardinalem Vbaldinum. Madriti Excudebat Ludouicus Sanctius Typographus Regius. Anno MDCXVII. Signatura BUSAL:BG/34.651. SALAZAR DE MENDOZA, Pedro: Monarquia de España / escrita por el doctor don Pedro Salazar de Mendoza, primer canonigo penitenciario de la Santa Iglesia de Toledo, primada de estos reynos ; publicala don Bartholome Ulloa, mercader de libros. Madrid : por D. Joachin Ibarra, impresor de Camara de S.M. : se hallará en las librerías del mismo Ulloa calle de la Concepción Geronyma, y en la de Cadiz junto al pópulo, 1770-1771. SAN ANTONIO, Fr. Juan de (O.F.M.): Chronica de la Santa Provincia de San Pablo de la más estrecha observancia de Nuestro Seraphico Padre San Francisco. Tomo II. En Madrid: en la oficina de la Viuda de Juan García Infanzón, Año de 1729. SAN ANTONIO, Fr. Juan de (O.F.M.): Franciscos Descalzos en Castilla la Vieja : Chronica de la Santa Provincia de San Pablo de la... Regular observancia de N.S.P.S. Francisco / Formada... por el menor Fr. Juan de San Antonio... En Salamanca [etc.] : En la Imprenta de la Santa Cruz [etc.],1728-1744 4 v. Signatura BN: 2/42492-2/42495, 2/42836-2/42839. BUSAL:BG/28559-28561 (vols. I, II y III).
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CERVERA VERA, L.: Bienes muebles en el palacio ducal de Lerma. Valencia, Castalia,, 1967. FEROS, Antonio: El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la España de Felipe III. Madrid, Marcial Pons, 2002. FONTANEDA, C. e IZQUIERDO, J.I.: Ampudia 1606-2006, IV centenario del otorgamiento en la Villa del traslado de la Corte de Valladolid a Madrid, Ed. Institución Tello Téllez de Meneses, Diputación Provincial de Palencia, Palencia, 2006. FRANCO SILVA, Alfonso: “El linaje Sandoval y el señorío de Lerma en el siglo XV” en El pasado histórico de Castilla y León, Vol I, Edad Media, Ed. Junta de Castilla y León, Burgos 1983, pp 133-149. IZQUIERDO MISIEGO, J.I.: Historia de Ampudia. Ed. Ayuntamiento de Ampudia, 2004. LOBATO, María Luisa y GARCÍA GARCÍA, Bernardo J. (coords.): La fiesta cortesana en la época de los Austrias. Ed. Junta de Castilla y León, Valladolid, 2003. MARCOS MARTÍN, Alberto: “Desde la hoja del monte hasta la piedra del río...La venta al Duque de Lerma de las once villas de Behetría de Castilla la Vieja”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 74, Palencia, 2003, pp. 49-113. MARCOS MARTÍN, Alberto: “Un mapa inacabado: el proceso de señorialización en tierras palentinas durante la época moderna”, en Actas del II Congreso de Historia de Palencia, Tomo III, vol. 1, Edad Moderna, pp. 51-81, Palencia, Excma. Diputación Provincial, 1990. REVUELTA GONZÁLEZ, Manuel: “Origen, ocaso y renovación de los conventos palentinos”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 63, Palencia, 1992, pp.49-84. TAPIA OCÁRIZ, E. De: Las Cortes de Castilla (1188-1833). Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado. TOMÁS y VALIENTE, Francisco: Los validos en la Monarquía española del siglo XVII. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1963. VAQUERÍN APARICIO, Daniel: Vida, espiritualidad y proyección social de los Franciscanos Descalzos en la España de la Ilustración. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid, Madrid. 2004. WILLIAMS, Patrick: The great favourite, The Duke of Lerma and the court and government of Philip III of Spain, 1598-1621. Manchester University Press, Manchester & New York, 2006.
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46 APÉNDICE DOCUMENTAL Carta de Don Pedro Franqueza al Duque de Lerma, Valladolid 20 de enero de 1606, y respuesta (al margen) del duque desde Ampudia en la misma fecha. Archivo General de Simancas, Estado, 205 Respuesta de Lerma [Consolame oiros desde] (?) Hempudia con que en todas partes hace el mismo tiempo Aquí vuelve la carta de Silva de Torres a la cual me remito pues no hay ya más que decir a los que vienen hasta tenerlos acá. Su majestad, que lo ha visto todo, dice que V.S. se venga aquí con los embajadores de Madrid, los cuales tendrán posada aparejada y no hace tiempo para salir de aquí a buscarlos, sino que, pues yo paso en el lugar, podremos asentarlo todo en mi posada antes que vengan a hablar al Rey. Muy buena disimulación tomó V.S. para responderles, pero en viéndolos venir, todos lo han de ver, poco importa, pues traen poderes para que lo asentemos todo bien. Aprueba su majestad mucho que V.S. deje que toda la materia de prevención y provisión se remita a Silva de Torres y todo lo concertaremos aquí bien.
No hay lugar desde Cigales aquí ninguno, V.S. les mande avisar que no toquen en Valladolid de ninguna manera, sino que pasen sin tocar ahí. Todo esto platicaremos aquí.
A la vuelta es necesario que Silva entre en Valladolid y que hable con el conde de Miranda.
Todo esto aprueba su majestad.
Carta de Pedro Franqueza + Grande es la malicia del tiempo pues que todos estos días ha perseverado con la misma inclemencia, llueve noches y días, con aires grandísimos y fríos terribles. De Silva de Torres ha venido el despacho que va aquí y a mí me dice que partiría con 4 Regidores el martes por la mañana y que todo se haría como se deseaba y si él lo ha cumplido no ha guardado la orden y el correo con el despacho que V. exca. le escribió a la salida de aquí, le hallaría fuera de Madrid, pero si todo se dispuso como se le había ordenado en el primer despacho, no habrá de qué culparle en cuanto a haber partido sin aguardar la Respuesta que pidió a V. exca. que lo verá más particularmente en su carta que irá con ésta, y con la de V. exca. última para él ha partido correo, y le hallará de los puertos acá, pues ya hoy se ha dicho aquí que había partido de Madrid con cuatro Regidores, y han acudido muchos a preguntarme sobre la venida y la ocasión de ella, y a todos he dicho que había oído que venían a pedir ayuda para comprar trigo, porque no hallaba con qué aquella Villa, y hablando en este punto de la provisión de aquella Villa para la Corte, me parece que aquí se entreguen a Silva de Torres y Regidores cien mil ducados de costado para que Silva de Torres tenga la superintendencia de la provisión y vaya pagado, pues no puede haber tan buen administrador como él, y suplique V. exca. a su magtd. que no se deje rendir en permitir que el Consejo Real se meta en la mudanza, sino que todo se haga excellentemente con lo que por acá se le irá incitando en cartas de V. exca. según las ocasiones lo pidieren. Agora supº (suplico) a V. exca. que vista su carta me mande avisar V. exca. lo que les prevendré cerca entrar en este lugar/ o/ no, y sería mejor que no, sino que pasen ahí sin tocar acá, y aun si hubiese algún lugar cerca de Ampudia a una legua sería de parecer que no llegasen a Ampudia, sino que V. exca. con cualquier achaque saliese una mañana con los cocheros solos y algún criado y viesen a V. exca. y se asentase todo lo que hay que asentar y se despachasen y volviesen volando. En cuanto a partirse de ahí sin volver acá lo tengo por conveniente, pues habiendo acabado con las fiestas de ahí, estará el tiempo más adelante, y lo será a propósito para caminar, y con tomar el camino para allá se excusarán hartas pesadumbres y cansancios, y así tengo por acertadisima esa Resolución. No sé si a la vuelta sería bien que Silva de Torres solo entrase por aquí anochecido y viese al de Miranda72 metiéndosele yo por los entresuelos del jardín y que con esto teniendo una carta de V. exca. para el Conde se despachase y quedase aquí quien contase y cargase los 100 mil ducados. Y caminase con ellos a Madrid y yo le traspasase toda la negociación y correspondencia de Aragón y corriese esto con lo demás por él y con él.
72. El conde de Miranda (del Castañar y duque de Peñaranda desde 1608), don Juan López de Zúñiga Avellaneda y Bazán, virrey de Cataluña y de Nápoles, mayordomo mayor de Felipe III y presidente del Consejo de Castilla desde 1599. La entrevista secreta del alcalde de Madrid, Silva de Torres, con este personaje, que propone Franqueza en su carta, forma parte de la negociación controlada por Lerma del asunto del traslado de la capitalidad, a la cual se oponían otros miembros de distintos Consejos. El de Miranda debía ratificar, por su cargo, los términos del acuerdo alcanzado.
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Así sea y en verdad que su majestad me lo había dicho en Valladolid y aora lo resolvió y que le diga a V.S. que se de grandísima prisa a las provisiones y despacho del marqués Espínola y bien creo que el mundo está de manera que habrá de todo esto, pero, "a bona pensa, esa".
Después responderé a esto y gracias a Dios que hemos sabido la verdad. En llegando V.S. acá me hable en estas cosas que mi señora la duquesa de osuna trató con V.S. y preguele Dios el hablar por las laudas y guarde a V.S. como deseo. De Ampudia a 20 de enero de 1606. (firma) El duque
73. Juan Bautista Justiniano tenía en estos días el cargo de "tesorero de la cruzada", una especie de administrador de los dineros que se destinaban a los ejércitos de Flandes y otros lugares de Europa. Hubo irregularidades en la administración de estos fondos y este personaje sería encarcelado en 1607 por no desvelar ciertas maniobras de que fueron acusados otros miembros de la Junta de Hacienda, especialmente el licenciado Ramírez de Prado. Murió en la cárcel de Móstoles en agosto de 1608. La expresión "a bona pensa y mala pensa deu y dispensa" parece de raíz catalana (Pedro Franqueza era de origen catalán) y podría interpretarse algo así como: de buenas o malas intenciones sólo Dios sabe (?). Se esperaba en estas fechas la llegada a la Corte del marqués de Espínola, capitán general de los ejércitos de Flandes, que había desembarcado en Fuenterrabía y venía a demandar dineros para proseguir la guerra; también se confiaba en contar con fondos de la plata traída de América por una flota de galeones que se retrasaba más de lo deseado. 74. Esta Duquesa de Osuna era doña Isabel de la Cueva, segunda mujer de Pedro Girón, V conde de Urueña y I duque de Osuna (1537-1590). El título de conde de Osuna lo heredaría primero Juan Téllez de Girón (1554-1594), hijo de don Pedro y su primera mujer, Leonor Pérez de Guzmán, y luego Pedro TéllezGirón (1574-1625) III duque de Osuna, que fue criado por doña Isabel como si fuera nieto propio. Éste sería el gran duque de Osuna, aventurero, mujeriego, pero de hazañas famosas en los frentes de Flandes, que mereció un soneto laudatorio del genial Quevedo; fue desterrado de Madrid por Felipe II en 1586, estuvo enrolado en la Armada Invencible en 1588, fue arrestado en 1594, perdonado en 1600 y puesto bajo la custodia de su tío Juan Fernández de Velasco, Condestable de Castilla; huyó a Flandes y desde allí solicitó el perdón mediante cartas al duque de Lerma después de significarse en muchas batallas; volvió a España en 1608 y obtuvo el perdón real; sería nombrado virrey de Sicilia en 1610, aunque murió en otra mazmorra en 1625. Doña Isabel era hermana del VI duque de Alburquerque, don Beltrán de la Cueva y Castilla, señor de Mombeltrán, conde de Ledesma y de Cuéllar, propietario del bosque llamado La Secreta o Serreta (Segovia), uno de los lugares favoritos de caza de Felipe III (v. supra).
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Yo soy del mismo parecer.
Soy de parecer que habiendo hecho su ofrecimiento a su mgtd. de lo que le servirá aquella Villa y tierra para esta mudanza, su mgtd con motivo de su liberalidad y grandeza les quite un gran pedazo a suplicación de V. exca. para que vengamos con gente contenta alegre y agradecida y se acaben ya las maldiciones. Paréceme convenientisimo que no salga de aquí la Junta de Hacienda porque es mucho lo que tiene que hacer con las provisiones de Flandes, y aunque se rompe con Jnº (Juan) Bautista Justiniano espero se negociará mejor por otro camino y en más cantidad y que la cruzada se guardará para poderla dar en tiempo oportuno y no tan anticipadamente, para estos dos días no he parado un punto de un día que tramar y espero que mañana se tejerá la tela, porque nos han querido desviar los otros con quien habíamos de negociar pero "a bona pensa y mala pensa deu y dispensa"73. En lo de los presos escribo en otra carta largo a que me remito. Esta noche me mandó mi Sa. La Duquesa de Osuna la viese, hícelo así, hablóme con muy buena gracia en las cosas del duque de Alburquerque su hermano en que su mgtd. le mande ocupar y en lo que hizo más fuerza fue en que se le paguen los 20 mil ducados de que se le hizo md. (merced) por una vez, para que le lleve algo cuando se fuere, y en esto no solamente tiene razón sino justicia, y asi se podría ordenar al presidente de Hacienda que se los librase donde con más brevedad y comodidad los pueda cobrar. Tras esto me habló en sus cosas propias y me dijo que cuando murió el duque su marido no se le hizo ninguna md (merced) y que no ha recibido ni tiene su exca. ninguna, de que me he maravillado mucho, a que añadió que se sustenta y vive con solos 4 mil ducados que le dan en casa de su marido y que así lo pasa estrechísimamente y que debe siete/ o/ ocho mil ducados que le darían gran pena, y que sus deseos no se extendían a más de que su mgtd le mandase dar alguna ayuda de costa hasta la dicha cantidad y alguna renta de por vida, para no vivir tan estrechamente y no volverse a empeñar, y cierto señor que no puedo dejar de dezir a V. exca. que este acto es piadoso y digno de la grandeza de su magtd y que no deja de tener buena parte de justicia, pues a su marido no se le hizo md (merced) y que darle de tres a cuatro mil ducados de por vida caería muy en su lugar, supº a V. exca. lo ponga delante de los ojos de su mgtd, la divina gr (gracia) a V. exca. como desee y he menester74 . En Vallad. Á 20 de enero 1606 Don pedro franquesa
HISTORIA LOCAL
48 El Documento presentado por la delegación de Madrid al duque de Lerma y a Felipe III en Ampudia. Archivo General de Simancas, Consejo y Junta de Hacienda, 487-27-1-2. Habiéndonos juntado los SSes. Licdo. Silva de Torres, del Consejo de su majestad y alcalde de su casa y corte y Corregidor de Madrid, Gregorio de Usategui y don Lorenzo de Prado, Juan Fernández y don Jerónimo de Barrionuevo, Regidores de la su dha. Villa de Madrid, en cumplimiento de lo acordado y comisión y poder de la dicha Villa, acordó lo siguiente. Lo primero que se suplique a su exca. del Duque de Lerma como regidor y protector de la dicha Villa interceda con su mgd. para que se sirva devolver la Corte a ella por ser las razones tantas y tan evidentes que se le referirán. Y porque su magd. y el Rey don Phelipe segundo nro. sr. que Dios haya compusieron muchas casas por cuya causa ha faltado aposento y porque su magd. lo pueda mejor proveer la dha. Villa en ne. (nombre) de los vecinos de ella de cualquier estado y condición que sean, ansí los que hubieren casas libres de aposento como los que no lo fueren servirán a su magd. con la sexta parte de lo que alquilaren las dichas casas por tiempo de diez años con las condiciones sigtes: Que su magd. ha de dar su fe y palabra Real de si mudare la Corte de la dicha Villa volverá la cantidad que hubiere recibido para el desempeño de la dicha Villa, que su magd. se sirva de mandar por Cédula particular, atento las dos órdenes que pasan en las tasas y retasas de las casas y vejaciones y molestias, que el que alquilare no pueda tasar ni retasar si no fuere dentro del primer mes en que entrare a vivir la dha casa y esto se entienda todo el tiempo que la viviere lo cual haya de pasar ante un escribano del no. (número) de la dha. Villa lo cual suppca. (suplica) a su magd. nombre para lo dicho a Juan de la Colera escribano del número por todo el tiempo que durare su vida. Que la tasa y retasa que se hubiere de hacer sea por el alcalde y un regidor de la dicha Villa y un aposentador los cuales se nombren cada año. Que la tasa y retasa que se hiciere y lo que se hubiere de volver vuelva su magd. "pro rati" lo que le perteneciere sin que se le pueda pedir al dueño de la casa más de tan solamente lo que el dueño hubiere recibido. Que se guarde un auto proveído por el Consejo para que no se den amparos de las casas habiendo cumplido el arrendamiento. Que por cuanto su magd. tiene por acabar sus alcázares Reales, para este efecto y para las obras que fuere servido de hacer para su recreación en la dicha Villa, le servirá con doscientos y cincuenta mil ducados en diez años a rata por cada año, los cuales su magd. ha de ser servido de nombrar persona en cuyo poder entren aparte para que se vayan consumiendo y gastando en obras de los dichos alcázares y no en otra cosa, por que sus magds. tengan la capacidad de aposento que se requiere cumplidamente, los cuales doscientos cincuenta mil ducados ha de dar su mgd. licencia para que se echen en sisas o otros arbitrios y cosas que a la dicha Villa pareciere, sin que en esto no se pueda entremeter más que el Corregidor y ayuntamiento de la dicha Villa. Que para la mudanza de la Corte así de la Casa de su magd. como de los Consejos la dará la cantidad de carros que fuere necesario esto contando que se le de comisión al dicho Sr. alcalde para que en Madrid y su tierra y veinticuatro leguas en contorno de Madrid los pueda repartir graciosamente como personas que gozan del aprovechamiento y comodidad de tener la Corte en la dicha Villa. Todo lo cual la dicha Villa lo ofrece con tanto que su magd. ha de ser servido de que dentro de seis meses ha de entrar el sello real en la dicha Villa de Madrid y servirse de que luego se publique para que Md. (Madrid) tenga más lugar para poder servir a su magd. con mayor comodidad y haciendo su magd. md (merced) a la dicha Villa dando Cédulas de todo lo que se le supca. (suplica) cumplirá todo lo arriba dicho y lo firmaron de su nombre fecha en Md. (Madrid) a 20 de enero de 1606. El Lcdo. Silva de Torres, Gregorio de Usategui, don Lorenzo de Prado, Juan Fernández, don Jerónimo de Barrionuevo. (firma) El Lldo Silva de Torres.
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Vamos todos a bailar ¡ Que bajan los dulzaineros por la Corredera ya. Traen el tamboril nuevo y la caja es de metal con su parche reluciente como luna en Navidad Los chiquillos les persiguen marcando el ritmo detrás. ¡ Ven! Asómate, mamita. ¡Alconada llegó ya ¡
TEO PASTOR an pasado 60 años y parece que fue ayer cuando esperábamos con gran ilusión la llegada de esos días festivos y entrañables .
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Voy a intentar rememorar, con tanto detalle como me sea posible , cómo los vivíamos, con el propósito de que los de mi generación lo recuerden y los jóvenes lo conozcan. Ese día había que estrenar un vestido y como Teodora, mi madre, era modista, ya desde primeros de Agosto estábamos con mucha tarea para poder cumplir con todas las parroquianas. Nadie podía quedarse sin el vestido nuevo. Recuerdo que, de cada pieza que se cortaba, íbamos metiendo un circulito en un hilo largo y grueso y no veáis qué gran collar había al final… El día 7 por la noche la hoguera en la plaza inauguraba los festejos. A la romería de la pradera íbamos en carros bien repletos. No cabía una persona más y cada cual se procuraba un puesto de antemano en el carro propio o de vecinos y familiares. La pradera y aledaños estaban llenitos de carros, algunos con mulas y caballos engalanados. Venían de
toda la zona, pues no en vano era y es la ESTRELLA DE CAMPOS. Santa misa, autoridades, sacerdotes hijos del pueblo, la Virgen en sus andas vestida por Dña.Tere con sus mejores galas. El Sr Moisés dirigiendo el coro sentado en el armonium y masticando un trozo de bacalao para tener clara la voz. La dulzaina preparada, los danzantes vestidos, puestos de almendras, barquillos etc. y los chiquillos correteando entre la multitud. Después la Procesión con dulzaina, cantos y paloteo. Afortunadamente muchas de estas formas y tradiciones se conservan gracias al celo de muchas personas. De regreso al Santuario, el emotivo canto de “Viva la Virgen de Aconada” que, antes como ahora, salía de los corazones y llenaba de lágrimas los ojos. Muchas personas llevaban viandas para comer allí y quien no, al pueblo a seguir disfrutando de la fiesta . Por la tarde el baile amenizado por las dulzainas de los “melgos” de Torremormojón . Comenzaba la sesión a las siete hasta las 11 o 12 y después de cenar se solía ir al baile “cerrado”; bien en el salón de Sabas como cada domingo o en algunos más que se habilitaban para ello en las fiestas. Recuerdo algún año que llegó a haber hasta tres bailes cerrados para la
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Las “Alconadas” de los Años
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noche: el mencionado anteriormente, el de “ la goma” en la calle del Agua y otro en el patio del Hospital recuperado ahora sabiamente como sala de Exposiciones y otras actividades culturales. Todavía no había vaquillas pero sí una compañía de teatro que hacía sus representaciones en el “Teatro la Parra” de la calle Los Guardias, ( propiedad del Sr. Moisés el del bacalao…). Había actuaciones unos cuantos días antes y después de las fiestas. A la mañana siguiente, día 9, cuando estabas en el mejor sueño después de acostarte a las tres o cuatro de la mañana (era una proeza que solo se permitía esos días), pasaban los mozos con los dulzaineros a tocar diana y, si no bajabas a la calle en bata o camisón, subían y te sacaban de la cama a echar un baile… Claro que cuando marchaban a levantar a otras mozas, podías seguir durmiendo si tus padres lo permitían. ¡Cómo han cambiado las cosas! Sobre todo en el aspecto profano-festivo de la fiesta, por suerte no tanto en el religioso. ¿Eran mejor aquellas Alconadas? Yo no me atrevo a decir que sí, lo cierto es, que disfrutábamos y nos divertíamos con lo que teníamos con la misma intensidad que lo hacen los jóvenes y no tan jóvenes
de ahora. No en vano han pasado sesenta años con la multitud de cambios que en ellos ha habido en todos los aspectos. Hasta aquí mi relato. Lo más importante es que no se pierdan las tradiciones que se conservan y que haya colaboración para hacer entre todos , año tras año, unas FELICES FIESTAS DE ALCONADA en paz y alegría. Termino con esta oración a nuestra patrona
Virgen chiquitita, madre soberana, protege a tus hijos, ¡ Reina de Alconada ! A ti recurrimos en nuestros pesares. A ti te invocamos si sentimos males. No nos abandones en la lejanía. Protege a tus hijos ¡ Dulce Madre mía!.
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Vivir en Ampudia, nuestra elección MARÍA DEL CARMEN HERNÁNDEZ VILLACORTA
esde que nací, mis padres me inculcaron el amor por mi pueblo, AMPUDIA; así que se puede decir que he vivido siempre enamorada de esta Villa. Amor del que he contagiado a mi marido (palentino “de capital”) y que, juntos, tratamos de transmitir a nuestro hijo, Rubén. Mucha gente (familiares, amigos, compañeros…) nos preguntan por qué decidimos fijar nuestra residencia en Ampudia si los dos trabajamos fuera de la localidad. Supongo que es muy difícil separarse de lo que uno más ama y éste será, en el fondo, el principal motivo. Pero hay más: siempre quisimos formar una familia en un lugar en el que disfrutáramos de buena calidad de vida y de esto hay – y mucho – en Ampudia. Nosotros creemos que la calidad de vida no se mide por el número de habitantes o la cantidad de comercios y escaparates que hay en un municipio,
sino por los servicios de que dispone, la tranquilidad, la cercanía… Si a esto le añades un enorme patrimonio artístico, histórico y humano y una estampa digna del mejor de los pintores, no cabe duda: quedándonos aquí gozaríamos de todo eso. ¡Qué más da si hay que “coger el coche” para ir a trabajar, al cine o a hacer una compra en especial! ¿Quién no lo hace hoy en día aunque viva en una ciudad? Por el contrario, no todo el mundo disfruta de la tranquilidad de tener un buen colegio a pocos minutos de casa, con aulas sin masificar y en el que todos (padres, profesores y alumnos) nos conocemos. Y esto, desde nuestro punto de vista, vale más que todos los “atractivos” de una ciudad. Para nuestra familia, además de tranquilidad, Ampudia representa todo aquello que amamos y valoramos: arte, belleza, historia, costumbres, tradiciones, calidad ambiental, cercanía, servicios… En definitiva, para nosotros AMPUDIA ES CALIDAD DE VIDA.
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Vicente Ramos, “Ramitos”, UN TORERO DEL PUEBLO
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odos los ampudianos que han cumplido ya los sesenta aún recuerdan con nostalgia aquellas corridas en el “Corral de Roque” y la figura gallarda de un torero de buena planta: Vicente Ramos, “Ramitos”, hijo de Priscilo Ramos y de Emilia Sánchez. Aunque no pasase de la categoría de novillero o becerrista, forma parte de la pequeña historia del pueblo.
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6 de Mayo de 1951 Gran Becerrada de Noveles: Cuatro reses de la ganadería de Encinas para los diestros noveles Marcos de Celis, Julián Alonso "Pollicos", Vicente Ramos "Ramitos" y Pedro García.
3 de Mayo de 1953 Espectáculo Cómico-Taurino- Musical "Fantasías en el Ruedo". Parte seria: Un bravo novillo para el novillero Vicente Ramos "Ramitos". Para el espectáculo tres becerros de Encinas.
24 de Mayo de 1951 Festividad del Corpus Christi. Gran Becerrada de Noveles: Cuatro hermosas reses de la ganadería de Don Ignacio Encinas para Olegario Cortés, Julián Alonso "Pollicos", Vicente Ramos "Ramitos" y Pedro García. Dirigirá la lidia el torero sevillano Juanito Manchón.
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CASTILLA
Cuando a los de Mazariegos les metieron LA CAGALITA o será fácil escuchar ya en nuestras calles una expresión que era bastante común a mediados del siglo pasado: “Que no te metan la cagalita”, con la que simplemente se pretendía avisarnos para que no nos dejásemos engañar como paletos. La “cagalita” es, por supuesto, el nombre que por aquí le damos a la más académica “cagarruta”, es decir, ese excremento en forma de bolita que es propio de las ovejas, cabras, liebres o conejos. Y el origen histórico del dicho pudo estar en un suceso supuestamente ocurrido en Mazariegos. Al menos así lo cuenta, sin demasiada gracia, Miguel Pérez-Ferrero en su obra “Las mocedades de Ramón Pérez de Ayala” (1992): “El seudónimo “Torquemada” [con el que Ramón Pérez de Ayala firmaba en sus años de adolescencia] no obedecía a ninguna sugestión inquisitorial, sino que lo adoptó de un tío suyo por afinidad, Eduardo Torquemada, casado con una hermana de su padre, Asunción Pérez de Ayala. Era don Eduardo un personaje interesante y pintoresco, que sentía una especial afición por los hijos de su cuñado don Cirilo, y especialmente por Ramón, afición a la que el muchacho correspondía. Torquemada tenía como profesión la de viajante de la casa Matías López, célebre por sus chocolates. Y su popularidad se extendía sobre toda la Tierra de Campos, demarcación a su cargo […] La fama de Torquemada en toda la región se debía a su particularidad de chistoso. Le gustaba contar cuentos escatológicos, como a don Juan Valera, y además sentía una inclinación irresistible por lo que llaman los ingleses “practical jokes”, o sea, bromas de acción. Una
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Cruzan por tierra de Campos, desde Zamora a Palencia - que llaman tierra de Campos lo que son campos de tierra Hacen siete la familia: buhonero, buhonera, los tres hijos y dos burras, flacas las dos y una ciega. En un carricoche renco, bajo la toldilla llevan unas pocas baratijas y unas pocas herramientas con que componer paraguas y lañar vajilla en piezas; tres colchoncillos de estopa, tres cabezales de hierba y tres frazadas de borra: toda su casa y hacienda. Cae la tarde. La familia marcha por la carretera. Dan rostro a un pueblo de adobes que sobre un teso se otea […] A la zaga del carrillo, despeinada, alharaquienta, ronca de tanto alarido, las manos al cielo abiertas, los pies desnudos a rastras, camina la buhonera. Pasa la familia ahora junto al solar de las eras. Este trilla, aquel aparva, tal limpia y estotro aecha […] Campanas tocan a gloria. Marchan por la carretera, cruzando tierra de Campos, desde Zamora a Palencia. Ramón Pérez de Ayala “El sendero andante” (1921)
de ellas consistió, por ejemplo, en que al llegar a un pueblo que se llamaba Mazariegos, se puso a repartir y a tirar a voleo, como en las bodas y los bautizos, una especie de confites a manera de piñones, pero más redondos. En realidad se trataba de cagarrutas de cabra, que él había hecho revestir de azúcar blanca como las almendras y piñones de Navidad. Y lo más curioso, según refería, es que todo el vecindario los comió deleitosamente, sin darse cuenta de nada. Y decía riendo Torquemada: “¡Para que uno se fíe de los dulces elaborados!”.
DON RAMÓN PÉREZ DE AYALA (1880- 1962), una de las mayores figuras literarias de la llamada “Generación del 98”, era oriundo de Valdenebro de los Valles, localidad histórica situada entre Montealegre y Medina de Rioseco. Allí pasaba largas temporadas de descanso en la casa familiar y allí escribió algunas de sus obras, particularmente una de las más importantes, “Belarmino y Apolonio” (1921). Aunque asturiano, nacido en Oviedo, Don Ramón conocía bien la Tierra de Campos, pues además se había educado en el colegio de San Zoilo, de Carrión de los Condes, regentado entonces por los jesuitas. En una de sus narraciones cortas describía la vida cotidiana de una localidad terracampina llamada “Pandorga”, que no era sino la ficción literaria de la propia Valdenebro, un pueblo en el que, como en tantos otros, “como no pasa casi nada, dijérase que lo poco que pasa se perpetúa”. Sin embargo, si su nombre ha quedado definitivamente vinculado a nuestra comarca ha sido por un verso sublime incrustado en un poema mediocre: “que llaman Tierra de Campos lo que son campos de tierra”.
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la mirada romántica sobre el patrimonio artístico de Campos y Torozos DANIEL FRANCO ROMO entura García Escobar (1817-1859) fue un reconocido abogado, político y escritor riosecano del siglo XIX. Doctor en Derecho por la Universidad de Valladolid, en el día a día se desempeñó como hombre de leyes. Compaginó esta profesión con una participación muy activa en la vida política local, en medio de una España convulsa que luchaba por dejar atrás definitivamente el Antiguo Régimen y siempre desde las posiciones liberales de las que se había empapado en sus años universitarios. También en la universidad entró en contacto García Escobar con la estética romántica del momento. Parece que nunca se planteó hacer de la literatura su ocupación principal, pero desde muy joven mostró un gran interés por el mundo de las letras y pronto su nombre ocupó un hueco en el panorama cultural de la época. La importancia de su figura, no obstante, se fue desdibujando poco a poco tras su muerte. Autor muy fecundo, colaboró en numerosas revistas y periódicos y tocó todos los géneros literarios. Entre sus piezas dramáticas, cabe mencionar Juana de Castilla (1846), La copa y el puñal (1847), Engaños por desengaño (1847) y El Cid (1859). Otros de sus trabajos destacados son la leyenda morisca El último Beni-Omeya (1857), la novela histórica Los comuneros (1859) y el Romancero de Cristóbal Colón (1866). Según señalan los estudiosos de su obra, su estilo no llegó a alcanzar los excesos de algunos de sus coetáneos, pero su romanticismo se percibe claramente en su admiración por el pasado medieval, que constituye una
constante en sus textos. Su tono siempre nostálgico alcanza su máxima expresión cuando escribe sobre el patrimonio eclesiástico y nobiliario que estaba desapareciendo o corría el riesgo de desaparecer como consecuencia del proceso desamortizador. La reivindicación y conservación de este legado artístico fue uno de los ejes tanto de su actividad política como de su creación literaria. La mejor muestra de este empeño se encuentra en la serie de artículos sobre diferentes monumentos de las comarcas de Campos y Torozos que escribió para el Semanario Pintoresco Español, la más exitosa de las revistas románticas españolas, fundada por Ramón de Mesonero Romanos en 1836. Estos trabajos se han convertido a la postre en la parte de su obra que mejor ha resistido el paso del tiempo y están considerados un ejemplo paradigmático de la historiografía artística romántica, caracterizada por alternar el rigor académico con el adorno literario. Varias de estas colaboraciones, que rondan la treintena, fueron ilustradas con dibujos realizados originariamente por el propio autor y xilografiados después por otros artistas. En la medida en que algunos de estos monumentos ya no existen, estas ilustraciones y los textos que las acompañan representan en ocasiones un testimonio histórico único. García Escobar dedicó dos de estos artículos a Ampudia, uno al castillo y otro a la colegiata, ambos publicados en 1854. Adjuntamos a esta breve nota biográfica algunos fragmentos y el dibujo que corresponde a cada uno de ellos.
Fuentes: BUSTAMANTE GARCÍA, Agustín (2001): “Esteban García Chico, un hombre de letras del siglo XX”, en GARCÍA MARBÁN, Miguel y PÉREZ DE CASTRO, Ramón (coords.): Cultura y arte en Tierra de Campos. I Jornadas Medina de Rioseco en su historia. Valladolid: Diputación Provincial de Valladolid, pp. 15-23. ORTEGA RUBIO, Juan (1893): “D. Ventura García Escobar”, en Vallisoletanos ilustres (bocetos). Valladolid: Luis N. de Gaviria, pp. 22-29. PÉREZ DE CASTRO, Ramón y REGUERAS GRANDE, Fernando (2009): Ventura García Escobar. Medina de Rioseco, Campos y Torozos en el Semanario Pintoresco Español. Valladolid: Asociación Cultural Domus Pucelae.
AMPUDIA EN LOS LIBROS
Ventura García Escobar,
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El Castillo de Ampudia VENTURA GARCÍA ESCOBAR [SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL. 11 de junio de 1854] [...] Cada señor acuartelado en sus bastiones quería vivir sin ley ni rey. De aquí las necesidades de los fuertes y rastrillos. Pero necesitaba al propio tiempo ostentar la parte dramática y deslumbradora de su complicado papel. Para esto la morada de bizarra ostentación. El alcázar fue la combinación artística de aquellas dos exigencias, el término de fuerza entre la vivienda del magnate y el cuartel del guerrero. Debida a los árabes esa novedad monumental, de la cual nos dejaron notables ejemplos en sus ciudades, por una necesidad intrínseca a sus costumbres y estado social, nuestros príncipes y magnates la adoptaron como tan ventajosa y apta para su doble consideración militar y heráldica. Estas construcciones merecen ser cuidadosamente observadas, porque revelan bien la condición ambigua y mistiforme del castellano de la edad media; colocan en inmediato contraste dos faces de una misma existencia, dos modificaciones de un tipo, y son el símbolo gráfico del misterio feudal. El CASTILLO DE AMPUDIA fue una de esas fábricas bélico-palaciegas, una obra aristocrático-marcial, que lleva el sello enigmático de su azarosa época. Veamos pues. En la base exterior del alzado la barbacana, para nivelar el plano de la obra trazado en la vertiente de las colinas. Ante su escarpa el foso, salvado por un pontón provisional de cal y canto. Sobre ella una cortina de muralla, revestida de numerosos cubos almenados, para artillería y armas menores con plataformas y parapetos. Enclavada por sus extremos en el muro de la población, ciñe la parte principal de la fortaleza, como la armadura el pecho de un guerrero. Entre los dos baluartes centrales forma la entrada del castillo un arco, desprovisto ya de loba y peines, pero conservando los orificios para las cadenas del puente levadizo en sus muros de enjuta. La falsa mina desemboca a su derecha, y casi oculto en el muro exterior que forma el tambor con el murallaje, que en su espesor contiene cuerpos de guardia y otras obras de bóveda; estando provisto además de escalinatas en su frente interno para el servicio de los puestos. Ganada la línea exterior, y desembocando en la placeta, se da sobre la perspectiva general del alcázar, cuya planta hace cuadrilátero rectángulo de 106 pies de frente, y casi igual de fondo, guarnecido con robustas torres en sus ángulos. El edificio comprende en su fortificación dos departamentos, el palacio y la verdadera fortaleza. Constituyen aquel los tres lienzos primeros del cuadrángulo, y forma ésta la doble cortina del fondo, con construcción independiente y de todo punto militar. El palacio es el segundo recinto castramentario de la obra, y encierra la morada de los señores y sus dependencias. La fortaleza hace por sí sola un cuadrilongo, que era la tercera línea de defensa y el último atrincheramiento de la guarnición, que podía sostenerse allí con ventajas, aun perdidos los otros órdenes de resistencia. Penetremos pues desde el atrio externo por la portada principal de heráldicos blasones coronada, y por un pasadizo abovedado llegaremos al patio central de las obras. Las tres alas pertenecientes al palacio (una de ellas arruinada) constan de un pórtico bajo, cuyos góticos machones sostienen arcos escarzanos; corriendo sobre esto un claustro alto, de igual traza, sobrepuesto a su vez en el tramo del N. por una tercera galería. Entre las muchas piezas que desembocan sobre cortos corredores merecen especial aprecio el salón de recibimiento y el de la chimenea, que ostentan interior y exteriormente lindas portadas de preciosos vaciados góticos en yeso, y buenos artesonados, que montan sobre una imposta, por la cual corre graciosa cenefa de hojas de vid silvestre, entrelazadas con escudos de armas, blasonados alternativamente de estrellas y lobeznos. El hogar es una especialidad en su género, por las dimensiones de 10 pies línea por 8 de fondo. Ejemplar curioso de aquellos inmensos fogones de la edad media, en que los villanos y monteros del local, rico-home, tostaban a la llama de un roble entero el grasiento jabalí, por sus vena-
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blos traspasado en la sangrienta y alborozada cacería. Y recuerda alguna de las escenas feudales que Walter Scot pinta con tan palpitante interés y colorido dramático. El salón de la armería se halla en el piso más elevado, y semeja a los anteriores en su corte y aspecto. Pero se halla vacío porque lo despojaron los franceses y los guerrilleros de sus abundantes y variadas colecciones. Y otros luego han consumado la odiosa depredación de este curioso museo de la antigüedad. Las murallas que circundan el alcázar, provistas de copiosos almenares, tienen cubiertos sus terrados, y hacen cómodos tránsitos; estando defendido el centro de cada frente por un pabellón voladizo, montado sobre canes abiertos, de forma circular y remates cónicos. La fortaleza del lienzo occidental consiste en un inmenso murallón, con 70 pies de longitud por 16 de codal, precedidos de dos cuerpos salientes a los extremos del patio, donde se halla la entrada, y pegados a las grandes torres que terminan los cabos de esta fortísima fábrica. Sobre la cúspide hay una explanada, que llaman el paseo de la reina, guarnecida en sus bordes con parapetos almenados y atronerados. Desde ella se sube a los cuerpos altos de la torre del homenaje, titulada también de “Malpique” (y a la azotea de la opuesta), que termina en una gola de modillones, donde apean los almenajes del glacis supremo, dominados por una linterna volante, para el puesto de vigilancia. Y cierra este puesto fuerte por lo exterior, altísimo y formidable muro de piedra, protegido con defensas verticales por las obras superiores. La arquitectura de este monumento es por lo general gótica, de la tercera época, según lo manifiestan las bordaduras y vaciados de los salones, y cierto arco conopial de un torreón. Pero es en sus formas dura y parca de ornatos, cual cumple a la rudeza marcial y a la severidad de su destino. Las bóvedas ojivales de piedra que cubren los pisos de las torres, se hallan guarnecidas por fuertes aristones; las elipses desnudas de filetes y vivos; todo respira en fin, la fiereza de los combates y la edad de la fuerza. Desde los muros del castillo arrancaban los que circuían la villa, flanqueados de baluartes redondos de recia construcción. Porque AMPUDIA fue plaza importante en el tiempo viejo. Su origen viene desde muy alta fecha. [...] Este monumento artístico es uno de los pocos que van quedando en pie, y que desaparecen sucesivamente, entregados al abandono y a la rapacidad. ¡Raza granítica de gigantes, que convertidos en sombras perdidas se llevan consigo los recuerdos fantásticos de una edad misteriosa, que acaso los poetas están solamente llamados a comprender, para mortificación de la crítica y de la historia.
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La Colegiata de Ampudia VENTURA GARCÍA ESCOBAR [SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL. 3 de septiembre de1854] [...] Producto la Colegiata de Ampudia de una época en que la arquitectura realizaba una de sus más importantes transformaciones, al tenor de la marcha social, presenta el arte que acaba y el arte que empieza en accidental y mistiforme amalgama. Es un engendro de dos razas, que manifiesta la duplicidad de origen en la ambigüedad de su aspecto […] Consta el edificio en su distribución interior de tres naves y el ábside. El gusto de la decoración es gótico en general, pero con algunas reminiscencias del estilo lombardo, y tan lleno de reparos, cortes y añadiduras, que presenta una fisonomía anómala y multiforme. Debió la obra principiar por la capilla absidal y la nave céntrica, según los retazos bizantinos que se notan en aquella, y que son los más antiguos, y en el coro. Después vinieron en las otras dos zonas los renuevos del gótico en todas las variaciones de su exornación. Pero es incomprensible la mezcla y falta de orden que reinan en la colocación de semejantes adiciones. Ya es un ángulo de bóveda, ya un trozo de cornisa, ya algún capitel de las haces, que tiene a su lado otros de diversa época y contradictorio tipo. No parece sino que un profano al arte tomó porción de fragmentos de arquitectura, y les arrojó a ciegas sobre paredes y techumbres, donde quedaron colocados a merced del acaso. Y más bien puede la iglesia ser comparada a un mosaico informe, construido con las ruinas de muchos siglos, que a una construcción ordenada y de unidad sucesiva. Dividen las tres naves dos órdenes de arcos ojivales de maciza y pesada traza, como todo lo que pertenece allí a la primera época de la obra. Las bóvedas están fabricadas con dovelas de piedra, en forma elíptica, y guarnecidas de toscos y fuertes aristones. Entre las varias capillas que desembocan sobre las naves laterales, la parroquial, que tiene algo de estilo plateresco, y la de la Concepción, que pertenece al gótico decadente, fueron reparadas en 1787. El retablo mayor corresponde al Renacimiento, dorado en 1670, con varias obras de escultura. Sobre la meseta del presbiterio hay un antiquísimo sepulcro de piedra con tosco bulto y vetusta leyenda, perteneciente al bajo gótico, y que debe ser de alguna piadosa y noble matrona; y otro del gótico degenerado está en la capilla de la Concepción. La perspectiva exterior del templo, como se ve en nuestro dibujo, ofrece de particular las portadas N. y M., que son obra del buen gusto ojival, y la torre, que domina la masa del edificio, y que vista de lejos despunta entre las confusas lontananzas como el cíclope de Virgilio sobre el fondo del mar. Su estilo artístico pertenece a la segunda Restauración aunque con ciertas huellas y mal curados resabios de Barroquismo en varios accesorios de la exornación, que oscurecen un tanto el tipo romano de la decoración, y producen poco depuramiento de gusto en el conjunto, que representa exactamente las piezas de un ajedrez en apilamiento piramidal aglomeradas. Consta de tres cuerpos. El primero es un cuadrado robustecido con ocho estribos sobre los ángulos vivos, coronados de flameros en estriados pedestales, y encima del cual corre la balaustrada, entre pilastras sobrepuestas de jarrones pareados en los frentes. El segundo hace un poliedro de diez faces, resaltado por medias pilastras toscanas, perforado por arcos hemiciclos y terminado por floreros. Y forma el tercero, alzado en un plinto circuido de iguales adornos, un cono barreado de junquillos con sartas de perlas, y coronado por tres golas abultadas para sustentáculo de la veleta. El aspecto general aparece recargado por la multitud de jarrones, urnas y remates de bastardo estilo, que hacen el perfil pesado y difuso, y que son el contrasentido de la obra, el defecto ostensible de su combinación, como lo es asimismo el pináculo cónico del último tramo, perteneciente al modelo gótico del templo, y que forma singular contraste con los demás cuerpos y con los adornos modernos, que le ahogan en rededor. Tampoco son exactas sus proporciones, y por eso parece la aguja menos esbelta y airosa de lo que exige la forma piramidal. La ejecución, a parte de eso, es bastante buena, la traza arquitectónica de los alzados tiene buen sentido, y en varios toques no deja de haber corrección. Con menos jarrones y pedestales, con cierta economía de ornatos accidentales, valdría seguramente mucho más. ¡Lástima que el arquitecto cargara sobre una flecha de regular corte la ampulosa balumba de tales dijes y penachos, cual pudiera hacerlo una novia lugareña, que se echa encima todas las galas del cofre en abigarrada exageración! [...] Cada templo es una página de la crónica de su edad. La Colegiata de Ampudia refleja bien el estado de aquel tiempo. Mas aunque de tan antiguo construida, que alcanza lo menos al siglo XIII, en el primer ensayo del arte ojival, no fue erigida en templo colegiado hasta tiempos mucho más cerca de nosotros. Por los años de 1608, el señor D.
59 AMPUDIA EN LOS LIBROS
Francisco Sandoval y Rojas, duque de Lerma, durante su privanza con Felipe III, trasladó a esta iglesia la Colegiata establecida en Usillos. No se aviene esta versión muy bien con la pretensión que hace a esta villa sede episcopal desde el siglo IV, y que supone prelados de ella a Ódolo, Gerundiano, Claro e Isignio. Parece un poco larga la fecha, y no hallamos en Ampudia ninguna antigualla que preste autenticidad a semejante tradición. Todo hace presumir lo contrario. El templo, en primer lugar, no tiene las formas características de las catedrales góticas; pues le falta la prolongación de las naves laterales en rededor del ábside, que suele constituir un claustro corrido para las procesiones interiores; carece también de patio claustral, de trascoro y de otros pormenores técnicos. La colocación del coro, el carácter mezquino de la sillería, la carencia del pasadizo abalaustrado entre su verja y la del presbiterio, y todo en suma demuestra que el templo no fue edificado para el servicio de la dignidad episcopal ni del capítulo canónico, sino única y absolutamente para la parroquialidad. Por otra parte, es un contrasentido que desde los romanos hasta la traslación tuviese obispo propio; y que después de ésta, precisamente cuando había adquirido categoría colegial, quedase no más que con un simple abad mitrado, menor en potestad y jerarquía. Presidía este funcionario el cabildo, compuesto en la época de la traslación de dieciocho piezas, a las cuales se agregaron quince beneficios curados, que tenía la villa de provisión patrimonial, llegando por consiguiente a treinta y tres las plazas capitulares. El patronato de esta iglesia pertenece hoy a la casa ducal del Infantado, que ha provisto las sillas originarias hasta la supresión por el último Concordato, que reduce la Colegiata a la clase de parroquia principal. El abad ejercía jurisdicción cuasi episcopal, con alzada a la Nunciatura, y comprendía en su marco las poblaciones de Ampudia, Usillos, Calabazanos, Valoria del Alcor y Villaldavín, teniendo cinco parroquias, tres conventos y varias ermitas, alguna de celebridad notable. Merece pues el templo de Ampudia un lugar en el registro de nuestras artes, si no por su valor artístico ni por su belleza monumental, por su antigüedad venerable, y por ser una de las primeras obras de la arquitectura cristiana del pueblo castellano.
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NOTICIAS DE HEMEROTECA (RECOPILADAS POR JOSÉ MARÍA VELASCO PEINADOR) 1800
Privilegio de la villa de Ampudia “S. M. se ha servido confirmar el privilegio de la villa de Ampudia de Campos, partido de Palencia, para celebrar una feria y mercado franco. Y así mismo a consulta del supremo Consejo de Castilla la ha concedido tenga el mercado los viernes en lugar de los miércoles, para mayor utilidad del público; y la feria desde el 6 de septiembre hasta el 16 del mismo. [ LA GACETA DE MADRID (actual BOE) – 11 de febrero de 1800]
1839
Los bandoleros de Torozos en Ampudia “PALENCIA, 11 de noviembre.- En la noche del 7 del corriente se presentaron en la villa de Ampudia veinte y tantos hombres a caballo los cuales robaron algunas casas, hasta que se tocaron a somatén las campanas y salieron huyendo del pueblo.” [ECO DEL COMERCIO - Jueves, 21 de Noviembre de 1839]
1887
Robo del relicario de la Santa Espina “Estos días pasados, fue robada la iglesia de Ampudia (Palencia) llevándose los ladrones los efectos siguientes: Una cruz parroquial, tres cálices, una bandeja ,un incensario, dos navetas, un relicario de la Santa Espina; un copón con formas sagradas, dos juegos de vinajeras, un viril con forma y tres platillos, todo de plata.” [EL VIGÍA CATÓLICO DE CIUDADEL – 22 de marzo de 1887]
1910
Vacante de plaza de Organista Mundo eclesiástico: […] Se halla vacante la plaza de organista de la parroquia de Ampudia, con la dotación anual de 547’50 pesetas y derechos de advenicio. Los ejercicios se verificarán en Palencia los días 29 y 30 del mes corriente. También se halla vacante la plaza de organista sacristán de la parroquia de Castil de Vela, con la dotación anual de 250 pesetas.” [LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA – Jueves, 17 de Marzo de 1910]
1928
Ampudianos heridos en una reyerta “LOS DOS BANDOS DE UN PUEBLO – Se acometen en un baile y resultan varios heridos: Palencia, 4.- Hace algún tiempo, la gente joven del pueblo de Ampudia estaba divida en dos bandos. Uno de éstos organizó ayer un baile, y al enterarse de ello el bando contrario trató de penetrar en el local. Con este motivo se promovió una discusión, que degeneró en riña, y ambos bandos se agredieron mutuamente. Durante la reyerta, han resultado varios heridos graves. Entre ellos se encuentran Priscilo Ramos, que tiene siete heridas de arma blanca en la espalda y diversas contusiones en la cabeza; Marcelino Asenjo, contu-
siones en el frontal y los parietales; Jacinto Martín, una herida inciso punzante en la región deltoidea; Teodoro Navarro, dos heridas en la región escapular izquierda. Además han resultado otros varios con contusiones graves. La Guardia civil ha practicado nueve detenciones. El suceso ha producido en el pueblo gran revuelo y el vecindario se ha dividido también. [HERALDO DE MADRID – Jueves, 4 de Octubre de 1928]
NOTICIAS DE HEMEROTECA
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1931 1929
Jóvenes asfixiados en una Yesera
Velada de teatro infantil “En Ampudia, el día de reyes, y con el fin de recaudar fondos para la adquisición de una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, para entronizarla en la escuela nacional de niñas del primer distrito, se celebró en esta villa una importante velada teatral infantil, cuyo programa es el siguiente: 1. Un monólogo por la niña Delfina Singler Morán. 2. Himno a Ampudia, por todas las niñas. 3. La comedia en un acto, “La modista modelo”, por las niñas María Luis y Carmen Singler, Agueda Garrido, Restituta de Cea, Dolores Ovejero, Anastasia Criado, María Luisa García, Clotilde Santiago y Amadora Luengo. 4. Canción de “El dormilón”, por todas las niñas. 5. La comedia en un acto “Los tres millones”, por las niñas Celia Torres, Carmen, Emilia, Delfina, Rosenda y María Luis Singler, Agueda Garrido, María Ángeles Luis y Vicenta Gutiérrez. 6. Cuadro al vivo representando la adoración de los reyes, por las niñas Celia Torres, Carmen y Emilia Singler, Carmen Gutiérrez, Milagros Castrillo y Agueda Garrido. 7. El sainete “Tres eran tres”, por las niñas Vicenta Gutiérrez, Celia Torres, Milagros Castrillo, Felisa Bodero, Carmen Singler, Emilia Gutiérrez y Anastasia Criado. Y 8. Canción de “La zagala”, por todas las niñas. El desarrollo del programa fue maravillosamente llevado a cabo por todas las niñas a las que el numeroso público que llenaba el amplio teatro, tributó repetidas salvas de aplausos. La obra fue dirigida por la señora maestra de primer distrito y don Manuel Singler, maestro nacional de Herrera de Pisuerga, de vacaciones en Ampudia con su familia, y siendo la parte musical dirigida por el culto coadjutor don Jesús González.” [EL DÍA DE PALENCIA – Jueves ,10 de enero de 1929]
“POR CAZAR UN LOBO MUEREN ASFIXIADOS: Palencia 17.- Comunican del vecino pueblo de Ampudia que los hermanos Máximo e Higinio Gallego Garrido, de diecinueve y veintiún años, respectivamente, y Pedro Ochoa, de dieciséis, se encontraban en un campo, a tres kilómetros de distancia del pueblo, cuando vieron correr por las eras un lobo, que se refugió en unas yeseras próximas. Los tres jóvenes persiguieron al dañino animal, y penetraron en la cueva. Como la fiera no pareciera, encendieron una hoguera en la cueva y taparon la boca de entrada con el propósito de que el lobo muriera asfixiado. Por la tarde volvieron los muchachos para comprobar si la fiera había perecido, y penetraron en el interior de la cueva. Los padres de los jóvenes, alarmados por la tardanza de éstos, dieron cuenta del caso al juez y a la Guardia civil de Ampudia, que practicó un reconocimiento en la cueva, y encontró en el fondo de la misma los cadáveres de los tres jóvenes, los cuales habían muerto por asfixia.” [HERALDO DE MADRID – Sábado, 17 de Enero de 1931]
1932
Protesta por la retirada de Crucifijos en las escuelas ”En Ampudia, con un día esplendido amaneció el de las Candelas. El pueblo viste de gala siguiendo su tradicional costumbre, festejando así a la Santísima Virgen y poniendo de relieve la fe católica ampudiana. A la salida de misa y debido al sentimiento expresado por el pueblo con motivo de la retirada de los Crucifijos de las Escuelas y la obligada enseñanza laica, se formaron grandes grupos, terminando en una imponente manifestación, que a los gritos de “Viva Cristo Rey” y “no queremos escuela laica”, se dirigieron al ayuntamiento. El alcalde, enterado de sus propósitos, trató de disuadirles de sus intentos y les dijo que eran órdenes superiores que había que acatar y era inútil contradecirlas. (Nuevas y grandes voces de “¡somos católicos y no queremos escuelas laicas!”) El alcalde, ante la imposibilidad de contener la muchedumbre, les recomendó serenidad y que se manifestaran pacíficamente. El público le aclama y pide que les acompañe y les represente, a lo cual accede para asegurar así mejor el orden. El paso por las calles de la población fue un desbordamiento constante de alegría y catolicismo. En medio de una atronadora ovación, de vivas a Cristo Rey y a la religión católica, se llegó a las escuelas, en donde sin dejar de vitorear, aclamar y dar muestras de grande entusiasmo, se colocaron triunfalmente los Crucifijos en el lugar en que antes estaban.” Ampudia a 2 de febrero de 1932. [EL DÍA DE PALENCIA - Lunes 8 de febrero de 1932]
1932
VARIAS SEÑORAS MULTADAS Palencia, 15.- El gobernador ha impuesto multas de 100 pesetas a varias señoras del pueblo de Ampudia, Frechilla, que intentaron organizar una manifestación para obligar a los maestros de las escuelas a reponer los crucifijos y demás símbolos religiosos, que habían sido quitados cumpliendo disposiciones superiores. – (Fulmen)” [LUZ- Diario de la República - Lunes, 15 de febrero de 1932]
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ABC. SABADO 11 DE SEPTIEMBRE DE 1971
PALENCIA
I FESTIVAL DE LA CANCIÓN DEL TRIGO Palencia 10. (De nuestro corresponsal.) En la provincia de Palencia, eminentemente agrícola, va a celebrarse el I Festival Nacional de la Canción del Trigo. Un auténtico homenaje al campo labradío y a los campesinos, que tendrá lugar durante mañana, día 11, y pasado, 12 del actual mes de septiembre en la localidad de Ampudia de Campos, a poco más de 20 kilómetros de la capital de la provincia, dentro de la zona palentina de Tierra de Campos. El escenario no puede ser más netamente campesino, puesto que se trata de una localidad de labradores, que cuenta asímismo con una extraordinaria vitola artística, histórica y pintoresca, quedando las expresivas huellas de un bello castillo recientemente restaurado por su actual propietario. Y la colegiata, culminada con extraordinaria torre, que por acá denominan “La Giralda de Campos”, no falta entre el típico caserío de Ampudia la presencia de viejos porches o soportales castellanos, que le dan a la localidad un sabor francamente acogedor. Los actos comenzarán el sábado, 11 de septiembre, con diversas demostraciones de la mecánica aplicada a las labores campesinas; inmediatamente será inaugurada una exposición de maquinaria agrícola, que quedará abierta durante unos días en la localidad de Ampudia, y cuya participación es interprovincial. Esa noche, y en el amplio pórtico de la colegiata, la agrupación lírica de Valladolid, Los amigos de la Zarzuela, representarán “La rosa del azafrán”. El domingo será una apretada jornada, que se iniciará con una misa en el recinto de la Colegiata; seguirá la bención de los campos y sus frutos, oficiando el prelado palentino, doctor Granados García, y realizándolse la ceremonia en pleno campo. Tendrá lugar inmediatamente el acto literario de las primeras justas poéticas
nacionales de exaltación del campo español, en el evocador escenario del patio de armas del castillo de Ampudia, hospedaje que ha sido en varias ocasiones del emperador Carlos V; para estas justas poéticas se han presentado cerca de un centenar de trabajos de diversas provincias españolas. Terminado el acto literario habrá un interesante concurso campesino de acarreo de sacos, con tractores, en pleno campo; se han inscrito numerosos labradores de toda la provincia de Palencia. Por la tade, tras una comida típica castellana, habrá fiesta de toros, también al estilo rural. Por la noche se celebrará el Festival del Trigo. Doce canciones han sido seleccionadas para este certamen: “La espiga”, de Prada Ruiz; “Junto al cubo de basura”, de CienfuegosArquelladas; “Hoz y espigas”, de Portolés-Sellés; “Paso a paso”, de Portolés-Navarro; “Castilla”, de Fernández de la Poza; “Después”, de Camino-Hurtado; “Ella”, de Monge; “Más enamorada”, de Ceratto; “Marlenne”, de Martín García; “Poeta de amor”, de GalaRamos; “Corazón de trigo”, de Jesús Angel, y “Tú lo sabrás”, de los Sellos. Las canciones serán defendidas por Las Náyades, Aurora, María del Valle, Alberto, Rossa, Juan Tristán, Alfredo de Palencia, Nacho, Frankl, Roxana, Jesús Angel (autor) y Javier. Como artista invitado actuará Alberto Cortez y su conjunto de Santa Fe, y presentarán el Festival Jesús Uribarri y Pilar Cañada, de Televisión Española. El artista palentino Rafael Oliva montará la decoración y luminotecnia, y dirigirá la gran orquesta del Festival el maestro Rafael Royo, también de Palencia.
Antonio ALAMO SALAZAR.
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Los Pekenikes (HISPAVOX, 1968)