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Biografía FREDESVINTO ORTIZ BARREDA
Nace en Valladolid a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, una tarde del día de Nochebuena y cuando las gentes del trabajo regresaban a sus casas.
Los primeros años son de colegio y juegos en la calle en días laborales y paseos por el centro de la ciudad en los festivos. Cursa estudios en un colegio de religiosos donde la caligrafía y el dibujo artístico formaban parte de las asignaturas recibidas; las tardes de los jueves en casa terminaba el dibujo que había iniciado por la mañana en clase.
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A los catorce años comienza estudios de formación profesional de Oficialía y Maestría Industrial de la rama del Metal donde el dibujo técnico es fundamental; la teoría del dibujo y la prespectiva serán la base de sus trabajos porteriores.
Durante esos años en Valladolid comienza un importante crecimiento demográfico como consecuencia de la implantación en la ciudad de la industria automovilística, con la demanda de vivienda correspondiente; se construyen nuevos barrios y el centro histórico sufre la desaparición de antiguos edificios. La lista sería muy larga y pasarán muchos años antes de que se tome clara conciencia del destrozo; es necesario recurrir al trabajo de dibujantes, pintores y fotógrafos para recordar cómo fue en su día la ciudad.
El trabajo en diferentes talleres de la ciudad le mantiene a diario en contacto con el dibujo técnico que ya no abandonará durante toda su vida laboral. Se interesa por la fotografía que le aportará un mejor conocimiento de la composición y visita con asiduidad e interés las exposiciones que se ofrecen en la ciudad.
Retoma el dibujo artístico de forma autodidacta en la década de los ochenta sin una idea clara del camino a seguir; practica con el grafito, aguadas de tinta, plumilla y durante dos años se afana en recuperar las habilidades y poder crear un dibujo que pueda enseñar. Es tiempo de leer libros de técnicas artísticas. Decía Eduard Monet que para ser un buen pintor también hay que ser un buen artesano.
Pronto se hace evidente que la técnica de la plumilla es la que más se adapta a sus posibilida- des y condiciones; la dedica todo el tiempo que le es posible. En el paisaje urbano encuentra un gran campo creativo ya que puede recrear un mundo por el que pasamos a diario sin darnos cuenta de su belleza.
El recuerdo de espacios desaparecidos le permite realizar trabajos que transcienden a una copia literal de antiguas fotografías, teniendo siempre como base que está realizando un trabajo artístico. Es necesario acostumbarse a tener la mirada atenta al pasear para poder descubrir la belleza, nuevos temas o rincones olvidados; los viajes son una buena ocasión para ampliar el horizonte compositivo.
Para no cerrarse a una sola técnica estudia pintura al óleo, grabado, acuarela y técnicas de ilustración y ello le permite tener una visión complementaria del dibujo y además ampliar los temas a trabajar.
En 1996 participa en su primera exposición colectiva y partir del año 2001 comienza a exponer individualmente en salas de Valladolid y provincia, Burgos, Aranda de Duero, Ampudia, etc. Como miembro de la Unión Artística Vallisoletana participa desde 2010 en las exposiciones colectivas anuales, Taller de Otoño, obteniendo un 1er. Premio, dos 3er. Premios y varios accésits; asimismo también participa en cuantas exposiciones colectivas organiza esta asociación.
Tal vez una de las mayores satisfacciones que le ha proporcionado esta actividad, es la de haber conocido a un buen número de artistas y amantes de la pintura, la acuarela y el dibujo; disfrutar de su amistad es ya un premio en sí mismo.