Epifanio Romo Velasco
El monasterio
V de
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Jerรณnimo
aldebusto
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El Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora de la Piedad de Valdebusto
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os restos de este monasterio se encuentran en el Caserío de Valdebusto (finca agropecuaria de propiedad privada), en el término de Valoria del Alcor, a mitad de camino entre esta pequeña población y la finca Coto Bajo de Matallana (Villalba de los Alcores), por la carretera provincial P.943. Desde el 11 de junio de 1971 Valoria del Alcor con sus 35 kilómetros cuadrados, que incluyen las tierras y caserío de Valdebusto, quedaron agregados al municipio de Ampudia. En los mapas actuales el lugar aparece como VALDEBUSTOS, pero en ninguno de los documentos históricos lleva la S final, que aparece por vez primera en el Diccionario de Madoz (1850).1
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I.- LOS ORÍGENES Los Beatos de San Onofre: En el año 1559 fallecía el famoso Arcediano del Alcor, D. Alonso Fernández de Madrid, autor de la “Silva Palentina”, donde, al hacer la relación de los conventos de la diócesis de Palencia, menciona este “De los beatos de Santo Onofrio. Un monasterio de Valdebusto, que agora es ya de S. Jerónimo.” Entre 1600 y 1605 Fray José de Sigüenza escribía la Tercera Parte de su “Historia de la Orden de San Jerónimo”, donde narra los orígenes de este monasterio de Valdebusto, su adscripción a la Orden de San Jerónimo y las vicisitudes por las que pasó el convento hasta finales del siglo XVI: “El origen de este convento fue de unos ermitaños, que cerca de los años de 1400 se recogieron a servir a nuestro Señor en una ermita pequeña que estaba allí con título de Nuestra Señora”. En efecto, a finales del siglo XIV se constata la presencia en las tierras de Valoria del Alcor de un nutrido número de monjes ermitaños o eremitas, llamados “beatos”, que se sustentaban de la limosna y vivían en soledad. Estaban estrechamente relacionados con otro grupo similar de eremitas que poblaban las tierras de Urueña (Valladolid). Dada la dificultad de la vida solitaria, y por la presión de las autoridades eclesiásticas, unos y otros acabaron agrupándose para formar pequeños monasterios y hacerse cenobitas. Los de Valoria del Alcor fundaron el convento que primero se llamó de Santa María de Valdebusto y más tarde de Nuestra Señora de la Piedad. Los de Urueña fundaron el Monasterio de El Bueso o Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación. Posteriormente sus caminos se separaron, pues los primeros se agregaron a la Orden de San Jerónimo y los segundos a la de San Benito. Las donaciones de D. Pedro Ortiz de Pobes: Las primeras menciones documentadas de Valdebusto son de 1403 y 1419. La primera está fechada en Trigueros del Valle (Valladolid) el 1 de marzo de 1403 y la segunda en Paredes de Nava (Palencia) el 3 de enero de 1419. Se trata de dos donaciones que el Señor de Valoria, D. Pedro Ortiz de Pobes2 y su esposa, Dª Isabel Sánchez, les hacen a los ermitaños para que puedan agruparse y formar una congregación. Por ellas les hacen entrega de la tierra donde estaba situada una ermita dedicada a Santa María, con fuente de agua buena y abundante, huerta y alameda. Les conceden asimismo licencia para sacar piedra de todo el término de Valoria para que puedan construir el convento y derecho a cortar leña y escobas en los montes vecinos. En la segunda donación se estipula que, si venden, donan o ceden la finca, ésta volverá a sus dueños anteriores. La fama de santidad de estos llamados “beatos de Valdebusto” les lleva enseguida a recibir numerosas Bulas de indulgencias de los Papas Inocencio VIII y Alejandro VI, así como diversas donaciones de particulares y la anexión del Monasterio de Nuestra Señora de Fuentes3, extramuros de la villa de Aguilar de Campos (Valladolid), propiedad del II Almirante de Castilla D. Fadrique Enríquez († 1473), cuyos monjes se trasladan a Valdebusto.
San Onofre, monje ermitaño del siglo IV, que vivió durante 70 años en soledad
Separata de La Corredera nº 6 Autor: Epifanio Romo Velasco Plumillas: Fredesvinto J. Ortiz Diseño y maquetación: Juan Vélez Imprime: Gráficas Astillero Depósito legal: SA-445-2010
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La fuente de Valdebusto, de agua buena y abundante, ya mencionada en las primeras donaciones.
Escudo de la Orden de San Jerónimo.
Llegan así a formar una pequeña Comunidad en la segunda mitad del siglo XV y solicitan del papa Inocencio VIII les conceda una Regla por la que puedan regirse. Pasan entonces a llamarse religiosos de la Orden de San Pablo, el primer ermitaño, y adoptan la regla de San Agustín. Construyen una primera iglesia que el obispo de Palencia D. Gutierre de la Cueva bendice en 1469. En 1485 muere el Señor de Ampudia D. García de Ayala. En un codicilo fechado el 8 de octubre, poco antes de su muerte, hace diversas mandas para los vecinos de Valoria y los monjes de Valdebusto: “Mando a los vecinos de Valloria diez mil maravedís y más todo el pan de la renta de aquel año […] mando a la casa de Valdegusto [Sic] y a los hermanos della veinte mil maravedís, los doce mil para una cruz, los otros para la fábrica.” [Archivo Histórico Diocesano de Palencia] Los pleitos por montes y pastos: Tratándose de un monasterio cuya principal fuente de ingresos eran la agricultura y la granjería, es lógico que se presentaran desde fecha temprana conflictos varios por el uso de montes y pastos. De 1504 es un pleito entre La Mesta, el Monasterio de Santa María de Valdebusto y el Concejo de Ampudia por desavenencias en el aprovechamiento de los pastos. En 1515 son el Señor de Valoria, D. Antonio de Fonseca4, y el Concejo de Valoria quienes pleitean con el Monasterio, recién adscrito a la Orden jerónima, en razón de si los ganados del convento podían pastar y abrevarse en los términos pertenecientes al Concejo y si los monjes podían cortar leña en los montes comunales al igual que el resto de los vecinos. La sentencia resultó favorable al Monasterio, indicando que podían pastar sus ganados por todos los términos, excepto en el Prado del Palacio, y cortar leña sólo en el Monte del Robledar, no en los otros. En 1543 se suscita un nuevo pleito entre el Monasterio y el Concejo de Valoria por haberles sido prendados algunos ganados que pastaban en términos comunales. En el documento aparecen los nombres de siete de los monjes que entonces formaban la Comunidad; posiblemente fueran todos, pues desde 1538 el convento había pasado a depender del homónimo de Benavente, a donde se habían ido trasladando poco a poco sus frailes. Otro pleito posterior, de 1551, al que nos referiremos más adelante, promovido por el Señor de Ampudia y de Valoria, D. Atanasio de Ayala, conseguirá reducir los derechos del Monasterio equiparándoles, en lo que a pastos, rozas y cortes de leña se refiere, a un solo vecino, es decir como uno más de los moradores de Valoria.
II.- LOS JERÓNIMOS - NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD Ingreso en la Orden de San Jerónimo: A principios del siglo XVI era Prior perpetuo de este convento de Santa María de Valdebusto Fray Martín Peláez, el cual, viendo que el monasterio no se podía sostener por la escasez de sus rentas, hizo renuncia formal de su cargo el 26 de abril de 1508 y solicitó su integración en la poderosa Orden de San Jerónimo. Esta solicitud se planteó en la reunión general del Capítulo de la Orden celebrada el 22 de abril de 1510 en el Monasterio de San Bartolomé de Lupiana, en Guadalajara. En principio los Jerónimos se mostraron reticentes, por cuanto que los primitivos ermitaños se sustentaban fundamentalmente de limosnas, algo que era contrario a los postulados de los seguidores de la Regla de San Jerónimo; sin embargo, dada su fama de santidad, acabaron aceptándolos y en 1514 el convento de Valdebusto quedó definitivamente integrado en la Orden jeronimiana. Como nuevo Prior se nombró a Fray Martín de Valmaseda ante Imagen de S. Jerónimo, de el cual hicieron profesión todos los monjes del convento, que eran más de Alejo de Vahía (c. 1501). Púlpito diecisiete. Este acto tuvo lugar el 10 de mayo de 1515. de la Colegiata de Ampudia La donación de Dª Teresa Carrillo: El 5 de septiembre de 1511 el matrimonio sin hijos formado por D. Francisco Enríquez5 y su esposa Dª Teresa Carrillo hizo carta de donación de numerosos bienes (cinco lugares de la jurisdicción de Benavente y dos de Tierra de Sayago) en favor de la Orden de San Jerónimo, para que se fundase un nuevo monasterio con el nombre de “Nuestra Señora de la Piedad” en Redelga (hoy Santa María de la Vega) a tres leguas de Benavente. D. Francisco Enríquez murió en 1524 y su viuda doña Teresa, previa dispensa de la Santa Sede, determinó que el monasterio no se hiciese en Redelga sino en Valdebusto, por ser ella muy devota de esta Casa. Para ello hizo una nueva carta de donación el 13 de septiembre de 1524: “Mi intención e voluntad es de dotar e donar dichos bienes al monasterio e prior e frailes e convento del monasterio de Nuestra Señora Santa María de Valdebusto… que ahora y de aquí adelante para siempre jamás se tiene que llamar Nuestra Señora Santa María de la Piedad del monasterio de Valdebusto…” [Archivo Histórico Nacional] La propia Dª Teresa Carrillo hizo trasladar hasta Valdebusto los restos mortales de su marido y construyó junto al monasterio una pequeña casa donde vivió el resto de sus días. Murió en 1527 y en su testamento de 11 de abril de ese mismo año dejó dispuesto que su cuerpo fuera sepultado en este monasterio: “Item, mando mi cuerpo a la tierra de que fue formado, el cual sea sepultado en el monasterio de Santa María de Valdebusto de la orden del Escudo de Armas de los Pimenbienaventurado nuestro padre San Gerónimo de la diócesis de Palencia, tel, Condes de Benavente.
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donde don Francisco Enríquez, mi señor, está e mi voluntad es que allí permanezcamos para siempre hasta la resurrección de los muertos, que será el día del juicio. Porque así está asentado con el general e con toda la orden.”
Benavente y Redelga (Santa María de la Vega) en el Mapa.
El Monasterio de San Jerónimo de Benavente (1528-1835): En algunos textos este convento aparece citado como “Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad de Benavente” y en otros simplemente como “Monasterio de San Jerónimo de Benavente”. Hoy ya no queda rastro alguno de él, pues en el transcurso de la Guerra de la Independencia fue ocupado como cuartel por las tropas francesas, siendo presa de las llamas el 30 de septiembre de 1809. Tras la Desamortización de 1835, el lugar pasó a manos privadas. Se encontraba a las afueras de la villa, junto a la carretera de León, en el paraje conocido como “Huerta de Don Pío”, por haber pertenecido a la familia de Don Pío Pita Pizarro, que fuera Ministro de Fomento. La historia de este monasterio comienza en 1527 cuando, tras la muerte de Dª Teresa Carrillo, el V Conde de Benavente, D. Alfonso Pimentel y Pacheco6, como albacea testamentario que era de D. Francisco Enríquez, suscitó un pleito para que se cumpliera la voluntad de éste y no la de su esposa y, según lo testado, se hiciera un nuevo convento en Redelga. La sentencia de la Chancillería de Valladolid de 30 de julio de 1527 le fue favorable, e igualmente le fue favorable otra ejecutoria de 24 de enero de 1528 referida a los bienes de Dª Teresa Carrillo “puesto que todo estaba contenido en la misma escritura de dotación”. A continuación, el Conde negoció con la Orden de San Jerónimo para que, en lugar de hacerse un nuevo convento en Redelga, los bienes de sus fundadores quedasen adscritos al convento que, con el mismo nombre de “Nuestra Señora de la Piedad”, él estaba ya construyendo en su villa de Benavente. Poderoso era este Conde, por lo que la Orden jerónima, para complacerle y
evitar nuevos pleitos, condescendió a su petición y señaló como Prior a Fray Pedro de Segura, que pasó de Valdebusto a Benavente llevándose los huesos de D. Francisco Enríquez aquel mismo año de 1528; poco después se llevaron también los de doña Teresa. D. Alfonso Pimentel murió el 3 de junio de 1530, pero su hijo y sucesor, D. Antonio Alfonso Pimentel de Herrera, VI Conde de Benavente, procuró seguir los deseos de su padre e impulsar las obras del Monasterio de Benavente. Desprovisto el de Valdebusto de su principal fuente de ingresos, en el capítulo de la Orden celebrado en 1538 en San Bartolomé de Lupiana, el Prior Fray Miguel de Riaza, informó del acuerdo establecido con el Conde para trasladar la Casa de Valdebusto a la de Benavente. Poco a poco los monjes se fueron trasladando a Benavente y en 1550 ya no quedaban frailes en Valdebusto. Viendo la casa desamparada, el Señor de Ampudia y de Valoria, D. Atanasio de Ayala, puso pleito a la Orden de San Jerónimo alegando que habían perdido la propiedad de los pastos y de todo lo demás de que gozaban en sus términos, porque cuando el Señor de Valoria D. Pedro Ortiz de Pobes se lo dio fue con la condición de que allí hubiese un monasterio. La sentencia definitiva dada en 1551 y confirmada en 1553 resultó contraria a las pretensiones de don Atanasio, pero algunos vecinos de Valoria y gente importante de la comarca, apenados y tristes por verse sin religiosos y sin monasterio, rogaron a la Orden de San Jerónimo que se separasen de nuevo los dos conventos. La súplica llegó a la Santa Sede, quien encomendó la causa al Obispo de Palencia. El Provisor del obispado palentino, vistas las probanzas, sentenció que el Monasterio de Valdebusto era libre y exento del de Benavente. Volvieron los monjes a Valdebusto en 1552, aunque en escaso número. En 1573 habitaban allí solamente cuatro o cinco de ellos. Probó entonces la Orden a poner hasta una docena, pero vio que no era posible hasta que no se construyera un nuevo edificio. De las escasas rentas de este monasterio, 12.600 maravedís, da cuenta el “Repartimiento del subsidio para la fundación del Seminario de Palencia” de 1585. Siguiendo las directrices emanadas del Concilio de Trento, el obispo D. Hurtado de Mendoza decidió la fundación del Colegio-Seminario de San José de Palencia, imponiéndose para tal efecto una contribución o subsidio del 6% sobre todas las rentas eclesiásticas de la diócesis: “El prior, frailes y convento del monasterio de Valdebusto, cerca de Ampudia, de la Orden de San Jerónimo, cuya renta se estima en 12.600 mrs. ….” Mucho más rico y poderoso era el vecino Monasterio Cisterciense de Matallana cuya renta se estimaba en 41.937 maravedís.
III.- EL EDIFICIO HERRERIANO Las trazas y condiciones de Francisco de Praves: A comienzos del siglo XVII el Monasterio de Valdebusto atravesaba por una etapa de bonanza económica. En 1610 el Concejo de Villalba de los Alcores pagó al Monasterio 13.950 mrs. por 150 cántaras de vino blanco, a
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El hábito de los jerónimos en los cuadros de Zurbarán.
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93 mrs. cada una, y 28.400 mrs. por razón de 700 cántaras de vino tinto, a 98 mrs. la cántara. Parecía, pues, llegado el momento de construir un nuevo edificio. En 1605 el Prior y los monjes de Valdebusto solicitaron las trazas al arquitecto Pedro de Mazuecos. Por ellas y por haber echado los cimientos de toda la planta se le pagaron 12.756 mrs., pero por alguna razón se decidió cambiar de planes y solicitar nuevas trazas al arquitecto herreriano Francisco de Praves7, quien el 21 de marzo de 1608, fiado por su padre, Diego de Praves, firmó una escritura obligándose a hacer a destajo la obra nueva del edificio conforme a sus propias trazas y condiciones. No se conservan las trazas, pero sí las prolijas condiciones que han sido estudiadas con detalle por Concepción Ferrero Maeso en “Juan de Herrera y su influencia. - El monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Piedad en Valdebusto” (1993). En dichas condiciones se especificaba que el nuevo Monasterio debía de constar de dos claustros cuadrados de iguales proporciones, con dos pisos cada uno, los cuales ocuparían todo el largo de la fachada; el claustro principal sería con pilares de piedra de sillería y el claustro secundario con pies derechos de madera de olmo y zapatas en lo alto. Ambos claustros estarían separados por un cuerpo o caja de escalera que daría acceso a las celdas de los monjes, las oficinas, la bodega, la cantina y el lagar. La iglesia, situada al oeste, estaría abovedada y con tejado a dos aguas, con coro, pórtico y sacristía colocada detrás del altar mayor, y con un campanario de piedra con huecos para tres campanas y alojamiento para el reloj: “un relox del tamaño y proporción que convenga y a elección de la parte de dicho convento”. La construcción del edificio, según las condiciones concertadas, debía ser de mampostería y con las esquinas de sillería. En su fachada principal, la del sur, estaría situada la portería.
Planta del Monasterio (Concepción Ferrero Maeso)
Para el pago de las obras a Francisco de Praves se utilizó el sistema habitual utilizado en las obras de los Monasterios, que consistía en ceder a los arquitectos algunos de los muchos censos que generalmente poseían. El 14 de enero de 1633 el arquitecto cedió al mercader Juan Ximeno uno de esos censos que, por valor de 50 ducados, tenía adjudicados del Monasterio de Valdebusto. Murió Francisco de Praves el 21 de octubre de 1637 sin haber terminado aún de cobrar el total del importe de las obras y un año después, en escritura otorgada el 20 de octubre de 1638, su yerno y heredero Juan Lisón de Tejada reclamó ciertas cantidades al Monasterio.
Sección y alzados del Monasterio (Concepción Ferrero Maeso)
Los restos actuales del Monasterio: De lo que fuera el Monasterio se conserva muy poco en la actualidad. Pero, aunque ruinoso, se puede advertir que se trata de un edificio de planta rectangular. Las fachadas son sencillas y de un austero estilo post-herreriano con balcones en la planta alta y ventanas en la baja, rítmicamente dispuestos. La fábrica es de mampostería y los huecos están recercados de sillería. También de sillería son las esquinas, la cornisa de separación entre los pisos y la de coronación. En la fachada meridional aún puede verse lo que debió ser la entrada de la portería, con arco carpanel o apainelado. Del claustro principal, aunque cegados, se conservan tres arcos de medio punto, sobre pilares de sillería en la parte baja y otros tres carpaneles sobre pilares de ladrillo en la parte alta. Del cuarto de la escalera, que dividía los dos claustros, no se conserva nada y llama poderosamente la atención que tampoco se advierta rastro alguno de la iglesia que debía estar “a la parte de occidente”. La verdad es que desconocemos si finalmente la construcción del convento se ajustó en todo a las condiciones concertadas y respecto de la iglesia pudo
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ser que no fuese construida porque la obra no llegara a terminarse, aunque parece más probable que en el transcurso de la Guerra de la Independencia, el Monasterio de Valdebusto sufriera la misma suerte que la Casa Matriz de Benavente, es decir que estuviera ocupado como cuartel por las tropas francesas y que, a su marcha, fuese víctima de un incendio intencionado que hiciera desaparecer totalmente la iglesia.
Restos del Monasterio: Esquina suroriental
Restos del Claustro Principal, con arcos de medio punto en la planta baja y carpaneles en la alta.
IV.- SIGLO XVII Y PRIMERA MITAD DEL XVIII Noticia biográfica de algunos Priores de Valdebusto: Pese a ser siempre considerada por la Orden jerónima como una “casa pobre”, la vida en las nuevas dependencias conventuales de Valdebusto debió de experimentar una cierta intensidad en el siglo XVII y la primera mitad del XVIII. Al menos esto es lo que parece deducirse de las noticias biográficas de algunos personajes importantes que fueron Priores de este convento, entresacadas de la obra de Fray Francisco de los Santos “Cuarta Parte de la Historia de la Orden de San Gerónimo”, publicada en 1680. Unos eran monjes jóvenes que ocupaban el puesto como paso previo para llegar a mayores metas. Otros, ya ancianos o enfermos, que venían a esta Casa para descansar y curarse de sus dolencias o prepararse para la muerte. Fray Alonso de Paredes: Natural de Paredes de Nava. Prior del importante Monasterio de Prado en Valladolid donde mandó construir el Claustro principal, obra de Francisco de Praves en 1611. Fue General de la Orden entre 1612 y 1615 y pasó después a ser Prior de la “casa pobre” de Valdebusto. Murió en el Monasterio de Prado en 1616. “Acabado el generalato, fue inmediatamente a ser Prior del Monasterio de Valdebusto, Casa Nueva y pobre, y en una viña que está dentro de las cercas (como otra Ruth detrás de los Segadores) él, lleno de años y venerables canas, y mucho más de la consideración de su propio conocimiento, iba detrás de los Podadores recogiendo los sarmientos, y haciendo haces, que después llevaba sobre sus hombros hasta la oficina donde se gastaban en servicio del Convento”. Fray Gabriel de Talavera: Natural de Talavera de la Reina. Monje del Monasterio de Guadalupe, de donde fue Prior y fundó la suntuosa Capilla de las Reliquias. Fue también Prior de los conventos jerónimos de Granada y de Talavera de la Reina y ya con anterioridad lo había sido del de Valdebusto. Autor de la primera “Historia de Nuestra Señora de Guadalupe” (1597); murió en ese Monasterio el 14 de septiembre de 1620. Fray Antonio de San Jerónimo (Antonio Moriz de Salazar): Natural de Valladolid. Monje del Monasterio de la Mejorada (Olmedo). Hermano del obispo de Barbastro y Huesca, D. Juan Moriz de Salazar (†1628). Murió siendo prior de Valdebusto, a donde le habían destinado para su descanso, el 15 de octubre de 1630. Fray Maximiliano de San Andrés: Natural de Romanones (Guadalajara). Monje del Monasterio de Sisla (Toledo). Conocido por la especial relación que tuvo con la Venerable Madre María de Jesús, carmelita descalza del convento de San José de Toledo. Llegó a ser General de la Orden, tras haber sido Prior de varios conventos y entre ellos el de Valdebusto. Murió el 10 de octubre de1631.
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Fray Pedro de Cobos: Monje del Monasterio de La Mejorada (Olmedo) y tres veces prior de esa casa. Murió siendo Prior en la de Valdebusto en fecha desconocida. Fray Luis de Aguilar: Hijo del Marqués de Aguilar, D. Bernardo Manrique. Fraile del convento de La Mejorada (Olmedo). Llegó a ser General de la Orden y acabó como Prior de Valdebusto “donde le dio una enfermedad tan grande, que hubieron menester de llevarle al Monasterio de Prado de Valladolid, y de allí su hermano se lo llevó a su Palacio”. Murió el 27 de octubre de 1645. Claustro principal del Monasterio de Prado (Valladolid)
Fray Esteban de Andújar: Natural de Andújar (Jaén). Monje del Monasterio de Baza y Prior del mismo monasterio, de donde pasó a ser Prior de Valdebusto, para después volver a Baza hasta su muerte en 1648. Fray Nicolás de Madrid: Monje del Monasterio de San Lorenzo del Escorial donde construyó el célebre Panteón de los Reyes. Fue Prior de dicho monasterio y de otros varios. En el de Valdebusto, donde tuvo su primer destino, no fue Prior, sino solamente Vicario. Llegó a ser obispo de Astorga y electo de Osma. Murió el 11 de octubre de 1660. Fray Buenaventura de San Agustín: Natural de Santillana del Mar. Monje del Monasterio de Santa Catalina de Monte-Corbán (Santander). Predicador real con Carlos II. Dos veces General de la Orden, murió siendo Prior de Valdebusto en 1716. Fray José de Talavera: Natural de Talavera de la Reina. Monje del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Fue prior de este Monasterio en 1711 y ya antes, en 1705, había sido Prior de Valdebusto. El rey Felipe V le nombró obispo de Valladolid en 1716, puesto que ocupó hasta su muerte el 5 de noviembre de 1727.
El Monasterio de Prado (Valladolid), actual sede de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.
Fray José de Santa María: Monje del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Predicador de Su Majestad y Prior de los monasterios de San Jerónimo de Murcia, Segorbe y Valdebusto. Autor de unas “Disceptaciones sobre los privilegios en lo espiritual y temporal del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial”, publicadas en Madrid en 1727. Probablemente fuese este el Prior de Valebusto a quien, el 12 de febrero de 1733, el Nuncio Papal nombró como fiador de las cuentas y trabajos que se estaban realizando en el Santuario de Alconada (Ampudia). El Censo de Dª Juana de Velasco: Los archivos provinciales y nacionales guardan noticia de los numerosos censos y préstamos que se suscribían entre las instituciones y los particulares como forma habitual del funcionamiento económico de la época. En el caso de Valdebusto tiene especial relevancia el censo que Dª Juana de Velasco8, Señora de la vecina Villalba de los Alcores, viéndose necesitada de dinero, suscribió el 18 de febrero de 1605 con el prior y monjes del Monasterio con 2.000 ducados de principal y 37.500 mrs. de réditos cada año. De las vicisi-
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tudes del pago de este censo nos da cuenta Mariano Mucientes Balado en su obra “Datos para una historia de Villalba de los Alcores” (2005). Dª Juana de Velasco murió el 16 de enero de 1613 y en un memorial de deudas que hizo tres días antes de su muerte declaraba que aún debía diversas cantidades entre otros al Monasterio de Valdebusto. Casi un siglo después, el 26 de enero de 1702, una sentencia de la Chancillería de Valladolid obligaba al Concejo de Villalba a entregar al Monasterio los 3.250 reales de las alcabalas de 1704 que la villa debía pagar ese año a sus Señores. Igual cantidad sería entregada en los años siguientes de 1705, 1706 y 1707. Todo ello como forma de pagar los réditos que a favor del Monasterio seguían generando los censos que en su día dejase impagados Doña Juana. Todavía en 1783 los frailes jerónimos le reclamaron a D. Manuel Rivas. apoderado del Conde de Castilnovo, la cantidad de 16.715 reales de vellón por los réditos vencidos en los últimos nueve años.
V.- DECADENCIA Y DESAMORTIZACIÓN Hijuela del Convento de Benavente Las “Respuestas Generales” del Catastro del Marques de la Ensenada de 1752 en Valoria del Alcor nos indican que en ese momento el Monasterio de Valdebusto albergaba solo cuatro monjes, de los cuales el primero hacía el oficio de Prior, el segundo de Vicario, el tercero de Procurador Mayor y el cuarto de Procurador menor. Tenía además empleados a dos pastores mayorales y dos rabadanes para la guarda de su ganado lanar, además de otro para guardar las ocho yeguas del Monasterio. En esa fecha al Monasterio le pertenecían 2.624 cuartas de tierra en su mayor parte integradas por tierras de buena calidad y algunas viñas (196 cuartas). Disponía además de un palomar que le producía cada año 1.200 reales de vellón. El Monasterio de Valdebusto había iniciado ya su decadencia y solo dos años después, el 3 de septiembre de 1754, obligado “por la penuria de los tiempos”, se vio en la necesidad de otorgar escritura de censo a favor del Monasterio de Santa Isabel de Valladolid con 1.500 ducados de principal. Con tan escaso número de frailes y tan precarias condiciones económicas, en el Capítulo General de la Orden de San Jerónimo celebrado en 1772 se decidió, al igual que ocurriera en 1538, la adscripción definitiva de Valdebusto al Convento homónimo de Benavente por el que sería administrado hasta el final de sus días. Los documentos firmados a partir de esa fecha así lo indican: “Priorato de Valdebusto, hijuela del convento de Nuestra Señora de la Piedad de Benavente”. Arrendatarios de tierras: A partir de ese año de 1772 los monjes jerónimos abandonaron, pues, definitivamente Valdebusto, aunque, excepto durante el paréntesis de la Guerra de la Independencia, el Monasterio de Benavente siguió conservando la propiedad de las tierras, las cuales fueron cedidas en arriendo a diversos agricultores. Conocemos el nombre y circunstancias de algunos de ellos:
Catastro del Marqués de la Ensenada. En la villa de Valoria del Alcor, a 6 de octubre de 1752.
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En 1811 D. Felipe Vicente, vecino de Montealegre y Administrador encargado del ex-priorato de Valdebusto, arrendó tres pedazos de tierra sitos en los términos del convento a D. Anselmo Blanco, vecino de Villalba de los Alcores, quien había de pagar el 15 de agosto de cada año de disfrute nueve celemines de trigo por cada obrada. En 1817 el arrendatario es D. Manuel Martín, vecino de Fuentes de Nava, y en 1824 lo son D. Fernando Sánchez de Ayala y Dª Francisca Cubero Vicente. En las respectivas escrituras de arrendamiento se refieren algunos de los elementos arrendados: casa, jardín, corrales, soto, huerta, etc., sin hacerse mención alguna a otros bienes o enseres religiosos que pudiera conservar el Monasterio, lo que permite suponer que en esas fechas ya había quedado esquilmado, tras el paso de las tropas napoleónicas. Así lo confirman también los inventarios realizados en 1820 que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Palencia: “Inventarios 1º, 2º y 3º del Priorato de Valdebusto, hijuela del Monasterio de Benavente, Orden de San Jerónimo”: “… En el mismo Priorato a ocho de Diciembre [de 1820], reunidos los encargados para la formación de los Inventarios del mismo, habiendo concluido los tres primeros que previene la instrucción pasaron a hacer el cuarto y el quinto, …aquel de los cuadros, libros y efectos de Biblioteca, y éste de los Vasos Sagrados y demás pertenecientes al culto; y resultó no haber encontrado cosa alguna que inventariar de estas dos clases por haber estado muchos años sin habitar monje alguno y estando destinada la iglesia a otros fines que no son del culto…”
Inventario de 1820. Archivo Histórico Provincial de Palencia
La Desamortización de Mendizábal: El Real Decreto de 25 de julio de 1835, que suprimía los monasterios y conventos de religiosos que tuvieran menos doce individuos profesos, supuso la desaparición del Monasterio Jerónimo de Benavente y el paso a manos privadas de todos sus bienes. Esa es la fecha que se da igualmente para el final del
Monasterio de Valdebusto, aunque, como hemos visto, como tal Monasterio, hacía tiempo que ya había desaparecido. Lo que sí supuso fue la puesta a la venta de todas sus propiedades. Según informa José Ignacio Izquierdo Misiego en su “Historia de Ampudia”, el comprador de las propiedades de Valdebusto fue D. Manuel Alday Cordero: “A consecuencia de las disposiciones publicadas a partir de 1835 … fueron puestas a la venta las propiedades de los monasterios de Valdebusto y Matallana… en 1837 ya se habían vendido las del monasterio de Valdebusto, en total unas 500 obradas, por las que se pagaron 580.000 reales. El comprador fue Don Manuel Alday Cordero, comerciante que hizo fortuna en Santander, de cuyo Ayuntamiento fue Regidor en 1842, y que ejerció como abogado en Valladolid. Murió en Palencia el 26 de marzo de 1848 y sus propiedades pasaron a su nieto Aecio de la Mota Alday”. En el Archivo Histórico Provincial de Valladolid se conserva un protocolo notarial, fechado el 22 de abril del año 1836, entre D. Francisco Blanco y el Concejo y vecinos de Valoria del Alcor sobre el aprovechamiento de los pastos del coto de Valdebusto. D. Francisco Blanco, vecino de Medina de Rioseco, actuaba como apoderado de D. Pedro Montero y D. Manuel Alday, del comercio de Santander. El protocolo consta de siete condiciones, de las cuales estas son las dos primeras: “1º - El don Francisco Blanco se obliga a permitir pastar libremente en el referido término de Valdebusto todas las reses lanares de los vecinos de dicha villa, a excepción del soto. 2º - Dicho señor Blanco se obliga a tener la fuente que está en dicho exconvento limpia y de su cuenta cualquier compostura que en ella se ofrezca para el mejor curso de las aguas por estar en su propiedad…” [Manuscrito, año1836]
VI.- COLONIA AGRÍCOLA Dª Natalia de Rivas: En 1860 D. Cipriano de Rivas Díez, natural de Villalba de los Alcores, compró a los Condes de Castilnovo la finca de La Esperanza, el castillo y otros bienes en la Villa. En 1894 adquirió las tierras y restos del antiguo convento de Valdebusto para convertirlo en una colonia agrícola. Un rótulo existente hasta fechas recientes sobre la fachada de las nuevas dependencias agrícolas así lo recordaba. D. Cipriano de Rivas murió el 10 de diciembre de 1897. Heredó el castillo de Villaba y la finca de La Esperanza su hijo D. Mateo de Rivas Cuadrillero (†1939). Para su hija doña Natalia fue el ex-monasterio de Valdebusto, que a partir de 1898 y hasta 1925 pasó a ser conocido como “Colonia Agrícola de Natalia Rivas”.
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Dª Natalia de Rivas Cuadrillero era viuda sin hijos de D. Fermín Martín Díez. Habitó de forma permanente en Valdebusto acometiendo importantes obras en el lugar. Edificó una vivienda sobre la parte más destruida del Monasterio y una pequeña capilla sobre cuyo modesto altar hizo colocar un cuadro de Santa Natalia que se conserva en la actualidad. Murió doña Natalia en su casa de Valdebusto el 19 de agosto de 1925 y fue sepultada en el cementerio de Valoria del Alcor. Años después sus restos serían trasladados a otro lugar, pero su lápida sepulcral quedó allí para ser posteriormente colocada en el atrio de la iglesia de San Fructuoso, parroquia de la localidad.
Santa Natalia. Valdebusto.
Finca de Valdebusto. Restos de la Capilla
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Esquela y lápida funeraria de Dª Natalia Rivas
D. Manuel Azaña en Valdebusto Hija de D. Mateo de Rivas, y sobrina por tanto de doña Natalia, era Dª Dolores de Rivas Cherif, quien en 1929 se convirtió en esposa de D. Manuel Azaña, futuro presidente de la II República Española. De la estancia de este en Valdebusto, aunque sea meramente anecdótica, se ha hablado mucho, tanto que ha pasado a formar parte de la historia del lugar y es relato obligado para cualquiera que se proponga escribirla. El 1 de mayo de 1921 murió a los 18 años Ramón de Rivas Cherif, hijo de D. Mateo de Rivas Cuadrillero. Para aliviar el dolor, la familia se trasladó a pasar una temporada en su castillo de Villalba de los Alcores. Otro de los hijos, D. Cipriano de Rivas Cherif, invitó a su amigo fraterno D. Manuel Azaña a pasar unos días con ellos. Durante su estancia en Villalba, Azaña visitó las ruinas del Monasterio de Matallana y el coto familiar de Valdebusto, donde sufrió un percance que a punto estuvo de dejarle cojo para el resto de su vida. Se dio la circunstancia de que la invitación a D. Manuel Azaña se la habían hecho en nombre de “la pequeña de la casa”, Lola, de la cual Azaña había empezado a enamorarse, pese a ser 24 años mayor que ella. Ocho años más tarde acabarían contrayendo matrimonio. En 1930, tras el fallido golpe de estado republicano del 12 de diciembre (“La Sublevación de Jaca”), todos los miembros del Comité Revolucionario fueron detenidos y enviados a la Cárcel Modelo de Madrid. Solo Azaña consiguió escaparse y permanecer escondido hasta el 12 de abril de 1931 en que, tras el triunfo de la coalición republicano-socialista en las elecciones municipales, sus compañeros de Acción Republicana le hicieron salir de su escondrijo para hacerle Ministro de la Guerra. Aunque el propio Azaña nunca reveló donde había estado escondido, y pese a que su cuñado Cipriano de Rivas Cherif 9 (“Retrato de un desconocido. Vida de Manuel Azaña”) lo sitúa en varios domicilios de Madrid, es opinión generalizada que algún periodo de aquel invierno de 1930-31 lo pasó esconManuel Azaña en 1933 dido en la finca familiar de Valdebusto.
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Durante su ocultación entretuvo su tiempo escribiendo una novela que dejó inacabada, “Fresdeval”, que toma el nombre, algo trastocado, del antiguo Monasterio Jerónimo de Fresdelval (Burgos), que guarda ciertas similitudes con este de Valdebusto. Últimos propietarios: A la muerte de Dª Natalia de Rivas le sucedió como propietario de la Colonia Agrícola de Valdebusto su sobrino D. Nicolás de Mateo y Rivas que falleció el 2 de octubre de 1931, siendo administrador de la finca D. Vidal Ramírez: “VALORIA DEL ALCOR: En el día de ayer, dos de octubre, se celebraron solemnes funerales en esta santa iglesia parroquial por el eterno descanso del pundonoroso caballero, don Nicolás Mateos Rivas, emparentado con distinguidas familias madrileñas y dueño de la finca, hoy Colonia Agrícola, de Valdebusto…” [El Día de Palencia, sábado 3 de octubre de 1931]. En 1935 los sobrinos y herederos de Dª Natalia y de D. Nicolás vendieron la finca a D. Francisco Martín Peña por importe de 100.000 pesetas. En la actualidad sigue siendo propiedad de sus hijos y herederos. Gracias a la amabilidad de los miembros de esta familia, hemos tenido acceso al interior de esta finca privada para contemplar los restos del convento y hacer algunas fotografías.
Notas 1.- DICCIONARIO DE MADOZ (1850): “VALDEBUSTOS: Caserío en la provincia y partido judicial de Palencia, término jurisdiccional de Valoria del Alcor”. 2.- D. PEDRO ORTIZ DE POBES: Hijo de D. Sancho Ortiz de Pobes que en 1370 había recibido el señorío de Valoria del Alcor como donación del Conde D. Sancho de Alburquerque, en quien habían recaído todos los bienes del extinto linaje de los Téllez de Meneses. En 1441, su hija y heredera Dª Isabel Ortiz de Pobes, casada con D. Nuño Ramírez de Guzmán, permutó Valoria del Alcor por Villatoquite de Campos con D. Pedro García de Herrera y Dª María de Ayala, fundadores del Mayorazgo de Ampudia. A partir de ese momento las tierras de Valoria y Valdebusto quedarán bajo la jurisdicción de los sucesivos Señores de Ampudia: Herreras, Ayalas, Duque de Lerma, Duques del Infantado, Condes de la Gomera y Casa de Berwick y Alba, hasta el final de los señoríos jurisdiccionales en 1837. 3.- EL MONASTERIO DE NUESTRA SEÑORA DE FUENTES: Situado extramuros de la villa de Aguilar de Campos (Valladolid). Pese a que, como motivo para el traslado de los monjes a Valdebusto, se aduce la insalubridad del lugar, posteriormente se establecerá allí otro monasterio, esta vez de frailes franciscanos, del que aún pervive la iglesia o ermita de la Virgen de las Fuentes, un edificio de tapial y ladrillo del siglo XVII. 4.- D. ANTONIO DE FONSECA (†1532): Señor de Coca y Alaejos, Comendador de Santiago y Contador Mayor de Castilla. Pasó a la Historia como responsable del incendio de Medina del Campo en la Guerra de las Comunidades. En este documento figura como Señor de Valoria por ser viudo y heredero de Dª Mencía de Herrera (†1509), que había recibido
Valoria como parte de su dote matrimonial. Dª Mencía era hermana de D. Pedro de Ayala, el comunero Conde de Salvatierra, quien disputó con D. Antonio de Fonseca para anexionar de nuevo Valoria al Mayorazgo. En 1517 el Conde hizo “bastecer” un edificio en la jurisdicción de Valoria perteneciente a los guardamontes de D. Antonio de Fonseca. Este edificio, situado junto al camino de Cigales, aparece citado en los documentos como “la vieja fortaleza de Valoria” y pervivió hasta finales del siglo XVIII cuando sus piedras fueron utilizadas, según parece, para la construcción de la Casona del Esquileo de Abajo, por encargo del Marqués de Bélgida, Conde de la Gomera. 5.- D. FRANCISCO ENRÍQUEZ (†1524): Vecino y Regidor de la villa de Sahagún de Campos. Estaba emparentado con los Enríquez, Almirantes de Castilla y señores de Medina de Rioseco. Nombró como albacea testamentario al V Conde de Benavente, D. Alfonso Pimentel y Pacheco, junto con los abades de los monasterios de Santa María de Nogales y de Santo Domingo de Benavente. Su esposa, Dª Teresa Carrillo, igualmente de noble estirpe castellana, nombrará por su parte como testamentarios al IV Almirante de Castilla, D. Fadrique Enríquez de Velasco, al Prior de la Casa de Valdebusto y a su hermana, la Infanta doña Beatriz “mujer del señor infante de Granada”. Suponemos se trata de Dª Beatriz de Sandoval, primera esposa del Infante D. Juan de Granada, hermano del rey Boabdil el Chico. 6 D. ALFONSO PIMENTEL Y PACHECO (†1530): IV Conde de Benavente, fue personaje destacado en la Guerra de las Comunidades, militando siembre en el bando imperial, junto a los dos Virreyes: el Condestable D. Íñigo Fernández de Velasco y el Almirante D. Fadrique Enríquez de Velasco. Estos tres personajes tenían importantes intereses en esta comarca, puesto que el Condestable era Señor de Villalba de los Alcores y el Conde lo era de las villas de Cigales, Castromocho y Torremormojón. Tras la derrota de Villalar y la muere del comunero Conde de Salvatierra en la prisión de Burgos en 1524, los tres mostraron interés por hacerse con el Mayorazgo de Ampudia, que finalmente le fue devuelto al hijo del comunero, D. Atanasio de Ayala, previo pago de 20.000 ducados. Parece indudable que todos estos hechos debieron influir en el interés del Conde Benavente por hacerse con las tierras y bienes del Monasterio de Valdebusto y en la posterior reacción de D. Atanasio de Ayala por recuperarlos. 7.- FRACISCO DE PRAVES (†1637): Arquitecto, hijo del también arquitecto Diego de Praves. Se le considera la última gran figura del foco clasicista vallisoletano. Entre sus obras más importantes cabe citar aquí el Claustro del Monasterio Jerónimo de Nuestra del Prado de Valladolid (1611): “Un ejemplo de pureza y austeridad clasicista: De forma cuadrada, con dos pisos, arquerías de medio punto y los tramos marcados por pilastras adosadas de orden toscano en el piso inferior y de orden corintio en el superior, contando con una amplia escalera claustral en uno de los lados”. Una obra de mucha mayor envergadura que la de Valdebusto, como corresponde a la mayor importancia del monasterio. 8.- Dª JUANA DE VELASCO Y ARAGÓN (†1613): III Condesa de Castilnovo. Era hija de la Condesa de Osorno, Dª María de Velasco y Aragón. Residió en Valladolid, en unas casas situadas frente al Convento de San Benito el Real y en su villa de Villalba de los Alcores. Heredó de su madre pleitos y deudas y contrajo otras propias que la llevaron a una dificilísima situación económica, viéndose obligada a suscribir numerosos censos incluso con una criada suya llamada Isabel Ruiz. De su matrimonio con D. Antonio de Butrón y Múgica no tuvo descendencia. 9.- CIPRIANO DE RIVAS CHERIF (†1957): Hijo de D. Mateo de Rivas Cuadrillero y de Dª Susana Cherif. Sobrino de Dª Natalia de Rivas, la dueña de la colonia agrícola de Valdebusto, y cuñado de D. Manuel Azaña, por el matrimonio de este con su hermana pequeña, Dª Dolores de Rivas Cherif, más conocida como “Doña Lola”. Exiliado en Francia desde febrero de 1939, fue apresado en 1940 por la policía franquista y la Gestapo alemana y traído a España, donde fue juzgado sumariamente y condenado a muerte. Conmutada después la sentencia por la de treinta años de reclusión, pasó solo seis en prisión durante los cuales escribió su libro: “Retrato de un desconocido. Vida de Manuel Azaña”, publicada en 1961. En 1947 se reunió con su familia refugiada en México y allí residió hasta su muerte en 1967. Su hermana, “Doña Lola”, falleció igualmente en México en 1993. Ambos están enterrados en el panteón español de la ciudad de México.
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CAPÍTULO XXII – LO QUE SE DISPUSO EN EL CAPÍTULO GENERAL DE 1510 Y LA FUNDACIÓN DE LAS DOS CASAS, NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD DE VALDEBUSTO Y SAN JERÓNIMO DE BENAVENTE. Cien cosas buenas determinaron en el Capítulo General que se celebró, por su curso, en San Bartolomé de Lupiana el año 1510, lunes 22 de abril […] Recibiéronse en este capítulo algunos monasterios de nuevo que ofrecían personas y ricas, que si estuvieran en pie todos los que vinieran rogando, poco menos hubiéramos ocupado a España […] Recibiéronse con éstos otros dos monasterios, uno que se llama ahora Santa María de Valdebusto, y otro, que ofrecieron don Francisco Enríquez
y doña Teresa su mujer, que ahora se llama de Benavente; será razón poner aquí sus fundaciones juntas, porque no se puede declarar bien la una sin la otra. El primero de éstos, que es Nuestra Señora de la Piedad en Valdebusto, está en el obispado de Palencia, media legua de la villa de Ampudia, en el término de un pequeño lugar que se llama Valoria del Alcor. El origen de este convento fue, de unos ermitaños, que cerca de los años de 1400 se recogieron a servir a nuestro Señor en una ermita pequeña que estaba allí con título de Nuestra Señora; hombres de santa y honesta vida, desengañados del mundo, pasaban en soledad y pobreza el curso de su destierro. Como esto era sin doblez y sin engaño perseveraban, y la gente de la comarca echó de ver en el hilo de su trato que eran hombres santos. Comenzaron a respetarlos y ayudábanles con sus limosnas. Crecieron éstas y mejoraron con ellas la casa y la ermita. Juntáronseles algunos aficionados a la manera de su vida y aunque no tenían gana de llevar discípulos tras sí (ambición de muchos que echan por este camino, como lo dice el apóstol), hubieron de recibirlos por condiscípulos y con hermanos. Formóse una congregación que ya podía tener nombre. Al principio los llamaban “ermitaños de vida pobre”, nombre común a los que así se retiraban. Aficionóseles un hombre de suerte y rico, señor de aquel pueblo de Valoria. Dióles el sitio donde estaba fundada la ermita y las celdillas, que era suyo, una ermita que estaba allí pegada, con una gran alameda, una fuente buen agua, con la tierra donde nacía, licencia para cortar de sus montes. Hicieron esta donación Pedro Ortiz de Pobes y su mujer (así se llamaba este primer bienhechor) el año de 1403 y 1409. Pasaron con esto los ermitaños muchos años y no pensaban en más de tener alguna manera de regla o forma de vida, no tan suelta ni tan libre y más segura Pidieron al papa Inocencio VIII se la diese. Concedióles que fuesen religiosos de la Orden de San Pablo, el primer ermitaño, cuya vida escribió San Jerónimo, que guardasen la regla de San Agustín, tuviesen sus priores y los eligiesen, hiciesen profesión solemnemente; que la iglesia fuese monasterio y al fin todo aquello que es menester para una religión perfecta. Bendíjose
la iglesia el año de 1489, a 23 de diciembre por el obispo don Gutierre de Quiñones. Y los sumos pontífices les otorgaron muchas indulgencias. Como eran siervos de Dios y tenían ganas de evitar las ocasiones que podía derribarlos de su entereza, suplicaron al mismo pontífice Inocencio que, atento que desde que allí vivieron los primeros no habían consentido entrar mujeres en su ermita (fue mucho que se les aficionasen, supuesta esta ley y condición), les confirmase esto por sus letras apostólicas, poniendo sobre ella censura a quien se atreviese a romper tan santa y eremítica costumbre. Concedióles y remitió el Papa el examen de la causa al obispo de Palencia. Halló el obispo ser así y declaró por autoridad apostólica que ninguna mujer, de cualquier estado o condición que sea (aunque sea reina, y de allí abajo), no pudiese entrar en el monasterio y ermita so pena de excomunión. Tan recelados y parecidos quisieron ser en esto a su primer fundador y patrón San Pablo, que aun de la vista de otros ermitaños se guardó toda su vida, entendiendo que de ninguna cosa nos viene tanto daño como del trato de los otros hombres, y el enemigo más cruel del hombre es el hombre, fiera espantosa y monstruo abominable. Desdichado animal, que le sea natural y como forzoso vivir en compañía, y que todos sus males le nazcan de esto mismo. Era por bula apostólica varón perpetuo de este convento un varón de mucha discreción y santo, Martín Peláez, celoso y ganoso de conservar aquello largo tiempo. Puso los ojos en la Orden de San Jerónimo, que dejando aparte estaba en tanta reputación en toda España, era casi lo mismo que aquella manera de vida, y pretendió con muchas veras incorporar aquella casa suya en ella y que él y los demás fuesen religiosos de San Jerónimo. Sin duda fue consideración de pecho santo y ajeno de ambición, pues quien menos lo había de pretender era él, que tenía el mando perpetuo. Para ejecutar esto lo primero fue traer del Papa un breve de la renunciación de su priorato, el año de 1503; púsolo libremente en manos de sus frailes, dándoles poder para que eligiesen como ellos quisiesen que fue mucho, ahora fuese mucho o poco lo que dejaba. Con esto fue fácil el persuadirles que asintiesen todos a esta incorporación.
El año que se celebró este Capítulo General, 1510, vinieron a San Bartolomé Fray Martín Peláez y Fray Lope de Casellas, pidiendo humildemente les admitiesen y recibiesen en ella; concedióselo la orden sólo por su virtud y celo santo, aunque considerada la pobreza de la casa, vieron que no podía sustentarse nuestra manera de vida como se sustentaban ellos, pidiendo limosna, cosa que esta religión desde sus principios rehusó mucho por el gran peligro que hay en ello, y no importa mucho que no vengan ni entren mujeres por nuestras puertas, ni iglesia, si la necesidad de la limosna me ha de hacer a mí entrar por sus casas. Al fin los admitieron con mucho amor y caridad, con condición que trajesen ellos la licencia de su Santidad. Trajéronla y todos los demás recados que fueron menester, como en el capítulo privado del año de 1514 parece. Y mirando bien en ello, les pesó mucho que la hubiesen recibido con estas condiciones, viendo que la casa no tenía sino un poco de granjería y que era necesario pedir para sustentarse; al fin, por no volverse atrás de lo asentado, fueron incorporados de todo punto en la orden, día de nuestro padre san jerónimo, por el obispo de Palencia, a quien León X cometió el negocio. Era general Fray Martín de Sevilla; juntó para esto capítulo privado y proveyeron del priorato de aquella casa a Fray Martín de Valmaseda, profeso de San Leonardo de Alba; tomó la posesión de la casa a 10 de mayo de 1515, e hicieron profesión en sus manos todos aquellos siervos de Dios, que eran más de diecisiete. Esta fue la fundación de este convento, y aquí pudiera quedarse, si no se atravesara otra cosa. Siendo ya este monasterio de la orden en la forma que se ha visto, don Francisco Enríquez, muy pariente del almirante de Castilla y del conde de Benavente, y doña Teresa Carrillo, su mujer, entrambos grandes devotos de la Orden de San Jerónimo, como no les daba el Señor hijos, acordaron de un consentimiento dejar por sus herederos a los religiosos de ella. Hicieron donación de todas sus rentas y haciendas, para que después de sus días se hiciese un monasterio de la orden en Redelga, un lugar suyo junto a Benavente; y así lo pidieron en este Capítulo General y se recibió, agradeciendo mucho a la devoción y el amor que estos señores mostraban a la religión.
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Murió primero don Francisco Enríquez y doña Teresa Carrillo, su mujer, trató con la orden que el monasterio no se hiciese en Redelga, sino en Nuestra Señora de Valdebusto, por ser ella muy devota de aquella casa, tanto que edificó allí un cuarto en que vivía e hizo traer los huesos del marido. Alcanzó un breve del Papa para todo esto y otorgó luego las escrituras del traspaso y donación de todas sus rentas y bienes, que eran cinco lugares cerca de Benavente y otros dos en tierra de Sayago, con ciertas dehesas y algunos juros, de que tomó posesión el prior de Valdebusto, año de 1524. Murió esta señora en el mismo monasterio tres años después, y en el testamento tornó a confirmar la donación, y el convento de Valdebusto estaba ya en posesión segura y pacífica de todo esto. Don Alfonso Pimentel, que también tenía mucha afición a la orden y quisiera gozar de ella y tenerla por vecina, como entendió todo este discurso salió a contradecirlo como testamentario de don Francisco Enríquez, alegando que él sabía muy bien que su última voluntad había sido que el monasterio se hiciese en Redelga o en Benavente, y que se había de hacer así. Como era señor y contrario tan poderoso impedía la cobranza de las rentas, e hizo tanto, que fue necesario volver los huesos de don Francisco y de doña Teresa, su mujer, a Redelga. Anduvo el pleito ante jueces apostólicos y al fin vino a parar a la Chancillería de Valladolid, donde se dio sentencia en favor del conde, año de 1528, en que se celebraba también en nuestra orden Capítulo General, y en él envió a pedir el conde que se hiciese en Benavente el monasterio, pues estaba ya comenzado desde los días de don Francisco. La orden, apretada de la sentencia por una parte, y por complacer al conde, tan aficionado y tan poderoso, y quitarse de pleitos, que los siente mucho, condescendió en la petición y recibieron al monasterio. Señaló por prior a Fray Pedro de Segura y éste pasó desde Valdebusto a Benavente los huesos de don Francisco aquel mismo año, y de allí a poco llevaron los de doña Teresa. Fueron faltando poco a poco los religiosos primeros fundadores de Valdebusto, de suerte que en el año 1540 ya no había ninguno. Como la casa era tan pobre que no podía sustentar el número de frailes que nuestra manera de vida pide, quiso
la orden juntar este convento con el de Benavente, porque de entrambos se hiciese uno bueno y se pudiese acabar el edificio comenzado, que es demasiado de grande; hízose así y resolvióse en Benavente toda la hacienda de Valdebusto y gozó de ella poco más o menos diez años. Entendió el conde de Salvatierra, que se llamaba don Atanasio de Ayala, el negocio: era señor de Ampudia y de Valoria, y como veía la casa desamparada, puso pleito a la orden, diciendo que habían perdido la posesión y propiedad de los pastos y todo lo demás que gozaban en sus términos, porque cuando el señor de Valoria se lo dio fue con condición que hubiese allí monasterio. No estaba esta demanda tan bien fundada como él pensaba; condenáronle en vista y revista y quedó con esto más indignado el conde de Salvatierra, y los vecinos y gente comarcana muy apesarados y tristes por verse sin religiosos y monasterio, de donde sentían tanto provecho por el buen ejemplo y doctrina de que habían gozado tantos años. Rogaron mucho a la orden los unos y los otros, que se tornase aquello como primero estaba. Consintió que suplicasen a su Santidad sobre ello. Concedió el papa la desajenación y cometió la causa al obispo de Palencia. Su provisor
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sentenció, vistas las probanzas, que el monasterio de Nuestra señora de Valdebusto era libre y exento del de Benavente, y así se hizo la separación y quedaron los dos monasterios cada uno por su parte como están ahora. Si el de Valdebusto tuviera la suficiente casa edificada, pudiera sustentar una docena de frailes y forma de perfecto convento. Ahora no tiene de ordinario sino cuatro o cinco. Con todo esto probó la orden el año 1573 a poner este número de frailes y vieron que no se podía pasar adelante, hasta que haya más forma de habitación y casa; como toda la hacienda es labranza y granjería, un año que no acierta (y por nuestros pecados son los más) vuelve atrás para otros muchos. La casa de Benavente que se llama de San Jerónimo, tiene demasiado edificio: dos claustros grandes, mal acabados, sin iglesia. La orden ha puesto allí ahora colegio, donde se van leyendo Artes y Teología, pagando las casas que envían colegiales alguna cantidad; no sé en qué se pararán, porque no parece muy firme. José Ledo del Pozo: Historia de la Nobilísima Villa de Benavente. Zamora, 1853 (pp. 315 -317)
CAPÍTULO III – DEL CONVENTO DE S. GERÓNIMO […] Por los años de 1500 existía en Viloria de Arcor [Sic] en el obispado de Palencia una congregación de monjes pobremente vestidos, que vivían bajo la regla de S. Agustín por concesión de Inocencio VIII en el monasterio de Ntra. Sra. de la Piedad de Valdebusto. No pudiéndose sostener por la escasez de sus rentas, su prior Fr. Martín Peláez pasó con Fr. Lope Castella a suplicar se les incorporase a la Orden de S. Gerónimo en el Capítulo general que celebraba el lunes 22 de abril de 1510 en S. Bartolomé de Lupiana, lo que se verificó mediante la licencia que tenían de su Santidad y las facultades, que para este efecto remitió el Papa León X al Sr. Obispo de Palencia, para lo cual se nombró nuevo Prior de la Orden, que tomó posesión de la casa el 10 de mayo de 1515; en este mismo capítulo se comunicó la disposición testamentaria de D. Francisco En-
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ríquez, pariente muy cercano del Almirante de Castilla y de los Condes de Benavente, y de Dª Teresa Carrillo su mujer, quienes hallándose sin hijos acordaron de común consentimiento dejar sus bienes y hacienda a la Orden de S. Gerónimo, para que después de su muerte fundasen un monasterio en Benavente o en Redelgas, el que empieza en luego, anticipándose a sus deseos. Pero muerto D. Francisco Enríquez, sin que se hubiera completado, su esposa trató con la Orden para que, suspendiendo esta obra, se agregasen las rentas al de Valdebusto, aumentando el número de sus monjes; hizo pues las escrituras de traspaso y donación, que consistían en cinco lugares de la jurisdicción de Benavente y dos de tierra de Sayago con algunas dehesas y juros, de que tomó posesión en 1524 el Prior de Valdebusto, mediante breve del Pontífice. Edificóse por orden de la viuda una pequeña casa junto al Santuario de Ntra. Sra. a donde hizo trasladar los restos de su marido, y la que ella habitó hasta su muerte. Acaecida esta, D. Alonso Pimentel V Conde de Benavente, viendo no se habían cumplido las disposiciones testamentarias de D. Francisco Enríquez, de quien él era albacea, se opuso a que los religiosos cobrasen las rentas y bienes que había dejado, protestando que hicieren lo allí acordado, o perderían las rentas o haciendas, sobre lo que entabló litigio, que se falló a favor del Conde por la Cancillería de Valladolid el año 1528; se celebraba entonces Capítulo general en el que se acordó llevar la obra empezada en esta Villa hasta su terminación, la que bien presto se completó, merced al Conde que no perdonó
gasto alguno. Vinieron luego monjes a habitarlo, y su prior Fr. Pedro Segura hizo trasladar al nuevo convento los restos de sus patronos D. Francisco y Dª Teresa. Disminuidas así las rentas del de Valdebusto, vino en decadencia, por lo que la Orden determinó que se uniese al de Benavente. Disgustado D. Atanasio de Ayala, Conde de Salvatierra, de esta disposición, reclamó los pastos y rentas que en sus tierras tenían, por habérselas dado para que habitasen en Valdebusto, sobre lo que se siguió pleito, que ganó la Orden en vista y revista; pero ponderando los vecinos el sentimiento de verse privados de los auxilios, que debían a su ciencia y caridad, suplicaron a la Orden, la que les otorgó su deseo, siempre que obtuviesen licencia del Papa, quien remitió la causa al Obispo de Palencia, que decidió su nueva separación. A pesar de esto el de Benavente seguía cada vez más floreciente, por lo que en el Capítulo general de 30 de abril de 1594 se creó el Colegio de Teología y Artes […] y se hizo tan floreciente que llegó a ser uno de los principales de la religión, aumentándose por fin con los Monjes y rentas del de Valdebusto, que fue agregado últimamente por disposición del Capítulo general celebrado en el año 1772. Hecho cuartel por los franceses en1809, fue presa de las llamas el mismo día de S. Gerónimo, y reparado después de concluida la guerra, excepto su magnífica iglesia, pasó a manos de un hijo de la Villa en 1835, siendo de nuevo incendiado poco tiempo después.
José Ignacio Martín Benito: “La fundación del monasterio de San Jerónimo de Benavente”. Brigecio: Revista de estudios de Benavente y sus tierras. Nº 10. 2000.
LA FUNDACIÓN DEL MONASTERIO DE SAN JERÓNIMO DE BENAVENTE Las leyes de desamortización y de exclaustración que se dieron entre 1835 y 1836 y que decretaban la supresión de las órdenes religiosas de varones y del clero regular marcó el final de los monasterios masculinos de Santo Domingo, San Francisco y San Jerónimo en la villa de Benavente. Los monasterios, en especial el de franciscanos y jerónimos, habían sufrido en 1809 el impacto de la guerra – ambos fueron incendiados. La recuperación duró por tanto poco tiempo. En el caso del monasterio de San Jerónimo la iglesia pasó a manos particulares en 1835 y su solar fue adquirido por Pío Pita Pizarro, hijo de la villa y ministro de la Gobernación y luego de Hacienda entre 1837 y 1839. Desde entonces, el solar donde se ubicó el monasterio, del que quedan aún algunos restos, fue conocido como “Huerta de don Pío”. […]
LA FUNDACIÓN El proceso se inicia en 1511, cuando el matrimonio, sin hijos, formado por Francisco Enríquez y Teresa Carrillo deciden fundar un monasterio en su lugar de Redelga, a tres leguas de Benavente, y nombran como testamentario al conde don Alonso Pimentel, junto con los abades de los monasterios de Santa María de Nogales y de Santo Domingo de Benavente. Francisco Enríquez era a la sazón vecino y regidor de la villa de Sahagún de Campos y, por su apellido, debía estar emparentado con la familia de los Almirantes de Castilla. La escritura de donación y dotación fue otorgada el 5 de septiembre en el propio lugar de Redelga. Por ella, Francisco Enríquez y Teresa Carrillo determinaban se edificara en este lugar un monasterio que se llamara de “Nuestra Señora de la Piedad”, de la orden de San Jerónimo, capaz de albergar veinticinco o treinta religiosos, junto a las casas y palacio de su morada. Para poder llevar a cabo su voluntad hacían una cuantiosa donación. […] Francisco Enríquez murió en 1524 antes de ver su deseo hecho realidad. En cualquier caso, el monasterio no se edificó en Redelga. Doña Teresa hizo una nueva dotación el 13 de septiembre de 1524 en Valdebusto, a favor ahora de este monasterio, sito en las cercanías de Viloria de Alcor, en la diócesis de Palencia, para lo cual parece que obtuvo dispensa de la Santa Sede. […] De este modo, doña Teresa llevaba la dotación a Valdebusto, en donde fue enterrado su marido. Allí comenzóse a hacerse una pequeña casa donde vivió hasta su muerte. En su testamento de 11 de abril de ese año, firmado “en el aposento que allí la dicha señora doña Theresa tiene”, disponía que su cuerpo fuera sepultado en el citado monasterio: “Item, mando mi cuerpo a la tierra de que fue formado, el cual sea sepultado en el monasterio de Santa María de Valdebusto de la orden del bienaventurado nuestro padre San Gerónimo de la diócesis de Palencia, donde don Francisco Enríquez, mi señor, está e mi voluntad es que allí permanezcamos para siempre hasta la resurrección de los muertos que será el día del juicio. Porque así está asentado con el general e con toda la orden.”
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Al tiempo que declaraba de nuevo su voluntad de que el monasterio que se pretendía hacer en Redelga, se hiciera ahora en Vadebusto: “… declaro e quiero e es mi voluntad que el monasterio que el dicho don Francisco Enríquez, mi señor, mandó hacer en el nuestro lugar de Redelga se haga en este monasterio de Nuestra Señora de Valdebusto por ser lugar más convenible, e porque nuestro muy santo Padre tiene dispensado en que esto se haga e cumpla como dicho tengo.” En dicho testamento, doña Teresa nombra testamentarios al Almirante de Castilla, don Fadrique Enríquez, al prior de la casa de Valdebusto y a su hermana la infante doña Beatriz, “mujer del señor infante de Granada” e instituía por universal heredero al prior, frailes y convento de Nuestra Señora de Valdebusto. No obstante, las pretensiones de doña Teresa fueron contestadas por el conde de Benavente, don Alonso Pimentel, en calidad de testamentario de la primera dotación hecha en vida de don Francisco Enríquez. El conde puso un pleito a doña Teresa y al monasterio de Valdebusto por no haberse cumplido la voluntad de don Francisco, pleito que ganó en Chancillería de Valladolid. El 30 de julio de 1527 se fallaba a favor de los intereses del conde: “Debemos mandar e mandamos que el monasterio del señor San Gerónimo que el dicho señor Francisco Enriquez e la dicha doña Teresa Carrillo mandaron edificar, se haga en dicho lugar de Redelga, conforme a escritura de dotación para ello acordada que está asentada en este pleito, el cual dicho monasterio se haga y edifique de los bienes del dicho Francisco Enríquez, defunto…” El conde pedía que el monasterio se hiciera también de los bienes de doña Teresa Carrillo “pues todo está mantenido en la dicha escritura de dotación” y pidió una ejecutoria la cual fue expedida desde Olmedo el 24 de enero de 1528. Pero, como veremos, no parece que el conde tuviera especial interés en levantar un monasterio de jeró-
nimos en Redelga y sí, por el contrario, en su villa de Benavente. A raíz del fallo de la Chancillería y muerta doña Teresa Carrillo, debieron comenzar las negociaciones entre el conde y los jerónimos para traer la fundación a Benavente. TRASLADO A BENAVENTE Parece que pronto se fueron fijando acuerdos, pues al año siguiente del fallecimiento de doña Teresa, los restos de los fundadores fueron trasladados de Valdebusto a Benavente y, con ellos, los primeros monjes de la comunidad monástica. En 1530 ya debían estar asentados varios frailes en Benavente… […] El hijo y sucesor de don Alonso, don Antonio Pimentel, VI conde de Benavente, procuró seguir la obra de su antecesor para impulsar las obras del monasterio. Así, en 1538, el capítulo de la Orden celebrado en San Bartolomé de Lupiana (Guadalajara) informaba de los conciertos que fray Juan de Caranga, prior del monasterio de San Juan de Ortega y fray Miguel de Riaza, prior del de Valdebusto, habían establecido con don Antonio Pimentel para trasladar la casa a Benavente, en lugar de edificarla en Medina de Rioseco, como se tenía previsto en principio. […] Las escrituras y capitulaciones acordadas entre los jerónimos, el conde y el concejo de Benavente fueron confirmadas por el general de la Orden y asistentes al capítulo general que se celebró en el monasterio de San Bartolomé de Lupiana el 25 de abril de 1540. Ese mismo año el conde informaba a Su Majestad del concierto establecido con el general y capítulo de la Orden de San Jerónimo para trasladar a Benavente el monasterio de Valdebusto. […]z A pesar de que las rentas de Valdebusto fueron separadas de las de Benavente por consentimiento de la Santa Sede, el monasterio benaventano comenzó una etapa de florecimiento. A finales del siglo XVI había en él un Colegio de Teología y Artes, creado por el capítulo general de 30 de abril de 1594, según cuenta el P. Francisco de los Santos.
Santiago Francia Lorenzo: “El Concejo de Valoria y el Monasterio de Valdebusto” Notas de Archivo (III) Por tierras palentinas. Palencia, 1991. [Artículo publicado en El Diario Palentino el 27 de noviembre de 1990]
EL CONCEJO DE VALORIA Y EL MONASTERIO DE VALDEBUSTO […] En el archivo de la Catedral [de Palencia] se conserva un pleito que debió moverse por el concejo de Valoria pocos años después del asentamiento de los jerónimos en Valdebusto. El asunto en litigio, que llegó hasta la Chancillería de Valladolid, era en razón de si los ganados del convento de Valdebusto podían pastar y abrevarse en los términos pertenecientes al concejo, y si podían rozar y hacer cortas de leña en los montes comunales al igual que los demás vecinos. La primera de las sentencias, del año 1515, fue favorable al monasterio. Alegaron el derecho inmemorial y la condición de vecinos en el lugar para apuntalar sus derechos, y los señores Oidores dieron por bien formulada y probada la demanda, declarando que podían llevar a pastar sus ganados
por todos los términos del concejo, excepto en el prado del Palacio, y cortar leña en el monte del Rebollar, pero no en los otros. La situación del Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad de Valdebusto, sin ser boyante, se encontraba en el cénit de su historia. Cuando en 1543 otorgan poderes para un nuevo pleito contra el concejo por haberles prendado algunos ganados que pastaban en términos comunales, en la escritura aparecen los nombres de la mayoría de los frailes que entonces formaban la comunidad. Era Prior fray Miguel de Riaza. Vicario fray Íñigo de Osma. Procurador, Francisco de Madrid, y frailes sin especial cargo fray Agustín de Añastro, fray Juan de Utrera, fray Martín de Madrid y Fray Santa Cruz. Posiblemente fueran todos, si exceptuamos algunos legos que no solían acudir a las reuniones a campana tañida. Como testigos a lo largo del proceso aparecen algunos criados para el servicio de la labranza y para el cuidado del ganado. Es muy probable que las posesiones del monasterio coincidieran con las actualmente delimitadas por el COTO REDONDO DE VALDEBUSTO.
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Si comparamos estos nombres con la lista que aparece en una nueva carta de poder solo ocho años después para reanudar el pleito – ahora con el señor de la villa y Conde de Salvatierra don Atanasio de Ayala y de Rojas – la lista de hermanos se encuentra renovada en casi la totalidad. Excepto fray Miguel de Riaza que sigue de Prior, los demás son hombres nuevos. Fray Juan de Villaverde es ahora el vicario y fray Andrés de Sepúlveda el procurador. El número de residentes había disminuido. En el nuevo pleito el señor de las villas de Ampudia y Valoria, don Atanasio de Ayala, logró ante la Chancillería que se recortaran los derechos de los frailes. La sentencia definitiva, dada en 1551 y confirmada en 1553 tras una nueva apelación de los frailes, redujo los derechos del monasterio equiparándoles en lo que a pastos, rozas y cortas se refiere a un solo vecino, como una casa más entre los moradores de Valoria. No cabe duda de que en la sentencia influyó la escasa población del monasterio, reducida ahora a media docena de habitantes.
Concepción Ferrero Maeso: “El Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora de la Piedad de Valdebusto” Juan de Herrera y su Influencia. Santander 1993. (pp. 243-250)
EDIFICIO Los pleitos en que Valdebusto se vio envuelto durante el siglo XVI constituyeron, sin duda, la causa de que se demorase hasta los primeros años del siglo XVII la construcción de un edificio digno y capaz de albergar a la Comunidad. El 21 de marzo de 1608 Francisco de Praves, arquitecto vallisoletano, y el Prior y Frailes de Convento de Ntra. Sra. de la Piedad de Valdebusto, se concertaron para hacer la obra nueva y edificio de dicho Monasterio. […] Además de la traza de Francisco, la Orden jerónima había encargado proyecto a Pedro de Mazuecos el Mozo, lo cual denota un interés especial hacia esta obra al requerir el concurso de las figuras más destacadas del foco de arquitectura que en ese momento trabajaban en la zona. […] En las condiciones suscritas por Praves se especifica que el Monasterio había de tener dos claustros, que ocuparían todo el largo de la fachada principal en la que se señala claramente el ritmo y medidas de los huecos. […] El segundo patio había de construirse de la misma forma y manera que el claustro principal en cuanto a sus medidas, excepto en los pilares y arcos que no los ha de haber “sino que en lugar de pilares de piedra
se pongan postes de olmo con sus piedras poyales y cepas y zapatas en lo alto… que reciban los techos y la segunda orden o alto ha de ser de la misma forma que la de abajo”. […] De la iglesia “que es a la parte de occidente” no se conserva el menor resto. Por las condiciones sabemos que, junto a la escalera del cuarto principal era el único espacio abovedado de todo el conjunto […] Al exterior se concierta mampostería sobre buenos sillares haciendo “su atrio o pórtico a la entrada de dicha iglesia, su recuadro detrás del altar mayor con su Sacristía”. También había de construirse un campanario de piedra, con ventanas para tres campanas y “un relox del tamaño y proporción que convenga y a elección de la parte de dicho convento”. Desconocemos si finalmente la construcción se ajustó a estas condiciones y a la traza tantas veces aludida en ellas, ya que, como hemos reiterado nada de esto se conserva. Praves recibió 100 ducados a cuenta; también se pacta que se le había de dar posada y cama para él y su gente “y se le ha de dar pan, vino y pescado… aliñar y guisar la comida… y el convento hará que en Ampudia o en otro lugar les den la carne que hubiesen menester…” Un rasgo muy frecuente en la forma de pago de las obras que los Monasterios encargaban consistía en ceder al Arquitecto algunos de los muchos censos que –generalmente - poseían. Esta norma se aplica en Valdebusto: como pago del precio aplazado - cuya cantidad exacta no hemos podido averiguar - la Orden Jerónima libró a Praves dos censos que el Monasterio tenía “el uno contra el Conde de Salazar, de 1367 Reales de Renta cada año y el otro de 50 ducados”. EL MONASTERIO EN EL SIGLO XIX Ya hemos señalado cómo, a partir de 1772, Valdebusto queda incorporado a la Casa que los Jerónimos tenían en Benavente, de este modo podemos suponer que, al igual que esta, sufriría las consecuencias de la invasión francesa, pasando posteriormente a ser administrado por la Hacienda Pública Nacional hasta que, en virtud de la Real Orden de Fernando VII de 1814, pasa nuevamente a manos de los Jerónimos quienes
mantienen los arrendamientos en Valdebusto. El 30 de agosto de 1817 el arrendatario es D. Manuel Martín, vecino de Fuentes de Nava; gracias a dicha escritura de arrendamiento tenemos una ligera descripción del lugar, se relacionan “casa jardín y corrales…” […] En cuanto a retablos, pinturas, ornamentos de altar y objetos muebles no hemos hallado referencia, solamente en un inventario que se hizo en el año de 1820 en el que se procede a relacionar las propiedades de que aún gozaba el Monasterio, terrenos, censos, etc. , se dice que en el apartado correspondiente a “los cuadros, libros y efectos de biblioteca o los Vasos Sagrados y demás pertenecientes al culto, no se ha encontrado cosa alguna que inventariar, por haber estado muchos años sin habitar monje alguno y estar destinada la que fue iglesia a otros usos que no son del culto sin que en ella haya cosa alguna”. En la documentación existente no consta en qué momento se destruye la iglesia. Siguiendo una aventurada hipótesis se puede establecer un paralelismo con lo que entonces era su Casa Matriz: Sabemos que el Monasterio de Benavente sufrió un incendio y que posteriormente se reparó “pero no así su iglesia”. Podemos imaginar así una falta de interés de la Orden por conservar estos ámbitos de oración, justificándose de esta forma la desaparición de la iglesia de Valdebusto y la conservación del Convento para destinarlo al arrendamiento con fines agrícolas; pero esto no pasa de ser una mera hipótesis justificativa de un intento de trabazón lógica de la historia. Valdebusto fue vendido a Doña Natalia de Mateo y Rivas, tía de Doña Dolores Rivas Cherif (esposa que fue de D. Manuel Azaña). Doña Natalia habitó en Valdebusto acometiendo importantes obras en el lugar: construyó una pequeña capilla para la que ella misma realizó una pintura destinada a presidir el modesto altar; también edificó una vivienda sobre la parte más destruida del Monasterio. Sus restos descansan en la parroquial de Valoria del Alcor. Como reflexión final, podemos concluir que el Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora de la Piedad de Valdebusto no fue -desde luego- lo que podríamos denominar un edificio emblemático; la constante interpenetración de intereses que
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existió durante su historia con su homónimo de Benavente hizo que casi siempre quedase relegado a un nivel de ocupación muy bajo, no obstante, aún hoy, en medio de su estado ruinoso, se aprecian rasgos de una notable dignidad constructiva y muy representativos del momento en que se construyó, como son el tratamiento del encuentro entre sus lienzos meridional y oriental resuelto con sendas cadenas de sillares colocados con admirable presteza; la búsqueda de ejes de simetría en sus vanos y medidas… el rigor de sus proporciones; la cuidada línea de impostas, etc., características todas que denotan la existencia de una perfecta traza ejecutada por hábiles canteros dirigidos por un maestro que conocía bien las enseñanzas de Juan de Herrera.
Concepción Ferrero Maeso: Francisco de Praves (1586 - 1637). Junta de Castilla y León, 1995.
MONASTERIO DE NTRA. SRA. DE VALDEBUSTO, EN VALORIA DEL ALCOR (PALENCIA) El 28 de marzo de 1608 Praves firmó una escritura con el Prior de dicho Monasterio obligándose a hacer la obra nueva y edificio conforme a sus propias traza y condiciones. No hemos hallado la traza pero sí las condiciones - muy prolijas en detalles -. Por ellas se deduce que el edificio debería presentar el aspecto de los monasterios clasicistas que en esos momentos se levantaban en Valladolid ya que, incluso se alude directamente a alguno de ellos cuando se señala el aspecto que tendrían las bóvedas del coro e iglesia “de fajas guarnecidas al romano, como están labradas las iglesias que se han hecho de diez años a esta parte, como son San Nicolás, San Diego, la Descalzas Carmelitas y otras… “. En dichas condiciones se especifica que el Monasterio había de tener dos claustros que ocuparían todo el largo de la fachada principal.
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El primer claustro (principal) constaría de dos pisos constituido el primero por arcos de medio punto que se apeaban en pilares cuadrados y con bandas o fajas planas a modo de capitel, rematándose el segundo con arcos escarzanos o carpaneles y luciendo una línea de sillares a modo de antepecho. El segundo patio había de construirse de la misma forma y manera en cuanto a sus medidas (que se expresan en las condiciones) excepto en los pilares y arcos que no los ha de haber “sino que en lugar de pilares de piedra se pornan postes de olmo con sus piedras poyales y cepas y zapatas en lo alto… que resciban los techos y la segunda orden o alto ha de ser de la misma forma que lo de abajo”. En esta ocasión Francisco presentó como fiador a su padre y recibió 100 ducados a cuenta de la obra. Parte de lo que fuera monasterio se conserva en la actualidad, no observándose ningún resto de la iglesia; la finca, situada muy cerca de las históricas ruinas del Monasterio cisterciense de Matallana, se dedica a explotación agrícola.
Cipriano de Rivas Cherif: Retrato de un desconocido. Vida de Manuel Azaña. Oasis. México, 1961 / Grijalbo. Barcelona, 1980. (pp. 107 – 110)
XIII - LA MUERTE LE ABRE LAS PUERTAS DE MI CASA. […] Pensamos en familia, porque la temporada de campo lo fuera realmente, volver a nuestra casa del castillo en Villalba de los Alcores, provincia de Valladolid, adonde no habíamos vuelto, rompiendo la costumbre de tiempos de mi abuelo, desde que ocho años atrás había muerto en ella mi hermana María. Por hacer fuerza a mi colega, a quien yo había invitado a que pasara unos días con nosotros, le escribió mi padre recobrando un punto el simpático humor que le hacía tan bienquisto de sus amigos, una epístola en verso refrendando mi invitación en nombre de la “pequeña” de la casa, a quien no le hizo mucha gracia la broma paternal, por la demasiada inocencia que atribuía a sus pocos años. Mi colega contestó en verso también. Por modo sorprendente, más para mí que para nadie; y no porque le creyera incapaz
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de semejantes bromas, sino porque ni en broma había versificado nunca a cuanto me aseguraba con ingenua admiración por quienes versificábamos, aunque mal. Mi hermana conservaba la respuesta de mi colega, (*) sorprendida a su vez. Y ella no tanto porque le creyera sin aptitudes poéticas, como por creerle con notorio error, no obstante las protestas de mi testimonio, ajeno al humorismo fácil que la epístola en cuestión demostraba. […] (*) El original no se conserva. Sí los versos siguientes en la memoria de su destinataria: A su alteza cherifiana señora de horca y cuchillo que me invita a su castillo de la estepa castellana contesto carta sin ripios que acepto de corazón su graciosa invitación pues soy hombre de principios. Dejo que la suerte corra, que en tiempos de tanto apuro es el modo más seguro de vivir, vivir de gorra. Mas digo al aceptar mis condiciones por prevenir el mal de un desengaño ya padecido en ocasiones y no vaya a resultarlo hogaño, yo no bailo, no canto, no hago chistes. Aunque el genio en el cuerpo me retoza estoy catalogado entre los tristes. Para la gente moza soy funesto ciprés o fraile o cura y en general procuran arrancarme de sí como las chinches… Los días que con nosotros estuvo disfrutó grandemente, aliviando con ello la gravedad de nuestro duelo. En seguida planeó la restauración del castillo, que con las murallas del pueblo compró mi abuelo para que no estuvieran sus históricas piedras a merced de cualquier desatentada veleidad lugareña de sus paisanos. Planeaba la obra como si fuéramos a empezarla al día siguiente. Dedicábamos las mañanas a hacer alguna excursión en coche de mulas o a leer y escribir, que nos cundía poco. Esperábamos el correo
después de comer e íbamos indefectiblemente a merendar a la Esperanza, la viña que mi abuelo plantó, adornada de frutales y con un poco de huerta y jardín, dispuestos en paseos urbanos los caminos que la cruzaban hasta el montecillo, que había dejado sin plantar de vides, enclavado en el monte comunal del pueblo, mal vendido en su mayor parte no muchos años atrás a un ricachón de Santander. […] Visitando una tarde el antiguo monasterio de Matallana, en el coto parejo del de Valdebusto, propiedad de una hermana de mi padre, cuya herencia harto diluida vino a compartir luego mi amigo al entrar en la familia, a punto estuvo de quedarse cojo; porque según estábamos a una puerta corralera, le pasó por encima de un pie un trillo arrastrado por una mula que corría espantada a la era. Saltó el madero en una piedra y solo de refilón le tropezó sin hacerle daño; pero el susto que a todos nos dio fue grande. Casi tanto como el que se llevó cuando desmandándosele las mulas que guiaba, mal domadas al coche, no le respondió el freno del carruaje en una cuesta abajo. Echando a broma después el peligro corrido, nadie podía sospechar los que juntos habíamos de correr con el tiempo, guiados por él asimismo….
Juan Baró Pazos: Santa Natalia1898. Valdebusto. Universidad de Cantabria
NOTAS SOBRE LA HISTORIA DEL CONVENTO JERÓNIMO DE VALDEBUSTO. […] Su fuente principal de ingresos procedía de la labranza y granjería: de la explotación de su palomar con cuatrocientos pares de palomas, y de su ganado lanar, ovino, caprino y de leche. A mediados del siglo XVIII, según datos del Catastro de Ensenada (1753), contaba con dos pastores mayorales y dos trabajadores que no formaban parte del convento. Igualmente, el catastro informa del número de los frailes que habitaban en ese momento el Monasterio: un prior, un vicario, procurador mayor y procurador menor. Un número ciertamente escaso dada la amplitud del edificio, dotado de no menos de una veintena de celdas. Dados sus escasos recursos económicos, en 1772 Valdebusto perderá de nuevo su independencia para agregare al Convento de Benavente. Con la afrancesada de 1808 pudo ser ocupado el
Monasterio por las tropas francesas, para después ser administrado por la Hacienda Nacional. En 1814, el rey Fernando VII apodado el Deseado, pero más “deseado” que “deseable” devolvió el Monasterio a la Orden de los Jerónimos. Pero a partir de ese momento, el Monasterio quedará desafectado del culto, y sus tierras y caserío fueron arrendadas, en 1817, a un tal Manuel Martín, vecino de Fuentes de Nava. En la escritura de arrendamiento se refieren alguno de los elementos arrendados: una casa, jardín, corrales, soto huerto, etc., sin hacer relación de otros bienes como retablos, pinturas, o cualesquier otros enseres religiosos del Monasterio, lo que permite pensar que en esas fechas el Monasterio había quedado esquilmado tras el paso de las tropas de Napoleón. Posteriormente, Valdebusto con la desamortización de Mendizábal (1836) pasó a manos privadas, perdiendo paulatinamente las señas de identidad del viejo Monasterio. Según cuenta la tradición oral, entre los años 1880-1886, las piedras de la zona más derruida de los edificios se utilizaron en la construcción del Canal del Duero. Tras distintas ventas, llegó a manos de Dña. Natalia de Mateo y Rivas, tía carnal de Dña. Dolores Rivas Cherif, esposa que fue de D. Manuel Azaña, Presidente de la II República española, quien se refugió en su caserío en los años 19301931, tras el Golpe de Jaca. Doña Natalia vivió en Valdebusto hasta su muerte, en 1925. En sus años de vida en Valdebusto fundó la Colonia Agrícola Villa Natalia, en 1894 y reformó los edificios, construyó su vivienda en la parte más derruida del Monasterio y edificó una pequeña capilla que adornó con una pintura suya que preside el modesto altar y que en la actualidad se conserva en buen estado. Después de la Guerra Civil los herederos de Dña. Natalia vendieron la totalidad de la finca y caserío a Francisco Martín Peña por importe de 100.000 pesetas. En la actualidad es propiedad de tres de sus hijos.
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