RЄPRI Revista Єlectrónica del EPRI Visite nuestra web: www.epri.ufm.edu.gt/ Mayo 2006 Año 2. Número 5
Universidad Francisco Marroquín Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales
ISSN 1815-9249
Sumario Consejo Editorial Director EPRI: M.A. Pedro Trujillo Álvarez Coordinador: Lcdo. e Ing. Luís René Pellecer Consejo de Redacción: Dr. Francisco Beltranena Falla Dr. Armando De la Torre Ing. Ramón Parellada Lcda. Caroll Ríos de Rodríguez Revisor de estilo: Dr. Amable Sánchez Montaje y Edición: M.A. David Amador Lcdo. Santiago Fernández Administración: Lucrecia Illescas Ortiz Claudia Ester Sajquín Soto Shirley Folgar
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Editorial
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Análisis del desempeño de las comisiones legislativas de políticas de defensa de Honduras, Guatemala y Nicaragua Carlos Barrachina Lisón Javier Meléndez Quiñones
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El desarrollo sustentable: aportaciones de la Escuela Austriaca de Economía Por Edgar Piña O.
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Contribución del análisis de las decisiones públicas al estudio de las políticas públicas Carroll Ríos de Rodriguez
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Los inversores votan con los pies en Iberoamérica Pedro Fernández Barbadillo
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A Short Word on Plato David C. Martinez-Amador
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Cuatro paradojas económico-políticas y la madre que las parió Pablo Arosemena Marrito
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Reporting violent conflicts: Introductory thoughts to three main approaches Lioba Suchenwirth
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Libertad o libertades de prensa: ¿cuanto es suficiente? Cristóbal Fernández Abascal
43 ¡Visto y Leído !
Las opiniones representan exclusivamente el punto de vista del autor.
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Editorial Hacia los autoritarismos en América Latina. Sin duda, parte del debate político-económico latinoamericano actual gira en torno al surgimiento (que no resurgimiento) de lo que falsamente se ha dado en denominar los “movimientos de nuevas izquierdas”. Estamos ante un plan estratégico, de corte totalitario, liderado por gobernantes sin escrúpulos, alguno de los cuales –concretamente Fidel Castro– ya ha demostrado lo que es capaz de hacer, tras la permanencia en el poder por más de cuarenta y siete años. Lo que realmente pretenden, tanto Castro como su íntimo aliado Chávez, no es otra cosa que permanecer a toda costa en el poder y ejercerlo de la manera más despótica, lo que se corresponde con ese carácter enfermizo y megalómano que siempre caracterizó al primero y que ya comenzamos a descubrir en el segundo. El club, así conformado, ha sido capaz de atraer a nuevos socios, evidentemente con características muy similares a las de sus fundadores: no hace mucho ingresó el presidente de Bolivia, Evo Morales, y no sería una sorpresa que ingresara el actual aspirante a gobernar el Perú, Ollanta Humala. Otros, lejos de enfrentarse a este grupo de totalitarios, que únicamente conseguirán hacernos perder otra década (véase al respecto el número anterior de esta revista, y otros datos de informes internacionales y del propio Banco Central de Venezuela), en un afán de imitarlos, no dejan de coquetear con ellos tratando de obtener beneficios para sus respectivos países, a través de precios o trato preferenciales en relación con el petróleo y el gas, o sencillamente siguiéndoles el juego. En este paquete podríamos incluir a ciertos países del Caribe y a otros del continente, tanto del Sur como de Centroamérica. En conclusión, es necesario conocer y desenmascarar a estos regímenes, que, como lobos disfrazados con piel de oveja, pretenden, mediante el uso de cierto discurso populista, hacernos creer en una nueva izquierda y en una estrategia bolivariana. Nada más lejos de la realidad. Lo primero, porque la izquierda tradicional fracasó tras la caída de los regímenes comunistas, demostrando al mundo la inviabilidad de aquel proyecto socialista soviético. Lo segundo, porque no existe tal estrategia bolivariana, sino que lo que se pretende imponer es el afán cubano-venezolano de extender una revolución de corte totalitario, aprovechando esa seudopercepción de lo bolivariano como un elemento histórico-cultural de América Latina. Es necesario enfrentar dialécticamente el juego que se nos plantea y llamar a las cosas por su nombre. Será la única forma de poner en su lugar a quienes nuevamente pretenden engañarnos.
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”El comercio es el mejor antídoto para las guerras" (Montesquieu).
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Análisis del desempeño de las comisiones legislativas de políticas de defensa de Honduras, Guatemala y Nicaragua. Carlos Barrachina Lisón (*) Javier Meléndez Quiñones (*) Resumen Las políticas de defensa tradicionalmente han sido implantadas por militares. Desde mediados de los noventa, una vez finalizada la guerra fría, y avanzados los procesos de pacificación centroamericanos se impulsa también en esta región la idea de que estas políticas deben estar sometidas al control democrático. Los congresos, y las asambleas nacionales se van convirtiendo, poco a poco, en foros que deben controlar lo que los nuevos ministerios de defensa realizan conjuntamente con las fuerzas armadas, avalando la idea de que la consolidación de la democracia demanda transparencia y control de todas sus políticas. Este trabajo analiza algunos aspectos del desempeño de las comisiones legislativas de defensa en tres países centroamericanos. Para ello se estudian una serie de encuestas distribuidas a diputados participantes en las mismas entre los meses de agosto y noviembre del 2004. El estudio del control político1 sobre las fuerzas armadas parte de una línea de pensamiento que se refuerza especialmente en Estados Unidos a partir de la segunda guerra mundial, cuando se entiende que para hacer frente a la 1 Generalmente se usa el concepto “control civil”, para referirse al control político del gobierno sobre la administración del sector defensa. La utilización del concepto “control político” es más adecuada desde una perspectiva democrática occidental, que no avala la autonomía militar. Hablar de “control civil” implica que en el sector defensa sólo trabajan militares, y que por ello la sociedad debe tener un control sobre sus actividades. El “control político” que el gobierno ejerce sobre cualquiera de las administraciones públicas es el mismo que debe comprender a la defensa, en el bien entendido que un sector, el de la defensa, en el que trabajan profesionales con un perfil militar, pero también cada vez más otros profesionales con perfiles distintos que no están sometidos a la disciplina militar, no debe ser tratado como si los militares pertenecieran a un mundo distinto, ni como si en ese sector únicamente tuvieran responsabilidades funcionarios con perfil militar.
guerra fría, será necesario mantener un “gran ejército” permanente. A partir de ese momento, la idea del pueblo en armas va dejando paso poco a poco a los ejércitos profesionales –el proceso culmina con el final del servicio militar obligatorio-2. En el seno de una sociedad eminentemente liberal, que por tradición desconfía del Estado, y de sus efectos sobre las libertades de los ciudadanos, se produce un importante debate de cómo va a hacerse compatible el mantenimiento de la democracia, con esa presencia tan importante de la institución militar3. Este debate condicionará posteriormente buena parte de las discusiones que sobre este tema se repiten en muchos lugares, y abrirá una nueva dimensión sobre el entendimiento de las relaciones entre fuerzas armadas y sociedad. El debate sobre el control político de los militares en América Latina, se ha enfocado especialmente en la intervención de éstos en la política. Una cultura política autoritaria, y una frecuente presencia militar en la cumbre del poder político han marcado que la mayoría de las reflexiones se hayan centrado en explicar y combatir esta realidad. A partir del final de la guerra fría, y acompañando los procesos de transición política, se señala una inflexión en los estudios latinoamericanos hacia el control político de las fuerzas armadas. El establecimiento de ministerios de defensa, en los que se trata que un político no militar encabece la dirección de la política y la administración de la defensa4; y la 2 En el caso estadounidense tras el desastre de Vietnam. 3 Huntington (1957), y Janowitz (1959) además de ser pioneros en esta discusión, son los académicos que más han influido en este debate. 4 A pesar de que la realidad es mucho más compleja, y ha generado la reacción de las instituciones militares dificultando el proceso. Asentadas en la comodidad de la autonomía tradicional las fuerzas armadas latinoamericanas han puesto muchos obstáculos a la
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consolidación de la idea de que la democracia también debe afectar a las instituciones militares, impulsa debate público sobre las políticas del sector, y exige medidas de transparencia, tanto a nivel interno como externo, que afectan positivamente tanto a la consideración de esta política como una más del gobierno, como al aumento de la confianza entre los países del hemisferio5. El control político, y por supuesto el parlamentario de estas políticas se convierte así, poco a poco, en un tema de estudio, especializándose estas investigaciones especialmente en el control presupuestario sobre las fuerzas armadas6. Recientemente se han iniciado esfuerzos, sobretodo por parte de la Red de Seguridad de América Latina (RESDAL) para analizar el funcionamiento de las comisiones legislativas del sector en la región7. Este trabajo pretende profundizar en este esfuerzo, analizando la realidad de tres importantes países centroamericanos. Para ello el Instituto de Estudios Estratégicos y de Políticas Públicas (IEEPP) realizó entre agosto y diciembre del 2004 una serie de preguntas a diputados de Guatemala, Honduras y Nicaragua cuyos principales resultados se presentan en las siguientes páginas. La investigación se enmarca también en el contexto del proyecto que coordina Carlos Barrachina en la presencia de “civiles” en los ministerios, bien impulsando que oficiales militares retirados ocuparan estas posiciones, o directamente condicionando la existencia de un ministerio al nombramiento de militares para desempeñar la función. La nueva definición de seguridad de las américas que señala la multidimensionalidad de ésta, el cambio de estrategia de Estados Unidos, a partir de la reacción a los ataques del 11 de septiembre del 2001, abre un nuevo interrogante sobre la posibilidad de que se produzca una involución democrática de la política de defensa (al considerarse entre los militares que las amenazas a la seguridad, en países con instituciones políticas débiles, son competencia de los militares). 5 Todo el proceso de elaboración de Libros Blancos de defensa, y el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA), está encaminado a lograr este objetivo. 6 El control presupuestario es una de las actividades más palpables que los legislativos pueden realizar para controlar a las fuerzas armadas. Los trabajos de Meléndez Quiñonez (2000), RESDAL (2004), De León y Sagone (2004), Sagone, Trujillo (2004) abordan esta problemática. 7 Follietti, Tibiletti (2004)
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Universidad de Quintana Roo “Gobernabilidad y Democracia en Honduras y Nicaragua: grado de consolidación de las reformas en el sector seguridad y defensa 2002-2006”, que apoya el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP) del la Secretaria de Educación Pública de México. Las prácticas del trabajo parlamentario están relacionadas con las tradiciones políticas de los países donde éstas tienen lugar. En el caso centroamericano, la institucionalización de los congresos y de las asambleas se encuentra condicionada por una tradición autoritaria, que genera tensión variable, según los países, entre los ejecutivos y los legislativos, dependiendo si el ejecutivo se encuentra en mayoría o minoría en los parlamentos. Normalmente, los legislativos de la región se limitan a aprobar sin mucha discusión lo que los ejecutivos señalan e impulsan, si éstos tienen mayoría, o en caso contrario a enfrentarse de una forma contundente a los postulados de éste (como sucede especialmente en el caso nicaragüense)8. Se vive especialmente en estas sociedades un proceso de transición política compleja, que trata de superar situaciones de conflicto bélico interno cercanas en el tiempo, grandes brechas socioeconómicas, y culturas políticas adversas al establecimiento de la democracia. Todo esto se complica por las consecuencias 8 En los últimos meses en Nicaragua se vive una situación excepcional, en la que el ejecutivo se encuentra enfrentado a la Asamblea Nacional. Ésta limitó recientemente por ley las funciones presidenciales establecidas previamente. La posición de sectores importantes de la bancada liberal, distanciadas del presidente por la posición que éste tuvo ante el encarcelamiento del anterior presidente Arnoldo Alemán, se suma a los diputados sandinistas, obteniendo esta “coalición” una posición mayoritaria en la Asamblea. La tensión está muy crecida, a tal punto que en la Asamblea no se reconocen los nombramientos que el presidente hace en su ejecutivo, y que la OEA tras el intento de mediación del secretario general Insulza, ha tenido que enviar un embajador permanente a Nicaragua para tratar de llegar a un acuerdo de gobernabilidad entre las distintas partes. El presidente ha llegado a pedir a las fuerzas armadas que protejan sedes institucionales de posibles alteraciones de orden público. Mientras tanto éstas tratan por todos los medios legales de apartarse de la controversia y de no responder a esa petición. Las encuestas analizadas en este trabajo fueron realizadas antes de que la tensión escalase a los niveles que tiene hoy en día.
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que se derivan de la atenta mirada de Estados Unidos, que ejerce una especie de tutela indirecta sobre la región, impulsando acciones que apoyan las políticas coyunturales de la potencia: en algunos momentos el establecimiento de una democracia de corte occidental y la integración regional de los países centroamericanos9, y en otros la lucha contra el combate del narcotráfico, y sus derivados relacionados con el “terrorismo”10. En el caso de las políticas de defensa existe en la región una gran tradición de autonomía militar, que aunque no es ajena a otras realidades en Europa o Estados Unidos, sin embargo se agrava por las debilidades e inestabilidades que presenta la consolidación del sistema democrático: ello explica el que los militares hayan resuelto tradicionalmente en exclusividad todos los temas referentes la defensa, y los instrumentos para asegurarla, y es causa de tres problemas: el primero que los militares muestren resistencias para aceptar el control político, el segundo que no exista competencia en ciudadanos no militares para abordar la problemática del sector con 9 El proceso de integración centroamericana ha generado múltiples instancias de coordinación relacionadas con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Una de las muestras de ese proceso en el terreno de la defensa fue la creación de la Conferencia de Fuerzas Armadas Centroamericanas (CFAC), compuesta por los ejércitos de Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador. La CFAC ha servido para poco, y ha institucionalizado la circunstancia de que a pesar de la existencia de ministros de defensa, los representantes reales de la cooperación hayan sido militares. En la encuesta que se comentará más adelante se muestra un dato interesante, ya que este proceso de integración parece que no llegó a los diputados de la comisión de defensa. El cien por cien de los mismos manifiesta que no tiene vínculos de coordinación con otros parlamentarios centroamericanos. 10 Se complica la situación por la influencia de Estados Unidos por diferentes motivos (destacan los siguientes): en primer lugar, porque en estas sociedades existen sentimientos muy encontrados sobre la influencia de la potencia estadounidense, ya que la mayoría de las elites que se encuentran en la actualidad en el poder son pro estadounidenses, mientras que la oposición tiene una gran desconfianza hacia la potencia (excepto en el caso hondureño que también son pro estadounidenses); en segundo lugar por el interés cambiante de la política estadounidense que turna frecuentemente de intereses, en ocasiones incluso contradictoriamente, lo que provoca alteraciones bruscas en las políticas de países tan sensibles a su influencia como los centroamericanos.
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conocimiento de causa, y el tercero y más grave, que exista una idea en la sociedad que los asuntos de defensa son temas que competen exclusivamente a los militares. El establecimiento de comisiones de defensa en la mayoría de los países de América Latina ha sido difícil, ya que mucho de lo que tiene que ver con la defensa está relacionado con el pasado de esas sociedades, complicándose mucho la construcción de una política acorde con las realidades nacionales e internacionales11. Idealmente, recuerdan Follietti, y Tibiletti (2004:9), las funciones de los parlamentos en asuntos de defensa deben ser: - Definir la manera particular como la ciudadanía entiende la defensa en función de los escenarios futuros que ponen en peligro lo que se desea defender. - Producir marcos legales enmarcados en una visión estratégica adecuada del momento, pero que tenga pretensiones de durar a lo largo del tiempo. - Participar en las diferentes etapas presupuestarias, interviniendo en la aprobación del proyecto de ley, que refleja una determinada visión política, pero también controlando la ejecución de la misma. Así, la formulación de la política de defensa en un contexto democrático, tal y como señala Celi12, ha de ver reflejada la necesidad de ampliar la representatividad y participación social en la formulación y gestión de la política –por ser una política de Estado que debe buscar el mayor grado posible de consenso-, debiendo incorporar los principios de control ciudadano, rendición de cuentas y responsabilidad política en el ámbito de su competencia. La democracia implica la responsabilidad política del poder ejecutivo sobre la conducción eficiente y transparente del sector; y también la intervención parlamentaria tanto en los procesos de discusión y adopción de políticas, como en el establecimiento de su estructura institucional incluida la configuración de las fuerzas armadas-. 11 12
Follietti, Tibiletti, 2004: 8 En Follietti, Tibiletti, 2004:15-16
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En Guatemala, Honduras y Nicaragua, la configuración de las comisiones de defensa presenta características similares. La mayoría de los diputados integrantes de la comisión lo son por decisión propia13, y algunos tienen experiencia en el sector defensa14. A pesar de ello, no suelen durar mucho tiempo en la comisión debido por una parte a que existe una importante rotación de diputados en éstas, y por otra a que la poca importancia que cara a la sociedad tiene el formar parte de esta comisión les hace demandar otras comisiones que les permitan mantener su popularidad más visible. En este trabajo se entrevistaron a 6 de los 20 diputados que integraban la comisión de defensa en Guatemala en el 2004 (un 30%), a 4 de los 7 que la formaban en Honduras (un 57.14%), y a 5 de los 8 de Nicaragua (un 62.5%). El 67% de los diputados entrevistados formaban parte de la oposición, y sólo el 26% llevaba más de tres años en la misma. Los resultados más importantes que se derivan de la encuesta señalan que los diputados no están satisfechos con el funcionamiento de las comisiones. A rasgos generales se tiene la percepción que el debate parlamentario no sirve ni para definir, ni para impulsar, ni para controlar los temas de defensa15. Éstos, además tienen la sensación de que este tipo de temas sólo interesan en caso de escándalos16, y a pesar del reconocimiento de que la democracia debe llegar a todos los rincones donde la administración pública tenga actividad, se reconoce que existe poca conciencia de la importancia de implicarse en estos temas, Por otra parte, los diputados son pesimistas en que exista interés real en rendir cuentas a los ciudadanos por parte de los poderes públicos, señalándose que la política de defensa no es transparente17, ni cumple 13
De los entrevistados sólo el 33% señala que fue obligado a escoger esa comisión. 14 Ya sea tienen familiares en las fuerzas armadas, han sido ellos mismos militares, o tienen algún tipo de afinidad ideológica con la institución militar. 15 El 93 por ciento señala deficiencias en el control del debate parlamentario. 16 El 86.7 por ciento se manifiestan en este sentido. 17 Sólo un siete por ciento de los entrevistados afirma que la defensa es un política transparente que cumple con las reglas básicas de la democracia. El 86.6% cree que el interés por promover la rendición de cuentas del
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con las reglas básicas del comportamiento democrático18, identificándose asimismo un importante grado de autonomía militar19 . Las iniciativas de ley en temas de defensa en estos países son siempre presentadas por el ejecutivo20, que se reconoce, en gran medida recibe impulsos de organismos internacionales a fin de impulsar políticas que cambien el marco normativo de la defensa para adecuarlo ejecutivo es débil. El 80 por ciento no conoce ninguna instancia o mecanismo formal del ejecutivo que sirva de enlace con el legislativo. A pesar de ello, otro 80 por ciento está convencido de que no existe una intencionalidad política de debilitar las comisiones de defensa situando a gente inexperta. 18 Los autores de este trabajo tuvieron una experiencia interesante con los diputados de la comisión de defensa nicaragüense. En octubre del 2004 ofrecieron un taller a estos diputados explicando las experiencias de elaboración de libros blancos de defensa en diferentes países del mundo. Inserto Nicaragua en el proceso de elaboración de su libro blanco, los diputados no habían recibido ninguna información por parte del ministerio de defensa sobre el proceso del mismo. De tal forma que el titular de “Nuevo Diario” del día siguiente (5-10-04) fue “Asamblea Nacional marginada de Libro Blanco”, y el comentario del portavoz sandinista “los diputados nos venimos a desayunar con que este proyecto está en manos de un experto extranjero”. En relación a los libros blancos la encuesta muestra como sólo un 13 por ciento de los diputados había estado vinculado a este tema en sus respectivos países. En el momento de la encuesta Guatemala ya había publicado su libro (un diputado participó esporádicamente en el proceso); Nicaragua estaba abriendo un proceso de consultas un tanto artificial, para poder decir que había existido una consulta popular, y Honduras estaba iniciando el proceso. 19 Un 93 por ciento reconoce un grado importante de autonomía militar, y afirma que políticos y militares deben acercarse y conocerse mejor. A pesar de ese reconocimiento de la autonomía, que debería ser limada según la teoría democrática, sin embargo, destaca un 30% de los diputados que manifiestan discrepancias con la idea de que un ministro civil garantiza una gestión más democrática y transparente. Esta reacción a uno de los postulados básicos del control político sobre las fuerzas armadas sólo puede partir, bien de una defensa de la autonomía militar y sus bondades, bien de una desconfianza notable sobre el sistema político establecido, sobre el que se piensa que no responde a las necesidades del país. Todavía más preocupante desde el punto de vista democrático, es que un 40 por ciento mantenga que una mayor participación de legisladores en asuntos de defensa podría politizar y desnaturalizar la profesionalidad de las fuerzas armadas. 20 A pesar de que sólo un 33 por ciento piense que la defensa se ha de manejar bien a nivel de ejecutivo, o que es un asunto exclusivo de los militares.
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a una situación más democrática21. Identificada esta poca participación de los diputados en el diseño, elaboración, discusión y control de esta política, éstos no profundizan mucho en su autocrítica para explicar las deficiencias de iniciativa y control, y demandan como solución prioritaria una reforma reglamentaria22. El 50% de los diputados coincide en que para mejorar el control en los temas de defensa es necesario23: - Una reforma profunda de la legislación a nivel constitucional. - Más transparencia de nivel ejecutivo. - Más capacitación e información para legisladores. En este sentido, la totalidad de los diputados entrevistados apoyaría reformas para fortalecer al legislativo en capacidades para desarrollar tareas de análisis y control presupuestario, adquisición de equipo militar, y normativa sobre política de defensa24. A pesar del reconocimiento de la necesidad de estas reformas, y de no detenerse mucho en explicar este problema, sin embargo los diputados están de acuerdo en que con el marco vigente es posible participar más de lo que se ha venido haciendo hasta la fecha en relación a los trabajos legislativos25, y reconocen que incluso en ocasiones se ha actuado moderadamente en debates sobre política de defensa26, y modernización de fuerzas27 (no así en el ámbito presupuestario)28. El caso más notable de 21 Un 72 por ciento de los diputados entrevistados confirman este punto de vista. 22 Al demandar estas reformar no parece que sea un impedimento para su participación el que mayoritariamente piensen que debe existir un importante grado de confidencialidad en los asuntos de la defensa (un 67 por ciento se manifiestan en este sentido). 23 Menos de un cincuenta por ciento de los diputados conoce iniciativas para fortalecer la gestión técnica de las comisiones de defensa. 24 Un 46 por ciento de ellos demandan expresamente que es necesario fortalecer la participación de los legisladores en esta materia. 25 El 94 por ciento reconoce que es posible presentar iniciativas. 26 Un 40 por ciento participó en este tipo de debates. 27 Un 40 por ciento participó en este tipo de debates. 28 Un sector importante de éstos, como se ha señalado, alerta que hay que tener cuidado con no “politizar” los temas de la defensa. En relación a la poca participación de los representantes en los asuntos del presupuesto
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intervención del legislativo en temas de defensa, se da en febrero del 2005 en Nicaragua, cuando la Asamblea, inmersa en la dinámica señalada anteriormente de confrontación con el Presidente de la República, impulsa una ley de armas en la que señala que el ejecutivo debe recibir la aprobación de la Asamblea para adquirir o destruir determinadas armas relacionadas con la defensa nacional29. Ello muestra la idea de que más que cambios normativos y reglamentarios, lo que los políticos centroamericanos necesitan para legislar e impulsar políticas en el ámbito de la defensa es voluntad política de realizarlo, capacitación pertinente, y asesorías profesionales que les acompañen con competencia.30 Para concluir estas reflexiones sobre la información que se deriva de la encuesta presentada, podría comentarse que las discusiones sobre política de defensa, la (sólo un 13 por ciento de estos lo hizo), contrasta con el alto interés que el tema despierta. Un 93 por ciento de los diputados desearía poder participar en debates presupuestarios sobre las fuerzas armadas, y los recursos necesarios para poder implantar la política de defensa. 29 La polémica se generó por el repetido intento de Estados Unidos de que Nicaragua destruya los misiles de fabricación soviética tierra-aire SAM-7 que todavía están en las bodegas del ejército. El argumento es que estos misiles pueden ser adquiridos por terroristas para ser utilizados contra aviones comerciales. La presión estadounidense ha sido tan grande, que incluso se ha amenazado con prohibir que aviones comerciales de líneas estadounidenses puedan volar a Managua. El presidente Bolaños está dispuesto a llevar a cabo está política, pero el ejecutivo ha encontrado las resistencias tanto del ejército, que destruye gradualmente los misiles, como de la oposición política, que finalmente pasó la ley prohibiendo al presidente destruir misiles sin la autorización de la Asamblea. 30 No existen asesores especializados en estos temas. La mayoría de los asesores legislativos tienen que repartirse por todas las comisiones. Los asesores suelen ser cargos de confianza, y no permanecen muchas legislaturas en el cargo no facilitándose de esta forma la preservación de una memoria institucional. Por otra parte la mayoría de éstos tienen una formación jurídica que les condiciona en su manera de plantear los asuntos a tratar. El sesenta por ciento de los diputados encuestados pensaban que no disponían de información adecuada, ni de asesoría. Los diputados tampoco se muestran muy optimistas en relación a la solución a este problema al señalar un setenta y tres por ciento de éstos, que no conocen ninguna organización en su país que sea capaz de apoyar técnicamente la gestión legislativa-
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estructuración de los ejércitos y su conducción política no son una prioridad de las sociedades centroamericanas. A pesar del gran peso tradicional de las fuerzas armadas, y quizá precisamente por ello, los diputados no tienen una clara conciencia de la importancia de su rol en este sentido, reconociendo que han sido organizaciones internacionales las que impulsaron que el ejecutivo diseñara políticas de “control” del sector defensa31. Las prioridades de los políticos centroamericanos, y de sus sociedades, en momentos de grave crisis interna (política, y económica), no reconocen la importancia de trabajar en este sector, con lo cual cuando cambien las prioridades en las organizaciones internacionales que impulsan estas políticas, difícilmente seguirán siendo propuestas por los ejecutivos centroamericanos. Puede presentarse un problema, si esas circunstancias cambian, y se unen a la demanda creciente, precisamente derivado de la inestabilidad de estas sociedades, de que las fuerzas armadas enfrenten no sólo “amenazas” relacionadas con lo que se conoce como “seguridad tradicional”, sino que también amplíen sus funciones a aspectos de orden público, y de desarrollo32. Esta percepción de los políticos y sus sociedades, unidas a los cambios que se han dado en el escenario internacional, y al reconocimiento de la multidimensionalidad de las amenazas a la seguridad, debe ser causa de preocupación. Si los políticos locales no son conscientes de la importancia de dirigir políticamente a las fuerzas armadas, y cada vez más, por la debilidad del Estado, los 31 En la mayoría de los casos superficiales, y más realizados para cubrir las apariencias, que para efectivamente resolver un problema de autonomía de los militares. 32 El concepto de “nuevas amenazas” no es adecuado para describir las funciones que actualmente se demanda que las fuerzas armadas desarrollen, porque históricamente, cuando el estado ha sido débil, y no ha tenido administración civil adecuada para resolver problemas, siempre se ha recurrido a los ejércitos para realizarlas. El militarismo encuentra profundas raíces en las sociedades, precisamente por el reconocimiento que la memoria de la población guarda sobre todas estas misiones que los ejércitos han desarrollado “tradicionalmente”.
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ejércitos asumen un abanico mayor de funciones (porque la seguridad es asunto de los militares, y las amenazas a ésta son multidimensionales), se puede advertir del peligro cada vez más amplio de involución, y de participación política de los militares. Esta circunstancia debe ser monitoreada, porque la consolidación de la democracia no puede admitir compartimentos estancos. Con el paso de los años la intervención militar se ha vuelto más sofisticada. Escarmentadas por la mala imagen, y los penosos resultados que tuvieron los gobiernos militares (sobretodo les preocupa los efectos en la imagen de las fuerzas armadas), los militares en América Latina no tienen intención ninguna de asumir el poder de una forma directa. Sin embargo, están deseosos de ampliar su presupuesto, a través de la encomienda de nuevas misiones, y están determinados a mantener un amplio grado de autonomía profesional. Tal y como puede entreverse de los resultados de este trabajo, este deseo militar puede llegar a consolidarse; la falta de voluntad política de los representantes, entre otras cosas por la existencia de otros problemas políticos más visibles, unido a una escasa percepción ciudadana del problema, y a las lamentables condiciones materiales en las que los diputados trabajan (con escaso presupuesto, y falta de asesores especializados), facilita el que estas reglas del juego se arraiguen en las democracias que poco a poco se van conformando en estos países. Si ello es así, encontraremos que también en este aspecto el proceso de consolidación democrática tendrá un gran problema estructural con el que se tendrá que convivir en el futuro.
Bibliografía - De León, Carmen Rosa, Sagone, Miguel Angel Presupuesto de defensa en Guatemala. Auditoría Social. IEPADES, Guatemala, 2004. -
Donadio, Marcela (coor) El presupuesto de defensa en América Latina. RESDAL, Buenos Aires, 2004. 8
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Follietti, Gilda, Tibiletti, Luís (Ed.) Parlamento y defensa en América Latina. El papel de las comisiones. RESDAL, Buenos Aires, 2004. Meléndez, Javier El gasto de defensa en Nicaragua: la toma de decisiones en la
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asignación de recursos NDI-CEN, Managua, 2000. -
Sagone, Miguel Angel, Trujillo, Pedro Fortalecimiento de la participación ciudadana y control civil de la asignación y supervisión presupuestaria del sector defensa. IEPADES, Guatemala, 2004.
(*) Carlos Barrachina es doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), previamente realizó estudios de Historia Contemporánea y Ciencia Política en la Universidad de Barcelona, en la Autónoma de Barcelona y en la Pompeu Fabra. Es autor de un libro y diferentes artículos en materia de seguridad, defensa y transiciones políticas. En la actualidad es Profesor de la Universidad de Quintana Roo en México, responsable académico de IEEPP, y recibe invitaciones del PNUD para apoyar esfuerzos para la elaboración de libros blancos de defensa en América Latina. (*) Javier Meléndez Quiñones en Licenciado en Sociología por la Universidad Centroamericana en Nicaragua. Trabajó para el Centro de Estudios Estratégicos de Nicaragua (CEN), y posteriormente para el National Democrat Institut en Washington DC (NDI). Tiene en su haber diferentes publicaciones sobre política de defensa y presupuestos del sector. En la actualidad es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Estratégicos y de políticas públicas (IEEPP), y se ha desempeñado como consultor del libro blanco de defensa para el Ministerio de Defensa de Nicaragua, y el PNUD.
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El desarrollo sustentable: aportaciones de la Escuela Austriaca de Economía Por Edgar Piña O. (*) Introducción Tanto en la literatura como en el discurso de los especialistas del ambiente prevalece la opinión de que la racionalidad económica es contraria a los procesos espontáneos de la naturaleza y existen aún los que confundiendo la ciencia económica con los procesos de la economía llegan al extremo de cuestionar los conocimientos de esta rama de las ciencias sociales, llamándola, entre otras cosas, anquilosada, unidimensional, parcelaria, estrecha y opuesta a la sabiduría de la naturaleza1. La satanización de los procesos económicos es la que lleva a considerar a la “capitalización de la naturaleza”, como la causante de los grandes males del ambiente, cuando por el contrario es este fenómeno lo que asegura su conservación y mejora, en la misma forma y por las mismas razones por las que un propietario cuida y mejora su propia casa. En este trabajo se parte de la premisa que la praxeología, ciencia de la acción humana, y la economía no son de ninguna 1 Es prolífica la literatura dedicada a descalificar, bajo una variada perspectiva, la ciencia económica en general y al sistema de mercados en particular. Considérense las siguientes referencias:En el Límite: La vida en el capitalismo global, Hill Hutton y Anthony Giddens, eds., Kriterios Tusquets Editores, Barcelona, España 2001; Globalización, imperialismo y clase social, John Saxe-Fernández y James Petras, Grupo Editorial Lumen Humanitas, México 2001;La transición hacia el desarrollo sustentable. Perspectivas de América Latina y el Caribe, Enrique Leff, coordinador, PNUMA, México 2002
manera contrarias a la naturaleza y al ambiente; que no están anquilosadas, no son unidimensionales y que por el contrario pueden proveer fundadamente de los marcos teóricos y conceptuales que las diversas corrientes de ambientalistas y ecologistas requieren para llevar adelante el enfoque relativamente nuevo de la sustentabilidad. Se sostiene en este ensayo que muchos años antes de que alguien diera el grito de alerta sobre los riesgos ambientales, un destacado miembro de la escuela austriaca de economía, Ludwig von Mises(1881-1973), en su brillante y genial obra sobre la acción humana, publicada en 1949, ya había considerado a la naturaleza como un factor de producción finito y destructible que debía ser manejado en la misma forma y bajo similares criterios a los utilizados para el resto de los factores que constituyen los procesos productivos (Mises, 1963) Con el propósito de contextualizar esta aportación al análisis económico, en este documento se revisan brevemente algunos antecedentes de la escuela austriaca de economía y se proporciona una semblanza sobre el autor aludido, para luego examinar el capítulo correspondiente de La Acción Humana, Un Tratado de Economía, en el cual Mises reflexiona sobre la naturaleza y la producción económica y sobre el mito de la Madre Tierra. La escuela austriaca de economía Parece haber coincidencia entre los especialistas en que la escuela austriaca de economía nació en el segundo tercio del siglo XIX,
fundada en 1871 por Carl Menger (1840-1921) con su libro Principios de Economía Política (Menger 1950) dando origen a la revolución marginalista, continuada por Eugen von Böhm Bawerk (1851-1914) con su libro Karl Marx and the Close of his System (Böhm-Bawerk 1949). Carl Menger fue el verdadero y único fundador de la escuela austriaca de economía. El merece este titulo por haber creado la teoría del valor y los precios que constituye el corazón de la escuela. También se distinguió por originar y aplicar consistentemente el método praxeológico para la investigación teorética en economía. La preocupación intelectual de Menger fue establecer una conexión causal entre los valores subjetivos subyacentes en las decisiones de los consumidores y los precios objetivos usados en los cálculos de los empresarios. El mayor logro y la esencia de su “revolución” en la ciencia económica fue la comprobación que los precios son ni más ni menos que la manifestación objetiva de procesos causales voluntariamente iniciados y dirigidos a la satisfacción de deseos humanos. Por ello se considera que la teoría de los precios es el corazón de la escuela austriaca de economía. Después de estudiar a David Hume, Adam Smith y David Ricardo, entre otros clásicos, y junto a los escritos de sus contemporáneos Leon Walras y Stanley Jevons, Menger estableció las bases subjetivas del valor económico y, por primera vez, explicó la teoría de la utilidad marginal. Con su libro Principios de Economía, publicado en 1871,
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estableció las bases de la “revolución marginalista” en la historia de la ciencia económica. Al igual que sus predecesores en la tradición liberal clásica, Menger fue un individualista metodológico que entendió la economía como la ciencia de la elección individual. De Eugen von Böhm-Bawerk se dice que estuvo en el lugar correcto en el momento preciso para contribuir en forma importante al desarrollo de la escuela austriaca. El primer volumen de su libro Capital e Interés, titulado Historia y Critica de las Teorías del Interés, publicado en 1884, es una investigación exhaustiva de los tratamientos alternativos dados al fenómeno de la tasa de interés. Sin embargo, lo más significativo de este trabajo es la crítica devastadora a la teoría de la explotación, tal como la expusieron Carlos Marx y sus seguidores. Para Böhm-Bawerk los capitalistas no explotan a los trabajadores, sino que los emplean y les pagan un salario anticipadamente sobre la ganancia del producto que ellos ayudan a producir. Posteriormente, en el libro Kart Marx and the Close of His System, estableció que la cuestión de la distribución del ingreso entre los factores de la producción es fundamentalmente un asunto de la economía más que de la política (Böhm-Bawerk 1959). Como ahora todos podemos apreciar, el siglo pasado se distinguió porque el marxismo y el keynesianismo se impusieron en todo el mundo. Los hechos históricos así lo demuestran. Algunos de ellos bastan para no abundar sobre esta declaración. La revolución de Mao Dze Dong en China (1905), la revolución Mexicana (1910), la revolución rusa (1917), el movimiento nazi de Hitler (1934), la revolución cubana (1959), fueron todas ellas ni más ni menos que el triunfo del colectivismo, mientras que el
estatismo y el proteccionismo, lamentablemente aun presentes en nuestra realidad, son prueba del predominio keynesiano en América Latina. Incluso países que se han distinguido por su respeto a los derechos humanos y a la libertad de los individuos, como lo son Estados Unidos, Inglaterra y Francia, aunque no se declaran socialistas y más aún, se alinean en el hemisferio ideológico del mundo libre, se han hecho partidarios, en diversas épocas de su historia, de la intervención estatal en la vida económica, política y social de sus naciones. En este ambiente global, sólo los austriacos encabezados por Ludwig von Mises, con obras como Socialismo: Un Análisis Económico y Sociológico (Mises 1981) y Human Action: A Treatise on Economic y Friedrich von Hayek (1889-1992) con The Road to Serfdom (1944) advirtieron que los sistemas comunistas, socialistas, fascistas y nazis tendrían que fracasar porque todos ellos se basan en la eliminación de la propiedad privada, de las libertades económicas y en la abolición del mercado. Tarde o temprano las estructuras autoritarias donde el Estado se transforma en el amo y señor de la economía tienen que caer, llevando toda clase de perjuicios a la sociedad. La razón del fracaso radica en que ningún aparato burocrático, aún cuando esté formado por hombres genios, doctos y honestos, es capaz de asimilar la información de los gustos, preferencias, anhelos y necesidades de la gente. Todos los sistemas autoritarios pretenden manejar la economía como si un país fuera una sola empresa encabezada por un grupo, una familia o un solo líder. Los gobiernos socialistas o nazis organizan la producción a través de monopolios encabezados por un burócrata que debe obedecer
órdenes centrales. Naturalmente, se genera una enorme descoordinación que conduce a aumentar sin límites la burocracia de cada unidad productiva; la producción es poco diversa y onerosa; se genera derroche de recursos, y sobre todo, se desperdicia el talento de millones de personas. El caos que genera el estatismo llega a ser de tal magnitud que no hay fuerzas humanas que lo corrijan y el sistema se colapsa. Las desafortunadas experiencias vividas en nuestro país, durante todo el siglo veinte, son prueba de la validez de esta afirmación. Estas ideas defendidas por los economistas de la escuela austriaca, nunca fueron del gusto de los gobernantes. Muchos de ellos se creían con conocimientos y poderes sobrenaturales y no estaban dispuestos a escuchar a los teóricos de la escuela austriaca. Por el contrario, autores como John Maynard Keynes (1957), Vladimir I. Lenin (1966), Oscar Lange (1970), Paul Baran (1966) y Gunnar Myrdal (1990) llegaron a ser muy apreciados por la academia y los hombres del poder porque justificaban “desde el punto de vista teórico” el porqué el Estado debía ejercer el control de la economía. A los pensadores austriacos en cambio se les aisló, se les persiguió y se les condenó en el olvido. Sólo a finales del siglo XX, cuando las crisis económicas derivadas de las recetas marxistas y keynesianas provocaron las peores crisis económicas de la historia humana, el mundo empieza a voltear hacia los pensadores liberales. Lamentablemente Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y otros inscritos en la escuela2 ya no 2 Mencionemos a Frank Fetter, Gottfried von Haberler, Heny Hazlitt, William Harold Hutt, Ludwig Lachmann, Fritz Machlup, Oskar
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viven, pues de otra manera serían testigos de que la historia les está dando la razón y que ahora se empieza a apreciar y estudiar toda su teoría, lo cual no está exento de la grave dificultad que implica la pesada carga filosófica y metodológica del marxismo y el estatismo presente en la ideología de los empresarios, burócratas y políticos que toman las decisiones de política que afectan la economía y la sociedad de nuestros días. ¿Quién fue Ludwig von Mises? Como se dice en uno de los sitios web dedicados a promover las obras de la escuela austriaca3 cuando Ludwig Heinrich Edler von Mises murió en la ciudad de Nueva York en 1973 a la edad de 92 años, no hubo obituarios de primera plana en los diarios de la ciudad. Sin embargo, los creyentes en la libertad y la economía de mercado supieron que un gigante había caído. Mises nació en 1881 en Lemberg, ciudad en ese entonces perteneciente al imperio AustroHúngaro y fue hijo de un exitoso ingeniero. A la edad de 19 años ingresó a la Universidad de Viena obteniendo su doctorado en leyes a la edad de 27. De entre una prolífica obra sobre teoría monetaria y del crédito, epistemología y metodología económica, permítaseme destacar por ahora su libro titulado Socialism: An Economic and Sociological Analysis (Mises 1981), escrito en 1922 en plena materialización del fantasma comunista en Europa. Desapercibido e incomprendido en su tiempo, este libro es reconocido ahora como un clásico dónde Mises predijo el rotundo fracaso del experimento comunista. El argumentó que el socialismo no podía funcionar en una economía Morgenstern, Wilhelm Röpke, Richard von Strigl, Friedrich von Wieser y Murray N. Rothbard. 3 www.mises.org/mises.asp
industrial porque no habría un mercado de capitales y en consecuencia no existiría un sistema de precios para calcular pérdidas y ganancias. El resultado dijo, será el caos y el estancamiento. En la misma forma, él mostró que las economías mixtas no pueden funcionar eficientemente, debido a que los impuestos, las regulaciones y el gasto público, distorsionan el sistema de precios y la asignación de recursos hacia su máxima redituabilidad. En oposición a las filosofías colectivistas, Mises presenta una persuasiva defensa de la sociedad civil como estructura mediadora entre el individuo y el Estado. La cooperación social, dijo, descansa sobre la desigualdad humana, la división del trabajo y las jerarquías institucionales. No satisfecho de trabajar en las áreas de la ciencia económica, historia y sociología, Mises también se dedicó a reconstruir metodologías y los fundamentos de la economía. En su tiempo, la disciplina económica estaba cayendo en el convencimiento del institucionalismo y el positivismo. El primero niega la ciencia económica, mientras que el segundo no distingue entre las ciencias físicas y las sociales. La gran respuesta de Mises a esta situación fue la praxeología, la ciencia de la acción humana, la cual ve a cada actor económico individual como sujeto que tiene sus propios propósitos y metas. Mises apreció el positivismo como especialmente peligroso, no sólo por ser científicamente inválido sino porque trata a las personas como objetos inanimados que pueden ser manipulados a voluntad, lo que les da los “ingenieros sociales” el marco perfecto para justificar sus actividades. La sustentabilidad de la escuela austriaca Un análisis precursor de la sustentabilidad que debe
caracterizar a la actividad económica de acuerdo a los enfoques recientes4, lo encontramos en el capítulo XXII de la obra máxima de Mises, Acción Humana, relativo a “Los factores originales no humanos de la producción”. Publicado por primera vez en 1949 por Yale University, en este libro Mises analiza la teoría de la renta de David Ricardo (Ricardo 1821), a partir de la cual argumenta desde un punto de vista económico sobre la explotación de los recursos naturales y sobre el Mito de la Tierra, con base en una visionaria e irrefutable percepción de la agotabilidad de dichos recursos, con lo cual mejora la concepción ricardiana consistente en considerar a los poderes de la tierra originales e indestructibles. La naturaleza y la producción Inicia Mises su análisis con algunas observaciones generales concernientes a la teoría de la renta de los factores de producción. Dice que en el marco de la economía ricardiana la idea de la renta constituye claramente un intento de enfocar este tipo de aspectos con lo que hoy conocemos como análisis de la utilidad marginal. La teoría de Ricardo, escribe el economista Austriaco, luce más bien insatisfactoria si se juzga con el conocimiento disponible hoy en día, ya que el método de la teoría subjetiva del valor es con mucho 4 Son abundantes los escritos que discuten en torno a los nuevos paradigmas del desarrollo sustentable. Véase al respecto Desarrollo a Escala Humana: Una opción para el futuro, Manfred Max.Neef y otros, CEPAURFundación Dag Hammarskjold, Suecia 1980; Desarrollo y Libertad, Amartya Sen, Ed. Planeta, S.A., Barcelona 2000; Fundamentos Teórico-Conceptuales del Desarrollo Regional Sustentable, Pablo Wong González, en La Economía Sonorense y sus Regiones, CIAD, 2001.
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superior. No hay razón, dice, para que la historia del pensamiento económico se avergüence de la teoría de la renta de Ricardo, ya que sobre ella se construyeron los cimientos de las nuevas concepciones. El hecho de que tierras de distinta calidad y fertilidad rindan diferente utilidad por unidad de insumo, no es ningún problema de entendimiento actual, ya que la generación de renta de los recursos naturales, cae dentro del mismo tipo de análisis para los otros factores de la producción (Mises 1963, p. 635) La teoría moderna del valor y los precios, dice Mises, no está basada en la clasificación de los factores de la producción como la tierra, el trabajo y el capital, sino en la distinción fundamental entre mercancías de un orden mayor o menor, es decir entre bienes para la producción o para el consumo. Cuando se clasifican los factores de la producción como originales de la naturaleza y producidos por el hombre, y luego todavía se clasifican los primeros como humanos (trabajo) y no humanos (recursos naturales); y los segundos, los producidos, como intermedios y de capital, no se rompe la uniformidad del razonamiento concerniente a la determinación de los precios de los factores de la producción. El hecho de que diferentes rendimientos generados por los factores de la producción sean valorados, apreciados y tratados en forma diferencial, solo puede asombrar a las personas que no distinguen las diferencias en servicialidad de dichos factores (Op. Cit., p.636). A ningún agricultor, dice Mises, le asombra que un comprador esté a dispuesto a pagar más por una tierra fértil que por una que no lo es. La única razón por la cual los primeros economistas estaban intrigados por este hecho empírico es que ellos usaban el concepto general de tierra sin distinguir entre diferentes productividades.
El gran mérito de David Ricardo, continúa explicando Mises, fue su conocimiento de que la tierra marginal no produce ningún rendimiento. De este concepto al principio de la teoría subjetiva del valor, solo hay un paso. Sin embargo, cegados por la noción del costo real ninguno de los economistas clásicos ni sus seguidores dieron este paso. Para sustanciar este argumento el autor de Acción Humana, toma el ejemplo de los vinos en Europa. Así, se pregunta porqué el precio de un Borgoña es mayor que el de un chianti de Toscania. No es porque los viñedos de Borgoña se coticen más alto que los de Toscania, sino al revés, la preferencia del consumidor asigna más valor al Borgoña que al Chianti y es eso lo que aumenta el valor de la tierra en Borgoña (Ibidem, p. 637) Así el error de la economía clásica, de acuerdo a la argumentación de este autor, fue que asignó a la tierra un lugar distinto en el esquema teórico, mientras que ahora la tierra, en el sentido de los recursos naturales, es un factor de producción que se somete a las mismas leyes que determinan la formación de precios de los otros factores de la producción. El primer punto de la enseñanza de la economía concerniente a la tierra es, dice Mises, la distinción entre dos clases de factores originales de la producción: humanos y no humanos. Tratándose del problema económico del valor del factor original no humano, esto es, los poderes de la tierra -los recursos naturales-, el analista deberá hacer una clara distinción para separar el punto de vista cosmológico del praxeológico.5 5 Mises da al término cosmológico el significado de que los eventos cósmicos tienen un sentido de permanencia y conservación de la masa y la energía. Praxeología, por su parte, es el estudio de la acción humana, tal como la concibió
La primera reflexión de Mises sobre la teoría cosmológica es que según esta concepción, prevaleciente todavía a mediados del siglo XX (tiempo en que se publicó por primera vez su libro), es que la acción del hombre no alcanzaría a afectar los poderes de la tierra o que el daño en el peor de los casos sería de poca importancia en la esfera de la acción humana. Era claro que todavía entonces se actuaba en el convencimiento de que los recursos naturales, excepto los no renovables, se regeneraban por sí mismos periódicamente.6 Frente a esta concepción, Mises advierte que: “eso de la auto-recuperación de los recursos naturales ante el efecto de la acción humana, está por verse, ya que es posible que el uso humano de la tierra sea en tal forma devastador que los procesos de regeneración de sus poderes productivos sean tan lentos que requieran largos períodos o, lo que es peor, que se destruyan y que solo puedan ser restaurados mediante un uso considerable de capital y trabajo” (Ibidem, p.638). Es aquí donde nuestro autor, se coloca en la línea del tiempo como el primer filósofo, praxeológo y economista que trata científicamente el problema de la necesidad de dar sustentabilidad al desarrollo, aún cuando este concepto en su tiempo no se utilizaba. Más adelante, Mises continúa su argumento, diciendo que tratándose de los recursos nuestro autor, como una ciencia más general que la economía, no obstante el mayor desarrollo alcanzado por esta última. Para una argumentación sobre estos términos y sus precisos significados véase la introducción de Acción Humana. 6 De acuerdo con los antecedentes disponibles el primer grito de alerta sobre la destrucción del ambiente fue dado en 1962 por Rachel Carlson en su libro la Primavera Silenciosa, Houghton Mifflin Company, 2002
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naturales, el hombre tiene para escoger entre varios métodos, diferentes unos de otros, en relación a la preservación y regeneración de su poder productivo. No menos que en cualquier otra rama de la producción, el factor tiempo entra también en las actividades de explotación de la tierra: caza, pesca, ganadería, agricultura, silvicultura y utilización del agua (Ibidem, p. 638) Aquí también el hombre debe escoger entre la satisfacción ahora o en el futuro, de acuerdo a los prerrequisitos7 de la acción humana, tal como se explica en el capítulo 1 de la Primera Parte de Acción Humana (Ibidem, p.35). Existen condicionantes institucionales, agrega Mises, es decir generadas por la sociedad, que causan que las personas prefieran la satisfacción de necesidades en el futuro cercano y no en futuros distantes. Si los recursos naturales, por un lado, no son propiedad de individuos concretos, y por otro, son concesionados como privilegios especiales a ciertos otros individuos, entonces éstos son libres de hacer uso temporal de ellos para su propio beneficio, sin ningún compromiso de pago para el futuro. Lo mismo sucede cuando el propietario, cuando existe, vive con la expectativa de ser expropiado de un momento a otro. En ambos casos, los actores actúan exclusivamente en el intento de exprimir tanto como sea posible para su beneficio inmediato, sin interesarse por el futuro. Ellos no consideran las consecuencias de los métodos de aprovechamiento utilizados en su acción. El mañana no cuenta para 7 La acción del hombre se da condicionada por tres requisitos: Primero, un estado de insatisfacción, segundo, la imagen de un estado más satisfactorio y, tercero, la expectativa razonable de que la acción desarrollada logre el cambio deseado.
los no propietarios (Ibidem, p. 639) Las consecuencias de esto son visibles en los casos del agua, la caza, la pesca, la madera y muchos otros ejemplos de explotación de los recursos naturales. Examen aparte merecen, a nuestro juicio, los casos de propiedad comunal en los que la organización lograda por los miembros del grupo facilita el aprovechamiento de los recursos naturales sin deteriorar sus propiedades y sin sacrificar a las generaciones futuras. En todo caso, lo interesante de estas experiencias sería el análisis de las motivaciones o restricciones que dicha organización implica para sus miembros, lo cual se aleja de los propósitos de este ensayo. Desde el punto de vista de las ciencias naturales, dice Mises, el mantenimiento de los bienes de capital y la conservación de la naturaleza pertenecen a dos categorías completamente diferentes. Agrega que cuando se trata de los bienes de capital, el productor se preocupa por reponerlos sino quiere acabárselos en el proceso productivo, pero cuando se trata de la naturaleza el hombre actúa como si fuera eterna. Pero tal actitud, solo tenía sentido bajo la concepción cosmológica superada por Mises, misma que en la actualidad luce completamente fuera de toda lógica. Sin embargo, para la praxeología lo mismo se consumen los factores creados por el hombre que los originales de la naturaleza, respecto a los cuales los actores deben optar entre seleccionar procesos de producción que rindan mayores beneficios ahora a expensas del futuro -aún cuando éste sea el de la aniquilación-, o sacrificar ahora la ganancia para asegurar la conservación del recurso (Ibidem, p.640). Los economistas de ahora, concluyó Mises en su tiempo, a diferencia de los de la época de Ricardo, deben de valorar en la
misma forma los factores creados por la acción humana y los originados en la naturaleza. El mito de la Madre Tierra Con un sentido de asombrosa actualidad, el fundador de la praxeología se refiere a los románticos8 que se autonombran defensores de la Madre Natura. Ellos, dijo, condenan las teorías económicas concernientes a la tierra por su reducida mentalidad utilitaria. Según los románticos, los economistas miran a los recursos naturales desde el punto de vista del despiadado especulador que degrada los valores eternos a términos de dinero y ganancia. La naturaleza, sin embargo, dicen ellos, es mucho más que un factor de producción. Es por el contrario la fuente inagotable de vida y energía humana. La agricultura no es simplemente una rama de la producción entre otras, sino la única natural y respetable actividad del hombre, la única que dignifica la existencia humana. Es malévolo, en consecuencia, tratarla como el factor al que hay que exprimir para sacarle el mayor beneficio. La naturaleza, continúan argumentando los románticos, no sólo provee los frutos que nutren nuestro cuerpo, sino que primero que todo produce las fuerzas morales y espirituales de la civilización. Las ciudades, las 8 Se conoce como romanticismo al movimiento filosófico, literario y artístico que a comienzos del siglo XIX creo una estética basada en el rompimiento con la disciplina y reglas del clasicismo y el academicismo. El subjetivismo romántico produjo un intenso cultivo de la lírica, una valoración creciente del paisaje, un gusto retrospectivo por las cosas de la edad media, y un amor a lo folklórico y local. Schiller, Byron, Rousseau (precursor del siglo anterior), Lamartine, Chateaubriand. Hugo, Pushkin, Emerson y Melville son algunos apellidos de la larga lista de románticos.
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industrias, y el comercio, son fenómenos de depravación y decadencia; su existencia es parasitaria y son actividades que destruyen lo que el cultivador debe crear una y otra vez (Ibidem, 644) Ante este discurso romántico, dice Mises que hace miles de años, cuando los antiguos pescadores y cazadores empezaron a cultivar la tierra, la nostalgia romántica era desconocida. Pero si los románticos hubieran vivido en esas épocas, ellos hubieran elogiado los altos valores morales de la caza y la pesca y habrían estigmatizado al cultivo de la tierra como un fenómeno de depravación. Ellos habrían reprochado al productor agrícola por explotar la tierra que los dioses dieran al hombre como campos de cacería y recolección. Pero en las eras prerrománticas nadie consideraba a la naturaleza como algo más que una fuente de bienestar humano, un medio de vida. Los ritos mágicos y costumbres concernientes a la naturaleza, continúa el economista austriaco, estaban dirigidos a nada más que el mejoramiento de la fertilidad y al incremento de los frutos cosechables. Aquella gente no buscaba la unión mística con los poderes misteriosos y fuerzas ocultas de la tierra: todo lo que ellos querían era más y mejores frutos. Ellos acudían a rituales mágicos y abjuraciones porque en su opinión ese era el método más eficiente de obtener los fines buscados. Son sus sofisticados descendientes, opinó Mises, quienes yerran al interpretar aquellas ceremonias con un punto de vista idealístico. Un campesino de la vida real no se da el lujo de extasiarse con plegarias a la tierra y sus poderes misteriosos. Para él la naturaleza es un factor de producción, no un objeto de emociones sentimentales. El quisiera más y mejores recursos naturales porque anhela
incrementar y mejorar su nivel de vida. Los agricultores compran y venden tierras; las hipotecan y las arriesgan, porque ellos producen y venden cosechas y por lo mismo se indignan cuando los precios de sus productos no se venden de acuerdo a sus expectativas (Ibidem, 644). Continuando con su argumentación sobre el mito político de la Madre Tierra, nuestro autor dice que el amor a la naturaleza y la apreciación del paisaje eran en cierta forma diferente en la población rural. Fueron los habitantes urbanos quienes empezaron a valorar a la naturaleza en forma distinta a como los granjeros la entendían. Mientras que los pobladores del campo aprecian la naturaleza desde el punto de vista de su productividad para la agricultura, la ganadería, la caza y la selvicultura, para los residentes en las ciudades el paisaje merece apreciarse con fines artísticos, de descanso y contemplación. Desde tiempo inmemorial, recuerda Mises, las rocas y glaciares de los Alpes fueron solo un desperdicio de tierra a los ojos de los montañeses y fue cuando los citadinos se aventuraron a escalar los picos y llevaron dinero a los valles, cuando los nativos cambiaron su punto de vista. Los primeros montañistas y esquiadores fueron ridiculizados por los granjeros hasta que se percataron que podían obtener ganancias de su excentricidad. No fueron pastores, sigue diciendo Mises, sino sofisticados aristócratas y habitantes urbanos los autores de la poesía bucólica. Dafnis y Cloe9 son creaciones fantasiosas alejadas de la ruda realidad rural y no menos extraño a la naturaleza es el moderno mito político de la Madre Tierra. Este mito, no emergió del musgo de los bosques y de la hierba de los
9 Célebre novela pastoril escrita en el siglo IV por Longo.
campos, sino de los pavimentos de las ciudades y de las alfombras de los salones. Los agricultores de ahora se adhieren a la moda porque es una forma práctica de obtener consideración política y de aumentar los precios de sus productos, nada más, escribió este autor (Ibidem, Pág.644). En nuestra época esta corriente romántica de pensamiento sigue estando bien representada, como puede comprobarse con la lectura de los textos mencionados en el pie de página 1 de este documento. Nuestra posición, al respecto, es que esta tendencia tradicionalista tiene, sin lugar a dudas, un espacio importante en los medios académicos y políticos de forma tal que sus propuestas sobre cultura ecológica, justicia étnica, conservación de valores y saberes consuetudinarios, y otros aspectos, están siendo considerados seriamente en el diseño de las políticas ambientales. Conclusiones Los economistas clásicos del siglo XVIII fundaron las bases de la ciencia económica imbuidos del conocimiento prevaleciente en su época, consistente en que la energía no se consume solo se transforma y en consecuencia los poderes de la tierra, esto es los recursos naturales, al ser inagotables, jugaban un papel distinto a los otros factores de la producción. Fue David Ricardo, quien al estudiar la renta de los factores de la producción, estuvo a punto de descubrir el concepto de productividad marginal de la tierra, con lo cual hubiera estado en condición de considerar a los recursos naturales como un factor de producción finito y vulnerable. Ludwig von Mises, de acuerdo con esta investigación, es el primer economista que al colocar a la naturaleza como factor de producción agotable y susceptible de deterioro, se sitúa como uno de
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los primeros en advertir la necesidad de que el crecimiento productivo tenga el carácter de sustentable, esto es que el empresario ante los recursos naturales tenga la opción económica implícita en los otros factores de la producción-trabajo y capital- que consiste en sacrificar o no su uso presente en previsión de un potencial uso futuro. El desarrollo económico con sentido humano, sustentable, democrático, equitativo socialmente, sectorial y regionalmente balanceado, es un problema primordial de la praxeología y la economía, las cuales encuentran en la ciencia política, ecología, sociología, psicología, antropología y otras un apoyo indispensable en su búsqueda de soluciones dentro de la complejidad del tema. Enfocar demasiado la atención y los esfuerzos de la investigación, la academia y la acción pública hacia debates y teorías sobre un mundo idealizado y cuya existencia pasada o presente es difícilmente comprobable, solo contribuyen a complicar, a nuestro juicio, una problemática de por sí compleja. Las visiones románticas e idealistas de una sociedad primitiva en armonía con la naturaleza, alejada de la tecnología y de las relaciones de intercambio del mercado, no son congruentes con la realidad de nuestra época. No hay duda que lo que la población de un país, una región o una localidad, desea es contar con alimentos, empleo, ingreso, salud, vivienda, educación y servicios para el bienestar material y moral y solo una vez logrado lo anterior y excepcionalmente buscará satisfacer inclinaciones místicas conectadas con la naturaleza y los saberes ancestrales. Por supuesto, que los casos de supervivencia cultural existentes en nuestros días, encarnados en
grupos indígenas, merecen el respeto a su diversidad y a sus creencias, así como la igualdad ante la ley, exactamente por las mismas razones y en la misma forma que cualquier otro grupo humano contemporáneo. El desarrollo sustentable es alcanzable mediante la acción organizada de la sociedad, sobre los factores de la producción. Cualquier otra racionalidad que se le intente imprimir al proceso lo desvía de su factibilidad. Las características complementarias que se le señalen al proceso, ya sea que se trate de la equidad social, el equilibrio regional, la igualdad de genero, la justicia étnica, la conservación del patrimonio cultural, la solidaridad con grupos en desventaja, o cualquier otro, deberán de integrarse sinérgicamente a los procesos productivos generados por una economía de mercado, libre de ataduras intervencionistas y barreras artificiales. Finalmente, digamos que cualquiera que sea el enfoque con el que se quiera abordar la problemática del desarrollo, el interesado encontrará en la Praxelogía y en la Economía, insustituibles herramientas de conocimiento. Considérese al respecto que la primera es el estudio de la acción humana y la segunda es la que estudia los fenómenos de la producción, el empleo, el ingreso y el bienestar. El ingreso y el bienestar de todos, incluyendo a los que no creen o no desean saber de ellas. Bibliografía 1. Mises, Ludwig von (1966), Human Action: A Treatise on Economic, Revised Edition 1963, Fox and Wilkes, San Francisco, Disponible en E-text en www.mises.org También: La Acción Humana: Tratado de Economia Third Spanish language edition: translation made from 3rdEnglish language edition. Madrid: Unión Editorial, 1980.
2._______________ (1981). Socialism: An Economic and Sociological Analysis. London: Jonathan Cape. Reprint 1982.Indianapolis: Liberty Press. También: Socialismo: Análisis Económico y Sociológico. 3rd Spanish edition. Translation of Luis Montes de Oca. With a new Preface by Alberto Benegas Lynch. New York: Western Books Foundation, n.d. (1989). Published under the auspices of the Centro de Estudios sobre la Libertad (Buenos Aires). 3. Menger, Carl. (1950), Principles of Economics. Glencoe, Ill.: Free Press. Reprint 1994, Grove City, Penn. Libertarian Press. 4. _____________ (1981), Problems of Economics and Sociology, James Dingwall and Bert Hoselitz, trans., New York: New York University Press. 5. Böhmm-Bawerk, Eugen von (1949), Karl Marx and the Close of His System. Translated by Alice McDonald. London: T. Fisher Unwin, 1898. Reprinted in Karl Marx and the Close of His System. New York: Augustus M. Kelley, 6. _______________________ (1959), Capital and Interest (3 vols. in one). South Holland, IL: Libertarian Press. Trans. By George D. Huncke and Hans F. Sennholz. 7. Hayek, F. A. (1944), The Road to Serfdom. Chicago: University of Chicago Press. 8. _____________ (1945), “The Use of Knowledge in Society." American Economic Review 35 (September, 519-30. Reprinted in Hayek, 1948a, pp. 77-91. 9. _______________ (1948). Individualism and Economic Order. Chicago: University of Chicago Press 10. John Maynard Keynes (1957), The General Theory of Employment, Interest, and Money,A Harvest Book, Harcourt Brace and Co., San Diego, CA.
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11. Vladimir I. Lenin (1966), El Estado y la Revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín. 12. Lange, Oscar (1970), On the Economic Theory of Socialism, Augustus M. Kelley Publisher, USA 13. Baran, Paul A., Sweesy, Paul (1966), Monopoly Capital: An Essay on the American Economy and Social Order, USA. 14. Myrdal, Gunnar (1990), Political Economy of Growth, Transaction Publishers, USA. 15. Ricardo, David (1821), On the Principles of Political Economy and Taxation. Library of Economics and Liberty. Retrieved October 16, 2003 from the World Wide Web:
http://www.econlib.org/library/Ric ardo/ricP1.html 16. Rachel, Carlson (1962), La Primavera Silenciosa, Houghton Mifflin Company, 2002 17. Hutton, Hill y Giddens, Anthony (2001), En el Límite: La vida en el capitalismo global, Kriterios Tusquets Editores, Barcelona, España 18. Saxe-Fernández, John y Petras, James (2001) Globalización, imperialismo y clase social, Grupo Editorial Lumen Humanitas, México 19. Leff, Enrique, coordinador (2002): La transición hacia el desarrollo sustentable.
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(*) El autor es licenciado en economía egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene Maestría en Ciencias y es profesor universitario y consultor de empresas. Publicado en Estudios Sociales, Revista de Investigación Científica, Vol. XIII, número 25, enero-junio de 2005, Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C., Hermosillo, Sonora, México.
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Contribución del análisis de las decisiones públicas al estudio de las políticas públicas Carroll Ríos de Rodriguez (*)
Antecedentes Las definiciones del término “políticas públicas” son diversas, y su estudio se aborda desde múltiples disciplinas (ciencia política, economía, sociología, ingeniería, administración, psicología, derecho). Algunas famosas definiciones son: ¿Qué producen quienes nos gobiernan, para lograr qué resultados, a través de qué medios?1 Los actos del gobierno y las intenciones que determinan esos actos.2 Es el resultado de la lucha en el gobierno sobre quién recibe qué.3 Todo aquello que el gobierno decide hacer o no hacer.4 La suma de las actividades del gobierno, ejecutadas directamente o a través de agentes, que influyen sobre la vida de los ciudadanos.5 En una u otra medida, estas definiciones suponen que la política pública es iniciada y ejecutada por el gobierno y que pone de manifiesto lo que el gobierno se propone o no hacer (es un plan); además, se asume que el esfuerzo se realiza en nombre del “público” o la ciudadanía. Las primeras exploraciones en torno al tema no tomaban en consideración el impacto que podrían tener sobre las políticas públicas las reglas del juego (instituciones), las estructuras, o los actores concretos. Se favorecía una visión simple: Demanda (input)
POLITICA PUBLICA
Resultado (output)
1 Definición atribuida a Jean-Claude Thoenig, académico suizo especializado en administración, sociología y ciencia política que influye sobre este cuerpo de literatura. 2 Definición de Clarke E. Cochran 3 Definición también atribuida a Cochran 4 Thomas Dye 5 B. Guy Peters
¿Cuál es la pregunta relevante? La pregunta central parece ser: ¿Cómo se toman las decisiones dentro del aparato gubernamental? O dicho de otra forma, ¿Cómo se diseñan y ejecutan las políticas públicas? El análisis de las decisiones públicas (Public Choice) enriquece el acercamiento a estas preguntas. Public Choice se define como el estudio económico de la toma de decisiones fuera del mercado, la aplicación de la ciencia económica a la política6, o el estudio del fracaso del gobierno medido en términos de eficiencia.7 Puede verse como una teoría, una subdisciplina económica o un programa de investigación.8 Una premisa subyacente a esta corriente es que quienes toman las decisiones colectivas son personas corrientes, con intereses y limitantes, pero generalmente racionales.9 Así se descarta la noción, que predominó en las ciencias sociales por décadas, de que las decisiones son producto de un “dios burocrático”10, un “déspota benévolo”11, o una
6 Mueller, Dennis C., Public Choice II, G.B.: Cambridge University Press, 1989 7 Esta última definición, acuñada por el Premio Nobel James Buchanan, alude al diálogo entre Public Choice y la Economía de Bienestar (Welfare Economics) que analiza las fallas del mercado. 8 James Buchanan prefiere verlo como programa de investigación porque es un concepto a la vez amplio y preciso. 9 Existe un fuerte debate en torno al concepto de homo economicus como un actor maximizador y racional. El análisis de las decisiones públicas afirma que el homo politicus es el mismo homo economicus, ya que las mismas personas que compran tomates, emiten votos o desempeñan cargos públicos. Al mismo tiempo la literatura aclara que en ningún momento el modelo niega la complejidad de la naturaleza humana ni el influjo del apetito y los afectos en su toma de decisión. Tampoco se debe confundir interés propio por egoísmo. Finalmente, en ningún momento se trata de desprestigiar al servidor público ni a restar mérito a quienes ejercen su profesión con profesionalismo y un sentido de servicio. 10 Frase de David Friedman 11 Frase de Friedrich von Hayek
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gerencia científica omnisciente poseída de información completa y veraz.12 Las preguntas encierran ciertas consideraciones: 1. Las decisiones que nos interesa estudiar están principalmente en manos de funcionarios electos y no electos. 2. El impacto del electorado o la ciudadanía en general sobre la decisión dependerá de las reglas que enmarcan el proceso de toma de decisión y el momento en que se toma. (La cercanía o distancia de un evento electoral podría incidir en la decisión tomada por un político electo, pero podría no afectar las decisiones tomadas al seno de oficinas alejadas del vaivén político.) 3. Los procesos de toma de decisión están delimitados por reglas explícitas e implícitas, y las reglas no son las mismas en todas las dependencias gubernamentales. 4. El número de personas que participan de la toma de decisión varía. (Es distinto el proceso de decisión por un consejo ministerial que en el Congreso, por ejemplo.) Interesa tomar en cuenta las diversas reglas para la toma de decisiones, el nivel de colectivización de la decisión y el nivel de participación ciudadana. Seguramente la calidad de las decisiones gubernamentales y de las políticas públicas depende de estos factores, entre otros. Diseño, aprobación, ejecución, financiamiento y fiscalización La exploración quedaría corta si se centrara exclusivamente la toma de decisión respecto al diseño de las políticas públicas, ya que el proceso no se queda allí. Una vez concebida la política pública, ésta usualmente se somete a un proceso de aprobación. Es probable que sea ejecutada por personas distintas, y con distintos intereses, a las que la diseñaron. Se suele depender de erogaciones presupuestarias u otras fuentes de financiamiento, autorizadas comúnmente por personas distintas a los promotores y ejecutores del proyecto. La existencia o no de procedimientos de fiscalización, y quién es responsable de este paso, también incide en la calidad de las políticas públicas. Vale la pena explorar cómo se concatenan estos pasos en situaciones concretas, a fin de identificar procedimientos constructivos y contraproducentes.
12 Woodrow Wilson promovió la visión de una gerencia omnisciente y científica.
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Problema de fondo: instituciones y gobernabilidad El análisis de las decisiones públicas aborda interrogantes similares a las que plantea la literatura en torno a la “gobernabilidad”. Simplemente, la gobernabilidad se refiere a la capacidad de gobernar. Se asocia con la eficacia y la legitimidad de la gestión pública, entendiendo eficacia como el cumplimiento de los objetivos trazados, y legitimidad como la aprobación y aceptación ciudadanas de los actos gubernamentales.13 Algunos estudios dentro de esta corriente aducen que la gobernabilidad es mayor en “democracias maduras”, o países con una “cultura política”14 avanzada, caracterizadas por la aceptación generalizada de los resultados de procesos de decisión democrática, sean o no del agrado del ciudadano en particular. Otros dicen que la gobernabilidad es mayor en sistemas estables. Instituciones versus organizaciones: Public Choice también pone énfasis en el efecto de las reglas: distintas reglas producen resultados distintos. Según Douglass North y los otros autores que desarrollan la nueva economía institucional, las instituciones son eso—las reglas del juego, tanto las leyes formales como las normas sociales informales que gobiernan al comportamiento de las personas y las relaciones interpersonales. En contraste, las organizaciones tales como las agencias, las empresas y los clubs, son vistas como mecanismos estructurales que usan, alteran y hacen valer a las instituciones.15 Interesa explorar cuáles son las instituciones de la democracia en América Latina y cómo se “institucionalizan” reglas, procesos o procedimientos beneficiosos. Otras preguntas interesantes son: ¿Cuál es la relación entre las normas sociales informales y la legislación? ¿Contribuyen las normas informales y las leyes formales en democracias como la guatemalteca a la convivencia pacífica y al desarrollo económico?
13 www.ciudadpolitica.com/modules/ wordbook/entry.php?entryID=307 14 Los autores que trabajan dentro de estas corrientes resaltan el hecho de que existen diversas interpretaciones para cada uno de estos términos. 15 La nueva economía institucional (NEI) se desarrolló en torno al trabajo de Ronald Coase y algunos economistas que siguen su ejemplo, particularmente la noción de que los costos de transacción determinan el surgimiento de distintos arreglos institucionales, y, además, se puede evaluar, a partir de este análisis, la eficiencia de distintas soluciones. El trabajo de Coase influye también sobre el desarrollo de Public Choice.
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Bienes públicos: Un analista adscrito al Instituto Internacional de Gobernabilidad (IIG) de Barcelona, Andreas Costafreda, sugiere que “la gobernabilidad democrática puede ser entendida como la capacidad que tendría una sociedad para generar y abastecer en calidad y cantidad adecuada servicios y bienes públicos…” 16 El análisis de las decisiones públicas aclara el concepto de bien o servicio público; establece que el bien público posee dos cualidades particulares: a. la no rivalidad en el consumo, con lo cual varias personas pueden consumir el bien simultáneamente, como por ejemplo las emisiones de televisión por ondas aéreas, y b. la imposibilidad de exclusión, con lo cual es imposible o demasiado caro excluir a unas personas del uso del bien. Se concluye que existen pocos bienes públicos “puros”. Dicho análisis permite vislumbrar también la diferencia y la relación entre bien público e institución política. Eficacia y eficiencia: Más que el cumplimiento de los objetivos trazados por las autoridades, al análisis de las decisiones públicas preocupa la calidad y la eficiencia. Es eficiente aquel acto que maximiza el uso de los escasos recursos a disposición de la sociedad.17 Si bien cuesta determinar objetivamente si un resultado es eficiente o no, pueden generarse consensos a la luz del despilfarro, el desperdicio, la corrupción y la ineficiencia en la actividad gubernamental. Legitimidad: El análisis de las decisiones públicas habla del “beneficio social neto” de los actos gubernamentales, dirigiéndose así a la cuestión de la legitimidad. Interesa el efecto real, no prometido, sobre el bienestar de la ciudadanía. Es un enfoque realista porque acepta que tanto el tomador de decisión como los individuos que integran la sociedad tienen preferencias disímiles; es imposible conocer y satisfacer plenamente las preferencias de todos los ciudadanos todo el tiempo. De esa cuenta, la legitimidad de los actos gubernamentales no descansa en satisfacer las necesidades de todos, ni de la mayoría. Si así es la cosa, ¿entonces porqué aceptamos los resultados de las decisiones colectivas? Public Choice responde que nuestro respeto hacia las reglas del juego democrático, sean cuales sean los resultados percibidos por cada persona, nace de sabernos partícipes de un juego reiterativo. Hoy podemos ser parte de la coalición minoritaria, perdedora, y 16
www.iigov.org/dhial/?p La literatura alude al Óptimo de Pareto como parámetro de eficiencia económica ideal. 17
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mañana de la mayoritaria. Además, como toda regla social, las reglas democráticas facilitan la coexistencia pacífica y la planificación a través del tiempo, ya que hacen predecibles los actos de los demás. ¿Quién decide quién recibe qué, y cuándo? Retomando la premisa de que quienes toman las decisiones colectivas son personas corrientes, con intereses y limitantes, pero generalmente racionales, notamos que los grupos de interés y la dinámica al seno de las burocracias estatales afectan los procesos de toma de decisión de las políticas públicas. Public Choice abarca una vital área de investigación que analiza las motivaciones y los efectos de los grupos de interés y las burocracias. Se sostiene que el afán por acceder a rentas artificiales mediante la acción política (rent seeking o búsqueda de rentas) tiende a imponer costos altos (externalidades) al resto de la sociedad. ¿Cómo hacer valer la promesa? En una compra-venta, o cuando se suscribe un contrato, un árbitro o tercero puede exigir a las partes que honren los compromisos adquiridos. En el mercado político no existe un mecanismo para obligar a las partes a cumplir lo pactado. El gobierno, como parte, puede en última instancia dar marcha atrás o cambiar las reglas sin temor a ser sancionado. Los ciudadanos “compramos” promesas a los candidatos políticos, las cuales podrán o no llevarse acabo una vez el oferente se encuentre en el cargo público. Como ciudadanosvotantes, poco podemos exigir y sancionar. Y tiene escaso valor una política pública cuya vigencia no pueda ser garantizada. ¿De qué sirve al mundo académico concebir “la política pública ideal”, bien pulida, si existe tanta incertidumbre respecto a su puesta en marcha y su durabilidad? Fueron Landes y Posner18 quienes intuyeron que las instituciones políticas pueden servir como un mecanismo para hacer valer el acuerdo político. Posteriormente se ha sugerido varios mecanismos para agregar valor y hacer más duradera a la transacción política: a. factor externo, como un sistema judicial independiente y con visión de largo plazo;
18 El trabajo de William Landes y Richard Posner es citado por Mark Crain en “Institutions, durability and the value of political transactions”, en The Elgar Companion to Public Choice, editado por W. F. Shughart II y Laura Razzolini, Cheltenham, UK: Edward Elgar, 2001. El artículo en cuestión, “The independent judiciary in an interest-group perspective” se publicó en el Journal of Law and Economics en 1975.
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factor interno, incrementando los costos de modificar la legislación vigente, derechos constitucionales, el veto presidencial, banca central independiente, la integración de algunos comités, mayorías en el legislativo (la llamada aplanadora).
Conclusiones El análisis de las decisiones públicas constituye un programa de estudio que eleva a consideración de las ciencias sociales preguntas que pueden ser distintas en relación con las preguntas a partir de otras disciplinas
Organizaciones (burocráticas, agencias, etc.)
Grupos de interés
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Votantes
o enfoques, y a la vez inquietantes y relevantes. Enriquece el análisis tradicional de las políticas públicas. Además, es emocionante porque hay mucho terreno novedoso que explorar. Promete el logro de un balance entre teoría y práctica, ya que la teoría ayuda a interpretar sucesos reales mientras que la investigación empírica ayuda a perfeccionar las teorías.
(*)
POLÍTICA PÚBLICA diseño
Actor político (tomador de decisión)*
aprobación
Costos sociales y privados (varían según actor, incluye externalidades)
financiamiento
?? Calidad Eficiencia Eficacia Legitimidad Durabilidad
ejecución Reglas (para tomar decisión, sobre presupuesto, leyes, instituciones, consideraciones electorales, etc.)
fiscalización
Beneficios sociales y privados
*Deciden actores individuales, usualmente participando en complejas dinámicas grupales dentro de la estructura gubernamental.
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Los inversores votan con los pies en Iberoamérica Pedro Fernández Barbadillo (*) De los casi 900.000 millones de dólares que se movieron por todo el mundo en 2005 a la busca de inversiones, sólo 61.580 millones se fijaron en Iberoamérica, es decir, el 6,87%, cuando en esta región se encuentra la octava mayor economía del planeta, la brasileña. Si se compara con los registros de años anteriores, la impresión no mejora: la inversión extranjera directa (IED) en los países del Caribe y de Iberoamérica creció en 2005 sólo un 0,11%, cuando a nivel mundial ese crecimiento fue del 29%. Los inversores extranjeros prefieren otros lugares para arriesgar los fondos que poseen o administran. Los datos del párrafo anterior proceden del informe sobre IED que presentó el 12 de abril la CEPAL (Comisión Europea para América Latina y el Caribe) presentó un informe sobre la IED en su área de trabajo1. El organismo de Naciones Unidas pone de manifiesto que esta zona emergente cada vez atrae una proporción menor del capital foráneo que circula por el mercado mundial; “semiatractiva” fue el adjetivo que empleó el secretario ejecutivo de la CEPAL, José Luís Machinea, al comentar el informe. En la década de 1980, la región captaba un 12% de los flujos de dinero, mientras que diez años después, sólo era un 10%, y en el último decenio un 8%. La tendencia es, por tanto, de disminución. En Argentina, el promedio de inversión anual entre 1990 y 1999 fue de 6.700 millones de dólares y en la actualidad ha caído a 4.600 millones. Como explica el analista Dante Sica, “Brasil mantiene la misma participación de inversiones en la región que en la década del 90 y la Argentina está por debajo de esos niveles; está en el piso de lo que puede conseguir, todavía hay mucho camino por recorrer”2. Respecto de los sectores elegidos por la inversión extranjera, Sica subrayó que en la Argentina se destaca el alto interés por la minería debido al boom en el precio de los minerales y porque se respetó la ley que regula al sector. Iberoamérica está volviendo a perder oportunidades cuando las circunstancias -los
precios de las materias primas, desde el petróleo al cobre- soplan a su favor. La responsabilidad principal es de los Gobiernos, en especial de los de izquierdas que deciden alterar las leyes y las concesiones, amén de perseguir el ahorro nacional mediante sistemas fiscales ineficaces e inflación. En la lista de la CEPAL, los cinco primeros países son México, que mantiene la cabeza de la lista desde 2001, Brasil, Chile, Argentina y Colombia; este último supera a Venezuela por segundo año consecutivo pese a los atentados terroristas que sufre y la pujanza de la industria petrolífera de su vecino. Salvo la Argentina gobernada por el peronista Néstor Kirchner, las demás repúblicas se han esforzado por abrir sus sectores financieros e industriales a la IED, a la vez que garantizan las inversiones privadas y promueven el ahorro de sus ciudadanos. En este sentido, el mayor esfuerzo lo ha hecho México al ser parte del Trata-do de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos. Como contramodelo aparece Bolivia, el país más inestable y pobre del área. En 2002, las entradas netas de IED ascendieron en 2001 a 703 millones de dólares; en 2002, a 674,1 millones; en 2003, a 194,9 millones; en 2004, a 62,6 millones; y en 2005, cayeron a un saldo negativo de 279,6 millones. La Bolivia de Evo Morales, que necesita del capital extranjero para salir del subdesarrollo, ha optado por el rechazo de éste en aras al socialismo y al nacionalismo. La misma política puede repetirse en Perú de ganar las elecciones presidenciales el candidato etnocacerista y militar golpista Ollanta Humala. Argentina oscila entre las dos políticas: o promover la inversión o asustarla. En marzo pasado, Kirchner tomó una decisión cuyas consecuencias perjudicarán la reputación de su país en los centros de negocios extranjeros y entre sus propios ciudadanos. Ante la subida de los precios de la carne, en vez de buscar soluciones y explicaciones, lo que lleva tiempo y cuesta trabajo3, el político peronista se decantó por una medida mucho más sencilla y 22
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periodística: prohibió las exportaciones durante 180 días. Así, Kirchner ha conseguido titulares de periódicos y televisiones, a la vez que el aplauso de los líderes piqueteros que él mismo mantiene, pero los efectos para el prestigio y la economía nacionales están siendo nefastos. Los sindicatos calculan que la suspensión o la pérdida de empleo afecta ya a entre 2.600 y 2.800 trabajadores, de los 10.000 que ocupa de manera directa. La solución del Gobierno de Kirchner es el abono de un subsidio a los trabajadores suspendidos de unos 1.000 pesos (320 dólares) mensuales. Argentina es el tercer exportador de carne del mundo; las ventas aportaron el año pasado en torno a 1.400 millones de dólares. Además, los ganaderos y exportadores corren el riesgo de perder algunos de los mercados ganados en los últimos años, como el ruso, en el que la carne argentina penetró debido a la fiebre aftosa de la cabaña brasileña; en 2005, Rusia importó 324.000 toneladas de carne por valor de 420 millones de dólares y en 2006, de haberse mantenido la situación, el ingreso habría subido a 500 millones de dólares. Si este tipo de medidas se difunde, tanto en Argentina como en otros países, los gobernantes populistas habrán arruinado el mayor capital de que disponen: la confianza. Sin embargo, los errores de unos dañarán a quienes se esfuerzan en hacer lo debido. En Chile, ante un aumento de la IED de 2004 a 2005 de sólo un 0,5%, Erik Haindl, economista de la Universidad Gabriela Mistral habló de un “efecto vecindario”. “Los grandes inversionistas a nivel mundial miran a América Latina como un todo, por lo que los conflictos políticos y la inestabilidad de nuestros vecinos afectan a la región entera”4. La estabilidad política, económica y jurídica es un objetivo que interesa a todos, salvo a los demagogos porque ellos prosperan en medio del caos. Retroceso de España Entre los países origen de la IED, cabe destacar que España ha descendido a la tercera posición con un 6% del total de flujos invertidos en 2005, por detrás de Estados Unidos (40%) y Holanda (12%). Según el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio español, el año pasado la inversión española bruta en el
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exterior cayó un 46,9%, hasta los 26.345 millones de euros. De esa cantidad, Hispanoamérica recibió un porcentaje similar a años anteriores (un 15,6%), 3.573 millones de euros, pero en cantidad bruta un 40,4% menos. España se mantiene como el mayor inversor mundial en Argentina y Chile, mientras que conserva el liderazgo europeo en Brasil, Colombia, México y Venezuela, donde Estados Unidos es el principal inversor mundial. En cambio, España ha quedado en posiciones secundarias en Bolivia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Paraguay y Perú. Y de las cincuenta multinacionales no financieras que más facturan en el subcontinente americano, sólo se encuentran cuatro de matriz española: Telefónica (en segunda posición), Endesa (séptima), Repsol YPF (decimosegunda) e Iberdrola (vigésimo novena). El PIB y la inflación La relevancia del dato de las inversiones extranjeras puede quedar amortiguada por otro dato difundido por la CEPAL en días posteriores: la proyección de crecimiento del PIB de la región para los años 2006 y 20075. De acuerdo con este segundo informe, las mayores tasas de crecimiento en 2006 las tendrán Argentina (7,5%) y Venezuela (7%). Se trata de unas proyecciones engañosas, basadas en productos sin valor añadido y en coyunturas financieras, aparte de que no tienen en cuenta la inflación. Como explica el ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, “una pregunta recorre a la gente pensante de América latina: ¿cuánto durará esta bonanza de la que hoy disfruta en los precios de sus materias primas exportables? ¿Estamos ante una simple coyuntura o la demanda china-india, asociada al crecimiento norteamericano, mantendrá elevados todos los precios agrícolas, del petróleo y de los productos primarios? Los gobiernos no hablan demasiado del tema porque todos los países crecen y prefieren atribuirse el mérito de esa expansión. El hecho, sin embargo, es que todos –con buenas, regulares o malas administraciones están, ufanos, a la cabeza de una elevación del PBI”6. Pero, junto con estas cifras macroeconómicas, hay otras no tan lozanas, como la inflación.
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Venezuela dispone de los ingresos por la venta de petróleo y gas natural, pero esa marea de dólares que llega al país la aprovecha Hugo Chávez para fomentar su movimiento subversivo por todo el continente mientras que la pobreza y la inseguridad se extienden cada vez más. Entre 1994 y 2004 el número de homicidios registrados ha superado los 74.000; y en marzo pasado la inflación fue del 12,1%. Un caso idéntico del espejismo de bonanza que causa el petróleo en la macroeconomía es Guinea Ecuatorial. Gracias a los ingresos por los pozos en el golfo de Guinea, el pequeño país ha sido varios años el de mayor crecimiento de la renta per cápita de África. Sin embargo, los ecuatoguineanos siguen hundidos en la miseria, porque la mayor parte de ese dinero se lo embolsan el dictador Obiang Nguema, su familia y sus ministros. En Argentina, señala el catedrático Carlos Rodríguez Braun, “el reciente crecimiento de la economía tiene un componente artificial: el sostenimiento del tipo de cambio requiere una expansión monetaria que se traduce en inflación”7. El IPC de marzo alcanzó el 11,1%. Además, los únicos productos de exportación son materias primas y bienes del sector primario (soja, carne, trigo). Estos últimos son competitivos porque sus precios en dólares son inferiores a los de sus competidores; en cuanto el tipo de cambio se modifique en perjuicio de las exportaciones argentinas, los compradores internacionales sustituirán esas compras por otras en las que el margen financiero les sea más favorable. De todas maneras, algunos Gobiernos se están revelando con grandes facultades para desaprovechar incluso sus ventajes naturales.
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En Bolivia, Morales ha paralizado la explotación de los enormes yacimientos de gas natural, con gran alegría por parte del compañero Chávez, que así no tiene competidores en el mercado energético de Sudamérica. El citado Sanguinetti es pesimista: “Ahora que el anhelado ferrocarril del progreso global ha llegado a la región, se observa un impulso demasiado tibio para subirse a él. Se disfruta de más democracia, en términos generales hay más sensatez, los resultados fiscales son mejores, pero no surge ese ánimo resuelto necesario para modernizarse y crecer de modo verdadero y sustentable. No se advierte convicción. Sería triste que, otra vez en la historia, quedáramos en el andén dejando pasar raudo nuestro futuro”. Notas: 1
www.cepal.org/prensa/noticias/comunicados/7/24297/cuad rocp1inversion.pdf. 2
La Nación, 13-4-2006. www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/economia/nota.asp?n ota_id=797151.
3
Los empresarios sostienen que la ganadería ya no es tan rentable como hace unos años, debido, entre otros motivos, a la falta de incentivos, por lo que muchos ganaderos prefieren dedicar sus tierras a la agricultura. Swift Armour, el mayor frigorífico de Argentina está controlado por la empresa brasileña Friboi.
4 5
El Mercurio, 13-4-2006.
www.cepal.org/prensa/noticias/comunicados/3/24323/cuad roCPproyecciones180403.pdf. 6
La Nación, 20-4-2006. www.lanacion.com.ar/EdicionImpresa/exterior/nota.asp?not a_id=799030.
7
ABC, 15-3-2006.
(*) Pedro Fernández Barbadillo es profesor del Instituto de Humanidades Ángel AyalaCEU de la Universidad San Pablo CEU.
Articulo publicado por el Grupo de Estudios Estratégicos en: http://www.gees.org/articulos/t4/
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”El comercio es el mejor antídoto para las guerras" (Montesquieu).
Mayo 2006 Año 2. Número 5
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A Short Word on Plato David C. Martinez-Amador(*) In the present essay I will provide a general account of Plato’s critique of democracy, and the knowledge upon which is founded. Subsequently, I tackle the issue of whether it is possible to build a conception of democratic knowledge based on Plato’s theory of knowledge. Although there are a few different conceptions of knowledge present in the various Platonic dialogues, for the sake of the present work I will use more Plato’s theory presented in the Republic. Among other things, I argue that presupposing this theory of knowledge gives way to a strong critique of democracy and the knowledge upon which it is based. Nonetheless, other dialogues will be brought up in relation to my main argument1 . Before engaging Plato’s explicit critique of democracy, it is worth mentioning that his critique is part of a broader argument against Athenian mentality in general. The Apology is a good example of this. In this dialogue, the Socratic practice of philosophy is portrayed not so much as propositional but as a negative activity which consists in the critique of the established behavior of the Athenians, through a process of self- and cross-examination. He critiques Athenians for presuming to know without knowing, and for paying too much attention to wealth, reputation, and honors, instead of caring for wisdom, truth, and the best possible state of the soul (2000, 29d-e). Socrates wants Athenians “to care for virtue” (Ibid., 31b), and not do “anything unjust or impious” (Ibid., 32d). In the Apology, Socrates also argues -referring primarily of course to himself- that to strive for justice and do philosophy one needs to lead a private life, meaning that he thought the political order of the city was unjust: A man who really fights for justice must lead a private, not a public, life if he is to survive for even a short time (Ibid., 32a). In the Republic, contrary to the Apology, the critique of the democratic state and the democratic citizen presupposes the previous establishment of a definition of justice and a theory of knowledge. In the creation of the ideal city, justice is defined through the principle of specialization. In other words, each specific class has a particular function and role to play in the Kallipolis. Moreover, this form of specialization impedes individual groups from meddling in the affairs of the other classes, to do so would constitute injustice (1992, 434c-d). To achieve justice, however, a meticulous process of formation and education is required. This first program of education strives for the moderation of the guardians, and it consists on a tightly managed administration of the kind of stories, imitations, styles, and rhythms that are going to be permitted within the city. Unprejudiced imitation, which is a critique of the democratic city and its formative institutions such as the theater is condemned (Ibid., 394d-396b). The institutions of democracy are further undermined because these stories depict gods fighting one another, betraying, etc., and this is an explicit attack to the tragedians, who played an important part in the education of the democratic citizens. Second, through the establishment of the theory of knowledge in the Republic, democracy will be seen as a disorderly state based on unending individual desires and based on opinion instead of knowledge. The theory of knowledge has as its main goal to achieve knowledge of the good, not only because it represents the supreme form of knowledge, but also because “it’s by their relation to it that just things and the others become useful and beneficial” (Ibid., 505a). The theory of knowledge is presented through the line analogy in book VI and the allegory of the cave in book VII, although it emerges from an initial distinction between knowledge and opinion (Ibid., 478a-e) in book V. The line analogy presents a picture of different degrees or gradations of knowledge. It portrays mainly a division of knowledge into two realms of reality, the intelligible world [true reality] and the visible world [world of appearances] (Ibid., 509d), to which correspond the main division in the degrees of knowledge, the realm of knowledge and the realm of opinion. To the realm of knowledge properly, of the intelligible, correspond two gradations, that of Understanding and that of Thought, while the realm of the visible or of opinion is divided into Belief and Imagination.
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It is important to clarify that due to the nature of the question being answered in this essay, I will not stress some issues concerning the consistency or lack of of some lines of argument through the different dialogues. The main argument will consist more on points of continuity between the dialogues, than on points of rupture. Also, the issue of dividing the Platonic dialogues into early/middle/later, and its consequence as to the Platonic conceptions and his portrayals of Socrates, will not be assessed in the present essay.
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Within the realm of opinion or of the visible, the poorest or lowest type of wisdom is Imagination. This wisdom only grasps images, that is, “shadows, then reflections in water and in all close-packed, smooth, and shiny materials, and everything of that sort” (Ibid., 509d-e). The upper level within the realm of opinion is occupied by Belief, through which we can grasp the originals things from which images are produced: In the other subsection of the visible, put the originals of these images, namely, the animals around us, all the plants, and the whole class of manufactured things (Ibid., 510a). The realm of knowledge, for its part, is constituted first by Thought, and then by Understanding. Thought (Ibid., 510b, 511a) starts by using hypotheses based on abstractions from the things grasped by belief. Thought is still related to the visible world in that it takes concrete things as guiding principles. Understanding achieves a more complete independence from the visible world, since it uses the previous hypotheses not as “first principle” but as real hypotheses with which through dialectic achieve “the unhypothetical first principle of everything” (Ibid., 511b)., and then conduct itself through the forms of things themselves. On the other hand, the allegory of the cave depicts also the journey of the philosopher towards knowledge of the Good. Only after achieving knowledge of the Good, or looking at the sun in the allegory, must the people compel the philosopher to come back and rule the kallipolis. The consolidation and maintenance of the just city needs the ruling of the philosopher king who achieves knowledge of the Good. It is important to have this theory of knowledge in mind when taking into account the critique of democracy and the knowledge upon which it rests. If we assume the Republic’s theory of knowledge, then the kallipolis constructed out of words will be the only political order based on real knowledge. In that sense, the democratic order is not based on knowledge properly, but on opinion, which -while not being ignorance- is like an ambiguity (Ibid., 479b) that lies between knowledge and ignorance, between being and not-being. This means that democracy’s foundational knowledge itself is unstable, not fixed. It is not accidental, then, that in book VIII Plato presents such a harsh critique of democracy, being the next to worst in the degeneration of the political order. In contrast to the fixed order of the kallipolis through which Plato provides the just city, democracy is full of freedom up to the point where everybody has the license to do what he wants (Ibid., 557b), meaning that democracy is an unjust order, in which someone can potentially meddle in the affairs pertinent to others. This freedom of its subjects makes the democratic order a mixed one in which one can find “all kinds of constitutions” (Ibid., 557d). The democratic citizen does not have knowledge, but false beliefs (Ibid., 560c) and useless desires (Ibid., 560d). They invert previous values into new ones: calling insolence good breeding, anarchy freedom, extravagance magnificence, and shamelessness courage (Ibid., 560e). In other words, they invert some of the most valued and necessary elements of the kallipolis such as moderation, courage, and fixity. These license and freedom makes citizens even disrespectful of the laws. This extreme freedom which is constitutive of democracy and its citizens, argues Plato, will eventually bring its own dissolution and make it possible for a tyrant to come into existence. Another important critique to the knowledge upon which the democratic order is built is presented in the dialogue Gorgias. This is a very important dialogue because it contains a profound critique of democratic knowledge and the different statesmen of Athens, as well as the general Athenian mentality concerning the issue of politics and justice. It begins with Socrates wanting to find out about the nature of rhetoric. It is not fortuitous that rhetoric is the center of discussion since it is accepted that it plays a very important part in the functioning of democracy. For example, when Gorgias is arguing about rhetoric as a powerful tool of persuasion and its value, he says: I’m referring to the ability to persuade by speeches judges in a law court, councilors in a council meeting, and assemblymen in an assembly or in any other political gathering that might take place. In point of fact, with this ability you’ll have the doctor for your slave, and the physical trainer, too. As for the financial expert of yours, he’ll turn out to be making more money for somebody instead of himself; for you, in fact, if you’ve got the ability to speak and to persuade the crowds (1997, 452e). This passage shows the centrality of rhetoric within all the activities that were commonly held to be as most important. It is no wonder then that it preoccupies Socrates so much. After that, Gorgias further determines his definition by saying that rhetoric is the art of persuasion used in law courts of law and assemblies, and that it concerns itself with what is just and unjust (Ibid., 454b). Since it deals with such an important issue as justice, Socrates wants to find out if rhetoric provides real knowledge or if it simply provides belief. Socrates will argue that if rhetoric is able to persuade learned people, it must not be knowledge, but belief. For example, in the area of medicine the rhetorician is able to persuade not only the ignorant of medicinal knowledge, but also the expert in it. The rhetorician can overpower every specific expert, without needing to have the specific knowledge that the expert has. Gorgias has to accept that rhetoric provides only belief, and not knowledge, about what is just and unjust (Ibid., 455a).
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If we take into account what has just been presented, we find a further critique of democratic knowledge. Plato is presenting rhetoric as the type of wisdom assumed in the general functioning of the democracy. If rhetoric produces only belief and not knowledge, democracy’s foundation is flawed from the start. In addition, politics -according to Socrates in the Gorgias- is an art of the soul. It should be interested in what is best and not in what is most pleasant. In dispute with Callicles -who represents also the common mentality2 -, Socrates argues that the duty of the public man is to improve the citizens (Ibid., 515d), and not as Athenian statesmen had done. Unlike the public officers in the democratic order, Socrates states that before engaging with politics, a person must first strive to know and practice virtue, only then will we gain a better knowledge with which to govern a city: Nothing terrible will happen to you if you really are an admirable and good man, one who practices excellence. And then, after we’ve practiced it together, then at last, if we think we should, we’ll turn to politics, or then we’ll deliberate about whatever subject we please, when we’re better at deliberating than we are now (Ibid., 527d). It is left for us now to see if it is possible to build an alternative democratic knowledge based on Plato’s theory of knowledge. If we insist, for example, in the Republic’s theory of knowledge, the project will be doomed from the very beginning due to the undemocratic assumptions of this conception. The achievement of true knowledge, of knowledge of the Good, in this conception already assumes an antidemocratic foundation because it rests on the established division of the city into the three hierarchical components and its legitimization through the falsehood of the myth of metals, which will say: “All of you in the city are brothers, [...] but the god who made you mixed some gold into those who are adequately equipped to rule, because they are the most valuable. He put silver in those who are auxiliaries and iron and bronze in the farmers and other craftsmen. [...] So the first and most important command from the god to the rulers is that there is nothing that they must guard better or watch more carefully than the mixture of metals in the souls of the next generation” (op cit. 1992, 415a-b). This means that right from the start, within this conception, only people considered to be born with “gold” in their soul will be permitted to educate themselves properly in order to reach true knowledge. Everybody else is supposed to have the proper moderation and temperateness to comprehend that only those should really know and rule the city, that there are souls which are superior to other souls. Therefore, I do not see how it could be possible to build a democratic knowledge upon the Republic’s theory of knowledge. Let us consider next if it is possible to construct a conception of democratic knowledge based upon other theories of knowledge presented in other dialogues. Of the other conceptions of knowledge present in the Platonic dialogues, one of the most famous is the one presented in the Meno. The Meno concerns an inquiry towards a definition of virtue [arete], and in it we find a conception of knowledge based on the theory of recollection. When Socrates finally makes Meno reach a state of perplexity (1976/81, 80a-b), Socrates presents an account in which the soul is immortal. Socrates will argue that since the soul is immortal, it has had the opportunity of seeing and learning everything, including “virtue and other things” (Ibid., 81c-d). What is called learning, then, is really a process of recollecting -of looking within oneself- something that was learned and lived in a past life-experience. This recollection, on the other hand, is not entirely self-recollection since you need another to show the proper road in order to recollect. Socrates tries to prove this through his questioning of Meno’s servant. This theory of knowledge has strong implications for a democratic knowledge since it puts the souls of everyone at an equal footing, hence the point of showing that even the slave or servant is able to achieve knowledge. The democratic potential in this conception is obvious not only because of the equivalence of souls [even a slave is able to know], but also because of its social nature and origin through exchange and dialogue. Nonetheless, I think that this potential is undermined by some of its problematic assumptions. First, the example of the slave presupposes that Socrates already knows the proper questions to ask him. Second, there is no real intellectual input from the servant, he is presented as a very passive interlocutor, who is just very briefly answering Socrates’ questions in the affirmative or choosing options that are already half-suggested by the manner Socrates phrases the questions [similar to the interlocutors of books II to X in the Republic]. In the end, we still have the suspicion
2 Another important element in the discussion with Callicles is his notion of justice as the ruler possessing more than his subjects, which advances to some extent Thrasymachus’ definition of justice as being the interest of the stronger, presented in book I of the Republic.
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that Socrates knows more than he usually admits3 , and that there is an asymmetrical relationship between his soul and the slave’s soul4 . Another possibility, for example, is presented in the conception of knowledge of the aviary analogy in the Theaetetus. We forego the wax analogy because besides the fact that it is defeated by Socrates in the dialogue, the wax analogy already assumed a hierarchy of capacities for knowledge by stating that some souls had blocks of wax bigger, better, and more pure than others (1997a, 191d). Meanwhile, the aviary analogy presupposes that everyone has an aviary in their soul. In this conception, the person takes particular pieces of knowledge [birds] and puts them in his aviary [soul]. Within this framework, there are two kinds of “chasing”, possessing and having. Possessing is when you take a piece of knowledge and put it inside the aviary, while having is when within the soul itself- you take a particular piece of knowledge which you already possessed (Ibid., 198d). Within this conception, false knowledge is the result of an individual trying to hold a particular known thing, but by mistake getting a hold over another known things (Ibid., 199b). Although this conception provided by the aviary analogy has potential for democratic knowledge because everyone has the same capacity for it, Socrates dislikes it because he cannot accept that error is a product of knowledge itself, something -according to him- implied in it5 (Ibid. 199d). We may say that trying to construct a democratic knowledge upon Plato’s theories of knowledge, is a task he wanted to prevent. And every time we start to come up with a way to do it, it seems that Plato manipulates Socrates into moving around the arguments and not letting them stay put6 . Bibliography Plato. (1976/1981). Meno. Translated by G.M.A. Grube. Indianapolis: Hackett. _____. (1992). Republic. Translated by G.M.A. Grube. Indianapolis: Hackett. _____. (1997). Gorgias, in Plato. Complete Works. Edited by John M. Cooper. Indianapolis: _____. (1997a). Theaetetus, in Plato. Complete Works. Edited by John M. Cooper. Indianapolis: _____. (2000). Apology, in The Trial and Death of Socrates. Third Edition. Translated by Grube and revised by John M. Cooper. Indianapolis: Hackett. _____. (2000a). Euthyphro, in The Trial and Death of Socrates. Third Edition. Translated by Grube and revised by John M. Cooper. Indianapolis: Hackett.
Hackett. Hackett. G.M.A. G.M.A.
(*) Politólogo, graduado por la Universidad de Massachussets. Profesor Universitario en la UFM.
3
In the Apology we have the same tension. For example, the quest for knowledge and the questioning of others is first presented as having curiosity as its origin, while then he changes this innocent claim and says that he started because the god asked him to, and even that he was the god’s greatest gift to Athens. 4 There is the additional problem that Socrates, in a very unsocratic manner, assumes uncritically a narrative about the immortality of the soul given by “priests and priestesses”; in a sense, this undermines the theory of recollection from the beginning. 5 Socrates’ rejection of the aviary analogy seems somewhat problematic because if at first he distinguishes two moments in the process (possessing, then having), to reject it he ignores the established distinction and assumes knowledge as a constant whole, through which either one knows or one does not. 6 An accusation which is seen in various dialogues, for example in the Euthyphro (2000a, 11-c-d), and in the Meno.
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Cuatro paradojas económico-políticas y la madre que las parió Pablo Arosemena Marrito (*) El Hombre es imperfecto. Perfectible, pero al fin y al cabo, imperfecto. Sobre ésta simple premisa básica se edifica la escuela económica de Public Choice (Opción Pública). Pues, si esto es así, los gobiernos no tienen por que ser infalibles y a los votantes no tiene por que irles tan fácil. Romance aparte, veamos por un momento, cuatro aspectos paradójicos de la cruda realidad política. 1) La ignorancia racional del votante Los votantes son el corazón –obligado– del sistema político. Pero que esto de corazón no le confunda. En realidad, el votante común y corriente, no tiene gran incentivo para estar bien informado sobre las decisiones electorales (a parte de que con 11 opciones como en las últimas elecciones presidenciales ecuatorianas, la tarea se pone cuesta arriba). En primer lugar, la mayoría de los ciudadanos reconocen que es poco probable que tan solo su voto determine el resultado de las elecciones. Prácticamente nunca un solo voto da la vuelta a las elecciones –ni siquiera en las elecciones de madrina colegial. Entonces, una equivocada o pobremente informada elección hecha por un individúo tiene prácticamente muy poca consecuencia. Y si el resultado de la elección impone costos, es decir, si "es malo", estos serán compartidos entre todos (¡Si nos perjudicamos, nos perjudicamos todos!). En segundo lugar, inclusive en el caso de que un votante determine directamente el resultado de la elección, ese votante tendrá poco control sobre los resultados legislativos. Supuestamente, en Democracia el Presidente no puede hacer lo que le venga en gana. Pero más que eso, tenemos otro problema: queremos "algo" de nuestro candidato pero no todo, y eso no lo podemos controlar. Talvez, consideremos acertada la política anticorrupción de un candidato y la tesis económica del otro. Más aún, talvez estamos totalmente contentos con nuestro candidato
pero –y esto es clave– no solo votamos por nuestro candidato, sino por el montón de individuos que están detrás de él y que, en definitiva, gobernarán. Como bien dicta la viveza criolla, nos dan "carne con hueso". Asimismo, debido al muy limitado impacto que como individuos tenemos en las elecciones y en las subsecuentes decisiones del candidato electo Presidente, los votantes tendemos a mantenernos ignorantes acerca de los detalles de la mayoría de los asuntos y posturas –claves– de los candidatos. Solo la propaganda y los comerciales televisivos son lo que nos inducen a votar. Y es que en realidad, a la sociedad civil (¡¡¡El Puueeeblooo!!! –en el argot político) no le interesa tanto saber a profundidad los planes concretos de los candidatos como si, en cambio, de las constantes fluctuaciones de la Tabla de Posiciones del Campeonato Nacional de Fútbol. ¿Típico de un país Tercer Mundista? En absoluto. Pues, la pregunta no debe ser: por qué no nos interesa la cosa política sino, por qué nos debería de interesar. Supongámonos que Juancito es una persona que se aventura a crear una empresa. Juancito sabe que sus malas decisiones administrativas, afectarán inmediatamente a su bolsillo y en última instancia lo llevaran a la quiebra. Por eso, tanto Juancito como el resto de los ciudadanos, tienen un alto incentivo en rehuir los costos de tomar malas decisiones, tomándose el tiempo para evaluar las consecuencias futuras de una mala decisión. Contrariamente, un voto erróneo por Juancito, no tendrá virtualmente efecto sobre el resultado electoral: él no puede controlar las decisiones del gobierno. Estudiar y meditar el voto, simplemente no "pagan el precio". Por lo tanto, es enteramente racional que los individuos sean relativamente ignorantes acerca de asuntos públicos. Muy a pesar de que las decisiones por muchos
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votantes ignorantes pueden ser muy costosas para la sociedad. 2) Intereses Especiales Uno es ninguno. Pero dos o más, ya es otra cosa. Mi abuelo decía que "nadie come gallina gorda con mano ajena". Tenía razón, tal vez la única manera de conseguirlo seria integrando los llamados grupos de interés o de presión. Sucede que al individuo común, invisible para el gobierno, le va mejor asociándose con otros que posean algún interés común (bananeros, camaroneros, indígenas, maestros, etc). Y a los políticos les va mejor en las elecciones si se sazonan al gusto de estos grupos. No por nada es que el partido XYZ está con Fulano o que tal Gremio está con el candidato Mengano. ¿No lo cree? Piense "políticamente" lo siguiente: ¿qué seria más conveniente y práctico para obtener recursos, quitarle $1.000 a 10.000 personas o $1 a 10.000.000 de personas?. Inversamente, ¿qué es mejor, repartir $1 a 1 millón de personas o $1.000 a 10.000 personas? Así de sencillo. Los políticos tienden a promover las legislaciones que provean de beneficios concentrados (también conocidos como prebendas y privilegios) a los grupos de presión mientras esparcen o más bien, socializan, los costos a los desorganizados ciudadanos-pagadores-deimpuestos. Simplemente, es "políticamente" mejor. 3) La Tiranía de la Mayoría Rompamos el mito de una vez por todas: Democracia per se, no es sinónimo de Paraíso-Terrenal. Democráticamente Hitler llego al poder. Democráticamente Chávez llego y (aún) se mantiene. Inclusive hay algunos que entran Democráticamente al Poder y salen como Dictaduras. En fin, democráticamente puede pasar cualquier cosa. El meollo del asunto no debe ser quién tiene el poder sino cuánto poder tiene o, mejor dicho, cuanto debe de tener. A lo cual se adelantan los economistas de la escuela
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del Public Choice junto con los liberales de verdadera cepa y nos dicen: mínimo y extremadamente limitado a nivel Constitucional. Es decir, que el gasto público, por ejemplo, no dependería de los antojos Presidenciales o legislativos sino de un mínimo rango de maniobra fiscal. Por otra parte, ya hemos escuchado bastante el trillado comodín político "el pueblo es sabio", a lo cual convendría preguntar, ¿qué parte del pueblo?. A proósito de las ultimas elecciones presidenciales del Ecuador: ¿El 20% que voto por el Crnl. Lucio Gutiérrez? ¿O el 18% que voto por el Ab. Álvaro Noboa?. ¿O el casi 40% que voto por alguno de los dos finalistas?. ¿O el 30% que no votó?. ¿O el otro 30% que votó por los otros candidatos?. Evidentemente no se puede responder sin caer en contradicción. 4) La miopía del proceso político Debido a la ignorancia racional y a la complejidad de los intereses creados que dan lugar a la tiranía de la mayoría, se torna difícil para el votante identificar los beneficios y costos futuros de las acciones del nuevo Presidente. No se los puede ver. Es esta situación la que claramente incentiva a los políticos a promover las políticas que generan aparentes beneficios inmediatos (controles de precios, subsidios, etc) a elevados costos escondidos que serán pagados por las futuras generaciones: pan (caro) para hoy, hambre para mañana. Y es que la pobreza crónica del Ecuador, en buena medida, se debe a esta ausencia de visión y tesón política. En este sentido, las Políticas de Estado –como las llamaron en Chile– en torno a la integración libre-comercial mundial (llámese ALCA o diversos acuerdos bilaterales (TLC´s) que el Ecuador pueda emprender) quedan etiquetadas como "mala palabra" y archivadas en el cajón del "Nunca Jamás". Son estas cuatro paradojas, hermanas todas, hijas de una misma madre: Exceso del Poder Estatal.
(*) Politólogo Ecuatoriano, Magister Artium por la Universidad Francisco de Vitoria y Universidad Rey Juan Carlos. Director Ejecutivo, Instituto Ecuatoriano de Economía Política. 30
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Reporting violent conflicts: Introductory thoughts to three main approaches (*) Lioba Suchenwirth “The media act as a mediator between the world outside and pictures in our head.” (Walter Lippmann in Griffin, 1997: 377) Journalistic news-coverage is in many cases our only means of information on the world around us, which is largely beyond our direct personal experience, and thus is necessarily a major influence on our attitudes. In times of violent conflicts, these attitudes, conflict content (a contradiction or incompatibility) and conflict behaviour form the so-called conflict triangle, one of the analytic tools used to look at the dynamic phenomenon of ‘conflict’. A conflict sequence can start from any of these points and they are mutually reinforcing each other; neglecting one of these aspects could contribute to conflict escalation, persistence or re-eruption (Galtung, 1996: 70-73 & 112; Wallensteen, 2002: 35; Blondel, 2003: 13). Yet “the dynamics can be affected and steered in ways that make conflict creative”, meaning that a conflict can be transformed by changing the attitudes of the different parties. (Wallensteen, 2002: 35) The media thus turns into an actor by influencing conflict attitudes, and as such reinforce or modify the conflict dynamics1. Since the essence of conflict transformation is the transformation of mentalities, both within the society and the individual, societies have to be involved from the top-down and bottom-up. The media have the potential to be a gateway through which to reach the largest possible 1 One example of a successful (conscious) media intervention is the Reporting for peace Project in Indonesia (Howard etal, 2003:118)
number of people. ( Melone etal, 2002: 4) The media with its destructive and constructive potential does therefore, however ambiguous and unclear its effects, necessarily have an impact on the course of a conflict. Whether it is on an internal level – for example on the four levels of influence provided by Wolfsfeld (2004, 11-14) or externally through i.e. the socalled CNN-effect (Robinson, 2002), journalistic news-reporting plays an active part in society. Additionally, as described i.e. in the theory of framing as part of the agenda-setting theory, the manner of presentation in which a story is put into context, by creating different moods and selecting different facts, influences how people are likely to think about that particular problem (Griffin, 1997). This leaves journalists as actors rather than mere observers of the violent conflicts they are covering. The recognition of this role pared with post-modern scepticism, that undermined the conduct of traditional war reporting, led to a position where at the turn of the twentieth century, journalism ethics and the character of objectivity were called into question; leading to current disagreements in both theory and practice. However, with all the new and old demands trust upon reporters, journalism as an institution still has obligations due to the implicit contract it has entered with society. The question which arises is whether the standard of objectivity is vital to the contract,
or whether this is to be outweighed by having a benevolent goal. In other words: In order to fulfil their duties to the public, should journalists have an objective or be objective, and which of three most commonly discussed reporting styles would agree best with obligations to the public? This limited discussion will focus on the implicit contract according to classical liberal theories. As a purely normative discussion it will not take structural constraints within the media, the situation onsite, political lobbying through propaganda efforts and psychological warfare, audiences or personal factors of individual journalists and other descriptive factors into account. I will not examine the placing of news within the media and engage into a debate about priming or news values, but rather focus on the actual content journalists produce and the logic that lies behind it. This definition will also exclude media interventions efforts of nongovernmental organisations, which serve a different purpose from the one aimed for by the news media. In order to do so, I will firstly introduce some ideas behind the implicit contract, and by shortly outlining journalism’s ideal functions in a democratic society defining what is meant by this notion. Thereafter, I discuss weaknesses and strengths of three major approach to journalistic coverage of violent conflicts: traditional journalism, which attempts to report all sides in a neutral and complete manner; Journalism of Attachment, which
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sees its duty in taking sides with the victims; and Peace Journalism, which acts out of a moral obligation in favour of peaceful transformations of violent conflicts. In conclusion, there appears to be a split between responsibility and legitimacy, which none of the approaches fully manages to overcome, although the reporting techniques of Peace Journalism constitute a definite improved when compared to both traditional war reporting and the Journalism of Attachment. For fluency of writing, I use the terms the media, journalism or news interchangeably to refer to journalistic news-reporting and thereby factual reporting of current events. Outlining the implicit contract By providing us with an ongoing factual narrative of the world outside our immediate reach, journalism is in many cases our only means to find out about the world around us2. In doing so, journalism plays a role on both a social and political level of modernday Western society.3 Regarding 2 Research suggests that about two thirds of the public of modern industrialised societies claim that TV is their main source of national and international news in 1987, placing TV ahead of newspapers and direct communication with friends and colleagues etc. (McNair, 1999: 20) While one should not underestimate the influence of direct communication (as described in the second phase of agenda setting theory), the statement made here is emphasising the fact that especially in areas of violent conflict due to structural it is often only journalists who are able to report facts through the outside – from where friends and colleagues than pick up to transmit it further. 3 While many so-called ‘critical thinkers’ based on Marxism have challenged the theories of a benevolent role of journalism, portraying them essentially as a part of power-management and social reproduction in the service of societies’ dominant classes, this
the former, the news media are perceived to be our “window to the world”, providing the information from which we draw our cognitive maps of reality. On a political level, journalism is said to fulfil an important role in a democratic pluralistic society, underpinning democratic institutions by supplying voters with what they need to know to make “rational electoral and economic choices” (McNair, 1999:21). In taking on the duties at these two levels, it has entered an implicit contract with the public, ideally fulfilling the benevolent functions for a democratic society mentioned above. The point of the implicit contract between the public and the news media is to achieve knowledge and understanding of current events and developments in the world around us. Hence the news media’s duty is to provide true reports that enable us to get a quick but informed grasp on happenings to people and institutions which not only directly affect our functioning society but are of social, cultural and human interest.” (Kieran, 1997:43) This model of the implicit contract based on traditional liberal schools of thought4- is reflected in much Western legislation in notions of “the right to know” and “freedom of expression” and now makes up the mainstream Western academic view on journalism’s ideal role in society, often mirrored in Freedom of the Press Acts or Article 19 of
essay will look at the ideal role of journalism in a democratic society based on classical liberal theory. 4 As mentioned here this has no connection to such liberal arguments as free markets and media de-regulation, which are inferences made by some at a later stage. Classical liberal theory concerning the media simply refers to the idealistic concepts referred to above. For a more thorough discussion of challenges liberal theory in terms of media ownership see for example James Curran (2000: 120-154)
the Universal Declaration of Human Rights5. While one can find numerous disagreements on the inferences this appears to have, the normative implications of the contract itself as both defensive and expansive remain principally the same (Curran, 2000: 127). It is the implicit contract which provides journalists with legitimacy in society, and legitimacy as the “fourth estate”. One well-known expression of this ideal model is to be found in Habermas’ normative conception of the public sphere, who proposed that the media should ideally replace the agora in Athens, a place where citizens could exchange opinions, a “communal communicative space where private people come together as a public” (1989: 27). Philip Seib emphasises the moral responsibilities implied by the contract when he points out: “Beyond the concerns about the mechanics and economics of journalism is the fact that news can make a difference in people’s lives. From that basic truth rises a moral mandate that journalists and news consumers should recognize.” As informers, he argues, journalists need to “awaken the public conscience” (2002: 3). Helge Rønning emphasises the importance of identity formation when he argues that: “People must be able to recognise themselves and their aspirations, their cultures and life styles, in the range of representations offered by various media, and they should be able to contribute to developing and extending these representations” (2002:16). He sees the major role of the media as empowering the public (ibid: 16).
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Art 19: Everyone has the right to freedom of opinion and expression; this right includes freedom to hold opinions without interference and to seek, receive and impart information and
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Brian McNair outlined five ideal functions of journalism in a democratic society: To educate citizens to the meaning and significance of facts; to provide a platform for public political discourse that must include the provision of space for the expression of dissent; to give publicity to governmental and political institutions, and thereby functioning as a watchdog or the fourth estate; and to serve as a channel for the advocacy of political viewpoint, thereby working as a mediator between our cognitive mind-maps of the world around us (1999: 21-23). Considering these implications, the problem translates into practice by following the methodology of one of the following three concepts: Traditional War Reporting – A Journalism of Objectivity The journalistic style of objectivity, or professional journalism as proclaimed by its followers, calls for a way of reporting that is entirely objective, meaning both neutral and complete. In this approach the role of the journalist should be “kept as it is and not be weakened by other commitments than to be neutral”; this absolute detachment is regarded as synonymous to professionalism; one is to report simply what one sees and thereby support opinionbuilding of the audience (Spurk, 2002: 16). War correspondent Tom Gjelten states: “Our duty was to describe the conflict objectively and completely, without regard whose interests were served by our reporting. Given the competing agendas in Bosnia, somebody was bound to be displeased by the news coverage at one point or another” (1998: n.p.). The logic behind this approach suggests that journalists are not qualified to make decisions; their job is to provide all the information for people to make their own choices. This style of reporting is very well established and commonly
advocated and used by such news organisations such as the BBC, Reuters and Press Associated. Yet, the problem with this concept is twofold: Firstly, there is a predicament with the concept of objectivity: it is not possible to be neutral and it is not possible to be complete. However, for this concept to work, it is paramount that the public will receive all the information in such manner. Philosopher John C. Merill proposed a model of five “levels of truth” to be applied in journalism, used here to analyse the functioning of the method of objectivity in journalism. At Level 1 is the “transcendental truth”, the total, all encompassing truth, which can never be grasped, nor of course communicated by a human being. At Level 2 is the “potential truth” composed of the aspects of the transcendental truth that humans can possibly grasp, and that a journalist could obtain. It can serve as an ideal or goal. Level 3 consists of the “selected truth”, the part of the potential truth that is actually extracted or selected from the total reality by the journalist, making up her raw material for the story. Level 4, the “reported truth”, is the most important type of truth: it is the part of the selected truth that the journalist actually reports – made up from only part of the accumulated data that she has as raw material. It is the part of the truth that the journalist can control the most; actively shaping an image of an event in reality. Finally, at Level 5 is the “audienceperceived truth”: the journalist reports and the audience receive smaller or larger portions of the report. The journalist has absolutely no control over the amount of truth finally getting into the mind of the receiver (1997:113-15). These limitations to the truth have obvious implications for the concept of objectivity. It would seem that already at the first level, which is clearly beyond the reach
or “fault” of a journalist, the notion of objectivity as a pure method is already being shattered. For if there is no way to ever get the transcendental truth, i.e. everything that might have caused the conflict, it would conceptualise objectivity as an impossible goal, when considered as an “ability to report the whole truth”. A logical implication would be that there can be no objectivity, and that the concept is “nothing more than a mystification, a legitimatising ritual with no real validity” (McNair, 1999: 36). However, if it is impossible to aspire to this transcendental truth, that truth could likewise be rendered meaningless. Instead of trying for the unachievable, allencompassing truth, one could still seek for an agreed common notion of truth as a minimal objectivity, or the truth that one can possibly get, which is encompassed by the second level. This does, however, acknowledge a certain level of subjectivity in trying to portray issues truthfully and realistically. Yet even at that level, one is to encounter further problems: Whether an event is news or not will itself be relative to the interests, values and concerns of the news media concerned. Out of the numerous amounts of stories happening in conflicts all over the world, only a minuscule fragment is making it into the news. Kieran underlines this point when he claims: …events do not have any significance unless they fit into our subjective, and culturally variant, attitudes, interests and concerns. Thus the meaning of a given event – whether it is news or not, what kind of news it is – depends on and is constituted by the activities of the relevant interpreting journalists, news media and general culture (1997:50). Walter Lippmann claims therefore: “The course of events must assume a certain definable shape, and until it is in a phase where
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some aspect is an accomplished fact, news does not separate itself from the ocean of possible truth” (1997:215). Journalism as a social construct is selective by nature, and this selection is necessarily influenced by our values. Journalists are human beings who have to live in the contemporary world they are reporting on, and therefore inevitably have opinions on their social realities, meaning that they cannot possibly be neutral. This is particularly the case for journalists whose country or identity group is involved in the conflict. Therefore, most news reports will be value-laden (McNair, 1999: 37). The journalist decides which facts to give the floor, and in what order and context, by making them into a news story using news criteria as guide for framing. At Merrill’s model of truth, this is implicated by the step proceeding from level two to level three, where the idea of value-freedom is of major importance. Social scientist Gunnar Myrdal points out that it is never the facts that organise themselves into concepts, but that the human beings who do so, and that the questions one asks are expression of interests, and as such valuations (1983:9). Kieran points out that “what constitutes news, and thus what is significantly true, is in itself radically dependent on the media’s or viewer’s world view and understanding of events” making all news inherently subjective. “When we think about a description of an event, the report is obviously driven by the interpretation and evaluation of the events concerned” (1997:50). From this point of view, there are a number of potential journalistic accounts of an event corresponding to the diverse standpoints that exist in the world, yet this is not to say that one is necessarily more objective and therefore more valid than the other. At the core of this claim lies the acknowledgement that journalism is not, and can
never be a neutral and value free reflection of reality. Kieran therefore concludes: “Since individuals, groups, and societies interpret and evaluate their world differently, this suggests that what constitutes news must be relative to the particular communities involved in any given context” (1997:50). So while it might be possible to report the truth as qualified for the particular audience, this has to be acknowledged by the journalist. In claiming to report completely or “all the facts”, the journalist is actually deceiving her audience6. Another major flaw lies in the concept of neutrality, for as seen, news is inherently selective and thus subjective. Subsequently, when laying claim to objectivity as done by traditional war correspondents, the concept has inherently failed. Yet this is not to say that there should not remain a professional distance to the subject. A vital step is to actually acknowledge the fact that one cannot ever be truly objective. Indeed, as Gunnar Myrdal points out, in the absence of objectivity, the acknowledgement of one’s own subjectivity constitutes true knowledge and thus enables us to try and counterbalance it (1969: 29). Rather than to stick to objectivity as an inflexible shield from criticism, journalists must develop a perceptive attitude towards their work when seeking to report more closely to reality. Whereas not stating one’s viewpoint out of concern for objectivity may leave room for bias, this danger of misusage of the concept can be overcome by making one’s standpoint clear to oneself, while keeping an open-mindedness to
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Not to mention to the structural constraints to journalists and journalistic institution through economic, time, physical space, and ideological limitations.
provide a thorough analysis of occurrences. Journalist Britt Hume tackles this point by urging for “a professional honesty”, rather than a “mindless kind of neutrality” (in Parenti, 1986:52). This means that in order to report for all as demanded by the implicit contract, there should be an underlying idea of nonpartisanship; of not openly taking sides by staying open-minded yet critical to every side; of reporting fair and qualitatively balanced. Good journalists will deal with this not by hiding behind a method claiming completeness, but by thinking of ways to be able to reproduce a more likely picture of reality. Myrdal suggests one way of tackling the problem is to set certain standards counteracting a lack of knowledge, which never occurs at random (1969: 29). His essential goal would be to tackle biased items by creating strict rules for a minimal objectivity. This is trying to be achieved through i.e. a variety of journalistic Codes of Conduct. Merrill proposes the so-called TUFF-formula, which consists of acting truthful and unbiased as well as fairly and in full - meaning to represent all standpoints (1997: 175-80). Chris Frost stresses that an objective attitude should never lead to a loss of creative and independent thinking or the use of a wider range of innovative sources (2000: n.p.). Instead, it is exactly the use of unusual sources and the looking behind the issues that will provide the journalist with the varied and comprehensive knowledge needed in order to report more objectively. This would also counter-act those claims of an ideological epistemology that is sustaining the status quo described by critical thinkers such as Herman and Chomsky (1994). Additionally, a semantic awareness such as the usage of thick and thin ethical terms, a concept used in social science, could be of equal
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value for journalists7. The same is true for acknowledging the psychological mechanism that stand behind our inherent subjectivity. The second big problem in traditional war reporting is the fact that pared with the concept of objectivity often comes a sort of devil–may-care attitude here expressed by war correspondent Tom Gjelten : Advocates of a truly free press are understandably wary of calls for journalists to steer their reporting deliberately towards some broader social good. Journalists cannot always anticipate the consequences a story may have – and those consequences should not be our chief concern. Our obligation is to report the news as we see it, not as diplomats or government leaders or aid workers would prefer to have it reported. Our guiding principle should be to tell the truth, without identifying first what news is helpful or harmful. (1998: np) Indeed, Gjelten sees reporters as actors in conflicts only when they take to report from one certain side, as happened in Bosnia. (1998: n.p.) This apparent lack of a sense of responsibility, of taking on the fact that the way one reports ultimately has consequences, goes against the implicit contract by not taking up its implied moral duties. According to the implicit contract, the media has its freedom and its role in society in order to serve benevolent goals for all in society. Harmful consequences to the life and safety of fellow human beings in violent conflicts are therefore a breach of the implicit contract - not to mention the personal responsibility of each person for their actions.
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Thick ethical terms refer to terms that express both what is and what ought to be, such as „terrorist“. Thin ethical express only what ought to be (Root, 1993:208)
This notion of the moral responsibility of the media and the idea of not being allowed to add to potential harm is widespread within domestic journalism. So while there are obvious differences in the coverage of international events, core journalistic values as exercised in domestic journalism are still applicable. In almost every Western country there are such laws as to protect one’s privacy or against libel and defamation, and self-appointed Press Councils to monitor their compliance. Indeed, it is a common approach in i.e. the US, the UK and Germany that the media are being sued for compensation in case of harm being done through their reporting. This does not mean to withhold information from the public, but to consider potential consequences and giving a more differentiated picture of the event. Again, this is something commonly done in the domestic press. So it is for example common among European media not to describe the exact way of how a person commits suicide, in order to prevent possible imitation. Seib suggests a need to know basis, where the stories newsworthiness and the public’s right to know is weighted up against the effects this stories might have. An example commonly suggested in war journalism is ongoing peace talks or confidence building measures, where bringing them out in the public might undermine them. In domestic journalism it is a well-established practice to not tell beforehand when or where the police will target drugs searches, although the press will often be in the know. This often enables them to give a more informative, accurate and news-worthy story that includes results when the action is over. Additionally, where national security is concerned, there are national laws such as the Official Secrets Act in the UK, barring
journalist from disclosing sensitive information concerning a state’s defensive system8. One could extent this system to ongoing peace talks and the like. A similar notion could be exercised in examples such as protecting the innocent by not publishing the exact location of a defenceless refugee camp – having its domestic equivalent in and there not disclosing the exact name or address of i.e. old frail people who live alone for fear of robbery. The public may not always need all the details in order to make a wellinformed decision. It might be just as useful to know that what is happening without actually disclosing potentially harmful details. Yet this should by no means be a common feature, and never serve as an excuse to withhold information that would favour one side. Ideally, there needs to be an established Code of Conduct which would provide guidelines for kinds of situations in addition to a much greater awareness of conflict dynamics. One these attempts are suggestions provided by Peace Journalism, which will be discussed below. It is beyond the scope of this essay to work out the exact rules, yet taking good domestic journalism as a model could certainly help. It is however paramount to note that the line between what serves the public interest by protecting i.e. national security issues and suppressing information that the public need to make critical assessments is a very fine one indeed. Leaving out certain details must remain exceptions in good reporting. In general the public has a right to know.
8 This has of course obvious drawbacks when used by governments to cover up unfavourable material, but as mentioned earlier it is beyond the scope of this essay to explore problems concerning government propaganda.
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A Journalism of Attachment One methodology that does not only acknowledge people’s inherent subjectivity but embraces it is the Journalism of Attachment. The approach was named and first introduced by former BBC reporter Martin Bell, who, when faced with the atrocities during the Bosnia conflict, decide he was no longer able to proclaim its neutrality, instead advocating a journalism that takes sides with the victims, arguing that: “In the news business it isn’t involvement but indifference that makes bad practice. Good journalism is the journalism of attachment. It is not only knowing, but also caring” (1995:127). According to Bell, journalists are obliged to follow a morality that “is aware of its responsibilities; and will not stand neutrally between good and evil, right and wrong, the victim and the oppressor” (in Kempf, 2002: 59). When faced with human suffering and mass murdering such as in Bosnia, it his duty to demand that something must be done for this victims. In such conditions detached and dispassionate journalism was out of the question. We were drawn into this war as something other than the witnesses and chroniclers of it. We were also participants…. I could hardly answer that it was none of my business. It was everybody’s business, even that of the journalists passing by: perhaps especially that of the journalists, because if the world didn’t know, its ignorance was our failure. (Bell, 1995: p.128) CNN reporter Christiane Amanpour explained her stand in Bosnia: “Once you treat all sides the same in a case such as Bosnia, you are drawing on a moral equivalence between victim and aggressor. And from there it is a short step toward being neutral. And from there it is an even shorter step to becoming an accessory to all manners of evil;
in Bosnia’s case, genocide ( in Seib 2002: 53)”. Yet the way in which journalists deliberately changed the picture of war instigated criticism: “The prevailing mood among the Western journalists was profoundly partisan. If you share the sufferings of a city under siege you instinctively side with the people in it; that’s natural enough… Much of the Reporting of Sarajevo was openly one-sided” (Simpson, 1998: 445). UN-reports that satisfied all criteria for newsworthiness, but did not fit with the image of the enemy were suppressed (Simpson, 1998: 448). In other cases journalists even faked empirical evidence, such as producing a television image apparently showing Bosnians inside a Serb hunger camp starving and holding on to the fences – producing a striking resemblance to images of the Holocaust, but which was in fact filmed from the inside of the camp referring to people standing on the outside (Wells, 2000 n.p.) These clichés served to reinforce “the stereotypes which propaganda has already implemented in the mind of audiences. And – which is perhaps most symptomaticjournalists openly justified such forgery by claiming that it did not matter whether the pictures were faked since they only showed what people already ‘knew’ and since they served the goal of opening the eyes of the public” (Kempf, 2002:60). It can therefore be argued that the Journalism of Attachment belongs to the so-called Machiavellian journalism, following the tradition that the goal justifies all means (Merrill: 1997: 59). Yet while such pragmatic ethics can indeed serve an altruistic greater good, the danger of abusing this kinds of power obviously remain very high. When used to achieve a higher goal, news are in danger of being utilised in an Orwellian manner, making them an instrument rather than an intrinsic goal.
Additionally, conflicts are overly simplified by outlining principally good and bad antagonists and depicting “war as an exclusively moral struggle in which Right fights Wrong. As journalists appoint themselves judges of who is good and evil in the world, and as they place moral pressure on the international communities to take sides, the Journalism of Attachment replaces journalism with propaganda” (Kempf, 2002: 59). Kempf goes on to argue that while it is positive that Journalism of Attachment considers the outcome of their reporting on a conflict “…the way in which Journalism of Attachment deals with this responsibility only adds fuel to the fire. And – as always in war propaganda – this is done in the name of peace” (2002:60). Although it is of great importance that journalist recognise the responsibilities that come along with the reporting of violent conflicts, the main problem with Journalism of Attachment appears therefore to be in taking sides with one particular party; the side of who the journalist decides are the so-called victims. This is ignoring the complexities of a conflict, and might easily end up beings propaganda. Considering the implicit contract, there appears to be breach, for suppressing news or over- or misrepresenting one party is clearly not providing a public sphere for discussion, where all voices can be heard. Peace Journalism Peace Journalism both recognises its responsibilities as journalistic actors, yet does not take sides with any of the antagonists. Instead, its main purpose lies in mapping out and actively supporting peaceful solutions to the conflict. Journalists of this persuasion are supposed to have the perspective of the vulnerable groups, report the background of the conflict, seek “stories which maximise the chance for peacebuilding”, and get
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out “messages crafted to foster peaceful resolutions of conflict”. Journalism will be “intended outcome programming” designed for transforming attitudes, promoting reconciliation, putting the conflict sides together for resolution, maintaining “a duty for journalists to use their potential for mediation between conflict parties” (Howard and Baumann in Spurk, 2002: p.16). Rather modelling the reporting on sports journalism with its zero sum games and focus on who is winning or losing, founding father Johan Galtung suggests that Peace Journalism should be modelled on health journalism, which does not focus on disease, but on possible ways to overcome it (1998: n.p.). An inevitable part of Peace Journalism is therefore an awareness of conflict dynamics, and once understanding that no information can be neutral, drawing moral implications from it, by taking on the extra responsibility of reducing the conflict. Jake Lynch described the approach as “a journalism which is aware of its own orientation and yet does not lapse into simplifications” (1997:n.p.). According to its scholars, Peace Journalism is more than just ‘good journalism’, because it does not add to the conflict escalation, instead actively pursuing ways to de-escalate the conflict (McGoldrick & Lynch, 2000: n.p.). Yet, looking at the implicit contract and the notion of audience understanding, it appears that it is ‘good journalism’ according to the implicit contract that is demanded, and not an outcome orientated reporting. …journalists intending to have a particular outcome are generally in danger to jeopardize their credibility, at least insofar as their hidden agenda could prevent them from doing their job, which is providing the full range of essential information to the public. (Spurk, 2002: p.17)
While through competent reporting that is aware both of conflict dynamics and the complexities of the individual conflict, processes can be influenced in a positive way, this is not the main goal of reporting. Peace Reporting makes assumptions about its audiences. It assumes that audiences are aware of conflict transformation as the real agenda, and that is why they gave journalists legitimacy. Yet while there is an important place for crusading journalism that states its assumptions openly and goes out to fight for certain causes, Peace Journalism attempts to be part of every-day news, for which it is has no legitimacy. The audience does give legitimacy to journalists so they tell them what to do, a concept that would seriously challenge the notion of democracy and the implicit contract. The job descriptions of the media and conflict mediators should not be confused. While these efforts to resolve a conflict through the media are certainly meant well, active outcomeorientated interference should be left to professionals who are not only trained to do so, but also provided with the authority to do so. That, however, does not take away the responsibility of each individual reporter as a human being to do their share to help end human suffering. Yet “rather than promote particular solutions, the role of the journalist is to explain the interests that lie behind the positions adopted by the antagonists, which is the first stage of conflict resolution. This helps people to see where interests are shared and where the vital common ground might develop” (Sida 2004:15). By telling the story in a way that the audience understands the background of the conflict and hidden agendas of its actors, journalists enable the public to make its own well-informed choices and to democratically decide what is to be done and who is to do it.
While the manner of reporting in Peace Journalism with its orientation on knowledge, minorities, society- and not leaderorientated news-gathering etc. is a much needed improvement to the manner of traditional war reporting, its problem lies in its outcome orientation. The reduction of violent conflict should be an effect of reporting, but not at a primary but rather secondary level. The outcome should be orientated on fulfilling the implicit contract, and as such – in a democratic manner - trusting the public to making appropriate decisions after the journalist has given them all the information needed to do so. Yet, when sticking to the outcome orientated goal of a peaceful resolution it is much easier to fall into the trap of turning reporting into propaganda. As Kempf pointed out, propaganda almost always claims to act in the name of peace. (2002: 60) Keeping the audience in mind can act here as safeguard from partisan ideology, when considering that i.e. in the case of public television it is the public that pay to hear what is going on and not to hear the journalist’s personal suggestions. These have their place in comment pieces. If the focus remains of the public and its right to be informed, rather than on peace and making way for it, it will be much harder to leave out important information or commit other biases and unethical blunders. It is this focus that the implicit contract inherently demands and such must be maintained. Concluding remarks: Hoping to be able to make a change for the better is often the very motivation individuals had when becoming journalists. Newsday’s Roy Gutman said: Somewhere, back in my first thoughts about going into journalism, I considered that maybe if reporters had been out there to issue warnings at the time
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[about the Holocaust], they could have stopped it… We can’t watch passively while people are killed in front of us. There are higher requirements. As a reporter, you can’t simply sit there and report passively. You’ve got to do everything in your power to stop these things, and exposing it is one of the best ways to do it. ( in Seib 2002: 56-57) However, it appears vital that the right balance between responsibility and legitimacy is being struck. Journalists are inevitably actors, yet they, as any other member of a democratic society, can only act in the name of the public as far as they have acquired legitimacy for it. The key to their legitimacy lies in the implicit contract, which calls for the media to be both defensive and expansive in order to serve a beneficial goal for the public in a democracy. This is of special relevance in times of violent conflict, where by influencing a societies’ attitudes journalistic coverage can impact conflict dynamics. The frame in which a news story is presented is thereby of high importance, because it influences people’s perceptions as to how a problem is to be tackled. Because no news story can ever be objective in the way that it is both complete and neutral, it is necessary for a journalist to acknowledge her subjectivity to take measures in trying to counteract it. Traditional war reporting fails to recognize this weakness. Additionally, it fails to take its moral responsibilities into account, when claiming that the consequences of its reporting are of no concern to the journalist. This is in breach of the implicit contract, and would bring such journalists not only into ethical but also legal predicaments when put into a Western domestic context. This is not to say that one should ever take sides, even if one appears to have made up their mind as to whose side is in the
Right and whose side is in the Wrong. The well-meant approach of Journalism of Attachment opens a floodgate to propaganda, and might add fuel to the fire by hardening the fronts. Although the clear ideological stance of Peace Journalism is not in par with the implicit contract and might again lead journalist down the slippery slope to propaganda, certain approaches such as the questioning of hidden agendas will certainly constitute an improvement in reporting on conflicts, when keeping the question of legitimacy in mind. While having their own agenda might undermine the credibility of Peace Journalists, their approach to non-simplification and inclusion of minority parties in reporting can serve the public in a way that is both legitimate and beneficial, thereby adding to the strength of democracy. Qualified training along the principles of the implicit contract and conscious subjectivity, making journalists aware of both role and responsibility as active participants in times of violent conflict, appears to be paramount to fulfil the task. Making the audience understand what is going on, and giving them the information to decide what to do about it by giving all parties a voice, is what journalism ought to be all about. And if implement sensibly, this style of reporting will contribute to a peaceful transformation of the violent conflict it involves9. A positive result, being made even more so by the fact that this will be a legitimate decision by the ones that truly should have the power to decide: The public.
9 Assuming of course, the when given the information to make rational choices about a conflict, most people would prefer non-violent solutions, which I do.
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Libertad o libertades de prensa ¿cuanto es suficiente? Cristóbal Fernández Abascal (*) La libertad de prensa es algo por el que la mayoría de personas aboga. Continuamente se dice que no hay una sociedad libre, sin una libertad de prensa donde los medios de comunicación puedan publicar cualquier tema sin coacción alguna. Recientemente en el diario danés 'Jyllands Postem'1, en las que apareció el profeta Mahoma con una bomba como turbante y otras once sátiras más. A este diario se le sumaron otros medios daneses y europeos, publicando las demás caricaturas de Mahoma abogando por la libertad de prensa, con lo cual desataron la ira de millares de fieles musulmanes. Este incidente a provocado la muerte de muchas personas y otros tantos heridos, además de la evacuación de ciudadanos nórdicos de oriente próximo, boicot a los productos nórdicos, el incendio y destrucción total de las embajadas de Dinamarca y Noruega en Damasco entre otras cosas. Ahora me planteo lo siguiente ¿se le debería poner limites a la prensa? Para evitar repetir esta situación evitando que los periodistas hagan mal uso de esta libertad e inciten a la xenofobia y al irrespeto de otras culturas y religiones. Pero todo lo escrito debe estar dentro de un marco respeto a sus lectores y demás personas. Si esto no se respeta, la “libertad” de prensa, no es más que un libertinaje de prensa.
Primero conviene dejar claro qué es la libertad, cómo se manifiesta, y como varía, hasta llegar a enmarcar lo que es la libertad de prensa. La libertad primero fue vista en la antigua Grecia como el estado en que se encuentra alguien que no es preso o esclavo. Esta visión acerca de la libertad, se ha ido ampliando conforme el desarrollo del hombre 1
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/02/02/internacion al/1138914331.html
y la aparición de los estados modernos. Pero haciendo referencia al pensamiento hayekiano, la libertad cobra diversos sentidos, aunque en realidad la libertad sea una sola y sea a veces hasta malinterpretada. Hayek comienza por establecer cual es la libertad individual “El estado en que un hombre no se halla sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro o de otros” 2 también hace referencia a la libertad interior, a la cual describe como a la manera que una persona se guía en sus acciones por su propia y deliberada voluntad, por su razón y no por impulsos momentáneos. La libertad política es para Hayek “la participación de los hombres en la elección de su propio gobierno, en el proceso de la legislación y el control de la administración.”3 Es una especie de libertad colectiva, aunque Hayek enfatiza que un pueblo libre no es necesariamente un pueblo de hombres libres4, ya que no es necesario que un hombre participe en dicha libertad colectiva para ser libre como persona. Debo aclarar que la elección de su propio gobierno no asegura la libertad. Para Hayek la libertad no depende del alcance de las elecciones que tengan los hombres, sino de la posibilidad de ordenar sus vías de acción de acuerdo con sus intenciones presentes, o de si alguien más tiene el poder de manipular las condiciones, hasta hacerla actuar según la voluntad del ordenancista, más bien que de acuerdo con la voluntad propia.5 Con respecto de la libertad Mises nos dice: “la libertad es un concepto
2 Hayek, Friederich A. FUNDAMENTOS DE LA LIBERTAD. Pág. 32. 3 Hayek, Friederich A. Op. Cit. Pág. 35. 4 Hayek, Friederich A. El Atavismo de la Justicia Social. Pág 182. http://www.hacer.org/pdf/rev36_hayek.pdf 5 www.filosofiasocial.ufm.edu.gt/ downloads/cposadas/f1y2.doc ; también se encuentra en: Hayek, Friederich A. Op. Cit. Pág. 34.
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sociológico el cual carece de sentido aplicarlo fuera de la sociedad”. 6 Para Hayek el uso más peligroso que se le da a la palabra libertad es la libertad vista como poder. Esta es la que nos interesa ya que consiste en la facultad física de hacer lo que uno quiera, ella enmascarada en la libertad de prensa. Bajo el amparo de esta “libertad” el periodista puede escribir lo que quiera, sin miedo a censuras o a coacción de un tercero para escribir lo que le plazca, sin importar si es amoral, inmoral, ofensivo o simplemente inadecuado. Citando a Hayek “esta libertad significa omnipotencia, con la libertad individual que un orden social puede asegurar. Sólo cuando tal confusión fue deliberadamente cultivada como integrante de los argumentos sociales se hizo peligrosa. Una vez que se admite la identificación de libertad con poder, no hay límites a los sofismas por los que el atractivo que ejerce la palabra libertad se utiliza como justificación de medidas que destrozan la libertad individual (…)” 7 Esta libertad se ve como una ausencia de obstáculos para satisfacer nuestros deseos, viéndolo de otra manera es la ausencia total de coacción o de limitación alguna para hacer lo que quiera. Estoy de acuerdo con Hayek que la interpretación de esta libertad es abominable, él la llama ominosa. Esta aplicación de la libertad, la transforma en libertinaje. Aunque la libertad tenga muchos usos la libertad es solo una. La libertad únicamente es buena sí y solo sí hacemos buen uso de ella. No nos asegura oportunidades especiales, y los beneficios que podemos obtener de ella, dependen totalmente de nuestro esfuerzo, unido a la habilidad y la posibilidad8. Citando a Hayek, al respecto dice: “The liberal conception of freedom has often been discribed as merely negative conception, and 6 www.filosofiasocial.ufm.edu.gt/ downloads/cposadas/f1y2.doc 7 Hayek, Friederich A. Op. Cit. Pág. 40. 8 Hayek, Friederich A. Liberalism. Pág. 11. “(…) To enable the individual to use his knowledge and habilitéis in the pursuit of his self-chosen aims was regarded both as the greatest Benedit goverment could secure to all, as well as the best way of inducing these individuals to make the greatest contribution to the welfare of others.”
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rightly so. Like peace and justice, it refers to the absence of an evil, to a condition opening oportunities but not assuring benefits”9. Ya que con nuestras decisiones es que haremos uso de la libertad y solo si son correctas, permitirán que la libertad se manifiesta con su verdadera intensión. Por ello la “libertad” de prensa es grandiosa, si los periodistas la utilizan con el verdadero sentido que tiene, que es informar la verdad, difundir los principios e ideales de una sociedad de hombres libres, comunicar, etc. Pero todo lo escrito debe estar dentro de un marco respeto a sus lectores y demás personas. Si esto no se respeta, la “libertad” de prensa, no es más que un libertinaje de prensa. Cualquier persona que haga uso incorrecto de esta “libertad” no solo conseguira el enfado de miles de personas, y situaciones catastróficas como las citadas al comienzo de este ensayo, sino que pondrá en peligro la existencia misma de la libertad de prensa. Pero haciendo referencia al pensamiento hayekiano, la libertad cobra diversos sentidos, aunque en realidad la libertad sea una sola y sea a veces hasta malinterpretada.
Los hombres a través del tiempo han estado en busca de la libertad, y en cambio se han alcanzado la conquista de libertades especiales. Citando a Hayek la diferencia entre libertad y libertades es la siguiente: “es la que existe en una condición en virtud de la cual se permite todo lo que no está prohibido por las reglas generales y otra en que se prohíbe todo lo que no está explícitamente permitido”10 . ¿Tiene la prensa libertad o libertades? La prensa tiene libertad, ya que puede hacer todo lo que no esta prohibido. Pero he aquí el problema, ya que al no tener regulado el ejercicio de este uso mas que en la ley de libre emisión del pensamiento. Cuando alguien hace mal uso de ello, como se expuso en el párrafo anterior, no hay ninguna sanción al respecto. Debe aclarar la excepción al respecto en el delito de difamación que
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Idem. Hayek, Friederich A.Fundamentos de la Libertad. Pág. 43.
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enumera nuestro código penal11 es una buena manera, pero insuficiente a mi juicio para frenar el abuso de la libertad de prensa. El Estado debe proteger las esferas privadas de actuación de los individuos dentro del marco de la ley, y garantizar que haya una libertad de prensa, pero tiene que poner los medios necesarios para que dicha libertad no se desvirtúe, como sucedió en Dinamarca donde un diario puede mofarse de una religión y de una cultura, y quede impune aduciendo que eso es libertad de prensa. Difiero mucho de esta visión, para mí esto no es libertad de prensa, esto es xenofobia, se aleja del espiritu de la libertad y de los valores intrínsecos que esta tiene si se toman las decisiones correctas.
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dichas reglas asegurar el respeto a los demás12, logrando así la existencia de una verdadera libertad de prensa. Para Hayek el uso más peligroso que se le da a la palabra libertad es la libertad vista como poder.
(*) Alumno de la Universidad Francisco Marroquín. Curso Filosofía de Hayek
Bajo el amparo de esta “libertad” el periodista puede escribir lo que quiera, sin miedo a censuras o a coacción de un tercero para escribir lo que le plazca, sin importar si es amoral, inmoral, ofensivo o simplemente inadecuado. Citando a Hayek “esta libertad significa omnipotencia, con la libertad individual que un orden social puede asegurar.
El Estado debe garantizar que los periodistas tengan libertad de prensa, nunca interferir en su contenido, ya que iría contra el orden espontáneo que rige la estructuración, funcionamiento y contenido de la prensa moderna. Pero esta libertad sólo alcanza su verdadera dimensión y razón de existencia sí y solo sí es usada con los fines de: comunicar la verdad, difundir los principios e ideales de una sociedad cuyos hombres son libres, señalar sus vicios, informar, etc. Pero cuando un periodista toma una mala decisión como la de mofarse de Mahoma tíldandolo de terrorista, no está haciendo uso de la libertad de prensa, está abusando de ella. Por ello es necesario frenar estos abusos con reglas abstractas aplicables a toda persona responsable, siendo el único objetivo de 11 Código Penal del Guatemala. Art. 164. “Difamación. Hay delito de difamación, cuando las imputaciones constitutivas de calumnia o injuria se hicieren en forma o por medios de divulgación que puedan provocar odio o descrédito, o que menoscaben el honor, la dignidad o el decoro del ofendido, ante la sociedad. Al responsable de dilación se le sancionará con prisión de dos a cinco años.”
12
Hayek, Friederich A. Liberalism. Pág. 11. “(…) and by infrigement of the rules entended to secure the same liberty for all, a person might as penalti to forfeit that exemption from coercion whic tose who obeyed the enjoyed.”
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¡Visto y leído! Libros: Cuentos Chinos. Andrés Oppenheimer. Síntesis: Interesante análisis de la situación internacional a través de la lectura de artículos de opinión, mezclando crónicas de viaje, entrevistas con los principales protagonistas de la política mundial, reflexiones y constantes toques de humor. Muy interesante y de fácil lectura.
Editorial Sudamericana.
Un juego que no suma cero. Manual Ayau Síntesis: En la obra, Ayau explica que "este ensayo no tiene por objeto explicar lo que ya es entendido por los economistas profesionales, estudiosos del comercio internacional. Está dirigido al lector en general, al político, al empresario y a las personas involucradas o interesadas en el derecho de propiedad y en el comercio. En él se explica el fundamento del intercambio o sea, la ley económica conocida como ley de los costos comparados- y se penetra en otras cuestiones económicas importantes que tienen sutiles implicaciones en la política social y económica, y no son triviales". Disponible en el CEES, que está ubicado en el Edificio de la Biblioteca Ludwig von Mises; en la Librería Sor Juana Inés de la Cruz, en el Centro Estudiantil, en la Librería Marro-King, del Edificio Académico; y en la Librería Sophos, de la Avenida de la Reforma 13-89, zona 10.
Economía, empresa y libertad. José Luís Tapia y otros autores. Síntesis: “Empresa, economía y libertad” ayudará a muchos jóvenes –destinatarios principales de este volumen- a descubrir que la libertad es, en última instancia, un asunto de sentido común. -Alvaro Vargas Llosa
http://www.ileperu.org/contenido/que_es_ile/publicaciones_infolibroperuriqueza.htm
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