El virreinato y el nuevo orden:
Ante la realidad de una población criolla y mestiza en aumento, se pensaba en la necesidad de proporcionar formación de niños y jóvenes de todas las clases sociales. Ya no se discutía la capacidad intelectual de los indios mesoamericanos sino que se imponía el criterio pragmático de enseñarles tan solo lo que se consideraba esencial para su salvación. Se dispuso que la enseñanza de la religión a los neófitos se redujese a los temas esenciales: artículos e la fe, mandamientos, sacramentos, y oraciones que todo cristiano debía saber y repetir. Lo que se impuso como un cambio real desde los primeros momentos fue la enseñanza de las prácticas cotidianas como las formas de vestir y particularmente del mundo rural. Las profundas diferencias entre la ciudad y el campo marcaron igualmente la educación en ambos espacios. Por necesidad y por vocación los frailes no limitaron su tarea a la enseñanza del catecismo, sino que comenzaron a instruir a los indios en técnicas de trabajo, para provechar sus habilidades. Un abuso frecuente tolerado y a veces propiciado por las autoridades fue el de considerar a los como aprendices a los adolecentes incorporados contra su voluntad al trabajo en los obrajes.
Se creía que la universidad era la solución a varios problemas. La función fundamental de los jesusitas era cambiar la sociedad hacerla mas acorde con el evangelio. Las mujeres podían tener inclusive maestras analfabetas y solo se les enseñaba a tener cuidados de una casa o modales que les ayudaran en un futuro o permanecían en el colegio hasta que les encontraran un buen marido. Hombres y mujeres se consideraban educados en cuanto en cuanto cubrían los conocimientos mínimos necesarios para ocupar el lugar que tenían asignado en la sociedad.