Escalando 36

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/ La Gioconda / Primer ascenso a la Torre Norte del Cochrane / Pan Aroma / Waddington / Destino: Linderos / Portafolio: Ulysse Lefebvre / Info_Monta単a: Monte Tronador

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$4.000




Directo hacia arriba Cuando escalas rápido y llevas casi nada, todo lo que cargues –y dónde lo cargues- es de vital importancia. Las nuevas mochilas técnicas Ascensionist de Patagonia son, simplemente, útiles y versátiles, con las características esenciales que buscan los alpinistas y nada más. Disponibles en sus tres versiones de 25L, 35L y 45L.

patagonia.com/speed of light/techpacks Una delicia. Joel Kauffman durante el primero ascenso del Super Domo (con su hermano Neil y Mikey Schaefer), una increíble ruta de ocho largos nombrada en honor a su sabor favorito de la heladería en El Chaltén. Patagonia, Argentina. MIKEY SCHAEFER

Casa Matriz: Don Carlos 2945, Las Condes, Stgo. I Portal La Dehesa: Av. La Dehesa 1445 Loc. 2074, Lo Barnechea, Stgo. I Mall Sport: Av. Las Condes 13451 Loc. 225, Las Condes, Stgo. I Alto Las Condes: Av. Kennedy 9001 Loc. 3024, Las Condes, Stgo. I Portal Temuco: Av. Alemania 0671 Loc. 3011, Temuco I Pucón: Fresia 248 Loc. C I Puerto Varas: San José 192 facebook.com/Patagonia.Chile

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Š 2014 Patagonia, Inc.


Contenidos 6 Editorial 10 In-box La voz de nuestros lectores. Notas de la vida en la montaña. 16 N uevos Productos Juguetes, fetiches y novedades del mercado vertical. 18 R ecuento del Anticristo Una nueva temporada, de septiembre de 2013 a marzo de 2014, para que este ácido columnista reconozca o destruya la actividad alpina de chilenos. ¿Quién conseguirá la Jeringa de Plutonio al mejor ascenso, el Ajo de Molibdeno al mejor deportista y la Brújula de Uranio a la mejor expedición? Por Rodrigo Fica 26 C ine escalando: Cerro Torre. A Snowball’s Chance in Hell Una película donde se retrata un ascenso histórico a una vía llena de controversia y polémica. El Cerro Torre, uno de los hitos del alpinismo mundial, pudo ser escalado en libre por David Lama rompiendo los límites de lo que se creía posible en este tipo de escalada. Por Daniel Castro 32 La Gioconda. Una apertura en el Valle del Marmolejo Las incansabes escaladoras Cecilia Buil (España) y Anna Torretta (Italia), visitaron nuestras montañas para abrir una nueva ruta en hielo en las cascadas del Marmolejo. Por Cecilia Buil

30 1966. Primer ascenso a la Torre Norte del Cochrane En 1966 se llevaron a cabo dos expediciones de categoría mundial. Un recuento de lo que fue enfrentarse a gigantescas paredes de hielo y roca en una expedición que se empapó de la cultura del sur y que consiguió llegar a lugares inexplorados. Por Erling Villalobos 42 P an Aroma. Dos generaciones envueltas por la niebla Padre e hijo enfrentados a uno de los Big Wall más difíciles del mundo. Un clima cambiante, unido a dificultades de hasta 8c, fue lo que enfrentaron Novato de 61 años y Edu de 27, en busca de una de las cumbres más representativa de Las Dolomitas. Por Camilo Castellanos 52 6 0 días en la Cordillera del Waddington Dos meses de exploración entre medio de glaciares y montañas. Una expedición al corazón de la cordillera Waddington en Norteamérica, uno de los lugares más representativos y clásicos de la escalada alpina en esa región. Por Felipe Cancino 60 D estino: Linderos Un lugar imperdible para los amantes del búlder y para todos los que disfrutan de adentrarse en la cordillera y realizar cualquier tipo de escalada. Kilómetros de camino serpentea entre rocas desperdigadas donde el potencial para el búlder hasta ahora se está empezando a explotar. Por Santiago Gray

66 P ortafolio: Ulysse Lefebvre Con solo 31 años, Ulysse Lefebvre es el editor en jefe de la revista “Montagnes” de Francia y un reconocido fotógrafo apasionado por el fotoperiodismo y las montañas. Una selección de algunos de sus mejores trabajos. Por Camilo Castellanos 76 I nfo_Montaña: Monte Tronador El Monte Tronador se divide entre Chile y Argentina, donde el rugir de sus glaciares, sus prominencias y sus cuatro cumbres lo han hecho un destino anhelado para el montañismo desde 1900. Por Sergio Infante 82 C iencia de Escalar: Ejercicios Un set de ejercicios necesarios y fáciles de hacer para trabajar el núcleo del cuerpo, el que permite tener una mejor postura, controlar los movimientos y fijar posiciones, algo imprescindible en el desarrollo de la escalada. Por Paula Gálvez 84 C omparativa: Arneses de escalada Un elemento esencial y necesario en casi todos los tipos de escalada y del que va a depender desde la comodidad hasta la vida. Una revisión por los mejores arneses para escalada deportiva. Por Ignacio Díaz


Las amables praderas de las Dolomitas, en la Provincia autónoma de Bolzano - Alto Adigio, más conocido como Tirol del Sur, recibieron la ilustre visita de Novato y Eduardo Marín. Pade e hijo intentarían con éxito “Pan Aroma”, una de las más dificiles rutas de big wall en el mundo. Namuss Films Foto de la portada. En 1966, un grupo de montañistas del club universitario, se enbarcó en el ambicioso proyecto de coronar dos importantes montañas en la Patagonia Chilena. El grupo se dividió en dos, para uno el desafío sería el Cerro Castillo, para el otro la Torre Norte del Cochrane. El 12 de febrero, el segundo equipo, compuesto por Erling Villalobos, Luís Latorre y Eduardo García verían un atardecer inolvidable desde la cumbre de esta emblemática torre patagónica. Eduardo García




Colaboran en esta edición No. 36 Septiembre 2014 Director Erick Vigouroux erick@escalando.cl Sergio Infante

Cecilia Buil

Felipe Cancino

Con 30 años es licenciado en Música, padre de familia y motivado montañista. Su interés por la historia del montañismo lo ha llevado a colaborar en distintos medios y, en varias ocasiones, en nuestra revista. En esta edición estuvo encargado de la sección Info_Montaña, dedicada a una de las más importantes montañas del sur de Chile y Argentina, el impresionante monte Tronador.

Es técnica deportiva de escalada en roca y barrancos y en la actualidad vive profesionalmente de la escalada. Aunque es Oriunda de Huesca, España, Cecilia ha recorrido el mundo entero en busca de grandes aventuras, realizando importantes ascenciones en Karakoram, Groenlandia, México, Patagonia, entre muchos otros lugares. Ha visitado Chile, quedando enamorada de las cascadas del Marmolejo donde acaba de abrir una nueva línea en hielo.

Instructor de montaña en la escuela NOLS, con 27 años está dedicado a la educación y el deporte al aire libre. Pasa la mayor parte del año realizando actividades en Chile y Estados Unidos, tanto profesional como deportivamente. Entre otras cosas, sobresalen algunas primeras ascensiones chilenas y destacadas participaciones en carreras de montaña.

Editor de Montaña Rodrigo Fica aruficax@aruficax.cl

Fotografía Mateo Barrenengoa Francisco Herrera

Redacción Camilo Castellanos Paula López

Ventas / Suscripciones suscripcion@escalando.cl

Director de Arte Erick Vigouroux erick@escalando.cl

Contacto / Colaboración contacto@escalando.cl

Dirección Comercial Christian Moscoso

Web www.escalando.org

Dirección de fotografía Claudio Vicuña Ilustración Francisca Villalón Erick Vigouroux

Ulysse Lefebvre.

Santiago Gray

Erling Villalobos

La mezcla justa de periodista, fotógrafo profesional y escalador de alto nivel, dió como resultado al editor en jefe de la revista Montagnes, de Francia. Desde sus inicios en el fotoperiodismo, Ulysse mostró un alto grado de compromiso, realizando trabajos reconocidos por su calidad en zonas de conflicto. Su amor por las montañas y su participacion en escaladas de alto nivel, lo pusieron a la cabeza de una de las más importantes revistas de Europa.

Colaborador frecuente de Revista Escalando. Santiago Gray le ha dedicado los últimos 8 años excusividad total a la práctica del búlder. Reconocido por su profundo compromiso con el desarrollo local y la apertura de nuevos problemas en las sierras de Cordoba, es toda una autoridad para hablarnos de Linderos, un nuevo destino de escalada para quienes disfrutan del búlder y la escalada tradicional.

Ingeniero Civil de la U. de Chile. Desde su juventud universitaria abrazó su pasión por la montaña, donde sus mayores logros están la primera ascensión de la Torre Norte del Cochrane, relato incluido en esta revista y la primera ascensión a la pared del San Gabriel. Actualmente tiene 69 años y continúa activo realizando trekkings y ascensiones de menor nivel. Es casado y tiene 2 hijos, uno de los cuales también es montañista.

La escalada es un deporte de alto riesgo que requiere instrucción especializada. Es tu responsabilidad conocer tus límites y escalar con seguridad. 8

Columnistas Rodrigo Fica Diego Tapia Paula Gálvez Ignacio Díaz Daniel Castro

Agradecimientos: Alain Denis Felipe González Linde Waidhofer Guillermo Martin Pablo Portoriero

Luciano Fiorenza Inés Dussaillant Francisco Bedeschi Gonzalo Encina Rafael Olavarría Andrea Reyes

Manuel Reyes Camilo Rada Y a todos los que hicieron posible la realización de este número.

Ediciones de Montaña Limitada. Representante Legal: Erick Vigouroux. Dr. Manuel Barros Borgoño 384, of. 21, Providencia, Santiago.

Esta edición de 1.500 ejemplares se imprimió en los talleres de World Color. Escalando es una marca registrada. Prohibido cualquier uso o reproducción total o parcial de la marca o de

esta revista sin consentimiento previo. Las opiniones y publicidad contenidos en esta revista son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten o publican.



Editorial El inicio de cada edición de revista Escalando es siempre un conjunto agradable de sorpresas. Hace tres meses Escalando #36 no era más que un cuadernillo de 100 páginas blancas que, de a poco, fue poblándose de contenido. En la medida en que llegaban los relatos y leía cada párrafo, se consolidaba también un tono, un color, una idea en común... Al parecer en ellas vivía el mismo espíritu, el de un ser antiguo, el alma de un hombre primitivo que, disfrazado adecuadamente para su época o actividad, respondía al mismo impulso: la aventura. Pero la aventura nada tiene que ver con escalar una lejana montaña, ni con la idea adolescente de colgarse de un techo y echarse magnesio. La aventura es, más bien, una actitud de vida, la forma y disposición para enfrentar nuevos desafíos, es abrirse paso entre lo desconocido, asumiendo las incomodidades y los riesgos de forma consiente, pero identificando en la incertidumbre de los resultados una oportunidad favorable. La aventura es también un tesoro, pero sin valor objetivo. Si bien las motivaciones pueden existir en plano material, el fuerte compromiso sicológico supone una recompensa en espíritu que solo el aventurero sabe valorar. Probablemente, la idea de aventura llegó a nosotros tan pronto como identificamos que el mundo es algo más que ese triángulo de seguridad que se genera entre nuestros padres y uno mismo. Un impulso natural que nos lleva a explorar y traspasar los límites cercanos, ignorantes de los riesgos hasta que las lecciones y el peso del cuerpo nos obligan a bajar las revoluciones y ser más cautos, más conservadores y, en algunos casos, dejar la aventura para siempre. Ese espíritu primitivo ha vivido por 10 años en nuestras publicaciones y vive, por cierto, en los relatos de Escalando #36. En las incursiones de David Lama hacia el alpinismo patagónico del Cerro Torre, en la motivación de una cordada familiar, Novato y Edu Marín, padre e hijo, quienes viajaron a las Dolomitas desde la ‘disfrutona’ escuela de Rodellar para enfrentarse a Pan Aroma, una de las más difíciles rutas de Big Wall en el mundo. Precisamente la misma motivación que alimenta la tenacidad de la española Cecilia Buil que, renunciando a las condiciones controladas tan propias de Europa, puso sus objetivos desde la distancia en las cascadas hielo en altura del Marmolejo, en Chile. Siguiendo esta línea, Ulysse Lefebvre, fotógrafo y editor de la revista francesa Montagnes, quien se formó en el fotoperiodismo cubriendo la dura realidad de zonas en conflicto en Europa del Este, nos invita a mirar una selección de sus mejores instantáneas de montaña en Portafolio. Pero sin dudas, este espíritu se respira con más intensidad en un relato de otra época, añoso como el vino, y se manifiesta insolentemente encarnado en tres jóvenes andinistas de un club universitario quienes, equipados con material que hoy despertaría escepticismo, conquistaron la enhiesta Torre Norte del Cochrane, una escalada de nivel mundial en una de las montañas que, hasta entonces lejanas y desconocidas, coronaban inmaculadas la región de Aysén; obteniendo una recompensa de valor incalculable: el crepúsculo visto desde su diminuta cumbre. Esperamos que las próximas páginas despierten a este espíritu ancestral e inocente o, simplemente, ayuden a aplicar la metáfora de la aventura a nuestra vida cotidiana, para transformar la incertidumbre en una ventaja y comprender que las aventuras verdaderamente valiosas son aquellas que engrandecen el alma de quien las vive.

Erick Vigouroux Director

La impresionante Torre Norte del Cochrane. En la foto se aprecia el macizo torreón rocoso que conduce al punto cúlmine de la escalada, una puntiaguda cumbre que domina un paisaje de fábula. La canaleta de hielo que se aprecia a la izquierda permintió el primer ascenso. Linde Waidhfoer / westerneye.com



Desde la base de Grand Capucin, Nicolas Palma y José Rosen subieron por un pequeño corredor de nieve para dar con el inicio de la Vía de los Suizos, para salir por una variante de la ruta O sole mio hasta la cumbre. José Miguel Rosen

Cinco meses en Europa Llegué a comienzos de abril a Francia, a la casa de mi amigo Didier, listo para esquiar y aprovechar la nieve primaveral. Rápidamente organizamos nuestra primera actividad: Chamonix -Zermatt en esquí de randonée, una famosa y hermosa travesía de una semana cruzando los Alpes en esquíes. La predicción del tiempo se veía buena durante varios días así que comenzamos ascendiendo desde Francia hacia el refugio Suizo de Trient por una ruta distinta a la más transitada. Así pasamos durante ocho días de refugio en refugio. La ruta por Suiza transcurrió por el paso del Gran San Bernardo para continuar por hermosos valles y subir hasta 3600 msnm, todo sobre los esquíes y con grandes desniveles para disfrutar del descenso. Finalmente el último día pasamos varios portezuelos para lograr salir esquiando justo debajo de la famosa pared norte del Matterhorn y desde ahí bajar hasta Zermatt con los esquíes.

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A la semana siguiente nos fuimos al valle de Aosta, donde ascendimos a la cumbre del “Gran Paradiso” con esquíes, un bonito cuatro mil de los Alpes. Después nos fuimos al “Dent d’Herens” y a Cuneo al sur de Italia donde esquiamos en el macizo de la Argentera, las montañas más altas de los Alpes que llegan al mediterráneo. Antes de guardar los esquíes teníamos un gran objetivo, el clásico y hermoso Mont Blanc que aún tenía bastante nieve. Partí con dos amigos desde Chamonix, tomamos el teleférico y luego caminamos con los esquíes hasta el refugio de Grand Mulets. De madrugada partimos a la cumbre; mezclando esquíes y crampones salimos hasta la arista de Gouter, desde ahí en unas horas a la cumbre. Fotos, abrazos y para abajo. Desde la cumbre misma comenzamos a esquiar la imponente cara norte; entre enormes seracs y muy buena nieve, disfrutamos de una bajada alucinante de regreso hasta el refugio…

Unos días de descanso en Annecy para luego ir de nuevo a Italia. Esta vez me junté con José Rosen. Subimos al refugio Torino, la vertiente Italiana del Mont Blanc. El primer día, con mal tiempo, hicimos la travesía de las Aiguilles Marbrée y luego una pequeña escalada en granito. El segundo, de madrugada, nos aproximamos a la pared norte de la Tour Ronde, la cual ascendimos en unas cuantas horas en ensamble y con algunos largos de escalada en hielo y roca al final. El tercer día fue más ambicioso así que partimos aún más temprano y nos acercamos a la base del legendario Grand Capucin. Desde ahí subimos un pequeño corredor de nieve para dar con el inicio de la vía de los suizos. Una impresionante pared de granito nos esperaba. Subimos la ruta que estaba bien helada y muy fría para escalar, salimos por una variante de la ruta “O sole mio” hasta la cumbre; impresionante paisaje. Bajamos por la misma vía y felices de regreso al refugio y al valle.



Campamento del segundo día, después de diez horas de marcha y habiendo superado el glaciar de Erdalsbreen hasta el portezuelo que baja al valle de Lodalsbreen decidimos armar campamento sobre la zona de los seracs, la fotografía fue tomada alrededor de las 22:00 horas, el sol aún se encuentra muy alto en el cielo a estas latitudes. José Brito

Marcelo Barra randoneando en la delantera y pronto a entrar en el campo de seracs del glaciar Småttene, horas más tarde culminarían el remonte en una planicie entre el cerro Brenniba y el Lodalskåpa , lugar donde comienza la gran meseta helada de Jostedalsbreen “el mundo mitológico de Niflheim”. José Brito

También, entre otras escaladas menores, visitaría Córcega (en el sector de las Aiguilles de Bavella), el Naranjo de Bulnes (España) y en Italia la Pared Norte del Lyskamm, en 9 horas por nieve y hielo de hasta 60 grados. Dando así forma a una temporada en que logramos hacer muy lindas escaladas.

planeta, los glaciares de Noruega, así como otros tantos en el mundo, se han ido retirando cada vez más rápido de las zonas bajas. Como consecuencia, la aproximación en la zona de Stryn, que en un principio pensamos hacer tirando de trineos, fue imposible. Por esta razón cargamos todo en las mochilas.

Los siguientes días los pasamos remontando un glaciar tras otro, hasta que finalmente llegamos a la meseta, una larga extensión de 100 km que terminaba en Flatbrehytta, en el extremo sur del campo de hielo.

Nicolás Palma

La primera parte fue dura, pero al llegar a la cabecera del valle, fue peor… El peso de las mochilas se hacía sentir con ganas en nuestras espaldas. Aquí lo verde dio paso a las grises rocas y se veían cómo algunas cornisas de hielo se precipitaban hacia el valle con estruendoso sonido, desgastando la hermosa roca desnuda de gneis y dejándola totalmente pulida. Después de caminar alrededor de 10 horas por un sendero que por momentos se iba transformando en una pesadilla llegamos al refugio Infimus. Día 1.

Jostedalsbreen, primera travesía chilena Salí desde la isla de Tenerife el 29 de mayo del 2014, después de realizar sendas escalas en Barcelona y Oslo. Llegué al anochecer de ese día a Molde, una pequeña y bonita ciudad a orillas del Romdalsfjorden, donde mi amigo Marcelo Barra me esperaba. Desde ahí nos dirigimos inmediatamente a Averøy a cargar los bultos en el automóvil para seis horas más tarde desplazarnos hacia Stryn. Nos proponíamos realizar el primer cruce chileno del campo de hielo Jostedalsbreen, el más grande de la Europa continental. De norte a sur. Debido al calentamiento global general en el

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En la segunda jornada tuvimos que remontar el primer glaciar que existe para llegar a la meseta de Jostedalsbreen. Tras haber caminado otras 10 horas, estábamos rendidos, así que acampamos sobre los seracs que dominan el portezuelo que se encuentra sobre el valle de Lodalsbreen.

Solo cerca de terminar que el viento nos vino a visitar, trayendo consigo nubes oscuras, lo cual nos hizo apresurar la marcha... De pronto la extensión blanca desapareció entre unas montañas agudas y el cielo, bajando abruptamente hacia el valle que terminaba en un fiordo mil metros más abajo. Recorrimos los últimos kilómetros callados, meditando, contemplativos... llegando abajo del glaciar a las dos treinta de la madrugada, cinco días después, con todo muy claro; en esa latitud el sol nunca se esconde en verano. Me dormí con la extraña sensación que deja el terminar algo tan cansador y a la vez bonito, y preguntándome una vez más el porqué de ir a la montaña… Lo habíamos cruzado. Qué bien me sentía. José Brito Clavijo



La cordada compuesta por Eduardo Weber, Enzo Vega y Javier Reyes en el filo que los condujo hasta la cumbre del Pequeño Alpamayo el 8 de agosto. Colección Javier Reyes

logramos observar nuestros objetivos que escalaríamos, serían Pirámide Blanca, Pequeño Alpamayo y Cabeza de Cóndor. El día 6 caminamos a Pirámide Blanca e hicimos cumbre a las 11 de la mañana.

Luego de caminar toda la noche, vimos el amanecer en una canaleta de hielo que nos dejó en la arista que lleva a la cumbre. Al medio día estábamos logrando nuestro gran objetivo, la cumbre de esa hermosa montaña.

El día 5, temprano en la mañana, ajustamos los detalles de transporte y comida para lo que serían 10 días de montaña. Jorge fue nuestro chofer y guía, nos llevó hasta el poblado de Rinconada donde comenzó el acercamiento al Campo Base. Partimos caminando alrededor de las seis de la tarde, sin guías ni porteadores y llegamos a la base en dos horas, donde armamos un vivac. Al día siguiente comenzó la aclimatación.

Luego nos tocaron dos días de mal tiempo adentro de la carpa que nos obligaron a descansar y ser pacientes. El 8 de agosto comenzó la jornada a las 4 de la mañana, salimos en dirección al Pequeño Alpamayo, pasando por la cima del Tarija, un pequeño destrepe que nos condujo a la arista que lleva a la cumbre. Llegamos a la cima del Pequeño Alpamayo a las 11 de la mañana. La bajada fue larga y cansadora. Luego vino otro día de descanso que sirvió para preparar las cosas para una jornada importante, el intento a la Cabeza de Cóndor (Condoriri).

Luego de 7 días en este sector decidimos ir al Huayna Potosí, nos juntamos con nuestro amigo Jorge, quien nos llevó al Campamento Base. El primer día estuvimos en el campamento, recuperando energías y comiendo bien. El segundo fuimos al Campamento Alto y esa misma jornada, en la noche, intentamos la cumbre. Conseguimos llegar a ella y ver el amanecer a las 6 de la mañana.

Subimos al Pico Austria y, desde la cumbre,

Nuestra escalada empezó a las 12:00 am.

Javier Reyes

Expedición en la Cordillera Real de Los Andes, Bolivia. El 4 de agosto nos reunimos en La Paz, Bolivia, junto a Eduardo Weber, Enzo Vega y Javier Reyes, para empezar lo que sería nuestra expedición a la Cordillera Real, sector Condoriri y Huayna Potosí.

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Luego de las últimas fotos,bajamos a La Paz a celebrar lo que sería nuestro logro de seis montañas.


*Próximamente disponibles en Chile

Representante exclusivo para Chile

Carlos XII 120 Loc-E , Las Condes • Santiago, Chile - Metro Manquehue • Fono/Fax: (+ 56 2) 2 211 4831 (+ 56 2) 2 263 9499 • www.justclimb.cl


Nuevos Productos Ascensionist Pack Patagonia

Nexxo Evolv

Esta zapatilla es el nuevo modelo de la línea Sharma, diseñado por el reconocido escalador. La Nexxo de Evolv viene a situarse en el tope de gama de la marca americana, buscando ser la respuesta para los escaladores técnicos de búlder y fuertes desplomes. Cada pieza del equipo es importante para un escalador. Es su línea de vida en la montaña y tiene que funcionar a la perfección para cumplir con el objetivo. La gama de mochilas técnicas para escalada de Patagonia es el fruto de un trabajo conjunto entre el equipo de desarrollo de productos y los deportistas embajadores de la marca. El resultado, tres mochilas que se concentran en lo simple con un diseño guiado por la funcionalidad. Cada una de las “Ascensionist Pack” permite al escalador llevar todo lo que necesita para su uso específico. En versiones de 25, 35 y 45 litros, la Ascensionist Pack tiene lo que es esencial para un escalador y nada sobra. Entre sus principales características se encuentran una apertura asimétrica que abre y cierra con un solo tirón, sistema porta piolets de uso sencillo y Daisy Chain para adaptar la carga exterior (como crampones). Los modelos de 35 y 45 litros tienen acolchado en el cinturón y un marco de aluminio interior removible en caso de que se quiera volver la mochila más liviana.

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Diseñada con una agresiva forma asimétrica, entrega comodidad y precisión aun en los bordes más pequeños, destaca un gran talón formado y cubierto completamente de goma, lo que entrega más adherencia y maximiza el taloneo. Construida con materiales sintéticos en la parte delantera, que permiten mantener la forma con el pasar del tiempo y cuero en la parte posterior, otorga mayor comodidad y asegura que tenga mayor durabilidad. Su forro interno de microfibra permite mayor confort aun al llevarlas puestas por muchas horas. A pesar de esto, al ser un modelo técnico especializado en los desplomes, su forma asimétrica hace que no sea muy cómodo utilizarlas en escaladas de placa. Podemos resaltar el nuevo sistema Epow que permite mantener en tensión la zapatilla permitiendo un mejor calce, el ajuste es elástico e incorpora un único cierre de velcro para dar mayor sujeción. El empeine tiene goma que ayuda en pasos de techo, manteniendo los dedos del pie en una posición fija, sin ser incomoda, y entregando mayor duración a la abrasión. Agrega una media suela plástica de 1 milímetro lo que mantiene su forma evitando “aplanar” con el uso este tipo de zapatillas con forma de gancho.

Su diseño simple y versátil la hacen un elemento perfecto para cualquier actividad de poca duración en la montaña, pero que implique ascensos técnicos, donde el peso influye y se necesita cargar solo lo esencial.

Un modelo diseñado por escaladores, al cual su relación precio calidad lo convierten en una buena opción para quienes destruyen rápido sus zapatillas en la resina y la roca.

facebook.com/Patagonia.Chile patagonia.com

evolvsports.com justclimb.cl


Nueva Guía de Escalada Piedra Parada y La Buitrera Martín Molina

Se acerca el verano y con él la temporada de viajes de escalada. Cada año son más los chilenos que se aventuran a probar la roca de nuestros países y vecinos, siendo la zona de la Comarca, en las cercanías de Bariloche, y recientemente Piedra Parada uno de los destinos más tentadores para el escalador deportivo nacional. Un ítem obligatorio cuando se visita una zona nueva y aún más en el extranjero, es una buena guía con los topos de las vías y descripción de los sectores. En ese sentido, la guía actualizada de Piedra Parada es un documento de consulta imprescindible, no solo debido a que contiene la clásica información que toda guía de escalada debe tener: fotos, topos e información respecto de la zona y sus sectores, sino que además incluye historia, características geológicas de la roca, ubicación con puntos de referencia e información estadística que resume la dificultad de las vías por sector, el equipo necesario, la inclinación de la roca, tiempo de aproximación y el mejor horario para aprovechar la visita al máximo. Son estos detalles, además de una diagramación que ayuda a la fácil comprensión de la simbología utilizada, los que hacen de esta guía una joyita. Sin duda un estándar a seguir a este lado de la cordillera. Ya han pasado 2 años desde el Petzl RocTrip y, además de la confirmación de los grados de dificultad, el número de vías se ha incrementado de manera considerable. Un puñado no menor de vías equipadas durante ese evento no aparecen en la guía que se regaló, por lo que contar con la información actualizada por el veterano escalador Martín “Fideo” Molina es sinónimo de preparar mejor la aventura. Encuentra la guía actualizada de Piedra Parada en: escalando.org/suscribete


Período septiembre 2013 – marzo 2014

Más tarde que fiesta de vampiros, pero bueno, ¿qué querían?, toma tiempo repasar las principales incidencias de nuestra comunidad de montañistas y escaladores. Una que no se va a detener porque yo esté ocupado desenterrando el misterio de la serpiente emplumada en las quebradas perdidas de Pichulcán. Sácate una metáfora. Debido a que realmente me aburre, esta vez no repetiré las reglas del juego. Quien sabe sabe y quien no es jefe de expedición. Comencemos.

del editor *LasNota opiniones vertidas en esta columna no representan necesariamente el pensamiento de nuestra editorial. Revista Escalando no se hace responsable del mal uso del lenguaje, ni de las truculentas ideas de nuestro irremediable colega proveniente de las oscuras calderas del infierno (¡de donde nunca debió haber salido!).

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Trepananda no para Para comenzar nada mejor que con lo ocurrido en Trepananda (región de Aysén, sus idiotas). Actividades que se estructuraron en torno a los mismos ejes de desarrollo que se han observado en los últimos años: la de los instructores vinculados a NOLS, los imberbes atrevidos que no me pescan y las actividades de Marco Poblete. Por un lado está Pedro Binfa, que habría realizado el 5 de marzo el al parecer primer ascenso del Nariz de Eleuterio, en solitario, picacho ubicado al lado norte del río Leones y al oeste del río Claro, entre el Tigris y el Éufrates, a la sombra de Nueva York. La parte más difícil de su itinerario de 500 metros de desnivel, y que va por su cara sur, sería una pequeña pasada de roca de no más de 5.6. Después tenemos la primera escalada a la cumbre principal del Emperador Guillermo (aproximadamente 2.100 m), realizado por Ignacio Vergara y Richard Mansilla, a mediados de diciembre, un objetivo que ya contaba con varios intentos previos y que le exigió resolver escalada en roca no buena. Para bajar hicieron 4 rapeles, 2 en roca, 2 en nieve. Luego está el segundo esfuerzo de Manuel Medina y Pablo Miranda por realizar el primer ascenso nacional y segundo absoluto a La Vieja, tras el primero hecho por el británico Nick Grove y el neozelandés Lauchie Duff el 9 de febrero de 1976.

Ellos comenzaron el 11 de febrero, desde Coyhaique. Entraron por estero Parada, cruzaron el portezuelo Palo y bajaron a pie de vía para instalar campamento. El primer día de escalada tuvieron que comenzaron tarde (tipo 9 de la mañana) porque solo en ese instante dejó de nevar. La escalada fue rápida, casi todo en simultáneo, e instalaron un vivac a las 6 PM, al inicio del gran nevero, que era justo el máximo punto que habían alcanzado en el intento anterior. Desde ahí retomaron la escalada a las 2 AM. Rimaya, canaleta y polvete. Cambio de crampones a zapatillas para enfrentar los últimos dos largos. Tramos de escalada de V grado, planicie, cumbre y voila, ruta nueva. Finalmente Marco Poblete, que no para de moverse y que con ello logró generar algo que no es de extrañar entre quienes proponen y actúan: polémicas. Una de las cuales me hace pensar que el fin del mundo debe estar cerca, porque esta vez no tuvo nada que ver conmigo. Pero veamos. Primero, acompañado de Harry Brito, se dirigieron el 26 de octubre a un cerro aparentemente sin nombre de unos 2.400 metros de altitud, localizado en uno de los valles subsidiarios del río Miller, al interior de Puerto Sánchez. Tras una larga conducción y respectiva aproximación caminando, establecieron campamento a 1.400 metros; luego escalaron 6 largos en nieve y hielo, un tramo en ensamble, una banda de roca y más largos. Hasta llegar muy cerca de la


Ante ustedes, el famoso volcán Aguilera. Que en los momentos que redactaba este insulzo recuento no contaba con ascenso alguno. Pero... Ines Dusaillant

cumbre, una que se ofrecía podrida y expuesta y que optaron por no intentar. Luego de lo cual, para abajo. Hasta ahí los hechos. La polémica se desencadenó por partida doble; uno, por el nombre que al cerro le colocaron, o que no lo colocaron o que le colocaron en carácter de temporal; y, dos, por, a pesar de no llegar a la cumbre, darle a su recorrido el carácter de ruta terminada, que se plasma en haberle puesto un nombre (“La Vía de los Séracs”). Insisto, hasta aquí, yo nada que ver, solo soy el mensajero. Poblete no se detuvo y más tarde en la temporada, junto a Javier Galiela, abrió una ruta nueva y el posible sexto ascenso al cerro Picacho (1.954 m), una montaña de figura enhiesta que se localiza aproximadamente a unos 110 kilómetros al norte de Coyhaique. Las dificultades reportadas hablan de pendientes de nieve y 170 metros finales de escalada sobre granito con dificultad máxima de 5.9. Ya, ya, ya. ¿Y qué opino yo acerca del cerro sin proto nombre temporal? ¿Ya que algo tendré que decir, no? Pues bien, no hay misterio aquí, les recuerdo que he escrito extensa y públicamente acerca de las rutas sin cumbre. Lo he hecho por años, de una manera formal, en un material que está disponible para quien desee ahondar en mi argumentación y que, por lo mismo, no tiene sentido repetir aquí de nuevo. Salvo su idea central: el recuento del Anticristo abraza y se estructura en torno a

la idea fundamental del alpinismo de excelencia en que si no hay cumbre, es intento. Criterio que usado sistemáticamente en el pasado y que le cae como hacha en la nuca a muchas supuestas escaladas que logran incluso reconocimiento, uno que considero injusto e inapropiado. Y que explica bien el odio que genero. Y con respecto a lo de los nombres de rutas y cerros, hoy más bien deseo transmitir un consejo. Para mí, abrir una vía, o realizar la primera a un cerro virgen, es un reflejo de mi propia sensibilidad y, por lo tanto, es arte, siendo el nombre de ella parte integral de mi “creación”. Por eso tengo cuidado en elegir algo apropiado. En ocasiones se busca reconocimiento y se aspira a usar los nombres propios; en otras, redondear alguna idea o hacer alguna declaración de intenciones. Lo que fuese, un buen nombre termina por dar carácter a la aventura. O sea la misma diferencia entre decir “Intenté la Tomahawk” o “Subí el Mimí” (sorry Rada, no pude evitarlo). Volcán Rock ¿Existen montañas vírgenes en Chile? Sí. ¿Muchas? Hmm... Depende con el cristal con que se mire. Porque de esas que tienen un aura especial (nada de la tercera antecumbre del pico secundario del espolón central del acarreo nororiental), solo existen una pocas que se cuentan con los dedos de la mano del Capitán Hook. Y una de ellas es el volcán Aguilera, de 2.473 metros de altitud.

Ubicado en el Fiordo Peel, en las proximidades de la Falla de Reichert (Campo de Hielo Sur, sus idiotas), se llama así en honor al guatón Aguilera, el baterista de Peter Rock. Y ha visto su buena cuota de intentos. Al menos seis relevantes desde 1985, entre las cuales es imposible no recordar los esfuerzos del británico David Hillebrandt, que ha ido tres veces. Las razones de la aparente invencibilidad del Aguilera son dos: la logística es perversa, y, segundo, por supuesto, el clima, el cual varía de horrible a espantoso. Lo cual tampoco significa que no existan aspectos adicionales, como la orientación, los glaciares y los vendedores ambulantes. No. A esta montaña entonces dirigieron sus pasos Abdo Fernández, Cristián Vásquez Y Felipe Araya. A quienes se agregaba José Miguel Jorquera con la función de hacerlos famosos. Haciendo la historia corta, con movimientos varios, partieron el 29 de octubre desde Puerto Natales. No nadando, sino que en barco, el Skorpios III. Desembarcaron en el Peel el 30 de octubre y se iniciaron las típicas tareas, entre ellas porteos bajo sol playero patagónico. O sea, lluvia, lluvia, lluvia. Ya saben el dicho, Fiordo Peel, lluvias mil. Tan así fue que de hecho nunca dejó de llover, lo cual hizo que el 16 de noviembre se fueran para la casa. O sea, cuello cogote. No siempre lo que redacto largo tiene final feliz.

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Esta es la Gran Torre del Cortaderal (vista desde la cumbre del Pilar Meridional). Los helicopter-boys usaron la vía original para realizarle el segundo ascenso, la cual va por la marcada canaleta central y luego por el filo a la izquierda. Elvis Acevedo

A duraznos, durazno y medio Ese mismo mes hubo otra expedición de duración similar. Pero hasta ahí no más llegaron las semejanzas, pues se desarrolló en los Andes Centrales, que tiende a ser más seca que respuesta de mina rica. Eran Christián Quezada, Ulises Espinosa, Ricardo Hernández y el escalador de nombre de estrella de Rock and Roll Elvis Acevedo. Miembros todos ellos del grupo “Perros Alpinos”, denominaron a su expedición la “Beer Machine Climbing 2013”. O sea, partieron bien. ¿Su objetivo aparte de fumar cerveza? Escalar en la zona de los glaciares Universidad y Cortaderal, un área de difícil acceso por las prohibiciones, pero que es, bromas aparte, derechamente fabulosa. Todo comenzó dentro de ti, dentro de ti... No. Me equivoqué. La letra dice “Todo se derrumbó”, pero igual sirve. Todo comenzó el 2 de noviembre. En helicóptero los gerentes y beam me up, a 3.200 metros en 40 minutos. Y comenzó la larga lista de logros. Tantos que esta vez no redacto nada, solo listo. Entre lo más importante: tercer ascenso absoluto y ruta nueva al Pilar Meridional, segundo ascenso absoluto y ruta nueva al Nevado Cisne, primer ascenso absoluto a la cumbre secundaria Torreón Noreste del Corona del Diablo (y empezamos con los acarreos suroccidentales), cuarto ascenso y nueva ruta al Pilar Occiden-

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tal “Canalón del Conejo Playboy” (hablando de nombres), segundo ascenso absoluto a la Gran Torre del Cortaderal (... ok, nada que decir), segundo ascenso absoluto y nueva ruta por la arista sur al Nevado Penitentes (púdrete) y segundo ascenso absoluto Corona del Diablo (censurado por la redacción). Y el 28 de noviembre para la casa. Llevándose las latas de cerveza, las cajas de vino, un gato de peluche y la muñeca inflable; estos últimos dos intercambiables en su funcionalidad, pero que se usaron por separado. Colina ahora corta Es el momento de hablar del Loma Larga. Montaña que posee tres cumbres que rondan, metros más, metros menos, los 5.400. Una que es muy conocida, clásica y que para lo relativamente accesible que es... a la fecha inexplicablemente no posee rutas por sus vertientes norte y este. Situación a la cual precisamente Rodericus Kaffi quiso poner coto (wow, que palabra), enfocándose en dilucidar el enigma de dos largas lenguas glaciares que caen por el norte, prácticamente desde su cumbre hasta los valles. Hubo un primer intento invernal, donde Kaffi encontró el valle de acceso (que era desconocido, pero fácil y esquiable) y logró subir la lengua occidental, pero no hizo cumbre porque el mal tiempo lo agarró a patadas para abajo.

Porfiado el tipo, regreso en noviembre. Tras dos campamentos preliminares, el 18 subió la lengua oriental completa, hasta la cumbre principal, y la denominó “Rampa Fica”. Al día siguiente repetiría, pero esta vez por la lengua oriental, también terminando en la cumbre y bautizándolo como “Rampa Zárate”. Con ello la séptima y octava ascensión absoluta del Loma Larga. Y para la casa. Al regreso hubo algo de dudas y polémica sana, pero lo pretendido resistió el escrutinio, respaldado entre otras cosas por el respectivo libro de cumbre, uno al cual el mismo Kaffi había tenido acceso años atrás al realizar el primer ascenso en el día al Loma Larga. Con respecto a la “Rampa Fica”, no posee dificultades técnicas, aunque los últimos 50 metros son un poco más empinados, y con el tiempo debería transformarse en la nueva ruta normal al Loma Larga, pues permite acceso directo a la verdadera cumbre (la Central). Incluso da la posibilidad extraordinaria de esquiarla de bajada, completa, hasta el camino, algo que sospecho se intentará esta invierno. La “Rampa Zárate”, por otro lado, pasa al lado de un glaciar moribundo medio colgante, y se llama así en honor a Sergio Zárate, el querido escalador chileno que falleció en el 2001 en un triste episodio en los rodados de San Gabriel.


Algunas de las vírgenes agujas que existen en el valle de acceso a las rampas de la cara norte del Loma Larga. Estéticas, claro que sí, pero ojo que la foto fue tomada en invierno. Rodericus Kafi

La travesía de los románticos Hace muy poco tiempo atrás, para ser exactos en el último recuento, conversamos acerca del Corcovado y el primer ascenso chileno, de la mano de Ignacio Vergara, Armando Montero y Sergio Infante (Chaitén, sus idiotas). Actividad que como excusa sirvió para traer información de referencia exacta y sacar a esa montaña de la niebla mística en que se encontraba. Me puse romántico; yo también te quiero. Ahora otro grupo de chilenos puso su atención en ella, pero con la idea de llegar casi completamente por tierra y, además, terminar en la cumbre vía una nueva ruta por el filo este. Todo esto desde Chaitén mismo. No como lo habían hecho las actividades anteriores que, usando un bote, obviaban la mayúscula dificultad de atravesar el bosque lluvioso costero valdiviano, aka selva retutatutata, guru guru. De sólo redactar estas líneas me sonrío en pensar por las que deben haber pasado los idealistas que se lo propusieron. Exploración pura, inocencia total, la aventura humana al máximo. Me puse romántico de nuevo, ¿dime que me quieres? Ellos eran Gabriel Toledo, Juan Pablo Díaz e Israel Sánchez. Y su idea, creo yo, tienen mucha más importancia de lo que parece, porque no sería raro que en la medida que Chaitén se re-

construya, que se vaya consolidando el Parque Nacional en el cual se encuentra el Corcovado (que se llama Corcovado, brillante) y se incremente el interés turístico por visitarlo... se necesite de una ruta de aproximación más directa. Partieron el 7 de febrero. Una embarcación los dejó en el estuario Palvitad. Y las dificultades comenzaron 25 metros después, cuando dio comienzo la batalla por entrar en la selva. Por aquí, por allá, pudieron en 5 días construir un sendero y encontrar un lugar adecuado para poner un campamento. A eso le siguieron, con mochilas pesadas, tres días más de reptar, colgarse, contorsionarse, sacarse raíces de los dientes y llegar a un portezuelo, del cual, en medio día más de trabajo e incluyendo un rapel en una cascada de musgo (¿cómo será eso?), accedieron a una laguna... que también tenían que cruzar. Si les sale Depredador le hubieran dado mate. Así de valor tenían para inflar un kayac y tentar el cruce de 4 kilómetros “ida”. En dos días hicieron cuatro viajes, con viento, lluvia, olas y tiburones. Al instalarse al otro lado ya estaban cortos de todo. Sin muchas energías y con solo 3 días disponibles para salir hacia el oeste, donde de no llegar a tiempo se desencadenaría la alarma, subieron hasta los pies del torreón final, pero descartaron hacer un intento de cumbre.

La historia no acabó ahí. Tuvieron problemas para orientarse, la visibilidad era pobre, se acabó la comida, estaban mojados, echaron suertes, se comieron entre ellos, lo típico. Hasta que hicieron contacto con el encargado de ir a buscarlos y se fueron, completando una historia de 19 días de sanguijuelas, mosquitos y gusanos. Ser romántico tiene su costo. Le hacen collera El cordón del Torre (Patagonia, sus idiotas) está compuesto por varios picachos que no son nada de fáciles. Si logro convencerlos de mover sus grasosos dedos por el teclado lleno de migas que tienen, y descargar una foto de la clásica vista que se tiene de Chaltén hacia el oeste, verán claramente 3 agujas principales en la cordillera más lejana: el Torre, la Egger y la Standhardt. Ninguna fácil, todas objetivos de primer nivel. A esta última, de 2.700 metros de altitud, se les puso entre ceja y ceja a Francisco Rojas y Jimmy Mora, quienes encaminaron sus pasos a ella en enero de este año. Esta cordada con nombre de collera de rodeo ya habían intentado el Taulliraju en Perú algunos meses antes, por lo que para ellos proponerse cerros de nombres mayores no les era extraño. A mayor añadidura, Mora cuenta con una larga experiencia en Patagonia, incluyendo el Torre por la Maestri y el Fitz Roy por la Franco Argentina. O sea, capacidad había.

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Francisco Rojas moviéndose más apretado que tornillo de submarino, ya bien alto en la Exocet, en la Standhard. Jimmy Mora

La Standhardt no tiene ruta “normal”, pero tiende a ver una concentración de intentos por la denominada “Exocet” (ese es nombre, miércale), la del primer ascenso, en 1988, por Jim Bridwell, Greg Smith y Jay Smith, con dificultades de WI5+ y 5+. Y si la memoria no me falla, esta aguja no contaba con nada de actividad nacional, salvo en el 2007 que Armando Moraga y Felipe Gonzáles Donoso trataron de meterse a la Exocet y/o la Tomahawk. O algo así. Bueno, Mora y Rojas, tiqui-tiqui-tiiiii, pudieron hacer un primer intento a mediados de enero, uno con vivac incluido, pero del cual se bajaron porque pasaron mala noche. Esa es la verdad. Si después de todo también son humanos.

Los odio por eso. Tanto que no digo nada del regreso. Pero fue un parto. No, una cesárea. A Chaltén llegarían cerca de la medianoche del sábado 25, o sea cuatro intensos días después de haber partido. De más está de decir que “cumplida” la Standhardt gracias a los cesáreos del rodeo, los obvios y más inmediatos desafíos vigentes en ese cordón son hacer la primera nacional al Torre por la vía Ferrari (algo que ya cuenta con dos intentos de chilenos) pero principalmente la primera a la Egger. Y esa sí que no es fácil. Molido

Pero el miércoles 22 vendría un segundo esfuerzo. Para enlazar correctamente las secciones, partieron de día en Chaltén y llegaron en la tarde del jueves 23 al comienzo de la escalada. Se metieron sin dilación. Escalaron, repusieron fuerzas en una terraza, retomaron el ritmo en la madrugada del viernes, escalando a obscuras, blah, blah, blah. Nada parecía detenerlos, pero en la tarde el clima no aguantó más y se desencadenó la tormenta. Y justo cuando fueron débiles y pensaron en regresarse, vieron la rampa final y el hongo cimero. Así nadie puede, y poco después de las 18:00 horas estuvieron los dos en la cumbre, completando así el primer ascenso chileno a la aguja Standhardt.

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Y del resto, ¿qué? Pues en la séptima región hubo un nuevo intento al virgen cerro Campanario (de aproximadamente 4.000 metros de altitud). Que retomando lo dicho antes, es uno de aquellos inescalados que tienen aura. Lo intentaron Carlos Bravo, Felipe González Donoso y Darío Arancibia, quienes pudieron rebasar por un poco el punto más alto alcanzado hasta la fecha (por Puig y Kunstmann, del intento de 1962). Reportaron tramos de escalada comprometida, difícil, en mala roca. Por otro lado, Cristóbal Señoret, Juan Señoret,

Michael Sánchez y Sebastián Rojas intentaron abrir una nueva ruta en una pared virgen en la quebrada de la Serranía Avalancha, no tan en las cercanías de Chaitén, pero por ahí. Estuvieron 10 días a finales de febrero y principios de marzo. Alcanzaron a escalar 14 largos en granito, quizás la mitad del recorrido total, pero tuvieron que regresarse porque no tenían más tiempo, ni tampoco comida, ni agua. O sea, estaban jodidos. Por esas mismas fechas se llevó a cabo un esfuerzo por explorar e intentar el cerro Elefante, una estética cima que queda a unos 60 kilómetros al noroeste del ya mencionado Picacho. Eran Juan Ruiz, Javier Pérez, Martín Hartmann y Cristóbal García. Contemplaban realizarlo en dos semanas, pero tras 9 días de esfuerzos se retiraron, en parte debido a un machetazo mal dirigido. Sin embargo lograron identificar correctamente el acceso y algo me dice que van a regresar. En Tagua Tagua, a unas 3 horas de Cochamó, el 27 de diciembre Falco Henríquez, Máximo Fernández, Gaspar Méndez y Michael Sánchez abrieron la ruta llamada Superdiedro, al “Pico de las Sombras” (caramba, qué nombre). Una ruta de 650 metros que recorre un diedro central, en una escalada que se presenta más bien tumbada pero difícil de proteger. Debiera transformarse en un clásico.


salon de la fama

Chato de escribir, solo queda premiar a lo mejor y a los mejores. Si es que hay algo que se haya destacado... ¿Qué creen ustedes?

Veamos. Colchoneta de Tungsteno, por Mejor Iniciativa, para... nadie. No hay sorpresas, seguimos siendo las mismas pencas de siempre.

Y bueno, un poco pelado el cerro, pero aún así tiene mérito. Pues el torreón somital del Campanario tiene una virtud de capa caída hoy en día: es virgen. Claudio Vicuña

Jeringa de Plutonio, por Mejor Ascenso Técnico, para... la primera escalada chilena a la aguja Standhardt, realizada por Francisco Rojas y Jimmy Mora. ¿Las razones? Estilo alpino, mal tiempo, Patagonia y, lo relevante en este premio, las dificultades técnicas en roca y hielo que debieron resolver para embolsarse esta montaña. Bravo, perfecto, nada que decir. ¿El Mejor Deportista? ¿Ajo de Molibdeno? Desierto. Nadie cumplió la dorada regla de rendimiento deportivo de excelencia a lo largo de la temporada completa. No basta solo con una escalada meritoria.

En Cochamó, Daniel Osorio y Sebastián Rojas completaron lo que debería ser la primera escalada chilena de la Pared del Monstruo, quizás la más grande de toda el área. Además, ruta nueva, una a la cual llamaron “La presencia de mi padre” (5.10, 28 largos, 1.200 metros). Lo hicieron a fines de enero, en dos días, con un vivac en el largo 19. Para bajar se movieron un poco y utilizaron los rapeles de “Excelente mi Teniente”, lo que significa que en rigor hicieron una travesía. La lista sigue y sigue. En Torres del Paine, a fines de marzo, Claudio González, Francisco Parada y Felipe González Donoso intentaron abrir una nueva vía en estilo cápsula en el Valle del Francés, creo que en la vertiente este del Castillo, cerca del Cota 2.000; lamentablemente se regresaron de lo que al parecer era el último largo, un techo de roca mala. Cristóbal Cament y Rodericus Kaffi hicieron un intento a la Pared Sur del Fraile, una que resultó ser de granito descompuesto y que los conminó a regresarse tras 6 largos. Ignacio Vergara y Rodolfo Torrens intentaron el Fitz Roy por el Pilar Goretta, subiendo bastante (¿900 metros?) pero al parecer el mal tiempo les puso el pie encima. Misma causa que bloquearía el esfuerzo de José Edwards por escalar la Exocet a la Standhard (en fechas posteriores a la de Mora y Rojas). Y etcétera, etcétera, etcétera.

Para el último, la Mejor Expedición, Brújula de Uranio (útil para no perderse en los campos atómicos)... a la ¡Beer Machine Climbing! De Elvis Acevedo, Ulises Espinoza, Christian Quezada y Ricardo Hernández. Aplausos. Silencio. Lo bueno fue que esta temporada hubo 4 expediciones (Aguilera, Elefante, Corcovado, Cortaderal) y no sería raro que más de alguna otra se me haya escapado al escrutinio. Y dentro de ellas, los montañistas del Grupo Perros Alpinos realizaron una actividad que fue la mejor. Cumpliendo prácticamente los 4 criterios de la PAPA (transformándose en una expedición clase E/E+), que regresaron con éxito deportivo, cumpliendo lo que decían que iban a hacer y, lo que les da un plus adicional a mis ojos de lagarto juancho, demostrando una inédita inventiva para sortear el problema de acceso, usando para ello un helicóptero. Si lo único no más es que yo habría aprovechado la pasada para tirar unos volantes sobre las instalaciones de Pacific-Hydro diciendo “Y con tu mamá también”. Feliz Navidad,

El Anticristo anticristo@aruficax.cl

Versión completa de este recuento, disponible en el blog de revista Escalando. Las primeras 100 columnas del Anticristo, incluyendo la historia del montañismo y la escalada de Chile en los últimos 10 años, están en “Crónicas del Anticristo”, libro digital a la venta en Amazon y iTunes (versión normal o ilustrada). Recuento realizado gracias a la ayuda y colaboración de PETZL y DAV CHILE.



CINE ESCALANDO Por Daniel Castro

Cerro Torre A Snowball’s Chance in Hell

El Cerro Torre con sus 3.133 metros, no es una cumbre particularmente alta, pero sí una de las más difíciles y la historia de sus ascensos está llena de controversia. Thomas Dirnhofer documenta en este film los intentos de David Lama por hacer el primer ascenso en libre, es decir, usando cuerda, bolts y seguros, sólo como protección en caso de caída. Muchos pensaban que un ascenso de este tipo a la aguja de granito era prácticamente imposible, pero Lama estaba dispuesto a demostrar lo contrario.

La historia del Cerro Torre:

Director:

THOMAS DIRNHOFER Productor Ejecutivo:

Robert Trenkwalder Productor asociado: Florian Klingler Director de Fotografía: Thomas Dirnhofer Cámara: Lincoln Else Christian Mitterbauer Martin Hanslmayr Hans Hinterbrandner Gunter Goeberl Música: Michael Kadelbach Duración:

En 1952 el alpinista francés Lionel Terray aseveró que subir el Cerro Torre era imposible debido a lo vertical de sus paredes y a las escasas ventanas de buen clima en el sector. Tras el infructuoso intento en 1958 de uno de los mejores escaladores en ese momento, Walter Bonatti, la cordada conformada por Cesare Maestri y Toni Egger fue la primera en alcanzar la cumbre a finales de 1959. En el descenso, Egger cayó al vacío y con él la cámara que supues-

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tamente contenía las fotografías que probaban su presencia en la cumbre. A falta de pruebas, la polémica surgió en la comunidad escaladora y el ascenso de Maestri y Egger no fue reconocido.

La producción de este documental se empeñó en destacar los orígenes de David Lama y la idea de su constante aprendizaje. Lama es hijo de un guía de montaña nepalí y madre austríaca. A la edad de 5 años, mostró un talento inusual para la escalada, iniciando así una carrera de logros deportivos. A los 15 se convirtió en la persona más joven en competir en la copa del mundo y el primero en ganar tanto en Escalada de Dificultad como la Copa del Mundo de Búlder en su primera temporada. En 2011 se retiró de la escalada de competición y se centró en el montañismo. Manuel Ferrigato

10 años más tarde Maestri volvió al Cerro Torre para, según él, repetir la hazaña. Gran parte de los escaladores creía que en esta expedición Maestri haría cumbre por primera vez, logrando así apaciguar su consciencia. En esa oportunidad Cesare no escatimó en recursos y con un helicóptero transportó todo el equipo necesario para llegar a como diera lugar a la cumbre. Su arma secreta: un compresor diesel con el cual taladró unos cuatrocientos agujeros para colocar los bolts que le permitieran progresar en artificial por las secciones más difíciles. Maestri consideraba que el fin justificaba los medios pero,



para la mayoría, su modo de proceder fue el peor sacrilegio que se pudiera cometer. A pocos metros de la cumbre, el compresor falló y nunca volvió a funcionar. Hasta el día de hoy pende congelado en la pared del Torre. A pesar de sus esfuerzos, este ascenso tampoco fue reconocido por la comunidad escaladora, porque Maestri no escaló el hongo de hielo para alcanzar el punto más alto de la montaña, en cambio, concluyó su ascenso 50 metros antes. Su argumento: el hielo no es parte de la montaña, sólo una formación circunstancial y cambiante. Poco después de este segundo fracaso, Maestri se retiró para siempre de las cumbres. Fue en 1974 cuando Casimiro Ferrari llegó a la cima en circunstancias claras y comprobables. Jim Bridwell en 1979 fue el primero en repetir la que desde ese momento pasaría a llamarse “Vía Compresor”, haciendo alusión al motor que quedó incrustado en el hielo. Casi dos décadas más tarde, las controversias revivirían cuando Werner Herzog, el mismo director que se hizo famoso y odiado por pasar un barco por encima de un monte en mitad del Amazonas durante el rodaje de Fitzcaraldo, llegó a la Patagonia para rodar “Scream of Stone” (Grito de Piedra). Este film inspirado en los ascensos de Maestri causó gran disgusto en la zona. Herzog, condenando el daño causado por Cesare a la montaña, en su intento por llegar a la cumbre, utilizó un helicóptero para el rodaje de las escenas de escalada. Con la misma nave, extrajo el compresor de su tumba de hielo, pero tras las furiosas protestas de la comunidad escaladora, que lo consideraba parte de la historia del Cerro Torre, Werner lo devolvió a la pared. Cegado por la realización del film, el director incurrió en severas agresiones a la montaña, aterrizando en la cumbre, usando sierras eléctricas para cortar hielo de la misma y finalmente estrellando el helicóptero contra el glaciar, dejando sus escombros abandonados. Luego de este recuento es posible comprender por qué la mega producción de Redbull causó tanto revuelo.

Foto aérea de David Lama y Peter Ortner en su vivac durante el primer ascenso en libre de la arista sureste del Cerro Torre. Corey Rich

En noviembre del 2009, David junto a Daniel Steuerer, llegaron a Chaltén, en la Patagonia Argentina. Mientras ellos se preparaban para el ascenso, el equipo técnico de Redbull organizaba todo para poder filmar la épica hazaña en óptimas condiciones. Para ello taladraron la montaña para instalar 30 pernos de expansión adicionales a los cerca de 400 puestos por Maestri en 1970. Además, 640 metros de cuerda fija fueron colocados para “colgar” a los camarógrafos. Otra unidad sobrevolaría el Cerro Torre en un helicóptero para capturar las tomas aéreas. Lamentablemente, en esa temporada las condiciones climáticas fueron tan malas que no hubo ni un sólo ascenso al Torre. Las cuerdas quedaron colgadas y varios petates abandonados en la pared.

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El equipo de filmación durante el rodaje en el Chaltén. En primer plano, el director Thomas Dirnhofer, intercambia comentarios con Lama en su tercer viaje a la Patagonia argentina el año 2012. Corey Rich

La respuesta de las redes sociales no se hizo esperar y el rechazo hacia David Lama y su equipo fue aniquilador. No sólo por la soberbia de este chico de 19 años que, siendo una estrella de la escalada deportiva, quería subir una de las montañas más difíciles del mundo, sino que también porque en el intento había vulnerado gravemente la ética del desafío. Como si fuera poco, la mega producción de Redbull no había logrado llegar a puerto. Demostrando testarudez, o perseverancia, según como se quiera ver, la temporada siguiente Lama volvió al Torre. Esta vez, con su amigo y compañero, Peter Ortner, gran alpinista que ya había estado anteriormente en el Torre. Tras un primer intento fallido por un repentino frente de mal tiempo que cubrió todo de hielo y los obligó a descender a pocos metros del hongo final, los muchachos se refugiaron en Chaltén para esperar una segunda oportunidad.

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Consciente de lo complejo que era la escalada en libre en una montaña tan inclemente, el plan de David era llegar arriba del Torre, montar un anclaje y descender estudiando la línea a ser escalada y posiblemente taladrar un par de seguros en las zonas más peligrosas. Jason Kruk, un escalador de Seattle que también aspiraba hacer cumbre esa temporada, casi se desmaya cuando Lama le contó sus planes. Con ventanas de buen tiempo tan escasas, una de las mayores dificultades para Lama y Ortner era controlar la ansiedad y ser pacientes, pero tras tres semanas esperando que lleguen las condiciones adecuadas, no aguantaron más. Aprovechando una ventana de dos días subieron el Poincenot (3.002 metros). Después de la cumbre volvieron más felices y relajados a celebrar esta pequeña victoria. El costo del gustillo que se dieron fue no estar en óptimas condiciones a la mañana siguiente, cuando todas las va-

riables estaban dadas para atacar al Cerro Torre. Trasnochados y habiendo perdido un día, decidieron intentar de todos modos un ascenso a la cumbre. Eso sí, para lograrlo, tuvieron que renunciar al plan de la escalada libre. Lama y Peter hicieron cumbre, pero escalando en artificial, ascendiendo por los seguros de la “Vía Compresor”. Nuevamente David regresaba a Austria sin lograr su objetivo. Al año siguiente, en 2012, David y Peter retornaron a la Patagonia dispuestos a hacer cumbre escalando en libre. Utilizarían los bolts de Maestri sólo como seguros y no para subir por ellos. Pero Jason Kruk, quien también había estado el año anterior intentando subir el Torre sin éxito, junto a su cordada, Hayden Kennedy, tras hacer cumbre sin ayudarse de los bolts de Maestri, pero liberando ciertas secciones en artificial, al bajar arrancaron los seguros de la mítica


David Lama y Daniel Steuerer en su primer e inexperto intento al Cerro Torre en 2009. Luego de un sufrido movimento por la ruta de Maestri, el inclemente clima de la Patagonia los invitaria cordiamente a renunciar. Una tormenta que también se convirtió en mediática los meses siguientes, como respuesta a los métodos empleados en la pared por el equipo de filmación. Corey Rich

“Vía Compresor”. Para el equipo de Redbull fue una amarga sorpresa, pero a Lama, esto le vino sin cuidado y junto a Peter decidieron subir instalando sus propios seguros. Toda la paciencia y concentración invertidos en la primera parte del documental es premiada con esta segunda parte, donde gracias a las cámaras de los cascos de Lama y Peter, las tomas aéreas del helicóptero y las captadas por el equipo de filmación que, sin cuerdas fijas ancladas a los bolts de Maestri, tuvieron que ascender por la cara posterior del Torre, se captura una escalada épica y formidable. El documental de Thomas Dirnhofer logra juntar varios elementos que lo hacen muy valorable y especial. Thomas Dirnhofer, no presenta una película de escalada, lo que construye es un documental, que amalgama el relato de David Lama con la historia del Cerro Torre. Así, los

intentos de Lama y la producción, con sus aciertos y errores, son honestos y generan constantes ecos que rememoran lo acontecido con Maestri. Teniendo como común denominador el Cerro Torre, éste pasa a ser el protagonista fundamental de toda la historia.

En el afiche del documental reconocemos a Jim Bridwell, Peter Ortner, David Lama y Toni Ponholzer, con el Cerro Torre como telón de fondo que, a la vez, es el gran protagonista de esta historia.

Al igual que con el cine independiente y el de industria, no hay que pedirle peras al olmo. Cada vertiente tiene sus pros y sus contras y en ese sentido “Cerro Torre, a snowball’s chance in hell” es muy consecuente. Todo el branding de Redbull y las tomas de Lama en un fondo negro, cual gladiador o futbolista, son parte del precio a pagar si es que se quiere tener tomas aéreas impecables y todo el tiempo necesario para poder realizar el proyecto, aunque esto signifique pasar tres temporadas seguidas en Patagonia, un trabajo de montaje, postproducción y composición musical de primera línea y un director que tiene claro que, para comprender la dificultad de la hazaña realizada por David Lama, es necesario un contexto.

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LA GIOCONDA Una apertura en el Valle del Marmolejo

Por Cecilia Buil

El rugir de la moto de nieve interrumpe el silencio del valle. La luna llena lo ilumina cuando las nubes le dejan paso y se forma un juego de luces y sombras grises, con nítidos perfiles. Un viento gélido se abre paso valle abajo sin ningún obstáculo que lo frene. Cuando la moto se aleja, siento la desolación que caracteriza a este valle en invierno. Es un lugar tan hostil como bello. La temperatura sigue bajando mientras randoneo a ritmo constante. Estoy atravesando la Engorda, que en verano es una pradera de la parte baja del valle. Ahora es un desierto blanco, interminable y engañosamente llano.

La fuerte escaladora italiana Anna Torretta, en el segundo largo de la Gioconda, luchando contra el agotamiento de la altura. Claudio Vicuña



La moto de Claudio no ha parado de subir y bajar desde mediodía. Nico Negro y Rob conducen otras dos. Nico, Anna y yo avanzamos con los esquís de rando. Las motos han tenido problemas en varios sitios y hemos tardado más de lo previsto. Hoy no podremos llegar a nuestro destino. Aunque las motos de nieve facilitan el acceso no es un trabajo fácil llevar toda la carga hasta el campo base. Hay varios lugares en donde no pueden llevar mucha carga debido a la pendiente, o es delicado el paso y pueden volcar. La moto de Claudio da varias vueltas mientras yo observo horrorizada sin saber cómo ayudar. Se ha apartado con agilidad, su experiencia le ha enseñado como evitar que le caiga la moto encima. Cada vez que ocurre esto hay que descargar la moto, palear, ponerla en posición correcta y llevarla a donde pueda arrancar. Y hoy le ha ocurrido varias veces. Claudio es un reconocido fotógrafo y camarógrafo. Nos va a acompañar en la medida que pueda en nuestra escalada. Y tiene una moto que maneja con maestría, así que será también nuestro piloto y apoyo logístico. Cuando acampamos sobre la nieve, y a una

Un anfiteatro de montañas cierran el valle del Marmolejo. Dan ambiente y motivan a la exploración de nuevas cascadas. Claudio Vicuña

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hora del campo base, es de noche y hace mucho frío. Al día siguiente conseguiríamos llegar, pero las motos se habían quedado sin gasolina. Teníamos que esperar a que Claudio bajase hasta San José y volviera. Confiamos en que llegara por la tarde, pero no fue posible. El tercer día los dos Nicos se fueron a escalar mientras nosotras pensábamos seriamente en hacer los porteos de lo que nos faltaba, desde donde estaba nuestro material, cuando apareció Claudio. Por fin, preparamos todo para escalar al día siguiente. El despertador sonaría a las 5 y media. LE BOMBARDIER Anna escala el primer largo. Tiene tramos verticales y el hielo está muy duro. Se queja cuando los piolets rebotan y jadea por la altura. Aunque “solo“ estamos a 4.000 metros, escalar en vertical algo tan físico como el hielo hace que andemos más aceleradas de lo normal y que los brazos se inflen con más facilidad. El termómetro marca -12º C cuando empezamos a escalar. Comienzo con las manos y

los pies fríos y cuando afloja el muro vertical antes de la reunión, me paro, agito un brazo y luego el otro. Respiro hondo para pasar el calentón de manos. Cuando llego a la reunión, miro detenidamente el largo de la derecha, fino y algo hueco, pero aparentemente escalable. Voy allá. Los primeros metros transcurren sobre una fina columna vertical, hueca, pero bien apoyada, aunque con dos descansos en la parte izquierda. Intento proteger, pero los tornillos quedan en el aire. Solo muerden escasos centímetros y no hay muchos lugares en donde siquiera intentar ponerlos. Apoyo mi pie izquierdo en una repisita, busco donde proteger antes de empezar la parte difícil, pero los que pruebo resultan quedar demasiado mal. Pongo uno invertido, que aparentemente no está hueco… pero es invertido… Cuando llega el tramo más vertical, me aventuro esperando que mejore; avanzo y avanzo y no veo un lugar en donde poner algo fiable. Finalmente decido ir a por el final de la parte vertical, intuyendo que allí el hielo no tendrá tanta burbuja. A unos 8 metros


Los últimos largos de La Gioconda vistos desde la R2. Se intuyen un par de otras posibles rutas sobre esta estética cascada proveniente de una vertiente en medio de la pared rocosa. Arriba a la derecha, Nicolás Gutiérrez avanza en su moto hacia el fondo del cajón del Marmolejo. A la derecha, Anna, Cecilia y los dos ‘Nicos’ calentando los huesos en las termas de Colina. Claudio Vicuña

del último y 15 de la reunión, consigo por fin poner un tornillo con el que me siento totalmente segura. Cuando estoy llegando a la reunión me empieza a dar el sol. Confiamos en que la temperatura tan baja mantenga el hielo y es Anna quien toma el relevo de escalar de primera. Rápidamente recorre la rampa que lleva a la columna del largo 4. Es tarde y comienzan a caer piedras y hielo. La temperatura sube por momentos y decidimos dejarlo para otro día. Decidimos llamar a la variante de entrada “Le Bombardier” por ser el nombre de la moto que llevaba Nico y darse la circunstancia de tener un bombardeo cada vez que se nos hace tarde. EL VIENTO DEL VALLE DEL MARMOLEJO Son las 5 y media de la mañana otra vez. La noche ha sido ventosa, pero ante la llegada de un frente, Anna y yo decidimos intentar de nuevo la cascada antes de bajar a Santiago. La aproximación nos cuesta dos horas. El día anterior Claudio nos ahorró 40 minutos acercándonos con su moto… es increíble lo que se

Diego Señoret en Loa Crack, la fisura estrella de este viaje, un duro y sinuoso itinerario de cosntantes empotres anchos. Mateo Barrenengoa

acortan las distancias con estos cacharros. Y después de unas horas estábamos de nuevo en la segunda reunión. Las ráfagas de viento son tan fuertes que nos hacen perder el equilibrio, y empieza de nuevo el bombardeo de piedras y hielo. Vemos como los chicos se bajan con sus motos. ¡¡Nooooooo, esperadnos, que nos bajamos!!! Mierda, ni una cosa ni la otra. Les dejamos dicho que si nos veían escalar no nos esperaran. Bajamos resignadas a tener que hacer dedo para llegar a Santiago. Dejamos recogido el campamento, de manera que el viento no se lo lleve, y descendemos con los esquís. Son las 3 de la tarde. En 1 hora y veinte estamos en el parking.

me animó. ¡Bien hecho! No solo tenemos coche para volver a Santiago sino que además terminamos el largo día bañándonos en las aguas calientes que bajan del volcán San José, rodeados de nieve, por la noche. Allí permanecemos hasta que el hambre vence a la pereza que da salir del agua calentita.

Cuando nos acercamos a la gente que está de asado de sábado tarde a preguntar si nos podrían acercar a Santiago nos llevamos la más grata sorpresa de todo el viaje. Allí están los dos Nicos y Claudio con las motos preparándolas para ir a las Termas de Colina. ¡No nos lo podemos creer! Esto si es acertar. Yo no tenía muy claro si sería buena idea bajar tan tarde por si no encontrábamos coche, pero Anna

Tardamos 5 horas y media en llegar. En el campamento había nevado con mucho viento, por lo que la acumulación no era grande. Tras palear y volver a instalarnos preparamos el material para el día siguiente. Esta vez nos levantaríamos a las 4 y media.

LA GIOCONDA Pasamos unos días en Santiago esperando a que pasara la borrasca, que dejó entre 40 cm. y 1 metro. Esta vez íbamos solo Anna y yo. Subimos randoneando, poniendo especial atención en la zona de más pendiente del valle.

La nieve caída había borrado las huellas del ir y venir de la semana anterior. Por la tarde,

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Cecilia Buil, autora de esta nota, varios metros sobre un seguro invertido en hielo hueco, avanza en el segundo largo mientras busca un buen lugar para emplazar un seguro fiable. MĂĄs abajo Anna Torretta, muy atenta asegura desde la R1. Claudio VicuĂąa


a las 7, ya estábamos en el saco. Echamos de menos las reuniones en la tienda de los Nicos después de cenar. Pero el lado más salvaje y auténtico de la montaña se siente tanto más intensamente cuanto menos gente está a tu lado. Por la noche asomo la cabeza por la puerta de mi tienda y miro el termómetro: -12ºC. Mañana será un buen día para escalar. La nieve caída nos ralentiza un poco y tardamos más tres horas en comenzar a escalar. Evitamos la parte baja de la cascada por una vira a la que se llega dando un rodeo, trepando un corto muro y desde donde podemos acceder al tercer largo. No queremos que cuando lleguemos a su base sea demasiado tarde. Nos alegramos cuando comprobamos que un gran carámbano de hielo, de unos 3 metros, que colgaba a la derecha de la cascada, surgiendo de la roca, se ha caído. Este carámbano nos inquietaba estando en la R2… y era una de las causas convincentes para bajarse cuando empezaban a caer cosas. El sol comienza a tocar de refilón en la cascada cuando empiezo a escalar. Tenemos dos horas de margen hasta que la temperatura sea excesiva para estar aquí. El hielo está sorprendentemente bueno. Los piolets no hacen estallar el hielo ni rebotan. Rompo las finas barbas que cubren las numerosas formas. Algunos tornillos no quedan bien, aunque esto es bastante normal en un largo de sexto grado, pero el hielo es precioso y la cascada espectacular. Disfruto los movimientos, el día es perfecto, el hielo perfecto. El largo es vertical y los antebrazos reclaman sus paradas para agitar, respirar… otro tornillo. “This is bommer, Anna!!”, “¡¡Good Cecilia!!”. Intento ir lo más rápido posible porque el sol va ganando terreno en el valle y la temperatura sube rápidamente, pero lo disfruto. Escalar al sol en hielo es una delicia si acompañan las condiciones. Hago reunión en una cueva de hielo, a través de la ducha, detrás de una columna. Anna comienza el largo 5. La salida de la reunión es la misma ducha que la entrada, y se va hacia la derecha un poco para evitar mojarse demasiado. El sol da de lleno a la cascada, pero de momento los tornillos quedan bien en general. Avanza con soltura, parando a poner tornillos de vez en cuando. Desde la protección de la cueva solo puedo intuir… caen pocos chuscos, así que el hielo es bueno, ahora se para… estará poniendo un tornillo…otro tramo más. Sé que es vertical y que le costara un rato, espero que no empiece el bombardeo…

Recupero el largo lo más rápido posible. Anna me apresura, ella está viendo como la reunión se vuelve blanca por momentos. Cuando llego, foto y a rapelear lo más rápido que sepamos. Los tornillos que refuerzan el avalakov empiezan a tener holgura. Cuando llegamos a la base, una hora más tarde, el termómetro marca 20º C. ¡Con razón nos sobraba toda la ropa! Bajamos al campamento. ¡Dios mío que calor hace! Intentamos escondernos del sol, pero aquí no hay donde meterse. Cuando el viento para se podría estar en manga corta, y cuando se va el sol en cuestión de una hora baja la temperatura por debajo de los -10. Satisfechas, miramos a la cascada. Es la más bonita, merece un nombre bonito. La Gioconda es la calle en donde nos alojamos en Santiago en casa de un amigo, Boris. - “La Gioconda” es un buen nombre -me dice Anna- Sí, me gusta. - A mí también, le contesto. Y además siendo tu italiana, es muy apropiado. Al día siguiente, después de reventarnos abriendo huella hasta un corredor que lla-

mamos “Megacouloir”, recogimos todo y nos bajamos esquiando nieve costra, reventadas, hasta el parking. Esta vez no se produciría ningún milagro. Un amable señor nos dejó viajar en la parte trasera de su pick up. En principio la idea era que nos llevara hasta Baños Morales, pero al hacerse de noche y decirle que no teníamos donde dormir, ni pesos chilenos, se apiadó de nosotras y nos llevó casi hasta Santiago. Nos metimos en medio de un atasco y estuvimos tres horas y media en el remolque de la pick up pasando frio... Al llegar a la ciudad con nuestras botas de esquí puestas, los esquís y los mochilones en plena calle buscamos quien fuera tan amable de llevarnos hasta casa, con todo ese equipaje a cambio de unos dólares que teníamos. Nos llevó un señor que llevaba un puesto de comida. Por fin llegamos de nuevo a la civilización, a la calle “La Gioconda” un lugar lleno de ruidos, gente y luces, teléfonos móviles, variedad de restaurantes… En unas horas estuvimos en dos mundos, tan cercanos pero tan diferentes, que casi se tocan, pero por suerte nunca se mezclan, y disfrutamos de nuevo del hielo, pero esta vez dentro de una copa con “Pisco Sour”.

La Gioconda (WI6 160m.)

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Por Anna Torretta y Cecilia Buil Valle del Marmolejo, cota 4100m. Julio de 2014 Claudio Vicuña

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1966 Primer ascenso a la Torre Norte del Cochrane Por Erling Villalobos

En 1966 dos grupos de la rama de montañismo de la Universidad de Chile se dirigieron a la región de Aysén, al macizo del San Lorenzo. Uno de ellos, compuesto por Eduardo García, Luis Latorre y Erling Villalobos, tuvo como objetivo la Torre Norte del Cochrane. Con equipo de escalada básico se enfrentaron a una expedición por territorio inexplorado, consiguiendo un ascenso técnico de categoría mundial y revolucionario para el alpinismo chileno de esa época.

Erling Villalobos a la edad 21 años. Nos relata en esta nota sobre una escalada futurista en los años del twist, realizada en terreno inexplorado, con el equipo disponible en su momento. Sobre su camisa de franela un traje de montaña confeccionado en lona por su madre, mochila con correas de cuero y el cordín de sisal en bandolera. Eduardo García. 39


LA EXPEDICIÓN Y LOS PREPARATIVOS En el verano de 1966 la expedición a la región de Aysén fue parte del programa de ascensiones de la Rama de Andinismos de la Universidad de Chile, que incluía dos objetivos principales: el Cerro Castillo y la Torre Norte del Cochrane, ubicada en el macizo del San Lorenzo. Ambas serían catalogadas posteriormente como primeras ascensiones de categoría internacional. La expedición se dividiría en dos grupos. El primero lo componían Gastón Oyarzún, Osvaldo Latorre, Antonio Marcel y Raúl Anabalón, que irían al cerro Castillo, en tanto que el segundo estaba integrado por Eduardo García, Luis Latorre (Tribilín) y Erling Villalobos que irían a la Torre Norte del Cochrane. Eduardo García era un artista en conseguir recursos y financiamiento para las expediciones, las que durante el año se iban gestando con gran ilusión y entusiasmo, durante las salidas a la montaña o en las reuniones en nuestra modesta sede ubicada en el ya extinto edificio de la calle Santa Lucía.

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García, que era un gran conocedor de la zona austral por las expediciones a los Hielos Patagónicos, tenía contactos en las Fuerzas Armadas, a quienes asesoraba en cuestiones limítrofes y conseguía siempre con ellos, ya fuera transporte en los vuelos de la FACH o acercamientos a nuestros destinos deportivos en los barcos de la Marina. El 12 de enero de 1966 partió el grupo expedicionario en un vuelo LAN desde el aeropuerto Los Cerrillos con destino a Coyhaique. Arribados al pueblo, García tenía que hacer algunas gestiones previas en la intendencia regional para conseguir ciertos apoyos, como el traslado aéreo a Cochrane, a cambio de realizar una exploración para buscar un camino desde el río Baker hacia el Lago O’Higgins, zona que concitaba un especial interés del gobierno a causa de un conflicto fronterizo con Argentina que había ocurrido el año anterior, y en el cual había perdido la vida el teniente Merino, de la Tenencia de Cochrane. En Coyhaique nos alojamos en una escuela pública, donde tuvimos que


En Coyhaique, durante los preparativos de la expedición, el grupo recorrió los cerros de la zona. En primer plano luis Latorre, más atrás Ering Villalobos y Eduardo García. Colección Eduardo García. A la izquierda, Los Vogt, padre e hijo arrieros, fueron ayuda fundamental para llegar al cerro. La foto fue tomada en la casa de ellos antes de emprender el viaje. Eduardo García. Página del frente. La impresionante Torre Norte del Cochrane. En la foto se aprecia el macizo torreón rocoso que conduce al punto cúlmine de la escalada, una diminuta cumbre que domina un paisaje de fábula. Las nubes de la izquierda, ocultan la canaleta de hielo que permintió el ascenso. Linde Waidhfoer / westerneye.com

esperar varios días a que mejorara el tiempo y que se resolviera un problema con una bomba del avión para que el Aero Commander de Bocchetti nos transportara a Cochrane. Recién el 20 de enero en la tarde se produjo una ventana de buen tiempo y los expedicionarios del grupo de García partimos de inmediato con todos los bultos y mochilas rumbo al aeropuerto. El vuelo fue bien movido. Bocchetti, para evitar las turbulencias, se fue buscando los claros por entre las nubes, ratoneando por las quebradas casi a ras de la copa de los árboles, para desembocar finalmente sobre el lago General Carrera. Con tanto vaivén y zangoloteo, me mareé como nunca. Cuando pasó el avión por los faldeos del Cerro Castillo García, que no iba mareado, tomó fotos e identificó una posible ruta de ascensión, cuya información envió de vuelta con Bocchetti, al grupo de Osvaldo y Gastón, que intentarían esa cumbre durante los próximos días.

En Cochrane nos alojamos en el retén de Carabineros a cuya dotación pertenecía el teniente Merino, víctima del incidente ocurrido con los gendarmes argentinos en la Laguna del Desierto. Nuestro próximo destino era lago Vargas, a orillas del Baker, desde donde tendríamos que iniciar la exploración hacia el sur para buscar el trazado del camino hacia Lago O´Higgins. Ante la imposibilidad de conseguir un baqueano con caballos y “pilcheros” para dirigirnos a nuestro destino, tuvimos que hacer gestiones a través de radiogramas con la Gobernación de Aysén, para que nos transportaran en avión. Recién el 24 de enero en la tarde apareció el legendario piloto de la zona, don Ernesto Hein, en un Piper monomotor para cuatro personas. Con toda la carga que llevábamos tuvimos que hacer dos viajes. En el primero fue García con un camarógrafo que andaba con Hein y, al avistar el avión, los colonos llegaron a galope tendido a la cancha de aterrizaje para recibir a su querido aviador. Encendieron fuego y asaron un cordero ipso facto a la orilla de la pista de modo que, cuando Tribi y yo

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llegamos en el segundo viaje, nos acogió el comité de recepción en pleno con la generosidad sureña desplegada en toda su dimensión. El aeródromo de Lago Vargas era un potrero disparejo, solo destroncado de árboles, donde la frágil aeronave crujía por todos lados y parecía que se iba a desarmar cuando tocó tierra. Ernesto Hein, además de ser una leyenda en Aysén y Chiloé, era queridísimo en la región por su gran espíritu de servicio y por su temeridad en las incursiones aéreas en medio del tormentoso clima patagónico. En arriesgadas maniobras rescataba enfermos, llevaba remedios y prestaba toda la variedad de auxilios que necesitaban con frecuencia estas remotas regiones del país. En épocas de desastre era el primero en llegar con ayuda a las zonas afectadas. LAGO VARGAS Los colonos de Lago Vargas, don José Santos y Octavio Vargas, nos acogieron amablemente y nos albergaron en sus casas. García les contó de nuestra misión de buscar un paso hacia Lago O’Higgins a lo que se ofrecieron de inmediato a colaborarnos prestándonos caballos y pilcheros. Nos guiaron hasta la casa del colono José Fuentes que conocía una ruta por el cajón del Jaramillo hacia el portezuelo del río Año Nuevo, desde donde se avistaba el valle que conduce hacia el Lago O’Higgins. Don José con su hijo Vicente, se dispuso a guiarnos durante tres días hasta el portezuelo por una picada conocida. Partimos el 28 de enero en una aventurada cabalgata cruzando bosques, bordeando lagos y superando empinadas laderas de rocosas, donde los pobres caballos tenían que subir prácticamente escalando. En los pantanos muchas veces los animales se quedaban enterrados hasta la panza, teniendo que desensillarlos para tratar de sacarlos tirando. Tribi y yo solo alcanzamos a tener monturas sin estribos, así que en las partes difíciles teníamos que apretar las rodillas y agarrarnos como podíamos. Pero al final de cada jornada, todo terminaba bucólicamente en un asado de cordero y un mate amargo junto a la fogata. En medio de esa vida de arriero, nosotros íbamos escribiendo notas, tomando rumbos con la brújula, midiendo pendientes con eclímetro y marcando los puntos en una carta del IGM. Debíamos profesionalizar la exploración, puesto que esta sería mi memoria de práctica de vacaciones y además teníamos que entregar un informe del camino a la Intendencia. Cuando finalmente llegamos al portezuelo, se apreciaba claramente la ruta de bajada hacia el Lago O’Higgins. No teníamos más tiempo para continuar, pues don José tenía que volver a su faena de juntar lana para llevarla a Cochrane. Por otro lado las ganas de dirigirnos hacia nuestro objetivo montañero fueron también más fuertes que cualquier interés en extender más la investigación caminera. Una vez de vuelta a las casas, teníamos que ver cómo íbamos a llegar a la base del macizo del Cochrane, distante varios días a caballo desde Lago Vargas. Los colonos no nos podían acompañar porque estaban en plena faena de la esquila y recién en unas semanas más iban a llevar la lana al pueblo, en cuyo arreo nos podríamos haber colado. Ellos nos propusieron prestarnos cuatro caballos para que nos fuéramos solos y devuelta se los dejáramos en el pueblo. De este modo ellos se los podían traer de regreso cuando llevaran la lana a Cochrane. Fue así como de la noche a la mañana tuvimos que asumir el oficio de

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arrieros improvisados. El primero de febrero partimos los tres compañeros, bien montados y tirando un pilchero cargado con la carpa y los bultos más pesados. El sendero lo fuimos siguiendo sin inconvenientes, preguntando en los puestos del camino, pero el cruce de los ríos se tornaba un problema de marca mayor. Afortunadamente siempre encontramos a alguien que nos guiara en los vados. En algunas partes a los caballos les llegaba el agua hasta la panza y nosotros íbamos siguiendo todas las evoluciones del guía, como navegando sobre un océano que se desplazaba bajo el animal, sin puntos fijos de referencia. Al cabo de 4 días de cabalgata, siguiendo la ruta por los ríos Ñadis, Barrancos y rodeando los lagos Largo, Juncal y Chacabuco, tomamos el valle de los ríos Salto y Tranquilo para llegar finalmente el 5 de febrero a la población de los Vogt. Las casas se encontraban a la entrada del valle que nos conduciría a la base de la impresionante torre que pretendíamos escalar. Los Vogt nos acogieron con toda la hospitalidad del mundo, nos asignaron dormitorios y nos alimentaron con carne de cordero durante un par de días reparadores. Aprovechamos de descansar y organizar los preparativos para emprender la gran aventura de la expedición final. Los hijos del Sr. Vogt conocían una picada por el bosque que llegaba al pie de la montaña. El día 7 de febrero nos condujeron hasta el nacimiento del valle, nos despedimos y convenimos en que nos fueran a buscar al cabo de una semana y soltamos los pobres caballos, que a estas alturas tenían las pezuñas gastadas y caminaban dificultosamente buscando la hierba mullida donde pisar. LA ASCENCIÓN Armamos el campamento base al pie de la morrena y entre los días 8 y 9 de febrero montamos los campamentos 1 y 2 sobre el glaciar. Hacia el oriente contemplábamos el monte San Lorenzo, gran macizo de hielo escalado por primera vez en 1943 por Alberto de Agostini con unos guías italianos traídos de Europa. El campamento 2 quedó instalado en el filo que une la Torre Norte con las estribaciones ponientes del San Lorenzo. Desde aquí nos poníamos a identificar las posibles vías por donde iniciar la ascensión. Afortunadamente el tiempo estaba bueno. El 10 de febrero intentamos una ruta por la cara este de la Torre, la que tuvimos que abandonar al encontrar hielo y nieve sobre la pared que se planchoneaba de manera extraordinariamente peligrosa. Al día siguiente intentamos por la vertiente norte, una canaleta muy expuesta que terminaba bajo una estrecha cascada de verglás de gran altura. Al tratar de superarla por la pared lateral, esta se fue complicando y decidimos abandonar. Pero, por esta misma vertiente, visualizamos otra canaleta de hielo hacia el poniente que se veía más viable, la decidimos intentar al día siguiente. El 12 de febrero, salimos temprano, dirigiéndonos por el glaciar hacia la ladera norte del cerro. En ese punto iniciamos una travesía por una empinada ladera de nieve honda, para llegar a la base de una canaleta de roca y hielo que desembocaba en lo que sería el comienzo de la última escalada que nos llevaría a la cumbre. La canaleta, que nos tomó todo el día en superar debido a su exposición y dificultades técnicas, nos obligó a poner una gran cantidad de clavos de seguro, pero nos condujo finalmente hacia la base de la pared final. Vimos la hora y evaluamos


Cuesta creer que con el equipo y las condiciones existentes en Chile para el montaĂąismo tĂŠcnico se hayan logrado ascensos tan importantes como el relatado en esta nota. En la foto vemos a Luis Latorre y Erling Villalobos remontando el glaciar para instalar el campamento alto. Eduardo GarcĂ­a


Bajo estas líneas, la segunda montaña más alta de la Patagonia: el Cerro Cochrane (3706m), también conocido como Monte San Lorenzo. Está rodeado por una serie de agujas en un cordón que se proyecta hacia la localidad del mismo nombre. En el extremo de éste sobresale la Torre Norte (la cumbre más alta a la derecha de la página del frente). Linde Waidhfoer / westerneye.com



la situación. Si optábamos por emprender la escalada final, nos iba a alcanzar la noche en el descenso y tendríamos que vivaquear al pie de la pared con la ropa que llevábamos puesta. Era tarde, pero nuestra obsesión por alcanzar la cumbre, que tanto esfuerzo hasta ahí nos había demandado, fue más fuerte que la racional sensatez de la retirada. Organizamos las cuerdas, el resto de los clavos, los mosquetones y partimos - que sea lo que Dios quiera –. García iba punteando, después venía yo y enseguida Tribi. Comenzamos una linda escalada aérea por una pared de una deliciosa roca granítica. Al cabo de unos tres largos de cuerda, se empezó a abrir gradualmente el horizonte del poniente y comenzó a aparecer el valle por donde días antes habíamos llegado cabalgando hasta la estancia de los Volt. Nos abordó paulatinamente esa inyección de energía y regocijo que produce la cercanía de la cumbre. Se iba abriendo más la visión del valle hacia el oeste, hasta que ya no había nada más que ascender.

pies, sintiendo ese apretón fraterno a través del pecho empaquetado por la ropa. ¡Estábamos en la cima de la Torre Norte del Cochrane¡ ¡Lo logramos! Nos sentamos en la cumbre a contemplar una dorada y apacible puesta de sol adornada con arreboles en el horizonte. Pero todo este deleite supremo, se comenzó a disipar rápidamente cuando la realidad de volver al mundo inferior empezó a cobrar conciencia entre nosotros. Tendríamos que rapelear de noche y posiblemente esperar acurrucados al pie de la pared, la luz del día siguiente para continuar bajando. Afortunadamente el tiempo estaba bueno. Tribi, comenzó a descender primero, después venía yo y cerrando la retaguardia, el experimentado García. Si bien la pared era de roca buena, el sol del día había derretido el hielo que soldaba las grietas, dejando muchos bloques inestables. Tribi terminó el último rapel, se desencordó y buscó protección bajo un techito para resguardarse de la caída de piedras.

¡García estaba en la cumbre vitoreándonos con las manos en alto! Uno a uno nos fuimos reuniendo los tres camaradas en el estrecho espacio cumbrero. Con el corazón batiente de regocijo nos abrazamos emocionados con la ferretería colgando y la cuerda enredada entre los

Erling Villalobos cruzando una de las varias grietas del glaciar rumbo al campamento alto, mientras Luis Latorre Vicintini, lo asegura con el cuerpo enterrando el piolet hasta la pica. Eduardo García

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Cuando llegué abajo, todavía encordado con García, Tribi me llama para que vaya rápidamente a guarecerme bajo su refugio. Alcanzo a dar un paso y siento el grito de Eduardo -¡¡PIEDRA!!- y en un segundo una gran masa golpea mi cabeza y salgo rodando cuesta abajo con


una mole descomunal echando chispas al lado mío. Después de dar tumbos por el inclinado balcón de roca suelta, siento el tirón de la cuerda de seguro y paro justo al pie del acantilado. Habría seguido como la roca, en unos mil metros en caída libre hacia el glaciar del San Lorenzo. Quedé tirado de espaldas mirando las estrellas, sintiendo un calor interno en medio de un adormecimiento levitante. Estaba seguro que estaba muerto, no percibía nada de mi cuerpo material, vi como que mi alma se desprendía hacia lo alto para contemplar en esa noche diáfana la belleza silenciosa del espectáculo circundante. El resplandor de la majestuosa masa de hielo del macizo del San Lorenzo, alumbrado por la luz de las estrellas. Abajo, el gran glaciar como un inmenso río congelado veteado de bandas grises. Sentí como que una paz celestial me transportaba a un estado de letargo etéreo. Cuando estaba flotando en esa condición, escuché la voz de Tribi que me gritaba – ¡Oh! me dije, puedo escuchar – y de unos cuantos saltos temerarios, aparece Tribi desencordado al lado mío, diciendo, -¿Erling estás bien? ¡Vamos levántate, vamos arriba!. Yo trato de enderezarme, pero veo que una pierna no me responde y el brazo izquierdo tampoco. Tribi me alza y arrastrándonos llegamos al resguardo al pie de la pared, García ha

llegado y dice que la gran piedra se soltó y no la pudo contener, después sintió el tirón de la cuerda que me detuvo, desprendiéndolo de la pared. Tendremos que vivaquear. La oscuridad de la noche, sin luna y sin lámparas frontales, no nos habría permitido ver el empinado descenso por la canaleta de hielo. Sentados en el balcón y amarrados a unos clavos en la pared, nos preparamos mentalmente a pasar la noche con lo puesto y sin dormirse. Tendremos que hacer esfuerzos para continuar despiertos. Tenemos que mantener las extremidades en movimiento para evitar el congelamiento. Y comenzamos a tiritar, esa natural reacción del organismo para contrarrestar el frío. Mi pié bueno lo muevo como puedo, pero veo cómo el cuero de mi fiel bototo de la “Estrella Alpina” se comienza a escarchar. Zapateo con mi pie bueno. Mi mano izquierda es una masa sanguinolenta. Tengo todos los dedos pelados y el codo no lo siento. Empieza la larga vigilia bajo las estrellas, matizada por el castañeteo de dar diente con diente. Veo la hora pensando en que son las 3 de la mañana y en realidad son recién las 12 de la noche. La blanca luminiscencia del San Lorenzo decora la belleza de la noche eterna. El tiempo en este estado sufriente, avanza con una lentitud indolente, funciona a otra escala. Einstein dice que el tiempo es relativo y su dimensión depende de la velocidad a la que viajamos. Pero este tiempo humano, psíquico, parece que depende de otros motores, obedece la teoría de la ansiedad, del anhelo y de la desesperación. Comenzamos a cabecear, pero los codazos de García nos vuelven al compromiso de la no resignación, de luchar contra el congelamiento, de tiritar y de mantenernos en movimiento. Las pequeñas cascadas de agua se han congelado. La punta de mis zapatos tienen una costra de escarcha blanca sobre el cuero. No siendo los dedos de los pies. Nunca en mi vida había tiritado tanto durante tanto tiempo. Nunca había experimentado con esta intensidad los potentes mecanismos reflejos, que el organismo gatilla para su conservación. La noche sigue igual, las estrellas no se mueven y las puntas de mis dedos se continúan congelando. Estrellas insensibles, ¡por qué no se mueven, por qué no avanzan hacia el poniente! Más tiritones, más insensibilidad en mis dedos, más dolor del brazo izquierdo cuando lo muevo. Sigue la misma secuencia eterna que parece un siglo, hasta que por fin una leve claridad se empieza a dibujar sobre el filo de los contrafuertes del San Lorenzo. Comienza el albor de un nuevo día, comienza lo más frío del amanecer. Pero la luz compensa todo. Comienza a renacer la vida. Esperamos pacientemente hasta que los primeros rayos de sol empiezan a calentar mi anorak y empezamos a destrabar las anquilosadas articulaciones y a preparamos para el descenso. Comenzamos a bajar a las 7 hrs.

Erling Villalobos, contra el tiempo y aprovechando los últimos minutos de luz, escala en roca durante el asalto al torreón final. Eduardo García

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Luego de un sufrido vivac y muchas horas sin dormir, Luis Latorre Visintini y Erling Villalobos regresan al campo alto con el espíritu satisfecho y la cumbre de la Torre Norte del Cochrane conquistada. Eduardo García

En los rapeles yo iré al medio y mi compañero de arriba me irá sosteniendo con la cuerda de seguro. Mi mano izquierda no vale nada y tampoco mi pie izquierdo. Luego de 2 rapeles llegamos a la canaleta de hielo. Entre la paciencia de mis compañeros y mi entereza para soportar el dolor, vamos descendiendo lentamente, yo seleccionando los apoyos para que todo no me duela tanto. Después de 9 sufridos rapeles alcanzamos la plataforma inclinada en la base de la canaleta. Ahora viene el traverse por la empinada pendiente de hielo y nieve, donde en la víspera Tribi había resbalado y los dos con García lo pudimos contener con los piolets enterrados hasta la pala. Afortunadamente las huellas aún están allí, lo que facilita el progreso para alcanzar el glaciar de pendiente más suave, donde nos espera nuestra carpita. Por fin llegamos al campamento. Una vez en su interior, el calor hogareño, el saco de dormir y el cálido ronroneo del anafe preparando una sopita, nos devuelven el alma al cuerpo. Mis extremidades dolientes al fin tienen un momento de alivio. Ya más relajados con la sopa y el té caliente, nos vuelve la alegría de la cumbre. Hemos realizado una primera ascensión difícil, de real factura internacional. Estamos vivos en el campamento alto aunque con un averiado en el equipo. ¡Qué momentos aquellos! Creo que son pocos los instantes de mi monótona vida civilizada, en los cuales he sentido esas dichosas explosiones, de satisfacción máxima. Pero nada es como la conquista de una cumbre de primera línea, nada como el abrazo fraterno con la

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cuerda enredada entre el piolet y los crampones, sintiendo el palpitar del pecho de mi compañero a través de las gruesas capas de abrigo, por donde fluyen los neutrinos de la alegría de corazón a corazón. Nada es tan glorioso en este mundo como ese instante de la cumbre. García me coloca Hermoplacentín en las peladuras de mis manos. Pasamos una noche abrigada, yo dentro de mi saco de plumas, fiel compañero de tantas jornadas, con mi olor particular impregnado en la tela, brindando calorcito y alivio al variado espectro de mis dolores nuevos. En la mañana del 14 de febrero procedemos a empacar y a desarmar el campamento. Hay que bajar. García me pasa para que me ponga un supositorio de un analgésico fuerte para el dolor. Tengo que calzar los crampones en la pata esguinzada y cargar mi mochila. Piolet amigo mío, serás tú mi tercera pata. Comienza mi calvario por el glaciar. Hay que enterrar las diez puntas con fuerza en la nieve dura. El San Lorenzo nos vigila como un gran señor imponente. ¿Qué nos querrá decir? Que invadir sus dominios tiene su precio o que está grabando la imponencia de sus hielos inmaculados en nuestras memorias para siempre. Pero ningún sufrimiento es eterno, todo tiene su fin. Se acabó el glaciar, nos sacamos los crampones y comenzamos a adentrarnos en el bosque. Llegamos al lugar de nuestro campamento base, donde habíamos dejado los caballos, pero los pingos después de diez días pastando y recuperán-


Luis Latorre Visintini revisando los grampones en el campamento alto. Eduardo García A la derecha. La primera impresión de Eduardo García desde la cumbre en un atardecer inolvidable; más atrás, el Monte San Lorenzo de fondo. Colección Eduardo García

dose de sus pezuñas “espiadas” de la larga expedición desde lago Vargas, estaban briosos, con el pelaje brillante y rebosantes de energía. Cuando nos vieron aparecer, adivinando nuestras intenciones de captura arrancaron a perderse. Estuvimos tratando de atraparlos toda la mañana, hasta que milagrosamente hacen su arribo nuestros amigos, los colonos Vogt, los lacean con maestría y en un dos por tres desarmamos el campamento y estamos montados con las mochilas arriba de los pilcheros. EL REGRESO Emprendemos la cabalgata de vuelta, hacia nuestro destino inmediato, la población los Vogt. Somos recibidos nuevamente con cariño, con asado de cordero crucificado en el fogón a leña y nosotros aficionados, con un facón en la mano tratando de cortar una presa decente entre tanto hueso que se interpone al filo del cuchillo. De nuevo sentimos la hospitalidad fraterna y generosa de los colonos de la Patagonia. Al otro día continuamos el viaje solos hasta Cochrane, donde llegamos el 17 de febrero. En el pueblo dejamos los caballos encargados, para que los retiren los colonos de Lago Vargas cuando vengan en unos días más con su cargamento de lana. Tenemos una alegre recepción en la Comisaría. El Sargento primero Chavarría nos invita a comer a su casa. Al día siguiente volvimos en el avión de Bocchetti a Coyhaique y allá nos

enteramos que nuestros compañeros de la expedición al cerro Castillo también habían hecho cumbre. Nos inundó otra alegría adicional. Ellos habían regresado antes a Coyhaique y ya se habían vuelto a Santiago. Después que García se reunió con el Intendente para informarle de nuestra exploración y de ser entrevistados por Gustavo López en la radio Patagonia Chilena de Coyhaique, continuamos por tierra hasta Puerto Aysén y en Puerto Chacabuco abordamos la motonave Quellón que nos llevó a través de una linda navegación por los canales y por el golfo de Reloncaví hasta Puerto Montt. En Puerto Montt tomamos el tren a Santiago. Se acabó la bella aventura y ahora de vuelta a clases, a mi adorado tormento, la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. En Santiago nos juntamos con nuestros compañeros de expedición y rebosantes de alegría nos contaron los detalles de su ascensión, la ruta por una canaleta de hielo y la escalada final para alcanzar exitosamente la cumbre. La cordada de Osvaldo “Flaco” Latorre y Gastón Oyarzún, excelentes escaladores, había alcanzado la cumbre el primer día y Antonio Marcel con Raúl Anabalón lo habían hecho al día siguiente. Habíamos coronado la expedición universitaria con dos primeras ascensiones de primera magnitud.

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Pan aromA Dos generaciones envueltas por la niebla Texto por Camilo Castellanos Fotos por Jon Herranz y Marc Subirana

Francisco y Eduardo Marín, padre e hijo, consiguieron encadenar la vía de Big Wall “Pan Aroma”, una de las rutas más duras del mundo. Una línea en la Cima Ovest de Lavaredo en Dolomitas, que tiene 500 metros de recorrido, alcanza el 8c (5.14c) y fue abierta por Alex Huber. Con siete años de vida, esta ruta tiene menos de 10 encadenamientos y se rompieron varios agarres de uno de sus largos clave, poniendo en duda un nuevo ascenso.

Los seguros de la vía son muy precarios, lo que obliga a escalar con mucha presión psicológica. En la imagen, Edu y Novato observan el largo que tienen por delante desde la segunda reunión. Jon Herranz


La lluvia había empezado a caer de manera repentina, las gotas escurrían por su chaqueta Goretex, pero se filtraban por sus pantalones y empapaban sus zapatillas de escalada. Con 61 años, Francisco, conocido como Novato, se encontraba envuelto por la niebla y la lluvia mientras intentaba escalar uno de los últimos largos de “Pan Aroma”. A más de 300 metros de altura ya había sobrepasado las mayores dificultades de la vía, dejando solo los largos más fáciles, pero la montaña no quería que pudieran abrazar la cruz de su cima sin hacerlos luchar contra el tiempo. “Empezó a lloviznar sobre las seis y media. Llegué a una repisa empapado porque ya llovía a cántaros, alargué todo lo que pude la cuerda de 80 metros que llevábamos... Se acababa la cuerda pero yo ya no oía a Edu, seguía tirando para arriba a ver si encontraba donde asegurarme”, dijo Novato en una entrevista a Desnivel. Continuó avanzando con un runout de 20 metros sin poder ver por dónde seguía la vía hasta que llegó a una repisa. Ahí no encontró donde poner ningún Friend ni un clavo,

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colocó su cuerpo contra unos bloques y en contraposición comenzó a asegurar a su hijo. “Él llegó a mí, nos miramos y vimos claramente que ahí nos íbamos a quedar”, señaló Novato. Era su doceavo día luchando en esta gigantesca pared amarilla con rojo y tuvieron que pasar la noche en un frío cercano a los cero grados. Al día siguiente, envueltos en la niebla que hacía parecer que nunca iba a amanecer, fueron en busca de la cumbre. Edu le cedió el último largo a su padre y ambos se abrazaron en la cima cuando el cielo se abrió y les permitió apreciar la vista de los Alpes. Luego comenzaron un prolongado descenso de cinco horas, esquivando el hielo que cubría por partes la pared. Hace 17 años, Edu y Novato habían escalado su primera ruta de Big Wall juntos, ahora, después de estar ambos un tiempo dedicados a la escalada deportiva, las grandes paredes y la escalada alpina los volvía a motivar. El proyecto no podía ser menor, Edu uno de los mejores esca-


ladores de España con tres 9a+ (5.15a) encadenados y su padre, Novato, quien con 61 años y varias décadas de experiencia de escalada en su cuerpo, consiguió encadenar 8b+ (5.14a). El primero de junio de 2014, Edu y Novato comenzaron su viaje a Dolomitas con la misión de escalar “Pan Aroma”. La ruta abierta por Alex Huber en 2007 ya era una leyenda de la escalada de Big Wall, como la gran mayoría de las vías que los hermanos Huber han dejado por todo el mundo. Alex abrió “Bellavista” otro Big Wall de 8b+ en la cara norte de la Cima Ovest di Lavaredo seis años antes y luego volvió por “Pan Aroma” un gigantesco techo que parece como si un enorme bloque se hubiera desprendido de la pared dejando un extraplomo escalonado de decenas de metros. Ambas quedan en la torre occidental de Las Tres Cimas de Lavaredo: formaciones rocosas que a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar sobresalen de una montaña como torres que protegen la entrada de un reino medieval donde habitan dragones y gigantes.

“Acá en Dolomitas la escalada siempre es fantástica. Es difícil encontrar algo similar en alguna otra parte... Creo que vale la pena subrayar que la ruta no es para nada una escalera de bolts. Es muy demandante física y psicológicamente, tienes que saber cómo escalar con largos runouts”, dijo Huber a Planet Mountain cuando realizó el primer ascenso. La ruta comparte los primeros largos con “Bellavista” pero después se desvía hacia un gigantesco techo. Nueve largos son la parte central, con el plato fuerte en el sexto y séptimo, el primero un 8b+ de 60 metros con solo siete bolts y el segundo un 8c de 20 metros y 4 bolts, a esto se le suma que la roca no es de muy buena calidad por lo cual proteger con seguros removibles no es una opción en la mayor parte de la vía. Edu, en muchas de las caídas, quedaba por debajo de su padre y al ser un techo tan grande, debía recuperar con un jumar. Pocos escaladores han repetido esta vía después de Huber, a pesar de que su dificultad la hace un objetivo a seguir para los deportistas de

Las Tres Cimas de Lavaredo, de casi 3.000 metros de altitud. La Cima Ovest en concreto tiene 2.973 metros, siendo la segunda más alta de las tres. Jon Herranz El parque de las tres cimas de Lavaredo se caracteriza por la imponente belleza de sus paisajes. En la imagen, Edu y Novato aproximándose a la pared de la Cima Ovest. Jon Herranz

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Francisco Marín “Novato” y Edu Marín forman una de las cordadas más singulares del panorama internacional. Padre e hijo se complementan a la perfección, prueba de ello es el hecho de haber superado su primer gran reto juntos con éxito. Jon Herranz Al frente. Pan Aroma es una vía muy exigente físicamente desde los primeros largos. En la imagen Edu supera un paso de techo situado en el segundo largo de la vía. Jon Herranz

alto nivel. Los austríacos Helmut Kotter, Hansjörg Auer y David Lama y los españoles Iker Pou y Dani Moreno lograron realizar el ascenso, sin embargo varios de ellos no continuaron hasta la cumbre. Tras pasar los techos de 8b+ y 8c decidieron descender, ya que las condiciones climáticas y de humedad hacen que la escalada se vuelva más alpina, a pesar de que no sea de mucha dificultad. “La verdad es que tenía muchas ganas de probar esta línea porque el año pasado estuve con Sasha DiGiulian haciendo la hermana pequeña que es “Bellavista”, que va justo a la izquierda y es un poco más fácil”, comenta Edu sobre cómo surgió la idea de ir a “Pan Aroma”. Sin embargo, el calendario de Sasha no le permitió acompañarlo, por lo cual tuvo que buscar otro compañero. “Le dije a mi padre si se motivaba a hacer un Big Wall conmigo. Se puso a reír, creía que se lo decía en broma pero le fui insistiendo y un día se motivó y se puso a entrenar y a practicar maniobras de limpieza de la vía, porque hace mucho tiempo que no se metía en una ruta así. Una vía como esta requiere de mucha infraestructura y cuerdas fijas por la cantidad de techos que tiene” El primer día de escalada en “Pan Aroma”, Edu iba de primero y de repente comenzó a oír gritos de su padre. Dos piedras habían caído a solo un metro de distancia de donde se encontraba. “¡Bienvenido a Dolomitas, yiiijaaa!”, fue lo que Edu le gritó desde arriba. A Novato le quedó grabado el sonido de las rocas cayendo y lo fue repitiendo todo el día entre risas.

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La primera vez que Edu y Novato se subieron a un Big Wall fue hace más de 16 años. Novato, acostumbrado a este tipo de escalada, decidió iniciar a sus hijos en el deporte llevándolos a las múltiples zonas que hay para grandes paredes en las cercanías de Barcelona. “Cuando era muy joven, alrededor de 12 años, recuerdo que él siempre se iba a la montaña y me comenzó a motivar a que lo acompañara. Empezamos en vías largas, en aquella época mi padre casi que desconocía la deportiva, siempre ha sido más alpinista, escalador de grandes paredes”, dijo Edu sobre sus comienzos en la escalada. Cuando llevaban un tiempo yendo a escalar grandes paredes, Edu ya quería puntear. En la zona de Terradets, un lugar donde las proporciones de la roca se pierden en el cielo, padre e hijo comenzaron una vía de 6c de varios largos. “Son vías equipadas, pero hay que tener cuidado porque los seguros están alejados. Algo importante en Big Wall y que yo no sabía en aquel momento es que siempre se debe seguir la línea más lógica para no perder los seguros de vista”, señaló Edu. Su padre le permitió ir de primero, la juventud y emoción de estar puteando por primera vez una vía de Big Wall hicieron que realizara casi todo el largo sin poner seguros, perdiendo la línea de la ruta y, cuando no encontró la estación, hizo una reunión en un pequeño árbol de Sabina que sobresalía de la roca. “Cuando mi padre empezó a subir en top vio que no podía limpiar ninguna cinta, porque no había chapeado nada. Cuando me vio asegurándolo



Las extraordinarias dimensiones de la pared, con sus techos impresionantes, representan por sí solas un reto mayúsculo para quien la quiera escalar. Con una chaqueta azul se puede distinguir a Novato, y unos metros más abajo, con pantalones naranja a Edu asegurándole. Jon Herranz

de aquel arbolito casi se desmaya… Me acuerdo su cara de susto. Me dijo que a partir de aquel día nunca más volveríamos a escalar grandes paredes porque me iba a hacer daño. Desde ese entonces nos pasamos a la escalada deportiva”. *** Edu Marin es parte de una generación de fuertes escaladores españoles. Con solo 15 años encadenó 8b y a los 17 consiguió su primer 9a. Luego del episodio del Big Wall junto a su padre y de conseguir sus primeros 7b, Novato decidió llevarlo a la selección catalana de escalada, que estaba a cargo del reconocido entrenador David Macia. “Me acuerdo que cuando llegamos ahí empezamos a hablar, mi padre me cogió y le dijo David ‘mira te tengo al futuro campeón del mundo’. Yo no sabía dónde meterme de la vergüenza”, dijo Edu. Algo que se cumplió como una profecía años después, no sin antes pasar por largas jornadas de entrenamiento planificado en la resina. “En aquella época yo era un niño regordete y rebelde que casi nunca asistía a los entrenamientos. David, para castigarme, me ponía a entrenar con las niñas y eso me daba todavía más rabia”.

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Con 27 años este escalador ha conseguido tres 9a+ y tres 8c a vista, a esto hay que sumarle una gran cantidad de podios en competencias de dificultad y búlder, una de las más notables es el primer puesto en la Copa del Mundo de Dificultad realizada en 2006 en Chamonix. El nivel de Edu es producto del constante entrenamiento planificado, de estar horas en la tabla de campus subiendo y bajando, pero sus logros también se han traducido a otros tipos de escalada como el Dry Tooling y la escalada de grandes paredes, donde ha encadenado vías entre las que está el primer ascenso de “La vida es bella” 8a+ en Noruega, la cual realizó solo con seguros removibles y a vista. Francisco también se inició en la escalada desde chico. Ha vivido toda su vida en Barcelona, por lo cual la zona de Montserrat era un destino obligado. Gigantescos dedos de roca gris que sobresalen como tratando de tocar el cielo, al lado de capillas y el monasterio benedictino dedicado a la Virgen de Montserrat. A los 12 o 13 años empezó a visitar estas rocas, a hacer espeleología, senderismo y algo de escalada. Alrededor de los 17 años se inició pro-


Novato yumareando el cuarto largo, que Edu acababa de encadenar. Jon Herranz

piamente tal en la escalada y, como en esa época no existía la deportiva, su afición comenzó en las grandes paredes y la escalada alpina. A los 30 años ya estaba totalmente involucrado en este deporte, entrenando entre semana. A los 46 se inició en la escalada deportiva tras el incidente de Big Wall con Edu y a los 60 Novato fue reconocido internacionalmente cuando consiguió su primer 8b+ (5.14a). *** 17 años después del Big Wall que los llevó a la escalada deportiva, padre e hijo volvían a las grandes paredes. Llegaron el jueves 2 de julio al medio día y para aprovechar el sol se subieron a los primeros largos y dejaron cuerdas fijas hasta el primer largo 8b+ del techo. Comenzaron las caídas, vuelos factor dos, donde Edu quedaba por debajo de la estación desde donde estaba su padre, una y otra vez. “Un amigo, la estuvo probando y él me informó de la secuencia rota que no había podido pasar y que no sabía si era posible. Nadie había pasado hasta la fecha. El primer día fue muy difícil porque no lograba hacer aquella secuencia y me pegaba vuelos bastante impactantes

y mi padre la pasaba muy mal, eran vuelos de 12 o 15 metros”, comenta Edu. Esta sección da inicio al gigantesco techo, su primera dificultar es una travesía de búlder que por sí sola puede alcanzar el grado 8a. Luego tiene un reposo que permite recuperar fuerzas para un segundo crux que sigue una secuencia técnica de romos. “Esta sección cuesta en especial porque siempre está bastante húmeda, por lo cual hay que aprender a escalar en malas condiciones, los seguros están lejos lo que hace que la escalada sea muy tensa”, explica Edu. El primer día fue el más duro para este escalador, se enfrentó al largo sin saber si se podría conseguir y por lo alejados de los seguros, era como escalar psicobloc, al caer debía probar todo desde abajo, sin poder trabajar la sección particular. Terminó el primer día y el largo no pudo ser encadenado. Al segundo, en el noveno intento, Edu vio una pequeña regleta arenosa para rebotar a un agarre de hombro, poner un talón izquierdo y coger un invertido para lanzar a otra regleta con izquierda, esto le permitió avanzar y encadenar el largo. Ahora quedaba un 8c de 20 metros, una escalada aérea de techo.

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Los desplomes son una de las especialidades de Edu MarĂ­n, una que tuvo que emplear a fondo en los enormes techos de Pan Aroma. En el corazĂłn de los Dolomitas, la Cima Ovest de Lavaredo cuenta con uno de los escenarios mĂĄs impresionantes de la escalada internacional. En la imagen, Edu saliendo de los techos en el largo de 8c. Marc Subirana

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“El largo 8c está un poco mejor equipado, este tiene 3 seguros de expansión. No me costó tanto, el primer día conseguí todos los movimientos y secuencias difíciles, lo encadené bastante rápido. Este segundo largo es totalmente techo, muy físico, pero muy de mi estilo: de fuerza. Me cedió más fácil que el primero”. Sin embargo la lucha no terminaba ahí, ahora debían encadenar todos los largos desde abajo. Tuvieron que pasar 7 días de trabajar la ruta y esperar buenas condiciones climáticas para ir por el encadenamiento. Edu de primero y su padre detrás, jumareando en los largos más difíciles, ya que las condiciones climáticas y los extensos vuelos no le permitieron probarlos. A las 7 de la mañana comenzaron el ascenso, dejaron comida y agua en la estación del largo 8c para ir más ligeros. Llegaron abajo del techo para iniciar el largo 8b+ de agarres rotos. Edu comenzó su escalada, logró pasar la primera parte con algunos agarres mojados. “En el descanso pensaba, ‘todo va bien Edu’, pero aún quedaba el segundo tramo, el más difícil, el de las presas rotas”. Con tranquilidad y determinación, Edu logró escalar los 60 metros de este largo. Ahora le quedaba el 8c. “Llegó mi padre a la reunión, ‘Edu venga que la tenemos’, me decía. Y le veía realmente confiado en mí, y si mi padre pensaba que era posible, lo iba a ser.” - Venga padre, asegúrame ya, que quiero acabar con esto - ¿Seguro? ¿No quieres descansar más o probar el 8c? - No padre voy de una, ¡a muerte! Comenzó a escalar el techo y se le rompió un pie y la cuerda no entraba en la primera cinta. “¡Joder!, es el último largo, acelera”, pensó Edu. Se saltó la chapa, el frío de la adrenalina invadió sus venas y gritando en cada paso consiguió llegar a la estación. “No podía parar de llorar de la emoción. En ese momento, me di cuenta de la enorme presión que llevaba dentro, no quería fallar a los que me habían apoyado en este proyecto a toda la gente que me estaba siguiendo, todos los padres e hijos que me habían escrito

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dando su apoyo (…) Me emocioné muchísimo porque mi padre estaba muy vinculado a este proyecto, estábamos luchando mano a mano para encadenarla y yo sé que ha sido muy duro para él, más de lo que yo me hubiera imaginado. Está muy fuerte físicamente, pero es una de las rutas más duras del mundo y psicológicamente es muy impactante, muy aérea y muy precarios los seguros; él la pasó bastante mal viendo cómo me caía 15 metros; pasó frío, dolores de espalda por asegurarme…”

Después de sufrir las inclemencias del tiempo y de pasar la noche en una repisa, padre e hijo coronan la Cima Ovest de las Tres Cimas de Lavaredo. Jon Herranz En la imagen del frente, Edu desciende rapelando después de probar los largos más duros de la vía. Marc Subirana

Todavía les quedaban unos 350 metros de roca envuelta por la neblina. Comenzaron a intercambiar la escalada de los largos, Novato desaparecía en ese mar de roca amarilla y roja. La niebla lo atrapaba como un manto protector, quitando el vacío del mundo que se abría a sus espaldas. De repente comenzó a llover, las gotas escurrían por su chaqueta Goretex, pero empapaban sus pantalones y zapatillas mientras buscaba el refugio donde pasaría la noche junto a su hijo. La mañana del domingo 15 de junio, Novato y Edu, padre e hijo, se abrazaron en la cruz que se encuentra en la cumbre. Tras ocho días de trabajo en la pared, consiguieron encadenar una de las vías de Big Wall más difíciles del mundo.

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Cruzando Parallel Glacier en la primera expedici贸n. La cumbre m谩s prominente de la izquierda es el Treshold Peak. Felipe Cancino 62


60 dĂ­as en la Cordillera del

Waddington Por Felipe Cancino

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Tras un vuelo de 45 minutos, desde Campbell River, los hidroaviones aterrizan en Canyon Lake trayendo y llevando a los expedicionarios. Medio no muy económico de aproximarse, pero fácil y simple. Felipe Cancino

La cordillera del Waddington forma parte de la cordillera de la costa en la región de British Columbia y es la sección más alta de este cordón montañoso, con una extensión de 40 km de largo y con cumbres entre los 3.500 y 4.000 metros. Destino donde un montañista chileno estuvo dos meses realizando sendas expediciones de montaña en el marco de su trabajo para la escuela NOLS.

¡De expedición en el Waddington Range! Con ese entusiasmo recibía la noticia del lugar dónde iba a pasar esta temporada trabajando en Norteamérica. Su cumbre más alta es precisamente el monte del mismo nombre, Waddington, con 4.019 metros de altitud. Rodeado por un sin número de otras montañas que hacen de esta zona

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una de la más alpinas en Norteamérica fuera de Alaska y Yukón. Con estas características viajaba hacia Canadá, liderando dos expediciones de montaña para cruzar esta cordillera en dos travesías: de este a oeste primero y posteriormente en la dirección opuesta. Con la expectativa de completarlas y poder sacar el mayor provecho posible a la experiencia.

Capítulo I: primera expedición Partimos la última semana de junio del 2014 con el grupo desde el estado de Washington en USA, manejando dos días completos hasta British Columbia, Canadá, donde llegamos al lugar donde comenzaríamos nuestra aproximación. Esta fue intensa, a través de un largo valle que no ha sido transitado por nadie en mucho tiempo. Después de varios días logramos salir arriba de la vegetación para cruzar nuestro primer paso, “Granite Pass”. Esta es una de las puertas de entrada al Waddington, que te da la bienvenida con una vista a un sinfín de montañas y glaciares. Una vez alcanzado este lugar me di cuenta de la dimensión de este lugar, con una espectacular vista a las principales cumbres, incluyendo por supuesto el monte Waddington.


Desde la cumbre del monte Cavalier, Felipe tomó una fotografÌa que retrata el momento exacto en que otro grupo de la expedición desciende desde Mount Squire. Felipe Cancino. Derecha. Parte de los peligros objetivos: encontrarse con osos. En este caso con un joven Grizzly que apareció de la nada desde una morrena mientras acampaban cerca de un glaciar. Felipe Cancino

La primera semana de expedición dejó en evidencia que la temporada que íbamos a enfrentar más adelante iba a ser seca. Con temperaturas muy altas, la navegación en el glaciar fue un poco complicada debido a las condiciones de la nieve; la larga exposición al sol en estas latitudes, los puentes de nieve sobre las grietas, las rimayas en los pasos y la lenta progresión con el peso de las mochilas nos dieron buenos desafíos que enfrentar. Lo que nos hizo cambiar nuestra estrategia y optar por viajar durante la noche y muy temprano en la mañana, especialmente cuando tuvimos que cruzar altos portezuelos con gran compromiso (sobre los 2.600 metros). Una vez que alcanzamos nuestro primer gran objetivo en la expedición, al llegar al principal plateau, un campo de hielo que desparrama sus glaciares en todas las direcciones y rodeado de hermosos cerros, establecimos un campamento base, donde encontramos uno de los depósitos dejados por el helicóptero. Desde este punto lo primero que me llamó la atención fue un grupo de tres montañas: Jester (Bufón), Squier (Escudero) y Cavalier (Caballero), este último con una hermosa y estética arista de nieve que invitaba a ser escalada. Ese mismo día conversé con Cristina Prieto (otra chilena liderando la expedición) para poder ir a escalarla.

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Un buen ejemplo del tipo de terreno que debieron enfrentar. Ahora, en dirección al “Bell Pass”, en la primera expedición. Felipe Cancino

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Cara Norte del monte Cavalier. La arista prominente es precisamente la escalada. Felipe Cancino

A la mañana siguiente dejamos el campamento a las 4 AM para poder cruzar el glaciar. Tras dos horas navegando entre grietas cruzamos la rimaya en la parte alta del glaciar para empezar a escalar la arista de nieve. El primer largo requería de crampones y dos piolet técnicos para superarla (AD, 55º, 4th, 150m). El segundo era expuesto, sobre el filo de nieve que el sol golpeó primero en su Cara Este, cambiando totalmente las condiciones de la nieve, lo que me hizo montarlo a caballo y luego cruzarme al lado oeste (todavía en la sombra) para seguir progresando. Desde acá armé un segundo anclaje en la roca para asegurar a la Cristina, juntar el equipo nuevamente y empezar el tercer largo hasta la cumbre. A las 7:30 AM llego a ella, terminando una hermosa y muy entretenida ascensión. Desde acá observamos una increíble vista en 360º con el monte Waddington justo en frente de nosotros. Tomamos un par de fotos y bajamos de vuelta al campamento. La noche subsiguiente seguimos avanzando rumbo oeste para poder completar la travesía a tiempo. Volvimos a cruzar otro paso y armamos un campamento en la parte alta del glaciar, para la mañana siguiente seguir bajando hasta el hielo seco y armar un campamento en la morrena, fuera del glaciar.

Así seguimos durante una semana más, cruzando dos altos pasos, para finalmente bajar hacia la entrada de mar desde dónde aterrizarían los hidroaviones para recoger al grupo y dejar al segundo grupo que sería parte de la siguiente expedición en sentido contrario. Aquí vendría otro de mis amigos, el chileno Marcelo Mascareño. Capítulo II: segunda expedición Durante este segundo mes, las condiciones del terreno debido a las altas temperaturas se deterioraron significativamente, lo que hizo la navegación aún mucho más complicada. Para peor, la primera semana el mal tiempo nos jugó en contra, lo que nos hizo movernos sin visibilidad, usando mapas y GPS para avanzar en terreno agrietado. Después de ese período, las tres siguientes semanas fueron de buen tiempo, con sol y mucho calor, lo que nos permitió alcanzar la cumbre del monte Brokenhead por el filo sureste (F, 45º, 650m) con una arista final muy expuesta. Después de alcanzar esta hermosa cima, al día siguiente continuamos en dirección este, encontrando varias dificultades en el camino para seguir el cruce según habíamos planificado, específicamente rimayas y grietas grandes, por lo que realizamos una variante, descendiendo a


un enorme glaciar que nos dio acceso a una de las zonas más alpinas de esta cordillera. Pasaría una semana más en dicha zona, hasta completar el cruce, cerrando una temporada más que positiva en lo personal tras vivir dos meses consecutivos sin retorno en una de las cordilleras más remotas del hemisferio norte.

La tercera, y que fue la que ejecutamos nosotros en la primera expedición, es caminar desde los valles provenientes del este, lo que significa muchos kilómetros de trekking con pesadas mochilas y equipo de montaña a través de extensos bosques de pinos caídos, los que a ratos significa un buen período de tiempo “sin tocar el suelo”, caminando sobre troncos y tratando de mantener el equilibrio. Pero una vez que el trabajo sucio está hecho, al llegar al primer paso y puerta de entrada, uno se da cuenta que el esfuerzo valió la pena.

Acceso Algunas consideraciones finales Existen un par de distintas formas de acceder a esta cordillera. La primera y más simple y por supuesto monetariamente más costosa, es volar hasta el corazón de ella en helicóptero, hasta la base de estos gigantes que invitan a escalar sus rutas. La segunda es eventualmente navegando en velero, kayak o algún tipo de embarcación hasta la entrada de mar y, después, caminar por su costa oeste, hasta eventualmente acceder algún glaciar para llegar hasta arriba.

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Después de esta experiencia, me puse a reflexionar en cómo a veces algunas cosas que deseamos no son necesariamente lo que queremos. Me explico. Cuándo vamos a la montaña, muchas veces lo que pedimos o esperamos es tener “buen tiempo”, pero ¿qué pasa cuando ese buen tiempo es demasiado bueno? ¿Al punto de que tanto sol y altas temperaturas ya empiezan a no ser “tan bueno”?


Felipe Cancino y Marcelo Mascareño. Coleción Felipe Cancino Página del frente. Cruzando “Bifrost Pass”, ya entrando derechamente en la cordillera Waddington. A la derecha de la cordada, se observan claramente algunos lagos y ríos que se forman sobre el hielo. Felipe Cancino

Eso es precisamente lo que fue esta vez, donde durante extensos períodos de tiempo, por ejemplo tres semanas, fuimos expuestos a alrededor de 15 horas de sol directo, afectando las condiciones de la ruta y de la nieve en general, donde caminar sobre ella significaba abrir huella con nieve hasta las rodillas, completando algunos días en condiciones casi miserables y físicamente extenuantes. Por eso cambiamos de estrategia y viajamos durante la noche, llegando incluso a cambiar nuestros relojes a dos horas para poder sacar provecho así del factor sicológico. Otra cosa fue que, si bien no es la primera vez que me toca pasar 60 días en terreno, sí es la primera vez que me ocurre en el mismo lugar, experiencia que también valoro. Generalmente, cuándo vamos a la montaña a realizar una ascensión o travesía, pasamos por lugares durante cortos períodos de tiempo, siendo capaces de observar lo que vemos en ese específico momento, sin tener mayor oportunidad

de analizar el porqué de muchas de las cosas que vemos. Pero ahora tuve el tiempo de darle profundidad a esta observación, siendo capaz de entender las dinámicas que existen. Interesante porque como montañista te dan la oportunidad de entender y en base a eso, en el futuro, poder anticipar algunas condiciones o peligros objetivos a encontrar. Sin lugar a dudas, estas dos expediciones fueron especiales para mí por los motivos ya mencionados anteriormente. Haber cruzado el último paso de regreso y haber mirado hacia atrás es una postal que no voy a olvidar. Espero volver a ver pronto en un viaje personal, para esta vez de lleno ir a escalar y sacar un real provecho de este recóndito lugar en la costa oeste de Canadá.

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Argentina

Linderos Texto y fotos por Santiago Gray

Si cerramos los ojos por un momento para imaginar cómo es Linderos debemos empezar por crear una camino de tierra serpenteante sobre una meseta a unos 2.500 msnm. Para darle color hay que proyectar los verdes y dorados de los pastizales de altura, cómplices del viento en sus movimientos. Luego podemos imaginar nacientes de agua cristalina, quizás el agua más pura que haya probado nunca. Podríamos seguir con la fauna y las vistas ininterrumpidas al horizonte, pero tal vez sea más oportuno pasar directamente a lo que es más importante para nosotros (escaladores) dentro de esta imagen onírica: la roca... Ésta es sin duda la parte más difícil de imaginar, durante esos largos kilómetros de camino ondulante hay que agregar a los costados cientos de rocas desperdigadas, imaginemos bloques altos, cuevas, placas... Imaginemos caminar y descubrir líneas nuevas, potencial para todos los gustos. No dejemos de lado, tampoco, paredes de hasta 80 metros de granito con perfectas fisuras e imponentes caras verticales para el gusto del deportivo... Ahora, una vez que ya tienen la imagen en la cabeza, abran los ojos, vean las fotos y sorpréndanse de lo poderosa que es la realidad, a veces, por sobre la imaginación.

Lucas Rubiolo se monta Changa Style, una nueva línea en el área principal, graduada como V5. Santiago Gray


...Para darle color hay que proyectar los verdes y dorados de los pastizales de altura, cómplices del viento en sus movimientos. Luego podemos imaginar nacientes de agua cristalina, quizás el agua más pura que haya probado nunca. Podríamos seguir con la fauna y las vistas ininterrumpidas al horizonte.”

En Linderos la escalada oscila entre el búlder la deportiva y la clásica, pero la intención de este artículo es ahondar principalmente en el bloque, un poco por lo extensa del área como para ser descrita en un solo informe y otro poco porque mi vínculo y el de un puñado de escaladores locales con este lugar está ligado al desarrollo del área desde el búlder, la principal excusa para ir hasta allá arriba, nuestra conexión primaria y también porque ¡básicamente es de lo que sabemos! Sí cabe decir que los estilos se definen de una forma clara y se dan en rocas y zonas diferentes. En una superficie que se extiende unos 15 kilómetros de norte a sur y un par de kilómetros de este a oeste, se pueden reconocer dos grandes áreas. La planicie tiene campos de bloques y paredes con hasta 80 metros de altura de granito, con hermosas fisuras y sus caras oestes deleitan con atardeceres únicos. En los primeros 10 kilómetrosde camino de “meseta” sobre lo más alto de las sierras grandes cordobesas, encontramos un campo saturado de bloques de gneiss, roca metamórfica que mayoritariamente ofrece escaladas en regletas,

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Martin Abad divirtiendose y explorando posibilidades en alguno de los muchos highball del lugar. A la Izquierda: Linderos recibe al visitante con un bello juego de ocres entre los pastizales y rocas, interrumpido solo por las nubes y el azul del cielo. Santiago Gray

romos y sobre caras verticales o desplomadas, posee una alta calidad para la escalada ya que es compacta, confiable y de poca abrasión, lo que se valora cuando deseamos pasar varios días instalados en la zona. Hay que destacar que por más cantidad de piedra que veamos no toda se ajusta a nuestro plan bulderero, muchas de ellas no son “aptas” por su calidad o tamaño y muchas otras son en primera instancia pasadas por alto sencillamente porque, habiendo tanta roca, optamos siempre por ir en búsqueda de aquellas líneas perfectas, dejando en el camino muchas otras consideradas “no interesantes” y que luego con el tiempo y nuevos recorridos se van incorporando al inventario de las aperturas. Personalmente considero dichosa la posibilidad de desarrollar un área de esta manera, es decir recorriendo una y otra vez los sectores, es increíble cómo hoy trepamos bloques que algunos años atrás pasábamos por alto catalogándolos de inescalables o simplemente no reparando en ellos, y en este aspecto es donde Linderos se consolida como un terreno de juego genial para quienes gustan de la exploración. El hecho de

encontrar tu propia línea a trabajar es maravilloso, siempre hay algo nuevo para trepar esperándonos a la vuelta de cualquier bloque. Para venir a bloquear a Linderos es necesario contar con ganas de buscar, aún no hay una guía por lo que tener el ojo afilado nos va a llevar a las líneas clásicas sin mayores inconvenientes. Es algo así como ir a Tuzgle, donde las referencias son muy escasas pero el potencial enorme, por lo tanto mi consejo es venir dispuesto a todo, a limpiar, a caminar, a disfrutar increíbles atardeceres, a encontrar y repetir bloques. Es conveniente planear bien la estadía, ya que son 150 kilómetros desde Córdoba y los últimos 40 sobre camino de ripio en altura. Hay que contar con varios días y así disfrutar más y conocer mejor la zona que es de por sí bastante amplia. Como información de lo que ya está escalado, podemos hablar principalmente de dos áreas de fácil identificación, ambas son obvias pero cabe resaltar su ubicación. La primera es el valle amplio y poco profundo que se abre a nuestra derecha una vez que alcanzamos un punto llamado “la bifurcación”, que es un lugar señalizado donde


Tato Martín enfrentándose desde abajo a un nuevo highball, que aún está como proyecto en la zona. Santiago Gray


el camino se divide. Al tomar a la derecha rumbo norte (no se preocupen que todo está con carteles) veremos el primer sector abierto, aquí hay mucho para entretenerse y es un buen lugar con reparo del viento. Hay desplomes, algunos techos, placas y mucho más hacia donde se mire.

maneras. Luego es cuestión de seguir un poco más por el camino e ir descubriendo todas las formaciones que aparecerán y que evidentemente tienen líneas ya abiertas, son bloques al costado del camino que motivan a escaladar sin lugar a dudas.

El segundo lugar se encuentra avanzando por la ruta un kilómetro más al norte, hay una gran roca al margen del camino, imposible de ignorar para un escalador, que señala el comienzo del sector, también aquí los bloques se extienden por toda la planicie y se expanden hacia el este. Si exploramos un poco vamos a dar con una joya del lugar que es una hermosa línea de fisura en un inmenso bloque naranja, esta se puede hacer en free solo con algunos crash pads o con seguros móviles, muy recomendable de ambas

En cuanto a las dificultades y propuestas abiertas, siempre hay alguien interesado en saber cuánto vale la pena ir a un lugar dependiendo de qué tenga para encadenar, puedo decir que hasta v10 hay para machacar yemas, también hay proyectos y grados intermedios por supuesto: v5, v6, algunos v7, y menos v8 y v9. Pero si hay mucho que está ahí, esperando los dedos correctos para formar parte del inventario numérico de las dificultades. Creo que el grado del lugar se empieza a manifestar en regletas cada

En un entorno privilegiado y plagado de rocas, encontramos Santiago Gray líneas hermosas como este v6.

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vez más pequeñas, ahí sin dudas estará dada por la morfología de la roca la dificultad a vencer, y por qué no, en la altura de algunos bloques hay una dificultad más psicológica pero muy interesante y desafiante también. Por último y como datos técnicos es importante mencionar la climatología del lugar ya que estamos a una altitud de 2.700 msnm lo que condiciona bastante nuestra estadía. Podemos pasar de un hermoso día soleado a temperaturas bajo cero. De cualquier manera y corroborando previamente con algún sitio web la meteorología, es factible escalar todo el año en Linderos, quizás en las estaciones extremas como el verano o el invierno estemos algo más restringidos a la hora de estar afuera, ya sea por el intenso sol o por lo corto de los días respectivamente, pero


destino lo que debes saber siempre se puede trepar. La recomendación final sería llevar prendas propicias considerando esta variabilidad térmica. Para llegar a Linderos hay que salir de Córdoba con dirección sur, hacia el valle de Calamuchita, más precisamente a la ciudad de Santa Rosa por la ruta provincial 51 y desde allí dirigirse a Yacanto, último lugar de abastecimiento, desde donde nos separan los 40 kilómetros de ripio finales. Apto para vehículos bajos pero con cuidado, sobre todo en épocas de lluvia. En el lugar encontramos agua, una vez en los sectores hay que buscarla siempre en dirección este, donde nacen las vertientes que luego se convierten en los ríos y surcan el país hasta el mar. De más está decir la importancia de preservar y respetar este lugar por su valioso rol como generador de agua dulce de la provincia y hogar de especies endémicas de la región.

Muchos bloques dan la posibilidad de escalada tardicional, algunos de ellos se vuelven boulders al ser trepados en free solo, como es el caso de esta fisura v6 de bloque o 7a de vía en tradicional. Santiago Gray

Cómo llegar Linderos es el nombre con el cual denominamos al sector de búlder ubicado a los márgenes del camino que conduce al Cerro Linderos (2.760 msnm.) y al Cerro Champaquí (2.790 msnm.) este último es el punto más elevado de la geografía Cordobesa. Para llegar, partiendo desde Córdoba, debemos dirigirnos hacia Yacanto, un pueblo ubicado a unos 125 kilómetros de distancia en dirección suroeste, tomando la ruta provincial 52. Al llegar aquí, el camino continúa señalizado hacia Cerro Linderos atravesando unos 40 kilómetros de ripio en modestas pero transitables condiciones. Al llegar a un punto el camino pierde pendiente de forma pronunciada ingresando en una planicie donde se bifurca y continúa hacia la derecha mostrando los bloques que se hacen cada vez más evidentes. La escalada está desarrollada en los primeros 5 kilómetros de ese tramo. Un detalle no menor es el hecho de que solo podemos acceder en vehículo privado al lugar, no existen líneas de transporte público más allá de Yacanto.

Cuándo Ir Por ser un lugar situado a una altura considerable, unos 2.400 msnm, Linderos está expuesto a un rango climático considerable. Los veranos son calurosos, el sol es implacable y la época de lluvia también. El invierno es crudo e intenso, el frío se hace notar con temperaturas muy por debajo de cero y hasta puede haber nevadas. Personalmente creo que las estaciones intermedias son las más benignas para la práctica de búlder, seguramente tendremos días fríos y otros de bastante calor, incluso en otoño o primavera respectivamente, pero la temperatura promedio es agradable con días soleados y noches templadas. Podríamos hablar de una temporada más fresca entre abril y junio, y otra algo más cálida desde septiembre a diciembre.

Dónde alojar Algo maravilloso para los amantes de la montaña, sin duda, es la posibilidad de acampar donde nos guste. En Linderos no debemos preocuparnos por dónde armamos nuestras tiendas. El lugar es muy amplio, podemos elegir entre vivaquear en cuevas o aleros, caminar por las praderas y alejarnos un poco del camino de tierra para levantar nuestros refugios donde nos plazca o permanecer en algunos de los “estacionamientos” llevando una vida más bacana en nuestras camionetas. De cualquier manera esta gran libertad está siempre ligada al respeto que tengamos con el lugar para asegurar que perduren. El agua es potable y abundante, aquí arriba nacen los cursos de agua que desembocan en el Atlántico, por lo tanto caminado con dirección hacia el este iremos encontrando pequeñas nacientes entra las pajas bravas, solo hay que agudizar el oído.

Dónde abastecerse Es conveniente llevar toda la comida desde Córdoba, los precios son mejores y hay mayor oferta, sin embargo iremos atravesando varias ciudades a lo largo de la ruta donde encontraremos todo lo necesario para nuestra estadía. Yacanto es el último pueblo del camino, tiene supermercado, panadería, verdulería y estación de servicio pero, como todo pueblo, sus horarios no son los mismos que los de la ciudad. Mi consejo es no dejar para el final al menos el tema del combustible, ya que podría ocurrir algún desabastecimiento temporal en Yacanto. Para la compra de artículos más técnicos de escalada o camping, en Córdoba hay lugares especializados.

Más Información No existe una guía del lugar, el desarrollo de la misma es una tarea pendiente para nosotros los aperturistas, pero sí contamos con información para difundir mediante, quizás, explicaciones más “rústicas” o, mejor aún, ¡acompañando y compartiendo las escaladas por la zona! Para cualquier contacto es posible hacerlo accediendo a cordobaboulder.blogspot.com

CºLinderos

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P O R TA F O L I O /

Ulysse Lefebvre Con 31 años, Ulysse Lefebvre es actualmente el editor en jefe de la revista francesa de montañismo “Montagnes Mag”, con sus oficinas en los Alpes. Fotógrafo y periodista, Ulysse se inició con un enfoque social, hasta que en 2011 decidió llevar la cámara a los acantilados, cascadas de hielo y montañas de los Alpes. Navegando entre el fotoperiodismo que prefiere retratar en blanco y negro y la fotografía de montaña donde prefiere el color, este fotógrafo francés documenta la “extraña y fuerte pasión”, como él la describe, que lleva a los alpinistas en busca de la cima. Siempre mezclando sus intereses, busca asociar el buen periodismo escrito con la fotografía. Nacido en el norte de Francia, la escalada al aire libre era algo esporádico por lo plano de la zona. “Cuando comencé a escalar hace 11 años pasaba más tiempo en la resina que en la roca, sin embargo aprendí a escalar incluso cuando hiciera frío, la roca estuviera húmeda o hubiera mucho viento”, dice Ulysse sobre sus inicios. Luego se mudó a los Alpes donde descubrió la caliza y el granito del Mont Blanc y comenzó a realizar alpinismo. Ahora su motivación es mezclar el máximo posible de experiencias al aire libre: escalada en roca, alpinismo, esquí, escalada en hielo… Siempre buscando tener un buen nivel en estas disciplinas. “Es muy importante mantenerme en buena forma para poder seguir a los escaladores y alpinistas, en especial a los de alto nivel, para no ser un eslabón débil y motivarlos a que me esperen, ¡solo si no es mucho tiempo!”.

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Ulysse comenzó su educación con la escritura donde aprendió a decir historias a través de las palabras. “Algunas veces encontraba dificultades para ver cómo expresar ciertas ideas, entonces la fotografía se convirtió en una manera natural para decir todo lo que quería”, comenta sobre su transición. Lefebvre descubrió la fotografía a través de fotógrafos sociales, de guerra y fotógrafos comprometidos. Así comenzó su pasión con proyectos personales y asignaciones en los Balcanes. Luego, esto buscó llevarlo de vuelta al mundo de los deportes al aire libre. Ulysse asegura que todavía está tratando de adaptar el “ojo social” a la acción y fotografía de montaña. En enero de 2014 se convirtió en el editor en jefe de “Montarge Mag”. “¡Creo que mis jefes confiaban en mí!”, comenta con humor sobre cómo llegó a ese puesto. Él tiene la convicción que en la actualidad un periodista debe ser polivalente, capaz de escribir, fotografiar, publicar en la web y editar videos, además de estar presente y consiente de las noticias que reportea. “Trato de manejar la revista desde la oficina, pero también trato de estar en las montañas o en Chamonix lo más que pueda, además de ser siempre curioso sobre todos los medios de comunicación que transmiten historias”. En el trabajo como editor, donde debe seleccionar qué historias van en la revista, Ulysse dice que el principal desafío al que se enfrenta, pero que su condición de fotógrafo y editor en jefe al mismo tiempo le ayuda a sobrellevar, es buscar un balance entre una historia increíble sin buenas fotos y una foto impresionante sin una historia fuerte. En agosto, “Montagne Mag” cambió su layout buscando modernizar la revista, un reto ambicioso para Ulysse como editor en jefe, quien con esta nueva plataforma va a seguir buscando “acción” en las fotografías que selecciona para la revista. “Creo que ese término incluye todo lo que se necesita en una fotografía: movimiento, concentración, expresión facial, actitud técnica y por supuesto, una buena luz y buen paisaje (…) Es buscar mostrar cómo pasa una acción, una decisión a tomar, un movimiento duro para hacer…” Ulysse habla de encontrar el “momento decisivo”, como decía Robert Capa, uno de los mayores exponentes del fotoperiodismo y del periodismo de guerra- área en la que inició Ulysse- y llevarlo a la escalada y el alpinismo. “¡Es un asunto muy importante, todavía estoy tratando de encontrar ese momento!”.

___ Puedes conocer más del trabajo de Ulysse Lefabvre en su sitio web: www.ulysselefebvre.com






1 Ulysse Lefebvre escalando junto a otro amigo fotógrafo en agujas de Chamonix (macizo del Mont Blanc). La mochila de un fotógrafo es siempre más pesada que la de los otros escaladores. Jocelyn Chavy 2 La tormenta se aproxima en el Diente del Gigante, Chamonix, Francia. 1

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3 La fácil pero impresionante ruta Arête a Laurence. La Aiguille du Midi al fondo. 4 Jocelyn Chavy en la cumbre de la Aiguille du Peigne, por la ruta Les Lepidoptères. 5 Escalada en hielo en las cascadas de Gol, Noruega. 6 Esquí fuera de pista en el Couloir Banane, en los Altos Alpes, Francia.

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7 Escalada alpina en Contrafuerte Gully # 3. Ben Nevis, Escocia.

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Monte Tronador Por Sergio Infante • Ilustraciones de Erick Vigouroux

Emplazado en el sur de Chile y Argentina, en un lugar donde la naturaleza se manifiesta en toda su magnitud y belleza, el monte Tronador deslumbra por sus colosales proporciones. A su alrededor no existe montaña que le haga sombra, por lo que el macizo disfruta de una gran prominencia que lo hace distinguible desde lejos, alimentando desde la distancia los ímpetus de quienes gustan de escalar montañas.

El monte Tronador debe su nombre a los constantes y sonoros desprendimientos de los 7 glaciares que se descuelgan de sus laderas. Se posiciona geográficamente en los 41°09’39’’ Sur y los 71°53’15’’ Oeste. Políticamente está emplazado entre Chile, X región de Los Lagos, provincia de Llanquihue, y Argentina, entre las provincias de Nahuel Huapi y Río Negro, lo que le da el carácter de binacional y limítrofe. En ambos países, la montaña se encuentra dentro de parques nacionales: Vicente Perez Rosales en Chile y el Nahuel Huapi en Argentina. Dato anecdótico, ambas reservas fueron las primeras en crearse en sus respectivos paises. a montaña tiene cuatro cumbres. La más alta es la llamada “Cumbre InterL nacional” o “Anon” (nombre en Mapudungun) que alcanza los 3.480 metros; le sigue la “Cumbre Chilena”, conocida también como “Matteoda”, que tiene 3.211 metros; luego está la “Cumbre Argentina”, con 3.167; y finalmente el “Cuarto Pico” (3.119 metros). Cada una posee ascensiones. El clima de la región se caracteriza por las abundantes precipitaciones (cerca de 4.000 milímetros de lluvia al año) por lo que el mal tiempo puede ser un factor determinante en el éxito del ascenso a la montaña. De aquí al sur, la paciencia es una virtud a la hora de enfrentar las cumbres australes.

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Vista este del Tronador, desde Argentina. francisco.bedeschi - francisco.bedeschi.images 89


Luciano Fiorenza Tomy Aguilo, durante la travesía de “Finito Sur”. A la derecha, una repetición en 1943 a la “Travesía Claussen”. Sergio Herzen/Restauración fotográfica Natalia Fernández, Centro Cultural Argentino de Montaña Página del frente, Luciano Fiorenza escalando el primer largo de la vía “Vencedores vencidos”, al fondo se ve parte de la cara sur del Pico Internacional. Pablo Portoriero

La mayoría de las rutas abiertas en el cerro inician su recorrido desde el lado argentino. La existencia de un camino vehicular que une los 70 kilómetros que separan a Bariloche de Pampa Linda, lugar donde comienza el ascenso, la hace una opción más corta y expedita que desde el territorio chileno. En este, la aproximación es mucho más agreste y lenta, al incluir el cruce en embarcación del lago Todos los Santos hasta la localidad de Peulla, para desde allí comenzar una caminata de 18 kilómetros hasta una tenencia de Carabineros de Chile en un sector llamado Casa Pangue. Y desde aquí todavía faltan 10 kilómetros más de caminata entre quebradas y espeso bosque nativo para llegar a la base del macizo.

Presentes en la historia de la mayoría de las montañas de Chile y Argentina, es innegable que el desarrollo de la disciplina se vio de gran manera impulsado por inmigrantes germanos que encontraron en esta lejana y virgen cordillera su lugar. Clubes como el Alemán Andino de Valparaíso y Santiago, en Chile, o el Club Andino de Bariloche en Argentina, dan cuenta y continúan con esta tradición alemana. Federico Reichert, llamado el “Padre del Montañismo”, el alemán pionero y gran montañista con decenas de primeros ascensos a lo largo de los Andes, intentó el cerro en al menos cinco oportunidades entre 1909 y 1933, pero, debido a distintos factores, generalmente asociados al mal tiempo, no logró concretar su objetivo.

Pioneros Como toda montaña de características extraordinarias, este macizo austral posee una rica historia, forjada en épocas lejanas por generaciones que dejaron literalmente sudor y lágrimas en pos de su conquista. Especialmente de la mano de la influencia y el legado de los exploradores alemanes asentados en Sudamérica.

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Otro escalador que con los años se convertiría en una figura trascendente en la escena de montaña de Bariloche y de Argentina, y que también intentó sin mayor éxito el primer ascenso del Tronador en varias ocasiones, fue el también alemán Otto Meiling. Sobre sus intentos escribió en su diario: “ La falta de éxito es justo lo que a uno no lo deja descansar y estimula a repetir las tentativas hasta llegar a la cumbre anhelada”.


Meiling, si bien no pudo quedarse con la primera ascensión, durante su vida alcanzaría al menos quince veces la cumbre principal, incluyendo la apertura de una nueva ruta en 1963, desde el norte, y con una última ascensión a la edad de 78 años. Meiling fue fundador del Club Andino de Bariloche en 1931 y, en conjunto con el club, y gracias a sus dotes de constructor, diseñó y construyó un refugio en la montaña que hoy lleva su nombre, uno que se ubica entre los glaciares Castaño Overo y Alerces, y que es parada obligada para quienes suben el cerro desde Argentina. Primer ascenso Cuenta la historia que el alemán Hermann Claussen se decidió a intentar el Tronador luego de un ascenso al cerro Capitán, en el que sirvió de guía a la señorita Luisa Capraro, a finales de 1933. Así pues, en enero de 1934, se dirigió rumbo al Tronador en solitario. Seguro de sus capacidades, el 15 de enero enfiló hacia el monte, pero al

día siguiente el mal tiempo lo hizo darse media vuelta hasta la base, a un sector llamado “Pampa Linda”. Allí espero un poco, para el 17 de enero volver a intentarlo. La tentativa duraría dos días más, pero la nieve que había caído lo hizo hundirse hasta las rodillas, imposibilitando su avance, lo que lo motivo a desistir de su empresa. Al llegar a Bariloche, el presidente del Club Andino, doctor Juan Javier Neumeyer, le comentó que había rumores que hablaban de un grupo de montañistas italianos, liderados por Giusto Gervasutti, que pretendían subir el Tronador desde Chile. Por lo que planeaban, junto con Eduardo de la Motte, adelantarse a los planes de los italianos y dirigirse hacia el Tronador a la brevedad. Pero hubo una demora con De la Motte y Neumayer se quedó esperándolo. Para ganar tiempo, Claussen emprendió su camino en solitario desde el lago Gutiérrez. Tras dos días de intensa actividad, incluyendo una noche bajo la lluvia, el 28 de Enero quedó listo para el intento de cumbre, pero sus compañeros no aparecieron y no tuvo más opción que hacer un ataque final en solitario.


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mundutikpaseoan.blogspot.com

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Francisco Bedeschi

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Francisco Bedeschi Vista desde el este: 1. Ruta desde Chile

Vista desde el oeste: 2. Ruta a la cara sur del Pico argentino, 1982. 3. Ruta a la cara norte del pico argentino, 1982. 4. Ruta Claussen, 1934.

Lo inició a las 4 de la mañana, desde un punto entre los glaciares Castaño Overa y Alerces, muy cerca de donde se ubica hoy el refugio Otto Meiling. Desde allí siguió el filo que hoy se conoce como “Filo De la Motte”, que lo llevó hasta un punto entre la Cumbre Argentina y la Cumbre Internacional. Desde este lugar el alemán siguió hacia el sur, pasando por debajo del torreón somital de la Cumbre Internacional hasta llegar a un promontorio de roca, el cual, por medio de un portezuelo, se unía a la torre final. Claussen escaló el resalte y comenzó a subir directamente hacia la cumbre, pero la caída de material lo hizo evaluar otras alternativas, por lo que decidió realizar una travesía hacia la derecha levemente ascendente (conocida hoy en día como Travesía Claussen) y que lo dejaría en el filo noreste, algo más sencillo. En la cumbre estaría a las 22:00 hrs.

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Luciano Fiorenza Detalle de la cumbre internacional vista desde el oeste: 5. Travesía Claussen, 1934. 6. Variante Arista sur-este, 7. Variante Directa, 8. Variante Direta Claussen, 9. Variante Peta Friedrich,

Detalle de la cumbre internacional vista desde el este: 10. Finito Sur, 2010. 11. Generación descartable, 2009 12. Vencedores vencidos, 2012

El germano escribiría:” Ahí está el lago de Todos Los Santos y el Llanquihue, y más lejos el Puyehue. En lontananza el océano Pacífico parece sumergido en la bruma. Hacia la Argentina se ve el Nahuel Huapi. ¿Y aquél resplandor? sin duda ha de irradiar San Carlos de Bariloche…”. La escalada de Claussen se convirtió en todo un hito para el montañismo argentino. Subir en solitario el Tronador por la ruta del primer ascenso, sin protecciones y tallando peldaños en el hielo, es hasta en nuestros días un desafío de alta exposición, de prolongado itinerario glaciar y con trepadas en roca de mala calidad que requieren de experiencia, fortaleza mental y convicción en lo que se hace. Hazañas como ésta, realizadas en épocas que nos parecen ajenas, nos dan cuenta del coraje que tuvieron las generaciones pioneras. ¡Bravo!


Hitos posteriores Pocos días después de la escalada de Claussen, el 28 de febrero de 1934, el referido grupo de italianos que se encontraba asediando la montaña, concretó el primer ascenso a la Cumbre Chilena, bautizándola como “Pico Matteoda”, en homenaje a Sergio Matteoda, quien junto a Walter Durando, ambos italianos, habían desaparecido en la montaña en una de las tentativas anteriores. Los montañistas cumbreros serían Aldo Bonacosa, Luighi Binaghi y Giusto Gervasutti. Posteriormente, en 1936 se realizó el primer ascenso a la cumbre Argentina por parte de Hans Nöbl, Alex Hemmi y Heriberto Schmoll, la ruta más frecuentada hoy en día. Treinta años más tarde, Otto Meiling y Augusto Vallmitjana, abrieron una vía desde la cara norte ingresando por el glaciar Blanco, ruta de pocas dificultades técnicas, pero larga y extenuante. A comienzos de los años ochenta, un curso de guías e instructores organizado por la FASA (Federación Argentina de Ski y Andinismo) y la Federación Española de Alta Montaña, dejó en su paso por el Tronador varias rutas nuevas, entre las que podemos destacar las vías a la Cara Este y Norte de la Cumbre Argentina y la Cara Norte de la Cumbre Chilena. Desde la vertiente chilena, las rutas y ascensos no son muy frecuentes C debido al ya comentado obstinado acceso. No hay mucha información al respecto, pero de lo que existe certeza es sobre los ascensos por parte M de la selección de montañismo de Chile a mediados de los 80, de la cual Y formaban parte Gastón Oyarzún, Ema Osorio y Claudio Gálvez. Ellos CM lograron encontrar el mejor camino hasta el monte gracias a la ayuda MY brindada por el chileno–suizo Alberto Schirmer, dueño del hotel Peulla, CY quien lideró varias exploraciones a la zona. CMY

Posteriormente, el 20 de febrero de 1987, el chileno Misael Alvial repitió K la ruta en solitario. Tras un par de largas jornadas de duro batallar con las quilas y las ramas, que suelen ralentizar el avance y le dan el carácter aventurero a la ascensión desde el oeste, ingresó solo a un agrietado glaciar, sin tornillos ni estacas. Durante el ascenso, que incluyó un vivac, el solitario escalador debió tallar escalones y sortear expuestas pendientes de hasta 80° en hielo para alcanzar la preciada Cumbre Internacional. Esta ascensión es quizás hasta el día de hoy, la más relevante por parte de un montañista chileno al Tronador. En el año 2009, los argentinos Luciano Fiorenza junto a Jorge Ackerman y José Bonacalza, abrieron la ruta “Generación descartable” que comienza en la cara Suroeste y termina empalmando con la vía Claussen. El mismo Fiorenza, junto a Tomy Aguiló lograrían también en octubre del 2010 encontrar una línea que llegaría desde el sur directamente a la Cumbre Internacional, recorrido que denominaron “Finito sur” (MD). Fiorenza también abriría en abril del 2012 “Vendedores vencidos”, junto a Pablo Pontoriero. En la historia del gran Tronador y sus rutas se ve reflejada la evolución del montañismo en nuestras australes latitudes. Desde los épicos primeros intentos de los pioneros hasta nuestros días, sus gélidas pendientes han sido escenario de memorables gestas que sirven de inspiración a los montañistas que soñamos y nos conmovemos con la alta belleza de las montañas del sur.


Ciencia de Escalar

www.escalando.cl/ciencia

EJERCICIOS ESTABILIZADORES P o r P a u l a G á lv e z • I l u s t r a c i ó n p o r F r a n c i s c a V i l l a l ó n

Los ejercicios estabilizadores son aquellos que refuerzan el núcleo del cuerpo, donde se encuentran gran parte de los orígenes e inserciones de músculos que son claves para una postura correcta. Técnicamente, una buena musculatura estabilizadora contribuye a lograr mejores movimientos, poder fijar posiciones y moverse con mayor destreza. Es la base para poder adquirir

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fuerza y lograr un equilibrio corporal. Por otro lado, se evitan muchas de las lesiones más comunes. No cuesta mucho hacer los ejercicios y se requiere de poco espacio, los beneficios son múltiples. Es ideal hacerlos al menos dos veces a la semana y pueden ir combinados con la rutina de fuerza. NO PAIN, NO GAIN.

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> Silla eléctrica: ponerse de

> Con el cuerpo mirando hacia

> Acostado en el suelo con el

espalda contra una pared con los

abajo, solamente apoyando

cuerpo extendido mirando hacia

brazos apoyados al lado, bajar como

antebrazos y pies, aguantar en

abajo (posición Superman), bajar

> Hacer la secuencia completa de

sentándose sin silla, manteniendo

plancha 30 segundos, luego cambiar

piernas y brazos como un balancín.

movilidad.

ángulos de 90° entre tronco, piernas,

y hacer 30 segundos por cada lado

La técnica es concentrarse

rodillas y pies. Aguantar al menos 45

(con antebrazo y borde externo del

solamente en bajar las piernas

> Superman: mantener la posición

segundos o hasta que parta la “silla

pie), 30 segundos de espalda solo

manteniendo el cuerpo como una

por al menos 45 segundos.

eléctrica”.

con antebrazos y talones apoyados.

tabla. Hacer 30 subidas.

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> Posición Vela lo más erguida posible, 30 segundos.

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> De la posición de plancha

Toda esta secuencia se debe

mirando hacia abajo, pasar a

repetir 3 ó 4 veces dependiendo

> Posición mesa, con los pies

extender brazos apoyando la

del nivel. Una vez que los ejercicios

> De pie, hacer círculos pequeños

apoyados y las manos en el suelo,

palma de una mano y luego la otra,

se dominen bien se puede ir

con brazos en 90 grados, por al

subir la cadera. Aguantar al menos

después un antebrazo y luego el

aumentando los tiempos en 5

menos 45 segundos.

30 segundos.

otro. Subir 20 veces (10 por lado).

segundos por vez.



Comparativa de Productos

¡Tensa que me voy! Arneses de escalada Por Ignacio Díaz

Sin lugar a dudas es la pieza fundamental de nuestro equipo de escalada, nos fijamos tanto en sus prestaciones, comodidad, forma, diseño y en cuanto hay. Desde el humilde arnés de cinta tubular, hasta modelos que vienen integrados al pantalón, si de arnés de escalada se trata, podemos encontrar de todo y para todos. Cuando nos iniciamos en la práctica de la escalada nuestra primera compra suele ser las zapatillas, en las que, por presupuesto o consejo, siempre terminan siendo modelos económicos y de diseño básico, esto debido al gran desgaste que les ocasionamos al no manejar correctamente la técnica. En el caso del arnés, nuestro primer consejo es dejar de lado esa regla. Al ser una parte del equipo que tiende a durar bastante – 3 a 5 años aproximadamente - dependiendo de cuántos días destinemos a practicar nuestro deporte, es esencial hacer un esfuerzo en seleccionar lo mejor posible en relación al modelo que compraremos, ya que nos acompañará durante largas jornadas en la roca y, cuando estemos colgados probando un proyecto, agradeceremos lo confortable que pueda ser. Sobre el Test En esta comparativa nos enfocaremos en el arnés para escalada deportiva. Podemos encontrar modelos robustos para Big Wall, con detalles técnicos para tradicional o escalada en hielo, pero en esta ocasión nos centramos en arneses con ajustes rápidos de hebillas dobles o “rápidas”; construcciones livianas, cómodas y respirables, de materiales pre formados que otorguen gran comodidad y ajuste a un bajo peso. Nos centraremos en mostrar los modelos más vendidos, enfocándonos en la comodidad, tipo de construcción y materiales. Esto sin olvidar la relación precio/calidad, ya que no se trata de buscar el top de línea de cada marca, sino encontrar la mejor opción, ya sea para iniciarse o renovar equipo. Para seleccionar modelos deportivos, nos fijamos en los siguientes criterios: Diseño: que sea ergonómico, con un espaldar diseñado de una manera que nos permita estar colgados sin estrangular demasiado la zona lumbar o generar incomodidad o dolor en la caída en un vuelo. Buscamos perneras elásticas o de un ajuste rápido, cierre lumbar con hebillas de doble placa y porta equipos. Desempeño: que esté construido con materiales de bajo peso, respirables y en lo posible que sean pre formados, lo que permite una mejor adaptación al contorno del cuerpo. Igual de importante en este punto es la resistencia al desgaste por roce en la roca. Comodidad: punto no menor, por lo general en la escalada deportiva lo que se busca es ir desarrollándonos en la técnica y la potencia, lo que significa pasar horas colgados en la pared intentando solucionar problemas y avanzar en el grado, por lo que la comodidad de nuestro arnés es vital para permitirnos progresar sin terminar destruidos después de cada vuelo o un fin de semana de escalada. * Hemos fijado la escala de 1 a 7

Pancho Herrera


Elipse

Venus

Beal (Francia)

Beal (Francia)

bealplanet.com

bealplanet.com

Especificaciones Peso: 405gr –talla 1Ajuste cintura: doble hebilla a ambos lados Ajuste perneras: doble hebilla Porta equipos: cuatro porta equipos recubiertos, 2 trabillas porta tornillos. Tipo Construcción: Web Core Tallas: 1 y 2 Precio: $44.900

Especificaciones Peso: 385gr –talla 1Ajuste Cintura: doble hebilla Ajuste Perneras: ajuste rápido, Dynamic Fit Porta Equipo: cuatro porta equipos recubiertos Tipo de construcción: Web Core Tallas: 1 y 2 Precio: $39.900

Evaluación: Diseño: 6.5 Desempeño: 6.2 Comodidad: 6.8

Evaluación: Diseño: 6 Desempeño: 6.5 Comodidad: 6.5

Pros: al probarnos este arnés, destaca el par de hebillas para el ajuste en la cintura, pequeñas y dobles. Al estar a cada lado nos dan gran precisión en el calce, logrando que los porta equipos y la cinta de servicio queden correctamente posicionados. Además, para todos aquellos que suelen tener una talla “intermedia” que dificulta encontrar arnés, este tipo de ajuste otorga un calce perfecto.

Pros: al igual que el modelo Elipse, Venus está fabricado con la tecnología Web Core, que permite que el peso se distribuya de manera pareja en la zona lumbar, lo que entrega un arnés muy respirable, liviano y cómodo. Incorpora en las perneras un ajuste rápido con las hebillas plásticas Dynamic Fit (licencia Black Diamond), especial para deportiva, donde no necesitamos demasiado ajuste en esta zona.

Contras: la tela que recubre el arnés es delgada, lo que da gran respirabilidad, pero un mayor desgaste por la abrasión en la roca. Comentarios: excelente arnés, un gran giro en lo que venía ofreciendo hasta ahora Beal, este modelo es cómodo, liviano y de muy buen ajuste tanto en las perneras como en la cintura. Podemos destacar que por el tipo de construcción, el peso se distribuye a lo largo de todo el material en la zona lumbar, lo que en un vuelo o al estar colgado en la pared no incomoda o estrangula excesivamente. Delgado y liviano, es perfecto para largas jornadas en roca o para salidas de escalada en hielo.

6,5

Puntos

Contras: tanto por los materiales, el diseño y hasta la estética, este es un muy buen arnés a un excelente precio, lo único que podemos mencionar, es que las hebillas de las perneras, al ser plásticas, hay que tener cuidado en evitar pisarlas y en su transporte. Comentario: excelente opción precio/ calidad. El buen ajuste en la cintura y el material liviano y cómodo hacen de este modelo una buena decisión tanto al iniciarse, como para quienes renuevan equipo y no quieren gastar de más.

6,3

Puntos

Ophir 3 Slide Jasper C3 Mammut (Suiza) mammut.ch

Especificaciones Peso: 430 gr. Ajuste Cintura: hebilla doble Ajuste Perneras: hebilla doble Porta Equipo: 4 porta equipos rígidos Tipo de construcción: doble banda de tejido Tallas: XS - XXL Precio: $39.900 Evaluación: Diseño: 6 Desempeño: 6.5 Comodidad: 6.5 Pros: durabilidad, esa sería la característica a destacar en este modelo de Mammut. Si bien es liviano y respirable, el tipo de tela y construcción otorga gran resistencia a la abrasión en la roca, además de añadir un recubrimiento plástico en la zona de encordamiento para entregar mayor protección, evitando un temprano desgaste por el excesivo roce de la cuerda. Contras: difícil encontrar un punto bajo en este arnés, buen precio, excelentes prestaciones y gran durabilidad lo hacen una muy buena opción para los más fanáticos, quizás puede que la rigidez de los materiales no lo hagan el más adaptable al contorno del cuerpo de los que revisamos en esta comparativa. Comentario: ésta es la opción para quienes invierten gran cantidad de tiempo en escalar, ya sea horas entrenando en gimnasio o roca. Este modelo está pensado para durar sin dejar de lado la comodidad. El tipo de construcción permite que el peso se distribuya en dos bandas que recorren la zona lumbar, lo que logra mayor comodidad al estar colgado. Existente en versión femenina (Ophira).

6,3

Puntos

Camp (Italia) camp.it

Especificaciones Peso: 450gr –talla MAjuste Cintura: hebilla doble Ajuste Perneras: hebilla doble Porta Equipo: cuatro porta equipos, trabillas porta tornillos Tipo de construcción: cinta auto deslizante, recorre toda la zona lumbar. Tallas: S - L Precio: $37.900 Evaluación: Diseño: 6 Desempeño: 6.2 Comodidad: 6 Pros: todo terreno, los materiales destacan por ser los más robustos de la comparativa, los que permiten gran resistencia al roce, ideal para quienes pasan horas en la roca. El cinturón de espuma de 6mm es bastante cómodo sin ser demasiado pesado. Contras: si bien la idea de la cinta auto deslizante logra que el ajuste sea mas exacto y lo hace más versátil, se vuelve incómodo a la hora de un vuelo o permanecer mucho tiempo colgado. Comentario: vemos en el modelo de Camp un intento por presentar un arnés que se adapte a distintas tallas de la mejor manera, a través de la cinta que recorre la zona lumbar. Materiales muy durables y los espacios para porta tornillos lo hacen una excelente opción. Especial para quienes exigen al máximo el equipo o quienes quieran algo para deportiva, montañismo y hielo. El fabricante señala que el espesor de la espuma Eva, tanto en la zona lumbar como perneras, es diferenciado, lo que permite mayor respirabilidad y distribución del peso.

6,1

Puntos

97


Momentum SA Primrose SA

Sama

Selena

blackdiamondequipment.com

petzl.com

petzl.com

Black Diamond (USA)

Black Diamond (USA)

Especificaciones Peso: 410gr Ajuste Cintura: hebilla doble Ajuste Perneras: hebillas rápidas –trakFitPorta Equipo: cuatro porta equipos recubiertos Tipo de construcción: Dual Core Tallas: XS - XL Precio: $39.000

Especificaciones Peso: 338gr Ajuste Cintura: hebilla doble Ajuste Perneras: hebillas rápidas – trakFitPorta Equipo: cuatro porta equipos recubiertos Tipo de construcción: Dual Core Tallas: XS - L Precio: $39.000

Especificaciones Peso: 340gr Ajuste Cintura: hebilla doble Ajuste Perneras: elástico Porta Equipo: cuatro porta equipos, trabilla porta tornillos. Tipo de construcción: Frame Construcción Tallas: S - XL Precio: $59.900

Especificaciones Peso: 360gr Ajuste Cintura: hebilla doble Ajuste Perneras: elástico Porta Equipo: cuatro porta equipos, trabillas porta tornillos Tipo de construcción: Frame Construcción Tallas: XS - M Precio: $59.900

Evaluación: Diseño: 6 Desempeño: 6.5 Comodidad: 6

Evaluación: Diseño: 6 Desempeño: 6.5 Comodidad: 6.5

Evaluación: Diseño: 7 Desempeño: 6.6 Comodidad: 6.5

Evaluación: Diseño: 6.5 Desempeño: 6.5 Comodidad: 7

Pros: sin lugar a dudas es uno de los arneses más vendidos y uno de los preferidos a la hora de iniciarse a la escalada. Un rediseño del clásico de Momentum, esta versión es mucho más cómoda y liviana que los antiguos modelos. Fabricado en una espuma moldeada, entrega gran comodidad y se adapta de muy buena manera al cuerpo, buena respirabilidad y resistencia a la abrasión.

Pros: comodidad y durabilidad son las características que destacan al revisar este conocido modelo de Black Diamond. Al igual que la versión masculina Momentum, la construcción Dual Core que distribuye el peso a lo largo de dos cintas, añadiendo una delgada espuma preformada, logran un arnés resistente, cómodo y respirable.

Pros: si bien es la versión exacta en diseño y materiales del Sama, hay un trabajo en las medidas tanto del cinturón, como en la zona de la de unión en el frente que permite que se adapte de mejor forma al cuerpo de las mujeres.

Contras: como ya lo mencionamos, hay que tener cuidado con las hebillas de las perneras ya que son pequeñas y plásticas.

Contras: tomando en cuenta la comodidad, durabilidad y precio, solo podemos mencionar en éste y el modelo masculino, la ausencia de trabilla porta tornillos, con ese simple detalle tenemos el arnés para todo.

Pros: versatilidad, aquí se nota la gran experiencia de la marca Francesa a la hora de diseñar arneses. Cómodo y ligero, pero lo suficientemente “robusto” para jornadas de tradicional o Big Wall. Desde que ajustamos la cinta de la cintura se nota una diferencia, muy liviano, y con gran ventilación, será como no llevarlo puesto. Fabricado con la tecnología FRAME permite que todo el peso recorra las costuras superiores e inferiores, añadiendo una delgada espuma se logra un material delgado pero resistente al desgaste.

Comentario: un modelo clásico de Black Diamond, el Momentum SA es una muy buena opción para todo tipo de escaladores. Cuatro porta equipos bien distribuidos, un buen y rápido ajuste en las perneras y gran comodidad al estar colgado son las características que resaltan en este modelo, la espuma lumbar destaca por lo cómoda.

6,2

Puntos 98

blackdiamondequipment.com

Comentario: un clásico diseño a un buen precio hace de éste un arnés para todo tipo de salidas. Multi largos, deportiva o hasta hielo son escenarios en donde el Primrose se desenvolverá de una manera confortable y resistente.

6,3

Puntos

Petzl (Francia)

Contras: solo podríamos mencionar el valor. Es una arnés tope de línea, tiene todo lo necesario, excelente diseño, pero a un precio muy superior a la media. Comentario: podemos mencionar el ajuste elástico de las perneras, cómodo, de una buen tamaño, que permite evitar el uso de hebillas innecesario en jornadas de deportiva. Buen detalle la impresión de las instrucciones en la anilla de servicio.

6,7

Puntos

Petzl (Francia)

Contras: podríamos mencionar que los porta materiales traseros quedan demasiado al centro, haciendo más lento el acceso. Comentario: ideal para mujeres que disfrutan de la escalada en todas sus modalidades. La gran comodidad y durabilidad de los materiales, además del espacio para porta tornillos y una muy buena adaptación del ajuste elasticado de las perneras, lo hacen perfecto para tradicional, escalda en hielo o jornadas de entrenamiento en el gimnasio.

6,6

Puntos



Juan Luis De Heeckeren




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