Ciudad Vaga 6

Page 1


Ciudad Vaga viaje por la ciudad difusa ISSN 1909 7581 Número 6 Noviembre de 2009 Una publicación de la Escuela de Comunicación Social Facultad de Artes Integradas Universidad del Valle Cali, Colombia Rector de la Universidad del Valle: Iván E. Ramos Decano de la Facultad de Artes Integradas: Luis H. Casas Director de la Escuela de Comunicación Social: Alejandro Ulloa Directores de la publicación: Patricia Alzate >> alzate.patricia@gmail.com Hernán Toro >> hernantoro2000@gmail.com (Miembros del Grupo de Investigación en Periodismo e Información) Comité Editorial Patricia Alzate >> alzate.patricia@gmail.com Ricardo Cruz>> rikz313@yahoo.com Kevin García >> kevimaster@gmail.com Julián González >> jugonza@univalle.edu.co Carlos Patiño >> capami@gmail.com Hernán Toro >> hernantoro2000@gmail.com Diseño y Diagramación Alex Velasco >> alexvedi@gmail.com María Andrea Díaz >> maria.andrea.diaz@hotmail.com Participaron en la redacción de este número Participación especial de Albert Chillón, Daniel Santoro, Cristian Valencia, Marina Walker Guevara Patricia Alzate >> alzate.patricia@gmail.com Ana Paola Angulo >> anapaola@univalle.edu.co Gladys Arboleda >> gladysgyh@hotmail.com Angie Baralt >> angiegom12@hotmail.com Nesly Melissa Bello >> neslybello@yahoo.com Santiago Blandón >> sableseronia@hotmail.com Patricia Bolaños >> patico812@hotmail.com Diana Sofía Chacón >> sofí_406@yahoo.com Angélica Crespo >> angel61712@hotmail.com David Escobar >> cantardelasranas@gmail.com Viviana Escrucería >> janeth_escruceria21@hotmail.com Luz Karime Figueroa >> luzkarimef@hotmail.com Cindy García >> cosohis@hotmail.com Diana González >> nanitadecali@hotmail.com Germán González >> culo_666@hotmail.com Gustavo Guerrero >> pablito1687@hotmail.com Natalia Gutiérrez >> natigutim@yahoo.com Jeimy Henao >> jeimy_ahm@hotmail.com Ximena Hoyos >> ximenahoyosmazuera@gmail.com Maritza Jiménez >> majiloza@hotmail.com Alejandra Lerma >> alejaestrella@hotmail.com Valentina Marulanda >> valjade0390@hotmail.com Mónica María Mondragón >> acropolis_163@yahoo.com Luis Alfonso Nieto Gil >> lang992@hotmail.com Camilo Osorio >> kmilo2@hotmail.com Yefferson Ospina >> yef2er@hotmail.com Harold Pardey >> elfutbolmevamatar@yahoo.com.ar Natalia Quintero >> natyk0218@hotmail.com Miguel Tejada >> tejada004@gmail.com Hernán Toro >> hernantoro2000@gmail.com Daniella Torres >> danitp_6@hotmail.com Ángela Trejos >> angel-a890408@hotmail.com John Paul Túquerres >> mardoqueo_76@hotmail.com Francisco Velasco >> fvelasco89@hotmail.com Dino Ventolini >> divento@hotmail.com Johanna Vidal >> johvidal82@hotmail.com

Participaron en la fotografía de este número Ana Paola Angulo >> anapaola@univalle.edu.co Angie Baralt >> angiegom12@hotmail.com Nesly Melissa Bello >> neslybello@yahoo.com Santiago Blandón >> sableseronia@hotmail.com Patricia Bolaños >> patico812@hotmail.com Holanda Caballero >> holandacaballero@gmail.com Diana Sofía Chacón >> sofí_406@yahoo.com Angélica Crespo >> angel61712@hotmail.com Ricardo Cruz >> rikz313@yahoo.com María Andrea Díaz >> maria.andrea.diaz@hotmail.com Juliana Echeverry >> julianita_echeverry@hotmail.com David Escobar >> cantardelasranas@gmail.com Viviana Escrucería >> janeth_escruceria21@hotmail.com Luz Karime Figueroa >> luzkarimef@hotmail.com Cindy García >> cosohis@hotmail.com Diana González >> nanitadecali@hotmail.com Germán González >> culo_666@hotmail.com Luisa María González >> luisag59@hotmail.com Gustavo Guerrero >> pablito1687@hotmail.com Natalia Gutiérrez >> natigutim@yahoo.com Jeimy Henao >> jeimy_ahm@hotmail.com Ximena Hoyos >> ximenahoyosmazuera@gmail.com Breyner Huertas >> hadesarde@hotmail.com Maritza Jiménez >> majiloza@hotmail.com Alejandra Lerma >> alejaestrella@hotmail.com Valentina Marulanda >> valjade0390@hotmail.com Natalia Mejía >> nathik16@hotmail.com Mónica María Mondragón >> acropolis_163@yahoo.com Luis Alfonso Nieto Gil >> lang992@hotmail.com Camilo Osorio >> kmilo2@hotmail.com Yefferson Ospina >> yef2er@hotmail.com Harold Pardey >> elfutbolmevamatar@yahoo.com.ar Natalia Quintero >> natyk0218@hotmail.com Miguel Tejada >> tejada004@gmail.com Daniella Torres >> danitp_6@hotmail.com Ángela Trejos >> angel-a890408@hotmail.com John Paul Túquerres >> mardoqueo_76@hotmail.com Francisco Velasco >> fvelasco89@hotmail.com Dino Ventolini >> divento@hotmail.com Johanna Vidal >> johvidal82@hotmail.com Ricardo Cruz (rikz313@yahoo.es) coordinó el trabajo de los reportajes fotográficos. Fotografía de carátula: Luisa María González >> luisag59@hotmail.com Fotografía de contracarátula: Galería de retratos realizados por varios autores. Ciudad Vaga viaje por la ciudad difusa Escuela de Comunicación Social Facultad de Artes Integradas Universidad del Valle Apartado Aéreo 25360 Cali, Colombia Telefax 57 2 3309695 y 3212123 com-soc@univalle.edu.co Aceptamos canje. Prohibida la reproducción de cualquiera de los textos de esta publicación sin la autorización escrita de sus directores.


4 ��������� Presentación 6 ��������� ¡Ay Qué Dolor!

Por »Cristian Valencia

14 ������� Un Día Después de la Lluvia Por » Ana Paola Angulo 18 ������� La Calle Caliente y las Camisas sin Botones Por » Mónica María Mondragón 22 ������� Todo por un Ojo Por » Johanna Vidal 26 ������� Visita a un Guaquero Por » Ángela María Trejos Collazos 30 ������� Alteridades y Conquistas Por » Cindy García Llanos 34 ������� El País de los Telares Multicolores Por » Ximena Hoyos Mazuera 40 ������� Extraño el Sol Naciente en Otoño Por » Natalia Gutiérrez 42 ������� Memorias del Movimiento Por » Maritza Jiménez Lozano 46 ������� Job Rebelado Por » Yefferson Ospina 50 ������� Encrucijada Por » Diana González 54 ������� Un Entierro Diferente Por » Luis Alfonso Nieto Gil 56 ������� Los Negros Aspectos de laSantería Por » Diana Patricia Bolaños 62 ������� Necrónica Por » David Escobar 64 ������� Después de Medianoche Por » Francisco Velasco 66 ������� Hombre de Pueblo Por » John Túquerres 70 ������� Los Cincuenta y Siete Hijos de Marina Por » Jeimy Andrea Henao 74 ������� Una Historia de Luz Por » Angélica Crespo 78 ������� La Vida Alegre Por » Angie Baralt 84 ������� Noches, Nombres, Hombres Por » Alejandra Lerma 88 ������� ¿Loco Destino o Mala Fortuna? Por » Germán González 94 ������� La Diosa de Ébano Por » Gladys Arboleda 98 ������� Las Carnicerías del Amor: ¿Cuánto

Vale Media Libra de Dignidad? Por » Vivian Escrucería 102 ����� La Primera Empapelada Por » Diana Sofía Chacón Fotografía de Breyner Huertas


104 ����� Rodrigo Fiscal Por » Santiago Blandón Escobar 108 ����� Tedus Por » Natalia Quintero 112 ����� Tan Frío Como el Fuego Por » Andrés Camilo Osorio 114 ����� Diva Natasha Por » Dino Ventolini 116 ����� A las Iguanas les Gusta el Fútbol Por » Gustavo Guerrero 120 ����� Sangre de Campeón Por » Nesly Melissa Bello 124 ����� El Olor Por » Daniella Torres 128 ����� Para qué un Título Por » Valentina Marulanda Ospina 134 ����� La Cuarta Dimensión es la Muerte Cerebral Por » Miguel Tejada 140 ����� La Ilusión del Bailarín La Emoción del Espectador Por » Luz Karime Figueroa 144 ����� Farafina Por » Harold Pardey

148 ����� Los Niños de Plomo Por » Marina Walker Guevara 154 ����� Sobre el Periodismo de Investigación Por » Daniel Santoro 156 ����� La Mayoría de Edad del Reportaje Por » Albert Chillón

160 ����� Reportajes Fotográficos 160 ����� Abandonado Por » Luisa Fernanda González V. 164 ����� Niños Por » Natalia Mejía 168 ����� Un Suicidio Excelente. Por » Ricardo Cruz 172 ����� Retratos. Este, Oeste, Norte, Sur Por » Holanda CABALLERO MAFLA 176 ����� Aspectos que Fabrican Realidad: un Jardín, un Café 180 ����� 184 ����� 188 ����� 192 ����� 196 �����

y un Perro de Alguien que Quizás Vive en un Bar. Por » Breyner Huertas La Instrumental Por » Jeimy Andrea Henao Arte Libre en Univalle Por » Nesly Melissa Bello Yanakonas Por» Mónica María Mondragón En la casa de los Muertos Por » María Andrea Díaz Miranda La Vida y el Concreto Por » Juliana Echeverry


Nada más equivocado que considerar la escritura como si fuera fruto de un proceso simple o, peor, natural. Pues toda escritura es por definición un desarrollo en el que entran en acción distintas y complejas dimensiones de la condición humana, así el autor no sea consciente de ello (de cierta manera como el analfabeta, que, al hablar, usa la lengua y no tiene la menor idea de su complejidad); y, por lo mismo, es una construcción que, al constituir a los seres humanos en sujetos (es decir, en seres provistos de una subjetividad), separa al autor radicalmente de cualquier actitud natural. Ni simple ni natural, pues: la escritura es el lugar de convergencia de toda nuestra complejidad humana. La tentación de estimar la escritura bajo la óptica errada señalada atrás es todavía más fuerte cuando ella se ubica en el campo de las escrituras periodísticas. Cuando se habla de éstas, la palabra “objetividad” brota de todas las bocas como moneda de oro, queriendo dar a entender que la realidad se deposita en el texto sin ninguna mediación que la transforme. Semejante negación de la mediación del autor –tan evidente pero al mismo tiempo tan escondida— es una estrategia ideológica cuyos efectos son ricos en el campo de lo político: por medio de ella, las clases dominantes ejercen un poder de control y de sumisión social pues presentan sus discursos como verdaderos –justamente por ser en apariencia “objetivos”—. El reportaje es, sin embargo, la negación más clara de esa mistificación. En él, la realidad se vuelve texto integrando la sensibilidad del autor, de tal forma que, en rigor, tenemos la versión de una realidad según la perspectiva de un autor y no una supuesta realidad tal cual, a secas. Nada existe a secas. Ejemplos evidentes de la aserción anterior los encontramos a montones en este número de la revista Ciudad Vaga. Los temas diversos cuyo desarrollo encontramos aquí nos muestran aspectos de una ciudad vistos a través de la mi-


rada de sus autores, y es su sensibilidad la que prima antes que la realidad referida. Léanlos y lo verán. Por lo demás, el slogan que acompaña su nombre –“viaje por la ciudad difusa”— se materializa aquí en un torrente de temas; cito algunos al azar: una inmigrante japonesa que extraña el sol naciente en otoño de su país natal, las memorias de los inmigrantes antioqueños en el Valle del Cauca o las de los combatientes populares, los lados desconocidos de la santería cubana, los sentimientos de un vigilante nocturno de un centro comercial frente a las vitrinas solitarias, los sueños de cristal de una jovencita bailarina, el manejo de un hogar con 57 hijos, la vida de una mujer bella en su juventud y luego destruida, la de un drogadicto que vive bajo un puente, la de una recicladora que trabaja con sus hijos, la de una copera de pueblo que ha pasado por todas las vicisitudes y horrores de las violencias colombianas, la de una jovencita prostituta en un prostíbulo de un pueblo miserable, la de un muchacho marginal de un barrio popular, la de un homosexual futbolista, la de una niña prostituida por el traquetismo… Son temas, no hay que olvidarlo, abordados en su mayoría por jóvenes escritores y fotógrafos estudiantes (de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle), la mayoría de los cuales no siquiera tiene 20 años de edad. De eso se trata: de abordar la múltiple pero negada realidad de la ciudad en que vivimos, esa ciudad difusa y ocultada (más que oculta), la mayor parte de las veces horripilante, desde la visión de escritores y fotógrafos que quieren mostrárnosla sin tapujos, honestamente, mientras que, al mismo tiempo, van ajustando el registro de su propia voz. Agradecemos el apoyo que han dado a este número los reporteros profesionales Cristian Valencia y Marina Walker Guevara. Sus textos honran esta publicación. Igualmente el trabajo de coordinación de los reportajes fotográficos, adelantado por Ricardo Cruz. Hernán Toro y Patricia Alzate Directores Ciudad Vaga


¡Ay Qué Dolor! Por » Cristian Valencia «

Seguirle el rastro a un desplazado fue mucho más complicado de lo que imaginé. En ocasiones me sentí como los conquistadores hostigando indígenas para que me soltaran en dónde estaba el Dorado. Mucho temor en el ambiente para decir su lugar de origen, mucho recelo con la prensa. Mucha desdicha. Lo complicado del tema no se limitaba a estar con ellos unas cuantas horas para narrar la historia que todos conocemos. Lo difícil era que queríamos llegar hasta el lugar de donde tuvieron que salir, para mostrarles a ustedes, lectores, toda la vida que se perdió en ese súbito y no deseado destierro.

más carros con su venta improvisada de supe cocos, que con suerte les dejará diez mil pesos. Al trabar relación con ellos de inmediato se armó el bochinche. “¿qué íbamos a dejar a cambio? ¿Comida, plata, ropa? ¿Qué clase de ayuda facilitaríamos? —Plata —dije, sintiendo en ese preciso instante que me invadía una especie de mercenario informativo.

Te compro el relato de tu miseria, era lo que estaba proponienAl norte de Bogotá encontré a muchos de ellos, casi todos de do con indolencia. Estuve a punto de decir no puedo y tuve que raza negra, pendientes del clima y de los trancones. Un embo- convencerme de que sería importante si el trabajo lograba retellamiento, que para los conductores bogotanos es un karma, tratar el drama. Así que espero pegarle al corazón del problepara ellos es una bendición del cielo porque pueden atender ma, y espero de ustedes toda la sabiduría y comprensión en este asunto, porque lo que viene a continuación no es fácil. Tristes trópicos Mario Duarte, actor de televisión y músico, cuando comandaba su grupo La derecha inmortalizó para mí el estribillo “Ay, qué dolor”, en una canción que contaba un poco de los colombianos que se iban y los que se quedaban a merced de tanta historia terrible. Y cuando comenzaba a cantar “Ay qué dolor”, todos los muchachos se lanzaban al ‘pogo’ con fiereza, a darse patadas amistosas que exorcizaban la rabia. Propongo para estos relatos el mismo lema, a la manera de salmo responsorial en las iglesias: “Ay qué dolor”.


Escuché historias tristes, que por su antigüedad complicaba la tarea de seguirles el rastro. La de un hombre con una historia de destierro permanente. Siendo muy joven la rueda de la fortuna se le volteó en Caramelo, Sucre, en donde lo señalaron como auxiliador de la guerrilla. De tanto ser perseguido terminó metiéndose de guerrillero del EPL. Se desmovilizó en el 92. Y estando en el campamento de desmovilizados llegaron los del otro bando a ofrecerles puesto, aprovechando que todos sabían tanto de monte y de balas. Dijo que no, y esa negativa lo obligó a escapar de nuevo. Terminó en Betania, en donde se casó, y al poco tiempo llegaron los hombres grises y quemaron el pueblo. Huyeron hacia Chigorodó justo en el momento en que comenzaron las masacres. Llegó a Bogotá en el 94. Hoy en día vende periódico, vende noticias de las que un día fue triste protagonista. Qué dolor.

Cosas así escuché, narradas en tono pausado, mientras todos ellos iban y venían por el tráfico ofreciendo su precaria mercancía. La señora Luz Palacios de Santos, es una negra grande que parece una emperatriz africana de los Bisago, de donde fuera Benkos Bioho, amo y señor de los primeros africanos libres en América. Huyó del alto Baudó porque los hombres grises ordenaron desocupar el pueblo. Hace cuatro años salió a media noche de las entrañas de esa hermosa y selvática serranía, en medio de un panorama desolador tapizado de muertos. Su hija Maye de 19 años, tiene horrendos recuerdos. Difícilmente podrían volver a Nauca, su pueblo, aunque les aseguraran que aquello está en paz. La recordación de aquel paraje es demasiado amarga. Nadie quiere regresar al infierno. “No vayan a ir por allá, señores”, dijo Luz. Y le creí. Para llegar a Nauca teníamos que llegar a Quibdó, luego agarrar un bus que nos dejaría en Apartadó, Cho-


có, que es diferente de Apartadó, Antioquia, pueblo que tiene aeropuerto y un comercio pujante y telecomunicaciones vivas. El Apartadó de la selva rinde honor a su nombre, queda lejos de todo. Una vez allí deberíamos remontar el río Baudó y ahí sí estaríamos perdidos para el mundo porque por allá no existe ni la sombra de una señal telefónica, y por supuesto los celulares se convierten en un encarte que probablemente servirán para arrojar a alguna bestia acechante. “Y por allá ni se le vaya a ocurrir sacar esa cámara porque no permiten tomar fotos”, dijo Luz. ¿Quiénes?, pues los evangelizadores de kalashnikov, como dijera el periodista español, Paco Gómez Nadal, en una crónica sobre el Chocó. Qué dolor. Porque ahora la familia Santos Palacio está orillada en un semáforo, cercada por un cañón de concreto poblado de gente que desconocen y que, muchas veces, echan ácido muriático a los muros para que no se sienten.

Democrática del Congo y Sudán’’. No puedo siquiera imaginar lo que sería enfrentar la mirada de seis millones de ojos, si casi no resisto la tristeza que tres mujeres me traspasaron.

La imaginación al poder

— ¿Ustedes de dónde son?

Al día siguiente, cuando esperaba continuar con las entrevistas no encontré a nadie. Llovía de verdad, con granizo, y un viento helado recorría la calle sin empacho. Mientras caminaba bajo el aguacero avisté tres mujeres negras que protegían del agua, con sus cuerpos, a unos niños de brazos. Me acerqué y dije hola. Ellas me miraron de una manera que no olvidaré jamás. En aquellos ojos estaba todo el drama de sus vidas y la de los casi tres millones de desplazados colombianos, según un dato del subdirector de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Kamel Morjane. Dice también su informe que ‘’Esta es la peor crisis humanitaria del hemisferio Occidental y la tercera en el mundo después de la República

— De ningún lado, señor. Ya nos vamos y no sabemos nada — respondió una y comenzaron a alejarse bajo la lluvia, sin dejar de mirarme.

— ¿Han visto a Luz? —pregunté. — Todas se fueron ayer para la costa —dijo una. Sentía que me miraban los brazos con espanto, como si tuvieran miedo de que fuera a sacar un arma. Decidí ofrecer mis palmas a sus ojos. — No puede ser. Yo hablé con ellas ayer. —Se cansaron y se fueron a la costa.

Dos días después las encontré a todas. Ninguna se había ido para la costa. Tan sólo es un código secreto y tácito de supervivencia. A ningún desconocido se le dice nada porque los desconocidos destrozaron sus vidas, obligándolos a tener sólo recuerdos de sus tierras. Recuerdos que con el tiempo se les irán borrando hasta parecer mentiras. Mentira que tuvieron un pasado, mentira que tenían tierra, mentira que por allá se enamoraron, mentira que eran respetadas por sus vecinos, mentira todo. Mentira Colombia. Porque la realidad es Bogotá, las casas tristes en los suburbios tristes, la intemperie fría, la tristeza alojada a sus anchas en el centro del corazón. Y ese día pude hablar con las tres herméticas mujeres. Una de ellas tiene una sonrisa hermosa que ahora no habitúa, sino que se desliza con vida propia de su rostro duro. Se parece a Tracy Chapman en todo, en el talante de su voz y las letras de sus canciones. Me dijeron que habían llegado de Condoto, Chocó, cinco meses atrás. Que las habían sacado a la fuerza. Que tuvieron que dejar a un tío por allá, porque no lo encontraron a la hora de salir. El tío Lucho, dijeron, perdió sus piernas en Bojayá. Que no tienen idea de nada en Bogotá. En un momento una de ellas maldijo su vida y deseó tener un veneno para matarse: “tres de la tarde y nada de comida


todavía”, suspiró. En su pueblo cada una tenía su finquita y sembraban. Por comida nunca hubo problema por allá. Luego de hablar un poco les dije que me iba para Condoto y que necesitaba indicaciones para llegar hasta sus casas. Dijeron que sus ranchos quedaban junto al río, que eso era un caserío. “Ahí, en las orillas usted va a encontrar las casas desocupadas”. Pregunté por un maestro de escuela, por un cura que las conociera, por algún vecino que se hubiera quedado. Hubo silencio. — Tenga mucho cuidado —dijo Nancy Chapman— No se vaya a poner a preguntar cosas que eso es peligroso. Todos se fueron. Ir a Condoto era posible. La diferencia con Naúca era la facilidad para salir de allí. Condoto tiene aeropuerto y si las cosas se veían mal podríamos salir con rapidez. Eso creíamos. La ver- y en tenía tal cantidad de oro guindado que cuando la luz le caía dad ni el fotógrafo ni yo teníamos idea de para dónde íbamos. deslumbraba la mirada. Su madre dijo al conductor que el principito tenía que viajar cómodo y lo acomodaron adelante, a sus anCondoto chas. Sus padres atrás. El resto nos embutimos con la carga. — ¿Un hotel en Condoto? No hay. En Itsmina, que es cerquita — Hasta ese momento no habíamos visto armas de ningún tipo. respondió la señorita del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín. El camino parecía un lecho de río, destapado y lleno de piedras redondas. Nadie nos miraba, nadie hablaba, sólo escuchábaVeinte minutos después estábamos sobrevolando la selva. mos cómo la camioneta se desbarataba con cada hueco húPara mí era increíble que hubiera una guerra allá abajo, hom- medo y caliente. Traté de hacer un chiste tonto sobre los privibres tomando posesión del paraíso a punta de bala. legios del principito en su asiento de primera clase, pero sólo fue recibido con una sonrisa endeble por un hombre blanco-roEl aeropuerto de Condoto se llama Mandinga, igual que el gru- sado, con acento santandereano que se aferraba a un maletín po étnico del mítico Kunta Kinte, personaje protagonista de la pequeño de cuero ajado, hinchado de algo muy valioso para él. célebre serie de Raíces. Sin duda era indicación de que arribábamos a una nación dueña de una poderosa identidad. El ae- Al poco tiempo atravesamos Condoto. Primera desilusión diropuerto en realidad es una casa de dos alcobas, sala come- chosa: no era un caserío, era un pueblo a orillas de un río. Si dor grandes y un patio que se prolonga en una pista angosta de bien nuestra impresión del pueblo no era muy buena, desde el 300 metros. Frente a la casa una calle destapada y nada más. carro no vimos ninguna casa desocupada. Habría que esperar No había ni buses ni taxis ni nada. Los demás pasajeros fue- a ver las riberas del río. ron recogidos por familiares o amigos que llegaron en motos la mayoría, y nosotros quedamos ahí, en la mitad de la nada. Re- — Esto llega hasta Itsmina? —pregunté. cordé a Pedro Páramo y su incierto viaje a Comala. ¿A qué demonios vinimos a Condoto? Tan sólo había una camioneta azul — Sí —dijo el conductor. estacionada a la vera del camino, con cara de haber estado sembrada allí desde mucho tiempo atrás. El plan era descargar cosas en el hotel de Itsmina y por la tarde ir a Condoto. Nuestra aprehensión iba desapareciendo con Entonces de alguna parte salió una familia entera, y tres señores cada minuto. Las personas que veíamos desde el carro no temás. Un pequeño niño se paseaba junto al carro como un prínci- nían esa marca de desconsuelo que se instala en la mirada pe Bakongo, haciendo cara de enfado. Vestía de impecable blanco cuando hay violencia cerca. Atravesamos el río Condoto: un río


vivo y caudaloso que se perdía en la manigua, custodiado por la selva altiva. Luego atravesamos el Iró. Eran los ríos más hermosos que había visto en mi vida. Después vi casas habitadas, y una niña de ocho años bailando frente a su casa algún ritmo que yo no escuchaba. Se veía hermosa haciendo sus pases de Tai-chi silencioso. Y también una negra hermosísima a medio vestir, durmiendo en un champán, esas canoas largas que alguna vez trasegaron el Magdalena cuando era joven y bello.

Mientras ellas lavaban y extendían sábanas, sus hijos nadaban corriente abajo, acariciados por el agua. ¡Cuánto bienestar! — No me tomés fotos a mí, por favor —dijo Carmen, con 18 años bien llevaditos— Es que ustedes los paisas creen… — No somos paisas —dije y les conté para qué habíamos venido.

Se miraron. De desplazados no sabían nada. Tan sólo una historia de hace cuatro años, cuando varias familias bajaron hasta Condoto, permanecieron un mes y regresaron. Nada más. La simpática alcaldesa encargada, Francisca Rentaría, sabía lo mismo sobre del tema. Y, en general, no parecía que hubiera problemas de ningún tipo. En el casco urbano de Condoto viven actualmente 9.805 personas, y en las cabeceras 4.652, población que no ha sido afectada dramáticamente en muchos años. Actualmente hay siete escuelas funcionando, y dos nocturnas. Nos hablaron del buen vivir de la zona, que fuéramos al río Opogodó, el más cristalino de todos por ahí, para que supiéramos cómo hablaba Dios. Y nos invitaron a las fiestas de la soberana, Nuestra señoDescargamos en el hotel “Elegant pipol” en el centro de Itsmi- ra del Rosario, para el 27 de septiembre. Carajo: qué mala pata. na, al que llegamos luego de atravesar a pie el puente sobre el gran río San Juan, y salimos hacia Condoto nuevamente, esta Para mí era una dicha total que todo hubiera salido mal. Convez para caminarlo: unos niños interrumpieron su partido de doto e Itsmina eran territorios pacíficos, gracias a Dios. fútbol para posar ante la cámara; policías tranquilos junto a la iglesia, que no entendían muy bien qué veníamos a hacer. Ca- Qué mala pata para esas pobre mujeres que inventaron ser de minamos hacia el río. En la orilla varias mujeres lavaban ropa y, allá. Qué dolor. Porque piensan que su miseria verdadera no es seguro, desplumaban maridos con la lengua. Atravesamos una suficiente para pedir; porque se están perdiendo de su paraíso playa de 50 metros pedregosa y entablamos la conversación. también, sea este el que fuere y quedare donde quedare. En Itsmina estaba naciendo la civilización. El movimiento a las doce del día era tremendo. Mucha comida por doquier, mucho carro, camión, bus. Mucho taxi. Un comercio vivo y abundante: almacenes con toda suerte de mercancías. Y más comida. Y muchos niños uniformados regresando de la escuela, porque desde el 2004 la educación en Chocó es gratis: sólo se paga una matrícula que oscila entre 10 y 60 mil pesos. Una iglesia enorme, que pertenece a la Universidad Santo Tomás en donde se forman maestros en todas las áreas para la región. Y mucho calor, mucha humedad, mucho movimiento en la mitad de la selva.

Resultamos haciendo turismo periodístico. Conocimos la plaza de mercado a orillas del río San Juan: un hervidero de gente y colores y frutas desconocidas, y nos dimos cuenta de que el oro es un sustantivo común en la zona. Todo el mundo lleva algo de oro consigo. Las mujeres hacen gala de aretes y colgandejos hechos por ellas mismas, porque la mayoría sabe trabajar el oro. Río arriba son muchas las compañías que se dedican a explotar el oro. Me pareció extraño que una región tan rica en ese metal precioso que tantas guerras ha provocado, no fuera víctima de los hombres grises, los armados, los que patentan la tierra y sus riquezas a la fuerza. De regreso a Bogotá lo primero que hice fue buscar a mis negras embusteras. Quería saber su verdad, la verdad de sus mentiras. Las encontré en el mismo lugar y me saludaron calurosamente.


— Estuve en Condoto, muchachas. Llegué ayer —dije.

Entonces me fui con ese taco atragantado, sabiendo que todas esas historias no serán publicadas en ninguna parte. Porque el Se atacaron de la risa y me miraban como si fuera el más idiota ingrediente periodístico “no existe”: no llegué al lugar del desde los habitantes de la tierra. plazamiento, no retraté las casas que dejaron ni los vecinos que se fueron ni la escuela abandonada ni el duelo, ese duelo enorme — ¿En serio te fuiste para Condoto? y silencioso que se está apoderando del país como al descuido. — Ajá. Y por allá no pasa nada. No ha pasado en muchos años y Nota: dos años después de esta crónica la guerra también llenadie las conoce a ustedes. Me estafaron, muchachas, y creo garía a esa región: mucha bala, mucho muerto, mucho destiemerecer una explicación. ¿De dónde son? rro forzado. Todo fue una premonición. Se miraron entre sí. Nancy salió corriendo detrás de unos carros a ofrecer sus cocosetes. Venían de un pueblo del Cauca. No quisieron decir cuál, pero tuvieron que salir porque les mataron a sus hombres. Eran ladrones de poca monta, y sobreaguaban los días con esa desprofesión. Hasta que llegó una mano negra a hacer una limpieza, esa palabra tan aséptica que en Colombia es sinónimo de matanza, y se los fue cargando a uno por uno. “Al mío lo colgaron de un poste con un letrero”, dijo Nancy. Se encontraron en Bogotá, se reconocieron, se juntaron y decidieron trabajar juntas. Inventaron un destierro forzado, como si el de ellas no fuera real. Porque pensaban que la palabra “desplazado”, sólo se aplica a desterrados por la guerrilla o paramilitares. No sabían que el hecho de haber abandonado su pueblo por tristeza y falta de oportunidades, también les daba derecho a autonombrarse desplazadas. Por el hambre o por las balas o por lo que fuere, ellas están en una esquina del norte de Bogotá. Y no están en sus casas, en sus pueblos, en el lugar de sus ancestros y sus muertos. Ay, ¡Qué dolor!


El total de los 34 reportajes que componen esta nutrida Zona Libre se han construido desde diferentes dinámicas. Por una parte, a partir del la propuesta de los directores en torno a las comunidades indígenas. También motivando a las nuevas generaciones de escritores de la revista: publicamos los trabajos periodísticos destacados en algunos cursos del Programa Académico (muchos rostros nuevos aparecen este número). Por último, acogiendo las propuestas libres de estudiantes y egresados. En síntesis, una combinación entre un trabajo planificado y una cuota de azar en la elección temática. La primera serie de textos corresponden al tema indígena. Un día después de la lluvia, de Ana Paola Angulo, nos lleva al interior de la Minga Indígena durante su estadía en el Coliseo El Pueblo de la ciudad de Cali en octubre de 2009. La calle caliente y las camisas sin botones, de Mónica María Mondragón, es un recorrido por una calle de prostíbulos en Jamundí; La India, una indígena Páez de la que nadie conoce su nombre y trabaja como prostituta en uno de los bares, es la protagonista de esta historia. Todo por un ojo, de Johanna Vidal, narra el viaje de una joven con su madre hasta Santander de Quilichao para ser curada por Doña Nur, una indígena dedicada a curar el mal de ojo y otros tantos maleficios. Visita a un guaquero, de Ángela Trejos, relata un día junto a Heberth, un hombre que se dedica desde los 12 años a desenterrar guacas indígenas. En Alteridades y conquistas, de la egresada Cindy García, en un tono crítico e irónico, se hace un recuento de la llegada y conquista de los españoles a América; también se da a conocer la lucha de las comunidades indígenas por una educación que no olvide su cultura. Por último, la egresada Ximena Hoyos, en El país de los telares multicolores describe una visita a Guatemala para apreciar lo que envuelve la confección y uso de los trajes típicos mayas, tejidos a mano. Algunas regiones olvidadas de nuestro país aparecen en un segundo bloque de textos, a través de historias personales de violencia y de desarraigo. Como excepción al locus nacional, está el reportaje Esperando el sol naciente en otoño, de Natalia Gutiérrez, quien nos acerca a la señora Harasawa, una devota a Tenrikyo, que desde Cali nos cuenta lo que siente, vive y anhela en Colombia, extrañando lo que hacía en su país, Japón, pero ya acostumbrada a la vida en occidente. En Memorias del movimiento, de Maritza Jiménez, Alexander Melo recuerda, desde Guadalajara de Buga, los escollos por los que pasaron su familia y él al ganarse la vida en el departamento de Huila a través de la recolección y venta de coca. Job rebelado de Yefferson Ospina, relata las vivencias de un hombre al que la violencia obligó a abandonar el arado de la tierra y, en su remplazo, a trabajar en una estación de gasolina. En Encrucijada de Diana González, dos estudiantes de Comunicación Social viajan a Timbiquí (Cauca) para realizar su tesis de grado y, tras encontrarse en medio del fuego entre las Farc y el ejército, se enfrentan al dilema ético de seguir con su proyecto, o devolverse a sus casas. Un entierro diferente, de Luis Alfonso Nieto, detalla una actividad repleta de risas y alegría, organizada por la Red por el Buen Trato, en la que algunas madres de Tumaco (Nariño) deciden enterrar en la arena los rejos y cueros de vaca con que castigaban a sus hijos. Los tres reportajes siguientes nos acercan a los límites con el más allá. En Los negros aspectos de la santería, de Diana Patricia Bolaños, conocemos la vida de alguien inmerso en el mundo de la santería y de sus experiencias bajo la protección de Obatalá. En Necrónica, de David Escobar, Bruno hace un recorrido, junto a su novia, por el Cementerio Central y por el Cementerio San José de Siloé; se topan con personajes peculiares, con tumbas y adornos mortuorios bastante particulares. Por último, Francisco Velasco, en Después de medianoche, cuenta cómo los vigilantes y guardias de un centro comercial de Cali recorren los pasillos y se encuentran con inusuales visitantes. Continúan una serie de historias de mujeres y de hombres, cuyas decisiones individuales los han llevado a recorrer caminos difíciles, ya sea hacia proyectos comunitarios o hacia escondrijos mentales y corporales de salidas inciertas. Hombre de pueblo, de Jhon Paul Túquerres, nos presenta a Don Orlando Gamboa, quien desde la Plaza de Cai-


cedo relata sus luchas por la comunidad de Buenaventura, sus contoneos entre el mundo de la política y su sueño, a los 72 años, de ocupar algún día una silla en la Cámara de representantes. En Los cincuenta y siete hijos de Marina, de Jeimy Henao, observamos cómo niños de diversas edades se han fijado en el corazón de doña Marina y la manera en que en ella se esfuerza por darles lo mejor a pesar de los obstáculos del día a día. Una historia de luz, de Angélica Crespo, nos presenta la historia de una mujer que vive con sus tres hijos en Siloé y trabaja en el reciclaje, sin dejar de lado su religión: la congregación israelita del Nuevo Pacto Universal. En La vida alegre, de Angie Baralt, Ana Elina Forero, nacida en Ibagué (Tolima) nos cuenta la vida violenta y los tropiezos que tuvo que sortear desde muy pequeña, tanto en su casa como al escaparse de ella para sobrevivir en la calle. Noches, nombre, hombres de Alejandra Lerma, relata cómo en Semana Santa se trastoca la rutina de un prostíbulo y la de aquellas mujeres que trabajan en él; ellas tienen el tiempo que usualmente les es negado. Loco destino o mala fortuna, de Germán González, narra la vida de Patricia, una mujer que fue adinerada, estudió en los colegios más caros, fue modelo y azafata y que terminó pidiendo limosna en el pueblo Vijes (Valle). La diosa de ébano, de Gladys Arboleda, cuenta la historia de Johana, una niña que maduró viche y se pudrió; probó el mundo del modelaje y sus desventuras, las drogas, el alcohol, la prostitución y hasta el manicomio; pero el llamado de Dios pudo sacarla milagrosamente de ese mundo de descontrol. En Las carnicerías del amor: ¿cuánto vale media libra de dignidad?, de Vivian Escrucería, Carolina lleva en su vientre a un hijo que no desea tener; se dirige a una clínica de aborto clandestina y le practican un procedimiento que le lastimó la mente, el cuerpo y la vida para siempre. La primera empapelada, de Diana Sofía Chacón, nos cuenta la primera experiencia de una joven que va a una fiesta electrónica para probar LSD (ácido alucinógeno. Con Rodrigo Fiscal, de Santiago Blandón, conocemos a un joven que creció con una mezcla entre fútbol, drogas y una buena cuota de odio, violencia y venganza. Ayer era un muchachito que sabía mover la pelota en la cancha de su barrio y hoy es uno de los capos de una banda juvenil de Cali. Tedus, de Natalia Quintero, es una conversación con un hombre que dejó su hogar y sus padres muy joven por las drogas y el dinero fácil; se dedicaba a robar y decidió cambiar su oficio al de reciclador para vivir en la calle y mantener su adicción. En Frío, como el fuego, de Camilo Osorio, un joven homosexual camina por las frías calles capitalinas hasta llegar a un centro comercial en el que algunos hombres se prostituyen y otros pagan por un rato de sexo en los baños del lugar. El personaje de Diva Natasha, de Dino Ventolini, mueve su cuerpo al ritmo del Ragga y Dancehall, bailar es su terapia para abandonar el mundo real, desestresarse y olvidar que antes fue Víctor Hugo Quiñónez. Un último grupo de textos oscilan entre actividades deportivas, académicas y musicales. En A las iguanas les gusta el fútbol, de Gustavo Guerrero, conocemos a Jhon Mario, una joven estrella del fútbol cuya prometedora carrera sucumbe una vez que sus amigos y entrenadores se enteran de su homosexualidad; ahora divide su tiempo en atender su peluquería y en los partidos de fútbol junto a su equipo de amigos homosexuales. Sangre de campeón, de Nesly Bello, nos cuenta cómo en la Escuela de Fútbol Carlos Sarmiento Lora se entrena Christian Duque, un pequeñito de 9 años con la pasión y el talento necesarios para algún día llegar a ser profesional. El olor, de Daniella Torres, narra un día de competencia de Alex, un piloto de motocross que sufre ataques de esquizofrenia, incluso, durante sus competencias. En Para qué un título, de Valentina Marulanda, un periodista cuenta su historia, sus aventuras y desventuras en su oficio como reportero de varios canales de televisión, periódicos y demás. El egresado Miguel Tejada, en La cuarta dimensión es la muerte cerebral, nos muestran las dinámicas estudiantiles de una promoción de 23 estudiantes de una Especialización en Creación Multimedial de la Universidad de los Andes. Todo a través del humor ácido y una buena cuota de ironía. En La ilusión del bailarín. La emoción del espectador, de la egresada Luz Karime Figueroa, damos un paseo por el mundo del ballet y la música. Nataly Aragón es una de las bailarinas y protagonista de esta historia. Farafina, del egresado Harold Pardey, nos lleva a un viaje de varios días al mundo del pacífico colombiano. En el marco del XIII Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, se presenta un grupo de origen africano que obliga a sus espectadores a moverse a ritmo de tambores. Seis de los autores son graduados de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Los demás son estudiantes de la misma. Patricia Alzate y Angela María Trejos.


Por » Ana Paola Angulo «

Un Día

Después de la Lluvia

Con los ojitos brillosos y mirando siempre hacia arriba, un niño de piel trigueña y cabello negro lacio atraviesa, a paso presuroso, el túnel de la estación “Unidad deportiva”, ubicada frente a uno de los centros comerciales más grandes de Cali. Sus piecitos van casi en el aire, el niño es arrastrado por una mujer adulta, de rasgos parecidos a él, que lo lleva de la mano. Tal vez sea su madre. Avanzan codiciados por la mirada curiosa de personas que murmuran. Una señora de contextura gruesa, estatura media y piel blanca, guiada por su imprudencia, hablando con un volumen de voz muy alto se refiere a ellos. Habla con desprecio. En su boca se dibujan unos gestos extraños cuando pronuncia algunas palabras fingiendo lástima. “¡Ahí pobrecito ese niño lo traen a pasar trabajo…uy no, él ni siquiera sabe lo que hace… qué madre tan bruta”. Casi sin oír, niño y mujer llegan a la su-

perficie y esperan el bus para emprender un tour por la ciudad. Suben al transporte masivo y se encuentran con otras miradas que parecen señalarlos. Son indígenas que hacen parte de la Minga de resistencia social y comunitaria que ha llegado del suroccidente del país, desde La María, Piendamó: Territorio de Paz y negociación. Recorrió las calles principales de la ciudad y hoy se aloja en el Coliseo del Pueblo. Dos noches en esta selva de cemento parecen no ser tan extrañas para muchos de los indígenas que asoman sus cabezas entre la malla de alambre metálica que cubre el coliseo. Miran a los habitantes de la urbe y en sus rostros se puede observar una tranquilidad admirable. Nos brindan miradas de confianza como llamándonos a hacer parte de su lucha. Sin embargo, lo que reciben son repasos incómodos y a veces tan solo indiferencia. Algunos caleños y foráneos, por el contrario, se sienten identificados con la minga de resistencia social y comunitaria y con la lucha indígena que cada vez se proyecta más hacia una perspectiva mundial, según lo manifiestan sus líderes. En la entrada del coliseo se pueden observar dos figuras humanas que han permanecido por varias horas en la puerta. Son indígenas del Cauca. Llevan pañoletas con los colores verde y rojo que corresponden a la bandera del Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC. Son un hombre y una mujer. Deben recibir a las personas que entran; las requisan rápidamente y sin ningún problema las hacen seguir. Entran niños, jóvenes, adultos y lo curioso es que más de la mitad de los que han ingresado en los últimos 20 minutos no son indígenas. Adentro, el ambiente es como el de la plaza de mercado de un pueblo. Las personas van y vienen de


Fotografía de Ana Paola Angulo

todos los lados, hay vendedores de comida, bolsos, aretes y otro montón de artículos. Alrededor del coliseo están ubicadas carpas pequeñas con plásticos negros, algunas fabricadas incluso manualmente. Se ven chivas parqueadas en distintos puntos del lugar y automóviles particulares que bien podrían ser de alguna comisión internacional. Bajo la parte cubierta del coliseo puede haber más de 30 baños ambulantes que permanecen ocupados todo el tiempo. Con filas de tres a cuatro personas, indígenas, negros y mestizos esperan su turno para ingresar. Dentro de la estructura edificada están las comisiones de derechos humanos, representantes de entidades de salud y algunos medios de comunicación regionales como el Canal Universitario. A esta hora, tres de la tarde, algunos se están bañando a la intemperie bajo un tímido sol que intenta salir cohibido por algunas nubes caprichosas. La mayoría de los niños van de un lado a otro guiados por un hombre y una mujer mestizos que los conducen a repetir consignas políticas que invocan a la resistencia social y la defensa de la madre tierra. En el segundo piso de la zona cubierta un hombre, ayudado de un micrófono, anima a la gente y explica las razones de la minga. Invita a todos a unirse a la lucha. El resto de los nativos está sentado, conversando o simplemente descansando en el interior de las carpas. La Guardia Indígena Yamil Pechené a quien por cariño llaman “El duende” es un pequeño hombre de contextura delgada, cabellos largos y rostro afable. Sentado tranquilamente frente a la entrada principal del coliseo, vistiendo una pañoleta con la bandera del CRIC y una

mochila gris, es uno de los encargados de la seguridad, pertenece a La Guardia Indígena desde hace varios años. Mirando celosamente hacia la entrada, habla acerca de la Minga de resistencia social y comunitaria: “Es una tradición que tenemos, la palabra minga quiere decir unidad, trabajo comunitario, todo lo que pensamos hacer lo hacemos con unidad”. La Guardia sólo porta un bastón que se denomina “bastón de mando”; es una estrategia de protección pacífica que surgió por la iniciativa de los cabildos gobernadores del Cauca y ahora se ha consolidado como la forma en que estos pueblos se defienden de los grupos armados, llámense guerrillas, paramilitares o militares en representación del propio Estado colombiano. “El duende” porta su bastón como una herencia que le dejaron sus mayores, “representa la dignidad, la sangre que ellos derramaron. Aquí no lo vemos porque hay asfalto, pero en la tierra al empuñar este bas-


Fotografía de Ana Paola Angulo

tón estaríamos recibiendo energía”, dice mientras se levanta del La minga llegó a Cali el martes 13 de octubre caminando la pacordón de pavimento en el cual permanecía sentado al escuchar labra. El caminar de la palabra es una acción proactiva que el llamado para formar a los miembros de La Guardia. significa exigir el respeto por la expresión; muchas leyes no son más que letra muerta porque aunque la Constitución PolíOtro hombre con pañoleta e insignia del CRIC le informa sobre la tica de 1991 defienda los territorios de los pueblos indígenas, novedad de un vendedor ambulante que sobrepasó la malla de afrocolombianos y campesinos, la realidad de este país reveseguridad y, tentado por vender sus productos en el coliseo, in- la el acorralamiento de estos pueblos y el debilitamiento de la gresó sin permiso previo. “El duende” escucha al hombre, se ríe madre tierra. También caminan la palabra muchos estudiany mueve la cabeza, pues este es el segundo vendedor que hoy in- tes en Cali, activistas, organizaciones sociales, afrocolombiatenta ganarse unos pesitos. Parado sobre el asfalto avanza ha- nos y ciudadanos del común. En algunos territorios indígenas cia las carpas dispuesto para la formación de La Guardia Indíge- se realizan actos ceremoniales exigiendo, entre otras cosas, la na. Se reúne con un grupo de cinco hombres que portan “bastón desmilitarización de su territorio. de mando” haciendo un círculo. Hablan sobre la organización de La Guardia y acuerdan algunos aspectos. Tras ellos se encuen- Esta fiesta de las razas que coincide con la ominosa invasión tran formando cinco filas alrededor de cincuenta hombres, mu- de los españoles a tierras americanas, tiene contacto direcjeres y niños que esperan la orden para ponerse en posición. Del to con escenarios internacionales donde se apoyan estas acotro lado otra formación ya ha empezado a emitir consignas y ciones. Los indígenas llaman a la unidad. A la resistencia. A la alzar sus bastones guiados por un hombre mayor que los invita a minga de la comunidad en defensa de la madre tierra. la reflexión y los motiva a seguir con la resistencia. Es algo bastante extraño. Una guardia que proteja sin armas en otro con- Quizá el antecedente más directo de esta movilización de retexto simplemente sería una situación utópica. sistencia social y comunitaria sea el Primer Congreso Indígena y Popular que se realizó en septiembre de 2004. En este conLa minga de resistencia social y comunitaria greso se plantearon cinco puntos que son retomados esta vez caminando la palabra en todo Suramérica para ser escuchados Caminamos la palabra porque en este país en unidad y que las voces retumben hasta llegar a una sola voz no vale lo que está escrito, internacional que convoque un eco al mundo. la Constitución Política de Colombia, el primero que la viola Las voces de los integrantes de la Minga de resistencia social es el g<obierno colombiano, y comunitaria entonan un discurso organizado que invita a la es el gobierno de Uribe. consolidación de un proceso que se trace como una agenda de transformaciones para la vida y el respeto por la diferencia. Aida Quilcué. Son cinco temas que conducen a muchos otros puntos que de-


ben ser detallados, escuchados y sobre todo abordados con pancartas. Un aire húmedo recoge el lugar como acechando. Reuna política seria, para eso es el caminar de la palabra. cuerda quizá que la naturaleza está a favor de esta manifestación. El suelo aun no está totalmente seco; espera que el sol se dePor eso están hoy los indígenas y demás comunidades en el coli- cida a salir y cobije con su presencia a estas miles de personas que seo del pueblo de Cali. Razón de sus rostros atentos a un proce- no cesan de luchar. Sigue la fiesta. Sigue la minga. so que se teje con la colaboración de todos. Son planteamientos que recogen el dolor de personas que están siendo acorraladas Ahora recuerdo la imagen de la señora de piel blanca en el túpor falta de verdad, de cumplimiento y de acción por parte del nel de la estación “unidad deportiva” del sistema de transporEstado colombiano. Cinco puntos que hablan de guerra, paz y te masivo. Pienso en sus palabras. Y aún más en su desprecio derechos humanos, soberanía, tierra y territorio, legislación del e ignorancia. Personas como ella deberían enterarse un poco despojo, acuerdos incumplidos y agenda de los pueblos. de lo que realmente está pasando. Del porqué de la lucha de los pueblos indígenas, afrocolombianos, campesinos y demás. El día de la lluvia Debería saber el significado de la minga. Desafortunadamente ella no es la única. En este país muchas personas aun no El miércoles 13, justamente ayer, todo se veía como hoy. Toda aceptan la diferencia. A pesar de que en la Constitución Polítila minga hacía normalmente sus actividades para contribuir a ca se diga que Colombia es un país pluriétnico y multicultural, la jornada de resistencia. Mujeres, hombres y niños se ocupa- la realidad es totalmente contraria. ban de sus responsabilidades, ya sea la cocina, la protección de la entrada o las comunicaciones. Daban casi las dos de la En unos dos días la minga se retirará del coliseo, no sin antes tarde y el cielo de la sucursal de cielo se fue tornando cada vez haber logrado un diálogo abierto y sincero con el gobierno namás oscuro. Las mismas nubes comenzaron a emitir sonidos cional. Ahora puedo ver el coliseo nuevamente desde afuera. Y graves. Crujían muy fuertes. El viento empezó a desesperarse las nubes se ven oscuras. Se ve mucha más gente. Cae la noche golpeando los rostros de los mingueros. Entonces, los plásticos y con ella llega el descanso para miles de personas que al amaimprovisados de las carpas se levantaban y todo el coliseo se necer continuarán con sus voces fuertes. No termina la minga fue llenando de agua proveniente de la madre naturaleza que de resistencia social y comunitaria. dejaba caer sus lágrimas sobre más de 15.000 personas…

Fotografía de Ana Paola Angulo

Hoy todo está normal. Pensé encontrar las carpas desbaratadas o la gente arrumada bajo la edificación del coliseo o en su interior. Pero no es así. Ellos saben que la naturaleza no está en su contra. Un día después de la lluvia continua la lucha de los pueblos indígenas. Y los niños recorren el coliseo acompañados por zanqueros y


Por » Mónica María Mondragón « Fotografías tomadas del cortometraje “Eskwe quiere decir Colibrí”.

La

Calle Caliente y las Camisas sin Botones

El cuarto es pequeño, muy pequeño. Los colores de las paredes queriendo remover un poco las lagañas que una vez más se lese intercalan: una de color azul pálido y la otra blanca. Una azul vantan con ella. Tiene los ojos hinchados y un poco irritados. pálido y la otra blanca. La pared blanca a la cual está arrincona- En el corredor se escucha la llegada de un día más. La India se do el debilucho catre que se mueve de forma exagerada, está hú- levanta en silencio y apaga el ventilador presionando los botomeda. Muy húmeda y con manchas marcadas por esa humedad. nes con los dedos del pie. Dobla la cobija, se sienta en el colchón pelado y prende el remedo de televisor. Entreabre los ojos y se queda mirando la pared, mira el reflejo de la cortina moviéndose. El ventilador está prendido aunque –¡Ponche! Qué rico ponche, cómpreme el ponche, ponchino hace calor, pues la arrulla su ruido. Tiene la cobija enrollada to rico, ¡qué rico ponche! –gritaba el viejo de sombrero en los pies y empieza a moverse (el catre suena). Huele a frío y grande–. el frío se mete por su piel, la piel de aquella que en este lugar es conocida como “la India”. La India se eriza del frío con su Vicky y Alexa atravesaron las cortinas color fucsia mugre, papequeña pijama de color blanco curtido, encogida en posición saron la calle, caminaron rápido alrededor de la galería central. fetal. El pedazo de tela que hace las veces de cobija se ha caí- Vicky sabe que ya es hora de aplicarse blonda. La raíz negra se do. Se sienta, los pies le cuelgan de la cama, se frota los ojos asoma en su cabeza. Ella es una rubia casi original, sus facciones son de blanca. Lo que más gusta es el tatuaje que tiene en el brazo derecho, una figura abstracta que aspira a ser un corazón. Al lado una pequeña inscripción: “mujer puta, mujer libre.” Saca del resorte de su falda pepifloreada de tono rojizo, un billete arrugado y pide dos. El viejo rellena dos bolsas pequeñas y alargadas con el líquido de un color rosado desteñido que asegura, es ponche tradicional. Les hace un nudo en la parte superior y se las entrega a Vicky dándole un beso en la frente. Alexa muerde una punta de la bolsa y empieza a absorber el líquido, parece como si en realidad la refrescara. Vicky le abre un hueco demasiado grande y su blusa blanca transparentonga se mancha al instante. El viejo está mirándole la blusa hace rato, tal vez porque no usa sostén y sus pezones se insinúan palpitantes, y ahora húmedos.


La calle caliente nació con Jamundí. Querida y odiada, sucia y limpia, calle alegre y de ojos tristes. Música por todas partes, un sonido rayado, tostado. Esta calle está ubicada en un rincón, son tres cuadras dedicadas al “placer”. Aquí el placer tiene clase social y hasta capital cultural. Se es o no se es. El primer lugar que se asoma es la galería, de olores fuertes, rodeada de cebolla y caras amables que venden verduras y carne no muy fresca. Aunque aquí se vende comida, las aguas negras circundan la parte exterior de la galería. Al frente de las aguas negras, los dos lugares más baratos: Bar El Peludo y Taberna Pelos Arriba. Dos cortinas gigantes, una floreada y otra de color rojo polvo, se contonean con el viento: dejan entrever piernas sobre sandalias altas. Estas cortinas cubren dos espacios separados por una pared angosta. En la pared que separa estos dos espacios hay un letrero pegado: “Pague uno, héchese dos…” está escrito con marcador negro en medio pliego de cartulina (a mano alzada con letra temblorosa). De vez en cuando una que otra mujer se asoma y hasta sale como por arte de magia de las grandes cortinas. Mujeres de diferentes colores y sabores envueltas en zambapalo de sonidos y voces desafinadas que salen de un parlante grande, negro y ronco que apunta hacia la calle y que se ve entre la oscuridad cuando las cortinas se levantan.

La calle caliente nunca está vacía. Aquí también trabajan Vicky y Alexa; de vez en cuando salen y sonríen. Allí va la gente de “mala calaña” pero “con los sexos más grandes; son tan grandes que no se sabe de donde los traen” –dice Alexa, abriendo los ojos y mordiéndose la uña casi completamente despintada– “nosotras no tenemos guachimán como las de allá”. –dice señalando con la boca la cuadra contigua–.

Fuera de la calle caliente, en toda la carretera, está La Pesebrera. Pesebrera porque los dueños son duros, “caballistas”. Es otra taberna bar. Las niñas más jóvenes, lindas y caras. Desde afuera se escuchan nítidos los sonidos del pegajoso reggaetón. El presentador del lugar se asoma a la puerta con su micrófono invitando a que se animen a entrar. Parece una discoteca normal. Llega la tarde y parquean grandes carros, repletos de hombres y algunas nenas que mueven sus nalgas al ritmo del boom del reggaetón. Se ven contentas, con sus cuerpitos forrados en prendas ajustadas. Las nenas que entran a esta taberna bar saben que tienen que estar dispuestas. El beat se apodera de las ganas, los hombres hablan por celular y de un momento a otro cruzan el umbral. Al fin y al cabo es otra de sus pesebreras y encontrarán vaquitas esperando al mejor postor. Muy pocas viven allí, la mayoría no, resulta difícil meterse en los secretos que guardan enUna parejita interracial llama la atención, se trata de un hom- tre pecho y pecho. Ese ya es otro cuento. bre chiquito y de color negro quemado que sale del local de la cortina floreada y baila en la acera con una mujer flaca, casi En el medio de la estratificación social se encuentra la cuadra chupada y alta que usa un vestido de rayas diminuto. La mujer contigua a la galería. Abre la secuencia: Keop’s Taberna Bar, le bebe cerveza sin parar y aun así no engorda. El chiquito está siguen en orden descendente Hawai Show 2000, Fuente de soda muy cómodo, pues ahora bailan un vallenato maluco y su ca- Las Palmitas, Derroches, El Despiste, ¿Aquí es? … en algunos de beza reposa sobre las tetas de la mujer. estos lugares se les permite a las mujeres que viven en ellos tener


a sus hijos. Hasta tienen vigilante: Seres a los cuales solo se les ve el perfil cuando balancean su cuerpo en la silla, la nariz en el marco de la puerta, hombres de miradas profundas. En el tercer piso de Hawai se ven los niños montando en sus motos de plástico, en la puerta una de las mujeres amamantando a su bebé. Adentro cortinas hechas de tiras plastificadas, las tiras de color amarillo van intercaladas con las de color azul oscuro. El olor a licor malo penetra, las sombras de las mujeres parecen siluetas que no se definen, se ven las cejas gruesas, mal tatuadas…

Una mujer gorda, de cara linda y ojos rasgados, que se encuentra aplastada en el rincón de una de las mesas, dice que al principio ella no usaba zapatos de tacón alto, y los tacones son herramienta de trabajo porque “le hacen ver muy bonita la pierna a uno, la alargan...” Está sentada casi al lado de una puerta: la puerta del baño. La puerta no alcanza a tocar el suelo de manera que se ven los pies de quien ocupa el lugar. Suena el sanitario pero nadie sale. En la pared, arriba de la puerta del baño, un letrero de advertencia: Ojo: la mujer que se encuentre con un hombre dentro del baño, paga $20.000 de multa. Att: La Admón.

Salen profesores de colegio, hombres sonrientes y con la camisa arrugada, camisas sin botones… un embolador se hace la Ojos rasgados se para, tiene un pantalón corto sin botón y la plata de sitio en sitio. barriga se le sale del pedacito de tela. Dice ser la única amiga de La India. Al ver que ella no me habla y solo ríe con su pecuA ellas no es fácil acercárseles, a ellas las cuidan bien. Mario, liar ruidito, decide contarme. un joven paisa y coqueto, quien contrata a las muchachas en Hawai, dice sabérselas todas, “Algunas le dicen a los tipos que – Desde que llegó ríe así. Un hombre la trajo, la vendió. las saquen de aquí, que lo único que tienen que hacer es pagar –dice– una deuda, los hombres caen y cuando regresan las ven acá. Digamos que es una entrada adicional de plata. Las mujeres son Según parece es una indígena de la comunidad Páez. Aunque traicioneras.”–dice moviendo la cabeza en tono de negación– en Jamundí se encuentran trabajadoras sexuales de descendencia indígena, la mayoría son migrantes, manejan el español Toda la descripción de la calle caliente, de sus lugares, para y lo hacen como forma de trabajo luego de dejar sus lugares de hablar de “La India”. La India trabaja en Hawai Show 2000 hace origen. A diferencia de ellas, “La India” como la llaman, ya que algunos años. Así como terminó en Hawai, hubiese podido ter- no se sabe su nombre, no pide un porcentaje como lo hacen las minar en cualquier otro lugar de los alrededores. Tiene buenas demás. Ella sólo vive allí. La ropa se la compran sus compacurvas “para los visitantes sin frenos”, aunque dicen que está ñeras en la tienda Yoam, que está en la esquina de la cuadra. acabada, que cuando llegó estaba mejor. No habla mucho, di- Ropa buena, bonita y barata para todas. cen que no sabe bien el idioma. El hombre que llevó a La India a este lugar, dijo que la había conocido un día que fue a realizar un trabajo en un local en Caloto. Según les contó a todos, cuando ella lo vio empezó a rodearlo y no se le despegó más. Le preguntó al dueño del local y éste permitió que se la llevara ya que él tampoco sabía de donde venía ni cómo se llamaba. Solo había llegado un día a los alrededores del pueblo y se había quedado sin decir nada. El hombre sabía que le ofrecerían bastante por La India, así que llegó a Hawai y la vendió. Los paeces son el grupo étnico más numeroso de Colombia y en Jamundí se encuentran en muchas partes, realizando diversas actividades. Las mujeres trabajan como aseadoras en casas e instituciones, venden plantas medicinales en la galería, artesanías en el parque central, hay familias que tienen puestos de ropa. Quienes aún viven en sus comunidades ubicadas en el


departamento del Cauca o en veredas del municipio de Jamundí, bajan en días de mercado, en chivas, a vender e intercambiar sus productos agrícolas y tradicionales. Son tantas las razones por las cuales muchos paeces ya no viven en sus tierras, que no viene al caso enumerarlas ahora. Entre los descendientes paeces que viven en Jamundí desde hace tiempo se encuentran las mujeres que se han radicado en la calle caliente. El silencio de estas mujeres es mítico; Yanín (ojos rasgados) me habla, pero casi hay que sacarle las palabras. En la cosmovisión Páez ven en las montañas, las curvas del cuerpo femenino, naturaleza (pachamama) y mujer son fertilidad y vida, son esenciales en la comunidad. Uno de los cosmogramas de los Nasas–Paeces es una montaña cuya forma es el cuerpo de una mujer; el cabello son ramazones largas, de pocas hojas. Al mirar a La India y al cosmograma se entiende el porqué de la asociación. La India tiene dos teticas como lunares, caderas curvilíneas, cabello largo y negro, el más negro que se haya visto. En medio de su silencio ancestral y su risita molesta, se va y regresa con uno y otro. No se sabe que pensará, se le ve sencilla, tranquila en medio de tanto arrebato. No sabe que es de clase media dentro del campo de la prostitución. No sabe que afuera es famosa, que es centro de chascarrillos e interrogantes. No compite con las demás. Nadie le exige nada, solo que se bañe. Todos recuerdan el impacto de su boca rosada y sus ojos indios cuando llegó. Sus dientes alineados pero cubiertos de sarro, su cuero cabelludo lleno de caspa y su cabello grasoso. Sus inter-

minables piernas manchadas de mugre. En la cintura, capa tras capa de suciedad le cubrían el ombligo. La mugre no logró opacarla. Casi no logran bañarla, pero valió la pena. Al principio cualquier extraño que llegara, le sonriera y le ofreciera un trago podía tenerla, el problema estaba después, ya que no se le despegaba al hombre que estuviera con ella. Yanín dice que seguramente pensaba que el que estuviera con ella era porque estaba enamorado. Había que entretenerla para poder que el cliente se librara del lío. Después de vivir año tras año lo mismo La India por fin entendió: ninguno se quedaría para siempre… Sigue rodeando las mesas cada vez que alguno le sonríe. Solo intenta hablar hasta por los codos cuando duerme… Cuando piensas que la calle caliente llegará a su fin, te das cuenta que es algo que no acaba. En Hawai Show 2000 los pasillos son estrechos, muy estrechos, el ventilador hace un ruido horrible, por secciones las paredes amenazan con despedazarse, trozos de pintura han caído como si los hubieran arañado. Oscurece cada vez más, luego aclara, el cielo también es extraño. Pasa el tiempo, lo único que se sabe es que no todo está dicho sobre la calle caliente ni sobre sus mujeres. Siempre habrá algo que decir.


Por » Johanna Vidal «

un Ojo

Todo por

Escuchó la cerradura. Había esperado casi una hora sentada en el andén frente a la pequeña casa mientras su madre tomaba una taza de café para apaciguar el frío de la mañana. Una semana antes había solicitado la cita por teléfono. La instrucción había sido madrugar y llevar un trozo largo de tela blanca que ahora reposaba en sus manos. Nunca había estado en ese lugar pero le parecía más agradable que lo que había imaginado. Como fue la primera en llegar, pudo observar bien a cada uno de los que llegaban con su mismo propósito: jóvenes, mujeres, niños y hasta hombres mayores, todos se sentaron en el andén frente a la pequeña casa. Ya eran las 8:16 a.m., lo sabía porque la ansiedad la hacía mirar el reloj a cada momento. La extraña sensación en su estómago se incrementó cuando la puerta se entreabrió dejando

ver una pequeña figura que más bien parecía una sombra por la poca iluminación del lugar. Todos se pusieron de pie y, en respeto al orden de llegada, fueron entrando uno detrás de otro. Olía raro. Nunca había estado cerca de algún indígena pero sentía que reconocía ese olor. Era algo como una mezcla entre olor a yerbas, tabaco, ajos y alcohol. Una mezcolanza extraña pero no desagradable; podía decir que hasta ese olor le produjo un poco de calma. Uno a uno se acomodó en las sillas plásticas y de madera que bordeaban el pequeño salón casi desnudo. Las paredes dejaban ver pequeños trazos de color curuba y la baja calidad de la pintura usada para pintarlas. Entre ella y el resto de la casa sólo colgaba del techo, a modo de puerta, una cortina vieja, gruesa y amarillenta. Se escuchaban ruidos del otro lado. La gente que se sentó en dirección a la puerta intentaba observar hacia adentro mientras ella, en frente, repasaba de arriba a abajo el lugar al tiempo que escuchaba los susurros de su madre que le daba indicaciones de lo que debía hacer. Los susurros se convirtieron en murmullos mientras recordaba lo que la había llevado hasta allí. Seis meses antes comenzó a sentir que caminaba un poco extraño. Cada vez se tropezaba más fácil y el dolor en la parte baja de la espalda no la dejaba dormir. Estaba coja… eso creía… y lo comprobaba cuando lavaba sus pantalones y veía que una bota terminaba más sucia que la otra después de usarlos. Lo sentía pero no lo decía. Le parecía loco, raro, pero aun asi, no lo comentó con nadie. Tal vez porque sería algo temporal, pensaba. Se sorprendió cómo todo se presentó tan rápi-


Fotografía de Juliana Echeverry

damente tras comentarlo con su madre, cinco meses y medio después de percibirlo por primera vez. Su madre le pidió que se acostara en el suelo, sujetó sus piernas tratando de alinearlas y descubrió la diferencia entre ellas: más o menos unos tres centímetros separaban un tobillo del otro en sentido vertical. En su casa siempre se había hablado de maleficios, magia negra, brujas blancas, anamú, ruda, baños dulces y “contras”. Por eso, la reacción de su madre no la sorprendió. Le insistía al punto de molestarla y no le hablaba de otra cosa que de ir donde doña Nur. Quiso resistirse. No le gustaba mucho la idea de que le mandaran a untarse menjurjes y cosas raras, pero las molestias al caminar eran cada vez mayores. —Siga Ana María. Regresó de sus pensamientos al escuchar esa voz grave que pronunció su nombre. El pequeño empujón en la espalda que le dio su madre para que se levantara rápido le recordó la molestia en el estómago. Cruzó la cortina y al mirar a la derecha la descubrió: — Siéntate allí pues – dijo la señora al tiempo que señalaba un taburete de madera frente al suyo. Una pequeña mesa vestida con un mantel blanco los separaba. Sobre ella reposaba un vaso de cristal a medio llenar con agua y una vela blanca encendida que dejaba ver una llama pequeña. Ana María se sentó y escondió las manos entre sus piernas. Su ritmo cardiaco se aceleró y un tono blancuzco tiñó sus labios.

— Casi no viene usté niña. Yo la había esperado rato ya y no se decidía a venir acá usted – continuó la señora mientras Ana María se atemorizaba al escuchar la familiaridad con la que doña Nur le hablaba. Parecía como si supiera quién era y por qué iba. Su temor se hizo evidente pues la señora se sonrió al verla.–Tate tranquila pues que vamos a hacerle rápido—, prosiguió. Doña Nur era una mujer pequeña, de ojos también pequeños y de expresión serena. Estaba vestida con una bata blanca tejida. Su pelo largo atado con un trozo de tela dejaba ver algunos cabellos blancos, y sus brazos lampiños mostraban un bello color tostado. Ana María no pronunciaba ni una palabra aunque tampoco entendía mucho lo que le decía pues su español se mezclaba con su lengua nativa y sus palabras parecían las primeras de un niño cuando empieza a hablar.


Sí, era verdad. Todo cuanto ella le decía era verdad. En ese momento Ana María sintió que el viaje de casi dos horas hasta Santander de Quilichao en el norte del Cauca y aún más, las fuertes ganas de orinar que tuvo que aguantar, habían valido la pena. Aunque no era eso lo que la había llevado hasta ahí preguntó todo lo que pudo preguntar. Cada vez que preguntaba algo, doña Nur entraba en una especie de trance: se quedaba petrificada observando el vaso delante de ella y susurraba unas palabras extrañas. La llama de la vela crecía de manera desproporcionada y tomaba un color azul cerca de la mecha. ¡Era magia pura! De repente, distensionaba su cuerpo y respondía. Habrían pasado unos diez minutos desde que había entrado, cuando la señora se quedó en silencio. Luego se puso de pie y dijo: — Párese que yo necesito verlo. Emperece que no más le quita eso y verá que se siente mejor… es que no le dan ni ganas de comer a la pobrecita. Vea acuéstese por ahí, mire ahí, en el suelo y yo lo miro. Emperece, ¿la señora que está con usté es su mamá? Dígale que venga antes.

camina usté? Vea no más como está ojerosa que se le ve lejos. Emperece no más que despuecito va a comer bueno, va a recuperar el hambre, ya ve. No le vaya a soltar, ¡aguante fuerte!

Fotografía de Juliana Echeverry

Ana María permanecía cabeza abajo sosteniendo su peso sobre la nuca mientras su mamá le tomaba de los tobillos y tembla— Mire no más pues – continuó – usté niña acuéstese que yo le ba de la fuerza que hacía para mantenerlos arriba. Doña Nur le voy a mostrar a ella. bajó la blusa un poco hasta dejar todo el abdomen al descubierto. Acercó una crema hasta la mesa, se puso un poco en las maDe nuevo, Ana María estaba en el piso, pero esta vez con las nos, las frotó y dio una palmada. Inmediatamente, se acercó a piernas elevadas. Doña Nur las alineó mientras continuaba la joven y le tomó el abdomen con movimientos fuertes desde los hablando: costados hacia el ombligo; acercó su boca a él y aspiró. Expulsó el aire que había tomado de allí y volvió a hacerlo. Lo repitió — Usté va a tenerla duro de los pies, cójala duro que necesi- unas siete veces antes de tomar una botella que estaba cerca y to que haga como levantarla. Mire la diferencia ¿cómo es que aguantar una bocanada del líquido café que había en ella; luego


la roció fuertemente sobre el abdomen de Ana María, dio unas Cuando salió de la casa se sintió un poco mejor aunque un mapalmadas y pronunció unas palabras en su lengua nativa. reo constante la hacía tambalear. Sentía que su cuerpo estaba libre, que el peso extra que la acompañaba desde unos meses — Cójala duro porque ella se pone débil ahoritita, le dijo a la atrás había desaparecido y, por supuesto, que maravillosamamá de la joven quien tenía la cara enrojecida por el esfuerzo. mente ya no cojeaba más. — Pobrecita niña, pero no más que ahora se le quita, dijo.

En el viaje de regreso a casa, Ana María repasaba lo que había vivido. Pensó que era muy extraño lo de las velas y las premoHizo todo de nuevo antes que le dijera a la mamá que acomo- niciones con vasos de cristal, algo como un mundo irreal, pero dara a Ana María en el piso para medirle las piernas. –Ahí no natural. Del mal de ojo sólo había escuchado que lo “pegan” más que falta un poquito. Cójala otra vez. cuando se está bebé y que la protección eficaz es un coral rojo rezado, pero nunca imaginó que ella, a sus 23 años terminaría La madre de Ana María no pudo disimular la sorpresa al ver que caminando coja… y todo por un ojo. la distancia se había reducido al punto de quedar sólo medio centímetro entre una pierna y otra. Comenzó de nuevo. Al terminar, midió por última vez, tomó el trozo de tela blanca que ella había llevado y se lo ató a la cintura haciendo presión y estirándolo lo más que permitía la tela. Ana María se sentía desmayar. Su piel palideció mientras la piel cerca de la tela que le habían amarrado se coloreó de rojo y violeta. Entre su mamá y doña Nur la sujetaron hasta que la pusieron de pie. Un extraño dolor de cabeza se apoderó de la joven quien trataba de respirar profundo, tal como le decía la señora. La sentaron en el taburete. Doña Nur, con rostro complacido, le tomó la mano, la extendió y le entregó una pequeña bolsita verde que contenía un amuleto, ahora su “contra”, su protección. Después de beber un poco de agua, Ana María recibió un trozo de papel que le entregó doña Nur donde decía lo que debía hacer: permanecer con la tela hasta el medio día del día siguiente y realizarse tres baños, por tres días seguidos, con limoncillo, toronjil, perejil y hierbabuena; todo cocido en un litro de agua, después del baño y sin enjuagarse. No se iba a quedar con la incertidumbre. En la cabeza de Ana María no dejaba de dar vueltas la duda, el deseo de saber quién le había hecho eso. Como si leyera sus pensamientos, doña Nur se adelantó: — No se preocupe, a veces la gente hace esas cosas y no se da ni cuenta… es que hay personas que tienen una vista muy fuerte y se la quedan mirando porque dicen: esa muchachita que pelo tan bonito que tiene, que ojos tan bonitos que tiene… y ahí, sin darse, téngalo. No se ponga a pensar en eso que no vale la pena.


Por » Ángela María Trejos Collazos «

Visita a un

Guaquero

El sol se encuentra mostrando por completo su rostro y el cielo pinta azul pastel con unas cuantas nubes de algodón. El viento empieza a refrescar un poco el clima y el asfalto de la carretera ya no se torna tan desértico como hace unas horas. Entra la tarde y muy pronto vendrá la noche. Unos dos kilómetros antes de llegar al municipio de Restrepo, Valle, se encuentra la casa de Heberth. Es de color amarillo (como casi todas las casas a la orilla de la carretera), con un largo pasillo en el que pasean los cuatro perros de la casa y un gato gris sin cola que ronronea todo el tiempo. Son las 4:30 de la tarde, Heberth sale al patio de su casa, toma la mediacaña y camina hacia su derecha, mientras Mono, el perro necio de la casa ladra tristemente amarrado debajo del gallinero. Por su rostro quemado por el sol caen unas cuantas gotas de sudor, las arranca de la frente con la mano y se la pasa por el cabello negro y sin canas (a pesar de sus 70 años). Se detiene en frente del árbol en el que reposan un par de caparazones de armadillo. Observa con detenimiento la tierra.

la mirada de quien entrara al lugar, sobre todo porque a su lado había uno muy similar pero en barro, y con aproximadamente unos 1700 años de antigüedad; esos dos floreros representaban completamente la vida de Heberth. La casa se encuentra repleta de figuras en barro hechas por los indígenas, figuras que él mismo saca de la tumba de su antiguo dueño. “Imagínese, yo guaqueo desde que tenía 12 años, me enseñaron mis tíos. Aprendí viéndolos a ellos.” En el caso de Heberth la guaquería es un oficio que viene de generación en generación, sus abuelos le enseñaron a sus tíos y ellos a él; él por su parte se encargó de transmitir el oficio a sus hijos y uno de ellos combina su experiencia como guaquero con sus estudios en antropología en el museo del Darién, y su yerno se enamoró de saquear tumbas indígenas con él y es quién lo acompaña a guaquiar de vez en cuando.

Los tres french poodle de su hija que está de visita empiezan a ladrar desesperadamente, es aturdidor. Llegó la visita. La es- Heberth conduce a sus invitados al patio y retoma lo que se posa de Heberth se seca las manos en el delantal y se lo quita disponía a hacer antes de que llegaran. Clava la mediacaña y para dar la bienvenida. Los perritos saltan desesperados en los empieza a catiar la tierra. pies de los visitantes que los saludan amablemente, mientras suben por unas escaleras de cemento bastante artesanales, “Para ser guaquero se necesita conocer la tierra, porque una más gorda que la otra. Heberth, venga que lo necesitan. donde ellos han hecho un hueco entonces ya la tierra se mezcla la de abajo con la de arriba. Uno comienza a caLa sala era pequeña, pero muy acogedora. Tenía una mezvar, va sacando la tierra y uno ya conoce la tierra que ha cla entre pasado y presente que sólo Heberth le podía dar. Un sido movida de ellos y sabe cuánta profundidad puede enorme florero rosado y lleno con girasoles de plástico atraía tener también. En la tierra sabe uno, dice: esta tierra es más profunda y esta guaca entra tantos metros”. Los músculos de los brazos de Heberth se marcan cuando entierra la mediacaña con fuerza en la tierra. La saca y remueve los trozos atrapados por la punta. Los desmenuza con suavidad y los deja caer al suelo. Así una y otra vez. Esa guaca no la encuentro. Se detiene y empieza a observar el suelo de nuevo. Dónde es que está la manguera… ah, véala, véala, ahí está, ésta es la legítima carga de la guaca, ésa es la tierra que ellos movieron. Como por arte de magia la tierra que va sacando ya no es café. Empiezan a verse los colores rojo, amarillo y hasta blanco en los trozos que van saliendo. Ésta guaca baja por ahí unos 8 metros. “Lo que pasa es que la tierra tiene diferentes capas, cuando la sacan ella se va mezclando y cuando vuel-


ven y tapan la tierra queda revuelta, ahí es donde se da cuenta, porque naturalmente usted empieza a buscar y es café, amarilla, colorada, luego blanca y cuando ellos (los indios) la han sacando se revuelve y se ve el terrón con amarilla, blanca, colorada”. “GUAQUIAR ES DURO, PERO ES MUY SABROSO”

y salen de su boca. No para de hablar. Pareciera que llevara años sin hablar con alguien. Los visitantes estaban en una especie de trance escuchando sus relatos. Heberth empezó a narrar una de sus aventuras más jocosas. Después de todo un día de trabajo destapando una guaca con su hermano en Ceilán, decidieron irse a descansar y continuar al día siguiente. Cuando regresaron, el hermano de Heberth bajó hasta la bóveda y vio unos ojos rojos con fuego, subió despavorido y aseguró haber visto al diablo en persona. Heberth no es de los que creen en ese tipo de cuentos, es un hombre sin agüeros y sin miedos; bajó hasta la guaca y vio los mismo ojos que su hermano, pero decidió acercase. Mientras tanto, su hermano rezaba afuera temblando del susto. Heberth subió y asomó la cabeza y le dijo: Mirá el diablo, ve”. Todos se echaron a reír. Era un pobre perezoso que se había caído en la guaca durante la noche.

Fotografía de Ángela María Trejos Collazos

Mientras cava, empieza a recordar algunas anécdotas. Las cuenta con emoción y suelta una que otra carcajada mientras habla. Se seca el sudor un par de veces y sigue hablando. Esta guaca es bien encerradita, eso es un cuadrito donde ellos rompieron, porque por allí me saqué una y la bóveda se metió debajo del piso de mi casa, la saqué con unos amigos ciclistas. Ellos vinieron a comer sancocho de gallina y nos agarramos a destapar la guaca y ellos que tumbemos eso y yo no, si me van a pagar la casa… (risas) y que tal que no tenga nada dije yo. Ya les serví el cafecito, dijo la esposa de Heberth. Todos siguieron a la sala y continuaron su tertulia tomando café. Heberth les Y por qué no ha sacado esta guaca, preguntó uno de los invita- enseñó un pequeña escaparate en el que reposan algunas figudos. Yo aquí he sacado una, dos, tres guacas, y primero se ven ras indígenas que ha sacado, hay copas ceremoniales, ollas, un que son de indio muy pobre, las ollas están todas torcidas, mal sapo de barro, jarrones y un par de figuritas humanas muy dequemadas, entonces uno en la vajilla conoce si el indio era más talladas. Juan Carlos, su yerno, entra en el cuarto con una roca importante. Esta guaca es bonita de carga. Eso se raspa y que- gigante en los brazos. Cuenta que la encontró en una guaca con da bien bonito ese color ahí y uno ve la guaca, ve las paredes, su suegro. Los invitados no entendían bien por qué se le había ve derechito por donde ellos bajaron. Y uno la destapa para que ocurrido sacar semejante piedra y sin que tuviera valor alguno. la vean; eso tiene es un muerto ahí, pero un muerto muy pobre. Juan Carlos les explica que cuando estaban en la bóveda se veían verdes, como esmeraldas y él quedó fascinado. Cuando sacaDespués de un rato, deja a un lado la mediacaña y sigue fas- ron la enorme roca, fue cambiando de color poco a poco hasta cinado contando sus historias. Es como si fuera un niño co- que quedó como la simple piedra que ahora yace en el jardín de miendo un caramelo que no quiere soltar. Las palabras salen la finca. Heberth explica que los gases que hay en la tierra a tal


profundidad hacen que la roca se vea de esos colores, suelta una carcajada y dice, yo ya sabía que esa piedra no era nada, pero lo dejé que la sacara pa’que aprendiera.

como cristal de roca, eso era rezado de ellos y ellos arrimaban y se lo metían a la boca cuando se morían y uno la encuentra ahí.

El guaquero no tiene ninguna señal de respeto o ritual alguno antes de entrar a una bóveda indígena. Heberth dice que así deber ser, porque el hueco que están abriendo es igual que el que se cava para sembrar una planta y además asegura que está libre “Cuando el indio rompe uno le encuentra las paredes a la de agüeros, simplemente cuando encuentra una guaca hay que guaca donde ellos rompieron y van bajando y bajando y se sacarla y no piensa en nada más. En su oficio como guaquero ha encuentra uno con la bovedita para echar el muerto, por- aprendido tanto de las culturas indígenas como un arqueólogo o que las guacas son para echar un muerto y ellos en la par- un historiador. Puede identificar de entrada a qué cultura pertete de la cabeza es donde le ponen los trastes, todas esas nece cada figura que ha encontrado, saber perfectamente qué cositas; donde está la calavera encuentra uno las cosas.” uso tenía cada traste, puede intuir cuántos años de antigüedad tiene cada pieza y conoce juiciosamente la historia de cada culAlguien pregunta: ¿Usted qué hace con los esqueletos que en- tura de la que ha desenterrado una guaca. cuentra? Heberth pone el codo sobre la rodilla y contesta: eso se deja allí porque eso para qué; yo saqué dos y las tuve aquí, “Muchas veces ellos enterraban el indio completo y otras intactas, con todos los dientes y todo, una señora de Cali se las veces no más la cabeza, porque ellos se decapitaban tamllevó. La otra vez en Darién sacamos otras dos intactas, pero la bién, los cortaban para poderlos meter ahí. Yo he enconseñora dijo que le daba miedo tener eso en la casa; claro que trado unos que son no más la mera cabeza. Con un amilos indios sabían brujería y esas cosas, pero eso ya no, eso es un go encontré la guaca, con unas ollas muy bonitas y en el muerto igual a como vamos a ser nosotros. centro había un hueco y agarre a sacarlo y había una olla con la cabeza del muerto, entonces era que ellos a veces Heberth explica que no cree en maldiciones ni nada que se le palos guardaban así o peleaban entre ellos y también se derezca y desmiente por completo las teorías de la gente que dicen capitaban. También encuentra uno colmillos de animales, que una guaca se encuentra cuando se ve una luz que sale del collares con colmillos de animal de monte, ellos también sitio en donde está la guaca. La explicación a aquellas luces es eran fantasiosos, hacían fantasía.” muy sencilla, cuenta él: lo que pasa es esto: las pudres dan tóxicos y eso sale al aire y de noche las ven, pongamos, cuando las Los indígenas tenían sus propios cementerios y Heberth ha saguacas tienen oro puro no arden, el oro no es un metal que da luz cado hasta 18 esqueletos de una misma guaca; él asegura que ni nada de esas cosas, pero cuando tienen un oro que se llama tal vez una peste atacó la población o en un enfrentamiento tumbago rebajado, ese sí da gases y entonces las ven. Muchas con otra tribu hubo una masacre. También ha encontrado vaveces los hormigueros, ahí han hecho meter la gente “que yo vi rias guacas de niños y dice que simplemente se ven los huesitos una guaca, que yo vi un entierro” y muchas veces eso es una ceni- pequeños o, a veces, sólo el polvito en el suelo. za y eso también arde. Yo he visto arder esas cosas y me he agarrado a catiar y no es, me pongo a destapar y es un hormiguero. Heberth empieza a contarles a sus visitantes sobre una guaca que casi lo deja enterrado junto al indio que ahí yacía. Se enPara instruir más claramente a sus invitados, en cuanto a su ofi- contraba a unos 16 metros por debajo del suelo y sintió que la cio como guaquero, empieza a exponer cómo es una guaca por tierra estaba cediendo. En ese momento, Heberth sintió miedo. dentro. Uno entra a una guaca por ahí de 15 metros de hondo Empezó a gritar para que lo sacaran lo más rápido posible. Los y uno encuentra es como una piecita y uno arrima y alumbra y terrones de tierra empezaron a caer. Cuando logró subir unos cuando está en claro uno ve los esqueletos allá y ya. Ellos cuando 3 escalones fuera de la bóveda, la tumba se derrumbó. Casi no tenían nada no les echaban nada pero si tenían un collarcito lo tapa la guaca. La experiencia, uno siente, comentó cuando uno lo encuentra ahí y esa piedra que se llama cuarzo, una que es terminó de contar su historia. “LOS ARQUEÓLOGOS LE GANAN A UNO EN TEORÍA, PERO NO EN PRÁCTICA”

“ESTA GUACA ESTÁ APENAS PA’ REVENTAR BÓVEDA” Este guaquero de toda la vida no sólo ha sacado trastes y ollas de barro, también ha sacado piezas que se han convertido en un verdadero tesoro para la nación. Hace 40 años Heberth encontró la guaca de un cacique en la que encontró la armadura completa, con pectoral, cetro, nariguera, brazaletes y demás objetos en oro. A pesar de que es uno de sus más grandes hallazgos, es una de sus experiencias más lamentables. Heberth desenterró esta guaca en compañía de unos colegas guaqueros a los que el oro corrompió. Sus compañeros vendieron este tesoro en 2’700.000 al museo, y haciendo cuentas 2’700.000 hace cuarenta años era como volverse millonario. A Heberth le ocultaron la venta de las piezas, pero al poco tiempo se enteró y decidió demandarlos; corrió con tan mala suerte que empezó


Fotografía de Ángela María Trejos Collazos

a recibir amenazas de muerte de sus colegas y pasó cinco años sin guaquiar. El tesoro que halló Heberth se encuentra impreso en un billete de $20.000 de hace varios años. Heberth se pone de pie y va hacia su cuarto, saca un libro sobre culturas indígenas y vuelve al sillón. De la mitad del libro saca una bolsita de plástico con un par de fotos. Vea, todos estos collares y narigueras en oro las saqué yo. Sus invitados se quedan fascinados viendo la belleza de las piezas. Alguien le pregunta: Y últimamente no ha sacado de oro. Heberth le responde: Hace poco saqué un collarcito de nutrias en oro, muy bello, ése se lo llevó una señora de Cali. Entre sus hallazgos más valiosos también están unos collares en filigrana y nos cetros de la cultura Calima. También cuenta que hace un tiempo encontró en una guaca una especie de cobija. Yo saqué una vaina que era como una cobija, eso se lo llevaron los arqueólogos del Darién para Bogotá, que porque es un hallazgo el verraco porque no han podido saber qué era. “Cuando uno sabe que en una guaca hay oro se queda callado; entre los guaqueros, callados. Hoy día no, porque estas cosas uno no le puede decir a nadie porque piensan que así como está sacando eso está sacando oro y está lleno de plata y lo secuestran y hasta lo matan.” A pesar de que grandes cantidades de oro han pasado por sus manos, Heberth no tiene grandes riquezas. Vive en una casa modesta y tiene lo que necesita. Siente que el gobierno no reconoce los esfuerzos de los guaqueros y que son tratados como saqueadores de tumbas y ladrones de oro. Yo me pongo a ver y creo que el gobierno debería ayudarle al guaquero, no que le paguen tan bien, pero que sí le compren las cosas para dejarlas aquí, imagínese que a uno lo empapelan y le meten ocho años de cárcel. Son las seis de la tarde y el frío empieza a rondar por la casa de Heberth. Los invitados terminan su visita al guaquero con una taza de chocolate caliente con queso. Cuando van camino a casa, van soñando con los tesoros y las historias que ha contado Heberth, las recrean en su mente hasta quedarse profundamente dormidos, aún quedan largas horas de viaje de regreso a casa.


Por » Cindy García Llanos «

Alteridades

y Conquistas

Tal vez es la época del año. Sí, y tal vez es la época del hombre. Y no sé quién soy. Pero la vida es para aprender. Joni Mitchell

blando del descubrimiento (sabio eufemismo), como si los indígenas1 no supieran de su propia existencia o de la de sus tierras.

Tras la invasión—descubrimiento y para mantener su hegemonía, este finísimo linaje de conquistadores “convenció” a sus dominados de la “bondad” de su cultura. El ataque de los españoles continuaba, esta vez de la mano de dos instituciones occidentales de eficacia y poderío comprobado: la iglesia católica y la escuela. Así fue como los indígenas conocieron la gracia de nuestro señor Jesucristo, que descansaba toda en unas escrituras que representaban la única religión válida y en nombre de la que debían eliminarse las prácticas religiosas profanas de los salvajes. No lejos de tan altos fines, la escuela fue y sigue siendo el aparato transmisor de las ideologías de los invasores. La finalidad de la entonces incipiente escuela era formar hombres re— creados a imagen y semejanza de un único dios y de los conquistadores caraspálidas y pantaloncitos bombachos.

La cultura de occidente ha sido impuesta a través de la historia como valor universal. Imponer es siempre un acto de violencia, no importa si es simbólico o es un hecho forjado por las armas. De ahí que lo sucedido el 12 octubre de 1492 en alguna islita tropical, bien se le quiera llamar descubrimiento, conquista o –mi favorito— invasión, fuera desde cualquier perspectiva y a todas luces una imposición para los nativos de éste, el no tan Nuevo Mundo. Imposición a fin de cuentas y a pesar de toda la violencia y sus armas, la furiosa y literal resistencia (nada de simbolismos, que ya nos invadieron). Eso era de este lado de los mares, porque del otro lado estaba el glorioso dios católico compensado al imperio español de un periodo de reinado aporreado por la furia divina —ni qué decir de la terrenal— y de la escasez de sus Flash Forward: adelantémonos unos siglos. arcas, que no andaban bien antes del dichoso “descubrimiento”. Al independizarnos de España en 1810 se emprendió la construcRecapitulando: hampones, pillos y buscavidas se aventuraron en ción de un proyecto de Estado—Nación basado en la noción de ciulos mares con dios a su favor en busca de riquezas. Al llegar a las dadano, tomando como modelo a seguir la cultura europea. Los tierras que llamaron Nuevo Mundo ¡Mirá lo que me encontré! ¡Ob- hombres que se pensaron el país se autoconcebían como “euroservad lo que he hallado!, se dedicaron a la conquista armada, peos americanos”, de ahí que el proyecto político de nación que así en la ilustrísima corte del imperio se les llenara la boca ha- lideraban estuviera desligado de su base étnica y negara toda referencia histórica con su pasado indígena y su presente negro, mestizo, mulato. Es por eso que en la Minga del 14, 15 y 16 de octubre los miles de indígenas que se reunieron en Cali y otras personas podían leer en una pancarta blanca de letras rojas: SEGUNDO CENTENARIO ¿CUÁL INDEPENCIA? Un letrero contrastante en medio del ánimo festivo de América Latina, por esta época en que celebramos con bombos y platillos dos siglos de la gesta independentista. En 1890 nuestro Estado promulgó la ley 89 enmarcada en la Constitución del 86, donde reconoció la existencia jurídica de los resguardos indígenas. Pero este no es más que un punto de partida en cuestión de derechos sobre la tenencia de la tierra y aunque representó un gran paso, es sólo uno de los aspectos que envuel-

1

Esta palabra pertenece a los conquistadores. Siento no tener un término adecuado para hablar de los pobladores de este continente que no era América antes de la conquista y que no se llamaban indígenas hasta que así fueran nombrados por “los otros”.


Ilustración de Alex Velasco

nar? No, no hay que ser pesimista, hay que confiar en nuestros siempre bienintencionados dirigentes. Para un Estado resulta complicado ejercer su poder con tal diversidad cultural y lingüística como la nuestra. Entonces podríamos pensar que es inevitable tratar de limar ciertas diferencias culturales, y si a esto le sumamos que está de moda la estandarización, no podemos culpar al Estado por inculcar un canon que produciría un tipo de persona sobre la cual pueda actuar su control sin interferencias lingüístico—culturales, un tipo de persona que reproduzca sus ideologías. Argumentos suficientes para que Arquimedes Vitonás, coordinador de la Universidad Indígena del Cauca diga que hoy, la educación que el Estado colombiano procura a los pueblos indígenas sigue siendo excluyente, hegemónica y civilizadora, como hace 500 años. ve la lucha de los pueblos aborígenes2. En esta misma época, el objetivo expreso de las misiones religiosas y la escuela era “en- El 16 de septiembre de 2009, en el marco del foro “Derecho a señar castellano, extirpar el conocimiento de las lenguas nati- las comunidades Afro—descendientes y los Pueblos Indígenas vas; promover la educación ‘cristiana’ y ‘civilizar’ a los indios.”3 en las Américas”, Arquimedes Vitonás decía que el mundo indígena está basado en lo colectivo, no hay división ni segregaY es así como desde tiempos que preferimos no recordar más ción, todo está relacionado con todo. Aprender es un proceso que un par de fechas al año, la escuela ha sido la bandera que de vida. La escuela para los indígenas es la familia, el trabajo, ondea al viento en nombre de la civilización, y los blancos — la minga. Vitonás expuso tres propuestas en busca de la repamejor dicho, esta mescolanza de razas que de manera arro- ración de la deuda ancestral en materia socio—cultural. 1) El gante y descarada seguimos llamando blanca— parecen sa- Estado está en la obligación de entregar la administración de ber siempre lo que mejor conviene para la vida de “los otros”. la educación en los territorios indígenas y apoyar la creación El próximo año que estemos enfiestados sacando pecho por el de un sistema educativo propio. 2) El Estado debe reconocer, aniversario de nuestra libertad, recuerde el letrero de la Min- respetar y apoyar instituciones de educación como las nomga. Pregúntese ¿cuál independencia? bradas (esto a propósito del desprecio por los conocimientos indígenas). 3) El Estado debe proporcionar los recursos econó¿Y que por qué he hecho todo este cuento y voy en espiral y micos necesarios para el desarrollo de los procesos. nada que concreto? Pues porque estos procesos configuran la historia y marcan profundamente la cultura y la formación so- A pesar de la estructuración de propuestas educativas concretas cial de estos pueblos, y porque a uno no lo educan en una bur- y fortalecidas que han sido gestadas por los pueblos indígenas, buja, diciéndole cosas descontextualizadas, ¿o si? El hecho es ninguno de los sucesivos administradores de la Nación ha tenido que lo pensé necesario para comprender por qué las llamadas oportunidad de respaldar decididamente estos procesos. Y como minorías étnicas necesitan una educación que no es la suya ni las agendas gubernamentales y mediáticas están tan apretadas, la mía. Para que usted sepa qué es lo que nos separa profun- no cabe preguntarse si la escuela llega a ser una invasión para los damente: SOMOS DIFERENTES. ¿Obvio? Pues ni tanto, con eso indígenas. ¿La respuesta? Es un ente de deculturización, en tanto que todos nacemos libres e iguales... esté en una lengua no indígena, los maestros no sean indígenas o ignoren la realidad étnica o prescindan de ella, y esté estructura¿Quién dice que la conquista ya pasó? da en base a programas y pedagogías occidentales. El país, con su proyecto de Estado—Nación, se ha llevado y Ante estas deficiencias existen alternativas que harían de la se sigue llevando por delante a las naciones indígenas. Esta escuela otro escenario de aprendizaje para estos pueblos y a suerte de simulacro legitimado por una mayoría que es el Estado sigue a la conquista “del otro” recurriendo al viejo truco de los conquistadores, sólo que en lugar de los misioneros evangelizadores envía maestros para enseñar, para preparar la conquista del conocimiento y de la cultura. ¿Para elimi-

Aborigen: ( ) primitivo morador de un país, por contraposición a los establecidos posteriormente a él. Primitivo quiere decir que fue primero, y si los indígenas moraban primero en estas tierras, si de alguien han de ser es de ellos. Y aún así hay quienes se preguntan qué quieren decir los pueblos indígenas cuando hablan de la DEUDA ANCESTRAL. ¡Averigüe! 3 PINEDA Camacho, Roberto, “El derecho a la lengua. Una historia de la política lingüística en Colombia”, Ediciones Uniandes, Santa Fe de Bogotá, 2000”. 2


nuestro Estado—Nación uno que medianamente protege y respeta su diversidad. Emanuele Amodio4 propone como ideal una alfabetización en lenguas maternas primero, luego en la lengua nacional; el ejercicio de una pedagogía específica para cada grupo; desarrollar materiales educativos propios con contenidos locales en cada idioma, para un encuentro secundario con “los otros”; y la tenencia de profesores indígenas, conocedores de la etnia, la tradición oral y su importancia, en tanto que las culturas indígenas necesitan en ciertos momentos negar la escritura, no por desprestigiarla, sino por el poderío y la transcendencia que tiene la palabra dicha. En conclusión, la propuesta es una educación bilingüe y bicultural, que le costaría caro al Estado y no sólo en términos económicos. Una propuesta de Educación Propia.

ción del Proyecto Educativo Comunitario se posibilita la introducción de la lengua en el currículo y de llamar la atención a Albeiro Gutiérrez, del pueblo Nasa, originario de Tierra Aden- los padres, porque la lengua no es una cuestión que se aprentro, egresado de Matemáticas y parte del Cabildo Universitario de en un colegio, eso se aprende en la cotidianidad del hogar. de UNIVALLE, inicia nuestra conversación aclarando la diferencia entre etnoeducación y Educación Propia. La primera —me ex- Albeiro Gutiérrez me explica que desde la cosmovisión indígena plica— consiste en una serie de políticas y estrategias pensadas hay tres escuelas en sus territorios: la escuela del cabildo (perpor “eminentes intelectuales” que son llevadas a las comunida- sonas que orientan los procesos en la comunidad), la de los Mayodes, que no están del todo de acuerdo con éstas porque no han res y la escuela de medicina tradicional. Nosotros apenas estamos sido incluidos en el proceso. La Educación Propia se construye hablando de 20, 30 años de estar caminando propuestas y ya los desde los pueblos indígenas para los pueblos indígenas, enten- resultados se ven, porque si va a un colegio indígena, mínimo hay diendo lo propio no sólo como lo que concierne a su cosmogonía, una asignatura que está recogiendo pensamiento indígena y desde el punto de vista de nosotros ya es ganancia, porque es comenzar a sino a todo aquello que fortalezca su plan de vida. meternos dentro de un sistema que nos ha asesinado. La etnoeducación se basa en un PEI (Proyecto Educativo Institucional) mientras la Educación Propia está fundamentada en Estos movimientos educativos no son exclusivos de la escuela. un Proyecto Educativo Comunitario, desde el cual se transfor- En 1970 surgió el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), ma la noción de escuela, el currículo y las asignaturas. Albeiro que ha respaldado pedagogías cuyo objetivo es consolidar la expone que en la Educación Propia se empieza a hablar de cul- identidad, la lengua y la cultura. Con estos fines nace la Unitura espiritual, de una asignatura de territorio, se incremen- versidad Autónoma Indígena Intercultural UAII y su Programa de tan los cursos de la lengua propia: un niño aprendiendo inglés, Educación Bilingüe e Intercultural. En la década de los 80 nació pero también aprendiendo nasa yube. Se enseña la lengua ma- uno de los programas de pregrado pionero de Pedagogía Comuterna, porque la constitución dice que ésta es el idioma oficial nitaria, que capacitó líderes comunitarios para que fueran doen los territorios indígenas. ¿Cómo así que no vamos a enseñar centes multiplicadores del pensamiento indígena y de la lengua el idioma de nosotros en nuestra comunidad? Por ejemplo, a mi materna en las escuelas. La UAII ofrece también pregrados en me asesinaron la lengua hace más de tres generaciones, ahora Administración Propia y Derecho Propio, recientemente cuenta estoy en un proceso de reapropiar la lengua. Con la consolida- con la Maestría en Desarrollo Sustentable con énfasis en sentido de pertenencia y en desarrollo con identidad, que tiene el apoyo económico del Fondo Indígena Internacional. 4

AMODIO, Emanuele (compilador), “Educación, escuelas y culturas indígenas de América Latina”, Ediciones Abya Yala, Ecuador, 1989.

Y aunque Albeiro Gutiérrez dice que las organizaciones ya se dieron cuenta de la necesidad de trabajar la educación como elemento decisivo en la transformación y redireccionamiento de los territorios indígenas, hace falta que otras tantas gubernamentales y privadas se enteren para que secunden, por ejemplo, a la UAII, que ya tiene egresados sin un título válido para el Estado colombiano, que aún no la aprueba. Menos mal que las comunidades no comen de título y los profesionales ya están trabajando con ellas. Para contrastar están las universidades Indígenas del Huracán, al norte de Guatemala, y la Amautay Wasi del Ecuador, que son legítimamente reconocidas por sus gobiernos, cuentan con presupuesto e instalaciones. Y como eso de ser profeta en la tierrita de uno está complicado, el CRIC y su UAII hacen las gestiones necesarias para lograr que validen los títulos de sus profesionales en estas universidades indígenas.


Ilustración de Alex Velasco

Me gusta la conclusión a la que llega Albeiro: Si a través de la edu- Bajo estas condiciones, la escuela es la imposición de un mocación el Estado y la misma iglesia nos dominó y nos arrojó y nos delo ajeno, porque es por medio del proceso de aprendizaje esdejó como nos dejó, pues nosotros a través de esa misma herra- colar que realizamos configuraciones mentales sobre la promienta de educación podemos volver a recuperar lo de nosotros. piedad, el trabajo, las organizaciones sociales y productivas, y éstas son muy diferentes en las ciudades y en el campo. ¿De museo? No obstante, los pueblos indígenas aceptan la educación del Es bien sabido que los hombres blancos andan tras el progre- Estado y la lengua oficial porque son necesarios para desenso y que para alcanzarlo pasar por la escuela es indispensable. volverse en la sociedad nacional. La alfabetización es un meTambién existe dentro de esta noción de progreso nuestra un canismo de participación y es necesario saber el español, lenrechazo por lo indígena, que es pasado, que está atrás, como gua oficial, en tanto medio de comunicación globalizante. Lo en un estado primitivo, como en una no realización, mientras complicado es que la alfabetización queda reducida a una el progreso es futuro y materia realizada (contradicción), vie- “castellanización” y negarse a ella es quedar aislado. ne por delante y parece pertenecer a la sociedad occidental. No falta quien eche de menos al nativo que ser exótico, aquel Sería bonito que reconociéramos como raíz de nuestra naciona- que no dejarse contagiar por hombre blanco y mantenerse aulidad nuestra ascendencia triétnica. Pero la belleza es compli- téntico. Los indígenas perviven a nuestra época, pero no se cada, esquiva. A cambio tenemos para ostentar un complejo de pueden quedar estáticos luego del contacto con Occidente, superioridad, ¡Yo, hombre blanco, bueno, bonito! El encuentro como en una hermosa burbuja en el espacio—tiempo. ¡Miren con Occidente significa para los pueblos indígenas reconfigu- qué conservación cultural! Por favor no tomar fotografías, el rar su imagen propia haciendo un auto—desplazamiento hacia flash de las cámaras les deteriora. Los pueblos indígenas, sus la alteridad. Este etnocentrismo a favor del cual subestimamos lenguas y culturas existen dentro del país, dentro de su econoy despreciamos, trasforma en un choque lo que debería ser un mía, sus políticas e ideologías, y es aquí donde tratan de conencuentro entre iguales: ciencia occidental–ciencia indígena, servarse y así mismo integrarse. La cosa no es sencilla. Por eso escuela occidental–escuela indígena. Pero lo que encontramos “los otros” van firmes, corajudos que siempre han sido, camirelacionado con lo indígena, desde las cartillas estudiantiles nando la Educación Propia, gestando independencias. hasta nuestro imaginario colectivo si nos esculcamos un poco, son imágenes de pobreza y de atraso. Y estas ideas se filtran a la escuela, que es uno de los espacios donde aprendemos a descifrar el mundo y a tomar posiciones sobre él. En este mismo orden de ideas, pareciera que el Estado colombiano tuviera una confusión entre el Derecho a la Educación y el derecho a la escuela. Los esfuerzos estatales se concentran en esta última instancia, limitando la escuela a la formación básica, cuando el problema de fondo es la EDUCACIÓN, una bilingüe e intercultural, disponible y accesible para los territorios indígenas. Aclaremos el panorama: no se trata de una simple ampliación de cobertura escolar. Trasplantar la educación occidental a los territorios indígenas es llevar un conjunto cultural cerrado a personas que se mueven en un escenario de pluralidad. ¿Cómo afronta, por ejemplo, un niño guambiano esta escuela?, ¿qué herramientas tiene para defender su identidad indígena frente al poderío que representa esta institución que ha sido estructurada para unificar el pensamiento y determinar la conducta del individuo en sociedad?


El País de los

Por » Ximena Hoyos Mazuera «

Telares Multicolores

Guatemala es uno de esos países que en la geografía americana pareciera que no existiera sino cuando se le nombra porque comparte una frontera al norte con México; o porque es uno de los pueblos, que conforman en conjunto, la larga línea de Centroamérica, conectando el norte del continente con el sur; o porque es una de esas naciones que estratégicamente están localizadas en zonas compartidas por otros más grandes–otra vez México–y Estados Unidos, países que por su territorio y poderío a nivel mundial, lo invisivilizan Guatemala es un pequeño país, es uno de esos países de los que uno oye hablar poco, no sólo en los noticieros globales, sino por el común de las personas en nuestro medio latinoamericano. Guatemala es sinónimo de mayas; sin embargo, cuando nos referimos a los mayas, también entra la zona de Yucatán de México. Algo parecido le toca a Bolivia cuando se habla de los incas; si hablamos de incas estamos

refiriéndonos a Perú, y después a Bolivia. Por eso, no es una coincidencia que Guatemala y Bolivia sean dos de los países más pobres de América Latina, y que además, tengan con Ecuador la población indígena más numerosa en proporción a su tamaño. Guatemala se puede encontrar en Internet, en Google Earth, y eso hace que exista. Lo primero que se puede ver desde el cursor de alta velocidad de este navegador geográfico virtual es su imponente Parque Nacional del Tikal, en el departamento del Petén, al norte, en donde por siglos vivieron gentes de una de las civilizaciones más interesantes que haya dado la humanidad. Sin embargo, a nivel local, Guatemala no es tan visitado porque mantenemos vivo el prejuicio de “para qué visitar otro país lleno de inditos”, que más vale la pena ir a ver los rubios del norte, o la Muralla China, que es más grande y más larga. También, se ve “virtualmente” el mar verde, como se le llama al hecho de alcanzar a divisar la espesa y enmarañada selva tropical lluviosa, desde lo alto de cualquiera de las pirámides de las ruinas de la ciudad–especialmente desde la del Jaguar– ¡ya desde lo real! En cualquier mapa impreso también se ven los lagos de Guatemala: el Petén Itzá, con sus islas naturales, el río Dulce y el Atitlán, cuyo entorno natural de tres imponentes volcanes, San Pedro, Tolimán y Atitlán, y sus más de 12 poblaciones indígenas que por siglos de influencia maya han producido infinidad de leyendas y mitos que todavía conviven con la religiosidad de sus gentes. Pero, hay algo muy propio y distintivo de Guatemala que no se puede ver sino cuando se visita, se andan sus calles, se recorren sus mercados indígenas, se suben sus volcanes o simplemente se vive su cultura. Sólo se ve cuando uno se sube en


una de las cientos de camionetas o buses que circulan por sus 108.800 km2, y además, uno se percata de su diversidad racial de los 11’ 237.196 habitantes. Tampoco se alcanza a percibir cuando se lee en los brochures de información turística que en Guatemala se hablan 23 lenguas: 21 mayas, un garífuna y un xinca, o que tiene 19 ecosistemas y 300 microclimas.

dios masivos de comunicación, que están irrumpiendo y cambiando las maneras de ver el mundo.

Fotografía de Ximena Hoyos Mazuera

El tejido en telar es una técnica ancestral que consiste en enredar hilos multicolores en una trama para crear un efecto óptico de símbolos y/o signos que dan un sentido lingüístico y social en una determinada cultura. Estas imágenes que se cruzan y entre¡No!, el tejido guatemalteco sólo se ve y se aprecia cuan- cruzan son una especie de escritura que permite, a quien lo prodo se presentan ante nuestros ojos sus mujeres vestidas con duce, un sentido de pertenencia y de relación con la cultura a la sus huipiles –blusas de lienzo tejidas y excesivamente ador- cual pertenece. El tejido guatemalteco tiene una larga historia y nadas con colores vibrantes y diseños espectaculares– cami- tradición que le permite ser líder en diseños y en técnicas de tenando desprevenidamente por las grandes ciudades, así como jido que producen manualmente, sobre todo las mujeres, y que en los pueblos o veredas del país. En Guatemala, cada comu- todavía usan en los hupiles y los sobrehuipiles. nidad maya tiene su traje típico, tal como si se tratara de una bandera. Hay cerca de 300 tipos de huipiles, especialmente en Para la confección de los tejidos se emplean dos tipos de tela región del altiplano, y tienen diseños tanto para los hombres lares: el de pie, llamado de cárcolas que fue introducido en como para las mujeres, así como de uso diario y ceremonial, en América por los conquistadores españoles en el siglo XVI, y el algunos pueblos hay trajes para los diferentes ritos como bo- de cintura o de palitos, en donde se trabajan más de 11 técdas, comuniones, bautizos y funerales. nicas de tejido cuyas formas y colores se ajustan a las reglas de cada comunidad maya. El telar de cintura, también Los tejidos guatemaltecos llamado mecapal, es de origen prehispánico y es también el más tradicional. Lo usan exclusivamente las mujeres, quieEl tejido guatemalteco es un legado cultural y social que to- nes para ir trazando los diferentes diseños se valen del sistedavía se mantiene entre los pobladores de esta región cen- ma “pepenado”, el cual consiste en ir levantando, por medio troamericana, que está atravesada por lagos (3 muy impor- de una aguja de hueso o con los mismos dedos, un número de tantes), volcanes (33 en total, varios de ellos activos) y sitios hilos de la urdimbre para ir intercalando hilos de diversos coarqueológicos (casi 70 en sólo la zona del Petén, sin contar con lores, hasta formar la figura requerida. lo no excavado), a pesar de la fuerte influencia de la cultura evangelizadora española desde el siglo XV, a la marginación de Cada tejido y bordado tienen un significado específico dentro la pobreza y exclusión social, y hoy, al predominio de los me- de la colectividad y fuera de ella. Cada símbolo, al igual que en


el pasado, indica la condición social de la persona que lo porta. Por ejemplo, los tzutes ceremoniales (pañuelos que se llevan sobre la cabeza y los hombros) en Chichicastenango tienen bordados de animales bicéfalos, muy presentes en la mitología maya, que son una representatividad de su grupo en relación con los otros pueblos de la región. El huipil, la blusa de las mujeres indígenas, no sólo es una obra de arte, indica además dónde nació la mujer que lo usa, sus virtudes de tejedora y si es soltera, viuda o casada.

preciosas como el jade y apoderarse de las almas de los indígenas para imponerles su adoración a los íconos cristianos, lo que produjo un cambio en la cosmovisión de los pueblos indígenas americanos para siempre.

Fotografías de Ximena Hoyos Mazuera

La imposición de la cultura española trajo consigo una mezcla de los hábitos y las costumbres del pueblo invasor al pueblo invadido, dando lugar a una cultura híbrida, que en el caso de los tejidos guatemaltecos se tradujo en una fusión muy rica entre las figuras geométricas mayas con las imágenes figurativas que traían las Desde el Período Clásico en la cultura maya (250–900DC), los mujeres españolas. El traje, por supuesto, más que muchos otros telares han sido parte fundamental en las vidas de los habi- artefactos y elementos domésticos, es una parte fundamental de tantes de estas tierras, que se desarrolló en la Península de la significación de la vida cotidiana de un colectivo. Yucatán– vocablo que es una deformación española de la expresión en idioma maya Ma’anaatik ka t’ann significa textual- Destacarse por su forma de vestimenta ha sido uno de los rasmente: “no te entiendo tu hablar”– lugar en donde los anti- gos primordiales de los 23 grupos étnicos que viven en Guateguos guerreros mayas, quienes después de jugar a la pelota mala, cuya variedad de colorido y diseños son infinitos, ya que eran llevados a unos yunques pétreos, para más tarde, ser sa- cada comunidad mezcla los distintos símbolos de la mitología crificados en honor a sus dioses animistas en el solsticio de ve- maya como son los surcos, el centro, el palo o árbol de la vida, rano, llevaban puestas unas telas tejidas a manera de faldón, el plato ceremonial, el chompipe o pavo de la fiesta, la serpara tapar sus partes nobles, antes de morir. piente y el águila bicéfala, con las figuras copiadas de las revista españolas de cruceta y también, con las ideas modernas Siglos después de que esta civilización desapareciera debido y posmodernas que se van dando a medida que pasa la vida. a una serie de sequías contínuas, los herederos de los mayas fueron sorprendidos por un grupo de hombres que profesaban Los símbolos textiles mayas se convierten, pues, en la memootra fe y con otra forma de jugar con la pelota de la fortuna. ria colectiva guatemalteca y en un caudal de riqueza intangible, Cuando los conquistadores españoles, comandados por Her- que representan las dos partes de un todo que llamamos culnán Cortés, llegaron a esta región, hubo un encuentro brutal tura, y que por medio del traje se expresa un lenguaje social de entre dos culturas totalmente opuestas. El propósito de los gran diversidad y complejidad, especialmente entre las mujeres. recién llegados era hacerse los dueños de las tierras, piedras


Fotografías de Ximena Hoyos Mazuera

La mujer y el tejido

Esa imagen de esa mujer tejiendo todavía se ve en cada una las caras de las mujeres guatemaltecas que hoy buscan salir de la Históricamente, es la mujer quien ha estado relacionada con la pobreza hereditaria que le impusieron, primero su pueblo y desfabricación de los tejidos y los bordados. La mujer es la que se ha pués sus invasores. Por eso, ella se refugia en el tejido, se seca quedado siempre en casa haciendo los remiendos de la ropa que las lágrimas con los bordados de los hilos de seda, y se acurruca se rasga, del calcetín que se le rompe la parte superior y deja ver para esquivar la mano que se levanta para darle en su desespeel dedo gordo, de la falda que se le ha descocido el vuelo, es la ración de ser marginal por todas partes –india, mujer y pobre–. que hace el dobladillo de ojo, la que remata el pespunte, la que pega botones o cremalleras, la que se le hace un nudo “al hilo” Desde niña se la ve copiando los modelos de las revistas espaque no supo contestar. Para la mujer indígena latinoamericana, ñolas de Punto de Cruz que llegan al país desde la Colonia, para el tejido ha sido, es y será por mucho tiempo, una forma de ex- aprender el arte de la aguja y el dedal, pasando por el enhepresarse y de escribir lo que no puede, por falta de alfabetiza- brado, la puntada o el deshilado. Deambula por caminos, riveción, lo que quiere decir desde su cautiverio del silencio. ras, cañadas y mercados dando a mostrar sus logros, aunque a veces, sólo recibe una mirada de desdén, o de incertidumbre En Guatemala, el tejido y el bordado son una forma de resis- por no saber qué hacer, o una alegría por estar frente a tanta tencia, tanto cultural como social, frente a las imposiciones político–religiosas del poder extranjero y patriarcal a que ha sido sometida la población femenina. En los largos y tediosos años de la Colonia, bajo el reinado de la Corona Española y de la evangelización forzada, en las tardes lluviosas de Antigua, se oye el sonido del ropaje de una mujer indígena tejiendo, sentada con su telar en cintura, en alguno de los patios interiores de las casonas coloniales de la antigua capital, uniendo los diseños abstractos y colores posibles, que aprendió por tradición oral de su madre y su abuela, con los diseños figurativos de las rosas, pájaros y figuras europeas copiadas de un dibujo a lápiz, para dar a luz un telar de exquisita exactitud, y que parece hecho como ofrenda a los dioses todavía claros en su mente, con los íconos cristianos que van diluyendo esa frontera entre lo adorado y lo que empieza a adorar.


belleza. Por la necesidad de vender y darle un trozo de pan a su familia se vuelve más creativa e innovadora. Mezcla intuitivamente el Arco maya con la Rosa de oriente, la Huella del perro con el Cruxifijo católico, el Quetzal con la Virgen María, el Águila bicéfala con las iglesias barrocas; recorta sus huipiles y cortes y los vende a terceros, para dar paso a objetos más comerciales y turísticos, como monederitos, cosmetiqueros, guarda gafas, bolsos, mochilas, cinturones, llaveritos, centros de mesa o manteles y servilletas, chalecos, faldas, blusas, pantalones, etc., que se venden por pilas, a precios irrisorios en los mercados de Guatemala City, Chichicastenango, Chimaltenango, Quetzaltenango o en cualquiera de los 12 pueblos alrededor del Lago Atitlán, como Panajachel o Sololá.

Los huipiles contienen varias secciones dentro del lienzo, que dependen del lugar que ocupan las partes del cuerpo femenino. “Sobre su hombro” o ri ruwa rutele, “sobre su corazón” o ruwa ruk’ux, “su de abajo del huipil” o ri’ruxe’pot y “el borde inferior” o rutz’utz’ub’äl. Las figuras predominantes las tejen en la parte que se le conoce como “sobre su corazón” o ruwa ruk’ux, ya que es el lugar más cercano a sus sentimientos, sin embargo, es en el centro de los huipiles o sobre huipiles en donde ellas tejen los elementos decorativos más llamativos, mientras que los laterales son el final del lienzo y representa los brazos del huipil. Este orden de tejer alrededor de un centro en una concepción cuadrilátera tiene antecedentes muy antiguos en esta cultura mesoamericana.

Símbolos que se tejen

Fotografías de Ximena Hoyos Mazuera

Según la visión de los mayas, el tejido y el parto están protegidos por una misma diosa, Ixchel (diosa del amor, de la gestación, de Cada símbolo, que una tejedora guatemalteca teje o borda en los trabajos textiles y de la luna), quien lleva el mensaje de que sus huipiles y sobrehuipiles, tiene un significado y un significan- cada pregunta tiene su respuesta, y es una creencia profundate lingüístico, es decir, un elemento visual y otro conceptual. La mente femenina. Tanto para parir a sus hijos como para trenzar e parte visual incluye la forma, color y material, mientras que la hilar con telar de cintura las mujeres adoptan similares posturas parte conceptual está constituida por el elemento del diseño corporales y esto hace que se complementen como actividades que viene de un concepto mucho mayor como lo es un mito, una femeninas. El tiempo es otra de las medidas que tienen conexión leyenda o un relato del grupo social. La imagen en forma de zig- entre los nueve meses de embarazo y los ocho meses que puede zag representa a la serpiente, los cerros y los altibajos en la vida llevar hacer un huipil bien elaborado y decorado. de la mujeres en varias comunidades mayas, mientras que los surcos verticales o cholaj en color café, tejidas entre las franjas El hecho de que las mujeres manejen esa cosmovisión astronómirojas de sobre huipiles por las tejedoras kaqchikeles de Tecpán, ca en los tejidos de sus telas, muestra claramente la importanrepresentan la madre tierra, que en la cosmogonía mesoameri- cia del tejido como una forma de escribir la filosofía de un pueblo, cana es la que acoge y da alimento a las personas. por medio de un lenguaje muy particular. En este sentido, se puede decir que son las mujeres las que mantienen viva la tradición y


los conocimientos por medio de sus tejidos y bordados, puesto que parte de las figuras celestiales, que nombradas en los Códices los mayas no desarrollaron un sistema de escritura tan complejo y y en el Popol Vuh, como unas bandas que guían a las personas completo, como el que traían los invasores europeos. a saber cuándo hay que moler el maíz o cuando hay que hacer la tortillas, así como guían las bandas del sol y la luna. Para una mujer indígena, el matrimonio es un ritual de suma importancia porque es la unión de la pareja, ya que ésta cons- Los indígenas de Guatemala dejaron de pintar los códices y mutituye la unidad fundamental de los valores esenciales de la rales por diversas circunstancias, que requiere una larga invessociedad. El símbolo de Chompipe de la fiesta o chompipe tigación, pero en sus telas recogieron su cosmogonía, su modo muerto que aparece en los huipiles de San Pedro de Sacatepé- de producción, sus rituales, sus creencias, su cultura y su senquez son las prendas más significativas para las ceremonias de tir. Esto fue un trabajo especialmente hecho por sus mujeres, al casamiento. Este distintivo representa la ofrenda que los pa- mantener la tradición del tejido. Ellas son las que ha sostenido dres del novio entregan a los de la novia el día de la boda. Ese el legado de su tradición oral literaria y simbólica en sus lienzos, día, matan un chompipe (pavo), macho, lo rellenan con olotes como se deja plasmado un poema en un papel de la antigüedad. (el corazón de la mazorca de maíz), le atan las patas y el pico Miguel Ángel Asturias, Nobel de Literatura, escribió en 1974: con cibaque y lo adornan con claveles rojos y blancos, lo colo- Tantos símbolos, cábalas, sabidurías astrales y cálculos se urcan en un canasto con chocolate, cigarros y licor, se lo comen den en sus telas, cuando se refería a los tejidos guatemaltecos. durante el festejo tratando que el esqueleto se mantenga y lo En su novela Hombres de maíz dejó representada la importancia cuelgan en la cocina en donde se ahúma. que tienen los símbolos mayas en su entramado textil como si se tratase de una novela escrita con hilos multicolores. Otro concepto que es parte primordial de las culturas precolombinas es el palo o árbol de la vida. Se le llama kotz’i’jan en Referencias Sacatepéquez y se le considera uno de los símbolos más antiguos de la tradición maya, por tanto que está representada Knoke de Arathoon, B. (2005).Símbolos que se siembran. Guadesde los tiempos de los Olmecas, y aparece mencionado en temala: Ediciones Museo Ixchel del Traje Indígena. los Códices Mayas y en el Libro de Chilam Balam de Chumayel. El árbol es como la vida de una mujer ya que es ella quien da Münch Galindo, G. (2003). Historia y cultura de los Mixes. Méxiflores, frutos y tiene ramas que son sus hijos. Muchos huipiles co: Editorial de la Universidad Autónoma de México. Instituto tienen tejido el árbol de la vida en la parte central significan- de Investigaciones Antropológicas. do así la importancia del conocimiento de su propia cultura. El centro de pueblo o ruk’ux tanamit en lengua kaqchikel, representa el ombligo del mundo del pueblo. En ceremoniales de Santa María de Jesús, este símbolo complejo y de impactante colorido, se teje en los huipiles de uso diario de ese lugar. Los surcos horizontales o b’oloj po’t o de Sololá en el lago Atitlán se tejen como una metáfora de la agricultura. La serpiente que se teje en huipiles, sobre huipiles y fajas de varias comunidades de Guatemala evoca la relación de la serpiente con el arco iris, que se traduce en fecundidad y mantiene su tradición especialmente por las tejedoras ancianas de Tecpán. La iconografía textil de la serpiente es variada y está tejida dentro de la parte central del huipil, o en otras ocasiones se usa como tocado o q’eqchi como se le llama en Cobán, como atuendo para una ceremonia de cofradía. Para otras colectividades, como en Santiago Atitlán, la cinta o xk’ap en tz’utujil, las usan las niñas como símbolo del cordón umbilical que ata a las mujeres sagradas al cielo. La estrella o ch’umil en lengua K’iche hace


Fotografía de Natalia Gutiérrez

Por » Natalia Gutiérrez «

Extraño el

Sol Naciente en Otoño

El señor Harasawa, Rafael, como se quiso llamar en español, llegó a Colombia con otros seis jóvenes en 1960, justo cuando se cumplían 31 años de la primera inmigración japonesa. El viaje tenía como objetivo la propagación de las enseñanzas de Tenrikyo, religión a la que pertenecían todos. Sin embargo, no fue sino hasta los años 80 que pudieron inaugurar la primera sede en donde pudieran realizar sus prácticas religiosas.

—No sé por qué me casé con él. Antes de que me lo presentaran, como trabajaba en un hospital, ni siquiera sabía que habían ido unos jóvenes a Colombia. Yo no sé qué estaba pensando en ese momento. La verdad es que tuve una sensación muy extraña, inexplicable, pero creo que acepté casarme porque él era de mi misma religión. No me habría casado si él no fuera de Tenrikyo.

—A nosotros nos tocó más fácil—, contaba él.

La señora Harasawa sacó una servilleta y un lapicero. Suspiró y miró hacia el techo como queriendo recordar algo.

“Es que vea, llegamos a Tumaco y aunque hablábamos japonés, nos la arreglamos para trabajar en una empresa bananera. Nosotros sabíamos que hacía muchos años habían viajado unas familias japonesas pero como no conocíamos nada, ni a nadie, duramos tres años recogiendo banano. Hasta que un día, decidimos enviar la producción a Japón pero todo fue un fracaso porque como era muy lejos y el barco tan caliente, todo el plátano llegó podrido y perdimos mucha plata. Entonces, decidimos irnos a Bogotá y luego al Valle. Allá sí nos pudimos comunicar con la gente, porque había muchos japoneses. Todo fue más fácil. Y es que para ellos fue muy duro porque los que eran budistas o sintoístas perdieron su religión pues los padres que manejaban las escuelas exigían que se convirtieran en católicos si querían que los hijos estudiaran; les tocó bautizarse y hacer la primera comunión. A nosotros no nos tocó nada de eso. La señora Harasawa, (Hatsue, así su nombre ya no se escuche, pues son pocos los que lo saben y muchos menos los que lo pueden pronunciar), llegó a Colombia nueve años después que su marido y ya lleva casi cuarenta acá.

—Llegamos a Florida, Valle en donde vivimos un año entero. Nunca voy a olvidar lo que sentí el día que llegué. Por un lado mi esposo alquiló una casa de unos japoneses. Pero no era una casa normal, con un techo como el de ahora, que es más elevado en el centro. Venga se lo dibujo para que entienda mejor. Ellos vivían justo en frente de la calle principal de Florida: tenían la entrada, unas habitaciones, la cocina. La casa era grande, pero como les sobraba un espacio entre la pared del vecino y su casa, construyeron un techo que caía de la casa del vecino e improvisaron una casita construyéndole un murito y haciéndole una puerta. Parecía una casa de vacas o de gallinas; un sitio como para meter animales. Y ahí vivía yo. Ahí llegué por primera vez. Tuve un sentimiento muy raro. La casa era limpia y no puedo decir que no fuera bonita, pero uno se sentía como en un granero: era larga, angosta y el techo se iba haciendo más bajo en un lado.

“Para rematar, en esa época estaba de presidente Pastrana, el papá. Y justo en esos días había ley seca; entonces, llego yo y me asomo a la puerta y veo un poco de soldados del ejérci—No tengo que responder en español, ¿cierto? ¿Puedo hablar to parados en frente de mi casa, llevando con la mayor natuen japonés? Para que me entienda mejor—. ralidad del mundo una ametralladora. ¿Se imagina cómo me sentía? Yo venía de un país que había acabado con el ejército Accedí y ella empezó a narrarme su vida. porque la guerra le había traído muchas desgracias y no estaba dispuesto a participar de nuevo en esas cosas. Incluso hoy, —Él se devolvió a Japón, arreglaron nuestro matrimonio, y me Japón no podría atacar militarmente a ningún país porque no vine para acá en Noviembre de 1970. Eso sí, a mí no me tocó es- tiene cómo. Yo nunca había visto militares. Pero bueno, al final tar un mes en un barco, porque me vine en avión. uno se termina acostumbrando. Ahora están en todos lados.


“Cómo le decía, cuando llegué me sentía muy rara. Yo soy enfermera pero la única vez que pude dedicarme a eso acá, fue los primeros seis meses desde mi llegada, porque mi esposo estuvo muy enfermo todo ese tiempo. En algún momento llegué a pensar que mi destino era ser su enfermera más que su esposa. “Podrá sonar un poco exagerado pero desde el comienzo, por el simple hecho de ser japoneses, vivimos todos los días con un poco de tensión. Es decir, como acá hay tanta delincuencia y tanta violencia, uno no puede evitar pensar en eso siempre, algo que no pasa cuando uno está en Japón. Casi que podría decir que nosotros, todos los días antes de salir a la calle, agarramos bien las cosas, nos ponemos a la defensiva, pasamos el día entero un poco nerviosos y sólo cuando volvemos a la casa nos podemos relajar. Pensándolo bien, ni estando en nuestra propia casa nos relajamos del todo, porque cualquier sonidito hace que aparezcan pensamientos malos en la cabeza. Lo que contrarresta eso es que las personas acá son muy alegres, no tienen ese lado sombrío que tienen los japoneses. Eso nos ha ayudado mucho.

y las cosas, si empezaban a frecuentar la iglesia. Pero eso es porque en la época en que vinieron, los fieles en Japón ofrendaban hasta sus casas a la iglesia cuando querían agradecer a Dios por algo, y ellos quedaron con esa imagen en la cabeza. Esa competencia de la que hablo no es en todo, sólo en ciertas actividades como las clases de japonés o ciertos eventos. De pronto, se quedó mirando mi cara. Traté de esconder el cansancio y el calor que tenía.

—¿Quiere cafecito o té? Té helado, de trigo para la sed, ese que se toma en verano. ¿Sabe? lo que más extraño de Japón son las estaciones. Yo creo que las estaciones definen las costumbres y la cultura japonesa. Los sentimientos de las personas van cambiando a medida que cambian las estaciones. Se siente una atmósfera distinta con el cambio en los colores de los árboles y la cosecha de distintos frutos. La gente hace cosas alrededor de todas esas particularidades. Allá, en primavera se reúne la gente a tomar y comer debajo de los árboles de cerezo; en invierno hace mucho frío, demasiado, pero en esa época uno se reúne a charlar mientras “Hay veces en que me pregunto por qué vine. No es que me arre- come cosas calientes. Todo cambia, desde los vegetales hasta los pienta, sólo se me viene a la cabeza. A veces pienso en cómo peces del mar. En cambio acá todo el año sale el sol intenso y se habría sido mi vida si me hubiera quedado en Japón y siempre escucha la misma música fuerte. Yo creo que esta sociedad sería termino por convencerme de que sería imposible comparar eso mejor si las personas tuvieran momentos así, en los que los senticon mi vida real; creo que no sería mejor lo uno, más que lo mientos y la atmosfera cambian; creo que habría menos muertes, otro. Al fin y al cabo, si no hubiera venido no sería la yo de aho- menos violencia. Eso es lo que pienso como japonesa que soy, pero ra. Sin embargo, creo que gracias a que vine, me volví más de- me imagino que los colombianos pensarán lo contrario: extrañavota a Tenrikyo. Siempre me gustó, pero acá aprendí más sobre rán poder cambiar de ambiente simplemente moviéndose geográlas enseñanzas y la iglesia me sirvió de refugio, porque como ficamente. En Japón, contrario a eso, si se está en una estación mi esposo se iba todo el día a trabajar y como yo no tenía más caliente, así uno recorra muchos kilómetros, no va a encontrar un familia, frecuentaba todo el tiempo la iglesia. Fue precisa- sitio que esté en otra estación. Yo no niego que Colombia sea un mente una sensei, la señora Ota, la que me enseñó todas esas país muy bonito, ni que tenga lugares que tienen como un encanartes japonesas como ikebana, o la ceremonia del té. Es como to, una magia, pero a mí me hace falta esa parte minuciosa de la si ella me hubiera criado, me cuidó, me enseñó. Por eso, yo me cultura japonesa que sale de las estaciones. dediqué a la iglesia. Imagínese, es que iba todos los días. “Creo que mi esposo ya no podría vivir en Japón, así quisiera, “Yo estoy convencida de que fue gracias a los japoneses de Ten- porque ya está acostumbrado a Colombia, al clima y a los corikyo, que nunca me deprimí seriamente. Aunque tengo y siem- lombianos. Por otro lado, a pesar de que desde que me vine lo pre tuve amigos colombianos, como la cultura es distinta—no más largo que he estado en Japón son sólo tres meses, y he pasólo por sus costumbres sino por la forma de pensar y reaccionar sado la mayor parte de mi vida acá, creo que yo sí podría volante lo que ocurre— siempre hay una distancia, como un vidrio ver a vivir allá, aunque no creo que lo haga. Yo sólo espero que transparente que me separa de ellos. Es que la diferencia de cul- mi hijo vuelva rápido de Japón, se case y llene la casa de hijos. turas es una cosa muy grande, muy complicada. Yo estoy acostumbrada al estilo de vida de acá, pero siempre me voy a sentir como una extranjera, porque hasta el día en que me muera voy a ser una japonesa. Pero tampoco es que por ser japonesa quiera morirme allá como le pasa a mucha gente. A mí no me importaría morirme aquí, porque acá hay mucha gente a la que le estoy tremendamente agradecida y me gustaría también hacer lo que pueda por ellos, cuando lo necesiten. Me gustaría mucho poder devolver todos los favores que me hicieron. No sólo a mis amigos sino a todos los colombianos que me han ayudado… al que hizo esta mesa, al que hizo este pan. ¿Si me entiende? “También tengo amigos japoneses, los de la asociación. Nos une el pasado, las raíces y por eso la relación es buena. Pero a veces, hay cierta competencia ente las seis únicas familias tenrikyanas japonesas y el resto de descendientes. Tal vez es porque ellos no tienen una buena impresión de esta religión, pues crecieron con la idea de que les quitaríamos toda la plata


Memorias del

Por » Maritza Jiménez Lozano «

Movimiento

Lejos de unas tierras que amenazaban con sepultar su memoria, Alexander termina de leer una carta enviada a Luis Melo, su padre, en esta tarde del 12 de mayo de 1999. Sentado junto a su hermana mayor, no sabe qué pasará cuando le muestre aquel comprobante de la autoridad del Movimiento, no sólo ejercida en las selvas colombianas, sino también en lugares a cientos de kilómetros de ellas, incluso en una ciudad fervorosa y protegida por el Señor de los Milagros: Guadalajara de Buga, Valle.

Cinco de la tarde. Alexander no le quita la mirada al saludo sincero que tiene entre sus manos. Su remitente, Gerónimo Galeano, miembro del Frente Joselo Lozada de las FARC EP, al parecer fue encargado de buscar justas soluciones para finiquitar un negocio de bien raíz con Laurencio Ortega en Rio Negro, Huila. A Alexander nunca le gustó vivir allí; para él se trataba de uno de los tantos lugares de Colombia que se hallan apartados y cuyo futuro quizá no continuará siendo otro que el de la violencia, fruto de los cultivos ilícitos.

una de las consecuencias del problema era que las ganancias que obtenía el campesino, sólo podían utilizarse para el consumo y no para la reinversión. De modo que Alexander ni siquiera quiere imaginar el nuevo rumbo que tomarían sus vidas si tuviesen que regresar a un pueblo del que necesitaron huir dos años atrás, luego de un altercado con un deudor moroso que resultó siendo amigo del guerrillero Gerónimo Galeano. Mirando fijamente la mesita que ha resistido los recorridos de la familia durante casi veinte años, le parece irónico que después de haber vivido al compás de la guerra en muchas regiones, el nerviosismo ahora haga que sus recuerdos empiecen a aflorar de la mente, para hacerle pensar en lo que sintió la primera vez que vio a los del Movimiento.

Alexander tenía quince años y desde hacía dos había decidido dejar de estudiar para ayudarle a su papá en la tienda que teRio Negro es una Inspección del Municipio de Iquira, en el De- nían en Rio Negro. Era la madrugada de un domingo de 1981 y partamento del Huila. A pesar de estar habitada desde la dé- todo parecía transcurrir con la misma normalidad de siempre cada de los cuarenta por colonizadores antioqueños, tan sólo en el pueblo. Lo que hasta el momento había producido sensahasta 1979 se inauguró el servicio de luz eléctrica con cober- ción era poder escuchar las homilías del párroco por los altavotura y calidad aceptables. Debido a la diversidad topográfi- ces que se habían instalado hacía dos meses alrededor de toda ca de la región –montañas alternadas con valles, mesetas, la plaza, y lo último que se había transmitido aquella noche eran colinas y pequeños cañones– en aquellas épocas predomina- las informaciones de la última reunión liderada por el presidente ban diversas actividades agropecuarias entre las que se des- de la Junta de Acción comunal. Las ventanitas de las casitas de tacaban la ganadería y los cultivos de café, arroz y maíz. Sin madera, construidas por los policías alrededor de la plaza, pareembargo, el pésimo estado de la infraestructura vial ocasio- cían muertas sin el esplendor de lo que hasta hace poco se había nó una desarticulación y aislamiento que perjudicó el desa- logrado: el servicio de energía eléctrica. Llegó el desarrollo para rrollo socioeconómico del territorio, pues los beneficios de su Rio Negro –Se escuchaba constantemente. economía se repartían entre los municipios vecinos. Por ello, De repente, un fragor empezó a escucharse en la colinita donde estaba la inspección de la policía del pueblo. –¡Comadre, levántese que están atacando la base! ¡Comadre! –Gritaba doña Petrona, desde la casa que estaba frente a la de los Melo. Otra vez el maravilloso esplendor se hizo visible en algunas casitas en las que la gente, ingenuamente, decidía asomarse para ver el por qué del bullicio. Sin embargo, la familia Melo permaneció atónita en la inquietante oscuridad, esperando a que los policías dieran fin a esa tregua. Después de una hora de disparos empezaron a descender cerca de cuarenta hombres uniformados, con botas pantaneras y fusiles; tenían en su antebrazo un logo con la bandera de Colombia, pero en lugar de


Ejército Nacional tenían las letras FARC EP; por sus comentarios y sus gritos maldiciendo a los policías, inmediatamente se supo que un guerrillero había muerto. Para empezar a interactuar con los opitas, utilizaron los mismos parlantes de jolgorio en un momento en el que todo parecía sombrío, o al menos así lo era para aquel muchacho que veía por primera vez a los del monte, como solían llamarlos en la época. –Hay que contribuir con la revolución. Nosotros arreglaremos la situación actual del país, porque los gobiernos corruptos nunca trabajan por los intereses de los desfavorecidos; por eso es que nosotros somos el Ejército del Pueblo –Decían mientras invitaban a todos a reunirse en la plaza– Hay que buscar soluciones justas- Continuaban. Una de las primeras soluciones era que los comerciantes, a partir de ese día, empezaran a pagarles unos gravámenes. A Don Luis le tocó dejar que ese día cargaran las bestias con bultos de comida que él donaba a la revolución, pues a falta de dinero en efectivo, se tenía que pagar en especie.

Los impuestos continuaron solicitándose a los comerciantes y, paradójicamente, estando a merced de la guerrilla todo parecía estar muy tranquilo. Los únicos momentos incómodos se vivían cuando una cara nueva llegaba al pueblo: había interrogatorios por todas partes, inclusive para los cacharreros que llegaban a vender en días de mercado. Así transcurrieron las cosas en los años siguientes en Rio Negro hasta que un vecino, Floro Roa, decidió ir a trabajar en una Inspección cercana en Diciembre de 1988; bastaron dos meses para que volviera a la casa de Don Luis para contarle lo bien que le podría ir si empezaba a trabajar en el Departamento vecino. En Febrero de 1989 Alexander, su hermana y sus padres decidieron vivir en otra de las zonas rojas del territorio colombiano; su nombre, Inspección de Piñalito, Meta, a una hora del Municipio de Vistahermosa.

Fotografía de Maritza Jiménez Lozano

Tal vez decidieron vivir allí desconociendo dos hechos importantes. Uno, que exactamente en ese mes se cumplía el primer aniversario de una masacre estremecedora: el 17 de febrero de 1988 encapuchados, al parecer pertenecientes al MOENS (Movimiento Obrero Estudiantil Nacional Socialista), irrumpieron en la gallera de la vereda y dieron muerte a catorce campesinos de la re¿Y los policías? -Pensaba Alexander. Luego de dos horas se ente- gión, muchos de los cuales eran militantes de la Unión Patriótica raría de que se habían ido del pueblo por unos túneles subterrá- (UP). Dos, que el 8 de septiembre de 1988 paramilitares habían neos que, al igual que las casitas alrededor de la plaza, habían asesinado a Julio Cañón López y a José Bayardo, el primero, alsido construidos por ellos mismos… Para el desarrollo del pueblo. calde de Vistahermosa e integrante de la UP, y el segundo, su escolta adscrito al DAS. Además, se trataba de situaciones que Sin embargo, los habitantes ignoraban que Floro Roa, trabajador revestían en la época un problema de fondo: aparición del pararespetado y dueño de un Jeep, había alcanzado a salir para dar militarismo, (para 1987 se tenían identificados 148 grupos) inaviso a una base del Ejército Nacional, pero debido al estado de tensificación de grupos guerrilleros e irrupción del narcotráfico. las carreteras, tardaría tres horas en llegar hasta el pueblo más cercano. Por eso el auxilio y los helicópteros sólo se hicieron efec- Para la familia Melo Restrepo, y para muchas otras, el dinero que tivos cerca de las seis de la mañana, cuando los del monte ya ha- circulaba en pueblos como Piñalito significaba una oportunidad bían salido del pueblo, pero regresaron al cabo de seis meses una para que los campesinos lograran obtener ganancias que en camvez se enteraron de que el Ejército les había dejado libre el acceso. bio eran imperceptibles si se dedicaban a una economía tradicio-


nal; involucrarse con cultivos ilícitos era una salida rápida para enfrentar la difícil situación económica que se vivía en los campos.

varias ocasiones tuvo artistas como Galy Galeano, Alfonso Niño, Reynaldo Armas y grupos de músicos y bailarines de joropo.

A pesar de que el desarrollo de los pastos en las llanuras del Departamento del Meta permitía que se considerara una zona indicada para la ganadería y la agricultura, en veredas como Piñalito la falta de ayudas y desarrollo tecnológico no posibilitaba un desarrollo fructífero de las actividades agropecuarias. El Río Guejar, apto para la navegación, era considerado el principal medio para conectar a Piñalito con los pueblos aledaños. Sin embargo, en sus riberas iban y venían grupos de uniformados que impedían el paso de todo aquel que no contribuyera con el Movimiento y el bienestar del país. A todo comerciante que se embarcara en ese puerto le pedían el pago de una vacuna.

Ese pululante comercio fue aprovechado por Don Luis Melo para poner unas residencias a la entrada del pueblo y para dejarle a su esposa, Doña Dumit Restrepo, administrar un estanco a orillas del puerto.

Con el tiempo, el estanco les dejaba más ganancias. En las primeras horas de la mañana llegaban sus clientes potenciales, que se enorgullecían al mostrar su poder y riqueza por el tipo de arma que tuviesen: entre más fina y costosa fuera, más razones tenían para dejarla descansar sobre las mesitas plásticas de colores que Doña Dumit y su hija tenían en el local. Se trataba de comerciantes, muchos de los cuales llegaban con una cucharita de plata colgando en el cuello para probar la El comercio del Departamento se concentraba en Villavicen- buena calidad de lo que se les entregaba. Fue así como Doña cio y para los campesinos resultaba improductivo someter sus Dumit empezó a obtener dinero con la cocaína: al final de cada mercancías al difícil estado de las carreteras que unían la re- reunión se cambiaba la mercancía de unas bolsas plásticas a gión Sur con la parte Norte. En cambio, una pequeña red de otras más gruesas para evitar que el olor los delatara, así que carreteras clandestinas construidas y controladas por la gue- ella les pedía las bolsas con la excusa de que le podían servir rrilla permitía a estos grupos una movilización libre por la zona para la basura, pero las usaba para ello después de raspar con sin tener que usar las vías municipales. una cuchillita los gramos de la mercancía que se quedaban en ellas hasta recoger lo suficiente para la venta. Para los campesinos, los cultivos de coca y sus laboratorios permitían percibir unos ingresos más altos, lo suficientes como Alexander le ayudaba a su papá con las residencias y quizá por para alcanzar a solventar los gastos de fiestas en las que se eso nunca conoció los contactos que su madre logró, pues no consumía whisky y toda celebración de festejos en las galle- quería que su hijo se involucrara en esos negocios y al final le ras luego de que las apuestas mínimas eran de un millón qui- gustara ser del monte. Sin embargo, enseguida de las residennientos mil pesos. Por eso se justificaba la elección del fruto cias vivía el dueño de un fundo o de una finca que, estando en comparación con el maíz, el plátano, el sorgo y el arroz que en medio de la selva, tenía una plantación y un laboratorio de eran característicos de la región. coca. A sus casi treinta años de edad Alexander ya había visto muertes y lo único que quería era salir de la selva a una ciudad. Las calles de Piñalito olían a cerveza, a aguardiente llanero y a Ya había visto que su mejor amigo, Hugo, había comprado un kilos de mamona azada. Todos los días, excepto los miércoles, Jeep con los ahorritos. La propuesta fue un domingo de 1994 y eran de mercado; si se caminaba por la calle principal, que iba al siguiente lunes, a las cinco de la mañana, todo estaba listo. hasta el puerto, se podía observar que cada casita tenía un negocio: restaurantes, bailaderos, bebederos, peluquerías, sas- Era época de invierno y la tierra húmeda de la selva exigía que trerías y almacenes de ropa. Los viernes y sábados eran apro- quienes caminaban sobre ella supieran hacerlo, de lo contrario vechados por las discotecas para dar espectáculos de media el lodo se volvía amenazante para que los pasos se volvieran noche, sobretodo por la discoteca Calipso, la más lujosa, que en más pesados entre los senderos cubiertos por el lodo. Alexander caminó durante ocho horas seguidas en compañía de veinte trabajadores más. Estaba acostumbrado a trabajar desde pequeño, pero siempre había gozado de la buena comida que le daba su madre en casa. Ese día tuvo que comer pasta mientras caminaba y el arroz estaba tan duro que no supo si estaba muy viejo o estaba sin la debida cocción. Después de ver sólo arbustos, ramas, lodo y piedra, aún faltaba una hora para llegar al fundo. Sin quererlo, y como una ironía para pasar el rato, empezó a tararear un pasillo de El Alcaraván, mientras sus manos se acordaban del tiple que tocaba cuando tenía trece años. Se fueron estos dos negros, pa’ la montaña el guaral, Es una montaña inmensa, donde el peligro es mortal; Penetraron en la mata y se echaron la señal... Ayayay Luego vino el recuerdo de María Santos Restrepo, su tía, que vivió cerca al Río Pato, en Caquetá, pero que ahora vivía con


ellos en Piñalito. Una vez enviudó, ella también quiso ganarse la vida gracias a la mercancía. Sin ningún problema, abordaba la chivita que la llevaba desde Guayabal hasta Florencia y en una cajita que ponía a sus pies transportaba aceite de marihuana reenvasado en botellas de vino; lo hacía en las madrugadas para evitar requisas. Hasta que en 1993 un retén hizo que desistiera: a pesar de que por su edad pasó inadvertida, el miedo se despertó y no la dejó volver a participar en un negocio. Quizá por eso su hermana, Dumit, la llevó a su casa porque no quería que siguiera intentando cosas a falta de compañía.

Como la familia Ortega vivía pasando la calle, varias veces Don Luis y Doña Dumit fueron a reclamarles. Como no recibían mejores respuestas que insultos, Don Luis decidió buscar asesoría jurídica y ello, unido a un aumento de quinientos mil pesos para el pago de la deuda, molestaron a Laurencio, quien ya había viajado a Piñalito.

Alcanzaron a entrar al pueblo sin que los requisaran. Las oraciones de Doña Dumit por su hijo, después de cincuenta días, no fueron en vano. Con la llegada del Ejército, a Piñalito se le acabaron la mayoría de sus mercados. Muchos comerciantes prefirieron no arriesgarse en un pueblo en el que ya no había un Movimiento que les ayudara a tener la vía libre y la seguridad para la salida de mercancías. El estanco de los Melo Restrepo permanecía vacío. Las calles perdieron olores y el viento ya no soplaba al compás de pasadas melodías llaneras. Las apuestas en la gallera reflejaban la austeridad…Definitivamente ya no era rentable quedarse.

Seis treinta de la tarde. Por fin llega Don Luis a la casa. Fue una espera similar a la del Ejército cuando se tomaron a Rio Negro.

Una sarta de insultos daban la bienvenida a los oídos de los Melo cada vez que alguno tenía que salir a la calle: los Ortega habían puesto en su contra a medio pueblo. Las cosas se agudizaron aún más cuando Pinino, el perro mascota de los hijos Una vez en el fundo, al día siguiente empezaron con la recolección de Laurencio, amaneció muerto en la calle. Esa misma noche, manual de la hoja. El pago dependía del número de arrobas reco- unos disparos amenazaron con matar a Doña Dumit… El progidas y, mientras que los veteranos pudieron acopiar por día has- blema era serio, nuevamente había que irse. ta veinticinco, Alexander lo máximo que alcanzó a recoger fueron veinticinco libras. Luego de recoger la hoja, en el laboratorio ha- En 1998 llegaron a Buga de posada donde una hermana de Don bía unos procesos de picada y filtrada; después de que se le agre- Luis. Después de seis meses, lograron terminar de reunir el digaban unas sales, a Alexander le enseñaron a hacer el baile, que nero para comprar una casa en un barrio popular en lo alto de consistía en pisarla hasta lograr una tonalidad muy oscura. Eso una colinita; su nombre, Alto Bonito. Ya no querían saber más estuvo haciendo todos los días de seis de la mañana a una de la del monte y preferían pensar que todo parecía ser parte de un tarde durante un mes y medio, hasta que uno de los trabajado- pasado enredado entre los arbustos y los jardines de la selva. res llegó gritando que el Ejército estaba en Piñalito. Nuevamente a En éste nuevo pueblo–ciudad sí se sentía a gusto Alexander. caminar. Como debían impedir cualquier encuentro con la guerrilla Sentía que podía caminar con tranquilidad por unas calles que o con el Ejército, esta vez fueron cerca de dos días en la marcha, escondían algo místico. Estaba sonriente y su rostro develaba pues cada trabajador llevaba una bolsa llena de mercancía para un ambiente sereno hasta esta tarde en que llegó una carta que no se perdiera lo procesado hasta el momento. con la intención de exhumar su memoria.

Esa platica ya no se recupera –Dice, mirando a Alexander por encima de sus lentes viejos– ¿Que mande a uno de los míos?... Definitivamente, hay que ponerle fin al Movimiento… Hay que olvidarlo.

Antes sólo vivían en movimiento; ahora sus vidas han empezado un nuevo rumbo en una ciudad milagrosa. Sólo les queda esperar a que el proyecto del Plan Colombia que inició hace Unos meses atrás Don Luis había conocido en Rio Negro a Lau- poco el Presidente Andrés Pastrana con el Presidente estadorencio Ortega, un hombre de unos sesenta y cinco años que era unidense Bill Clinton sí pueda generar una revitalización social nuevo en el pueblo. Había vivido en el Alto Pato, Caquetá y en y económica en el país… Para ver si cesa tanto movimiento. una helada pasada había perdido dos hectáreas de un incipiente cultivo de amapola. Quería irse a buscar otras regiones en las que pudiera cultivar mientras su familia lo esperaba en Rio Negro. Por eso le planteó a Don Luis que hicieran un trueque de bienes raíces: las residencias y el estadero en Piñalito, por una finca cafetera en Rio Negro más un millón quinientos mil pesos. Por ese negocio volvieron al pueblo. Nuevamente en Rio Negro en 1997. El negocio se hizo con lo que cada bien raíz tuviera en su interior, es decir, Luis Melo entregaba las mercancías que tuviera en el estanco y en las residencias, y Laurencio le entregaba las treinta cargas de café que se producían en la finca. Cuando los Melo llegaron a su “finca cafetera” no era más que una casita a las afueras de la Inspección con unas tierras sin cosecha; al verla, Don Luis calculó que las treinta cargas de café que le habían hurtado valían más que el mismo terreno. Allí empezaron los problemas.


Job

17 de Septiembre.

Por » Yefferson Ospina «

Rebelado

cogerlos usted. Sí, va a tener que recogerlos usted y llevárselos a esos. A esos hijos de su puta madre pa que ellos los vendan en Adelante, en frente, trivial y lánguida la mujer lavaba los platos Medellín. A ver si la dejan, a ver si la dejan. de la noche anterior. Él la veía sosegada, el delantal azul enterizo cubriéndole todo el cuerpo ceñido a la cintura por un lazo ne- Una vez hubo terminado el desayuno encendió un cigarrillo y regro. A su lado, de la ventana provenía una luz débil, rojiza, ali- costado en el asiento de cuero lo consumió viendo por la ventana. mentada por la mezcla extraña de resplandor y opacidad en el No miraba la huerta, no oía el río. No distinguía los colores de la río.–Va a haber buena cosecha de limones – dijo, apoyándose tierra, sólo miraba, distante, remoto, como si se hubiera sustraído sobre el mesón mientras miraba afuera el cuadrado verdenegro a toda la actividad natural y espontánea de su mente y de su cuerrodeado de una cerca de postes de madera raída y negra y alam- po, sintiendo el influjo del tabaco correr, fluir del pecho a la sienes bres de púas.–Bastantes, gracias a Dios -. Entonces él, senta- hasta notar un ligero malestar en la boca. Luego salió de la cocido en la mesa viendo su desayuno, vio cómo el leve vapor des- na y cruzó el pasillo, sin mirar hacia la huerta, hasta el espejo que figuraba la compleja e informe traza de su ascenso, cediendo y estaba en el fondo. Se vio el rostro, joven y hastiado, insignificasiendo asolado por el viento que desde la ventana lo acarreaba y do. Entonces permaneció ahí, observándose, erecto con los bralo superaba, pensando limones, limones. Pues va a tener que re- zos no-fuertes no-débiles colgados a sus lados y la breve estatura vestida de overalls desgastados y los brutales zapatos amarillos invadidos de barro, absurdo, como si la atmósfera de su cuerpo no correspondiera a ese cuerpo. Luego se dio la vuelta y caminó hasta la cocina. El espejo reflejando la espalda: TPC y bajo las letras grandes: texas petroleum company. María lo esperaba en la puerta de la cocina secando las manos en el trapo anudado a la cintura, blanca, mínima, el cabello café y ondulado recogido atrás pero algunos mechones esparcidos en el rostro. Él continuó caminando, resuelto y regular, evadiendo a María que se giró sobre sí misma para verlo cruzar el patio de tierra y salir a la vereda. María gritó -Chao mijito, que Dios me lo bendiga–y Alirio siguió, irrevocable ascendiendo por la terrosa vereda, el huerto a su derecha, sin mirar hacia el huerto, hasta alcanzar la carretera. …


Fotografía de Luisa Fernanda Gonzalez

Lento, el carro parecía abarcar tramos homogéneos en movimientos bruscos y paralelos al tiempo como si en el espacio entre cada segundo permaneciera inmóvil para luego aparecer en el lugar del segundo siguiente sin hacer los movimientos intermedios. Alirio estaba en el puesto delantero pues el espacio de carga iba ocupado con otros trabajadores. A su derecha veía la tierra y los campos serenos sembrados de limón y la tierra primitiva e indiferente e invaluable; la tierra anterior a todas las cosas cuyo seno albergaba el cuerpo y los huesos de los hombres pasados y que había de contener a todos los hombres, doblegados, sometidos a su infatigable e imponderable presencia. Ricos y pobres, paracos o guerrillos. A todos, todos. Y también se pudrirán las armas, y luego las desenterrarán como fierros mohosos. Sí, todo. –Cómo está todo por allá en la bomba – preguntó el hombre que conducía. –Como siempre. –Ah, es que ahora sí hay camello en Puerto Triunfo. Si ve, hombre, es que los que tienen plata invierten. Y así las cosas andan mejor. Alirio no dijo nada. La mirada en frente, los campos pasando iluminados por el sol fuerte de las diez. –Dizque mataron a unos. Anoche. Los encontraron en el río. –¿Quién? –No se sabe, hombre –¿Quién los mató? –Pues la guerrilla, hombre.

–¿Y quién es la guerrilla? Los campos empezaban a interrumpirse por algunas casas. Ahora el movimiento del carro era más regular y menos laborioso. Alirio distinguió a lo lejos la estación. –Pues esos güevones que quieren hacer dizque sindicatos y maricadas así. Esa es la guerrilla, mijo. El carro se detuvo. Alirio descendió, silencioso. Luego el carro continuó y Alirio miró hacia el frente. El grande letrero que ostentaba las tres letras y bajo eso el hombre, penoso en el overall roído de viejo, blancuzco con las botas amarillas, como una figura demasiado pequeña y lamentable para sostener la densidad de su vestimenta.


temente la máquina de la gasolina, y a las seis de la tarde regresaba a su casa sin cruzar ninguna palabra con nadie que no fuera Estuvo trabajando en la estación hasta las seis. Hosco y callado, absolutamente necesaria, recibiendo cada fin de mes el dinero sin tomarse la media hora del mediodía para almorzar. Como no en la oficina de su jefe. Así que antes de las seis había llegado un lo había hecho nunca desde el día en que empezó a trabajar en carro blanco, alto, con vidrios oscuros. Adentro estaban cuatro la estación. Una tarde, cuando acababa de arar la tierra y sem- hombres. El conductor bajó el vidrio y dijo: brar las semillas de papa en la parcela, cuatro hombres llegaron a caballo y armados de rifles. Entonces uno de ellos dijo: –Llénelo todo.

Fotografía de Luisa Fernanda Gonzalez

–Yo creo que es mejor que no vuelva a sembrar papa. Yo AlIrio apenas pudo escucharlo, pensando, su mente moviéndose creo que es mejor que siembre limón. automáticamente hacia la tarde en que despertó atado a un árbol con la sangre seca cruzándole el rostro. Introdujo el dispenAlirio permaneció erguido observándolos cabalgar hasta per- sador en el tanque del carro y la gasolina empezó a fluir. Adentro derse en la carretera. Al día siguiente, hacia la misma hora, Ali- los hombres hablaban. El tanque fue llenándose, lentamente, rio había estado trabajando la tierra cuando los vio llegar de hasta que la gasolina empezó a derramarse, cayendo como lánuevo. Pero esta vez no dijeron nada, sólo lo aprehendieron y ca- grimas por el metal blanco de la máquina y Alirio ahí, impasibalgaron con él hasta un bosque cercano y ahí le golpearon con ble, viendo el líquido fluir y sintiendo la fragancia de la gasolina las armas hasta dejarlo inconsciente, diciendo mire, gran mari- inundar la estación. Era que la preparación de ese acto se había ca. Siembre limones y venda limones que el resto lo hacemos no- originado mucho tiempo atrás. Toda la miseria y la decepción, sotros. ¿Oyó? Y si lo vemos en las mismas de hoy, lo matamos a conjugándose en ese momento exacto, sólo como un eco breusté y a toda su familia. ¿Entiende? ¿Entiende? Seis meses des- ve y minúsculo de la furia y la aridez y el ultraje que se habían pués Alirio empezó a trabajar en la estación. No tocaría la tie- articulado en su cuerpo el día en que supo que ya jamás volverra nunca más. Sólo la vería, furioso, las huertas aledañas a la ría a surcar la tierra. Alirio viendo, en un segundo vehemente de suya propia pobladas de árboles verdes, sintiendo la palpitación su soledad contra su destino hasta que los hombres se apearon antigua de eso que sus padres y los padres de sus padres habían del carro sintiendo el olor a gasolina. Uno de ellos detuvo el disposeído libres y habían surcado y habían comido el fruto cons- pensador, gritando – ¡Hijoeputa, qué está haciendo! Luego totante y fiel de ese impulso que estaba en ellos mismos. Ahora dos en la estación volviéndose hacia Alirio, limpiando el líquido llevaba dos años trabajando en la estación y no había estableci- del carro y aislando la gasolina que corría por el pavimento de la do ninguna relación con sus compañeros. Ni siquiera con su jefe. estación. Alirio quieto, impenetrable, erguido y casi risible por Cada día, hacia las diez la mañana, llegaba y operaba incesan- el peso de sus ropas. Ya eran casi las seis y el sol de septiem-


bre moría en el horizonte. Había apenas la atmósfera desolada y apacible del inicio del crepúsculo. El jefe de Alirio solucionó el problema con los hombres del carro. Luego discutió con Alirio el accidente sin que éste dijera nada, absolutamente nada, como si no escuchara la palabra del otro. Hacia las siete, Alirio estaba en su casa, en la cocina, comiendo, lento, desolado. … Carta escrita por un soldado que desempeñaba sus funciones en el Magdalena Medio. Se desconoce su remitente y su destinatario. Fechada el 19 de Septiembre.

Fotografía de Luisa Fernanda Gonzalez

Habrá que padecer lo más bajo y repugnable que la humana condición pueda tolerar para que, como la luz que cayó sobre los apóstoles, la luz se haga en nuestros ojos. No sé si haya utilidad en escribir lo que escribo. Pero el encierro en esta selva y la carne árida y negra de los monos han presidido esta mi nueva naturaleza. Hemos remontado el río que lleva en sus aguas las obras de esos salvajes atroces y de ahí proviene la chispa que inició a este corazón ardiente. Porque has de saber que un pueblo es Uno y que mientras la luz y el discernimiento no sean desterrados de la faz de la tierra, el cáncer que contamina a esta nación será combatido por este mi corazón y los corazones y brazos se quienes me siguen. Sí, esa espesa tiniebla exhalada de la boca de aquellos cuya mano está lista a asesinar y cargar el cuerpo muerto, poseídos de un frenesí satánico, hasta las aguas de este sagrado río, esa noche esos hombres, será menguada por nuestra manos. Nadie, cuya razón no esté trastornada, podrá reprobar nuestros actos. Hace dos días, y lo recordamos exactamente aunque el tiempo sea para noso-

tros un mero e incierto movimiento de nubes en el cielo, libramos a nuestra tierra de cuatro bestias de esas que asolan este río. Eran cuatro bestias pequeñas. Ninguno era mayor de veinte años. Pero todos sabíamos que fueron engendrados por esos que traen la oscuridad a esta tierra. Atados a los árboles los cuatro murieron por nuestras armas. Pero me he dejado conducir por la justa exaltación de mi espíritu. Sólo quiero que sepas que pronto esto ha de terminar, porque nuestro enemigo, el tuyo y el mío, el enemigo de esta patria, está agonizando. Los otros, cuyo corazón es tan grande como el nuestro, nos están ayudando, desterrando a quienes no tiene lugar aquí. Sí, porque hasta la vida les hemos perdonado a algunos exigiéndoles el destierro. Pronto estaré de nuevo contigo, por ahora, lo que soy está aquí, en donde el deber me reclama. … Nos hicieron un daño irreparable porque uno en la casa, donde tiene la comidita y tener uno que salir prácticamente a aguantar hambre, irse de la región, de la casita. Pero mis hijos no murieron, ellos siguen vivos en el corazón del pueblo, ellos cumplieron la voluntad de Dios. Todo aquel que da la vida por los demás y lleva una vida como mis hijitos está haciendo la voluntad de Dios. Testimonio de María, madre de Alirio, Carlos Augusto, Fabián y Gildardo.


Por » Diana González «

Encrucijada

Ha sido un día largo. Un primero de octubre que pasé de largo, sin dormir. La palabra de hoy es miedo y la discusión es la ética.

to empiezo a pensar en las personas del taller, empiezo a soñar despierta mientras me sumerjo en el sueño verdadero…

A las 12 de la noche se fue la energía en Timbiquí, como es costumbre. El ventilador se frenó y el calor empezó a subir. Mi toldillo se cayó de una de las puntas, salí entonces para arreglarlo con la luz de mi linterna. Vi una cucaracha merodeando entre mis cosas. La intenté matar, pero no pude. Las últimas noches hemos peleado con estos insectos. Organicé mi toldillo enojada por las interrupciones que mi sueño había tenido. Me acosté de nuevo, pero antes percatándome de que el toldillo cubriera cualquier hueco por miedo a los bichos. Pienso que hoy ha sido un día bastante difícil y que merecería dormir mejor después de todo el esfuerzo hecho, el taller dictado el día de hoy ha sido el más largo y agotador. Me empeño en dormir, pero no puedo, el calor me invade. Aquí suelo sentir unos calores que vienen y se van. De repente la lluvia empieza a caer en Timbiquí, no es tan fuerte, pero refresca la caliente noche. La escucho con detenimiento, casi no tiene fuerza, pero alcanza a sentirse. La lluvia cesa, pero poco después cae sobre el techo, en ese momen-

El municipio de Timbiquí está ubicado en la mitad de la costa pacífica caucana entre el río Timbiquí y el mar pacífico, su acceso sólo es posible por vía fluvial o aérea. Laura y yo llegamos hace 4 días en una avioneta, que bien llaman “la chiva del aire”. Ésta es nuestra segunda visita al pueblo, estamos realizando nuestra tesis de pregrado en Comunicación Social, adelantando en la comunidad una serie de talleres para la recuperación de la memoria colectiva y cultural a través de productos radiofónicos. A la una y veinte de la mañana del 2 de octubre abrí los ojos perturbada por un ruido ensordecedor que estremeció mi liviano sueño. Son varios ruidos que vienen uno tras de otro y que se pisan, intento descifrar qué son, pero no lo sé de inmediato, o mejor, no lo quiero saber. Escucho si Laura se despierta, pero no hay señales de ella, así que decido llamarla por su nombre varias veces. Yo ya puedo sospechar que se tratan de disparos, disparos y otros ruidos que no sé qué son, nunca he estado en ningún evento relacionado con armas. Salgo de mi toldillo de inmediato, sin pensar en cucarachas, ni en nada. Le pregunto a mi compañera, ya despierta pero adormecida, si esos son tiros y ella responde que sí, una respuesta evidente. Pienso rápidamente que ella sabe qué hacer en estos casos y yo por lo pronto me entrego a los nervios y a la desesperación. Cada músculo de mi cuerpo tiembla, siento miedo, pero más que miedo PÁNICO. Algo indescriptible. Intento pensar dónde salvarnos de una bala perdida, de un cilindro de gas, de una bomba, de cualquier instrumento de la guerra. Nuestro cuarto queda en el tercer y último piso del “Hotel Diana” y tiene una ventana bastante grande que da hacia los techos de las otras casas. Hacia ese lado se sienten los diferentes disparos. Yo creo que lo mejor es meternos en el baño, pero Lau-


Fotografía de Daniela González

ra me convence que debemos salir al pasillo, porque allí estaremos más seguras. Esto pasa en cuestión de segundos, pero para mí es una eternidad. Salgo cogida de la mano con mi compañera, no me quiero desprender de ella, acurruco mi cuerpo como para protegerme, como una tortuga, pero sé que si alguno de esos instrumentos de guerra viniera a mí, traspasaría mi cuerpo sin ninguna dificultad. Salimos desesperadas por el pasillo, escuchamos ruidos de las otras habitaciones, los vecinos salen en pijamas, al igual que nosotras, y nos paramos en el pasillo escuchando las descargas de las armas y las explosiones. Los sonidos de fusiles y ametralladoras, así como el recorrido de los rockets y granadas por los aires, vienen de atrás de nuestro cuarto, por el lado bajo de Timbiquí, pero sentimos al ejército en el parque, es decir que estábamos en medio del fuego de los dos bandos. Tiemblo descontroladamente. Mis ojos se contraen para llorar, pero no lo hacen. Son tantas las cosas que pasan por mi cabeza que no sé qué hacer. Me empiezo a desesperar, quisiera salir corriendo, quisiera volar, quisiera estar con mis padres o con mi novio, quisiera no estar aquí, paradójicamente, después de tanto que lo he deseado. Mi corazón está a mil, siento la sangre corriendo por todo mi cuerpo, me siento más viva que nunca pero con más posibilidades de que mi vida llegue a su fin. Guerrilleros del frente 60 de las Farc atacaron con armas largas y granadas a una patrulla de la armada que realizaba operaciones de registro y control en la zona. El ataque se produjo al otro lado del río frente al casco urbano de Timbiquí. En la acción murió el infan-

te de Marina Profesional Miguel Hugo Carey Cárdenas. Otros seis uniformados resultaron heridos. En helicópteros fueron conducidos a hospitales de Cali. Por esquirlas de granada también resultaron afectadas dos personas “civiles” que se encontraban cerca del lugar del ataque. El coronel Avellaneda, comandante del batallón base de infantería de Timbiquí, dijo que este tipo de hostigamientos son retaliaciones de las Farc a las operaciones armadas contra el narcotráfico y subversión que se vienen desarrollando en la zona. Reveló que la situación fue controlada. El personero de Timbiquí, Leider Solís, aseguró que hay zozobra y temor en la población. La comunidad se


encuentra alarmada. No son frecuentes este tipo de ataques cerca del casco urbano de Timbiquí, dijo. (Información tomada de los medios de comunicación) Me acurruco en el suelo con Laura y otra vecina. A ella nunca la habíamos visto, de hecho, no se veía en medio de la oscuridad en la que estábamos, pero nos contó que estaba dictando la inducción a los profesores sobre las evaluaciones del saber que se deben implementar en los colegios. Los otros dos vecinos que salieron de un mismo cuarto permanecían parados, alumbrando con los celulares. Ellos parecían más calmados, intentaban ver hacia el parque y escuchar lo que varios hombres se decían casi en las puertas del hotel. Las tres mujeres permanecíamos acurrucadas, dándonos la mano, temblando y rezando. No soy de las que va a misa, no soy de las que cree en alguna religión, pero recurrí a Dios en ese momento, recurrí a cualquier energía que pudiera transformar lo que en ese momento ocurría. Mientras los minutos pasaban con fuego a más no poder, los hombres pedían que llegara el avión, pero por dentro yo pedía que no fuera así, sabía que podría ser peor.

pago de los disparos. De inmediato cerré los ojos. Pensé en mis padres, en llamarlos, pero para qué preocuparlos. Pensaba en su salud, en cómo lo fueran a tomar, en qué hacer, en cómo protegerme para que nada pasara. Pensé en mi novio, en no verlo más y cómo él me podría ayudar en esta situación, en cómo la afrontaría. Recordé que él también había pasado por algo similar. Me vibraba todo el cuerpo. Los disparos cesaban por momentos, pero retornaban. Algo en mí no resistía más, ya empezaba a volverme loca. Laura también estaba nerviosa y sentía que se iba a desmayar. Le dije que eso sería mucho más complicado para todos y que estábamos bien, pero realmente, al igual que ella, me sentía mal, no me hallaba en el cuerpo. Por instantes llegué a sentir que no saldríamos vivas de esto. Poco a poco, el silencio se apoderó de la zona, sólo quedaban los pasos acorralados de los soldados y sus voces dando instrucciones, sumado a ello nuestros susurros, nuestras voces dándonos ánimo y conjeturando sobre lo que estaba ocurriendo. No prendíamos más que las luces de los celulares, nos daba temor que nos vieran.

Fotografía de Daniela González

Seguía pensando en llamar a mi novio, decirle que lo amaba y que me sentía más muerta que viva, pero no podía, no podía Me sentí desprotegida como nunca antes, me sentí morir y pedía asustarlo de esa forma, no podía hablar con esa angustia, con por mi bienestar y por el de mis acompañantes. Pero mientras ese pánico, con esa ansiedad…con ese no sé qué. susurraba plegarias, por mi cabeza se pasaban miles de imágenes; pensaba en posibles bombas estallando en el techo que nos Cualquier ruido se volvía síntoma de alguna otra incursión, pero cubría o entrando por uno de los grandes ventanales del pasillo, sólo era la impresión. El combate duró aproximadamente treinta pensaba en una bala perdida, pensaba en un posible avión fan- o treinta y cinco minutos, y aunque son pocos, fueron una etertasma “dando plomo”, como dicen. Abría los ojos para no ver nidad para mí. Después bajamos al cuarto de Teresa, la encargaesas imágenes, pero los abría y veía por las ventanas el relám- da de la Casa de la Cultura que se hospeda en el segundo piso del


hotel. Bajamos con cautela con la luz de nuestros celulares, con miedo y sin mirar mucho por los ventanales. Entramos a su cuarto y hablamos de lo que había ocurrido. Tanto Teresa como Laura ya habían estado cerca a este tipo de circunstancias, pero para mí era más traumático porque nunca había estado medianamente cerca. Finalmente subimos al cuarto y allí empezó nuestro dilema ético ¿Seguir o no seguir aquí? Abandonarlos. Salir corriendo porque tenemos la posibilidad de huir… ¿Y ellos qué? Ellos que no tienen a dónde huir, ellos que tienen que seguir resistiendo y poniéndole el pecho a todo. Pero de nuevo ¿Nosotras qué, y nuestra vida, nuestros papás, y nuestros sueños? Pero a la vez, ¿Todo nuestro esfuerzo para con el proyecto qué? Todo el empeño, todos los sacrificios, los anhelos, lo luchado, lo llorado… la desesperanza es gigante, invade mi ser. Con lágrimas en los ojos y con una incertidumbre que carcomía, casi a las seis de la mañana, empezamos a alistar maleta para irnos del pueblo. Llegamos a pensar que lo mejor era empezar un nuevo proceso en una comunidad que quedara cerca a nuestra ciudad, buscando niveles de seguridad que permitieran un proceso sano y, por supuesto, que garantizara nuestro bienestar. No sabíamos en qué medio de transporte podríamos salir, pues los cupos del avión del viernes estaban llenos y no nos queríamos arriesgar a viajar en lancha. Sentimos que nuestros vecinos salían de sus cuartos, la mujer con la que estuvimos anoche es una mujer adulta, muy blanca y rubia. Pasa por el mismo pasillo con sus maletas listas, nos recomienda que nos vayamos de allí y mientras hablamos con ella, Leydinson, uno de los participantes del taller entra en el pasillo. Lo saludamos y nos cuenta su experiencia. Dice que no sintió miedo y que hasta el sonido de las balas le gusta. Me siento indignada ¿Cómo así que el sonido le gusta? ¿Cómo así que ni miedo sintió? Yo todavía lo tengo… y recuerdo ese sonido y se me eriza la piel y lloro de pensar que cosas tan horribles pueden pasar en nuestro país todos los días. Pienso en la maldad, en que nunca había estado tan cerca a ella, nunca había estado tan cerca de mi muerte, nunca había estado en medio de la guerra, ni en medio de fuego cruzado. Como ya acostumbro a decir, otra “primera vez” en este proyecto. A las 6 llega Jenny con Teresa. Nos tranquilizan y dicen que esperemos el transcurso del día para ver qué pasa. Jenny nos cuenta lo que pasó por su casa, la cual queda en la parte alta de la cabecera municipal, allí las cosas también estuvieron complicadas, pues desde allí los militares respondían al fuego enemigo y muchas de las balas y casquetes caían sobre el techo de su casa. Jenny tiene tres hijos y lo único que pudo hacer en su

casa, hecha de madera, fue abrazarlos. Pienso en mis nervios, en que cada sonido de disparo, para mí era un posible agujero en el cuerpo y me estremecía por cada uno de ellos, pero por lo menos tenía un techo donde resguardarme, en cambio ellos, en sus casas de madera, dónde esconderse del mal. Estoy en una encrucijada. La gente no quiere que nos vayamos, pues están entusiasmados con el taller y yo también pienso en el proyecto, pero me siento golpeada. Constantemente pienso en mi familia. A las siete de la mañana llaman de mi casa. Se enteraron por las noticias que escucharon en la radio. Mi madre me habla llorando con desesperación, lo primero que me pregunta es si estoy bien y yo sólo le respondo que sí, rompiendo en llanto. Saco fuerzas de donde no tengo y le digo que ya todo ha pasado. Hablo con mis padres sobre la decisión que debo tomar, ellos dicen que debo quedarme. Me quedo sorprendida, casi paralizada, nunca pensé que precisamente ellos me dieran fuerzas para seguir. Tengo los nervios de punta, me siento desplomada, caída, muerta. Pero recuerdo mi familia y recuerdo mi vida, mis esperanzas, mis alegrías, mis amores, mi seguridad anhelada y egoísta. Sobre todo recuerdo mi responsabilidad con la comunidad, la responsabilidad que adquirí cuando decidí hacer este proyecto. Después de todo, nos quedaremos. Debemos tomar medidas, ya las cosas no serán iguales, pero haremos frente al caso, debemos asumirlo con valentía. Me preguntó ¿Qué culpa tiene el pueblo de la guerra? Y me indigna que todos los médicos se hayan ido por lo sucedido. Como individuos también tenemos un compromiso social con la humanidad.


Un Entierro

Por » Luis Alfonso Nieto Gil «

Diferente

El día empezó con una pertinaz llovizna, extraña para esta época del año en este lado del pacífico sur colombiano. Sin duda era el inicio de un día raro en San Andrés de Tumaco. Mientras que en el parquecito donde está ubicada la estatua de “Caballito Garcés” decenas de mujeres se saludaban entre sí, en las playas de “El Bajito” seis carpas con anuncios de las funerarias del municipio se erigían en frente de la vasta playa de arena gris. Cualquier transeúnte que se movilizara por el Viaducto del Morro vería, a los lejos, que se estaba efectuando uno de los tantos velorios que tienen lugar en el municipio últimamente, no estaba equivocado.

Además de la humedad, en el ambiente se respiraba alegría y esperanza. Después de casi un año de trabajo, éstas mujeres se habían dado cuenta que los cueros de vaca, látigos, matas de ortiga y demás elementos que fueron usados con ellas cuando estaban pequeñas para criarlas y con los que ellas también habían criado a sus hijos, ya no eran necesarios. Se estaban reuniendo para renunciar al maltrato, para cambiar una realidad con la que ellas mismas tuvieron que lidiar pero que ahora querían volver sólo un recuerdo. En este día un poco gris, un poco frío, muy diferente a los normales de mucho sol y calor, ciento treinta mujeres descolgaron los látigos de las puntillas de la entrada de la casa para botarlos, para sacarlos de una vez por María Dollys se despertó muy temprano en la mañana, antes de todas no sólo de su casa sino también de sus vidas. salir debía dejar listo el desayuno y el almuerzo para su esposo y sus ocho hijos. También debía encomendar los cuidados de “La relación con mi hijo siempre fue muy complicada. Cuando la pequeña tienda a Esteban, su hijo mayor, quien asume esa yo le decía blanco, él decía negro. Mi mamá siempre me ensefunción en su ausencia. Antes de salir hizo un par de recomen- ñó que el látigo era lo único con lo que uno funcionaba y uno daciones a su esposo, quien fabrica pequeños barcos de ma- va creciendo con eso. Cuando Gerónimo no me hacía caso yo le dera que vende en el aeropuerto, sobre el cuidado y las obli- decía échese allí, sacaba el látigo y piauu tres veces. Él se pagaciones de todos mientras ella regresaba. Antes de cruzar la raba con rabia y me miraba con ese rencor y el corazón se me puerta de su casa tomó, de una puntilla, un cuero de vaca y lo ponía chiquitico. Yo si notaba que cada latigazo lo hacía a él empacó en su bolso. más rebelde. Después de participar en el programa me fui dando cuenta que estaba en un error, que así no son las cosas porUn grupo de ciento treinta mujeres fue arribando, poco a poco, que los muchachos de ahora no son los mismos de antes. Yo a “El Bajito” a pesar de la incómoda llovizna de las primeras ho- empecé a ponerle más cuidado a mi hijo, a ver qué era lo que ras de la mañana. Todas pertenecen a un programa que busca le pasaba y me fui dando cuenta que a veces yo me pasaba con generar espacios de convivencia y transformación de pautas de las tareas que le ponía. Una tarde yo le dije que nos sentáracrianza. A través de la estrategia de Radio Foros, las madres han mos a hablar y que me contara qué era lo que a él le molestaaprendido a identificar habilidades que les permiten resolver ba de mí. Me dijo todas las cosas y yo le prometí que no lo iba pacíficamente los conflictos que se presentan diariamente con a castigar más, al menos no con látigo, ni palo, ni esas cosas. sus hijos, esposo o vecinos, disminuyendo la agresividad y recu- Ahora no es que mi hijo haga todo lo que yo le digo, pero ya no perando el respeto que se creía perdido en el municipio. lo castigo de la misma forma. Le puse normas y él sabe que si no cumple, eso tiene una consecuencia. Ahora las cosas en la casa van mejor que antes” cuenta doña Luz Edén, habitante del barrio El Morrito, a una de las compañeras de otro barrio. Con todas reunidas bajo las carpas, resguardadas de la lluvia, todo estaba listo para iniciar. Dos grupos de jóvenes del proyecto, quienes tuvieron una formación en teatro para la convivencia, hicieron la presentación de dos obras que ellos mismos construyeron. Los asistentes reían al verse reflejados en algunos personajes que se caracterizaban por castigar severamente a sus hijos. Entre aplausos, sonrisas y algo de pena, la mañana iba trascurriendo. El sol, esquivo en las primeras horas, tímidamente se iba asomando sobre el horizonte. El mar gris del amanecer, poco a poco tomaba su original azul verdoso. Ya la vergüenza se había ido con la lluvia. Lo importante acá, era que todas estaban seguras de su decisión: “el látigo no entra más a la casa” como dijo doña Amada, del barrio Libertadores.


Durante los meses en los que se desarrolló el taller, estas mujeres aprendieron a manejar la rabia, a no dejarse llevar por su situación, a darse cuenta que también otras personas las pueden ayudar con los problemas. Se dieron cuenta que si querían lo mejor para sus hijos se lo estaba expresando de la forma menos adecuada. Vieron que el respeto y la claridad con las normas, son herramientas mucho más efectivas que un golpe o una mala palabra. Estos meses les sirvieron para darse cuenta que hay muchas personas iguales a ellas, que muchos han golpeado alguna vez y también han sido golpeadas; estos meses sirvieron para encontrar las respuestas a través de sus propias experiencias. Estos meses sirvieron para conocerse y reconocerse, para dejar de criticar a la vecina y más bien actuar de la puerta para adentro. Ahora todas estaban organizadas en grupos de acuerdo al color de su ropa. Todas estaban listas para algo que no sabían qué era. Alguien dio un grito y se inició una guerra… Abrazos iban y venían, sonrisas, algunas lágrimas, ganas de dar y recibir afecto. Dos sesiones de esa guerra, una reflexión: “si a todos nos mataran con abrazos este puerto sería muy feliz”, anotó, en medio de una sonrisa enorme, Mireya Ospina, una de las educadoras del proceso.

Fotografía de Luis Alfonso Nieto Gil

El sol se iba asomando entre las nubes grises. Las madres ya estaban contentas. Todo estaba listo. La primera fue Marisol: “yo no sólo traje mi látigo: también un cepillo, esta peineta, una cuchara… Yo le pegaba a mis hijos con lo que encontrara y eso no es. Además de todo esto, dejo aquí lo malo, los malos tratos y palabras… Si quiero que mis hijos sean personas de bien, debo empezar por mi casa y eso a rejo no se logra”. Después de

los aplausos siguieron Otilia, Belén, Marcelina, Alejandra, Don Juan… Estela: “Yo no traje látigo porque ese ya lo había botado antes, pero quiero hacer algo que no es lo mismo si lo hubiera hecho en mi casa… Yo le dije a mi hija Eliana que me acompañara hoy, ella ya es adolescente y tener hijos así en la casa es como difícil porque uno a veces no sabe cómo tratarlos… yo pude haber traído cualquier cosa, hasta me puede cortar la mano porque también con la mano le he pegado, pero yo lo que quiero es pedirle perdón a mi hija… Decirle que la entiendo y que espero que de ahora en adelante sí tengamos un diálogo como amigas”. Una a una fueron pasando las asistentes al evento. Algunas contaron el porqué tiraban el látigo, otras simplemente lo dejaban ahí y no decían nada más. Poco a poco se fue haciendo un montoncito de cueros, correas, uno que otro palo, algunas ramas de ortiga… También se hizo un montoncito de historias, de saberes, de experiencias… Sobre el medio día el sol estaba en su punto más alto. La humedad y el calor regresaron a su estado natural para esta época del año. El montoncito de cueros, correas, ramas de ortiga, palos y demás elementos aportados por las mujeres de la Red por el Buen Trato de Tumaco fue cubierto por la arena gris de las playas del Pacífico, que con un soplo refrescante le dio la despedida a todas las personas que regresaron a su casa, esta vez convencidas que es posible una nueva historia, una nueva realidad para sus familias y empezar a transformar a su puerto del alma.


Por » Diana Patricia Bolaños «

Los Negros Aspectos

Santería

de la

Yo siempre he creído en Dios, iba a misa a la Iglesia Católica, en esa época por allá me invitaron a algo cristiano, vi muchas cosas que no vienen al caso y que me hicieron comprender que eso es una farsa, sin embargo yo respeto a cada una de las religiones.

la devoción para ser padres. Me invitaron a pertenecer a muchas religiones, yo aceptaba porque soy una persona a la cual si tú la invitas a tomar café y a mí no me gusta el café pues te acompaño, yo te observo ya que de pronto mientras tú tomas café a mí me dan ganas, lo acepto y te sigo acompañando, igual me pasó con la religión, muchas veces me invitaron a varios sectores, a tomarme ese café, no lo acepté porque no me gustó, si hubiera llegado la religión cristiana por ejemplo y me hubieran convencido, no estaría aquí. Las cosas están condicionadas como Dios quiere, porque yo creo en Dios, los santeros creemos en Dios, que es el máximo jefe de todas las religiones. Todas las religiones le tienen fe a Dios, como decir todos los caminos conducen al Huila, en este caso todas las religiones conducen a Dios.

Escuché a unos testigos de Jehová que viven al lado de la casa y yo decía “esta gente predica pero no practica”. Cuando fui a la parte Cristiana, no quiero decir que todas las Iglesias sean iguales, pero las que me tocaron a mí parece que todas lo fueran, me pareció bueno como oran y como danzan pero lo que me llamó la atención fue que ese mismo día entregaban un sobre para que le colocaras 100 dólares para ellos comprar el templo, yo mismo decía ¿será o no será? Por la parte de la religión católica siempre estuve muy cercano a ella, pues resulta que la santería está incluida en lo católico. Yo soy de los que digo que hay curas que son Un compañero mío es cristiano, me puse a escucharlo, porque más pecadores que uno, por mi vía conocí a unos que no tenían que rico escuchar a la gente, yo he ido a otras iglesias y digo que soy santero y hasta luego, por eso yo sí escucho a los otros, me gusta hacerlo. Vos le decís a un cristiano santero, se muere, vos le decís a un mormón santero y se muere. Mi compañero es cristiano, a mí esta religión me ha enseñado a tratar bien a las personas, anda y mirá si él trata bien a la gente, entonces ¿en qué estamos? Si yo me coloco una camisa es para cambiar, no para empeorar, si yo voy a la Iglesia es para practicar, para hacer las cosas, no puedo pisotear a los demás, eso no puede ser así. En mi grupo de trabajo todos son iguales, no importa si son ingenieros o administradores. La iniciación Cuando comienzo a ejercer mi carrera de ingeniería industrial, un amigo al cual nosotros le colocamos chamán porque tenía


Fotomontaje de Ricardo Cruz

una serie de collares, me comenzó a explicar de qué se trataba —Mirá cómo son las cosas, tú me estás llamando— y le empela santería y me llamó mucho la atención. cé a contar. Le dije que estaba aburrido, triste. Al otro día voy donde la persona que me va a consultar y me encuentro con –Mirá, yo quiero ingresar a la santería. que es un amigo mío y que yo nunca me di cuenta que era santero. Teníamos una relación de compañeros porque él también —Esa es una religión muy costosa, un collar te puede costar estudiaba ingeniería industrial. una cantidad de dinero. Porque no es el simple hecho del collar como tal, sino que antes hay que consultarle al santo si te Las consultas: el encuentro con Eleguá lo deja colocar. La consulta se hace por medio de unos caracoles que te transmiSe comenzó con la expectativa pero en ese tiempo digamos ten qué es lo que realmente los santos te quieren decir. Hay cinque no tuve la oportunidad. Lo cogí como algo adicional. En el co santos esenciales: Oshún, Obatalá, Shangó, Yemayá y Eleguá. transcurso de mi carrera él no siguió estudiando, se fue para Eleguá es el santo que uno utiliza para abrir los caminos y que te Estados Unidos. puedan consultar. Me consultaron y me dijeron qué tenía: Aproximadamente en el 2003 me sentí maluco, desanimado toda una semana, le dije a un amigo, mirá, yo me quiero consultar, no fue sino decirle eso: “mirá, entonces vamos el día de mañana donde un amigo que yo tengo y que te consulte. Ese mismo día, siendo las 10 de la noche, recibí una llamada a mi casa y me saludó una persona, la voz se me hacía extraña. Era mi compañero, el de Estados Unidos: —Búscate a alguien y te haces consultar lo más rápido posible. Me preocupás. Sin embargo le dije que sí. —A pesar de que no me creás yo desde aquí te llevo todos los días en mi mente, en mi corazón y en mis oraciones; por eso te estoy llamando, para que llegués y te consultés.


sitar. Como siempre estaba latente el 50% de la duda, ¿será que es verdad? Estaba apenas empezando. Llegué a la Iglesia, cuando me bajé del bus e iba pasando la calle, un carretillero me miró, la cara era peor que las de Somalia, yo le dije venga joven y se lo dí, lo que sentí fue excepcional porque ese señor parecía que no hubiera comido en una semana, desesperado. Ya no dudo sino que creo. Si a uno le dicen tenés diez pesos da cinco, pues da cinco y ya. Dale de comer al hambriento, para qué te lo vas a llevar a tu casa si vos ya estás lleno, el día de mañana ya veremos qué hacemos, cómo buscamos la comida, pero hay otras personas que no han comido y somos conscientes de ello. La santería no es brujería —Colocale mucho cuidado al trago y a la envidia porque es la Esto es una religión de Nigeria, los mismos ingleses creen en peor brujería que te pueden hacer. esta religión sino que lo ocultan. Cuando trajeron esclavos a esta parte de suramérica, los jefes o como se les llamara, los Si a vos te tienen envidia sencillamente las cosas no te van obligaban a ir a misa, ellos en vez de rezarle a Santa Bárbara le a salir, yo por eso digo que uno debe tener envidia pero de la rezaban a Shangó, en vez de rezarle a la virgen de las Mercedes, buena. Quise saber si me estaban haciendo brujería y le pre- le rezaban a Obatalá, mi padre. Ocultaron la religión como tal gunté a los caracoles: dicho y hecho, ellos me indicaron que en la católica. El término brujería se tomó porque ellos en el día sí. Mi padrino me dijo unas frases que desde allí comencé a no podían hacer absolutamente nada porque los jefes los vigiaplicarlas: tú con una mano no te puedes lavar la cara, pero laban. El momento en el que tenían tiempo de orarle a los sancon las dos sí, entonces tú colocas una y yo coloco la otra y tos era en la noche, como siempre se ha dicho que la noche sólo los dos vamos a lavarnos la cara. Con eso me quiso decir que sirve para hacer cosas malas, entonces hacían cosas malas. él me iba a acompañar en este proceso para que se fuera la envidia de personas que no tienen consciencia de la maldad La santería NO ES BRUJERÍA, es más, somos más católicos noque están haciendo, esa gente que te alumbra, porque lasti- sotros que la misma religión católica. Al escuchar todos estos mosamente la brujería sí existe. cuestionamientos de la gente de que la santería es brujería no pensé en desistir, antes me empujó más a hacerlo. El mínimo de tiempo para consultar los caracoles es cada quince días, todo depende de la necesidad, yo por lo menos me Nadie me ha llegado a estigmatizar por ser Santero, pero sí le consulto cada cinco o seis meses. Vos llamás a tu padrino: tienen mucho respeto. Mi ex novia de hace tres años tenía una amiga que leía las cartas y una vez la consultó, cuando ella pre—Padrino, quiero consultar los caracoles. guntó por mí, la muchacha la quedó mirando, cogió las cartas: Sin embargo a uno le da miedo porque como te dicen cosas buenas también te pueden decir cosas malas.

—¿Tu novio de qué religión es?

—Él es santero, le dijo mi ex. Una vez cuando yo me consulté me mandaron a visitar una Iglesia, San Miguel Arcángel, la que queda por allí por la 15, —Con él no se vaya a meter ni a hacerle nada porque él tiene por el Camacho, a poner un velón, además de eso debía llevar todos los santos que lo protegen, y con esa religión, a metros. dos panes y una bolsa de leche, me dijeron que antes de entrar a la Iglesia yo iba a ver a una persona que lo iba a nece- A uno en la calle la gente lo queda mirando por los collares porque primero que todo son collares muy bonitos y además son muchos (cada collar representa un santo y no se pueden tocar). El collar rojo hace poco lo cambié, es el de la envidia, me lo quité café por toda la maldad que había a mi alrededor. Cierto día tuve un inconveniente, me lancé a separar a alguien y me cogió de los collares, casi me ahorca pero no se me reventó pese a que el collar es de nylon. Cuando se te revientan los collares significa que algo malo te va a pasar, hasta el momento dos veces se me han reventado, una vez en Barranquilla, yo estaba caminando cuando paff, se me reventó por cuestiones de brujería. Cómo sería el estallido que el grupo de amigos con los que yo estaba dijo: ¡ay, mirá ¿qué sonó?! Cuando vieron caer las pepitas: ¡uy, se te reventó el collar! Así juguemos, porque estábamos en un campeonato de fútbol, vamos a perder y no vamos a hacer nada, porque sencillamente nos es-


tán haciendo cosas para que perdamos. En ese caso se llama al padrino que cada uno tiene — Padrino, es que se me acaba de reventar el collar. Él te pregunta con quién estabas, y te dice que no te movás del sitio, te llama minutos después de que él haga el registro, porque hay que hacer un seguimiento donde se consulta con los caracoles. La segunda vez que se me reventó yo iba de salida, y se me reventó así, sólo. Me devolví, llamé a mi padrino: — Usted no puede salir hoy señor, no salga, mejor quédese en su casa. sorpresa, hace veinte días vi a esa persona azarada porque necesitaba hacerse eso, me contó que casi se muere, que estuvo cuarenta y cinco días hospitalizada, tiene problemas de dinero en este momento, no tiene tranquilidad. Yo le decía en el camino que por qué no se lo había hecho antes, ella me dijo que aquella persona con la que había ido, inmediatamente salieron de allá le dijo que no perdiera la plata en eso, que era mentira. Pero no hay problema, allá no la iban a regañar por eso, ya se hizo las cosas, todo le ha mejorado, no quiero decir que al día Todos estos collares no me los colocaron de una vez, el mis- siguiente de consultarse todo mejora, pero ya está más tranmo día. Cada collar te lo colocan de acuerdo con tu necesidad. quila, el problema de la salud que tenía ya ha mejorado. Cuando ya los tenés te haces coronar un muerto, todas las personas tienen un muerto que las protege, como un ángel guar- Cuando recién yo empecé este proceso tomaba mucho, me endián. Muchas veces uno va por la calle y decís yo mejor no me lagunaba, se puede decir que ya soy más responsable tomando meto por acá, es el muerto que te está dirigiendo, uno cree que trago porque la única forma de tomar es con mi futura esposa, de pronto eso son coincidencias de la vida, pero ya en la reli- con mi primo o si no no tomo porque si ya le dicen a uno que el gión uno comprende muchas cosas. Después de eso te haces trago es malo pues ¡para qué te lo vas a tomar! colocar guerreros, son tres santos que te van a proteger aún más, después te ponés a estudiar mucho más sobre eso y te La parte espiritual: fin del egoísmo podés volver un padrino por decirlo así y te coronas santo como tal en Cuba de acuerdo a quien te rige. Para coronarse padri- “Si aparezco en uno de tus sueños, recíbeme, no tengas miedo, no la antigüedad no vale, sólo la vocación que tengás y de los si no entiendes cuando canto Yoruba, no temas déjate llevar, santos, todo es por los santos. Vos no te podés coronar santo Yoruba: Oggun baba ire baba arere Oggun Oggun Oggun, Oggun si los santos no quieren, yo no puedo llegar y tener un collar de Baba ire baba arere, Oggun Oggun Oggun”. estos si los santos no quieren. La parte espiritual es una misa muy particular, se invitan perLo que yo le digo a las personas que les da ganas de consultar y sonas que quieran ir, se comienza a orar y a danzar, lo diferenquieren saber qué les pasa es que no tengan miedo, mucha gente te está que aquí primero uno pide por las personas que lo están prefiere ir donde esa señoras que leen el tabaco, el tarot, que leen acompañando a uno y después pide por uno. Aquí no está esta cualquier cosa, antes que consultar la santería por la concepción parte del egoísmo: primero yo y después los demás. Le agraen que la tienen, que dicen que es brujería y eso no es así. Yo tenía todo ese puente para salir, aplacé todo mientras me traían el nuevo collar. El día lunes, siendo las 10 de la mañana, recibí una noticia que fue bastante traumática por decirlo así: uno de mis compañeros que sí había ido al paseo se había matado a causa de un grave accidente, por eso él no quería que saliera. Si a uno le dicen no voltee por esa esquina, pues por esa esquina no vaya a voltear.

Yo les digo a mis amigos que quieren ir: andá, yo te regalo la consulta pero sí te dicen hacé tal obra, tenés que prender un velón rojo o blanco, hacelo. Porque vos no estás quedándole mal al padrino que te está consultando sino al santo. Como caso especial, yo llevé a alguien hace alrededor de un año. —Sí, las cosas se le van a dar pero tiene que hacerse un rompimiento, una limpieza y todo eso porque si no va a estar varios días en la clínica, las cosas no le van a salir bien. Lo malo fue que esa persona no estaba sola sino con alguien, ese alguien la convenció de que no se hiciera nada. Vaya mi


una, hacíatres o custro meses que no iba, de verdad lo necesitaba, salí como una persona renovada. Los santos: principal motivo de superstición La parte de los santos es donde se sacrifica, otra de las cosas por las que se dice que esto es brujería. Yo le pregunto a las personas: ¿usted es vegetariana? ¿Come pollo, marrano, todo? Entonces usted es una bruja porque sacrifica los animales para comer. Se sacrifica lo que los santos quieren, lo que los santos comen, te piden una gallina, un gallo, que les coloques manzanas, flores. Otra razón por la cual no es brujería data de mucho tiempo atrás cuando los católicos decían aquí vamos a hacer una iglesia, lo consagraban con sangre. Nos critican mucho porque andamos de blanco, pero yo me pregunto de qué color decemos a Dios, a los santos, a las personas que nos acom- está uno cuando lo bautizan, cuando se casa. En esta parte de pañan, esto marca la diferencia con las demás religiones. Se los sacrificios hay que darle algo al santo por lo que hace por debe agradecer primero porque uno está allí, porque le permi- nosotros, igualmente en la Biblia dice que los sacrificios existieron llegar, porque se encuentra personas que son cariñosas. tían, de hecho Abraham iba a sacrificar su hijo en nombre de la fe, yo me pregunto qué diferencia hay, eso es más grave porLos espíritus se manifiestan en las misas, uno ve cuando ellos que sacrificaban gente, en nuestro caso sólo lo hacemos con le pasan a uno por el lado. Nunca me asusté, era impresionan- frutas y con animales comunes y corrientes que nosotros cote porque ves otra cosa diferente. Hay personas que son muy memos. Los santos se manifiestan por medio de los caracoles buenas, los espíritus les hablan en un idioma diferente pero para que nosotros sepamos qué quieren. vos no te das cuenta. En la misa todos los que la comienzan deben terminarla, nunca nadie se puede ir antes o después. He llevado a la santería a personas que no creían y por cosas de la santería, sin decir con esto que las otras religiones Se hacen de acuerdo a cada casa, esto no es iglesia sino casa, no sirvan, ahora son conscientes de lo que hacen, que le dila podemos hacer cada quince días, ya las festividades de los gan a uno mirá cuidate, tenés que ponerle ojo a esto; o, mirá santos como tal las hacemos por aparte, por ejemplo el 9 de no te quedés hasta tarde de la noche en la calle y que vos no diciembre es el día de San Lázaro, ese día se hace una fies- creas y salgas al otro día y casito te estrellás, uno dice, no, ta donde le cantamos, donde oramos, le damos gracias. Algo Dios mío, devolvámonos pa’ donde estábamos. Son muchas muy particular en todo este tipo de fiestas o celebraciones es las cosas que podés evitar, y que te orientan a esto, a creer. que la comida tiene que abundar, todo el mundo come, el licor Aquí no se obliga a nadie. debe abundar, todo debe estar en abundancia. Supongamos que quedó media ollada de arroz cubano, ese arroz que quedó Uno puede ir a una misa común y corriente pero le pide es al santú no te lo puedes llevar pa’ tu casa, nada de que —ay me lo lle- to de uno, por ejemplo yo le pido a Obatalá. Muchos hermanos de vo pa’ el calentado de mañana, no. Lo que haces es empacar tu religión dicen partes o hablan mucho de la Biblia. En esta religión arroz y cuando vas hacia tu casa se lo tenés que dar a una per- todos somos hermanos, yo puedo estar aquí y me doy cuenta que sona que realmente lo necesite, el licor se le deja a los santos. el de allá es santero, me paro de aquí y voy y le digo ¿en qué te En la santería no se ve el egoísmo, todos hacemos esto porque puedo colaborar? Sin conocerlos, eso no lo hace cualquiera, hay nos nace. Debo ir de blanco y no puedo llevar mis collares por una conexión porque somos de la misma religión. lo de las dos divisiones, porque voy a la parte espiritual no a la de los santos y eso es lo que representan mis collares. Allá te Una vez estaba yo en un bar con mi novia y había una pareja al limpian, te despojan de los males, hace quince días estuve en lado, yo me ingresé los collares, el muchacho de al lado llegó y me ofreció un trago. — Tomemos por nuestros santos, yo también soy santero, me dijo. Nos pusimos a hablar sobre religión y quedamos de amigos. Es difícil reconocerlos por la calle porque eso de los collares está muy de moda, el collar más apetecido que uno le ve a la gente es el collar verde con amarillo, ese es un collar de la religión, es la mano de Orula, que es la que tiene el poder. Cuando ingresas a la religión te haces bajar el ángel de la guarda, que es el santo que te rige a ti, en esta religión hay algo muy particular, todos quieren ser hijos de Shangó, porque es el fuerte, el duro. Yo soy hijo de Obatalá y no me arrepiento de serlo, es más, creo que soy uno de los más afortunados porque


él me protege y me cuida, no quiero decir que no hayan altibajos, porque nada es perfecto en esta vida, sino que hace que sean más las cosas buenas que las malas. Él es el creador de todos los santos, de todo. Del narcotráfico a Ommo de Obatalá Anteriormente mi familia tuvo que ver mucho con el narcotráfico, conocen mucha gente en eso. Se aprende a vivir y a conocer mucha gente, uno de mis grandes amigos era uno de los más buscados aquí en Cali, creía que el dinero lo podía todo. Mi familia comenzó a caer, cayó al suelo y nos dimos cuenta que estábamos equivocados, pero hay que seguir. Yo salí adelante pero siempre me gustó la rumba, el trago, las mujeres. Decía que tenía que disfrutar antes de casarme porque veo el matrimonio como algo serio, un hogar, algo bueno, yo pa qué me voy a casar si a los 8 días me voy a ir pa’ donde las viejas, mejor no me caso. Ese siempre ha sido mi pensamiento y a todos mis amigos se los hice saber. Es más, algunos de ellos se han casado dos y tres veces y en este momento están solteros, pa qué me voy a casar, por un hobbie? Noooo.

— A usted alguien lo protege. Yo no lo conocía y le pregunte por qué, él me dijo que a mí me iban a matar:

— ¿Usted se acuerda tal día a tal hora? Usted no iba a pasar de allí pero el día antes recibí una llamada y me dijeron que usted Decirle a mi tío que yo era santero fue un lío porque es muy ca- no tenía nada que ver. tólico, casi se muere. Se colocó a leer y hoy me dice que le pida a los santos por él. Mi familia comenzó a ver el cambio. Muchos Con el tiempo uno se da cuenta de las cosas, él era de las perde ellos ahora me dicen que los consulte, es bueno que crean sonas que me iban a hacer daño, vio que yo era santero y me para que las cosas les salgan bien. Si uno no tiene fe en el Se- dijo que ya veía porqué a mí no me hacían nada. ñor nada le va a salir bien nunca. Gracias Obatalá por permitirme estar donde estoy, por ser una persona renovada, digno de ser tu hijo, con tu protección y la De prejuicios y otros pecados de los Orishas sacaré mi vida adelante como hasta ahora lo he La gente se ha estrellado, a mi me da es risa. Cuando yo llegué hecho, libre de estigmas y envidias. a mi casa y les dije que venía mi padrino a colocarme a Oshún, mi familia me decía “vamos a esperar al viejito”; cuando lo vieron me dijeron ¿ese es el padrino? Se quedaron boquiabiertos porque no era lo que esperaban. Esto es muy normal sino que la gente le coloca tabús. Lo confunden con brujería porque sacrifican palomas, y yo me pregunto, cuando los curas están enfermos ¿qué sacrifican? Palomas para hacer el caldo de palomo porque significa paz, sino que eso no sale a la luz pública. Mi futura esposa, que no es santera, jamás le vio problema a que yo lo fuera, le dije que le dijera a la familia de una vez que yo era santero. Fue a una misa y temblaba, me decía lo tengo al lado, lo tengo al lado, a eso le temió. Mi madrina de religión Nasly estaba sentada a su lado y le empezó a decir: ponele cuidado a tal cosa y le dijo a mi novia que ella tenía el don de ver los espíritus pero que le tenía mucho miedo. Una vez estaba con una prima mía cuando Nasly le va diciendo deje de tomar tanto, de pronto se estrella, cuide más a su familia, hable con su mamá. Mi prima se quedó más aterrada de Nasly que le dijo todo sin preguntarle nada que de la misma misa. Protección divina de Obatalá Toda la vida me han protegido, me he salvado de que me maten, de que me roben y es la religión quien me ha dado respuesta a las preguntas que antes tenía. Una vez estaba tomándome unos aguardientes con unos amigos y pasó un señor y me dijo:


Por » David Escobar «

Necrónica “Si el silencio cotizara más que el oro… Si la muerte hiciera mutis por el foro” Joaquín Sabina El día de las ánimas un tal Bruno decide pasear por los osarios de Cali en compañía de Carlota, una de sus tres novias diacrónicas. Primero van para uno del centro, después a Siloé, en el suroccidente, donde siembran sus muertos los descendientes de los mineros, arrieros inmigrantes que actualmente viven en casas en el cerro, encima de las minas que a menudo colapsan destruyendo casas y habitantes. Allí también está el sepulcro de su primo (el de Bruno), asesinado a tiros frente a su casa el día del amor y la amistad, apenas una semana atrás.

coágulos, cabezas boquiabiertas, pies y brazos mutilados de las víctimas, buscando a sus seres queridos en un éxodo de guerra. Sobre la fosa común construyeron la cripta, la cruz, rezaron y tomaron medicinas. Actualmente para ver esa sección se necesita permiso de la iglesia. La policía ronda por el espacio tanatológico. Un uniformado pasa al lado de un letrero “por favor absténgase de traer prendas de valor a este camposanto”.

2. En el cementerio San José en Siloé, por tres mil pesos los fotógrafos del lugar venden sus servicios. En su catálogo de imágenes se ven los familiares vivos alrededor del ataúd con ventana de vidrio a través de la cual se ve la cara del fallecido. “Mueren diez hijos nuestros por cada hijo de médico o de político de la ciudad”, dice en voz baja un hombre que vende helados a la entrada del ‘camposanto’. Bruno salta el vómito de un borracho, cruza la por1. El cementerio central está construido con forma de trébol si lo tada bajo la que aún hay dulces de la noche de brujas en el suelo y ve Dios o Google Earth. Hay un mausoleo en forma de cruz que data pasa frente al cuerpo desmayado de una mujer azabache a la que de medio siglo atrás, cuando los bacantes de las cantinas del cen- el resto de la familia ventea y mueve para despertarla. Unos metro ayudaron a llevar cuerpos y huesos hasta la cuchara de un bul- tros más adelante, otra mulata en la misma situación: la familia dózer que depositaba por docenas, en una fosa común de la ne- trata de levantarla del piso de la ciudad del muelle de llegada sin crópolis, los despojos que se salieron de las tumbas, así como los retorno. El sol tuesta las cabezas que toda la noche anterior han cadáveres frescos que yacían bajo cielo color polvo de ladrillo rojo, girado bailando en el velorio con el cuerpo frío del finado, al son de el 7 de agosto de 1956, seis minutos pasada la 1 AM, cuando los las marimbas y las voces de los arrullos: “nos libraron de las cadeverdugos anónimos del ejército colombiano estallaron 6 camiones nas de la esclavitud y nos soltaron a las cadenas de la pobreza”, Shack cargados con 42.000 kilos de dinamita sueca, que dejó en ‘la como dice el grupo Quilombo. El calor sumado al guayabo del viche sucursal del cielo’ un cráter de 50 metros de diámetro por 8 de pro- curado (aguardiente artesanal de caña con yerbas) produce desfundidad, causó un temblor de 4.1 grados en la escala de Richter hidratación, hipoglucemia y finalmente el desmayo. y destruyó 40 manzanas de otro barrio central en el que convivían la miseria y la opulencia: bancos, prostíbulos, fábricas, hostales Hay una tumba rodeada de osos de peluche, molinillos de baratos, cantinas de mala muerte de la ciudad, en ese entonces viento de los que venden en los semáforos, una cerca hede menos de 600.000 habitantes, de los cuales más de cuatro mil, cha de palos y cintas de colores que contiene muchas flores entre ancianas, hombres, niñ@s, negros y blancos quedaron in- adentro de la cuna fúnebre. cinerados, despedazados e irreconocibles, colgados como frutos en los árboles y como guirnaldas en los postes de luz, expeliendo “Me gustaría hacer un inventario de los animales que viven en la fetidez de la carne achicharrada. Los que sobrevivieron corrie- el cementerio y de la cadena alimenticia”, dice Carlota mienron aturdidos encima del grotesco collage de cadáveres, dientes, tras pasan volando dos gallinazos. Una mujer pasa buscando


la tumba de su padre, “se la robaron, imaginate, debería estar acá, yo hace 30 años que vine estaba acá”. Luego la encuentra a medio pintar, con cal. Traslucía el nombre del antiguo propietario del lote. Ahora encima dice “Ana Lenis y Marco”. –Ana Lenis es el nombre de una amiga que vive en Francia y estudia filosofía política—, dice Bruno. Hay también una tumba con carritos de juguete y la foto del recién nacido muerto adorna la lápida. Un grafiti de su madre: “fuistes mi ilusión, vivirás en mí por siempre”. Bruno lamenta no haber traído su cámara y justo en ese momento encuentra en el camino bajo sus pies una de juguete, hecha de plástico, a escala, como para un muñequito. Toda la construcción de varios monumentos fúnebres en los que se apilan cadáveres en columnas de hasta seis y filas de mil, desplegó muchos obreros, también del sector. Hay locales donde venden, alquilan y revenden lotes, también las flores, los huesos y las estatuillas y placas de mármol con diferentes grabados: del América, del Cali, algunas con poemas en italiano “…un grande amore resterai per sempre nel mio cuore...” Cortando el césped del sepulcro del primo de Bruno hay un enterrador. Bruno necesita un cráneo para estudiar, ya que en la universidad solo tienen acceso a los huesos y la morgue los médicos, “pero callao, uno no sabe ¿si me entiende? Si yo le vendo eso estoy arriesgando mi puesto –dice el sepulturero—, camine y me cuenta, ¿yo sí puedo confiar en usté? ¿Usté qué hace?”. –Soy estudiante de antropología—, responde Bruno.

–Unos compañeros de medicina—, responde Bruno. Pero todo el mundo sabe que venden los huesos de las fosas comunes. –¿Alguna recomendación en particular? –Pues, no, me gustaría tener el resto, la columna y las costillas. Pero no me alcanza sino para el cráneo. –Y cuanto ofrece. –Tengo unos zapatos y 15 lucas. –Aja, ¿y algo más? –Sí, que tenga los dientes. –¡Uy!, está difícil, porque como eso se desajusta todo… –Bueno, pues trata de conseguirlo con dientes, si no, no importa. –Listo, pero ya mismito no lo tengo, me da la semanita, yo lo consigo. –Bueno, me llama… –Anóteme su teléfono—. Detuvo el deambular y miró alrededor su lugar de trabajo, como evadiendo la responsabilidad: –Sí, pero disimule, agáchese y toque la tumba, apréndase el número por si nos preguntan, que acá a uno lo mantienen vigilado. Bruno se agacha y la limpia. Tiene un 387 y el nombre “Trasíbulo” con unas flores pintadas en vinilo. Es tarde y al ocaso la sangre del sol poniente se derrama sobre l@s asistentes al templo del fracaso de un Dios desconocido. Quienes salen de la iglesia encienden velas y caminan en procesión lenta, vestidos de negro, de blanco, de café, de rojo, de verde y de todas las combinaciones posibles; pasan al lado de un vendedor de minutos telefónico recitando un salmo: “… cuando andamos por el valle de sombra de muerte…”

A su pesar, es verdad, pues entró a estudiar Comunicación Social ya que en su universidad no hay una carrera de Antropología. –¿Y quién le dijo que acá vendemos?

Fotografía de Breyner Huertas


Después

de

Por » Francisco Velasco «

Medianoche

Las luces se apagan, la marea de personajes anodinos cargados de grandes bolsas viajando de vitrina en vitrina ha desaparecido, también las sonidos se han apagado. En las sombras quedan las tiendas de ropa y moda, centro de atención de miles de almas durante el día. Los maniquíes descansan estáticos del asedio de seres compulsivos que sólo se interesan por su fachada y aquello que llevan puesto.

Con pasos lentos y firmes ayudados por un bastón, Miguel Aragón recorre la zona 3 del centro comercial; armado con una linterna examina cada oscuro rincón a su alrededor. Una voz entrecortada lo sobresalta, rápidamente coge su radio teléfono y contesta el llamado: – Aquí zona 3 reportándose—.

Aragón tiene 43 años, de mirada fija y voz amable, dentro de su uniforme se esconde una persona con una única y gran prioriEs sábado en la noche. Las salas de cine acaban de terminar su dad, su familia. Por ella es capaz de trabajar diez a doce horas última función, los bares dentro del centro comercial acaban seguidas, todo sea por ver a sus hijas estudiando, preparándose de servir los últimos tragos y despiden a sus últimos clientes para un futuro mejor que el que él alguna vez pudo llegar a tener. tambaleantes, ruidosos y desubicados. Por los pasillos sólo se pasean trapeadores y escobas, señoras que cargadas con to- Su trabajo como todas las noches consiste en patrullar cada dos los implementos de limpieza necesarios limpian y deshacen media hora la zona nueva del centro comercial y reportarse con toda la suciedad de un agitado día. Lo hacen rápidamente ya Jiménez por el radio teléfono. Es tan sólo eso o al menos eso penque sólo tienen hasta la medianoche para que el hechizo de la só él al principio. Pero en la oscuridad el tiempo corre de manera limpieza esté listo para el siguiente día. diferente y suceden cosas que no se pueden explicar. Las puertas han sido cerradas. Ahora entre los numerosos pasillos poco iluminados y la luz vigilante de la luna se encuentran sólo “ellos”, 23 hombres encargados de vigilar el centro comercial cuando el frio de la noche pareciera ser el único visitante.

La luna sigue avanzando y la noche se hace aun más oscura y fría. Al pasar por el local de ropa Zara, Aragón comenta casi en susurro: —Por aquí no me gusta pasar—. Mientras, con ayuda de su bastón agiliza un poco el paso. Recuerda cuando apenas llevaba unos tres meses trabajando en el centro comercial y tuvo Después de medianoche, cuando sólo deberían estar los vigilan- su primer turno nocturno, al principio todo se veía relativamentes y los gatos intrusos que buscan algo de comida entre la basura te normal; aparte de la soledad a la que es tan difícil adaptarse, acumulada del día, hay alguien más dentro del centro comercial. todo parecía bien. Pero al pasar por Zara se detuvo un momento a mirar en su interior y al alumbrar con su linterna a un maniquí *** vio claramente cómo una sombra escapó de la luz, de repente su cuerpo se paralizo, sintió cómo el frío entraba hasta sus huesos y recorría cada centímetro de su cuerpo, tardó unos minutos en reaccionar y con más curiosidad que miedo iluminó con su linterna el interior. El maniquí había desaparecido. A los pocos minutos apareció Jiménez con dos compañeros; estaban preocupados pues Aragón no se había reportado. Aferrado fuertemente a su bastón, él todavía tenía ese frio recorriendo su interior. Desde ese entonces ha visto en dos ocasiones a “los personajes”, como él llama a estas extrañas apariciones. Una de ellas sucedió hace unos cuatro meses, en los primeros días de agosto, cuando uno de sus compañeros más jóvenes, Mondragón, lo llamó por radio— teléfono bastante asustado. Cuando llegó Mondragón, le contó que acababa de escuchar el llanto de una niña dentro del local Studio F. Cuando fue a revisar se encontró el lo-


Fotografía de Francisco Velasco

cal todo desordenado, así que decidieron ir a la central y revisar sado que en la oscuridad de la noche se toma el lugar que en vida las cámaras de seguridad del local. Para sorpresa de los dos sí se les perteneció, buscando en él algo de lo que alguna vez fue. veía cómo la figura de una niña se movía entre la ropa y desordenaba todo para después desaparecer en medio de la oscuridad. La noche va pasando lentamente, después de medianoche parece que el tiempo se detuviera, estancado por los fríos vienLo que mas recuerda Aragón es la cara de su compañero al ver tos provenientes de la cordillera. Un aire frío que toca los huelas cámaras, era la misma expresión que el había experimentado sos, entumiendo los músculos obliga a los vigilantes a ajustar tiempo atrás en Zara. Se veía el miedo salir por sus ojos, sintió de sus chaquetas Es el mismo viento que en las tardes hace bailar nuevo ese frío que recorre todo el cuerpo e inmoviliza el alma. Al agitadamente a los árboles y refresca los visitantes. El mismo ver a Mondragón el miedo se apodero de nuevo de él. que en la madrugada llega con voz propia al centro comercial, silbando en un tono sepulcral, avisando tal vez a las ánimas El recorrido continúa, tres vigilantes se han reunido en la por- perdidas que ahí se encuentran que la mañana se acerca, y que tería cansados de tanta soledad, uno de ellos con un pequeño el lugar cerrara las puertas a los muertos para que ahora sea el radio. A los pocos minutos se les escucha riendo. Mondragón turno de los vivos de venir a comprar. decide sentarse, la voz entrecortada suena de nuevo, se reporta. Comenta acerca de sus compañeros.—Ahora pasa Jiménez y seguro los manda a hacer ronda—. Todos los vigilantes tienen gruesas chaquetas impermeables. Otro más se acerca.—Ese es Jiménez—, dice Aragón. Llega, saluda a los que están ahí reunidos y después de un pequeño cruce de palabras el grupo se dispersa. Aragón se para, la noche es larga, dice mientras se apoya en su bastón y comienza de nuevo la ronda. Este centro comercial fue en un principio las bodegas del ferrocarril, lugar donde se almacenaban, reparaban y fabricaban rieles y trenes. Aquí trabajaron más de 300 personas, antes de que el lugar fuera abandonado y adquirido por un centro comercial que cambió los talleres por almacenes, los rieles por pasillos y a los obreros por clientes. Tal vez “los sujetos” son parte de un pa-


Por » John Túquerres «

Pueblo

Hombre de

A don Pascual de Andagoya se le pasó la emoción de tanta magnificencia ribereña cuando le contaron que si seguía las corrientes del Anchicayá y del Raposo hasta sus nacimientos, hallaría oro por montones. Don Pascual le dijo a su teniente, don Juan de Ladrilleros, que mientras él iba por el oro le fundara una colonia allí con los nativos del lugar: los “Buscajaes”. Fue entonces cuando la hermosa Isla de Cascajal de verdad fue hermosa para la Corona española. A los “Buscajaes” no les pareció correcta la actitud de los españoles y tiempo después incendiaron la colonia. Después de eso, y a lo largo de los años, la Isla de Cascajal sigue siendo testigo de cómo los españoles, los ingleses, los gringos y por supuesto, los colombianos, han visto más allá de la brisa suave y calida, del océano limpio y apacible, de las frescas bahías llenas de bonanza.

Como para los españoles, el puerto de Buenaventura fue importante para Simón Bolívar cuando lo declaró “Puerto Franco” en 1827 para la importación y exportación en el Pacifico. También fue importante para el coronel Federico D Cross, prócer de la independencia, cuando le adecuó rieles para que se comunicara con Cali, por medio de la locomotora, y así consolidar un intercambio comercial más fluido. Así mismo, para el presidente Marco Fidel Suárez, quien adelantó el primer muelle que significaría un paso adelante en el mejoramiento de los servicios por demás rudimentarios del puerto... para el impulso turístico en 1930 con importantes hoteles e infraestructura pública... y para don Orlando Gamboa Cárdenas y sus luchas comunales. “Buenaventura es el puerto más importante que tiene Colombia... pero a su gente... Primero, no les hacen el sorteo para que

vayan al ejército. Segundo, hay discrepancias para aquellos que, aunque sea, se vinculen a la policía. Tercero, 3888 soldados que estaban en Buenaventura, todos se los llevaron; usted va por la bahía y ve los cañones de Bolívar llenos de monte, y el ejército no cuida eso, todos están dándole la cara a los funcionarios en la ciudad. El mar está totalmente desamparado”. Don Orlando enfatiza cada palabra al recordar la gente de su pueblo: “En los ríos Naya, Yurumanguí, Cajambre, Mallorquín... allá, en lo profundo del Raposo, del Anchicayá... usted encuentra las riquezas... la gente más honesta y más querida del Litoral Pacifico”. Don Orlando Gamboa no solo tramita en uno de los andenes de la plaza de Cayzedo, sino que narra a quién quiera escuchar, las fortunas y desdichas de su pueblo costeño. Dice que podría aguantar más de cuatro horas hablando, pero en solo una y media ya ha contado casi todo lo que él, como líder comunal, ha “ganado”; cada lucha, cada pelea contra los enemigos de su pueblo, la recuerda como si pudiera ver la escena delante de sus ojos, mientras los demás lo escuchan. Sonríe cuando recuerda aquel día con Turbay Ayala: “Turbay era muy noble, muy caballero. Me atendió tres veces en Manizales, y cuando fue a Buenaventura a los 8 días, inauguramos el hospital. Yo lo había invitado a que llegara a mi barrio, pero le dijeron que allá éramos unos tirapiedras y la Armada no lo dejó ir que porque era barrio de invasión. Cuando yo vi que no venía para acá, que el avión no aterrizó allá, entonces yo bajé con mi gente; me puse una bandera en el pecho y la espalda y entré, yo no respeté fila. Entré así como a mi casa. Y adentro Turbay me dijo ‘¡Orlando, que necesita!’ y yo le dije ‘¡Hablar con usted!’ Le dije ‘Necesito un colegio pa mi barrio’ y él dijo “vaya a donde Rodrigo Lloreda para que le firme”. Y fui y ¡pam! conseguimos el Colegio Teofilo Erre Potes. La gente me aplaudía”. Turbay no fue el único. “Yo fui a recibir a Pastrana Borrero en Buenaventura y me atendió 5 minutos. Yo le di el primer voto a él. Él se reía con todo el mundo y abrazaba a todo el mundo. Querido. Él no peleaba ni con los conservadores, ni con los liberales... yo creo que ni con la mujer. Cesar Gaviria, ese era bajito, chiquitico, delgadito él. También estuve reunido con él, estuve reunido con él en la comuna 6 de Buenaventura”. Pero el presidente más estimado por don Orlando en sus épocas fue el doctor Alfonso López Michelsen. “Como yo era representante me correspondía decirle a López ‘esto era nada y se construyó un colegio’... Cuando López fue a entregar las obras yo era el edecán de él; allí estaba paradito a la espalda. Comimos en el club Buenaventura y a espaldas del doctor López, y allí conversábamos, y el doctor Ló-


Fotografía de John Túquerres


pez me decía ‘páseme güisqui’ y yo me paraba y le pasaba güisqui. López me quería por la información que había oído de mí; él me puso allí para dar la plata que su papá había dejado hace más de 40 años para Buenaventura y que ningún otro gobierno había reclamado. E.U. llamó y dijo ‘Vea aquí hay una plata’ y López Michelsen dijo ‘¡mándemela!’ Y me tocó las obras de inauguración con él. Por eso yo gozo de un buen aprecio de mi pueblo; yo sé que la gente me quiere, comunalmente yo sé que me quieren”.

La época de gloria en la vida de don Orlando Gamboa y su pueblo, ocurre entre 1957 y 1982. Por ese tiempo, nace el Gran Comité Central de Juntas de Acción Comunal, organización de la que don Orlando sería presidente por cuatro años y que lograría dar a luz nuevos barrios, dotar a los existentes con casas de material, calles niveladas y alcantarillado. Un tal Carlos Holguín Sardi, en los 80’s, le puso una medalla de oro en el cuello de parte del Estado por su gestión pública: “La ceremonia estuvo muy buena. Fue en el coliseo. Bacano... Al contribuir con las obras, se le da movimienEn el mismo instante en que don Orlando dice que la gente lo to a la ciudad. Hemos generado trabajo, porque aunque las consquiere, aparece una tropa de amigos que lo rodean para que- trucciones sean de madera, gana el de la madera, gana el carpinrerlo. Son cinco señores contemporáneos a su amigo y llegan con tero, gana el ayudante, la ciudad se mueve, se mueve la plata”. sus camisas bien puestas, sus pantalones bien planchados y sus Don Orlando mueve las manos como las movería el Papa mientras zapatos bien embetunados. Son amables, tienen la misma pa- reza desde su santo balcón: “Yo decía constrúyame aquí, conssión para contar sus vidas... solo que en ellas siempre está su trúyame allá... Yo decía constrúyame el barrio Las Américas y se querido y honesto líder comunal. “Todo lo que él dice es cier- construyó, La Independencia, El jardín...”. Fue una época en la to” declara don Hulder Rivas, el cheff que canta: “Yo trabajé en que el continente de Buenaventura creció “silvestremente”; graBuenaventura 5 años. Conozco parte de las tristezas que se veían cias al Comité Central, la gente construía donde más le gustaba a allá en el pueblo costeño, y conozco al señor Gamboa desde hace diferencia de la población de la Isla de Cascajal. mucho tiempo, es una persona muy honesta...”. En cuanto don Hulder quiere seguir contando sobre el pueblo costeño, don Or- El sol quema tímidamente sobre la plaza de Cayzedo. Don Orlanlando interviene: “Yo conozco hasta Puerto Merizalde, ciudad do y sus amigos saben que ya es hora de la aromática. Una mujer perdida. Es un pueblo olvidado donde sus habitantes necesitan cuarentona, trajinada por los vientos de una vida dura, se acerplanos para sus casas; ellos no necesitan más porque la gente ca mientras arrastra un carrito de mercado donde lleva termos vive de la pesca, de la madera, del oro, de hacer canastas, de con aromática caliente. “Yo llegué a Cali en 1972, luego de gamodistería y sastrería. Cuando tenga la oportunidad de hablar narme la beca... además de venir enamorado”, cuenta don Orcon el doctor Uribe, le voy ha hablar para que haga un programa lando “Pero por vueltas de la vida, vine a parar aquí, sin oficina, para la organización de sus viviendas”. sin secretaria, y sin la mujer de la que me ilusioné”. El tramitador toma su vasito de aromática y saborea hasta los labios; la seEl doctor Álvaro Uribe Vélez es de gran estima para don Orlan- ñora se aleja sin cobrar: “Aquí las han intentado sacar...–señado. “Todas las gestiones del presidente me gustan, me gusta la a la cuarentona y a una más joven vendedora de minutos–... todo lo que está haciendo por Colombia. Todo. Él ha sido el úni- la policía ha venido y les ha dicho que se vayan, pero nosotros co presidente en la historia de Colombia que ha sido reelegi- las ayudamos. Yo les digo ‘yo necesito una llamada, un refresco, do. Yo voy a votar por él. Si estoy vivo, voy a votar por él, y mire yo soy invalido’...” levanta su pierna derecha y con el panle digo a mis amigos que voten por él”. Dice que le ha escrito talón recogido, muestra un remiendo en su canilla. “No crea que varias veces solicitando viviendas para unas señoras en Cali y es tan fácil, aquí viene la policía y pregunta con disimulo ‘¿usted alegando la justa mesada que le corresponde después de toda que hace aquí?’. Me mandan payasos, detectives... Yo les digo una vida entregada al pueblo. Todas las cartas han tenido res- que aquí es mi oficina mientras consigo”. puesta: unas veces el presidente mismo, otras veces la primera dama... o quizás algún aparecido en la Casa de Nariño a nom- Los enemigos de don Orlando, que son los mismos del pueblo, se bre de la familia presidencial. “Yo entro a cualquier oficina, a han enfrentado a él sin medir consecuencias: “Al Obispo Yépez le la que sea, a pedir por mi pueblo”. Uno de sus compañeros de habían dicho que yo me había casado con otra mujer, mas no con milicia en el Comité de Juntas de Acción Comunal, don Nelson la que vivía, y yo le dije que las mujeres son mías, yo me caso con Abadía, declara con más que palabras, una verdad absoluta de la que quiera. Entonces él se fue a la radio y me glosó... pero cuansu corazón: “El es un líder, un líder completo”. do me vio comiendo con Michelsen, y vio que me iba a Cali con él, no quiso venir con nosotros. Entonces López le dijo “Ah... no porque Orlando tiene corbata roja... es que Orlando es mi amigo liberal... o sino se va en otra buseta”. Los enemigos de Buenaventura, alguna vez, también fueron los excombatientes criollos en la guerra de Vietnam y un avispado obispo, que pretendían quedarse con tierras ya adjudicadas por el glorioso Comité de Juntas de Acción Comunal. Ninguno logró su cometido y las tierras fueron devueltas a sus dueños. “Como líder, como dirigente, así le toque la muerte a uno por defender los derechos de los demás; si uno como líder se compromete a eso... tiene que morir en la call;, no en la cama, ni en un cuarto encerrado, en la calle”. Aunque no todas las batallas han sido victorias: “El Estado me mete 8 años en la cárcel, convencido de que yo había recibido una plata. El cooperativismo libre”. Don Orlando apreta firme


su bastón de madera pelada y goma gastada por las largas diligencias a pie que emprende su dueño. “Yo tramitaba y escribía mientras estaba en la cárcel. Saqué a 343 personas; me siento muy orgulloso por eso. Fui notificador, y representante jurídico. Tenía permiso del director. Yo le decía: “vea, si no suelta ese preso tiene problemas usted... ¡que no que tiene otra condena...! no, yo ya le apliqué el articulo que es, sáquelo porque se mete en problemas, porque yo escribo”. Con su frente en alto remata: “A mi no me da pena decirlo, a mi me han invitado a irme pal monte, que para vivir, que para traer propuestas, que para venir cada dos meses; yo tengo amigos en el monte... pero yo... yo soy hombre de pueblo, y cuando no tengo plata vivo mejor todavía”. “Él es un buen hombre, ha sido recto, ha sido conciso y constante...–así dice su amigo de familia intima, don Américo Orejuela –... conozco parte de su familia muy intima, son gente muy seria, muy amiga mía”. Y si de honor se ha de hablar, la familia del caudillo porteño ha sido siempre liberal.

Todos los conflictos se arreglan en la mesa. Si no fuera tan capaz el presidente, ya habría caído en las provocaciones de la izquierda. Esos grupos de izquierda no llegan a ningún Pereira, no logran conseguir nada para su comunidad”.

Fotografía de John Túquerres

Don Orlando Gamboa Cárdenas, de 72 años, de piel negra como las noches en su selva del Pacífico, de mirada serena y voz firme como el océano de su pueblo, aspira a una silla en la Cámara de Representantes y reclamar la continuación de sus obras luego de tantos años de trámites ajenos, de tantas aromáticas y tantos amigos y enemigos caleños. “Él es una persona a la que no le hace falta sino oportunidades”–dice don Hulder mientras pierde su mirada en las esquinas del congestionado centro de Cali -... hay que apoyar en todas las esferas al Partido Liberal”. Don Orlando explica sus intenciones: “Yo aspiro a conseguir algo para mi gente, para mi raza, no lo puedo negar... yo amo mi gente así como ellos me aman a mí. Hay que hacer algo, porque al negro no lo quieren sino cuando mete gol, cuando les está pegando la“Mi padre era liberal y el partido lo congratuló: fue inspector. drillo, cuando les está cargando tubos... Pero a los negros no les Desde los 10 años mi padre me llevaba y me enseñaba los códi- dan puestos en oficinas”. Un cliente espera. Tiene la cara arrugos de la ciudad. Todo eso se me metió a la cabeza. Yo no digo gada de desespero: “No me quieren atender en el Seguro, Gamque llevo las banderas de mi padre, pero lo respaldo porque me boa... ¿Qué vamos a hacer?”. “Cálmese, acuérdese de lo que le retiré de los grupos del Partido Liberal y ya tengo mi Movimien- dije...” de repente, se voltea, y con el pecho y el rostro desafiento Liberal Independiente, yo lo dirijo; mil y pico de votantes, tes le anuncia al corrupto instituto: “Cuando yo tenga la oporque me respaldan a la hora que sea”. El liberalismo le corre por tunidad, hago cambiar a toda la estructura del Seguro Social”. todo el cuerpo porque, como dice la credencial que atesora en su billetera, “el Partido Liberal es el Partido del Pueblo”. “Soy oficial, porque si soy oficial, me puedo acercar al gobierno; en cambio, si soy comunista o de izquierda, tengo que andar escondido, matando a alguno para figurar... ¡no! eso no se hace.


Por » Jeimy Andrea Henao «

Los Cincuenta y Siete

Hijos

de Marina

Una nueva vida Sólo quien tiene hijos entiende que el deber de un padre no acaba jamás.

Con esfuerzos el hogar de Marina se fue equipando; consiguió cunas, juguetes, ropa. “Ahí fui comenzando y vea, aquí voy. Eso ya fue hace ocho años. A pesar de que mi matriz se haya quedado estancada en la niñez, yo siempre quise tener hijos”.

Son las tres de la tarde. Doña Marina acaba de recibir a su primer bebé... Y la maletita no aparece por ninguna parte. Esos primeros días Que el amor de padre y madre no se cansa de entregar. Lo primero que hizo Marina fue llamar a su sobrina Leidy, que tres meses atrás había sido madre, para que le regalara lo que pu- Carla, una de sus amigas, la invitó a la Buitrera para visitar a un diera y le prestara algo de dinero para el nuevo miembro de la nieto que se encontraba interno en un Centro del Instituto Cofamilia. En cuanto su sobrina llegó con cobijas, ropa y el présta- lombiano de Bienestar (ICBF). Ambas se fueron en una camionemo, Ricardo se afanó a comprar pañales, leche y teteros. ta, y al subirse Marina se llevó la sorpresa de que el auto estaba lleno de niños: “Bueno, ¿y estos niños qué?”. Carla le contó que Aurora, la madre de Marina, no cabía de la felicidad al saber hace poco había ingresado al programa de madres sustitutas del que por fin su “niña” era madre. Ya pasados 34 años desde que Bienestar y le propuso ayudarle a entrar si ella quería. su única hija había nacido, no pudo recordar ni explicarle la manera de poner un pañal. Menos mal contaban con la ayuda Afortunadamente Marina cumplía con todos los requisitos: se de Leidy que les enseñó a las dos mujeres y al nuevo padre. Ma- encontraba en buen estado de salud, era mayor de 25 años y rina no tenía cunas, por lo que Ricardo juntó dos camas para menor de 55, tenía mínimo aprobados cuatro años de educación básica secundaria, vivía en una casa propia en un estrato mínipoder dormir cómodo junto a su esposa y al bebé. mo tres, en una casa espaciosa (con una habitación sólo para A la semana siguiente: los niños), disponía de venticuatro horas del día libres al día (no podía tener otro trabajo), contaba con un ingreso de un salario –—Buenos días, por favor con la señora Marina Ruiz. mínimo mensual y, por último, pasó un examen psicológico en el –—Sí, con ella. que le preguntaron porqué no era madre biológica y las razones –—Es que acaban de llegarnos dos bebés, uno de cuatro y por las que quiso estar en el programa, por qué le gustaban los otro de ocho meses. niños y sobre la cantidad de niños que quería recibir en su hogar. –—¿Cuándo voy por ellos? –—Ya mismo. Luego la pusieron a hacer una “Escuela para padres” y a medida que avanzaban los días aprendía de su experiencia y de la de otras. Pasadas todas las pruebas, a Marina le dieron carnet de madre sustituta. Aunque le dieron capacitación (cada año debe asistir un día a la semana por tres meses a un taller, en la Universidad San Buenaventura, acerca de temas como el apego, la adolescencia y los duelos), Marina comenta que la práctica es muy diferente a la teoría: “Por ejemplo, yo entré muy cieguita, como no tengo hijos. Yo sí dije sé poner pañal, sé dar tetero. Pero muy diferente es hacerlo”. De los cincuenta y siete Que deseamos para ustedes lo que nunca hemos tenido. Marina nació en Santander de Quilichao y a los 15 años se mudó a Cali junto a su madre, de la que nunca se ha separado y que es su mayor apoyo en su labor. “Eso le hace mucho bien a ella. No se aburre y la hace estar activa”. Cuando Marina tenía 25


años, conoció a Ricardo, y se casó con él dos años después. Entonces, los recién casados intentaron tener hijos pero pronto, para su sorpresa, se dieron cuenta de que no podían. Pasados siete años la esposa se vinculó al programa de madres sustitutas de ICBF, que en la ciudad de Santiago de Cali se divide en cinco centros zonales (centro, ladera, nororiental, sur y suroriental) y que cuenta con dos categorías: niños con capacidades físicas y mentales aparentemente normales y niños en situación de discapacidad. Marina de inmediato eligió la primera opción al no sentirse capacitada para la segunda.

pensando con los que siguen. Es que si viven conmigo, ¿cómo no los voy a querer?” Por su hogar han pasado cincuenta y siete niños y cada uno de ellos ha dejado su huellita. “Que poco de hijos, ¿no?”, expresa Marina mientras deambula entre la felicidad por haber podido gozar de ellos y la nostalgia por ya no tenerlos. De tantos niños ella y Ricardo han deseado adoptar a varios, pero no pueden ya que de ser así les cerrarían el hogar.

Fotografía de Breyner Huertas

Para recordar a todos sus hijos a Marina no le hace falta nada material y no obstante que sus amigas le digan que a sus 42 años “Tuve una chica adolescente de 14 años que tenía una parece una viejita guardando tantos papeles, ella prefiere “cubebé de año y medio. Por ese mismo tiempo me llegó una rarse en salud”; le saca copia a todo y lo archiva en un cuaderno de 17 con un hijo de dos años. Ellas se conocían de antes que convirtió en un libro de registro de todos los niños que han y querían que yo les cuidara los bebés pá ellas irse a ha- pasado por su hogar. Allí además conserva las fotos, los carnets cer cosas. Por aquí parecía que la hora de llegada fuera y algunos elementos de cada uno. Tiene tantas fotografías de la media noche. Yo les decía algo y ellas me decían: “Yo sus niños que planea hacer un gran mural en la sala de su casa. no quiero estar aquí, yo no quiero estar aquí”. Esas muchachas junto con otro me emborrachaban a los peque- Mensualmente trabajadores sociales les hacen una visita a las ñitos. Cuando yo veía los niñitos no podían ni caminar”. madres sustitutas en las que les evalúan y califican el espacio, los dormitorios, las condiciones de higiene, la disposición Es por estas situaciones que Marina sólo recibe en su hogar a de basuras, el estado de los muebles, los riesgos domésticos, niños pequeños, de cero a cinco años. el material lúdico y deportivo, la administración de cada una de las dotaciones de los niños, la calidad de la alimentación — “Con los chiquiticos no he tenido problema... El proble- anteriormente les destapaban las ollas para ver lo que habían ma es cuando se me van. Quedo ¡uhmmm!... es como cocinado para los niños—, entre otros. Además, dos veces al si se me hubiera muerto un niño porque ya no vuelvo año les hacen visitas de interventoría, en las que les hacen una a saber nada de él. Dicen que el primero es el que da revisión exhaustiva de cada uno de estos aspectos. Posteriormás duro. A mí no, todos me han dado duro. Ahí estoy mente una psicóloga verifica lo que se calificó.


Cada mes las madres sustitutas deben llevar a los niños menores de un año a la nutricionista y a los mayores cada tres meses. “A veces nos llaman del Bienestar pá foticos o nos hacen reuniones en las fechas especiales. Ahora nos celebran el día de la madre. También nosotras cada tanto hacemos reuniones de madres sustitutas en las que la madre que nos representa ante el sindicato nos comenta lo que se ha hablado y lo que va a suceder. También nos contamos experiencias y nos damos consejos de cómo cuidar y tratar a los niños”.

colchones, cobijas—, nos hacían el paquetico. Ahora nos dan un listado, miramos qué nos hace falta y podemos comprarlo nosotras”. La tercera dotación se da en la temporada escolar. Con ella se debe pagar matrícula, pensión, uniformes y útiles. En caso de que el niño sea pequeño y no estudie aún, el dinero se debe destinar a la compra de juguetería. Si el dinero no alcanza, las madres sustitutas deben sacar de los $298.251 para comprarlos.

La última dotación es entregada en diciembre para la compra de ropa. A Marina le alcanza porque ella sólo maneja bebés, $298.251: Agradeciendo que hay amor pero a las madres sustitutas que manejan adolescentes no, la Que a pesar de los problemas, familia es familia y cariño es cariño. ropa es más cara. Si el dinero no alcanza, las madres sustitutas deben sacar de los $298.251 para comprarlos. Y en el remoLa Fundación Caicedo González y el Bienestar Familiar les suminis- to caso de que el dinero mensual se demore en llegar, a las matran $298.251 por cada niño para alimentación. En caso de niños dres sustitutas les “toca bandearse” —ingeniárselas— como menores de seis meses les entregan además tres tarros de leche, y puedan ya que el tener un hogar sustituto es considerado labor dos tarros si el niño tiene entre seis meses y un año de edad. social por lo que no es un trabajo remunerado. Algunas veces los niños llegan sin ropa, sin artículos de aseo, sin registro civil, no se sabe la edad ni el nombre. A Marina le entregaron en una ocasión una niña de veinte días de nacida. Cuando la fue a cambiar se dio cuenta de que todavía tenía el ombligo. Entonces, a la mañana siguiente Marina se fue para el Hospital Departamental en donde se enteró de que la bebé había nacido apenas siete días atrás. Al año, cada niño tiene derecho a 4 dotaciones de $150.000. La primera de ellas es la básica —después del momento de la entrega del niño hay veinte días de plazo para que llegue—. Dicha dotación es entregada a las madres sustitutas y consiste en dinero, una carta —que se puede hacer efectiva en los almacenes de cadena- y una lista con lo que se puede o no comprar —consiste más o menos en tres mudas de ropa, dos piyamas, unas chanclas y elementos de aseo personal—. Posteriormente a cualquier compra realizada las madres sustitutas deben llevar la factura a las oficinas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Otra de las dotaciones es para el hogar. Si bien a veces las madres sustitutas se ven en dificultades económicas para sostener a los niños, la situación ha mejorado. “Cuando estábamos sólo con Bienestar nos decían “¿Usted tiene tres niños?, vea, mire a ver qué les queda bueno de esta ropa” y no nos daban nada de dinero. En febrero, cuando llegaba la dotación para el hogar —sábanas,

En ocasiones se demora la expedición del Registro Civil y mientras tanto los niños no cuentan con Entidad Promotora de Salud. Cuando ya tienen, los niños generalmente quedan inscritos a Calisalud —EPS de la Alcaldía de Santiago de Cali— y de esta forma tienen acceso a cualquier entidad de salud pública. Todos los medicamentos que tengan un valor comercial mayor a $20.000 son entregados a las madres sustitutas, de lo contrario, ellas deben sacar de los $298.251 para comprarlos. “Una vez a las dos de la mañana me di cuenta que un niño no me respiraba bien. Me fui para el puesto de Salud y allá me dijeron que el niño estaba enfermo de los bronquios. El bebé se puso muy grave y lo trasladaron para el Departamental. Cuando le fui a contar a la dotora del Bienestar me dijo: “usted ya sabe qué hacer, ¿no? Si se le muere sabe a qué funeraria llamar, en donde enterrar y venga el lunes a traer los papeles”. Yo le dije “no dotora, él no se va a morir”. Después de cinco meses en el hospital mi niño no se murió”. Cuánto control y cuánto amor Tiene que haber en una casa. Mucho control y mucho amor, Para enfrentar a la desgracia. Fragmentos de “Amor y control” de Rubén Blades utilizados en los intertítulos.


FotografĂ­a de Jeimy Andrea Henao


Por » Angélica Crespo «

de Luz

Una Historia El día de reposo

Es sábado en la mañana y desde muy temprano Luz se ha levantado junto a sus tres hijos. Hoy es día de culto en la congregación israelita, una religión a la que ella asiste desde hace seis años y a la que decidió entrar un día porque vio en ella la solución de sus problemas y el final de un destino, que parecía no querer dejar de repetirse. Vestida de pies a cabeza con una túnica blanca, que contrasta con su negra piel y un manto azul que cubre su cabeza, Luz y sus tres hijos (Yensi, Mayra y Juan Camilo), empiezan a descender por los muchos escaloncitos de las empinadas calles de Siloé hasta llegar al pueblo de Israel…

de una de las hermanas de la congregación, y es allí donde todos los sábados se celebra esta fiesta: bombas blancas y rosadas cuelgan del techo. Hombres con el cabello largo y con barbas que llegan hasta el estómago visten largas túnicas rojas y azules. Las mujeres y las niñas visten también con túnicas, pero además deben cubrirse con un manto la cabeza. La mujer que quiere orarle al señor debe usar el velo. Dice Corintios 11: 5 y 6 que la mujer que profetiza debe tener su cabeza cubierta. Luz dice que llevan la tradición de la virgen María. Antiguamente teníamos que vestir así para no corromper a los hombres. Esas modas de ahora son una atracción para alborotar a los hombres… los provocan y por eso vienen las violaciones.

Bienvenidos al pueblo de Israel… Un letrero en forma de arco, A ritmo de panderetas que tocan las más pequeñas se entonan en la parte superior de la puerta, da la bienvenida. Es la casa himnos. Se elevan las cintas que cuelgan de las panderetas, en medio de una coreografía casi perfecta que las chiquitas han ensayado durante la semana. El mal sonido de unos parlantes más altos que la cantante expande la voz de ella algo desafinada por toda la casa…Oh bendito de Israel, no nos abandones... La entonación de los cantos se extiende durante gran parte de la mañana. Un hombre alto de túnica roja y blanca con grisáceos cabellos largos y rizados se pone de pie en el altar; detrás de él cuelga de la pared un gran cartel cuyo titulo dice: La Ley Real. Allí están consignados los Diez Mandamientos, los verdaderos Diez Mandamientos que fueron revelados en el Perú al profeta Ezequiel Ataucusi, el fundador de este movimiento religioso: La Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal.


Fotografías de Angélica Crespo

El hombre de cabellos grises extiende la predicación por casi dos horas y, por un momento, parece que éste fuera no un encuentro religioso para hablar sobre Dios si no una conferencia sobre el calentamiento global y el medio ambiente. Que el juicio final se avecina y Dios castigará este planeta con el sol… el sol calentará 210 grados y si no obedecemos seremos castigados. El señor está cansado de tanto pecado y tanta violación; por eso vendrán siete años de hambre…todo está proféticamente escrito. La lectura de pasajes de la biblia acompañada por ilustraciones y noticias recortadas de periódicos, revistas y artículos de Internet que se refieren al calentamiento global, el deterioro de la capa de ozono, la descongelación de los polos son la base de toda la conferencia.

Luz es una mujer fuerte, una negra de 35 años, de brazos grandes y sonrisa amplia. Hoy no está vestida tan elegante como el día del culto. Lleva una falda que cubre sus tobillos, una camiseta, un delantal y un velo rojo sobre su cabeza. Al principio fue durísimo porque no sabía, dice entre risas Luz. Porque aquí uno recoge muchas cosas, y cuando llega a la bodega hay que sacar aparte el cartón, el papel blanco, aparte los tarros de gaseosa, aparte la chatarra… El reciclaje es la forma como Luz sobrevive junto a sus tres hijos. Este oficio no es fácil, como no han sido fáciles muchas cosas en la vida de esta mujer, que habla con desparpajo aunque a veces demuestra timidez.

En el cuarto de basuras, con la habilidad que permite la expeAl final de la charla, dos mujeres y un hombre negro de barba riencia, Luz separa todos los objetos que pueden servirle: caespesa retoman los himnos: de nuevo las panderetas, las cintas, los coros y el teclado. Es medio día, hora del receso, hora del almuerzo. A las dos de la tarde continuarán leyendo la Biblia, ensayando los himnos y las coreografías, así hasta que sean las seis de la tarde y hayan cumplido con lo que mandan las escrituras. En la Escritura dice que hay que reposar el séptimo día, el séptimo día es el sábado. Se debe reposar y dedicarse completamente a Dios. El día de trabajo Es martes en la mañana, la carreta está vacía. Luz espera paciente que le abran la puerta para entrar al cuarto de basuras. Su trabajo es reciclar, lleva varios años haciéndolo, lo aprendió de su madre, quien trabaja en el mismo oficio.


Fotografías de Angélica Crespo

jas, cartones, libros, cuadernos, envases de gaseosas, latas de sardinas, entre otras cosas. Lo que no sea reciclable servirá como adorno en su casa o será vendido en una pequeña plaza, una especie de mercado de las pulgas que queda debajo de un puente en la entrada del barrio Siloé.

La llegada hasta la bodega, su tercera parada, es más complicada. Las calles empiezan a levantarse. La carreta se hace más pesada. Sin descanso y después de muchas maromas para que su costal no se vaya hacia los lados y las dos ruedas de la carreta no queden atrapadas en cualquier hueco de una de esas calles, Luz llega a la bodega: Yensi arriba de la carreta y Así se va llenando su carreta. Es medio día y el sol parece que- Mayra y Camilo detrás de ella. rer castigar. Es hora de abandonar el conjunto de edificios. Aquí empieza la travesía: Luz se dirige a la escuela donde es- Es una especie de “parqueadero de carretas”. Luz guarda la tudian Mayra, Yensi y Camilo. suya, baja el costal y organiza todo lo que hay dentro de éste en otros costales que superan su altura y mientras organiza La segunda parada será aquel puente de Siloé, donde venderá cuenta: Hay que sacar todo eso por kilos, el cartón antes valía algunos objetos. El camino es largo y los niños caminan junto a 300 pesos, ahora lo bajaron a 100 pesos, el papel blanco valía ella. Luz arrastra la carreta, su espalda se dobla y por la fuerza antes a 450, ahora lo bajaron a 300, o sea que le va bajando que puede notarse en sus brazos, ésta pesa bastante. plata a uno…la chatarra la pagan a 100 pesos…la prensa a 20 pesos, no es mucho lo que uno se gane, no. Luz termina de organizar todos los costales. Camilo le pide que compren una bolsa de agua; mientras él y sus dos hermanas se toman el agua, Luz conversa con su madre (quien estaba en este sitio dejando lo que había reciclado) y su otro hijo, Carlos Andrés. Es su hijo mayor, tiene 18 años. Es medio alocado, dice Luz. Carlos Andrés vive con la abuela. Él dice que yo lo regaño mucho y por eso no vive conmigo. Esperan unos minutos El dueño de la bodega, un hombre robusto con una camiseta blanca bastante sucia y un estómago que se asoma por debajo de ésta, debe darle a Luz algo de dinero, pero esta vez tampoco va a pagarle completo lo que debería. El dinero que tiene Luz no alcanza para pagar un jeep y guardar


Sus relaciones amorosas no han sido muy afortunadas. Los padres de sus hijos nunca han estado: uno de ellos se suicidó – se quemó por celos, dice Luz—, los otros tres desaparecieron. Ésta es una de las razones por las que Luz ingresó a la congregación del Nuevo Pacto Universal, porque encontró la solución, según ella. El séptimo mandamiento es “No cometer adulterio”. Hay que cumplir los mandamientos. Me hablaron que si uno quiere tener un hombre no se puede dejar tocar la mano y que hay que esperar para casarse, entonces yo dije: esta es mi salvación para no tener más hijos ni más hombres…hasta aquí llegué, aquí paro, yo no quiero pasar más trabajos. Ha sido difícil ser madre de cuatro hijos, Me ha tocado que luchar mucho sola. Ahora yo trabajo y no hay quién los humille, tampoco es que le dé una vida mejor a los niños porque no puedo, el presupuesto no me alcanza, pero al menos tienen una infancia bien, que no los maltraten ni que les peguen… Luz tuvo una infancia difícil: su padre la maltrataba, era alcohólico y golpeaba a su madre. Desde pequeña tuvo que trabajar como empleada del servicio y aguantar muchas humillaciones, asegura. Se separó de su segundo esposo porque bebía mucho y un día intentó golpearla. Ella no quiere que sus hijos vivan lo mismo:

para la comida o el desayuno del próximo día, así que deberán llegar caminando hasta su casa. Ultima parada: La casa Llegar caminando toma cerca de media hora. Con el cansancio del recorrido anterior y la compañía del castigador sol, se hace el camino infinito, pero todo es cuestión de costumbre, dice Luz, con sudor en todo su rostro, cargando en el hombro una bolsa y en su espalda el maletín de Mayra. Son varias calles y callejones empinados, algunos escalones… y llegamos. Pueblo joven, así se llama este sector de Siloé. Una casa de dos pisos puesta sobre una montaña de tierra; Luz y sus niños habitan el primer piso, una casa muy pequeña donde pagan cincuenta mil pesos de arriendo mensuales. Es una piecita donde hay como dos piecitas chiquiticas, en una está la cocina, un asientico y el armariecito y en la otra caben las dos camitas, sonríe Luz mientras describe con cierta ternura y con diminutivos todo lo que hay en su casa. En la cocina hay una repisa repleta de peluches, y la pared la adornan casi diez ollas que están colgadas y que, paradójicamente, Luz poco utiliza. En una de las paredes de la habitación cuelga de una puntilla el cartel con los Diez Mandamientos de su iglesia. Luz se sienta en una de las camas, empieza a hablar de Dios, este tema es el centro de muchas de sus conversaciones. Antes de ser parte de la congregación israelita pertenecía a una iglesia pentecostal, allí conoció el padre de su hija menor, Yensi.

Cuando uno se quiere y se valora uno mismo, uno no puede tener a una persona que lo maltrate ni que le dé golpes, que porque el me deja y me va a tocar duro con estos niños… no, y Dios paqué le dejo dos manos, hermano, ¿paqué le dejo dos manos? Pues paque trabaje, en cualquier cosa menos robando, ni prostituyéndose, ni nada de eso, trabajando honradamente, dice Luz con vigor, con dureza. Con la misma dureza que se ve en su rostro y en sus brazos cuando arrastra la carreta. Dureza que contrasta con la imagen de Luz —vestida con túnica blanca— y sus tres hijos bajando por los escalones de Siloé un día sábado, un día de culto.


La Vida

Alegre

Por » Angie Baralt «

Yo nací en Ibagué Tolima, mi nombre es Ana Elina Forero Bel- Se me fue encima y me cogió del pelo y me lo envolvió, me dio trán, tengo 57 años. una mano de golpes, me metió una golpiza tenaz. Yo no dije nada, sino que al otro día cogí mi morralito, me puse el uniforMi papá se llama Alejandro Forero Gómez, es negro. Él es el mo- me, me eché mis tres cuadernos, me traje lo que por herencia tivo de la pérdida de la vida mía, porque mi mamá es blanca, se me tocaba, en ese tiempo lo que le tocaba a la mamita, pasa a llama María Luisa Beltrán de Forero. Mi papá era negro, por eso la mamá así…así, entonces yo sabía que mi mamita había demamá no me quiso nunca; nosotros somos dos hijos de matri- jado un par de aretes, oro puro de ese antiguo, el collar así con monio, mi hermano y yo. Yo no sé dónde estará mi hermano, se el medallón, los anillos; yo cogí eso y me traje setenta y cinco llama Jacinto Forero, él se perdió primero que yo, muchacho, pesos que eran los de la remesa, en ese tiempo setenta y cinco ya después me perdí yo. pesos eran bastante plata y me los robé, salí y me vine. Mi mamá decía que mi papá le había dañado la vida y nos daba muy mala vida a mí y a mi hermano, entonces cada cual chontió. Yo chontié por ahí a los trece años de la casa. Yo estudiaba. Yo estudié hasta tercero de bachillerato, en un colegio que se llama San Simón, queda por la quinta, en Ibagué. Hice dos años de prácticas con los hermanos Maristas, gente que sabe un poquito más que los profesores o algo así, yo no soy tan bruta (jajaja), yo he estudiado, leo mucho.

No conocía ninguna ciudad. Llegué a la terminal en Girardot, entonces me puse a mirar, decía: Cali, Medellín, Bogotá, Cartagena, yo dije: ¿pá donde me voy?, tan bueno conocer Cali, me gusto el nombre, y yo toda la vida he sido hincha del Cali, desde muy pequeñita. Llegué de noche a Cali, al parque de Santa Rosa, que eso era una olla de ladrones y prostitución y todo. Yo jovencitica, bonitica, bien pollita, sin tener dónde dormir ni nada, me le arrimé a una señora de los chuzos.

Vivíamos con mi padrastro cuando me fui de la casa. Era una pelea constante. El día que me volé de mi casa, ella me dijo: “me voy a lavar”. Ella estaba cosiendo, porque era modista, entonces yo me quede mirándola desde la puerta, ella se quedó mirándome y me dijo:

–Mire, es que vengo volada de la casa y ¿a dónde duermo o algo así? –La señora me dijo: “Por acá no se vaya a quedar porque por acá le tumban las puertas en esas residencias”. Ella me dijo más o menos qué era eso.

–Esta maldita negra porqué me mira. –Entonces yo le dije: “Es que yo a ninguna hora le dije a usted mamá que se casara con mi papá”.

Me llevó pa la casa de ella, ahí conocí el barrio Siloé, con esa señora. Ella tenía tres hijas y trabajaban en casas de familia, y me consiguieron trabajo en una casa de familia, donde un señor de Cartón Colombia, y ahí trabaje dos años y ya dije que me devolvía, que me quería ir para mi tierra a ver si de pronto volvía a mi casa, me vine otra vez pa Ibagué. Y entonces llegué, fui a la casa y ya no me recibieron. Mi mamita y mi papito ya habían muerto, mi mamá estaba viviendo yo no sé en dónde y no quería saber nada de mí. Me echó la policía que pa meterme a un correccional, sin embargo siempre me echaron mano y me llevaron; me cortaron el pelo, yo no estaba haciendo nada malo todavía, me pusieron un uniforme de cuadros y como a los quince días me llevaron pa misa toda calva, y ahí mismo me volé de la misa y me metí a un negocio donde venden trago, decía: “Se necesitan meseras”, y ahí me metí, era menor de edad. Dije, necesitan trabajadoras, dijeron que


Fotografía de Angie Baralt

sí, y como era café yo pensaba que era pa vender café. Cuál pa vender café. Ahí empezó la vida mía, ahí empezó todo. EMPEZÓ TODO

les, yo sacaba la cara por mí y por las que trabajaban conmigo, éramos cuatro, que de ésas quede yo.

Allá me conocí con el señor que me enamoré y tuve bastantes problemas con una señora que le decían “marina la culo de pato”, Mi mamá empezó a perseguirme otra vez hasta con la policía muy bonita, pero yo era más joven que ella y más bonita todavía. pa echarme mano y entonces un día conseguí el pasaje y me fui. Me fui con tres amigas de allá del Tolima. Una vez llega- Un día cualquiera llegó él a tomar en la cantina donde ella mos a Caicedonia, allí me mataron una amiga, allí casi me trabajaba, se llamaba “Balacuka”. Cuando me vinieron a dematan otra y por esa me agarré con una mujer tres o cuatro cir que ella estaba tomando con él, me dio rabia. Nosotras teveces; cada una llevo del bulto, yo no, a una la mataron, la níamos una compañera que le decíamos “la marrana”, era una otra también porque eran tontas, yo sacaba la cara por to- gordita, chiquita, pero era bravísima, entonces nos pusimos das y era la más chiquita pero yo pilas para ver qué íbamos a hacer. Cuando él al rato llegó pa` donde yo estaba, bailamos y todo. Así mismito le pegue una peleaba con todo el mundo, y a todas partes donde iba me puñalada en una pata, yo lo dejé ahí tirado en el piso, le pegué cambiaba el nombre, un día me llamaba Amparo, otro día Lucía, otro Lucero, Rosalba, así cambiaba, pero mi nombre propio nunca, mi propio nombre es el que tengo. Estuve en un cabaret que se llama “Cabaret bala Jou” en Caicedonia, Valle, allí conocí a un hombre, lindo, sí, me enamoré, yo creo que me enamoré. Empiezo a trabajar allí en un grill que se llama el “Bala Jou”, allí trabajábamos muchas mujeres: bonitas, viejas, pollas, de todo. Trabajábamos en la vida, lo que llama la gente “la vida alegre”. Era como un centro de reclusión, teníamos guardianas, nos cuidaban, nos pegaban. A mí nunca me pegaron, porque si me pegaban yo primero le daba a ellas. La guardiana nunca me llegó a tocar a mí, ella cargaba un zurriago de rama-


FotografĂ­a de Angie Baralt


su tiestazo y salí y me perdí, no me vio nadie cuando me fui. mala vida porque volvió conmigo, a él le gustaba que yo le tiraCaminé toda la noche por cafetales y salí a Sevilla (Valle), lle- ra y a mí me gustaba seguro que él me diera golpes. gué a la bomba, sin ropa ni nada. Me cogieron presa en Sevilla, yo pagué en Buga catorce meses largos. Trabajando en las cantinas de la once fue que conocí a don Carlos Solano. Me sacó de ahí y me fui a trabajar al café de él, La cárcel fue horrible. Entré guerriando, no dejándome de nadie. porque en ese tiempo les llamaban café a los bares, como coHay mujeres de todo el estilo, que porque creen que eres mujer de pera, ahora les cambiaron el nombre a mesera. Mi vida influyó la vida muchas veces quieren abusar de ti o algo así. Me recogió mucho en mis hijos. Tuve dos hijos: mi hijo mayor que se llamauna negra de Timbiquí que estaba allí con nosotros, me metieron ba Giovanni y el otro Pacho. A mí me tocaba trabajar y no tenía al calabozo con ella, esa negra era buena, ella me enseñó a mí… quien los cuidara, si les dedicaba un día al otro día no podía. Pero no digo que por eso se le vuelven los hijos a uno malos, Allí nos ganábamos la comida bien, leíamos el tabaco, tirába- porque hay niños que se vuelven malos y son de buena familia, mos las cartas, lavamos la ropa de la gente; no nos comíamos no ven nada, por ejemplo: a mí que me veían, pues trabajaba la comida que nos mandaban los hombres, ellos a veces hasta en un café, tomando trago, que mi mamá es peliona, que cayó se miaban en la comida pa mandarnos esa comida a nosotras. a la cárcel. Mis hijos tuvieron una experiencia, muy pequeños, Ellos comían primero y nos mandaban lo que sobraba, y en lo que porque yo casi mato a un señor una vez y los llevaron allá y me sobraba nos echaban huesos. Nosotras trabajábamos, planchá- vieron en la cárcel, y Giovanni, mi hijo mayor, toda la vida se bamos, lavábamos. Durante todos los catorce meses que estuve llevó eso, “mi mamá está en la cárcel, detrás de una jaula”, me allí fue así. Fue una experiencia fatal, hay que abrirse paso por tocó mirarlos por las rejas y mi hijo lloraba. Yo creo que eso inel medio del todo el mundo, no dejarse de nadie. Cuando salí dije fluyó pa que ellos se volvieran como se volvieron, aunque ellos que nunca más volvía a estar en una cárcel, ¡ja! se volvieron más malos cuando salieron del batallón. De la cárcel aprendí que hay gente que se vuelve buena, pero Mis hijos fueron estudiados, bachilleres. Prestaron servicio miuno aprende cosas que más adelante no le sirven para nada, litar pero desde muy pequeños les gustaron las armas, andar hasta peor sale uno, porque yo salí como peor de ahí. con malos amigos, mejor dicho nunca tiraron por nada bueno, siempre por las cosas malas. Giovanni a los once años ya tenía Después de catorce meses salí y seguí andando. un revólver encima, no sé si será porque salieron a mí, porque el papá de ellos es la mata de la cobardía, era guapo pero con ENTRE HIJOS Y CANTINAS. la mujeres. Ellos no conocían el miedo igual a mí, yo no conozco eso, ni ahora que estoy vieja. Me fui para otra parte a seguir en las mismas, en la misma vida porque nunca cogía nada bueno. Cargando un cuchillo en la mano, Mi hijo mayor tuvo un tiempo que se perdió, se metió por allá pal una navaja, defendiéndome, haciendo de todo un poquito y toda- monte, luego se salió. Después se enloqueció, decía cosas incohevía era menor de edad. Me críe en la calle, mi escuela fue la vida. rentes a raíz de la desaparición de la primera mujer que tuvo. Comenzó a meter vicio, después se consiguió otra niña, se compuso Una vez que salí de la cárcel y dije pa dónde me voy, salí y me fui un poco de tiempo porque él era muy grosero y muy patán igual pa una bomba que había, hasta que paso una volqueta y me re- que el papá; la niña también lo dejó y se acabó de joder. Hasta que cogió un señor que dice que es mi hermano, y me llevó a Flori- una cuñada de él lo mató y después de muerto me vine a dar cuenda, fue peor. Yo llegué buscando cantinas, eso era bravo en ese ta que eran amantes a espalda de la mujer, ella como que lo mató tiempo. Los hombres, los que eran mozos de uno en ese tiempo, más fue por celos. Eso fue por la vida de mi hijo mayor. los llamaban “los chivos”, por todo le pegaban a uno, por todo lo dejaban morado, por todo tenía que puñaliarlos, voliarles gillet- El otro al ver la vida del hermano se dedicó más al vicio, a meterte, hacer de todo con esos hombres, pa poder quitárselos de en- se en problemas. Desapareció dos veces y dos veces lo enterré. Me cima. Yo me lo pasaba de cantina en cantina, todavía era menor tocó que ir por allá por La Tebaida, otra vez por allá en Barragán, de edad, porque en ese tiempo la mayoría de edad eran 21 años. y me tocó llorar muertos que no sé quién diablos serían. A él le hiDespués me conocí con el papá de mi niña, que murió, se llama Guillermo, era patán, celoso. Si me encontraba tomando me quería dar madera, yo también sacaba la navaja y tome, nos dábamos, nos volvíamos una nada. Quedé en embarazo de la niña que se me murió, le hicieron ojo y yo la llevé donde el médico y no le valió, porque la droga le cayó mal. Al mismo tiempo me encontré con el papá de mis hijos mayores y con todos dos estaba, pero como yo trabajaba, yo tenía como cuatro en ese tiempo ¡jajaja! Eso era común. Entonces me conocí con Roberto, ese sí me daba duro ¡virgen santísima! Una vez yo me puse a llorar y le dije: “la próxima vez que me pegués te voy a matar”, pensó que era mentira, no teníamos hijos todavía. Una vez llegó y me mandó un tiestazo y ahí mismo saqué la navaja y tome, por allá lo mande, lo mandé rato pal hospital, a él le gustaba la


cieron tres atentados, por los atentados murió gente que no tenía Yo manejaba una cantina en la galería, a esa cantina le decían nada que ver con eso. La última vez no le hicieron atentado, se lo “Donde la vida vale un culo” porque ahí mataban a todo el munllevaron y de ahí no se nada, lo tengo como desaparecido. do, yo he convivido con la muerte, por eso no le tengo miedo. Ahí conocí a Reynaldo Londoño, por él deje tanta vulgaridad, porDespués me conocí con otro señor. Otro grosero, patancísimo, que sí he sido grosera; de las mujeres groseras, patanas, vulgavulgar. Como yo he sido brava él decía que me domaba a mí. No res ¡YO! Claro que hay una cosa, yo no le busco problema a nadie, ha nacido el hombre que me dome a mí, me voy a morir y no ha pero a mí no me busquen o me vayan a sabotear el salón o mis nacido. Eso me daba como violín prestado, por todo me pega- mujeres porque ahí sí me ven peliar, ahí saco la peinilla. ba, nos agarrábamos a matarnos, yo lo dejé tuerto a él de una pelea, él usa gafas. Yo planié a más de un hombre por mis mujeres. No todas las mujeres que andan en la vida es por que les gusta, yo he tenido Una vez trabajaba conmigo un señor que se llamaba “Bananito”, mujeres que lloran por ir a acostarse con un hombre por cualél estaba cumpliendo años y me invitó que nos tomáramos unos quier cinco mil pesos, pero esa plata a ellas les sirve para llevar traguitos con las coperas. Yo me emborraché, cuando llegó él de comida a la casa, hay otras que si les gusta esa vida, la vaganun partido, se dio cuenta que yo estaba borracha y se fue para la cia, el trago. Yo manejé mujeres, las mujeres dan mucha plata, casa donde vivíamos y tumbó la puerta y se entró, casi me mata ellas tomaban con los clientes y van a las piezas, a veces no les a golpes, me mandó pal hospital Departamental llena de chi- pagan, hay hombres que no les pagan, entonces hay que darles chos: me había roto dos costillas, tenía los ojos grandísimos y plan, había que hacerles pandilla; ellas bajaban llorando, ¿qué me mostraron en un espejo cómo quedé. Yo tenía un patrón que les pasó?, pues ese tipo que hiciéramos esto y lo otro, me pegó se llamaba Arias, él lo hizo meter a la cárcel y yo lo hice largar. y no me pagó, entonces nosotras cogíamos y lo encerrábamos Pero yo ya pensaba lo que le iba a hacer, me iba a cobrar mi pela. y entre diez mujeres le pegábamos, como queda de bueno un Estuve quince días incapacitada, me volvió a salir pelito, empe- hombre con ese garrote. La gente dice “la mujer de la vida alecé a trabajar. Él me volvió a pelar los dientes, volví con él hasta gre”, no, esa vida no es alegre para nada. que casi lo mato. Le hice una encerrona en la casa, le pegué una pedrada, le pegué como tres puñaladas y me fui para el hospi- Después otro día yo manejaba una cantina que se llama “El tal a rematarlo, si no que allá estaba la policía y toda la familia Maracaibo”, le dije a un tipo que estaba tomando en el mosde él, entonces no, pero donde esté solo yo me meto y lo mato. trador “me debe tanto”, me dijo “le pago después”, “¿y por qué me va a pagar después?”, “no le voy a pagar y empútese” y le Al tiempo nosotros volvimos y tuvimos a mi hijo Yilmar, pero dije “que me paga me paga”, entonces me debía dos mil peseguimos en las mismas, aunque nos prometimos que él no me sos, en ese tiempo los billetes de dos mil eran más pequeños, volvía a pegar y yo no lo volvía a apuñalear. Un día lo encontré rosaditos, cuando yo voltié para atender el mostrador, él hacon una negrita y le saqué los gordos de la barriga con un cu- bía roto el billete y llegó y me lo tiró a la cara y a mí me cayó chillo y a esa negra casi la mato también. Esa negra se murió a en la boca, que ha toriado una serpiente ¡ja!, saco esa peinilla los diez días de un dolor de cabeza, la mamita ¡anima bendi- y ¡pa!, lo enciendo, cuando el dueño salió y me echó. Todavía ta! me echaba la culpa a mí, yo no tuve nada que ver. Cuando amanezco en la cárcel y al otro día me echan. Duré como quineso yo estaba en embarazo de Yilmar Andrés, nos separamos y ce días sin trabajo y después me recibieron en otro y así me la él no se dio cuenta que yo estaba esperando un hijo de él. Él se pasaba, me botaban allá me recibían acá. dio cuenta cuando volvió del Ecuador, porque él me dijo que me dejaba la vida en paz si yo le regalaba con que irse. Un día estaba tomando ahí donde estoy trabajando ahorita, cuando llegó un tipo más de malas porque se me iba a robar la LOS CLIENTES TIENEN LA RAZÓN. bicicleta, él no sabía que era la mía, cuando yo veo que va sacando mi bicicleta ¡ja!, lo voy cogiendo de la camisa y nos deDe ahí dure mucho tiempo sola, trabajando, guerreando, pe- safiamos y lo metí pal billar, y estaban en el pool jugando, lo liando. Siempre peliaba porque nunca me dejaron las peleas. cogí con esas bolas del pool. Ese día el dueño me hizo pagar un juego de bolas. El primer bolazo le zafé la parte de la oreja, luego con otra bola le rompí la cabeza, ese billar quedó vacío. La gente se fue con las cuentas, después llegó la policía, que le decían “los gorrones” y me llevaron para la cárcel. A ese muchacho lo mataron a los ocho días, siempre me pasa eso, al que le pego lo matan y siempre me joden a mí. El dueño de la cantina donde yo trabajaba se sentó conmigo y me dijo “vea mija, piense”, y yo le decía: “Sí, don Carlos, yo pienso, “pero mija los clientes tienen la razón”. Pero los ladrones no. YO QUIERO ESTE TRABAJO. Ahora trabajo en lo mismo, yo no quería volver a trabajar pero por las deudas, yo en tres años que llevo trabajando he hecho lo que no hice en veinticinco años, andando por ahí volteando. Yo tuviera la plata que yo pagué en todas esas cagadas, es-


Fotografía de Angie Baralt

taría millonaria, por todo tenía que pagar: tenía que pagar pa salir de la cárcel. Tenga usted plata y mata al que quiera, esa es la ley de la vida. Usted tiene plata y se puede llevar a cualquiera por delante, pero como uno no tiene plata no se puede llevar a nadie por delante. Yo ya no peleo con nadie, no soy tonta, no me he vuelto una maleta. Sigo siendo la misma sicodélica pero con diferentes pensamientos. Tengo un hijo bueno de veinticinco años, he llorado por él pero por cosas buenas. Tengo un trabajo muy bueno, que cualquiera me lo envidiaría, gracias a mi trabajo he conseguido lo que tengo hoy: un techo donde vivir, así pague arriendo, mis camas, mis cortinas, televisor, todo. No volví a caer en la cárcel. La última vez fue por mi casa, yo estaba conversando con una señora cuando vi a un negro pegándole a una viejita, ahí mismo largué la bicicleta y me le fui encima y tome, yo pensaba que había cambiado, pero no, estoy dormida.


Por » Alejandra Lerma «

Noches, Nombres,

Hombres

Dos llamativas modelos, totalmente desnudas y en poses cen a las modelos “perfectas” de los volantes, de los afiches, muy eróticas, son el fondo de la tarjeta del establecimiento de las tarjetas, que se exhiben en las calles o dormitan en las Montecarlo. billeteras de tantos hombres y que al menos por unos días serán inútiles tentaciones; mientras las señoras van a la iglesia y “Casa Show Montecarlo devoran camándulas, ellas regresan a ser hermanas, amigas, Abierto de miércoles a domingo madres, ellas… con tiempo para aburrirse, o serse, o dormir lo Habitaciones con baño privado que no duermen nunca o incluso rezar al lado de las señoras. Vigilancia privada.” “A mí me gusta mucho la parranda, pero pichar en semana En semana santa muchos prostíbulos cierran sus puertas. En- santa es pecado, yo soy muy devota de Dios.” tonces algo parecido a la calma o un tedio gris se apodera de las habitaciones desoladas, donde los bombillos rojos deste- “Me dicen Andrea Cúcuta y soy la del cuarto 9, tengo 21 años.” llan para nadie. Los pasillos se pueblan con las figuras de ellas, ellas, voluptuosas, con exceso de todo: de gritos, de maqui- Sin lugar llaje, de peso, de desamores, de insomnio… En nada se pareAndrea se cepilla todos los días el cabello, dice que le parece más bonito el pelo liso, que a los clientes les gusta más. Esta recostada en la descascarada pared de una habitación de Montecarlo, “monte chocho” dice riéndose. Tiene una sonrisa muy bonita, casi inocente, inocencia, esa palabra impensable dentro de este lugar. “A uno en la casa no lo quieren por lo que uno es sino por lo que uno tiene. Uno llega a la casa pelao y yuca.” La habitación es pequeña, hay dos camas sin tendido y manchas que pasan del amarillo pastoso al marrón punzante. “La tres parrandas”, “la costeña” y “Andrea Cúcuta” duermen en el cuarto 9; ninguna es de este pueblo, este pueblo que puede


ser cualquiera porque en todo los pueblos del mundo existen lugares para el tacto comprado.

20 minutos 30 mil pesos Amanecida 70 mil pesos El 20% para el administrador

Fotografía de Alejandra Lerma

No hay afiches, ni espejos, ni fotos, ni nada que decore el cemento, “es que los borrachos acaban con todo, si pilla, es me- “Virus” lleva una lista en la que las mujeres anotan su nombre, jor no poner nada, pa`qué”. el tiempo de entrada y de salida de cada cliente, de acuerdo a esta tabla nocturna se hace la división del dinero entre el adNueve cuartos : cuatro para dormir, cinco para trabajar, nueve ministrador y ellas. La mayoría envía gran parte de la plata a para todo si hay muchos clientes, un televisor pequeño, come- sus familiares, hijos, mamá, hermanos; algunas destinan pardor, un par de sillas, vacío, mugre, olor denso, puede cortarse te de las ganancias a comprar disfraces y ropa para el trabajo. el aire con el filo de las miradas. En la pared de la sala, donde el televisor es la ventana al mundo En cada nuevo lugar se bautizan bajo algún nombre que pue- y el colchón de los “ratos” se convierte en sillón, hay unos cardan simular al menos tres meses, que es el tiempo que usual- teles que prohíben, con mala ortografía y colores ácidos, el conmente se quedan; luego cambian de colchón y de letras, y así sumo de alucinógenos, advierten una multa de veinte mil pesos van disfrazadas de esa otra nocturna. si llegan a ser sorprendidas consumiendo, “eso es más que todo para que lo vea la policía y piense que uno es bien, donde cobraEl Rato ran por eso se harían la plata”. Casi todas consumen drogas, sobre todo marihuana y cocaína: “es que uno todo loco puede piLas noches son largas, se mezclan con la madrugada y el tiem- char más fácil, tiene más aguante y como que no se da cuenta”. po se vive en “ratos”. Más pasito que me duele “Virus” es el celador del tiempo, el reloj destartalado (único objeto en la pared) es blanco de las pupilas. “Yo les hago el Andrea tiene un hijo de cuatro años, lo tuvo con un cliente que le cruce y las saco cinco minutos antes, pero a veces los manes quitó la custodia del niño cuando éste había cumplido dos años; me tiran la liguita y así paila, las dejo otro rato”, saca una bol- desde que llegó a Montecarlo, hace tres meses, no sabe nada de él. sita y se espolvorea la nariz. “Muy duro hacer un rato cuando uno está deprimido, qué pere“A uno se le hacen eternos esos veinte minutos, casi siempre za pichar con esta amargura”. finjo para que se vengan rápido.”


En la parte baja de la espalda de Andrea hay un tatuaje, jero- “Cuando uno cree que es feliz siempre llega lo peor, así es el glíficos o letras chinas, indescifrable imagen que traspasa la amor.” piel y cuenta una historia del alma, del cuerpo. La primera palabra que se viene a la mente cuando a uno le dicen algo: “Me tatué el nombre de mi hijo: Johan Camilo. Pero no me Placer: confundir gusta hablar de eso, pa´qué, como dice la canción, a chillar Cliente: que me pague a otra parte” . Esperanza: algunav Hombre: travesti Enciende un cigarrillo y aspira despacio, la puerta hacia el bal- Belleza: feo cón entreabierta deja ver a las personas que pasan apuradas Hijos: … no sé a la misa de seis, el silencio de las habitaciones se compacta Llanto: a chillar a otra parte con la oscuridad de las luces rojas, sólo el murmullo del tele- Miedo: susto visor inunda con sus sonidos. Ella se ve tan apacible que es di- Tiempo libre: tiempo perdido fícil imaginarla un sábado en la madrugada, cuando todo es Día: noche música y su cuerpo se contonea de mesa en mesa y sus manos Noche: tarde arrancan billetes y sus pechos son refugio de todos. Sueños: olvido “Uno porque se ríe todo el mundo cree que está bien, pero no. No hay nada más bueno que uno ponerse a chillar sola”.

La colilla del cigarrillo está en el suelo, la luz cae sobre el rostro impasible de Andrea y le deja como una marca sobre las mejillas. Por unos días su epidermis no estará poblada con De olvidos otras manos ajenas a las suyas, y no tendrá que quitarse (a petición de nadie) la cadenita de la virgen que le regalo el papá “A uno también le tocan manes que lo tratan bien, trabajando de su hijo, cierra los ojos y habla de lo rico que es no tener nada en esto me he enamorado”. que hacer, nada que decir. No tener que inventar historias para hablar de algo con los hombres, “es que los manes se jartan si El humo se mezcla con el olor húmedo de las camas, esos rec- uno es todo entelerido, toca decir cualquier cosa”. tángulos suaves que tienen infinitas historias, que guardan perfumes baratos, rastros de los mil detergentes que usan El pasillo que da a la calle tiene una reja oxidada, a la hora para lavar las noches, sabanas grisáceas emanando sudor más oscura, cuando los postes de luz iluminan las fachadas, dormido. Los olores efímeros que conectan con el pasado, a en el suelo se pintan barrotes, como si fuera una cárcel con las veces con el amor. puertas abiertas donde nadie sale. “A mi me hubiera gustado se psicóloga, mi papito me iba a pagar la carrera pero se murió y yuca paila.”

Ahora lo que más quiere es que no se acabe la semana, así puede soñar dormida y estirar la madrugada; poco importa lo que la ha arrastrado hasta Montecarlo, por tres meses es su casa, luego será otra y tendrá otro numero, otras compañeras, otro nombre, otros hombres, otras historias.

Fotografía de Alejandra Lerma

Andrea de niña tuvo sueños, de adolescente se enteró que su mundo no podía ser ni siquiera un rosa desteñido, y ahora, con las mil batallas que se han librado en su cuerpo, asume los días con una tranquila aceptación, como si no importara el siguien- “El pasado es pasado pero si uno se pone a esculcarlo duele, si yo te paso y todo cobrara sentido porque tiene en la boca un ci- soy así es porque yo me lo busqué y no tengo por qué quejarme”. garrillo de esos que tanto le gustan y que a veces no se puede comprar. Ha renunciado a su trabajo en repetidas ocasiones y se ha entregado a algún cliente que la nombra con cariño, de esos que prometen techo y comida tibia, pero luego la dejan igual de hambrienta, igual de sola.



Por » Germán González «

Destino o MalaFortuna?

¿Loco

Ya es habitual escuchar en la plaza central del pueblo los gritos de los jóvenes y los niños “¡No le den, no le den que es pa vicio!” Entre carcajadas. Mientras, una mujer responde agitando su mano hacia arriba y abajo, queriendo decir “No me jodan”. Situación que se repite cada vez que la mujer se acerca a algún transeúnte o visitante de la plaza para pedirle “Patroncito, regáleme pa la gaseosa”, “Patroncito, hoy no he comido ni un pan”, “Patroncito Dios me lo bendiga”.

ses, me traía maletones de regalos “así de grandes”, muñecos de felpa que compraba en la Sexta Avenida en Nueva York, patines y de todo. Yo tuve una infancia linda como una niña millonaria y era una belleza mi casa, una casa lindísima. Me educaron en el Colegio San José y me crié en el barrio Colseguros, un barrio de ricos.

Luego del colegio San José me pasaron al Colegio de las Benedictinas en Bogotá. Mi madre vivía con un representante a la Vijes es un pueblo tranquilo y tedioso, al punto de que lo diferente Cámara que se llamaba… Parece que ya murió, José Fernández es atracción para sus habitantes. Patricia Velasco Jiménez es una Fernández de Castro diputado por el Magdalena, el padrastro mujer a la cual la vida le ha dado a conocer los dos lados de la mo- mío. Vivíamos en el barrio La Soledad, carrera 30 con 39, cerca neda; la llevó al “cielo” rápidamente y luego la castigó devolvién- a los puentes de Bogotá. dola a este infierno disfrazado que llamamos Tierra. En su forma de contonear su metro ochenta a la hora de caminar y sus grandes Mi mamá no hizo vida con mi papá, ellos sí eran casados por ojos, aún se ven los vestigios de sus años de pasarela y glamour; la iglesia. Mi mamá nunca pensó morir a los 32 años, porque le claro que escondidos detrás de las capas de mugre de su cuerpo quitó el marido a una señora y la hembra la mandó a fulminar y ropa, la tierra bajo sus uñas, sus ropajes rotos y manchados, y y me la ahogaron con una almohada aprovechando de que se un olor a cigarrillo penetrado en su ser. Los pequeños momentos enfermó. Me la asesinaron de 32 años; calientica, calientica, de lucidez de su vida los pasa en un pequeño cuarto de 3 x 3 me- me le sacaron las vísceras y quedó muertica mi mamá cuando tros que podría confundirse con “La Olla” de Cali pero con techo. yo tenía 15 años. Ya de ahí, yo estaba matriculada en las BeneAhí convive con su ropa sucia, un colchón roto que encontró en la dictinas, pero no pude seguir y me trajeron al Colegio Bennett calle, una silla, una mesa, las ollas y los recuerdos de un pasado de Cali, colegio bilingüe también y me vine a vivir a la casa de grato; además de la compañía de una docena de moscas revolo- nosotros, porque mi mamá me la dejó, era yo la única heredeteando y un aire pesado que es difícil respirar. ra, pero mi papá presentó la partida de matrimonio con la que se había casado y me la quitó; vendió la parte que le corresCUNA DE ORO pondía a él legalmente y me obligaron a comprarle o sino que tenía que cederle la firma, mejor dicho se aprovecharon de mí, Mi mamá viajaba a los Estados Unidos, tenía visa múltiple que yo tenía 18 años y el abogado mío se alió con mi papá y me para viajar por cinco años; ella entraba y salía cada seis me- robaron entre los dos, por eso pido limosna. Me sacaron y me amenazaron a un remate, me quitaron la casita, yo firmé y me dieron apenas un millón de pesos; ¡Hace como 35 años eso era plata!, entonces mi abuelita quedó viva y yo no quise vivir en un barrio pobre de Cali y me dijo mi abuelita: “pues vamos que mi familia es vijeña. Mis papás, mis hermanos y todos allá nos colaboran, vamos a vivir a Vijes”; entonces le compré una casita allá a mi abuelita. Nunca volví a ver a mi papá, hace 28 ó 30 años que no lo veo, no sé si vive o muere, pero parece que como que vive en los Llanos Orientales y tengo hermanos medios por parte de él y no los conozco; parece que está vivo. Soy hija única de matrimonio, pero por parte de mi papá parece que tengo hermanos.


Fotografía de Germán González


Mi primer desfile fue un concurso de diseñadores en Medellín, ganó mi diseñadora porque ¡Yo desfilé lindo una moda india, linda yo! un maquillado de ojos azules “así” que yo quedé linda, con un pelo… un traje de moda india en picos, con una cinta aquí ¡Yo modelé lindo! La condesa Nubia Brass era jurado de ese concurso, Tobby Setton, Gloria Valencia de Castaño y otro diseñador que no recuerdo cuál, dijeron “Patricia ganó, qué belleza de modelaje, la invitamos a Nueva York”, me dieron la dirección pa cuando quisiera ir. Siendo mi primer desfile triunfé ya como modelo, me llamaban de Pat Primo, Fabricatto, Celanese a filmar comerciales de televisión. Filmé como diez comerciales de televisión, unos fueron chocolate La Rosa; Caribú, en ese me ponían unos blue jeans y yo hacía que saltaba con una sombrilla y me filmaban; Yodora. LA PASARELA Un día me llamaron allá al apartamento de Bogotá y me dijeron: “¿Quiere modelar en ropa interior?” No quise; me llovían los conYo de rebeldía, que mi abuelita me tenía aburrida aquí, que tratos “así”. En Bogotá me codeaba con los famosos, Gloria Vame fiscalizaba las llamadas de los teléfonos de mis amigas, lencia de Castaño, Juan Pizano, Enrique Pizano, Carlos Nader, fui me alzaba el otro teléfono, la extensión, me oía las conver- amiga de todos ellos; me codeaba con Otto Greiffenstein, con saciones y me prohibía las vistas de mis amigos, yo le dije: Pacheco, el Gordo Benjumea, Consuelo Luzardo y todos los de la “bueno, yo me voy pa Bogotá a estudiar, allá yo sola, me voy televisión, me daban trago y me trataban de tú a tú en las fiesa pagar arriendo y me voy a graduar en el colegio de las Be- tas. Fui novia de Mauricio Rojas Moreno nieto de Rojas Pinilla, nedictinas”. Mi abuelita tenía plata pa mandarme la men- imagínese esa belleza pues que me apetecía. sualidad, pa los estudios y el arriendo, pa todo. Yo me gradué de quinto y sexto en el colegio del tercer puente de San Carlos En el modelaje duré dos años y fui azafata internacional de de todas las niñas millonarias de Bogotá. Avianca, conozco treinta países en el mundo, treinta no, póngale veinte. Europa, Norteamérica y Suramérica; era tripulanYo salí del colegio y dije: “yo me quiero quedar aquí”. Yo tenía un te del Jumbo 747, 707 y 727 de Avianca. Conozco todos los sitios novio millonario que me sacaba a las discotecas y los mejores más famosos del mundo. En Grecia conozco ciudad Acrópolis restaurantes elegantes de Bogotá, cada comida le costaba un ¿Usted ha oído hablar de ciudad Acrópolis? Estuve también en resto de plata. Yo dije: “¡no, esto me gustó, yo me quedo aquí!”. New York, Italia, Francia, Alemania, Inglaterra, Suramérica, todos los países de Suramérica los conozco. Un día iba viajando en la buseta, cuando un muchacho alto que conocí en la buseta, un diseñador de modas, me bajó, me dio la PERDIENDO LA CABEZA mano y me dijo: “Uyyy qué elegancia de niña, sinceramente usted sirve de modelo; la voy a contactar con Marlene Henríquez, Cuando me vine a pasar unas vacaciones con mi abuelita a la una de las mejores modelos del país. Ella tiene una academia casa que le compré, me enfermé de la cabeza. De la noche a de modelaje, que le enseña a modelar y la conecta con ofici- la mañana un dolor de cabeza que yo me reventaba contra las nas de moda y todo eso de agencias de publicidad”. Entonces paredes y gritaba del dolor. Entonces me tuvieron que llevar al estudié en la escuela de Marlene Henríquez, una de las mejores Hospital Psiquiátrico. Allá me “adicté” a la droga psiquiátrica modelos de Bogotá ¡Marlene Henríquez! La hermana de Judy de por vida; yo no me tomaba la droga o me la tomaba desorHenríquez y Max Henríquez, mi abuelita me pagó el curso. denadamente y sabe qué, cada vez que no me la tomaba, iba a parar al psiquiátrico. Tengo dieiciete entradas al Hospital Psiquiátrico de Cali. Yo estaba en la Universidad pero no pude seguir estudiando porque me dio la enfermedad. A los 22 años me diagnosticaron la enfermedad ¡Esquizofrenia! Uso droga de por vida para estos males; tengo el litio de la sangre deficiente, me tienen que aplicar mensualmente de por vida una inyección que se llama Piportil, porque el litio regula las funciones normales del cerebro, entonces me lo tienen que aplicar el litio. La E.P.S me cubre la inyección que vale $20.000 pesos. Mi familia a lo primero me acompañó en los hospitales psiquiátricos de aquí de Cali, me acompañaron primero y luego se olvidaron de mí, me hicieron a un lado por mi problema. La estadía en el hospital es grave, es mala la estadía, porque uno tiene alrededor a un poco de enfermos; uno grita una cosa, el


otro grita un poco de cosas, hace un poco de cosas y tiene que convivir con ellos hasta que digan que uno está bueno y puede llegar a la sociedad a vivir “socialmente normalmente”. Cuando estuve en Grecia... ¡Tengo marido griego y hablo griego! De allá de Grecia me deportaron por la enfermedad, duré seis meses sin tomar la droga y a los seis meses me revienta la enfermedad más horrible sinceramente; en el centro de la plaza de Omonia en Atenas, me bañé con ropa y todo y me cogió la policía secreta de Grecia. Se me habían vencido los papeles. Mi esposo no me apoyó porque habíamos tenido problemas. Él decía que yo había metido un man al apartamento de él y el man sí entró a mi apartamento, pero no hizo nada conmigo. Allá en Grecia son súpercelosos, allá matan a la mujer que se la juegue, la despedazan en pedacitos y todos no la pagan; los griegos son muy celosos. Me deportaron pa Colombia en un avión y ya en Bogotá me averiguaron en pantalla si tenía algún antecedente judicial; me demoraron tres días en una cárcel allá, porque yo llegué viernes y ni sábado ni domingo había servicio; entonces allá me tuvieron averiguándome los antecedentes míos y como no tenía ninguno me dieron libertad. Cuando me deportaron me recibió una tía rica que tengo en Bogotá. A mi esposo lo conocí cerca a la Plaza de Caicedo, lo conocí y le mentí que yo no tenía ninguna enfermedad y por allá me dio la enfermedad. La embarré porque sin la droga psiquiátrica de aquí de Colombia, ni pa que le digo; no coordino ni nada ni sostengo ninguna conversación.

En Santa Marta empecé con cocaína, después de que era modelo, ya después. Diga usted más o menos a los 28 años la probé y adquirí el vicio a los 30; voy a cumplir 51, veintiún años tengo de fumar vicio, o sea que yo me metí al vicio por adelgazar y me quedé. “El niño Dios lo ampare y lo favorezca de todo mal y peligro”. El vicio me quitó el hambre y me adelgacé, pero vea: “todavía estoy gorda, gorda todo el tiempo”. Porque sí como; preparo comida con la poquita y nada de plata que consigo, porque si no comiera no estaría aquí.

¡No se vaya a enojar, muchacho! Yo consumo marihuana, bazuco y trago; ah y cigarrillos también, aunque yo tomo pues del más barato “Chirrinchi”, tomo solita en una banca de vez en cuando, no tomo con nadie. Eso de la droga es un mal camino, muy mal camino, no se lo deseo a nadie probar eso sinceramente. Yo lo probé porque me dijeron que me adelgazaba, pero me quedé en Me tocó devolverme pa Vijes, llegué y mis amistades era con ese hijuemichica problema. Yo consumo bazuco o sino Sustagen los Mazorras, los Izquierdo, los Reyna, con Pacho Calle y todos y polvo de ladrillo, pero ya no están vendiendo eso, porque ha los ricos del pueblo. Me iba a bañar a los Pailones y andaba pa habido allanamientos. A veces duro 5 ó 10 días sin consumir ese arriba y pa abajo con los más millonarios de Vijes. La gente en vicio; aquí ya casi no lo venden, entonces prefiero comer. ese tiempo me tenía envidia y decían que tan orgullosa, que yo miraba “así” por encima del hombro. La gente se acuerda de DE ENTRE LAS RUINAS los pantalones de cuero que yo traía de Londres; linda la ropa mía, porque yo me fui con un poco de plata de la herencia de mi Yo trabajo haciendo traducciones de inglés a los niños de la esmamá para allá para Londres. cuela y del colegio. Aquí trabajo haciendo traducciones a nivel universitario, domino el inglés al derecho y al revés; el Francés Me trataban muy bien y eso era Patricia pa arriba, Patricia pa comme si comme ça y el griego también lo domino, pero el inabajo, y me trataban muy bien; no es como ahora que ¡Jum! me glés me defiendo al derecho y al revés porque estudie en colehacen “así” para un lado. Ahora algunas personas me apre- gios bilingües en Bogotá y en Cali. cian, pero otras me sacan de taquito por el problema. APRENDIENDO A VOLAR No pude volver a Bogotá a modelar porque yo me engordé cien kilos y caminaba “así” con las piernas abiertas. La droga psiquiátrica da mucha hambre, entonces me engordé la cara horrible, el pelo empezó a caérseme, cambié físicamente de cara y de todo, me volví fea así como soy ahora. Una muchacha que también metía me dijo que lo único que me adelgazaba era... Yo trotaba, tomaba agua tibia en ayunas, tomaba soda todo el día, pero me dijeron que lo que me adelgazaba era el vicio. Otros me dijeron “¡Mentiras, ve, no hay quien adelgace!” pero me dijeron que el vicio. Empecé a fumar vicio y me quitó el hambre y me adelgacé.


Fotografía de Germán González


Tengo un niño de 15 años y tuve ¡el esposo mío! que ya murió de una enfermedad gravísima en el cerebro. Murió y me dejó un niño que tiene 16 años ¡el hijo mío! Mi esposo lo conocí aquí en Vijes se llamaba Alfredo “Mancha”, él quemaba hornos; en la cal trabajaba; en la cal. Vivíamos en mi casita allá en Patio Bonito, por aquí por esta calle pa allá. Mi hijo está en segundo de bachillerato, es un buen estudiante sinceramente; él es muy lindo, muy juicioso, vive con los tíos por parte de papá. Mi familia rica, millonaria, le paga el estudio al niño, le regala los cuadernos así de grandes, la maletada de cuadernos pa que estudie. Él estudia en el colegio de aquí de Vijes, se llama Allen Guerrero Velasco, Allen con doble ele. Yo voy y lo veo todos los días, porque él nunca va donde yo vivo y le digo: “¿mijo, mijo qué necesita? si necesita pal recreo yo le doy los mil o dos mil pal recreo”.

lle pá que no tengamos problemas”. Yo llevo mi platico, mi vasito y me lo como allá afuerita y no aguanto hambre, porque mi dios no me desampara. En algunas partes me ponen problema y me dicen que me abra, que no visite los restaurantes de por ahí, que porque dicen que como yo lo fumo, tengo enfermedades contagiosas; que me abra del parche y eso me hace sentir mal, porque el desprecio es más duro que le den un golpe a usted, más duro que le den golpes en el cuerpo.

La gente me dice que no sé qué, ¡Que no le den! y eso es porque como yo pido. Me dicen un poco de cosas, me da rabia y toca mi ego, pero me dijeron que ya no, que por favor, que a la vagancia poco caso y que no me igualara a las personas. La gente me grita ¡tas—tas! y eso es pura ignorancia del pueblo, que desafortunadamente hay gente que no ha salido ni a Cali ni a Bogotá, entonces son ignorantes; me dicen así que porque me van a dar plomo y bala, por el hecho de que fumo. Yo no tengo A mi esposo le decían Alfredo “El mancha” y murió cuando ya miedo, porque vea como duermo yo aquí sin puertas, aquí me nos habíamos separado. Él murió de comer sobrado de ratas, pueden matar en mi colchón y quedan sanos los asesinos. cucarachas y hormigas, porque el dejaba la comida por ahí y se la comía, dizque se enfermó de una enfermedad irreversible Yo no soy agresiva, pero un día si agarré a un muchachito que por la contaminación de esos animales. me estaba molestando a patadas, que hasta mi Dios me castigó de pronto ¡uno no sabe!, pero de la rabia que me estaba Ahora vivo con el hermano de él ¡Jeje! Yo conocí a Alfredo y a gritando un poco de cosas y no me llevaron a la cárcel ni nada, este muchacho el hermano de él por donde yo vivía, entonces porque no me sapearon; pero yo sí le pegué al muchachito. Una Alfredo me tiró un piropo o algo y yo resulté viviendo con él, vez me robé cinco mil pesos y me llevaron al Buen Pastor y allá entonces yo le dije a mi tía Mariela que yo me iba a vivir con fumaba vicio. Estuve siete meses y es la única vez que he estaese muchacho y ella me dijo que si me iba con ese muchacho, do recluida; bueno, acá en el calabozo sí he estado varias veque me largara y que no volviera. ¡Jeje! Ella a veces me ayuda ces, pero ya no, porque yo he tenido un buen comportamiento. y ya se olvidó de ese problema, sino que nació un niño y todo. Viví como 15 ó 18 años con él y cuando murió pues este otro me “Yo viví como rica y me robaron, entonces no quisiera robar a conquistó. Mi cuñado, el hermano de mi marido, y pues ya llevo nadie. Pero cuando toca…” como 10 años con él. Mi niño ya se acostumbró y ya no me critica, ni se enoja, ni nada de nada, él acepta la realidad. El destino es el que es así, que tiene sorpresas. PUEBLO PEQUEÑO INFIERNO GRANDE Yo soy una persona que no despierta anomalías, yo no me meto con nadie ni nada; yo lo fumo en mi casa, en la calle no. Mí hijo me dice: “Mamá, deje eso” pero una cosa a otra es muy lejos del hecho. Yo hecho varios intentos y lo estoy haciendo, llevo varios días que ya no consumo ese vicio ¡Llevo muchos días! La gente no me da trabajo por la misma enfermedad, porque me han visto enferma, entonces no me dan trabajo. Pedir limosna en la calle es muy duro, porque si no lo maltratan, le mientan la madre y un poco de cosas, le dicen que vaya trabaje y hasta le pegan. A mí me han pegado varias veces, me golpean la cabeza; nadie nunca hace nada. Es duro pedir limosna en este mundo. Yo le pido es a los turistas, a los que no me conocen, a la gente del pueblo no, porque la gente de acá no me colabora en ese sentido; tal vez uno que otro, pero la mayoría no, más que todo los turistas. Los más duro son los días de semana, eso parte el alma, porque no me queda de otra que sentarme en una banca; los fines de semana son los buenos. Cuando no consigo nada voy a las casas a que me regalen con un bocadito de comida, algunos me dicen: “Tome Patricia el poquito de comida, se lo regalo, cómaselo allá afuera en la ca-


Por » Gladys Arboleda «

de Ébano

La Diosa

Diosa de Ébano en Colombia, menos mal, solo existe una, Joha- afán de parecer mayor, se ponía tacones medio altos para subir su na Rodríguez, y no porque a unos cuantos se les haya ocurrido estatura, y papel higiénico para rellenar lo que la naturaleza nunla idea sino porque su belleza afro descendiente así lo merece. ca habría de concederle –senos–. Tiempo después el noviazgo se acabaría cuando a la Diosa se la llevaron a vivir a Cali. “He sido bella desde que nací”. Johana fue hija única hasta los 6 años. Con el nacimiento de Alison, su hermana menor, todo cam- PAR DE TRES. El adversario se da cuenta de tus errores y te mata. bió: ya no era la niña de los ojos de papá: “El amor se lo brindaban a Alison y a mí me llenaban de cosas materiales” La vida En Cali, Johana tenía una prima que vivía cerca de su casa. de Johana es como un juego de parqués: varios participantes en Cuando iba de visita tenía que pasar por un callejón donde donde lo único que interesa es ganar al precio que sea, con la se encontraban muchachos fumando marihuana. “El olor a ayuda de un mecanismo que, aunque simple, es el que decide por marihuana como que me gustaba, como que no me gustaba, y me agarraba a pasar mucho, y era más chévere, ufff, la vida útil de cada uno de sus jugadores, los dados. uno como que se embobaba”. A la prima de Johana le gustaba PAR DE UNOS. Johana necesita el amor que le negó su padre. uno de los viciosos y la mandaba a llevar razones, pero a él le gustaba Johana y terminaron de novios, y a la prima le tocó A los 9 años Johana vivía en Jamundí, y tenía una prima de 14 resignarse con un amigo de él. Empezó todo clandestino. “Yo años que vivía en Robles (corregimiento de Jamundí, cruzado empecé con la morronguera y a dármelas de grandecita, y un únicamente por dos calles). La mayoría de su familia vivía allá 7 de diciembre nos fuimos los cuatro para un parque muy osy a Johana la dejaban ir a visitarla. En esa época, Johana, pese curo que se llamaba Santa Bárbara, y allá nos dábamos unos a sus pocos años, estaba muy desarrollada y parecía una mujer besos todos apasionados y andábamos cogidos de la mano”. mayor de edad. Cuando llegaba al ‘pueblo’ la gente decía que Ese día, mientras Johana la pasaba bien, su madre se enconnunca antes habían visto una niña tan bonita, y cuando se da- traba angustiada buscándola. Cuando la Diosa llegó se dio ban cuenta que era la hija de Sara la dejaban de molestar por- cuenta que había movido una ficha mal y tenía que tratar de que era tan solo una pequeña a la cual no habían visto crecer. mejorar la jugada siguiente si no quería perder antes de haber avanzado suficiente. En el televisor de su casa estaban En el pueblo Johana se la pasaba con una prima. Había un mucha- presentando la película Titanic, y se encontraba en el mocho que se llamaba Milton a quien no le importó que ella tuviera 9 mento en que el barco se estaba partiendo. Cuando llegó su y el 21, pues a esa edad cualquier cosa es cariño. Ese fue el primer madre Sara, le preguntó: novio de Johana, el primer acercamiento a lo que significaba ser grande o aparentar ser grande, pues esta Diosa de Ébano, en su –“¿A que horas llegaste?”. Y Johana, que no solo era Diosa sino también mentirosa, le contestó: –“Ufff hace rato”. –“¡¿Por dónde iba Titanic?!”— le preguntó Sara. –“No, todavía estaban hablando ahí las cosas normales”. –“¡Pajuda, si yo salí a buscarte y ellos ya estaban allí haciendo el amor!”– le dijo Sara. Ese día le dieron “rejo ventia’o”. No solo a Johana le fue mal por esos días. A Sara le tocaba aguantar los maltratos del papá de Johana todo el tiempo, hasta que un día se divorciaron por una hamburguesa. La noche estaba tranquila, todo guardaba normalidad hasta que


tocaron la puerta… era el padre de la Diosa que había traído Johana se dio cuenta de que se había puesto más bonita deshamburguesas para sus hijas y un perro para su esposa. Entre pués de haber estado con Diego. risas las dos niñas se comieron las hamburguesas y en medio del llanto la madre de Sara decía que se iba a divorciar porque La presión de la sociedad la agobiaba, los comentarios de su era la ultima vez que ese hombre le ponía una sola mano enci- belleza le llenaban el ego de una manera exorbitante, ser nema, todo porque Sara estaba llena y no quería comer. gra, era sinónimo de calentura y sabor, y para colmo de males ella poseía todo lo anterior. Cerca de cumplir sus trece años, OCHO. Empieza el ego hacer de las suyas. la Diosa de Ébano era una belleza ambulante y en muchos aspectos de su vida ingenua. Johana tenía tendencias a dejarse En la entrada de Jamundí se percibía una nueva vida, una nue- deslumbrar por la ropa de marca y los carros último modelo. En va historia que debería traer beneficios y alegría para todos. una de sus salidas pasó por un parque donde estaba situado un Llega Johana en el 2002 con su madre y su hermana cargada de “carrazo” muy lujoso, con un señor que la llamó y le preguntó ilusiones y desprovista de malos pensamientos. Su madre em- su teléfono; ella sin ninguna malicia se lo dio. Al cabo de unos pezaría a trabajar en la discoteca de un hermano, y a Johana días él la empezó a llamar para que salieran y ella accedía sólo le quedaría mucho tiempo libre para conocer su nuevo barrio. por montarse en un carro bonito. En una de tantas invitacioA los dos días de haber llegado se iniciaron las festividades de nes él le dijo que fueran a dar una ‘vueltica’ solamente a Villa un barrio vecino, Las ferias del Rosario. La Diosa de Ébano hizo Gorgona, tres horas de distancia; la Diosa se fue sin permiso de su arribo a las ferias a las 3 de la mañana, después de haber nadie y se divirtió al máximo. Llegó la noche. “Yo pensaba, en estado en una fiesta casera. Entró y la música se detuvo por su mi inocencia, que íbamos a dormir y no. Esa noche en lugar de belleza, belleza que ni ella misma sabía que poseía. “Allá esta- dormir me tocó que hacer y deshacer, el me obligó y yo no puse ba Felipe, John, Diego, todo el combo de Sachamate, y cuando resistencia porque el tenía escoltas y un arma en el cinturón”. me vieron todo el mundo se desnucó, el desnuque… ¡huy, no, Después de la tormenta no llegó la calma. A la Diosa la dejaron llegó Johana!, y al momentico me mandaron saludos por aquí en la entrada de Jamundí en medio de la carretera, muy lejos por más allá y bueno…”-. Johana tenía 12 años, y estaba “en su de su casa. Mientras tanto su familia no había podido dormir, punto”. Después de haber analizado las propuestas se quedó igual que ella, pero buscándola. con Diego, que pasaría a ser un novio de verdad, con el que se hacen cosas de grandes, y se experimentan nuevas emociones, SEIS. El que algo quiere algo le cuesta. más allá de un beso apasionado. Con Diego, Johana tendría su primera relación sexual y se le abriría el “apetito”. Aunque a Johana siguió con esa vida desenfrenada hasta que conoció el partir de aquí vendrían emociones tan cargadas que dañan el medio por el cual podía explotar su belleza al máximo, y dispensamiento más puro y el corazón más noble. En una ocasión Johana iba a salir con su novio y se lo quería presentar a una prima, la llamó y le dijo que asistieran. La fiesta estaba apenas iniciando y las luces de neón casi no dejaban ver los rostros de la gente. Diego, el novio de la Diosa no había llegado, pero cuando lo hizo: “Mira, llegó mi novio, y empezó el show porque Diego también era el novio de mi prima, y ella se sentía como la mujer más engañada y traicionada del mundo”. Johana, aunque siguió con él, no lo podía perdonar: “A mí me la hacen una vez y yo la cobro tres veces”. PAR DE CINCO. Sale a flote otra personalidad.


Fotomontaje de Alex Velasco

frutar de muchos ‘beneficios’: el modelaje. En el 2004 se ganó el reinado de la mejor cola en Jamundí, y ganó un concurso en Cali, Chica Comfenalco Verano 2005. En ese concurso, la Diosa de Ébano conoció infinidad de personas que serian cruciales de ahí en adelante. Se inscribió en ese mismo año en modelaje y ya no era la niña de barrio visitada por amiguitos en bicicleta, “los simpáticos y los no simpáticos”. No, ya la Diosa Johana quería subir su “nivel”, quería ropa de marca y andar en carros lujosos. “Era la época del colegio, y la que no vistiera bien ni llegará en una carro último modelo al colegio estaba tostada”.

res. Yo conocí a mi patrocinador cuando fui a Comfenalco, y me acostaba con él porque ese era el negocio, el me fogueaba y yo lo hacía feliz en la cama”. A Johana, la niña mujer que se convirtió en una belleza ambulante, modelo de vestidos de baño, modelo de la desnudez, no le hacía falta nada. “No solo el patrocinador te saca a conocer muchos lugares sino que también es tu patrocinador novio que te da lo que pidas y de lo que te antojes, para donde mires, pa’ ya te compra”.

De aventura en aventura, un día decidió que iba a viajar a Venezuela a visitar a unos familiares. Pero como el destino te alEl modelaje la atrapó en unas corrientes peligrosas. La Diosa canza donde sea, Johana conoció una amiga que era igual de de Ébano, que vivía en Jamundí, tenía la oportunidad de com- arriesgada, y con ansias de tener plata fácil. Se pusieron de partir pasarela con Adriana Riascos, La Señorita Valle, y Belki acuerdo y se fueron para una casa de citas en donde se acosArizala. “El modelaje es de mejores postores y de patrocinado- taban con muchos hombres. Allí, en la habitación a media luz, aguardaba esa belleza exuberante ser tomada por cualquiera que pagara bien, porque su belleza merecía mucha plata. “Llegaban uno tras otro. Un día, cuando salí de trabajar, el taxista que me llevaba, llegando a mi casa, me puso una pistola en la frente y me quitó un millón de bolívares, todo lo que había sudado teniendo relaciones hasta el otro día”. Cuando la Diosa de Ébano volvió a Colombia consiguió un patrocinador que la manejaba a ella, junto con una amiga que le decían “La Diabla”. “Éramos las re-prepagos de Cali, porque en Jamundí no había buenos postores, y además no podíamos dar papaya pa’ que hablaran de nosotras”. PAR DE CUATRO. Todo se salió de control.


A los 17 años, la Diosa de Ébano no había vivido lo que una niña de su edad vive. Y decidió aumentar el “voltaje” Incursionar en las “Grandes ligas”. A probar perico y a ahogarse en alcohol. “El perico no me dejaba sentir que estaba borracha”. En ese momento la Diosa de Ébano ya no sabía qué estaba haciendo con su vida. “En el tiempo de hacer y deshacer me ocurrieron muchas cosas y caí en depresión. Yo me preguntaba por qué era así, por qué hacía sufrir a la gente. Me acuerdo que en muchas ocasiones me encantaba llegar a las fiestas para que la gente se preocupara, para que las niñas empezaran a cuidar a sus novios. Yo le decía a mis amigos camina pa’ allá, pa’ que la gente se preocupe.” La Diosa de Ébano quería dejar su pasado atrás, quería dejar esa vida desordenada, y empezó a alejarse, pero la droga y el alcohol eran una necesitad hasta para dormir. “Cuando ya no quería depender más de los hombres se me acabó la plata, y no tenía para comprar droga, entonces me tocaba tomar hasta emborracharme para compensar la adicción”.

naron. Cogió unas tijeras y empecé a dañar toda la ropa que me habían dado los hombres, todos lo bolsos y los zapatos. Me enterré las tijeras en la mano, sin querer, me hacía daño”. En la vida de la Diosa ya nada tenía sentido. En su rostro se veía la tristeza al recordar que días antes le habían preguntado a su hermanita Alison qué quería ser cuando grande. “Respondió que quería ser como yo, que quería ser como su hermana; la más bonita del barrio, la más pretendida de todas”. La apariencia era clave en la vida de la Diosa de Ebano, por eso su hermanita no sabía de dónde salía la plata, de donde salía el dinero para pagarle el colegio privado. En el corazón de Johana había un vacío que nadie había podido llenar, un vacío que ella sabía que sólo lo podía llenar una persona. Su madre lloraba junto con ella, pues no sabía qué hacer ni a quién pedirle ayuda. Pero Johana tenía esa respuesta en su corazón. “Me acordé de Dios y supe que él era el único que podía restaurar mi vida. A las 18 años conocí de Jesús, y le confesé que siempre había tenido muchas relaciones, que me creía una rompecorazones y que allí estaba delante de él para que el En ese momento la diosa de Ébano era vulnerable a cualquier hiciera de mí lo que quisiera, para que restaurara mi vida poco a ataque o acusación. Su madre empezó a reprocharle su compor- poco. Ahora soy una mujer llena del Espíritu Santo”. tamiento y a decirle que no tomara tanto. “No te azarés, mamá, todo está bien”. Pero las cosas no estaban tan bien y en ese mo- PAR DE SIETE. Después de la tormenta, tarde que temprano, mento lo único que quería era acabar con su vida. En una de sus siempre llega la calma. tantas salidas nocturnas Johana llegó a su casa muy borracha; se cambió y tomó un carro para ir a la universidad hacer un exa- “Siempre fui la más bonita, la mejor, la más caliente, pero… La men parcial. “Cuando iba pasando por el puente de la Uribe, lo gente nunca se preguntó qué había detrás de tanta belleza, qué único que llegaba a mi mente era que no quería seguir con esta me tocaba hacer para mantener el nivel. La gente decía ‘tan bovida, que no quería vivir más, y me provocaba bajarme del bus y nita Johana’, pero, detrás de mí, la gente nunca se imagina”. tirarme, pero había mucha gente y no”. La Diosa de Ébano para ese entonces ya había caído en una depresión profunda y al llegar a la universidad “Decidí, en efecto, que no quería seguir viviendo. Entré a la enfermería y me tomé un vaso lleno de alcohol con muchísimas pastillas de toda clase. El enfermero cuando entró y vio el alcohol tirado me intentó meter los dedos para que devolviera. Yo le mordía los dedos para que no me hiciera trasbocar, y me ponía la mano en la boca para que mi cuerpo no rechazara el veneno”. La Diosa no podía seguir ocultando sus problemas, y esa tarde fue remitida a un centro siquiátrico, al cual acudió su madre y se hizo responsable por lo que le pudiera suceder de allí en adelante. La orden del médico era estricta, había que mantenerla sedada de ocho de la mañana a ocho de la noche y de ocho de la noche a ocho de la mañana, y así sucesivamente. Este sistema duró por mucho tiempo hasta que un día Sara, la madre de la Diosa, decidió no darle las pastas, por recomendación de una hermana. “Ese día mis impulsos me traicio-


Las Carnicerías

del Amor:

Por » Vivian Escrucería «

¿Cuánto vale media libra de dignidad? “Hay momentos, en la vida, en Los que callar se convierte en Culpa y hablar en una Obligación. Un deber civil, Un desafío moral, un imperativo Categórico del que uno no se Puede evadir.” Oriana Fallaci “Eran como las tres de la tarde, creo, porque todavía no se comenzaba a nublar el cielo” – recordó Carolina apoyando la barbilla sobre la mano derecha y mirando hacia el suelo como

si buscara en medio de la refinada cerámica del consultorio la excusa que no tuvo entonces. Guardó silencio por un minuto, luego descruzó la pierna, corrió suavemente la silla donde estaba sentada en dirección al frente y prosiguió: “eso creo por la luz que entraba… ¿la verdad?, ni sé…la ventana era muy pequeña.” Estaba muy nerviosa, motivo por el cual su mente no retuvo ningún rostro, para ella sólo era un grupo de sombras que emergieron de la nada y se cuchicheaban sabría Dios qué mientras se movían de un lado a otro. Una voz femenina le pidió secamente que se desvistiera de la cintura para abajo y posteriormente la condujo sobre una camilla hasta una habitación bastante similar a un gran cuarto de baño, carente de lavamanos e inodoro, con una pequeña ducha al fondo sin cortina ni puerta. Los murmullos continuaban y ella en vano trataba de interpretarlos, se desesperaba cuando repentinamente no escuchaba nada, y por extraño que parezca, aquel sonido particular que semejaba a una jauría de moscas husmeando en algún basurero le resultaba más tranquilizador que el silencio, que en ese momento jugaba el papel de un juez inquisidor y desalmado que la obligaba a enfrentarse con sus cavilaciones en una batalla sin tregua. Al lado de la camilla se erguía una pequeña mesa de madera sin mantel donde se exhibían algunos utensilios metálicos cuyo nombre y utilidad Carolina desconocía. “Alcancé a distinguir un espéculo y unas bandejas grandes, de esas metálicas, como las que ponen en las vitrinas de las carnicerías para mostrar la carne…el resto no tengo ni idea de qué era.”


Fotografía de Ricardo Cruz

Pasado un rato, un hombre grueso, de mediana estatura, vestido con una bata blanca y cubierto con un tapabocas cruzó el umbral de la puerta y le susurró algo a la mujer que la había conducido en la camilla hasta allí. “No alcancé a escuchar lo que le decía, sólo escuchaba el ruido que él hacía mientras trajinaba con los utensilios de la mesita. Luego se acercó y me abrió las piernas de lado a lado sin decirme nada. Cerré los ojos un momentico, pero ahí mismo los volví a abrir cuando escuché los pasos de la muchacha que se acercaba con las bandejas. Ella me tocó el hombro pasitico y me dijo: ‘No te preocupes, relájate, sólo vas a sentir un coliquito como el del periodo…’

portable, entonces la muchacha me tapó la boca con la mano y empecé a llorar, me acuerdo que mis lágrimas se resbalaban por las manos de ella y ella era ahí parada sosteniéndome la boca como si nada, ahora creo que seguro era porque ya estaba acostumbrada a eso, pero en ese momento no lo entendí… era una niña y tenía miedo”. Trató de cerrar los ojos nuevamente, pero el panorama fue mucho más desalentador, puesto que no podía conocer lo que ocurría y ello la inquietaba demasiado. “De pronto sentí como un agua tibia que me corría por los muslos y cuando volteé a mirar hacia mi derecha, vi que las bandejas se estaban llenando de sangre y de unos coágulos vinotintos como pedazos de hígados de pollo, había también Apretó los labios fuertemente, y con los pocos bríos que le como unas larvas que se desprendían de los pedazos...” En ese quedaban se aferró de los lados laterales del armazón donde momento sí apretó los ojos aterrada, convencida por demás, se encontraba tendida, al percatarse del frio producido por el de que por mucho que imaginara lo que su cerebro supusieespéculo que irrumpía en su cuerpo. –Relájese – volvió a decir la chica con voz aguda. “Pensé que la incomodidad del espéculo era lo único que sentiría durante el procedimiento pero no fue así, en ese momento sentí algo punzante, como una aguja y enseguida mucho dolor, algo que me hurgaba por dentro y me lastimaba, como una aspiradora, no sé…algo así, que me halaba por dentro, que… no sé, dolía demasiado . Grité, pero mi gritó no se escuchó porque el hombre que hacía el procedimiento gritó más fuerte y me ordenó que me callara, también dijo que se suponía que yo no había gritado así a la hora de hacer el muchachito, que no fuera cobarde y que me aguantara para que quedara lista para el otro…pero yo seguía gritando porque el dolor era algo inso-


Fotografía de Ricardo Cruz

se nunca sería tan atroz como la imagen que acababa de ver y erguían soberbias sobre las calles como silentes testigos de la que no se borraría de su memoria por el resto de su existencia. opulencia que alguna vez caracterizó a esa reconocida zona de la capital colombiana. Ahí estaba ubicada, pasando desaperRecordó las palabras de la chica: ‘es sólo un coliquito…’. Pero en cibida, sin letreros, sin indicios de lo que ocurría adentro, donese lapso de tiempo lo que experimentaba Carolina estaba bas- de no habían consultorios pero sí ‘médicos’ y ‘enfermeras’ que tante lejos de un simple cólico menstrual: se sentía maltrata- no exhibían título alguno que los identificara como tales, tan da, ultrajada y con el útero hecho añicos, como su conciencia, o lúgubres como la morada que les cobijaba y tan desconocidos tal vez como el producto de su efervescencia momentánea que como las vidas mismas que se encargaban de extinguir. ahora se desvanecía entre aquella combinación viscosa y sanguinolenta que simultáneamente a sus pensamientos debía de De la existencia de aquel cuchitril se enteró por una vecina a la estarse escurriendo por un sifón cualquiera de ese deplorable si- que alguna vez se lo escuchó mentar en medio de una conversatio. Dejó la mente en blanco a propósito, para evitar interven- ción muy íntima con su madre, pero al dirigirse hasta la estación ciones inoportunas de la sensatez o del sentir moral que tanto le del Transmilenio, de vuelta a su casa, se percató de que ese no habían inculcado en su casa, y que ahora le punzaba el corazón era el único sitio de esa clase que operaba en el barrio. A meditanto como minutos atrás algún utensilio de los de la mesita le da que avanzaba por cada cuadra –lentamente, a la velocidad había lastimado el interior de la vagina. que el dolor en el bajo vientre le permitía– descubría el lucrativo mundo que se tejía en torno al dilema de dar la vida o de negarLa chica de las bandejas entró nuevamente con una toalla sa- la. “Había casi dos cuadras llenas de casas con todo tipo de lenitaria en la mano y se la pasó mientras le decía que ya debía treros haciendo referencia al cuidado de la salud sexual y reproirse. Carolina, aún muy adolorida argumentó que apenas si po- ductiva que en verdad eran sitios de esos. Yo me di cuenta porque día caminar, a lo que su interlocutora hizo caso omiso repitién- de uno y otro salían hombres y mujeres que, al mejor estilo de los dole que debía irse y explicándole brevemente que había más vendedores de ropa del centro, le decían a uno cosas ofreciendo ‘pacientes’ esperando, que si quería y tenía con qué pagar, le sus servicios: que si tiene un ‘retraso’, que si necesita la ‘Citollamaba un taxi, y que no se preocupara, que si sangraba era tec’ (pastilla formulada bajo prescripción médica para deshanormal, que si tenía dolores era normal, y que si no los aguan- cer tumores cancerígenos que en estos lugares es utilizada como taba se tomara dos pastas de ibuprofeno. método abortivo y distribuida sin ningún tipo de conciencia sobre sus efectos secundarios.) , que cuánto tiene, que le podemos Salió del lugar no sin antes darle el último vistazo a esa ca- hacer un descuentico…eso parecía una plaza de mercado.” sona gigante y añosa que calaba a la perfección entre las demás edificaciones del sector, antiguas construcciones que se Precisamente en medio de ese mercado persa, de ese circo inescrupuloso y servil donde un título de médico –verdadero o no– tiene más valor que la vida humana, se encontraba Carolina, que no pudo evitar sentirse asqueada al considerarse parte de todo aquello. Mareada por aquel espejo que refleja el ‘honorable’ entorno donde se recrea llena de falsas condescendencias la sociedad colombiana. Es realmente exasperante la indulgencia con que funciona esta simbiosis entre los que predican el bien y los que hacen el mal. En medio de este mar de contrastes se cuentan estas quiméricas IPS con sus carniceros oficiando de médicos y operando descaradamente al lado de las sedes políticas de aquellos señores que desde su podio se dirigen al pueblo en saco y corbata, con sus peroratas y sus frases demagógicas, con su dedo índice empinado y la voz en cuello asegurando que la vida es un dere-


cho inviolable; están también los estudiantes de las instituciones aledañas, que adornan los inmaculados parques en parejas y se recitan poemas al oído para luego de unas cuantas semanas acudir a dichas cloacas a purgar el resultado del fulgor que produjeron los versos de Neruda; ocasión que aprovechan y no dejan pasar los comerciantes callejeros que indiscriminadamente distribuyen medicinas adulteradas para curar los estragos de la pasión, y por supuesto, los comisionistas, que rondan como aves de carroña presentándose oportunamente como redentores ante la desgracia ajena. Es en las sucias manos de estas personas – si es que se le puede llamar persona, hombre o mujer a quien se beneficia de este tipo de negocio– donde al año se abandonan cientos de mujeres, y son justamente esas mujeres a las que la negligencia del Estado les cierra las puertas irrespetuosamente, y digo irrespetuosamente, porque independientemente de la legalización o no del aborto, las que se desangran en clínicas clandestinas sin que dicho ente se decida a ejercer autoridad y control alguno, también son vidas. Como la mayoría de las jovencitas que asumen esa decisión, Carolina no contaba con el respaldo de su familia ni de su pareja – a quien no le dijo nada por temor a que frustrara sus planes–, tampoco de sus amigas, que según pensaba no la apoyarían porque ninguna había pasado por una situación similar, y si les ocurrió alguna vez, se lo callaron con aquel silencio vergonzoso que traen consigo este tipo de secretos, con el pudor que impide comentar un tema tabú, con el miedo de ser tildadas de criminales por una sociedad doble moral y cínica que sólo abre los ojos a la hora de condenar las equivocaciones ajenas. Por un momento estuvo tentada a salir corriendo, a tomar el autobús de regreso a su casa, a reunir a su familia y encararlos con el mal sabor de una noticia que desaprobarían, pero al imaginar la reacción de sus padres al escucharla, desistió de la idea tajantemente. “Al fin y al cabo ya estaba allí”, pensó con una inyección de valentía que sólo el miedo puede atizar de manera tan determinada. “El sangrado me duró casi veinte días, pero después se me quitó con un remedio casero que me hizo una vecina. Todos pensaron que era un descontrol del periodo porque estaba muy niña, pero yo no quise dejar que me llevaran al médico para que no se dieran cuenta.” Agrega con una mueca de resignación mientras juega con el símbolo de compromiso eterno que ostenta orgullosa en el dedo anular. Sí, ahora, cuatro años después, Carolina es una mujer casada y a punto de culminar su carrera como in-

geniera topográfica. Una mujer que ignora que el lugar donde se practicó ese aborto tiempo atrás, ya no opera en la misma zona debido a la muerte de tres adolescentes, que como ella en ese entonces, fueron a purgar sus pecados de amor. Tal vez poco le importaría si lo supiera, y quizá respondería como mucha gente: ‘Lo importante es que yo estoy viva’, porque la mayoría de los seres humanos evadimos lo que nos molesta, desechamos lo que no queremos ver y nos escudamos con gran habilidad en el ‘eso– nunca– me– pasará– a –mi’ para no tener que enfrentarnos a una realidad que nos disgusta. Cuesta creer que para algunas personas la vida sea una creación divina, algo sagrado, un derecho ‘inviolable’; mientras que para otros, ni siquiera sea vida lo que puede escurrirse por las grietas de una cañería cualquiera; pero lo que más duele creer es que para los más ruines de los otros, la vida sea sólo la parte que menos importa dentro de un lucrativo negocio de sangre, dolor y muerte, de heridas mal cicatrizadas en el alma y en el útero. Hoy Carolina acaba de entenderlo así, pues sentada en la sala de espera del consultorio de uno de los ginecólogos más reconocidos de la capital, éste le ha notificado que debido a un procedimiento quirúrgico mal realizado en el pasado los hijos que soñaba con darle a su esposo no vendrán, pues ya no se cuenta entre el porcentaje mundial de mujeres fértiles.


Por » Diana Sofía Chacón «

La Primera

Empapelada

Reina el silencio. Después de más de cinco horas al ritmo de la electrónica es necesario dejar de ver sus notas y de escuchar sus colores. Son las tres de la mañana y Carolina acaba de vivir su primera empapelada.

pega ni un momento. En el ambiente se respira sicodelia, alucinación. Para Carolina algunos actos son extraños, pero ella venía prevenida por su tutor. Un grupo en la esquina donde están las hamacas no para de reír. No hablan, solo ríen.

Como todos los sábados, Luis Ángel no podía quedarse sin parche. Una llamada y asunto solucionado. En la “Hacienda Belén”, estaban sus amigos esperándolo para que fuera a tocar. A las 9 de la noche, salió rumbo a la hacienda situada en las afueras de la ciudad de Palmira. Su dueño, el hijo de un famoso vendedor de finca raíz en la ciudad. No iba solo. Sus anécdotas, como sacadas de un cuento fantástico, tenían a Carolina curiosa; ella quería que los colores se difuminaran y ver salir el arco iris en plena noche junto a las estrellas. Luis Ángel la aconsejaba. Debía relajarse y bajar la ansiedad, sino podría ser un mal viaje.

Ángel, como es llamado en este ámbito, realiza una pequeña introducción y se sube en una tarima improvisada en donde, quizás, alguna vez existió una sala de recibo para los visitantes a la suntuosa finca. Cambio de Dj. Carolina observa de lejos la destreza con la que su compañero se desenvuelve en la consola, parece que estuviera en otro mundo. El dueño de casa le ofrece LSD como si fuera un trago de ron. Lo hace con todos. Al ver su negativa, le ofrece marihuana. —Pruebe muñeca, es cripa. Si es que le pega es a lo natural.

Carolina se sigue negando, quiere que su primera vez sea con ÁnDespués de escuchar grillos y zumbidos en la carretera llegaron gel. Al frente en la cancha observa dos chicos que no paran de a la entrada de la finca. Decenas de jóvenes se movían al com- correr. Caen y se levantan. La risa imparable les mengua las fuerpás de la electrónica. Llega Luis Ángel. Carolina no se le des- zas. Luis le había contado días antes que el LSD daba poderes. —Si vos querés y crees que te podés teletransportar lo hacés. Sólo es que lo querás. Vos estas en un lado y sentís que llegás al otro en un segundo, pero obvio vos vas caminando o corriendo, sólo que todo empapelado no te das cuenta del proceso ni te acordás que corriste. Simplemente sentís que vas de un lado a otro inexplicablemente. La música sigue sonando. Nunca para. Ángel ya se ve como si estuviera flotando, Carolina no duda de que ya esté bajo los efectos del LSD. Su mirada distante y sus actos reflejan un control total del ácido sobre él. Le hace señas invitándolo a bajar. No se ha tomado ni un aguardiente, le da miedo mezclar sustancias. Ha escuchado mucho acerca de las mixtura entre drogas y alcohol. Son ya las 12:30 a.m. Luis ha parado de to-


car. Ya ha deleitado suficiente a los pelados que ven su música. Carolina dice que quiere ya, se está haciendo tarde. Luis corta a la mitad el papel secante que contiene el ácido – cree que es mejor suave la primera vez–. Advierte de nuevo a su aprendiz que debe relajarse para poder ver toda la película.

Carolina insistía. Se acostó en el pasto y miró el cielo. Estaba estrellado, como casi siempre en Palmira. Se reía y su cara se tornaba tierna. Ángel no le creía, pensaba que todo lo estaba induciendo, y que quería vivir todo lo que él le había contado. No demoraba en ir a hablar con el árbol, pensaba él.

(…)

(…)

Carolina parece estar en un cuarto de espejos. No se ha movido Dos horas y el ácido seguía actuando en el cuerpo de la chica. de su silla, su cuerpo está mareado. Ella lo obligaba a actuar. Se puede entablar una conversación normal bajo sus efectos, no siempre estás alucinando. El es—Marica, esto es una chimba. Veo todo como vos me lo decías, tado alterado de la mente es increíble pero uno lo puede mao será que me lo estoy imaginando porque quiero que sea así…. nejar. (Todas afirmaciones de Ángel). La pelada lo que estaba era disfrutando de la experiencia, no quería desaprovechar ni Una risa estrepitosa que brota de su garganta no deja que siga una gota, y si el LSD no la pone a alucinar, ella lo hacia por él. hablando. Sus pupilas están dilatadas, y su piel, como de ga- Obvio, el ácido tenía gran responsabilidad en su desinhibición. llina. Se ríe de todo. De pronto se queda mirando fijamente sus Carolina no paraba de ver muchos colores, unos se difuminapies, los mueve alternando uno con otro. Descubre que le ha sa- ban con otros, de la boca de Luis salían colores bonitos–raros lido un tercer pie. Intenta pararse, pero se cae. En el suelo, vuel- pero bonitos— cada vez que hablaba. ve la mirada fija, se centra en el pasto. Quiere escribir. Le pide a Ángel hojas y papel. Siempre fue una escritora frustrada. Sus Las tres de la mañana y Ángel había quedado de llevar a Capapás la obligaron estudiar alguna ingeniería, y desde que Luis rolina a su casa a las tres y media. Se despide como todo un le contó que el LSD le había ayudado a componer sus mejores artista. Lo invitan a que toque el próximo sábado. Se suben al melodías, ella quería ser la Edgar Allan Poe de su época. Olvida- auto que los llevará a casa. Carolina sigue con la mirada perdiba que el mismo Ángel le había dicho que eso era casi imposible. da. Mira a través de la ventana. Sonríe como para ella misma. —Parce, con el LSD todo se te mueve, ¿cómo vas a escribir así? Ahí sí le tocó, llamar a la musa o volver a nacer para que sea una buena escritora.

Fotomontaje de Alex Velasco


Por » Santiago Blandón Escobar «

Rodrigo Fiscal Prólogo

—¡Pum! “Por la cicla que me robaste, gonorrea” –¡Pum! “Por mi hermano, que en paz descanse, pirobo” Tal vez aquellos niños desorientados no compren dulces, más –¡Pum! “Porque me caíste mal, por eso, hijueputa” bien compran marihuana. Después de todo, se les antoja más atractiva que cualquier golosina. Su inocencia se ha perverti- Pero, en realidad, existe un retazo de esperanza tras aquellas do por la pobreza absoluta. El cuero cálido de la pelota fue re- mentes desamparadas: el olor del plomo y la resonancia de las emplazado por el hierro helado del revólver. Quizá tras sus pies balas son opacados por los gritos de gol y la magia de un balón desnudos, ojos taciturnos y piel ambarina sólo existen las es- gastado por el trajinar de tantos partidos. cenas de muerte y desolación que se viven día a día en las calles polvorientas de El Troncal. Rodrigo Fiscal Su noción de justicia es muy distinta a la de los demás habi- Rodrigo Fiscal cumple su mayoría de edad el 22 de Febrero del tantes: entre ellos impera el “sálvese quien pueda”. No le te- año entrante. Es uno de los personajes más populares del bamen a la policía. A sus colegas, en cambio, si les temen. Des- rrio El Troncal. Anteriormente, cuando jugaba en El Fumeiro, le pués de todo, a ellos hay que pagarles de contado: debía su fama al fútbol. En la actualidad, es reconocido como uno de los capos de “El Cartel”, la segunda banda juvenil más importante de Cali. Según dice, el fútbol hace parte de su pasado, lo que se viene ahora es tropel. Infancia Mi tío Jorman fue el primero que me motivó a jugar futbol. Yo tenía cuatro años. Él me regaló una camiseta del América y me pidió que alentara al equipo. En ese tiempo a mí no me gustaba ver jugar esa vaina, pero mi tío me enseñó a gritar los goles de la “mechita” y a putear a los hinchas del Cali. Entonces yo andaba por toda la casa puteando a todo el mundo porque los únicos americanos de la familia éramos mi abuelo Ramón, mi tío Jorman y yo. Cuando cumplí los seis años, Jor-


Fotomontaje de Alex Velasco

man me regaló un balón lo más de bonito. Me dijo que lo único que tenía que hacer en la vida, aparte de hacerle barra al América, era jugar fútbol.

Adolescencia

Cachetes, El Muelón y Vilarete, reconocidos en el barrio por su adicción a las drogas, son grandes amigos de Don Álvaro, el padre Yo me tomé muy a pecho las palabras de mi tío: jugaba des- de Fiscal. Sin embargo, el pequeño Rodrigo nunca sospechó que de las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde y como mi su progenitor consumía marihuana, hasta el día que lo descubrió. mamá trabajaba todo el día y mi cucho no me decía ni mierda, entonces yo podía jugar todo lo que quisiera. Cursaba el grado séptimo en un colegio del barrio Las Américas: Institución Educativa Rafael Uribe Uribe. Ese día la proAsí fue como mis primos y yo aprendimos a tocar cuero, porque fesora de matemáticas, María Isabel, pescó un resfriado y — ellos también eran bien aficionados. No es de extrañar que la para el grupo de Rodrigo— las clases terminaron a las diez de pelota se nos dañara en un dos por tres y empezamos a jugar la mañana, es decir, dos horas antes de lo previsto. Rodrigo no con naranjas, medias o pelotas de papel. Claro que la mayo- encontró a nadie en su casa y decidió buscar a su padre. Don ría de veces encontrábamos pelaos en el parque Infantil y ellos Álvaro pudo ver que su hijo se acercaba e intentó esconder la nos prestaban su balón. No por buena gente, sino porque no- evidencia, pero era demasiado tarde. sotros los amenazábamos con pincharles ese bofe si no nos lo prestaban y ellos decían que todo bien, que lo cogiéramos pero que no lo fuéramos a pinchar y nosotros les respondíamos que todo bien, que no pasaba nada. Entonces jugábamos golpata, metegol, bobito, futboltenis, campeonatos y cuando había bastante gente armábamos el picado y apostábamos un “guacal de cítricas”. Cuando cumplí los nueve años ya era un monstruo para jugar esa vaina. Tiraba galletas, sombreritos, ochitos, tacos y de vez en cuando me salía una bicicleta. Claro que todas esas jugadas yo las pagaba con sangre. Porque cada que le pintaba la cara a un rival, él me levantaba. Y yo, que siempre he sido así de langaruto como usted me ve ahora, caía en el cemento como un bulto ‘e mierda. De todas maneras yo amaba el fútbol y lo recuerdo como lo mejor de mi infancia.


Ese fue un golpe duro para el muchacho, quien hasta entonces Sus primos, Ángelo y Gabriel, se enviciaron a los nueve y once escuchaba atentamente los consejos de su progenitor. Sin em- años respectivamente. Ante este panorama, es de suponer que bargo, trató de olvidar aquel incidente y, para ello, contó con Rodrigo se demoró en ceder a la tentación de las drogas, cuanel apoyo de su novia. do empezó a consumir marihuana a la edad de catorce años. Se llama Laura y estudiaba en los Ángeles del Norte. Para conquistarla, Rodrigo le escribió un poema en donde comparaba el brillo de sus ojos con el de las lucecitas en navidad; el dulce sabor de sus labios, con el de los pasteles que vendían en la panadería; y la belleza de su cara, con la del balón de fútbol, cuando está a punto de tocar la red. Quién podría resistirse a tal extremo de sinceridad. Conscientes de la mala fama de Don Álvaro, los padres de Laura no admitieron la relación y, durante mucho tiempo, la pareja se vio a escondidas.

Actualidad Cuando me llamaron era la 1:30 de la madrugada. Yo estaba enrumbado en donde Iber, con “Soplóscar”, el “Negro” Estiven y los muchachos de Calle Caliente. Entonces me empezó a timbrar el celular. “Uy, qué horror que la hembrita lo llame a uno a estas horas”, comentó “Soplóscar”, que estaba encintado con la marihuana, como siempre. Me aparté unos cuantos metros del lugar y saqué el teléfono de mi bolsillo. En la pantalla aparecía el nombre de Pachito.

Fotomontaje de Alex Velasco

—Hablalo, viejo Pacho, cómo lo tratan esos culos ¿bien?— le Ante la ausencia de su tío Jorman, quien murió un par de años dije a Pacho mientras los muchachos cantaban a coro una atrás, y la decepción que sentía por su padre, Laura se convir- canción de Héctor Lavoe. –Parcerito, cómo le parece que… tió en el único apoyo de Rodrigo. Claro que para él era suficiente: linda, decente, confiable… qué más podía pedir. Apenas escuché su voz me preocupé. Hablaba entrecortado, como si estuviera llorando. –Cómo le parece que qué, hable ráDice el refrán que “entre cielo y tierra no hay nada oculto”, y, pido parcerito que me está preocupando. —Lo que pasa Fiscal es para desgracia de Fiscal, aquella relación clandestina no fue que… los sopletes del Parque del Perro apuñalaron a Trapito y… la excepción. Cuando Don Martín y Doña Silvia se enteraron de aquel secreto, decidieron inscribir a Laura en un colegio de — ¡Cómo así, muchos hijueputas!, y usted cómo va a dejar que los Estados Unidos y Rodrigo no la volvió a ver jamás. Furioso, hagan de las suyas, ¡inútil! exaltado por la pérdida de su amada, Rodrigo buscó consuelo en los medios que más se le facilitaban: el fútbol y la droga. Nunca le había gritado a Pacho de esa manera, lo que pasa es que estaba puto con lo que le hicieron a Trapito. Cómo sería la


Fotomontaje de Alex Velasco

rabia, hermano, que hasta se me quitó la traba, la borrachera, todo. Entonces le pedí la moto prestada a “Soplóscar”, me encaleté el arma y emprendí la búsqueda de esos pirobos, que ya debían oler a muerto. Estaba a punto de llegar al Parque del Perro cuando escuché unos disparos, y adivine qué es lo primero que veo: pues el cuatro puertas del “Calvo”, imagínese. Ahí sí me puse nervioso: usted sabe cómo es el “Calvo”, ese tipo iba a acabar hasta con el tendido de la perra. Por eso fue que yo me pisé. Al otro día, después de tirarme un sueño, averigüé todo el asunto. Según parece, el “Calvo” estaba de buen humor y sólo acribilló a dos pelaos. Pero relájese, que yo me encargo de los demás. Por su parte, Trapito sigue vivito y coleando o, como dice el “Negro” Estiven, vivito y culiando. Pero sabe qué, Paisita, cómpreme un pan que tanto contar historias ya me abrió el apetito. GLOSARIO –Hembra. (Del lat. Femina) Animal del sexo femenino.||2. En la jerga callejera, sinónimo de mujer, culo, peluche, bebé o novia. –Culo. (Del lat. Culus). Conjunto de las dos nalgas, zona carnosa que rodea el ano.||2. En la jerga callejera, sinónimo de mujer, hembra, peluche, bebé o novia. –Parcerito. (Diminutivo de parcero). En la jerga callejera, sinónimo de amigo, socio, llave, hermano o compa. –Soplete. (Del lat. Soplo). Canuto de boj por donde se hincha de aire la gaita gallega.||2. En la jerga callejera, sinónimo de drogadicto, chirrete o marihuanero.

–Puto. (De puta). Como calificación denigratoria. Me quedé en la puta calle. En la jerga callejera, sinónimo de enojado, molesto o irritado. –Traba. (Del latín trabis). Acción y efecto de trabar (|| triscar). ||2. En la jerga callejera, estado de alucinación producido por el uso de las drogas. –Pirobo. (Sustantivo). En la jerga callejera, insulto. Ser repugnante, malo o de poca importancia. Sinónimo de basura o escoria. –Pisarse. (Verbo). En la jerga callejera, sinónimo de escaparse, fugarse o irse –Culiar. (Verbo).En la jerga callejera, sostener una relación sexual. Sinónimo de pichar, comer, penetrar o hacer el amor.


Tedus

Por » Natalia Quintero «

Son las nueve de la mañana de un día caluroso como es cos- pensamiento o tenemos poca fuerza de voluntad. Entonces la tumbre en esta Cali del eterno verano. En un shut de basura se droga influye mucho en eso.” halla un hombre inmerso entre los montones de desechos orgánicos, plásticos, escombros, moscas, olores, calor, astillas, —¿Por qué llegaste a esta situación de vivir en la calle? vidrios, objetos indescifrables. —“Llegué a este extremo de vida porque, de pronto me gustó Tedus, un hombre de treinta años, deja atrás el montón de ba- todo lo molido, todo lo fácil. Primero uno comienza con el robo. sura que parecía tragárselo entero. Avanza con un paso lento y A robar la gente. A coger de quieto. La plata fácil.” cojo. Después de caminar unos segundos nos sentamos en una banca, en medio de un parque polvoriento que sólo nos alber- —Pero antes de robar ya consumías drogas. gaba a los dos. Charlamos sobre vicisitudes de la vida. A él le —“Sí, comencé a consumir a los diecisiete años y pues siempareció tan fácil, tan natural… pre a uno le gusta experimentar cosas nuevas. Comencé con la marihuana después con el perico, pepas y terminé en el vicio —¿De dónde surge tu sobrenombre (Tedus)? del basuco, el crack. Entonces, como te digo, todo lo quería —“Tedus es porque yo tenía el vicio de decir ¿quién usted, te- fácil. Allí. Y como es un vicio muy adictivo uno tiene que estar dus?, si me entendés, es usted pero al revés.” en constante consumo.” —¿Cómo era tu vida antes de llegar a la calle?

—¿Cómo comienzas a sostener tu necesidad de consumir?

—“Con papá, mamá. Yo vivía solo con ellos dos. Mi hermano es ‘harina de otro costal’, él se fue con la mujer desde muy temprano. Yo viví en mi casa más de 20 años. Entonces yo vivía con todo lo que uno requiere en la vida.”

—“Después de que te pasa algo, como a mí me pasó, que hubo un tiempo en que robaba mucho y me gané dos tiros. Estaba robando por la parte de Villa del Lago. Robé a una señora, le quite como doscientos mil pesos. Entonces el señor, me parece que era el marido, me alcanzó a ver, o sea, ‘di papaya’ y entonces me alcanzó, se me agregó la gente y dos tiros me gané. Bueno de ahí pa’ allá vos sabes que uno la piensa pa robar. Con dos tiros uno ya la piensa pa’ robar…entonces para tener plata uno ya comienza a botar escombro, a humillársele a la gente, a pedirle

—¿Qué factores te condujeron al mundo del consumo? —“El origen es que uno cree que va a dominar el vicio, pero mentiras. Hay personas que somos débiles de corazón y de


a la gente. Por decir, uno llega y dice: ‘madrecita, va a botar es- amistades influyen mucho. Te dicen ‘uy, que hoy nos los vamos combrito, cualquier moneda es bendición.’ la gente lo empieza a aplicar, que vamos a tomarnos los tragos, que no se qué.’ Y a conocer. Entonces uno trabajaba con lo que saliera por ahí.” uno termina consumiendo. —Cuando ya estabas muy metido en la adicción y en la manera de conseguir la dosis, ¿pensabas en tú familia? —No, personalmente, en ese transcurso de la vida que uno tiene ‘a la topa tolondra’, uno no piensa ni en papá ni en mamá. Llega el día de la madre un día común y corriente, llega el día del padre… claro que todos no somos así. Hay pelados que reciclan, van a la galería y le llevan a la mamá mercado. Que esto que lo otro. Pero personalmente a mí no…ni me gusta que me toquen ese tema. —¿Hasta qué año estudiaste? —“Yo soy bachiller egresado de Santa Librada”

Fotografía de Natalia Quintero

—¿Por qué no continuaste estudiando?

—¿Cómo defines la adicción a las drogas? —“Es una cosa que te gusta, una cosa que te despierta alguna sensación, es una cosa que escudriña lo más adentro de tu ser. Que te da como una felicidad o la ves te da como una nostalgia…o recordar.” … Según estudios recientes, cerca de quinientos mil colombianos consumen drogas. El tratamiento de desintoxicación, cuesta alrededor de cinco millones de pesos en entidades privadas. En Colombia aun no se considera la drogadicción como una enfermedad. …

—“Es que si a vos te dan la espalda, vos más te hundís. Porque tenés poca fuerza de voluntad. Llegás a pensar, bueno no tengo casa, ni papá ni mamá. O sea, si la tenés pero no tenés entrada, no tenés acceso a eso. Entonces vos te tiras más al percal.”

—¿Por qué optaste por el reciclaje?

—¿Qué pasa cuando intentas dejar de consumir?

—¿Cuándo y cómo aprendiste a reciclar?

—El vicio me domina. Es siempre una guerra constante. Yo, sin embargo, trataba de dejarlo 15 días, un mes, pero siempre las

—“Bueno, siempre está la amistad que influye. Yo conocí a un pelado que le dicen el sobrino, que vive en el puente de la 28,

—Porque los tiros lo afinan a uno. Entonces quería dejar de robar y necesitaba plata pa’ seguir consumiendo y pues las circunstancias me llevaron a conocer el oficio.


FotografĂ­a de Natalia Quintero


entonces él me dijo:’ le voy a enseñar a reciclar que el reciclaje es la plata.’ Yo nunca pensé que eso fuera la plata. De todas formas empecé a andar con él y con la carreta pa’ arriba y pa’ abajo. Y claro, cartón que salía, plástico, cobre. Entonces yo vi que eso sí era la plata. Un kilo de cobre diez mil, de aluminio dos mil, el cartón vale ciento cincuenta, la chatarra a doscientos, el archivo vale cuatrocientos pesos el kilo, el vidrio ya no se está comprando, de pronto las botellas; tres en cien pesos. Entonces para mí era la plata fácil y cuando uno se acostumbra a todo lo fácil desde pequeño, entonces si uno no modifica eso, llega a viejo que también le gusta la plata fácil.” — ¿Qué piensas acerca de aquellas empresas que trabajan con el manejo de las basuras de otras empresas y que reciclan todo lo que éstas producen, a sabiendas de que le quitan fuentes de ingreso a los recicladores que antes manejaban esta clase de basuras? —“Si pillás, que el reciclaje es muy agradecido. Es que ahora la gente de la altura se dio cuenta que el reciclaje da la plata, que es el negocio. Pero no se ponen a pensar que les hacen un mal a las personas del bajo mundo, los tercermundistas que viven de eso. ¿Por qué no hicieron eso antes?, ¿por qué lo vienen a hacer ahora? Vea, es que a mí me contaron que en Taiwán, por allá en el…oriente, ellos están comprando lo que es el hierro y el cobre pero bien y ¡carísimo! Vea lo que pasó aquí en Navarro fue que le quitaron el sustento a mucha gente.” … Cuando Navarro aun funcionaba, de mil ochocientas toneladas de basura diarias ciento veinte eran recuperadas para el reciclaje. Actualmente aproximadamente sesenta toneladas, es decir la mitad que se recuperaba en el pasado. Se dejó a más de seiscientas familias sin empleo o con soluciones temporales. En Cali el veinticinco por ciento de la basura es potencial para reciclar; sin embargo, en la actualidad solo se utiliza el seis por ciento de este potencial. Con el cierre de Navarro trescientas microempresas de reciclaje se están viendo afectadas. Son cincuenta y cinco millones de pesos que se entierran a diario en el vertedero de Yotoco. … —¿Cómo manejás el hecho de estar entre la basura? —Cuando vos estás en el mundo del consumo vos te fumas un pistolo1, un calillo2 ahí al lado de la basura, o a veces en mi caso yo me meto un pipazo3 porque eso es crack. Entonces a vos no te da mente. Hay chuspas sin destapar, cerámica, vidrio. Una vez yo me encontré en un archivo que me regalaron, unos anillos con dos baños de oro y unas cadenas de plata. Entonces uno es como buscando esas cosas que por suerte se puede encontrar. Y por el pipazo uno llega a un extremo de que así te chuces con una aguja de una droguería, seguís ahí. 1 2 3

Cigarrillo de marihuana. Ripio del tabaco mezclado con basuco. Pipazo es meter drogas en forma de polvo con una tapita que tiene un agujero a un costado donde se introduce un pitillo, como las minas de los lapiceros, y en la parte superior de la tapa se pone un aluminio con varios orificios y allí se vierte el crack.

—¿Cuánto ganás al día? —“Por ahí unos veinticinco o treinta mil pesos. Pero tenés que andar y patinar.” —¿Cuánto caminas aproximadamente? —“… pues yo diría que por lo poco, unos 15 kilómetros.” —¿Cómo considerás el trabajo del reciclaje? —“Un trabajo honesto y agradecido, porque hay gente que sale adelante por medio del reciclaje. Familias. Por lo menos los dueños de las chatarrerías, ellos en un tiempo pasado fueron recicladores y tenían deseos de superación y poquito a poco fueron montando su chatarrería. Pero esos son otra clase de recicladores, son los que están pensando en la comida. En pagar la luz.” —¿Cómo distribuís las ganancias? —Pues mira, cuando uno está en la calle la gente conocida te regala. Por ejemplo, yo tenía una señora de un asadero, yo le botaba la basura, entonces ella me dijo: ‘después de las doce y media, el almuerzo todos los días.’ O sea, tenía el “medio golpe” del medio día fijo. Entonces yo reciclaba y guardaba plata pal desayuno. Todas las veces no necesitas reciclar para conseguir alimento. Porque si a vos te ven así la persona dirá: ‘no, de pronto yo tengo hijo, o el hijo de mi hijo, mi nieto. No quiero que les pase eso.’ Vos sabés, la ley de la compensación, los espejos. Aunque hay gente que sí lo hace de corazón…La ropa si vos estas solvente, tenés cacho, o sea vicio, entonces te vas pa’ una olla y allá compras ropa barata o la cambias por cacho, mil pesos. Pero casi todas las veces la gente te regala la ropa y las zapatillas. El resto, casi todo, es para consumo. Eso si téngalo por seguro. El reciclador a no ser de que sea sano o tenga obligación de hijos con esposa, de ahí pa’ allá siempre va a ser de consumo. … Recoge sus tres costales y se despide. Lentamente, su figura se hace más lejana y el polvo difumina aun más la imagen. Como es de difusa la frontera que divide la vida de Tedus. Sensaciones paralelas entre la alucinación y afrontar el “despertar”.


Por » Andrés Camilo Osorio «

Tan Frío Como el Fuego Y se estrelló, suicida, contra el vidrio. Se dejó caer con la velocidad del aire, hasta fundirse con las demás en los charcos de la calle. Y fue el splash repetido de las gotas frías que morían en el vidrio de su ventana, lo que lo despertó esa mañana de un día de descanso en una cama angosta de un apartamento pequeño de algún edifico cualquiera, sobre la sabana helada de la enorme ciudad capitalina.

tado con el disfraz de civil su estatus de economista de oficina. Caminaba fugaz, evadiendo las miradas de los negocios del centro de la ciudad, ansioso por encontrar lo que tanto había buscado. ¿Un café? ¿un teatro? ¿un guitarrista de andén? ¿un hippie ambientalista? o sólo calor para mitigar el frío; para controlar el vapor que se escapaba de su boca. Calor. Un hielo. ¿Una prostituta? Fuego. Un fósforo encendido. En sus pantalones. Qué frío. ¿Un café? No, un adolescente bonito.

Luego abrió la llave de la ducha, levantó la cabeza al techo y dejó correr el agua tibia, gota tras gota, con el afán de calentar su piel; hasta que sus músculos se relajaron, los poros de su piel se granularon y todo se puso terso, y sus músculos, su piel, sus vellos y el agua y su pelo, y el vapor, y el frío. El maldito frío. Entonces cerró la llave.

Al llegar a la séptima con 23 empezó a transpirar frío, lo dudó, lo pensó dos veces, tres veces, tantas veces que sus neuronas asustadas y entumidas secretaban helados ríos de sudor que intentaron apagar la llama de su cuerpo. Cuando estuvo frente a su destino, cruzó la calle, caminó, miró rápidamente y continuó hasta la esquina. Estando en la esquina, entre la muchedumbre Bogotá, 10 ºC. abrigada del centro capitalino, los semáforos, el ruido, los carros, el megáfono, –¡ofertas!–, –¡fantásticas ofertas!–, un meLa capital colombiana es gris, opaca y gris. Alguna vez se fundó gáfono de ofertas y alguna señora que le golpeaba con fuerza en como una pequeña villa que ubicada en el centro del territorio de- el hombro. Dejó de pensar estupideces y decidió devolverse. Y la cidió convertirse en corazón y empezó a bombear de vida al inci- llama enardeció furiosa solidificando el sudor helado. Haciénpiente país tercermundista. Consciente de su vital función dentro dolo hielo. Regresó, cruzó la calle y entró. Dirección: carrera 7ª de la nación, se colmó de una decidida soberbia que la llevó a vol- Nº 23 –56, Centro Comercial Terraza Pasteur. verse enorme, grande, gigante. Hasta que dejó de ser un corazón pequeño, y sístole, llena de venas y arterias, diástole, se transfor- Enmarcado entre algunas palmeras y una reja moderna de ladrimó en un cuerpo autónomo, con su propia vida y corazón propio. llo y concreto se encontraba el edificio. En tiempos pasados hacía parte de una zona bohemia donde los intelectuales y artistas enPara las tres de la tarde los únicos rastros de la lluvia eran los riquecían su espíritu al vapor de un tinto. Alguna vez la edificación charcos de agua negra en las orillas de la séptima, avenida por también hizo parte de la embajada de los Estados Unidos de Améla que él paseaba ese día, en sus zapatos deportivos, el blue rica, pero ahora, en tiempos del siglo XXI, el centro comercial era jean más viejo y un suéter de lana café que usaba para ocul- un sitio cualquiera de la monstruosa ciudad del altiplano. tar su camisa de prestigiosa firma, convencido de haber oculUn sitio cualquiera con 86 locales entre los que se encuentran relojerías, tiendas naturistas, perfumerías, peluquerías, tabernas, cigarrerías y café internet. Un centro comercial sin gracia, como alguno de los 28 que aproximadamente existen en Bogotá. El secreto simpático de esta edificación en ladrillo rojo es tal vez sus personajes, quienes la visitan, la utilizan, la disfrutan. Muchos son hombres, en sus más variadas especies: delgados adolescentes; cuarentones barrigones; hombres de traje, de jeans rotos; de bufandas o de piercings en los labios; lampiños o barbados, con camisetas ajustadas y las manos en los bolsillos del pantalón. Hombres con frío, pero en búsqueda de cadentes aventuras. Minutos después de cruzar la entrada principal percibió la extraña sensación de estar siendo vigilado, de estar en la mirada de alguna pupila dilatada y ansioso decidió dar un paseo por


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.