La Escuela de Traductores de Toledo
La Escuela de Traductores de Toledo
Edita: Escuela de Traductores de Toledo (UCLM) Proyecto gráfico: Centro de Investigaciones y Desarrollo de la Imagen (CIDI-UCLM) Colabora:
Impresión: Imprenta Torres, S.A. Depósito legal: TO 526-2014 Esta guía es una reedición revisada y ampliada del texto publicado en 1994 con motivo de la exposición «Escuela de Traductores de Toledo». El objetivo es ofrecer una breve semblanza de la historia de la Escuela de Traductores de Toledo en la Edad Media. El contenido tiene carácter divulgativo. En anexo final se incluye una unidad didáctica destinada a alumnos de educación secundaria, así como unas claves orientativas para los profesores.
Índice
Introducción................................................................................................................... 7 La Escuela de Traductores de Toledo........................................................................... 10 Cristianos, judíos y musulmanes en Toledo................................................................. 10 El esplendor de la civilización islámica....................................................................... 11 Auge de la cultura en el Toledo árabe.......................................................................... 12 El inicio de la actividad traductora.............................................................................. 12 El primer viaje científico.............................................................................................. 13 Los grandes traductores................................................................................................ 14 Alfonso X, protector de las ciencias y las artes............................................................ 15 El castellano, lengua de traducción.............................................................................. 15 Nuevos modos de traducción en la época alfonsí......................................................... 16 Las traducciones alfonsíes............................................................................................ 17 La repercusión de la Escuela........................................................................................ 17 La continuidad de una labor......................................................................................... 18 Toledo y su evolución hasta nuestros días.................................................................... 18 La nueva Escuela de Traductores................................................................................. 18 Unidad didáctica........................................................................................................... 20
Introducción
E
ntre los siglos XII y XIII se desarrolla en Toledo un proyecto cultural conocido por la historiografía moderna como «Escuela de Traductores» o «collège de traducteurs». Esta denominación no debe llevarnos a pensar en un centro educativo con profesores y estudiantes, sino más bien en un conjunto de personas que, a través de sus traducciones y aun trabajando por separado y movidos por intereses particulares, contribuyeron de modo singular a la transmisión a Europa de la sabiduría de Oriente, y en especial la de los antiguos griegos y los árabes.
(1085). Como en otras ciudades de AlÁndalus (Sevilla, Tarazona, Ripoll, etc.) existían en ella bibliotecas y sabios conocedores de la cultura que los árabes habían traído del Oriente y de la que ellos mismos habían hecho florecer en la Península Ibérica. Con la presencia en Toledo de una importante comunidad de doctos hebreos y la llegada de intelectuales cristianos europeos, acogidos por el cabildo de su catedral, se generó una atmósfera propicia para que Toledo se convirtiera en pieza importante como mediadora cultural entre el Oriente y el Occidente de la época.
Las universidades europeas se habían alimentado hasta entonces de la cultura latina y, si bien se sabía de la existencia de los grandes filósofos griegos, apenas existían traducciones en latín de sus obras, y por tanto se ignoraba su contenido. Los árabes, en su expansión por las tierras de Bizancio -heredera de la antigüedad griega- habían asimilado, traducido, estudiado, comentado y conservado lo más selecto de la producción intelectual clásica griega, india y persa, y la habían traído consigo hasta la Península Ibérica junto al ingente bagaje cultural que ellos mismos habían generado.
La Escuela de Traductores de Toledo tuvo dos periodos separados por una fase de transición. El primero fue el del arzobispo don Raimundo que, en el siglo XII, impulsó la traducción de obras de filosofía y religión del árabe al latín. Gracias a su labor, en las universidades europeas comenzó a conocerse el aristotelismo neoplatónico. Se tradujeron obras de Aristóteles comentadas por filósofos árabes como Avicena y Alfarabi, de autores hispano judíos como Ibn Gabirol, y también se tradujeron el Corán y los Salmos del Antiguo Testamento. Por otra parte, en esta fase se empieza a recibir la ciencia oriental en Europa, a través de las traducciones de obras que sirvieron de manuales para los universitarios hasta el siglo XVI: el Canon de
Toledo fue la primera gran ciudad musulmana conquistada por los cristianos Canon de Avicena (Trad. al latín, Gerardo de Cremona)
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Avicena y el Arte de Galeno. La astrología, la astronomía, y la aritmética se enriquecen igualmente al ser vertidas al latín las obras de Al-Razi, Ptolomeo o Al-Juwarizmi. Con la llegada del rey Alfonso X, ya en el siglo XIII, comienza la etapa de las traducciones de tratados de astronomía, física, alquimia y matemática. La recepción de un caudal de conocimientos tan enorme fructifica en la composición, a instancias del rey, de obras originales como el Libro de las Tablas Alfonsíes. Se tradujeron tratados de Azarquiel, de Ptolomeo y de Abu Ali Al-Haitam, pero también obras recreativas como los Libros del ajedrez, dados y tablas y recopilaciones de cuentos tan fecundas para las literaturas occidentales como Calila e Dimna y Sendebar. En esta segunda fase las traducciones ya no se hacen al latín, sino al castellano, con lo que el romance se desarrollará para ser capaz de abordar temas científicos que hasta entonces solo habían sido tratados en latín. Los métodos de traducción evolucionaron con el tiempo. En un primer momento, un judío o un Tablas alfonsíes cristiano conocedor del árabe traducía la obra original al romance oralmente ante un experto conocedor del latín que, a continuación, iba redactando en esta lengua lo que escuchaba. Más tarde, en la época de Alfonso X, los libros comienzan a ser traducidos por un único traductor conocedor de varias lenguas, cuyo trabajo era revisado al final por un emendador.
Alfonso X, impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo, fue un rey polifacético interesado por multitud de disciplinas de la época: las ciencias, la historia, el derecho, la literatura… Su labor consistió en dirigir y seleccionar a los traductores y las obras, revisar su trabajo, fomentar el debate intelectual e impulsar la composición de nuevos tratados. Se rodeó de sabios musulmanes y judíos, fue mecenas de eruditos y trovadores y a él se debe, en gran parte, el florecimiento de la cultura en esta época. Meritoria fue también la tarea de una larga lista de traductores, como Gerardo de Cremona, Domingo Gundisalvo, Abraham Alfaquí y otros muchos que, con sus conocimientos lingüísticos y su formación científica, pusieron en manos de Europa las claves de un posterior desarrollo científico e intelectual. La nueva Escuela de Traductores de Toledo, fundada en noviembre de 1994 en el marco de la Universidad de Castilla-La Mancha, y situada en un palacio mudéjar del siglo XIV, ha perseguido desde su nacimiento los siguientes objetivos: 1) Ser un espacio de encuentro, reflexión y diálogo sobre la producción intelectual, promoviendo un espíritu de cooperación y convivencia que permita construir -a través de la traducción- un área de paz y entendimiento intercultural. 2) Formar traductores e intérpretes del árabe y del hebreo, capaces de satisfacer la demanda profesional del mercado español, así como de desarrollar proyectos de traducción de literatura y pensamiento árabe y hebreo, clásico y contemporáneo.
Calila e Dimna (I)
3) Promover el respeto y la dignificación de la labor del traductor y del intérprete, así como defender la diversidad de las lenguas, de los imaginarios y de los modos de representación, apoyando la traducción más allá de los límites impuestos por las directrices del mercado. La Escuela de Traductores de Toledo ofrece hoy un ejemplo concreto de cooperación entre las gentes, similar al que protagonizó la ciudad en los siglos
XII y XIII, haciéndolo en un tiempo de construcción de nuevas identidades formadas por fragmentos culturales que se solapan; en el que la sociedad española se ha hecho plural y multilingüe, pero sin embargo sigue mirando al sur y al este del Mediterráneo con la mirada estereotipada de ciertos medios de comunicación, olvidando que mirar en esa dirección es mirar en el interior de nosotros mismos, en nuestro pasado mestizo, cristiano, musulmán y judío, en este tiempo y contexto.
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Libro de los Juegos, Alfonso X El Sabio
La Escuela de Traductores de Toledo En el Toledo de los siglos XII y XIII, bajo los auspicios del arzobispado toledano y, después, del rey Alfonso X de Castilla, se tradujo una ingente cantidad de obras, que atesoraban gran parte del legado científico y filosófico de la antigüedad clásica, india y árabe. Este fenómeno histórico, que revolucionó el saber de la época, se conoce hoy con el nombre de Escuela de Traductores de Toledo. La denominación de Escuela de Traductores de Toledo fue acuñada a principios del S. XIX por el estudioso francés Amable Jourdain para referirse al grupo de sabios musulmanes, cristianos y judíos, que durante estos siglos fueron vertiendo al latín, y luego al castellano, obras de figuras como Aristóteles, Arquímedes, Ptolomeo, Hipócrates, Galeno, Averroes, Avicena,
Alfarabi o Algacel. Dicha labor fue posible gracias a la riqueza de las bibliotecas de Toledo, pues en ellas se conservaban los restos de la biblioteca del califa cordobés Al-Hakam II, que dicen que llegó a tener más de 400.000 volúmenes. La Escuela convirtió Toledo no solo en un vasto taller de traducción, sino también en un lugar de encuentro y fecunda coexistencia, al que acudían los eruditos de las universidades y monasterios de toda Europa en busca del saber científico y filosófico de Al-Ándalus y Sefarad.
Cristianos, judíos y musulmanes en Toledo La ciudad de Toledo, situada prácticamente en el centro geográfico de la Península Ibérica, se alza sobre un peñón
rocoso rodeado casi en su totalidad por el curso del río Tajo. Su privilegiada posición estratégica contribuyó a que desde finales del segundo milenio antes de Cristo se convirtiera en un núcleo de población. El auge de la ciudad continuó en época romana y llegó a su punto culminante en época visigoda, cuando la ciudad fue elegida capital del reino. Tras la conquista islámica (712), Toledo perdió su condición de capital, pero siguió siendo una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus. Tras el desmembramiento del Califato de Córdoba, se convirtió en la capital de una de las taifas más importantes de la Península. Con la conquista de la ciudad por Alfonso VI en el año 1085, acababan casi cuatro siglos de dominio árabe. Se calcula que Toledo tenía entonces unos 30.000 habitantes musulmanes, mozárabes y judíos. Si bien la nobleza árabe huyó hacia el sur, el gobierno cristiano no supuso la expulsión sistemática de la población musulmana. La comunidad judía siguió viviendo en la judería, dedicada sobre todo al comercio, o al servicio de reyes, arzobispos y nobles, como recaudadores de impuestos y administradores. Tanto judíos como mozárabes escribían y hablaban en árabe, lo que generó en la ciudad un clima de tolerancia y convivencia excepcional. Fruto de esta mezcla cultural surge en el siglo XII el denominado estilo mudéjar, síntesis del arte románico y el califal.
Palacio del Rey D. Pedro (s. XIV)
El esplendor de la civilización islámica La civilización islámica conoció entre los siglos IX y XIII un esplendor científico y artístico sin parangón. En el siglo IX, AlMamún había fundado en Bagdad Bayt al-Hikma o la Casa de la Sabiduría, que fue a la vez biblioteca, observatorio astronómico y academia de ciencias. En ella se tradujeron numerosas obras de las civilizaciones griega, siriaca, india y persa, y se sentaron las bases para el desarrollo de disciplinas como las matemáticas, la astronomía, la historia y la geografía. Desde la India, a través de Bagdad, se introdujeron nociones que, asimiladas por la matemática árabe, cambiaron el rumbo de la aritmética: los números indios, el cero y la
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El califa Al-Mamún envía un emisario al emperador bizantino Teophilos
coma decimal. Las ideas de Platón, Aristóteles, Ptolomeo y Galeno, entre otros, fueron asimiladas por la civilización islámica. En el siglo XII aparecieron en Europa las primeras universidades (París y Bolonia), cuyo nivel científico no era comparable al del mundo árabe. En ellas, por ejemplo, el conocimiento de los clásicos se limitaba a los latinos, mientras que de los autores griegos no se conocían más que algunas versiones cristianizadas de las obras de Platón y una parte mínima de la lógica aristotélica.
Auge de la cultura en el Toledo árabe Cuando Toledo se constituye en reino de taifa, sus reyes alientan y protegen el estudio y las artes. Se crea en Toledo un centro de estudios astronómicos del que surgieron las Tablas Toledanas. Estas Tablas, basadas en el meridiano de Toledo, fueron las más precisas de la época y
fueron modelo de las utilizadas posteriormente en Europa hasta Copérnico. La ciudad disponía, además, de grandes bibliotecas como la de Ibn Al-Hanasi. Bajo dominio musulmán, los sefardíes de la ciudad se arabizaron de tal forma que hasta finales del XIII la documentación de las sinagogas se redactaba en árabe. En 1157 llegaron a la ciudad sabios de las academias de Sevilla y Lucena, que huían de las zonas conquistadas por los almohades. Fue entonces cuando se fundó en Toledo la escuela judía toledana y, bajo la protección de poderosas familias como la de los AlFajjar, florecieron los estudios talmúdicos.
El inicio de la actividad traductora La actividad traductora en Toledo estuvo estrechamente vinculada en su primera época al cabildo de la catedral. Don Raimundo de Sauvetat, arzobispo de Toledo
entre 1124 y 1152, impulsó un ambicioso proyecto de traducciones del árabe. Las traducciones realizadas durante este periodo fueron fundamentalmente filosóficas, aunque también las hubo de carácter científico. Las primeras se centraron en los comentaristas de Aristóteles. Entre ellos destacan Alejandro de Afrodisias (s. II-III d.C.), el hispanojudío Avicebrón (s. XI) y los árabes Al-Farabi (872-950), del que se tradujeron, entre otros, un tratado sobre las ciencias y un comentario al De naturale auditu; Avicena (980-1037), cuyas doctrinas estudiaron filósofos como Santo Tomás de Aquino, Roger Bacon y Duns Escoto; y el mayor de los filósofos árabes, Averroes (1126-1198), de gran influencia entre los escolásticos y en las universidades europeas. La Escuela aportó también nuevos tratados de medicina a los que hasta ese momento conocía el mundo latino. En Toledo se tradujo a Hipócrates y numerosas obras de Galeno. Como sucede con la filosofía, además de los autores clásicos fueron traducidos sus comentaristas árabes: el Liber introductorius in medicina parvus de Rhazes (Al-Razi, 865-925), o el Canon de Avicena, que resumía la medicina griega y, junto con el Arte de Galeno, fue manual universitario en París y Lovaina hasta mediados del siglo XVII. Las traducciones de matemáticas y astronomía produjeron un verdadero vuelco en el saber de la época. Las traducciones realizadas en Toledo pusieron al alcance de las universidades europeas los cono-
Tratado de medicina de Al-Razi, traducido por Gerardo de Cremona
cimientos de Euclides y Al-Juwarizmi, científico persa del siglo IX cuyo nombre dio origen a los términos guarismo y algoritmo. A él se debe la introducción de los números que llamamos árabes (a su vez de origen indio), y en él se basaron las tablas astronómicas utilizadas en Europa hasta Copérnico. El primer viaje científico Aunque durante los siglos XII y XIII existió actividad traductora en varias ciudades de la Península, como Zaragoza, Murcia, Sevilla, Tudela, Tarazona, Ripoll o Barcelona, fue Toledo la que se transformó en un importante foco de atracción cultural a causa de la traducción. Traductores y eruditos de todos los rincones de Europa se desplazaron a la ciudad, atraídos por el mecenazgo del arzobispado de Toledo y la riqueza de los manuscritos allí existentes. Será el caso del traductor Daniel de Morlay, que se trasladaría desde París hasta Toledo, y en cuya biografía relata: Me apresuré a acudir a esa ciudad (Toledo), para asistir allí a las lecciones de los más doctos filósofos del mundo.
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Desde sus primeros momentos, Toledo aporta una innovación: la lengua puente. Mientras que en Monte Cassino (Italia) se traducía en solitario y en Saint Denis (Francia) la labor se realizaba a trío (un monje leía en alto el original, otro traducía oralmente y un tercero escribía), el método toledano consistía en una traducción viva voce del árabe al romance (generalmente realizada por un judío o un mozárabe), que un latinista vertía por escrito al latín. Más tarde, en la época de Alfonso X, se prescindió de la versión latina y los originales fueron escritos directamente en romance castellano. Algunos de los traductores más relevantes compatibilizaron muchas veces su actividad traductora con la de canónigos o deanes de la catedral. Gracias al trabajo en equipo de estos traductores, Toledo desempeñó un papel clave en la difusión por el mundo cristiano de los saberes filosóficos y científicos de la antigüedad clásica griega, así como de los autores hispanomusulmanes e hispanojudíos. Los grandes traductores de Toledo Entre los numerosos traductores que trabajaron en Toledo durante la época del arzobispo Don Raimundo, se pueden citar a Abelardo de Bath, Hermán el Dálmata, Alfredo de Sareshel, Daniel de Morlay, Roberto de Chester y los tres más sobresalientes: Gerardo de Cremona (Gherardus Cremonensis), nacido en Lombardía, llegó a Toledo a mediados del siglo XII, donde más tarde sería canónigo de la Catedral. Después de aprender árabe, y apoyándose en sus cono-
Theorica Planetarum, de Gerardo de Cremona
cimientos científicos, abordó la traducción de 71 obras, la mayor parte de astronomía. Entre éstas últimas destaca la traducción del Almagesto, realizada con la ayuda de un mozárabe llamado Galib. La riqueza de las fuentes le permitió traducir también obras de alquimia y geomancia. Domingo Gundisalvo (Dominicus Gundissalinus), canónigo de la catedral y arcediano de Segovia, centró su actividad en la traducción -a un perfecto latín- de obras filosóficas, sobre todo las relacionadas con el aristotelismo neoplatónico de Al-Farabi y Avicena. Juan Hispano (Iohannes Avendehut Hispanus), arcediano de Cuéllar y más tarde deán de la Catedral de Toledo. Su activi-
dad traductora abarcó obras de filosofía, astrología, matemáticas y medicina. Los temas de que se ocupan los traductores son recurrentes: el Corán; Aristóteles y sus comentadores (sobre todo el De anima, con comentario de Averroes); la astronomía, con el Almagesto de Ptolomeo, -que fue el motivo que trajo a Toledo a Gerardo de Cremona y le hizo aprender árabe-, y la medicina de Galeno, esta vez en las versiones de Hunayn lbn lshaq (809-877)… La primera traducción de un texto al castellano, y no al latín, fue el Psalterio, traducido por Hermán el Alemán de su original hebreo.
Computus episcopi Linconiensis et Secretus secretorum Aristotelis
estoria, relato del mundo desde su creación hasta el Nuevo Testamento. Su labor creadora más personal se centró en la poesía con las Cantigas de Santa María, colección de cuatrocientas composiciones en galaicoportugués dedicadas a la Virgen.
Alfonso X. Protector de las Ciencias y las Artes Alfonso X fue un rey polifacético que desarrolló una extraordinaria labor como protector de las ciencias y de las artes durante su reinado (1252-1284). No sólo promovió la realización de traducciones sino que participó activamente en la redacción y compilación de obras muy variadas. El monarca castellano seleccionaba al equipo de redactores, orientaba el trabajo, discutía su contenido y hacía una completa revisión final del manuscrito. En el campo científico destacan las obras de astronomía, traducciones y originales, compendiadas en los Libros del saber de astronomía. En el ámbito jurídico, el Fuero Real, el Especulo y Las siete partidas, intento de sistematización del derecho de la época. En el histórico sobresale la Crónica general, donde se narra la historia de España desde sus primeros pobladores hasta el reinado de Fernando III el Santo, y La grande e general
El castellano, lengua de traducción Tras el apogeo alcanzado en la época raimundiana, la Escuela de Traductores disminuye su ritmo de actividad durante la primera mitad del siglo XIII. En este periodo, sin embargo, surgió un elemento nuevo de vital importancia: el empleo del romance castellano como lengua de llegada de las traducciones. Con Alfonso X la Escuela alcanzó su cenit. El rey Sabio basó su política cultural en la piedra angular de las traducciones, que, centradas fundamentalmente en la astrología y la astronomía, se extendieron también al Corán, el Talmud y la Cábala. Aunque también se tradujo al latín, e incluso al francés, la labor estaba concebida siguiendo un plan sistemático de versión al romance castellano de un inmenso caudal de originales.
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Tratado de astronomía de Al-Biruni
Gracias al mecenazgo de Alfonso X, la Escuela de Traductores de Toledo conoció durante la segunda mitad del siglo XIII un nuevo periodo de esplendor. Amante del didactismo, el nuevo mecenas real deseó por encima de todo poner las traducciones al alcance del vulgo. Con tal fin, potenció la realización de versiones en lengua romance, lo que contribuyó a la consolidación del castellano como lengua científica, a su triunfo literario y a una secularización de la cultura, al desvincular la lengua latina de la idea del saber.
Nuevos modos de traducción en la época alfonsí Durante las primeras décadas del siglo XIII continuaron llegando a Toledo eru-
ditos y traductores atraídos por el dinamismo cultural de la ciudad. Entre ellos sobresalen Miguel Scoto y Hermán el Alemán, traductores de la obra de Aristóteles y de Averroes. Con Alfonso X los traductores originarios de Toledo fueron cada vez más numerosos. Los judíos destacan sobre los cristianos, y entre los temas abordados ya no dominaban los filosóficos, sino los astronómicos, astrológicos, físicos y matemáticos. Durante este periodo sobresalieron las figuras de Álvaro de Oviedo, Judá Ben Mosa Ha-Kohen, Isaac Ibn Cid, Abraham Alfaquí y Samuel Ha-Leví Abulafia. El método de trabajo utilizado hasta entonces en la Escuela de Traductores evolucionó. Junto a la fórmula de dos
traductores (uno conocedor de la lengua árabe y otro de la lengua a la que se hacía la versión) apareció la figura del traductor único, conocedor de varias lenguas. Tareas nuevas fueron las de emendador, capitulador y glosador, encargados de revisar y completar la labor de los traductores, enriqueciendo con sus aportaciones la obra original. Las traducciones alfonsíes Entre las obras traducidas se encuentran el Libro conplido de iudiciis astrologiae, de Ali Aben Ragel, considerado la mejor síntesis de astrología greco-árabe; el Libro de la açafeha de Azarquiel (Al-Zarqali, s. XI); los tres Libros de las estrellas de la ochava esfera, de un original caldeo; el Tetrabiblion de Ptolomeo; y el Lapidario, un tratado sobre las propiedades de las piedras preciosas. Asimismo, se escribieron a instancias del rey obras originales, como las Tablas Alfonsíes para el cálculo astronómico. Compuestas por los traductores basándose en las Toledanas de un siglo antes y calculadas también según el meridiano de Toledo, las Tablas Alfonsíes están consideradas el mayor logro del mecenazgo regio y una referencia indiscutible en la historia de la astronomía. En otras disciplinas destacaron los tratados técnicos (como los distintos Libros del relogio, sobre la construcción de relojes, o los Libros del ajedrez, dados y tablas) y las obras literarias, no por escasas menos importantes, por ejemplo, el Calila e Dimna, versión árabe de una colección persa del s. VIII, realizada por Ibn al-Muqaffa, que se convertiría en un clásico de la fabulística europea.
La repercusión de la Escuela La actividad traductora desarrollada en Toledo supuso un impulso sin precedentes para universidades como París, Bolonia o Montpellier. La enseñanza universitaria, basada en el análisis y la discusión de textos, se nutrió a partir del s. XIII de las traducciones elaboradas en Toledo y se impregnó del aristotelismo, el sufismo, el emanantismo y, sobre todo, el averroísmo contenido en ellas. Gracias a las traducciones, las obras de Aristóteles se convirtieron en textos universitarios, con Santo Tomás y la escolástica. En literatura, el Libro de la escala de Mahoma ha sido considerado por los críticos una fuente más que probable de la Divina Comedia de Dante. La aportación de la Escuela fue especialmente significativa en medicina, matemáticas, astronomía y astrología. EI Canon de Avicena, traducido en el siglo XII, se consideró texto fundamental en todas las facultades occidentales hasta el s. XVII. La trigonometría islámica, el sistema sexagesimal, las Tablas astronómicas de Al-Juwarizmi y las obras patrocinadas por Alfonso X son el punto de partida de la astronomía europea y fuente de los trabajos de Copérnico, Galileo, Kepler y Newton. Tan importante como la propia trasmisión de conocimientos, fue la adopción del método experimental que caracterizó el florecimiento de las ciencias y las artes en el mundo árabe islámico, basado en la experiencia, la observación y la analogía, básico para el desarrollo de la ciencia moderna y el Renacimiento europeo.
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La continuidad de una labor La crítica tradicional hace coincidir el fin de la Escuela de Traductores de Toledo con la desaparición de la figura de Alfonso X. Sin embargo, esta idea está en proceso de revisión. La documentación conservada demuestra la continuidad de la labor traductora en Toledo: entre los siglos XIV y XVI, nuevas traducciones se añaden al caudal anterior, al tiempo que se revisan las antiguas de tratados filosóficos para depurarlas de los errores que el sistema de doble traducción había originado en los siglos precedentes. De nuevo es esta una actuación emprendida por iniciativa del arzobispado toledano, cuya labor en este campo, aunque oscurecida en el s. XIII por la importancia de la actuación regia, se mantuvo hasta bien entrado el s. XVI. Toledo y su evolución hasta nuestros días El fin de la Edad Media está marcado por la aparición de los Estados modernos. En España, el rey Carlos V hizo de Toledo la capital de su imperio. En la segunda mitad del s. XVI, Felipe II trasladó definitivamente la capital a Madrid, y Toledo pasó a ser prácticamente una ciudad-convento, donde toda actividad o innovación estuvo estrechamente vinculada a la Iglesia. Pese a la pérdida de la capitalidad, Toledo conservó cierto esplendor artístico durante los siglos XVI y XVII, hecho que le permitió aún atraer a una figura de la talla de El Greco (1541-1614). El predominio de la Iglesia se mantuvo durante el s. XVIII, pero a comienzos del XIX, coincidiendo con la pérdida del poder político y eco-
nómico del clero toledano, comenzó una grave crisis de población y actividad, que sólo pudo superarse a finales de siglo con el crecimiento de la Administración y el funcionariado. Tras la crisis urbana del s. XIX, Toledo encontró en la Administración un nuevo soporte que revitalizó su economía. La abundancia de antiguos edificios, conventos y hospitales favoreció la recuperación de la ciudad como centro administrativo, al permitir que nuevas dependencias administrativas, como la Academia de Infantería, las delegaciones provinciales del Gobierno, Correos, etc., se alojasen en ellos. Tras la restauración de la democracia y la creación de las Comunidades Autónomas, Toledo se convirtió en capital de Castilla-La Mancha, designación que reforzó aún más el sector administrativo y provocó un pronunciado crecimiento de la ciudad: la población creció, se multiplicaron los servicios y el turismo, y se amplió la Universidad. La nueva Escuela de Traductores Con el fin de recuperar el espíritu diluido, pero latente a lo largo del tiempo, de su homónima medieval, la nueva Escuela de Traductores de Toledo nació en 1994 promovida por la Fundación Europea de la Cultura (Ámsterdam) y el Patronato Universitario de Toledo, en el seno de la Universidad de Castilla-La Mancha, de la que en 2003 pasó a ser uno más de sus centros de investigación. Tiene su sede en un palacio mudéjar del siglo XIV, conocido como Palacio del Rey Don Pedro, y alberga una biblioteca especializada en el mundo mediterráneo con más de 14.000 volúmenes. En esta nueva etapa, la traducción es entendida
Calila e Dimna (II)
no sólo como una mera actividad de traslación del conocimiento y las ideas de una lengua a otra, sino como una labor de mediación entre ciudadanos, pueblos y sociedades. Las actividades de la Escuela de Traductores se articulan en torno a tres ejes: Investigación y Traducción: Desarrollo de programas de edición y traducción de literatura y pensamiento árabes (Memorias, Clásicos, Contemporáneos, Marroquíes, etc.), así como de proyectos de investigación con fondos europeos y nacionales en torno a la escritura, traducción y edición, la historia, análisis y descripción de traducciones, la formación de traductores y mediadores culturales, la didáctica de la traducción y la interpretación y el estudio de las políticas culturales y educativas hacia la inmigración, así como la recuperación de la labor de la Escuela medieval. Formación y Docencia: Cursos anuales e intensivos de lengua árabe, de hebreo,
sefardí, turco y árabe marroquí. Curso de posgrado «Especialista en Traducción Árabe-Español» (30 ECTS). Talleres de caligrafía árabe, toponimia y epigrafía. Cursos de iniciación al Mundo árabe contemporáneo. Ciclos de cine, presentaciones de obras traducidas, conciertos de música árabe y sefardí, representaciones teatrales en lengua árabe y mesas redondas y jornadas sobre la Antigua Escuela de Traductores, dirigidas a alumnos y profesores de Educación Primaria y Secundaria de los centros de Toledo y de Castilla-La Mancha, etc. Coloquios y Encuentros: Organización de congresos, foros y seminarios en torno a la producción cultural mediterránea que contribuyen a estrechar las relaciones de colaboración e intercambio de alumnos, profesores e investigadores con universidades, instituciones y fundaciones españolas y del mundo árabe: Arabia Saudí, Argelia, Egipto, Emiratos Árabes, Francia, Irak, Italia, Marruecos, Palestina, Túnez, etc.
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Unidad didáctica 1. ¿Qué tres comunidades religiosas y culturales convivían en la ciudad de Toledo en los siglos XII y XIII? 2. ¿Serías capaz de clasificar estas palabras identificándolas con cada una de las comunidades religiosas que había en Toledo? Si no conoces el significado de alguna de ella, este es el momento de buscarlo en el diccionario. rabino iglesia diáspora sefardí Corán mezquita sinagoga cuaresma Biblia mudéjar mozárabe converso Talmud aljama morisco misa sufismo califa ramadán bautismo pecado 3. ¿Sabes qué nombre recibía en la Edad Media la zona de la Península Ibérica gobernada por los musulmanes, en la que la lengua más hablada era el árabe? ¿Y cómo se llamaban sus habitantes? 4. ¿A qué se llama Escuela de Traductores de Toledo? Señala la respuesta que consideres más correcta: A- Un colegio que hubo en Toledo durante los siglos XII y XIII en el que se enseñaba a traducir. B- Un conjunto de bibliotecas de Toledo que conservaban manuscritos con traducciones de obras científicas y filosóficas árabes de los siglos XII y XIII. C- El conjunto de traducciones de obras científicas y filosóficas árabes al latín o al romance que se realizaron en la ciudad de Toledo en los siglos XII y XIII. 5. Piensa un poco: ¿Qué tenía Toledo de particular para que se produjera en ella un fenómeno como el de la Escuela de Traductores? 6. Además de Toledo, ¿recuerdas alguna otra ciudad en la que se realizaran traducciones durante la Edad Media? 7. a) Busca en el diccionario el significado de las palabras «mecenas» y «patrocinador». Y ahora que lo sabes: ¿Cuáles fueron los dos grandes mecenas de la Escuela de Traductores de Toledo? b) Busca en un medio de comunicación escrita una noticia o un anuncio sobre una actividad cultural, deportiva o científica que cuente con patrocinador y piensa qué tienen en común y de diferente los mecenas medievales y los patrocinadores de hoy. 8. En el texto has leído que Toledo jugó un papel muy destacado en la transmisión a Europa del saber oriental, gracias a las traducciones que se realizaron del árabe al latín o al romance: a) ¿Qué lenguas crees que hablaba la gente de Toledo en la Edad Media? ¿Y en cuáles escribían? b) ¿Qué nombre recibe hoy lo que entonces se llamaba «romance»?
9. En el mundo sigue habiendo judíos que han conservado hasta hoy una variedad del castellano muy antigua, ¿sabes por qué? ¿Sabes qué nombres recibe esa variante del español? 10. En español hay numerosos vocablos de origen árabe (arabismos): - Cita algunas palabras de nuestro idioma que procedan del árabe. - Lee estos topónimos y piensa, ¿qué puede significar en árabe «wad»?: Guadiana, Guadalquivir, Guadiaro, Guadalajara. 11. A lo largo de los siglos XII y XIII, las traducciones toledanas de obras orientales y clásicas fueron decisivas para el desarrollo del pensamiento y la ciencia en toda Europa, y de modo especial en sus nuevas universidades. Intenta relacionar a estos autores con las ramas del saber a las que se dedicaron: Averroes
Matemáticas
Aristóteles Avicena
Filosofía
Euclides Hipócrates
Medicina
Platón Galeno
Astronomía
Ptolomeo 12. Toledo en los siglos XII y XIII se convierte con sus traducciones en cuna del renacer europeo. Gran parte de los traductores eran judíos, con un elevado conocimiento del árabe. Busca información y atrévete a señalar los traductores judíos, o de origen judío, de esta lista: Domingo Gundisalvo Juan Hispano Miguel Scoto Gerardo de Cremona Samuel Ha-Leví Judá Ben Mosa Isaac ibn Cid 13. Una parte del saber filosófico y científico de Grecia y Roma, y también de pueblos orientales como Persia, la India y China, llegó al occidente cristiano a través de las traducciones que se hicieron en Toledo. ¿Sabrías mencionar alguna aportación científica y/o técnica que debemos a los musulmanes? 14. En la literatura, los árabes sobresalieron por la brillante fantasía de sus cuentos. Antes de que llegaran a Occidente las famosísimas Mil y una noches, y mucho antes de que Disney hiciera hablar a los animales en sus historias, Alfonso X encargó traducir el Calila e Dimna: un libro de cuentos que lleva por título el nombre de sus dos lobos protagonistas y en cuyo prólogo su compilador y traductor al árabe -Ibn al-Muqaffa‛- defiende la importancia y la independencia del saber. Ante la corte del Rey León, Calila y Dimna van contando historias en las que los protagonistas son siempre animales. Aunque no lo hayas leído, es muy posible que conozcas algunos de esos cuentos. ¿Te sabes el de la asamblea de ratones que deciden poner un cascabel al gato?. Cuéntanoslo. (O también puedes buscar otro, claro).
Respuestas 1. Judaísmo, cristianismo e islam. 2. Islam: Corán, mezquita, mudéjar, converso, morisco, sufismo, califa, ramadán, aljama. Judaísmo: rabino, diáspora, sefardí, sinagoga, converso, Talmud, aljama. Cristianismo: iglesia, cuaresma, Biblia, pecado, misa, mozárabe, bautismo. 3. Al-Ándalus. Andalusíes. 4. C. 5. En Toledo convivían comunidades de hablantes de varias lenguas, existían importantes bibliotecas y era una ciudad de larga tradición cultural, tanto para la civilización árabe (por haber sido recientemente la capital del reino de taifa de Al-Mamún) como para la cristiana (fue capital del reino visigodo y un importante centro eclesiástico). 6. Zaragoza, Murcia, Sevilla, Tudela, Tarazona, Ripoll y Barcelona. 7. a) Definiciones del DRAE Mecenas 1. m. Persona que patrocina las letras o las artes. Patrocinador, ra. 1. adj. Que patrocina. 2. adj. Dicho de una persona o de una entidad: Que patrocina una actividad frecuentemente con fines publicitarios. - El arzobispo Raimundo de Sauvetat y el rey Alfonso X el Sabio. 8. Habladas: árabe y romance (castellano). Escritas: árabe, hebreo, latín y castellano (a partir de la época de Alfonso X). 9. Por ser descendientes de los judíos expulsados de España a partir de la época de los Reyes Católicos. La variedad de castellano hablada por los sefardíes se llama «ladino» o «sefardí». 10. Por ejemplo: aceite, zapato, jarra, almacén, alfombra, alcantarilla, alubia, berenjena, azulejo, jabalí, mezquino. - Río o valle. 11. Aristóteles, Platón, Averroes (Filosofía). Euclides (Matemáticas). Hipócrates, Galeno, Avicena (Medicina). Ptolomeo (Astronomía). 12. Juan Hispalense, Samuel Ha-Leví, Judá Ben Mosa, Isaac ibn Cid. 13. Entre otros: el álgebra, obras de irrigación; introducción del cultivo del arroz, la caña de azúcar y el algodón; del uso del papel, la pólvora y la brújula, la organización de hospitales bajo control oficial... 14. Si se desea, pueden consultarse entre otras las siguientes ediciones del Calila e Dimna: Ibn al-Muqaffa, Abd Allah: Calila e Dimna. Madrid: Emiliano Escolar, 1981. Ibn al-Muqaffa, Abd Allah: Calila y Dimna. (Trad. de Marcelino Villegas). Madrid: Alianza, 1991. Calila y Dimna: cuentos y fábulas para niños. (Adaptación, Teresa Caso). Oviedo: Nobel, 2001.
24 | La Escuela de Traductores de Toledo