E
ntre los siglos XII y XIII se desarrolla en Toledo un proyecto cultural conocido por la historiografía moderna como «Escuela de Traductores» o «collège de traducteurs». Esta denominación no debe llevarnos a pensar en un centro educativo con profesores y estudiantes, sino más bien en un conjunto de personas que, a través de sus traducciones y aun trabajando por separado y movidos por intereses particulares, contribuyeron de modo singular a la transmisión a Europa de la sabiduría de Oriente, y en especial la de los antiguos griegos y los árabes. Las universidades europeas se habían alimentado hasta entonces de la cultura latina y, si bien se sabía de la existencia de los grandes filósofos griegos, apenas existían traducciones en latín de sus obras, y por tanto se ignoraba su contenido. Los árabes, en su expansión por las tierras de Bizancio -heredera de la antigüedad griega- habían asimilado, traducido, estudiado, comentado y conservado lo más selecto de la producción intelectual clásica griega, india y persa, y la habían traído consigo hasta la Península Ibérica junto al ingente bagaje cultural que ellos mismos habían generado. Toledo fue la primera gran ciudad musulmana conquistada por los cristianos (1085). Como en
Palacio del Rey D. Pedro (s. XIV) sede actual de la Escuela de Traductores de Toledo
otras ciudades de Al-Ándalus (Sevilla, Tarazona, Ripoll, etc.) existían en ella bibliotecas y sabios conocedores de la cultura que los árabes habían traído del Oriente y de la que ellos mismos habían hecho florecer en la Península Ibérica. Con la presencia en Toledo de una importante comunidad de doctos hebreos y la llegada de intelectuales cristianos europeos, acogidos por el cabildo de su catedral, se generó una atmósfera propicia para que Toledo se convirtiera en pieza importante como mediadora cultural entre el Oriente y el Occidente de la época.
Imagen portada: Ars Rhetorica de Aristóteles (Trad. al latín, Hermán el Alemán)
La Escuela de Traductores de Toledo