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"Estamos muy, muy contentos de la implicación de todo el mundo"

Raquel Requena. Directora pedagógica del Colegio La Inmaculada de Paiporta

Javier Poveda González. Director de los Departamentos de Administración y Cooperación de EC

Raquel Requena lleva toda una vida vinculada al Colegio la Inmaculada, desde que entró como alumna en Infantil hasta su vuelta hace más de veinte años como psicóloga y docente en el mismo. Durante la reconstrucción del centro tras la dana ha tomado parte activa en las labores de logística de esta que es casi como su segunda casa.

¿Cómo era el Colegio La Inmaculada antes de la dana?

La Inmaculada siempre ha sido un colegio familiar, de una línea desde los tres años hasta 4º de Secundaria y familias que viven en torno al cole. Casi todo su alumnado reside en Paiporta y contamos con hijos de antiguos alumnos.

¿Cómo vivisteis aquel fatídico 29 de octubre?

Ahora mismo, cuando haces memoria de las escenas de ese día recuerdas que fue un día normal. Había llovido por la mañana, a la hora de entrar los mayores de Secundaria llovió un poquito, pero el resto del día estuvo bien. Sí nos llegó información de que en Torrente y en Catarroja habían suspendido clases a las dos del mediodía, pero aquí solamente nos llegó la comunicación de que cerraban los parques y los cementerios, así que seguimos con clases normales. Mi jornada ese día acababa a las tres, porque hago rotación con el jefe de estudios, Hilari, que estuvo aquí por la tarde. Todo parecía normal, hasta que a las seis comenzó a haber movimiento.

¿Qué notasteis para daros cuenta de que aquello no iba a ser normal?

Lo que nos creó la alarma fue que tenemos profesores que viven cerquita del barranco y nos mandaron vídeos en los que se veía cómo estaba subiendo el nivel del agua, pero nunca te imaginas que el barranco se va a desbordar y de la manera que lo hizo. Sor Victoria, la directora titular del colegio, nos llamó y nos dijo que una lengua de agua y barro empezaba a entrar poquito a poco en las instalaciones y, de repente, la altura que alcanzó el agua, en cuestión de minutos, fue importante.

Imagino que os invadió esa sensación de que esto se nos va a ir de las manos, ¿no?

Eso lo hemos percibido después. Se fue la luz, lo último que supimos de las hermanas es que estaban aquí, en el colegio. También que estaban junto con las mujeres de la limpieza porque Sor Victoria les dijo que no se podían ir, y menos mal, porque hubiera sido una tragedia. Les dijimos a las religiosas que no bajaran para nada a las instalaciones del centro, porque no sabíamos cuánto subiría el agua. Luego perdimos la comunicación.

Para los que no conocen el colegio, las hermanas viven en la primera planta del edificio. El patio y la planta baja quedaron anegados.

Sí, toda la planta, casi dos metros de altura. Precisamente, esta mañana la Universidad Politécnica ha sacado un informe de los niveles de agua en la población y en la zona donde está el cole y hablaba de una altura entre 2 m y 2,20 m.

Y cuando el agua empezó a bajar, ¿qué os encontrasteis, cuál fue vuestra sensación?

Pues te puedo trasladar lo que Sor Victoria nos comentó, porque el día 31 seguíamos sin tener comunicación. Yo vivo aquí, en Paiporta, y no pude salir de casa porque estaba bloqueada por vehículos.

Pude hablar con Hilari, creo recordar que fue a mediodía o a media tarde, cuando empezamos a tener cierta cobertura, pero ninguna sabíamos nada. Él dijo que intentaría acercarse al día siguiente, y le comenté que haría lo mismo si podía salir. Pude llegar, y también Carmen, una profesora del centro, que vive cerca del mismo. Era impresionante la cantidad de fango que había por donde pasabas. Nos contaba Sor Victoria la impresión que experimentaron cuando se asomaron por la mañana, a plena luz del día, a ver el patio donde vieron las imágenes de la capilla y de la entrada tumbadas boca abajo en el patio, un desastre.

Sor Victoria narra siempre la impresión que le producía ver la estatua de San Vicente boca abajo enterrada en el barro, como un símbolo del colegio, las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul intentando no hundirse…

Bueno, también hubo una parte positiva, porque en la cueva tenemos a nuestra Virgen que no se movió, a pesar de cubrir la estancia el lodo. Todavía queda fango de recuerdo, pero la imagen no se movió. Y lo mismo ocurrió con otras imágenes, que para los que creemos pensamos que se salvaron por algo, como el cuadro de la Virgen de los Desamparados que hay en el comedor, al que le quedaron dos dedos para mojarse, pero ahí quedó, intacta.

En estas situaciones, para las que ninguno estamos preparados, ni formados para reaccionar, ¿cómo han respondido los profesores, la comunidad educativa? Ahora que ya han pasado unos meses, ¿cómo lo analizas?

La verdad es que la respuesta del profesorado fue inmediata. En cuanto Hilari pudo acceder al cole y ver la magnitud de lo sucedido nos pusimos manos a la obra. Movilizamos a los miembros del claustro que pudieran desplazarse hasta el centro, porque algunos viven en Torrente y otros en Valencia, y así, el día 1 estábamos aquí el 95% del profesorado.

Los docentes vendrían andando porque hasta aquí no se podía entrar de otra manera…

Algunos intentaron venir en coche pero no lo consiguieron, aparcaban en la otra parte del cauce y venían el resto del camino andando, algunos días durante una hora u hora y media. Solo el primer día se dijo ‘vamos a empezar por aquí’, los días siguientes nos fuimos organizando conforme íbamos llegando y veíamos la situación: inmediatamente todos nos pusimos a quitar barro como si supiéramos cómo lo teníamos que hacer. La verdad es que yo siempre se lo he dicho al claustro, estamos enormemente agradecidos porque al final mostraron lo que hemos vivido del carisma del colegio. Ese servicio, esa predisposición es parte de lo que hemos aprendido de la congregación. Estamos muy, muy contentos de la implicación de todo el mundo.

¿Crees que lo vivido y compartido se convertirá en un aprendizaje que se quede?

Sí, yo creo que sí. Como en todo grupo humano hay afinidades y hay diferencias pero los momentos vividos han sido un ‘todos a una’, teníamos claro cuál era el objetivo. Es algo que hemos comentado cuando hemos hecho ‘ventilación emocional’ entre el claustro, que la experiencia nos ha permitido estar codo con codo con compañeros de Primaria o Secundaria con los que se coincide poco y conocer aspectos de su vida personal, porque mientras estabas quitando fango estabas hablando de tu vida y tus sentimientos. En este sentido sí ha sido una experiencia bonita, porque desde el cole se han organizado convivencias de profesorado, quizá enfocadas a los valores del colegio, pero esta experiencia ha sido un intensivo.

Durante estas semanas, ¿qué imagen, qué mensaje pensáis que habéis conseguido transmitir a las familias?

Las familias, sobre todo cuando el primer día abrimos las puertas, nos mostraron su agradecimiento al ver el esfuerzo que habíamos hecho. Sabían que no habíamos recibido ayuda de la Administración, que todo había sido fruto del esfuerzo de todos. de familias de alumnos, familias de profesores, o antiguos alumnos, aquellos que parece que ‘te dan más guerra’ cuando están en el cole fueron los primeros que estuvieron aquí queriendo ayudar lo máximo posible. Es verdad que el cole, desde fuera, se veía bien y eso hizo que las familias nos preguntaran por qué no reabríamos, porque los niños necesitaban volver al colegio, y nosotros en ningún momento hemos cerrado la puerta, sino que le invitábamos a pasar para que vieran en interior, y cuando les hablábamos de la importancia de la seguridad mostraban su agradecimiento. Ahora parece que todo está funcionando a la perfección pero todavía queda mucho por hacer.

¿Cómo os estáis organizando ahora mismo? Hay espacios que están todavía esperando a que se sequen para poder reformarlos. ¿Cómo se está desarrollando la actividad en el colegio?

En cuanto al alumnado estamos funcionando bien. Se ha reubicado la clase de tres años, que se encontraba en la planta baja y se vio afectada, en el primer piso del edificio de Secundaria, y la verdad es que es una alegría estar en el despacho y no solo escuchar a los adolescentes. También oyes a los niños cantar, ves a los pequeños salir al pasillo para ir al baño y entonces ves que hay ‘vidilla’ en el edificio. Por otro lado, el gimnasio está inutilizable porque se tuvieron que retirar suelos y picar paredes para facilitar el secado de la estancia. El comedor fue lo prioritario para el centro, porque si no Sanidad no nos iba a conceder el permiso para poder utilizarlo. Nuestro objetivo fue comenzar el día 7 de enero con el comedor abierto, y así fue. Nos prestaron mesas y bajamos sillas de clase que teníamos almacenadas. Pensamos que iba a disminuir el número de alumnos por las circunstancias de las familias, pero se han mantenido los que teníamos.

Este suceso demuestra que al final es un ejercicio de logística y de calendario.

Cierto, nadie nos ha enseñado para organizar algo así. Siempre hemos dicho que en la universidad nos forman en nuestras titulaciones pero para todo esto que hemos hecho, ni en el Máster que hacemos para conocer cómo realizar la dirección de un centro se muestra. Han sido muchas horas dedicadas, tiempo de compaginar determinados momentos de la rehabilitación con clases que impartir, sustitutos que buscar y clases que preparar para que los alumnos no se vieran afectados.

¿Qué ha sido lo más difícil en todo este tiempo?

Pues quizá esa organización logística, porque nos cogió de nuevas. Nosotros llevamos muchos años en el cole pero lo que era la parte de Administración y de Gerencia lo lleva a Sor Victoria y Yolanda, la secretaria, que saben más que nosotros, pero para nosotros fueron cosas nuevas.

Me imagino que jornadas maratonianas, ¿no?

Sí, sábados, domingos hasta altas horas. Antes de Navidad nos decían los profesores ‘venga que nos vamos y descansamos’, el equipo directivo sabíamos que no íbamos a descansar, pero lo hemos hecho muy a gusto y con el objetivo de mejorar las cosas para que los niños regresaran lo mejor posible.

Los abrazos de pequeños y mayores, se llevan para siempre

Tras lo vivido, hoy sentiréis que el colegio es todavía un poco más vuestro.

Sí, además es que con Sor Victoria siempre lo hemos dicho, que la Inmaculada, al ser un colegio tan familiar, lo han convertido en tu segunda familia, pero ahora, además, es como un trocito de mi casa.

Esta es quizá la casa que se elige

Sí, o la que has tenido la suerte de conocer, porque hay profesores que no son de la zona, pero lo han hecho tan suyo como yo, por ejemplo, que he vivido casi toda mi vida en el colegio.

Siempre decimos que en situaciones tan trágicas se producen momentos muy dolorosos, pero creo que lo que más nos ayuda en estos momentos es el amor que pongamos en las cosas y el humor. ¿Habéis experimentado esos momentos de reír?

Siempre, todos los días, porque hay profesores que tienen mucho humor. Buscaban cualquier comentario a la hora del almuerzo, a la hora de tirar trastos, siempre había alguna anécdota graciosa. Ahora mismo no te podría decir, pero todos los días había algún comentario y alguna forma de sacar la sonrisa.

En algún momento, la comunidad de hermanas debió pensar que se iban con el colegio, que es más que un colegio, que es su casa, su proyecto, su entrega de toda una vida. Cuando las he oído hablar de vosotros salvando el colegio se emocionan.

Es verdad, es su casa. Sor Victoria ha estado toda la vida aquí, y ver que tu colegio se va en nada y que ellas son mayores… no podíamos no poner en pie todo esto.

¿Cómo preparasteis la vuelta a las clases, cuáles eran los objetivos que queríais transmitir?

Nuestros objetivos eran que los niños vieran un espacio seguro, un espacio en el que había cierta normalidad, donde estar acogidos con sus profesores y poder jugar y hablar. Ese fue el objetivo principal.

De ese momento, ¿tienes alguna imagen grabada? ¿algo algo que tú digas esto no se me va a olvidar en la vida?

Sí, los abrazos. Los abrazos de pequeños, de los mayores de Secundaria que parece que son más distantes, esos abrazos se llevan para siempre.

Y ahora, ¿en qué punto de recuperación está el centro?, ¿qué es lo que más os motiva en este momento?

Estamos inmersos en la rehabilitación del aula de tres años para que puedan volver a su espacio y disfruten de mayores comodidades, como volver a tener unos servicios adaptados en el propio aula. También la reforma del aula de música, el parque y el gimnasio, y lo último los despachos, sala de profesores…

¿Si tuvieras que describir el colegio con un par de palabras después de la dana, qué palabras serían?

Serían confianza y seguridad, que todo sea seguro pensando en los alumnos, vamos más al detalle, analizamos las cosas que pueden ser un peligro para ellos.  Por ejemplo, estos días que hemos tenido tanto aire pues hemos decidido que no es necesario subir a la terraza, a los patios. Respecto a la confianza, destacaría el apoyo generado entre nosotros y las ganas de que esto salga adelante.

¿Qué mensaje darías desde estas páginas a aquellos que os han apoyado de distintos modos, como voluntarios, a través de donativos, empresas que han ayudado…?

Gracias, eternamente agradecidos son las palabras que nos salen, gracias por el esfuerzo de las personas que han estado aquí ayudándonos y por las donaciones, porque el montante económico es importante, hace falta mucho dinero.

La Inmaculada es un centro humilde, el único colegio católico y concertado de un pueblo pequeño. Es fundamental mantenerlo como oferta educativa y evangelizadora. Para terminar, ¿qué sabías sobre Escuelas Católicas antes de la dana, y qué piensas ahora sobre la institución?

Conocía la formación, o las Jornadas de Pastoral. Ahora veo a personas, a una entidad que está por encima y que ayuda a gestionar situaciones. Yo siempre he dicho que el fuerte protege al débil y en estos momentos los que estáis en la esfera nacional sois un apoyo fundamental, tanto emocional como económico, y ante situaciones de bloqueo es muy importante ver visiones desde fuera, así que muchas gracias y seguimos con mucho ánimo gracias a vosotros.

BIO. RAQUEL REQUENA

Raquel Requena, natural de Paiporta, es licencia en Psicología por la Universidad de Valencia y máster universitario en Dirección y Gestión de Centros Educativos por la Facultad de Magisterio y Ciencias de la Educación de la Universidad Católica de Valencia. Antigua alumna del Colegio la Inmaculada, comenzó a trabajar como psicóloga en el Departamento de Orientación en el año 1999, además de realizar tareas docentes con el alumnado de Secundaria. En el centro ha ejercido como jefa de estudios y desde el curso 2022-23 es directora pedagógica.

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