Carlota Beltrame

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Carlota BELTRAME

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LA UTOPÍA (Discurso de recepción del premio del Salón Nacional de Artes Visuales 2018) Es raro darle mi voz a otra voz, pero supongo que de algún modo extraño, esta voz amiga que ahora mismo habla, conspira contra la evidencia de que no he podido estar presente con Uds. Cuando me informaron que había quedado seleccionada repasé con curiosidad los nombres de quienes corrieron igual suerte y reconocí los de no pocos artistas cuya obra admiro, disfruto y cito en mis clases en la Facultad de Artes. Ya me sentía encantada de acompañarlos. Por eso ahora que recibo este premio y me siento tan sorprendida ¡quién sabe si yo misma me lo hubiese otorgado! Aquí estoy sin embargo, y ya que tengo que decir unas palabras, voy contarles qué es la randa. Se trata del textil que distingue mi provincia y del que se conoce muy poco. Según parece proviene, no de Alemania como se dice con frecuencia, sino de los Países Bajos los cuales, durante la ocupación española del S XVI, se lo transmitieron a los invasores y estos la adoptaron trayéndolo a las colonias. Así, las señoras de nuestro patriciado hicieron randas para sus ajuares pero fueron abandonando esta práctica cuando (¡horror!) se popularizó entre las clases bajas. La randa es un encaje de bordado sobre malla, no de bolillo como el que habitualmente vemos en Europa ya que, como las expresiones idiomáticas arcaicas que aún conservamos, la randa sobrevive en Tucumán pero ha desaparecido en los países que nos la legaron. Las randeras son mujeres de pueblo en el sentido más literal ya que pertenecen a un pobladío de nuestro ancestral interior llamado “El Cercado”, un lugar muy bonito sobre el que sin embargo, cayó la furia de la última dictadura. En aquellos años se enseñaba como “manualidad” en las escuelas públicas pero por una razón incomprensible (todo en aquél tiempo era incomprensible) fue eliminada de la currícula y así la randa tucumana cayó al borde de la extinción pues nadie reconocía su valor y las randeras preferían emplearse como domésticas en los hogares burgueses de las ciudades más próximas. Cuando en el año 2000 comencé a trabajar con esta técnica todavía se hallaba bajo esta mala estrella pero desde hace unos diez años comenzó a revalorizársela, y hoy volvemos a verla siendo utilizada en diseños de indumentaria. Así, en mi trabajo, la randa no alude al ámbito doméstico, sino que, en tanto práctica popular aparece como el principal hecho político que, en mi obra, busca soportar gran parte de las históricas utopías en las que los argentinos, para bien o para mal, aún podemos reconocernos. Gracias, gracias, mil gracias. Carlota Beltrame

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LO PERSONAL ES POLÍTICO


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FAP (Fuerzas Armadas Peronistas-Montoneros)


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UTURUNCO


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ERP (EjĂŠrcito Revolucionario del Pueblo)


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WIPHALA (bandera de los pueblos originarios)


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30 AÑOS DE DEMOCRACIA


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EL CHE


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PARTIDO COMUNISTA


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LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans)


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LO IMPOSIBLE SÓLO TARDA UN POCO MÁS (HIJOS)


QUIEN QUIERA OÍR QUE OIGA, QUIEN QUIERA VER QUE VEA Sobre La Utopía de Carlota Beltrame Yo me alimento con una quimera en que los ojos al sol verán brillar 12

los brazos de mi padre en las banderas y una ceniza negra que se va Jorge Fandermole

En esta patria de lo inaccesible Esto no es un comentario, mucho menos una ilustración verbal sobre La Utopía de Carlota Beltrame. Es, más bien, un esfuerzo por escapar de la coyuntura actual, de la realidad económica, social y política en la que estamos inmersos los argentinos y remontarnos a procesos de construcción de sentido político más amplios que atraviesan nuestra historia y de los cuales, la obra de Carlota es deudora. En la sutil trama de las randas tucumanas, para plantear este nudo de problemáticas, su estrategia ha sido la de opacar su discurso ante la mirada del desprevenido asumiendo el riesgo de pasar desapercibida y así hacer carne aquella famosa cita “quien quiera oir que oiga”... quien quiera ver que vea”. Las utopías que nos presenta son las de lo que pudo haber sido y no fue. Sin embargo, lejos de tratarse de letra muerta, éstas continúan operando en la estructuración de un horizonte de sentido que interpela las condiciones impuestas por la hegemonía neoliberal, proponiendo un modelo de vida colectiva más generoso, más inclusivo, más hospitalario, ilusiones colectivas de las cuales todos tengamos derecho a participar y en el que todas las alteridades logren carta de ciudadanía. Nuestras utopías son trazos en los lindes de nuestra historia que tuvieron lugar en la construcción de una Argentina olvidada, invisibilizada, acallada como inscripciones invisibles en el cuerpo social que retorna para demostrar que aún podemos pensarnos de un modo diferente. Carlota articula sus piezas en medio de esta batalla por el sentido de nuestro presente. Pero al mismo tiempo, la continuidad en la historia del mismo modelo mercantilista ha encontrado sus resistencias


mediante las peleas de quienes quedaron excluidos, periferizados y estigmatizados, ya sea a través de la lucha armada, a través de la lucha política o de la discursiva; tres aspectos de un mismo paradigma económico hecho cultura a mediante sus brazos militar, político y simbólico. Sin embargo, aunque presente y central, lo “popular en su obra, no termina de señalar acabadamente el rango semántico de las identidades que plantea Carlota, porque lo popular siempre ha sido una alteridad en la arquitectura de nuestra nación. Como bien remarca Rita Segato, también existen otras formaciones nacionales que se resisten a los procesos de homogeneización de la cultura nacional y dejan en evidencia los huecos en la construcción de ciudadanía compuestos por sujetos que deberían gozar de los mismos derechos: los de los indígenas que pelean por el reconocimiento identitario y la posesión de la tierra, los de la comunidad LGBT que hace lo propio por la igualdad de derechos civiles o los del movimiento feminista que pugna por la eliminación de la violencia física y simbólica y por la igualdad de oportunidades. Todos ellos señalan aquel modelo como un aparato de producción de inequidad que sólo puede superarse mediante la resistencia y la organización de quienes han quedado afuera.

Banderas en tu corazón Me interesa pensar el conjunto de imágenes de La Utopía a través de la idea de “bandera”, como aquellos signos que se enarbolan uniendo en una comunidad a todos los que participan de los mismos valores y que son, al mismo tiempo, matrices de producción de sentido que estructuran nuestras prácticas políticas. En efecto, las banderas son símbolos y elementos diacríticos que evidencian paradigmas de pensamiento y acción permitiéndonos percibir, interpretar y evaluar nuestra realidad circundante. No tener “bandera” es la confirmación de la derrota, de la renuncia; es cargar resignada e inconscientemente el estandarte triunfal de lo meramente posible. Aquellos sin bandera, amparados en una ficticia idea de neutralidad, sólo pueden reproducir acríticamente las condiciones de interpelación al poder que el propio poder establece. Pero resignificar y reapropiarse de los símbolos es quitarles los sentidos arcaicos que quisieron darles las elites embanderadas en una idea de patria que excluye la diferencia, es ampliar el rango semántico del símbolo para incorporar al que no tiene lugar. Las artes visuales contemporáneas han demostrado con una evidencia ya palmaria que dejaron de ser un sistema de producción de belleza, para transformarse en uno de pensamiento crítico. Con sus propios códigos y categorías, en la semioticidad de las imágenes, objetos o acciones, las artes visuales construyen su propio razonamiento de producción e interpretación. Por este motivo la elección de los soportes, de los procesos, de los materiales o de las imágenes resultantes que plantea Carlota son

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reflexivos e intencionales y buscan conceptualizar y abordar críticamente nudos históricos que se van desplegando conforme el espectador aborda cada randita. Consignas, logos e isotipos políticos, algunos reconocibles por formar parte del patrimonio visual de nuestra cultura, pero otros de interpretación más fragmentada o de una decodificación más críptica son presentados de forma fantasmática, en un juego de transparencias y opacidades interpretativas. Las imágenes se presentan bordadas a través de la sutil técnica que, por efecto mismo de su delicadeza y la monocromía entre figura y fondo, dificulta su lectura opacando el signo, que se torna malévolo.

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La randa es un textil típico de Tucumán heredado de tradiciones europeas, pero fagocitado antropofágicamente por nuestra cultura local y son producidas por mujeres que llamamos randeras. Se trata de una labor otrora reservada a las señoras patricias de nuestra provincia, pero su popularización hizo que las clases altas abandonaran esta práctica trasladándose por completo hacia las mujeres de las barriadas. De allí su incorporación en los planes de estudio de las escuelas públicas como una forma simple de “manualidad”. La Utopía es una instalación sobre pared conformada por un conjunto de estos textiles montados en marcos plateados, de diferentes tamaños. En esta obra, Carlota incorpora aquellos elementos que circundan el fenómeno de la randa como claves interpretativas, pero a partir de una mirada deconstruida y decolonial, rompiendo así con las relaciones autoevidentes que oscilan entre lo textil y lo femenino; entre la artesanía y lo académico; entre lo popular y lo sanchopancesco, que terminan por anular toda capacidad analítica. El trabajo es deconstruir la mirada para mostrar cómo vemos lo que vemos, cuán estructurada se halla nuestra percepción y cuáles son los valores que incorporamos a través de las imágenes normatizadas de la cultura hegemónica. Es que, lejos de devenir pastiche, hibridar técnicas y enfoques, abre posibilidades enunciativas que son, al mismo tiempo, condiciones de posibilidad de un discurso emancipatorio. En efecto, sólo podemos independizarnos si somos capaces de romper con el lenguaje naturalizado, con el lugar de enunciación en el que nos ubican las estructuras de poder y cuando dejamos de hablar a través de las construcciones de sentido predigeridas que aquéllas nos imponen. En este punto, Carlota toma un camino divergente des-encastrando las representaciones que sobre el textil y, particularmente sobre la randa, circulan en el imaginario colectivo. Nos dice: “(...) En mi trabajo, la randa no alude al ámbito doméstico, sino que, en tanto práctica popular aparece como el principal hecho político que en mi obra, busca soportar gran parte de las históricas utopías en las que los argentinos, para bien o para mal, aún podemos reconocernos”. Al mismo tiempo, el enfoque se enriquece aún más por los cruces territoriales coincidentes entre los pueblos habitados por las randeras y la zona de operaciones de las guerrillas armadas de los años ‘70.


Evocan espacios con una gran carga simbólica para quienes vivieron de cerca la experiencia de la lucha en el monte tucumano, en los ingenios azucareros y en todo el escenario de conflicto de las diferentes agrupaciones como Uturuncos, Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) o Montoneros, de los cuales hoy sólo nos quedan los resabios toponímicos de los vencedores: “Soldado Maldonado”, “Capitán Cáceres”, “Sargento Moya” y “Teniente Berdina”.

Los dos en un montón que resistía Desde el linde de la historia oficial, Estado, historia, revolución y política se aluden en La Utopía para mostrarnos trazos, tramas, relatos cuasi invisibles al ojo contemporáneo. Narraciones de revolución negadas por los discursos circulantes e incluso por los de los claustros académicos como una etapa de nuestro pasado ausente e intencionalmente condenada a la desmemoria. Entonces, las utopías deben encontrar otras formas de ser hacerse presentes, otras narrativas, otros enfoques a fin de remarcar la continuidad de los procesos de un pasado que, como afirmé anteriormente, aún sigue operando en nuestra actualidad. Tucumán no es un espacio geográfico cualquiera, sino un significante muy especial en tanto fue convertida en “tubo de ensayo” para experimentos tan nefastos como el “Operativo Tucumán” que implicó el cierre de once ingenios azucareros, el desempleo masivo y 200.000 emigrados, y el “Operativo Independencia” con el que se experimentaron la desaparición forzada de personas y los centros clandestinos de detención. A estos dos engendros, me atrevo a sumar un tercer engendro efectuado por cauces democráticos: la elección como gobernador del represor y genocida Domingo Antonio Bussi, en la década de los ‘90. Como colectividad, La Utopía nos propone pensar sobre el modelo de patria que queremos y sobre cómo ésta debería administrar las diferencias, sus alteridades y sus Otros internos. Hablar de los invisibilizados por la historia es hablar sobre la matriz de segregación al derecho a un Estado que responda por las carencias internas reconociendo y garantizando las expresiones plurales de identidad. En un plano más profundo, el derecho a plantearnos una resignificación de nuestras democracias. Está claro que, en esta batalla que estamos dando, La Utopía tiene mucho qué decir.

Luis María Rojas

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EVITA MONTONERA


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LOS DOLORES QUE NOS QUEDAN SON LOS DERECHOS QUE NOS FALTAN (Reforma Universitaria de 1918)


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EL PERONISMO ES EL HECHO MALDITO DEL PAÍS BURGUÉS (John William Cooke)


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SIN LA ESPERANZA DE SER ESCUCHADO, CON LA CERTEZA DE SER PERSEGUIDO (Fragmento del final de Carta Abierta de Rodolfo Walsh)


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EDUCACIÓN SEXUAL PARA DECIDIR, ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR, ABORTO LEGAL PARA NO MORIR


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PI (Partido Intransigente)


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LA TUPAC AMARU


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MADRES Y ABUELAS DE PLAZA DE MAYO


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MTL (Movimiento Todos por la Patria)


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LIBERTAD A AGUSTÍN TOSCO


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NÉSTOR VIVE


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¿DÓNDE ESTÁ SANTIAGO MALDONADO?


Carlota Beltrame

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Artista, docente, investigadora, Licenciada y Doctora en artes, autora del Manual Tucumán de arte contemporáneo (FNA, CFI y Ente Cultural Tucumán). En la Facultad de Artes de la UNT y junto a Geli González y Marcos Figueroa, desde 1989 conduce el Taller C, reconocido por la formación de prestigiosos valores de la escena artística su ciudad. Participó de residencias para artistas en el Centro de Investigaciones Artísticas (Argentina) o ARTifariti (Argelia) y obtuvo becas como la de la DAAD para estudiar en la Kunstakademie Düsseldorf (Alemania) o la de la Fundación Antorchas para trabajar en el Taller de Barracas (CABA-Argentina). Organizó talleres como los Encuentros de producción y análisis de obra para jóvenes artistas del NOA, patrocinados por la Fundación Antorchas o los de TRAMA. Programa de Confrontación y Cooperación entre Artistas en Tucumán. Trabajó con Guillermo Kuitca, Jorge La Ferla, Gustavo Bruzzone, Eva Grinstein, Américo Castilla, Mauro Herliztka, Gabriela Salgado, Kevin Power, Washington Cucurto, Gustavo López, Ticio Escobar, Tania Bruguera y Claudia Fontes. Convocada por curadores como Rodrigo Alonso, Fernando Farina, Florencia Battiti, Luis Felipe Noé o Gerardo Mosquera expuso con Claudia Fontes, Carlos Amorales, Ricardo Basbaum, Roberto Jacoby, Diego Bianchi, Lucas Di Pascuale, Sandro Pereira o Gabriel Baggio. Primer Premio del Salón Nacional de Artes Visuales 2018. Sus obras se hallan en colecciones como las del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA-Argentina), University of Esssex Collection of Latin American Art (UECLAA-UK), MACRO (Rosario de Santa Fé), Colección de la Dirección de Rentas de Tucumán, del Museo de la Universidad (MUNT -Tucumán), la Re-Colección (MALBA) o Bruzzone.

La Utopía Traducción en randa de pintadas, logos, panfletos, frases y fragmentos de cartas de la escena política histórica de Argentina enmarcados en plata. Instalación de pared/obra en proceso Medidas variables 2014-2018 Propiedad de la Secretaría de Cultura de la Nación. Versión 2019 expuesta en el Museo “Emilio Caraffa”, Córdoba-Argentina. Fotografía: Diego Villarroel.


AUTORIDADES

Dr. Juan Manzur Gobernador de la Provincia de Tucumán Lic. Benjamín Bromberg Representante Oficial de la Provincia de Tucumán en Capital Federal Lic. Pablo David Tonelli Director de la Representación Oficial de la Provincia de Tucumán en Capital Federal Lic. Mercedes Viegas Coordinadora de Cultura de la Representación Oficial de Tucumán en Capital Federal

Producción Carla Peluso Fotografías Federico González Lentini / Rodrigo Villarroel Diseño Javier Cuevas

* Todas las randas fueron ejecutadas por la randera Claudia Aybar de la localidad de El Cercado, departamento de Monteros, provincia de Tucumán.

Suipacha 140 - Ciudad de Buenos Aires - Teléfono (+54 11) 4322-0010 int.108 - www.espaciotucuman.com.ar www.facebook.com/EspacioTucuman - Horario General: Lunes a Viernes de 10:00 a 18:00 horas



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