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Decálogo para la implantación de metodologías activas en un centro educativo / Juan Núñez

DECÁLOGO PARA LA IMPLANTACIÓN DE METODOLOGÍAS ACTIVAS EN UN CENTRO EDUCATIVO

Juan M. Núñez Colás

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@juannunezc http://otbinnova.com/ Socio-Director en OTBInnova. Profesor del Grado de Educación en la Universidad Comillas de Madrid. Maestro, Pedagogo y Socio Director de OTBInnova empresa orientada a la gestión de proyectos de innovación educativa y al acompañamiento a Centros e Instituciones en procesos de cambio. Profesor en el Grado de Educación en la Universidad Comillas de Madrid. Fue Director Corporativo TIC del Grupo SM y Asesor Pedagógico de la Entidad Pública Red.es, además de dar clases en varios centros educativos. Familia, mar y educación.

Palabras clave: acompañamiento, innovación educativa, metodologías activa, transformación.

Resumen

Afrontar un proceso de transformación metodológica en un centro educativo no es una tarea fácil, sobre todo si queremos hacerlo de forma coherente con nuestro proyecto educativo y siendo fieles a las necesidades e intereses de nuestro alumnado. El artículo pretende ofrecer un conjunto de pautas y consejos que ayuden a que esta transformación se haga de forma lógica, planificada y rigurosa. Veremos la necesidad de tener coherencia educativa, de contar con los equipos y recursos necesarios y de planificar bien tanto la formación como su implementación. Además, analizaremos la necesidad de crear y compartir materiales, generar redes de aprendizaje e impulsar en los centros y entre los centros, procesos de innovación permanente y sostenida.

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La innovación educativa y las metodologías activas se han convertido en una especie de “mantra” para muchos centros educativos. Para algunos ha supuesto o está suponiendo un salto cuantitativo y cualitativo en la calidad de sus procesos de enseñanza y aprendizaje, para otros, por desgracia, poco más que la incorporación desordenada de un conjunto de técnicas y procesos deslavazados e incoherentes.

En este artículo se estructuran 10 pautas y consejos para que la implantación en nuestro centro educativo de un proceso de transformación metodológica suponga un punto de inflexión en el cambio de la relación profesor-alumno, en el protagonismo que debe asumir el alumnado en sus procesos de aprendizaje y en la adaptación de las estrategias didácticas a sus necesidades e intereses.

Antes de empezar con los 10 consejos prometidos, una norma que bien podría sustituir a todas las que vendrán a continuación y sin la cual a menudo todo lo demás carece de sentido. Es una frase que sonará obvia, una afirmación que de partida parece sencilla, de perogrullo tal vez, pero que analizada en profundidad es quizá la asignatura pendiente de nuestro sistema educativo. Básicamente es poner al alumno en el centro de todas nuestras decisiones, pero no “con la boca pequeña” si no realmente y con todas las consecuencias. Pensar en la mejor forma de acompañar a nuestros niños, niñas y jóvenes en su desarrollo personal, competencial, social, emocional y académico cuando hacemos los horarios, organizamos los agrupamientos, pensamos las actividades extraescolares, preparamos material educativo u organizamos el menú del comedor. Olvidarnos del “nosotros” para ser el “ellos”. Si somos capaces de hacer esto, el resto de este artículo carece de sentido, si ves que quizá la apuesta es excesiva o a veces cuesta llevarla a cabo por circunstancias diversas (necesidades o preferencias del profesorado, peticiones de las familias, optimización de espacios y tiempos, logística, etc.) entonces te invito a seguir leyendo. Espero que los consejos que vienen a continuación te sean de utilidad.

No entraré aquí en qué metodología o metodologías son las más adecuadas. El proceso que planteo es válido para cualquier de ellas. Eso sí, recomiendo encarecidamente que se opte por un modelo que cumpla con las pautas que se ofrecen a continuación (sobre todo la primera) y después nos mantengamos firmes en esa decisión, sin dejarnos cegar por las modas ni desfallecer por los obstáculos que seguro encontraremos en el camino. El decálogo es este:

1. Mantén siempre la coherencia educativa y una visión sistémica

Antes de arrancar cualquier proceso de transformación debemos tener clara nuestra misión, nuestros objetivos más estratégicos y sobre todo el perfil de salida que esperamos de nuestros alumnos y alumnas. Este será a

lo largo de todo el proceso el marco de referencia en el que contrastaremos las distintas decisiones a tomar. Esta coherencia con nuestra propuesta educativa, debe tener en cuenta además, el contexto en el que se realiza, entendiendo la realidad social, cultural o económica del centro y su comunidad educativa.

Por otro lado, esas decisiones deben tomarse con visión sistémica, considerando al alumno como un todo, un ser global y único y entendiendo al centro en todas sus dimensiones (gestión, comunicación, pedagogía, organización, etc.)

Este primer punto, con todos sus componentes, nos ayudarán a elegir la o las metodologías a implementar y nos permitirá orientar nuestra brújula de la transformación para no desorientarnos.

2. Cambia el modelo de relaciones y organizativo

Si queremos que las cosas cambien, no podemos quedar anclados en el tradicional modelo de relación profesor-alumno. Toda la innovación, toda

la tecnología y todos los cambios metodológicos que implementemos serán en balde si no somos capaces de cambiar la mirada hacia el alumnado y basar nuestra relación con él en el respeto y la confianza.

Además de trabajar ese cambio de mirada, debemos también cambiar (si no lo hemos hecho ya, obviamente) los modelos de organización escolar, de coordinación docente y de relación con las familias. Todos estos aspectos deben migrar hacia procesos más horizontales y compartidos y deben generarse además espacios de reflexión y creación conjunta que garanticen su permanencia en el tiempo.

3. Impulsa un equipo de innovación o equipo tractor

Todo proyecto de transformación e innovación (diría yo todo proceso, a secas) debe tener un responsable que lo impulse y dé seguimiento y un equipo que garantice el cumplimiento de los planes y tareas establecidas.

Este equipo debe contar con las personas y con los recursos eco-

nómicos, de tiempo y de capacidad de toma de decisiones suficientes

como para poder desarrollar su tarea con todas las garantías. Esto supone, sobre todo, tiempo para reflexionar y coordinarse y espacios para formar o dar seguimiento, además, claro está, de contar con la confianza y el apoyo del equipo directivo.

Será este equipo el encargado de impulsar la planificación de la implantación que luego comentaremos y de cerrarla y concretarla de cara al resto del claustro.

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4. Implementa buenos procesos de formación-acción

Obviamente, la formación es parte clave de todo este proceso y su éxito o fracaso será en buena medida parte del éxito o fracaso del proyecto en su conjunto. Es por ello que debemos buscar un equipo, empresa u organización que nos garantice la máxima calidad. Propongo procesos de formación-acción en los que vayamos llevando al aula lo que vamos aprendiendo en las sesiones de trabajo y que estas sesiones sean participativas y basadas en procesos reales, impartidas por personas con experiencia real y conocimiento del aula y que puedan, además, si es necesario, acompañarnos en todo el proceso de transformación.

El cierre o entregable de esta formación debería ser una planificación detallada a corto y medio plazo (de dos a tres cursos académicos) de cómo será el proceso y qué tareas habrá que ir abordando con su temporalización, recursos, responsables y modelo de evaluación y seguimiento.

5. Genera procesos de co-coaching, co-evaluación y feedback formativo con compañeros y/o expertos

Una vez arranquemos la implementación efectiva en el aula y vayamos avanzando en la planificación realizada, debemos buscar la mejor manera de dar seguimiento al trabajo de nuestros compañeros e ir apoyando su mejora continua. Para esto proponemos algunos procesos que entendemos (y la experiencia corrobora) interesantes para este particular.

El primero es lo que hemos dado en llamar el co-coaching educativo que realizaremos generando equipos de compañeros (3 ó 4 personas máximo) que se “visitan” en el aula y se apoyan observándose, evaluándose sobre una lista de observación y poniendo en común los aciertos y los aspectos de mejora, en momentos de reflexión y análisis compartido. Estos procesos pueden ser acompañados inicialmente por el equipo de formación con el que hayamos contado, garantizando así que el trabajo en el aula es correcto y coherente con las pautas que se hayan establecido.

En definitiva, debemos generar espacios en los que podamos co-evaluarnos y en los que el equipo docente reciba feedback formativo sobre su quehacer metodológico en torno al nuevo modelo por el que hayamos optado.

6. Impulsa talleres de formación complementaria y sesiones de buenas prácticas

A medida que avancemos en el proceso, el equipo docente irá pidiendo más, tendrá necesidad de ahondar en temas concretos del nuevo modelo o indagar en nuevos retos o posibilidades. Siendo fieles a la planificación y sin dejarnos llevar por la euforia, debemos dar respuesta a estos requerimientos. Los talleres de formación complementaria, sean impartidos por expertos

externos o por compañeros o compañeras del centro (quizá miembros del equipo de innovación que se han formado más o de manera más específica) será seguro una buena opción que irá complementando la formación inicial.

También resultan muy fructíferas las sesiones de buenas prácticas en las que, entre compañeros, nos mostramos casos de éxito y dinámicas que hemos implementado en nuestras aulas y han llegado a buen puerto… o incluso, si estamos dispuestos, aquellas que intentamos y no funcionaron, y podemos poner en común para mejorar y detectar los errores cometidos.

También en este “conocer buenas prácticas” os invito a visitar y conocer otros centros y otras realidades de las que poder aprender o con las que poder compartir.

7. Genera materiales y dinámicas y compártelas

Un cambio metodológico traerá otros cambios asociados, entre ellos el de los materiales, contenidos y recursos educativos. Es probable que los docentes generen materiales o soliciten otros diferentes a los utilizados hasta la fecha. A este respecto, se hace necesario generar espacios virtuales (o físicos si es menester) en los que almacenar y compartir todo este material y crear equipos que afronten este reto creativo de manera que los docentes (especialmente los más innovadores) no se encuentren solos o desamparados y puedan unir su trabajo al de otros, optimizando tiempos y conocimiento.

8. Integra el proceso en tus programaciones y procesos educativos

A medida que el proyecto va avanzando, deberemos avanzar también en la integración de los nuevos procesos metodológicos en el día a día de nuestro quehacer docente. Entendiendo que estos procesos se habrán ido integrando paulatinamente en el trabajo cotidiano del aula, tendremos que ir también, poco a poco, integrándolos en nuestras programaciones docentes y en las distintas temporalizaciones que tengamos como equipo docente. Será necesario entonces también arbitrar procesos que permitan la supervisión de estas programaciones de manera que podamos garantizar que todo el equipo es coherente con los compromisos adquiridos.

9. Cambia la evaluación

Y después de todo esto, nada cambiará si no somos capaces de cambiar la evaluación y avanzar a modelos más formativos y menos sumativos, una vez más, más cercanos a las necesidades de nuestros alumnos y alumnas. Si todo va bien, será este cambio una exigencia que nazca del propio profesorado que, una vez que ha avanzado y se ha visto acompañado en el proceso, se hace consciente de esta necesidad, que por otro lado no será fácil en casi ningún caso y necesitará probablemente de nuevas formaciones, planificaciones, materiales.

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10. Abre el centro al intercambio con otros, genera red

Una vez llegados a este punto, cerramos con una última consideración que invita a compartir el conocimiento adquirido, vuestros aprendizajes y descubrimientos. A abrir vuestro centro para que otros puedan conocer vuestro trabajo y, desde la humildad y el respeto, podáis acompañar a otros en el proceso en el que vosotros estáis inmersos.

Además, y con un poco de suerte, este camino que habéis recorrido promoverá en el centro una cultura de innovación permanente que irá generando nuevas propuestas de transformación que os invito a afrontar iniciando el decálogo de nuevo desde el punto primero que os recuerdo hacía referencia a la coherencia educativa y a usar el perfil de salida como marco de toma de decisiones. Tengamos esto siempre presente…

Y cierro con un último consejo, que no es un principio ineludible, pero que os ayudará en el proceso de principio a fin. Lo resumiría en un PROHIBIDO NO COPIAR. Nunca antes se habían abierto tanto los centros que lo están haciendo bien y nunca antes había sido tan fácil aprender de otros y establecer redes de aprendizaje y reflexión compartida. Mirad qué están haciendo otros, buscad en internet, analizad, estudiad y aprovechad el conocimiento que ya se ha generado, buscad las respuesta en otros a las preguntas que os estáis haciendo y luego pasarlas por el tamiz de vuestra realidad y vuestra misión educativa.

Y a partir de aquí, daos tiempo, pausa, espacios para la reflexión. Cambiar un modelo metodológico pasa a menudo por cambiar la cultura escolar y los ritos y costumbres de unos y otros y eso no pasa de la noche a la mañana. Persevera, motiva, apoya, impulsa… seguro que tus alumnos y alumnas agradecerán la apuesta.

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