Arriba el telรณn (Cuentos clรกsicos en versiรณn teatral para buscar un zapato de cristal) Fabiรกn Sevilla
Ă?NDICE Aladino y su suerte maravillosa ..................................... 5 Aventura para un soldadito de plomo ......................... 29 La leyenda de la Bella Durmiente ................................ 47 ÂĄTodos por Cenicienta! ................................................... 73
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Fabián Sevilla
FABIÁN SEVILLA Nació en 1970, en Mendoza, Argentina. Sus obras de teatro y cuentos aparecen en libros de texto y manuales de editoriales argentinas y de otros países, como EE.UU., Puerto Rico, Chile y México. En el año 2003, editó Ellos, los otros y nosotros, una compilación de cuentos sobre los derechos de los niños, pertenecientes a varios autores. Es autor de los libros Obras de teatro infantil Vol. 2, La paciencia de Noé y otros cuentos, A Frankenstein se le fue la mano, La H pide la palabra y otros cuentos de letras, Yo quiero mi había una vez y mi colorín colorado, entre otros. En coautoría con Adela Basch y Alejandra Erbiti publicó Teatro por tres de la cabeza a los pies. Desde 1997 escribe para la revista infantil Alfabeto escolar, que sale con Diario UNO de Mendoza y Entre Ríos, mientras desarrolla su carrera como periodista. Además, actualmente colabora con la revista Billiken y la revista digital Imaginaria.
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Aladino y su
suerte maravillosa Comedia en ocho cuadros basada en el relato de Las mil y una noches.
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Personajes
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ALADINO, un joven y humilde vendedor de telas. ZAMIRA, su madre. KAMAL, un poderoso y maléfico hechicero. LATIF, un genio. SULTÁN, gran gobernador del reino de Az–Zin. LEILA, su hija la princesa. VISIR, primer ministro y consejero del sultán.
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SERVIDORES MUJER ANCIANA PUEBLO
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VENDEDORES NIÑO ANCIANO HOMBRE
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Arriba el telón
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Cuadro 1 (En la humilde tienda de telas de Aladino). ALADINO (por la puerta, pregona a quienes pasan
por la calle).— ¡Compren nuestras sedas de Persia! ¡Se encantarán con la gasa de Arabia! ¡Sus ojos se van a fascinar por los tejidos de Egipto! ZAMIRA.— Aladino, no ofrezcas lo que no podemos vender. (Le muestra telas muy agujereadas). Hace tanto que no entra un cliente que la seda, la gasa y los tejidos sirven de almuerzo para las polillas. ALADINO.— ¿Y qué hacemos, mamá? Ya no tenemos qué comer. ZAMIRA.— No te desesperes, hijo de mi alma, siento que algo va a pasarnos y tendremos una suerte maravillosa… KAMAL (entra a escena).— Buenas tardes, yo… ALADINO y ZAMIRA (le ofrecen las telas apolilladas).— ¡Sedas de Persia! ¡Gasas de Arabia! ¡Tejidos de Egipto! KAMAL.— No quiero comprar nada, Aladino. ALADINO.— ¿Me conoce? KAMAL.— Soy tu tío Kamal. (Abraza al joven y simula emoción). ¡Y al fin te encontré! ALADINO (a su madre).— No sabía que teníamos un pariente.
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KAMAL.— Soy hermano de tu padre, que
descansa con gloria. Y vos debés ser Zamira, su amada esposa. (La abraza simulando alegría). ZAMIRA (a su hijo).— También desconocía que tenía un cuñado. KAMAL.— Mi hermano no les habló de mí porque dejé hace mucho esta ciudad. Nunca pude regresar hasta que sentí necesidad de estar en familia. ALADINO (avergonzado).— Pues, tío, te has encontrado con una familia en desgracia. Solo podemos ofrecerte un techo, pero nada de comer. KAMAL.— No te preocupes, sobrino. Me ha ido bien en la vida. Antes de venir, ordené que para la cena nos traigan abundante comida y bebida para celebrar el reencuentro. ZAMIRA.— Espero que también hayas ordenado frutas y postres para endulzar lo que te contaremos, Kamal. ¡Tantas penurias! KAMAL.— ¡Penurias que se terminarán, querida familia! Mañana, Aladino, iremos al mercado a comprar las más finas telas de la ciudad. Tendrán excelente mercadería para vender y verán cómo pronto conocerán la prosperidad. ZAMIRA (agarra a aladino de las manos y baila feliz con él).— ¡Te lo dije, algo iba a pasarnos y tendríamos una suerte maravillosa! (Se produce un apagón).
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Cuadro 2 (Junto a un cerro en las afueras de la ciudad. Un montículo de tierra cubre algo en el suelo). ALADINO (cargando una escalera, entra
siguiendo a kamal).— Tío, ya pasamos por el mercado, salimos de la ciudad y ahora estamos en medio del campo… KAMAL.— No seas desconfiado, sobrino. Y seguime sin preguntar… (Ambos salen de escena y luego de unos instantes vuelven a entrar). ALADINO.— ¿A dónde vamos, tío? Estoy agotado. ¡Y esta escalera pesa cada vez más! KAMAL.— Hemos llegado. (Se detiene frente al montículo y con un pie barre la tierra bajo la cual aparece algo). ALADINO.— ¿Una puerta? KAMAL.— ¡Qué inteligente, Aladino! (Tira de una argolla y abre la puerta que da a un pozo). ALADINO (mira al fondo).— Este pozo es muy profundo. KAMAL.— Por eso pedí que trajeras la escalera. (Introduce la escalera en el pozo). Has de saber, sobrino, que abajo hay un tesoro.