Casa en alquiler Sheridan Le Fanu
Versión de María Laura Dedé
ÍNDICE Capítulo 1: Aire de playa .................................................8 Capítulo 2: La casa ........................................................ 10 Capítulo 3: Gabriella...................................................... 13 Capítulo 4: Una simple alucinación ............................. 16 Capítulo 5: Huellas ........................................................ 19 Capítulo 6: Agujero negro ............................................22 Capítulo 7: Del otro lado de la pared ...........................24 Capítulo 8: Seguí avanzando........................................27 Capítulo 9: La promesa ................................................ 31 Capítulo 10: Jones investiga ......................................... 37 Capítulo 11: Un jardín que se marchita .......................39 Capítulo 12: El paseo .....................................................42 Capítulo 13: Fin del sendero ........................................ 46 Capítulo 14: El cementerio .......................................... 49 Capítulo 15: Sin respuestas ..........................................52 Capítulo 16: Lo que se promete ...................................55 Capítulo 17: Preguntas y respuestas ...........................58 Capítulo 18: Fantasma, pero educado........................ 60
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Sheridan Le Fanu
SHERIDAN LE FANU Joseph Thomas Sheridan Le Fanu nació en 1814 en Irlanda, en el seno de una familia adinerada. Escribió cuentos y novelas de terror y misterio. Sus historias de fantasmas son consideradas entre las primeras en este género, y se caracterizan sobre todo por su capacidad de transmitir atmósferas y efectos tenebrosos. Estudió Derecho, pero en verdad no le gustaban las leyes, sino la literatura. Publicó muchos de sus textos por entregas en diarios y revistas de Dublín. Cuando murió su mujer, en 1858, se encerró en su casa a escribir. Algunas de sus obras más leídas son La casa junto al cementerio, La rosa y la llave y la colección En un vidrio misterioso. Murió en Dublín, en 1873.
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MARÍA LAURA DEDÉ Yo creo en fantasmas. Pero no en los de sábana blanca, sino en esas imágenes que de repente vienen a la mente y me dejan pensando que hay cosas que no vemos, pero sentimos. O que vemos con ojos cerrados, una forma más profunda de mirar. Por eso adoro leer cuentos de fantasmas. Y Sheridan Le Fanu es uno de los que mejor los escribe. Yo también soy escritora y publiqué libros de terror. Los cuentos de La escalera del miedo, por ejemplo, son uno más temible que el otro. Y El comedor de las tinieblas... ¡es una novela terrorífica! Entonces... ¿Qué puede ser más fascinante para mí que reescribir “Casa en alquiler”, uno de los mejores cuentos de mi escritor favorito, para que ustedes lo disfruten... muriéndose de miedo?
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Capítulo 1
Aire de playa
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oy a hacerle una pregunta que tal vez pueda resultarle extraña. Es que después de lo que me pasó el último verano, mi cabeza da vueltas y más vueltas, y tal vez usted pueda ayudarme. La pregunta es... ¿Usted cree en fantasmas? ¿Cree que puedan existir almas en pena deambulando entre los vivos? ¿Espectros pestilentes que nos persiguen, nos gimen al oído, tocan nuestros pies descalzos mientras dormimos o, en el mejor de los casos, nos despiertan con el chirriar de sus cadenas? Yo, antes, hubiera dicho que no. Pero después... después de vivir lo que viví... Ocurrió cuando alquilé la casa en aquel pueblito de pescadores, aconsejado por mi médico. Bueno, mi médico no me aconsejó que alquilara esa casa. Lo que me aconsejó fue que saliera del encierro de la mía, porque hacía tiempo que yo estaba enfermo y el doctor Schwartz creía que el aire de la playa me haría bien a la salud. Analicé la situación: en Dublín, la húmeda y brumosa ciudad de Irlanda donde había nacido y vivía desde entonces, no me retenía nada demasiado importante. Familia no tenía y se podría decir que mi mejor amigo era mi criado, Jones, quien de todas formas debería viajar conmigo. Tampoco tenía problemas económicos, por suerte. Sin ser rico, disponía de unos ahorros que me permitían vivir sin trabajar.
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Entonces... ¿por qué no? Decidí embarcar para Italia. Jones me ayudó con el equipaje porque, aunque fuera delgado y rondara los sesenta años, había sido sargento del ejército y rebasaba de la energía que a mí muchas veces me faltaba. Tiempo más tarde, a mediados de 1840, llegamos a Saint-Tropez. Yo tenía planeado seguir en el coche más hacia el este, como dije, hasta Italia, pero la verdad es que ya estaba cansado de tanto viaje, y ese pueblito de pescadores realmente me cautivó. Además, el aire ya era “aire de playa”, como decía el doctor Schwartz... Así que decidí buscar, allí mismo, una casa en alquiler.
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Capítulo 2
La casa
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e indicaron que había una sobre una colina, bastante cerca de la playa, que podría ser de mi agrado. Y no se habían equivocado: la casa era muy cómoda y estaba rodeada de verde, con un jardín lleno de flores, un pequeño bosque de álamos y caminitos que terminaban en bancos con maravillosas vistas panorámicas. Además, el alquiler era tan barato que no lo dudé un segundo.
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Al entregarme las llaves, el empleado de la inmobiliaria me dijo que esa casa había pertenecido a un marino francés. Famoso, aristócrata, valiente y despiadado: el bailío de Suffren. Y como a mí la Historia es algo que me apasiona, me pareció una propuesta interesante. Sin embargo, una vez cerrada la puerta, Jones me miró y me dijo bruscamente, con esa franqueza suya que yo tanto admiraba: —Señor, esta casa no me gusta. Yo me eché a reír y le contesté: —¿Qué le ves de malo? A mí me parece encantadora. Está en muy buen estado, tiene muebles exquisitos, es amplia, fresca, luminosa, toilette abajo, baño en suite arriba, en cada sala un hogar para calentarse... ¿Qué más se puede esperar?