Cuando seevlaverano
tera del amor Textos ReCreados en la fron Beatriz Actis
Índice Diario de Elena: Últimos días del verano .................... 9 Lunes: Las escalinatas del parque ............................. 12 El príncipe sapo ............................................................. 14 Martes: La estación de tren abandonada...................17 La princesa, el leñador y el deseo ............................... 19 Nieve Blanca y Rosa Roja .............................................25 Miércoles: La galería detenida en el tiempo .............38 Cartas de Juan Rulfo a Clara ...................................... 40 Carta de Franz Kafka a Milena.....................................43 Cartas de Charlotte Brontë a Constantin Héger .......45 Jueves: El club del barrio.............................................48 Los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari ..............53 Viernes: El gran teatro, el pequeño kiosco................ 73 Afanti, el ingenioso ........................................................ 75 Los monstruos del amor ..............................................83 Sábado: La playa sobre el río......................................86 Historia de Sherezade y del sultán Shariar ................89
Cuando se vaa no el ver
La despedida de una amiga que se muda a otra provincia es la ocasión de compartir estos textos, que rondan en torno al amor.
• El pr ncipe sapo y Nieve Blanca y Rosa Roja son dos
relatos populares compilados por los hermanos Grimm. • La princesa, el leñador y el deseo es un cuento popular italiano que recopiló Ítalo Calvino. • Las fuentes de las cartas de amor de Rulfo, Kafka y Bront se indican como nota a pie de página. • Los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari, es una novela que ha sido publicada por esta editorial. • Afanti, el ingenioso es un cuento oriental. • Los monstruos del amor es una leyenda chilena. • Historia de Sherezade y el sult n Shariar es el marco de la conocida colección de cuentos árabes Las mil y una noches. Los relatos son también una manera de mantener unidos a los adolescentes a pesar de la distancia.
Beatriz Actis Nació en Sunchales, provincia de Santa Fe, en 1961. Es egresada de la carrera de Letras y vive en Rosario. Publicó literatura para niños y jóvenes. Algunas de sus obras son Para alegrar al cartero (cuentos), Criaturas de los mundos perdidos (novela), Alrededor de las fogatas (novela, Premio La Movida de Editorial Colihue), entre otras. También escribió literatura para adultos: Lisboa (cuentos, Premio Municipal Rosario), Los poetas nocturnos (novela, Premio Fondo Nacional de las Artes), Los niños fugitivos (novela), Sin cuerpo no habrá crimen (poesía) y el libro de cuentos Viajeros extraviados, título que, además, da nombre a su blog. Por último, también publicó diversos libros de educación, formó parte del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación y dio cursos de capacitación en promoción de la lectura.
: a n e l E e d Diario s del verano
Últimos
día
Bajé del colectivo frente al parque; eran las siete de la tarde, hacía calor. Algunos jacarandás todavía estaban florecidos, cosa rara en marzo. Siempre había creído que la naturaleza es precisa. Yo sí tenía un objetivo preciso: esta es la última semana que voy a pasar en Frontera junto a mis dos mejores amigas y nada ni nadie la va a echar a perder. Mi familia se muda a las sierras el próximo domingo, y yo con ella. A mi papá lo trasladan de la empresa en la que trabaja con un ascenso, dijo, “imposible de rechazar en una época complicada como esta”. Mamá va a abrir su consultorio en la pequeña ciudad que va a ser nuestro nuevo destino en la vida.
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• Beatriz Actis Ellos ya viajaron para buscar una casa para todos. Mi hermano y yo empezaremos el año próximo en un colegio que, según mamá, es “parecido al de ahora”. Al nuestro, la corregí, al colegio nuestro. Nunca pensé que lo iba a decir tan en serio, a sentir la escuela de siempre tan propia y mía. También dijo que había un club con equipo de básquet para mi hermano, una escuela de danza para mí y hasta una terraza grande para los dos gatos. Yo no me quiero ir. A pesar de eso, debo confesar que un poco me entusiasma la idea de aventura y de un paisaje distinto, que siempre me atrajo durante las vacaciones: las montañas en vez de la llanura, los arroyitos angostos y transparentes, llenos de piedras, en lugar de este río inmenso y marrón con sus islas verdes (aunque cómo te voy a extrañar, río). También me divierte el acento con cantito de la gente que nació en el lugar en donde viviremos. Y que ellos descubran que los que tenemos el cantito somos nosotros: cuestión de puntos de vista. Pero, en realidad, yo no me quiero ir. Acá en Frontera está mi vida, toda mi vida. Y están Cielo y Sofía, mis amigas, con quienes en aquel preciso momento, hace unas horas, cuando bajé del colectivo enfrente del parque, me iba a encontrar.
Cuando se va el verano
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Con las chicas armamos un calendario para aprovechar cada hora de mi última semana en Frontera. Serán seis días de encuentros, porque el séptimo, el domingo, es el día en que me voy, justo para empezar las clases en mi nueva escuela. Nuestra ceremonia, según planeamos, se hará en distintos espacios de la ciudad, en nuestros lugares de siempre. Cada tardecita —prometimos—, nos vamos a encontrar en un sitio diferente, para dividir la despedida en seis momentos, como si fueran seis partes de algo, por ejemplo, de un rompecabezas que solo tiene sentido cuando las partes se vuelven a unir. O de una torta que se reparte en porciones iguales en lo mejor del cumpleaños. No para entristecernos, sino para celebrar nuestra amistad.
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• Beatriz Actis
Lunes:
Las escalinatas del parque Es de noche. Mi casa está patas para arriba, hay un montón de cosas metidas en cajas y otras, desparramadas en lugares que no son los habituales en espera de que también las metan en cajas. Me encierro en la habitación y empiezo a escribir el relato de estos últimos días de mi último verano en Frontera. Hoy, lunes a las siete de la tarde, caminé hacia la escalinata del parque en donde habitualmente nos juntamos con Cielo y con Sofi, y en donde tantas veces nos reímos de todo, nos reímos sin poder parar. Ellas ya estaban ahí, sentadas en los escalones más altos. Cielo miraba el río, al costado; justo pasaba un barco con un nombre raro rumbo al puerto. Muchas veces jugábamos a: ¿De qué país vendrán? Sofi miraba enfrente, hacia la pista de skate, con cara de estar prestando atención a los detalles del mundo.