El bondi
espacial
Textos ReCreados en la ciencia ficciรณn Guillermo Barrantes
Índice Terminal y primera parada: Mercurio ..........................7 Segunda parada: Venus ............................................... 15 El golem de Venus .........................................................18 Tercera parada: la Tierra ............................................. 23 Rip Van Winkle .............................................................. 26 Cuarta parada: Marte ................................................... 31 El flautista de Deimos .................................................. 35 Quinta parada: cinturón de asteroides ..................... 39 Salamancas ...................................................................41 Sexta parada: Júpiter ...................................................47 El rey y el halcón .......................................................... 50 Séptima parada: Saturno ........................................... 55 El hermano avariento, el hermano glotón y el hermano bueno ......................................................57 Octava parada: Urano ................................................. 63 Dracurano ..................................................................... 66 Novena parada: Neptuno ............................................. 71 La atajada imposible .....................................................74 En el espacio interplanetario ......................................81 El Holandés Errante ...................................................... 83 Última parada: Plutón ..................................................87 El laberinto del Minotauro ........................................... 89 Final del recorrido........................................................ 93
El bosndpiacial e Estos hechos y personajes inspiraron los relatos que conocerás cuando te subas al bondi: • El golem de Praga es una antigua leyenda judía. • Rip Van Winkle es un cuento popular holandés. • El flautista de Hamel n es un cuento alemán recopilado por los hermanos Grimm. • La salamanca de las brujas es una creencia hispanoamericana, vigente en muchos lugares de nuestro país. • El rey y el halc n es un cuento popular de Mongolia.
• El hermano avariento, el hermano comil n y el hermano bueno es un cuento tradicional argentino. • El vampiro del Pante n de Bel n es una leyenda mexicana.
• Nicky Salapu fue el arquero de la selección de fútbol de Samoa Americana en 2001.
• El Holand s Errante es una antigua leyenda de los marinos holandeses.
• El Minotauro de Creta es un mito griego.
Guillermo Barrantes Nació en Buenos Aires, en 1974. Terminada la escuela secundaria, a los 17 años empezó a estudiar la carrera de Astronomía en la Universidad Nacional de La Plata; si bien más adelante cambiaría la ciencia por la escritura, nunca se alejó de los misterios del universo. De hecho, Cosmos, de Carl Sagan, sigue siendo uno de sus libros favoritos. Entre sus obras publicadas se encuentran las novelas El temponauta, Enrique Enríquez y el secreto de San Martín y Encallados, los libros de cuentos Gritos lejanos y Las vueltas de la Muerte, y el ensayo Crónicas mundiales. Además, escribió junto con Víctor Coviello la saga Buenos Aires es leyenda, y la novela Los malditos de Dios. También es autor del guion de la película Ecuación, dirigida por el argentino Sergio Mazurek. El bondi espacial: Textos ReCreados en la Ciencia Ficción, que aquí presenta, une dos de sus pasiones: la astronomía y la mitología.
Terminal y primera parada: Mercurio
Cualquiera que hubiera visto a Palmiro avanzar con tanta firmeza y precisión, habría dicho que se trataba de uno de los hombres más seguros y decididos del Sistema Solar. Le sacaba todo el provecho posible a la escasa gravedad de Mercurio, dando unos saltos formidables que lo llevaban cuatro metros hacia arriba y diez hacia adelante. A ese paso, llegaría al hangar de colectivos en menos de diez minutos. Sin embargo, si en aquel mismo instante, a Palmiro se lo observara a través de uno de los captadores de auras1 construidos en Amaltea, una de las lunas de Júpiter, aparecería envuelto en una tonalidad rojiza, lo que indicaría que, en realidad, estaba muerto de miedo. Su temor no pasaba por encontrarse en la superficie de un mundo hostil vestido solamente con unas zapatillas, un jean algo gastado en las rodillas, y la clásica camisa celeste de los conductores de transporte público. Hacía siglos que los aparatosos e incómodos trajes espaciales habían 1. El captador de auras es un visor que mide los sentimientos dominantes de las personas. La tonalidad de la imagen indica si el sujeto observado experimenta alegría, temor, desconfianza, amor, etc. (N. del A.).
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• Guillermo Barrantes dejado de usarse. En aquel año de 4287, con solo tomarse cada veinticuatro horas una oximenta2 , los humanos podían respirar cualquier tipo de aire extraterrestre y soportar no solo la diferente presión de todas las atmósferas planetarias, sino también un rango muy amplio de temperaturas. Y Palmiro nunca olvidaba tomar su oximenta diaria. Lo que en realidad tenía aterrado a Palmiro se relacionaba con lo que estaba a punto de hacer: su primer viaje como chofer de la línea 60, una de las empresas más importantes de colectivos espaciales. Además de los nervios por su debut como conductor, le preocupaba terriblemente el ramal que le habían asignado: el ramal Z. “El 60 Z funcionó solo un tiempo, pero su recorrido era tan peligroso que los pocos choferes que se animaban a manejarlo o morían del susto o renunciaban”, decían algunos. “El 60 Z es un cuento inventado por los padres para asustar a sus hijos cuando no quieren irse a dormir”, opinaban otros. En fin, aquel ramal era una leyenda contada en cada planeta, en cada luna. Por eso, cuando a Palmiro le dijeron que su primer viaje sería conduciendo el 60, ramal Z, pensó que se trataba de un chiste para novatos... pero la expresión de su jefe indicaba que hablaba muy en serio.
2. Pastilla que mezcla oxígeno con un tipo de menta que se cosecha solamente en Júpiter (N. del A.).
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Sus últimas esperanzas de que todo aquello fuera una broma se desintegraron cuando entró en el hangar que la empresa tenía en Mercurio, al ver cómo terminaban de revisar los conductos positrónicos y los hipertubos de escape de un colectivo con el número 60 brillando sobre la luneta delantera, justo sobre la última letra del abecedario, pintada en negro sobre fondo blanco. El 60 Z era real, y lo estaba esperando. A simple vista, Palmiro notó que aquel bondi era un modelo antiguo, muy antiguo, de los primeros que surcaran el espacio. Subió al vehículo sin demostrar sus temores. Lo primero que hizo fue colgar en la cabina el dado de peluche que lo acompañaba desde sus épocas de remisero3 en Marte. Luego, manualmente, tuvo que acomodar la posición de su asiento, direccionar los espejos laterales e incluso limpiar con una franela el cristal sobre los mandos. Definitivamente, ese colectivo era una pieza de museo. Por último activó el GPS galáctico y salió del hangar, rumbo a la primera parada del recorrido: “Solaris”, el único bar de Mercurio. Bueno, en realidad en aquel pequeño planeta, el más cercano al Sol, había poca cosa más que la terminal de la línea 60, ese bar de mala muerte, un supermercado chino y una docena de pequeñas casas.
3. Conductor de auto espacial (remís) con capacidad para hasta tres pasajeros (N. del A.).
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• Guillermo Barrantes Eran contados con los dedos de las manos quienes llegaban hasta “Solaris” por un trago. Y se trataba de personas extrañas, decían, muy extrañas. —¿Me deja cerca de los anillos de Urano? Aquel hombre era el único que esperaba en la insignificante parada junto al bar. Su apariencia no era extraña, hasta llevaba una camisa celeste como la de él, aunque de un tono más claro. Se lo veía bastante corpulento. En un planeta como la Tierra hubiera pesado unos 100 kilos, pero allí en Mercurio no llegaría a los 40. La que resultaba extraña era su pregunta. —Cerca de los anillos de Saturno, querrá decir —corrigió Palmiro. —No, no. Ya sé que son menos famosos y mucho más débiles y oscuros que los de Saturno, pero, mi amigo, Urano también tiene sus anillos, y sobre ellos flota una estación espacial abandonada, que restauraron para convertirla en confitería. ¡No se da una idea de los waffles que preparan en ese lugar! —Por la órbita de Urano tengo que pasar —comentó Palmiro, mientras consultaba el recorrido completo en el visor de la cabina—, así que no me cuesta nada arrimarlo hasta ahí. —Gracias, buen hombre. Me llamo Boris —se presentó el flamante pasajero mientras subía al colectivo—. Y mejor no le digo mi apellido porque su lengua tendría que bailar y retorcerse
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para poder pronunciarlo bien. Mis antepasados nacieron en Croacia, que era un país de la Tierra. Boris se sentó en el primer asiento doble, cercano al cubículo del chofer. —Hay muchos descendientes de croatas viviendo en Fobos, una de las lunas de Marte —Palmiro aprovechó para seguir con la conversación. Si había algo que podía calmar un poco sus nervios, era sentirse más acompañado en aquel viaje—. Llevé a muchos en mi remís, tanto de Marte a Fobos, como de Fobos a Marte. Mi nombre es Palmiro, y mi apellido Namuncurá. Mis antepasados son de Argentina. Otro viejo país de la Tierra. —Argentina, sí… —dijo Boris pensativo, mientras el bondi dejaba la parada y alzaba vuelo hacia el espacio—. El pueblo argentino fue uno de los últimos en irse del planeta. Eran muy arraigados. No querían abandonar sus costumbres, sus comidas. Los argentinos comían un dulce... ¿cómo le decían? —Dulce de leche. —¡Ese! Varios cocineros del Sistema Solar quisieron fabricarlo con productos sintéticos pero... —Imposible —replicó Palmiro—. El ingrediente principal del dulce era, justamente, la leche de vaca. Y las vacas ya no existen. Yo probé ese dulce del que me habla, ese que está hecho con leche sintética, y también probé el verdadero. ¡Nada que ver! —¿Probó dulce de leche verdadero? ¿Cómo hizo?