El gran Gatsby - ¡Recorré el libro!

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solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido deFrancis que tú yScott los demás dioses del Olimp Fitzgerald maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de

El gran Gatsby Versión de Karina Echevarría


solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses m es así. Sé que es así. Y he pensado una forma o que digo es cierto, los dioses me concederán a n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acepta Índice Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirada preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u as, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mism interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min is como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía s tonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempla o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell co después de su intento de engaño. ta. El mism interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min is como Sarpedón reconocieron la voluntad de Bienvenidos a la estación de F. Scott Fitzgerald ...................... 6

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Trabajos en la estación

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Cuadro de movimientos literarios ................................. 140


ir, los sobresaltó un espantoso estrépito provenie ras, se encontraron con que una antigua armadura de losa, y vieron al fantasma de Canterville sentad na expresión de agudo dolor en el rostro. Los mel proyectiles, con una puntería que solo pueden adquirir esor de caligrafía. Mientras tanto, el ministro de los ordenaba, de acuerdo con los usos de la etiqueta calif vantó con un salvaje alarido de furia y se escabulló de Washington Otis y dejándolos en una oscuridad t ó lanzar su célebre carcajada demoníaca, que en más cía que con ella había hecho encanecer la peluca de utrices francesas de lady Canterville renunciaran an sotada más horrible hasta que retumbó una y otr ezaban a extinguirse los escalofriantes ecos, se abri celeste y le dijo al fantasma: –Me temo que usted lla de la solución medicinal del Doctor Dobell. Si sma la miró enfurecido y de inmediato comenzó a pr hazaña que le había valido un merecido renombre, manente idiotez del tío de lord Canterville, el honora s que se acercaban lo hizo desistir de su propósito, d Bienvenidos a la estación de e desvaneció lanzando un profundo gemido sepulcral, zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com emelos y el grosero materialismo de la señora Otis lo que más lo perturbaba era no haber podido ncluso aquellos modernos estadounidenses se estreme otra razón que el respeto a su poeta nacional Long abía entretenido muchas veces mientras los Cante adura; la había vestido con gran éxito en el torneo por la Reina Virgen. Pero esta vez, cuando quiso pon orme coraza y del yelmo de acero, y cayó pesadamen los de la mano derecha. Durante varios días estuvo mantener la mancha de sangre en buen estado. Al r a cabo un tercer intento de asustar al ministro de osto para su aparición. Pasó la mayor parte de ese ran sombrero de ala flexible con una pluma roja, u da. Al atardecer estalló un violento temporal, y el vi antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese era pr n era el siguiente: se abriría paso con sigilo hasta el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en hington un rencor especial, pues estaba perfectam


ente del vestíbulo. Luego de baja apresur adamente a se había desprendido de su soporte y había caíd do en una silla de respaldo alto, frotándose las rodi lizos, que traían sus cerbatanas, dispararon sobr r quienes han practicado larga y pacientemente sobr s Estados Unidosapuntaba al fantasma con su revó iforniana, que pusiera las manos en alto. El fantas ó entre ellos, como una neblina, apagando al pasar total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuper s de una ocasión le había resultado extremadamente lord Raker en una sola noche y había logrado que ntes del primer mes de trabajo. En consecuencia, la ra vez en el viejo techo abovedado; pero, cuando ape ió una puerta y apareció la señora Otis vestida con no está nada bien de salud, y por ello le he traído se trata de una indigestión, este remedio lo ayudará repararse para convertirse en un enorme perro ne y a la cual el médico de la familia había atribuid able Thomas Horton. Sin embargo, el sonido de u de modo que se limitó a volverse ligeramente fosforesc en le preciso instante en que los gemelos estaban mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida s naturalmente le resultaban de lo más exasperan o colocarse la armadura. Había tenido la esperanz ecieran al ver al Espectro Acorazado, aunque no fu gfellow , con cuya delicada y atractiva poesía él mis erville estaban en la ciudad. Además, era su pro de Kenilworth, y había sido muy elogiada nada me nérsela, se vio completamente superado por el pes nte al suelo, raspándose las rodillas y lastimándose muy enfermo, y únicamente se movía de su habita l fin, luego de muchos cuidados logró reponerse y reso e los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes día revisando el guardarropa, y finalmente se decidió un sudario fruncido en las muñecas y el cuello, y una iento era tan fuerte que todas las ventanas y las puer recisamente el tiempo que más le gustaba. Su plan el dormitorio de Washington Otis, le susurraría la garganta al son de una música lenta. Le guardab mente al tanto de que era él quien tenía la costumbr


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Fitzgerald y El gran Gatsby El gran Gatsby es la novela más importante en la producción literaria de Francis Scott Fitzgerald. Muchos críticos y autores la consideran también una de las obras fundamentales de la literatura estadounidense. La historia, el estilo, el contexto en que surge; todo confluye para que esta historia, entre otras tantas posibles, resulte significativa y perdure en el tiempo, y para que aún hoy nos siga “diciendo cosas”. Para entender un poco mejor el mundo de El gran Gatsby, será necesario antes adentrarnos en las coordenadas espaciales y temporales de esta novela y su autor.

La generación perdida Una generación literaria es un grupo de escritores vinculados por una serie de ideologías y de estilos en un determinado período. Para que pueda hablarse de generación literaria, debe cumplirse una serie de pautas entre quienes la integran: ✸ Haber nacido en fechas próximas y, por lo tanto, tener edades similares. ✸ Coincidir en una formación semejante. ✸ Tener conocimiento recíproco unos de otros y cierta convivencia. ✸ Compartir un hecho generacional que los nuclea y los lleva a reaccionar.

The great Gatsby, portada de la edición inglesa de Pengüin.

✸ Hacer un uso particular de la lengua y de la escritura literaria. ✸ Asistir al anquilosamiento o agotamiento de la anterior generación o movimiento literario. La llamada “generación perdida norteamericana” cumplía con estas características: eran todos autores que habían vivido la Primera Guerra Mundial en plena juventud y que habían viajado a Europa, particularmente a París, desencantados de la sociedad norteamericana, a la cual criticaban de diferentes maneras en sus novelas y cuentos. Reaccionaban frente al Romanticismo del siglo xix, ya agotado, e incursionaban en un realismo social, cargado de ilusiones y decepciones por los sueños acabados.


Bienvenidos a la estación A través de sus obras buscaban señalar una sistemática pérdida de la sensibilidad, causada por la reciente guerra y masificada a través de la revolucionaria irrupción de los medios masivos de comunicación a principios de siglo. En sus creaciones literarias se trasluce la ilusión de todo aquello que se esperaba del avance de la humanidad. Los autores más conocidos de esta generación fueron: Ernest Hemingway, William Faulkner, F. Scott Fitzgerald, Thornton Wilder, Sherwood Anderson y Ezra Pound.

61). 899-19 way (1 g in m He Ernest

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La escritora estadounidense Gertrude Stein fue quien la bautizó como “generación perdida”. En general, se señala la novela de Hemingway The sun also rises, del año 1926 (traducida con el nombre Fiesta al castellano), como la que logró capturar y reflejar la esencia del grupo. Pero seguramente la frase de Francis Scott Fitzgerald fue la que mejor definió las características que los nuclearon: “Una generación nueva, que se dedica más que la última a temer a la pobreza y a adorar el éxito; crece para encontrar muertos a todos los dioses, hechas todas las guerras y debilitadas todas las creencias del hombre”.

William Faulkne r (1897-1962).

Primera Guerra Mundial, un soldado norteamericano utiliza el equipo de comunicación.

er (1897-1975). Thornton Wild


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La música da nombre a una era La década siguiente a la Primera Guerra Mundial ha sido popularmente conocida como “la era del jazz”. También ha recibido el nombre de The golden twenties (los dorados años veinte) o The roaring twenties (literalmente, serían los “rugientes” años veinte, pero en español han sido traducidos como los felices años veinte). Todas estas denominaciones hacen referencia a una atmósfera de placer, de diversión imprudente y frívola, de evasión y superficialidad.

El jazz cambió las normas de la musicalidad a través de los famosos solos de trompeta de Louis Armstrong (1901-1971) y de las composiciones de Duke Ellington (1899-1974). El público se dejó llevar por una música bailable, exuberante y despreocupada. Estados Unidos de América había logrado un alto nivel económico: tras la guerra, muchos países europeos quedaron endeudados, mientras que EE. UU. tenía materia prima e industrias en abundancia. Entre 1922 y 1927, por ejemplo, el número de automóviles que transitaban las rutas estadounidenses subió de once millones a más de veinte. La industria de

Louis Armstrong.


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Calvin Coolidge (18721933) fue presidente de los Estados Unidos desde 1923 a 1929.

la electrónica avanzaba también, y se fabricaban heladeras, aspiradoras, radios, estufas. Estados Unidos se convertía en la primera nación en construir un estilo de vida basado en la modernización de la vida doméstica. La vida se hacía más fácil y más placentera. Los hombres de negocios (businessmen) se convirtieron en los héroes de los años veinte, admirados como los creadores

Automóvil característico de la década del 20.

de una nación próspera. “El hombre que construye una fábrica construye un templo”, decía Calvin Coolidge, presidente de EE. UU. desde 1923 hasta 1929. Y este apoyo se traducía en políticas que favorecían la industria nacional sumando impuestos a los productos importados. En las narraciones de la época, aparecen coloridas pinturas de una juventud hedonista, siempre de fiesta; de la liberación femenina encarnada en jovencitas que enfrentaban los valores tradicionales con sus minifaldas, su pelo corto y mucho maquillaje; de una alegría exacerbada y carcajadas constantes. Sin embargo, estas imágenes conviven con una mirada más sombría y siniestra de la época, que deja entrever el vacío existencial oculto tras tanta frivolidad.


mente las razones de mi obra; y n todas las personas que le dieron para creerme obligado dia, me surgió después de las dos o sentaciones de mi obra. a donde me encontraba, y al pringenio es muy conocido en sociedad, y s receptivas que tan a enudo ntación de fenómenos íquicos.


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Una vez más, para Zelda. Entonces ponte el sombrero dorado si con eso la conmueves; si puedes rebotar alto, hazlo también por ella, hasta que grite: “Amante, amante de sombrero dorado, de rebote alto, ¡tienes que ser mío!”. Tomas Parke D’Invilliers

Capítulo I

C 1 Este y Oeste norteamericanos se plantean en la obra como representaciones de dos estilos de vida diferentes. El Este es la frivolidad y la sofisticación; el Oeste es la aventura y lo auténticamente americano. 2 Hediondo es algo que huele mal. 3 La estela es la marca fugaz que dejan los barcos sobre la superficie del agua al avanzar. 4 Las congojas intempestivas son las penas fuera de tiempo, repentinas. 5 Efímero es algo que dura muy poco tiempo.

uando era muy joven, mi padre me dio un consejo que no he olvidado: “Cuando sientas deseos de criticar a alguien, recuerda que no todo el mundo ha tenido las mismas posibilidades que tú”. No dijo nada más, pero siempre nos hemos comunicado especialmente bien, a pesar de ser los dos muy reservados, y comprendí que sus palabras querían decir mucho más que eso. Desde entonces, suelo guardarme los juicios de valor, un hábito que me ha permitido conocer personas realmente singulares. Sin embargo, debo admitir que mi tolerancia tiene límites. Cuando regresé del Este,1 en el otoño, sentí deseos de que el mundo se hubiera convertido en algo prolijo y moralmente ordenado. Ya no quería asomarme a ningún corazón humano, ni conocer personajes singulares. Sólo Gatsby, el hombre que representa todo aquello que alguna vez he despreciado, estuvo eximido de mi reacción. Había algo fabuloso en él, una sensibilidad hacia las promesas de la vida, una extraordinaria disponibilidad para la esperanza que jamás he encontrado en nadie y que probablemente no vuelva a hallar jamás. Gatsby resultó bien al final, llegó a caerme realmente bien. Fue aquello que lo rodeaba lo que lo devoró, esa basura hedionda2 que flotaba en la estela3 de sus sueños, lo que mató por un tiempo mi interés por las congojas intempestivas4 y las dichas efímeras5 de los hombres.


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Tras la Gran Guerra,6 el Oeste me parecía el costado más aburrido del mundo, razón por la cual decidí dirigirme hacia el Este y aprender el negocio de los bonos y valores.7 Todos mis conocidos estaban en ese ramo, y pensé que bien podría sustentar a un soltero más. Mi padre aceptó a regañadientes subvencionarme durante un año, y así es que me vine hacia Nueva York. Lo más práctico habría sido encontrar alojamiento en la ciudad. El clima era caluroso, y yo acababa de abandonar una región de grandes campos y árboles acogedores justo cuando un compañero de la oficina me insinuó que alquiláramos juntos una casa en un pueblo vecino; la idea me pareció buena. Encontró una casa de campo prefabricada por ochenta dólares mensuales en West Egg;8 pero a último momento la empresa lo envío a Washington, y tuve que instalarme allí solo. Tenía un perro –o al menos lo tuve durante varios días, antes de que escapara–, un viejo Dodge y una criada oriunda de Finlandia que me tendía la cama, hacía el desayuno y mascullaba9 máximas finlandesas junto a la estufa eléctrica. En verdad me sentí muy solo por ese entonces. Sin embargo, un día un hombre me paró en la calle y me pidió ayuda para llegar al pueblo. Le indiqué el camino. Desde ese momento ya no me sentí solo: era un guía, un baqueano, un vecino del lugar. Entonces, gracias al sol y a los increíbles brotes de hojas que nacían en los árboles, tuve la convicción de que la vida estaba empezando de nuevo. Me compré libros y estudié sobre mercados y finanzas, sobre bancos y créditos. Me encontraba en un sitio de moda, rodeado de dos inmensos palacetes que se alquilaban por sumas indescriptibles. Me sentía parte de un mundo entusiasta y rutilante.10 La historia de este verano comienza la noche en que fui a cenar a casa de Tom y Daisy, al otro lado de la bahía. Ella era una prima algo lejana, y a él lo conocía de la universidad. Ahora jugaba al polo, pero había sido uno de los

6 Se llamaba Gran Guerra a la Primera Guerra Mundial (1914-1918). 7 Los bonos son títulos de deuda emitidos por una tesorería pública o una empresa privada; y los valores, títulos representativos en cuenta de participación en sociedades o empresas. Nick, el narrador, trabaja en el mercado financiero, es decir, comprando o vendiendo estos títulos. 8 West Egg es un lugar imaginado por el autor, que se opone al más elegante East Egg. Ambos se encuentran en una bahía, y probablemente fueron inspirados por las ciudades de Great Neck y Manorhaven, Sands Point, respectivamente, ubicadas en Long Island, Nueva York. Sus nombres connotan la idea de oposición entre Este y Oeste que recorre la novela. 9 Mascullar es hablar entre dientes, pronunciando mal las palabras. 10 Rutilante significa que brilla.


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11 Descollar significa sobresalir en algo, llegar a lo más alto. 12 Un anticlímax implica un descenso luego del clímax (momento culminante de algo). 13 Lo georgiano se refiere a un estilo arquitectónico popular en el siglo xvii. Se caracteriza por formas simétricas, pórticos clásicos y habitaciones grandes y cuadradas.

mejores punteros del equipo de fútbol americano en New Haven. Era uno de aquellos hombres que a los veinte años han descollado11 tanto en un campo limitado que todo lo que sigue les sabe a anticlímax.12 Pertenecía a una familia acaudalada y vivía con una libertad económica que cortaba el aliento. Recuerdo que en la universidad alguna vez le reproché sus despilfarros. Él y Daisy habían vivido un tiempo en Francia y luego habían saltado de un lugar a otro sin residencia fija. Cuando se mudaron a East Egg, ella me aseguró que esta vez la mudanza era definitiva, pero no le creí. Tenía la sensación de que Tom nunca podría quedarse quieto, siempre persiguiendo la adrenalina propia de un partido de fútbol. Así fue que una cálida noche de verano me encontré visitando a unos amigos que casi desconocía. La casa era más recargada de lo que esperaba, una mansión colonial georgiana,13 en colores rojo y blanco, con vista a la bahía. El césped comenzaba justo donde acababa la playa, y subía hasta la entrada principal, enmarcando muros de ladrillo, fuentes de piedra y prolijos jardines. Tom Buchanan, en traje de montar, estaba parado junto a la puerta de entrada. Había cambiado desde los tiempos de la universidad. Ahora era un hombre de más de treinta, robusto y de cabellos pajizos. Pero seguía teniendo esa cualidad de imponerse, de manera soberbia y humilde a la vez, en cualquier grupo humano al que se incorporara. Parecía querer decir “no creas que tengo la última palabra solo porque soy más fuerte o más hombre que tú”. Aunque nunca fuimos íntimos, creo que poseía una buena impresión de mí, yo tenía la sensación de que siempre me había apreciado. Charlamos un rato junto a la puerta. —Esta casa pertenecía a un petrolero —dijo señalando con su mano todo el jardín ante nosotros—. ¿Verdad que es bonita? Entremos. Con un golpecito en la espalda me señaló el camino hacia el interior. Pasando por un corredor de techo alto,


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llegamos a un alegre espacio de colores vivos, con inmensos ventanales blancos abiertos hacia el césped del jardín posterior. Era una especie de terraza o jardín de invierno. La brisa soplaba a través del cuarto, moviendo las cortinas como pálidas banderas. Había a un lado un enorme sofá en el que dos mujeres descansaban como si las hubieran acomodado para una foto. Ambas vestían de blanco, y sus trajes se movían sutilmente agitados por el aire que llegaba desde afuera. La más joven era una completa desconocida para mí. Estaba extendida cuan larga era en el sofá, con el mentón ligeramente levantado, como si llevara en él un objeto en equilibrio que podía caer en cualquier momento. La otra joven, Daisy, se inclinó hacia adelante como para levantarse y dejó escapar una risita contagiosa. —Estoy pa… paralizada de la alegría. De nuevo rió, como si hubiera dicho algo muy ingenioso, me estrechó la mano, me miró la cara y juró que no había nadie en el mundo a quien deseara tanto ver. Era un truco muy suyo. En un susurro me hizo saber que el apellido de la joven equilibrista era Baker (he oído decir que el susurro de Daisy servía solo para hacer que la gente se inclinara hacia ella; crítica sin importancia que en nada lo hacía menos atractivo). Los labios de la señorita Baker se movieron un poco, me hizo un gesto casi imperceptible con la cabeza y acto seguido volvió a echarla hacia atrás (era obvio que el objeto que sostenía en equilibrio se había tambaleado, lo que le produjo un pequeño susto). Volví a mirar a mi prima, que comenzó a formularme preguntas en su voz baja y entusiasta. Es la clase de voz que el oído sigue en sus altos y bajos, como si cada emisión fuese un arreglo musical que nunca jamás volverá a ser ejecutado. Le comenté que en mi viaje hacia el Este había pasado un día en Chicago y que una docena de personas le mandaban saludos conmigo.


saltó un espantoso estrépito proveniente del vestíb on con que una antigua armadura se había despr fantasma de Canterville sentado en una silla de resp r en el rostro. Los mel lizos, que traían sus cerb que solo pueden adquirir quienes han practicado la tanto, el ministro de los Estados Unidosapuntaba os de la etiqueta californiana, que pusiera las manos se escabulló entre ellos, como una neblina, apaga curidad total. Al llegar a lo alto de la escalera, se r ás de una ocasión le había resultado extremadamen lord Raker en una sola noche y había logrado que tr primer mes de trabajo. En consecuencia, lanzó su viejo techo abovedado; pero, cuando apenas empeza apareció la señora Otis vestida con una bata celes de salud, y por ello le he traído una botella de la stión, este remedio lo ayudará. El fantasma la miró e en un enorme perro negro, una hazaña que le hab ilia había atribuido la permanente idiotez del tío d el sonido de unos pasos que se acercaban lo hizo des te fosforescente y se desvaneció lanzando un profun staban por alcanzarlo.Cuando llegó a su cuarto, se de idad de los gemelos y el grosero materialismo de l ntes, pero lo que más lo perturbaba era no h a de que incluso aquellos modernos estadounidenses s por otra razón que el respeto a su poeta naciona había entretenido muchas veces mientras los Can ; la había vestido con gran éxito en el torneo de K Reina Virgen. Pero esta vez, cuando quiso ponérsel raza y del yelmo de acero, y cayó pesadamente al su o derecha. Durante varios días estuvo muy enfermo, a de sangre en buen estado. Al fin, luego de mucho ento de asustar al ministro de los Estados Unidos Pasó la mayor parte de ese día revisando el guarda ible con una pluma roja, un sudario fruncido en la violento temporal, y el viento era tan fuerte que chirriaban. Ese era precisamente el tiempo que paso con sigilo hasta el dormitorio de Washington res puñaladas en la garganta al son de una música ba perfectamente al tanto de que era él quien tenía l ville con su el detergente “Inigualable” de Pinkerton.


bulo. Luego de baja apresur adamente las escaleras rendido de su soporte y había caído al suelo de los paldo alto, frotándose las rodillas con una expresió batanas, dispararon sobre él dos proyectiles, con arga y pacientemente sobre su profesor de caligr al fantasma con su revólver y le ordenaba, de acu s en alto. El fantasma se levantó con un salvaje ala ando al pasar la vela de Washington Otis y dejánd recuperó y decidió lanzar su célebre carcajada demoní nte útil. Se decía que con ella había hecho encanecer res institutrices francesas de lady Canterville renuncia risotada más horrible hasta que retumbó una y aban a extinguirse los escalofriantes ecos, se abrió ste y le dijo al fantasma: –Me temo que usted no a solución medicinal del Doctor Dobell. Si se trat ó enfurecido y de inmediato comenzó a prepararse p bía valido un merecido renombre, y a la cual el m de lord Canterville, el honorable Thomas Horton. sistir de su propósito, de modo que se limitó a volv ndo gemido sepulcral, en le preciso instante en que errumbó por completo, presa de una violenta agita la señora Otis naturalmente le resultaban de lo m haber podido colocarse la armadura. Había tenido se estremecieran al ver al Espectro Acorazado, aun al Longfellow , con cuya delicada y atractiva poesí nterville estaban en la ciudad. Además, era su pro Kenilworth, y había sidoestación muy elogiada nada menos Trabajos en la la, se vio completamente superado por el peso d uelo, raspándose las rodillas y lastimándose los nudi y únicamente se movía de su habitación para mante os cuidados logró reponerse y resolvió llevar a cabo y a su familia. Eligió el viernes 17 de agosto para arropa, y finalmente se decidió por un gran sombr as muñecas y el cuello, y una daga oxidada. Al atard todas las ventanas y las puertas de la antigua casa más le gustaba. Su plan de acción era el siguiente n Otis, le susurraría algo desde el pie de la cama a lenta. Le guardaba a Washington un rencor espe la costumbre de eliminar la famosa mancha de san . Después de reducir al imprudente y temerario jo


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Para revisar la lectura A medida que avanzan en la lectura de cada capítulo, señalen con un ✔ la respuesta correcta. Capítulo I 1 Nick viaja hacia el Este porque… a. el Oeste le parecía aburrido. b. quería conocer a Gatsby. c. quería escapar de su padre. 2

3

Una vez en el Este se instala en… a. el centro de Nueva York. b. en las afueras, en un departamento. c. en las afueras, en una casa de campo. Nick ve por primera vez a Gatsby… a. en casa de Tom y Daisy. b. en la calle, paseando con Jordan. c. desde el jardín de su casa, mirando el cielo.

Capítulo II 4 Nick conoce a Myrtle Wilson… a. en un tren a Nueva York. b. en el taller de su marido, con Tom. c. en el departamento de su hermana Catherine. 5

Myrtle y Tom discuten porque… a. Tom le prohíbe pronunciar el nombre de Daisy. b. Tom no quiere comprarle un perro. c. Tom invita a Nick al departamento de su hermana.

6

Durante la reunión en el departamento de Catherine… a. se sugiere que Gatsby es nieto del káiser Guillermo. b. se sugiere que Gatsby no soporta a su esposa. c. no se lo menciona a Gatsby.


Trabajos en la estación Capítulo III 7 Nick asiste a una fiesta en casa de Gatsby porque… a. Jordan Baker lo llama desde las escalinatas. b. el mayordomo de Gatsby le lleva una invitación. c. Gatsby personalmente lo invita. 8

En la fiesta se dice que Gatsby… a. es un asesino. b. es un mujeriego. c. es un contrabandista.

9

Nick conversa con Gatsby… a. cuando Jordan se lo presenta. b. en cuanto llega a la fiesta. c. sin saber que es él.

Capítulo IV 10 Cuando Nick presenta a Tom y a Gatsby en el restaurante… a. Tom se ve turbado. b. Gatsby se ve turbado. c. ambos se ven turbados. 11

Según la historia que Jordan le cuenta a Nick,… a. Gatsby y Daisy se enamoraron en el pasado. b. Gatsby y Daisy son amantes en el presente. c. Gatsby y Daisy nunca se conocieron.

12

Gatsby le pide a… a. Nick que arregle un encuentro con Daisy en su casa. b. Daisy que se encuentre con él en casa de Nick. c. Jordan que hable con Nick y arregle un encuentro con Daisy en su casa.

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