solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo cierto, los dioses me concederán a El eshombre de arena n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept *********** Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad La noche de San Silvestre preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d Ernest T. A. vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa Hoffmann disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de
solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept Índice Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell rena de la playa, fue caminando hasta Minos y mo Sarpedón reconocieron la voluntad de los dios Bienvenidos a la estación de Ernest T. A. Hoffmann . .............. 6
El hombre de arena .................... 22 La noche de San Silvestre ........... 72
Trabajos en la estación . ........... 112
Cuadro de movimientos literarios ................................... 124
ir, los sobresaltó un espantoso estrépito provenie ras, se encontraron con que una antigua armadura de losa, y vieron al fantasma de Canterville sentad na expresión de agudo dolor en el rostro. Los mel proyectiles, con una puntería que solo pueden adquirir esor de caligrafía. Mientras tanto, el ministro de los ordenaba, de acuerdo con los usos de la etiqueta calif vantó con un salvaje alarido de furia y se escabulló de Washington Otis y dejándolos en una oscuridad t ó lanzar su célebre carcajada demoníaca, que en más cía que con ella había hecho encanecer la peluca de utrices francesas de lady Canterville renunciaran an sotada más horrible hasta que retumbó una y otr ezaban a extinguirse los escalofriantes ecos, se abri celeste y le dijo al fantasma: –Me temo que usted lla de la solución medicinal del Doctor Dobell. Si sma la miró enfurecido y de inmediato comenzó a pr hazaña que le había valido un merecido renombre, manente idiotez del tío de lord Canterville, el honora s que se acercaban lo hizo desistir de su propósito, d Bienvenidos a la estación de e desvaneció lanzando un profundo gemido sepulcral, zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com emelos y el grosero materialismo de la señora Otis lo que más lo perturbaba era no haber podido ncluso aquellos modernos estadounidenses se estreme otra razón que el respeto a su poeta nacional Long abía entretenido muchas veces mientras los Cante adura; la había vestido con gran éxito en el torneo por la Reina Virgen. Pero esta vez, cuando quiso pon orme coraza y del yelmo de acero, y cayó pesadamen los de la mano derecha. Durante varios días estuvo mantener la mancha de sangre en buen estado. Al r a cabo un tercer intento de asustar al ministro de osto para su aparición. Pasó la mayor parte de ese ran sombrero de ala flexible con una pluma roja, u da. Al atardecer estalló un violento temporal, y el vi antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese era pr n era el siguiente: se abriría paso con sigilo hasta el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en hington un rencor especial, pues estaba perfectam
Ernest T. A.
Hoffmann
ente del vestíbulo. Luego de baja apresur adamente a se había desprendido de su soporte y había caíd do en una silla de respaldo alto, frotándose las rodi lizos, que traían sus cerbatanas, dispararon sobr r quienes han practicado larga y pacientemente sobr s Estados Unidosapuntaba al fantasma con su revó iforniana, que pusiera las manos en alto. El fantas ó entre ellos, como una neblina, apagando al pasar total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuper s de una ocasión le había resultado extremadamente lord Raker en una sola noche y había logrado que ntes del primer mes de trabajo. En consecuencia, la ra vez en el viejo techo abovedado; pero, cuando ape ió una puerta y apareció la señora Otis vestida con no está nada bien de salud, y por ello le he traído se trata de una indigestión, este remedio lo ayudará repararse para convertirse en un enorme perro ne y a la cual el médico de la familia había atribuid able Thomas Horton. Sin embargo, el sonido de u de modo que se limitó a volverse ligeramente fosforesc en le preciso instante en que los gemelos estaban mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida s naturalmente le resultaban de lo más exasperan o colocarse la armadura. Había tenido la esperanz ecieran al ver al Espectro Acorazado, aunque no fu gfellow , con cuya delicada y atractiva poesía él mis erville estaban en la ciudad. Además, era su pro de Kenilworth, y había sido muy elogiada nada me nérsela, se vio completamente superado por el pes nte al suelo, raspándose las rodillas y lastimándose muy enfermo, y únicamente se movía de su habita l fin, luego de muchos cuidados logró reponerse y reso e los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes día revisando el guardarropa, y finalmente se decidió un sudario fruncido en las muñecas y el cuello, y una iento era tan fuerte que todas las ventanas y las puer recisamente el tiempo que más le gustaba. Su plan el dormitorio de Washington Otis, le susurraría la garganta al son de una música lenta. Le guardab mente al tanto de que era él quien tenía la costumbr
8
El hombre de arena • La noche de San Silvestre
La importancia de ser Ernest Hoffmann fue abogado, juez, pintor, músico, cantante y escritor. Su mayor fama sin duda la alcanzó con sus obras literarias, pero también como compositor fue muy admirado por artistas de la talla de Beethoven o Wagner y sus obras inspiraron óperas, conciertos y ballets. Al igual que otro gran escritor del momento, Goethe, fue un intelectual polifacético, avocado de lleno al Romanticismo y a las nuevas ideas de libertad de la juventud alemana. La época en que le tocó vivir fue bastante dura y debió cambiar varias veces de ocupación y residencia a causa de los acontecimientos políticos y militares; sin embargo, Hoffmann mantuvo siempre su dedicación y su genio encendido aplicados de lleno a la creación de obras inmortales, precursoras del fantástico moderno y la ciencia ficción, donde se mezclan los relatos tradicionales, la filosofía, la reflexión literaria y la aguda percepción psicológica, que inspirara cien años después a Sigmund Freud. Sus cuentos se caracterizan, además, por la utilización de procedimientos literarios sorpresivamente ar Allan Poe. Edg
Ernest T. A. Hoffmann.
Ray Bradbu ry.
Bienvenidos a la estación actuales, como la alteración de la cronología, la puesta en abismo o los cambios de narrador. Es por eso que Hoffmann no es solamente una figura central en la cultura alemana, sino uno de los escritores más lúcidos del primer Romanticismo en Europa. Sus textos son fundacionales de toda la literatura gótica, de terror y fantástica que luego cultivarían sus seguidores: Poe, Lovecraft, Bradbury y muchos más.
Guerra tras guerra Ernest Theodor Wilhelm Hoffmann nació un 24 de enero de 1776 en Königsberg (El monte del rey”). Esta ciudad era la capital de Prusia oriental; tras la guerra franco-prusiana, Prusia se unificó como Alemania. En 1945, durante la Segunda
nd Sigmu . d u re F
9
Guerra Mundial, esta ciudad sería tomada por el Ejército Rojo y pasaría a formar parte del territorio de la hoy llamada Rusia, con el nombre de Kaliningrado. En la época de Hoffmann, en cambio, Prusia era un país fuerte; había salido victorioso de la Guerra de los Siete Años, lo que la había confirmado como una de las principales potencias militares del mundo. A esto siguió un período de paz y esplendor prusiano. Sin embargo, ya desde su adolescencia, Hoffmann vio a su país casi permanentemente en guerra, puesto que a partir de 1792 Prusia intervino en una serie de coaliciones en las que las principales potencias europeas se aliaron para frenar el republicanismo francés (se llama de este modo a la teoría política según la cual la república es el mejor sistema de gobierno). La primera vez fueron España, Italia, Austria, Prusia y el Reino Unido; y la segunda,
Napoleón Bonaparte.
10
El hombre de arena • La noche de San Silvestre
Rusia y los territorios que en 1798, los mismos más había ganado de Alemael Imperio ruso, el Reino nia. En 1814, las tropas de Portugal y el Imperio aliadas entraron en París otomano. Era una luy obligaron a Napoleón a cha bastante desigual, abdicar y exiliarse en la pero las cosas cambiaisla de Elba. El gobierron cuando, un año desno de Francia quedó en pués, Napoleón se hizo manos de Luis XVIII. Sin cargo del empobrecido Rey Luis XVIII embargo, en 1815 Napoleón gobierno francés y el fallede Francia. desembarcó nuevamente en cimiento de la zarina Catalina II hizo que Rusia abandonara la Francia y sin un solo disparo tomó contienda. El ejército de Bonaparte, que otra vez el gobierno. Aquí comenzó el contaba solamente con 300.000 hombres período conocido como Los Cien Días, contra las fuerzas de toda una coalición que fue el tiempo que le llevó a la Séptide los países más fuertes, peleó con ma Coalición derrocar definitivamente ferocidad; el entusiasmo francés creció a Napoleón y forzarlo al exilio en la isla al punto de que día a día más jóvenes de Santa Helena. Tras la guerra, Prusia se unían a las tropas, que llegaron a no solo recuperó los territorios perdidos superar el millón de soldados; esto y el sino que anexó gran parte de Sajonia y genio militar de Napoleón llevaron al Renania. En ese momento, Hoffmann cese de hostilidades en 1802. Si para el trabajaba para la administración pública resto de Europa la cuestión era prime- en Berlín y tenía treinta y nueve años. ramente evitar que se propagaran las ideas republicanas francesas, ahora era simplemente acabar con Napoleón, que De Königsberg a Berlín fue coronado emperador en 1804. Las llamadas Guerras Napoleónicas con- El primer hecho significativo en la vida tinuaron, murieron hombres, se ganaron del escritor fue la separación de sus y perdieron territorios, cuyos habitantes padres cuando tenía dos o tres años. El cambiaron varias veces de nacionalidad motivo fue la afición de su padre, que y hubo, como en toda guerra, pérdidas era abogado, a la bebida. Ernest nunca económicas. Ya era la Sexta Coalición lo volvió a ver. A causa de la pobreza en cuando el Imperio francés, cada vez más que se encontraban, su tío se acercó a vasto y, por lo tanto, difícil de controlar, ayudarlos y se convirtió en una figura empezó a sufrir reveses, en España, importante en su vida. Él lo inició en la
Bienvenidos a la estación música, y su interés y talento crecieron con rapidez: antes de los 10 años ya tocaba el arpa, la guitarra, el piano y el violín, e incluso había empezado a componer. También le apasionaban la pintura, el dibujo y la literatura, en especial las historias de aventuras y los clásicos europeos. Sus fines de semana estaban llenos de lecturas y melodías. Sus dos primeras novelas (hoy perdidas) las escribió en esta etapa de su vida. Durante la semana, asistía a la escuela local, donde trabó amistad con Theodor Gottlieb Hippel, sobrino de un conocido escritor de la época. Los maestros descuCastillo de Königsberg en 1895. Fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial.
11
brieron y alentaron los diversos talentos de Ernest para el dibujo, la escritura y la música. Al terminar la escuela, ambos amigos decidieron estudiar Derecho y a los 16 años, cuando Prusia entraba en la primera coalición, ingresaron en la Universidad. La amistad se mantuvo durante toda la vida y Theodor, que avanzó rápidamente en la carrera por estar mejor posicionado, ayudó varias veces al escritor, incluso cuando tuvo problemas con la censura. En su vida de estudiante, Hoffmann combinaba un agudo intelecto, firme interés y dedicación al estudio y un temperamento Autocaricatura de Ernest T. A. Hoffmann.
da a los censores y fundamente las razones de mi obra; y sin duda estoy bas on todas las personas que le dieron apro bación como para creerme obligad df der, jrtación, hecha e ones de mi obra. Una noche la comenté en la casa d a, y al principio una persona elevada, cuyo ingenio es m a los censores y fun azones jde mi obra; y sin duda estoy bastante en deuda con todas las persona ieron apro bación como para creerme obligado de una disertación, hecha e on ra. Una contraba, y al principio una persona elevuy conocido en sociedad, y qu
stante en do de una donde me ndamente as que le nes de m ue me de
El
hombre de
arena
responda a los censo toy bastante en deud para creerme obliga noche la comentĂŠ en contraba, y al prin y conocido en sociedad, n menud preceden la
24
El hombre de arena
S
1 La palabra risueño deriva de risa y significa alegre, sonriente. 2. El verbo cernir, dicho de un mal, quiere decir amenazar. 3 Un barómetro es un instrumento para medir la presión atmosférica.
Nataniel a Lotario
eguramente estarán muy preocupados porque no les he escrito por tanto, tanto tiempo. Mamá estará enojada y Clara supondrá que llevo aquí una vida disipada y que he olvidado por completo la dulce imagen angelical que llevo tan profundamente grabada en mi corazón y en mi alma. Pero no es así. Todos los días y a toda hora los recuerdo, y el semblante risueño1 de mi encantadora Clarita se me aparece en dulces sueños y con sus ojos claros me sonríe con tanta alegría como solía hacerlo cuando los visitaba. ¡Ay de mí! ¿Cómo podría haberles escrito con el espíritu abrumado que turbaba hasta ahora todos mis pensamientos? ¡Algo terrible ha entrado en mi vida! Sombríos presagios de un destino espantoso y amenazador se ciernen2 sobre mí como nubes negras que ningún rayo de sol puede penetrar. Ahora debo contarte lo que me ha ocurrido. Debo hacerlo, lo sé, pero de solo pensarlo estallo en una risa demente. ¡Ay, mi querido Lotario! ¿Cómo hago para que en alguna medida comprendas que lo que me ha sucedido hace algunos días ha destrozado de tal forma mi vida? Si estuvieras aquí, podrías verlo tú mismo, pero sin duda consideras ahora que estoy loco y veo visiones. En una palabra, lo terrible que me ocurrió, y cuya mortal impresión me esfuerzo en vano por evitar, consiste en lo siguiente: hace unos días, precisamente el 30 de octubre a las doce del mediodía, entró a mi casa un vendedor de barómetros3 y me ofreció su mercadería. No compré nada y lo amenacé con tirarlo escaleras abajo, pero se fue por sus propios medios. Te imaginarás que solo circunstancias muy particulares que dejaron huellas profundas en mi vida hicieron que le conceda importancia a este suceso y que la persona de aquel desgraciado mercader ejerza sobre mí una influencia tan nefasta. Así es, en efecto. Pongo todo mi empeño
Ernest
A. Hoffmann
para contarte con calma y paciencia algunos episodios de mi primera infancia que te permitirán comprender todo con claridad. A punto de comenzar, te oigo reír y decirle a Clara: ¡estas son verdaderas chiquilladas! ¡Ríanse, se los ruego, ríanse con ganas de mí, se los pido encarecidamente! Pero, ¡santo Dios! Me espanta, es como si les suplicara con una desesperación demencial que se rieran de mí, al igual que Franz Moor se burló de Daniel.4 ¡Vayamos ahora a los hechos! Salvo el almuerzo, mis hermanos y yo veíamos poco a mi padre durante el día. Habrá estado muy ocupado con su trabajo. Después de la cena, que según viejas costumbres era servida a las siete, íbamos todos, acompañados de mi madre, al cuarto de trabajo de mi padre y nos sentábamos alrededor de una mesa redonda. Mi padre fumaba pipa, que acompañaba con un vaso grande de cerveza. A menudo nos contaba historias asombrosas y lo hacía con tanta pasión que siempre dejaba que se le apagara la pipa, que yo debía volver a encender con un papel prendido, lo que constituía para mí un especial placer. Pero con frecuencia nos daba libros ilustrados, se quedaba sentado en silencio e inmóvil en su sillón mientras exhalaba grandes bocanadas de humo que hacían que todos estuviéramos como sumergidos en la niebla. En noches como esas, mi madre estaba muy triste y, tan pronto daban las nueve, decía: “¡Vamos, niños! ¡A la cama, a la cama! ¡Que viene el hombre de arena, ya lo oigo!”. Y en verdad, yo siempre oía algo subiendo la escalera con paso lento y pesado; eso debía ser el hombre de arena. Una vez, aquellos pasos y ruidos sordos me resultaron especialmente siniestros y entonces pregunté a mi madre, que nos acompañaba: “¡Ay, mamá! ¿Quién es el malvado hombre de arena que siempre nos aleja de papá? ¿Qué aspecto tiene?”.“El hombre de arena no existe, mi querido hijo”, respondió mi madre. “Cuando digo que viene el hombre de arena, solo quiero decir que están somnolientos y que
25
4 Franz Moor y Daniel son personajes de Los bandidos. Publicada en 1781, fue la primera obra del escritor Friedrich von Schiller (1759-1805) que lo lanzó súbitamente a la fama y marcó las características del Romanticismo alemán.
26
El hombre de arena
5 La nodriza se encargaba de amamantar y criar a los niños pequeños.
no pueden mantener los ojos abiertos, como si alguien les hubiera tirado arena”. La respuesta de mi madre no me satisfizo; es más, en mi imaginación infantil se formaba la idea de que mi madre negaba la existencia del hombre de arena solo para que no sintiéramos miedo de él. Pero yo siempre le oía subir las escaleras. Lleno de curiosidad por saber algo más de este hombre de arena y de su relación con nosotros, los niños, le pregunté entonces a una vieja criada que cuidaba a mi hermana menor qué clase de personaje era el hombre de arena. “¡Ay, querido Nataniel!”, me respondió, “¿aún no lo sabes? Es un hombre malo que busca a los niños que no quieren irse a la cama y les arroja puñados de arena a los ojos hasta que estos están sangrientos y se desprenden de la cabeza. Entonces los echa en una bolsa que lleva a la luna para alimentar a sus hijitos, que lo esperan allá en el nido y que tienen picos corvos como las lechuzas, con los que devoran a picotazos los ojos de los niños desobedientes”. Desde entonces me imaginaba con espanto al cruel hombre de arena y, por la noche, tan pronto lo oía subir estrepitosamente las escaleras, temblaba de miedo y terror. Mi madre no lograba obtener de mí más que el grito balbuceado entre lágrimas: “¡El hombre de arena!, ¡el hombre de arena!”. Después corría al dormitorio, donde la terrible aparición del hombre de arena me atormentaba durante toda la noche. Cuando tuve la edad suficiente, comprendí que no podía ser cierta aquella historia del hombre de arena y de su nido de hijos en la luna, tal como me la había contado la vieja nodriza.5 Sin embargo, el hombre de arena siguió siendo para mí un fantasma temible. El terror se apoderaba de mí, no solo cuando lo oía subir las escaleras, sino también cuando abría bruscamente la puerta del cuarto de mi padre y entraba. A veces se ausentaba por mucho tiempo, para reaparecer luego con mayor frecuencia. Esto duró muchos años; yo no me pude acostumbrar a la inquietante
Ernest
A. Hoffmann
aparición, la imagen que tenía del espantoso hombre de arena no empalidecía. Su relación con mi padre comenzó a alimentar cada vez más mi fantasía; un temor insuperable me impedía preguntarle a mi padre al respecto, pero en el transcurso de los años cobró mayor fuerza en mí el deseo de investigar por mí mismo el misterio, de ver al legendario6 hombre de arena, que me había abierto el camino a lo sobrenatural, a lo aventurero, que de por sí anida con tanta facilidad en el alma infantil. Nada me gustaba más que escuchar o leer historias espeluznantes de duendes, brujas y pulgarcitos, etc., pero a la cabeza seguía estando el hombre de arena, a quien dibujaba con tiza o carbón en todas partes, en mesas, armarios y paredes, y con las figuras más extrañas y espantosas. Cuando cumplí diez años, mi madre me trasladó del cuarto de los niños a una pequeña habitación que daba al corredor y que no estaba lejos de la de mi padre. Todavía debíamos alejarnos rápidamente cuando, al dar las nueve, se oía en la casa a aquel desconocido. Desde mi pequeña habitación lo oía entrar al cuarto de mi padre y poco después me parecía que en la casa se propagaba7 un tenue vapor de olor extraño. No solo aumentó mi curiosidad sino que también me armé de más valor para conocer, fuere como fuere, al hombre de arena. Solía deslizarme de prisa desde mi cuarto al corredor cuando mi madre ya había pasado, pero no podía escuchar nada porque el hombre de arena ya había entrado cuando yo llegaba al lugar desde donde se suponía que podría verlo. Al fin, impulsado por un deseo irresistible, decidí esconderme en el cuarto mismo de mi padre y esperar allí al hombre de arena. Una noche percibí en el silencio de mi padre y en la tristeza de mi madre que vendría el hombre de arena. Por eso fingí estar muy cansado, dejé la habitación antes de las nueve y me escondí en un recoveco muy cerca de la puerta. La puerta de calle crujió, los pasos cansinos y
27
6 La palabra legendario pertenece a la familia de leyenda y se refiere a lo que es característico de esta. 7 Propagarse significa dispersarse, extenderse.
28
El hombre de arena
8 Se llamaba vestíbulo a la habitación pequeña donde se recibía a los visitantes, que comunicaba con el resto de la casa. 9 Expectación es un sinónimo de expectativa y, en este contexto, ansiedad. 10 Un sonido sibilante es aquel que produce una especie de silbido, como la pronunciación de la letra “s”. 11 La levita era un saco de hombre, largo y con faldones que llegaban a cruzarse por delante. 12 La coronilla es la parte trasera, abultada, de la cabeza. En la época de Hoffmann aún se llevaban las pelucas blancas con bucles.
pesados resonaron desde el vestíbulo8 hasta la escalera. Mi madre y mis hermanos pasaron de prisa a mi lado. Despacio, con mucho cuidado, abrí la puerta del cuarto de mi padre. Como era su costumbre, estaba sentado silencioso e inmóvil con la espalda vuelta hacia la puerta; no se dio cuenta de mi presencia y yo, con rapidez, entré y me escondí detrás de las cortinas que estaban corridas delante de un ropero abierto, situado justo al lado de la puerta, donde colgaban los trajes de mi padre. Cerca, cada vez más cerca, retumbaban los pasos; afuera alguien tosía, arrastraba los pies y gruñía de manera extraña. Mi corazón se estremeció de miedo y expectación.9 Cerca, muy cerca de la puerta, un puntapié enérgico, un violento golpe en el picaporte y ¡la puerta se abrió con estrépito! Haciendo un esfuerzo para dominar mi temor, me asomé con cautela. El hombre de arena estaba en el medio del cuarto, parado delante de mi padre, el claro resplandor de las luces le iluminaba el rostro. ¡El hombre de arena, el temible hombre de arena era el viejo abogado Coppelius, quien a veces almorzaba con nosotros! Pero ni el personaje más horrible me habría provocado más espanto que justamente este Coppelius. Imagínate un hombre alto, de hombros anchos, con una gran cabeza deforme, una tez mate, espesas cejas grises bajo las cuales relampaguean un par de penetrantes ojos verdes de felino, una nariz grande que sobresale mucho del labio superior. La boca torcida se deforma a menudo en una sonrisa maligna; entonces le aparecen un par de manchas rojo oscuro en las mejillas y un raro sonido sibilante10 se escapa a través de sus dientes apretados. Coppelius vestía siempre una levita11 gris ceniza cortada a la antigua, un chaleco y pantalones del mismo color, pero con medias negras y zapatos con pequeñas hebillas de igual color. La peluca corta apenas le cubría la coronilla,12 los bucles pegados estaban muy por arriba de las grandes orejas rojas y una ancha redecilla de cabello estaba tan fuera de lugar
saltó un espantoso estrépito proveniente del vestíb on con que una antigua armadura se había desprendi ma de Canterville sentado en una silla de respaldo a l rostro. Los mel lizos, que traían sus cerbatanas, pueden adquirir quienes han practicado larga y pac ministro de los Estados Unidosapuntaba al fantas etiqueta californiana, que pusiera las manos en alto bulló entre ellos, como una neblina, apagando al p total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuperó na ocasión le había resultado extremadamente útil. S r en una sola noche y había logrado que tres insti r mes de trabajo. En consecuencia, lanzó su risotada ho abovedado; pero, cuando apenas empezaban a ex a señora Otis vestida con una bata celeste y le dijo por ello le he traído una botella de la solución medic dio lo ayudará. El fantasma la miró enfurecido y de e perro negro, una hazaña que le había valido un ribuido la permanente idiotez del tío de lord Canterv unos pasos que se acercaban lo hizo desistir de su p nte y se desvaneció lanzando un profundo gemido sepu zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com os y el grosero materialismo de la señora Otis natu s lo perturbaba era no haber podido colocarse l modernos estadounidenses se estremecieran al ver al peto a su poeta nacional Longfellow , con cuya deli eces mientras los Canterville estaban en la ciudad. éxito en el torneo de Kenilworth, y había sido mu cuando quiso ponérsela, se vio completamente supe ayó pesadamente al suelo, raspándose las rodillas y s estuvo muy enfermo, y únicamente se movía de s do. Al fin, luego de muchos cuidados logró reponerse de los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes revisando el guardarropa, y finalmente se decidió p udario fruncido en las muñecas y el cuello, y una dag era tan fuerte que todas las ventanas y las puertas ente el tiempo que más le gustaba. Su plan de ac orio de Washington Otis, le susurraría algo desde al son de una música lenta. Le guardaba a Washi e que era él quien tenía la costumbre de eliminar “Inigualable” de Pinkerton. Después de reducir al
bulo. Luego de baja apresur adamente las escaleras ido de su soporte y había caído al suelo de losa, y vie alto, frotándose las rodillas con una expresión de a dispararon sobre él dos proyectiles, con una punt cientemente sobre su profesor de caligrafía. Mient sma con su revólver y le ordenaba, de acuerdo con o. El fantasma se levantó con un salvaje alarido de f pasar la vela de Washington Otis y dejándolos en ó y decidió lanzar su célebre carcajada demoníaca, qu Se decía que con ella había hecho encanecer la peluc itutrices francesas de lady Canterville renunciaran a da más horrible hasta que retumbó una y otra vez xtinguirse los escalofriantes ecos, se abrió una puer al fantasma: –Me temo que usted no está nada bie cinal del Doctor Dobell. Si se trata de una indigest inmediato comenzó a prepararse para convertirs merecido renombre, y a la cual el médico de la fam ville, el honorable Thomas Horton. Sin embargo propósito, de modo que se limitó a volverse ligeram ulcral, en le preciso instante en que los gemelos estab mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida uralmente le resultaban de lo más exasperantes, p la armadura. Había tenido la esperanza de que inc Espectro Acorazado, aunque no fuera por otra ra icada y atractiva poesía él mismo se había entrete Además, era su propia armadura; la había ves uy elogiada nada menos por la Reina Virgen. P Trabajos en laque estación erado por el peso de la enorme coraza y del yelm lastimándose los nudillos de la mano derecha. Dur su habitación para mantener la mancha de sangre y resolvió llevar a cabo un tercer intento de asustar es 17 de agosto para su aparición. Pasó la mayor p por un gran sombrero de ala flexible con una plu ga oxidada. Al atardecer estalló un violento tempora s de la antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese cción era el siguiente: se abriría paso con sigilo h el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en ington un rencor especial, pues estaba perfectam la famosa mancha de sangre de Canterville con s imprudente y temerario joven a un estado de comp
114
El hombre de arena • La noche de San Silvestre
El hombre de arena Respondan, en sus carpetas, las siguientes preguntas. El cuento empieza in medias res, esto es, en medio de un conflicto: ¿cuál es ese conflicto?, ¿cuáles son las causas? b. ¿Por qué Nataniel identifica a Coppelius con el hombre de arena? c. Una de las características particulares de este cuento es que el personaje “racional” es una mujer. ¿Cuáles son los argumentos con los que Clara desmitifica la existencia del hombre de arena? Mencionen otras dos ocasiones en que Clara represente la sensatez ante la fantasía de Nataniel. d ¿Por qué califica el protagonista a Clara de “autómata sin vida”? ¿Cuál es la ironía de esta expresión? e. ¿Qué indicios da el narrador de la condición de Olimpia? ¿Por qué los ignora Nataniel? f. Este cuento aborda la temática del doble malvado, ¿qué figura se duplica? ¿Se trata de dos personajes diferentes o de dos apariciones del mismo? ¿Qué rasgos en común presentan? 1
a.
2 Observen la narración y la estructura del relato, y respondan en sus carpetas. a. ¿Cómo es la estructura? ¿Es una narración tradicional? b. ¿Qué características presenta el narrador? c. ¿La narración es subjetiva u objetiva? ¿Qué puntos de vista aparecen? ¿Alguno predomina? Justifiquen la respuesta. 3 Oberven a los personajes y resuelvan las actividades. a. Hagan una lista de los cinco personajes principales. Descríbanlos en no más de cinco líneas. b. Determinen si estos personajes son estáticos o dinámicos, según se mantengan estables o cambien su forma de ser.
Trabajos en la estación
115
4 Lean la siguiente información y relaciónenla con el cuento: ¿cómo es el tiempo en “El hombre de arena”? ¿Aparecen anacronías? ¿De qué tipo? Busquen ejemplos.
Gérard Genette analizó el manejo del tiempo en la literatura y distinguió dos aspectos: el tiempo de la historia (aquel en que suceden los acontecimientos narrados) y el tiempo del relato (relacionado con cómo va contando el narrador). Cuando estos tiempos coinciden, es decir, el relato respeta el orden cronológico de la historia, hablamos de tiempo lineal. En cambio, cuando el narrador inserta hechos anteriores o anticipa lo que pasará, rompiendo así la linealidad cronológica, hablamos de anacronía. Estas anacronías pueden ser saltos al pasado (analepsis) o al futuro (prolepsis). En ambos casos, las anacronías pueden ser internas (ocurren dentro del tiempo general de la historia) o externas (remiten a un tiempo anterior al inicio o posterior al momento en que termina la historia).
5 Relean la primera carta de Nataniel a Lotario y realicen las actividades. a. Completen el cuadro con las diferencias entre estos dos textos.
Carta de Nataniel Tema/Motivo Tiempo y espacio
Presente de la historia
Protagonista Otros personajes Situación inicial Conflicto Resolución
No hay
Relato de Nataniel (dentro de la carta)