El juguete rabioso - ¡Recorré el libro!

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solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a El juguete n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell rena de la playa, fue caminando hasta Minos y mo Sarpedón reconocieron la voluntad de los dios

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solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a n, incrédulos. Índice —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell rena de la playa, fue caminando hasta Minos y mo Sarpedón reconocieron la voluntad de los dios Bienvenidos a la estación de Roberto Arlt ............. 6

El juguete rabioso ................................................ 20 I. Los ladrones ....................................................... 22 II. Los trabajos y los días ......................................62 III. El juguete rabioso .......................................... 98 IV. Judas Iscariote ................................................131 Trabajos en la estación ....................................... 176

Cuadro de movimientos literarios ..................... 188


ir, los sobresaltó un espantoso estrépito provenie ras, se encontraron con que una antigua armadura de losa, y vieron al fantasma de Canterville sentad na expresión de agudo dolor en el rostro. Los mel proyectiles, con una puntería que solo pueden adquirir esor de caligrafía. Mientras tanto, el ministro de los ordenaba, de acuerdo con los usos de la etiqueta calif vantó con un salvaje alarido de furia y se escabulló de Washington Otis y dejándolos en una oscuridad t ó lanzar su célebre carcajada demoníaca, que en más cía que con ella había hecho encanecer la peluca de utrices francesas de lady Canterville renunciaran an sotada más horrible hasta que retumbó una y otr ezaban a extinguirse los escalofriantes ecos, se abri celeste y le dijo al fantasma: –Me temo que usted lla de la solución medicinal del Doctor Dobell. Si sma la miró enfurecido y de inmediato comenzó a pr hazaña que le había valido un merecido renombre, manente Bienvenidos idiotez del tío de lordla Canterville, el honora estación de d s que se acercaban lo hizo adesistir de su propósito, desvaneció lanzando un profundo gemido sepulcral, e zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com emelos y el grosero materialismo de la señora Otis lo que más lo perturbaba era no haber podido ncluso aquellos modernos estadounidenses se estreme otra razón que el respeto a su poeta nacional Long abía entretenido muchas veces mientras los Cante adura; la había vestido con gran éxito en el torneo por la Reina Virgen. Pero esta vez, cuando quiso pon orme coraza y del yelmo de acero, y cayó pesadamen los de la mano derecha. Durante varios días estuvo mantener la mancha de sangre en buen estado. Al r a cabo un tercer intento de asustar al ministro de osto para su aparición. Pasó la mayor parte de ese ran sombrero de ala flexible con una pluma roja, u da. Al atardecer estalló un violento temporal, y el vi antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese era pr n era el siguiente: se abriría paso con sigilo hasta el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en hington un rencor especial, pues estaba perfectam

Roberto


ente del vestíbulo. Luego de baja apresur adamente a se había desprendido de su soporte y había caíd do en una silla de respaldo alto, frotándose las rodi lizos, que traían sus cerbatanas, dispararon sobr r quienes han practicado larga y pacientemente sobr s Estados Unidosapuntaba al fantasma con su revó iforniana, que pusiera las manos en alto. El fantas ó entre ellos, como una neblina, apagando al pasar total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuper s de una ocasión le había resultado extremadamente lord Raker en una sola noche y había logrado que ntes del primer mes de trabajo. En consecuencia, la ra vez en el viejo techo abovedado; pero, cuando ape ió una puerta y apareció la señora Otis vestida con no está nada bien de salud, y por ello le he traído se trata de una indigestión, este remedio lo ayudará repararse para convertirse en un enorme perro ne y a la cual el médico de la familia había atribuid able Thomas Horton. Sin embargo, el sonido de u de modo que se limitó a volverse ligeramente fosforesc en le preciso instante en que los gemelos estaban mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida s naturalmente le resultaban de lo más exasperan o colocarse la armadura. Había tenido la esperanz ecieran al ver al Espectro Acorazado, aunque no fu gfellow , con cuya delicada y atractiva poesía él mis erville estaban en la ciudad. Además, era su pro de Kenilworth, y había sido muy elogiada nada me nérsela, se vio completamente superado por el pes nte al suelo, raspándose las rodillas y lastimándose muy enfermo, y únicamente se movía de su habita l fin, luego de muchos cuidados logró reponerse y reso e los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes día revisando el guardarropa, y finalmente se decidió un sudario fruncido en las muñecas y el cuello, y una iento era tan fuerte que todas las ventanas y las puer recisamente el tiempo que más le gustaba. Su plan el dormitorio de Washington Otis, le susurraría la garganta al son de una música lenta. Le guardab mente al tanto de que era él quien tenía la costumbr


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Una ciudad rabiosa Entre 1880 y 1910 Buenos Aires recibió una importante cantidad de inmigrantes oriundos de Europa que llegaban al país alentados por las políticas migratorias vigentes que prometían integración, desarrollo y bienestar. Esta ola provenía principalmente de España e Italia. Las personas que arribaban al país, en su mayoría de baja extracción social, fueron más que las esperadas y algunas trajeron consigo ideas de corte comunista y anarquista. Al compás de su arribo, surgió lo que entonces se denominó la “cuestión social”. Este concepto aludía a los problemas de vivienda, salud, educación y orden público, que llevaron a la burguesía a sancionar en 1902 la Ley de Residencia, norma por la cual el país se reservaba el derecho de expulsión de los inmigrantes.

Lo cierto es que los extranjeros tuvieron que soportar condiciones sociales paupérrimas, y adecuarse a los alquileres elevados, los bajos salarios, y a vivir hacinados en conventillos céntricos o en viviendas muy precarias. Sin embargo, un fuerte proceso de alfabetización, que tenía la intención de lograr la unificación de la sociedad, empezó a gestarse rápidamente. Las tasas de escolaridad aumentaron y así provocaron cambios en el público lector y las editoriales. Asimismo, surgieron revistas culturales, literarias y políticas motivadas por la creciente alfabetización. Esta democratización cultural y el aumento de un público letrado serán claves para pensar el lugar que ocupará la escritura de Roberto Arlt. En 1914, casi un 50% de la población de Buenos Aires era extranjera y, en 1925, era la octava ciudad del mundo en cantidad de habitantes (de los cuales más de la mitad eran inmigrantes). Así, una de sus principales características era la heterogeneidad de su población. Buenos Aires se convirtió en una ciudad cosmopolita, híbrida y plurilingüística; culturas, etnias y lenguas se mezclaban e integraban en las calles, los mercados y los bares, y modelaban lo que constituiría la identidad de los argentinos. La mayor parte de los inmigrantes se alojaba en conventillos, en condiciones muy precarias.


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Roberto Arlt, el outsider Entre los extranjeros que arribaron al país, se encontraba el matrimonio de Karl Arlt, alemán, y Ekatherine Iobstraibitzer, nacida en Trieste (actual territorio italiano, en cercanías de Austria). Como tantos otros, permanecieron en Buenos Aires y se alojaron en una vivienda precaria en el porteño barrio de Flores. Al tiempo nació su primera hija, quien murió a los seis meses. El segundo hijo del matrimonio Arlt nació el 2 de abril de 1900: se llamó Roberto Godofredo Christophersen y, desde temprano, su vida estuvo signada por necesidades económicas y privaciones de todo tipo. La relación con sus padres nunca fue buena y el escritor daría cuenta de ello en sus obras (aunque no siempre de manera explícita). En los talleres, grabado del artista Guillermo Facio Hebequer, quien ejerció una fuerte influencia en la obra de Roberto Arlt.

Condicionado social y culturalmente, Arlt fue desde aquel entonces un outsider. Esta palabra refiere a quien está fuera de lo establecido o es considerado un extraño (incluso, un intruso). Arlt no logró terminar la escuela primaria porque tuvo que comenzar a trabajar desde pequeño; por lo tanto, su educación se basó más en su naturaleza autodidacta que en las aulas. Desde temprana edad, manifestó una inquietud literaria y alternó sus primeros intentos como escritor con los más diversos oficios. Leyó a importantes autores de la literatura universal, como Dostoievski, Quevedo, Proust o Dickens, supliendo con libros la formación intelectual vedada. Además, se interesó por obras de ciencias ocultas y astrología, una de las pasiones heredadas de su madre. Charles Dickens, escritor inglés cuyas novelas influyeron en el autor de El juguete rabioso.


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Sus trabajos y sus días Durante su juventud, Arlt trabajó como periodista. En 1927 era cronista policial en el diario Crítica y un año después pasó a ser redactor de El Mundo. Allí aparecieron algunos de sus cuentos y una columna de crónicas —desde 1928 hasta 1935— cuyo título fue Aguafuertes porteñas. Mientras el periodismo se convertía en su medio de subsistencia, sus ansias por ser inventor lo llevaron a conformar una sociedad: ARNA (así llamada por el apellido de sus mentores: Arlt y Naccaratti). Con el poco dinero que su socio pudo aportar, instalaron un pequeño laboratorio químico en Lanús y Arlt alcanzó a patentar unas medias femeninas antideslizantes, reforzadas con caucho, que nunca fueron comercializadas. Si observamos la vida de este autor en perspectiva, podemos asegurar que, en ocasiones, estuvo signada por el fracaso,

Tapa de una edición contemporánea de las Aguafuertes porteñas, ilustrada por 250 artistas plásticos.

Los siete locos y Los lanzallamas, dos novelas cuyo protagonista es el frustrado Remo Erdosain.

pero, aun con los escasos medios con que contaba, siempre intentó hacerse un lugar en la sociedad: en la literatura, con sus obras, que le valieron cierto reconocimiento a partir de El juguete rabioso; en el periodismo, con sus Aguafuertes porteñas; en la sociedad mediante sus singulares inventos. Arlt nació con el siglo y vivió hasta los 42 años. Su legado es extenso y valioso. Escribió cuatro novelas: El juguete rabioso (1926), Los siete locos (1929), Los lanzallamas (1931) y El amor brujo (1932); una considerable cantidad de relatos, varios reunidos en dos compilaciones de cuentos llamadas El jorobadito (1933) y El criador de gorilas (1938); innumerables crónicas periodísticas; y algunas obras de teatro, como Saverio el cruel (1936), La isla desierta (1937) y El desierto entra en la ciudad (1941) (esta última, inconclusa).


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La historia de Silvio Astier: itinerario de un fracaso El fracaso acompañaría la labor de Roberto Arlt no solo como inventor. Su primera novela, El juguete rabioso, fue resistida por las editoriales, que se negaron rotundamente a publicarla por considerarla violenta, desagradable y disparatada. Se dice que el autor, que por entonces tenía veintiséis años, iba con su manuscrito bajo el brazo y se lo leía a cualquiera que mostrara un poco de interés. No entendía el rechazo hacia su obra porque él mismo la consideraba merecedora de reconocimiento. El argumento de la novela es sencillo, y las situaciones por las que el protagonista Silvio Astier atraviesa son narradas con una distancia crítica. Se trata de un adolescente que debe salir a trabajar a causa de la pésima situación económica de su familia y, en el camino, se sumerge en una ciudad oscura e injusta, llena de personas negativas, patrones avaros, jóvenes pervertidos y situaciones adversas a su voluntad de progreso y a sus vastos conocimientos. A medida que Silvio avanza en su recorrido, la novela se torna cada vez más trágica y la desesperación del personaje se intensifica hasta la

degradación moral de creer que la única manera de trascender en la sociedad es mediante la maldad. Arlt articula, así, en cuatro capítulos, un via crucis urbano donde Astier realiza su itinerario desgastante y se debate entre mantenerse fiel a sus principios o actuar como un engranaje en el funcionamiento de una ciudad que no deja lugar a la esperanza.

Novela y autobiografía

El juguete rabioso es una novela autorreferencial. Silvio Astier encarnaría una proyección del mismo autor, su alter ego. Tal como sostiene el crítico literario Raúl Larra, esta primera novela de Arlt es“autobiográfica cien por cien”. Varios personajes y circunstancias que son parte de la obra pueden ser remitidos a la persona del autor y a diversos pasajes de su vida.

Tapa de la primera edición, en 1926, de El juguete rabioso.


responda a los censores y fundamente las razones de mi obra; y sin dud deuda con todas las personas que le dieron su aprobaciรณn como para creerme rtaciรณn, hecha e comedia, me se me encontraba, y al principio una persona


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I.

LOS LADRONES

C

1 Bandoleresca es la literatura que tiene por protagonistas a los bandoleros, héroes populares que cometían actos delictivos con fines sociales. 2 Carisumido significa con la cara hundida, posiblemente por la falta de dentadura.

uando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca 1 un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia. Decoraban el frente del cuchitril las policromas carátulas de los cuadernillos que narraban las aventuras de Montbars el Pirata y de Wenongo el Mohicano. Nosotros los muchachos al salir de la escuela nos deleitábamos observando los cromos que colgaban en la puerta, descoloridos por el sol. A veces entrábamos a comprarle medio paquete de cigarrillos Barrilete, y el hombre renegaba de tener que dejar el banquillo para mercar con nosotros. Era cargado de espaldas, carisumido2 y barbudo, y por añadidura algo cojo, una cojera extraña, el pie redondo como el casco de una mula con el talón vuelto hacia afuera. Cada vez que le veía recordaba este proverbio, que mi madre acostumbraba a decir: “Guárdate de los señalados de Dios”. Solía echar algunos parrafitos conmigo, y en tanto escogía un descalabrado botín entre el revoltijo de hormas y rollos de cuero, me iniciaba con amarguras de fracasado en el conocimiento de los bandidos más famosos en las tierras de España, o me hacía la apología de un parroquiano rumboso a quien lustraba el calzado y que le favorecía con veinte centavos de propina. Como era codicioso sonreía al evocar al cliente, y la sórdida sonrisa que no acertaba a hincharle los carrillos arrugábale el labio sobre sus negruzcos dientes. Cobrome simpatía a pesar de ser un cascarrabias y por


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algunos cinco centavos de interés me alquilaba sus libracos adquiridos en largas suscripciones. Así, entregándome la historia de la vida de Diego Corrientes,3 decía: —Ezte chaval, hijo... ¡qué chaval!... era ma lindo que una rroza y lo mataron lo miguelete...4 Temblaba de inflexiones broncas la voz del menestral:5 —Ma lindo que una rroza... zi er tené mala zombra...6 Recapacitaba luego: —Figúrate tú... daba ar pobre lo que quitaba al rico... tenía mujé en toos los cortijos... si era ma lindo que una rroza... En la mansarda,7 apestando con olores de engrudo y de cuero, su voz despertaba un ensueño con montes reverdecidos. En las quebradas había zambras gitanas…8 todo un país montañero y rijoso9 aparecía ante mis ojos llamado por la evocación. —Si era ma lindo que una rroza —y el cojo desfogaba su tristeza reblandeciendo la suela a martillazos encima de una plancha de hierro que apoyaba en las rodillas. Después, encogiéndose de hombros como si desechara una idea inoportuna, escupía por el colmillo a un rincón, afilando con movimientos rápidos la lezna9 en la piedra. Más tarde agregaba: —Verá tú qué parte ma linda cuando lleguez a doña Inezita y ar ventorro der tío Pezuña —y observando que me llevaba el libro me gritaba a modo de advertencia: —Cuidarlo, niño, que dineroz cuesta —y tornando a sus menesteres inclinaba la cabeza cubierta hasta las orejas de una gorra color ratón, hurgaba con los dedos mugrientos de cola en una caja, y llenándose la boca de clavillos continuaba haciendo con el martillo toc... toc... toc... toc...10 Dicha literatura, que yo devoraba en las “entregas” numerosas, era la historia de José María, el Rayo de Andalucía, o las aventuras de don Jaime el Barbudo y otros perillanes11 más o menos auténticos y pintorescos en los cromos que los representaban de esta forma:

3 Diego Corrientes (1757-1781), hábil ladrón andaluz que atracaba a los ricos y socorría a los pobres. 4 Los migueletes eran miembros de la milicia en España. 5 Un menestral es quien tiene un oficio, en este caso, zapatero. 6 En este pasaje, así como en otros de la novela, el autor reproduce fonéticamente el habla de los personajes de procedencia extranjera. 7 Mansarda, parte más alta de la casa, debajo del tejado. 8 La zambra es un baile flamenco interpretado por los gitanos de Granada (España). 9 El adjetivo rijoso significa sensual. 10 La lezna es un instrumento que usan los zapateros para agujerear y coser. 11 Perillanes, astutos; como José María, el Rayo de Andalucía y don Jaime el Barbudo, célebres ladrones en dos novelas españolas del siglo xvii.


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12 Enjaezado significa con jaez, adorno de cintas con que se entrenzan las crines del caballo. 13 Chuletas es sinónimo de patillas. 14 Un trabuco es un arma de fuego, en este caso tiene un caño de ocho a diez centímetros, por ello es naranjero. El arzón es la parte delantera o trasera que une los dos brazos del fuste de una silla de montar. 15 Un altozano es un cerro de poca altura. 16 Un pelafustán es una persona insignificante, que carece de una buena posición social y/o económica.

Caballeros en potros estupendamente enjaezados,12 con renegridas chuletas13 en el sonrosado rostro, cubierta la colilla torera por un cordobés de siete reflejos y trabuco naranjero en el arzón.14 Por lo general ofrecían con magnánimo gesto una bolsa amarilla de dinero a una viuda con un infante en los brazos, detenida al pie de un altozano15 verde. Entonces yo soñaba con ser bandido y estrangular corregidores libidinosos; enderezaría entuertos, protegería a las viudas y me amarían singulares doncellas. Necesitaba un camarada en las aventuras de la primera edad, y este fue Enrique Irzubeta. Era el tal un pelafustán16 a quien siempre oí llamar por el edificante apodo de “El Falsificador”. He aquí cómo se establece una reputación y cómo el prestigio secunda al principiante en el laudable arte de embaucar al profano. Enrique tenía catorce años cuando engañó al fabricante de una fábrica de caramelos, lo que es una evidente prueba de que los dioses habían trazado cuál sería en el futuro el destino del amigo Enrique. Pero como los dioses son arteros de corazón, no me sorprende al escribir mis memorias enterarme de que Enrique se hospeda en uno de esos hoteles que el Estado dispone para los audaces y bribones. La verdad es esta: Cierto fabricante, para estimular la venta de sus productos, inició un concurso con opción a premios destinados a aquellos que presentaran una colección de banderas de las cuales se encontraba un ejemplar en la envoltura interior de cada caramelo. Estribaba la dificultad (dado que escaseaba sobremanera) en hallar la bandera de Nicaragua. Estos certámenes absurdos, como se sabe, apasionan a los muchachos, que cobijados por un interés común, computan todos los días el resultado de esos trabajos y la marcha de sus pacientes indagaciones.



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17 Probidad significa honradez. 18 Un bardal es una tapia que circunda una propiedad. 19 El ropavejero es quien vende ropas y baratijas usadas. 20 Jules Joseph Bonnot (1876-1912), anarquista líder de una agrupación que robaba y mataba, entre cuyos integrantes estaba André René Valet. 21 Pierre Alexis (18291871), también conocido como el vizconde de Ponson du Terrail, fue un prolífico autor de novelas bandolerescas. Rocambole, ladrón y gentilhombre, es uno de sus más famosos personajes.

Entonces Enrique prometió a sus compañeros de barrio, ciertos aprendices de una carpintería y los hijos del tambero, que él falsificaría la bandera de Nicaragua siempre que uno de ellos se la facilitara. El muchacho dudaba... vacilaba conociendo la reputación de Irzubeta, mas Enrique magnánimamente ofreció en rehenes dos volúmenes de la Historia de Francia, escrita por M. Guizot, para que no se pusiera en tela de juicio su probidad.17 Así quedó cerrado el trato en la vereda de la calle, una calle sin salida, con faroles pintados de verde en las esquinas, con pocas casas y largas tapias de ladrillo. En distantes bardales18 reposaba la celeste curva del cielo, y solo entristecía la calleja el monótono rumor de una sierra sinfín o el mugido de las vacas en el tambo. Más tarde supe que Enrique, usando tinta china y sangre, reprodujo la bandera de Nicaragua tan hábilmente, que el original no se distinguía de la copia. Días después Irzubeta lucía un flamante fusil de aire comprimido que vendió a un ropavejero 19 de la calle Reconquista. Esto sucedía por los tiempos en que el esforzado Bonnot y el valerosísimo Valet aterrorizaban a París.20 Yo ya había leído los cuarenta y tantos tomos que el vizconde de Ponson du Terrail escribiera acerca del hijo adoptivo de mamá Fipart, el admirable Rocambole, y aspiraba a ser un bandido de la alta escuela.21 Bien: un día estival, en el sórdido almacén del barrio, conocí a Irzubeta. La calurosa hora de la siesta pesaba en las calles, y yo sentado en una barrica de yerba, discutía con Hipólito, que aprovechaba los sueños de su padre para fabricar aeroplanos con armadura de bambú. Hipólito quería ser aviador, “pero debía resolver antes el problema de la estabilidad espontánea”. En otros tiempos le preocupó la solución del movimiento continuo y solía consultarme acerca del resultado posible de sus cavilaciones.


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Hipólito, de codos en un periódico manchado de tocino, entre una fiambrera con quesos y las varillas coloradas de la “caja”, escuchaba atentísimamente mi tesis: —El mecanismo de un “reló” no sirve para la hélice. Ponele un motorcito eléctrico y las pilas secas en el “fuselaje”. —Entonces, como los submarinos... — ¿Qué submarinos? El único peligro está en que la corriente te queme el motor, pero el aeroplano va a ir más sereno y antes de que se te descarguen las pilas va a pasar un buen rato. —Che, ¿y con la telegrafía sin hilos no puede marchar el motor? Vos tendrías que estudiarte ese invento. ¿Sabés que sería lindo? En aquel instante entró Enrique. —Che, Hipólito, dice mamá si querés darme medio kilo de azúcar hasta más tarde. —No puedo, che; el viejo me dijo que hasta que no arreglen la libreta…22 Enrique frunció ligeramente el ceño. —¡Me extraña, Hipólito!... Hipólito agregó, conciliador: —Si por mí fuera, ya sabés... pero es el viejo, che —y señalándome, satisfecho de poder desviar el tema de la conversación, agregó, dirigiéndose a Enrique: —Che, ¿no lo conocés a Silvio? Este es el del cañón. El semblante de Irzubeta se iluminó deferente. —Ah, ¿es usted? Lo felicito. El bostero del tambo me dijo que tiraba como un Krupp…23 En tanto hablaba, le observé. Era alto y enjuto. Sobre la abombada frente, manchada de pecas, los lustrosos cabellos negros se ondulaban señorilmente. Tenía los ojos color de tabaco, ligeramente oblicuos, y vestía traje marrón adaptado a su figura por manos poco hábiles en labores sastreriles.24 Se apoyó en la pestaña del mostrador, posando la barba en la palma de la mano. Parecía reflexionar.

22 La expresión arreglar la libreta significa pagar las deudas. Cuando alguien tenía una deuda impaga, su apellido era anotado en una libreta hasta que cancelara la deuda. 23 Krupp era el nombre de un importante cañón empleado en el siglo xix. 24 El adjetivo sastreriles significa propio de un sastre, es decir, de aquel que se dedica a confeccionar prendas de vestir para hombres.


saltó un espantoso estrépito proveniente del vestíb on con que una antigua armadura se había desprendi ma de Canterville sentado en una silla de respaldo a l rostro. Los mel lizos, que traían sus cerbatanas, pueden adquirir quienes han practicado larga y pac ministro de los Estados Unidosapuntaba al fantas etiqueta californiana, que pusiera las manos en alto bulló entre ellos, como una neblina, apagando al p total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuperó na ocasión le había resultado extremadamente útil. S r en una sola noche y había logrado que tres insti r mes de trabajo. En consecuencia, lanzó su risotada ho abovedado; pero, cuando apenas empezaban a ex a señora Otis vestida con una bata celeste y le dijo por ello le he traído una botella de la solución medic dio lo ayudará. El fantasma la miró enfurecido y de e perro negro, una hazaña que le había valido un ribuido la permanente idiotez del tío de lord Canterv unos pasos que se acercaban lo hizo desistir de su p nte y se desvaneció lanzando un profundo gemido sepu zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com os y el grosero materialismo de la señora Otis natu s lo perturbaba era no haber podido colocarse l modernos estadounidenses se estremecieran al ver al peto a su poeta nacional Longfellow , con cuya deli eces mientras los Canterville estaban en la ciudad. éxito en el torneo de Kenilworth, y había sido mu cuando quiso ponérsela, se vio completamente supe ayó pesadamente al suelo, raspándose las rodillas y s estuvo muy enfermo, y únicamente se movía de s do. Al fin, luego de muchos cuidados logró reponerse de los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes revisando el guardarropa, y finalmente se decidió p udario fruncido en las muñecas y el cuello, y una dag era tan fuerte que todas las ventanas y las puertas ente el tiempo que más le gustaba. Su plan de ac orio de Washington Otis, le susurraría algo desde al son de una música lenta. Le guardaba a Washi e que era él quien tenía la costumbre de eliminar “Inigualable” de Pinkerton. Después de reducir al


bulo. Luego de baja apresur adamente las escaleras ido de su soporte y había caído al suelo de losa, y vie alto, frotándose las rodillas con una expresión de a dispararon sobre él dos proyectiles, con una punt cientemente sobre su profesor de caligrafía. Mient sma con su revólver y le ordenaba, de acuerdo con o. El fantasma se levantó con un salvaje alarido de f pasar la vela de Washington Otis y dejándolos en ó y decidió lanzar su célebre carcajada demoníaca, qu Se decía que con ella había hecho encanecer la peluc itutrices francesas de lady Canterville renunciaran a da más horrible hasta que retumbó una y otra vez xtinguirse los escalofriantes ecos, se abrió una puer al fantasma: –Me temo que usted no está nada bie cinal del Doctor Dobell. Si se trata de una indigest inmediato comenzó a prepararse para convertirs merecido renombre, y a la cual el médico de la fam ville, el honorable Thomas Horton. Sin embargo propósito, de modo que se limitó a volverse ligeram ulcral, en le preciso instante en que los gemelos estab mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida uralmente le resultaban de lo más exasperantes, p la armadura. Había tenido la esperanza de que inc Espectro Acorazado, aunque no fuera por otra ra icada y atractiva poesía él mismo se había entrete Además, era su propia armadura; la había ves uy elogiada nada menos por la Reina Virgen. P Trabajos en laque estación erado por el peso de la enorme coraza y del yelm lastimándose los nudillos de la mano derecha. Dur su habitación para mantener la mancha de sangre y resolvió llevar a cabo un tercer intento de asustar es 17 de agosto para su aparición. Pasó la mayor p por un gran sombrero de ala flexible con una plu ga oxidada. Al atardecer estalló un violento tempora s de la antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese cción era el siguiente: se abriría paso con sigilo h el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en ington un rencor especial, pues estaba perfectam la famosa mancha de sangre de Canterville con s imprudente y temerario joven a un estado de comp


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El juguete rabioso

Consignas para revisar la lectura Respondan:

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a. ¿Cómo se caracteriza al protagonista de El juguete rabioso? Seleccionen tres momentos que evidencien dicha personalidad. b. ¿Quiénes son los personajes principales que acompañan la experiencia de vida de Silvio Astier? Elijan un episodio que revele la relación entre cada uno de ellos y el protagonista. c. ¿Cuáles son los lugares de la ciudad por los que transita Silvio a lo largo del libro? Determinen el lugar más importante en cada capítulo y justifiquen la elección. d.

¿Por qué echan a Silvio de la Escuela Militar de Aviación?

2 Unan con flechas los nombres de los personajes con la ocupación de cada uno de ellos:

✸ ✸ ✸ ✸ ✸ 3

Monti Gaetano Vicente Timoteo Souza Márquez El Rengo

✸ ✸ ✸ ✸ ✸

capitán vendedor de papeles revendedor de libros cuidador de carros ocultista

Ordenen cronológicamente las siguientes secuencias: Silvio se reencuentra con Lucio, quien se ha transformado en un agente de investigaciones. Desencantado del mundo, estremecido de odio y tras tomar un café en una lechería, Silvio le tira un fósforo encendido a un vagabundo que dormía en la calle y sale corriendo. El Rengo es traicionado por Silvio y detenido por la policía fuera de la casa del ingeniero.


El juguete

Lucio, Enrique y Silvio forman una organización delictiva a la que llaman “Club de los Caballeros de la Media Noche”. Silvio acompaña a Don Gaetano al mercado cargando una gran canasta roja que lo avergüenza ante la gente. Silvio mira con tristeza y envidia a un joven y a una niña que conversan en un balcón, mientras suena la melodía de un piano. El ingeniero Arsenio Vitri le asegura a Astier que va a conseguirle un trabajo en el sur del país, en Comodoro Rivadavia. Vicente Timoteo Souza, un especialista en ciencias ocultas, recibe a Silvio, quien le solicita trabajo. En una casa de compraventa, Silvio adquiere un revólver que carga con cinco proyectiles. Luego intenta quitarse la vida, pero el percutor se cae y falla. Una mujer de origen francés a quien Silvio lleva un paquete de libros le da un beso en la boca de propina porque él no quiso aceptar sus monedas.

4 Elijan dos de los personajes femeninos de la novela que aparecen en la siguiente lista, y realicen una descripción de cada una de ellos. Luego, desarrollen qué roles cumplen estas mujeres en la trama de la novela.

La madre de Silvio Lila, la hermana Eleonora La vecina judía ✸ La francesa aristocrática ✸ ✸ ✸ ✸

5 El juguete rabioso tiene cuatro partes. Expliquen el título de cada una. Algunos datos de la “Introducción” y de las notas que se consignan al margen del texto pueden ayudarlos a explicar el sentido de los títulos.

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rabioso

Trabajos en la estación



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