solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a Palabras on, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad deMinos—. mujer preguntó entonces ¿Aceptas o no dios poderosísimo, escucha mi voz! —dijo—. Es o9 me han destinado el reino esta isla inmen Liliana Heker, Isabelde |llende, convencer deRosa elloMontero, a manos y que cesen las dispu Carmen Laforet, . SarpedónÁngeles y Radamantis seguían cada palab Mastretta, |dela Basch, e expectativa. —Concédeme, Señor de las aguas, Claric e Lispector es—. Si es así, haz que salga de este mar, sob crificaré ese toro en tu honor, para que todos u poder. Se revolvieron entonces las aguas como ó ensombrecerse. De pronto, desde el interior merger, lentamente, un enorme toro blanco. U a tierra. Cuando pisó por fin la arena de la pla a sus pies. Tanto Radamantis como Sarpe que su hermano llevara la corona de toda Cr os faltó a su palabra: decidió conservar aquel t ropia grandeza. Mandó entonces ocultarlo en e menor valor. Enfurecido por la afrenta, Posei ma indirecta de castigar a quienes cometen una fa e Minos, poco después de su intento de engaño. nto, desde el interior del torbellino que forma norme toro blanco. Un animal magnífico, de u or fin la arena de la playa, fue caminando ha damantis como Sarpedón reconocieron la volun la corona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía
solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a Índice n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell rena de la playa, fue caminando hasta Minos y mo Sarpedón reconocieron la voluntad de los dios Bienvenidos a la estación de Palabras de mujer ........................................6
La fiesta ajena, de Liliana Heker ...................... 20 La otra, de Rosa Montero ................................. 29 Dos palabras, de Isabel Allende........................ 34 Última noche, de Carmen Laforet .................... 46 Tía Jose Rivadeneira, de Ángeles Mastretta ..... 55 Una mujer alada, de Adela Basch..................... 58 Feliz cumpleaños, de Clarice Lispector ............ 64 Trabajos en la estación .................................. 80 Cuadro de movimientos literarios ................ 92
ir, los sobresaltó un espantoso estrépito provenie ras, se encontraron con que una antigua armadura de losa, y vieron al fantasma de Canterville sentad na expresión de agudo dolor en el rostro. Los mel proyectiles, con una puntería que solo pueden adquirir esor de caligrafía. Mientras tanto, el ministro de los ordenaba, de acuerdo con los usos de la etiqueta calif vantó Bienvenidos con un salvaje alarido deestación furia y se escabulló a la de de Washington Otis y dejándolos en una oscuridad t ó lanzar su célebre carcajada demoníaca, que en más cía que con ella había hecho encanecer la peluca de utrices francesas de lady Canterville renunciaran an sotada más horrible hasta que retumbó una y otr ezaban a extinguirse los escalofriantes ecos, se abri celeste y le dijo al fantasma: –Me temo que usted lla de la solución medicinal del Doctor Dobell. Si sma la miró enfurecido y de inmediato comenzó a pr hazaña que le había valido un merecido renombre, manente idiotez del tío de lord Canterville, el honora s que se acercaban lo hizo desistir de su propósito, d desvaneció lanzando un profundo gemido sepulcral, e zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com emelos y el grosero materialismo de la señora Otis lo que más lo perturbaba era no haber podido ncluso aquellos modernos estadounidenses se estreme otra razón que el respeto a su poeta nacional Long abía entretenido muchas veces mientras los Cante adura; la había vestido con gran éxito en el torneo por la Reina Virgen. Pero esta vez, cuando quiso pon orme coraza y del yelmo de acero, y cayó pesadamen los de la mano derecha. Durante varios días estuvo mantener la mancha de sangre en buen estado. Al r a cabo un tercer intento de asustar al ministro de osto para su aparición. Pasó la mayor parte de ese ran sombrero de ala flexible con una pluma roja, u da. Al atardecer estalló un violento temporal, y el vi antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese era pr n era el siguiente: se abriría paso con sigilo hasta el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en hington un rencor especial, pues estaba perfectam
ente del vestíbulo. Luego de baja apresur adamente a se había desprendido de su soporte y había caíd do en una silla de respaldo alto, frotándose las rodi lizos, que traían sus cerbatanas, dispararon sobr r quienes han practicado larga y pacientemente sobr s Estados Unidosapuntaba al fantasma con su revó iforniana, que pusiera las manos en alto. El fantas ó entre ellos, como una neblina, apagando al pasar total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuper s de una ocasión le había resultado extremadamente lord Raker en una sola noche y había logrado que ntes del primer mes de trabajo. En consecuencia, la ra vez en el viejo techo abovedado; pero, cuando ape ió una puerta y apareció la señora Otis vestida con no está nada bien de salud, y por ello le he traído se trata de una indigestión, este remedio lo ayudará repararse para convertirse en un enorme perro ne y a la cual el médico de la familia había atribuid able Thomas Horton. Sin embargo, el sonido de u de modo que se limitó a volverse ligeramente fosforesc en le preciso instante en que los gemelos estaban mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida s naturalmente le resultaban de lo más exasperan o colocarse la armadura. Había tenido la esperanz ecieran al ver al Espectro Acorazado, aunque no fu gfellow , con cuya delicada y atractiva poesía él mis erville estaban en la ciudad. Además, era su pro de Kenilworth, y había sido muy elogiada nada me nérsela, se vio completamente superado por el pes nte al suelo, raspándose las rodillas y lastimándose muy enfermo, y únicamente se movía de su habita l fin, luego de muchos cuidados logró reponerse y reso e los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes día revisando el guardarropa, y finalmente se decidió un sudario fruncido en las muñecas y el cuello, y una iento era tan fuerte que todas las ventanas y las puer recisamente el tiempo que más le gustaba. Su plan el dormitorio de Washington Otis, le susurraría la garganta al son de una música lenta. Le guardab mente al tanto de que era él quien tenía la costumbr
Palabras de mujer
8
Palabras de mujer
Ella tiene la palabra Quien alguna vez fue una niña que imaginaba historias; una joven que escribía sus sueños, sus tristezas, sus alegrías, sus amores y desamores en los márgenes de sus carpetas, en su agenda o diario íntimo, fue luego una mujer que un día dijo “tengo algo muy importante que decir, todos tienen que saberlo y por eso quiero ser escritora”. Este probablemente haya sido el comienzo de la historia de muchas de las narradoras que hoy admiramos. Algunas de ellas tuvieron la suerte de pertenecer al mundo de las letras desde muy jóvenes, como la argentina Liliana Heker, quien en una entrevista contó cómo, al poco tiempo de enviar, a sus breves dieciséis años, una carta junto con un poema a la revista El grillo de papel, recibió la respuesta del reconocido escritor Abelardo Castillo, director de la revista, en la que le decía que, si bien su poema era pésimo, en la carta se notaba que era una escritora. Y así fue como comenzó su carrera literaria, que se extiende hasta el día de hoy con un reconocimiento a nivel local y mundial.
Pero no todas las escritoras tuvieron una oportunidad como esa: algunas debieron enfrentarse a prejuicios sociales que no en todos los casos pudieron vencer. El rol de la mujer durante muchos siglos había sido relegado a unas pocas opciones. En primer término, la vida marital: ocuparse del bienestar del marido, sin preguntar nada y mucho menos cuestionarlo, tener hijos y criarlos, hacerse cargo de que la casa siempre estuviera en perfectas condiciones, entre otras tareas domésticas. Otra opción era la vida conventual, sentir el llamado a formar parte de una comunidad religiosa al servicio de Dios y del prójimo. La soltería también se presentaba como otro camino posible, pero esta implicaba el cuidado de los padres hasta que estos murieran y, en algunos casos, la burla y la humillación por no haber conseguido marido. En esta realidad no cabía la opción de la“mujer independiente”, que estudia, trabaja, y que también se ocupa de la casa, el marido y los hijos, pero que además puede tener Safo, poeta de la antigua Grecia, fue una de las primeras mujeres que se acercaron a la creación literaria.
Bienvenidos a la estación
9
una profesión. Esto era inauPero, a decir verdad, lo que en dito y, aunque en algunas realidad irritaba a la sociedad sociedades aún lo sigue era su inteligencia, que en siendo, hay otras que muchos casos era superior consiguieron reconocer a la de varios hombres doca la mujer como ser tos de la época. También pensante, inteligente, molestaba que mencioindependiente y capaz nara su disconformidad de elegir una profesión frente al trato que recibía y ejercerla de forma la mujer: a Sor Juana le meritoria. indignaba que le fuera Es así que el reconovedada la posibilidad de Sor Juana Inés cimiento de la escritura desarrollo intelectual. de la Cruz. como una profesión para Por medio de la poesía, Sor la mujer, y no como un mero Juana criticó, cuestionó, reflexiopasatiempo, ha exigido el tiempo y nó y logró ser escuchada aunque, en el sacrificio de muchas que consideraban ocasiones, también fue silenciada. Sus el desarrollo de su género como un derecho palabras no eran propias de una mujer que había que hacer valer. y menos de una monja. Por eso, frente a Un ejemplo de ello es el caso de Sor la presión social y la soledad en la lucha, Juana Inés de la Cruz (1648-1695), quien tuvo que abandonar su labor. Aun así, sus estaba convencida de que la mujer tenía las escritos y su vida no cayeron en el olvido; mismas capacidades que el hombre para muy por el contrario, siguen siendo un estudiar y desarrollarse intelectualmente, ejemplo para la reflexión de la mujer de aunque sabía que socialmente no tenía hoy. Poemas como “Hombres necios que las mismas oportunidades. acusáis” o la famosa Respuesta a Sor Filotea Esta monja mexicana del siglo xvii son textos dignos de una mujer que desafió a la sociedad colonial desde su defendió sus ideales. conducta y su producción literaria; fue Con el tiempo, la literatura se considerada una rebelde dado que escri- convirtió así en una herramienta bía no solo sobre temas religiosos, como fundamental para hacerse eslo hubiera hecho una buena monja, sino cuchar, y hubo otras mujeres también mundanos, como la relación que desafiaron a la sociedad y entre un hombre y una mujer, y esto lograron conquistar y cautivar era un escándalo para la época. a un selecto círculo literario.
10
Palabras de mujer
Una de estas mujeres fue la poeta argentina Alfonsina Storni (1892-1938), quien también venció los prejuicios de una época en la que la literatura era cosa de hombres. Alfonsina formó parte de los encuentros literarios de su tiempo, publicó en diversos diarios y revistas de la época y, aún más importante, logró el reconocimiento de sus colegas y se convirtió en un referente literario, tanto para sus contemporáneos como para la posteridad. Hoy en día se la considera una de las principales voces de la poesía argentina. En el siguiente poema, Storni cuestiona su situación personal como mujer, pero pide la colaboración de aquellos que le impiden desarrollarse para poder cambiarla.
Alfonsina Storni.
Hombre pequeñito Hombre pequeñito, hombre pequeñito, suelta a tu canario que quiere volar... yo soy el canario, hombre pequeñito, déjame saltar. Estuve en tu jaula, hombre pequeñito, hombre pequeñito que jaula me das. Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás. Tampoco te entiendo, pero mientras tanto, ábreme la jaula que quiero escapar; hombre pequeñito, te amé media hora, no me pidas más...
Bienvenidos a la estación ¿El estilo es una cuestión de género?
Gabriela Mistral.
Otra voz literaria de mujer que se hizo escuchar a nivel mundial fue la de la poeta chilena Gabriela Mistral (18891957), cuya producción literaria recibió en 1945 el Premio Nobel de Literatura. Esta poeta ha mostrado su preocupación frente a la situación social de su época y fundamentalmente en relación a la mujer y su educación. Estos son solo algunos ejemplos de mujeres que han logrado el reconocimiento de una sociedad a la que parecía importarle muy poco su palabra. A través de esta antología escucharemos las voces de un grupo de narradoras que han marcado un antes y un después en la literatura del país del que son originarias. Ellas son reconocidas y convocadas por sus ideas, sus escritos y su compromiso con las letras.
11
La aparición, durante las décadas de 1960 y 1970, de diversos movimientos de liberación femenina dio origen a un debate que se mantiene aún vigente: ¿podemos reconocer en la literatura un estilo femenino y un estilo masculino?, ¿hay rasgos que diferencian una literatura escrita por mujeres de otra, escrita por hombres? Durante años se creyó que el estilo varía de hombre a mujer; según esta visión, no escribirían igual Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Gabriel García Márquez que Alfonsina Storni, Ángeles Mastretta o Liliana Heker. Si bien esto es cierto, tampoco podríamos sostener que Heker y Storni escriben igual y, sin embargo, ambas son mujeres. Lo mismo ocurriría si habláramos de Borges y Cortázar, a pesar de ser hombres. Si bien hay una sensibilidad propia y una visión particular que las mujeres tienen del mundo; si bien podemos reconocer rasgos propios en el modo de contar sus experiencias, sentimientos y emociones, esta visión y estos rasgos son
Uno de los símbolos del movimiento alemán de mujeres en los años 70.
12
Palabras de mujer
únicos e intransferibles en ellas como lo son en cada persona en particular más allá del género (hombre o mujer). Frente a esta cuestión —como hemos mencionado ya— se han generado debates e intercambios de opiniones y son muchas las voces que aún continúan intentando responder las preguntas hechas con anterioridad. Escuchemos una de esas voces. La autora española Rosa Montero hace Virginia Woolf, una de las primeras escritoras que reflexionó sobre la escritura de la mujer.
la siguiente reflexión: “cuando una mujer escribe una novela protagonizada por una mujer, todo el mundo considera que está hablando sobre mujeres; mientras que cuando un hombre escribe una novela protagonizada por un hombre, todo el mundo considera que está hablando del género humano”1. Para seguir ensayando respuestas en torno a la oposición escritura femenina versus escritura masculina, podemos avanzar ampliando el concepto de “escritura femenina”. Este se refiere, por un lado, a aquella literatura producida por mujeres, pero, por otro, hace referencia a aquella que se ocupa de problemáticas en torno a lo femenino, de lo que le sucede a la mujer individualmente y de aquello que define su relación con el contexto y con los otros. Pero también existen obras que han recreado estos temas y cuyos autores son varones. ¿Qué decir entonces? ¿Es posible dar una única respuesta? La discusión queda abierta y es en la lectura de hombres y mujeres que seguramente podremos reflexionar en torno a esta cuestión, intentar dar cada uno su propia respuesta y enriquecerse con las que otros puedan aportar.
1 <http://www.premura.com/archivos/montero. htm> (Entrevista realizada por Anna Serra).
ipio, munas se burta comedia; reidores la , y todo lo e pudieron ho de ella
lla no evitó que haya tenido un éxito del que es a publicación, algún prefacio que responda a ; y sin duda estoy bastante en deuda con todas ara creerme obligado a defender su opinión con s cosas que tendría para decir sobre este tema ma de diálogo, y con la cual todavía no sé qué h ueña comedia, me surgió después de las dos o t oche la comenté en la casa donde me encontrab es muy conocido en sociedad, y que me hace el ho u agrado, no sólo para pedirme que me abocar quedé muy sorprendido cuando, dos días más ta erdad, de una manera mucho más galante y mu o en la cual muchas cosas me parecían demas ntaba esa obra en nuestro teatro me acusaran n ella. Así que eso me impidió, por considerac nta gente me presiona todos los días para qu mbre es la causa de que no incluya en este pref cida a hacerla aparecer. Si llegara a ser así, vu ico del delicado malhumor de algunas personas vengado gracias al éxito de mi comedia, y deseo por ellos como esta, con tal de que el resto siga d nas se burlaron de esta comedia; pero los reido r dicho de ella no evitó que haya tenido un éxito , en esta publicación, algún prefacio que respo obra; y sin duda estoy bastante en deuda con t para creerme obligado a defender su opinión con s cosas que tendría para decir sobre este tema ma de diálogo, y con la cual todavía no sé qué h ueña comedia, me surgió después de las dos o t noche la comenté en la casa donde me encontra o es muy conocido en sociedad, y que hace el ho su agrado, no sólo para pedirme qe me abocar
biografía
Liliana Heker (1943)
Liliana Heker nació en Buenos Aires en 1943. Trabajó junto
al escritor Abelardo Castillo en las revistas literarias El grillo
de papel (1959-1960), El escarabajo de oro (1961-1974) y El ornitorrinco
(1976-1985), en las que publicó críticas y ensayos sobre diversos aspectos de la realidad cultural del momento.
Su primer libro de cuentos, Los que vieron la zarza (1966),
obtuvo la mención única del Concurso Hispanoamericano de Literatura de Casa de las Américas de Cuba. Sus libros
de cuentos más renombrados son Acuario (1972), Un resplandor
que se apagó en el mundo (1977), Las peras del mal (1982) y Los bordes
de lo real (1991), que reúne toda su producción.
Sus novelas más destacadas son Zona de clivaje (1987) y El fin
de la historia (1996). También publicó Las hermanas de Shakespeare
(1999), en donde reúne los artículos publicados en diferentes medios entre 1971 y 1977, referidos a su participación en
importantes debates culturales de los últimos años. Como ensayista ha publicado Diálogos sobre la vida y la muerte, que
incluye una entrevista a Jorge Luis Borges. En 2001 aparece el volumen de cuentos La crueldad de la vida.
Ilustró este cuento Cynthia
Orensztajn.
responda a los censores y fundamente las razones de mi obra; y sin duda esto ara creerme obligado de una disertación, hecha e comedia, me surgió después enté en la casa donde me encontraba, y al principio una persona elevada, cuy n a menudo preceden la presentación de fenómenos psíquicos. responda a los
La ďŹ esta ajena
oy bastante en deuda con todas las personas que le dieron su aprobaciĂłn como de las dos o tres primeras representaciones de mi obra. Una noche la coyo ingenio es muy conocido en sociedad, y que me de expectativas receptivas que censores y fundamente las razones de mi obra; y sin duda estoy bastante en
22
Palabras de mujer
La fiesta ajena
N
1 Cagar más arriba del culo es una expresión que se refiere, en este caso, a la aspiración de formar parte de las costumbres de una clase social que no le corresponde. 2 Ampulosamente significa con exageración.
omás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada tener que darle la razón a su madre, ¿monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor! Vos sí te creés todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el cumpleaños. —No me gusta que vayas —le había dicho—. Es una fiesta de ricos. —Los ricos también se van al cielo —dijo la chica, que aprendía religión en el colegio. —Qué cielo ni cielo —dijo la madre—. Lo que pasa es que a usted, m’hijita, le gusta cagar más arriba del culo1. A la chica no le parecía nada bien la forma de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las mejores alumnas de su grado. —Yo voy a ir porque estoy invitada —dijo—. Y estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó. —Ah, sí, tu amiga —dijo la madre. Hizo una pausa. —Oíme, Rosaura —dijo por fin—, esa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta, nada más. Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar. —Callate —gritó—. ¡Qué vas a saber vos lo que es ser amiga! Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía la limpieza. Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba enormemente todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba. —Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a traer un mono y todo. La madre giró el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente2 apoyó las manos en las caderas.
Liliana Heker —¿Monos en un cumpleaños? —dijo—. ¡Por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen. Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué? Si un día llegaba a vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo. —Si no voy me muero —murmuró, casi sin mover los labios. Y no estaba muy segura de que se hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le había almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después de que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo con vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima. La señora Inés también pareció notarlo. Apenas la vio entrar, le dijo: —Qué linda estás hoy, Rosaura. Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso firme. Saludó a Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó su boca a la oreja de Rosaura. —Está en la cocina —le susurró en la oreja—. Pero no se lo digás a nadie porque es un secreto. Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho: “Vos sí, pero ningún otro, son muy revoltosos, capaz que rompen algo”. Rosaura en cambio, no rompió nada. Ni siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la cocina al comedor. La
23
El gauta combatió si descanso, hasta que co siguió librarse de aq guardianas de profun dades y continuar. Na mucho tiempo, más más hondo. A medid avanzaba, las aguas tornaban cada vez m frías y turbias. Beo apenas lograba disti lo que tenía delante y
24
Palabras de mujer
l gauta combatió sin descanso, hasta que consiguió librarse de aques guardianas de profundidades y continuar. Nadó mucho tiempo, más y más hondo. A medida que avanzaba, las aguas se tornaban cada vez más frías y turbias. Beowulf apeas lograba distinguir lo que tenía delante y se preguntaba dónde acabaría ese lago que parecía no tener fin. Mientras tanto, la madre de Grendel advirtió los ruidos de ucha en la superficie
La fiesta ajena
sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora Inés le había dicho: “¿Te parece que vas a poder con esa jarra tan grande?”. Y claro que iba a poder: no era de manteca, como otras. De manteca era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo: —¿Y vos quién sos? —Soy amiga de Luciana —dijo Rosaura. —No —dijo la del moño —, vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te conozco. —Y a mí qué me importa —dijo Rosaura—, yo vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas. —¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? —dijo la del moño, con una risita. —Yo y Luciana hacemos los deberes juntas —dijo Rosaura muy seria. La del moño se encogió de hombros. —Eso no es ser amiga —dijo—. ¿Vas al colegio con ella? —No. —¿Y entonces de dónde la conocés? —dijo la del moño, que empezaba a impacientarse. Rosaura se acordaba perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo: —Soy hija de la empleada —dijo. Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos la hija de la empleada, y listo. También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así. —¿Qué empleada? —dijo la del moño—. ¿Vende cosas en una tienda? —No —dijo Rosaura con rabia—, mi mamá no vende nada, para que sepas. —Y entonces, ¿cómo es empleada? — dijo la del moño. Pero en ese momento se acercó la señora Inés haciendo
Liliana Heker shh shh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las salchichitas, ella que conocía la casa mejor que nadie. —Viste —le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un tobillo. Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha agachada nadie la pudo agarrar. Cuando los dividieron en equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos que la pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz. Pero faltaba lo mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque todos los chicos se le vinieron encima y le gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y muerte. A Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita que daba lástima. Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad. Desanudaba pañuelos con un soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte. Adivinaba las cartas y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono le llamaba socio. “A ver, socio, dé vuelta una carta”, le decía. “No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo”. La prueba final era la más emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a hacer desaparecer. —¿Al chico? —gritaron todos. —¡Al mono! —gritó el mago. Rosaura pensó que esta era la fiesta más divertida del mundo.
25
saltó un espantoso estrépito proveniente del vestíb on con que una antigua armadura se había desprendi ma de Canterville sentado en una silla de respaldo a l rostro. Los mel lizos, que traían sus cerbatanas, pueden adquirir quienes han practicado larga y pac ministro de los Estados Unidosapuntaba al fantas etiqueta californiana, que pusiera las manos en alto bulló entre ellos, como una neblina, apagando al p total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuperó na ocasión le había resultado extremadamente útil. S r en una sola noche y había logrado que tres insti r mes de trabajo. En consecuencia, lanzó su risotada ho abovedado; pero, cuando apenas empezaban a ex a señora Otis vestida con una bata celeste y le dijo por ello le he traído una botella de la solución medic dio lo ayudará. El fantasma la miró enfurecido y de e perro negro, una hazaña que le había valido un ribuido la permanente idiotez del tío de lord Canterv unos pasos que se acercaban lo hizo desistir de su p nte y se desvaneció lanzando un profundo gemido sepu zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com os y el grosero materialismo de la señora Otis natu s lo perturbaba era no haber podido colocarse l modernos estadounidenses se estremecieran al ver al peto a su poeta nacional Longfellow , con cuya deli eces mientras los Canterville estaban en la ciudad. éxito en el torneo de Kenilworth, y había sido mu cuando quiso ponérsela, se vio completamente supe ayó pesadamente al suelo, raspándose las rodillas y s estuvo muy enfermo, y únicamente se movía de s do. Al fin, luego de muchos cuidados logró reponerse de los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes revisando el guardarropa, y finalmente se decidió p udario fruncido en las muñecas y el cuello, y una dag era tan fuerte que todas las ventanas y las puertas ente el tiempo que más le gustaba. Su plan de ac orio de Washington Otis, le susurraría algo desde al son de una música lenta. Le guardaba a Washi e que era él quien tenía la costumbre de eliminar “Inigualable” de Pinkerton. Después de reducir al
bulo. Luego de baja apresur adamente las escaleras ido de su soporte y había caído al suelo de losa, y vie alto, frotándose las rodillas con una expresión de a dispararon sobre él dos proyectiles, con una punt cientemente sobre su profesor de caligrafía. Mient sma con su revólver y le ordenaba, de acuerdo con o. El fantasma se levantó con un salvaje alarido de f pasar la vela de Washington Otis y dejándolos en ó y decidió lanzar su célebre carcajada demoníaca, qu Se decía que con ella había hecho encanecer la peluc itutrices francesas de lady Canterville renunciaran a da más horrible hasta que retumbó una y otra vez xtinguirse los escalofriantes ecos, se abrió una puer al fantasma: –Me temo que usted no está nada bie cinal del Doctor Dobell. Si se trata de una indigest inmediato comenzó a prepararse para convertirs merecido renombre, y a la cual el médico de la fam ville, el honorable Thomas Horton. Sin embargo propósito, de modo que se limitó a volverse ligeram ulcral, en le preciso instante en que los gemelos estab mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida uralmente le resultaban de lo más exasperantes, p la armadura. Había tenido la esperanza de que inc Espectro Acorazado, aunque no fuera por otra ra icada y atractiva poesía él mismo se había entrete Además, era su propia armadura; la había ves uy elogiada nada menos por la Reina Virgen. P Trabajos en laque estación erado por el peso de la enorme coraza y del yelm lastimándose los nudillos de la mano derecha. Dur su habitación para mantener la mancha de sangre y resolvió llevar a cabo un tercer intento de asustar es 17 de agosto para su aparición. Pasó la mayor p por un gran sombrero de ala flexible con una plu ga oxidada. Al atardecer estalló un violento tempora s de la antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese cción era el siguiente: se abriría paso con sigilo h el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en ington un rencor especial, pues estaba perfectam la famosa mancha de sangre de Canterville con s imprudente y temerario joven a un estado de comp
82
Palabras de mujer
Para revisar la lectura
“La fiesta ajena”, de Liliana Heker 1 ¿De quién es la fiesta? ¿Por qué se le atribuye el calificativo de “ajena”? 2 ¿Cuáles son las clases sociales que pueden diferenciarse en el cuento? Caracterícenlas. Agrupen los personajes teniendo en cuenta la caracterización que hicieron. ¿Consideran que a pesar de pertenecer a la misma clase hay personajes que se oponen en sus pensamientos y actitudes? Justifiquen. 3 Señalen en el texto los indicios que, antes de llegar al final del relato, nos dan la pauta de que la señora Inés no ve a Rosaura como una invitada de la fiesta. 4 ¿Cuál es el momento del cuento en el que Rosaura se siente más feliz? ¿Por qué?
“La otra”, de Rosa Montero 5 ¿Quién es “la otra”? ¿Cómo se la caracteriza? Luego respondan: La denominación “la otra”, ¿es despectiva? 6 ¿Cuáles son los pensamientos de la niña sobre “la otra”? ¿Y los de la abuela? 7 ¿Cuál es el mayor temor que presentan la niña y la abuela respecto de “la otra”? 8
¿Qué entienden que habrá sucedido con “la otra”?
9 ¿Cómo es la relación entre el padre y la hija? ¿Qué es lo que esta quiere cuestionarle?
“Dos palabras”, de Isabel Allende 10 Ordenen las secuencias narrativas escribiendo al lado de cada una de ellas el número que corresponda.
El Coronel le paga a Belisa sus servicios y esta a cambio le regala dos palabras. El Mulato va a buscar a Belisa Crepusculario porque el Coronel está perdiendo la cordura. Un cura le enseña a Belisa a leer y a escribir. El Coronel y Belisa se miran largamente, ella le da la mano. Belisa, al borde de la muerte, atraviesa las llanuras en busca de una vida distinta. El Coronel le pide a Belisa que le escriba un discurso porque quiere ser presidente. Belisa está trabajando cuando el Mulato irrumpe en el centro de la plaza y se la lleva. El Coronel proclama exitosamente su discurso en cada lugar que visita. Belisa está esperando al Mulato para que la lleve en presencia del Coronel. 11 ¿Creés que la soledad es uno de los grandes pesares tanto de Belisa como del Coronel? ¿Por qué? 12 Expliquen por qué motivo la palabra es un elemento fundamental en este cuento. 13 ¿Por qué el cuento se titula “Dos palabras”? ¿A qué hace referencia? 14 Imaginen y escriban cuáles habrán sido esas dos palabras que hicieron que el Coronel casi se volviera loco.
83
Palabras de mujer
Trabajos en la estación