Rebelión en la granja - ¡Recorré el libro!

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iderable peso de su cuerpo en esa posición, p , completamente erguido. Y un momento despu cerdos, todos parados sobre sus patas traser ncluso se tambaleaban, y parecía que les hab consiguieron dar una vuelta al patio. Finalme e y el gallo negro dio un graznido agudo, y salió mirando con suficiencia en las cuatro direcciones, us pezuñas llevaba un látigo. Se hizo un terrib enunos lacontra granja males, apretados otros, observaron Era como si el mundo se hubiera puesto pa icial se disipó, llegó un momento en que, a pes George Orwell rrollado a través de los años, de no quejarse nu –, podrían haber emitido algún tipo de prote a sido una señal, todas las ovejas se pusieron dos piernas, mejor! ¡Cuatro patas, bueno; rnas, mejor! Eso duró unos quince minutos, calmado, la oportunidad de efectuar cualquier ti os cerdos ya habían entrado de nuevo en la ca bro. Era Trébol. Sus viejos ojos parecían m re sus patas traseras. Sí, era Chillón. Con cie a soportar el considerable peso de su cuerpo seaba por el patio, completamente erguido. Y lió una larga fila de cerdos, todos parados sob que otros, y un par incluso se tambaleaban un bastón, pero todos consiguieron dar una vue aullar estruendosamente y el gallo negro dio majestuosamente erguido, mirando con suficiencia su alrededor. En una de sus pezuñas llevaba mbro y de terror, los animales, apretados un marchar alrededor del patio. Era como si el mu na vez que la sorpresa inicial se disipó, llegó los perros; del hábito, desarrollado a través

Rebelión


iderable peso de su cuerpo en esa posición, p , completamente erguido. Y un momento despu cerdos, todos parados sobre sus patas traser ncluso se tambaleaban, y parecía que les hab consiguieron dar una vuelta al patio. Finalme e y el gallo negro dio un graznido agudo, y salió mirando con suficiencia en las cuatro direcciones, us pezuñas llevaba un látigo. Se hizo un terrib males, apretadosÍndice unos contra otros, observaron Era como si el mundo se hubiera puesto pa icial se disipó, llegó un momento en que, a pes rrollado a través de los años, de no quejarse nu –, podrían haber emitido algún tipo de prote a sido una señal, todas las ovejas se pusieron dos piernas, mejor! ¡Cuatro patas, bueno; rnas, mejor! Eso duró unos quince minutos, calmado, la oportunidad de efectuar cualquier ti os cerdos ya habían entrado de nuevo en la ca bro. Era Trébol. Sus viejos ojos parecían m re sus patas traseras. Sí, era Chillón. Con cie a soportar el considerable peso de su cuerpo seaba por el patio, completamente erguido. Y lió una larga fila de cerdos, todos parados sob que otros, y un par incluso se tambaleaban un bastón, pero todos consiguieron dar una vue aullar estruendosamente y el gallo negro dio majestuosamente erguido, mirando con suficiencia su alrededor. En una de sus pezuñas llevaba mbro y de terror, los animales, apretados un marchar alrededor del patio. Era como si el mu na vez que la sorpresa inicial se disipó, llegó los perros; del hábito, desarrollado a través Bienvenidos a la estación de George Orwell .................... 6 Rebelión en la granja ........... 22 Capítulo i ............................ 24 Capítulo ii ........................... 34

Capítulo iii .......................... 44 Capítulo iv ........................... 52

Capítulo v ........................... 59

Capítulo vi .......................... 69

Capítulo vii .......................... 79

Capítulo viii ......................... 91

Capítulo ix ......................... 105

Capítulo x .......................... 116

Trabajos en la estación ........ 128


no estaba acostumbrado a soportar el consi perfecto equilibrio, se paseaba por el patio, r la puerta de la casa salió una larga fila de lgunos lo hacían mejor que otros, y un par in ido bien apoyarse en un bastón, pero todos perros se pusieron a aullar estruendosamente smísimo Napoleón, majestuosamente erguido, m perros retozando a su alrededor. En una de su ncio. Llenos de asombro y de terror, los anim ga fila de cerdos marchar alrededor del patio. ra arriba. Luego, una vez que la sorpresa ini todo –del terror a los perros; del hábito, desar criticar jamás, sin importar lo que ocurriera– ro, en ese mismo momento, como si hubiera lar a todo volumen –¡Cuatro patas, bueno; rnas, mejor! ¡Cuatro patas, bueno; dos pier la estación de c usa. Y Bienvenidos para cuando lasaovejas se hubieron protesta ya se había esfumado, puesto que lo njamín sintió un hocico que le tocaba el homb agados que nunca. Era un cerdo caminando sobr omodidad, puesto que no estaba acostumbrado posición, pero en perfecto equilibrio, se pas mento después, por la puerta de la casa sal patas traseras. Algunos lo hacían mejor q recía que les habría venido bien apoyarse en u patio. Finalmente los perros se pusieron a znido agudo, y salió el mismísimo Napoleón, m cuatro direcciones, con los perros retozando a go. Se hizo un terrible silencio. Llenos de asom tra otros, observaron la larga fila de cerdos m hubiera puesto patas para arriba. Luego, un mento en que, a pesar de todo –del terror a

George Orwell


iderable peso de su cuerpo en esa posición, p , completamente erguido. Y un momento despu cerdos, todos parados sobre sus patas traser ncluso se tambaleaban, y parecía que les hab consiguieron dar una vuelta al patio. Finalme e y el gallo negro dio un graznido agudo, y salió mirando con suficiencia en las cuatro direcciones, us pezuñas llevaba un látigo. Se hizo un terrib males, apretados unos contra otros, observaron Era como si el mundo se hubiera puesto pa icial se disipó, llegó un momento en que, a pes rrollado a través de los años, de no quejarse nu –, podrían haber emitido algún tipo de prote a sido una señal, todas las ovejas se pusieron dos piernas, mejor! ¡Cuatro patas, bueno; rnas, mejor! Eso duró unos quince minutos, calmado, la oportunidad de efectuar cualquier ti os cerdos ya habían entrado de nuevo en la ca bro. Era Trébol. Sus viejos ojos parecían m re sus patas traseras. Sí, era Chillón. Con cie a soportar el considerable peso de su cuerpo seaba por el patio, completamente erguido. Y lió una larga fila de cerdos, todos parados sob que otros, y un par incluso se tambaleaban un bastón, pero todos consiguieron dar una vue aullar estruendosamente y el gallo negro dio majestuosamente erguido, mirando con suficiencia su alrededor. En una de sus pezuñas llevaba mbro y de terror, los animales, apretados un marchar alrededor del patio. Era como si el mu na vez que la sorpresa inicial se disipó, llegó los perros; del hábito, desarrollado a través


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Rebelión en la granja

Un hombre que se hizo nativo en su propio país

Orwell adolescente, en familia.

Las relaciones entre George Orwell, seudónimo de Eric Blair, y su padre nunca fueron buenas. Sobre todo, desde que el hijo, su único hijo varón, decidió abandonar un trabajo muy bien pago en la Policía Imperial de India para dedicarse, nada más y nada menos, que a ser escritor. Pero la serie de desencuentros entre Richard Walmesley Blair, el padre, y Eric no fueron únicamente por un cambio de hábito. Para el oficial retirado del servicio del Imperio Británico en India que fue Richard, que su hijo no sólo rechazara su propia vocación sino que, además,

justamente el tema de sus libros fuera una fuerte crítica al imperialismo fue una desilusión y casi una afrenta. Sin embargo, en 1939 el veterano que sirvió 35 años al Imperio se está muriendo y su hijo se halla al lado de su lecho. Allí, George se entera de que su padre, en silencio, siguió su carrera y que, de alguna manera, se sentía orgulloso. Para esa época, Orwell tenía publicados siete libros y cada uno era mencionado como “el último éxito del señor George Orwell” en las reseñas del Sunday Times, uno de los diarios más grandes de Inglaterra. Nada fue tan importante como que su padre las hubiera leído. Esta anécdota inicial es conveniente para presentar al escritor, ya que de ella se desprende buena y necesaria información para modelar una pequeña biografía. George Orwell nació el 25 de junio de 1903 en Motihari, una ciudad de la India que por esa época era colonia británica. Su madre era Lidia Limouzin, hija de una familia de comerciantes franceses que tenían el negocio de teca, una especie de madera, en Birmania. Tal como le correspondía al hijo de un funcionario colonial del Opium Service, una repartición que se encargaba del comercio del opio, Eric concurrió a las mejores escuelas privadas de Inglaterra, aunque el esfuerzo económico que tuvo que hacer su familia fuera significativo. Entre las más conocidas y elitistas a las que asistió está St. Cyprian hasta 1913


George Orwell

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Orwell como miembro de la policía imperial.

Colegio St. Cyprian.

y luego la famosa Eton, donde terminó sus estudios y parece haberse sentido un poco más a gusto. Por el contrario, de la primera guarda recuerdos muy amargos y dolorosos. Una observación muy aguda del mismo Orwell lo sintetiza: “Tal vez la peor crueldad que se le pueda hacer a un niño es mandarlo a una escuela con niños más ricos que él. Un niño consciente de que existe la pobreza sufrirá el esnobismo de manera tal que ningún adulto pueda imaginarla”.1 Una vez finalizados sus estudios, con muy pocas posibilidades de conseguir una beca para continuarlos y sin dinero familiar, se alistó en la Policía Imperial de la India, el anteriormente citado trabajo, que dejó en 1928 para irse a París. La experiencia de vivir como funcionario del Imperio Británico y el odio al imperialismo 1 Shelden, Michael. Orwell. The Authorized Biography. London, Heinemann, 1991. La traducción es de la anotadora.

que va gestando en esos años tiene correlatos literarios: la novela Los días en Birmania, escrita en 1929 y publicada en 1934 y los ensayos “El ahorcamiento” y “Disparando a un elefante”. Lo que sucede es que para Orwell, la India fue, de muchas maneras, su casa y su lugar de origen, a pesar de su nacionalidad inglesa. En este espacio pudo convivir íntimamente con el sistema colonial opresivo que representaba el Imperio Británico, encarnado en las figuras de la burocracia, y la más absoluta pobreza de los habitantes. Esta combinación modeló en él un rechazo muy notable al sistema de clases, a la opresión de los que menos tienen y a los excesos que cometen los gobernantes. Pero, en 1928, George Orwell era todavía Eric Blair y se instaló en la casa de su tía en París para probar suerte con la literatura. No fue muy fácil y hasta tuvo que lavar platos en un lujoso hotel de la ciudad luz. Igualmente el único año que estuvo en esta ciudad le sirvió como tema, acciones y


París en los años treinta.

personajes para su novela En la miseria en París y Londres (Down and Out in Paris and London), su primera obra importante. Las penurias francesas se continuaron en Inglaterra, adonde regresó en 1929 y vivió en Suffolk en casa de sus padres. Allí llegó enfermo y sin dinero. Luego de conseguir distintos trabajos, entre ellos el de maestro en una escuela que debió abandonar por problemas de salud, en 1934 comenzó a trabajar en una librería de libros usados en Hampstead. En este pequeño local de Pont Street, Orwell conoció a Eillen O´Shaughnessy, con quien se casó en 1936 y adoptaron a un niño que llamaron Richard Horatio Blair. La librería y el círculo de amigos que allí formó fueron recreados en una versión novelesca: Enarbolemos la aspidistra.2

La publicación de En la miseria en París y Londres en 1933 hizo que quien fuera Eric Blair adoptara el famoso nombre de George Orwell. La explicación de este cambio radicó en que no quería que el nombre de su familia circulara pegado a sus libros y sus ideas. La elección tiene otros motivos. Eligió George por Saint George (San Jorge), el patrono de Inglaterra, y Orwell por el nombre de un río en Suffolk, lugar emblemático para los ingleses. Por otra parte y menos comprobable pero no por ello menos simpático, eligió un apellido con O que diera a sus libros una ubicación central en los estantes de las librerías. 2 Planta de la familia de las liláceas, originaria de China.


George Orwell Muy de acuerdo con un espíritu de la época, en los años 30, se volvió socialista. Pero no únicamente para hablar contra todo lo que consideraba injusto sino que se alistó para pelear en la Guerra Civil Española, en el período que va desde 1936 hasta 1939. Como miembro del Partido Laborista Independiente, al igual que miles de extranjeros, se fue a luchar por la defensa de la República española durante aquel conflicto. Llegó a Barcelona en diciembre de 1936 y el mismo día se alistó y fue asignado como miliciano en el anti-

La ciudad de Londres en la década de 1930.

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estalinista POUM. El ensayo “Homenaje a Cataluña” de 1938 es fruto de esta participación y allí describe su admiración por el anarquismo y la ausencia de estructuras de clase. Pero también critica el control soviético del Partido Comunista de España y las mentiras que se usaban como propaganda para la manipulación informativa. Orwell recibió un tiro en el cuello en las proximidades de Huesca, el 20 de mayo de 1937. Después se fue seis meses a Marruecos para recuperarse de esta herida y a fines de 1937, durante la represión del gobierno de Negrín contra el

Afiche de la Guerra Civil Española.


do y soleado, y cuando se el sol, co para salir a dar un paseo. Repara la cena. Durante la conversaunca se e manera que ni siquiera se dieron nes básicas eceptivas que tan a enudo ntación de fenómenos íquicos.


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Rebelión en la granja

1 Jones, el dueño de la granja, representa la opresión anterior a la rebelión de los animales. Es posible efectuar un paralelo histórico entre este personaje y el zar Nicolás II de Rusia, quien fue destituido por la Revolución de 1917. 2 Es posible identificar al viejo Mayor con dos figuras históricas. Por un lado, Karl Marx, el economista alemán creador de la doctrina marxista, y, por el otro, Vladimir Lenin, el líder de la Revolución Rusa de 1917. 3 La raza porcina Middle White es típica de Inglaterra; los ejemplares son de tamaño mediano, piel blanca y tienen muy buena carne. 4 Willingdon es una localidad ubicada al sudeste de Inglaterra. 5 Un jergón es un colchón rústico. 6 El alféizar es el borde inferior del hueco que hace en la pared una puerta o una ventana.

P

Capítulo

I

or la noche, el señor Jones, 1 de la Granja del Solar, había cerrado los gallineros, pero estaba demasiado borracho como para acordarse de cerrar las ventanillas. Con el haz de luz de su linterna bailoteando de un lado al otro, cruzó el patio a los tumbos, se quitó las botas frente a la puerta trasera, se sirvió un último vaso de cerveza del tonel que había en el lavadero, y se dirigió escaleras arriba hacia su cama, donde la señora Jones ya se encontraba roncando. No bien se hubo apagado la luz en el dormitorio, comenzó el revuelo en toda la granja. Durante el día, se había corrido la voz de que el viejo Mayor,2 un cerdo macho premiado de la raza Middle White,3 había tenido un sueño muy extraño la noche anterior y deseaba comunicárselo a los otros animales. Se había convenido que todos se reunirían en el granero principal en cuanto el señor Jones se hubiera ido a la cama. El viejo Mayor (como solían llamarlo, aunque el nombre con el que había participado en concursos y exhibiciones era “el primor de Willingdon”)4 era tan respetado en la granja que todos estaban dispuestos a dormir una hora menos con tal de escuchar lo que tenía para decirles. En un extremo del granero principal, sobre una especie de plataforma, el Mayor estaba cómodamente instalado en su jergón5 de paja, bajo la luz de una linterna que colgaba de una viga. Tenía doce años y últimamente había engordado bastante, pero seguía siendo un cerdo de aspecto majestuoso y de expresión sagaz y bondadosa, a pesar de que no le habían recortado los colmillos. Enseguida comenzaron a llegar los otros animales y se pusieron cómodos, cada uno según su naturaleza. Primero llegaron los tres perros –Jacinto, Jessie y Pellizcón– y a continuación los cerdos, que se acomodaron sobre la paja que se encontraba enfrente de la plataforma. Las gallinas se posaron sobre los alféizares,6 las palomas se ubicaron en las vigas del techo, las ovejas y las vacas se


George Orwell tendieron junto a los cerdos y se pusieron a balar y a rumiar. Los dos caballos de tiro –Boxeador y Trébol– entraron juntos, caminando lentamente y apoyando sus grandes y velludos cascos con sumo cuidado, no fuera cosa que hubiera algún animalito escondido entre las pajas. Trébol era una yegua robusta y con aspecto maternal, que se acercaba ya a la madurez y que nunca había recuperado del todo su figura luego de dar a luz por cuarta vez. Boxeador era un animal enorme, de casi dieciocho palmos7 de altura, y fuerte como dos caballos juntos. La franja blanca que le cruzaba el hocico lo hacía parecer un poco tonto, y de hecho no se destacaba por su inteligencia, pero todos lo respetaban por su seriedad y su enorme capacidad de trabajo. Tras los caballos llegaron Muriel, la cabra blanca, y Benjamín,8 el burro. Benjamín era el animal más viejo de la granja y el que tenía el peor carácter. Rara vez hablaba, y cuando lo hacía generalmente era para efectuar alguna observación irónica; por ejemplo, decía que Dios le había dado cola para ahuyentar las moscas, pero que él preferiría no haber tenido ni la cola ni las moscas. Era el único de los animales de la granja que nunca se reía. Si le preguntaban por qué, respondía que no había nada de qué reírse. Sin embargo, aunque no lo admitía abiertamente, sentía devoción por Boxeador; ambos solían pasar los domingos en el pequeño prado que estaba detrás de la huerta, pastando juntos, sin dirigirse la palabra. En cuanto acabaron de echarse los caballos, entró en el granero un grupo de patitos que habían perdido a su madre, piando débilmente y deambulando de un lado al otro en busca de un lugar en donde no corrieran el riesgo de que los pisotearan. Trébol formó una especie de muro en torno de ellos con su gran pata delantera; los patitos se acurrucaron ahí y pronto se quedaron dormidos. A último momento, Mollie, la hermosa pero tonta yegua blanca que tiraba del carruaje del señor Jones, entró con afectada elegancia, mascando un terrón de azúcar. Ocupó un lugar al frente y se puso a coquetear con sus crines blancas, para

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7 El palmo es una medida de longitud que equivale a la distancia entre el extremo del pulgar y el del meñique, estando la mano abierta. 8 El burro Benjamín encarna la figura del escéptico, para quien ningún cambio es posible, aunque no esté contento con lo que le toca vivir.


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Rebelión en la granja

9 Camarada es la forma de tratamiento que usan para llamarse entre sí las personas que pertenecen al Partido Comunista.

que todo el mundo viera las trencitas que le habían hecho con cintas rojas. La última en llegar fue la gata, que como siempre se puso a buscar el lugar más calentito, y finalmente se acurrucó entre Boxeador y Trébol; ahí se quedó ronroneando durante todo el discurso del Mayor, aunque sin escuchar ni una sola palabra de lo que decía. Todos los animales estaban ya presentes, con excepción de Moisés, el cuervo amaestrado, que dormía en una percha detrás de la puerta trasera. Cuando el Mayor vio que todos se habían ubicado y que esperaban atentamente, se aclaró la garganta y comenzó: –Camaradas,9 ya habrán oído sobre el extraño sueño que tuve anoche. Pero más adelante volveré sobre eso. Primero tengo algo más para decirles. No creo, camaradas, que vaya a estar con ustedes por muchos meses más y, antes de morir, creo que es mi deber transmitirles la suma de los conocimientos que he adquirido. He vivido una larga vida, he tenido mucho tiempo para reflexionar en mi establo y creo que puede decirse que entiendo la naturaleza de la vida en este mundo tanto como cualquier otro animal viviente. Es sobre esto que quisiera hablarles. ”Veamos, camaradas, ¿cuál es la naturaleza de esta vida nuestra? Aceptémoslo: nuestras vidas son infelices, laboriosas y breves. Nacemos; luego nos dan exactamente la cantidad necesaria de alimento para que podamos respirar, y aquellos de nosotros que son capaces de hacerlo son obligados a trabajar hasta agotar el último gramo de energía que les queda en el cuerpo; y en el instante en que dejamos de ser útiles, nos asesinan con crueldad horrenda. Ningún animal de Inglaterra conoce lo que son la felicidad o el ocio luego de cumplir su primer año de vida. Ningún animal de Inglaterra es libre. La vida de un animal es infelicidad y esclavitud: esa es la pura verdad. ”¿Pero esto es lisa y llanamente parte del orden natural? ¿Se debe acaso a que esta tierra nuestra es tan pobre que no puede proporcionarles una vida decente a aquellos que



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Rebelión en la granja

Man is the only creature that consumes without producing. He does not give milk, he does not lay eggs, he is too weak to pull the plough, he cannot run fast enough to catch rabbits. Yet he is lord of all the animals. El hombre es la única criatura que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado, no puede correr lo suficientemente rápido para atrapar conejos. Y sin embargo, es el amo y señor de todos los animales.

la habitan? No, camaradas, ¡no y mil veces no! El suelo de Inglaterra es fértil, el clima es bueno y es capaz de proveer de comida en abundancia a una cantidad de animales muchísimo más elevada que la que lo habita actualmente. Tan solo esta granja nuestra podría mantener a una docena de caballos, veinte vacas, cientos de ovejas… todos ellos viviendo con una comodidad y una dignidad que en este momento nos resultan inimaginables. ¿Por qué continuamos en esta condición tan miserable? Porque la casi totalidad del producto de nuestro trabajo nos la roban los seres humanos. Ahí, camaradas, está la respuesta a todos sus problemas. Todo se resume a una sola palabra: hombre. El hombre es el único enemigo verdadero que tenemos. Si se quita al hombre de la escena, la causa fundamental del hambre y el exceso de trabajo desaparece para siempre. ”El hombre es la única criatura que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado, no puede correr lo suficientemente rápido para atrapar conejos. Y sin embargo, es el amo y señor de todos los animales. Los pone a trabajar, dándoles a cambio lo mínimo que necesitan para que no mueran de hambre, y el resto se lo guarda para él. Nuestro trabajo cultiva la tierra, nuestro estiércol la fertiliza, y sin embargo ninguno de nosotros es dueño de otra cosa que su propio pellejo… Ustedes, vacas, que están aquí presentes, ¿cuántos miles de litros de leche han dado este último año? ¿Y qué pasó con esa leche, que debería estar criando nuevas generaciones de robustos terneros? Nuestros enemigos se la han bebido hasta la última gota… Y ustedes, gallinas, ¿cuántos huevos han puesto este año, y de cuántos de esos huevos han salido pollitos? Todo el resto ha sido vendido en el mercado, a cambio de dinero para Jones y sus hombres. Y tú, Trébol, ¿dónde están esos cuatro potrillos que diste a luz, que deberían ser el sostén y la alegría de tu vejez? A todos los vendieron al cumplir un año, y nunca volverás a ver a ninguno de ellos. A cambio de esos cuatro laboriosos partos, y de todo el trabajo que


George Orwell has hecho en los campos, ¿qué has recibido, además de tus magras raciones10 y una casilla para dormir? ”Y ni siquiera permiten que nuestras vidas miserables cumplan su ciclo natural. Yo no puedo quejarme, he sido afortunado: tengo doce años y he tenido más de cuatrocientos hijos. Así es la vida natural de un cerdo. Pero, al final, ningún animal escapa del cruel cuchillo… Ustedes, lechoncitos, que están sentados frente a mí, cada uno de ustedes va a chillar por su vida en el transcurso de un año. A ese horror estamos todos destinados: las vacas, las gallinas, los cerdos, las ovejas, todos… A ti, Boxeador, el día que esos poderosos músculos que tienes pierdan su fuerza, Jones te venderá al matarife,11 quien te cortará la garganta y te hervirá para alimentar a los perros de presa. Y en cuanto a los perros, cuando se ponen viejos y pierden los dientes, Jones les ata una piedra alrededor del cuello y los ahoga en la laguna más cercana. ”¿No es claro como el agua, camaradas, que todos los males de nuestra vida son producto de la tiranía12 de los seres humanos? Si solo nos libráramos del hombre, el fruto de nuestro trabajo nos pertenecería. Casi de la noche a la mañana podríamos ser ricos y libres. ¿Qué debemos hacer, entonces? ¡Trabajar, día y noche, trabajar, dejando cuerpo y alma, por el derrocamiento de la raza humana! Ese es el mensaje que tengo para darles, camaradas: ¡rebelión! Yo no sé cuándo se producirá esta rebelión: podría ser en una semana o en cien años; pero sí sé, con la misma certeza con que veo esta paja debajo de mis pezuñas, que tarde o temprano se hará justicia. ¡Concéntrense en eso, camaradas, durante el breve tiempo que les queda de vida! Y sobre todas las cosas, transmítanles mi mensaje a los que vendrán después de ustedes, de modo que las nuevas generaciones lleven adelante nuestra lucha hasta la victoria final. ”Y recuerden, camaradas: no deben cejar nunca en su empeño. Ningún argumento debe apartarlos del camino. Hagan oídos sordos cuando les digan que el hombre y los

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10 Una ración magra es una porción de alimento muy escasa. 11 El matarife es la persona cuyo oficio consiste en matar las reses y descuartizarlas. 12 La tiranía es el gobierno que se ejerce por la fuerza, sin justicia y a medida de la voluntad de los gobernantes.


no estaba acostumbrado a soportar el consi perfecto equilibrio, se paseaba por el patio, r la puerta de la casa salió una larga fila de lgunos lo hacían mejor que otros, y un par in ido bien apoyarse en un bastón, pero todos perros se pusieron a aullar estruendosamente smísimo Napoleón, majestuosamente erguido, m perros retozando a su alrededor. En una de su ncio. Llenos de asombro y de terror, los anim ga fila de cerdos marchar alrededor del patio. ra arriba. Luego, una vez que la sorpresa ini todo –del terror a los perros; del hábito, desar criticar jamás, sin importar lo que ocurriera– ro, en ese mismo momento, como si hubiera lar a todo volumen –¡Cuatro patas, bueno; rnas, mejor! ¡Cuatro patas, bueno; dos pier usa. Y para cuando las ovejas se hubieron c protesta ya se había esfumado, puesto que lo njamín sintió un hocico que le tocaba el homb agados que nunca. Era un cerdo caminando sobr omodidad, puesto que no estaba acostumbrado posición, pero en perfecto equilibrio, se pas mento después, por la puerta de la casa sal patas traseras. Algunos lo hacían mejor q recía que les habría venido bien apoyarse en u patio. Finalmente los perros se pusieron a znido agudo, y salió el mismísimo Napoleón, m cuatro direcciones, con los perros retozando a go. Se hizo un terrible silencio. Llenos de asom tra otros, observaron la larga fila de cerdos m hubiera puesto patas para arriba. Luego, un mento en que, a pesar de todo –del terror a


iderable peso de su cuerpo en esa posición, p , completamente erguido. Y un momento despu cerdos, todos parados sobre sus patas traser ncluso se tambaleaban, y parecía que les hab consiguieron dar una vuelta al patio. Finalme e y el gallo negro dio un graznido agudo, y salió mirando con suficiencia en las cuatro direcciones, us pezuñas llevaba un látigo. Se hizo un terrib males, apretados unos contra otros, observaron Era como si el mundo se hubiera puesto pa icial se disipó, llegó un momento en que, a pes rrollado a través de los años, de no quejarse nu –, podrían haber emitido algún tipo de prote a sido una señal, todas las ovejas se pusieron dos piernas, mejor! ¡Cuatro patas, bueno; rnas, mejor! Eso duró unos quince minutos, calmado, la oportunidad de efectuar cualquier ti os cerdos ya habían entrado de nuevo en la ca bro. Era Trébol. Sus viejos ojos parecían m re sus patas traseras. Sí, era Chillón. Con cie a soportar el en considerable peso de su cuerpo Trabajos la estación seaba por el patio, completamente erguido. Y lió una larga fila de cerdos, todos parados sob que otros, y un par incluso se tambaleaban un bastón, pero todos consiguieron dar una vue aullar estruendosamente y el gallo negro dio majestuosamente erguido, mirando con suficiencia su alrededor. En una de sus pezuñas llevaba mbro y de terror, los animales, apretados un marchar alrededor del patio. Era como si el mu na vez que la sorpresa inicial se disipó, llegó los perros; del hábito, desarrollado a través


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Rebelión en la granja

Para revisar la lectura 1 Rellenen el círculo que corresponda a la respuesta correcta. Luego expliquen brevemente por qué eligieron esa opción.

a.

¿A quién le vende Napoleón la pila de madera? Al señor Pilkington A Whymper A Bola de Nieve Al señor Frederick

b. ¿Cómo reacciona Napoleón ante los planos del molino que estuvo dibujando Bola de Nieve? Los escupe Los orina Los rompe Los pisa c. ¿Qué animal se esconde durante la Batalla del Establo de las Vacas? Boxeador Trébol Mollie Jacinta d. ¿Quién es el autor de la frase “Cuatro patas, bueno; dos piernas, malo” que sintetiza los ideales del Animalismo? Bola de Nieve Chillón Napoleón Benjamín


e. ¿Quién les enseña a las ovejas “Cuatro patas, bueno; dos piernas, mejor”? Trébol Napoleón Moisés Chillón f.

¿Cuántas letras puede aprender Boxeador? Cuatro: de la A a la D Ninguna Las seis letras que forman Napoleón Todas las letras del abecedario.

g.

¿Cuál es el cerdo que demuestra ser el mejor escritor? Napoleón Chillón Bola de Nieve

h. ¿Por qué Napoleón cree que se está muriendo al día siguiente después de haber bebido el whisky? Porque tiene una resaca espantosa Porque está arrepentido y lo mata la culpa Porque tiene problemas de salud Porque el whisky estaba en mal estado y se envenenó i. ¿Con quién juega a las cartas Napoleón al final de la novela? Boxeador El señor Pilkington El señor Frederick Whymper j.

¿Cuáles son los lemas de Boxeador? “Trébol siempre tiene razón” y “Trabajaré más” “Trabajaré más” y “El camarada Napoleón siempre tiene razón”, “Trabajaré más” y “La Granja de los Animales es mi vida” “Bola de Nieve es mi guía” y “Trabajaré más”



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