II
SÁB 30 ENE Oaxaca Antiguo/ Face de J.M. López Fernández
Tiempo de Oaxaca
2016
Fotos: Citlalli Cid
Pepsicóatl en el cerro del Fortín/ I Justicia sin sacrificio de la cultura
pregunta que me hacía un periodista cultural mientras petardos explotaban, a un lado de nosotros, provocando remolino y gritos de sorpresa entre las personas que protestaban, in situ, por la construcción de un Centro de Convenciones al pie del cerro del Fortín. Yahir Alonso Ortiz*
“Quetzalcóatl nos prometía el sol; “Pepsicóatl” nos promete una lavadora Bendix pagable a plazos”, escribía Fuentes en 1970 para aproximarse al devenir consumista de su tiempo, que sin lugar a dudas se ha prolongado y desborda en estos días. Señoras y señores, la “Pepsicóatl” está vigente.
“
¿Está vigente la idea que plantea Carlos Fuentes en …Quetzalcóatl a Pepsicóatl..?” (¡PUM!)”, me preguntaban y ya la última palabra de la cuestión –“Pepsicóatl”-- explotaba mis ideas. Los petardos nos dispersaban pero algo más allá se bamboleaba, no sólo porque no sabía, ni había escuchado --¿cuánto no sé ni he escuchado?--, una idea/concepto tan posmoderno y preciso sobre el mexicano. En meses sólo pude imaginar, a qué se referían el amigo periodista y Carlos Fuentes con “Pepsicóatl” (la palabra me hacía recordar a los Mattelart, A. Dorfman, E. Guinsberg, Canclini, Orozcos, etcétera). Por supuesto, el primer acercamiento se antoja con el refresco de cola (antes llamado Pepsi Cola y ahora simplemente Pepsi) y con todas las “coatl” del panteón nahua, mas estas ideas fluían como prejuicios. Si las paradojas religiosas, sociales, políticas, artísticas, culturales, mencionadas por Fuentes (“Tiempo mexicano”, 1971) fueran conjuro, se comprendería “fácilmente” la mía, pues no encontré en los modernísimos centros de información sobre “Pepsicóatl”. De Internet a las librerías de novedades y de viejo, en el D.F., y bibliotecas de mi localidad, cinco meses después de buscarlo encontré el caro libro en una bodega escolar de Miahuatlán, en la edición original de Joaquín Mortiz y de manera “fortuita”, en tanto esa tarde no tenía planeado buscar libros. El ensayo en cuestión lleva por nombre “De Quetzalcóatl a Pepsicóatl”. En ese sorprendente ensayo, Carlos Fuentes abarca varias parcelas del ámbito mexicano a partir del neologismo “Pepsicóatl”. Los efectos de la deconstrucción y contracción que Fuentes ensaya con aquellas palabras (conceptos) lo llevan a profundizar nociones
DIRECTORIO TIEMPO DE OAXACA
Wenceslao Añorve Martínez DIRECTOR GENERAL EDITOR DE SUPLEMENTO Renato Galicia
complejas sobre la idiosincrasia/personalidad del mexicano. Colegimos la enorme fortaleza de esa cosmovisión y teogonía, cuando las tecnologías ancestrales siguen mostrando su eficacia. Por ejemplo: los hechos bradburyanos en torno a los eventos mayas del 2012 o los retrógrados comportamientos de árabes y mesoamericanos en torno a las conjunciones astrales en todos los tiempos. Pero Fuentes no se pone dramático, lúdicamente transita sus ideas. “Quetzalcóatl nos prometía el sol; ‘Pepsicóatl’ nos promete una lavadora Bendix pagable a plazos”, escribía Fuentes en 1970 para aproximarse al devenir consumista de su tiempo, que sin lugar a dudas se ha prolongado y desborda en estos días. Señoras y señores, la “Pepsicóatl” está vigente. Como se sabe, los mitos, principalmente los originarios, resultan ecológicos. A la larga las viejas cosmogonías prevalecen, son eternas; es decir, el “sol” –la luz-, como símbolo, es necesario y por consiguiente un ideal, algo “positivo” al ser humano. En cambio, 45 años después de usar lavadoras el agua hoy día es conflicto, y para mucha gente una ilusión (“23 años de escasez de agua en Iztapalapa”, reza el diario de hace unos días), pero sobre todo un imposible y por ello siempre añoranza. (“… tengo en mi depa un centro de lavado Whirlpool / algunas gotas de agua en el tinaco”). Con todo y paradojas antiguas/actuales (ciclos circulares de 52 años o 365 días; eternos retornos, de Quetzalcóatl a H. Cortés, las telefónicas, los bancos o el “fracking”), 500 años después no hubo escapatoria al círculo vicioso de la globalización. Testigos presenciales o actores afectados por los estragos planetarios que provoca el uso desmesurado de las tecnologías. Con poca esperanza en las instituciones por siglos y siglos de dificultades legales/políticas cuando se trata de defender la ecología o cultura. En muchos mexicanos,
la justicia se aprecia mínima o inexistente, entonces la “libertad” (el bien comunitario) se convierte, como la lavadora o “Pepsicóatl”, en otra maravilla, algo excepcional, como el caso del cerro del Fortín, pero a diferencia de aquellos engendros (la lavadora o “Pepsicóatl”), también en ilusión de vida. De las ominosas situaciones que se viven en todo México (los 43, Acteal, desaparición de mujeres, niñ@s y albañiles…), la del Centro de Convenciones, que se construiría en el cerro del Fortín, es una excepción a las reglas de la injusticia en donde los actores principales, la sociedad civil encabezada por el artista prócer y el gobierno, quedan bien parados. Y es que al final el punto crítico no confluía en contra del Centro de Convenciones, sino en su mala planeación, que incluía su ubicación. Dejemos que el escritor de Aura nos amplíe la importancia, como los alcances, de la cancelación de aquella obra; Fuentes: “La única manera de que… millones de mexicanos sean libres consiste en que obtengan la justicia sin el sacrificio de la cultura”... *Poeta y psicólogo clínico.
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