Cubile16

Page 1


Cubile-cubilis: Sustantivo neutro. Lecho, cama; dormitorio; morada; nido; guarida, madriguera.

Año 3, nº 16 Enero-Febrero 2010 Depósito legal: pp200702FA2591

- Editorial - Entrevista a Gregorio

Melendez: “Creo en la reciprocidad del afecto” Ana Chávez / Ennio Tucci

© Ediciones Madriguera http://www.madriguera.ya.st edicionesmadriguera@yahoo.es Barrio Chimpire, calle Purureche #87. Coro.

Editores: - Ennio Tucci. - Mariana Chirino. - Jenifeer Gugliotta.

Colaboradores: - Eduardo Concepción. - Laura y Francisco Medina. - Alejandro García. - Carlos Galeano. - Ana Cristina Chávez

República Bolivariana de Venezuela HECHO EL DEPÓSITO DE LEY

1

2

- Cine. El mito Dillinger Alejandro García

6

- Política del cuerpo Anthony Alvarado

8

- Las ilusiones Omacel Espinoza

12

- Memorias de la paja Edgar Méndez

14

- Entomología Yarelis Achiques Camacaro

16

- La señora de abajo Liwin Acosta

17

- Poemas de Vanessa Weffer 19 - Poema de José Millet

21

- Sumando Corazones por Haití. Poesía haitiana

24

- Poema Gráfico Carlos Galeano

26


Editorial Cubile comienza el año 2010 dedicando sus páginas al escritor Gregorio Meléndez, poeta y cuentista de reconocida trayectoria, considerado el mejor corrector de estilo de Falcón y uno de los escritores más respetados de la región. El equipo de la revista Cubile lo visitó el pasado mes de diciembre con el fin de documentar algunos aspectos de su vida y su obra. Rememoramos a la poeta Lydda Franco Farías en la palabra de Anthony Alvarado, quien realiza un acercamiento a su poética en un ensayo titulado “Política del cuerpo”. Así mismo, presentamos la obra cuentera de Yarelis Achiques, Liwin Acosta y Edgar Méndez, y la poesía de la mano de Vanessa Weffer y José Millet. Solidaridad cultural con Haití... Ya nos había sorprendido la noticia del país donde comían galletas de tierra (una realidad difícil de

imaginar), del país más pobre de Nuestramérica, de los alzamientos populares constantes, del irrespeto a la democracia y la libertad de su pueblo por parte de la bota norteamericana, de la consecuente inestabilidad política y económica, de la explotación del pueblo haitiano por parte de las empresas trasnacionales, entre otras noticias. En vista de los últimos acontecimientos ocurridos en Haití, antes de cerrar la presente edición y en solidaridad con este pueblo hermano, el equipo de Cubile se une a la campaña de apoyo y sensibilización, para conseguir el apoyo al país más necesitado de Nuestramérica, dedicándole un espacio de esta edición, en la cual extendemos el llamado a la conciencia de nuestros conciudadanos, y en defensa de la humanidad.

Los editores


Entrevista

Gregorio Meléndez: “Creo en la reciprocidad del afecto” Ana Cristina Chávez / C.N.P: 10.387 Ennio Tucci

IRREVERENTE, con letras mayúsculas, es como puede definirse a Gregorio Meléndez, escritor falconiano de amplia trayectoria y a quien se le considera el mejor corrector de estilo de Falcón. Sus libros “Marle y otras insinuaciones”, “Coro en concierto”, “Las pantaleticas de Eliana” y “Peor es nada”, reflejan la brillante personalidad del autor paraguanero, que escogió la ciudad mariana como su hogar. De hablar franco, con la picardía propia del venezolano y amparado en un par de ojos verdes que se transparentan a medida que se desarrolla nuestra conversación, Gregorio Meléndez afirma que desde su niñez se declaró apasionado por la escritura, viéndola como una necesidad. Oriundo de Pueblo Nuevo de Paraguaná, es ejemplo vivo de la candidez del paraguanero. Hoy, con una vasta experiencia en el ambiente literario, acumulada durante su desempeño como editor, corrector y tipógrafo en la imprenta Linotipo López y los diarios El Falconiano, La Prensa y La Mañana, entre otros, pero con más vivencias y amores en su haber, asegura que es precisamente el amor el que despierta su creatividad.


Entrevista

A: ¿Cuál ha sido el principal motivo para escribir sus libros? G.M: Todos amorosos. Porque eso es lo que me motiva. A: Dice que su motivo para escribir es el amor, pero queremos saber si es sólo el amor de pareja, o también el amor fraternal, el amor a la familia, hacia los hijos… G.M: (Con voz firme y tajante) No, el sexo. (Risas) Eso es lo que mueve al mundo, sino no estuviéramos aquí. E: ¿Qué encuentra en la temática del sexo que te motiva a escribir? G.M: Cuando no escribo sobre sexo, hago daño a la pareja. Lo lamento, pero lo hago… A: ¿Cómo fue el proceso de creación de sus libros y quizás uno de los aspectos que le resultó interesante al momento de escribirlos? G.M: Marle y su pantaletica, (risas) fíjate los títulos que se me ocurren. Escribí “Marle y otras insinuaciones”, a raíz de eso yo me separé de mi esposa, por ello pues. Después escribí “Marle y otras pantaleticas”, escribí

“Coro en Concierto” y luego dos que tengo ahí. Ah y un libro infantil. A: ¿Ajá, y si usted toca esos temas eróticos cómo se atreve a escribir textos infantiles? G.M: No, es que yo soy abuelo. Aquí están mis nietos. A: ¿Cómo han recibido ellos esos textos? G.M: No, no, a ellos les encantan. Y a todo el mundo, a todo el mundo le encantan, porque, no es echonería, pero lo hago bien ¿Entiendes? E: ¿Por qué crees que luego de escribir “Marle y otras pantaleticas” se produjo el rompimiento con tu esposa? G.M: Ah no, porque soy un descarado, lo admito, lo admito, fui un descarado… Oye y lo lamento. A: ¿Ha estado creando nuevos textos? G.M: Sí, Estoy escribiendo creo que mi mejor libro. Sobre la metafísica. Recordando a los griegos, sin copiar, sino con mi lenguaje, y te puedo mostrar lo que llevo, no sé cuántas páginas.


E: ¿A qué se debe que luego de escribir sobre el amor ahora escribas sobre la metafísica? G.M: Cónchale compadre, esas son cuestiones de Dios. La metafísica es una manera de uno conocerse, de uno descubrirse, de uno saber quién es. De allí partí para saber quién soy… A: ¿Qué ha descubierto Gregorio Meléndez de sí mismo? G.M: Que quiero escribir un libro para niños. Sí fíjate y ya lo llevo con bastantes páginas. Se titula “La luz del ángel”. A: Insisto: ¿qué ha descubierto Gregorio Meléndez de sí mismo que lo ha llevado a escribir un libro para niños? G.M: Creo que se los debo, sí, se los debo… A: ¿Por qué? G.M: Porque soy papá… (Aclara, con voz quebrada) Y si soy escritor ¿no voy a escribir un libro para niños? E: ¿Consideras que también existe un amor carnal hacia los hijos? Claro está, ya no un amor que busca consumarse sino un deseo incontrolable de cuidado y protección.

Entrevista G.M: Exacto, ese que se tiene y es recíproco. Yo tengo mis tres hijas y un hijo, una nieta y un nieto. Ahí (en la habitación) tengo un carrito, que parece ridículo pero tengo un carrito. Creo en la reciprocidad del afecto. El arte de escribir… A: ¿Cuáles son los autores que lo han marcado, y por qué? G.M: Benedetti, en él encuentro una sinceridad bellísima en narrativa y en poesía; y Ernesto Lobato, por la intriga.

A: ¿Quiénes considera que hacen un buen trabajo literario actualmente en Falcón? G.M: Bueno, aquí está el tonto de Anthony, él es un buen escritor, pero es tonto, iluso. Ennio, que la sabe manejar; Jenifeer la novia de Ennio, César, Simón Petit, Simón sabe escribir, Mariana y el otro se-


Entrevista ría… Nicasio Duno con sus cuadros (risas). A: ¿Cómo llegó a ser el mejor corrector de estilo de Falcón? G.M: Me lo propuse. Yo estudié en Caracas. En todas partes, en Petare, en San Martín, pero cuando vine acá en el 83 comencé a hacer mi trabajo, a sacar mi licenciatura en literatura, pero resulta que Daisy salió preñada, y como yo sabía trabajar en tipografía, deserté… y salió mi hija mayor. A: Para Gregorio Meléndez, ¿qué características debe tener una persona que sepa escribir? G.M: Cónchale reina, yo me gano la vida como corrector... (Risas) A: ¿Le conviene que no sepan escribir? G.M: (Risas) Tú si eres tramposa. No, yo sé escribir, y por eso me gano la vida como corrector de estilo. A: ¿Cuál ha sido el autor que le ha dado menos trabajo de corrección? G.M: Bueno, yo a todos los he corregido. He corregido a Álvarez, al poeta Miranda, a todos. Y creo que… y te voy a regalar el libro para que lo veas… Ciro Vargas, es un escritor sencillo, de pueblo, de Urumaco creo… y te lo voy a regalar ahora. A: ¿Y el que le ha dado más trabajo? G.M: El poeta Álvarez, por sus metáforas. Metía unas metáforas locas… (Risas) Ah “el gallo y la nube”, la “cabra sin ojos cruza el viento”. Sacaba una cosa rara y nos embromaba, entiendes… y tenía que arreglar.

A: ¿En ese proceso de corrección ha estado tentado a sustituir parte de un texto, hacer trampa y convertirlo en su creación? G.M: Sí lo hago. Yo le digo eso no va, y se lo digo al editor, le digo ve: esto no va. Ok. Y que ¿cómo es la broma?: no va, no va. Págame mi plata y yo me voy. Y me dicen: no Gregorio, haz el trabajo. Y el autor lo acepta, porque lo puedo descubrir y sé a quiénes puedo descubrir. A: ¿Qué mensaje le da a los jóvenes escritores de Falcón y a los que les gusta escribir pero que no se atreven a publicar, a mostrar lo que están escribiendo? G.M: A los jóvenes que están escribiendo, que vayan a la Casa de la Poesía, que pongan un día, se conozcan y se lean, para que sepan quién es quién, qué están haciendo y cómo lo están haciendo. A: ¿Cómo quiere que lo recuerden? G.M: Ya va, no seas tan trágica (risas). Si he sido reconocido como un buen escritor, ¿cómo me van a recordar? A: Como un buen escritor. G.M: ¡Correcto maluca!


Cine

El mito dillinger Alejandro García elseptimocielo74@gmail.com

ENEMIGOS PÚBLICOS, EE.UU, 2009 Director: Michael Mann Guion: Ronan Bennett, Michael Mann, Ann Biderman (Libro: Bryan Burrough). Música: Elliot Goldenthal Elenco: Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard, Billy Crudup, Stephen Dorff, otros. Toda cultura tiene sus propios mitos, relatos contados de forma generacional que por el paso del tiempo terminan siendo creíbles y que constituyen sin lugar a dudas la idiosincrasia de una nación. La historia del pueblo norteamericano del siglo XX posee símbolos que se han transformado en mitos sensiblemente arraigados en los corazones de la gente común, tales como La Estatua de la Libertad, el puente Golden Gate, el rascacielos Empire State, y otros menos artísticos pero paradójicamente más humanos: el asaltante de bancos John Herbert Dillinger. Dillinger como se le llamó a secas, fue un consumado y carismático delincuente norteamericano de finales de la década de los veinte y principio de los treinta, que junto con su pandilla atracó numerosos

bancos en diferentes estados de la unión, hasta que una componenda del FBI lo dejó fuera de circulación en 1934 cuando salía de una sala de cine. Dillinger en vida ya era un mito, considerado por el pueblo como un Robin Hood moderno, robando a los grandes bancos que les había robado el dinero a ellos, burlándose abiertamente de las leyes, escapándose en varias ocasiones de los sitios de reclusión donde había sido confinado. Incluso se especula que llegó a visitar disfrazado una comisaría y nadie pudo reconocerlo. Mujeriego, refinado, aficionado a la buena vida, John Dillinger cumplía con todas las características de un héroe romántico, y el cine no perdería la ocasión de sumarle un peldaño a su estatus de mito urbano, y en 1945 se estrenaría la primera ver-


Cine

sión fílmica de las correrías de Dillinger protagonizada por Lawrence Tierney y nuevamente en 1973 con Warren Oates como el famoso delincuente. Hoy, una vez más Dillinger toma por asalto la gran pantalla encarnado por el camaleónico Johnny Depp, secundado por el director Michael Mann, acompañados por Chistian Bale como el detective que lo acorrala y Marion Cotillard la bella que se enamora del bandido. Sin muchas pretensiones Enemigos Públicos sólo merece ser vista por la labor histriónica de sus protagonistas, la ambientación histórica de la época y ese oscuro encanto

que guardan las películas de gángsters, pero todo esto no es suficiente para considerar al filme como una novedad dentro del genero, inclusive el aspecto señorial que Depp le imprime al personaje no es mejor que alguno de sus anteriores trabajos. Mann como director está en su terreno, su ficha curricular incluye Man Hunter, Fuego contra Fuego, Colateral, Miami Vice, lo que asegura que sabe muy bien lo que hace y lo hace bien una vez más al presentarnos una correcta película de policías y ladrones, pero sólo eso y nada más, ya que Dillinger se encuentra tan muerto como el mito que fallidamente han intentado crear.


Ensayo

Política del cuerpo Por Anthony Alvarado antonin13@gmail.com

¡Qué odio! Lúcida, demasiado lúcida. A ellos no les gusta que uno vea claro; y tengo razón yo no sigo el juego arranco las caretas. Simone de Beauvoir (La mujer rota)

La poesía de Lydda Franco Farías (1943-2004) se desarrolla en un terreno hostil a las innovaciones formales. Aun cuando coexisten en la ciudad agrupaciones como el grupo Coro o Kasega por los años 50 o 60 del siglo XX, en la región los ecos de las vanguardias son muy escasos, todavía es posible encontrar viejos trovadores de cantos rimados, versificadores populares, de escritores que aún utilizan el ritmo y las estrofas decimonónicas. Llama la atención, pues en la región coriana ha habido antecedentes de modernización literaria, recordemos a Elías David Curiel o Ángel Miguel Queremel. La capital falconiana siempre ha sido reacia a los nuevos paradigmas; el cambio es muy difícil para sus ciudadanos, su tradicionalismo y su arraigo religioso parecen decir

“¡que no nos alcance el progreso!”. Es posible que toda esta maraña enraizada no permita que las tendencias culturales, artísticas, literarias (sólo en los últimos 50 años se han dado cambios en la literatura desde Hugo Fernández Oviol, Rafael José Álvarez, César Seco, hasta llegar a las nuevas promociones que sólo han seguido una línea ya trazada) lleguen a calar dentro de la cultura de la región, puesto que reina la tradición por encima de la apertura a las innovaciones. En la década de los sesenta el panorama era menos alentador, y una muchacha que venía de estudiar en el Liceo Cecilio Acosta, natural de San Luis, participando en un concurso auspiciado por el Ateneo de Coro, cuyos versos significaron toda una afrenta a las buenas costumbres


Ensayo

de la sociedad falconiana debido a su ímpetu desenfrenado, a la crítica con que se enfrentaba a ciertas condiciones políticas que se vivían entonces, a la misma ciudad de orines milenarios que la motejaba. El libro se publicó en 1965, “Poemas circunstanciales” rompió con muchos velos, algunos se ofendieron con el desenfado de esta joven serrana que venía a ponerles el dedo en la llaga, pero la motejaron, la insultaron incluso. Ella escogió luchar, se enfrentó a los pacatos, los escupió en la cara y luego viró al ostracismo; se fue a Maracaibo, ciudad que la recibió con los brazos abiertos. Para la época de “Poemas circunstanciales”, Lydda Franco

Farías cuenta con 22 años, su fuerza expresiva no es nada tradicional; al contrario, pudiera creerse que la poeta tuvo algún conocimiento de la vanguardia fraguada en Caracas o en el interior del país en grupos como Sardio, el Techo de la Ballena, Trópico Uno, Tráfico, o quién sabe, de haber conocido la poesía del trujillano Valera Mora, con el que comparte algunas afinidades. En la poesía de la serrana se observa un gran manejo de las metáforas y del ordenamiento alternativo de un lenguaje coloquial, que la coloca al lado de una idiosincrasia cercana al pueblo, aunque, recordando al valenciano Alejandro Oliveros, no siempre poesía coloquial es sinónimo de poesía fácil.


10

Ensayo

Lydda Franco erige su poesía sobre una base plena: su propio yo, centro de toda clase de contradicciones, pero manejando las circunstancias que la rodean. El saberse mujer hace que de toda su escritura aflore una voluptuosidad de la que se enorgullece, se sabe observada. Entonces, el cuerpo toma predominio en el texto, hace figuras, se contorsiona en sus versos:

“Sólo yo continúo obstinadamente alerta/ balanceándome/ elástica/ liviana como un hálito reconfortante.” En ese proceder de la escritura por el cuerpo y del cuerpo en la escritura, se da un escrutinio mutuo, uno desciende en el otro y viceversa. Un profundo autoexamen de la palabra y sus mecanismos de creación, mientras que por esa palabra comienza a encontrarse, a ser dueña de sí, de saberse mujer:

“Por qué la gente me mira/ de ese modo/ escrutándome/ hurgando mi manera de reír./ Como si pretendieran taladrarme.” Y la palabra, la escritura:

“siguiéndome a través de oscuridades/ perniciosas.” Lydda Franco incorpora diversidad de temas en su poesía: desde el acontecer cotidiano, la sensualidad, la denuncia política, el enfren-

tamiento ideológico, hasta llegar a una línea confesional en la que se muestra sin mordaza.

“Yo venía de los bosques húmedos/ en mi equipaje la inocencia/ en sí misma dobladita/ olorosa a preguntas/ me quitaron/ bosque y humedad/ el equipaje revolvieron/ las preguntas me las fui respondiendo/ con el tiempo y de a poquito/ ahora no sé de qué sirve la inocencia/ ni me importa” Hasta el momento en el que la serrana escribe sus versos no había algún referente preciso que se expresara con tal desparpajo, pudiera elucubrarse y compararla con Genoveva de Castro, pero aun este antecedente no nos mostraría sino un lenguaje metafórico que, siendo de una sensualidad visible, todavía no llega a la expresión despojada de aquélla. Podría ubicarse un referente allende al puente Rafael Urdaneta, María Calcaño, quizás una de las pocas poetas venezolanas que se enfrentó al verso con tal atrevimiento, espontaneidad y sensualidad, que sus tropos no consiguen velar totalmente el contenido erótico de sus palabras. De algún modo se podrían contrastar, sobre todo en el aspecto sensual, autobiográfico; recordemos los hermosos pasajes donde nuestra poeta de San Luis sale a la calle desnuda a empaparse bajo la lluvia con sus senos turgentes al aire libre, y toda la simbología que en el poema puede aflorar, pues la humedad, el


Ensayo agua, es de una gran carga erótica ligada a lo femenino.

“…quisiera que mi instinto salvaje galopara,/ que mis ansias de mujer cobraran alas,/ que mis senos perfilados bajo el agua/ y mi cuerpo moreno y palpitante/ anduvieran por el mundo, sin mordazas.” Entre las vertientes tocadas por Franco Farías hay una menos frecuentada por sus lectores, aunque sí se hayan referido a ella investigadores como E. Arenas, y es su producción experimental contenida en “Summarius” (1985), en este libro podemos encontrar al inicio largos poemas en prosa que dejan ver la preocupación estética de la autora, textos donde no hay normas ortográficas, donde se corrompe el sentido, aflora el juego tipográfico cercano al vanguardista de principios del siglo pasado, aunque considerando ciertas normas, siempre en la delación de los males de la sociedad, en la defensa de sus pares. La utilización de onomatopeyas no escapa a la búsqueda de un

11 sentido más allá de la palabra. Este experimentalismo en Lydda Franco no tuvo realmente cabida, pues ya su lenguaje se había formado, ya tenía una voz dentro de la literatura venezolana, tal vez obedecía a cierta conciencia de llevarse a sí misma fuera de convencionalismos, de exigirse más, como siempre lo hizo.


12

Ensayo

Las ilusiones Por Omacel Espinoza omacel29@gmail.com

Lo único que nos aferra a la vida es el sentimiento; y la apatía (no el pesimismo) nos acerca a los animales irracionales. No parece inútil preocuparse por el lugar adonde se encaminan las pasiones y las esperanzas, sobre todo si la posible respuesta delinea un horizonte cultural, o mejor, los hitos de una geografía humana. Siendo profesor, me veo obligado a tener esperanzas: en los estu-

diantes, en la mejora de la maltrecha universidad, en la humanización de las relaciones humanas, en la disminución de la mortalidad por accidentes automovilísticos y a manos del hampa; en la no proliferación de los niños de la calle, en la disminución de los contagiados de VIH, etc. El amable lector, docente o no, compartirá algunas de estas esperanzas y tendrá otras ligadas a su propio rol social. Sin embargo,


Ensayo acaso haya subestimado el tremendo esfuerzo que tales esperanzas comportan. Vivir en un país (y pienso en Venezuela, aunque los casos pudieran referirse a muchos países de Latinoamérica; pero tengo afincada la entraña en este suelo) donde la vida vale menos que unos zapatos, donde las instituciones parecen enemigas de los seres humanos y amigas de cartas, sellos, firmas y de otras instituciones; donde las autoridades bailan simiescamente al sol del Presidente de turno, y donde la llamada viveza criolla es el nuevo manual de (in)urbanidad; vivir en semejante país convierte la fe en poco menos que una excentricidad. Y sin embargo… ahí está la esperanza, o al menos la ilusión, que aun cuando acentúa la dificultad de alcanzar lo esperado, conserva su remoto poquito de fe. La ilusión puede enraizarse en los gobiernos y en sus proyectos, en los partidos oponentes; en los astros, en la lotería, en el rebusque y el chuleo, en el amor y por supuesto, en el Gran Poder de Dios. Con eso se vive. De hecho, creo que los venezolanos vivimos mucho en función de todo ello. Lo que nos ha faltado es la fe en el vecino, en el ser humano. Claro que para ello debemos partir de una conciencia ética que comience por autoafirmarnos. Es decir que desconfiamos del otro porque nos sabemos “unos vivos”. Esperamos la puñalada del otro porque ya hemos dado varias. En fin, el primer paso para confiar en

13 el otro es acostumbrarse a actuar honestamente. Entre un crimen cualquiera y pasarle el cheque al cajero amigo para evitar la cola del banco, hay una diferencia punible de grados, pues ambos hechos tienen en común el irrespeto al ser humano. Si fundamos en el respeto todas nuestras relaciones sociales, aunque no militemos en ningún partido y por eso nos adjudiquen (en un esfuerzo por reducir a dos dimensiones, o colores, la realidad) motes como “guabinosos” o “ni ni”, creo que estaremos haciendo la mejor política que pueda imaginarse, porque estaremos contribuyendo, sin alharacas, al bien común. Quienes actúan por encima del respeto al ser humano (por no hablar de las leyes) parece que arrebatan lo que creen que se les debe, cuando, en realidad, no se les debe nada porque sólo le han dado miseria a la humanidad. Así ocurre a menudo. Un ejercicio espiritual (y político) que nos urge es revisar dónde ponemos nuestras ilusiones. A cada uno de nosotros nos es posible enfocar la esperanza en individualidades, en algunas personas –quiera Dios, cada vez más personas–. También podemos seguir militando en partidos políticos, creyendo en las instituciones, en un sistema político-económico… con una condición: sin perder de vista al ser humano, mirando a los ojos, cada vez, a más seres humanos.


14

Cuento

Memorias de la paja Por Edgar Méndez C. A Alberto Medina

La pubertad de la generación de la cual formo parte se abrió paso al mundo en una época en la cual la silueta estilizada empezaba a ser la moda. Úrsula Ardrees, Michel Pfieffer, y Olivia Newton John ya desplazaban las redondeces latinas del cine mexicano, y las cejas arqueadas, a lo Nefertiti, de Sofía Loren, Elizabeth Taylor y María Félix -La María bonita del Flaco Agustín Laraquedaban para el recuerdo del buen cine y la nostalgia, aunque esto lo aprendimos más tarde, tal como Héctor Lavoe con su “periódico de ayer”, quien tronaba como un Zeus tropical en el Olimpo de la Fania All Star. En ese cambio generacional, como es típico, unos pecaban de snobistas, pero otros de tradicionalistas, sobre todo los que desde provincia adentro, por necesidad u obligación -que es igual-, ya habíamos

aterrizado directamente (sin pre-escolares o simoncitos) en el peor invento contra los niños, me refiero a la escuela primaria. En mi caso, como lo fue también para los muchachos de mi barrio, todos recién llegados a una vetusta capital de provincia poblada de fantasmas y mitos ruraloides el aprendizaje corrió parejo con prejuicios atávicos más difíciles de romper que un átomo, de ahí que nuestra mejor escuela siempre fueron la truya, la patota, el pilón. La otra escuela, la formal, no nos ofrecía gran aprendizaje de colores, formas y tamaños como tampoco para otras tantas como el amor. Ni siquiera podíamos enamorarnos de nuestras maestras de los primeros años porque con unas mediaba un tiempo matusalénico y con otras el sacramental vínculo bautismal, era la “bendita” generación de frontera.


Cuento Heredero desde entonces como fui de un gusto por las clásicas fórmulas de forma y fondo no medí en nada que ya avanzado el tiempo, un condiscípulo de estudios me descubriera un supuesto desmesurado gusto -que era real- por las carnes y por las bellas nalgas renacentistas pintadas por Rubens, y todo por el simple embeleso que aún me despertaba Iris Chacón, “La Bomba de Puerto Rico” Llegar por la época a la edad del desarrollo con alguna idea deformada o deformante de lo que era el sexo por lo menos hubiese sido un prodigio de información, pero teníamos la ventaja de aplicar el primer mandamiento de Charlton Heston en su Moisés: “nuestra ley era la libertad”, y esa libertad nos permitía los mejores ejercicios de imaginación y de memoria, hoy amenazados por la inclemente e indecente persecución alzheimeriana. No nos costaba mucho imaginar situaciones con una vecina de reputación algo puesta en duda por viejas cuarentonas legionarias de María y por treintañeras que por pobretonas percibíamos como envidiosas, y he aquí que de repente, no supimos cómo, pero apareció ella, la masturbación, la paja. En mi caso ese encuentro con la sexualidad llegó arropado con visos de incesto. Sí. Fue con ella, allá en el extremo norte del hoy Paseo “Monseñor Iturriza”, en Coro, al pie de los médanos, embebido y embelesado por la primera visión de la escultura a la madre. Cualquier medida y forma de voluptuosidad, de lujuria, de

15 erotismo, traspasó mi imberbe imaginación con aquel portento de mujer que insinuaba sus sinuosidades y oquedades, tanto que me provocó una fuga directa a casa para otro encuentro. Con lacerante violencia la paja estaba ahí. Con el tiempo me fui inventando un Kama Sutra personal que incluiría desde una profesora solterona con cara batraciana, pero con culo de lapa, hasta a una tímida vecinita de curso, y luego –pasados los añosa una amiga sólo conocida como la hija de Rufelina. Aprendí que aún tumbando o no la paloma o cualquier otra cosa, con todos sus mitos, Barrera Tyszka tiene razón “la masturbación es como la montaña: no hace mal a nadie y siempre nos sube la autoestima”. Por eso reivindico el libre derecho a la paja, tan igual como el de escoger nuestro dios y quizás a nuestras desgracias, pero a la paja deslastrada de toda estúpida y encasilladora interpretación psicológica y sin ningún adorno eufemístico de “literatura de autoayuda”. Que sean otros los que hablen o escriban sobre una paja integral, holística o endógena -si es que se atreven-. No la paja entre pijama o sábanas o a lo cámara lenta. La paja no es como las truchas, debe ser clásica, típica, como siempre, hacia atrás, como la enseñaba el jefe de mi patota con su atlas memorístico de posiciones, en las olimpiadas del semen, allá en el viejo malecón de La Peñita de Coro y con los aditivos que nos diera la gana o el placer de escoger.


16

Cuento

Entomología Por Yarelis Achiques Camacaro yare-achiq-k@hotmail.com El entomólogo, cuando vio la repulsión reflejada en mi rostro y a modo de exorcismo, procedió a explicarme la naturaleza de las moscas. En primer lugar -me dijo- mosca es el nombre vulgar de una serie de clasificación que los científicos dan a estos insectos pertenecientes al orden de los dípteros, así; por ejemplo, la mosca doméstica; científicamente se llama Musca domestica y pertenece a la familia de las muscidae, al igual que la callipholidae que es la conocida como mosca de la carne o mosca verde. ¡Esas, las verdeazuladas grandes que se posan en las carnes. Tú sabes. Pero ellas no son malas, el problema está en dónde se posan_ Me decía esto y el rostro se le iluminaba mientras que a mí se me revolvía el estómago. Él continuaba su explicación dándome datos, nombres, localización geográfica, especies, subespecies, clase, subclase, infraclase, ciclo de reproducción, impacto al ecosistema: positivo y negativo, haciendo énfasis en lo primero, (recuerden que su intención era expulsar, exorcizar el asco hacia las moscas de mí). Y volvía a repetir “pero ellas no son malas, el problema está en dónde se posan” Como era de esperarse, mi mente comenzó a divagar, a alejarse de

toda aquella serie de datos que me tenían, además del estómago descompuesto, con el cuerpo erizado, sobretodo cuando escuché aquello:_ bueno también están las que pican. ¿Y ES QUE LAS BICHAS PICAN? pensé, mientras él entomólogo seguía su explicación: _Como las glossina o mosca tse tse que producen la tripanosiomiasis humana (enfermedad del sueño), esta es una enfermedad parasitaria terminal_ Mi rostro debió ser muy elocuente pues inmediatamente dijo: ¡tranquila, tranquila!_ con una sonrisa en el rostro_ esas sólo se dan en África. Respiré. Y repitió “Pero ellas no son malas, el problema está en dónde se posan” Algo en el rostro del científico, en el tono de su voz; hizo que regresara del lugar a donde, mentalmente, me había ido. Su rostro ya no estaba risueño estaba más bien serio y su voz se hizo más profunda. Pasados unos segundos dijo: _¡Ay! Pero debo decirte que existe una especie de moscas que son las más peligrosas de todas y, a diferencia de las tse tse; estás se dan en todos los continentes, en cada una de sus regiones por muy pequeña, grande, lejana o cercana que sea. Ataca sólo a humanos sin distingo de raza, credo, tendencia política, clase social, en fin, sin discriminación – su voz se hizo aun más profunda. Concluyó: “Las muertas. Las moscas muertas”. Todavía tiemblo.


Cuento

17

La señora de abajo Por Liwin Acosta

Estaba absolutamente convencido de que eran efectos secundarios de un despiadado ataque convulsivo y epiléptico, pero Martica no se hizo esperar con sus opiniones contrarias, gozaba de una estólida testarudez que presumía de exterminar cualquiera de mis propósitos, convenientemente eludía cualquier disputa y cedía ante su vehemencia, porque de lo contrario ella podría privarme del más elegante de mis placeres: observarla. Mis frecuentes visitas coincidían regularmente con la hora en que se bañaba, con un acuerdo prefijado entre su indiferente ingenuidad y mi inocultable astucia. La disfrutaba enterita con sus blusas estrafalarias o con su exuberante robustez, pero de ninguna manera desnuda porque ella sostenía que sólo se está realmente desnudo cuando se siente vergüenza de mostrarse libre de indumentaria. Yo insistía,


18 pero inexorablemente doblegaba, éramos dos empecinados buscándole motivos a los estremecedores aspavientos que producía Justina, sí esa, la del pelo entrecano, rostro demacrado, escueta y adusta vieja que atemorizaba con sus facciones y manos de pangolín. En nuestras constantes deliberaciones fue imposible desentrañar si tales explosiones habían sido causadas por sentimientos trágicos de amargura o por anacrónicos trastornos mentales. Residía en el piso de abajo y puedo asegurar sin cabida a objeción que no acudía nadie a visitarla. Para ese entonces Martica y yo éramos dos malandrines inseparables próximos a abandonar la pubertad. Habíamos adaptado la costumbre de encontrarle algún grado de utilidad a los sufrimientos de Justina, que retumbaban religiosamente a las 6:30 am, evitándonos así el gasto del despertador. Martica vivía en el A 02-03 y yo en el A 03-04. Entre nosotros existía una especie de pacto secreto que consistía en esperar aún dormidos aquel aterrador mecanismo para levantarnos. Un día nos adjudicamos la tarea de descubrir a qué jerga oriental o escandinava pertenecían aquellos gritos. Pero el enmarañamiento de aquel sistema lo hacía indescifrable. Sólo un hecho se presentaba con estentórea claridad y es que no correspondían a lengua humana posible. Quince interminables, tormentosos y sombríos minutos duraba todo aquel espectáculo sonoro, en el que dejaba de relucir sus cuerdas de tenor. Por implícito e insospechado

Cuento acuerdo no comentamos este asunto con ningún otro inquilino. La idea de atrevernos a visitarla emergía frecuentemente de nuestras intenciones. Sin embargo no fue hasta una tarde de abril que nos decidimos a tocar su puerta. Permanecimos hora y media golpeándola hasta que el conserje nos avistó, preguntándonos que hacíamos allí, pronunciando palabras ulteriores, remotas y aniquiladoras, que provocaron un efecto sedante y desolador que nos vertía en un abismo. Miré a Martica y tenía el rostro embebido en una lividez marchita y un sudor inverso me subía por la espalda. El apartamento que supuestamente para nosotros ocupaba Justina no había sido habitado desde mucho tiempo antes a nuestra llegada. No volvimos a tocar el tema. Un tiempo después durante una época en la que me creía un adoctrinado escéptico, aunque sin fundamento de esos que aborrecen todo este aparataje de para psicólogos y acontecimientos sobrenaturales, volví a ceder ante la impertinencia de Martica y deducimos la necesidad de acudir a un médico psicoanalista. Y lo más impresionante de todo es que nos recomendó que durmiéramos un poco más y en esto si fue especialmente enfático, empleando un tono grave nos dijo que no continuáramos colándonos en el cine a ver películas de Hitchcock.


19

Poesía

Poemas de Vanessa M. Weffer Vida Soy solo un funcionario de la vida Trabajo en sus cavernas O construyendo sus altos edificios Y ella en vez de remunerarme Me quita a diario por lo menos 10 centavos.

Lucia Todos los personajes importan para mí Pero si me preguntan de quien me enamore Sin duda alguna diría de Lucia Su cara sin rasgos Su piel no palpable Su aroma inolora Oh! Lucia no queda nada de ti que no ame Tus cejas despobladas Tus vestidos sin confección Tus labios sin carnosidad Como te has metido en mí Eso que para mi todos los personajes importan Cuando la alucinación te posee Sencillamente cualquier cosa es importante


20

Reloj Las horas y el tiempo lo tienen todo, Aquellas noches de licor y bocanadas de humo, Las sonrisas de las tardes, Las campanadas del pueblo, El timbre del colegio, Los abrazos, las miradas, la madre y un nacimiento... Las horas y el tiempo lo tienen todo, Los dulces de la abuela, Los viajes, Las sorpresas, El cosquilleo de un amor que se avecina, Tu primera vez, Un noviazgo, Un amigo, Un hermano... Fíjate como las horas y el tiempo lo tienen todo, Una caricia, Tus sonrisas, La sencillez de tu mirada, El enredo de tus cabellos, Tu nariz respingada, Tus labios de frambuesa, Tus piernas de marfil, Tus caderas de ensueño Y tu inocencia dueña de mi ilusión

Poesía


21

Poesía

Poema de José Millet Vuelo sobre el nido del zunzún El honor es la mejor guía del laberinto de las revoluciones. Simón Bolívar Durante años un ojo escrutó el universo sin descubrir el secreto develado en la palabra busca anda vuela No te detengas, sé el pájaro insomne, aleteo que no cesa, minúscula partícula, incendio entre las crepitantes olas de un Mar, resumen de todos los mares. Vuela, vuela, una, y otra vez, vuela. Sobre el punto exacto en que el huracán exhala sus mortíferas bocanadas: vuela! Sobre el dedo acusador que se te clava en la frente, vuela! El disparo: Una, Dos, tres veces no detendrá el temblor de tus alas sobre el nido apichonado. La escopeta, los ojos que te observan


22 desde cada hoja, se convierten en motor de doble propulsión en tus alas para picotear la roca firme, el arrecife hiriente donde cantan mil aves. Planea encima del jardín, celosamente guardado; besa su flor, susurra al oído la canción triste del polen desesperado: acaríciala con el verso sutil que sólo conocen quienes aman. Vuela, Vuela, una y otra vez vuela. Con el pico herido: vuela Con la ramita de olivo: vuela. Con el arma difícil de nuestro tiempo: vuela. Con el grado raído en el plumaje: vuela. Con la brújula despedazada: vuela. Con el mapa difuso que te dieron: vuela. Sin horizontes: vuela. Con el corazón en el pecho: vuela. Vuela, Vuela. Una y otra vez, vuela. Elévate a lo más alto para ver mejor el nido donde cantan su himno de vida las mariposas sin alas.

Poesía


Poesía

23


24

Solidaridad con Haití...

FRETZNER ALPHONCE

Sumando corazones por Haití

El pasado martes 12 de Enero se produjo en Haití un terremoto de 7,0 puntos en la escala de Richter. La ayuda en nuestro país no se ha hecho esperar, diversas instituciones y la sociedad venezolana se han volcado en colaborar con un país que desde hace mucho vive en la pobreza. En el estado Falcón y con la premisa de “Sumando corazones por Haití” diversos grupos y colectivos culturales se organizaron para sensibilizar a los corianos y llevar el mensaje de colaboración para el pueblo de Haití. Las concentraciones se realizaron a partir de las 3:00pm hasta las 7:00pm el lunes 18 de enero en la Plaza Linares de Coro, miércoles 20 en la Plaza Alameda y el viernes 22 en el Monumento a la madre. La invitación fue extensiva para toda la colectividad falconia-

na a llevar su colaboración con: alimentos no perecederos, agua potable, compotas, ropa para adultos y niños en buen estado, pañales, toallas sanitarias, cobijas, colchonetas. Lo recolectado esos tres días es llevado a los espacios de Defensa Civil en Coro para su posterior traslado a Haití. Los grupos culturales que organizaron dichas actividades son: la Peña Caribeña, Asociación de artesanos del municipio Miranda, Grupo Musaraña, Colectivo Agua e` lluvia, Pa` luego es tarde, Mandarine Project y Grupo Bariquía. Con la colaboración del Decanato de extensión y producción UNEFM e Incudef. Sigue colaborando con Haití, suma tu corazón a una buena causa.


25

Solidaridad con Haití...

Poesía haitiana Quién no duda ante el esfuerzo por cumplir ante la ostentación de un mundo por construir o reconstruir cuando la podredumbre febril lo roe hasta su síntesis hasta su profundo desdoblamiento. No basta tener sed para hacer brotar la fuente. Es necesario escarbar la tierra hasta lo más profundo de sus entrañas, y con los propios dedos. Tres veces cantó el gallo / Pedro no traicionó: / se hizo diplomático. Tengo la angustia de las tinieblas en mi nuca Tengo el calor de los golpes / ignorado bajo mi piel. Que se levante al fin el sol / y ahuyente mi miedo.

Rony Lescouflair, poeta Haitiano

Oh país mío, tan triste es la estación Que ha llegado el tiempo de hablarse en señas. Todo un pueblo agobiado de silencio Se desplaza en el mutismo arcilloso de los abismos e inscribiéndose en las retinas el movimiento verbalista reemplaza al verbo Dondequiera la vida se queda en suspenso.

Anthony Phelps, poeta Haitiano


Poema grรกfico

Carlos Galeano


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.