Las emisiones de carbono de la industria han llegado a niveles históricos, pero también la inversión en medidas para contrarrestarlo crece.
POR: Diana ZavalaDESCARBONIZACIÓN DE LA CONSTRUCCIÓN
a construcción es una de las industrias con más impacto en la economía del mundo y el sector más grande respecto a valor de mercado en América Latina, de acuerdo a Statista. En 2021, aún durante el confinamiento, cuando las actividades del sector estaban en sus niveles mínimos, representó 6.8% del Producto Interno Bruto (PIB) de México y un año después tuvo un crecimiento limitado de 0.3%, pero con la expectativa de volver a los niveles prepandemia en los siguientes dos años.
La industria impacta además a toda una cadena de actividades, que van desde la producción de materiales, hasta la operación de edificios. Pero su influencia en tantos ramos también hace que el impacto que tiene en el medioambiente sea significativo.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), si se toman en cuenta las operaciones de los edificios, el sector fue respon-
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ALTO NIVEL. Si se toma en cuenta la operación de edificios, el sector emitió el 37% del CO2 global en 2022.
sable del 37% de las emisiones de CO2 en el mundo en 2022 relacionadas con la energía, un nivel histórico. Así, se convirtió en el de mayor emisión de carbono por sector, a pesar de que en 2021 las inversiones en eficiencia energética de edificios crecieron 16% al llegar a 237,000 millones de dólares. “Significa que la brecha del desempeño climático del sector y la ruta de descarbonización de 2050 se está ampliando”, indica el organismo.
En México, los niveles de aporte a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) parecen ser mucho menores a este porcentaje. El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, en su Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero de 2019, el más reciente, indicó que México emitió 557 millones de toneladas netas de carbono, de las cuáles sólo 0.16% corresponden a la construcción; sin embargo, sólo se cuenta una fracción de ella.
“Puede parecer pequeño porque estas estimaciones en inventario sólo consideran las emisiones directas, las que se dan por la actividad misma. Es decir, el consumo de combustibles que se usa directamente para la industria. Pero en México no se tiene una estimación de toda la cadena”,
explica Luisa Sierra, directora de Energía de Iniciativa Climática México. Por ejemplo, la producción de cemento, aluminio y acero, que son ampliamente consumidas por la industria, no se cuantifican dentro de ella respecto a sus emisiones de gases contaminantes. La ONU prevé que el uso de materias primas se dupliqué para 2060. En la actualidad, los materiales usados en la construcción de edificios ya representan 9% de las emisiones totales de CO2 relacionadas con energía.
Tampoco la operación de sistemas de enfriamiento, uso de electricidad dentro de inmuebles y consumo de agua se contemplan en las mediciones en México, pero su gasto energético podría ser reducido desde las actividades constructivas.
La buena noticia es que las empresas del sector ya implementan acciones para comenzar a descarbonizar la industria y, en un futuro no tan lejano, llegar a ser NetZero. De acuerdo con los datos de la ONU, las medidas de eficiencia energética en el mundo podrían ayudar a reducir 48% de emisiones para 2030, de las cuáles 43% corresponden a los edificios. Ésto a su vez generaría ahorros de hasta 2,800 millones de dólares.
Algunas de las medidas que ya están en marcha son las normatividades y políticas públicas que ponen el piso mínimo para construir con cuidado al entorno, como la Norma 008 y la Norma 020, que piden eficiencia energética dentro de edificios no residenciales y habitacionales, señala Luisa Sierra, de Iniciativa Climática México.
“Sin embargo, no sólo corresponde a la política poner las leyes, sino que tenemos que estar convencidos, los industriales, de que debemos cuidar el planeta y estar conscientes en las actividades”, dice Francisco Solar Alemán, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC). Aunque hay un obstáculo principal: los costos y la socialización del problema.
El experto comenta que, si bien las estrategias de mitigación tienen un precio más alto en comparación a décadas anteriores, los problemas del medioambiente también son mucho más graves, pero en lugares en donde hay más marginación, la adopción de estas medidas aún no llega a niveles estándar. “En muchos lugares del mundo, en donde el ingreso per cápita apenas alcanza para satisfacer necesidades básicas, las priori-
dades no serán primero invertir para cuidar el medioambiente”, agrega.
“Las empresas deben evitar ver las acciones que conducen a la descarbonización como otro ejercicio de cumplimiento de verificación. Más bien, es una gran oportunidad para que las empresas generen un crecimiento rentable y se diferencien en el mercado utilizando estrategias de descarbonización”, señala un estudio de la industria realizado por la consultora EY.
Luisa Sierra agrega que una vez que las medidas son adoptadas por las empresas y el gobierno, los municipios, organizaciones y la población debe tomar el rol de vigilancia de las estrategias y conocer los beneficios que tiene su implementación.
AMINORAR EL IMPACTO
Las emisiones de carbono se pueden reducir en toda la cadena de producción. Por ejemplo, los compuestos de madera en sustitución al hormigón y acero ayudan en el ahorro energético debido a que la preparación del material es menor, indica la consultora EY.
ESFUERZOS. Si bien los gobiernos deben crear políticas y regulación, la industria también debe atender las emisiones.
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A su vez, empresas como Cemex, una de las cementeras más grandes del mundo, trabajan en soluciones como la electrificación de su flotilla en el norte de México o el uso de materiales reciclados como combustibles alternativos en las plantas de producción.
Para Jachen Schleich, director ejecutivo de Minergie México, una nueva certificación suiza de edificación sustentable que llegó a México este año, hay tres fases de la construcción en las que se puede reducir el impacto al medio ambiente: la arquitectura, la tecnología y la operación. “La primera parte tiene que ver totalmente con decisiones que tomas a la hora de diseñar, estrategias pasivas que no implican energía adicional”, comenta, como la orientación de un inmueble o la priorización de la iluminación natural.
No obstante, el diseño bioclimático tiene sus limitaciones. En el sureste del país, en donde las temperaturas superan los 30 grados y hay altos niveles de humedad, además se deben implementar tecnologías, dice el experto. “Éstas tienen que ser más eficientes y dimensionadas, con consumo energético mínimo”, agrega. Es ahí cuando el uso de paneles fotovoltáicos y dispositivos de ahorro toman papel en la edificación.
La consultora EY indica que las herramientas a las que se les debe poner principal atención son la calefacción, ventilación, aire acondicionado, iluminación, plomería y envolvente del edificio como ventanas, techos y aislamiento.
“Las empresas que se esfuerzan por lograr una construcción con cero emisiones netas de carbono tienen enormes oportunidades de trabajar con los operadores de edificios para ayudarlos a impulsar estas palancas para maximizar la eficiencia energética de un edificio”, explica un informe de la empresa.
Además, en construcciones más inteligentes, softwares de automatización pueden permitir ahorrar recursos al determinar en dónde y en qué medida se debe emitir luz o ventilación, así como rendir el rendimiento operativo de los productos.
En la fase de operación se va más allá del uso de los dispositivos más eficientes energéticamente. También tiene que ver con cómo se utilizan.
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De acuerdo a Schlein, una de las propuestas de Minergie es brindar un “manual” para el usuario que permite monitorear y corregir hábitos. Las medidas son fundamentales para una realidad que indica que entre 2015 y 2021 el aumento de superficie construida equivale a la superficie total cubierta por edificios en Alemania, Francia, Italia y los Países Bajos. Si se construyera una sola planta, abarcaría 24,000 kilómetros cuadrados, de acuerdo a la ONU.
No obstante, el mismo mercado es el que en el futuro obligará a las empresas a pensar en una manera de ser más eficientes en procesos. De acuerdo a la institución, fenómenos como la guerra de Ucrania, que aumentó el precio de los combustibles fósiles, empujó a adoptar alternativas, tendencias que podrían continuar si se vencen los retos de la erosión en el poder adquisitivo y el impacto en la mano de obra.