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LA CIUDADANÍA CON RESPONSABILIDAD Para elegir mejor a nuestras autoridades y no quejarnos por las decisiones que tomamos

La ola de violencia que vive hoy el país no solo es responsabilidad de la clase política que nos gobierna, los ciudadanos de a pie también tenemos un grado de culpa en esta crisis, porque nosotros elegimos libremente a estos impresentables (congresistas y Ejecutivo) como nuestros representantes. Por ello, en cada proceso electoral tenemos que votar con absoluta honestidad, con criterio de conciencia y con sensatez, para no llegar al abismo de escoger entre el outsider, el mal menor o el antisistema, porque ya hemos sido testigos de la pobreza de sus gobiernos. Pero también se tiene que demandar a la clase política mayor compromiso en cada plebiscito, designando a sus mejores cuadros políticos; es decir, aquellos que tengan una hoja impecable de vida y una catadura moral a prueba de balas.

Hoy que miles de compatriotas se vienen movilizan- do en diferentes regiones exigiendo la renuncia de la presidenta de la República, Dina Boluarte, y el cierre del Congreso, lo que viene dejandounaestelademuertes, destrozos a la propiedad pública y privada, y a un país medio paralizado en su economía, cabe preguntarnos si nosotros como ciudadanos no somos tan responsables de esta penosa situación, por haber elegido con nuestro voto a estos impresentables de los que ahora nos quejamos. Cada uno de los 24 millones de electores tenemos cierto grado de culpabilidad, por haber escogido a estas autoridades que son cuestionadas por su incapacidad e incompetencia para gobernar y legislar. Nadie puso al elector un revólver en la cabeza o lo con- dicionó para votar por determinado candidato, ellos lo hicieron libre y democráticamente,atendidoaldictado de su conciencia, a sus principios y a su madurez como personas. Sin embargo, a la luz de los resultados nefastos y fatídicos que se registran desde que asumieron funciones el expresidente Pedro Castillo, primero; y luego Dina Boluarte, es evidente que nos equivocamos de cabo a rabo, y las consecuenciasdeambosgobiernos inefables lo estamos pagando todos los peruanos, sobre todo las familias más pobres que ven con estupor y preocupación cómo se les esfuma de las manos el poco dinero que tienen por el alza constante de los alimentos y de los servicios.

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Condición sine qua non

En distintos artículos siempre he recalcado sobre la necesidad de ejercer con suma responsabilidad nuestra ciudadanía en las elecciones, para no equivocarnosylamentarnoscadacuatro o cinco años por la decisión que tomamos. Por ello, tenemos que votar con absoluta honestidad, con criterio de conciencia y con sensatez, sin odios ni revanchismos, para escoger a la mejorpersona,alamejoralternativa política que gobernará el país, una región, una provincia o un distrito. Tampoco hay que llegar a situacionesextremasdondetenemosquepreferirentreelsida o el cáncer, como suelen decir los políticos (los casos más recientes han sido la segunda vuelta entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori (2021), entre Ollanta Humala y la Fujimori (2011), o entre Alan García y Humala (2006). Lamentablemente en los procesos de los últimos 35 años hemos llegado al abismo de optar por el outsider (Alberto Fujimori o Alejandro Toledo), el mal menor (García en su segundo gobierno, Pedro Pablo KuzcynskioKeikoFujimori), o el antisistema (Castillo y Humala). El outsider es alguien nuevo en política que emergeporfueradelsistema político, que figura en los últimos lugares de las encuestas; pero en determinado momento de la campaña toma impulso y sube hasta los primeros lugares. De allí en adelante no hay quien detenga su carrera. El mal menor, según el analista Carlos Meléndez, toma connotación más profunda por la escasez de identidades partidarias positivas, especialmente cuando hay un sistemadepartidarioscolapsados, como el peruano.

“No se trata solamente de un voto estratégico, sino de la expresión de identidades negativas enraizadas en temores, odios y resentimientos que sobresalen ante la ausencia de adhesiones partidarias”. El antisistema, se refiere al candidato o movimientos políticos que se oponen radicalmente al sistema dominante, tienen un mensaje populista de cambios profundos en el Estado, aunque muchas veces sus propuestas caigan en saco roto, justamente porque el sistema dominante lo impide. (derecha conservadora yempresarial).

Mejor representación

Peroasícomosereclama la máxima responsabilidad a la ciudadanía en las elecciones, también se debe demandar a la clase política mayor compromiso en cada plebiscito, designando a sus mejores cuadros políticos que los representen; es decir, aquellos que tengan una hoja impecable de vida y una catadura moral a prueba de balas, y no como ocurre actualmente que en las listas aparecen postulantes concuestionamientosdeorden ético y moral, investigados por casos de corrupción o con antecedentes penales (de esto ningún partido se salva). Todas unas joyitas. Ante un escenario tan deprimente el elector tiene pocas posibilidadesdeescogerytermina optando por lo peor, por personajes con limitada preparación profesional, incapaces de elaborar un proyectodeleyotenerunapresentación digna durante los debates. La ciudadanía está harta con la actuación pública de estos representantes políticos, que en estos 17 meses de gestión han demostrado una espantosa incapacidad y ausencia de liderazgoenlaconducciónde los destinos del país (tanto EjecutivocomoLegislativo). La ciudadanía no se siente representada por esta clase política personificada en el Congreso, porque las distintas bancadas legislan de espaldas a ese pueblo que dicen representar y aprueban leyes con nombre propio, en beneficio de grupos de poder económico. De allí que el pedido de adelanto de elecciones generales para salir de esta crisis institucionalcadavezesmásfuerte(el

75% de la población está de acuerdo), porque consideran que hemos tocado fondo, y si no hay voluntad políticaparasuperarladifícil coyuntura la situación se seguirá tornando muy peligrosa.

El pasado también fue malo

Desde la década del noventa cada Congreso ha tenido su propia particularidad, ha escrito su propia historia -para bien o para mal-yaélhanaccedidopersonajes de todo calibre, con dudosa reputación, investigados por delitos de corrupción, por tener vínculos con el narcotráfico, y con serias limitaciones intelectuales. Como si no hubiéramos aprendido la lección, en los últimos 35 años hemos elegido parlamentarios que han terminado siendo una total decepción, unos con más objeciones que otros, la mayoría no ha dado la talla para el cargo; pero sí sacaron provecho de su estadía enesepoderdelEstadopara obtener réditos económicos, muchas veces colisionando con la ley. Ese ha sido un estilo de vida para muchos legisladores, que siempre se han creído los intocables aprovechándose de su controvertida inmunidad. Pero laresponsabilidaddirectade estapodredumbrepolíticaes de los partidos y de los caudillos sin liderazgo que han terminado banalizando y mercantilizando la política. Ellossonlosresponsablesde las crisis en cada periodo de gobierno.Noesundatomenor que en los últimos 35 años, cinco expresidentes estén siendo procesados e investigados por delitos de corrupción (uno de ellos se mató en plena investigación).Unacosadelocos.

Han perdido legitimidad

Este Congreso obnubilado por el poder ya no está a la altura de las circunstancias que el país demanda, sus ambiciones para no perdertodaslasgolleríasqueles da el sistema y la posición que ostentan temporalmente, les ha hecho perder la perspectiva para legislar en función de las necesidades insatisfechas de la mayoría de la población. Los representantesdeladerecha conservadora y de la izquierda radical se resisten a dejar sus cargos, pese a que la calle ya los tachó y han perdido legitimidad ante sus propios electores. Este desprestigio se ve reflejado en las distintas encuestas que desaprueban a estos poderes del Estado, y demuestra que la población los detesta, yanolosquierecomosusrepresentantes.Peropeseaesta realidad, ellos prefieren aferrarse a sus curules (y a sus 25,000 soles mensuales de sueldo) y que el país se siga desangrando y hundiendo económicamente. Nuestra clase política no ha madurado lo suficiente como para enfrentar los grandes retos que nos depara un presente marcado por la incertidumbre y la violencia, donde impera la informalidad, el transfuguismo, los negociados bajo la mesa para ganar cuotas de poder, lo que ha dado paso a una corrupción desenfrenada. Con este escenario sombrío el futuro del Perú es poco alentador. Por ello, es indispensable que los requisitos establecidos en la Constitución para ser congresista sean más rigurosos (reforma del artículo 90), como contar con estudios superiores y tener una hoja de vida impecable, sin cuestionamientos de orden ético, moral y judicial, porque ello garantizará una mejor producciónlegislativa.

Escribe:

César Prado y Rosa Laura

Diez de las cuarenta y ocho muertes de civiles en las protestas en todo el país ocurrieron en Ayacucho, en un lapso de siete horas, el 15 de diciembre pasado. A partir del análisis de registros audiovisuales, documentos y testimonios, IDLReporteros reconstruyó cómo y de qué manera murieron 6 de las 10 personas fallecidas durante esa violenta jornada. Se trata de los ciudadanos Josué Sañudo, Edgar

Prado, Clemer Rojas, Cristofer Ramos

Aime, José Luis Aguilar Yucra y Leonardo Hancco.

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